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INTEGRIDAD
2020-1
DERECHO A LA VIDA Y A LA INTEGRIDAD
1. EL DERECHO A LA VIDA
Fernández (1992, p. 34) señala: "El derecho a la vida es el primordial entre los derechos
atinentes a la persona y el presupuesto indispensable de todos los demás". En este orden de
ideas podemos colegir que el derecho a la vida es la fuente de donde emergen todos los
derechos inherentes de la persona humana. El reconocimiento del derecho a la vida que
efectúan los ordenamientos no sólo radica en impedir que los demás atenten contra el
individuo, pues comprenderlo así sería una visión parcial de su concepción, es por ello que otros
autores se inclinan por señalar además que este derecho debe ser comprendido además como
un derecho a vivir de tal manera que el ser humano pueda realizar su proyecto de vida vital, es
decir, que se den ciertas condiciones de vida, situación esta última que diferentes
ordenamientos lo están tomando ya en cuenta y que ha originado encontrados debates en los
distintos órganos jurisdiccionales quienes protegen el derecho a la vida en su más pura acepción
como un derecho indisponible y quienes conciben ya al mismo como un derecho disponible.
I.2.1. Aborto
Etimológicamente deriva del término latino "abortus", formado por dos raíces ab (privar) y ortus
(nacimiento), es decir, "privar del nacimiento". Actualmente se entiende por aborto a la
interrupción prematura (sea esta natural o inducida, provocada) del embarazo y la consiguiente
expulsión del feto. Frente a esta situación existen dos posiciones:
A. Posición Mortícola. La cual afirma que la madre tiene pleno derecho sobre la vida de sus hijos.
Esta posición nacida del Derecho Romano sustenta la teoría que el concebido es "viscerum
matris", es decir, víscera de la madre.
Del Castillo (1976, p. 85) expresa que "el aborto legal viene a constituir un medio de control de
la natalidad, tornándose en el equilibrador entre crecimiento demográfico y el factor
económico"
B. Posición Vitalista. Sostiene que, al considerarse al concebido como sujeto de derecho "para
todo cuanto le favorece" (Cfr. Artículo 1º del Código Civil Peruano), éste es titular, único e
incondicional, del derecho a la vida, es decir es un ser independiente y separado de la madre, y
por tanto la madre no puede decidir ya sobre él.
I.2.2. Eutanasia
Otra dificultad vinculada al derecho a la vida es la eutanasia, proviniendo de las voces griegas eu
(bueno) y thanatos (muerte), es decir “muerte buena”. Este concepto se degeneró a tal forma
que se pensaba que la población en exceso debía eliminarse, así como los miembros menos
necesarios, lo que recaía lógicamente en los viejos y los infantes.
El problema de la eutanasia conduce de manera directa a una controversia fundamental de la
existencia humana, el de propagar o no la suspensión de la vida de quien se encuentra afectado
de un mal irreversible y/o dolor insoportable (situación que en los últimos años ha causado
encendidos debates con rotundas manifestaciones tanto a favor como en contrario); esta puede
ser: a) Eutanasia Pasiva o Indirecta: Cuando se deja que el enfermo muera y b) Eutanasia Activa
o Directa: Cuando se mata al paciente.
Para el caso peruano en nuestro Código Penal se regula el “homicidio piadoso” y lo tipifica en su
art. 112º del modo siguiente: “El que, por piedad, mata a un enfermo incurable que le solicita de
manera expresa y consciente para poner fin a sus intolerables dolores, será reprimido con pena
privativa de libertad no mayor de tres años".
En nuestra Carta Magna la pena de muerte, tal como lo prescribe el art. 140, "sólo puede
aplicarse por el delito de traición a la patria en caso de guerra, y del terrorismo, conforme a las
leyes y a los tratados de los que el Perú es parte obligada". Es conocido que la finalidad de las
penas debe dirigirse a la readaptación del criminal. Es del todo inadmisible sostener que la
seguridad social de un Estado reposará sobre los cadáveres de los ejecutados por esta pena, que
no debe pasar de la oscura historia de la sociedad y del Derecho. La pena de muerte no readapta
al criminal.
EL DERECHO A LA INTEGRIDAD
Dentro de este concepto, la norma constitucional peruana en el inciso primero del artículo 2 o,
comprende, además del anterior, el derecho a la integridad psíquica y moral. El derecho a la
integridad psíquica se refiere a la preservación de todas las capacidades de la psiquis humana,
que incluyen las habilidades motrices, emocionales e intelectuales sin que ninguna de ellas
pueda resultar afectada por la aplicación de métodos técnicos o psicológicos.
Situación peruana
La práctica de la tortura en el Perú es una práctica violatoria de los derechos humanos que
persiste pese a los esfuerzos desplegados por la sociedad civil y algunos avances realizados por
el Estado Peruano. Durante el periodo 2013-2015, la Defensoría del Pueblo ha recibido 223
quejas de tortura u otros tratos crueles, inhumanos o degradantes ejecutadas por miembros de
la Policía Nacional del Perú-PNP (53%) en intervenciones policiales y centros de detención;
Fuerzas Armadas-FFAA (17%) a los voluntarios del servicio militar; Instituto Nacional
Penitenciario-INPE (13%) contra los internos, como forma de castigo; y Serenazgo y Policía
Municipal (17%) durante operativos de fiscalización. Siendo de especial preocupación el
aumento de denuncias contra miembros de las Fuerzas Armadas y personal municipal en el año
2015, que se han visto incrementadas en un 50% en relación con el año anterior. Este
incremento puede ser explicado por la mayor conciencia por parte de los jóvenes que ingresan
al servicio militar voluntario y a las escuelas de Oficiales y Sub Oficiales de la PNP y las FFAA
sobre los límites que imponen los derechos humanos a la disciplina y formación militar o policial;
y la total falta de capacitación sobre uso de la fuerza al personal de Serenazgo y Policía
Municipal en los gobiernos locales.
Lamentablemente no existe un marco normativo destinado a procurar la rehabilitación y la
reparación de las víctimas de tortura y/o sus familiares a nivel administrativo. En los únicos
casos en los que se ha adoptado una política nacional en la materia ha sido en los casos de
tortura y otras violaciones a los derechos humanos producidos durante el contexto del conflicto
armado interno 1980-2000, a través del Consejo Nacional de Reparaciones y el Registro Único
de Víctimas. Para todos los demás casos acontecidos con posterioridad al año 2000, es necesaria
una condena penal luego de un proceso judicial largo y tedioso que puede durar varios años
para que recién la víctima pueda acceder a una reparación y, aún en esos casos, los jueces
penales optan por una reparación de índole económica, dejando de lado el concepto de
rehabilitación y reparación integral. Incumpliendo el Estado con su obligación internacional de
brindar una atención inmediata médica y psicológica a las víctimas para procurar reducir las
secuelas la tortura, conforme el artículo 14° de la Convención contra la Tortura de Naciones
Unidas, tratado del cual el Estado Peruano es parte desde el año 1988.
BIBLIOGRAFÍA
Código de
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