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EL ESTADO Y LA EDUCACIÓN: EL CASO DE LA ASUNCIÓN DE LA

EDUCACIÓN DEL ESTADO MEXICANO


Jesús Bojórquez Luque1
Colegio de Bachilleres del Estado de Baja California Sur, México, Planteles 04 y 10.
jesbojorquez70@hotmail.com
Martha Cecilia Chávez López2
Centro de Estudios Tecnológicos del Mar, Plantel 31.
marthachavez50@hotmail.com

RESUMEN

Uno de los elementos fundamentales con los que se fortalece y nutre el Estado es la
educación, quien recreará y moldeará los pensamientos a su imagen y semejanza, sin
embargo en la concepción medieval, el tema educativo era ajeno al Estado, y por tanto
quehacer de la Iglesia, elemento importante de su pacto de legitimidad. Este trabajo tiene
como propósito dar testimonio como el Estado mexicano asumió la educación como parte
importante de su consolidación y moldeador de mentes que concibieran a una educación y
un Estado laico que garantizara la libertad de credo, fuera de fanatismo e imposiciones. Sin
embargo esta posición se consolida a partir de una encarnizada lucha entre las ideologías
liberal y conservadora, que habrán de poner en una situación de debilidad a la naciente
nación mexicana.

PALABRAS CLAVE: Estado-Educación pública-Iglesia-México Independiente.

STATE AND EDUCATION: THE CASE OF THE ASSUMPTION OF THE MEXICAN


STATE EDUCATION

ABSTRACT

One of the key elements that strengthens and nourishes the state is education, who will
shape the thoughts and recreate his image and likeness, but in the medieval conception, the
education issue was outside the State, and therefore work of Church, an important element
of the covenant of legitimacy. This paper aims to witness as the Mexican government took
education as an important part of its consolidation and molder of minds that conceived to
education and a secular state that guarantees freedom of religion, out of fanaticism and
impositions. However this position is consolidated from a bitter struggle between liberal and
conservative ideologies, to be put in a position of weakness to the nascent Mexican nation.

KEY WORDS: Estate-Public education-Clergy-México independent.

1
Sociólogo por la Universidad Autónoma de Sinaloa, México y Maestro en Economía del Medio Ambiente y de los Recursos
Naturales por la Universidad Autónoma de Baja California Sur, México.
2
Licenciada en Turismo por la Universidad Autónoma de Sinaloa con Especialidad en Competencias Docentes en Educación
Media superior.
INTRODUCCIÓN

El Estado es el ente supremo donde se sintetiza la suma de instituciones, sustento de las


regulaciones para evitar se desaten las pasiones y prevalezca la racionalidad, quien con su
capacidad castigará a quien violente las normas que construye histórica y cotidianamente.
Para el Estado un elemento importante en la consolidación de su esencia, es el dotar de un
aparato educativo que reproduzca su ideología, sus instituciones, sus formas de
acumulación de capital y que además genere individuos que sean capaces de reproducir las
relaciones sociales que el Estado demanda.

La constitución del Estado mexicano fue de un tropezar constante a partir de la lucha


fratricida entre mexicanos agrupados entres dos posiciones ideológicas irreconciliables,
entre dos formas distintas de concebir el Estado: liberales y conservadores; los primeros
que veían a la educación como fuente inagotable de creatividad que potenciaría a las
nuevas generaciones y hacer de nuestro país un modelo en el concierto de las naciones,
con una instrucción despojada del contenido religioso, con la premisa fundamental de la
laicicidad; los segundos aliados con el clero, adoctrinados por la concepción religiosa de la
educación y su percepción del mundo.

De esta manera, es importante analizar como el Estado mexicano empezó hacerse cargo
del tema educativo y como se le quitó a la iglesia esta función, institución que era el
receptáculo de muchas funciones que el Estado medieval español le otorgaba en
concordancia con la alianza entre el Estado Vaticano y las monarquías europeas con el fin
de justificar el “derecho divino” de la nobleza de encabezar los reinos, de ser reyes.

En el presente trabajo se abordara de manera rápida como se justifica el Estado tomando


en cuenta, la posición al respecto del pensador inglés Thomas Hobbes; posteriormente
analizaremos la relación entre el Estado y la educación a partir de como la instrucción pasa
de la Iglesia al Estado. Después abordamos el caso de la conformación del Estado
mexicano y como éste se apropia de la educación en una pugna constante entre liberales y
conservadores. De la misma forma analizaremos porque los liberales concibieron que la
educación debiera ser obligatoria, donde el pueblo no se le debería dar otra opción. Al final
se presentan las conclusiones donde se dan puntos de vista de esta necesidad del Estado
por legitimarse.

1. LA JUSTIFICACIÓN DEL ESTADO


Para entender el surgimiento del Estado, es necesario establecer porque se justifica su
existencia, en este sentido el filósofo inglés Thomas Hobbes argumenta en su obra clásica
El Leviatán (Hobbes, s.f:70) que:

El fin del Estado es, particularmente, la seguridad. La causa final, fin o designio de los
hombres (que naturalmente aman la libertad y el dominio sobre los demás) al introducir esta
restricción sobre sí mismos (en la que los vemos vivir formando Estados) es el cuidado de su
propia conservación y, por añadidura, el logro de una vida más armónica; es decir, el deseo
de abandonar esa miserable condición de guerra que, tal como hemos manifestado, es
consecuencia necesaria de las pasiones naturales de los hombres, cuando no existe poder
visible que los tenga a raya y los sujete, por temor al castigo, a la realización de sus pactos y
a la observancia de las leyes de naturaleza.

Para Hobbes la existencia del Estado se justifica desde el momento mismo en que los
hombres abandonan su estado de naturaleza y se sujetan a las leyes impuestas por los
hombres, ejecutados por un gobernante o soberano y le da certidumbre al hombre mismo y
se evita que los instintos prevalezcan y se imponga la ley del talión, ojo por ojo, diente por
diente.

De esta manera Hobbes (íbid.) afirma que si no se instituye un poder que garantice la
seguridad, cada individuo sólo confiará de su habilidad o fuerza para protegerse de los
demás. Thomas Hobbes (Íbid.:71-72) argumenta que el único camino para construir un
poder que proteja a los ciudadanos de invasiones de extranjeros, injurias, satisfacer sus
necesidades con el producto de su esfuerzo, la seguridad y paz comunes; esta multitud de
almas será unida por un ente llamado Estado.

El Estado en su funcionamiento utiliza el consenso o la violencia. Este ente supremo es


aceptado voluntariamente por la gente, o quienes se oponen a él, son obligados a
aceptarlos coercitivamente, de esta manera, consenso y violencia son factores
complementarios para su existencia. Son los liderazgos, los que encabezan los gobiernos,
los que conducirán el acento de su fortaleza, de consolidar un sistema productivo, de
intercambio de bienes, de consolidar un entramado militar, la mediación con los líderes
espirituales-religiosos. Es pues la primera vía la solución pacífica de los problemas y
diferendos, pero también la aplicación de la fuerza cuando la vía del consenso esté
cancelada y emerja como práctica legítima la violencia como herramienta estatal
(Campagno, 2003), el problema radicará cuando el Estado aplique como única vía para la
solución de todos los problemas, la coerción, la suspensión de garantías.
Por lo tanto la existencia del Estado implica un pacto que significa la obediencia de los
individuos a las reglas constituidas por todo un andamiaje institucional, fortalecidas por
prácticas históricas en términos de la moral, de la religión de las costumbres, de las
tradiciones, de las formas de organización. Desde el punto de vista liberal el Estado es
legítimo y por lo tanto se edifica, se cimenta, con bases legales, jurídicas, con leyes que se
presentan como supremas (Ramírez, 2010:51-52).
De no someterse a una fuerza suprema, el Estado entrará a una situación caótica, por lo
tanto es plausible y deseable el poder civil, evitando un estado de enfrentamiento constante,
una guerra interminable entre los hombres, que al no tener un contenedor de sus pasiones,
la agresión será constante, el impulso basado en sus virtudes físicas, no de razonamiento y
la defensa ante los demás con la fuerza bruta para sobrevivir como cualquier animal sin
raciocinio, donde sólo sea premisa su vida primitiva (Sierra, 2001).

De las características más conocidas del Estado son la soberanía, que toma decisiones
sobre su territorio sin interferencias de fuerzas externas; otra característica es su asociación
con una nación en específico y con el espíritu nacionalista, el representar los intereses
comunes, el de centralizar y racionalizar los proceso políticos, su racionalidad burocrática,
el ser representado por una clase social en específica (Schmitter, 2005:2).

Estas características de acuerdo con Schmitter o han desaparecido o se han debilitado


debido a los rasgos actuales de la sociedad, donde empresas trasnacionales, y otros
gobiernos, intervienen decididamente en la vida interna de otros países. Si a esa afirmación
de Schmitter le agregamos la movilidad de capitales con solo transferirlos de manera
electrónica; además las peculiaridades de los tiempos de la era de la información que
trastocó la censura y regulación de medios de comunicación que realizaba el Estado a partir
de una herramienta muy poderosa llamada Internet, el instrumento de libertad por
excelencia y donde todas las voces pueden expresar sus ideas y que ese ente supremo le
es difícil controlar.

Por lo tanto desde su origen hasta nuestros tiempos el Estado ha evolucionado de un


elemento poderoso que controlaba vidas y almas, donde la soberanía era su esencia
misma, a pasar formas de vida autoritaria como los Estados esclavistas, las monarquías
absolutas a regímenes con estructuras de poder equilibradas como las monarquías
constitucionales y las democracias impuestas y expandidas por la cultura imperante de
occidente, que consolidó la división de poderes como manera de evitar los despotismos y
absolutismos que fueron hechos añicos por las fuerzas de los movimientos liberales de
Europa como la Revolución Francesa, la Revolución Inglesa y la Revolución Industrial que
acabó con la clase social de la nobleza que imperaba monopolizando el ejercicio del poder
político y económico a través de sus feudos y el control que ejercía sobre la servidumbre
agraria, los siervos, para dar paso a una nueva clase social que sería la impulsora del gran
desarrollo económico, político, social y científico: la burguesía.

Es pues el Estado, de acuerdo con Guillermo O´Donell (1993:4) “… también, y no menos


primariamente, un conjunto de relaciones sociales que establece cierto orden en un
territorio determinado, y finalmente lo respalda con una garantía coercitiva garantizada”. De
ahí que se afirma que no puede haber una fuerza superior a la fuerza del Estado quien es
quien monopoliza la fuerza legítima. En ese tenor, en México al inicio de la vida
independiente, de manera tardía y combatiendo los liberales esos vestigios feudales del
sistema colonial español que se resistía a desaparecer, trataron de suprimir los privilegios
que la clase aristócrata aliada con el clero reafirmaba su dominio económico, político, social
y de adoctrinamiento.

2. EL ESTADO Y LA EDUCACIÓN

En el antiguo régimen, en la edad medieval u oscurantista como muchos suelen adjetivar, la


educación es un tema lejano, que no es prioridad del Estado y por lo tanto era delegada a la
Iglesia. Lo sacro, lo divino es lo que domina, el espíritu, no la materia y la imposición de la
visión cristiana que representa el Vaticano y el papa como su máxima autoridad. De esa
forma durante la etapa medieval, la educación será un monopolio de la iglesia, de las
sotanas y escapularios y su visión teocéntrica de la realidad. El Estado permanece
abstraído de lo educativo, ajeno a la instrucción como vía para su consolidación a partir de
la vitalidad del pacto Iglesia-Estado (De Puelles, 1993). Lo fue antes del cisma religioso y
después de la Reforma Protestante.

Inicialmente, la educación no va a estar en la agenda de los Estados, eso debido a que el


Estado moderno iba a emerger en medio del colapso de los regímenes monárquicos
feudales. En la edad media los Estados monárquicos europeos sustentaban su legitimidad
con el argumento del Derecho Divino de los reyes a gobernar pues éstos eran determinados
por la gracia divina de Dios. Esto era posible por la alianza entre las monarquías y la Iglesia
católica representada por el Papa. Se podría decir que el poder monárquico a veces se
acotaba por el gran poder e influencia que ejercía la iglesia.

La alianza entre el poder público y la iglesia se dio a partir de ciertos privilegios tanto para
los unos, como los otros. La iglesia por ejemplo, disfrutaba del monopolio de la fe, además
de recursos que por concepto de diezmo les otorgaba la feligresía, el control de registro
civil, de la misma manera manejaban cementerios, además de no pocas veces ciertos
miembros del clero combinaban puestos de decisión política y eclesial.

En ese sentido y en concordancia con la alianza Estado-Iglesia, el clero monopolizaba el


tema educativo, desde los primeros grados de enseñanza, hasta las universidades, por lo
que las principales tesis de la concepción del mundo tenían que ver con una explicación
divina de los principales fenómenos naturales, así como el origen del mundo y su posición
respecto del universo, donde prevalecían los dogmas de fe y la censura de la iglesia a
visiones distintas sobre los temas anteriormente señalados.

Al llegar el ocaso de Medioevo, los movimientos intelectuales de la llamada Ilustración


donde pensadores como Louis René de la Chalotais empezaron a reclamar contra la
exclusión de los laicos en relación a la educación, además decía que era importante la
figura de un ministerio de suprema vigilancia autorizado por el Estado, que fuera escuchado
por el soberano (Alighiero, 1976). Era importante pues un elemento capaz de estar por
encima de cualquier organización y de cualquier credo religioso, donde todos los
ciudadanos convergieran a un mismo sistema educativo sin poner como condición la
incorporación de dogmas de fe.

México como país naciente a inicios del Siglo XIX, hereda toda una estructura político
religiosa basada en la tradición medieval española, pero con un crecimiento en el
pensamiento iluminista que asume la educación como instrumento para consolidar y
desarrollar las potencialidades creativas de la novel nación y que quiere destacar en el
mundo de las naciones, posición del pensamiento exclusiva de los liberales, no así de los
conservadores que heredan la tradicional colonial hispana de la dualidad Estado- iglesia
como complemento esencial del desarrollo social. Así que en los inicios de la vida
independiente se establece este conflicto constante entre estas dos perspectivas o maneras
de ver el ámbito educativo.

3. LA EDUCACIÓN EN MÉXICO DURANTE LA COLONIA

Durante el establecimiento del sistema colonial español, había dos tareas importantes para
el Estado español: la conquista material y su visión de generación de riqueza en torno a los
metales preciosos (oro y plata); y la conquista espiritual, esta ultima marcaría la agenda
educativa del status político colonial, por lo tanto la iglesia, como en Europa, asumirá el rol
educativo del Nuevo Mundo y de la Nueva España en específico.

En el sistema colonial español, se ubicaron diversos tipos de educación, cinco en concreto:


la evangelizadora, el adiestramiento en artes y oficios, la femenina, la formación religiosa y
la universitaria. La primera de ellas destinada a la población indígena que de acuerdo con la
justificación de la conquista, era redimir a la población indígena como hombres de razón y
convertirlos a la religión verdadera; la segunda, ofrecer la posibilidad a las clases bajas la
oportunidad de aprender artes y oficios indispensable las élites que las demandaban; la
tercera, la enseñanza de habilidades de las féminas para el hogar, pues la mujer era
considerada ciudadana de segunda en esa época; la cuarta, la enseñanza de teología y la
creación de recursos humanos para la iglesia y expandir sus territorios de fe; y por último la
quinta, el desarrollo de fundamentos científicos para fortalecer las actividades de la época,
como el Real Seminario de Minería, entre otras (Zárate, 2003).

Diversas órdenes religiosas se hicieron cargo de la educación en la Nueva España, por


ejemplo, los franciscanos ofrecieron educación en los internados de los conventos a los
nobles aztecas, con el objetivo que adquirieran conocimientos de lecto-escritura del
castellano, además de convertirlos a la religión cristiana, después de eso, estos indígenas
serán decisivos en la labor de catequización de sus pares aborígenes. Debido a que la
enseñanza del español fue lenta y vista desde la perspectiva europea un fracaso, obligó a
los religiosos a aprender lenguas indígenas y utilizar un sincretismo como formas de
accesar al mercado religioso indígena (OEI, 1994).

En los inicios del sistema colonial, llegaron a la Nueva España los doce primeros religiosos
franciscanos, le seguirían dominicos y agustinos en las primeras dos décadas del dominio
español. Después de estas primeras órdenes religiosas en el S. XVII, se sumarán los
mercedarios y Jesuitas, dedicándose a las labores de evangelización misional; los
carmelitas descalzos, los trinitarios. Dentro de esta cauda de religiosos, los que destacaron
por su labor evangelizadora con los naturales fueron los religiosos de la Compañía de Jesús
quienes tuvieron presencia en las indias occidentales en los actuales estados de Baja
California, Baja California Sur, Sonora y Sinaloa (Espinosa, 2005).

Los principios religiosos fueron los pilares rectores durante la Colonia, por lo tanto quienes
se encargaron de ese ministerio fueron miembros de la Iglesia, fundaron escuelas, institutos
educativos, así como la universidad, donde además de alfabetizar se enseñaba gramática,
teología, filosofía escolástica (Castro, 1954), todo ello en concordancia con la alianza
Estado-Iglesia.

En el ocaso del sistema colonial español, quienes iniciaron con las inquietudes
independentistas fueron personajes ligados a la iglesia que tuvieron contacto con las
nuevas formas de pensamiento liberalizador que significaba la ilustración y la búsqueda de
una sociedad más justa en términos jurídicos.

4. CONFORMACIÓN DEL ESTADO EN EL MÉXICO INDEPENDIENTE

El desgastante periodo de la lucha por la independencia de México, inicia su consolidación


y materialización, se da no a partir de los designios de la fuerza insurgente, encabezada por
Guerrero, sino por la reacción conservadora representada por Iturbide atemorizada por la
aprobación de la Constitución de Cádiz. Nunca se plantearon el tema educativo como parte
fundamental de la constitución del naciente Estado. Es así como en los primeros años se
perfilarán las dos posiciones irreconciliables sobre la forma deseable de Estado y el acento
que cada una de ellas visualiza el tema educativo.

El parto doloroso del Estado mexicano se dio en la pugna entre liberales y conservadores,
los primeros en defensa del Estado Laico y los segundos en defensa del Estado
confesional, de ahí que de 1821 a 1850, la disputa generó clima de inestabilidad política,
económica y social lo que originó que tuviéramos alrededor de 50 gobiernos, quedando el
país inerme ante las ambiciones de países extranjeros que con éxito lograron arrebatar
territorios o imponer gobiernos.
Esta disputa de concepciones de diferentes proyectos de Estado-nación para Roberto
Blancarte (2001), investigador del Colegio de México afirma que:

El factor central que dio origen a la laicidad mexicana no fue la necesidad de responder a
una pluralidad confesional que demandara la tolerancia, ni la presión por obtener libertades
religiosas (como fue el caso en otros países), sino la lucha por establecer las formas de
soberanía. Mientras que el Estado republicano establece como norma la voluntad popular
como criterio de definición última del poder soberano, la Iglesia se niega a aceptar una
soberanía que no tenga como fuente a lo sagrado y que no esté avalada por el poder
religioso. Desde esa perspectiva, el conjunto de las “Leyes de Reforma”, establecen el
mismo principio de laicidad. Las medidas específicas son, por supuesto la desamortización
de bienes eclesiásticos, la separación del Estado y la Iglesia, que específicamente significa la
separación de los “negocios del Estado” y los “negocios eclesiásticos”, el establecimiento del
registro de nacimientos civil y el matrimonio como un contrato civil, la secularización de los
cementerios y otras medidas afines.

Por lo tanto la laicicidad se expresó en la legitimación del Estado sustentada en la


soberanía popular y no de lo sacro, expresado en el control de tareas que la iglesia
desempeñaba antes de las leyes de Reforma, aunque ya antes Valentín Gómez Farías con
la asesoría del prócer de los liberales, José María Luis Mora, intentó sin éxito debido a la
figura de Antonio López de Santa Anna adelantarse a los tiempos de los liberales de la
Reforma y que tuvo como producto acabado la Constitución de 1857.

Hay quienes afirman, sobre todo la iglesia, que la Laicicidad es un instrumento


antirreligioso, sin embargo para Fuentes Molinar (2000) dichas afirmaciones son infundadas
pues el laicismo es una posición frente a una pluralidad de doctrinas religiosas sobretodo
que reclaman la validez de su visión de la realidad, del mundo, por lo tanto, ser laico
significa reconocer el derecho de todos a practicar una religión, si así lo determinan los
individuos y hacerlo en el ámbito familiar, dentro de las mismas instituciones religiosas o
comunidades religiosas; por lo que reafirmando la libertad de credos, y para quienes
asisten a la escuela pública, el Estado se encuentra obligado a promover una formación
fundada en valores compartidos por todos los que concurren a ella, fomentado la tolerancia
donde comprendan al otro sin distingos.

Así pues el Estado laico, sin ser antirreligioso es partidario de su separación de la Iglesia y
con ello se consolida la libertad de conciencia, apelando a la desaparición de toda escuela
confesional. Para los tiempos de Juárez y Lerdo de Tejada, la religión fue sustituida por la
moral, sin hacer referencia a algún culto religioso.

4.1 EL ESTADO MEXICANO ASUME LA EDUCACIÓN COMO POLÍTICA PÚBLICA


Dentro del proceso de Laicicidad importante fue el quitarle a la iglesia el papel educativo,
pues este es el germen de la legitimación del Estado y la oportunidad de moldear a las
nuevas generaciones con el pensamiento liberal, de ahí que se consagran intentos por
hacer de las políticas públicas el desarrollo de un sistema educativo coordinado, sustentado
y fortalecido por el Estado mexicano.

José María Luis Mora, el ideólogo de los conservadores y asesor de Valentín Gómez Farías
en un discurso afirmaba que “nada es más importante para el estado que la instrucción de
la juventud. Ella es la base sobre la cual descansan las instituciones” (Bolaños, 1981). Era
para Mora importante que el Estado se haga caso de la educación pues así se formarían
nuevas generaciones, las cuales deberían ser organizadas y controladas por el Estado,
imponiéndoles así su filosofía y protegerlas de grupos que estuvieran en contra de los
intereses mismos del Estado como la iglesia.

Los primeros intentos de impulsar una educación laica en México fue de Valentín Gómez
Farías, entre 1830-1833 en nuestro país se dieron reformas legales contra los privilegios del
clero y de la Iglesia. Producto de dichas reformas se cerró la Universidad Pontificia de
México, se reconoció la responsabilidad del Estado en relación con la educación y se
ordenó la fundación de instituciones de formación de maestros. Estos fueron los primeros
pasos o primeros intentos en la búsqueda de la separación Estado-Iglesia (Ehlrich, 2001).
Además se creó la dirección General de Instrucción Pública para el distrito y territorios
federales, con lo cual el estado intentaba controlar la educación; se instituyó que la
enseñanza fuera libre, pero que se deberían respetar las disposiciones y reglamentos del
gobierno federal; se arrebató de las manos del clero para consolidar la formación
ciudadana, además de la formación científica sólida; se fomentó la educación elemental
para hombres, mujeres, niños y adultos (Bolaños, 1981:30).

La lucha entre liberales y conservadores se concentro en la soberanía del Estado frente a


otros poderes, separación del estado-Iglesia, supremacía del Estado referente a la
educación y establecimiento de la educación laica (Ibíd.).

A pesar de los tiempos difíciles provocados por la guerra de los Tres Años, en 1861 se
realizó un intento por controlar la educación a través una ley expedida por Benito Juárez
donde se proponía la unificación del plan de estudios de instrucción elemental y la creación
de escuelas primarias dirigidas por el gobierno nacional para atender las necesidades
educativas de la ciudadanía (Ibid).

Sin embargo el pensamiento de Juárez cayó en un utópico deseo, pues la falta de recursos
del Estado originó que el número de escuelas era limitado frente a las grandes necesidades
educativas del país, por lo tanto el carácter de obligatoriedad no se podía cumplir, ni por
parte del estado, ni por parte de los individuos (Ibíd.).
Sin embargo ¿es posible que la población de un incipiente y conflictivo país, con una
población abrumadamente analfabeta pudiera concebir a la educación como instrumento
redentor y vehículo de potencialización?, pues no, sólo la fuerza del Estado y su concepción
como la obligatoriedad de asumirla y quitarle la minoría de edad perpetua adherida a partir
de su ignorancia, por eso cobra gran importancia la obligatoriedad como forma de asegurar
el progreso mental e intelectual de una población inerme.

4.2 JUSTIFICACIÓN DE LA EDUCACIÓN OBLIGATORIA

El ser humano va evolucionando mentalmente con la edad, es por eso que en las etapas
tempranas de crecimiento el niño o niña viven una etapa de dependencia en muchos
sentidos, por lo tanto es importante el establecimiento de la educación obligatoria como una
forma de evolución mental, de una custodia de la infancia que apuesta por su progreso y de
la sociedad en su conjunto sustentado en los valores de la racionalidad y la democracia
para que todo ser humano, eleve su condición y busque en la dignidad su premisa de
existencia (Gimeno Sacristán, 2005).

En esta obligatoriedad de la instrucción, se cimenta una sociedad democrática que favorece


la convivencia, se minimiza la discriminación, los prejuicios y de consolida la cohesión
social a partir de valores compartidos; además fomenta la participación política, el ascenso
social como justificante irradiador de beneficios sin distingos (Aguado, Ballesteros y Mata,
2013).

Desde el punto de visto histórico de inicios de vida independiente de México, aunque


contradictorio con la libertad de enseñanza, para los liberales era necesario que la
educación primaria fuera obligatoria, pues en un país de grandes desigualdades sociales, la
mayoría de los individuos estaban en una infancia perpetua, por lo que no vislumbraban lo
importante que era la educación para salir de la postración, en ese sentido.

Además se argumentaba a favor de la educación obligatoria al asegurar que no se puede


concebir “un derecho que consista en elegir entre la educación y la ignorancia” (Vázquez,
1992), por lo tanto desde la perspectiva liberal no había elección, la educación se debería
asumir como parte de la naturaleza del hombre, y desde el punto de vista social, pues es la
única manera de potencializar el futuro de la patria y hacer de ella un lugar más próspero.

Los debates entre quienes pugnaban por darle toda la libertad al individuo elegir, chocaban
con quienes veía a la obligatoriedad como una manera de hacer consiente al individuo y en
ese tenor brindarle la posibilidad de hacerlo libre frente a las futuras decisiones, una vez ya
alfabetizado y desarrollado su intelecto.

Joaquín Baranda Ministro de Justicia e Instrucción Pública en el Porfiriato aseguraba que “la
instrucción Pública aseguraba las instituciones democráticas, desarrollaba los sentimientos
patrióticos y realizaba el progreso moral y material de nuestra patria” (Bazant, 2006). Con
esos argumentos los funcionarios justificaban la urgencia de instruir al país, sin darles
opción consolidando la obligatoriedad para generar condiciones de consolidación de la
identidad nacional.

Tras la Revolución Mexicana, consolidada a partir de la promulgación de la Constitución de


1917, José Vasconcelos asumirá la política educativa en el gobierno de Álvaro Obregón e
interpretó el artículo tercero diseñando líneas de acción que cristalizaran los principios que
defendía la carta magna: la laicicidad, obligatoriedad y gratuidad de la educación (Lazarín,
2009). A partir de eso, Vasconcelos trató de llevar educación a través de campañas de
alfabetización, de higiene y alimentación con su programa “Alfabeto, pan y jabón”; asimismo
llevó actividades artísticas a través de las misiones culturales.

CONCLUSIONES

El Estado surge como una necesidad de racionalidad y en la lógica de la sobrevivencia del


hombre que conlleve a la convivencia armónica en un marco de leyes que garantice su
cumplimiento.

Además de garantizar que el hombre no sea el lobo del propio hombre, el Estado busca
moldear la mente del ciudadano, permear su forma de pensar y justificarse ante él y por lo
tanto es a través de la educación que este elemento supremo busca influir en su visión de la
realidad, inyectándole la ideología que lo justifica.

En la edad media el Estado tenía a la iglesia como su gran aliada, pero también, la
institución que la maniataba y acotaba. El papel educador que tenía la iglesia permitía su
legitimación y su fortaleza, pero a medida que el movimiento intelectual de la ilustración
empezó a permear a los grandes pensadores que serán artífices del ascenso de la
burguesía y de la instauración del liberalismo como forma no corporativa de organizar a la
sociedad y dar paso al surgimiento de la sociedad industrial, la visión de la realidad se
desacralizó en muchos sentidos y es ahí donde el Estado inicia el proceso de consolidación
de separación de la institución eclesial.

Es a partir del movimiento intelectual de la época de las luces en Europa donde


intelectuales y el mismo Estado ven la necesidad de asumir la educación y despojarlo de
dogmas religiosos para edificarlo en un ambiente de tolerancia y pluralidad.

Nuestro país tardó en consolidarse como Estado. La disputa de dos grupos antagónicos,
liberales y conservadores, provocó que de 1821 a 1857, se generara un clima de
inestabilidad que aprovecharon fuerzas extranjeras para intervenir en nuestra vida interna,
incluso despojarnos de nuestro territorio. En ese clima de disputas, los liberales poco a
poco, fueron consolidando la idea del Estado laico y despojar a la iglesia del papel educador
y es a través de este instrumento que los liberales empezaron a influir en la mente de los
ciudadanos.

Sin embargo en los últimos tiempos ha habido grandes embates de la iglesia por recuperar
ciertos espacios. En la presidencia de Carlos Salinas se le otorgó personalidad jurídica a la
iglesia y México envió un representante diplomático ante el Vaticano, los ministros de culto
y monjas se les otorgó el derecho del voto. En los últimos años hay voces dentro de la
iglesia católica en el sentido de formar un partido, que sus ministros de culto puedan ser
candidatos a puestos de elección popular y por último penetrar al sistema educativo público
con la introducción de la enseñanza de la religión en las escuelas públicas.

Por eso es importante la defensa del Estado laico y de una educación que no esté
impregnada de un ambiente religioso y que sea el individuo quien decida desde su
privacidad, lejos de las instituciones educativas el asumir una religión o no, el ser creyentes
o no y de esa manera garantizar a todo ciudadano su derecho de creer sin menoscabo del
derecho de los demás.

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