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Filosofía de la ciencia

Jesús Ramírez Gamboa

En el presente texto me propongo mostrar cómo, bajo criterios pragmáticos, una


aproximación conductual-contextual a la cognición implícita resulta filosófica y
empíricamente más satisfactorio que una aproximación meramente cognitiva. Primero,
revisaré las aproximaciones pragmatistas a la explicación en ciencia, para después aterrizar
estas aproximaciones a la psicología en particular y a las implicaciones de una
aproximación de este tipo a la cognición implícita, contrastando dos tipos de software en
particular: el Implicit Assessment Procedure (IAT) y el Implicit Relational Assessment
Procedure (IRAP).

Pragmatismo y contextualismo funcional

Para Almeder (2013), una explicación científica es relevante si nos permite predecir el
explanandum antes de su ocurrencia; si una explicación no lo logra, entonces es una
explicación irrelevante. Otros filósofos pragmatistas proponen que la meta de la ciencia,
más allá de la mera explicación, es la adecuación empírica; es decir, una teoría o hipótesis
será relevante en tanto se adecúe mejor a los hechos y confirme sus hipótesis; podría
parecer esta incluso la visión por defecto que los científicos tengan de su práctica cotidiana,
e incluso coincide con lo que Lakatos (1978) considera un programa de investigación
progresivo y exitoso. Además, el pragmatismo es sensible al contexto: una vez que se han
establecido las metas y propósitos, puede haber diferentes explicaciones para un mismo
evento, y, para juzgarlas como adecuadas o inadecuadas, debemos cambiar de metas y
propósitos.

Dentro de las perspectivas pragmatistas, el contextualismo funcional es una de las más


extremas (Hayes, Barnes-Holmes & Roche, 2001). Para los contextualistas, la verdad es
siempre local, y la ciencia es la mejor manera de modificar de manera significativa nuestro
entorno. Según esta postura, las metas de la ciencia son la predicción y la influencia de los
fenómenos a estudiar; en el caso de la psicología, la meta principal es la predicción y la
influencia sobre el comportamiento humano, al que entiende como un acto-en-contexto: un
fenómeno que jamás ha de desprenderse del contexto (histórico, social, físico) en que
ocurre. Con esta postura filosófica como base, los contextualistas desarrollaron una
aproximación conductual al lenguaje y al pensamiento, la teoría de los marcos relacionales,
una teoría también impregnada de contextualismo y pragmatismo: los conceptos (operante
relacional, respuesta arbitrariamente aplicable, etc.) son empleados no porque describan
algo que exista en la Realidad, sino porque son útiles para definir ciertos fenómenos
(cumplen con los criterios de precisión, alcance y profundidad, establecidos por los
fundadores del contextualismo funcional) y esta utilidad se basa en las metas, antes
mencionadas, de predicción e influencia sobre el comportamiento. Este programa de
investigación –el de la teoría de los marcos relacionales– se erige como uno de los
principales programas rivales de la psicología cognitiva; este caso se puede considerar
como un posible ejemplo de pragmatismo en la explicación científica, específicamente en
lo que refiere al estudio de la cognición implícita.

Cognición implícita

La evaluación en psicología se ha hecho de forma analógica, a punta de lápiz y papel, desde


principios del siglo XX; la psicometría es una de las ramas mejor establecidas y con un
fuerte sostén matemático y estadístico dentro de la psicología. Sin embargo, sufre de una
importante debilidad: las personas pueden mentir con facilidad, sobre todo si el tema que el
cuestionario o test indaga es socialmente sensible (discriminación de género, racismo, etc.).
Por ejemplo, una persona puede contestar en un cuestionario “está mal juzgar
negativamente a las personas con base en el color de piel”, y a pesar de esto, sentir el pulso
acelerado, respiración agitada y pensamientos de juicio si se cruza con una persona de
origen afroamericano por la calle. La primera situación es un ejemplo de evaluaciones
explícitas, y las segundas, implícitas. Por tanto, durante las últimas décadas el estudio de
estas cogniciones ha dado a luz métodos indirectos de evaluación, entre los que se cuenta el
IAT o Implicit Association Test (Greenwald, McGhee & Schwartz, 1998).

El IAT es un software que pide a los sujetos emparejar dos estímulos blanco con ciertos
atributos, en grupos de ensayos que se repiten con distintas presentaciones; la hipótesis
principal es que entre menos tiempo que tarda el sujeto en realizar la asociación –medido
en milisegundos-, esta asociación será más consistente con sus evaluaciones implícitas. Por
ejemplo, si una persona tarda más milisegundos en asociar “obeso” con “bueno” que
“delgado” con “bueno”, esa persona evalúa negativamente a las personas con sobrepeso.

El IAT, a pesar de que ha demostrado ser superior a las pruebas de lápiz y papel en algunas
áreas, posee la imitación de que sólo arroja información relativa (De Houwer, 2002):
sabemos que la persona del ejemplo tarda menos en evaluar “delgado” como “bueno” que
“obeso” como “bueno”, pero no sabemos si:

o existe un fuerte sesgo a favor de personas delgadas y un fuerte sesgo contra las


obesas;
o existe un fuerte sesgo a favor de las personas delgadas, pero sin que esto
implique rechazo hacia las personas obesas;
o no existe sesgo a favor de las personas delgadas, sino sólo sesgo en contra de las
obesas;
o existe sesgo hacia ambas, pero más hacia las delgadas; o
o existe rechazo hacia ambas, pero un poco más hacia las obesas.
El IRAP (o Implicit Relational Association Test) es un software que pretende subsanar estas
limitaciones basándose en el ya mencionado contextualismo funcional, en la teoría de los
marcos relacionales1 y en el modelo de coherencia relacional, que propone, en sustitución
de “implícito” y “explícito”, los términos “respuesta relacional breve e inmediata” y
“respuesta relacional elaborada” (Hughes & Barnes-Holmes, 2013). El IRAP estudia los
primeros de forma parecida al IAT: la pantalla presenta una etiqueta en forma de palabras o
imágenes (“delgado”, “obeso”), estímulos-blanco en forma de palabras o imágenes
relacionadas entre sí (“salud, vida, atractivo”, “enfermedad, muerte, desagradable”) y dos
tipos de relaciones que son constantes (“similar” o “diferente”) que corresponden a dos
teclas. Además, a diferencia del IAT, en el IRAP sí hay tanto tiempo límite de respuesta
(generalmente dos segundos), como respuestas correctas.

Se le da al sujeto una regla: “responde como si delgado fuera positivo y obeso fuera
negativo”; se realiza un bloque de 24 ensayos bajo esta regla, y después la regla se invierte
para realizar un bloque de 24 ensayos bajo la regla “responde como si delgado fuera
negativo y obeso fuera positivo”. En el primer bloque, respuestas correctas serían asociar
“delgado-salud: similar” o “muerte-salud: diferente”; en el segundo, sería “delgado-salud:

1
La teoría propone que el lenguaje y el pensamiento son instancias de una misma conducta, la operante de relacionar
objetos y eventos con base en claves contextuales arbitrarias (“mayor que, menor que”, “mejor que, menor que”, “aquí,
allá”, “antes, después”, etc.).
diferente” o “muerte-salud: similar”. El IRAP mide entonces la latencia en milisegundos,
considerando que la latencia será mayor si el sujeto debe relacionar conceptos de forma
inconsistente con sus respuestas relacionales establecidas a lo largo de su vida.

Usando el ejemplo del texto, en el caso de una persona que evalúa negativamente a las
personas obesas, el IAT arrojaría un resultado de tipo “hay una preferencia hacia delgado”;
en cambio, el IRAP arrojaría cuatro tipos de relaciones:

1. Delgado – positivo: similar (“delgado es positivo”)


2. Delgado – negativo: diferente (“delgado no es negativo”)
3. Obeso – positivo: diferente (“obeso no es positivo”)
4. Obeso – negativo: similar (“obeso es negativo”)
De esta manera, el IRAP permite discriminar la dirección del sesgo con mayor precisión.
Puesto a prueba en comparación con el IAT y con cuestionarios tradicionales de lápiz y
papel, el IRAP ha mostrado una mejor capacidad de predicción, tanto en lo que los
participantes de los estudios responderían en un cuestionario o escala, como en lo que los
individuos harían en determinadas situaciones (cosa en la que los cuestionarios de medidas
explícitas incluso llegaron a fallar; Nicholson & Barnes-Holmes, 2012; Roddy, Stewart &
Barnes-Holmes, 2010)

Por tanto, y si los objetivos de entendimiento, predicción e influencia sobre la conducta


fuesen extendidos del contextualismo funcional a toda la psicología (incluyendo la
cognitiva), el IRAP y la teoría de los marcos relacionales resultarían preferibles por sobre el
IAT y la psicología cognitiva (y su sustento filosófico, el mecanicismo) a la luz de las
predicciones más audaces y detalladas del primero por sobre el segundo. Sin embargo,
también siguiendo a Almeder (2013), este criterio podría cambiar si se cambiaran los
objetivos o el contexto, por lo que aún cabe pensar en situaciones experimentales o teóricas
en las que sería más útil pensar en términos de mecanismos y constructos cognitivos que en
actos-en-contexto y conductas relacionales.

Referencias

Almeder, R. (2013). Pragmatism and science. En: M. Curd & S. Psillos (eds.): The
Routledge Companion to the Philosophy of Science (pp. 103-111). Oxon: Routledge.
De Houwer, J. (2002). The Implicit Association Test as a tool for studying dysfunctional
associations in psychopathology: Strengths and limitations. Journal of Behavior Therapy
and Experimental Psychiatry, 33(2), 115–133.

Hayes, S.C., Barnes-Holmes, D. & Roche, B. (2001). Relational Frame Theory: a post-
Skinnerian account for human language and cognition. New York: Kluwer
Academic/Plenum Publishers

Hughes, S., & Barnes-Holmes, D. (2013). A functional approach to the study of implicit
cognition: The Implicit Relational Assessment Procedure (IRAP) and the Relational
Elaboration and Coherence (REC) Model. En S. Dymond & B. Roche (Eds.), Advances in
relational frame theory: research and application (p. 304). Reno: Context Press.

Lakatos, I. (1978). Metodología de los programas de investigación científica. Madrid:


Alianza Editorial.

Nicholson, E., & Barnes-Holmes, D. (2012). The implicit relational assessment procedure
(IRAP) as a measure of spider fear. The Psychological Record, 62, 263–278. 

Roddy, S., Stewart, I., & Barnes-Holmes, D. (2010). Anti-fat, pro-slim, or both? Using two
reaction-time based measures to assess implicit attitudes to the slim and
overweight. Journal of Health Psychology, 15(3), 416–25.

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