Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Sergi Mo.
©Sergi Mo
Primera edición:
No existe tal cosa como la autoayuda. . Si lo hiciste tú, no necesitabas ayuda ¡Lo
hiciste tú!
George Carlin
No solemos ser los humoristas motivo de alabanzas ni espejo para nadie en
el asunto del auto control, equilibrio emocional e incluso de la autoestima
adecuada. De hecho, siempre se ha dicho que el motor que empuja a la mayoría de
cómicos a escribir su propio material y subirse a un escenario para exponerlo ante
el público, suele ser la necesidad de encontrar ese reconocimiento o apego que en
algún momento de sus vidas, falló. Circunstancias varias existen, tantas como
personas que se dedican al humor.
Se que soy capaz de generar humor donde antes había un hueco, que no
sabía cómo rellenar. He combatido esa soledad a través de la ilusión por crear lo
que considero más difícil de cuantas cosas he, por ahora, medio aprendido: el
humor. Y en un momento significativo de mi desarrollo vital, motivado por una
tremenda insatisfacción personal, me aferré al humor para salir del atolladero
donde, de un modo absurdo, había naufragado emocionalmente.
¿Puede aprenderse?
Las ventajas y desventajas que tiene para la psique el hecho de ser capaz de
reírse de uno mismo; de hacer reír.
El humor es un asunto tan serio que no queda más remedio que reírse de
todo y de todos, empezando por uno mismo; de no hacerlo así, es mejor ser
consciente de que el humor te borrará del mapa; te convertirás en el cazador
cazado. No tendrás más remedio que posicionarte a la defensiva porque, a buen
seguro, intentará por todos los medios acabar contigo del modo más ridículo
posible para tu sentido del ridículo. Y no existe escapatoria: el humor está
siempre, por todas partes.
***
Para empezar
Llevo diez años estudiando los mecanismos del humor y muchos más
razonando acerca de lo que nos rodea. Desde renacuajo desarrollé la capacidad de
observar… y razonar.
¿no es de color? ¿Hay gente incolora? ¿No son colores el marrón en sus
diversas tonalidades? El absurdo de lo políticamente correcto: casi no hemos
empezado ¡y ya está aquí!-‐.
Pues sí, un señor negro. Esto hoy en día, afortunadamente es algo muy
normal, pero por aquel entonces -‐y mucho más en un pueblo pequeño-‐ la
diversidad racial era algo, como del extranjero…
¡De las películas! Cuando te cruzabas con alguna persona cuya piel era
diferente a la tuya resultaba, como poco, exótico.
¿Por qué no podemos pensar menos en lo que nos separa de los demás y
más en lo que tenemos en común?
¿Por qué?
Llevo toda mi vida preguntándome por qué hacemos las cosas de una
determinada manera. Y he descubierto, por comparación con otros modelos, que
soy un acérrimo defensor del optimismo, no como solución a ningún problema
concreto, sino como estimulante para abordar -‐de un modo más agradable-‐, las
vicisitudes que nos plantea el día a día. No digo que sea precisamente lo que
conocemos como un optimista, sino que admiro a aquellas personas que son así de
un modo natural.
***
En primer lugar, definiremos ¿Qué es un pesimista?
Un pesimista es esa persona que cuando tiene que viajar en avión, nunca
compra billete de ida y vuelta.
El Perich.
Un pesimista es alguien que ante lo peor, siempre piensa lo peor; pero ante
lo que no tiene claro si es peor o mejor, ¡también piensa lo peor! Esto de por sí, ya
es contraproducente.
Así pues, el primer motivo para renegar del pesimismo te lo resuelve esta
sencilla pregunta:
Parcos en expresiones positivas, -‐de aura opaca como dicen los que se
toman la vida en plan místico-‐.
¡Eso es tener una farmacia en casa, un arsenal, una verdadera tienda de los
chinos!… Cajas, cajas y más cajas… ¡Oh, Dios mío, están por todas partes! ¡Esta gente
se toman a diario -‐por que sí-‐, más pastillas que en los noventa en plena ruta del
Bacalao!
Como en otras ocasiones, opté por tener paciencia, observar y descifrar qué
diantres estaba ocurriendo allí. Pues lo que estaba ocurriendo es que fueron
capaces de, en lugar de distraer y acompañar, hundir más si cabe la situación. Tal
fue así que todos sentimos un gran alivio cuando se marcharon.
***
***
***
Uno de los mejores indicadores de que una persona vive en modo optimista
es que le quieren los niños: no falla. Tradicionalmente, se ha dicho que los niños y
los borrachos, siempre dicen la verdad; ¡y ya si escuchamos a un niño borracho!
(…)
¡¡¡ Poooum!!!
– Señora, al niño lo único que le ocurre es que lleva una cogorza ¡como un piano! ,
dijo el médico a mi confundida madre, aguantándose mucho la risa. Y me dio un
Gelocatil.
***
Pues los niños no fallan porque una persona optimista nunca reacciona
con el egoísmo y la dejadez del pesimista, (que siempre está molesto, porque
siempre le duele algo, generalmente la cabeza, los huesos… ¡o el culo, vete a
saber!)-. ¿Cómo va a querer aguantar a un niño, con esa energía que tiene? No
quiere jugar con él, ¡quiere que le deje en paz! Y claro, el niño no es tonto: lo
percibe de inmediato y deja de encontrarse cómodo con él.
***
Profecía autocumplida.
El doctor Frankl desarrolló para casos así una terapia que denominó
Intención Paradójica, o
Esta terapia supuso una herramienta fantástica para cortar aquel proceso
tautológico, que tanto acomplejaba al paciente y viene a demostrarnos cuán
enrevesado llega a ser nuestro cerebro.
En cierta ocasión intenté auto aplicarme la Intención
Así pues, después de mucho tiempo de vagar por ningún lugar en especial,
acudí a la consulta de una terapeuta, que tras diversas sesiones me recomendó
probar la logoterapia.
En primer lugar, debía rebajar mis expectativas para intentar disminuir así
mi presión ante el fracaso.
Y así lo hice, no sin esfuerzo. Después de muchas falsas alarmas, por fin,
una noche vencí mi timidez y derribé el muro que yo mismo había levantado,
mucho tiempo atrás.
Eso sí, por favor te pido que si utilizas el correo como medio para liberarte
de tu indignación, profesándome insultos y amenazas por esta súbita pesadez
injustificada, hazlo poniendo en el asunto del mensaje: esto es por lo del libro. No me
jodas, no me vaya a creer ahora que tengo un archienemigo o una archienemiga y
vaya a la guardia civil a denunciarte, después de que has tenido el detalle de
comprar mi libro.
***
Actuar, en vez de pensar y repensar tanto los pros y los contras… Vivir,
rebelándome contra la parte de mi ser que permanecía inmóvil desde tiempo atrás
por puro miedo a resultar herido en mi ego, una vez más.
Cerré los ojos, tragué saliva –¿tan fea era? ¿o tal vez no? Es lo mismo, con el
tiempo el recuerdo ha ido ganando en poso-‐.
La cuestión es que me encontré sin saber cómo ni casi por qué, en medio de
una espiral de besos apasionados que se desnudaban con mucho estruendo en
medio de una casa rural. “Con esta no tendrás problemas macho, es ninfómana; se ha
cepillado a media provincia” -‐retumbaba en mi mente la socarrona frase con que me
había insuflado ánimo mi sonriente y pícaro amigo-‐. Retronaban en mi mente las
candentes y desvergonzadas anécdotas que ella misma nos había contado aquella
misma noche, riendo como una gallina ponedora, entre rondas de chupitos y
partidas del Trivial Pursuit.
Todo estaba saliendo como se supone que quieres que salgan estas cosas,
cuando una circunstancia perfectamente normal se cruzó en nuestro camino:
necesitaba un preservativo.
–¿Y tiene que ser ahora? –pregunté con extraña suavidad-‐ ¿No puedes
cambiar dentro de cinco minutos? -‐dije con total convencimiento-‐. ¡Si será
rápido el asunto! –insistí-‐.
Comencé a mirar el lado positivo: aquella situación era tan surrealista que
yo no tendría talento para plantearla y escribirla; gracias a que estuve allí con
aquel monstruo gutural, algún día podría contarlo y generar en el espectador la
risa, la compasión, la burla…
***
***
Allí mismo, acostado sobre aquella fría cama de invierno, cubierto por una
manta polvorienta y abrazado por aquel oso en estado de hibernación, comprendí
que los retos que uno mismo se propone superar se ganan o se pierden, pero no se
quedan en la duda del qué hubiese pasado si yo hubiese hecho esto o lo otro…
Al poco, la luz del día entró por la ventana y el tractor con tubo de escape
roto, dando un sonoro respingo se despertó, -‐despertándome a la vez-‐, me miró
sonriente y me dijo, no sin cierta sorna:
Me quedé mirándola por un breve instante. Sabía que tal vez aquel era un
momento de debilidad en que podía llegar más allá, una segunda oportunidad,
una tesitura en la que ella podía estar dispuesta a cometer un desliz en la recién
inaugurada vida sexual responsable y condescendiente que recién profesaba…
Tal vez sea un fenómeno extraño dentro del género masculino, o un idiota,
pues en una tesitura tan delicada fui capaz de mantener la calma y pensar con la
cabeza de arriba en vez de con la de abajo. De no dejarme arrastrar por la parte
más primitiva -‐y cachonda-‐ de mi ser.
Un tenue ya nos veremos por ahí y un breve beso apócrifo, como el avestruz
que pica para quitarle las gafas al turista, puso cierre a tan apasionante aventura.
(…)
***
¿Quiere decir esto que si pienso que sí, va a ser que sí?
Pues no lo sabemos: a lo mejor puede ser que sí; a lo peor, que no…
Lo que está muy claro es que si de primera mano ya piensas que no, ¡va a ser
que no, seguro! Porque uno no puede aprobar un examen, convencer a una junta
directiva o pedirle a alguien una cita ¡con esa cara de asco que me llevas! Seguro
que me rechazan…
Rechazarte no, lo que tenían que hacer es echarte un cubo de grasa por
encima, luego un saco de plumas, montarte en lo alto de un caballo sin domar en
medio de un campo de futbol lleno y retransmitir en directo el espectáculo con tus
datos personales sobreimpresionados y un número de cuenta abierto para que
quien quiera done dinero para mandarte al espacio exterior en un viaje que no
tenga previsto el modo de regresar.
Tú has visto a fulano, (sí, ese al que tanta envidia le tienes, porque le sale
todo bien) . Por qué no te dedicas un momento a preguntarte, ¿ Cómo lo hace?
Mira: nunca va quejándose por ahí, cree en sus proyectos y por si faltase
algo, le sonríe a la gente.
***
Y aunque puede parecer un poco cruel a primera vista, tiene su lógica: una
persona pesimista alimenta a su alrededor un nivel de negativismo suficiente
como para arrastrar en su caída a cualquier optimista desprevenido. Pero si esto
ya nos lo decían nuestras abuelas:
Que el ser humano sea un animal pensante no implica que tengamos que
pensar para poder ser siempre humanos.
Un día comprendí que las personas pueden auto aislarse, pueden vivir
fuera de la sociedad, al margen. Cuando es su deseo, su modo de ser, es una
opción más. Cuando no tienen más remedio y son capaces de asumirlo, se
conforman y viven, cosa que es absolutamente respetable.
Y cuando descubrimos que son cenizos, a poder ser, que vivan lo más lejos
posible de nosotros; que no nos contagien con su predisposición a hundir
constantemente el barco. No necesito lastre en mis pies, que ya peso bastante.
Necesito quien me impulse, quien me empuje hacia la superficie para poder
respirar de vez en cuando. Somos como las ballenas -‐algunos, literalmente, pero
no es el caso ahora-‐.
Además, fíjate porque incluso en las expresiones faciales se nota: uno acaba
convirtiéndose en lo que parece. ¿A que sí?
***
Tenemos cara de lo que somos
Pero no son solo los rasgos, sino que incluso las expresiones faciales
también son fruto de la evolución.
Japoneses y Andorranos: se sorprenden con los mismos gestos, solo que los
Japoneses son menos efusivos y los Andorranos, no pagan los mismos impuestos.
Bueno, pues este descubrimiento refuerza -‐aquí y donde sea-, que si alguien
te observa con expresión de envidioso, va a resultar que es envidioso, no por la
cultura que le influye, sino porque es su condición humana.
Pues bien, malas noticias: la inmensa mayoría de las veces que nos ha
sucedido esto en nuestras vidas, pensadlo y veréis como ha resultado que era,
exactamente, tal y como parecía.
Piensa, piensa y verás: el que tenía cara de tonto, era tonto; el que tenía cara
de cabrón, ¡era cabrón! La que tenía cara de agria ¡era agria!…
¿De qué tenía cara Hitler? ¿Te has fijado en el careto de Mussolini? ¿Y el de
Franco? ¿Videla? ¿Pinochet?
Tampoco es eso de mal pensar por defecto, o prejuzgar por necesidad, pero
lo de sorpresas te da la vida, a veces, es una manera de auto justificar la bajada de
defensas, de tratar de justificar el error al confiar en la persona equivocada, de
intentar no sentirnos tan idiotas como nos sentimos cuando descubrimos que,
efectivamente, hemos hecho el idiota.
Pues los que tienen cara de pesimistas, -‐en la mayoría de los casos-‐, ¡son
pesimistas! Y no vas a poder hacerles cambiar si ellos no están dispuesto a
hacerlo.
Es uno mismo el que aspira a ver más allá de lo que parece; más allá de la
realidad.
Cada uno es como es y para algo tiene el don de elegir su propia vía de
pensamiento al llegar a la madurez mental.
Además, ¿para qué intentar cambiarles? Que sean como elijan ser –o como
simplemente sean-‐.
***
***
En las grandes empresas, los coachers forman a los trabajadores -‐los pocos
que quedan-‐, para que se hagan optimistas… Que, ¡mérito tienen los pobres, con la
que les está cayendo!
Pues así está el asunto. Eso los trabajadores, porque los que no tienen este
tipo de trabajos, pues para
***
La cantidad per cápita de coachers, personal trainers, gurús del buen rollismo,
terapeutas con soluciones infalibles por fascículos o iluminados en general es
inversamente proporcional a lo jodida que está nuestra sociedad: cuanto peor es
su estado, más proliferan, porque encuentran en la desesperación su mejor nicho
de mercado.
Como si fuese tan fácil montar los muebles a partir de unas puñeteras
instrucciones ¡que vienen solo en sueco!
***
También nos dicen que tenemos que reírnos más, porque es saludable. Y en
esto estoy totalmente de acuerdo: nos reímos, generalmente poco, mucho menos
de lo que deberíamos, y la risa es increíblemente sana.
***
( SPOILER ALERT)
***
Personalmente soy muy fan de esas señoras mayores que se siempre ríen
escandalosamente y por ello, son contratadas en los platós de televisión para
que contagien sus risas a la audiencia. Se dedican a ser la clac de la comedia –
aunque la comedia para la que trabajen sea una birria-. No importa
Soy muy fan de los abuelos y abuelas que ríen hasta perder la dentadura
postiza.
Y de los bebés que ríen a carcajadas porque sí -‐ves a saber de qué cojones se
ríe un bebé-‐.
Fan de los perros, gatos, monos… Animales en general que parecen reírse y
les cuelan un gol por la escuadra a los animalistas de sillón -‐ ¡mira qué vídeo más
gracioso he encontrado en youtube! ¡Es que los animales se ríen, exactamente como
nosotros! ¡Qué nosotros, mejor y más puro que nosotros! -‐.
Muy fan de las personas que empiezan riendo como pidiendo perdón y
ellos mismos van retroalimentándose, como un castillo hinchable cuando se
hincha… hasta descojonarse vivos, llegando a caerse de la silla si están sentados,
¡y eso que no querían reírse!
En fin, que soy un enamorado de quien sepa reírse bien; de quien saboree
la risa, de quien se alimente con una buena carcajada.
De quien sepa saborear esos momentos como los mejores posibles, después
del orgasmo y el despertar vivo y sin secuelas después de un accidente de tráfico
o un ataque al corazón.
***
Ahora que tienes claras todas las ventajas de la risa, ¡vamos a reírnos!
Has decidido que quieres ser más optimista y para ello, vas a sonreír más:
¡Sonríe! ¡Vamos! Estoy esperándote… Ya sé que no me lo habías prometido, pero
me parece una lástima hablarte de todas estas cosas y que, ahora mismo nos
estanquemos por una sencilla sonrisa de nada.
Así que ahora que has sonreído, porque lo has hecho –igual que yo al
escribirlo mientras te imaginaba, ¡o como ambos cuando intentábamos tocarnos
el codo con la lengua!–, ahora podemos continuar.
Has decidido que vas a ser mucho más optimista, y para ello tienes que
reírte más. ¡Ríete! (…)¡Venga, que lo dicen los expertos!
***
Donde hay risa no hay miedo y donde no hay miedo no hay Dios.
Umberto Eco.
Había que quemar los libros sobre humor porque fomentaban la libertad del
pensamiento. Y eso era una amenaza terrible para sus bolsillos.
¿Os habéis fijado que el demonio siempre se representaba riendo con cara
de hijo de la gran puta? La risa demoníaca es un icono que llega hasta nuestros
días. (Y pensar cada vez que imagino un obispo, lo veo riendo con risa maligna…
ven niño ven, déjame que te mire el pajarito… jo, jo, jo…).
El histórico ataque de risa ante los medios que tuvieron Bill Clinton y Boris
Yeltsin -‐ataque de risa o consecuencias del vodka, ¡ves tú a saber!-‐ quedó en
nuestras retinas como el toque divertido, oportuno cuando pueden permitírselo, de
dos personas trascendentales. Nada más. Una curiosidad mil veces repetida en los
zappings; poco más.
Si llega a repetirse otra vez; si aquella extraña pareja llega a volver a perder
los papeles en semejante modo, las personas normales hubiesen comenzado a
sospechar de si eran dos altos mandatarios o, simplemente, dos cachondos que
comenzaban a perder su honorabilidad.
A lo mejor, lo eran… ¿Es que para ser presidente de una nación es requisito
imprescindible que no seas cachondo?
Para ser artista, por ejemplo, todo el mundo presupone que tienes que ser
cachondo, jovial; tu profesión no es tan seria. La vida que has elegido es bohemia:
necesita de tu jocosidad. Todo el mundo quiere reír contigo; ja, ja, já. ¡Contigo nos
lo pasamos genial!
No van riéndose por los sitios. Sí suelen sonreír, pero ese tipo de sonrisa es
otro tema que trataremos más adelante en el libro.
Es algo así como los principios de esa pareja ideal en los que nunca se
desatan los instintos aerofágicos en presencia de la parte interesada… ¡y por ello
parece imposible que puedan tirarse pedos, vamos!
Cuando llevas poco tiempo con tu pareja y quieres seducirla; cuando parece
que ninguno de los dos es humano, pues el aire que entra en su cuerpo nunca
sale…
…en presencia del otro, claro, porque en solitario nos convertimos cada uno
en una gaita sin pitorro, un globo aerostático que se desgaja de golpe, un trombón
con tos.
¡Qué pedos los de los novios que están empezando a salir juntos cuando no
están frente a su pareja!
Cuando no estamos queriendo mostrarnos perfectos, sino relajados. Todo
mentiras.
***
<<buenas vibraciones>>.
Todo se desarrolló con normalidad hasta que, una vez sentados (en la
última fila de la sala, ¡menos mal!) apareció ante nuestros ojos la peor de nuestras
pesadillas: el párroco de turno que oficiaba en el tanatorio.
Era una persona bastante mayor, con el pelo canoso y abundantes surcos, de
esos que labran los años en el rostro.
Cristo.
Al parecer, la tensión trágica del oficiante sumada a una más que probable
sordera, el frenillo que padecía y la total falta de encaje con su dentadura postiza,
favorecían una vibración extraordinaria cada vez que el personaje pronunciaba la
letra errrrrre.
Era como cuando un amigo te da con el codo diciéndote: ¡eh, eh, eh…!
Pues estos amigos estaban en plena juerga; uno de los mayores festivales
para mi cuerpo, desde que abandonó el uso del pañal.
Mientras tanto, mi mente, como sabía que no estaba bien reírse, comenzaba
a hacer lo que mejor sabe: volverme loco a propósito. Estaba empeñada en
repetirme, una y otra vez: vas a reírte; no podrás evitarlo; ¡vas a descojonarte vivo!
Pero lo más curioso de todo, fue que, por mucho que trataba no escuchar al
sacerdote, cada errrre que pronunciaba, retumbaba en lo más profundo de mi
conciencia.
Cada vez que aquella dentadura postiza percutía con la furia de un martillo
neumático contra aquellas ancianas encías, me revolvía en el banco, literalmente
loco.
Bastó un resoplido leve mío para que sus labios emitiesen una leve
pedorreta, (inconteniblemente) contenida.
Crrrrrrristo.
Para ser sincero he de confesar que estuve a punto de salir corriendo un par
de veces, -‐me senté de costadillo en el banco, al lado mismo del pasillo, por si las
moscas-‐.
***
***
***
***
(haga) reír.
***
¡Vamos, lo que entiendo por vivir pensando a través del sentido del humor!
***
EL SENTIDO DEL
¡¡¡Chaaannn!!!)
No digo que haya que ser positivo, porque sí. No digo que haya que ser
optimista, porque vale. Y no digo que haya que reírse –¡pero venga que se nos
acaba la sesión!–, porque bueno, vale, de acuerdo… ¡No!
Digo que hay que empezar por poner las cosas en su sitio, para poder
intentar descifrar qué es el sentido del humor y poder ser conscientes de ello, para
cultivarlo.
***
La sonrisa
Víctor Borge*.
Has visto miles de sonrisas falsas en tu vida -‐y esto que voy a decirte lo
sabes casi por intuición-‐, pero detente un instante y vemos cómo se descubre una
sonrisa falsa: por los ojos. Cuando tengas dudas de si una sonrisa es o no
auténtica, tápala y observa atentamente la mirada.
Era tal la tensión que soportaba aquel maxilar inferior, tal la presión que
asumían aquellos músculos risorios, tal la apertura bucal, que involuntariamente
dejaba entrever la sarrosa encía, en una suerte de media luna/media tajada de
melón.
Incluso daba menos miedo que mi tía abuela el día de navidad, cuando nos
daba nuestro aguinaldo sin querer darlo, inyectando en sus ojos toda la rancia
indignación que su falsa sonrisa no lograba disimular. Era sonrientemente siniestra.
Fue la primera -‐y única vez hasta la fecha-‐ que he visto un conjunto de
músculos descansar.
***
La risa
La risa ella sola ha cavado más túneles útiles que todas las lágrimas de la
tierra.
Julio Cortázar.
Reírnos es de las mejores cosas que nos pueden pasar a lo largo del día…
Un milagro de la naturaleza; de la vida.
Mira, es una pena que haya personas que no se rían más -‐y más a
menudo-‐, por vergüenza, mala comunicación, ¡o por mil motivos distintos!
Pero luego -‐a eso de los veinte minutos después de finalizar la terapia-‐, tras
perder un taxi o recoger a los niños del colegio, súbitamente les cambie la cara y
vuelvan a su estado habitual: malhumorados ¡y pasándose la risa por el
mismísimo centro del cigüeñal!
***
***
ópera. Como los pavos reales que comparten el celo con una alta dosis de
autoestima.
Muestran al mundo sus habilidades: ¡Mirad qué bien sé reir! ¡Y me río cuando
toca, no en cualquier sitio inapropiado, por favor! ¡Qué maravilla! ¡Qué virtud!
Ya arderá después en odio hacia el desalmado del balde pero ahora tocan
mantener las formas. ¡Para una vez que decide reírse, no va ahora a echarse atrás!
***
La risa y el humor
La cuestión es que parece ser infranqueable para los estímulos que deberían
incidir en ese área; sino no me explico como hay personas que se ríen tan
ridículamente poco. Que tienen un gusto tan pésimo para vivir.
***
El saco de la risa
Todos lloraban contagiados por la risa que les estaba generando un simple
crío haciendo el capullo.
El éxito era tal, que comprendí cómo por simple contagio podemos
conducir la risa hasta cualquier espacio social. Comprendí que no hace falta un
motivo especialmente elaborado para transmitirla.
No hacía la misma gracia aquel niño haciendo el payaso que el mismo niño
con veinte años más, capaz de contagiar la risa, pero costándole muchísimo más
esfuerzo y durando menos el efecto.
La risa la genera nuestro cerebro ante un momento de incertidumbre, como
respuesta del cuerpo para liberarnos de tanta tensión y así poder pensar mejor? El
escritor Fiodor M. Dostoievski lo interpretó de este modo:
En ese instante sentí una horrible tristeza y, sin embargo, algo así como un
brote de risa empezó a cosquillearme el alma.
Puede haber risa sin humor y si no, ¿qué me dices de cuando nos reímos
involuntariamente ante un hecho aislado que nos sorprenda o asuste?
***
Hasta ahora estamos esclareciendo que existe la risa sin necesidad expresa
de un contexto o premisa esencialmente humorísticos. Pero, veamos el caso
inverso:
¿Es indispensable que aparezca la risa para que lo que está ocurriendo
delante de nuestras narices pueda denominarse humor, en el sentido más
auténtico del término?
Pues sí: no es necesario establecer una relación sine qua non entre humor y
risa. No es indispensable tratarlos siempre como causa y efecto.
De hecho, grandes humoristas que con el paso del tiempo se han convertido
en trascendentales para la historia del humor, han pasado en determinados
momentos desapercibidos o no han sido, ni por asomo artistas para grandes
públicos.
Y no todos son aplicables para una -‐segura-‐ vida socialmente sana, ya que
la ironía es mala compañera de viaje para el día a día cotidiano, pero sí es
imprescindible saber que existen, ¡hay que abrir la mente!
Carlin, Don Rickles, Richard Pryor, Bill Cosby -‐sí, a pesar de lo que hiciese
con su asquerosa vida privada, ahí queda su legado como humorista-‐.
Woody Allen…
Miguel Noguera…
Tantos y tantos que necesitaría otro libro entero para nombrarles y aún así
es posible que me dejase nombres. Todos ellos han producido muchísimo más
humor que risas.
Es más fácil -‐o más práctico, si quiere decirse así-‐, buscar el humor
positivo sin esperar mucha atención del interlocutor a cambio. Éste tipo de humor
influye en tu salud mental, ya que se traduce en una actitud ante la vida y no en
una simple respuesta a un estímulo que se desvanece cuando la influencia del
mismo se diluye.
***
¿Qué es el humor?
Pues amiga -‐o amigo-‐ mía -‐o mío-‐, (a estas alturas permíteme que te
considere ya como tal después de soportar la brasa que te estoy dando);
responderé esta pregunta a la galega: ¿Piensas que si tuviese la más remota idea de
lo que es, realmente, el humor iba a estar escribiendo este libro? ¡Estaría forrado
ya!
También es verdad que el humor con uno mismo existe y sirve para
satisfacer la creatividad cómico-‐ interna que pueda tener una persona. Pero estoy
convencido de que si esta misma persona fuese aislada del resto seres vivos por el
resto de su vida, terminaría por perder esta capacidad -‐más allá de la
resiliencia-‐.
***
***
Las personas con buen sentido del humor tienen una mejor salud mental y,
por tanto, mayor resistencia ante la depresión.
El día a día nos regala situaciones favorables al humor. Esto es algo que
iremos remarcando a lo largo del discurso y que nos enseña cuán beneficioso
resulta estar predispuesto a encontrarse con este tipo de tesituras.
***
***
-‐¿Te has fijado que si cruzas esa puerta estarás fuera de servicio, dentro de
un servicio? –comenté sotto vocce, señalando con la inclinación de mi cabeza la
dirección del extraño mensaje-‐.
El tipo comenzó a mirar las esquinas del techo, como buscando dónde
habían escondido la cámara oculta...
En una décima de segundo, comprendí que, una vez había sido capaz de
llegar hasta allí era una lástima no terminar el episodio lo más arriba posible:
comencé a andar rápido tras él, como una muñeca de
Así recorrí un par de metros hasta llegar a la puerta que comunicaba con la
cafetería.
Corte Inglés.
Y segunda (y más importante): ¿Qué cojones hacía perdiendo tanto tiempo
dentro del lavabo de una cafetería en la que no había ni siquiera consumido?
***
Cómo cultivar el sentido del humor
Mark Twain dijo: “El humor es nuestra salud” . Habrá que cuidarse pues,
¿no? Atendiendo a la etimología de la propia palabra, humor viene del latín,
humoris y significa un todo líquido.
El humor es algo que lo envuelve todo; que nos contagia, que nos aporta
frescura; agudiza la inteligencia… Nos da vida; y libertad.
El escritor José Antonio Pérez Rioja decía “sin una cierta libertad el humorista
se ve condenado a la inexistencia”.
Por otra parte, Henry Bergson, gran estudioso inglés del humor decía que
para producir todo su efecto, lo cómico exige de una anestesia momentánea del
corazón. He aquí la insensibilidad de la risa cómica.
Los expertos nos aconsejan que los niños no vean, por ejemplo, cómo el
Coyote le lanza desde lo alto de una montaña un yunque en la cabeza al
correcaminos -‐fallando siempre-‐ porque es
“inapropiado”.
***
Pues resulta que no es correcto que vean al Coyote haciendo el ridículo ante
el Correcaminos, pero en cambio, sí pueden pasarse horas delante de un
dispositivo electrónico que les aísla del mundo real.
¡¡¿QUÉ-PUEDO-HACER?!!
Estos videojuegos los compran los frustrados padres para jugar ellos pero,
constantemente, ante la insistencia del hijo que quiere imitar lo que ve hacer al
padre, permiten a los críos que jueguen… ¡así comparten tiempo familiar con
ellos! (sic).
O eso es lo que dicen, porque siempre terminan yéndose a por una cerveza
y aprovechando la concentración del menor en la descarga cinética de adrenalina
virtual, para mirar en su smartphone todo el contingente de porno y violencia soez
que han colgado sus amigos de grupos del whatsapp.
Y yo sabes qué les digo: ¡que les den a estos relamidos y puritanos censores
de la imaginación en el siglo XXI!
Mis hijos -‐si es que puedo comprarme alguno con estos impuestos que nos
aprietan los gobiernos
-‐como yo lo hice y supongo que tú también, sino hace un buen rato que
habrías dejado de leer este libro-‐, qué es la imaginación y cómo podemos
decantarla hacia la comicidad, si tenemos predisposición intuitiva para hacerlo.
Poco a poco ya descubrimos -‐y para ello nos ayudan nuestros tutores a
discernir lo que está bien y lo que está mal.
Pero descubriendo los límites, los márgenes imaginarios.
Si llevas a los críos a la bolera y les enseñas a jugar a los bolos con las
barreritas esas tan tristes que te ponen si lo pides, el día que quieras quitárselas, es
probable que lancen tan recto como tú después de beberte catorce gyn-‐tonics; es
lógico, no tienen ninguna práctica y la inseguridad ante el fracaso es fuerte
porque están ante una emoción desconocida;
Si esperas veinte años a quitarle las barreras -‐porque sino el niño se deprime
cuando falla-, ¡bravo!
Has creado un perfecto imbécil de tres pares de cojones que, además, será
incapaz de comprender por qué se las quitas, ¡¿y qué haces que no me las pones de
nuevo?!
Si eres un tarugo que no tiene sentido del humor y resulta que, por arte de
magia, tu descendencia tiene cierta habilidad o capacidad para la comicidad ¡es un
auténtico milagro!
Es como la lectura: si los padres no leen ¡es un milagro que los hijos cojan
un libro por voluntad propia!
¡libertad!
***
¡Preocúpate por tus críos! Que aprendan a reírse, o mejor dicho, no les
coartes la risa con tu estupidez (o dicho también de otro modo, tu
irresponsabilidad).
Ríete con ellos, ríete del absurdo con ellos. Que se rían de ti, contigo.
Regreso al hilo: esta entera reflexión partía del complejo punto en que el
buen y el mal gusto se dan la mano, y es aquí precisamente, donde hemos llegado
al punto más delicado de toda mi investigación.
***
Como dije hace unas cuantas páginas, la vida nos enseña día tras día que
hay unas personas que tienden al bien y otras que tienden al mal: hay personas
que, ante la posibilidad de obrar mal, se detienen; son lo que llamamos, personas
honestas.
( Por ejemplo, en lo del tortazo que se pega alguien, si ven que la persona se ha
hecho daño, paran de reírse y se preocupan; pero si ven que no se ha hecho nada,
***
El humor sarcástico
Este considero que es un mal uso del humor porque no fomenta la empatía,
sino la defensa; no genera buena energía, sino desigualdad y rechazo.
¿Es humor? ¡Por supuesto! Pero de muy bajo perfil, porque no cuida una
mínima base de respeto.
¿Era eso humor? Si, pero de pésimo gusto y casi ningún mérito.
Si no obras de este modo, eres un mierda, como aquel que se forró a base de
burlarse de retrasados mentales por televisión, e incluso por cine, ya que el
éxito fue tal que rodaron una película, auténtica bazofia, monumento al mal
gusto y ejemplo de hasta cuán bajo puede caer el humor si no se trata con el
debido respeto.
***
***
***
El humor negro
Mención aparte merece el llamado humor negro. Éste género se basa, única y
exclusivamente, en la capacidad de descontextualización que tenga el interlocutor
o espectador.
Es necesario ser auténtico para hacerlo, para que no sea tan solo una
impostada pose de moderno revolucionario que, sin embargo, tiene el culo sudado
por estar pegado frente al ordenador, buscando frases de copia y pega entre
masturbación, masturbación y excursiones a la nevera en busca de algo fresco o
bollería industrial.
Creo que fue Woody Allen quien dijo aquello de que comedia es igual a
tragedia más tiempo.
Pero es tan difícil, tan delicado, tan sutil su uso y suele generalizarse tanto
en personas con pésimo gusto, en el humor y en la vida en general, que ni tan
siquiera me atrevería nunca a incluirlo dentro de una catalogación del humor
aplicable a la vida cotidiana.
***
*No es errata no, -‐por eso lo pongo en cursiva para que lo veas sin dudas-‐:
acabo de colocar un ejemplo de humor negro, sutil para algunos, de mal gusto
para otros. Demasiado arriesgado para mi punto de vista y mucho más si
hablamos del día a día.
El pensamiento cotidiano humorista no necesita del humor deshonesto, sino
de la desdramatización de la vida a través de la búsqueda del ridículo; incluso del
absurdo, si somos capaces de entenderlo; si somos capaces de regresar a la
inocencia del pensamiento que teníamos cuando éramos pequeños.
***
Estaba en una zona de paso por la que transitaron, del orden de unas dos
mil personas en menos de tres días. Muchas parejas con sus niños pequeños
desfilaban ante mis ojos mientras las luces iluminaban locamente el techo, ¿sabes
cual fue mi sorpresa?
Bien, pues que no hubo ¡ni un solo niño!, que cuando pasase por debajo del
foco no se quedara ensimismado, mirando las formas y los colores ¡ni uno! Todos,
absolutamente todos, se quedaban sorprendidos. Señalaban al techo, sonreían…
¡Era como si viesen magia en directo! ¡Estaban felices!
¿Sabes cuantos adultos se percataron, siquiera de qué era lo que quería el
niño cuando les tiraba del pantalón o de la mano?
Los niños tenían una media de tres años y los padres de treinta y cinco. La
esperanza de vida actual se sitúa en torno a los ochenta años de media,
aproximadamente.
***
***
En cambio, puedes relajarte por cómo serás cuando seas realmente
mayor, ya que, afortunadamente, la vida nos devuelve -queramos o no- al
puerto del que partimos.
***
A medida que vas rotando, cada hora que pasa es un grado más de
conocimiento y experiencia acumulados: más costumbre y, por tanto, menor
capacidad de sorpresa.
“ausencia de humor racional”, dentro del más preclaro sentido del humor-‐.
Tengo que decirte que este reloj no funciona con pilas, o dándole cuerda.
Eres tú quien vas empujando las manecillas según te nace.
***
La escatología
No soy sospechoso de ser una persona con mal gusto; es más, la corrección
suele acompañarme.
Pero, a pesar de ser bastante aprensivo ante olores y negado para afrontar
con una mínima dignidad tesituras asquerosas, nunca -‐y cuando digo nunca
quiero decir NUNCA-‐ he podido resistir la risa ante una ventosidad, un disparo
de metano comprimido vía rectal, un pedo en toda regla, vamos.
Tal vez sea la parte más primigenia, menos evolucionada que conservo en
cuanto a mi percepción de la comicidad.
Cuentan mis padres que, una noche de hace ya bastantes años, estaban en
plena fiesta en un local donde solían acudir durante las fiestas del pueblo para
cenar, beber y bailar con sus amigos.
Era media noche y la fiesta estaba realmente animada. Todo el mundo reía y
charlaba en perfecta armonía, bailando al son de la música.
Cuentan que fue un pedo de esos que salen redondos, que hinchan la nalga,
que necesitan dilatar la salida al exterior para facilitar el tránsito, como si del labio
silbante se tratase. ¡Qué perfección!
Todo el mundo comenzó a intentar averiguar quién podía ser; a contar por
encima tratando de adivinar quién faltaba en el grupo.
De repente, entre la algarabía general se abrió la puerta del baño y todos los
presentes pudieron, no sin gran sorpresa, satisfacer la inmensa curiosidad que les
embargaba: la chica más bajita y pequeña del grupo salió del baño, con la cara roja
por el rubor, pero -‐y esta es la parte importante-‐ con su dignidad intacta.
A día de hoy, y de esto hace ya más de treinta años, mis padres siguen
riéndose cuando vuelven a contarme -‐por milésima vez-‐ la historia del pedo más
redondo que han oído hasta el momento en sus enteras vidas.
***
*Eso sí, no conozco a ninguna persona que no se haya reído, al menos por
una vez -‐y aunque sea en privado-‐, al escuchar un pedo en el contexto favorable
para que sea cómico: esto es, cuando supone una ruptura con los márgenes del
decoro o la suerte del emisor.
***
El humor inteligente
En primer lugar:
Y en segundo:
Cualquier espectador predispuesto necesita que su sensibilidad y gustos
toleren el tipo de humor que va a recibir, para que el proceso comunicativo del
humor se resuelva satisfactoriamente.
A lo largo de estos diez años como humorista que presenta su material ante
un público, he descubierto espectadores -‐incluso públicos enteros-‐ que no han
congeniado conmigo como humorista; o yo con ellos, que viene a ser lo mismo.
–No es que no lo entiendan, que lo hacen, sino que, simplemente, no les gusta.
***
Este mismo fragmento, que resultaba hilarante para unos públicos, carecía
de valor para otros, -‐más allá del mérito, por la memorización-‐.
Se trata de una persona de mediana edad, conocido por todo el pueblo, que
tiene en su psique una tara en base a la concepción del mundo y del aprendizaje.
Quién gusta de este humor, dice que es inteligente -‐el humor y él-‐. Quién
no gusta de este humor, dice que es aburrido, predecible, absurdo y pedante -‐
quiénes les gusta, el humor mismo y, por ende, el humorista-‐.
Por otro lado, el espectador que gusta del humor inteligente achaca a otro
tipo de comicidad, más banal, la característica de lo zafio, lo pueril, lo chusco o lo
grotesco. Suele minusvalorar otros géneros del humor por considerar que no
tienen la complejidad y entidad intelectuales del humor inteligente.
No digo que sea, ni más ni menos difícil de construir, pero sí que los
recursos necesarios son más densos y necesitan de una exhaustiva formación
personal.
En mi caso, por más que lo estudio, por más que destripo cómo se construye
la comedia para todos los públicos, blanca, de risa fácil, comercial, como quiera que
la llamemos… por mucho que lo intento, no sé construirla o, al menos, mantenerla
durante el metraje necesario. Porque no pienso así.
–¡Pero si no es modelo!
***
La ironía
Al leer cualquier ironía que valga la pena tener en cuenta, leemos la vida
misma, y al abordarla, nos basamos en nuestras relaciones con los demás.
Sigmund Freud.
Uno de los recursos más sutiles que existen en el humorismo es el del uso
de la ironía. Esta sutilidad viene dada por el propio carácter del recurso: si la
ironía no es sutil, si sobrepasa los límites de lo hiriente, no es ironía sino sarcasmo;
no es burla crítica sino despectiva. No construye, sino que destruye.
ácidas en las que reírse de todo y de todos. En las que exponer las
vergüenzas del ser humano de un modo sutil, sin presentar argumentos que
puedan ser rebatidos desde la confrontación, desde el desacato al civismo.
Sabemos que hay que saber reírse de uno mismo para ser mejor persona. Pero
este parece no ser un gran impedimento, ya que un gran número de personas
anteponen otro tipo de valores.
Demasiada gente prefiere que no se rían de ellos, porque son ellos mismos
quienes no saben reírse de sí mismos.
Estoy absolutamente convencido de que sin el filtro del humor, sin la risa,
públicamente no pueden decirse este tipo de cosas.
Plantear este humor como base para el gran público en un país como
España es una tarea poco más que quimérica.
El irónico no dice lo que piensa, sino que finge pensar lo que dice.
Por eso, para que la comunicación del mensaje humorístico sea satisfactoria,
es imprescindible que el receptor perciba y conozca este código.
El público
Tal vez crea haber descubierto que ahora los chistes le gustan. Y podría ser
posible que un cambio en sus gustos, o una propensión hacia ello, pudiese obrarse
en su pensamiento.
En caso de que todos los factores que se necesitan para que el humor pueda
construirse de cara a la colectividad, fallen, el espectador al que no le gustaban los
chistes pero sintió curiosidad después de aquella divertidísima y anómala función,
volverá a ratificar que, efectivamente, no le gustan los chistes.
Por eso el cómico, el humorista ante el público, debe cuidar cada detalle
del contexto para que todos favorezcan a la perfecta comunicación del humor, o
el riesgo al fracaso es, porcentualmente, mayor que en circunstancias óptimas.
***
El dueño del local me comentó por la tarde del día de la actuación, el tipo
de público que, según parecía, era un local bastante concurrido y para mí la cosa,
acostumbrado al poco público, pintaba bastante bien.
Lo que hasta ese día habían sido risas, sorpresivamente para mí, se tornaron
silencio -‐con toses incómodas de fondo-‐.
–¡El público fantástico! –dije, tratando de que resaltase al menos algún otro
mérito, más allá del accidental ridículo.
–¿El público? ¡De puta madre! Me llenan el local de golpe y se beben dos
camiones de cerveza… ¡Estos belgas son la hostia!
Supongo que esa fue la noche que, de manera accidental, más cerca estuve
de ser lo que históricamente ha sido la figura del bufón: alguien, con suerte
dispar, de quién reírse mientras engordas y te emborrachas.
***
Cerrando el círculo
Nacemos buscando amor y, si llegamos al final de nuestro ciclo vital
teniendo la oportunidad de consumir nuestra vejez, morimos buscando,
¡exactamente lo mismo!
***
***
¿Y ahora qué?
Ahora que tienes, más o menos, claro el por qué del humor durante nuestro
tránsito vital te sugiero ¿y si haces algo al respecto? ¿Y si abres las miras?
¿Quieres?
Sé que el primer impulso es pensar: “si fuera tan fácil, no habría pesimistas
y todo el mundo sería radiante”. Bien, de acuerdo: tienes razón. Pero, en primer
lugar, estás leyendo este libro, -‐igual eso quiere decir algo… No has escogido
Cómo convertirse en un buen samaritano…, o Cómo convertirse en estrella del porno…
¡Así que igual va a ser que esto significa algo! Te interesa el humor. Vale que no es
fácil, pero no vas a perder nada. A mí siempre me han enseñado que si no tienes
nada que perder y sólo puedes ganar, ¡eres mu tonto si no lo intentas!
¿Por dónde empezar? Pues por lo que más a mano tengas, es decir, ¡tú! Hay
una frase popular que me encanta para ilustrar este aspecto:
“Bienaventurados los que se ríen de ellos mismos, porque nunca les van
a faltar, razones para reír”.
De todos modos, para acotar más el foco de interés, ahora que ya tenemos
definidos los principales elementos que confluyen en la construcción del sentido
del humor primigenio, es momento de exponer -‐de una vez por todas-‐, cómo
aplicarlo para vivir de un modo optimista.
***
EL NÁUFRAGO
Macho, ¡ahora sí estás jodido! Eres como un trabajador autónomo: ¡te caen
guantazos por todos lados!
Bien, imagina por un instante que eres ese náufrago -pero, solo como un
pensamiento mientras cierras los ojos-.
Porque al abrirlos, estás ante el doctor, que acaba de comunicarte que el
tumor que te han diagnosticado es maligno…
Estás muy jodido, ¡pero muchísimo! De repente, una caja con restos del
naufragio aparece entre las olas, que la empujan hasta dejarla varada en la arena:
no es muy grande.
Vale, lo único que tenemos todos claro, es que -‐de primeras-‐ nos cascamos
la botella de vino sin pensárnoslo… ¡y que nos quiten lo bailao! (…) Luego,
después de la cogorza y su pertinente resaca, tenemos: una botella vacía, un
pedazo de papel y el lápiz.
¡SOCORRO!
Pero, hay otras que, aún estando en esa tragedia, no dejarían pasar la
oportunidad que les brinda la suerte: por un lado del papel escribirían el mensaje
de socorro también, por supuesto…
¿Qué ventajas tendrían sobre los que solo escribieron socorro? Pues
muchas… ¡infinitas!
Así que, mientras esperan a ver qué tal se porta la fortuna con ambos, es
donde apreciamos la gran diferencia entre una y otra actitud: el primero tan solo
aspira desesperadamente a que alguien le rescate.
***
***
Por ello, el náufrago, a pesar de todo, siente una cierta paz en su interior.
Y hasta el final, conserva las ganas de vivir; porque sabe que -pase lo que
pase; sobreviva o no- en cierta manera, permanecerá por siempre vivo en esas
letras y en cada sonrisa que generen.
***
Para ir acabando
Con las ideas atrofiadas, es decir, sin pensar mucho, podemos repetir un
chiste o encontrarnos por accidente en medio de un acto gracioso. Pero será, eso:
simplemente un accidente…
***
Y bueno, ¿qué quieres que te diga más? Si apenas te conozco -‐pues, no es
por nada, pero por muy amigos que seamos, no me has dicho nada en todo este
rato que llevamos juntos; si acaso, un mísero e-‐ mail insultándome, ¡y a lo mejor ni
siquiera eso!-‐.
Eso sí, si piensas que estoy contándote todas estas cosas únicamente para
sentirme mejor, ayudando a que veas lo que tú no eres capaz de ver, pero yo si, te
equivocas.
¡nada más!
Sí, será un piropo fantástico que aceptaré con gusto, pero no te hagas
ilusiones, porque lo único que me importa es vivir lo más confortable posible.
Saca tus propias conclusiones y haz luego lo que te nazca, lo que sientas de
verdad. No hablamos de que vaya a percibir un porcentaje por cada persona que,
después de leer este libro, dedique más oportunidades en su vida al pensamiento
humorista, a través del desarrollo del sentido del humor.
Por cada lector converso, un tanto por ciento ganancial… ¡no me lo pensaba
nada de nada! ¡puerta por puerta iba yo, ya mismo!
La risa generada sería tal que nos haría rodar por la hierba del suelo,
terminando todo con una multitudinaria orgía, en la que moriríamos todos a
causa del tremendo esfuerzo, en medio de una espiral de terrorífico placer…
Miguel Gila
Tal vez este pensamiento resuma la desfachatez con la que puedes afrontar
tu vida y su desconcertante dicotomía (del fracaso a lo sublime y viceversa). O tal
vez no, ¡eso depende de ti!
Yo tan solo te digo: ¡qué manera más inteligente de vivir, si siempre intentas
buscarle el mejor sentido del humor!
Intenta sacar a relucir tu buen fondo siempre que sea posible, si lo tienes;
sino, o intentas cambiar, o al menos sé una persona honesta y no intentes vender
algo que en realidad no eres.
No hace falta que todo el mundo sea gracioso, pero sí honesto y auténtico.
¡Sería cojonudo! Todo funcionaría mucho mejor. Eso sí, es una utopía dentro de
otra utopía, es decir: una duotopía.
Cuando te enfades, no hagas caso a los cursis que te dicen que sonrías para
paliarlo: saca la mala leche que tengas acumulada y una vez descargada la ira, no
empieces a lamentarte poniendo malas caras: ya está. Pasa página.
No les hagas caso a los del sonríele a la vida. A veces hay que mandar al
mundo entero a tomar por saco un rato y después, más relajados, intentar
comprender qué carajo nos ha ocurrido y cómo podemos enderezarlo.
Hacen falta muchas vidas que se rían de todo y de todos, sin faltar
mucho al respeto a nadie…
…a poder ser.
Relativiza, busca el lado positivo –si lo hay-‐ y si no, pues acuérdate un
poco de los grupos sociales que, como no tienen nada -‐y además les llueven
desgracias por todas las goteras-‐, sobreviven sonriéndole a la vida.
Y lo hacen porque si no, ¡se mueren! Parece un tópico: eso de “los negritos
que, a pesar de todo, siempre están contentos”.
Esto lo has oído tú en tu casa y yo en la mía; vamos, que en todas las casas
se oyen cosas así.
***
No digo que tengas que tomarte al pie de la letra el ejemplo del que si no se
consuela uno es porque no quiere, ya que en esa tesitura es lo último que le queda.
Y doy por supuesto que, si esta misma gente tuviese la fortuna, o más bien,
la justicia, -‐ojalá algún día se consiga-‐ de poder vivir sin penurias, cambiarían
ahora mismo, sin pensárselo ni un segundo, toda su alegría por nuestras
comodidades…
Y si me dices que no, o no sabes lo que estás diciendo, o es que también
(como yo), has vivido siempre de puta madre.
***
***
Addis Abeba.
Después nos contó a sus espectadores, por activa y por pasiva, cuánto le
fascinaba la alegría de estas personas; su inconsciente optimismo, a pesar de vivir
con un poco menos de lo justo y necesario. Lo mucho que nos enseñan si estamos
dispuestos a escucharles.
“La sonrisa Etíope” fue un hilarante -‐y a la vez hermoso-‐ canto a esta
manera de sonreírle a la vida.
Busca el Dvd, busca el espectáculo en la red, míralo.
Que no quede ese regusto tan gris y facha que algunos quisieron
anteponer a la personalidad de un ser libre que supo encontrar en la sonrisa de
las personas, el motor para entender su propia existencia.
***
***
¿Sabes? Me estoy leyendo y creo que esto del humor y la vida cotidiana es
demasiado complejo para explicarlo aquí; esto, o se comprende, o no se
comprende, no hay término medio. Se es así o no se es así, ¡y punto! No, porque si
intento explicarlo, parezco un buen samaritano cuando en realidad lo
único que me preocupa es vivir mi vida lo mejor posible y que los que me
rodean también lo hagan, -‐ al menos cuando estamos juntos y así no me jodan a
mí-‐. Y no pienso seguir con este asunto, ¡ya tienes bastante!
***
El humor es un asunto muy serio
¡Tú sabes lo que se disimula con el humor cuando la cosa no funciona como
esperabais! No tiene absolutamente nada que ver el: chica, no sé lo que ha podido
pasarme, ¡pero te juro que es la primera vez que me pasa!… con el: se me han debido
recalentar los plomos y mira por donde, ¡ha saltado el diferencial!
***
Hay que trabajar riéndose de todo y de todos, a poder ser sin faltarle al
respeto a nadie, ni siquiera a uno mismo (…) Y hay que ponerse serio cuando
realmente sea necesario, ¡estoy absolutamente convencido!
Hay que tomarse la vida con más humor, y el humor más en serio.
No reitero las supuestas virtudes para nuestra salud mental que nos aporta
porque no quiero parecer un vendedor de humo, sino que apuesto toda mi entera
credibilidad a la carta del humor. También es cierto que, como mi credibilidad es
tan baja, si pierdo me quedo igual pero bien es verdad que me lo he pasado
¡de categoría!
Pues perdona, porque con media broma, ¡con tan solo media!, podemos
sonreír y suavizar el asunto. O reír, liberar tensión y así afrontarlo de un modo
más activo, menos agarrotado.
***
No es necesario tener una gran vis cómica para hacer reír ocasionalmente a
la gente.
Es tan difícil, tan enrevesado hacer reír que, por accidente, cualquiera puede
conseguirlo. De modo concienzudamente determinado es difícil… cuesta
muchísimo.
Pero no estamos hablando tan solo de provocar la risa: ya hemos visto que
el humor llega muchísimo más allá de las carcajadas.
Al final, en su impotencia por no ver nada más que colorines y formas raras,
estafados, asumiendo el ridículo, todos terminaban riendo, ¡a ver qué remedio;
mejor reírse que asumir plenamente la estupidez propia!
¡Hazles reír!
***
Mi abuelo Manolo consiguió que el cirujano que le había recién extirpado
un tumor cancerígeno obstructor del colon, se descojonase vivo.
(Solo cambia una letra, ¡una solo! Pero esa simple acción, lleva implícita
toda una filosofía de vida).
Epílogo
***
Hazlo y verás cómo se refleja en las personas que te rodean.
Por eso los graciosos se juntan entre ellos y se divierten; los serios se juntan
entre ellos y charlan mientras se toman un café y los amargados se juntan entre
ellos, y se dedican a criticar a los graciosos y a los serios.
***
***Apéndice
–En el costado.
–Derecho.
–¡Derecho!
–Sí, derecho…
–¡Si!
–Ya veo, ya veo… -‐se oye un sonido de tecleo frenético-‐ Vamos a ver:
¿costado derecho para usted o derecho para mí?
–¿Cómo?
–Que si es el derecho para usted o para mí. Visualice: estamos frente a
frente, ¿vale? ¿Es su costado derecho o mi costado derecho?
–El mío.
***
–¿Cómo dice?
–Parpadean correctamente.
Interneeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeet!
***
¡Funcionan correctamente!
***
–Vamos a ver caballero, ¿los datos asociados al número desde el que llama
son correctos? ¿Es ése su domicilio actual?
–Sí.
–Bien, pues le mandamos un técnico para que compruebe la avería.
–Por favor no cuelgue, le paso con una encuesta para valorar la atención
recibida.
(…)
***
***
Este libro se ha editado gracias a la inestimable ayuda de
Sara Molés y de
Carlos P. Llop y Diana Redondo, que me han ayudado con sus pertinentes
sugerencias y correcciones.
***
Bibliografía
ISBN
ISBN
ISBN
ISBN
ISBN
ISBN
ISBN
CIPOLLA, Carlo M. “Las leyes fundamentales de la estupidez humana”.
Editorial Planeta. Barcelona, .
ISBN
Debolsillo. Barcelona, .
ISBN
Herder. Barcelona, .
ISBN
ISBN
ISBN
Castalia. Madrid, .
ISBN
ISBN
LENOIR, Frédéric. “Dios”.
ISBN
ISBN
ISBN
ISBN
ISBN
ISBN
ISBN ¿?
PERICH, Jaume. “Autopista”.
ISBN ¿?
ISBN
ISBN
Lumen. Barcelona, .
ISBN
ISBN
Iberoamericana. Madrid, .
ISBN
ISBN
***
Videografía
ISSN
ISSN
ISSN
Cinemax. Madrid, .
ASIN BNRQBQE
ASIN BBI
ISSN
Dvd
ISSN
ISSN
ISSN
MARX, Hermanos. “Una noche en la Ópera”.
ISSN
ASIN BFLCBE
ISSN
Temporadas -
ISSN
Cameo. Barcelona, .
ISSN
Cameo. Barcelona, .
ISSN
***