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SIMPLE
1. TIPO PENAL
El tipo básico del homicidio que aparece como el primer delito específico regulado
en el código sustantivo, se encuentra tipificado en el artículo 106 de la manera
siguiente:
El que mata a otro será reprimido con pena privativa de libertad no menor de seis
ni mayor de veinte años.
2. TIPICIDAD OBJETIVA
El artículo 106 constituye el tipo básico del homicidio de donde se derivan otras
figuras delictivas que han adquirido autonomía legislativa y sustantiva propia a
haber sido reguladas en forma específica y con determinadas características
(asesinato u homicidio calificado, parricidio, infanticidio, etc.).
Para nuestro sistema jurídico vigente, la condición, cualidad o calidad del titular del
bien jurídico "vida" no interesa para catalogar como homicidio simple a una
conducta dolosa dirigida a aniquilarla. Aquel puede ser un genio, un idiota, la miss
Perú, un deforme, un enfermo, un recién nacido, un anciano, un orate, etc. igual, el
hecho punible aparece y se sanciona drásticamente debido a que la vida humana
independiente es el bien jurídico que a la sociedad jurídicamente organizada le
interesa proteger en forma rigurosa de cualquier ataque extraño.
A fin de evitar confusiones, es de precisar que cuestiones diferentes son el bien
jurídico y el objeto material sobre el cual recae la acción del agente. En efecto, en el
homicidio simple, el bien jurídico es la vida humana independiente, en tanto que el
objeto material del ilícito es la persona humana naturalmente con vida contra la
que se dirige el ataque y se produce el resultado letal.
En los casos de omisión impropia, el sujeto activo solo puede ser quien está en
posición de garante respecto del bien jurídico lesionado. Si en el caso concreto no
puede determinarse que el sujeto tenía la posición de garante sobre el fallecido,
resultará imposible atribuirle el resultado letal a título de omisión.
2.3. Sujeto pasivo
Al prescribir el tipo penal la expresión "(...) a otro" se entiende que sujeto pasivo
puede ser también cualquier persona natural y con vida desde el momento del parto
hasta su muerte debidamente determinada -alegamos desde el momento del parto
por las consideraciones que expondremos más adelante, cuando desarrollemos la
figura delictiva del infanticidio-. Claro está, se exceptúa a los ascendientes,
descendientes, cónyuges o concubinas del agente, quienes solo son sujetos pasivos
del delito de parricidio.
El sujeto pasivo tiene que ser una persona con vida. El que procura la muerte de un
cadáver creyéndole vivo, de ningún modo puede ser imputa do el hecho ilícito de
homicidio simple.
3. TIPICIDAD SUBJETIVA
Para configurarse el homicidio simple es requisito sine qua non la concurrencia del
dolo en el actuar del agente. El dolo exige el conocimiento y voluntad de realizar las
circunstancias del tipo objetivo, es decir, el
sujeto activo debe actuar con conocimiento de dar muerte a su víctima
y querer hacerlo. La Ejecutoria Suprema del 19 de noviembre de 1998 es
concluyente en este aspecto al señalar: "Para la configuración del delito es preciso
constatar en el agente una especial intencionalidad dirigida hacia la realización del
resultado típico; dicha intencionalidad o animus necandi, importa en el sujeto
activo un conocimiento actual de los elementos objetivos del tipo, conocimiento que
está indisolublemente ligado al aspecto volitivo de la conducta, de modo que
conciencia y voluntad, al ser los dos aspectos indesligables del dolo deben
concurrir necesariamente para 14 configuración del delito de
homicidio simple. En la Ejecutoria Suprema del 17 de octubre de 2007, la
Segunda Sala Penal transitoria de la Suprema corte ha precisado que: "para la
configuración de delito incriminado es necesario corroborar el agente una especial
intencionalidad dirigida a la realización del resultado típico, esto es, producir la
muerte del sujeto pasivo; que dicho animus necandi importa un conocimiento de
los elementos objetivos del tipo, que está ligado al aspecto volitivo de la conducta,
puesto que el agente tiene la potestad de autodeterminarse, es decir, dirigir su
acción al fin que se ha representado: consecuentemente, conciencia y voluntad, al
ser dos aspectos indesligables del dolo, deben concurrir necesariamente para la
configuración del delito…”.
Es admisible el dolo directo, dolo indirecto y el dolo eventual. El dolo directo
presupone el gobierno de la voluntad. En él, las consecuencias que el agente se ha
representado mentalmente fueron voluntariamente buscadas y queridas. El autor
quiere matar, emplea el medio elegido y mata.
En el dolo indirecto se producen consecuencias que son necesarias al resultado
querido directamente. Además del resultado deseado, el autor se representa la
generación de otro porque esta inseparablemente unido al primero. Aquí es
conocido el ejemplo de la bomba colocada para matar al Jefe de Estado (resultado
querido directamente) cuya explosión mata al mismo tiempo a los acompañantes
(consecuencia necesaria que no forma parte del propósito original). El autor quiere
matar al Jefe de Estado pero al mismo tiempo, se representa que con su acción
matará necesariamente a sus acompañantes y, frente a esa representación, actúa.
En el delito de homicidio simple muy bien puede invocarse el error de tipo, pero
este debe ser invocado en forma adecuada como argumento de defensa cuando las
circunstancias en que ocurrieron los hechos indiquen que el imputado actuó en
error de tipo, caso contrario, la figura no funciona.
Los elementos del tipo también generan otras clases de error. En efecto, tenemos el
error sobre la persona (error in personam) y el error en el golpe (aberratio ictus). El
primero aparece cuando el agente se confunde de persona sobre la cual va dirigida
la acción de matar, por ejemplo: Francisco quiere matar a su ex amante Gertrudis,
pero por causa de la oscuridad mata a Susana que circunstancialmente vino a
dormir en el cuarto de aquella. El segundo aparece cuando el agente por
inhabilidad yerra en la dirección de la acción y mata a otra persona distinta a la que
quería realmente aniquilar (por ejemplo: Oscar apunta con su revólver a Gerardo y,
finalmente, por deficiente puntería, la bala llega a Fernando, que
circunstancialmente acompañaba a aquel).
En ambos casos, al sujeto activo se le imputará la comisión del delito de homicidio a
título de dolo, con la diferencia de que en el segundo caso, además, se le atribuirá el
delito de tentativa acabada de homicidio respecto de Gerardo. Esto en consecuencia
de considerar que todas las vidas de la personas tienen el mismo valor. Lo
verdaderamente significativo es que aparece en el agente el animus de matar a una
persona. Es más, el profesor Luis Roy Freyre, basándose en Giuseppe Bettiol,
asevera que la irrelevancia penal de error respecto a la persona ofendida es
perfectamente explicable: las normas penales tutelan los bienes jurídicos
pertenecientes a una generalidad de individuos sin prestar especial atención a la
persona de su titular siendo una de sus perspectivas más Importantes la protección
de la vida de la persona en cuanto tal.
Los hechos o conductas valen más por lo que significan en sí mismos que por los
resultados que producen. En aquellos supuestos, el agente ha desarrollado toda la
actividad que ha estado en sus manos realizar para alcanzar su objetivo querido,
cual era quitar la vida a una persona. Ha cumplido con el iter criminis. Ha realizado
todos los actos que estaban a su alcance realizar para lograr su objetivo final. Hubo
desde el principio intención criminal, siendo que los hechos producen resultados en
persona diferente a la que se quería eliminar, carece de relevancia penal. Es más,
para evidenciarse un homicidio culposo, el agente debe actuar sin el dolo de matar.
No se quiere la muerte de alguna persona. Situación que no se presenta en el error
in personam ni en el aberratio ictus donde el dolo predomina en actuar del agente.
4. ANTIJURIDICIDAD
5. CULPABILIDAD
6. CONSUMACIÓN
7. TENTATIVA
De acuerdo con el artículo 16 del Código Penal sustantivo, existe tentativa c ando el
agente comienza la ejecución de un delito que decidió cometer, .s n consumarlo. De
modo que al ser el homicidio simple un hecho comisivo d carácter doloso y de
resultado necesariamente lesivo, la tentativa es posible. Villavicencio afirma que "la
tentativa de homicidio comienza con aquella actividad con la que el agente según su
plan delictivo se coloca en relación inmediata con la realización del tipo delictivo".
Ejemplo: Juan Quispe premunido de un revólver calibre 38 ingresa al domicilio de
Pánfilo Pérez con intención de darle muerte, siendo el caso que en circunstancias
que se disponía disparar fue reducido con un golpe de palo de escoba en el cráneo
por Rudecinda Márquez, doméstica de Pánfilo Pérez, quien al ver el peligro en que
se encontraba su empleador con cuidado y a espaldas del agente actuó, evitando de
ese modo la comisión del homicidio.
8. PENALIDAD