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LA LÍRICA (CATULO, HORACIO, OVIDIO)

La lírica era para los griegos la poesía para ser entonada con acompañamiento de
instrumentos, la lira principalmente. Era para ellos una poesía descriptiva y
narrativa, y fue en Roma donde cobró mayor importancia su carácter subjetivo y
sentimental.

El verso lírico es muy variado y complicado. Los romanos imitan a los griegos con
esfuerzo y aportaciones propias.

Los temas generales son variados y recogen una tradición muy rica de
subgéneros, poetas y poemas en el mundo griego. Entre estos se hallan los
himnos religiosos, los poemas sobre banquetes o anacreónticos, los encomios o
alabanzas a personas, el canto a la naturaleza. Los sentimientos y las ideas
cobran gran importancia entre los latinos, destacando el tema del amor y la
amistad; también tienen cabida la reflexión vital y la política.

El ideal artístico es la elegancia de la expresión y la perfección formal. Esta


“elevación” les hace distanciarse y encerrarse en los círculos literarios en los que
se entienden y valoran las obras. Para el poeta Horacio, el servicio a la comunidad
y la política es otra finalidad importante.

CATULO

Cayo Valerio Catulo vivió en la primera mitad del siglo I a.C. Miembro de una rica
familia, se instaló en Roma a los veinte años, y allí disfrutó de su juventud. Formó
parte de un exclusivo grupo de poetas llamados por Cicerón poetae novi o, mejor
aun, neoteroi, subrayando así lo fuertemente influidos que se hallan por la poesía
griega del momento, la llamada alejandrina. Hombre fogoso y de gran
sensibilidad, se entregó a sus pasiones. Su amor, sinceridad, rebeldía y su muerte
temprana lo acercan al prototipo de poeta romántico, lo cual lo convierte en uno
de los poetas romanos más cercanos a la sensibilidad actual.

En los ciento dieciséis poemas que se conservan (Carmina), hay una gran
variedad poética, tanto de metros (yambos, versos líricos, hexámetros) como de
temas: crítica política, alabanzas, insultos, narraciones mitológicas, epitalamios,
etc. Sin embargo, los temas más abundantes y, posiblemente, más llamativos,
son los del amor y de la amistad. Destacan los poemas que dedica a su amada
Lesbia, sobrenombre de Clodia; su belleza y su cultura provocan en el poeta una
pasión tal que le cuesta expresarla en su lírica. En un momento dado, este amor
apasionado cede el paso a los desengaños, los celos y las riñas seguidos de
humillantes reconciliaciones. Finalmente, Lesbia lo abandona definitivamente, y el
poeta vuelca su odio contra ella de forma violenta.

En su obra se mezclan las expresiones más depuradas, las citas y alusiones más
eruditas y refinadas, junto con palabras insultantes y obscenas, consiguiendo una
poesía que destaca por su sinceridad, vivacidad y belleza.
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HORACIO

Quinto Horacio Flaco perteneció a una generación posterior a la de Catulo y


estuvo al lado de los protagonistas del cambio de sistema político, de república a
principado. Apoyó en su momento a los asesinos de César, que intentaban
restaurar la República, y, luego, siendo gran amigo de Mecenas, uno de los
principales ministros de Augusto, defendió la Pax Augusta hasta el punto de
convertirse en el poeta “oficial” del Imperio.

En sus primeros tiempos de escritor produjo de forma paralela a sus Sátiras el


libro de los Yambos o Epodos. En esta obra aparecen los temas cívicos,
amorosos y de amistad, además del ataque y la sátira. El epodo más famoso es el
que comienza por Beatus ille, qui procul negotiis...

Los cuatro libros de Odas constituyen el salto atrevido hacia un género muy
complejo que todavía no estaba desarrollado en Roma: la poesía lírica, tal como la
entendían los griegos. En la métrica utiliza muchos tipos de versos. El trabajo
léxico también es pormenorizado y selecciona las palabras, buscando darles un
nuevo contenido dentro del conjunto. Emplea la práctica totalidad de posibilidades
temáticas del género. De entre ellas destacan tres: las reflexiones filosóficas, la
política y el amor. Influido por las ideas de la filosofía epicúrea, Horacio expone
repetidamente en su lírica un plan para alcanzar la felicidad: el tiempo pasa, la
vida es cierta y dura, la muerte llega y no hace distinción de personas, así que
aprovechemos cada instante (carpe diem) y seamos moderados en todas las
cosas (aurea mediocritas).

LA ELEGÍA

En la literatura antigua, la elegía formaba un género aparte, caracterizada


principalmente por el uso del dístico elegíaco, basado en el pie dactílico. En el
origen de la elegía existe una variedad temática que se mantiene en Roma: temas
relacionados con la moral pública, la religión y los grandes acontecimientos;
también sobre el viaje, la soledad, la enfermedad, la magia, el vino. Pero junto a
estos temas el gran protagonista será el amor, en un tono predominantemente
triste y hasta atormentado. Escritores de elegías fueron Catulo, Tibulo, Propercio
y, sobre todo, Ovidio.

OVIDIO

Publio Ovidio Nasón fue el más joven de los elegíacos, y su genio artístico lo
convirtió en uno de los autores más complejos e innovadores.
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Su producción se caracteriza, en general, por aprovechar e innovar con todas las


posibilidades del género elegíaco, por un uso erudito de la mitología, por
concentrarse en el tema amoroso, en amar y en odiar, pero sin profundidad.

Fue uno de los autores más fecundos de la literatura latina, y se le suele


considerar, junto con Virgilio y Horacio, uno de los mejores poetas latinos. Sus
principales obras, en esta primera época de éxito en la capital, fueron las
siguientes:

Poemas eróticos: Amores, Arte de amar, en dísticos elegíacos.


Grandes poemas: Metamorfosis, en hexámetros.

En su obra aparece como un hombre brillante, inteligente y erudito, que vivía en


una sociedad frívola. Es un hombre galante, mundano, que describe amores
igualmente mundanos con gracia y frivolidad.

Tuvo gran éxito en su época y llegó a ser muy popular, pero, por motivos aún no
aclarados, fue desterrado por el emperador Augusto a orillas del Mar Negro,
donde murió. Desterrado tan lejos, en una tierra de clima riguroso, amenazado por
tribus de salvajes que le inspiraban terror, rodeado por gente inculta que ignoraba
su idioma, Ovidio escribió sus últimas obras, Tristes y Pónticas, también en
dísticos elegíacos, lamentando su situación y solicitando sin cesar el perdón del
emperador.

Pervivencia posterior de la poesía lírica latina

Horacio ha sido uno de los poetas más admirados e imitados en la literatura


occidental, sobre todo a partir del Renacimiento. Garcilaso, Fr. Luis de León,
Jorge Manrique o Lope de Vega fueron lectores, traductores, o adaptadores de
algunas de las Odas y Epodos. La influencia de la obra de Horacio se ha dejado
sentir durante toda la historia de la literatura occidental. De ella han surgido
muchos de los grandes "tópicos" o lugares comunes, que han utilizado casi todos
los poetas y que, en latín, se emplean habitualmente en el uso culto de las
lenguas actuales: son los temas del carpe diem, beatus ille, afán de pervivencia
de la propia obra, etc.

Ovidio ha ejercido una enorme influencia en la cultura occidental: ha sido durante


siglos manual de mitología y fuente de inspiración para escritores, pintores,
escultores y músicos. Durante la Edad Media fue uno de los autores más
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admirados, pudiendo hablarse en los siglos XII y XIII de una "aetas ovidiana "
favorecida por el gusto por las interpretaciones alegóricas de los mitos clásicos.
Gran importancia en la transmisión y pervivencia de las Metamorfosis tuvieron las
traducciones moralizadas de las mismas, como el Ovidio moralizado, que tuvieron
gran difusión. La lista de los autores que reciben la influencia de Ovidio sería
interminable, entre ellos se encuentran Dante, Petrarca, Boccacio, Racine,
Corneille, Shakespeare, Cervantes, Calderón de la Barca... La influencia de las
Metamorfosis en la cultura occidental se extiende más allá del campo
estrictamente literario, las artes plásticas han encontrado en la obra de Ovidio una
fuente continua de inspiración y el más completo y colorido catálogo de mitos
clásicos.

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