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Serie
Mujeres de Cattle Valley

Libro 2
Las Apariencias Engañan

Jenna Byrnes
Este libro fue traducido por el blog
BRAD PACK C para libre lectura solo te
pedimos que no cambies nada de él.
Nuestro staff realizó mucho esfuerzo 3
para que puedas leerlo.
Este libro es de contenido homoerótico,
es decir tiene escenas de sexo explícito, si
te molesta el tema no lo leas, y si eres
débil de corazón no sería recomendable.

¡¡Esperamos que lo disfrutes!!


Resumen
Adeline Murphy cree que la posada Apple Valley es la
única cosa que le esperaba en Cattle Valley, y entonces conoce a
Melissa Danes quien cambia su manera de pensar.

Adeline Murphy se dirige a Cattle Valley, Wyoming en


busca de un nuevo comienzo. Ella ha invertido hasta el último
centavo que tiene en la compra de la posada cama y desayuno.
Al llegar a la ciudad con una amiga de mal humor a cuestas,
Addie estaba devastada al descubrir que la posada había sido
objeto de vandalismo. Con la propiedad inhabitable, no tiene
ninguna fuente de ingresos y una demanda. 4
Melissa Danes tiene una existencia tranquila en Cattle
Valley, pero se ve sacudida por la llegada de la hermosa Addie y
su tosca amiga, Chloe. Ha sido cautivada por Addie, pero se
queda lejos ya que cree que Addie y Chloe se encuentran en una
relación estable. Cuando descubre que no, todas las apuestas
están echadas.

Mel descubre que Addie tiene varias barreras que cruzar,


incluyendo la reparación de la posada y una baja autoestima.
Cuando Mel mira a Addie ve más allá de la apariencia, pero ella
tiene que encontrar la manera de que Addie lo vea también.
Capítulo Uno
Adeline Murphy miró de soslayo la luz del sol que brillaba
y bostezó. Buscó por todo el asiento trasero de su viejo Pontiac
Le Mans antes de soltar el cabezal de pasajeros, tratando de
sentarse.

—¿Ya amaneció? —Echó un vistazo alrededor.

—¿Hmm? —Murmuró la mujer dormida en el asiento


delantero algo ininteligible y se dio la vuelta, lejos de Addie.

—Hey, Chloe. —Addie la alcanzó y movió su hombro—. Ya


amaneció. ¿Quieres tomar una ducha antes de irnos de Casper?

—No quiero estar en Casper —murmuró Chloe, tratando


de enterrar su cara en la almohada.
5
Addie volvió a bostezar.

—Que tosca. No tenías que venir conmigo, ya sabes. Estoy


segura de que puedes tomar un autobús de regreso a Colorado
Springs.

Chloe abrió un ojo.

—Tal vez lo haga. ¿Cuál es el nombre de este pueblo al que


vamos, otra vez?

—Cattle Valley. —Addie agarró el mal doblado mapa de


Wyoming y miró en él.

—En algún lugar cerca de Sheridan, en ese estado, es casi


tan al norte como puedas ir.

—Genial. —Chloe lanzó un brazo sobre su cara—. Está


bien, lo que sea. No dejé nada en Colorado, te diré eso más
adelante. En cuanto vea que puede ofrecer esa Cow Village.
—Cattle Valley. —Addie meneó el esqueleto de su
compañera con el mapa y lo dejó caer sobre el ancho del tablero
frontal—. Vamos, coge tus cosas. Tienen duchas en la parte
trasera de esta parada de camiones. Así que, podemos conseguir
algo para desayunar.

Empujando su almohada y una manta a un lado, Chloe se


sentó.

—¿Qué tal echarnos un polvo? Así es como me gustaría


despertar por la mañana.

Addie le sonrió a una revuelta Chloe, con el pelo rubio de


punta y maquillaje manchado. Addie le acarició una mejilla
limpiando el rimen negro del ojo izquierdo de Chloe.

—Vamos a buscar las duchas, a ver si hay alguna


privacidad.

La cara de Chloe se le iluminó, y ambas salieron del coche. 6


Addie abrió el maletero y hurgó en una de sus maletas de
ropa limpia por un par de toallas. Miró a Chloe hurgar en una
bolsa de lona vieja de estilo militar y sacar dos camisas
arrugadas por igual. Chloe olfateó una y se encogió de hombros,
tirándola por encima del hombro. Ella empujó la otra de nuevo
en la bolsa.

—Tengo champú en alguna parte. —Addie buscó profundo.


Encontró el jabón y los otros suministros necesarios y luego
miró a Chloe—. ¿Algo más?

—Oh, sí. —Chloe tomó un pequeño kit de maquillaje.

Addie cerró el maletero, y se dirigieron hacia el interior. La


mayoría de los conductores de camiones se fueron antes del
amanecer. Ella había oído retumbar sus motores diesel, uno por
uno, pero trató de ignorarlos y dormir todo lo que pudo.
Sólo tenían un par de horas para retomar su viaje de ocho
horas, se había quedado exhausta por la noche al tratar de hacer
todo el camino.

Una gran multitud se había reunido en el comedor para el


desayuno. El padre de Addie le decía, que si ella quería una
buena comida cuando viajaba debía de comer en una parada de
camiones. Donde iban y venían los camioneros con regularidad,
siempre supo que ellos eran los mejores lugares para comer.

Hizo algunos cálculos mentales rápidos y supo que no


podían gastar mucho es sus comidas. Habían derrochado en
una gran cena, cuando llegaron la noche anterior se pasaron el
resto de la noche defendiéndose de los camioneros que no se
dieron cuenta que eran gay. Chloe no mejoró las cosas, tenía la
costumbre de dejar que los hombres le compran sus bebidas
antes de lanzarles la bomba.

A la mayoría les molestaba que hubieran perdido su 7


tiempo y dinero, unos pocos categóricamente se enojaron.

Habían conocido un par amables, aunque, les dieron sus


cupones de una ducha gratis muchos conductores los
acumulaban por un tanque lleno.

Después de seguir las indicaciones hacia el área de las


duchas, Addie entregó sus cupones y les dieron dos toallas y dos
tapetes de papel. Ella y Chloe miraron a cada una de las toallas,
las otras estaban sucias y rígidas.

—Creo que vamos a tener que pasar de ellas. —los puso en


un banco y entró en las duchas.

—No está mal. —Chloe salió de su ropa.

—Voy a dejar puesto mi flip-flops, por si acaso. —Addie


hizo un gesto a sus sandalias de goma.
—Qué diablos. Probablemente he estado expuesta a todo lo
posible, de todos modos. —Su amiga pateo sus zapatos a través
del cuarto y se metió en una cabina. —¿Te importaría unirte a
mí?

Riendo, Addie eligió la ducha junto a Chloe, cerró la


cortina de plástico.

—No lo creo. Vamos a entrar y salir. Vamos a tener tiempo


para descansar cuando lleguemos a Cattle Valley.

—No es divertido. —La voz de Chloe sonaba enfurruñada,


pero su agua estaba encendida.

—Aquí. —Addie pasó el jabón y el champú cuando los uso,


entonces se apresuró a secarse con una toalla. Ella no estaba
segura sobre el nivel de privacidad, y no quería quedar atrapada
desnuda en la ducha en una parada de camiones.

Ella se vistió con una camiseta y pantalones vaqueros de 8


corte bajo. Había un secador de pelo pegado a la pared, y fue
capaz de secar el cabello corto y negro. No había manera de
darle estilo, pero iba a conducir por amor a Dios. ¿A quién le
importaría?

Chloe estaba en la ducha, y Addie estaba vestida por


completo y lista para irse.

—¡Vamos, niña! —Llamó finalmente—. ¿Qué estás


haciendo ahí?

—¿No te gustaría saberlo? —Una voz burlona le contestó.

—En realidad, me gustaría salir de aquí. ¿Crees que puedas


hacerlo en cualquier otro momento y pronto?

El agua se detuvo, y Chloe echó la cortina.

—Perra, perra, perra. Muy bien, estoy lista. ¿Nos vamos?


—Ella levantó las manos.
Addie miró por encima del cuerpo desnudo de Chloe. Ella
tenía los pechos firmes y turgentes con los pezones redondos de
forma perfecta. Eran de color marrón oscuro en contraste con
su piel blanca. El de la izquierda estaba perforado, y el pequeño
aro, de plata coincidía con el anillo que colgaba de sus labios
completamente afeitados. Addie echó un vistazo a la carne
tentadora luego apartó la mirada rápidamente. Chloe no
necesitaba ningún estímulo. Una mirada sugestiva podría
hacerlas masturbarse en cada lugar en ese momento. Addie
estaba ansiosa por ponerse en marcha. Ella tomó una de sus
toallas limpias y secas.

—Vamos.

—Sí, señora. —Chloe sonaba cooperativa, pero se secó lo


más lentamente posible. Se quedó desnuda frente al gastado
espejo, lleno de cicatrices y se secó el cabello y luego se detuvo
para examinar su rostro de cerca—. Necesito el maquillaje.
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—Te ves muy bien. Tal vez podrías ponerte el maquillaje
en el coche. —Addie miró el reflejo de Chloe en el espejo. Un
semental brillante adherido al final de una ceja, y ocho
pendientes adornando cada oreja. Ella sabía el número exacto.
No podía dejar de contarlos cuando besaba esa parte de la rubia
sexy.

Chloe resopló con disgusto, pero se alejó del espejo. Vagó


por la pequeña habitación, húmeda, al parecer sin importarle
que alguien pudiera entrar en cualquier momento.

Avanzando a paso de tortuga, recogió sus cosas y,


finalmente, empezó a vestirse.

No pasó mucho tiempo. Una pequeña tanga azul,


pequeños pantalones cortos y una camiseta blanca eran todo lo
que tenía. Addie se mordió el labio. Hermosos pezones
marrones se veían a través de la delgada camisa.
¿Tendré que verlos en el transcurso del día? El sexo
tendría que esperar hasta que llegaran a Cattle Valley.

—Muy bien, estoy lista. —Chloe se deslizó en sus sandalias


y recogió sus cosas—. Me veo como una mierda, pero creo que
puedo ponerme mi maquillaje más tarde.

—Claro que puedes. Tenemos dos horas más, por lo


menos. Eso si es que no me pierdo. —Addie no pudo resistirse y
colocó un ligero beso en la boca de Chloe.

Aprovechando al máximo, Chloe agarró la nuca de Addie y


empujó la lengua hacia adelante. Se besaron apasionadamente
durante un minuto, chupando la lengua como si no hubiera
mañana.

Las cosquillas deliciosas corriendo por la columna


vertebral de Addie eran casi suficientes para hacer que tomara a
Chloe y empujarla contra la pared, pero se mantuvo firme. 10
Tenían un lugar para esto.

Rompió el beso con pesar.

—Vamos, nena. Vamos a tomar algo de comer e irnos.

Chloe frotó la nuca de Addie y se quedó mirando fijamente


a los ojos antes de liberarla.

—No tengo hambre.

Addie sabía que no tenía nada de dinero.

—Yo pago. Consigue lo que quieras que podamos


llevarnos.

En el mostrador de la caja registradora, ella optó por una


barra de granola y una pequeña caja de cartón de leche.

Chloe optó por las patatas fritas de queso y una lata de


refresco. Sin comentarios, Addie pagó, y regresaron a su coche.
—Un par de horas más. —Dio unas palmaditas en la
pintura saltada en el capó de color verde oscuro—. Todo lo que
pido es llegar a Cattle Valley.

—¿Crees que esta bañera no podrá hacerlo? —Chloe tiró


sus cosas en el asiento trasero y se subió adelante.

—Ha sido un buen coche. Es muy viejo. Algún día,


simplemente no va a arrancar.

—Hoy no, espero. —Chloe se quitó los zapatos y apoyó los


pies en el salpicadero.

Tomó sus gafas de sol de la visera y se las puso.

Addie sonrió para sus adentros. Su amiga desde luego se


acomodaba dondequiera que iba. Personalmente, nunca se
sentía tan relajada. Su educación o lo que sea, siempre retenía a
Addie para sentirse a gusto en cualquier lugar.
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Metió la ropa y las toallas mojadas en el asiento de atrás,
pensando tratar con ellas más tarde. Luego se subió tras el
volante y condujo, siguiendo las indicaciones para tomar la
carretera al norte por la I-25 a Buffalo. A partir de ahí fue la I-
90 a Sheridan y las Montañas de Big Horn.

Chloe crujía sus patatas fritas mientras hablaba.

—¿En realidad nunca has estado ahí? ¿Compraste el lugar


sin verlo?

—Así es. —Addie se comió su barra de granola y se bebió la


pequeña caja de cartón de leche—. Lo sé, suena raro. Suena loco
de mierda, incluso para mí. —Todo lo que Addie sabía era que
había estado dando tumbos en Colorado. Si no hubiera
invertido el dinero que había heredado tras la muerte de su
padre, fácilmente lo habría derrochado.
—Es una cama y desayuno, ¿verdad? ¿Qué tan grande es?
—Chloe movió los dedos de los pies, las pequeñas uñas pintadas
atrajeron la atención de Addie.

Trató de mantener su atención en la carretera. Pensando


en el lugar que recientemente había comprado mantendría su
mente lejos de los sexis dedos de los pies en el tablero a su lado.

—Sí. Es, este, llamado Apple Valley Inn cama y desayuno.


Se ve grande desde el exterior. Hay seis habitaciones para
alquilar, sin incluir el ático. El propietario dijo que siempre
estaba planeando convertir ese espacio en otra habitación, pero
nunca llegó a hacerlo.

—Seis habitaciones, wow. Debe ser un lugar muy grande.


¿Dónde vivirás?

—Voy a tener una habitación en la planta principal. —


Addie hizo un gesto a la guantera delante de Chloe. 12
—Hay una foto del lugar. Mírala, si quieres.

Chloe bajó los pies y hurgó hasta que encontró la foto. Ella
lo miró y emitió un largo silbido.

—Lindo. Eso debe haber costado una fortuna.

Addie dio un vistazo a la casa grande, blanca con franja


roja. Era de estilo victoriano con un gran porche y una torre
redonda, con una ventana. Su corazón se sacudía con orgullo
cada vez que miraba la imagen. Ya se sentía como en casa.

—Era razonable. El propietario fue motivado a vender.


Tengo entendido que era de Jamaica. Su madre se enfermó y
necesitaba ir a casa y cuidar de ella.

—Jamaica, genial. —Chloe guardó la imagen hacia atrás y


cerró la puerta del compartimiento pequeño.
Ella arrugó su bolsa vacía y bajó la ventanilla lo suficiente
como para tirarlo.

—¡Oye! —Addie murmuró sorprendida—. Hay multas por


tirar basura, ya sabes. Creo que son caras. Así que cuidado.

Con una sonrisa pequeña, Chloe se acercó más y tomó uno


de los pechos de Addie.

—Si tienes que pagar una multa, voy a pagártela. Te lo


prometo. —Acarició la carne a través de la camiseta.

—¡Detente! —Addie se encogió de hombros para frenar los


avances, pero no pudo evitar sonreír—. Vamos a llegar hasta
ahí.

—Cuanto más cerca estamos, más emocionada me siento.

—Estoy muy contenta, también. —Chloe le dio un rápido


mordisco al lóbulo de la oreja de Addie y se apartó—. Pero creo 13
que puedo esperar. —Ella se retorcía hacia el asiento de atrás y
buscó en sus cosas. Cuando se dio la vuelta, tenía un cigarrillo y
el encendedor—. ¿Te importa?

A Addie le importaba, pero nunca lo diría.

—Baja tu ventana, ¿de acuerdo?

—De acuerdo, nena. —Chloe lo prendió y se echó hacia


atrás, ajustando el panel para las cenizas.

—¿Alguna vez te dije que mi padre murió de cáncer de


pulmón? —Addie le lanzó una mirada de soslayo.

—No. —Chloe hizo unas bocanadas más para después al


parecer, captar el mensaje. Arrojó la colilla por la ventana y
levantó el vaso.

—¡Deja de tirar basura! —Los nervios de Addie estaban


recibiendo lo mejor de ella.
—Lo siento. —Chloe se acostó hacia atrás y se quedó quieta
por un rato. Por último, dijo—. Tengo que hacer pis.

—¡Ah, joder! —Estaban a medio camino entre Casper y


Sheridan. Addie sólo quería llegar ahí.

—Ahí hay una señal indicando que hay una parada de


descanso por delante. —Indicó Chloe.

—Bueno, está bien. —Addie siguió las flechas y entró en el


gran estacionamiento y área de picnic. Estaba contenta de que
lo peor del viaje había quedado atrás. Chloe había dormido la
mayor parte del día anterior.

—Gracias. —Dándole un beso rápido, Chloe trotó hacia el


edificio y volvió pronto—. Mucho mejor.

—Espero que estés lista ahora.

—No creo que pueda. —La mujer la miró con seriedad—. 14


Tengo que tenerte. —Ella alcanzó a Addie y la arrastró a través
del asiento delantero.

—¡Chloe, detente! —Protestó Addie, pero en el momento


que sintió esos dientes acariciar su pezón, incluso encima de su
ropa, estaba perdida.

—No quiero parar. —Chloe levantó la camiseta y bajó el


sujetador—. Quiero seguir. Y quiero que te corras duro. Te
ayuda a sacar esa parte de la energía acumulada. —Deslizó su
mano por los pantalones cortos de Addie, abriéndolos a medida
que ella seguía.

—¡Cristo! —Addie descansó la cabeza contra el respaldo


del asiento. Una fuerte succión sobre su teta, combinada con los
dedos acariciando sus pliegues, era fantástico. De repente, ella
quería correrse, también. Tenía que correrse—. Oh, sí. Eso está
bien. —Ella empujó sus caderas, animando a la mano.
—Mmm, mi perra está un poco en celo. —Chloe pellizcó el
brote fruncido que había estado chupando.

Addie se molestó con las palabras, pero trató de ignorarlo


y centrarse en los sentimientos. El toque de Chloe se sentía
bien. Condenadamente bien.

—Me gustaría tener un consolador que te folle


correctamente. Sé que te gusta profundo. Duro y rápido,
¿verdad, nena? —Chloe hundió tres dedos en el húmedo coño de
Addie, empujando hacia dentro y hacia fuera.

—Esto se siente maravilloso. Tienes una mano con talento.

—A mi mano le encanta follar tu apretado coño, caliente.


—Su pulgar hacía círculos en el clítoris de Addie y la presión
aplicada. Su otra mano tiró de la otra mama libre de Addie, y
Chloe se cambió de lado, chupó el pezón seco con su boca y
luego lo soltó. —Me encanta cómo puedes llegar con sólo unas 15
pocas pequeñas caricias.

—Yo no sé nada de eso... —se tensó el cuerpo de Addie,


como Chloe dejó su pezón sensible. Se relajó con la lengua de
Chloe que la bañaba, una suave y húmeda, una especie de
disculpa.

—Ya lo sé —murmuró Chloe, con la boca firmemente


contra la mama de Addie—. Vamos, nena. Córrete por mí. Eres
tan hermosa cuando te corres.

¡Joder! Addie se rindió a las sensaciones y cabalgó la ola


de placer que la rodeó. Los orgasmos por la boca y manos de
Chloe nunca dejaban de sorprenderla. Intenso y satisfactorio, de
alguna manera hicieron que Addie olvidara todas las pequeñas
cosas que la molestaban cuando no estaban teniendo sexo. Las
ondas de placer menguaron como las olas desaparecían. Addie
cerró los ojos y se entregó a la culminación inminente.
Ella se puso tensa luego se estremeció, dejándolas ir, como
ondas de choque maravillosas que acariciaban su cuerpo.
Cuando se calmó, Addie suspiró con satisfacción.

—Mmm, eso fue lindo. —Chloe sacó la mano de los


pantalones cortos y frotó los dedos pegajosos sobre los labios de
Addie—. Dame un beso.

Addie se lo agradeció, besándola ávidamente después de


que Chloe dejara que los dedos entraran y salieran de cada una
de sus bocas. Le gustaba el sabor de su propio almizcle, pero
disfrutarlos con el sabor de Chloe era mejor.

Lástima que no había tiempo para eso.

Su mano se sumergió en los pantalones cortos ajustados


de Chloe, empujando la pequeña tanga fuera del camino. Había
que corresponder con un trabajo manual y guardar el resto para
la fiesta de inauguración de la casa, más tarde esa noche en la 16
posada.

—Ahí está. —Más allá del aro de plata que atravesaba la


carne, se encontró con el pequeño botón del clítoris de Chloe y
lo frotó.

—Oh, sí. Sigue besándome. —Chloe abrió las piernas para


obtener más atención, y se besaron apasionadamente mientras
Addie la acariciaba.

La otra mano de Addie se deslizó por debajo de la ligera


blusa de Chloe, tirando de los botones abiertos a lo largo del
camino. Acarició la carne de un seno y luego el otro. Retorcía el
anillo en el pezón izquierdo de Chloe, y su amante se retorció.
Su cuerpo se estremeció con cada toque, y Addie sabía que
tocaba justo los puntos adecuados de placer.
Sus dedos se concentraron en el coño de Chloe y se fueron
adentro y afuera, dentro de los límites del pantalón corto
ajustado de la mujer.

—Vamos, dulzura. Ah, te sientes tan bien. Sé que sabes


bien, también. Más tarde, te voy a comer.

—¡Me corro! —gritó Chloe. Sus temblores sacudieron el


coche, fuertes gritos por los jadeos rompieron el silencio de la
parada de descanso. Contuvo el aliento mientras su cuerpo se
estremeció, y sus rodillas se presionaron, como si trataran de
capturar la mano de Addie y mantener las cosas donde estaban.

Luchando contra una risita, Addie la miró a través del


orgasmo, entonces se echó hacia atrás.

—Shh. —Ella tocó la boca de la otra mujer con suavidad—.


¡Maldita sea, chica! Los camiones que pasan por la carretera
pudieron oír eso. 17
—¿A quién le importa? —Chloe movió sus pestañas
soñolienta—. Eso fue jodidamente hermoso. No me importa
quién lo sepa.

Al colocar un último beso en la boca de Chloe, Addie


sonrió y se movió de nuevo a su lado del asiento. Se ajustó la
ropa, puso todo correctamente, y encendió el motor.

—¿Podemos irnos ahora?

Chloe no se movía, sólo estaba ahí con sus pechos


colgando y sus pantalones cortos torcidos.

Ella hizo un gesto con la mano en el aire.

—Sigue conduciendo. A cualquier lugar donde quieras ir.

Resistió la tentación de pinchar uno de los pezones


expuestos, Addie condujo alejándose del área de descanso y
tomó nuevamente la carretera.
Tendrían tiempo de parar más tarde y limpiarse, tal vez
incluso aplicar un poco de maquillaje.

Cattle Valley, allá vamos.

18
Capítulo Dos
Melissa Danes arrugó un envoltorio de hamburguesa con
queso y disparó por encima del mostrador en un bote de basura.

—Dos puntos —dijo en voz alta, aunque no había nadie


cerca para oírla. A medio día durante la semana, la librería
estaba tan silenciosa como un depósito de cadáveres. A veces se
preguntaba cómo Naomi, su jefa y amiga, logró mantener
abierta Booklovers.

Ella se fue detrás del mostrador de ventas. Bebiendo un


refresco de dieta de un vaso de papel, Mel mentalmente bendijo
a Deb’s Diner por su servicio de entrega. La mayoría de los días
se traía un bocadillo y fruta de casa, pero algunos días, nada
más con una espesa y grasosa hamburguesa lo hacía muy bien.
Y una de las mejores galletas de chocolate del mundo. Ella 19
extendió una servilleta y colocó la gran galleta en él, aspirando
el aroma.

La puerta de entrada al abrir sonó, anunciando un cliente.


Mel miró como un grande, calvo hombre negro entró en la
tienda.

—¡Hey, Gill! ¿Cómo estás?

Sus piernas eran tan largas, que se dirigió al mostrador en


tan sólo unos pocos pasos.

—Hola, Mel. Kyle dijo que Naomi le llamó ayer sobre


algunos libros de cocina que él especialmente ordenó. Le dije
que me daría una vuelta y los recogería, pero se me olvidó.
—Ah, está bien. Déjame ver aquí. —Tecleó algunos botones
en el ordenador en el que estaba sentada al lado del
mostrador—. No querría enviarte a casa con algo equivocado, ya
que llevas un día de retraso y todo eso.

—Ni me digas. Se desató el infierno.

Ella sonrió, pensando en el guapo Gill que había estado


casado por menos de un año. Era difícil imaginar a Kyle Brynn
dar a alguien un mal momento. Parecía tan dulce como los
panecillos que hacía para su panadería.

—No me digas, la luna de miel se terminó.

Gill sonrió.

—No del todo. Pero esa es otra historia, y odiaría hacerte


sonrojar.

—Para eso. —Mel hizo un gesto con la mano con buen 20


humor. Sus amigos en Cattle Valley eran algunas de las mejores
personas que jamás había conocido, pero ninguno de ellos era
tímido al hablar de su vida sexual. A veces, parecía que los
grandes y masculinos chicos gay fueron los peores a la hora de
avergonzarla. Ella era tan pequeña en comparación con la
mayoría de ellos, y les encantaba tomarle el pelo por eso y casi
todo lo demás. Se centró en la pantalla del ordenador—. Aquí
vamos. Confitería, la Enciclopedia de dulces. Dang, como si el
hombre no supiera lo suficiente sobre dulces ya.

Gill levantó las manos.

—No me preguntes. Sólo hago lo que me dice. Hablando de


dulces... —Se inclinó sobre el mostrador e inhaló el aroma de su
galleta—. Me huele familiar.

Ella asintió con la cabeza.


—Me alegro de que Kyle empezara a ofrecer al comensal
sus productos horneados. Viendo que él no entrega como los
hace.

—Oh, él hace entregas. —Sonrió Gill—. Sólo tienes que


saber cómo pedirlo.

—¡Eres horrible! —Mel llegó desde detrás del mostrador—.


Voy a conseguir ese libro. Naomi probablemente lo guardó
atrás.

—Sí, señora.

Mel se fue a la sala de almacenamiento y recorrió los


estantes antes de que ella viera el libro de cocina.

Lo llevó hasta el registro y lo selló a la venta.

Gill le entregó una tarjeta de crédito, y ella la procesó.

—¿Cómo esta Kyle, de todos modos? Lo veo fuera de su


21
silla de ruedas algunos días, pero de nuevo en ella otras veces.

Él asintió con la cabeza.

—Es cansado. Todavía hornea en la silla, porque la cocina


está diseñada para eso. Después de su accidente años atrás,
nadie sabía si volvería a caminar. Sin embargo, su terapia física
va bien. Una vez que esté completo, y que esté dispuesto a
deshacerse de las ruedas, probablemente levante la encimera.

—Eres tan útil. Debe ser agradable ser capaz de hacer esas
cosas por el estilo. No puedo mover el martillo ni para salvarme.

Gill se rió entre dientes.

—Cuando le dije que lo haría, quise decir voy a hacer la


llamada a Hal Kuckleman. Él es un buen contratista y un buen
amigo. Sé que arreglará la cocina, cuando Kyle lo necesite.
—Entiendo. —Mel guardó el libro en una bolsa de papel—.
Aquí tienes, Gill. Espero que Kyle lo disfrute.

—Estoy seguro que sí, gracias. Entonces, ¿cómo va el


trabajo de agente de bienes raíces? ¿Cualquier nueva o
interesante mudanza a la ciudad?

Ella se encogió de hombros.

—Hasta ahora, no voy a ganar dinero suficiente como para


permitirme hacerlo a tiempo completo. Estoy trabajando con un
par de personas que quieren venir a vivir aquí. Nadie tan
famoso como tú. —Ella le sonrió.

—Mierda. —Gill hizo un gesto con la mano—. Eso parece


toda una vida atrás. Fue divertido, jugar a fútbol profesional lo
fue todo para mí. Ahora, honestamente puedo decir que no he
pensado en eso en años.

—Has encontrado algo más importante. 22


—Sí. Claro que sí.

La mirada en el rostro de Gill hizo que Mel sintiera un


cosquilleo estomacal. ¿Alguna vez encontraré a alguien que
hable de mí de esa manera? Incluso en la comunidad
homosexual de Cattle Valley, parecía poco probable. Un buen
hombre o bien en su caso, una buena mujer, era todavía difícil
de conseguir.

—Eso es tan maravilloso —reflexionó en voz alta.

—Antes de que te pongas melancólica por eso, mejor me


voy de aquí. —Se volvió y levantó la bolsa. —Dale las gracias a
Naomi de parte de Kyle. Y disfruta de la galleta. —Gil le hizo un
guiño y se fue.
—Nos vemos. —Mel lo vio alejarse, sintiendo nostalgia.
Fue agradable ver a la gente a su alrededor tan feliz, pero a
veces los celos atacaban dentro de su mente. Especialmente
cuando Naomi entabló una relación con una autora en la firma
en la librería. Al parecer, Courtney Croos se había enamorado
locamente de Naomi tanto como su jefa lo había hecho de la
linda y rubia mujer.

Courtney había arrancado las estacas y se mudó a Cattle


Valley, y se suponía que estaba trabajando en una novela basada
en su pequeña ciudad.

Mel estaba muy feliz por ellas, incluso cuando ella


caminaba a la tienda de comestibles a comprar pilas de repuesto
para su vibrador. Había sido su única compañía durante
demasiado tiempo, en ocasiones no podía evitar sentirse
irritada al respecto.

La puerta de entrada sonó otra vez, y varias personas 23


entraron, Mel miró su galleta con un suspiro antes de envolverla
y hacerla a un lado. Ya habría tiempo para eso más tarde. No
siempre era así.

A última hora de la tarde, Mel estaba cambiando el


escaparate de la ventana delantera cuando oyó un estruendo en
la calle. Miró y vio a un feo coche, descuidado, de color verde
oscuro cruzando lentamente por la calle principal. El ruido, el
sonido chirriante venía de él, parecía arrastrar algo metálico
que pegaba en el asfalto.
El coche fue más lento en frente de la tienda y luego hizo
un giro torpe y se detuvo.

Mel se asomó a través del parabrisas sucio, pero era


imposible ver al conductor.

Nadie de por aquí. Estaba segura de eso.

Cuando la mujer salió, se estiró después de lo que


aparentemente había sido una buena conducción, ella era difícil
de pasar por alto. Sus piernas eran torneadas y bronceadas
llevaba unos jeans cortos de corte bajo, con una camiseta
encima de ellos. Mel trató de no darse cuenta de la manera
sensual en que era llenada esa camisa, en cambio, saltó a la cara
de la mujer. Zoing. Su corazón dio un vuelco.

La extranjera era sin duda atractiva. Sus mejillas eran tan


delgadas como las de una modelo, pero sus labios eran gruesos
y tenían un tono bonito de color rosa. Los ojos oscuros se 24
alineaban en gran medida con un lápiz de maquillaje, pestañas
largas y gruesas resaltadas con rímel. El pelo corto negro con
puntas de color rojo enmarcaba su rostro. Wowza. Mel no había
visto a nadie más linda en la ciudad por décadas.

No iban muchos extraños a Cattle Valley. La mayoría de


los visitantes eran amigos o familiares de los residentes de la
ciudad. En el verano, tenían turistas, especialmente durante los
días del rodeo, pero eso fue meses atrás.

Mel observó a la mujer ajustar su ropa luego inclinarse


hacia abajo para ver su rostro en el espejo de la puerta de su
coche. Cuando se enderezó y miró hacia la librería, Mel se alejó
de la ventana.

Ella trató de actuar indiferente, hojeando una pila de


papeles, cuando la puerta sonó. Ella levantó la vista con tanta
naturalidad como pudo y le ofreció una sonrisa.
—Hola. ¿En qué puedo ayudarte?

La mujer se dirigió hacia ella. Si Mel no hubiera visto el


coche, podría haber creído que por la forma sensual de manera
informal era una actriz o modelo. Pero nadie, ni siquiera una
persona famosa que fuera de incógnito, elegiría esa nave vieja y
verde para conducir.

Ella le dio un recorrido a Mel, antes de responder.

—Estoy buscando a un hombre llamado Mel. Tia Brooks


me dijo que tendría las llaves de la posada de cama y desayuno
que he comprado.

—¿Lo has comprado? —Mel parpadeó, tratando de ocultar


su sorpresa.

—Sí. Soy Adeline Murphy. Soy la nueva propietaria de la


Posada de Apple Valley. —Miró a Mel por un momento y luego
preguntó—: ¿Entonces, está cerca? ¿Mel? 25
Los latidos del corazón de Mel latieron tan fuertes que
pensó que la otra mujer sin duda lo oiría.

Se aclaró la garganta y trató de mantener la calma.

—Soy él. Quiero decir, ¡yo soy Mel! Melissa. Melissa


Danes. —Ahora estoy balbuceando. Cerró la boca.

La expresión de mujer cautelosa cambió a una sonrisa por


primera vez.

—¿Tú eres Mel? Vaya, lo siento por eso. Supongo que Tia
no especificó. Sólo dijo Mel tendrá las llaves, y supuse que...
bueno, de todos modos, lo siento.

—No hay problema. Tengo las llaves. No te esperaba. Tia,


dijo que llamarías.
—Nunca me dijo eso. O si lo hizo, se me olvidó. Estaba con
prisas la última vez que hablamos.

Mel asintió con la cabeza.

—Su madre estaba enferma. Supongo que te lo dijo. Tia


estaba ansiosa por volver a casa. Es de Jamaica, ya sabes.

Adeline se rió entre dientes.

—Me di cuenta por su acento cuando hablaba por teléfono.


No hay lugar a dudas. Así que... —Ella miró alrededor de la
tienda y luego dejó que sus ojos se posaran de nuevo en Mel.

Las pupilas oscuras parecían mirar a través de ella. Mel se


movió incómoda de un pie al otro. Normalmente no era tímida
con las personas. ¡Trabajo al por menor, por amor de Dios!
Estoy cerca de la gente durante todo el día. Algo acerca de esta
mujer la hizo estremecerse, sin embargo.
26
—Linda Librería. —Adeline miró a su alrededor otra vez.

—Gracias. Mi amiga es la dueña, yo sólo trabajo aquí. —


Mel tocó una pantalla del último best seller colocado en el
mostrador—. ¿Te gusta leer?

—Cuando yo… —La puerta principal se abrió, el sonido de


la campana interrumpió sus palabras.

—Pensé que estabas recogiendo las llaves. ¿Decidiste parar


y comprar o algo así? —Una mujer rubia con ropa incluso más
escasa que la que llevaba Adeline caminó hacia ellas.

Miró a su alrededor a los estantes de libros a su paso con


una expresión de disgusto en su rostro.

—No parece haber mucho para comprar aquí.


Mel estudió a la recién llegada. Sus pechos apenas eran
ocultados por la ligera blusa que llevaba, pero incluso con la
sexualidad descarada, Mel no la encontró atractiva. Donde
Adeline llevaba un maquillaje ligero, ella llevaba su delineador
de ojos hasta el punto de la exageración. Gruesas líneas negras
enmarcaba sus ojos azules, dándole un aspecto de mapache.

—No he estado aquí tanto tiempo —murmuró Adeline—.


Sólo estaba hablando.

—¿Ah, sí? —La mujer miró a Mel con desconfianza en sus


ojos. Ella buscó en su bolsillo y sacó un paquete de cigarrillos y
un encendedor.

Mel vio con incredulidad que lo encendía, y sopló una


ráfaga de anillos grises hacia el techo. Frunció el ceño, Mel
sacudió el pequeño 'No fumar' en el mostrador.

—No se puede fumar aquí. 27


—¿Por qué no me sorprende? —La recién llegada giró los
ojos, bateó las pestañas para el efecto—. Me lo llevo afuera,
entonces. ¿Supongo que está bien que fume afuera en la aldea
de Cow?

—Cattle Valley —Adeline la corrigió en voz baja—. Ve


afuera, ahora voy.

—Voy a estar esperando por ti. —Ella le dio a Mel otra


mirada mordaz, antes de dar la vuelta lentamente y salir de la
tienda, una estela de humo por encima de ella.

Adeline agitó la nube gris frente a su cara.

—Lo siento. Ha sido un viaje largo y agotador.

—Está bien. —Mel llegó detrás del mostrador agarró su


bolso y sacó un llavero grande.

—Aquí tienes. Has estado en la posada, ¿verdad?


—No. En realidad, nunca he estado ahí. Sólo imágenes.

—Oh. —Mel levantó las cejas. Por lo general no se


sorprendía mucho, pero esta mujer hacía precisamente eso. —
¿Compraste algo tan caro sin echarle un vistazo?

Adeline se encogió de hombros.

—El horario no me permitió venir a verla. Realmente


debería ir. Si pudieras dirigirme al lugar...

—Por supuesto. Es en la esquina de Nogal y Bower, cerca


de Beauregard Park. —Señaló—. Ve hasta el semáforo y gira a la
derecha. Es sólo un par de calles. No te puedes perder.

—Gracias. —Adeline le arrebató el llavero y se apresuró a


la puerta principal. Cuando llegó ahí murmuró—Uh oh.

—¿Qué pasa? —Mel siguió, mirando por la ventana. Ryan


Blackfeather estaba agazapado detrás del auto grande, verde, 28
examinándolo.

—¿Él es un policía? —preguntó Adeline con un suspiro de


cansancio.

Llevaba una camisa de uniforme, pero con sus jeans


gastados y larga cola de caballo, negro, Mel estuvo de acuerdo
en que era un poco difícil de decir.

—¿Ryan? Bueno, sí, él es el sheriff. Pero está bien. Vamos.

Abrió la puerta y miró a su alrededor. No había tráfico el


otro lado en la calle. Podía salir de la tienda por un momento.

—Hey, Ryan —gritó.

Se enderezó y la miró.

—Hey, Mel. ¿Cómo va el negocio de los libros hoy?


—Bastante bien. ¿Cómo está el negocio sheriff? —Lanzó de
vuelta como un saludo estándar.

—Acabo de recibir una vista muy interesante. —Le sonrió a


Adeline y luego se volvió a la otra mujer que se quedó parada
fumando su cigarrillo con irritación.

Adeline sonrió nerviosamente.

—¿Hay algo malo?

Se rascó la cabeza y miró hacia el coche.

—¿Esto no estaba haciendo un ruido horrible cuando


caminaba?

—Bueno, algo así. —Ella se ruborizó.

La más linda sombra de color rosa. Mel comprimió el


cosquilleo en el estómago y trató de hablar con coherencia.
29
—Fue un toque ruidoso. Ryan, ella es Adeline Murphy, la
nueva propietaria de la Posada de Apple Valley. Adeline, el
sheriff Ryan Blackfeather.

—Hola, sheriff. —Ella dio un paso adelante y estrechó la


mano del alto nativo americano.

Era alto como 1,89 metros, e incluso con sus largas


piernas, la empequeñecía.

Mel sonrió. Ryan era estrictamente gay no con uno, sino


con dos compañeros en casa. Sin embargo, encantaba a las
mujeres mejor que cualquier otro hombre que conociera.

—Encantado de conocerte, Adeline. —Él asintió con la


cabeza cuando se saludaron.

—Addie. Y ella es Chloe. —Addie hizo un gesto a su


compañera.
—Chloe —reconoció.

La rubia fumaba y lo miró.

Él miró a lo lejos, lanzando una mirada divertida a Mel


antes de volver a Addie.

—El soporte del silenciador se cayó. Seguramente se cayó


en medio de la carretera. Te recomiendo llevarlo hasta el garaje
de Gill en la misma calle. Hace un buen trabajo a un precio
razonable.

—Gracias. Voy a tener eso en mente, sheriff. En este


momento, sólo quiero llegar a la posada. Hemos tenido un largo
viaje, y estamos exhaustas. —Addie se fue al lado de Chloe y
sacudió su brazo—. Vamos.

—Sí. —Chloe dejó caer su cigarrillo, apagando la colilla con


la punta de su sandalia. Dio la vuelta a su lado del coche y entró.
30
Addie encendió el motor y el coche volvió a la vida. Ella
asintió con la cabeza a Mel y a Ryan, a continuación, salió
raspando el silenciador mientras se alejaba.

El sheriff pisó la colilla de cigarrillo lentamente y la miró


antes de detenerse junto a Mel.

—El silenciador se apagará antes de que ella llegue a la


calle Ash.

—No estoy segura de haber visto un coche más viejo.

Ryan sonrió.

—Yo solía tener un Rambler cincuenta y siete de Nash.


Pero fue la guinda, no como ese pedazo de mier… —Tosió
cortésmente—. Coche.

Mel sonrió.
—Gill es un mago. Mantiene mi pequeño Mazda
funcionando perfectamente. Se lo puede arreglar, estoy segura.

Ryan miró el viejo coche en camino a un par de manzanas


por la calle principal. Negó con la cabeza.

—Cuanto antes, mejor.

31
Capítulo Tres
Addie siguió las instrucciones y terminó directamente en
frente de la casa más hermosa que jamás hubiera visto, la
posada Apple Valley cama y desayuno. Mi casa. Se dirigió por el
camino de entrada y se detuvo, mirando con asombro.

—¿Es algo, no?

—Es grande. —Chloe salió del coche.

—¡Es hermosa! —Addie siguió, agarrando su bolso y el


nuevo llavero. El gran porche delantero era acogedor, con sillas
de patio y mesas pequeñas, agrupadas en varios lugares.

—¿Ellos dejaron los muebles? —Chloe tocó la parte trasera


de uno de los asientos de madera.
32
—Sí, Tia accedió a dejarlo todo. Ella tomó sus decoraciones
y arte de la pared, pero se dejó el mobiliario, incluyendo ropa de
cama y servicio de mesa. —Addie jugueteó hasta que encontró la
llave correcta para abrir la puerta principal. El interior estaba
oscuro, y ella buscó a tientas un interruptor de luz. Finalmente
lo tocó y lo presionó, y una lámpara en la esquina se iluminó—.
Bueno, el aparato está encendido. Llamé, pero nunca se sabe.
Todas las cortinas y las persianas están cerradas. Tengamos un
poco de luz aquí para que podamos ver lo que tenemos. —Ella
pasó de una ventana a otra las cortinas y subió las persianas de
vinilo.

—Oh, mi... —murmuró Chloe.

En la última serie de ventanas, Addie se dio la vuelta para


ver su nuevo hogar adecuadamente, por primera vez. Su
corazón se hundió. Basura, latas de cerveza y envoltorios de
comida esparcidos por el suelo.
—Los últimos propietarios fueron una mierda. —Chloe dio
una patada a un montón de basura, y algo corrió fuera de ella—.
¡Oh, Dios mío! —gritó.

—¿Qué demonios fue eso? —Addie se acercó—. No era una


rata, ¿verdad?

—No, sólo una maldita cucaracha grande, creo. Este lugar


es asqueroso. No puedo creer que alguien lo dejara así para el
nuevo propietario.

Addie se acercó a uno de los dos sofás en la recepción de


enfrente y zona de estar. Sus cojines estaban torcidos, y ella
enderezó uno. Las quemaduras de cigarrillo cubría la parte
superior de la almohadilla de espuma en primer lugar. —No
creo que Tia lo dejara en esta condición. Mira esto. —Sostuvo la
almohada para arriba.

—Un pequeño lugar, está bien, los accidentes ocurren. 33


Pero a nadie se le permitiría quedarse en el sofá. Ella habría
tenido que recuperar o reemplazar, lo que sea. No, no creo que
ella dejara el lugar así.

—Vamos a mirar un poco más. —Chloe caminó un poco


más por la casa. Encendió otra luz—. Con suerte, la cocina
estará en mejor forma…

Addie se congeló en sus pasos detrás de Chloe.

—Mierda —murmuró.

La cocina era peor que el cuarto delantero. Alimentos y


basura en todos los rincones.

Los insectos habían tomado, obviamente, más. Bordeando


las pilas de platos rotos, fue y se paró frente a los aparatos de
última generación. La nevera estaba abierta y vacía,
básicamente. Parecía que había sido limpiada en algún punto.
Alguien había derramado las cosas en todo el interior, y no
parecía un accidente. La cocina una vez bella de cromo ya no era
de plata. El corazón de Addie se hundió.

Alguien había creado un incendio en la parte superior.


Todo estaba quemado, negro.

—Esto es una mierda. —Chloe miró alrededor.

—¡El resto de la casa! —Addie corrió de habitación en


habitación, corriendo por las escaleras y abriendo todas las
puertas de las habitaciones. Estaba llorando en el momento en
que vio la última de ellas.

Las almohadas habían sido cortadas en rendijas, las


plumas cubrían todas las superficies. Malas palabras fueron
talladas con un cuchillo, el decorado de madera de los
aparadores y cabeceros de las camas y los colchones fueron
destripados, sus anillos y el relleno esparcidos por el suelo. Ni 34
una sola habitación estaba intacta.

Un ligero olor de orina flotaba en el aire.

—¿Se orinaron en los colchones? —Chloe olisqueó con


disgusto.

Addie mantuvo la cabeza por un momento, luego se volvió


y se dirigió escaleras abajo. Ella estaba temblando en el
momento en que llegó a la planta principal, las lágrimas caían
por la ira. Chloe se quedó dos pasos detrás de ella y gracias a
Dios no dijo nada. Addie no estaba dispuesta a tener una
pequeña charla. Tenía que llamar a alguien, pero estaba tan
enfadada que tenía que tomar un minuto para calmarse.

Había un teléfono en el mostrador de recepción. Ella


levantó el auricular, sin esperar que funcionara, pero escuchó el
tono de marcado.
Marcó el número universal de información, le pidió a la
operadora el número de Booklovers luego dejó que la mujer de
forma automática hiciera la conexión por un módico precio.
¿Qué diferencia tiene una pequeña cuota ahora? Miró alrededor
de su posada con estupefacción e incredulidad.

—Booklovers, soy Melissa, —respondió una voz suave.

Esto atravesó a Addie por un momento. Melissa. La


morena de profundos ojos marrones y una bella sonrisa. Ella
nunca había esperado encontrar a alguien lucir así cuando llegó
a Cattle Valley. Addie negó con la cabeza, limpiando la imagen
de su mente. Este no era el momento.

Miró a su alrededor. Nunca esperé esto, tampoco.

—Melissa, soy Addie Murphy. La posada está en mal


estado. —Su voz se quebró con la frustración.

—Lo siento, Addie. Sé que Tia se fue de prisa. 35


Probablemente podría haber limpiado mejor, pero lo que vi
parecía bastante decente. Por supuesto, no revisé alrededor o
miré demasiado de cerca.

—¿Estuvo acampando aquí, tal vez tuvo una fiesta salvaje o


tres, dejó la basura y latas de cerveza por todas partes y se
mearon en mis colchones? Ah, y los insectos. Ahora tenemos
ratas, también. Pero no hay muebles o almohadas, porque han
sido arruinados. —La ira burbujeaba bajo la superficie, y Addie
no estaba segura de que pudiera aguantar por mucho tiempo.

—Addie, ¿de qué estás hablando? —preguntó Mel


lentamente.

—¡El lugar es un basurero! —gritó—. ¡Es horrible! Oh, Dios


mío, es jodidamente horrible.

Las lágrimas le ahogaron la voz. Ella sacó el teléfono de la


oreja.
Oyó hablar a Mel en el otro extremo de la línea, pero lo
que dijo la mujer no importaba. No debería haberla llamado. La
sorprendente mujer de pelo oscuro no tenía nada que ver con la
posada, que no sea guardar las llaves. Alguien había entrado en
la posada, obviamente. Tenía que llamar a la policía.

Addie puso el teléfono en la oreja.

—Addie, ¿me oyes? Permíteme colgar el teléfono y llamar a


la oficina del alguacil. Estaremos ahí, tan pronto como nos sea
posible.

—No tienes que venir —protestó Addie. No necesito esa


distracción—. No sabía a quién llamar.

—Estoy en camino. Voy a llamar a Ryan primero. Cuelgo,


vamos a estar ahí. —La línea se cortó.

Addie colgó el auricular. Se sintió mejor al saber que


Melissa iba a venir, aunque no estaba segura por qué. Las cosas 36
estaba tan mal, que ella estaba buscando a quien pudiera
conseguir.

—¿Qué está pasando? —Chloe se sentó en una de las pocas


sillas que quedan intactas, mordisqueando una barra de
chocolate.

Intermitente en su incredulidad, Addie frunció el ceño.

—¿Cómo puedes comer después de ver esto?

Chloe se encogió de hombros.

—Tengo hambre. No hemos tenido mucho que comer hoy.


El desayuno y el almuerzo eran dos meriendas rápidas en el
coche. Espero que podamos conseguir algo mejor para la cena.

Abrazando su estómago, Addie miró a su alrededor.


—No podría comer aunque lo intentara. Espero no
enfermar.

—Yo también. —Chloe hizo una mueca de disgusto—. Eso


sería grave. —Se acabó el dulce y encendió un cigarrillo.

—¿Aceptarías salir, por favor? —Addie ordenó.

—¿Qué diferencia hay? —Chloe le contestó de vuelta—.


Este lugar es un basurero. Una colilla de cigarrillo o dos no van
a empeorar las cosas. —Ella echó sus cenizas en una pila de
basura.

Addie miró con horror, pensando que la cabeza podría


explotarle. Se dirigió hacia el porche y se agarró a la barandilla
para no caerse. Si hubiera estado de pie en un puente en ese
momento, su primer impulso hubiera sido saltar.

Trató de ponerse en el lugar de Chloe por un momento. La


otra mujer no tenía todo el dinero a su nombre invertido en esta 37
pocilga destartalada. No debería, probablemente, sentirse tan
mal como ella se sentía. Esto era su carga, así que la tenía que
llevar.

Dos vehículos llegaron a la calzada, uno al lado del otro.


Una SUV negra con luces en la parte superior de la policía fue el
primero, pero el conductor del pequeño Mazda azul, salió antes
que el oficial. Melissa ni siquiera cerró la puerta de su coche,
sólo corrió hacia el porche delantero de una carrera completa.

—Addie —fue su voz entrecortada—. ¿Estás bien?

—Estoy bien —dijo Addie amargamente—. Es mi casa, la


que necesita el mantenimiento de vida.

Mel se asomó a la puerta principal abierta.

—¡Oh, Dios mío! ¡Oh, no!


Addie la miró con sorpresa. ¿Qué ella estuviera tan
molesta por el lugar? Tal vez viendo el lugar había sido su
responsabilidad. Tia nunca se lo había dicho, pero tal vez ella
había dejado a Mel a cargo de la posada.

—Buenas tardes, señora. —Un joven, de pelo oscuro,


vestido con una camisa de uniforme y pantalones vaqueros,
salió al porche.

Mel miró hacia atrás por encima del hombro.

—Addie, se trata de Roy Jenkins, uno de nuestras


autoridades. ¡Roy, mira esto!

Él se quitó el sombrero por Addie y pasó por delante,


deteniéndose en la puerta junto a Mel.

—Mierda. —Él se sonrojó en un tono tenue de color rosa—.


Disculpe, señora. Esto es malo.
38
Addie se movió detrás de ellos.

—Se pone peor. La cocina está destrozada. Los platos están


rotos, los aparatos están destruidos. No hay un mueble que sea
servible. —Ella miró donde Chloe estaba sentada en la única
silla, fumando—. Bueno, a excepción de la silla.

—Maldita sea. —Roy rozó al pasar a Mel y entró.


Inspeccionó el daño con Mel a sólo unos pasos detrás de él.

Addie no podía soportar subir de nuevo. Ella esperaba en


la habitación de en frente, mirando por la puerta abierta.

—Obviamente, es el trabajo de vándalos, —anunció Roy


cuando llegaron a bajar.

—Es probable que sean algunos niños de Sheridan.


Tenemos un par de adolescentes de por aquí que pueden hablar
acerca de esta mierda. Uno de ellos debe haber mencionado que
el lugar estaba vacío, y los otros se aprovecharon.
—Vernie Adams —anunció Mel, temblando de
indignación—. Es una buena pieza, imbécil. Está prohibido en la
tienda, porque Naomi lo sorprendió robando en tres ocasiones.
No es que no sepa leer, claro está. El pequeño Neandertal,
probablemente sólo se mira las fotos.

Addie la miró.

—¿De verdad crees que podría estar involucrado en esto?

—No lo pondría por delante de él. Corre con su coche


arriba y abajo de la calle principal cuando sabe que no está la
autoridad.

—Ahora, simplemente se atiene. —Roy levantó las


manos—. Vamos a hablar con Vernie y un montón de personas.
Pero nos dejas esto a nosotros.

—¡Simplemente me hace estar tan-tan-enojada! —Mel


explotó, las lágrimas corrían por su rostro—. Este hermoso lugar 39
en ruinas. No es justo. ¡No es justo! Addie no debería tener que
hacer frente a esto en su primer día en la ciudad. —Se dio la
vuelta hacia la pared, secándose los ojos con el dorso de la
mano.

Addie la miró fijamente. No pensaba que algo podría


sorprenderle más, después de las cosas que había pasado en su
vida. El destrozo de la posada la había sorprendido el infierno
fuera de ella. Sin embargo, Melissa, la sexy, mujer de pelo
oscuro que nunca había esperado encontrar, continuaba
sorprendiéndola.

Una figura grande, descomunal llenó la puerta.

—Roy, ¿qué tenemos aquí?

Addie miró hacia el sheriff que había conocido antes. Ryan


algo. Su piel se tiñó un poco, y ella recordó que tenía un nombre
nativo americano.
—Hola, jefe Blackhorse. —Sonrió Chloe, una sonrisa
molesta en la cara.

Ryan entró en la posada.

—Es Sheriff Blackfeather, señora. —Arrastró su mirada de


ella y miró a su alrededor, dando un silbido.

—Bueno, Sheriff. —Chloe se puso en pie con las manos en


las caderas—. No se ve como si tú o Barney Fife aquí se las
hayan arreglado para hacer su trabajo muy bien. ¿Cómo pudiste
permitir que esto sucediera? Hemos venido hasta aquí sólo para
descubrir que nuestra casa está en ruinas. ¿Cómo se supone que
vamos a estar aquí? Me parece que su departamento debe
asumir cierta responsabilidad. Nos pondrán en un buen hotel
por un tiempo hasta que tengamos este lío cubierto.

Addie miró y casi podía verlo refrenar su temperamento.


¿Qué demonios estaba pensando Chloe? Tenemos que vivir en 40
esta ciudad. ¿Por qué atacar al sheriff, por el amor de Dios? Dio
un paso adelante.

—Yo no voy a ninguna parte. Este lugar era mi sueño, es


mi casa. Va a llevar tiempo, pero lo voy a limpiar. —Miró a
Chloe—. No necesitamos un hotel.

—Tienes que estar bromeando. —Su amiga puso los ojos


en blanco y soltó un resoplido, causando que su flequillo
ondeara.

—Escucha. —Ryan se dirigió a Addie—. Roy va a tomar


algunas fotos. Así podré llamar a un equipo de limpieza para
limpiar lo peor de todo este lío. Debemos ser capaces de sacar la
basura, por lo menos.

—Y los roedores. —Mel se estremeció.

Ryan cogió una caja de pizza con moho y los insectos


arrastrándose por todas direcciones.
—¡Cristo en una muleta! Eso es jodidamente asqueroso.
Voy a llamar a Joe Knapp en Sheridan. Es el mejor
exterminador por lo que sé. Estoy seguro de que puede estar
aquí más tarde y hará la aspersión, una vez que la basura esté
fuera.

Se volvió a Roy.

—Fotografía todo. El polvo para las huellas digitales.

—No hay problema. —Roy se fue a trabajar.

Addie se acercó a Ryan.

—Aprecio esto, pero realmente no puedo pagar mucho en


estos momentos. Tengo un cheque procedente de la finca de mi
padre, y una vez que lo consiga, voy a estar bien. Pero por el
momento…

Ryan levantó una mano. 41


—No hay problema. Vamos a hacer lo que hay que hacer, y
nos preocuparemos por resolverlo más tarde. Debes verificar tu
seguro, también. Habrá un deducible, pero todo esto debe estar
cubierto.

—¡Seguro! —La mente de Addie corrió. Me había olvidado


de eso. ¿Ya había pasado la política en vigor? Por favor, deja que
la posada esté cubierta por el seguro. Eso podría salvarla.

Le tocó el brazo.

—Tienes un seguro, ¿verdad?

Addie se echó a reír, haciéndole señas.

—Por supuesto, lo tengo. Sólo tendría que llamar a mi


agente.
Sea quien fuera en el infierno. Se acordó de alguien
insistiendo en que la cobertura era necesaria, pero no mucho
más que eso.

—Está bien. —Él la miró una vez más—. Roy, avísame


cuando hayas terminado. Voy a reunir a un equipo para
empezar aquí con palas. No será perfecto, pero espero que esta
noche este más habitable.

—Gracias, Sheriff —Addie le dijo con sinceridad.

—Llámame Ryan. —Sonrió.

Las comisuras de sus ojos se arrugaron, y se dio cuenta de


lo bien que se veía. Ella nunca había sido demasiado amable con
los policías, pero éste parecía estar bien. Addie asintió con la
cabeza hacia él.

—Nos vemos más tarde, Ryan —dijo Chloe en voz alta.


42
—Puedes llamarme Sheriff, —murmuró Ryan en voz baja,
apenas lo suficientemente fuerte para que Addie y Mel
escucharan. Les hizo un guiño y se fue.

Addie sonrió mientras lo veía salir. Por primera vez desde


que había llegado, se sentía mejor. Podría haber sido el
ofrecimiento de ayuda o el recordatorio de su póliza de seguro.
No podía evitar la sensación de que tenía algo que ver con la
mujer que estaba a su lado. La emoción de Mel la había
conmovido profundamente. Vino completamente de la nada, y
el sentimiento de mucho más que Chloe parecía tener en esta
situación.

—Voy a correr a casa y cambiarme —le dijo Mel—. Debería


comprobar con Naomi en la librería, pero estaré de vuelta para
ayudar a limpiar.

—No tienes que hacer eso —insistió Addie.


—Sé que no tengo que hacerlo. —Mel le apretó el brazo—.
Quiero hacerlo.

—Bueno, gracias. —Ella quería decir más, pero Mel ya se


había vuelto y se había ido.

—Snippy pequeña perra. —Chloe encendió otro cigarrillo


mientras veía a Mel irse—. Todo esto es culpa de ella.

—¿Cómo puede serlo? Ella sólo guardaba las llaves, no


montar una guardia de 24 horas en el lugar. —Addie se frotó las
manos sobre sus brazos—. Ella es realmente agradable.

Chloe tomó la barbilla de Addie y acercó la cara para un


beso.

—Te voy a mostrar lo agradable que puedo ser, una vez


que por fin estemos solas en este tugurio. No puedo esperar
para poner mis manos sobre ti. —Ella acarició uno de los pechos
de Addie a través de su camiseta. 43
El sexo era la última cosa en la mente de Addie. ¿O esto?
Una imagen de Mel flotó en su mente y parpadeó. Tal vez sexo
con la cada vez más molesta Chloe no era lo que quería. Melissa
Danes, ella era otra historia.

Roy terminó con el cuarto delantero y se trasladó a la


cocina. Inseguro por dónde empezar, Addie agarró una bolsa de
basura y comenzó a guardar las cosas en ella. La tarea parecía
abrumadora, pero se obligó a no pensar de esa manera y siguió
trabajando. Chloe no estaba por ningún lado, que era casi una
bendición.
La última vez que Addie la había visto, ella tenía sus pies
apoyados en la barandilla del porche delantero, fumando y
quejándose.

Addie escuchó el tráfico en frente de la casa, pero trató de


ignorarlo. Si ella se detuviera a mirar cada vez que alguien
pasaba, nunca haría nada.

—¿Addie, estás aquí? —Sonó la voz de Mel.

—En el comedor —respondió ella y se limpió el sudor de la


frente con el dorso de la mano.

—¡Hey! —Mel caminaba con un grupo de personas detrás


de ella—. Addie Murphy, se trata de Rance Benning, Jeremy
Lovell y Bo Lawson son del rancho Back Breaker.

Un hombre alto, de pelo negro de vaquero retiró la bolsa


de basura de la mano de Addie y le dijo: —Cómo está, señora.
44
Ella arqueó las cejas, sin saber qué decir. Más personas
llegaron al lugar.

—Se trata de Nate Gills y Río Adega. —Mel se acercó a


ella—. Son los compañeros de Ryan.

—Lindo, ¿no? —Más fuerte, agregó—. Ella es mi jefa,


Naomi Rivers, y su novia, Courtney Cross. Naomi cerró la tienda
temprano para venir a ayudar.

Addie miró desde el hombre guapo con el pelo corto al


igualmente guapo con cabellos largos y sueltos. ¿Compañeros
de Ryan? Cattle Valley, sin duda va a ser interesante. Las dos
mujeres le sonrieron, una rubia y una pelirroja, y Addie no tenía
idea de cuál era cuál. Pero parecían amables, y vinieron aquí.
Eso significó mucho, por lo menos, pensó. Se volvió a Mel y le
susurró: —¿Por qué toda esta gente está aquí?

Mel sonrió.
—Se trata de Cattle Valley. Esto es lo que hacemos. No lo
dudes, sólo un paso al costado, y vamos a ir a trabajar.

—No voy apartarme a un lado. ¿Dónde va ese tipo con mi


bolsa de basura?

El hombre de pelo corto entró detrás de ella.

—Ya lo ha llenado y está trabajando en otro. Soy Nate, por


cierto, en caso de que lo perdieras en esa ráfaga de
presentaciones. Cuando todo esto esté dicho y hecho, me
encantaría ayudarte a decorar este lugar. Ahora que Tia y sus
muñecos de vudú de Jamaica se han ido, esta casa tiene un
potencial real.

Addie logró una sonrisa incierta.

—Yo también lo creo. Gracias, Nate.

Sus ojos brillaron, y se trasladó junto a su pareja. Río, 45


Addie, recordó. Nate parecía estar dando instrucciones más que
trabajar, y Río parecía estar dándole una mierda al respecto. La
mirada en sus ojos cuando se miraban el uno al otro era una de
las cosas más increíbles que jamás había visto. Addie notó que
tenían algo especial, no importa cuánto se burlaban uno del
otro.

Anduvo a la sala y vio al menos a seis personas más


trabajando ahí. El lugar se veía mucho mejor, y Addie sintió una
oleada de alegría en su corazón.

—Esto es tan bonito de parte de todos ustedes —le dijo a


nadie en particular.

—Fue una canallada lo que te ha pasado. —Otro guapo, de


pelo oscuro le sonrió—. Soy Matt Jeffries, el fisioterapeuta de la
clínica. Tenía una hora entre las citas y pensé en echar una
mano.
—Eso es tan amable. —Estaba sorprendida por el apoyo
que estaba recibiendo de la gente que ni siquiera conocía. ¿Un
tipo con una hora entre las citas vino a ayudarme? Es
asombroso. No hay otra palabra que pareciera encajar.

Addie paseaba por las habitaciones limpias y pulidas de su


posada. El mobiliario aún estaba arruinado, pero lo que quedó
brilló y brilló. Los vaqueros habían arrastrado todos los
colchones a un camión, que alguien les había enviado. Había
visto a un par de personas llevar un colchón diferente, junto con
un montón de ropa de cama, para hacerla utilizable en la
habitación. Después Mel y otras dos mujeres terminaron en la
46
suite del propietario, Addie se acercó y encontró la cama hecha
con sábanas y un edredón muy azul que sabía que no había
estado ahí antes.

Incluso hubo dos almohadas enormes, una vista agradable


teniendo en cuenta lo cansada que de repente estaba.

—Esa fue una buena pizza. —Chloe la siguió, una botella de


cerveza en la mano.

—¿De dónde sacaste eso? —Addie se sentó en el borde del


colchón.

Chloe se encogió de hombros.

—Quien trajo la pizza trajo la cerveza, también. Hay un


montón de otros alimentos en la nevera. No tengo idea de
dónde vinieron.
Addie trató de recordar a quien había visto cargando
bolsas. Mel. Por supuesto. Cuando la limpieza fue completada,
el grupo se había movido hacia el porche para que el
exterminador pudiera hacer lo suyo. Él había rociado a fondo y
prometió a Addie que volvería dos veces por semana, hasta que
estuvieran seguros de que el problema estaba bajo control.

Mientras estaban fuera, Ryan había vuelto con un montón


de cajas de pizza y bebidas.

Addie estaba tan agradecida que hubiera alimentado a


todo el mundo. Era exactamente lo que ella habría hecho si
hubiera podido. De alguna manera, encontraría una manera de
devolver la ayuda a Cattle Valley. Una vez que abriera la posada,
y el dinero fuera regular. Ella sonrió ante la agradable idea.

—Ellos trajeron galletas con chispas de chocolate, también.


—Chloe comía una, y las migas caían al suelo.
47
—¡Hey! Acaban de limpiar aquí. —Addie agarró la galleta
de la mano y recogió las migajas—. Ve a comer a la cocina, por
favor. Usa una toalla o un plato o algo así.

—Mira quién es la señorita pantalones Snotty esta noche.


—Chloe le arrebató su galleta y se fue pisando fuerte en
dirección a la cocina.

Addie suspiró. Sacó su ropa y se dirigió al cuarto de baño.


No había desempacado del todo, pero sus maletas estaban
abiertas, y era fácil encontrar lo que necesitaba. Jabón, champú
y una toalla lo haría por esta noche. Quería asearse e ir a la
cama.

Se metió en el combo de la ducha-bañera y corrió la


cortina de plástico. Hubo una buena presión, y el agua se sentía
agradable y cálida. Esta noche, estaba agradecida por los
pequeños favores. Estaba de pie con el rostro vuelto hacia el
chorro cuando algo se movía detrás de ella.
Aterrorizada, Addie se dio la vuelta y vio a una desnuda
Chloe subir a la ducha.

—¿Qué estás haciendo?

—Justo lo que prometí. ¿Recuerdas lo que dije acerca de


estar solas?

—Chloe, yo… —la protesta de Addie se cortó con un beso.


La lengua que se clavó en la boca con sabor a cerveza y
chocolate, sabores no del todo desagradables. Ella trató de
apartarse, pero dos manos la estrecharon con firmeza,
amasando sus pechos y corriendo por su piel resbaladiza y
húmeda.

—No discutas —murmuró Chloe, sus bocas se seguían


tocando—. Voy a hacer el amor contigo. Necesito hacer el amor
contigo.

Addie se retorció cuando una mano anduvo a tientas en su 48


entrepierna, abriéndose paso entre sus piernas.

Los dedos abrieron los labios y la punta abriéndose paso,


pinchando su coño. Bueno, tal vez. Ella no estaba interesada,
pero de repente fue demasiado tarde para volver atrás. Apoyada
contra la pared de azulejos, Addie abrió las piernas para
permitir un mejor acceso.

Chloe se aprovechó. Sus dedos unidos en la forma de un


cono, ella la folló agresivamente. Ella bajó sus labios hacia los
pechos de Addie y amamantó un nudo mojado, arrugado.

—Esa es mi chica. —Sus dientes rozaron el pezón—. Le


gusta a la intemperie. Sí te gusta que te follen duro y rápido.

Addie se quejó, formando un cosquilleo en su región


inferior. Chloe siempre le decía que le gustaba lo fuerte y rápido.
Eso era lo que a Chloe le gustaba. No se sentía mal, sólo intenso.
Definitivamente esto la sacaría muy rápidamente. Ella
empujó sus caderas por lo que la mano que empujaba afectaría
a su clítoris.

Chloe cambió de pezón, aprovechándose del segundo


dentro de su boca. Lo chupó con firmeza, con una fuerte
presión.

La sensación se convirtió en incómoda, y Addie hizo una


mueca.

—¡Ay!

—Lo amas. No fastidies. Tú eres mi perra en celo, y te


gustan las cosas duras.

La charla fue un poco desagradablemente dominante, pero


en ese momento, las sensaciones fueron suficientes para enviar
a Addie sobre el borde de todos modos. En espiral hacia un
clímax que, por unos momentos, le permitió olvidar los 49
problemas del día. Se apoyó contra la pared de la ducha,
jadeando y respirando para recuperar el aliento.

Chloe le sonrió, todavía lamiendo el pezón


seductoramente.

—¿Ves lo bueno que era?

—Fue agradable —admitió Addie—. Tienes una boca sucia,


pero eres buena.

Levantando su cara hacia la de ella, Chloe presionó sus


cuerpos juntos.

—Ven a besar mi boca sucia. Entonces dime lo que me vas


a hacer. Necesito tanto, nena. Necesito que me lo hagas.
—Puedo hacer eso. —Addie le sonrió. Chloe era muy linda
cuando no estaba siendo desagradable—. Vamos a salir de la
ducha y llegar a la cama. Voy a extender tus piernas y lamer
cada centímetro de ti.

—¡Ooh, voy en camino! —Chloe cerró la llave del agua y


cogió dos toallas. Ella se secó y se dirigió a la cama.

Addie se movió más lento, tratando de racionalizar las


cosas en su mente. Tengo que estar aquí con Chloe.

Habían recorrido todo este camino juntas. Esto era lo


correcto. Pero mientras se arrastraba entre los muslos
impacientes, Addie cerró los ojos. Tal vez si no la miraba, podía
fingir que era Melissa.

50
Capítulo Cuatro
Mel deslizó una mano por el vientre plano y rodeó el pubis
cuidadosamente recortado. Ella pensó en descansar en la cama
ya que estaba en su día de descanso del trabajo, pero realmente
no quería hacer eso.

Imágenes de Addie pasaron por su mente. La hermosa


mujer que a Mel la tenía más caliente y más irritada de lo que lo
había estado en mucho tiempo.

Abrió sus labios cálidos, ligeramente con vello, Mel se


centró en su clítoris. Sus dedos frotaron las asas de su
alrededor, acariciando, aún sin tocar. Con la otra mano, condujo
dos dedos en el coño, cerrando los ojos por lo que su
imaginación podía volar.
51
Addie se elevaba por encima de ella, con los ojos lleno de
lujuria. Pechos desnudos se balanceaban cuando ella se sentó a
horcajadas seduciendo a Mel. Sus pezones marrones oscuros
destacaban en la carne pálida y sin curtir de sus pechos.

El vello de color oscuro de Addie estaba afeitado en una


delgada franja, apenas cubriendo los tesoros escondidos.

Ella se retorció por el cuerpo de Mel, moliendo su coño en


la pierna de Mel y el roce de su piel juntos cuando ella se vino.
Cuando llegó a la cúspide, se instaló en el medio, estirando los
muslos. Ella sopló su aliento cálido en la zona más sensible de
Mel antes de abrir los pliegues y sumergir la lengua para
probarla.

La imagen, junto con la manipulación de las manos, envió


a las nubes a Mel en un orgasmo delicioso. Su cuerpo se
estremeció y tembló antes de retroceder a una cierta apariencia
de normalidad.
El punto culminante ha sido agudo e intenso, pero alcanzó
su punto máximo y se disipó demasiado rápido.

Ellas nunca duraban lo suficiente cuando estaba sola. La


idea de la cara de Addie enterrada en su coño era probable que
le permitiera otro orgasmo pequeño y encantador, pero Mel se
relajó. Cuando estaba pensando con claridad, fantasear acerca
de la sexy trigueña la hacía sentir culpable.

Addie tenía una novia, a pesar de que Chloe era insolente y


grosera francamente, estaban juntas. Mel era muchas cosas,
pero una rompe-relaciones no era una de ellas.

Salió de la cama y corrió a su ducha. Si se quedaba, Mel


estaba segura, teniendo en cuenta los pensamientos que tenía
acerca de Addie, que acabaría en la cama, el vibrador en la
mano, o en algún otro lugar. Sonriendo ante la idea, terminó su
ducha con poca fanfarria. Realmente no tenía ganas de
complacerse de nuevo. Quería ver a Addie. 52
Vestida con pantalones vaqueros y una blusa de color rosa,
se aplicó un toque de maquillaje para el rostro ligeramente
bronceado. Tirando de su pelo hasta los hombros hacia atrás
mientras todavía estaba húmedo, Mel se tejió una trenza
francesa que normalmente usaba para el trabajo. Los mechones
que caían sobre la frente eran largos, pero no alcanzaban para la
trenza, así es que los cepilló a un lado. Se roció una niebla ligera
de colonia sobre su pecho y luego salió hacia su sala de estar.

No fue una larga caminata. Su apartamento era pequeño,


pero se había adaptado bien desde su llegada a Cattle Valle
hacía unos años. Dos años de estudios universitarios y la fiesta
en la Universidad Estatal de Iowa la habían dejado con pocos
créditos y un montón de confusión acerca de lo que quería hacer
con su vida.

Sus padres fueron farmacéuticos, y su hermano seguía su


camino.
Estaba a medio camino del curso agotador de estudios.
Mel sabía que no sobreviviría a seis años de la universidad, ni a
todas las matemáticas y la ciencia que se requería. No estaba
segura de querer pasar los días dispensando pastillas detrás del
mostrador de la farmacia de alguna caja de un gran almacén, de
todos modos.

Cuando ella había oído hablar de Cattle Valley a unos


amigos que habían pasado las vacaciones ahí, ella y Sarah, su
novia de entonces, habían decidido visitarlo. Mel se había
enamorado de la ciudad y aprovechó la oportunidad cuando vio
un Se requiere ayuda firmado en la librería. Sarah, más
centrada, había regresado a la escuela para terminar su
licenciatura en contabilidad. Todavía se mantenían en contacto,
tarjetas de Navidad, principalmente. Mel sabía que su ex mejor
amiga era feliz con un nuevo trabajo y una nueva amante en su
ciudad natal de Ames.

Mel hizo tostadas y comió, de pie en el fregadero,


53
pensando. No había realmente ninguna razón para que fuera a
la posada de Addie, que no sea su preocupación por cómo se
sentía después del traumático día anterior. Y su necesidad de
verla. Mel no podía explicarlo y realmente no quería
averiguarlo. Ella sólo quería ver a Addie Murphy.

Mel había dejado su refrigerador decentemente surtido la


noche de antes, así que sabía que no estaban desesperadas por
alimentos. Sin embargo, rollos de canela de la panadería de
Brynn, que no eran comida, que eran un placer. Podría recoger
algunos y usarlos como una excusa para pasar por la posada.

La panadería estaba llena los sábados por la mañana, por


lo que esperó pacientemente en la fila. Cuando ella llegó a la
parte delantera, Gill volvía de la cocina.
—Hola, Mel. —Él asintió con la cabeza en su camino, se
inclinó para plantarle un beso en la mejilla del hombre en su
silla de ruedas detrás del mostrador.

—Y buenos días para ustedes, también, guapos.

Kyle, el apuesto marido de Gill, lo miró y sonrió.

—Hola, cariño.

Mel pensaba que eran una pareja romántica. Ella les dio
un momento y luego dijo: —Hola, Gill, Kyle. Pensé en tomar
algunos rollos de canela para la nueva propietaria de la posada
Apple Valley. Cuatro debería. No, mejor seis. —Ella movió las
cejas.

—No hay problema. Me enteré de lo que sucedió ahí. Lo


sentimos, por no estar ahí. —Kyle guardó los rollos en las cajas.

—No hay problema. Shep envió un montón de chicos del 54


rancho Back Breaker y con algunas otras personas, tuvimos el
lugar limpio con bastante rapidez. —Miró a Gill—. Puede ser
que haya algo que tú puedas hacer. El coche de Addie es viejo, y
el silenciador se arrastra por el suelo, literalmente. ¿Crees que
puedas ayudarla?

—No he conocido un silenciador que no pueda arreglar


todavía. Tendría que ir corriendo a Sheridan para las piezas si es
viejo el coche, pero puedo hacer eso.

—Es viejo. —Mel asintió con la cabeza, recordando la


antigua bestia verde—. Muy viejo. Le diré que irás a echar un
vistazo. En realidad, Ryan ya lo hizo, pero voy a recordárselo. —
Ella pagó su cuenta y recogió la caja—. Gracias, chicos. Nos
vemos más tarde.

—Seguro, gracias. —Kyle asintió con la cabeza hacia ella.

—Más tarde, caimán. —Gill le guiñó un ojo.


Mel sonrió y se marchó. De vuelta en su coche, se dirigió a
la posada y esperaba que Addie estuviera despierta. Realmente
no disfrutaría ver a las dos mujeres todavía en la cama
dormidas, o haciendo algo más. Mel frunció el ceño ante la
imagen y la puso fuera de su mente.

Se acercó a la puerta principal y llamó en voz alta. Para su


consternación, Chloe respondió de inmediato. Al menos ella
estaba vestida. Un cigarrillo colgaba de la comisura de su boca.

—Buenos días —dijo Mel con cautela. Ella no se había


dado cuenta ayer del número de perforaciones que llevaba la
mujer, pero ahora veía que las orejas de Chloe estaban forradas
con una gran cantidad de joyas diferentes. El piercings de la ceja
parecía doloroso. Trató de no mirar, recordó por qué estaba
ahí—. ¿Está Addie por aquí?

—Ella está ocupada ahora mismo. —Chloe entornó los


ojos—. ¿Necesitas algo? 55
—Yo, eh... —Mel pensaba sobre el ofrecimiento de la caja
de rollos, pero Chloe no parecía darle especialmente una
bienvenida.

—¿Quién es? —La voz de Addie emanaba de la parte


trasera de la casa.

—Nadie —Chloe dijo hacia atrás, mirando a Mel cuando


ella dio una calada de su cigarrillo.

Esto es el colmo. No dar la bienvenida es una cosa, pero


ser grosera es otra muy distinta. Ella alzó la voz y llamó por
encima del hombro de Chloe,

—Soy yo, Mel. Te he traído algo para desayunar.

—¿En serio? —Addie entró en la sala, vistiendo pantalones


vaqueros y una blusa blanca. Su cabello había sido estilizado
con estilo.
Se veía diferente del día anterior, cuando sólo había estado
suelto simplemente. Su maquillaje era todavía bastante fuerte
en el delineador de ojos, pero nada comparado con los ojos de
mapache de Chloe.

Mel sonrió a Addie. Ella lucía caliente. Más temprano, el


pensamiento la había hecho sentirse culpable.

Ahora bien, darle a Chloe algo de su actitud, ahora no le


importaba.

—Sí. Rollos de canela de la panadería local. Son realmente


buenos.

—¡Me encantan los rollos de canela! —Los ojos de Addie se


iluminaron—. Ven aquí. —Cogió el brazo de Mel y tiró de ella
alrededor de Chloe.

—Esperaba que te gustaran. —Mel fue arrastrada por


Addie a la cocina. 56
—No tenías que hacer esto, lo sabes. —Addie la miró—. La
última noche con la comida, tampoco. Es demasiado. No puedo
pagarte ahora, pero quizás cuando mi cheque venga en...

Mel se sentó con cuidado en una de las sillas reparadas.

—No espero que lo devuelvas. Sólo estoy tratando de ser


una buena vecina.

Chloe habló a sus espaldas.

—Nunca he tenido vecinos así antes. La gente no hace las


cosas sin ninguna razón. Siempre quieren algo.

Mel no se molestó en mirar a la cínica mujer. Ella miró a


Addie.
—No todo el mundo es así. Las personas son diferentes
aquí en Cattle Valley. Son más tolerantes, y más relajadas. La
vida es más sencilla, y hace que una persona quiera hacer las
cosas de otra persona, especialmente cuando lo necesitan.

Addie se hundió en la silla frente a ella.

—Nunca me habían ayudado otras personas. Mi padre me


enseñó a ser autosuficiente. Él dijo que la vida era bastante
difícil, y era peor si estaba siempre a la espera de alguien más.

—Lamento escuchar eso. —Pensó que el padre de Addie


sonaba amargado. Ella se sentía feliz de tener dos padres
quienes la amaban y aceptaban incondicionalmente.

—Pero ayer... —Addie negó con la cabeza—. Necesitaba


ayuda. Cuando llegué aquí y vi la posada, casi me perdí.

—Creo que deberíamos dar la vuelta y salir disparadas del


lugar. —Chloe se acercó a la mesa y cogió un rollo de canela—. 57
Aún creo que deberíamos.

Addie rodó los ojos. Ella le dijo a Mel.

—He invertido todo lo que tengo en este lugar. En este


momento, no tengo otro lugar adonde ir. Si nos quedamos o no
aún está por verse. Pero tendré que averiguar las cosas del
seguro y arreglar el lugar, si aún decido venderlo.

Mel rápidamente parpadeó para contener las lágrimas de


decepción, que amenazaban con formarse. Apenas conocía a la
mujer, por amor de Dios. ¿Qué diferencia habría si se quedaba?
Buscó en la cara de Addie por la respuesta que no estaba ahí, fue
en el corazón de Mel. Hay alguna diferencia.

—¿Podrías vender la posada?

—No lo he decidido. —Addie tomo un trozo de su rollo y lo


mordisqueó—. ¡Maldita sea, estos son buenos!
—Esto debería ser algo por lo que quedarse. —Mel sonrió
esperanzada.

Addie sonrió.

—Creo que puede haber muchas razones para quedarse.


Tendré que ver cómo va.

Mel se sentó con Addie, mientras comían, y hablaban.


Chloe finalmente se sentó y estaba sociable, no amable.

—Podría ayudarte a entender el papeleo del seguro, si


quieres —se ofreció Mel. 58
—Yo puedo hacer eso. —Chloe la miró fijamente.

—Sólo me estaba ofreciendo —dijo Mel a Addie—, porque


me ocupo de eso en mi trabajo todo el tiempo. Soy un agente de
arrendamiento de Cattle Valley y James Beauregard Trust, es
quien posee toda la tierra por aquí por kilómetros.

—¿Toda la tierra? —Chloe le hizo una mueca a Mel luego


se volvió a Addie—. Pero acabas de comprar la posada.
Seguramente eres dueña de la tierra.

Mel sacudió la cabeza.

—En realidad, no. La gente compra los edificios, y hace los


pagos anuales a la autoridad. El dinero se utiliza para las
mejoras de la comunidad, según lo decidido por los
administradores.

—Esto es una mierda. —Frunció el ceño Chloe.


—Ya sabía eso. —Asintió con la cabeza Addie—. Me había
olvidado, pero eso estaba en los papeles que firmé. No importa,
la casa es mía.

—Casa sin suelo debajo de ella —murmuró Chloe.

Mel no le hizo caso y miró a Addie.

—Así que estoy bastante familiarizada en materia de


seguros, por si quieres algo de ayuda.

Antes de que pudiera responder, Chloe se puso de pie.

—Te lo dije, Voy a ayudarla. No somos unas completas


idiotas, ya sabes. Podemos hacer algunas cosas por nosotras
mismas.

Retrocediendo en estado de shock, Mel se puso de pie.

—Nunca quise dar a entender…


59
—No le hagas caso. —Addie se puso de pie, agitando una
mano—. Muchas gracias por los rollos de canela, y todo lo que
hiciste ayer. Realmente lo aprecio.

—Claro. —Mel la miró una vez más. Había algo tan dulce y
vulnerable en Addie, que sólo quería envolverla en sus brazos y
salir adelante.

Sonó un teléfono desde algún lugar de la habitación del


frente, y Addie se dirigió hacia él.

—Voy a contestar.

—Te acompaño a la puerta —Chloe le dijo a Mel.

—Está bien. —Ella caminó más allá del mostrador de


recepción donde Addie seguía con una conversación.

La mujer se despidió con la mano y sonrió luego se volvió


hacia la pared para seguir hablando.
Mel salió al porche delantero y no iba a hacer una pausa,
pero Chloe la agarró del brazo.

—Creo que puedes ayudarnos mejor si te mantienes


alejada, perra. —Chloe apretó las uñas en bíceps de Mel.

Ella trató de dar un tirón libre, pero el agarre era firme.

—¿Te hice algo? —Mel miró a Chloe—. ¿Quiero decir algo


malo que yo no epaé? Porque si lo hice, lo siento.

—Tú sabes lo que hiciste. Veo que pones los ojos en Addie
como si fuera tuya si yo no estuviera aquí. Bueno Addie es mía.
Hemos venido aquí juntas, y nosotras vamos a estar juntas. Te
agradecería si te alejas de una puta vez.

Los ojos de Mel se abrieron en estado de shock, pero ella


trató de controlar sus emociones.

—Sólo trato de ser una buena vecina. 60


—Sí, bueno, no necesitamos vecinos como tú. Toma la
indirecta, o voy a tener que darte una más permanente. —Ella
clavó las uñas en el brazo de Mel y la agarró con fuerza antes de
empujarla lejos.

Furiosa y avergonzada, Mel se precipitó desde el porche a


su coche. Ella conducía tan rápido como pudo para llegar a casa
y se sentó jadeando en su plaza de aparcamiento, tratando de
controlar su respiración. Bajó la mirada hacia las marcas de
uñas rojas en el brazo. Chloe no había roto la piel, pero las feas
marcas ya se estaban formando.

Ella tomó su bolso y se dio cuenta de que las manos le


temblaban. Se sentó ahí un momento, recuperando la
compostura.

Chloe estaba parcialmente en lo cierto. Probablemente


había echado un vistazo a Addie de la forma incorrecta.
Ningún cónyuge agradecería eso, hombre o mujer. Addie
estaba involucrada con alguien, y Mel no tenía nada que ver en
su relación. Estaba avergonzada que incluso lo hubiera pensado.

Ella se mantendría alejada de Addie. No porque Chloe la


amenazara, había tratado con matones en la escuela secundaria,
cuando la gente se enteró de que era gay. Ella se defendía, no
era el problema. Hacer lo correcto era más importante.

Al mirar hacia abajo en su brazo, Mel sacudió la cabeza. Sí,


habrá moretones. Se llevó una mano a su corazón. Aquí,
también.

61
Capítulo Cinco
Addie miró a su alrededor en la posada, que se veía en el
peor estado que nunca. Había tenido la brillante idea de que
podía reparar el mobiliario de madera dañado. Había ayudado a
su padre hacerlo una vez, y no recordaba que fuera tan difícil.
Después de mover las piezas dañadas al comedor y salón, Addie
se había ido a la tienda local y compró un montón de
suministros. Había pagado por ellos con su tarjeta de crédito
que ya estaba sobrecargada, y contuvo el aliento para que la
transacción fuera procesada.

Parte del proceso era lijar primero la cabecera, un pedazo


de nuez encantadora con las palabras talladas que decían
‘Jódete’, atravesadas enfrente, Addie había hecho un
descubrimiento. Las marcas de cuchillo eran profundas. Algo
simple de renovación no las borraría. Tenía que encontrar una
62
manera de deshacerse de la escritura, rellenarlo con masilla o
algo así, antes de que pudiera seguir adelante. Pero la idea de la
masilla no parecía estar funcionando.

Se dejó caer en el sofá destartalado y suspiró. Habían


estado en Cattle Valley ya una semana. No había visto a Mel
desde el sábado, cuando la mujer le trajo los rollos de canela. Se
sorprendió un poco. Por alguna razón, había pensado que Mel
estaba interesada en una amistad.

Los habitantes de la ciudad también seguían


sorprendiéndola. Dondequiera que iba, ellos parecían saber que
era la nueva dueña de la posada y lo que había sucedido. Todos
le dieron sus condolencias y apoyo si había algo que Addie
necesitara. En el fondo, sentía que necesitaba un montón de
cosas. La ayuda de extraños bien intencionados simplemente no
estaba en la lista.
Addie recogió los guantes y se puso en pie, regresó a
trabajar. Un poco de ayuda de Chloe le haría ser amable. La
mujer se pasaba el día bronceándose y haciéndose las uñas,
leyendo revistas sensacionalistas y viendo la pequeña televisión
que Addie había traído de Colorado. Había hecho un gran
espectáculo frente a Mel que ella sería la que apoyaría a Addie.
Sin embargo, no se había ofrecido a ayudar ni una vez.

—Estoy aburrida. —Chloe se inclinó contra la puerta por la


que acababa de entrar—. ¿Qué estás haciendo?

La voz sorprendió a Addie, y saltó. Miró hacia abajo.


Inclinada sobre la cabecera, con voluminosos guantes de goma
amarillos, un olor a trementina en el aire, asumió que era
bastante obvio que ella se dedicaba a restaurar los muebles—.
Estoy tomando el té con la reina —replicó ella con amargura.

—Lo que sea. —Se encogió de hombros Chloe—. Quería


saber si estabas lista para perder el tiempo. Lo que más me 63
gusta hacer cuando estoy aburrida es comer coño.

Eso es lo último que quería en ese momento. Chloe solo


pensaba en sexo, y hacían el amor todas las noches. Pero incluso
la idea de esa lengua talentosa trabajando por encima de ella no
le apetecía en ese momento. Se sentía frustrada, y nada parecía
ir bien.

—Estoy ocupada. —Ella rozó el cabello de la frente con el


dorso de su brazo.

—Tú siempre estás ocupada. No eres divertida. —Chloe


entró pisoteando por la habitación, revisó las pilas de revistas—.
¡Maldita sea! ¡He leído todo esto!

Addie suspiró. Ella bajó la mirada hacia la cabecera, que


todavía gritaban jódete. No estaba haciendo grandes progresos.
Por desgracia, había mordido más de lo que podía masticar con
este trabajo.
—Vamos a salir de aquí —decidió.

—¿Y a donde? —Chloe parecía recelosa.

—Vi un bar en la calle principal. Brewster, creo que era. Se


podría conseguir algo para comer y tomar unas copas.

—¿En serio? —Los ojos de la rubia se iluminaron.

Addie lanzó sus manos al aire. Había sido un día horrible,


rematando una semana horrible.

No quería pensar más en el dinero, el seguro o el


mobiliario cutre esa noche.

—En serio. —Ella asintió con la cabeza—. Necesito una


ducha. —Cuando vio los ojos de Chloe brillar otra vez, ella
levantó la mano—. Sola. Voy a ir más rápido de esa manera.
¿Por qué no te vas a encontrar algo agradable que ponerte?

—Tendrá que ser algo tuyo. No he traído mucho.


64
—Lo sé. —Addie se quitó los guantes y los arrojó a un lado.
Todo lo demás podía esperar. Todo iba a estar ahí para ella al
día siguiente. Se encaminó hacia el cuarto de baño, sólo para
detenerse—. ¡Mierda! Se me olvidaba, mi coche está en el
garaje, conseguí un nuevo silenciador. —El sheriff siempre
hablaba con ella cuando la veía en la ciudad, por lo que
finalmente lo había llevado al mecánico que le había
recomendado.

—Podemos caminar. —Ofreció Chloe—. He caminado a la


ciudad antes, no está lejos.

—Está bien. —Addie asintió con la cabeza. Caminar sonaba


como una buena idea. Tenía la intención de tomar una copa o
diez, y pensaba que si el sheriff siempre estaba presente,
probablemente tendría algo que decir acerca de tratar de
conducir después de beber—. Caminar. —se dirigió a la ducha.
El Bar y Grill Brewster estaba lleno en una ciudad
pequeña, incluso si se trataba de un viernes por la noche.

No había mesas, por lo que Addie y Chloe bebían en el bar,


comiendo nachos y solo Addie y la tarjeta de crédito. Si esta no
era rechazada, se sorprendería. El tipo negro en el garaje le
había sorprendido, también, cuando trató de facturar. Ella no
sabía cuántos de estos pequeños cargos se permitiría, pero
Addie estaba segura de que la reparación del coche sería
demasiado.

¿Qué puedo hacer? Se ceñía a su historia de tener un 65


cheque próximo, y con suerte algo de dinero surgiría de alguna
parte. En un principio había pensado que la posada sería su
fuente de ingresos. No había tenido ni idea de que sería
inhabitable cuando ella llegó. Y el seguro que todo el mundo le
decía que la ayudaría a salir de esta, ella ni siquiera había
pensado en eso. Era tan ingenua cuando se trataba de negocios.

—Voy a querer otro vodka de vainilla y cola —le dijo al


camarero, sacudiendo el hielo mientras él pasaba.

Se detuvo y sonrió.

—¿Conduces esta noche?

—No. Entramos aquí, y vamos a caminar a casa.

Un hombre con el pelo largo, negro y una barba puso su


brazo en la barra detrás de ella, tocando la parte posterior de
Addie.
—Podría darte un aventón.

Se había fijado en él cuando se sentó en el taburete junto a


Chloe, y los dos habían entablado conversación. Addie trató de
concentrarse y decidir si ella lo conocía. Había conocido a tanta
gente la semana pasada, que había sido un rostro masculino
guapo detrás de otro. Este tipo parecía radiar lo que otros
tenían, y sin duda que no estaba familiarizada.

—Podemos caminar, no hay problema. No estamos listas


para irnos, todavía. —Ella tomó su bebida fresca y bebió.

Se inclinó, pasando un dedo por encima de su antebrazo.

—Cuando estés lista, solo di esa palabra.

Addie había perdido la cuenta del número de bebidas que


había pedido y no sentía ningún dolor.

Miró al hombre a los ojos. 66


—Te das cuenta de que nosotras somos gay, ¿no? Nosotras
no lo hacemos con hombres.

—Ah, eso no es muy divertido. Tengo una mujer conmigo.


¿Ves a Gina ahí? —Señaló a un par de taburetes, donde una
pelirroja con un peinado hippie y un vestido de flores estaba
sentada—. Tu amiga me dijo que una acción en grupo no puede
estar fuera de la cuestión. —Él pasó la mano por la espalda de
Addie.

Su toque le repugnaba.

—Mi amiga no podría estar más equivocada. —Addie la


sacó de inmediato. Ella agarró el hombro de Chloe y le dijo con
dureza: — ¿Qué estás haciendo? no estaremos llevando a éstas
personas a casa con nosotras.
—Cálmate. —Chloe se movió fuera de su alcance—. Sólo
estábamos hablando. Ven conmigo, Del. —Ella asintió con la
cabeza al hombre.

Con una mirada despectiva a Addie, regresó a su lugar


entre Chloe y la pelirroja.

Addie respiró por un momento, controlándose. Tal vez


había bebido suficiente. Chloe ciertamente estaba bebida, si
realmente había considerado lo que le ofreció a Del. Antes de
que hubiera decidido si ellos irían, Chloe se volvió hacia ella.

—Escucha —Chloe anunció con voz entrecortada—. Del y


Rita se dirigen a San Francisco. Me han estado hablando de esa
calle acerca de una feria, llamada: How Weird Street Faire.
Supongo que es en la calle Howard, ¿no es gracioso? De todos
modos, habrá música, comida y vendedores, todo acerca del
jazz. Del dice que las personas usan trajes, y están bailando en
las calles desde la mañana hasta la noche. ¿No suena genial? 67
—No sé. —Addie se encogió de hombros con irritación—.
California está como a mil kilómetros de aquí. ¿Te das cuenta
cuánto tiempo llevaría hacer el viaje? Te estabas quejando desde
Colorado Springs.

Chloe hizo una mueca severa.

—Sé que fui una zorra. Sinceramente, si hubiera sabido lo


que me esperaba, nunca se me habría ocurrido. Esta ciudad es
una mierda. No hay vida nocturna, y la gente es metiche como el
infierno.

—Agradables —corrigió Addie—. Buenos vecinos.

—¿Quién necesita vecinos? ¡Yo quiero tener diversión! Voy


a la Feria de la calle, que anuncian. Tú puedes venir conmigo o
no, pero yo voy.

Addie parpadeó con incredulidad.


—¿Sólo puedes irte así? ¿Recoger e irte con extraños?

Chloe se encogió de hombros.

—Lo he hecho antes.

Esta declaración le cayó a Addie como una tonelada de


ladrillos. En ese momento, no le importaba si Chloe se quedaba
o se iba.

—Que se diviertan. —Ella sacudió la cabeza.

La mujer parecía insegura.

—¿Seguro que quieres que vaya con ellos?

—Positivo. Ve tú, y que pases un buen rato. Que tengas una


gran vida. Fue un placer conocerte. —La ira se levantó en la voz
de Addie.

—Nos vamos muy pronto. Tengo que sacar mis cosas. 68


Addie miraba de Chloe a Del y Rita, que se encontraban
con sonrisas artificiales próximos a ella.

Ella no tenía ninguna intención de entrar en un coche con


esas personas, y no estaba segura que pudiera caminar hasta su
casa en ese momento.

Metió la mano en su bolso, sacó las llaves, uno de los


varios curiosos llaveros de la posada.

—Aquí. —Ella presionó la llave en la mano de Chloe—.


Basta con sacar tus cosas, ¿Chloe? Hazme una cortesía. He sido
sincera contigo en este viaje, y he pagado por todo, sin decir una
palabra. —Ella se inclinó para que nadie más pudiera
escucharla—. Y ambas sabemos que yo no tengo ni un maldito
centavo. Así que no regreses ahí y dejes que tus 'Amigos'
limpien al salir. Muéstrame algo de respeto, podrías, ¿por
favor?
Chloe le arrebató la llave, una mirada ofendida en su
rostro.

—Nunca haría una cosa así. Tú me conoces mejor que eso.


—Ella colocó un ligero beso en los labios de Addie.

Addie se echó hacia atrás y sonrió con tristeza.

—No estoy segura de que te conozca en absoluto, Chloe.


Ah, y deja la llave sobre la mesa.

Con otro giro de sus ojos por el insulto, Chloe barrió la


barra y salió con Rita y Del pisándole los talones.

Addie pensó que podría estar cometiendo un error muy


grande al dejarla ir a su casa sola. Pero ir con ellos, en su
condición, parecía un error más grande. Ahora, ella sólo quería
olvidar.

—¡Uno más, camarero! —gritó. 69


El hombre detrás de la barra la miró con escepticismo,
pero le sirvió la bebida. Addie resopló, y el líquido le salpicó el
rostro, una forma conveniente para ocultar las lágrimas que de
pronto no pudo contener.

El amable camarero se ofreció a llamar a alguien para


llevarla a su casa, pero Addie se negó.

No tenía dinero, Cattle Vallet no tenía un servicio de taxi,


de todos modos.
Probablemente llamaría a Ryan Blackfeather, y ella tendría
que escuchar el regaño del “hermano mayor” por cuatro
cuadras. Sí, podía prescindir de eso. Garabateando un consejo
sobre el fondo de su comprobante de pago, Addie contuvo el
aliento mientras el hombre la procesaba.

Le entregó un recibo. Uf. Ella empujó el trozo de papel en


su bolso.

—¿Estás segura de querer ir caminando? Cattle Valley es


un pueblo tranquilo, pero he notado a algunos de nuestros
clientes esta noche, tenemos visitantes de otros lados.

—Voy a estar bien. En serio. —Addie le sonrió. Siempre


había oído que era fácil hablar con los camareros. Una noche,
cuando la herida no estuviera tan fresca, podría volver y
explicárselo todo a este tipo. Agarrando su bolso, se puso de pie
tambaleándose—. Buenas noches.
70
—Buenas noches. Ten cuidado.

Addie se tambaleó en el aire fresco de la noche. Olía a


limpio y bueno. Ella respiró hondo y empezó a caminar. Esta fue
una buena decisión. Era muy agradable para disfrutar una
tranquila soledad en su nueva localidad, siempre y cuando
pudiera quedarse en la acera. Ella se tambaleó, se dirigió a la
derecha.

A dos calles de su casa, un coche pequeño, azul, se detuvo


a un lado del camino junto a ella.

La ventana bajó, y una voz dijo: —¿Quieres un aventón?

Addie se inclinó y miró en su interior.

—¡Melissa Danes! Bien, ¡lo sabes! ¿Qué estás haciendo por


aquí de noche?
—Podría hacerte la misma pregunta. Estoy afuera, porque
Brewster el del bar me llamó y me dijo que estabas caminando a
casa sola. No se sentía bien por eso, pero dijo que no aceptarías
un paseo.

—Estoy bien. —Addie hizo un gesto con la mano. Ella


estaba secretamente encantada de que Mel hubiera aparecido,
pero tuvo que recordarse que la mujer había estado ausente
toda la semana. No debería leer demasiado en el aspecto de Mel.

—Entra. —Mel asintió con la cabeza hacia el lado del


pasajero de su auto.

Una ola de mareo invadió a Addie, y ella decidió que subir


sonaba como una buena idea.

Caminó hasta el coche y se deslizó en el interior.

—Gracias.
71
—No hay problema. —Mel se inclinó sobre ella, alcanzando
el cinturón de seguridad y sujetándolo sobre el pecho. Hizo una
pausa para mirar a los ojos de Addie por un momento, luego se
enderezó y se alejó.

—Estoy un poco cansada. —Addie dejo caer la cabeza


contra el reposacabezas—. Ha sido una larga noche. Un día
largo. ¡Ah, un infierno de semana!

—Estoy segura que sí. —Mel se acercó a la entrada de la


posada y se estacionó. Ella levantó la vista hacia la casa a
oscuras—. Está, eh, Chloe ahí, ¿o te gustaría que te ayude a
entrar?

—No, Chloe no está ahí. —Addie abrió la puerta y cayó


hasta la mitad antes de que algo la atrapara.

—Espera. —Mel la arrastró de vuelta al coche y liberó el


cinturón de seguridad—. Vamos. Te voy a ayudar.
—No tienes que hacerlo. —Addie tropezó por las escaleras
hasta el porche. Ella dio unas palmaditas en los bolsillos,
preguntándose dónde estaban las llaves.

—¿Llaves? —dijo Mel detrás de ella, sosteniendo su bolso.

—Oh. —Se rió Addie y agarró la bolsa. Después de


encontrar las llaves, abrió la puerta y entró.

Mel siguió, activando la luz.

—Ah, retocando los muebles. Parece un gran trabajo.

—Demasiado grande. No puedo hacerlo. —Addie tiró su


bolso sobre el mostrador y se dirigió directamente a la cocina
por algo de beber. En la nevera, se dio cuenta de que los seis
paquetes de cerveza que había comprado habían desaparecido,
pero una botella permanecía oculta en la parte trasera. Abrió la
cerveza y se tambaleó hacia atrás a la habitación del frente— Lo
siento, es la última. Puedo compartir. —Ella sostuvo la botella. 72
Mel hizo un gesto con la mano.

—Estoy bien. Debes sentarte.

Addie se dejó caer en el sofá.

—Estoy bien, también. Buen polvo color de rosa. —Ella


tomó un trago de su cerveza.

Sentada a su lado, Mel preguntó en voz baja,

—¿Dónde está Chloe?

Levantando su muñeca para mirar a un reloj imaginario,


Addie murmuró.

—Probablemente, alrededor de Utah, por ahora. A menos


que ella tenga que parar y orinar cada hora, como hizo conmigo.

—¿Utah? ¿Qué hay en Utah?


Pensamientos tontos giraron en su cabeza por el vodka, y
dijo lo primero que se le vino a la mente.

—El Coro del Tabernáculo Mormón. —Ella se rió de la


broma divertidísima.

Mel se echó hacia atrás con una mirada confusa en su


rostro.

—Nunca tuve la impresión de que Chloe fuera mormón.


Entonces, ¿hay otra razón por la que se fuera a Utah?

Addie tomó un trago de su cerveza y se limpió la boca con


el dorso de la mano.

—Va a San Franshishko. San Franshih-ka-bob. —Ella se


echó a reír otra vez, sosteniendo su estómago.

—Está bien. —Mel echó el pelo de la frente de Addie hacia


atrás—. Podemos hablar de esto mañana. Si estás bien, me voy. 73
—¡No! —El miedo apuñaló a través del corazón de Addie.
Ella apretó la mano de Mel—. Por favor, no te vayas. No quiero
estar sola.

Una expresión extraña cruzó el rostro de Mel, como si


estuviera tratando de decidir.

—Creo que podría quedarme. No tengo que trabajar


mañana.

—¡Bien! —Addie dejó ir un suspiro de alivio. Se tomó lo


último de su cerveza y dejó la botella en el suelo—. Porque
realmente quiero que te quedes. —Ella se volvió de nuevo a Mel.
Antes de que tuviera tiempo de pensar en lo que estaba
haciendo, lanzó una pierna por encima y se sentó a horcajadas
en Mel, frente a ella.

—¡Guau! —Mel contestó, la sorpresa en su rostro.


—No te preocupes. Voy a ser amable. —Addie se inclinó
hacia adelante y la besó.

74
Capítulo Seis
Los ojos de Mel se abrieron como platos cuando la boca de
Addie tocó la suya. Pensó en corresponder al beso y dar vida a la
fantasía que había albergado durante más de una semana. Sin
embargo, la sexy mujer, desaliñada sabía a cerveza y algo más
fuerte, y Mel no iba a aprovecharse de eso.

—Whoa, disminuye la velocidad, no. —Ella presionó a


Addie hacia atrás suavemente.

Addie levantó sus caderas y se molió a sí misma en el


regazo de Mel.

—¿No me quieres? Yo lo quiero mucho.

—Um, sí. —Mel no sabía cómo responder a esa pregunta.


Diablos, sí, te quiero. Pero no va a suceder así. Agarró los
75
hombros de Addie—. Esta noche no, cariño. No en el estado de
ánimo en el que estás.

—Estoy en el estado de ánimo perfecto. —Addie le sonrió,


un intento desigual de seducirla.

—Sí, ya lo veo. Vamos, ahora. —Mel empujó el cuerpo


delicioso fuera de ella y la puso en el sofá.

—¡Oh, infiernos! —Addie comenzó a llorar. Grandes gotas


bajaron por sus mejillas, manchando su rostro por la máscara
de pestañas.

Mel la miró y se dio cuenta, a juzgar por su estado, que no


era la primera vez que había llorado esa noche. Alargó la mano y
apartó un mechón de pelo de la cara de Addie.
—No llores, mi amor. Tal vez sólo tenemos que hablar.
Parece que tienes un montón sobre tus hombros en estos
momentos.

—No puedo hablar de esto. —Addie sacudió la cabeza—.


No puedo pensar en esto. Es demasiado. Demasiado.

—¿Qué es demasiado? Vamos, Adeline. Dime lo que está


pasando contigo.

Addie abrió los ojos y miró a Mel. Ella sollozó, se limpió la


cara y sonrió.

—Está bien, Melissa. Te lo diré. Nada está saliendo bien.


Mi padre no se supone que muriera, mi madre no se suponía
que me haya negado...

—Disminuye la velocidad. —Mel podía ver que Addie tenía


mucho que sacar de su pecho—. Empieza por el principio, por
favor. ¿Cuándo murió tu padre? 76
Addie tuvo que aclararse la garganta para aclarar su
pasado.

—Hace unos pocos meses. Tenía cáncer de pulmón. Fumó


toda su vida. Trataron de operarlo, pero los médicos
descubrieron que estaba demasiado avanzado. Vivió un año
desde el diagnóstico, pero era bastante miserable.

—Lo siento. —Mel vio a Addie relajarse, recostándose en el


sofá, y ella hizo lo mismo.

—¿Qué pasa con tu madre? ¿Ella te repudió?

—Hace varios años. Estaba terminando la escuela


secundaria. Ella siempre había sospechado que era diferente,
pero cuando cumplí los dieciocho años y me uní a un grupo
activista por los derechos gay, ella explotó. Me echó de casa y
todo eso. Estaba feliz de irme, pero no tenía nada de dinero.
—¿Fuiste a la universidad?

—Nop. Nunca imaginé que quería ser cuando fuera mayor.


Aún no, supongo. De todos modos, mi padre me puso en un
apartamento, lo que molestó a mi madre al final. Tuve un
trabajo de camarera, y a él también lo echó de la casa como a
mí.

—¡Estás bromeando! —Mel nunca había oído hablar de tal


cosa. Sus padres eran amantes de la diversión y fáciles de llevar.
Mejor que eso, eran los mejores amigos. Habían estado casados
veinticinco años, y su relación no mostraba signos de
envejecimiento.

—No es broma. Papá estaba bien. Era un fontanero con su


propio pequeño negocio. Nunca hubo escasez de trabajo. A decir
verdad, no creo que él fuera lo suficientemente bueno para mi
madre. Ella era la ayudante administrativa caliente del
banquero, el pez gordo. Esa es una palabra elegante, de culo de 77
fantasía para la secretaria. He oído a la gente decir que ella no
podría haber sido todo lo que ella era para el chico, pero no
quiero entrar en detalles. Colorado Springs es un lugar muy
grande. Vivió su vida. Papá y yo vivimos la nuestra.

—Por lo menos estabas cerca de tu padre. —Mel trató de


ver lo positivo.

—Sí, fue genial. Hasta el final, cuando él sabía que no


podía trabajar más, vendió su negocio y consiguió el dinero
suficiente para seguir en el camino. Dejé de trabajar para
cuidarlo durante los últimos tres meses de su vida. Luego pasé
los siguientes tres tratando de enderezar las cosas. Él tenía una
voluntad muy grande pero no teníamos mucho, por lo que no
debería haber sido tan complicado.

—¿Pero? —Mel podría decir por el sonido de su voz que


había algo más.
—Pero mi madre se volvió loca cuando se enteró de que
había heredado su dinero. Ella me demandó por su patrimonio.

—¡Oh, Dios mío! —Mel sacudió la cabeza. No era de


extrañar que Addie estuviera deprimida. Si alguien tenía una
razón para estarlo, era ella—. ¿Qué pasó?

Addie se encogió de hombros.

—Contraté a un abogado desde el principio para que


manejara las cosas para mí, entonces gaste el resto del dinero lo
más rápido que pude. En este lugar. —Ella echó un vistazo
alrededor—. Tal como está. Mi propia pirita de hierro.

—¿Perdón? —Mel no la estaba siguiendo.

Addie agitó una mano alrededor de la habitación.

—Por lo del oro. Mi padre solía hablarme acerca de los


mineros que dieron todo lo que tenían y se mudaron al oeste, en 78
busca de oro. Algunos de ellos encontraron la pirita de hierro,
que se veía bastante en el exterior, pero no vale la pena en el
interior. Lo han perdido todo persiguiendo un espejismo del
oro. Al igual que hice con esta posada.

—¡Esto no es así! —Insistió Mel—. Este hotel era un lugar


hermoso con un gran negocio. Lo será de nuevo, espera a verlo.

Addie se encogió de hombros.

—Voy a esperar, si puedo. Hay que ver cómo sale la


demanda.

—¿Demanda? ¿Qué quieres decir? ¿Qué tu madre está


persiguiendo esto?

—Sí. No está decidido todavía, que yo sepa. Supongo que el


abogado va a ponerse en contacto conmigo.

Mel parpadeó.
—Pero te gastaste el dinero.

—Sí. —Addie sonrió—. Así que si ella gana, me veré


obligada a vender este lugar y pagarle.

—No creo que se pueda reunir lo suficiente…

—Melissa, ahora mismo no puedo reunir dinero ni para la


leche. Me estoy quedando en los humos. No literalmente,
porque cuando ese gran hombre en el garaje se entere de que no
puedo pagar mi coche, él se lo quedara.

Mel pensó en Gill conduciendo el viejo Pontiac verde y


reprimió una sonrisa.

—¿Qué? —Addie la miró.

No pudo resistirse a hablar de su pensamiento, con la


esperanza de aligerar el estado de ánimo en lugar de mear fuera
de tiesto. 79
—¿Crees que Gill querrá el coche?

Addie la miró fijamente y se echó a reír.

—¡Hey, que eso va a tener un nuevo silenciador!

Mel se rió hasta que le dolió el estómago. Ella le dio un


codazo a Addie.

—Mira, siempre hay un punto brillante. Sólo tienes que


saber dónde encontrarlo.

—¿Ah, sí? —Addie perdió la alegría—. Encuentra el punto


brillante en el sol, pequeña Mary. Gracias a los consejos de mi
abogado, tenía un seguro en la posada. Pero él me dijo, que ya
que era un negocio, debe ir con un deducible más alto para bajar
mis pagos. Con el fin de tener este lugar listo, voy a tener que
pagar miles de dólares.
Mel la miró atentamente.

—Lo siento. ¿Así que supongo que realmente no tienes un


cheque por venir?

—Uh, no. No estoy orgullosa de decirlo, pero mentí.

Mel suspiró.

—No es de extrañar que estuvieras tratando de olvidar tus


preocupaciones.

—Lo estaba. —Addie asintió con la cabeza—. Le ofrecí a


Chloe ir al bar y relajarnos durante una noche. En el bar, se
encontró con un tipo llamado Del y su novia Rita, que quería
tener sexo de tres vías con nosotras. ¡No, espera! Eso sería de
cuatro vías, ¿no es así? Como sea, me negué, y Chloe se marchó
con ellos. Se dirigen a una feria en la calle de San Francisco,
donde quiera que sea eso. —Ella sacudió la cabeza—. Ya sabes a
que me refiero. 80
—¿Chloe se ha ido? —Mel no daba crédito a sus oídos.

—Sí. No he comprobado mis cosas. La casa y los muebles


de mierda todavía están aquí, así que tengo que…

—Chloe se ha ido. —Mel repitió en voz baja. Las palabras


eran demasiado buenas para ser verdad. Sin embargo, Addie
tuvo que sufrir, y los primeros pensamientos de Mel debieron
ser para ella y su bienestar—. Lo siento mucho, Addie. Eso es
simplemente horrible.

—Sí, lo es. —Addie cerró los ojos soñolientos.

—¿Cuánto tiempo estuvieron juntas?

—¿Hmm? —murmuró Addie.

Mel no podría decir si estaba pensando o se había quedado


dormida. Esperó.
—Casi tres semanas, supongo.

—¿Tres semanas? —Mel casi gritó de emoción. ¿Por qué


había pensado que habían estado juntas mucho más tiempo?

Addie abrió los ojos.

—¿Qué? ¿Qué pasa?

—No pasa nada. —Mel se apoderó de los hombros de


Addie, tirando de la cabeza de la mujer en su regazo. Ella le
acarició el pelo—. No es una bendición.

Addie levantó la vista hacia ella. La mirada de sus ojos era


acusadora.

—Nunca regresaste. Viniste por esa primera mañana, pero


nunca volví a verte.

—Chloe. —Mel tocó la cara de Addie—. Me advirtió que me


mantuviera alejada. No le tenía miedo, el infierno, podría
81
llevarla a cabo, pero me sentí culpable, por los pensamientos
que tenía acerca de ti. Supuse que estaban en una relación
comprometida, y no quería interferir.

—Una de nosotras era la que se había comprometido, está


bien. —Addie frunció el ceño—. No puedo creer que Chloe te
amenazara.

—Ella fue, digamos, una persona interesante. Pero,


lamentablemente, se ha ido ahora.

—¿Lamentar? —Addie batió sus pestañas.

—Bueno, no tanto. —sonrió Mel.


Mel despertó y miró a su alrededor, para tomar sus
cojinetes. Recordó hablar con Addie hasta altas horas de la
noche, y en algún momento, se habían movido a una habitación
utilizable en la posada. Habían continuado hablando en voz
baja, sin mirarse la una a la otra, pero mirando hacia el techo.

No había tomado mucho tiempo para que Addie se


durmiera, la respiración rítmica era un sonido reconfortante.
Mel se había dado la vuelta y la miró por un rato antes de que
finalmente se quedara dormida también.

Fragmentos de la luz del día se filtraron por las ranuras


entre las persianas, iluminando la cama vacía. Mel escuchó el
sonido del agua corriendo en el cuarto de baño contiguo. Se
82
estiró cómodamente y esperó.

El agua se detuvo, y siguieron los pasos acolchados


alrededor del cuarto de baño. Un secador de pelo llegó en un
instante y luego se detuvo.

Addie apareció en la puerta, vestida con una toalla grande,


blanca.

—Hola. Estás despierta.

—Sí. Lo siento por dormir tanto tiempo. —Mel se frotó la


cara.

—No, es temprano. Me sentí sucia cuando desperté y quise


tomar una ducha. Además, soy yo la que debe disculparse.
Siento lo de anoche.
Mel trató de ignorar el hecho de que Addie llevaba nada
más que una toalla. Cada vez le resultaba más difícil. Ella apartó
la mirada rápidamente y agitó una mano.

—No es gran cosa. Tenías muchas cosas en tu mente. Te


entiendo completamente.

Addie dio un paso más cerca de la cama.

—Me parece recordar que eres muy caballerosa. Recuerdo


que me lance sobre ti.

Mel sonrió.

—No fue fácil. Pero estabas bastante... —buscó la palabra


adecuada—, alegre. No me iba a aprovechar.

—Estaba ebria. Fuiste muy amable. No sabía si era porque


no estabas interesada.

—¡Diablos, no! —La cara de Mel se calentó, el calor poco a


83
poco extendiéndose más abajo—. Todo lo contrario.

—¿En serio? —Addie dejó caer la toalla.

Mel parpadeó. El cuerpo desnudo delante de ella era más


hermoso que cualquier cosa que ella hubiera imaginado. Los
pechos de Addie estaban llenos y redondos, sus pezones
marrones perfectos, acentuando la carne más pálida. Su
estómago era plano, que llegaba hasta el pequeño parche de
vello púbico bien recortado.

—Yo, eh... Jesús. Tengo que hacer pis.

Addie se echó a reír y le indicó al cuarto de baño.

—Sírvete. Voy a estar aquí.

Su corazón se aceleró, Mel se apresuró a entrar en el


lavabo de bonito color melocotón, y a utilizar el inodoro.
Echó un vistazo a la ducha con nostalgia y decidió unos
minutos más no la mataría.

—Me voy a duchar muy rápido, ¿está bien? —gritó.

—Está bien. Las toallas limpias están en el armario.

—Gracias. —Mel vio el armario de mimbre decorativo y


tomó una toalla, poniéndola al alcance. Se recogió el pelo en una
coleta y se subió a la tina, se lavó lo más rápido que pudo. Se
apresuró a secarse, pero mantuvo la toalla alrededor cuando
regresó a la habitación.

Addie había tirado las sábanas con cuidado y estaba


tumbada en la cama a su lado.

—Ah, no es justo. He perdido mi toalla. Tu turno.

Mel sonrió, dejando que el algodón esponjoso cayera.

—Maldita sea. —Fue la expresión de la cara de Addie una


84
de pura lujuria—. Tú eres una chica caliente. Ven aquí, ahora. —
Ella dio unas palmaditas en el colchón.

Mel se fue a un lado de la cama y se sentó lentamente. Se


acordó de su cola de caballo y arrastró la banda elástica de su
pelo.

Al llegar arriba, Addie pasó una mano por los mechones


oscuros de Mel antes de bajar más abajo.

Ella le tomó la mejilla suavemente.

—Eres tan hermosa. Casi no puedo creer que estés aquí.

—¿Por qué dices eso? —Mel movió la cara en la mano—.


Tú eres absolutamente preciosa. Soy la que está incrédula.

Addie sonrió.
—Entonces tenemos una sociedad de admiración mutua.
Acércate más, para que pueda admirarte un poco más.

Mel estuvo a su lado e inhaló cuando las manos de Addie


comenzaron a explorar.

Con un ligero toque, la seductora mujer acarició cada


centímetro de piel que podía.

Las yemas de los dedos casi se fusionaron en la carne


cuando Addie se movió deliberadamente, evitando las zonas
erógenas habituales. Sus labios tomaron el mismo camino, y
Mel gimió.

—¿Se siente bien? —susurró Addie.

—Eso es decir poco. —Mel se retorcía en la cama.

Addie continuó su exploración, sin dejar ningún lugar sin


tocar. Cuando ella había besado un camino en las piernas de 85
Mel y de vuelta otra vez, se detuvo en el vértice, lo que permitió
un aumento de tensión y luego sé quedó a unos centímetros con
el más ligero toque, ella abrió los labios inferiores de Mel y
sopló su cálido aliento sobre ellos.

—Hermosa —murmuró.

—Tócame. —Mel apenas podía soportar la tortura. Cada


terminación nerviosa hormigueaba por las ligeras caricias, y sus
entrañas se sentían como si fueran a explotar—. Por favor.

Addie se rió entre dientes y uso la lengua a lo largo de la


tierna carne. Ella hizo movimientos largos y lánguidos en los
pliegues y en el clítoris de Mel. Las sensaciones fueron
despertando y exasperando, al mismo tiempo.

—Eres malvada —susurró Mel, su cuerpo protestó


arbitrariamente con el deseo.
—Sí. —Addie se aferró a cada uno de los muslos de Mel con
firmeza y los extendió de par en par—. Pero puedo ser muy
agradable, también. Sólo quería asegurarme de que estuvieras
lista.

—¡Estoy lista! —Jadeó Mel con fuerza. El toque de Addie


ya no era gentil. Era agresivo, insistente, como si la mujer
supiera lo que quería y estaba decidida a tomarlo. Mel no se le
ocurrió nada mejor.

La lengua de Addie fue al coño de Mel y entró lo más


profundo que pudo. Tiró hacia atrás, siguió sumergiéndose en la
carne, no con cautela como antes. Sus movimientos eran con un
propósito, eran determinados.

—¡Oh, sí! —El interior de Mel se estremeció por la


construcción de un orgasmo. De alguna manera, quería
prolongar esas sensaciones maravillosas, pero por otro lado, no
podía esperar a sentir la liberación. Dejó que las olas de placer 86
aumentaran, envolviéndola en un clímax que era tan dulce que
quería llorar.

—Mmm —los dedos de Addie entraban y salían del coño de


Mel—. Genial —murmuró, sus labios aún presionados en su
piel.

—Mejor que genial —estuvo de acuerdo Mel—. No estoy


segura de haberme sentido tan bien alguna vez.

—Bien, yo no he terminado todavía. Un poco de paciencia,


pequeña. —Addie se echó hacia atrás y agarró las piernas de
Mel, la obligó a rodar sobre el estómago. Ella se reposicionó con
las piernas separadas, y volvió en medio de ellas.

Mel sintió las manos amasando sus nalgas y separándolas.


Hundió la cara en la almohada, ansiosa por la idea que tuviera
su amante.
—Eres hermosa, desde este ángulo, también. —Addie
mordió una de las mejillas carnosas lo suficientemente fuerte
como para que Mel lo sintiera. Arrastró la lengua hasta el
pliegue del culo de Mel y rodeó su ano. Addie se detuvo—. ¿Está
bien así?

—Todo lo que quieras hacer. —Mel sacó la cabeza de la


almohada para hablar y después la volvió a meter.

Ella nunca había estado frente a un juego anal, aunque su


última novia no lo había disfrutado.

Mel inhaló cuando la lengua de Addie entró en el estrecho


agujero, ella se apretó en la almohada.

Su siguiente orgasmo estaba por venir, y sería intenso.

—Mmm —Addie murmuró, la lengua seguía enterrada.


Ella trabajó con los dedos en el coño de Mel que bombeaba
hacia dentro y hacia fuera, moviendo su clítoris mientras ella se 87
movía.

—¡Oh Dios! —Jadeó Mel cuando su orgasmo explotó con


toda su fuerza, enviando escalofríos por todo su cuerpo.

Esta terminó rápidamente, pero se dio cuenta que


realmente cada terminación nerviosa estaba en estado de
máxima alerta, lista para recibir cualquier nueva sensación que
su amante le ofreciera.

Addie se movió hacia adelante, permitiendo que sus


pechos a balancearan contra Mel. Sus dedos, resbaladizos por la
lubricación natural, se abrieron camino en su ano, uno a la vez.

—Tan caliente y apretada. —Ella la abrió, entrando hasta el


nudillo, hacia atrás y añadió un tercero.
Mel empujó su culo hacia atrás en la mano. La presión se
sentía fabulosa, y se quedó en el precipicio de otro clímax. El
siguiente haría volar su mente, podría decir que estaba lista.

—Eso es, nena. Recibe mis dedos. —Addie presionó dentro


y fuera, y el meñique se arrastró por el coño de Mel. Se inclinó
hacia adelante, golpeando sus pechos en la espalda de Mel y
pellizcó el omóplato.

Mel se hizo añicos. Su cuerpo se estremeció y se sacudió


por las sensaciones que estaba recibiendo por todas direcciones.
Este orgasmo no terminó, la mantuvo temblando y jadeando
unos momentos preciosos y largos. Las ondas de placer la
enviaron a órbita, para después regresar a la realidad.

Cuando finalmente pudo hablar su voz sonó ronca.

—Oh, Dios mío —fue lo único que pudo decir.

—Eso estuvo bien. —Addie retiró sus dedos y se limpió 88


rápidamente con una toalla de la mesita de noche.

Mel rodó sobre su espalda y vio a la hermosura hacer


todos los movimientos.

—Vuelve aquí. Necesito tus besos. Montones y montones


de besos.

Addie se arrastró hacia ella y envolvió a Mel en sus brazos,


y se quedaron quietas en la cama.

—Puedo hacer eso. —Ella mordió el labio inferior de Mel


con sus dientes y luego la besó con avidez.

Mel vio el profundo deseo en los ojos de su amante. Un


estremecimiento le recorrió la columna vertebral al caer en la
cuenta que esa mirada era por ella, debido a ella. Estaba
experimentando un caso fuerte de lujuria, a sí misma. Ahora
tenía a Addie en sus brazos, no quería dejarla ir nunca.
Ellas se envolvieron con sus piernas alrededor de la otra,
presionando sus coños entre sí. Sosteniéndose con fuerza,
rodaron en la cama, compartiendo besos largos y húmedos. Mel
estaba en el cielo.

Sintió la urgencia en el cuerpo de Addie, ya que ella


empezó a presionarse en ella. Mel estaba saciada, Addie no, por
el momento. Se haría cargo de eso. Apartó su boca el tiempo
suficiente para murmurar.

—Tu turno. Voy a hacerte correr como nunca antes.

—Quiero eso más que nada. —Respondió Addie,


aplastando su boca con la suya por última vez en un beso
desgarrador hasta el alma.

—Sobre tu espalda, lindura. —Mel presionó a Addie sobre


la cama. Se colocó frente a los hermosos senos redondos que
habían sido tan tentadores para ella—. Mmm, he querido probar 89
esto desde siempre. —Señaló a un pezón en la boca.

—Sí, ¡oh sí! —Addie atrapó la nuca de Mel y la urgió a


seguir.

Cuando el pezón estaba húmedo y con forma de cono, Mel


cambió de lado, rodando el primero entre sus dedos pulgar e
índice.

Addie se sacudió en su caricia, pero un momento después


estaba suspirando y haciendo pequeños gemidos de placer. Sus
caderas se presionaban más y más alto de la cama a la espera.

Mel apretó las deliciosas tetas por última vez antes de


deslizarse entre las piernas de Addie.

Un hilo de néctar brillaba en un muslo, y ella lo disfrutó


con entusiasmo. Era almizclado, pero sabía deliciosamente
dulce, y Mel supo en ese momento, que anhelaba más.
Saborearla, una hora más tarde, una semana más tarde, lo
que ella pudiera conseguir.

Partiendo el vello fino en el vértice, Mel se zambulló en el


primero con su lengua, y luego la boca entera. El sabor, junto
con la manera sensual de Addie al retorcerse debajo de ella, fue
casi suficiente para hacer que se corriera de nuevo. Pero había
llegado el momento de Addie, y Mel quería que fuera perfecto
para ella.

Metió un dedo en el coño empapado, dentro y fuera,


mientras mordisqueaba el clítoris hinchado de Addie. Podía
decir por la forma en que su amante se retorcía que ella estaba
cerca, y mantuvo sus atenciones.

—¡Me corro! —Jadeó Addie, y su cuerpo se sacudió.

Mel sostuvo las piernas y continuó acariciando y


atormentando la rosada carne. 90
Antes de que Addie se detuviera temblorosa de su primer
orgasmo, otro surgió.

—¡Sí! —Sollozó ella, su voz áspera.

Después de unos minutos, Mel cedió y se retiró. Frotó las


manos sobre los muslos de seda y sopló en el área sensible de
Addie.

—Me estás matando. —Addie alcanzó las manos de Mel y


la acercó a sus brazos.

—Necesito un minuto. Tal vez dos. Dios, fue increíble. Y no


uso esa palabra a la ligera. La única vez que recuerdo haberla
usado fue hace poco y estaba pensando en ti.

Mel se acurrucó y arrastró una sabana sobre ellas.


—Estoy tan feliz de escucharte. Porque estaba pensando,
que este día no será suficiente. Quiero más tiempo contigo.
Necesito más tiempo.

Addie besó la parte superior de su cabeza.

—Tenemos tiempo.

91
Capítulo Siete
Addie intentó hacer una lista de los elementos que debían
ser reemplazados en la posada. Los muebles del dormitorio era
negociable, ya sea cambiar o retocar, pero cada habitación
necesitaba un colchón nuevo, el suyo incluido. La cama prestada
había sido un salvavidas, pero Addie entendía por qué se había
dado libremente. Bultos sobresalían cada vez que trataba de
ponerse cómoda.

Las habitaciones, necesitaban ropa nueva como,


almohadas y edredones. La habitación del frente requeriría un
sofá, sofá de dos plazas y una silla, además de café y finalmente
mesas. Las mesas de comedor estaban rayadas, pero podría
usarlas, ya que estarían cubiertas con telas.

Ella definitivamente necesitaría sillas nuevas. 92


Comprar una cocina para la cocina principal. Los otros
artefactos estaban bien, una vez que fueron limpiados. Había
que comprar más platos y vasos, los cubiertos de plata, pero
parecían estar bien.

Las paredes estaban intactas, lo cual era una bendición. La


pintura había sido siempre una de las tareas no favoritas. Todo
lo que tendría que preocuparse sería de los toques decorativos.
Sin embargo, los suelos de madera necesitaban tareas
importantes, y la mayoría de las alfombras estaban arruinadas.

Addie empujó la lista a distancia y lanzó un suspiro. Había


pensado escribirlo todo para ayudarse a organizarse. Por el
contrario, sólo se sentía más deprimida.

—¿Hey, Addie? ¿Tienes una llave para el ático? —Mel


llamó desde el descanso del segundo piso.
—Sí —respondió Addie ausente. Ella había mirado en el
ático una vez y encontró que estaba llena de cajas y basura. Al
no haber sido afectado por la irrupción, no había pensado en
eso. Agarró su llavero y se dirigió hacia las escaleras—. ¿Por
qué?

—Estaba buscando por todas las habitaciones, averiguar lo


que había que hacer. Nunca he visto el espacio del ático.

Addie movió las llaves frente a Mel y se dirigieron hacia


abajo a la puerta cerrada con llave.

—No hay mucho que ver. Polvo, cajas y más polvo. —Addie
abrió la puerta.

—¿Has visto que hay en esas cajas? —Mel dio un paso,


mirando a su alrededor. Tiró de la cadena en el centro de la
habitación, y una bombilla de luz se encendió—. ¡Mira este
lugar! ¡Es hermoso! 93
—No, no lo vi, —dijo Addie, respondiendo a la pregunta
sobre las cajas—. ¿Y que es hermoso? —Trató de ver lo que Mel
se refería, pero parecía un desván sucio, viejo para ella.

—¡Techos con vigas con espacios abiertos y la ventana de


la torreta! ¡Esta habitación es una preciosidad! Está llena de
posibilidades.

—Bueno, tal vez. —Addie era escéptica—. Las paredes no


están ni siquiera terminadas. Se necesita una construcción
mayor antes de que sea útil.

—Supongo. —Mel siguió con entusiasmo—. Pero seguro


que es genial.
—Tengo grandes preocupaciones en este momento. —
Addie puso las manos en las caderas—. Tengo que encontrar la
manera de poner este lugar en funcionamiento para que pueda
obtener algo de dinero. —No tengo ni un centavo para gastar.
Dejó que el pensamiento no saliera de sus labios.

—Estaba pensando en eso. —Mel se dirigió de regreso a la


escalera.

Addie la siguió, apagando la luz y cerrando la puerta del


ático.

Al final de las escaleras, Mel comentó.

—Si te ayudó a pagar el deducible, entonces podrías hacer


el trabajo…

—No. —Addie la interrumpió. Ella y Mel habían pasado


tres noches juntas. Tres de las mejores noches de su vida, no
había duda, pero era demasiado pronto para empezar a hablar 94
de mezclar el dinero—. No voy a dejar que hagas eso. Voy a
encontrar una manera de hacer este trabajo por mi cuenta.

Mel se detuvo en la planta baja y se volvió para mirarla.

—¿Qué pasa si quiero ayudarte? No tienes que hacerlo


todo sola, ya lo sabes. A veces está bien apoyarse en otras
personas. —Ella puso sus brazos alrededor de la cintura de
Addie.

Addie apoyó la frente contra la de Mel.

—Quiero tu ayuda. No podía comenzar a manejar esto


sola. Pero me niego a tomar tu dinero. Esa no es la mejor
manera de empezar una relación.

Sostuvo a Addie por las caderas, Mel la atrajo aún más


cerca.
—Esta relación ya ha comenzado, bebé. No lo puedes
negar. Quiero ayudarte. Me parece que, hasta que puedas
conseguir algunos de estos cuartos de atrás listos no serás capaz
de abrir la posada.

Addie besó suavemente sus labios y se retiró.

—La trampa perfecta. No puedo ganar dinero hasta que


arregle las habitaciones. No se puede arreglar las habitaciones
sin dinero.

—Pero si me dejaras…

—No. —Ella presionó dos dedos contra la boca de Mel—.


Por favor no lo traigas de nuevo. Voy a encontrar otro camino.

Mel entornó los ojos, dando una mirada de exasperación


en respuesta.

El teléfono sonó, y Addie sonrió. 95


—Salvadas por la campana. —Quitó los dedos y le dio un
pequeño beso en su lugar antes de ir a contestar—. Posada
Apple Valley, así como lo oye.

Una risa profunda cruzó la línea.

—Buenos días, Addie. Soy Gill. Terminé el coche. Pensé


que podría estar listo para tener unas ruedas nuevas.

—Oh, hola, Gill. Sí, claro, gracias. —Ella sabía que su voz
sonaba vacilante y trató de proyectar agradecimiento—. Te lo
agradezco. Tengo mucho que hacer aquí ahora, pero pasaré a
recogerlo en algún momento.

—Podría llevarlo, si eso te es más fácil.

—Cielos, no. Por favor, no te molestes. Me daré prisa.


Estaré ahí lo antes que pueda.
—Muy bien, entonces. Hasta pronto.

—Adiós. —Ella colgó el teléfono y miró a Mel, que se había


unido a ella en la habitación de en frente.

—¿Está listo tu coche?

—Sí. —Addie agitó una mano con indiferencia, o al menos


esa fue la impresión que ella esperaba. En el interior, su corazón
latía violentamente a causa de la decepción—. Como le dije a
Gill, me pasaré en algún momento. No hay prisa.

—Podemos recogerlo de mi camino al trabajo. Y ahí te


dejo.

Addie la miró fijamente. Ella era tan linda, tan inocente


acerca de los problemas fuera de la pequeña aldea de Cattle
Valley. Addie amaba la ingenuidad de Mel. Chloe había sido
pesimista y cansada desde el primer día que se conocieron.
96
—Cariño, escucha. No puedo ir por mi coche ahora mismo,
porque no tengo dinero. Gill va a tener que esperar.

Los ojos de Mel ojos se iluminaron.

—Déjame hacer eso por ti. Puedo…

—No. —Addie se acercó, resbalando sus brazos alrededor


de Mel—. Creo que la única manera de hacerte callar es darte un
beso. —Ella forzó sus bocas juntas, consiguiendo que su lengua
tocara las comisuras de Mel. Cuando se separaron, se condujo
más profundo, disfrutando el sabor de su amante cada vez más.

Mel le devolvió el beso y gimió, echándose hacia atrás.

—Tengo que ir a trabajar. Ojalá pudiera quedarme aquí un


poco más.

Addie alcanzó el culo de Mel.


—No tardaremos mucho tiempo. En un minuto, retiraré tu
ropa y sumergiré mi cara entre tus piernas.

—Mmm. —Mel se retorció en su contra—. Tal vez debería


llegar tarde.

Riendo, Addie la soltó.

—O tal vez deberías ir a trabajar y volver aquí tan pronto


como puedas. Mejor aún, pasa por tu casa y trae contigo algo de
ropa para que puedas quedarte.

Los ojos oscuros de Mel brillaron.

—Lo haré, gracias. Tengo un turno corto hoy, así que no


voy a llegar tarde. Cenaremos juntas.

—Me parece bien. —Después de inclinarse por otro


apasionado beso, Addie la vio marcharse. Dio la vuelta,
pensando en la posada. Era extrañamente tranquilo estar ahí 97
sola. No estaba segura si alguna vez llegaría a acostumbrarse.

Cerró ambas puertas, la delantera y la trasera, de forma


segura y se dirigió hacia las escaleras. La curiosidad de Mel
había conseguido filtrarse en su mente, preguntándose que era
lo que había en las cajas. No había tiempo como el presente
para averiguarlo. Volviendo a la oscuridad, abrió la habitación,
tiró de la cadena, y la bombilla se iluminó.

Addie se arrodilló junto a la primera pila y abrió la de


arriba. Una nube de polvo se levantó, lo que le hizo estornudar.
Buscó en la caja y sacó una pieza cubierta que parecía que
podría ser un plato de algún tipo. Quitó el envoltorio de papel y
cartón, se encontró una placa preciosa, de marfil con un patrón
de color de rosa. Parecía ser viejo, porcelana china.

Lo puso a un lado y cogió otro pedazo. Era similar a la


primera, y varias más que había debajo de ella.
Las demás cajas contenían muchas tazas del mismo
material, los platillos y tazones, todos intactos.

Addie desempaquetó todos ellos para comprobar su


estado, y luego colocó cada pieza cuidadosamente y puso todo
de vuelta donde lo había encontrado. Ella dejó el primer plato
afuera, decidió llevárselo escaleras abajo.

Las demás cajas estaban medio llenas de basura o vacías,


más o menos lo que había esperado encontrar en todas ellas. La
porcelana fue una verdadera sorpresa. Tal vez no tendría que
comprar platos nuevos, después de todo. Addie cerró el ático y
se dirigió hacia el comedor.

Había encontrado veinticuatro piezas de porcelana china,


además de dos de cada uno de los tazones y platos. ¿Será
suficiente? Si la posada estaba llena, podía tener un máximo de
doce ocupantes.
98
La porcelana podría ayudar.

Ese pensamiento impulso su espíritu por el resto de la


mañana, y decidió hacer frente a la renovación del acabado de
los muebles de nuevo. Ella estaba sumergida hasta los codos en
el removedor de pintura cuando Mel regresó.

—¿Qué estás haciendo aquí tan pronto?

—¡Qué asco! ¿Puedo tener un poco de aire? Esa cosa es


fuerte. —Mel abrió dos ventanas en la sala.

—Sí, y esto no va bien, tampoco. Mira esta cabecera. Se ve


como una mierda. —Se refirió a la pieza que había tratado de
reparar.

Mel se mordió el labio.

—Eso no se ve bien. ¿Estás segura de que estás utilizando


el material adecuado?
—No —admitió Addie y se dejó caer en el sofá. Se quitó los
guantes de goma y exhaló su aliento que alborotó el flequillo.

—Te he traído un bocadillo para la cena. Naomi estaba en


la tienda, así que decidí irme para mi hora de almuerzo de hoy.

Addie la miró acusándola.

—Tengo comida, Melissa. No voy a morir de hambre.

—Lo sé. ¿Y qué si sólo quería verte? —Mel se sentó a su


lado y le dio un codazo a sus rodillas juntas. Le entregó un
emparedado y desenvolvió otro para ella.

—Planeas algo. Reconozco esa mirada en tus ojos.

Mel sonrió.

—Uh oh. ¿Soy tan transparente? Bueno, tal vez lo soy.


Escucha, Gill tiene este amigo, Hal Kuckleman. Él es un
contratista y, por lo que he oído, uno muy bueno. Me gustaría
99
que lo llamaras para que viniera a echar un vistazo a la posada.
Ya sabes, hacer los suelos es una tarea demasiado grande para
que puedas manejarlo sola.

Addie masticaba pensando. Tal vez el hombre trabajaría


con ella hasta que el seguro de sus finanzas se resolviera. La
única manera de conseguir que el dinero entrara era arreglar la
posada. Tenía que empezar por alguna parte.

—Tienes razón. —Ella asintió con la cabeza mientras


comía—.No puedo hacer los suelos. Demonios, ni siquiera
puedo hacer los muebles. Necesito ayuda profesional.

—¿Así que puedo llamar a Hal? —preguntó Mel con


entusiasmo.

—Sí puedes. Gracias por pensar en eso.


—Ya lo creo. —Mel recogió su sándwich—. Tengo otra idea.
Tal vez, mientras que Hal está aquí, pueda echar un vistazo en el
ático. Me encantaría ver si se puede convertir en otra habitación
para alquilar.

—Mel. —Addie sacudió la cabeza con desaliento—. No


puedo permitirme ese lujo en este momento, y lo sabes. No me
gusta, pero estoy empezando a sonar como un disco rayado.

Mel le apretó el brazo.

—Simplemente deja que Hal diga el precio. De esta


manera, lo sabremos. Para un futuro, quiero decir.

Addie contemplaba la dulce expresión en su rostro. ¿Por


qué sabía que iba a ser difícil decirle "no" sobre cualquier cosa?
Estaba del todo cómoda en su relación y sabía que, con su
futuro tan incierto, debería retroceder o al menos reducir la
velocidad. Ella encontró a Melissa Danes demasiado atractiva 100
como para hacerlo bien. Suspiró.

—¿Siempre te sales con la tuya, o es sólo que me has


envuelto alrededor de tu dedo meñique?

—Sólo por ti. —Mel sonrió y se inclinó para darle un beso


—. Gracias. Voy a llamar a Hal cuando vuelva a trabajar.

Addie robó otro beso rápido antes de que terminaran sus


sándwiches. En la cocina, lavando los platos, se dio cuenta de la
pieza de porcelana sobre el mostrador.

—¡Oh! ¡Nunca vas a creer lo que encontré en el desván! —


Ella desenvolvió el plato y lo sostuvo en alto.

—Hey, eso es bueno. —Mel lo tomó y lo inspeccionó—.


¿Hay más?
—Mucho más. Veinticuatro platos con sus piezas de juego.
¡No lo podía creer! Supongo que no compraré platos después de
todo.

—Si lucen como este. —Mel estudió atentamente el plato.

—¿Qué?

—¿Hmm? Oh, nada. ¿Puedo tomar esto? A Naomi le


gustan los platos viejos. A ella le encantaría verlo.

—Supongo. —Addie se encogió de hombros y lo envolvió.

Mel lo apretó contra su pecho con un brazo y abrazó la


cintura de Addie con el otro.

—Ten una buena tarde. Te veré más tarde, cosa sexy.

—¡Ven aquí! Bromeas. —Addie besó a Mel, un


estremecimiento de emoción presionó en su espina dorsal. Sólo
escuchar las palabras—. Te veré más tarde —fue suficiente para
101
que su motor se pusiera en marcha.

Tal vez ella estaría esperando por Mel en el dormitorio


después del trabajo, vestida sólo con una sonrisa.

Tomó el culo de Mel y apretó.

—Más tarde.

Mel movió el culo, sonrió dulcemente y se fue.


Capítulo Ocho
Mel se detuvo en Antigüedades Bronwyn antes de volver a
la librería. La pequeña tienda estaba a un bloque de la calle
principal, y conocía al dueño, Ryan Bronwyn, hizo un buen
negocio, porque era justo y de buena reputación. Ella tomó el
plato y salió, donde una pequeña campana en la puerta anunció
su llegada.

—Hola, Ryan. —Sonrió a su vecino de negocio. Siempre


había sido muy aficionada a él. Su pelo castaño claro, gafas, alto,
delgado, le recordó a Mel a su padre.

Mientras que Ryan era más joven, probablemente a


mediados de los treinta, todavía tenía ese aire mismo de la
sabiduría y la confianza que a ella le gustaba de su padre.
102
—Hola, Mel. ¿Cómo te va hoy?

—No está mal. Tengo un plato y me preguntaba si podrías


verlo. Se ve viejo para mí, pero no soy juez de antigüedades. —
Lo colocó sobre el mostrador.

—Vamos a echar un vistazo. —Desenvolvió la porcelana


China y estudió cuidadosamente la parte de atrás—. Nunca he
visto esta marca antes, lo que me sorprende. Me gustaría
investigar más a fondo. ¿Podría quedármela? Te escribiré un
recibo.

—Por supuesto. No necesito un recibo.

—Insisto. —Escribió un recibo y se lo entregó a ella—. ¿Te


puedo llamar en cuando sepa algo? Puede tomar un día o dos.

—No hay problema. Gracias, Ryan. —Ella dejó su tienda y


volvió a Booklovers.
Naomi estaba colocando un nuevo título cuando Mel se
apresuró, hablando sin aliento.

—Hola, siento llegar tarde.

—No hay problema. —Su hermosa, pelirroja jefa, miró de


vuelta a Mel, una expresión divertida en su rostro—. Recuerdo
aquellos días, corriendo a casa para un rápido almuerzo.

Mel fingió sorpresa.

—¡No tuvimos un rato de placer! Comimos bocadillos y


tomé una porcelana China. Addie encontró todo un conjunto en
el ático. Es algo muy lindo.

Naomi colocó el último de los libros en el estante.

—¿Por qué dejaría Tia un juego de porcelana? Eso suena


extraño. ¿Si ella no podía llevárselo pudo haberlo vendido?

Encogiéndose de hombros, Mel empujó su bolso bajo el


103
mostrador.

—Tal vez se olvidó de él. El ático es polvoriento como el


infierno. No parece que alguien hubiera estado ahí desde la
edad de un mapache.

—Siempre me he preguntado exactamente cuánto tiempo


será la edad de un mapache. Debería entrar en Internet y buscar
eso. —Naomi hizo una expresión divertida cuando paso a Mel,
llevando una caja vacía a la trastienda.

—Oh, cállate —Mel bromeó de regreso—. Eres una


sabelotodo. Tenía la esperanza de que Courtney te curara, pero
creo que no ha hecho más que empeorar.

Naomi asomó la cabeza por la parte trasera.


—Hablando de nuestro Amor Verdadero, ¿tiene planes
Addie de contratar a algunas personas para trabajar en la
posada? Sería un trabajo bastante grande para una persona. Tia
tenía un asistente de recepción y un cocinero por la mañana.

Mel sacudió la cabeza.

—Ella no ha llegado tan lejos, todavía. El hotel necesita


mucho más trabajo antes de que pueda estar abierto. Es duro,
porque Addie está un poco atada. Ella pensó que iba a venir
aquí para hacer dinero. Hasta el momento, sólo ha sido un
devorador de dinero.

—Espero que atrapen a los bastardos que lo hicieron. Ellos


deben ser obligados a pagar. Deberían haber tenido que limpiar,
también, pero supongo que no podía esperar tanto tiempo.

—No, necesita que esto funcione ahora. Hablando de eso,


me ofrecí a llamar a ese amigo contratista de Gill para ver qué 104
podía hacer con los suelos. —Cogió la libreta de teléfonos.

—¿Hal? Él es un buen tipo. —Naomi regresó al


mostrador—. Sólo quería mencionarlo, si es que estás pensando
en renunciar aquí para ir a trabajar en la posada, trata de
avisarme antes ¿de acuerdo? No me entusiasma la idea de
trabajar largas jornadas sola. Cuando el verano llegue, Sally
Meadows estará de regreso de la universidad, y ella ya me ha
preguntado para que la contrate por algunas horas. Pero hasta
entonces.

—No voy a ninguna parte. —Mel le dio un codazo al brazo


de Naomi a la ligera. La idea de trabajar en la posada no se le
había ocurrido. Era un pensamiento tentador, pero podía oír a
Addie usando balística si ella lo mencionaba. Era demasiado
temprano para ese tipo de planes.
—Dices eso ahora —Naomi asintió con la cabeza a
sabiendas—. Pero por si acaso, en alguna parte bajo la línea... —
Ella arqueó las cejas—. No estoy siendo curiosa. Tengo mis
razones, y necesito saberlo.

—Ya te he oído. No te preocupes por mí. Me encanta mi


trabajo, y lo necesito. Ahora vete para que pueda hacer mi
llamada. —Ella procedió a buscar el número del contratista.

—Claro, adelante. —Naomi se dirigió a la parte delantera


de la tienda, murmurando en tono de broma—: Para alguien
que ama su trabajo, seguro que no tiene mucho trabajo hecho.

—Cinco minutos más, eso es todo lo que necesito. Te lo


prometo.

Naomi se rió y agitó una mano.

105

Hal Kuckleman vivía con el reverendo Casey Sharp cerca


de la iglesia en Cattle Valley. Eso fue todo lo que sabía del
hombre, con excepción de que era un amigo de Gill. Hal pareció
muy servicial por teléfono, accediendo a pasar por la posada
después del trabajo para comprobar lo que había que hacer.

Mel corrió a su apartamento por un poco más de ropa,


llegó a la posada, al mismo tiempo que Hal en su camioneta
blanca. Dejó sus cosas en el coche y salió, acercándose a Hal.

—Hola, Hal. Soy Melissa Danes. Creo que te he visto por la


ciudad. —Ella le tendió la mano.

Él la estrechó y sonrió amablemente.


—Sí, en la boda de Gill, tal vez. No entro en la librería.
Ojalá tuviera más tiempo para leer, pero siempre hay algo que
hacer.

—Lo entiendo. Bueno, vamos a entrar. Mi amiga acaba de


comprar este lugar, y estamos tratando de averiguar lo que hay
que hacer después del robo. —Ella lo condujo al interior—.
¿Addie? Estoy aquí con el contratista.

Addie venía de la cocina secándose las manos.

—Hola.

—Addie Murphy, Hal Kuckleman. —Mel los presentó y dio


un paso atrás. Era la posada de Addie, ella debía seguir desde
aquí.

Se estrecharon las manos, y Hal miró la habitación llena


de muebles de madera marcados.
106
—Esto es una maravilla, —Hal dijo con sarcasmo,
sacudiendo la cabeza.

—¿Verdad que sí? No se salvó ni una sola pieza. Ah, a


excepción de una silla. Tengo una silla del comedor, y unos
vaqueros me ayudaron a armarlas para mí. Somos cuidadosos
cuando nos sentamos en ellas.

Sonrió, todavía mirando a su alrededor.

—Odio tener que decirte esto, pero estás usando las cosas
mal sobre el mueble. No necesitas removedor de pintura. —Se
refirió a la pieza en la que Addie había estado trabajando—. Ese
de ahí esta arruinado. El resto podría ser rescatable, pero es un
trabajo muy laborioso. No estoy seguro si el precio valdría la
pena. Puedes ser capaz de comprar cosas nuevas por no mucho
más.
—Eso es lo que me temía. —Asintió con la cabeza Addie—.
Olvídate de los muebles. Los suelos son mi mayor preocupación.
Tienen un bello acabado en la madera.

Hal andó arrastrando las botas.

—Sí, pero nada es permanente. Estos pueden ser pulidos y


se verán como nuevos. Podría ser capaz de ahorrarte un hombre
para hacer esto.

—Estaría muy agradecida. —Addie lo miró—. Estoy


tratando de arreglar el sitio para hacerlo funcionar. El dinero es
un poco escaso, porque había contado con los ingresos
procedentes de la compra, cuando llegué aquí.

Hal se rascó la cabeza.

—Deberíamos ser capaces de resolver algo. Deja que mire


arriba, ver cuantos metros es en total, antes de decirte el
presupuesto. 107
—Por supuesto. —Addie le llevó hasta la escalera.

Mel los siguió.

—Cuando haya terminado, hay una cosa más que me


gustaría mostrarte, Hal. El ático.

—Eso puede esperar, —dijo Addie.

—Me gustaría tener una idea, —insistió Mel—. Aún no está


terminado, pero es un hermoso espacio. Me pregunto cuánto
costaría acabar con él.

—Voy a echar un vistazo.

Mel le sonrió a Addie.

Addie entornó los ojos, pero no pudo resistirse y le


devolvió la sonrisa.
Hal y Addie se pusieron de acuerdo en el precio de
renovación del acabado de los suelos. Estuvo de acuerdo en
enviar a alguien para empezar a trabajar al día siguiente.
Después de examinar el ático, se ofreció a terminar un
presupuesto y hacérselo llegar pronto.

Mel estaba satisfecha y pensó que Addie parecía aliviada,


también.

—Es un comienzo —Mel comentó después de mostrarle a


Hal.
108
—Sí, es bueno. Sigo preocupada acerca de dónde
sacaremos el dinero. Pero necesito hacer esto. Gracias por
proponerlo.

—No hay de qué. —Mel se movió más cerca, dándole a


Addie un beso—. Me parece que te prometí la cena.

—No tengo mucha hambre. —Addie corrió sus manos


sobre los hombros de Mel—. Para comer, de todos modos. He
estado pensando en ti toda la tarde. Es algo muy bueno que me
llamaras y me advirtieras que el contratista iba a venir. Él
habría recibido una gran sorpresa. —Sus ojos brillaban.

—¿Ah, sí? —Mel se lamió sus labios, un hormigueo en


aumento provocado por la lujuria—. ¿Qué estabas pensando?
—En realidad... —Addie alcanzó el dobladillo de la camisa
de Mel, la jaló sobre su cabeza y la arrojó a un lado—. Pensé en
esperarte desnuda sobre la cama. —Desabrochó el sostén de Mel
y lo envió volando—. Entonces pensé sobre tomar un buen baño
caliente en una de las grandes tinas que tenemos arriba. Creo
que me gustaría verte rodeada de burbujas.

Mel se quitó los zapatos, cuando Addie arrastró sus


pantalones y las bragas.

—Un baño de burbujas suena divertido.

Addie la apretó contra la pared en el pasillo fuera de su


dormitorio.

—Simplemente decidí que soy demasiado impaciente para


eso. Tengo que probarte ahora. —Ella cayó de rodillas y separó
las piernas de Mel, colocando una pierna sobre su hombro.

Aferrándose a la pared detrás de ella, Mel se quedó sin 109


aliento cuando Addie se movió rápidamente y con
determinación.

Abriendo los labios del coño de Mel, Addie dirigió su


lengua hacia adelante. No hubo caricias gentiles, no rodeó los
bordes está vez. Ella parecía saber lo que quería y lo obtuvo.

—Oh, Señor. —Mel acunó la nuca de Addie con una


mano—. No voy a durar mucho tiempo con este tratamiento.

—Bien. —La voz de Addie sonaba amortiguada y


entrecortada, pero no se detuvo en lo que estaba haciendo—.
Quiero sentir cuando te corras. Quiero tu sabor al correrte.

Mel gimió cuando Addie llegó más profundo, más rápido


con las caricias. Ella jadeó y trató de mantenerse en pie, tirando
accidentalmente del pelo de Addie.

—Lo siento.
—No hay problema, —Addie se rió entre dientes—. Tal vez
deberíamos ir a la habitación. —Ella dejó la pierna de Mel y se
levantó, tirando de la mano hacia la cama y la acostó de
espaldas.

Mel alcanzó la cabeza de Addie y la animó a regresar al


trabajo de la mano. Su excitación parecía instar a Addie. La
mujer persistente mordisqueaba y lamía con abandono hasta
que finalmente Mel gimió y se estremeció. Un clímax intenso en
espiral la envolvió, encendiendo cada fibra de su ser. Se dejó
caer en el colchón cuando Addie chupó lo último de los jugos
que había logrado obtener.

Addie se arrastró a lo largo de Mel, mirando fijamente a


los ojos.

—Eso fue jodidamente increíble.

Se besaron, y Mel deslizó sus brazos alrededor del cuello 110


de Addie.

—Estoy totalmente de acuerdo. Ahora a descansar. Quiero


hacerte el amor, y podría tomarme algún tiempo.

Addie la besó de nuevo, sus lenguas luchando entre sí por


el dominio. Por fin, ella se echó hacia atrás y sonrió.

—¿Me lo prometes?

Mel estaba con la cabeza en el vientre de Addie, una mano


trazando las curvas de su pecho. Ella estaba totalmente a gusto,
más cómoda de lo que nunca se había sentido con nadie.
Si nunca tuviera que moverse de nuevo, esto no sería
demasiado pronto.

Addie tocó el aro de plata en el oído de Mel.

—¡Oh! Me olvidé de decirte, mi abogado llamó hoy.

—¿En serio? —Mel la miró—. ¿Alguna novedad?

—Sólo que mi madre no se echa para atrás. Tenemos una


cita en el juzgado en dos semanas.

—¡No! —Mel frunció el ceño—. ¿Has intentado hablar con


ella?

—Lo intenté una vez. No quiso hablar conmigo. —Addie


tocó la mejilla de Mel—. Creo que un juez decidirá mi destino.

—¡Addie, no! —Mel trató de levantarse, pero Addie le


agarró del hombro.
111
—No te levantes. Esto se siente demasiado bien para
moverse.

—Yo también lo creo. —Mel se quedó donde estaba, pero


una sensación de malestar se extendido sobre ella. El pleito
entre Addie y su madre le preocupa. —Todo esto es
simplemente horrible. No puedo creer que tu madre te
demandara.

—Lo sé. —Suspiró Addie y cerró los ojos—. Sólo hago lo


que tengo que hacer, trato de no pensar en eso.

Era más fácil decirlo que hacerlo. Mel quería que Addie
decidiera su propio destino, no un juez. Un escalofrío le recorrió
la espina dorsal, y abrazó a su amante más cerca.
Capítulo Nueve
Addie movió todos los muebles dañados al porche antes de
que el empleado de Hal se presentara para trabajar con los
suelos al día siguiente. Jason. Él era otro de Cattle Valley con el
pelo corto oscuro, ojos melancólicos y un físico apuesto y
musculoso. Cuando empezó a trabajar, casualmente mencionó a
su pareja, y cayó en la cuenta que era gay. Ella aún no estaba
acostumbrada que la mayoría de la gente en la ciudad se
apoyara en esa dirección. Este tipo, como la mayoría de los
demás, era más caliente que un cohete. Si ella fuera hetero,
encontraría la forma de molestarlo como el infierno.

Se acomodó en una silla en el porche. Jason había


levantado una nube de polvo en la habitación de enfrente, y ella
quería mantenerse al margen. Mientras estaba decidiendo qué
hacer, Mel se detuvo en la entrada.
112
Addie se digirió a su encuentro.

—¿Qué estás haciendo? Si estás en casa al mediodía para


un polvo rápido, odio tener que decírtelo, pero el chico del suelo
ya está aquí. Jason.

Mel no salía de su coche.

—Ojalá pudiera, pero no hay tiempo. Sólo tengo treinta


minutos, ya que Naomi tiene una cita con el médico. Pero
quiero llevarte a una parte. Sube.

—No puedo salir —protestó Addie, mirando hacia atrás a


la posada.

—No vamos a estar fuera mucho tiempo. Dile a Jason que


vuelves y vamos —insistió Mel.
Addie se debatía, luego corrió a la casa y transmitió el
mensaje. Tomó su bolso y se apresuró a subir al coche de Mel.

—Está bien. —Ella se abrochó—. ¿Adónde vamos?

—Ya lo verás. —Mel sonrió misteriosamente.

Addie la observó conducir, dándose cuenta cada vez más,


cada día, cómo se estaban apegando con el tiempo. Fue
maravilloso y aterrador al mismo tiempo. Mel se detuvo frente a
una tienda de antigüedades y Addie miró.

—¿Qué está pasando?

—Vamos. —Mel hizo un gesto hacia la tienda, y las dos


salieron para entrar al interior.

La puerta de entrada sonó, y un hombre asomó la cabeza


desde la trastienda.

—Hola, Mel.
113
—Hola, Ryan. Me gustaría que conozcas a Addie Murphy,
la nueva propietaria de la Posada de Apple Valley. Addie, él es
Ryan Bronwyn. Es dueño de este lugar.

—Hola, —Addie asintió con la cabeza.

Él colocó un plato en el mostrador, delante de él, y ella se


dio cuenta de que era el de su colección recién descubierta del
ático.

—Mel trajo esto ayer, y he estado como loco tratando de


seguirle la pista. Finalmente lo conseguí. Es bastante raro y es
producida por una buena compañía, una compañía francesa.

—¿En serio? —Addie parpadeó sorprendida—. Eso está


bien. Supongo que va a hacer que la posada se vea bien,
entonces. Voy a bajar las cajas y empezar a lavar todo antes de
usarlo.
Ryan sonrió.

—No creo que lo hayas entendido. Esto es raro, antiguo,


una porcelana francesa. No se trata de las cosas más caras que
he visto, pero esto cuesta. No creo que desees utilizarlo en la
posada.

Echó una mirada de él a Mel y regresó. Ambos tenían


enormes sonrisas. Sus palabras se estaban hundiendo cuando
Mel se apresuró y le dijo.

—¿No lo entiendes? Ryan puede vender esto por mucho


dinero. Puedes comprar los platos prácticos, algo que puede ir
en el lavavajillas. Algo que no importaría si se rompe.

—Ah. Eso tiene sentido. —Ella no tenía intención de pasar


el tiempo lavando los platos a mano todos los días. Miró el
plato, luego de nuevo a Ryan. —¿Cuánto crees que valga?

—Ahí reside el problema. Lo que vale, y lo que puedo 114


conseguir por ellos, son dos cosas diferentes. Estoy seguro de
que es un valor de miles, pero no hay mucho que se le llame
porcelana fina en la zona rural de Wyoming. Si me tomara
tiempo para encontrar un comprador, probablemente podría
conseguir un mejor precio para ti, menos una comisión
modesta, por supuesto.

El corazón de Addie se hundió.

—El tiempo y el dinero, dos cosas que no tengo, señor


Bronwyn. ¿Podría darme algo para la porcelana?

Mel le tocó el brazo.

—Yo tenía una idea mejor. Ryan tiene un almacén lleno de


muebles. Voy a dejar que él te lo diga.

Él asintió con la cabeza.


—Adquiero toda clase de cosas en subastas y mercados de
segunda. A veces se trata de un montón, y adquiero más de lo
que realmente quería. Sólo puse las antigüedades aquí. Guarde
las otras cosas hasta que pueda en algún momento colocarlas.

El interés de Addie se despertó.

—¿Qué tipo de cosas?

—Camas, cómodas, mesitas de noche, todo excepto


colchones. Probablemente tengo seis u ocho de cada uno.

Ella sonrió.

—Sólo necesito seis.

Apretándole el brazo, Mel estuvo de acuerdo.

—¡Eso es lo que yo pensaba!

Ryan levantó la mano. 115


—Te diré por adelantado, que no coincidirán. Pero están
en buenas condiciones. No tengo espacio para almacenar
basura. Yo lo tiro. También tengo algunos sofás y mobiliario de
sala de estar.

—¿Sillas de comedor? —Addie cruzó los dedos,


esperanzada.

—Sí, un montón. No puedo prometer que coincidan, pero


podría tener varios grupos de cuatro que sí.

—Su comedor necesita cuatro asientos —dijo Mel


emocionada y miró a Addie. —Podría tener sillas similares en
cada mesa. Toda la habitación no tiene por qué coincidir.

Addie se encogió de hombros.

—Lo ecléctico no es malo.


—Ecléctico es, en estos momentos. —Ryan dio unas
palmaditas en el mostrador—. Si estás interesada, te voy a dar
en muebles lo que tú quieras de mi almacén a cambio de la
porcelana. Vamos a ir ahí por la noche después de haber
cerrado, y podrás hacer tu selección. Vamos a marcarlos, y te lo
llevaré.

—¡Oh, Dios mío! —Addie no podía creer lo que él le


ofrecía—. ¡Eso es increíble! Muchísimas gracias. —Ella abrazó a
Mel, riendo, y se inclinó sobre el mostrador y abrazó a Ryan.

—Gracias —murmuró a su oído.

Él le devolvió el abrazo con afabilidad, y se separaron.

—Es un gran negocio para mí, también. Estaré encantado


de liberar algo de espacio del almacén.

Mel le tocó el hombro.


116
—Tengo que volver al trabajo. ¿Por qué no te llevas mi
coche y me recoges más tarde?

—Puedo caminar. Es un día hermoso. No estoy segura de


que mis pies tocaran el suelo todo el camino.

Con una sonrisa y un beso en la mejilla, Mel regresó a


trabajar.

Ryan envolvió el plato y lo dejó a un lado.

—Entiendo que Jason está rehaciendo tus suelos. ¿Por qué


no me llaman cuando estén listos y nos reunimos entonces? Sé
que quieres que las cosas estén listas lo antes posible.

Addie se rió entre dientes. Pequeña ciudad. Todo el mundo


lo sabe todo. En ese momento, no habría optado por estar en
otro lugar.
La restauración de los suelos tardó el resto de la semana.
Addie pasó varias noches en el apartamento de Mel para
alejarse del polvo del lijado. Pero cuando Jason terminó, se
sorprendió de lo limpio que dejó el lugar y estaba encantada con
el trabajo que había hecho.

Ryan Bronwyn había sido fiel a su palabra. Tan pronto


como ella le había llamado, él estaba dispuesto a reunirse con
ella en el almacén, para que pudiera elegir sus muebles. Addie
estaba indecisa, pero finalmente reunió el valor suficiente para
llamar a un amigo de Mel, Nate, para preguntarle si iba con
ellos para recoger el material. Él se había ofrecido para ayudar
117
en la decoración, pero en secreto se había preguntado si sólo
había sido cortés.

Nate deshizo sus preocupaciones. Parecía realmente


complacido de ayudar y cambió sus planes para esa noche para
su encuentro con Ryan.

El mobiliario era mejor de lo que Addie había esperado. Se


llevó a Mel, Nate y con poco tiempo para seleccionar lo que
querían. Ryan prometió que se lo entregaría.

A la tarde siguiente, de pie en la sala de estar cuando dos


hombres llevaban sus cosas, Addie estaba emocionada. Cada
habitación recibió una cama doble, una mesita de noche y un
armario de buen tamaño y un espejo. Ella también había elegido
un cómodo sillón para cada habitación, un pequeño escritorio y
una silla de respaldo recto para sentarse en ella.
Eran más muebles de los que las habitaciones habían
tenido anteriormente, pero todo encajaba muy bien, y pensó
que sería perfecto.

—Los muebles de la habitación se ven muy bien. —Nate


siguió a los repartidores por las escaleras por última vez y los
vio partir. —Gracias —les dijo.

—¡Sí, gracias! —Addie les dijo.

Ellos asintieron y se fueron, Nate cerró la puerta.

—Las habitaciones ya se sienten más cómodas que como


estaban. Las cortinas y las persianas están muy bien, por lo que
sólo necesitas mantener sus colores en mente cuando elijas la
ropa de cama y sea una extensión. Un par de las habitaciones
son de color azul, dos son de color malva y dos tienen unas
interesantes, cortinas color mostaza. —Él hizo una mueca.

Addie sonrió. 118


—Van a estar bien. He visto ya telas bonitas con ese color
con unas aplicaciones muy lindas. Si puedo encontrar algo así,
se verán fantásticas. Voy a usar edredones en lugar de colchas.

Él asintió con la cabeza.

—Y colchones. Necesitas algunos, por supuesto.

—Gracias. —Ella le hizo una mueca—. Realmente, quería


dejar a la gente dormir en el suelo dentro del marco de la cama.
Linda y firme para la espalda, ya sabes.

—Puedes atender a un par de invitados, aunque no estoy


seguro de que tipo de gente estamos buscando.—entró en la sala
comedor—. ¡Estas sillas se ven geniales!

—Casi ninguno de ellos son del mismo. —Ella siguió su


mirada y se mordió el labio nerviosamente.
—¿A quién le importa? Por todo lo que uno sabe, ¡lo
planeaste de esta manera! Son atractivas y resistentes. Mézclalo
todo. En lugar de tener dos mesas con sillas a juego, y los demás
sin igual, simplemente muévelos a su alrededor. Se verá más
natural de esa manera.

—Si tú lo dices. —Addie y Nate cambiaron las sillas de


lugar hasta que las cuatro mesas estuvieran llenas.

Tocó las palabras talladas de una de las mesas y sacudió la


cabeza.

—¿Tienes ropa para las mesas o necesitas conseguirlas?

—Las tengo. Al parecer mis invitados indeseables no


revisaron el armario de ropa.

Nate pasó la mano por la parte superior.

—Pon una almohadilla de mesa primero y luego la tela. 119


Nadie sabrá nunca lo que hay aquí abajo.

—Eso es lo que pensaba hacer —estuvo de acuerdo—. Se


verán bien.

Entró en la habitación del frente.

—Esta cosa esta mejor que bien. Me encanta el sofá de


brocado de color rojo oscuro y el sillón blanco de brocado
sencillo. Aunque, el sofá de dos plazas con rayas rojas y blancas
une todos los elementos.

—Es una tela muy diferente. —Ella tocó el sofá de dos


plazas de algodón. Era moderno, mientras que los otros dos
eran antiguos y más clásicos. Pero tenía razón, se veían
increíbles juntos.

Empezó a contestar, cuando un golpe sonó en la puerta


principal. Ella levantó la vista y vio a la pareja de Nate, Ryan,
con otro hombre.
—Debe ser un asunto oficial del sheriff. —Nate cruzó la
habitación y abrió la puerta—. Hola. —Sonrió a su hombre.

—Hola, Nate. —Ryan Blackfeather miró junto a él a Addie


y asintió con la cabeza—. Addie. Él es Taylor Adams.
¿Podríamos entrar por un minuto, por favor?

—Por supuesto. —Ella se movió para dejarlos entrar.

Nate miró de arriba abajo a Adams.

—Usted es el padre de Vernie, ¿no?

—Sí —respondió el hombre.

Era corpulento y parecía bien metido en su traje de


negocios. No era el típico residente del Cattle Valley, por lo que
Addie podría decir. Ella miró y esperó a que Ryan hablara.

—El señor Adams se ha marchado varias noches a la


semana por sus negocios. Su esposa falleció hace un tiempo, lo
120
que deja solo a Vernie más de lo que es prudente.

El hombre sacó un pañuelo del bolsillo y se secó la frente.

—Asumí, que ya que el chico tenía diecisiete años, podría


cuidar de sí mismo. No era consciente del tipo de personas con
las que se relacionaba en Sheridan. Todo el mundo en Cattle
Valley es tan agradable y abierto. Es difícil darse cuenta, que a
pocos kilómetros por la carretera, hay gente que todavía no
acepta a los gays y sólo piensan en causar problemas. Es la
actividad de la tarde más divertida.

Addie parpadeó.

—¿Este fue un crimen de odio?

Ryan se encogió de hombros.


—Principalmente, se trataba de un grupo de niños con
demasiado tiempo en sus manos y la supervisión no es
suficiente.

—Yo diría que es bastante odioso —Nate habló levantando


la voz.

Ryan levantó la mano.

—Estoy de acuerdo, pero no creo que los chicos estuvieran


para hacer daño a nadie. Al parecer, se quedaron aquí un par de
noches, y la última, se filmaron destrozando el lugar. Todavía
tiene el vídeo, aquí en el teléfono móvil de Vernie que confisqué.
—Lo levantó.

—¡Vamos a ver eso! —Nate estaba junto a Ryan cuando


pasó el vídeo de corta duración.

Addie miró por encima del hombro de Nate por un


segundo, pero cuando la acción comenzó, se dio cuenta de que 121
no quería verlo. Todo esto le revolvía el estómago, y ella miró
hacia otro lado.

—Chicos tontos —exclamó Nate—. No puedo creer que lo


filmaran. No lo podrán negar.

Ryan cerró el teléfono.

—Vernie no ha dado nombres todavía. Pero sospecho que


será después de que su padre hable con él. Verás, el Sr. Adams
ha ofrecido pagar por los daños y perjuicios. Y Vernie va a
trabajar este verano para devolver el dinero. Por lo tanto, si él
no quiere ser el único que pague, estará dispuesto a decir
algunos nombres.

Addie miró a Adams sacar su chequera.

Ryan la miró.
—Él va a cubrir el deducible del seguro, además de unos
pocos miles de los ingresos perdidos y las molestias. Por lo
tanto, si nos das un número, por favor...

Ella arqueó las cejas con sorpresa.

—Yo, eh, caramba. No lo sé.

Nate se inclinó y le susurró.

—El chico va a pagar por esto. Que sea un número


suficientemente alto como para darle una lección.

Ella hizo un rápido cálculo en su cabeza.

—¿Diez mil? —sugirió Nate.

El número la impresionó. Una parte de ella se consumió


por su deducible del seguro, pero que no esperaba conseguir
nada, y menos aún mucho.
122
—Oh, no podría. Siete u ocho mil, ¿tal vez?

—Ocho mil, —dijo Ryan con firmeza, asintiendo con la


cabeza.

Adams escribió el cheque, mientras Addie lo miraba.

—¿A pagar? —preguntó sin levantar la vista.

—Addie Murphy. Adeline Murphy —corrigió rápidamente.

—Dulce Adeline. —Nate cantaba en voz baja al ritmo de la


melodía Barbershop Quartet.

Ella lo miró, entonces miró a Adams. Arrancó el cheque y


se lo entregó a ella.

—¿Supongo que esto paga todo? No quiero oír más tarde


que debo más dinero.
—Por supuesto que no. —Ella frunció el ceño, aceptando el
pago. Como se veía en el papel, su ceño se desvaneció
lentamente. Ocho mil dólares. Finalmente tuvo el dinero otra
vez. Mejor aún, ahora que tenía la franquicia, podría recoger el
pago del seguro y volvería a colocar la cocina y los colchones. —
Gracias, señor Adams. Le agradezco al tomar la responsabilidad
en esta materia.

Él murmuró algo incomprensible y se volvió para irse.

Ryan sonrió y le dio un rápido guiño. Él miró a Nate y


sacudió un dedo, lo que de inmediato agarró a Nate. Ryan lo
liberó con buen humor y con otro guiño, este dirigido a su
pareja y se fue.

Addie y Nate se miraron en silencio hasta que oyeron a


Ryan marcharse con Adams.

—Oh, Dios mío —susurró. 123


—¡Oh, Dios mío! —gritó en voz alta, y ambos estallaron en
carcajadas. La abrazó, y dio la vuelta en un círculo.

—¡No puedo creer esto! Un par de días atrás, no tenía ni


un centavo o cualquier cosa con la esperanza de la restauración
de esta posada. Ahora, hoy... —Ella se secó una lágrima de su
ojo.

—¡Lo tienes! —gritó Nate.

Ella se echó a reír.

—No es exactamente que lo tenga. Pero sí quiere decir que


puedo terminar de arreglar este lugar.

—Y recoger tu vehículo. —Nate asintió con la cabeza.

Ella entrecerró los ojos en él.

—¿Qué sabes acerca de mi coche?


Se tapó la boca con una mano.

—Ups, lo siento. No debí haber dicho eso. Pero hay que


tener en cuenta, Adeline, que esta es una pequeña ciudad. Casi
todo el mundo sabe de todos los demás negocios. Tenemos
suerte de que sabíamos que no tenías el dinero para pagar a
Gill. Personalmente, habría dejado que Mel lo pagara, pero esa
es sólo mi opinión. Me gusta todo para mantenerme en forma,
pero prefiero no usar la caminata como mi método de
transporte en caso de que no tenga que hacerlo.

Ella hizo una mueca.

—¿Has visto mi coche? Si hay algo que podría hacer que


prefieras caminar eso es mi coche.

—Bueno, sí, —sonrió. —Tienes un punto, Adeline. Nunca


hubiera dicho eso en primer lugar.

—Eres muy amable, Nate. Pero si sigues llamándome 124


Adeline, podría derribarte de un golpe. Así que, dime, ¿sabes de
un buen lugar para comprar una cocina?
Capítulo Diez
Mel se dio la vuelta y miró fijamente a Addie, todavía
dormida a su lado. Era temprano, y no había ninguna razón
para despertar a su compañera. Desde que ella había
reemplazado los colchones en la posada, Addie dormía como un
tronco. Mel no estaba segura si era debido a la falta de bultos en
la nueva cama o, más probablemente, la disminución de estrés.
Las cosas estaban finalmente en camino para Addie.

Nate se había lanzado a Sheridan en la camioneta de Ryan,


con la larga lista de Addie de los elementos que necesitaba para
la posada. Entre los tres, se las arreglaron para encontrar de
todo y dispuso que los objetos grandes fueran entregados. Mel
no podía recordar haber visto a Addie más feliz esa noche.

Ahora, con todo en su lugar, la posada estaba lista para los 125
negocios. Simplemente necesitaban a los clientes. Los padres de
Mel vendrían para quedarse el fin de semana siguiente, y ella
sospechaba que podían ser los primeros clientes de Addie.

Vio la expansión del pecho de Addie y bajar lentamente


con cada respiración. En cuestión de unas pocas semanas, Mel
se había enamorado totalmente de la orgullosa y bella mujer.
Addie tenía sus peculiaridades, ya las conocía: el peinado en
punta, un tono color rojo con líneas en el pelo y los ojos muy
delineados, pero Mel pensaba que era lindo. La verdadera
belleza venía de dentro, y Addie tenía el más cálido corazón y
alma que Mel hubiera visto en su vida, especialmente teniendo
en cuenta todo lo que había pasado en su vida.

Pensando en eso, Mel se sintió ansiosa por ver a sus


padres. Siempre supo que tenía suerte de tener un sistema de
apoyo maravilloso.
La situación familiar de Addie lo confirmaba. Sus
parientes amarían a Addie, lo sabía, porque amaba a Addie.

La idea salió de la nada y le sorprendió, al principio. Pero a


medida que analizaba a conciencia, sabía que era verdad, bueno
y justo.

—Te amo —le susurró a la figura dormida a su lado.

Addie murmuró algo y se dejó caer encima sobre su


estómago.

Mel miró las suaves líneas de los omóplatos y la parte


posterior de Addie desnuda, y una agitación creció en su
interior. Addie ya había dormido suficiente. Es hora de
despertar.

Ella levantó las sabanas y las apiló en los pies de la cama.


Empezando por la parte tierna, Mel colocó pequeños besos en
Addie, empezando por lo más alto. Le acarició las mejillas de su 126
culo redondo, y Addie se agitó, pero no se despertó. Mel sonrió y
siguió su camino.

Besó un sendero hasta la línea recta de la columna


vertebral de Addie, moviéndose a un lado y luego el otro para
husmear por los hombros y el cuello. Para el momento en que
Mel estaba completamente boca abajo en la parte superior de
ella, Addie abrió los ojos.

—Estaba teniendo un sueño hermoso —murmuró—. La


mujer más bella del mundo me estaba haciendo el amor tan
suave y con tanto cuidado que pensé que estaba en el cielo,
acostada en una nube.

Mel se inclinó para hablar al oído.

—El cielo no exactamente, pero la cama con encanto


propio y desayuno en una posada. Y en cuanto a la otra parte,
¿Qué haré?
Addie volvió la cabeza para sonreír.

—¡Tenía razón! Eres tú. La mujer más bella del mundo.


Dame un beso, belleza, y demuéstrame que estoy despierta.

Mel se agachó y le dio un beso suave en los labios a Addie.

—¿Necesitas orinar o algo así? Porque no he terminado


aún.

—Estoy bien. —Addie se acomodó en la almohada.

—Sí. Cierra los ojos, vuelve a dormir. Voy a jugar aquí un


poco.

Ella se deslizó más abajo en el cuerpo de Addie.

—Sí, señora. Como si realmente pudiera volver a dormir...

Mel sonrió y se movió más bajo, extendiendo los muslos de


Addie y escalando entre ellos. Su culo redondo y liso estaba 127
pálido y perfecto en la luz de la mañana. Mel iba a saborearla,
conduciría a Addie hasta el mismo borde de la euforia, antes de
alcanzar el doble consolador que había escondido debajo del
colchón y follaría a la dulce chica hasta dejar su mente en
blanco.

Ella abrió las mejillas carnosas y sumergió la cara entre


ellas. El agujero arrugado en medio era demasiado tentador
como para ignorarlo, y Mel lo rodeó con su lengua. Addie se
retorció, y Mel sonrió. Su tormento sólo acababa de empezar.

Ella deslizó su lengua en la apertura y se movió dentro. El


primer anillo se resistió, pero Mel siguió. El esfínter cedió y lo
chupó con su lengua con una pasión que hizo que Mel se
volviera salvaje. Deseaba que su lengua fuera larga y poder ir
más profundo.
Cuando ella había entrado lo más que pudo, Mel se echó
hacia atrás y observó los músculos tensarse y cerrarse a medida
que se retiraba. Espera. Aún no había terminado. Arrastró un
dedo al coño de Addie, lubricándolo con los jugos. Con la
cantidad justa de presión, ella introdujo otro dedo donde su
lengua había entrado y empujó hacia adelante.

Addie gimió y empujó sus caderas.

Mel lo reconoció como un gemido de placer y siguió su


camino hasta que su dedo estaba bien asentado.

—Tierno —murmuró.

—Se siente tan bien.

—Sí, sí. —Lo sacó poco a poco y penetró de nuevo,


trabajando a un ritmo de vaivén. Rápidamente entró otro
segundo dedo mojándolo en los jugos del muslo que se
derramaban, Mel lo añadió al agujero y empezó a acariciar a su 128
amante con profundos empujes.

—Ay, Dios. Tan jodidamente bueno. Me corro.

—Adelante —alentó Mel.

Addie hundió la cara en la almohada y gritó en voz alta, su


cuerpo tembló y se estremeció por su clímax.

Mel se inclinó hacia adelante y tomó la mejilla del culo,


chupando con fuerza para dejar un delicioso tono rojo, un
chupetón.

—¡Maldita sea! —Addie levantó la cabeza, hablando por


encima del hombro—. Eso fue jodidamente increíble. No habría
pensado que el sexo contigo podría ser mejor, pero de alguna
manera, cada vez, lo es.
—Dulces palabras. —Mel retiró sus dedos del ano apretado
y se limpió con una toalla, antes de agarrar los muslos de Addie
y moverla de un tirón encima de ella. —A tú espalda, mujer.
Estás a punto de ser extremadamente jodida.

—¿Ah, sí? —Los ojos de Addie se iluminaron.

Mel sonrió y metió la mano bajo el colchón, sacando el


doble dildo de goma.

—Oh, sí. Tú y yo. —Abriendo las piernas de Addie más


separadas, facilitando la entrada de la polla en el coño húmedo
de su amante.

Mel estaba tan mojada que ella no tuvo problemas para


levantarse a sí misma y empalarse en el otro extremo. Sus coños
se reunieron en el centro, ambas gimieron.

—Mi señor —los ojos de Addie giraron—. Nada se ha


sentido mejor que esto. 129
—Pensé que te gustaría. —Mel acercó las caderas más
cerca—. Acabábamos de usar los dedos y la lengua hasta ahora.
Probablemente debí haber preguntado, a algunas mujeres no…

—Yo no soy algunas mujeres —la cortó Addie—. No me


importan los hombres, pero me encanta ser follada por una
mujer y su magnífica polla gruesa.

Mel se rió entre dientes.

—Bueno. Tengo un cinturón, que es sexy. Vamos a tratar


eso la próxima vez. Además, permite una follada salvaje. Pero
pensé que esta primera vez, ambas lo deberíamos disfrutar.
—Salvaje, no lo es todo. —Addie la miró a los ojos—. Esa es
una cosa que me encanta de tener sexo con otra mujer. No hay
un macho dominante: Voy a tomarte ahora, tonterías. Esto es
suave y delicado... hasta que no queremos ser más suaves y
delicadas. —Ella alcanzó los brazos de Mel y la jaló hasta tenerla
cerca—. Dame un beso.

La boca de Mel capturó la de ella, y su beso era el alma


dolorosa y apasionada. Cuatro manos exploraron cuatro pechos,
ya que poco a poco movieron sus pelvis juntas, cuando la
acumulación era demasiado intensa, Mel soltó y sonrió.

—Voy a tomarte ahora.

Addie se pasó las manos por el pelo y estiró los brazos


sobre su cabeza.

—Adelante, cariño, y la próxima vez, yo te tomare.

—Suena perfecto. —Mel mantuvo el contacto visual 130


mientras conducía su cuerpo hacia abajo en Addie.

El consolador de goma frotó sus clítoris, y Mel sabía que


estaba haciendo un buen trabajo.

—Estoy cerca.

—Yo también. —Addie miró fijamente a Mel—. Muévete, y


terminaremos juntas.

Mel se levantó, empujó por última vez y vio a Addie hacer


una mueca por el placer. Estaba ahí. Dejando de lado su propio
control, echó la cabeza hacia atrás cuando en forma de ondas las
sensaciones rugieron en ella. Sus terminaciones nerviosas
vibraron deliciosas, y un intenso orgasmo sacudió su sistema.
Cada vez era diferente y siempre mejor. Las emociones se
apoderaron de ella, y cuando ella no podía respirar, fue
alcanzada por Addie y la besó con firmeza.
—Te amo —repitió una y otra vez entre beso y beso.

Addie jadeó en su cara y la sostuvo de sus mejillas


mientras se besaban, y luego la besó un poco más. Mel no tenía
ninguna prisa por terminar. Pasó las manos sobre la espalda de
Addie, tocando y acariciando todo lo que pudiera alcanzar.

Eventualmente, ella tuvo que mover su cuerpo. Liberó a


Addie, se levantó con cuidado y puso el consolador de goma a
un lado. Se dejó caer en la cama junto a su amante y colocó la
cabeza sobre el hombro de la mujer.

Addie la abrazó. Ella no había hablado, y el silencio fue


creciendo ensordecedor.

—Te amo, Addie. —Mel repitió, lo que obligó a la mujer a


hacerle frente.

—Gracias. —Addie besó su frente—. Tengo sentimientos


muy fuertes por ti, también, Melissa. No estoy segura si 131
deberíamos hablar de amor. Mi vida es tan incierta en estos
momentos.

—¿Por qué tiene que serlo? —Mel miró la pared, parecía


más fácil que enfrentarse a Addie—. Si te refieres a la demanda,
tienes una buena oportunidad de ganar. Pero si por alguna
razón no, todavía tienes opciones. Podrías hipotecar la posada.

—¿Y cómo lo pagaría? Los huéspedes no se han presentado


desde que abrí las puertas. Sé que necesito hacer publicidad, y el
negocio va a mejorar en el verano. Sin embargo, una hipoteca es
una cosa para todo el año. Sin ella, como puedo sobrevivir a los
meses de escasez. Si estoy de deudas hasta mis orejas, me
preocuparé por eso todos los días.
—Por lo tanto, en el peor de los casos, tienes que vender la
posada. Vivir conmigo y buscar otro trabajo aquí en Cattle
Valley. Queremos estar juntas, Addie, y creo que eso es lo más
importante.

—No estoy segura de que pudiera hacer eso —contestó en


voz baja Addie—. Mi energía y concentración ha estado en la
posada todo el tiempo, ahora, si la pierdo, voy a tener que
averiguar qué será lo próximo para mí. No es un paso que
podría tomar a la ligera.

—Eres muy terca —lanzó Mel. Trató de parpadear las


lágrimas, pero no estaba funcionando.

—Hey —Addie la miró, secándole las lagrimas con el


pulgar—. No llores. No estamos seguras de lo que va a suceder.
Sólo necesitamos más tiempo.

Mel se sentó. 132


—Yo sé lo que me gustaría que sucediera. Me gustaría
deshacerme de mi apartamento y mudarme aquí. Pago una
renta, que bien podría ser para la posada. Y tal vez mi
contribución sería suficiente para terminar el espacio del ático.
Me encantaría hacer de mi habitación, un lugar para todas mis
cosas, y un santuario al que tú y yo podríamos retirarnos cada
vez que quisiéramos.

—¡Guau! —Se sentó Addie y se volvió hacia ella—. ¿Es por


eso que querías que Hal viera el ático?

—Así es. —Mel asintió con la cabeza—. Había pensado en


venir a trabajar contigo. Pero Naomi me dijo ayer que está
embarazada. Ella va a tener que reducir sus horas y me necesita
más que nunca en la librería.

Addie parpadeó, una expresión de incredulidad cruzando


su cara.
—¿Quieres trabajar aquí? ¿Y vivir aquí? Santo cielo, niña,
has dado un salto de una montaña que ni siquiera he subido
todavía. ¿Y Naomi está embarazada? Pensé que ella vivía con
esa mujer Courtney.

Mel sintió más lágrimas en sus ojos. Ella sollozó y asintió.

—Ella lo hace. Utilizó un donante y la fertilización in vitro.


Creo que el esperma puede provenir de alguien que conocemos,
alguien de por aquí, pero ella no me lo dirá. Sólo sonríe.

—Wow, eso es realmente serio. Nunca he pensado en nada


de eso. ¿Y tú?

—No lo sé. Naomi y Courtney hablaron de eso desde el


principio. Me dijeron que la próxima vez Courtney quiere tener
al bebé. Así que supongo que quieren más de uno. —Mel se puso
de pie y empezó a recoger su ropa.

—¿Qué estás haciendo? —Addie la miraba. 133


—Necesito salir de aquí. He hecho el ridículo, y me siento
humillada. Tengo que irme.

—Oh, detente. —Addie se puso de pie y la tomó de la


mano—. No has hecho tal cosa. Estabas pensando en el futuro, y
no he sido capaz de hacer eso. Con esta demanda que tengo que
enfrentar…

—Es más que sólo la demanda. —Mel sacudió el brazo para


alejarse—. Te dije que te amaba y quería estar contigo. Al
parecer no puedes decir lo mismo, realmente fui a la parte más
profunda. —Rápidamente se vistió y salió de la habitación.

Addie cruzó de brazos sobre el pecho.

—Te dije que tenía fuertes sentimientos por ti, Melissa. Me


gustaría poder decir más, pero no voy a mentirte.

Mel le disparó una mirada de irritación.


—Oh, no, no harías eso. Nunca mientes. —Se dio la vuelta
y se marchó.

El resto del fin de semana apenas pasó para Mel. Su


teléfono nunca sonó, y estaba demasiado humillada para
regresar y admitir que fue algo precipitada. Sólo se conocían
desde hacía unas pocas semanas. ¿Y qué si Addie no saltaba al
primer amor con cada mujer con la que salía? Eso era una
buena cosa. Pero Mel había sentido la profunda conexión que
compartían y no podía entender cómo Addie no se dio cuenta.
Se habían convertido en grandes amigas y se divertían juntas.
Había más en la relación que sólo un tiempo de dinamita que
134
compartían en la cama, pero había eso.

Hizo su jornada de trabajo el lunes y, por la tarde, había


determinado que no importaba cuánto alardeara que tenía que
comer, Addie valía la pena. Iría a la posada y se disculparía por
dejarse llevar. Condujo hasta ahí inmediatamente y se detuvo en
la puerta principal. Se sentía incómoda entrar sin previo aviso,
por lo que llamó al timbre y esperó, su corazón se aceleró.

La puerta se abrió, y el corazón de Mel dio un vuelco a la


boca del estómago.

Chloe se quedó ahí vistiendo un pijama transparente un


baby doll y una sonrisa en su rostro.

—¿Qué quieres?
Capítulo Once
Addie se lavó las manos en la cocina y se apresuró a
secarlas.

—Estaré ahí mismo, —dijo en voz alta, pero cuando llegó a


la habitación delantera, se encontró con que Chloe ya había
respondido a la puerta.

—No hay nadie —le dijo Chloe.

—Oh, santo cielo. —Addie rodó sus ojos a la irritante rubia


y golpeado un lado de la cadera. —Adelante, Mel. Chloe, te dije
que la posada está abierta, ahora. No puedes ir caminado así
alrededor.

—¿Mucha ropa? —Chloe se quitó la parte superior y movió


sus pechos a ellas—. Tienes razón. Así es más probable que
135
consigas más negocio, si abro la puerta de esta manera.

Los ojos de Mel eran tan grandes como platos. Ella


balbuceó un momento y luego se quedó en silencio.

Addie agarró la camisa del pijama de la mano de Chloe y se


la puso a ella.

—Ponte esto, por amor a Cristo. ¿No puedes encontrar


algo que hacer durante un rato? Tengo algunos asuntos que
discutir con Mel.

—Me quedaré. —Chloe levantó sus manos y permitió que


la prenda de seda bajara a su lugar—. Me gustaría aprender más
sobre el negocio de la posada ya que estoy aquí.

Frustrada, Addie agarró el brazo de Mel y la jaló hacia la


cocina.
—No es asunto de la posada, es otra cosa. Estaremos de
vuelta. Por favor, quédate aquí. —Ella arrastró a Mel antes de
que Chloe pudiera responder.

En la cocina, Addie se aseguró que la puerta de vaivén


estuviera cerrada antes de dar la vuelta para hacer frente a Mel.
Mel parecía como si estuviera a punto de explotar, pero Addie
no podía decir si la expresión era de enojo o dolor.

—Te iba a llamar.

—¿Para decir qué? ¿Qué Chloe está de vuelta? —Mel


parpadeó rápidamente.

Por favor, que no llore. Addie odiaba ver a Mel llorar.

—No, por supuesto que no. Quería llamarte ayer, pero ella
apareció de la nada. Alguien la dejó, y ella no tiene dinero y no
tiene lugar para quedarse.
136
—Así que viene aquí.

Addie sacudió la cabeza con disgusto.

—Dios sabe por qué. Hemos estado separadas tanto


tiempo como estuvimos juntas. No pretendo entender cómo
funciona su mente. Todo lo que sé con certeza es que ella se
aburrió en San Francisco y tomo un aventón de vuelta.

—¿La quieres aquí? —dijo Mel con inquietud.

—¡Por supuesto que no! —Addie abrió sus brazos hacia


Mel y la abrazó—. Ella se está quedando en una de las
habitaciones. Te quiero aquí. Te extrañé tanto.

Mel se derrumbó en su contra.

—Yo también te extrañé mucho. Lo siento mucho.


—No. —Addie le besó en la sien—. Tenías razón. Tengo que
tomar algunas decisiones en mi vida. Tal vez soy demasiado
deliberada y pienso las cosas muchas veces, no sé. Eso es lo que
soy. Por favor, ¿puedo tener un poco más de tiempo para
resolver esto? No me abandones.

—Sácala de aquí —susurró Mel.

—Quiero. Pero si me ofrezco a comprarle un billete a algún


lugar, sabrá que tengo dinero. Estaba tratando de evitar eso,
porque si se entera de que tengo algo...

Mel asintió con la cabeza.

—Ella va a drenarte si se queda. Entiendo. Sólo la quiero


lejos de aquí. Dile que me pediste prestado algo o algo por el
estilo.

Addie la giró para enfrentarla.


137
—Creo que lo haré. Esto es una mierda, sé que ella
realmente no quiere quedarse. Me dijo que Cattle Valley es
demasiado pequeño para ella. Pero a menos que pague su
salida, se quedara aquí hasta que venga algo mejor.

—Pagarle el pasaje es mejor a que se quede. Te voy a dar el


maldito dinero si lo deseas. —Mel la abrazó con fuerza.

—Me ocuparé de eso. —Addie cubrió la cara de Mel y la


besó en los labios. Era más feliz de lo que había sido durante los
últimos días, e incluso tratar con Chloe no parecía como una
carga—. Estoy tan contenta de que estés aquí.

—Yo también. —Mel le besó profundamente y después se


apartó—. Y ahora me voy. Chloe no me gusta. Creo que va ser
mejor sin mí. Es decir, siempre y cuando sea seguro de que la
pueda tener en la habitación de invitados.
—Estoy absolutamente segura. Cuando ella se fue con Del
y Rita, se cerró para mí. No quiero tener nada que ver con ella.

—Te creo y confío en ti. —Mel puso una mano en el


hombro—. Buena suerte. ¿Me llamas mañana?

—Por supuesto. Con suerte, voy a tener algo resuelto para


entonces. —Ella le dio un beso rápido.

—Voy a salir por la puerta de atrás y caminar hacia mi


coche. —Mel movió la nariz.

—Pollo. —Addie le sonrió.

—Realmente no quieres que le dé un puñetazo. Podría


sangrar por todo el nuevo mobiliario.

—Es cierto. Nos vemos. —Addie la vio marcharse. Ella


podía golpearse para no comprometer a la hermosa mujer y
alejar todas las preocupaciones de Mel. No sería tan difícil de 138
decir 'Te amo', y su significado. Pero hay algo que no se sentía
bien. Una última preocupación inquietaba a Addie. Ella estaba
segura de que no había oído la última palabra de su madre y la
demanda.

Volviendo a la habitación delantera, se encontró con Chloe


acurrucada en el sofá leyendo una revista. Una vista familiar. Si
Chloe se quedaba aquí, ella se convertiría en parte del
mobiliario permanente en este lugar, la lectura, el chasquido de
la goma y vicio de fumar en lugar de ayudar.

¡Por supuesto, que no se quedaría! ¿Qué estaba pensando?


Addie no sabía cómo hacer que se fuera.

—Me voy a comer un sándwich. ¿Quieres algo?

Chloe miró y abatió sus pestañas.

—¿Que me ofreces?
—Un sándwich, Chloe. Nada más.

Chloe se puso de pie y se acercó a Addie.

—¿Está segura? Lo que solía ser tan agradable entre


nosotras. Puede serlo otra vez.

Todo lo que Addie podía ver cuando miró el pelo salvaje,


rubio y el maquillaje excesivo era una imagen de Del y Rita
sonriéndole. Probablemente Chloe había estado agradable con
un mundo de personas desde que se fue. Addie se estremeció.
Tal vez debería hacerse un chequeo en la clínica ahora que
podía permitírselo. Sólo podía rezar que la mujer no la
contagiara de alguna enfermedad y ella sin darse cuenta se lo
pasara a Mel.

—Pensándolo bien, no tengo hambre. Limpia después de


que hagas un lío, ¿de acuerdo? —Addie se fue a su dormitorio y
cerró la puerta, en el caso de que su cliente decidiera dar un 139
paseo en medio de la noche. Ella no quería correr ningún riesgo.

Chloe estaba todavía durmiendo cuando Addie se preparó


un enorme desayuno a la mañana siguiente. Llamó por teléfono
a Mel y tocó la base, luego se dedicó a limpiar con la aspiradora
y limpiar el polvo en la habitación principal. Había hecho un
programa y estaba decidida a ajustarse a él, invitados o no.
Tenía que mantenerse ocupada.

Así cuando terminó y guardó la aspiradora de nuevo en el


armario, la puerta se abrió.
—¿Hay alguien en casa? —Una familiar voz masculina
llamaba.

Addie sonrió y caminó alrededor de la esquina.

—¡Hola, Nate! ¿Qué te trae por aquí?

Levantó una pequeña pintura de un niño jugando en un


campo de flores amarillas.

—He encontrado esto y pensé que iría perfectamente en el


dormitorio de mostaza. Tú sabes que hay una pared desnuda.

Ella se acercó y examinó la imagen.

—Prefiero dorado, si no te importa. Pero esto es hermoso y


es perfecto. ¿Quieres ayudarme?

Él arqueó las cejas.

—Siempre y cuando no tengas a alguien durmiendo en esa 140


habitación.

Addie negó con la cabeza.

—Así que has oído que Chloe está de vuelta. No, ella está
en el dormitorio de atrás, lo más alejada de mí.

Bajó la voz.

—Tienes que deshacerte de ella. ¿Qué vas a hacer?

—No estoy segura. —Ella se encogió de hombros—. Estoy


trabajando en eso.

—Saca su culo de aquí. No le debes nada.

—No podría hacer eso. Además, no quiero que ande


vagando en Cattle Valley. Me gustaría comprarle un billete de
avión a alguna parte.
—Autobús —corrigió Nate—. Todo lo que necesita es un
billete de autobús.

—Y una manera de llegar a Sheridan para coger el avión o


el autobús...

Nate parecía pensar en eso.

Addie sonrió.

—Si bien las ruedas pequeñas son un comienzo, voy a


conseguir un martillo y un clavo.

—Perdóname —Nate siguió—. Nada de lo mío podría ser


considerado pequeño.

—Oh. Lo siento. Aquí vamos. —Ella encontró exactamente


lo que estaba buscando, y subió las escaleras hasta el dormitorio
dorado. Ella colocó la pintura, y Nate dio su aprobación, y Addie
levantó el martillo. 141
Ellos dieron un paso atrás y lo admiraron.

—Es simplemente precioso —murmuró Addie.

—En el momento que lo vi, supe que sería perfecto.

Ella le apretó el brazo y colocó un pequeño beso en la


mejilla.

—Has sido una gran ayuda para mí. No sé cómo puedo


llegar a darte las gracias.

—Tenía una idea acerca de eso. —Levantó una ceja.

Addie se rió entre dientes y luego se detuvo cuando Chloe


entró en la habitación usando nada más que el pijama baby doll.

—Hey, Chloe.
—Buenos días. —Ella bostezó e inspeccionó la parte
superior hasta la parte inferior de Nate—. Te he visto antes.

—Afortunada. —Él se volvió a Addie—. ¿Así que todas tus


habitaciones estarán disponibles mañana por la noche, cuando
las señoras lleguen a la ciudad? Habrá al menos una docena de
personas. Se quedaran en las camas que tienes.

Ella lo miró con sorpresa, sin tener idea de lo que estaba


hablando.

Nate le guiñó un ojo.

—El festival del tulipán es siempre tan divertido. La señora


Cavendish es tan divertida. Ella tiene unos setenta y es pura
energía. Sus amigos también lo son. Ten cuidado, o te
mantendrán despierta hasta tarde en la noche jugando a la
canasta. La posada lo vale, te lo aseguro.

—El Festival de los Tulipanes —repitió Addie, al estar de 142


acuerdo con su relato, evidentemente artificial.

Él asintió con la cabeza.

—Un gran atractivo para el conjunto de alto nivel. La


ciudad será arrasada por ellos este fin de semana.

—Oh, Dios mío —Chole arrastró las palabras—. ¿Ellos se


quedaran aquí? Alguien que me mate, ahora.

Nate sonrió amablemente.

—Tal vez podría arreglar eso. O podría conseguirte una


habitación en la casa de campo en la orilla de la ciudad. Es
mucho más tu estilo. Estoy seguro de que estarías muy cómoda
ahí. Sólo necesitarías unos pocos cientos para permanecer el fin
de semana.
—No me mudaré a un albergue. —Chloe miró a Addie—.
Me quedaré en la habitación contigo. Me necesitas aquí para
ayudar a cuidar a todos los invitados. Cocinar, limpiar…

—No te he visto hacer eso. —Addie la miró fijamente—.


Además, este es una posada cama y desayuno, ¿recuerdas?
Habría que hacer la comida al día, y puedo manejar eso. Lo que
no puedo manejar es la idea de que duermas conmigo en mi
cama otra vez. Y no puedo mantener el buen acto más, Chloe.
Lo siento, pero no eres bienvenida aquí. Tienes que irte.

La boca de la mujer rubia se quedó boquiabierta.

—¡Adelante, chica! —Nate dio un codazo a Addie.

Ella lo miró y continuó.

—No tengo mucho dinero, pero puedo juntar lo suficiente


para un billete de autobús. Estoy dispuesta a hacer eso por ti.
143
Chloe parpadeó, pensativa.

—Si yo espero hasta después de la convención que te


paguen, tendrás más dinero. Entonces me podrás comprar un
billete de avión.

Addie dio un paso más cerca de ella. ´

—Pero no puedes esperar, ¿no lo entiendes? Quiero que te


vayas de aquí. Mañana, antes del mediodía, cuando mis
invitados lleguen.

—El único autobús que he visto es en Sheridan. ¿Cómo voy


a llegar? —La voz de Chloe pronto fue quejumbrosa.

Nate tomó la palabra.


—Rio y yo iremos a Sheridan mañana para recoger algunos
suministros para el gimnasio, nuestro gimnasio. Te llevaremos.

—¿Estás seguro? —Addie lo miró a los ojos, preguntándose


si realmente tenía que conducir a la ciudad, o si se trataba de
algo más que Nate estaba haciendo para ayudarla a salir.

—Seguro. Sin embargo, Rio debe de estar de vuelta


temprano, así que nos vamos a las nueve. —Él miró a Chloe—.
Vamos a pasar a recogerte. Estate preparada.

Chloe miró como Nate se dirigió a las escaleras.

Addie le siguió hasta la puerta principal y, cuando hizo una


pausa, le echó los brazos alrededor de su cuello.

—¿Cómo podré agradecértelo?

—Iba a hablar contigo acerca de eso. Pensé que una casa


abierta aquí la noche del sábado para los residentes del Cattle 144
Valley. Puedes proporcionar el vino y los aperitivos, y así ellos
podrían entrar y ver lo que has hecho con el lugar. Una vez que
todo el mundo vea lo bonito que es, tu negocio despegará. Y
tendrás la oportunidad de conocer a la gente y agradecer a
aquellos que te ayudaron.

—¿Sábado por la noche? —Se mordió el labio—. Los padres


de Mel estarán aquí.

Sus ojos se iluminaron.

—¿Los farmacéuticos? ¡Los padres de Mel son grandiosos!


Les encantará ayudarte con una fiesta.

—¿Eso crees? ¡Entonces está bien! Sábado por la noche. —


Ella le apretó el brazo—. Siempre y cuando que todas mis
imaginarias viejitas se hayan ido para entonces.

Nate sonrió.
—Funcionó ¿verdad? Vendremos por la mañana a las
nueve. Chloe tiene que estar lista y esperar en la puerta.

—Lo hará —coincidió Addie, excitada y sin aliento de todas


las cosas maravillosas que estaban pasando, y ni siquiera era
mediodía aun. Un día más con Chloe, entonces ella podría
concentrarse en lanzar la mejor fiesta de la posada que Cattle
Valley haya tenido nunca.

Addie abrió la puerta principal, precisamente, a las nueve


de la mañana siguiente. Nate estaba en el porche, con los brazos
cruzados sobre el pecho. 145
—Será mejor que esté lista. Río no está contento conmigo,
por esto.

—Lo siento. —Addie formó las palabras en los labios—.


¿Crees que puedas hacer las paces con él?

Él sonrió.

—Es probable que pueda pensar en algo. En cuanto a ti,


algunos bocadillos de cangrejo para el sábado por la noche
puede ayudar.

—Bocadillos de cangrejo para Rio, lo tengo. —Ella le


entregó un sobre con dinero en efectivo suficiente para comprar
el billete de Chloe a la luna—. Dondequiera que ella quiera ir, no
me importa.

Él asintió con la cabeza y miró a Chloe que llevaba una


bolsa e iba hacia ellos sin decir nada.
Una sensación de alivio la inundó al verla irse finalmente.

—Cuídate.

—Lo haré. —Chloe sonrió, batiendo sus pestañas. —Podría


volver a verte.

—No lo hagas. Tuvimos nuestros momentos, pero es hora


de ir por caminos separados. Por favor, Chloe. —Addie la
miraba fijamente. Ella no quería que regresara cada fin de
semana como una moneda falsa.

Chloe le dirigió una mirada de irritación, antes de que


Nate le agarrara del brazo y señaló en dirección a la camioneta
de Rio.

—Es hora de irse —ordenó—. Nos vemos más tarde, Addie.

—Adiós —murmuró para los dos y cerró la puerta. Esperó


hasta que oyó el coche alejarse luego se derrumbó en el sofá. Se 146
acabó. Las cosas finalmente estaban cayendo en su lugar.
Ahora, podría centrarse en la fiesta y planearla, además de
servir bocadillos de cangrejo.

Pero primero... Addie se levantó y fue al teléfono. Había


escrito el número de la clínica en la ciudad en un trozo de papel.
Había oído que era bastante fácil conseguir una cita. Ella quería
un examen, sólo para estar segura. Había pensado que Chloe
había estado limpia, pero ahora se dio cuenta de que no había
tenido ninguna razón para suponer eso. Era una locura para
sentarse y preocuparse por eso, que iba a asegurarse de que
todo estuviera bien.

Cuando sonó el teléfono, Addie casi saltó de su piel. Cogió


el auricular y habló con voz entrecortada, su corazón latía con
fuerza.

—Posada Apple Valley, habla Addie.


—Señorita Murphy, soy Dominic Nielson. Por fin tengo
una noticia acerca de su demanda.

—Hola, Sr. Nielson. —Addie no le gustó el tono de la voz


de su abogado. Ella se echó a reír nerviosamente—. No pareces
feliz.

—Se olvidó decirme que sus padres nunca se divorciaron.

—¿Ellos qué? —Su corazón dio un salto en su garganta—.


Por supuesto que sí. Mi padre me dijo…

—Lo siento, realmente no importa lo que su padre le dijo.


Es lo que hizo, o en este caso no hizo, lo que cuenta. Él nunca
presentó los documentos. Su madre insiste en que aún estaban
casados en el momento de su muerte, y los registros están en el
juzgado para respaldarla.

—Pero, él escribió un nuevo testamento dejándome sus


bienes. Que lo tenía. Se lo di. 147
—Por desgracia, nunca se consiguió la documentación
necesaria para presentar eso, tampoco. No sé cuál fue el error,
pero la nueva voluntad nunca fue validada. Su original deja todo
a Jean, y eso es lo que el tribunal decretó. Tienes treinta días
para transferir el dinero a su cuenta. Soy capaz de realizarlo por
usted, si lo desea.

Addie se apoyó en el mostrador, que luchaba por


mantenerse en pie.

—Tendré que devolverle todo.

—Lo siento, señorita Murphy.

—Sí, gracias. —Ella colgó el teléfono, tratando de procesar


lo que le había dicho.
Después de todo lo que había pasado con su padre, ambos
expulsados sin contemplaciones de la casa de la familia, su
enfermedad y la muerte definitiva, que nunca en un millón de
años había pensado que él no presentara los papeles de
divorcio. Su madre siempre la había lastimado. La idea de que
su padre había sido tan descuidado fue como si le cortaran con
un cuchillo.

Tomó unas cuantas respiraciones profundas. Dejar de


culpar a los demás. Tenía que ponerse de pie y asumir la
responsabilidad de su propia vida. Este lío no era culpa de su
padre. Ni siquiera era de su madre. Jean Murphy hizo lo que era
mejor para ella. Siempre lo hacía, siempre lo haría. Addie
debería usar eso.

Pero en ese momento, tener un padre a quien recurrir


hubiera sido tan agradable. Sus brazos estaban rígidos apoyados
en el mostrador de la entrada en un esfuerzo por mantenerse en
pie, en un agarre. Addie se puso de rodillas. Grandes sollozos,
148
escaparon y enterró el rostro entre las manos. Cuando lloró lo
suficiente, se acurrucó en una bola y cerró los ojos.
Capítulo Doce
Mel se apresuró a entrar por la puerta de la posada.

—¿Addie?

Ella había escuchado a Nate que habían puesto a Chloe en


un autobús hacia el oeste. Cuando le había dicho que había
intentado llamar a Addie y no había contestado, Mel colgó y
marcó el número. No obtuvo respuesta, tampoco.

Convenció a Naomi en adelantarle la hora del almuerzo y


se dirigió a la posada. El coche de Addie estaba ahí, así que
estaría en alguna parte en la posada.

—¿Addie?

—Aquí —la voz de Addie sonó en la habitación. 149


Mel sonrió.

—¿Me esperabas? Sólo tengo una hora, pero si nos damos


prisa… —Ella se quedó paralizada.

Addie estaba acurrucada en la parte superior de la colcha,


el pelo torcido, la cara llena de lágrimas.

—¿Qué pasó? ¿Te encuentras bien? —Mel se precipitó a su


lado—. Alguien…

Addie se apartó.

—Estoy bien. No ha pasado nada, en realidad, salvo que mi


vida ha terminado.

—¿Qué diablos se supone que significa eso? —Mel se sentó


a su lado.
—Mi abogado me llamó. Al parecer, mi padre nunca pidió
el divorcio, y su nuevo testamento nunca fue validado, por lo
que mi madre ganó el caso. Tengo treinta días para pagar el
dinero que pensé que había heredado.

—Oh, mierda. —Mel se paró y caminó—. Está bien,


podemos resolver esto. Vamos a tomar una hipoteca. Tengo algo
de dinero.

—¡Mel, ya basta! —Addie se sentó—. Esto no es algo que se


pueda arreglar. No tienes la cantidad de dinero que necesito, y
no estoy segura de que lo tomara si lo tuvieras. Ya te he dicho lo
que siento por una hipoteca. No tengo huéspedes. Cero. ¿Cómo
puedo pagar una factura mensual con un ingreso
tremendamente irregular?

—¡Vende la posada! Vive conmigo, y vamos a averiguar lo


que quieres hacer para seguir viviendo. Podemos hacer esto,
Addie. Mientras estemos juntas, tú y yo podemos hacer que esto 150
funcione.

Addie tomó un pañuelo de papel de la caja en su cama y se


limpió la nariz.

—No vale la pena, Mel. Lo mejor que podría hacer sería


dejar Cattle Valley y nunca mirar hacia atrás. —Se acercó a la
mesa y miró su reflejo en el espejo—. Falso. Salvo en este caso,
no me veo tan caliente en el exterior.

La ira burbujeaba dentro de Mel. Se levantó y se puso


detrás de Addie, agarrando sus hombros y ambas se miraron en
el espejo.

—Vales mucho. Y sí, has tenido días mejores, apariencia de


lujo, pero maldita sea, te lo he dicho varias veces, eres la mujer
más hermosa que he conocido.
Mel colocó su cara al lado de Addie y siguió mirándola a
través del espejo.

—Siento lo de tus padres. Es un asco, y no es justo. Pero tu


vida está lejos de terminar. Te amo, Addie Murphy. Quiero
pasar el resto de mi vida contigo, si vivimos aquí, en la posada, o
en mi apartamento de un dormitorio o en un lugar totalmente
diferente a Cattle Valley. Lo haría por ti, porque te amo.

Las lágrimas corrían por la cara de Addie de nuevo.

—No. Por favor, no lo hagas. Esto está sucediendo


demasiado rápido. Necesito tiempo para entender las cosas.

Mel la abrazó.

—Entiendo que necesitas tiempo. Pero por favor, no me


dejes fuera. Déjame ayudarte a decidir qué hacer.

—No puedo. —Addie se encogió de hombros y se alejó—. 151


Lo siento, Melissa. No sé lo que tengo que ofrecer, en estos
momentos. Necesito estar sola. Por favor, toma tus cosas y vete.
—Se dio la vuelta y salió de la habitación.

Mel se quedó mirando la puerta vacía. No podía terminar


así.

—Addie, —gritó.

—¡Por favor, sólo vete! —La voz de Addie sonó ahogada


por los sollozos.

No estaba segura si era porque estaba herida o enojada,


Mel metió las pocas cosas personales que tenía en la habitación
en una bolsa que había dejado ahí y se marchó.
Reconsiderando, echó un vistazo a la sala para ver si Addie iba a
venir. No había ni rastro de ella, por lo que Mel se apresuró
hacia el cajón donde sabía que Addie guardaba algunos
documentos personales.
Mel buscó en el hasta que encontró lo que estaba
buscando. Copió la dirección y colocó todo de nuevo en su lugar.
Volviendo a la habitación delantera, se encontró a Addie
mirando por la ventana.

—Me voy ahora mismo. Sabes que si me necesitas, puedes


llamarme a cualquier hora de día o de noche, y voy a estar aquí.

—Lo sé. —Addie no la miraba.

En el poco tiempo que se habían conocido, Mel había


llegado a entender que Addie necesitaba su espacio. Se iría por
el momento y oraría porque Addie no la odiara por lo que estaba
a punto de hacer, pero Mel no veía otra opción.

—Adiós —dijo en voz baja y se fue.

152

El vuelo de Sheridan a Colorado Springs tomó casi seis


horas, a causa de una parada larga en Denver. Mel se fue el
jueves por la mañana, con la esperanza de encontrar a la madre
de Addie en su casa después del trabajo esa noche. Si no, tenía
la dirección de Jean del trabajo y volvería el viernes. Pero
encontrar a la mujer en casa, sola, sería preferible.

Mel viajó con solo equipaje de mano, y tomó un taxi, justo


en frente del aeropuerto. Le dio la dirección al taxista, y estimó
que tomaría veinte minutos para llegar ahí. Miró su reloj. El
momento era perfecto, si Jean fue a su casa después del trabajo.
Sí, sí, sí... Mel se preguntó si estaba haciendo lo correcto. En su
corazón, sentía que lo era.
El conductor se detuvo en frente de una casa de ladrillo de
tamaño mediano con tulipanes surgiendo a lo largo de la acera.
El Festival de los Tulipanes. Mel sonrió para sus adentros,
recordando lo que Addie le contó sobre el engaño de Nate para
deshacerse de Chloe. Echaba de menos a Addie. Un infierno,
echaba de menos a Nate. Echaba de menos Cattle Valley y, en
ese momento, deseaba desesperadamente regresar ahí.

—Aquí es, señora. ¿Quiere que le espere?

Mel echó un vistazo a la caja de cobro y le entregó algo de


dinero.

—¿Podría esperar un par de minutos, por favor? No estoy


segura de si hay alguien en casa.

Él hizo un gesto con el dinero en efectivo.

—Esto va a llegar para cinco minutos.


153
—Gracias. —Alzó su bolso y salió, caminando lentamente
por la acera. Tomó una respiración profunda, tocó el timbre y
esperó unos segundos muy largos. Se mareó y entonces se dio
cuenta que había olvidado dejar salir el aire. Ella suspiró y
volvió a inhalar lentamente, tratando de calmarse.

Cuando se abrió la puerta, la mujer delante de ella la tomó


por sorpresa.

No era tan intimidante como ella esperaba, Jean Murphy


era baja y regordeta, con los ojos cansados y delineados, con el
pelo teñido de negro. No había ninguna duda acerca de quién
era ella, tenía los mismos ojos marrones pintados con rímel que
Addie.

—¿La señora Murphy?

—Sí —respondió la mujer gratamente.


—Yo, eh, soy Melissa Danes. Una amiga de Addie en
Wyoming.

Los ojos de la mujer se estrecharon.

—¿Wyoming? ¿Es ahí donde está? No había oído hablar de


ella.

—Sí, ahí está. Esperaba poder hablar con usted. Por favor.

Jean estuvo insegura por un momento, pero finalmente se


hizo a un lado e hizo un gesto a Mel para que entrara.

Mel hizo señas al conductor del taxi y se fue.

—¿Mi hija sabe que estás aquí, señorita Danes?

—No. —Mel dejó la bolsa en el suelo—. Probablemente no


estaría feliz.

—Estoy de acuerdo con usted. Ella y yo nunca miramos 154


con los mismos ojos, tan duro como lo intenté. —Jean le hizo un
gesto hacia el sofá—. Tome asiento. ¿Quiere tomar un café o té?

—No, gracias. —Mel se sentó, observando los restos de una


vez cena congelada, en la mesa de café.

Un concurso de preguntas resonaba desde el televisor.


Jean tomó el control remoto y lo silenció.

—¿Qué puedo hacer por ti?

—Quería contarle un poco sobre la vida de Addie. ¿Sabía


que compró una posada? Es una hermosa posada de cama y
desayuno. Pero algunos chicos la destrozaron antes de que ella
llegara a la ciudad, por lo que ha tenido que pasar semanas
reparando el lugar. Ya está lista para trabajar, y parece
simplemente preciosa. Addie ha hecho un trabajo maravilloso.

Jean miró fijamente.


—¿Y?

Mel se movió incómoda.

—Simplemente pensé que si supieras lo bien que Addie lo


está haciendo, usted pueda estar feliz por ella.

—Lo que Adeline haga ahora es de poco interés para mí.


Hice lo mejor que pude por ella, pero era una adolescente
voluntariosa y luchó conmigo a cada paso. Una vez que llegó a la
mayoría de edad, se fue, casi me eliminó de su vida. Si esa es la
forma en que ella lo quiere, esa es la manera en que será.

Los dos lados de una historia. Los padres de Mel siempre


le decían eso. Ella tomó una respiración, esperando que
estuviera haciendo lo correcto, y le dijo.

—Addie piensa que la echó porque descubrió que era


lesbiana.
155
—¿Qué? ¡Ridículo! —Jean jugaba con los dedos y miró
nerviosamente a su alrededor.

—¿En serio? —Mel no estaba segura si creerla, pero eso fue


en el pasado. Era lo que Jean dijera e hiciera ahora, lo que
contaba—. Si eso no es un problema, entonces tal vez usted y
Addie podrían hablar en algún momento. Estoy segura de que
realmente le gustaría eso.

—No lo sé. —La madre de Addie no parecía convencida.

Mel tenía problemas para entender el punto de vista de


Jean, pero Mel sintió que ese no era el problema, ella estaba ahí
por Addie. Jugando su última carta, explicó el motivo de su
visita.

—Addie invirtió hasta el último centavo de la herencia de


su padre en esa posada. Si usted toma el dinero, ella lo va a
perder todo.
Las cejas de Jean se elevaron.

—Ah, el meollo del asunto. ¿Estás segura de que mi hija no


te envió? Esto parece como algo que haría. Ella siempre pedía
limosnas, teniendo todo lo que alguien tiene que ceder. Sabía
que no se separaría de mi herencia con facilidad.

¿Addie pedía limosnas? Mel se preguntó si realmente


estaba en la casa correcta. Jean y Addie Murphy aparentemente
alejadas en sus puntos de vista el uno del otro. Ella sacudió la
cabeza.

—Addie no sabe que estoy aquí. Me preocupo por ella,


señora Murphy. No quiero verla perder la posada. Parece que
por fin es feliz por primera vez en quién sabe cuánto tiempo.

—¿Y me está culpando de eso? —Gritó Jean—. ¡Hice lo


mejor que pude por esa niña! Nada era lo suficientemente
bueno. Ella se fue de casa cuando tuvo la edad legal, y yo apenas 156
la vi después de eso. Peor aún, tomó a mi marido. —Mel la miró
fijamente, obligando a su boca a permanecer cerrada. Jean hizo
un gesto con la mano—. Oh, no, no de esa manera. Horacio
siempre tuvo debilidad por Adeline. No podía soportar que se
fuera, por lo que se fue, también. Los dos me sacaron de sus
vidas. Yo sé que ella cuidó de él hasta el final. Supongo que
quiere algo por eso.

Mel suspiró. En ese momento, sabía que había sido un


viaje inútil.

—Addie no quiere nada, señora Murphy. Creo que ella


quería un poco de amor, pero veo que es demasiado tarde para
eso.

Jean saltó, la furia ardía en sus ojos.


—¿Cuándo me quiso? Ella estaba ahí por su padre, ¿pero
alguna vez estuvo para mí? No he vuelto a verla desde su funeral
y no a menudo antes de eso.

—¿Alguna vez le dijo a ella lo que necesitaba? Porque si lo


hubiera hecho, estoy segura de que hubiera estado ahí para
usted, también.

—No pretenda saber acerca de una relación que se


extendió por más de veinte años. No tienes idea de lo que hemos
pasado, lo que yo pasé. No ha sido una vida fácil, te lo aseguro.

Mel miró a su alrededor. La casa donde vivía se veía bien y


podría arreglarla, pero era más de lo que Addie tenía. Addie no
tenía nada. Mel cuadró sus hombros y corrigió su pensamiento.
Addie tiene amor. En el libro de Mel lo era todo.

Ella volvería a Cattle Valley y convencería a Addie para


permanecer y hacer una vida con ella. Los padres de Mel iban a 157
llegar al día siguiente. Sabía que amarían a Addie tanto como
ella, cuando llegaran a conocerla. Tal vez, sólo tal vez, el amor
sería suficiente.

Mel se puso de pie.

—No debería haber venido aquí. Lo siento, señora


Murphy. Puedo ver que necesita más la herencia de lo que
necesita una hija. Addie lo entendía en ese momento, pero yo no
lo hice, hasta ahora. ¿Puedo usar el teléfono para llamar a un
taxi?
El vuelo de regreso fue agotador, pero más corto fue su
viaje a Colorado. Ir ahí, había estado lleno de esperanza y
posibilidades. Ahora, al regresar por la carretera entre Sheridan
y Cattle Valley, sus esperanzas se habían desvanecido. Temía
regresar y decirle a Addie dónde había estado. Sólo sería
reforzar los sentimientos sin valor que su novia parecía tener.

No iba a guardarle secretos a Addie, pero Mel haría lo que


fuera necesario para mantener a su único y verdadero amor y
alejar la sensación de no tener ningún valor. Nadie debería
sentirse de esa manera. Ningún padre debería hacer sentir de
esa manera a sus hijos. La idea hizo que estuviera ansiosa por
ver a su madre y a su padre y dar a cada uno un abrazo grande,
muy grande.

Un coche raro con las etiquetas de alquiler se encontraba


estacionado en frente de la posada. ¡Mamá y papá! Mel aparcó y
salió precipitada por las escaleras que conducían a la terraza.
Ella abrió la puerta y vio a sus padres, sentados en el sofá
158
hablando con Addie.

—¡Mamá! ¡Papá!

Los tres se volvieron, y sus padres se levantaron para


abrazar a Mel.

—¡Lo lograste!

—Hola, cariño. —Su padre le dio un abrazo—. Estábamos


hablando de ti. Nos detuvimos en la librería en el camino hasta
aquí, pero Naomi nos dijo que estabas fuera.

—Pero no estabas en casa. —Su madre le acarició la


mejilla—. Addie trató de localizarte.
—Lo sé. —Ella asintió con la cabeza, apretando a su madre
de pelo oscuro con fuerza. Todo el mundo decía que la madre y
la hija tenían el mismo aspecto, lo que la hizo más feliz.
Esperaba verse tan bella como su madre cuando llegara a esa
edad. —Tuve que hacer un encargo.

Su padre la sujetaba con el brazo extendido.

—Te ves como un perro cansado, jovencita. Debieron ser


varios recados.

Mel le sonrió. Lo miró cariñosamente, parecía el mismo de


siempre, con pelo arena-gris y gafas pequeñas, de montura
metálica.

—Fue. Quiero contártelo todo. —Yo realmente no quiero.


La idea de lastimar a Addie era como conducir una estaca en su
alma.

Addie se levantó y se unió a ellos. 159


—¿Puedo decir algo, en primer lugar?

—Claro. —Mel la miró. Ella no pudo resistirse y le dio un


rápido abrazo a Addie—. Te extrañé —susurró.

Addie se echó hacia atrás, un rubor color rosa tiñó su cara.


Ella miró a sus pies, avergonzada.

—Yo también te extrañé. Pero tienes que escuchar esto. ¡A


que no adivinas lo que pasó hoy! Mi abogado me llamó de
nuevo. ¡Al parecer, mi madre cambió de opinión y no está
pidiendo la herencia de vuelta!

—¿En serio? —El corazón de Mel saltó. Tal vez su largo


viaje no había sido en vano después de todo. Miró a su gente,
quienes asintieron con la cabeza alegremente.

—Addie nos ha estado contando todo sobre ella —dijo su


madre—. Toda una historia.
—Eso es decir poco. —Addie se rió.

Mel la miró.

—¿Dijo tu madre por qué cambió de opinión?

—No. —Addie tenía una mirada de asombro en su rostro—.


Él sólo dijo que quiere que la llame en algún momento. Eso fue
todo. Él no podía entenderlo, tampoco.

—Oh, wow. —Mel abrazó a Addie, con lágrimas goteando


por su rostro—. Estoy tan feliz por ti.

—Sabía que lo estarías. —Addie dijo en voz baja al oído—


Tú has sido mi campeona a través de todo este asunto. Desde el
momento en que te enteraste de los vándalos, has estado aquí
para mí, Mel. No sé por qué me tomó tanto tiempo ver de lo que
te habías dado cuenta antes.

Addie se apartó y la miró a los ojos. 160


—Te amo. Te necesito en mi vida. Ya lo había averiguado
antes de que me enterara de lo del dinero, no estaba segura de
lo que íbamos a hacer. Esto hace las cosas mucho más fácil.

Addie bateó sus pestañas con timidez.

—Si todavía estás interesada. Sé que puedo estar de mal


humor, y la necesidad de tener un tiempo anormalmente largo
para hacer que mi mente entienda las cosas, pero…

Mel le plantó un beso en los labios a Addie para hacerla


callar. Cuando se separaron, le limpió una lágrima de la mejilla
a Addie con el pulgar.

—Te amo. No soy perfecta, y no espero que lo seas. —


Sonrió—. A pesar de que estás muy, muy cerca.

Addie sonrió, todavía hablando con rapidez.


—Quiero vivir contigo. Cualquier cosa que quieras hacer a
la habitación del ático ya que es tuya, puedes hacerla. Va a ser tu
espacio.

—Es una habitación muy bonita —dijo el padre de Mel.

Ella lo miró, sorprendida.

—Nos fijamos en cuando llegamos aquí, y Addie nos la


mostró. La posada es más hermosa ahora que la última vez que
estuvimos aquí. Una vez que se corra la voz que está
funcionando de nuevo, creo que será un negocio muy bueno.

Su madre agregó.

—Pero arreglar ese espacio va a costar algo de dinero, sin


embargo. Creo que querrás un cuarto de baño arriba, por lo que
no estarás compartiéndolo con los invitados.

—Sin duda un cuarto de baño —él estuvo de acuerdo. 161


Mel abrió mucho los ojos.

—¿Puedo tener un cuarto de baño? ¡Eso sería genial!

Addie la abrazó.

—Puedes tener lo que quieras.

—Vamos a ayudarles a pagar por eso —dijo su padre—. Y


tienes el resto del dinero para la universidad que puedes gastar.

—¿En serio? —gritó Mel—. Me di cuenta desde que dejé la


universidad que perdería el dinero.

—¿Qué perderías? —Su madre se encogió de hombros—.


Esta familia no es un negocio. El hotel parece una buena
inversión para ti. Siempre y cuando Addie te quiera como socia.

Mel miró a la mujer que amaba más que la vida misma y


levantó las cejas.
—¿Qué piensas, Adeline? ¿Quieres una socia, que incluye
la aceptación de lo que hagas con mi dinero?

—Absolutamente. —Addie le tocó la cara—.


Definitivamente te quiero como socia, con dinero o sin él.

El padre de Mel dijo.

—¿Por qué no se limpian niñas? Vamos todos a comer en


el restaurante del Canoe. Podemos hablar más sobre sus planes
para la posada durante la cena.

—Eso suena maravilloso. —Mel puso sus ojos con


gratitud—. Estoy muerta de hambre. Necesito lavarme la cara.

—Voy contigo. —Addie pasó su brazo encima de Mel, y se


dirigieron hacia el baño principal.

—Ah, por cierto —gritó la madre de Mel al momento—.


¡Naomi nos dijo que ella está embarazada! Su madre tendrá 162
nietos.

Mel miró por encima del hombro.

—Pero la madre de Naomi está muerta, mamá. No creo


que ella esté preocupada por sus nietos.

—Eso no significa que nosotros no lo estemos. —Su madre


sonrió con dulzura.

—No tardamos. —Mel le sonrió. Empujó a Addie en el


dormitorio y cerró la puerta detrás de ellas.

Addie y Mel se presionaron contra la puerta con un besó


apasionado. Sus lenguas batiéndose de ida y vuelta, con las
manos a tientas y explorando. Cuando se despegaron por aire,
Addie murmuró.

—Tus padres quieren sus nietos.


Mel besó su cuello.

—¿Crees que hay que destacar que no se puede conseguir


de forma natural?

—Nah. —Addie atrapó la boca de Mel en otro beso cálido y


húmedo—. Somos mujeres independientes. Podemos hacer lo
que queramos. Acabo de recibir un certificado de buena salud
de uno de los médicos locales, así que tal vez una vez que
tengamos nuestros pies asentados financieramente, vamos a
querer hablar de niños.

—Me encantan los niños, —Mel acordó con una sonrisa—.


Y por ahora, a seguir practicando, y ver qué pasa.

—Suena bien. —Addie la abrazó con fuerza.

163
FIN
Sobre la Autora
Jenna Byrnes podría utilizar más espacio en el armario y
más horas en un día. Podría llenar la cocina con las compras de
artefactos del marido, apagar el televisor y dejar que cocine para
ella a sus anchas. Podría pasar como la brisa a través de los días,
añadir horas de sueño, y más tiempo para escribir romance
caliente y erótico, le encanta leer.

Jenna piensa que todo el mundo merece un final feliz, y le


encanta ofrecer a la mayor cantidad de gente posible a las
personajes gays, lesbianas y heterosexuales. Su frase favorita,
desde una valla publicitaria pro-gay, es "Ten cuidado con a
quien odias. Puede ser alguien a quien amas.
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Para conocer las últimas noticias, visite el sitio Web de
Jenna en:

http://www.jennabyrnes.com/
Coordinación del proyecto
Cinty

Traducción
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Joseline

Corrección/Revisión
Mila/Visionepica

Edición, Diseño y formato


Visionepica
Limpieza de Portada
Clau

¡Y no olvides comprar a los autores, sin ellos no


podríamos disfrutar de todas estas historias!

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