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Resumen Completo Etica Farina
Resumen Completo Etica Farina
*Michel Fariña, J. J.: El doble movimiento de la Ética contemporánea. Una ilustración cinematográfica. En la transmisión de la
ética. Clínica y deontología
La transmisión de la ética se asienta hoy en un doble movimiento, doble movimiento que se expresa en la dialéctica de lo
particular y singular. Un primer movimiento indica el tránsito de los juicios morales al universo de conocimientos disponibles
en materia de ética profesional. Se trata de una transformación reflexiva del cuerpo, ya que supone poner entre paréntesis las
concepciones sobre el bien y el mal, para situar el problema en una suerte de estado del Arte que da cuenta de los avances
alcanzados por la disciplina. Este “estado del Arte” permite deducir el accionar deseable del profesional ante situaciones
dilemáticas de su práctica. Da cuenta del “qué debería hacer y por qué”. Se prescinde del caso singular. El conocimiento
necesario para resolver el dilema existe, antecede a la situación misma, disponga o no de él el profesional que debe resolverlo.
Hay un segundo movimiento. Suplementario del anterior, éste da cuenta de las singularidades en situación. Son aquellos
escenarios dilemáticos para los cuales no existe en sentido estricto un conocimiento disponible, sino que es la situación misma
la que funda conocimiento al sustraerse de la lógica precedente. Este movimiento interroga la norma más allá de todo campo
reflexivo, suplementando el universo al decretar su incompletud. Da cuenta no del “qué debería hacer…” de la pauta
deontológico particular, sino del “qué hacer” allí donde la situación se revela a posteriori como desbordando el conocimiento
que la antecede.
Lo universal tiene una íntima relación con lo singular, están en el mismo eje y se cruza con el eje de lo particular. Lo universal
es el campo de la constitución del sujeto. Es lo propio de la condición humana, aquello que no varía con lo histórico, es
invariante y estructurante. ¿Qué es lo propio de la condición humana? Lo simbólico, el lenguaje. La realidad no se le presenta
sino que se le representa (mediatizada por la palabra) es lo que lo hace un ser simbólico. La legalidad que gobierna al sujeto es
una legalidad simbólica, es una legalidad del no-todo, siempre hay algo que queda interdicto para el sujeto. Hay una falta
estructural, un sujeto gobernado por el deseo. Lo universal es el campo de constitución del sujeto, donde permanentemente se da
la transmisión de la imposibilidad estructural. Lo universal es pura legalidad sin contenido, transmite un no-todo.
La relación entre universal y particular es doble; lo universal afecta a lo particular y lo particular le da un soporte material a esa
legalidad sin contenido. Es una relación de consonancia. Lo universal puede manifestarse en lo particular.
Lo particular como categoría supone una lógica de conjunto. Esa es su característica principal, hacer conjunto. Cada sistema
particular incluye los pares de opuestos (A / -A), cada sistema particular cuando funciona es como un universo que cae cuando
aparece una singularidad y no se le encuentra sentido dentro de ese particular.
Lo singular es en principio un proceso situacional. No existe por fuera de la situación en la que emerge. Nosotros debemos
crear las condiciones para que lo singular emerja. Es existencial como la ética, es una existencia que se afirma. Lo singular
quiebra el universo desde ese punto de inconsistencia que el universo desconocía. Lo universal prevé que algo nuevo (lo
singular) puede surgir. Lo singular es algo nuevo que no puede ser nombrado por ese universo anterior. Se exige un acto de
nominación intervención subjetiva. El universo se ensancha. Si una singularidad impacta el universo hay una trastocación,
universalización. La singularidad provoca una universalización para esto es necesario el acto de nominación. Lo singular se
refiere al efecto sujeto.
*Ariel, A. Moral y ética. Una poética del estilo.
(Entre “<>” se agregan algunos apuntes tomados de la clase de Fariña sobre el texto.)
Sitúa falsos pares de oposiciones: estilo y estética, pasión y deber, sujeto y estado, moral y ética.
Por moral vamos a situar lo que es pertinente a la conducta social de un sujeto entre otros, vamos a definir a la moral de ese
modo: lo pertinente a la conducta social de un sujeto entre otros. Sería lo que llamaríamos los deberes del sujeto frente al estado,
frente a la ley. La moral es temática, siempre se sitúa en un tema, la moral es temporal, es decir, es la moral de una época, es
siempre referenciada a una época. Además la moral es subsistencial permite algún ordenamiento de la existencia de ese sujeto
en lo social.
La ética es la posición de un sujeto frente a su soledad, no la posición en lo social por su relación con los otros, sino la posición
frente a un sujeto con su soledad. Frente a lo que está dispuesto a afirmar, a firmar. <Entenderlo desde el 2do movimiento, la
singularidad en situación. En cambio el primer movimiento está relacionado con la moral.>
La ética propone otro plano de existencia y, en ese sentido la ética es atemporal, es atemática y existencial.
La ética no se contrapone a la moral. La ética, la existencia del sujeto desorganiza la moral, no pretende suplantarla (es
suplementaria). No genera conflictos, salvo en determinados momentos muy singulares.
La estética son las condiciones de posibilidad de la experiencia de la belleza en el orden social. Sin estética, sin condiciones de
posibilidad no habría posibilidad de esa experiencia de la belleza.
La estética es, al igual que la moral, temporal, es decir, histórica. Hay una determinada estética de una época y una determinada
estética de otra época. Es temática, y podemos decir que la estética, en lo social siempre es un crimen contra el sujeto. Es un
crimen contra el uno, pues propone el para todos.
Con respecto al estilo, que aparece como un par contrapuesto, diremos que es la posición del sujeto frente a su soledad, pero
aquí no frente a lo que está dispuesto a afirmar sino frente a lo que está dispuesto a crear, frente a lo que está dispuesto a crear
más allá de la belleza. El estilo indicará, entonces, una posición del sujeto en el acto creador que va más allá de la belleza. Y es
por ello atemporal, resiste las épocas. Es atemática, no histórica y no personal.
*Salomone, G. Consideraciones sobre la Ética Profesional: dimensión clínica y campo deontológico-jurídico. En “La
transmisión de la ética…”
Una ética profesional asociada exclusivamente a la deontología genera un desdoblamiento de la función profesional que toma
dos caras indialectizables. Por una parte se configura un profesional con deberes de ciudadano, abogando por los derechos de las
personas, atendiendo a las exigencias sociales y legales de la profesión, dirigiendo su práctica en función de un sujeto de
derecho. Por otra parte se encuentra un profesional que lidia con el sufrimiento del paciente, que debe operar con otra
concepción de sujeto y que despliega su práctica en el terreno de la transferencia. Hay una responsabilidad profesional entonces
ligada a nuestro objeto de estudio y práctica: el sufrimiento psíquico del sujeto.
La dimensión clínica no se refiere exclusivamente al trabajo clínico, sino que con este término nos interesa señalar una
perspectiva que toma en cuenta la dimensión del sujeto, la singularidad en situación. Claramente, el campo normativo
configurado sobre la lógica de lo general recorta los problemas desde una perspectiva particular. En cambio, la dimensión
clínica constituye un modo de lectura y abordaje sustentado en la categoría de lo singular.
Introducir la dimensión clínica en el campo de la ética profesional introduce, a su vez, la perspectiva ética.
La posición ética se constituirá en esa intersección entre el marco normativo y la dimensión clínica , lo cual excluye la
obediencia automática a la norma pero también su rechazo.
El campo normativo: códigos deontológicos y orden jurídico.
La deontología refiere a los deberes relativos a una práctica determinada, los cuales, en su forma de enunciados normativos se
plasman en los llamados “códigos de ética”. Se aboca al estudio de los deberes y obligaciones de los psicólogos, lo cual incluye
el tratamiento de ciertas problemáticas propias de este campo, tales como, confidencialidad, explotación, competencia,
idoneidad, integridad, capacitación, respeto por los derechos y dignidad de las personas, responsabilidad profesional y científica,
ámbitos de incumbencia. También se ocupa de los deberes y obligaciones de los psicólogos en lo referido a declaraciones
públicas, publicaciones, actividades de investigación, supervisión, docencia, etc.
Los códigos de ética profesional establecen una serie de pautas que regulan nuestra práctica, funcionando como una referencia
anticipada a situaciones posibles y por venir. El campo normativo tiende a configurarse y a funcionar en tanto universo.
Evidentemente, lo singular que un sujeto comporta no estará contemplado en la norma.
-Los códigos resumen el conocimiento alcanzado en el campo profesional hasta cierto momento histórico (Estado del arte), el
cual funciona como fundamento de las normativas. En ese sentido, Estado del Arte y regulaciones profesionales constituyen el
conocimiento que antecede a una situación dada.
Los códigos condensan los valores morales de un tiempo histórico determinado. Es necesario reflexionar sobre la relación entre
la dimensión moral en la que ubicamos a los códigos deontológicos, y la perspectiva ética en sentido estricto, referida
fundamentalmente a la dimensión subjetiva.
La interpretación de la norma
Cada norma contemplará una serie de casos que constituyen un conjunto, en tanto grupo de elementos que comparten una
propiedad común. La confrontación con un caso determinado nos obliga a analizar la pertinencia de la norma. Es decir, no es
posible su aplicación inmediata e indefectiblemente, será necesario interpretarla. La aplicación de la norma no puede ser
automática. Frente al caso a analizar, deberemos interpretarla y, además, ponderarla en relación a otras normas y a otros
elementos de juicio.
Consideraciones sobre la posición ética
El campo normativo organizado sobre una lógica de universo (cerrado) excluye lo singular dificultando su articulación con la
lógica del sujeto. La confrontación de las normas deontológicas y jurídicas con un caso exige la ponderación e interpretación de
aquéllas. La sola exigencia de interpretación da cuenta de un punto de inconsistencia de ese universo. Es decir que la
interpretación funda una lógica del no-todo y convoca al sujeto a responder. El modo en que se responda a la interpelación, a
ese llamado que surge del punto de inconsistencia del campo normativo, da lugar a una cierta posición subjetiva que podrá
configurarse o bien en una posición moral o bien una posición ética.
Así se configurarán dos posiciones distintas:
-El abordaje del campo normativo desde un posicionamiento moral, posición de mera obediencia, de acatamiento. La posición
moral no soporta el punto de inconsistencia al que lo enfrenta el campo normativo e intenta hacerlo consistir adjudicándole una
solidez inexistente.
-Una posición ética de responsabilidad. El sujeto acepta ese punto de indeterminación radical que lo convoca a responder de un
modo singular. Se trata una posición subjetiva que acepta la lógica de la falta.
Incluir la dimensión del sujeto como horizonte de nuestras decisiones en la práctica no significa necesariamente ubicarnos en el
segundo movimiento de la ética. También el primer movimiento exige la referencia al sujeto. Es decir, primer y segundo
movimiento de la ética constituyen modos de lectura diferenciados que recortan una situación dada relevando diferentes aristas.
Sin embargo, en ambos la dimensión clínica es la referencia inevitable.
No se trata de plantear la disyunción de los campos sino, aún sosteniendo la diferencia pensar su articulación.
La autora da el ejemplo de un caso en que un paciente planea asesinar a una persona y el terapeuta se enfrenta al dilema de la
suspensión o el mantenimiento del secreto profesional. Tanto en el campo normativo como en la dimensión clínica se juega la
relación del Sujeto con la Ley (Sujeto-ley simbólica y sujeto-ley social). Por lo tanto se deben tener en cuenta las implicancias
clínicas que las decisiones en relación al orden deontológico-jurídico puedan acarrear. La relación del sujeto a la ley no se
reduce a la mera aplicación de la norma sobre él. Se trata de elevar la norma a categoría de Ley. Ley que regula, que inscribe
una prohibición en la intimidad del sujeto y del acto. De allí la importancia de sostener la decisión en una posición que no se
configure en relación a la exigencias morales. La sanción legal no debe configurar únicamente una responsabilidad en el campo
de la moral. Se trata de favorecer un más allá de la responsabilidad jurídica, para dar lugar al campo de la responsabilidad
subjetiva. La decisión tendrá el valor de un acto que confronta al sujeto con la implicación en su propio acto.
La posición del profesional podrá oscilar entre una posición moral de acatamiento a los roles asignados y una posición ética que
facilite un posicionamiento ético del sujeto sobre el que dirige su intervención. Es en este punto donde la noción de
responsabilidad subjetiva adquiere relevancia ineludible.
Apuntes del texto de la web: “Principio de neutralidad y la regla de abstinencia: la perspectiva freudiana.” Salomone, G.
La regla de abstinencia es una indicación técnica y, como tal, debe ser observada por el analista a lo largo del tratamiento y
como condición de posibilidad del mismo. Mientras que en razón de la regla de abstinencia el analista es compelido a impedir la
satisfacción pulsional del paciente, es en la observación del principio de neutralidad en lo que quedará impedido de buscar las
propias satisfacciones en los tratamientos que conduce. Es decir, el principio de neutralidad es una imposición de abstinencia
para el analista.
La posición de neutralidad se funda básicamente en que el analista sustraiga como persona para dar lugar así a su función.
El concepto de neutralidad es una recomendación técnica para el analista que implica una imposición de abstinencia para él, en
tanto agente de una función. Implica abstenerse de la ambición terapéutica así como de la ambición pedagógica. Abstenerse de
inculcarle al paciente los propios ideales o aquellos valores que corresponden a la moralidad de la época; abstenerse de dirigir la
vida del paciente y abstenerse de proponer nuevas metas a la mociones pulsionales liberadas de los síntomas. Pero también este
lugar le impone no responder a la demanda de amor o a cualquier otro tipo de demanda del paciente, y excluir sus propios
sentimientos contratransferenciales.
Desde la posición de neutralidad, se abstiene de ofrecerse como un yo que forme parte de la serie de objetos especulares que, en
tanto portadores de satisfacción sustitutiva, obturan la falta. La regla de abstinencia encuentra su condición de posibilidad en el
principio de abstinencia.
*Domínguez, M. La singularidad en los códigos de ética: ética y deontología. En “La transmisión de la ética…”
La autora da una etimología de “ética” y “deontología”.
En términos generales el lenguaje filosófico utiliza el vocablo ethos en la actualidad para definir al “conjunto de actitudes,
convicciones, creencias morales y formas de conducta, de una persona individual o de un grupo social o étnico.”
La ética concebida clásicamente como la ciencia que estudia los comportamientos morales de los sujetos humanos, será la
disciplina confinada a recopilar las acciones adquiridas como hábitos, supuestamente universales, para extraer de allí reglas
generales que tendrán valor de éticas. Siendo así “la teoría o ciencia del comportamiento moral de los hombres en sociedad.”
La deontología es la ciencia de los deberes o la teoría de las normas morales. Teoría ética de los deberes relativos a una
determinada actividad social. Comprendiendo, al conjunto de reglas que un grupo establece para sí en función de una
concepción ética común.
Ética y deontología coexisten en sintonía al ocuparse ambas de las acciones de un grupo determinado pero, la distonía radica en
que la deontología legisla aquello que se debe hacer, lo esperable en el marco de las relaciones humanas que regula, mientras
que la ética reflexiona sobre el obrar humano, sobre los actos de los sujetos que no pueden ser anticipados por la norma.
La perspectiva de la ética se halla soportada en la práctica y teoría psicoanalíticas y se sustenta en la pregunta ¿Ha actuado
usted en conformidad con el deseo que lo habita? Dentro de este marco el deseo inconsciente es la referencia. Esta concepción
de la ética se sostiene en el saber-hacer en acto. La ética será un asunto pertinente al deseo en tanto que indomesticable.
En este sentido, los ideales terapéuticos del deber-hacer pertinentes en el marco deontológico serán suplementados por la
emergencia de una singularidad. La ética se presentaría como suplementaria de la deontología al producir un exceso respecto de
las totalizaciones dadas, mientras que la deontología sería producto y reflejo de la moral social.
Se entiende por particular aquellos usos, costumbres y valores que comparte un grupo determinado en un lapso histórico dado.
La autora llama éticas a aquellas singularidades que produzcan un quiebre respecto de ese universo de discurso del cual
emergen, siendo advertidas como “algo incalificable para el lenguaje de la situación”. En este sentido, el deseo no podrá ser
alistado como un elemento de la serie normativa del universo deontológico. La singularidad concebida como “lo que se sustrae
al régimen del uno”.
Una ley de código que regula exhaustivamente una situación cualquiera es siempre particular: Está sometida (o suspendida)
hasta la sorpresiva irrupción de una singularidad que (destotalizando como particular la legalidad del universo previo) exija un
gesto de suplementación (universalización) en nombre de una nueva ley ‘más allá’. Una singularidad para ser concebida como
tal deberá producir una novedad en la situación, y sólo si existe el trabajo subjetivo de lectura y nominación. Sólo si hay otro
que la sanciona como tal, que la nomina y le da existencia.
La lectura de los códigos de ética.
La autora hace referencia al deseo del analista y la lectura que él haga del texto normativo. La existencia de los códigos de ética
es producto del encuentro en la práctica con una singularidad. ¿Cómo conciliar el universo deontológico y las singularidades
éticas? A partir de la transmisión. La lectura de los códigos se hallará articulada con la transmisión cuando admitamos la
dimensión del deseo del analista. Frente a los códigos se debe tomar una posición.
Ética y deontología conciliadas en la transmisión del deseo del analista contendrán lo instituyente de la experiencia y
producirán enseñanza y transmisión alrededor de un indecible: el deseo. Más allá de la estructura cristalizada del texto
normativo, el acento estará puesto en la lectura que de él se haga.
*(Domínguez, M. Addenda “El doble movimiento de la ética contemporánea: ¿una lectura posible sobre la singularidad en los
códigos?
El doble movimiento de la ética contemporánea se nos propone como un modo de situar la dialéctica existente entre las
categorías de lo particular y lo universal-singular dentro del ámbito propio de la ética.
La ética contemporánea engloba por un lado, “el universo de conocimientos disponibles en materia de ética profesional y
constituye una suerte de ‘estado del arte’ que da cuenta de los avances alcanzados por la disciplina y permite deducir el accionar
deseable del psicólogo ante situaciones dilemáticas de la práctica profesional” y por el otro, la singularidad en situación.
En la primera va de la Intuición al Estado del Arte y se corresponde con la Deontología y los códigos de ética.
El primer movimiento responde al “deber hacer” soportado en los tres tiempos de toda legislación: los vistos, los considerandos
y la resolución. Es el conocimiento disponible para el profesional que antecede a la situación, es lo que de él se espera en el
ejercicio de su práctica. Pero requiere del segundo para ubicar la dimensión de la ética toda, esto se debe a que no alcanza con el
primero para situar a la misma, ya que hay algo allí que no está: la singularidad. Ambos, uno y dos, se requieren para situar el
ámbito de la Ética. La Deontología es parte de la Ética en tanto conforma la primera parte de su doble movimiento.
Conciliamos ética y deontología a partir del deseo del analista y la lectura que él haga del texto normativo, para leer la
singularidad en el universo deontológico del primer movimiento que suplemente al producido por la dupla.
Primero y segundo movimiento quedarán conciliados y suplementados por un tercero que se produce en acto, que va del
segundo al primero transmitiendo en el acto de lectura del texto normativo el deseo del analista. Deseo que no se halla soportado
en ningún ideal moral.
El primer movimiento funda el saber ético en el quehacer sustentado en contenidos a priori que determinan el ‘deber hacer’. En
el segundo movimiento la dimensión ética adopta su valor a posteriori dado que no existe conocimiento disponible para el ‘qué
hacer’. Es la situación misma la que se erige como fundante de saber. Entonces, propondremos en el tercero, el de la lectura de
la singularidad en situación, que su existencia (la de la singularidad) sólo es posible a partir de un acto. Efectivamente, cada vez
que el analista lee lo hará desde una posición ética que no se verifica a posteriori sino en su intervención en acto. Es a partir del
deseo del analista que la singularidad se produce, cobra existencia.
La cuestión ética en investigación, es una cuestión de equilibrio entre los derechos de las personas que participan como sujetos
de una investigación y los intereses, avances y beneficios del conocimiento científico. El rigor metodológico no exime al
investigador de sus obligaciones éticas. Más bien, los lineamientos éticos proporcionan el marco dentro del cual deben tomarse
las decisiones metodológicas y esas consideraciones éticas referidas a la investigación psicológica, deben ser entendidas dentro
del contexto más general de las normas y principios éticos consensuados por las comunidades profesionales de psicólogos.
“La responsabilidad profesional: entre la legislación y los principios éticos ” – Carlos Gutiérrez y Gabriela Salomone -
¿La responsabilidad profesional, debe circunscribirse a las disposiciones legales?
El profesional de la salud mental debe tomar como horizonte de su práctica los principios éticos, es decir el resguardo de la
subjetividad, a la vez que debe promover una mirada crítica sobre aquellos otros aspectos que degradan lo humano
condicionando su práctica, y por lo mismo, poniéndola en riesgo.
En su acto el terapeuta está solo y sin garantías de ninguna índole y solo tiene como respaldo su criterio profesional del cual es
único responsable.
La sujeción a la ley no puede ser la única guía de la conducta profesional, ya que es estrictamente el criterio profesional el que
deberá guiar el accionar del psicólogo. Este criterio profesional no debe confundirse con los valores morales del terapeuta, sino
que dependerá exclusivamente de la responsabilidad a la que el terapeuta se ha comprometido en relación a los avatares
psíquicos de su paciente. Serán los principios éticos los que delimitarán el campo profesional.
¿Cómo conjurar el concepto de neutralidad en posibilidades de mantener el secreto profesional o suspenderlo? El principio de
neutralidad obliga a excluir la dimensión narcisista de los ideales, poniéndolos en la pista del sujeto. Las cuestiones relativas al
secreto profesional también deberán someterse al principio de neutralidad.
Considerar la obligación del profesional de propiciar la intervención de la ley (por Ej. en caso de que su paciente comunique que
es violada por un familiar, o que su padre es golpeador o que conozca que ha sido apropiado ilegalmente), no significa que
consideremos al psicólogo un agente de la seguridad del estado. Jamás podría ser ésta su función. En la medida que el horizonte
de su práctica está definido por el respeto a la subjetividad, la posición de neutralidad será el sitio del que no deberá moverse si
no quiere abandonar la pertinencia de su tarea. El secreto profesional debe estar siempre sujeto al principio de neutralidad.
La responsabilidad subjetiva interpela al sujeto mas allá de las fronteras del yo mientras que la responsabilidad jurídica se
plantea en función de la noción de sujeto autónomo, la cual restringe la responsabilidad al ámbito de la intencionalidad
conciente.
El sujeto autónomo, es el sujeto de la intención y voluntad.
El sujeto del derecho, es toda persona susceptible de adquirir derechos o contraer obligaciones. El sujeto del derecho es el sujeto
considerado autónomo y cuando la persona no muestra estar en dominio de sus facultades mentales, pierde su cualidad de
autónomo y así, su responsabilidad ha quedado restringida o anulada. El sujeto ya no considerado autónomo, es eximido de su
responsabilidad jurídica.
Entonces, el sujeto del derecho, en tanto autónomo e imputable, es aquel capaz de responder por sus actos, aquel cuya
responsabilidad siempre le es ajena.
Al contrario, el psicoanálisis plantea un determinismo inconsciente que hace al sujeto responsable por definición. El campo de
la responsabilidad subjetiva, confronta al sujeto con aquello que perteneciéndole le es ajeno. Ajenidad que no es causa de
inimputabilidad. En este campo, el sujeto es siempre imputable, pero no ya en términos morales o jurídicos, sino éticos.
Freud responsabiliza al sujeto de aquello que desconoce de si mismo, aquello de lo que el sujeto considerado autónomo no
puede dar cuenta. Sin embargo, no imputa al sujeto en el campo moral por aquello que se juega en lo inconsciente.
No se debe confundir la responsabilidad moral, social o jurídica con la subjetiva.
Según Freud, en la renuncia pulsional se funda la ética, quedando la ética ligada a la ley, la cual obra con una función de límite.
El sujeto esta compelido a responder por sus actos tanto en relación al Otro social como en relación al Otro de la Ley. La
intencionalidad que excede las fronteras de la conciencia, es desconocida por el campo normativo.
En relación al encuentro entre el campo deontológico y la dimensión clínica, plantea el ejemplo de un hombre que solicita un
turno para hacer psicoterapia y en el primer encuentro plantea que el no quiere realizarla, que sólo lo hace porque su mujer lo
obliga (cuestión del consentimiento informado). Donde la noción de sujeto autónomo nos llevaría a desresponsabilizar al sujeto,
la experiencia clínica nos guiará a confrontarlo con una responsabilidad inalienable. Se trata de un sujeto no autónomo pero
responsable por definición.
siniestro
El secreto de familia, que como factor patógeno, opera en la historia de algunos individuos. En estas familias algunos de los
personajes “están en el secreto”, el secreto les es familiar e incluso les confiere poder. El resto de la familia, de acuerdo a la
naturaleza de lo oculto, suelen sufrir sin saberlo a ciencia cierta, las consecuencias de la malignidad infiltrante de lo que les es
ocultado. Se convive con algo que se ignora aunque se lo presiente inquietamente. Se puede sumar a lo oculto la propia
negación frente a lo extraño. Comienza así a surgir el efecto siniestro. Es como la malignidad infiltrante de un cáncer ignorado,
o quizás denegado, pero existente.
Ej. “caso Paula”. Siendo secreto no hay oportunidad de palabra que articule los hechos de un relato. Entonces le secreto infiltra
y pervierte todos los vínculos y estructuras psíquicas de Paula.
El único remedio posible contra la malignidad de lo siniestro es el develamiento de aquello que lo promueve, simultáneamente
al establecimiento de un nuevo orden de legalidad familiar. Aun dentro de lo doloroso de esta explicación, de este hacer justicia,
la verdad operara como incisión para drenar, aliviar y curar el abceso de lo siniestro. El escenario de lo siniestro traspasa los
limites de una familia y cobra la dimensión de la sociedad.
Los efectos de lo siniestro dependen del lugar que se alcanza con relación a lo oculto.
El lugar de las victimas esta ilustrado en los terribles relatos de los sobrevivientes.
La propia lucha por romper lo oculto fortalece frente a sus efectos. Son los que intentaron salirse del lugar paralizante
desenmascarando lo clandestino.
La mayor verdad es la mentira que encapucha la evidencia.
Quien se propone psicoanalista esta atrapado en la cuestión de ser o no ser frente a miles de calaveras, recuperadas o
desaparecidas que lo interrogan no tanto en cuanto a lo que aconteció, sino principalmente en cuanto al testimonio de verdad
que su practica rinda.
El olvido como valor social, no solo instaura una cultura siniestra con todos sus efectos, sino que promueve la repetición de los
hechos.
El psicoanalista, concorde con su ideología, podrá o no aproximar su colaboración directa al campo de los derechos humanos,
pero si es cabalmente analista, si su practica no desmiente las propuestas teóricas del psicoanálisis, no podrá dejar de hacer
justicia desde la promoción de verdad como antídoto frente al ocultamiento que anida lo siniestro.
La tortura es absolutamente contrarrevolucionaria en cualquier circunstancia.
“La transmisión de un patrimonio mortífero: premisas éticas para la rehabilitación de afectados ” – Marcelo Viñar –
No es lo mismo el horror, que el relato ante el horror.
El testimonio y la denuncia son una necesidad y una trampa, un compromiso ineludible donde hay que entrar y salir, no quedar
capturado en la narración de la escena sádica.
El retorno y la actualización del horror implica una responsabilidad etica en el consultorio de la escena publica. No todo silencio
implica complicidad adaptativa ni todo sufrimiento implica elaboración y progresión que construye.
Necesitamos otro marco distinto del modelo médico para emprender nuestras acciones, para justificar nuestra ética, para revisar
nuestro errores. No se trata de combatir sino de pensar.
No hay salud en la transmisión de un patrimonio mortífero y violento. Hay apenas la pena de una reapropiación dolorosa,
simbólica, menos loca y menos mortífera, en el punto final que en el de partida.
Sabemos que el horror no metabolizado, no significado simbólicamente, vuelve, retorna, insiste como el virus que contagia
mordiendo siempre a los mas débiles.
¿Qué tipo de psicoterapia para torturados?
Lo único que podemos hacer es lo que sabemos hacer: descifrar enigmas. Explorar como cada persona singular se inscribe en el
abanico de respuestas de lo que socialmente llamamos traumatismo o catástrofe social. Leer en cada quien su sufrimiento y su
silencio, leer con el lo que es reconocimiento y lo que es omisión y negación frente a lo acontecido.
En la transmisión del patrimonio mortífero que es herencia de todos, cada elaboración y significación deja su resto de
indescifrable, de incomprensible y excesivo. Cada sujeto y cada generación se apropian de la historia al advenir a ella y
materializan o encarnan los mitos de los que preceden.
No hay psicoterapia especial para torturados o familiares. Lo que hay, o no hay, es sensibilidad y disposición del terapeuta para
recorrer un itinerario de horror en que la realidad ha redoblado y confirmado los espantos del fantasma y cuando se esta
disponible no alcanza con el humanismo heroico.
Mirar el horror de lo que paso y con ello construir el porvenir, sin la captura de la repetición traumática que redobla el
traumatismo. Restablecer la disociación pasado-presente y calmar la intrusión alucinante del traumatismo, restituyéndolo a la
categoría de recuerdo pensable, son un duro trabajo.
Mal servicio hacemos a los pacientes confirmándolos en su posición de héroes o víctimas que el discurso social les asigna.
Naturaleza
La vulnerabilidad frente a la naturaleza es propia de la condición humana. Mediante el desarrollo de las fuerzas productivas la
humanidad ha generado los medios para protegerse de las inclemencias de la naturaleza pero siempre existe un núcleo
irreductible, un punto de exceso en el que la naturaleza no puede ser controlada. De esta manera, se revela la insuficiencia e
ineficacia de las mediaciones simbólicas (instrumentales y normativas), confrontando a los seres humanos con ese punto de
indefensión estructural. Algunas de esas manifestaciones agreden al individuo desde afuera (desastres atmosféricos y
geleologicos) y otras se desarrollan dentro de su propio cuerpo (virus del HIV o los genes mutados).
Accidentes
Los accidentes suponen la intervención del azar sumada al error humano, la negligencia o los intereses creados. Se sitúan en un
punto de intersección entre la actividad humana y el orden natural. La naturaleza, que se había visto transitoriamente superada,
vuelve a imponer sus limites y, aquello que operaba como mediación deviene un factor de agresión contra el propio ser humano.
Economía
Esta ligada a la condición de escasez del ser humano. Puesto que los medios para la supervivencia de la especie son limitados,
se debe hacer de ellos una cuidadosa economía. El actual sistema económico ha significado un avance con relación a los
sistemas económicos que lo precedieron, a la vez que ha traido consecuencias negativas.
Armamento
La fabricación de armamento influye directamente en la relación que el ser humano establece con el semejante en tanto rival. Se
trata no ya de las fuerzas productivas sino destructivas.
Instituciones
La agresividad constitutiva de los seres humanos se ve exacerbada en nuestro tiempo histórico por un deterioro de las
mediaciones normativas. Se tratan dos tipos de violencias: la creciente inseguridad de la vida cotidiana (secuestros, robos,
asaltos) y la que se origina cuando las instituciones destinadas a proteger y formar (policía, educadores, justicia, familia)
devienen agentes de agresión.
“Especificidad en la tortura como trauma. El desierto humano cuando las palabras se extinguen ” – M. Viñar -
De la tortura, de eso no se quiere saber ni se puede creer. Lo mas traumático no es el trauma mismo, sino la desmentida del
hecho traumático.
Cuando el psicoanalista recibe un sujeto marcado por situaciones extremas como torturados, sobrevivientes del campo o de
masacres, ¿cuál es su posicionamiento como terapeuta y como investigador?, ¿qué materia traen a elaborar en análisis los
sujetos de estos vejámenes, los afectados y su entorno?.
Reducir el horror a una categoría común de trauma es conceptualmente erróneo, además de éticamente condenable.
Hay un inalcanzable de la representación del horror por lo que la solución de ese trauma no es accesible por la vía catártico-
abreactiva. La meta terapéutica no es la resiliencia, la meta terapéutica busca un reencuentro con la temporalidad psíquica, con
un devenir y una reapropiación del fuero interior que permita discriminar el pasado del presente, que el sujeto pueda acceder a
su actualidad y no quede incrustado, anclado al trauma, como fuerza de atracción que satura el presente y el futuro en un
determinismo lineal y fatal con aquel pasado. Se trata de leer no tanto al trauma sino en como cada sujeto lo registra, lo inscribe
y lo significa: la singularidad de la respuesta.
En análisis se trata de repersonalizarse, cuando se esta fuera de si es necesario rehabitarse. Un modo de fracaso es cuando el
analizando se instala irreversiblemente en la posición de victima.
Es un desafío para el psicoanálisis tener acceso a un espacio de intimidad, construirlo al mismo tiempo que se lo convoca. No
quedarse en una semiologia exterior objetivante que habla de secuelas, sino fundar una semiologia relacional, donde desde la
experiencia intima el sujeto transforma la secuela en marca creativa que define su retorno a la condición de ser humano singular.
De esta manera, el objeto de estudio no es solamente identificar las secuelas y la minusvalías de los afectados, sino integrar su
experiencia y su relato en un proyecto de vida.
El sujeto no es función de la victima, el síntoma no es función del diagnostico, la historia no es función de la memoria.
Fariña, J. Ética Profesional. Dossier. Acápite 3.3 El estatus de la responsabilidad sobre los actos
El autor habla del conflicto entre la obediencia y los valores éticos y cómo por ejemplo la experiencia de Stanley Milgram en la
Universidad de Yale acerca de la obediencia a órdenes criminales es una de las explicaciones que la psicología ha intentado dar
al problema.
El experimento de Milgram fue plasmado en el film “I…como Icaro”. “Usted continúe, yo asumo toda la responsabilidad”, es la
frase empleada en la versión cinematográfica para reforzar el carácter de la experiencia, destinada a explorar cómo se comporta
un hombre cuando una autoridad legítima le indica que debe actuar contra un tercer individuo.
Los resultados de la experiencia indican que dos de cada tres personas llegan a administrar descargar consideradas peligrosas;
esto ha sido usado para intentar explicar la obediencia a órdenes aberrantes durante la guerra o situaciones de tortura.
El ‘torturador’ de la experiencia de Milgram no está en modo alguno ante la misma elección que el torturador argentino de la
realidad; al contrario que éste último, aquel se halla en presencia de un ‘torturado voluntario’ dispuesto a sufrir por el bien
común (en este caso el conocimiento científico).
En la línea de aportes psicoanalíticos a las cuestiones de la ética y la obediencia, el escrito de Jorge Jinkis “Vergüenza y
responsabilidad” fue escrito como reflexión ante la promulgación de la Ley de Obediencia Debida en Argentina. Dice Jinkis:
“(…) si se pudiera reconocer en los relieves mórbidos de un crimen sus coordenadas simbólicas, no se volvería por eso irreal el
crimen, y la intervención de un analista siempre irá en el sentido de reintegrar esas coordenadas a la historia del sujeto quien se
volvería entonces responsable de un crimen real. Esa responsabilidad (…) no se configuraría acabadamente sin el castigo.”
Ofrece un punto de vista diferente del “consensualista” para el psicoanálisis, el establecer la responsabilidad no podría ser nunca
función de un ‘saber y entender promedio’, sino por el contrario, de las implicaciones singulares, y por lo mismo universales, de
acción cometida.
La hipótesis clínica será la encargada de explicar el movimiento que supone que el tiempo 2 se sobreimprime al tiempo 1
resignificándolo.
1) Ante el soberano se presentan 2 prostitutas que reclaman al mismo niño como propio. Una de ellas asfixio a su hijo y ahora
reclama un hijo ajeno. Ambas dicen que el niño vivo es el propio y que el muerto es el de la otra. No hay testigos ni forma de
constatar la verdad de los hechos.
El padre no es cierto pero la paternidad es verdadera. Ella solo se sostiene en tanto función y se reconoce en un doble
movimiento. El hijo puede reconocer a su padre solo si este lo ha reconocido previamente. Tal reconocimiento esta sujeto a
leyes de cada cultura: red simbólica que nomina el lugar paterno prescindiendo de la constatación genética. Entonces si padre y
madre no se corresponde necesariamente con sus funciones biológicas es posible indicar que el hijo nace tanto del padre como
de la madre. Se trata de aquel que encarna la función y cumple su oficio de transmitir una ley en carácter de agente de la misma.
Volviendo al ejemplo, el rey ordena que se corte al niño en 2 y que se le entregue una mitad a cada una de ellas. La decisión del
rey Salomón debe ser considerada como un gesto de fastidio, una decisión terrible que expresa un capricho sanguíneo.
Queriendo un hijo, la mitad de eso se parece a la nada. ¿Qué es el padre real? El que obliga a una doble renuncia: hacia la madre
y hacia el hijo. Salomón es quien introduce esa decisión del corte. Frente al corte, cada una de las mujeres dará su respuesta.
Una de ellas decide renunciar al niño, decide cederlo para mantenerlo vivo y frente a esa respuesta, Salomón advierte que ahí
hay una madre. No se trata de haber descubierto a la madre, sino de haber encontrado una madre. La renuncia funda un lugar
que Salomón sanciona como el lugar materno.
La otra mujer en cambio, acepta el despedazamiento del niño.
¿Qué es una madre? La que cede su objeto mas preciado, la que por su castración se somete a la ley paterna en una renuncia del
lado de la cultura.
Para que el orden humano sea tal, no basta con el padre, la madre y el niño: hace falta un termino decisivo que es la ley. Ese
termino ordena las distintas funciones y es el que permite que de la cría nazca un hijo encadenado a una genealogía fundadora.
Es la instancia de la ley la que instituye y nombra todos los lugares.
2) Los mellizos Matías y Gonzalo Reggiardo Tolosa fueron apropiados ilegalmente por el sub-comisario Miara y su esposa, la
Sra. Castillo (quien había perdido un embarazo y su marido lo “resolvió” entregándole a dos niños).
En este juego alguien pierde. Un hijo pierde al Padre porque Un-Padre impostor usurpo su lugar. Ese encuentro en el lugar
perdido es el espacio propicio para la perdida de una función.
Hablar desde el lugar paterno en nombre de la ley convoca a la prohibición y Miara, en cambio, habla desde la usurpación, y de
ahí no puede surgir prohibición alguna.
Miara, con su mentira, hace un intento por velar la verdad de la castración, de la propia. ¿Qué es el padre simbólico? El que
introduce una tercera renuncia, la propia. No se trata de ser padre, porque el padre no tiene ser, sino de oficiar de padre, y es el
resultado de lo instituido por una tradición.
Destacar como decisivo el amor de la crianza es forjar una variante sentimental que oficia de coartada para un acto de
delincuencia profunda, al llamar paternidad a una practica de pillaje. Designar como “padres históricos” a los ladrones de niños
es una operación renegatoria de la historia misma.
Se trata de lograr que el padre recupere su lugar, a situar un discurso de la verdad, un discurso que remite a principio de división
fundador. Para cada uno de nosotros, ser hablado por los procedimientos jurídicos de la sociedad constituye el elemento primero
de nuestra entrada en la vida. La restitución de niños desaparecidos a sus legitimas familias, es un acto de restauración de la
función paterna. La restitución no es del niño sino del Padre. Si reintegrar el sujeto a su historia tiene algún sentido humano,
solo lo será al sostener la ley desbaratando la impostura.
“Un deseo que no sea anónimo. Tecnologías reproductivas: transformación de lo simbólico y afectación del núcleo real” – A.
Kletnicki –
El listado de las nuevas tecnologías reproductivas incluye: inseminación artificial, fecundación in vitro, donación de semen y de
óvulos, participación de donante no anónimo de semen regulado por un contrato que fija sus funciones, alquiler de vientres u
otras formas de maternidad subrogada, interrupción selectiva del embarazo, selección de sexo y manipulación genética,
reducción de fetos, clonación, producción de híbridos, fusión de preembriones entre si para la obtención de quimeras, gestación
en el vientre de un animal, gestación en mujeres clínicamente muertas y otras modalidades de utilización post-mortem de
material crio preservado, ectogenesis o útero artificial, embarazo masculino.
Debe poder decidirse cuales de estas tecnologías se presentan como intervenciones medicas para abordar la falla de una
función, y cuales son el punto de partida de modificaciones que atañen al campo de la subjetividad. Lo significativo desde el
punto de vista de la constitución del sujeto no es el medio físico en el que la fecundación se produce, siendo este un dato
seguramente mas relevante para el quehacer de la biología.
Las consecuencias para los sujetos implicados no pueden ser anticipadas, sino analizadas a posteriori.
Otra cuestión que debe poder definirse es en que condiciones la utilización de una tecnología determinada produce y promueve
el desarrollo de lo simbólico y en que casos favorece su relativización o fomenta su aplastamiento.
El uso de las tecnologías nombradas puede tornarse promotor de lo simbólico: el saber anticipado sobre la llegada de un hijo con
un problema determinado (por ej. síndrome de down) puede permitir a unos padres que tengan decisión de no abortar un
encuentro distinto con ese niño diferente.
Las nuevas tecnologías reproductivas presentan entre si diferencias significativas en sus fundamentos y sus consecuencias.
J. C. Indart afirma que una estructura tiene por función la transmisión, de una generación a otra, de aquello que garantice que la
cría humana sea parlante y tenga el mínimo de ubicación en un sistema de intercambio. En la actualidad, la familia se presenta
como la institución social encargada del sostén de esa transmisión. Se trata, en la familia, de la transmisión y el sostén de un
núcleo social no anónimo y singular.
Lacan hace referencia a la función materna (al Otro del lenguaje), como aquella que produce al sujeto parlante por la vía de la
transmisión de un deseo que es siempre singular, y como lugar de establecimiento de la simbolización, ya que es la madre quien
transforma lo real en significante. También alude a la función paterna (al Otro de la ley), abrochamiento de ese deseo a un
nombre, para que, articulada con la ley de la prohibición del incesto, se de cabida a la sucesión generacional que funda un orden
matemático, y no natural, en ese corte.
Se ha ubicado como condición necesaria para la constitución subjetiva la transmisión de un núcleo real no anónimo y singular.
Esta cualidad debe ser diferenciada del estilo y contenido de las marcas inscriptas en el sujeto que en el mismo movimiento en
que apuntan a su constitución en lo humano, lo determinan. Toda trama se presenta como productora de marcas subjetivantes:
un lugar en el deseo del Otro que es condición ocupar y que significa, primariamente, que alguien debe donar un sitio donde el
sujeto se aloje.
La cuestión es que, aun ofreciendo este lugar, las cualidades de lo ofertado no están garantizadas. La plena determinación
encuentra limite en lo imprevisible, en una respuesta del niño que no queda explicada acabadamente apelando al deseo
inconsciente de los padres.
La vocación totalizadora de la ciencia encuentra su limite allí donde la complejidad propia de lo humano produce un resto no
formalizable en la singularidad del deseo y del goce. Se marca la producción de un corte entre la pretensión de la ciencia de
constituirse en un saber absoluto y el acontecer único, singular, en que se construye la historia de cada sujeto.
La inscripción de lo real, planteada como movimiento estructural, universalizable, no puede efectuarse si no es singularmente.
Hay un real en juego anudado a la constitución del sujeto en relación con un deseo que no sea anónimo, y su desconocimiento
tendrá como efecto la disolución de la constitución del sujeto en el deseo, de la que no podemos esperar sino estragos.
Los nuevos desarrollos científico-tecnológicos llevan al extremo una característica ya presente en el discurso medico, que es la
de producir el borramiento subjetivo como consecuencia de la reducción del cuerpo a objeto. Como estas nuevas tecnologías
operan sobre el cuerpo humano, el efecto es una tecnologización progresiva de la vida, la sexualidad y el deseo.
Pero allí donde un real irrumpe, y en la medida que haya eficacia de lo simbólico, el intento es servirse de eso simbólico para
producir la inscripción de lo que interroga en lo real. Esa inscripción es siempre singular: tiene como base la transmisión de un
núcleo real, no anónimo y singularizado, la donación y apropiación de marcas subjetivantes, la construcción de determinadas
operaciones simbólicas y, en la medida en que dichas operaciones han sido fundadas, el ordenamiento que realiza la estructura,
haciendo posibles ciertos recorridos e inhibiendo otros.