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INTERPONE RECURSO EXTRAORDINARIO (1)

(Modelo vinculado al precedente “Casal” de la CSJN)

EXCMA. SALA      :

     , por derecho propio, con domicilio real en      , localidad de

     , PARTE QUERELLANTE, y constituyendo domicilio legal conjuntamente con el

letrado que me patrocina       (matrícula       del Colegio      , CUIT      ) en      

de esta Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en la causa Nro.      , a V. E. decimos:

I.- OBJETO.-

Que venimos por la presente -en legal tiempo y debida forma- a

interponer RECURSO EXTRAORDINARIO FEDERAL por ante la Corte Suprema de

Justicia de la Nación contra el resolutorio de fecha       por el que la SALA      DE LA

EXCMA. CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN PENAL resolvió DESESTIMAR EL

RECURSO DE QUEJA POR CASACIÓN DENEGADA oportunamente interpuesto por esta

PARTE QUERELLANTE (con costas), todo ello con sustento en el plafón viabilizante que

ofrece la norma del ARTÍCULO 14 DE LA LEY 48 por un lado y, por el otro, con

fundamento en la creación pretoriana elaborada por el Alto Tribunal sobre la

“ARBITRARIEDAD DE SENTENCIA”.-

II.- PRESUPUESTOS DE ADMISIBILIDAD DEL RECURSO.-

II.1.- La impugnación extraordinaria que se propone, es formalmente

admisible toda vez que están reunidas las siguientes condiciones:

II.1.a.- Se la deduce dentro del término legal de 10 DÍAS de notificada

la resolución recurrida (conforme lo prescripto por el ARTÍCULO 257, PRIMER PÁRRAFO

DEL C.P.C.C.N.).-

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II.1.b.- Se acompañan DOS (2) COPIAS del mismo a fin de dar traslado

a las partes.-

II.1.c.- El resolutorio cuestionado resulta ser una SENTENCIA

DEFINITIVA dictada por la SALA      DE LA EXCMA. CÁMARA NACIONAL DE

CASACIÓN PENAL.-

II.1.d.- Esta PARTE QUERELLANTE se encuentra legitimada para la

interposición de la vía impugnativa extraordinaria en interés de las garantías de “DEFENSA

EN JUICIO”, “DEBIDO PROCESO LEGAL” y “DOBLE INSTANCIA” de las señoras

     

II.1.e.- En lo que a la CUESTIÓN FEDERAL respecta, la misma fue

oportunamente introducida al momento de interponer el RECURSO DE CASACIÓN, y

mantenida en la QUEJA motivada por su rechazo.-

II.1.f.- La LEY FEDERAL 48 autoriza a apelar a la CORTE SUPREMA

DE JUSTICIA DE LA NACIÓN sentencias definitivas pronunciadas por los tribunales

superiores cuando haya sido cuestionada la inteligencia y aplicación de una cláusula de la

Constitución Nacional (ARTÍCULOS 14 y 15 DE LA LEY 48).-

II.1.g.- El DERECHO A RECURRIR EL FALLO ante el ALTO

TRIBUNAL (“DERECHO AL RECURSO” O “DOBLE INSTANCIA”) lo estipula –además-

el ARTÍCULO 8 APARTADO 20 INCISO H) DE LA CONVENCIÓN AMERICANA

SOBRE DERECHOS HUMANOS (PACTO DE SAN JOSÉ DE COSTA RICA), adquiriendo

jerarquía constitucional a raíz de la reforma introducida en el artículo 75 inciso 22 de nuestra

Carta Magna.-.

II.2.- En lo referente a los recaudos formales del recurso, se

cumplimentan en el sub iudice los requisitos de forma exigidos por los ARTÍCULOS 14 y 15

DE LA LEY 48, a saber:

II.2.a.- SENTENCIA DEFINITIVA.-

“Es requisito de procedencia del recurso extraordinario que la sentencia

recurrida sea definitiva, entendiéndose por tal la que pone fin al pleito o causa un gravamen

imposible o insuficiente de reparación ulterior” (CS. May-7-1985 ED 19-1080).-

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II.2.b.- SUPERIOR TRIBUNAL DE LA CAUSA.-

“Es superior tribunal de la causa aquel que dentro de la respectiva

jurisdicción procesal se encuentra habilitado para decidir en último término sobre la materia

que suscita la cuestión federal o el gravamen irreparable” (CS abril 23-1985-ED 19-1086).-

Tratándose en el presente de una SENTENCIA DEFINITIVA dictada

por el EXCMO. TRIBUNAL ORAL EN LO CRIMINAL N°      DE LA CAPITAL

FEDERAL, y habiendo sido rechazados tanto el REMEDIO CASATORIO como así también

la QUEJA oportunamente interpuesta ante la SALA I DE LA EXCMA. CÁMARA

NACIONAL DE CASACIÓN PENAL; de conformidad con lo dispuesto por la ley 2372 y sus

modificaciones, ninguna duda cabe respecto que esta última obra como Superior Tribunal de

la misma.-

III.- ANTECEDENTES DE LA CAUSA.-

Que con fecha      , el TRIBUNAL ORAL EN LO CRIMINAL N°

      resolvió “     .I.- ABSOLVER a      , cuyos demás datos personales obran ut supra,

en orden al hecho que fuera calificado precariamente como constitutivo de ESTELIONATO,

por el que solo mereciera acusación de la querella, con costas por su orden. Arts. 402, 530 y

531 del Código Procesal Penal de la Nación, y 45 y 173 inc. 9° del Código Penal...”.-

Habiendo esta parte solicitado, en oportunidad de su alegato, el dictado

de sentencia condenatoria respecto de la encartada Larrosa y la aplicación de de pena de

prisión de cuatro años y ocho meses, contra dicho resolutorio esta querella interpuso, con

fecha      , formal RECURSO DE CASACIÓN PENAL.-

IV.- LOS MOTIVOS DE LA CASACIÓN.-

IV.A.- LAS CUESTIONES DE HECHO – LA ARBITRARIEDAD DE

LA SENTENCIA – ADMISIBILIDAD DEL REMEDIO CASATORIO.-

A.1.- EL CRITERIO ESTRICTO.-

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Sabido es que, en principio, las cuestiones de hechos son ajenas al

recurso casatorio. A título ejemplificativo de lo referido hemos de citar los siguientes fallos de

la Excma. Cámara Nacional de Casación Penal:

“...Las conclusiones referentes a los hechos contenidos en la sentencia

no son censurables por vía de casación, por cuanto atañen a la libre convicción del tribunal de

juicio para apreciar el material probatorio incorporado al debate...” (C.N.C.P, Sala II, Registro

407, 10-03-1995).-

“...Esta Cámara no puede remediar las injusticias consistentes en una

errónea determinación de los hechos, debido a que su misión se limita a asegurar la correcta

interpretación y aplicación de la norma jurídica...” (C.N.C.P, Sala III, Registro 38-95, 15-03-

1995).-

Si bien ello es cierto, no lo es menos que cuando las cuestiones de hecho

reflejan vicios que materializan una sentencia arbitraria, producto de un proceso en el que se

quiebran formas esenciales, o cuando las conclusiones a las que se arriban en la sentencia

reflejan prejuzgamiento bajo el ropaje de la convicción sincera, el Excmo. Tribunal de

Casación es el llamado a intervenir.

En este sentido, la C.N.C.P.N ha señalado en reiteradas oportunidades en

cuanto a las reglas de la sana crítica y el principio de logicidad que:

“Las reglas de la sana crítica son pautas del correcto entendimiento

humano, contingentes y variables con relación a la experiencia del tiempo y lugar, pero

estables y permanentes en cuanto a los principios lógicos en que debe apoyarse la sentencia

(Couture), ellas informan el sistema de valoración de la prueba adoptado por nuestro C.P.P en

su artículo 398 2o. párrafo, estableciendo plena libertad de convencimiento de los jueces, pero

exigiendo que las conclusiones a que arriben en la sentencia sean el fruto racional de las

pruebas, sin embargo esta libertad reconoce un único límite infranqueable, el respeto a las

normas que gobiernan la corrección del pensamiento humano, es decir, las leyes de la lógica -

principio de identidad, tercero excluido, contradicción y razón suficiente- de la psicología y de

la experiencia común.

La observancia del principio de razón suficiente, requiere la

demostración de que un enunciado sólo puede ser así y no de otro modo. El respeto al aludido

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principio lógico exigiría que la prueba en que se fundamente la sentencia, sólo permita arribar

a esa única conclusión y no a otra, o, expresado de otro modo, que ello derive necesariamente

de los elementos probatorios invocados en su sustento, pruebas que excluyan que las cosas

hayan podido ser de otra manera, que es lo que en definitiva dfine al principio en análisis.

En lo que atañe al principio de contradicción deviene útil recordar que

de su formulación se desprende que si hay dos juicios donde se afirma y se niega la misma

cosa, es imposible que ambos sean verdaderos al mismo tiempo. Esto es, que si uno de ellos es

verdadero, el otro es necesariamente falso y viceversa.

El vicio se presenta toda vez que existe un contraste entre los motivos

que se aducen o entre estos y la parte resolutiva, de modo que oponiéndose, se destruyen

recíprocamente y nada queda de la idea que se quiso expresar, resultando de la sentencia

privada de motivación”.

(C.N.C.P, Sala II, Causa No 84, “Waisman Carlos s. recurso de

casación”, 04-04-95)

“La motivación de la sentencia surge como un ligamen psicológico de

extraordinaria importancia, donde el juez debe valorar todos los elementos de prueba

jurídicamente relevantes, y que apuntan a las distintas soluciones posibles, inclinándose en

definitiva, por aquella que mejor se compadezca con la valoración efectuada”

(C.N.C.P, Sala III, Causa No 171, “Edelap s/ recurso de casación”, 11-8-

94)

En la misma inteligencia, la Cámara de Casación Penal de la Provincia

de Buenos Aires ha señalado que carece de facultades para examinar la eficacia probatoria de

los elementos de convicción utilizados en la instancia anterior, a raíz de no ser un tribunal de

apelación ordinaria y no haberse desarrollado ante sí la producción de las probanzas, por lo

que no está en condiciones de apreciar su eficiencia conforme con los principios de la

oralidad. Solo debe, entonces, conocer en tal tipo de cuestiones y dejar de lado el criterio del

tribunal de mérito, si se demuestra que la apreciación del a quo importa un despropósito, una

arbitrariedad, o un grave atentado a las leyes del raciocinio, lo cual corresponde ser apreciado

con criterio restrictivo (sent. del 3/9/99 en causa NO 187 “Segura”).-

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A.2.- UN CRITERIO MAS AMPLIO.-

El criterio estricto referido, y que viene siendo sostenido por la Excma.

Cámara Nacional de Casación Penal, ha sido puesto en crisis por un reciente fallo de la SALA

IV del 15 de octubre del corriente año en autos “LÓPEZ, FERNANDO DANIEL S.

RECURSO DE QUEJA”. Dijo la Sala:

“...Que a los fines de determinar la procedibilidad de la vía directa

intentada, no ha de reducirse su análisis a la mera invocación de que la valoración de la prueba

en que ha fundado su convencimiento el Tribunal de merito resulta una cuestión ajena a la

instancia casatoria, pues así como –corolario de la línea jurisprudencial trazada a partir del

caso “Giroldi” (Fallo 318:514)- no puede entenderse constitucional la limitación que veda la

admisibilidad del recurso de Casación en razón del monto de la pena (art. 459, inciso 2), del

C.P.P.N., tampoco puede cercenarse al imputado su derecho (arts. 8.2.h de la C.A.D.H., 14.5

del Pacta Internacional de Derechos Civiles y Políticos y 75, inc. 22 de la C.N.) en virtud de

otros límites que tradicionalmente le han sido impuestos a esta Cámara de Casación.

Es que la garantía no se satisface con su mera enunciación sino que debe

otorgarse vigencia sociológica a los derechos. Así entonces, reconocida la garantía a toda

persona que resulte condenada de que debe tener acceso –como derivación del derecho de

defensa- a una nueva discusión de la cuestión (en principio, lo más amplia posible), es que en

consonancia con la sentencia recientemente dictada por la Corte Interamericana de Derechos

Humanos, in re “Herrera Ulloa vs. Costa Rica”, del 2 de Julio de 2004, corresponde adecuar el

control casatorio garantizado una más plena revisión de la decisión recurrida de manera de

conciliar mejor los principios en juego.

El derecho al recurso significa –como ha sido subrayado por la Corte

Interamericana, citando el comentario general número 13 del Comité de Derechos Humanos-

que el acusado tiene derecho a que se examine íntegramente el fallo en el ámbito de los

hechos, en el ámbito del derecho y, particularmente, en el ámbito de la pena. El debido

proceso forma parte de este derecho, y la revisión de esta Cámara de Casación Penal no puede

resultar limitada ni

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rstringirse exclusivamente al derecho, sino que debe convertirse en un

recurso que –sin sacrificar la inmediación- haga justicia en el caso concreto.

En otros términos, el derecho de “recurrir del fallo” debe ser accesible,

sin requerir mayores complejidades que lo tornen ilusorio, e independientemente de la

denominación que se le de al recurso existente para impugnar un fallo, lo importante es que

dicho recurso garantice un examen integral de la decisión recurrida (cfr. Corte IDH, Caso

“Herrera Ulloa vs. Costa Rica”, sentencia del 2 de Julio de 2004, puntos 164 y 165).]

En el caso citado, la Corte Interamericana entendió que los recursos de

Casación presentados no cumplían el requisito de ser un recurso amplio que permita al tribunal

superior realizar un análisis o examen comprensivo e integral de todas las cuestiones debatidas

y analizadas en el tribunal inferior.

Se agregó que el recurso mencionado (en el artículo 8.2.h) de la

Convención se exige “que efectivamente permita al superior entrar en el fondo de la

controversia, examinar los hechos aducidos, la valoración de estas, las normas invocadas y la

ampliación de ellas, inclusive en aspectos tales como la individualización de la pena o medida

( que abarraca la sustitución pertinente), como resulte justo en consideración de la gravedad

del hecho, el bien jurídico afectado, la culpabilidad del agente y los otros datos que concurren

al ejercicio de la individualización”. Finalmente, se concluyó que “se trata de proteger los

derechos humanos del individuo, y entre ellos el derecho a no ser condenado si no se

establece suficientemente la realización del hecho punible y la responsabilidad penal del

sujeto, y no sólo de cuidar, en determinados extremos, la pulcritud del proceso o de la

sentencia” (ver fallo citado, voto concurrente, del juez Sergio García Ramírez).

Tales exigencias no se satisfacen con la mera corrección formal del

fallo, esto es, mediante un recurso de alcance reducido, sino asegurándose un margen más

amplio para el examen de las posibles arbitrariedades, interpretando el recurso de casación

dentro del criterio de máxima protección de los derechos del individuo.

Es que, lejos de constituir un criterio dogmático de delimitación, la

tradicional separación entre cuestiones de hecho y de derecho importa el retraimiento de la

garantía invocada, pues no sólo ignora –como ha sido señalado en el voto de los jueces

Petracchi y Fayt en Fallos 321:494- que “ en la mayor parte de los casos, la propia descripción

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de los presupuestos fácticos del fallo está condicionada ya por el juicio normativo que se

postula (conf. Luigi Ferrajoli, “Derecho y Razón”, trad. De P. Andrés Ibáñez y otros, Madrid,

1995, págs.54 y sgtes.)”, sino también “ la extrema dificultad que, como regla, ofrece esa

distinción” (Conf.,en general, Piero Calamandrei, “La Casación Civil”, trad. De S. Sentís

Melendo, Buenos Aires, 1945, t.II, págs. 294 y sgtes.).

En suma, los compromisos internacionales asumidos por la Nación

impiden que mediante formulaciones teóricas se niegue el tratamiento del planteo del

recurrente en segunda instancia. Es así que, aún cuando se trate de enunciados o

razonamientos relativos a cuestiones de índole fáctica, la suficiencia del apoyo que las

premisas- explícitas o implícitas- presten a la conclusión o la propia fuerza de convicción que

surge de las actas incorporadas al expediente, entre otras cuestiones objeto de agravio, deben

ser controladas en su relación deductiva o inductiva desde las clásicas herramientas de la

lógica, asegurando, de esta manera, la misión que a esta Cámara de Casación compete:

garantizar la afectiva vigencia de un doble juicio concordante en caso de condena...”.-

A.3.- EL FALLO CASAL.-

El criterio amplio referido ha sido refrendado recientemente por la Corte

Suprema de Justicia de la Nación en el fallo “CASAL, MATÍAS E. Y OTROS” (fallo 23.073

del 20/9/2005) donde se ha dejado sentado que:

1.- Debe dejarse sin efecto la resolución por la cual la Cámara Nacional

de Casación Penal rechazó el recurso de casación interpuesto contra la sentencia condenatoria,

por entender que el recurrente pretendía la revisión de cuestiones de hecho y prueba – en el

caso, se cuestionó la efectiva existencia del arma presuntamente utilizada en el robo- a fin de

que se modifique la calificación atribuida al hecho endilgado pues la interpretación restrictiva

del alcance de la materia de casación, con la consiguiente exclusión de las llamadas cuestiones

de hecho y prueba, viola el derecho del imputado a recurrir la sentencia condenatoria

consagrado en el art. 8.2 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos.

2.- La interpretación del art. 456 del Cód. Procesal Penal de la Nación

conforme la teoría del máximo rendimiento, la cual exige al tribunal competente en materia de

casación agotar su capacidad revisora, archivando la impracticable distinción entre cuestiones

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de hecho y derecho, implica un entendimiento de la ley procesal vigente, acorde con las

exigencias de la Constitución Nacional y la jurisprudencia internacional.

3.- No existe razón legal ni obstáculo alguno en el texto del art. 456 del

Cód. Procesal Penal de la Nación para excluir de la materia de casación el análisis de la

aplicación de la sana crítica en la valoración del material probatorio en el caso concreto, es

decir, para que el tribunal de casación revise la sentencia a efectos de establecer si se aplicó

dicha regla y si esta aplicación fue correcta.

4.- Una cuestión de hecho puede convertirse en una de derecho y

viceversa, lo cual obedece a que no sólo una falsa valoración de los hechos lleva a una

incorrecta aplicación del derecho sino que la misma valoración errónea de los hechos depende

de que no se hayan aplicado o se hayan aplicado incorrectamente las reglas jurídicas que se

imponen a los jueces para formular esa valoración.

5.- Para cumplir con una verdadera revisión de la sentencia condenatoria

en la instancia casatoria no debe atenderse a una distinción meramente formal en el nomen

iuris de las cuestiones expresadas en los agravios, como así tampoco en los incisos del art. 456

del Cód. Procesal Penal de la Nación invocados para la procedencia del recurso, sino que, por

el contrario, deben analizarse los motivos de manera complementaria, con independencia de su

clasificación.

6.- El art. 456 del Cód. Procesal Penal de la Nación debe interpretarse en

el sentido de que habilita una revisión amplia de la sentencia condenatoria, todo lo extensa que

sea posible conforme a las posibilidades de cada caso particular y sin magnificar las cuestiones

reservadas a la inmediación.

IV.B.- LOS VICIOS “IN IUDICANDO” – EL TIPO PENAL

PREVISTO EN EL ART. 173 INC. 9 DEL C.P – SU ERRÓNEA APLICACIÓN – LA

CULPABILIDAD DE LA IMPUTADA.-

He de acreditar en este acápite que en la sentencia dictada, el Tribunal

Oral ha, por lo menos, inobservado o aplicado erróneamente el tipo penal previsto en el art.

173 inc.9 del C.P.-

B.1.- GENESIS DE LA CAUSA.-

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1.- LOS HECHOS IMPUTADOS.-

Se atribuyó a la encartada      , el haber arrendado, como propio, al

señor      –(DNI      ), domiciliado en la calle      , de esta Ciudad de Buenos Aires,-, el

inmueble sito en la Calle      , de esta ciudad de Buenos Aires, a sabiendas que el mismo

pertenecía a las Sras.      , en virtud de haber sido declaradas judicialmente únicas y

universales herederas de su hermano      –quien en vida hubiere sido concubino de la

imputada-.

Tal acto jurídico, instrumentado en fecha       comprendía también el

uso exclusivo de las líneas telefónicas      , fijándose el canon locativo en la suma de

dólares estadounidenses mil setecientos (U$S      ) mensuales.

En virtud de este contrato, la imputada percibió los alquileres

correspondientes hasta el mes de      , fecha en la que el locatario, tomando conocimiento de

la falacia de su titulo –de propietaria- resolvió la suspensión del pago de los alquileres hasta

tanto se resolviera la titularidad del inmueble.

En síntesis, invocando una titularidad que no poseía, la imputada

celebró un contrato de locación, percibiendo -ilegítimamente- en consecuencia la suma

aproximada de dólares estadounidenses cincuenta y un mil (U$S -), correspondientes a treinta

(30) meses de alquiler.-

2.- CALIFICACIÓN LEGAL.-

En virtud de ello, la conducta reprochada a la imputada       –en

carácter de autora, conforme lo normado por el art. 45 del Código Penal- encuadra en el tipo

penal contenido en el art. 173, inc. 9 del Código Penal, que reza “...Sin perjuicio de la

disposición general del artículo precedente, se consideraran casos especiales de defraudación y

sufrirán la pena que él establece: [...] inc. 9: El que vendiere o gravare como bienes libres, los

que fueren litigiosos o estuvieren embargados o gravados; y el que vendiere, gravare o

arrendare como propios, bienes ajenos”.

3.- ELEMENTOS DE PRUEBA.-

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Los hechos atribuidos y la calificación se encuentran debidamente

acreditados a través de las siguientes pruebas:

1.- Denuncia efectuada por las querellantes (obrante a fs. 1/8), de la que

se desprende que las imputadas, con conocimiento de su carencia de derechos respecto al

inmueble sito en la calle      , de esta ciudad de Buenos Aires, lo dieron en locación –como

propio- al señor      

2.- Declaración de       (obrante a fs. 13), donde se ratifica lo

manifestado en el escrito de denuncia, y su declaración el juicio.-

3.- Declaración de      (fs. 20), ratificando lo expuesto en el escrito de

denuncia y su declaración en el juicio.-

4.- Declaración testimonial de      (fs. 60) cuyo testimonio ha sido

incorporado por lectura.-

5.- Declaración testimonial de       (fs. 61/62), cuyo testimonio ha sido

incorporado por lectura.-

6.- Copia de los autos caratulados “      s. Sucesión ab intestato” (en

tramite ante el Juzgado Nacional en lo Civil n° ) y “      s. Sucesión ab intestato” (en tramite

ante el Juzgado Nacional en lo Civil n°      ).-

7.- Contrato de locación comercial de fecha      , suscripto por la

imputada     , en carácter de propietaria – locadora, que ha sido incorporada por lectura en

el debate.-

8.- Contrato de locación de fecha     , suscripto por la     , en

carácter de propietaria – locadora, que ha sido incorporada por lectura al debate.-

9.- Cartas documento de fecha 4 de diciembre de 2000, 21 de mayo de

2000 y 12 de diciembre de 2000, cuya lectura ha sido incorporada por lectura al debate.-

10.- Nueve (9) recibos por cobro de alquileres correspondientes al

contrato antes mencionado que ha sido incorporado por lectura al debate.-

11.- Contrato de locación de fecha 20 de diciembre de 2000, con anexo I

de opción de compra y anexo II de inventario, que ha sido incorporado por lectura al debate.-

12.- Descargo de la imputada      (de fs. 124/125).-

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B.2.- LOS ELEMENTOS CARGOSOS – LA RESPONSABILIDAD

DE LA IMPUTADA.-

Como bien podrán observar V.E., de la prueba existente en autos se

desprende –sin lugar a dudas- que la imputada dio en locación al señor Carlos Omar Iglesia el

inmueble sito en la calle     , de esta ciudad de Buenos Aires, en pleno conocimiento de su

carencia de derechos respecto del mismo.

Tal circunstancia se encuentra acreditada por los contratos de locación

suscriptos por las imputadas; las declaraciones testimoniales de      (locatario y fiador

respectivamente en ambos contratos) quienes reconocen las firmas obrantes en lo contratos

como propias y, en especial el primero, manifiesta que “...en todo momento creyó que las

nombradas eran las propietarias de los inmuebles en cuestión porque se presentaron a firmar

los contratos...” (conf. surge de la declaración testimonial de     , a fs. 61 vta.); los recibos

suscriptos por la imputada –posteriormente reconocidos en su descargo- y; el propio descargo

de la encartada Larrosa, quien reconoce haber suscripto el contrato de locación comercial de

fecha 5 de enero de 1998 y percibido los alquileres correspondientes al mismo hasta el mes de

junio de 2000 (“...Que reconozco en consecuencia el contrato de locación que se me exhibe en

el cual figura mi nombre y datos siendo de mi puño y letra la firma que lo suscribe. Asimismo

reconozco los recibos de cobro de alquiler que se me atribuyen relativo a la propiedad de la

calle      de Capital Federal Unidad 1     ”, conf. descargo de la imputada obrante a fs 124

vta.)

En nada modifica esta situación, lo manifestado por la encartada en su

descargo (obrante a fs. 124/125) respecto al desconocimiento de la ilegitimidad del titulo

invocado al contratar –recordemos que la imputada suscribe el contrato de locación en carácter

de propietaria (conforme surge de dicho instrumento)-, toda vez que, la pretendida cesión

gratuita de derechos –que le hiciere en vida     , en instrumento privado y carente de la

firma del cedente, puesto que solo contaba con la supuesta impresión digito pulgar de este-

acompañada en la sucesión fue rechazada in límine por el magistrado interviniente –Dr.

Claudio Ramos Feijoo- con fecha 18 de junio de 1998 –conforme surge de las copias de la

causa obrantes en estas actuaciones-. Es decir, existiendo tal pronunciamiento judicial, mal

puede invocar la imputada el desconocimiento de su carencia de derechos respecto del

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inmueble, puesto que tal manifestación carece absolutamente de sustento y, por ende, de

credibilidad. Máxime si tenemos en cuenta que, la encartada tomo conocimiento de la

ilegitimidad de su título en el mes de junio de 1998, y la locación se mantuvo hasta el mes de

junio de 2000, tiempo en el que ininterrumpidamente siguió cobrando los alquileres.

Tampoco altera el marco jurídico aplicable, la circunstancia de haber

efectuado cuantiosos gastos a favor del difunto, a la que hace referencia la Sra. Larrosa en su

descargo, toda vez que, conforme la legislación vigente, la vía adecuada para exigir su

reintegro era la presentación –en carácter de acreedor- en la sucesión, y no la realización de

actividades delictivas como las que ha desplegado la imputada en autos.

B.3.- LA SENTENCIA DICTADA POR EL TRIBUNAL ORAL.-

1.- LOS MOTIVOS DE LA ABSOLUCIÓN.-

El tribunal oral absuelve a la imputada recurriendo al beneficio de la

duda, considerando que no se encuentra acreditado el tipo subjetivo del delito de estafa. Señala

el Tribunal:

“No resulta descabellado ni transgrede el criterio del sentido común, el

que Larrosa se pensase heredera de los bienes de su compañero de vida de tantos años. Para

ser más precisos, de los últimos años de éste, durante los cuales, además, lo atendió en el

período crítico en el que su salud comenzó a flaquear y, finalmente, estuvo a su lado al

momento de su muerte.

Desde luego que no es competente este tribunal para determinar la

validez sucesoria de los documentos en los que      estampó huellas digitales, y      sus

firmas, ni para resolver otras cuestiones del consecuente proceso ventilado en un juzgado civil.

Pero está claro que frente a una cuestión litigiosa y opinable, aún desde el punto de vista

jurídico, tanto que hubo un plenario que resolvió la invalidez de los acuerdos privados en

materia sucesoria, no se puede calificar como necesariamente dolosa a la conducta desplegada

por la encartada al alquilar el inmueble de la calle ..

Si el estelionato es una forma especializada de la estafa, se vuelve

imprescindible, entonces, establecer certeramente el aspecto subjetivo del tipo, para, en

consecuencia, convalidar un reproche en materia penal. Este elemento subjetivo está

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constituido por el conocimiento y la voluntad de engañar mediante ardid. Afirmar con certeza

apodíptica que Larrosa estuvo imbuida de esta intención de engañar, es algo que no se pudo

demostrar a lo largo del proceso, ni en la decisiva etapa de la audiencia oral y pública.

Este conocimiento, este saber positivo sobre las circunstancias del

patrimonio sucesorio dejado por el causante, en el momento en el que formaliza el contrato de

alquiler con     , es decir a principios de enero de 1988, no había sido definido ni siquiera

por el juez civil, quien se expidió al respecto en junio de 1998. A la vista de estas

circunstancias, la voluntad dolosa de      lejos está de poder acreditarse fehacientemente”.-

2.- PRIMIGENIAS CONCLUSIONES.-

A poco que se analice la sentencia, no es difícil arribar a algunas

primigenias conclusiones. En primer lugar, en todo momento hace referencia a que no se ha

podido acreditar la voluntad dolosa de la imputada; de lo que se desprende que el tribunal ha

tenido por debidamente acreditado el tipo objetivo del delito por el cual fue acusada Larrosa, a

la sazón, el delito de estelionato reprimido por el art. 173 inc. 9 del C.P.

De modo tal que lo que queda por analizar es si le asiste razón al tribunal

en cuanto a que de los elementos existentes en la causa y los que resultaron del juicio oral

celebrado, no alcanza para acreditar de modo absoluto la culpabilidad de Larrosa. Y la

respuesta es sólo una: no le asiste razón, pues los elementos de cargo en perjuicio de la

imputada son múltiples y concordantes.

Por ello, cabe señalar que el modo en que el Tribunal Oral analizó la

prueba ha sido arbitraria y contradictoria, resultando en consecuencia sólo una

fundamentación aparente.

3.- LA ARBITRARIEDAD DE LA PRUEBA Y LA

FUNDAMENTACIÓN APARENTE.-

En efecto. El tribunal tiene por cierto los dichos de la imputada en su

declaración indagatoria, en cuanto al convencimiento de haberse supuesto propietaria de la

finca de la calle      Ello es falso. Y la prueba de dicha falsedad es que la imputada se

presentó en el sucesorio seguido por ante el Juzgado en lo Civil No      en los autos “     

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s/Sucesión ab intestato”, con una cesión de derecho en su favor, siendo el cedente. La cesión

se hizo en un instrumento privado (fs. 86) el día 5 de octubre de 1993, en el Sanatorio

Colegiales. ..no firmó, sino que estampó su huella digital, circunstancia sobre la que volveré

mas adelante. La presentación se hizo el día 18 de junio del año 1998

Ello prueba a las claras, que al momento en que se celebraron los

contratos de locación, la imputada sabía perfectamente que no era la propietaria, y que en

virtud de ello ningún acto de administración podía hacer respecto del inmueble.

A mayor abundamiento, cabe señalar que la presentación hecha en el

sucesorio referido fue rechazada el día 18 de junio, lo que no impidió que la imputada siguiera

cobrando los alquileres durante más de dos años. En este punto, el Tribunal, en lugar de

advertir esta circunstancia resaltó que el acuerdo privado presentado fuera rechazado mediante

la invocación de un fallo plenario, lo que resulta a todas luces una cuestión que nada aporta a

la cuestión analizada.

4.- EL AUTO DE PROCESAMIENTO.-

En esta inteligencia, fue el juez de primera instancia quien decribió con

simpleza y claridad la maniobra urdida al señalar:

“...En cuanto a su descargo relativo a que ignoraba que no tenía derecho

a alquilar el inmueble, impresiona inverosímil, pues ella misma se presentó en el sucesorio

conociendo en el año 1988 que no era heredera legítima para intentar hacer valer una cesión

cuya validez fue rechazada in limine y que por sus características (in extremis, sin firma del

cedente, a ruego y con impresión dígito pulgar) mueve a desconfiar de si fue siquiera genuina

voluntad del fallecido otorgante (su concubino).

Nótese así que además de que le cesión materializada por documento

privado es inoponible (artículos 1449 y 1455 del Código Civil), la contratación persiste luego

de conocer la negativa judicial revelando cual era el designio.

Tampoco la circunstancia que haya cesado en la locación al ser

interpelada por los denunciantes asume incidencia exculpatoria visto que no ha de reputarse

desistimiento...”.-

15
5.- EL DEBATE Y LA ACREDITACIÓN DE LA CULPABILIDAD

DE LA IMPUTADA (TESTIMONIO DE IBÁÑEZ – CESIÓN DE DERECHOS Y BOLETO

DE COMPRAVENTA) – EL DOLO.-

a.- El juicio oral sólo sirvió para acreditar la culpabilidad de la imputada,

que ya se desprendía claramente del sumario. En efecto. Declaró en el juicio el Sr     . El

testigo no había declarado durante el sumario, y fue convocado al juicio por la defensa.

Conforme resulta de las actas, declaró el testigo:

“     sostuvo que a       la conoce desde hace 15 o 20 años. La

conoció como pareja de Rodolfo. Sabe que cuando      estuvo enfermo lo fue a ver al

sanatorio Colegiales y le dijo que le iba a ceder unas cosas a Larrosa. Se encontró con un

papel en el que estaba la firma de Larrosa donde decía que le iba a ceder todo a Larrosa. El

siempre decía que le iba a ceder todo a      . Suscribió eso en el Sanatorio Colegiales.      

estaba internado por problemas cervicales ( aquí hay un error de tipeo el testigo dijo     ).

En esa época calcula que tenía 60 años. Lo llamó una persona que estaba internado en el

Sanatorio Colegiales. Cuando hablaba con él estaba en uso de sus facultades mentales. Creé

que estuvo internado durante 5 o 6 días. Con las hermanas no tenía ninguna relación. El le

había comprado la casa a los padres y tuvo luego que cederles la casa a las hermanas. Lo

llamó alguien a su negocio y allí le dijeron que ..estaba internado. En una visita vio un papel y

vio una firma y abajo le hicieron firmar a él. Cuando le mostraron el papel a él ya había dos

firmas. Cree que ese día firmó dos papeles. El siempre decía que iba a hacer un testamento en

el que le iba a ceder todo a       El le dijo que ese papel era para hacer algo así como un

testamento a nombre de la señora. Cuando firmó vio una impresión digital y una firma. Luego

firmó el testigo”.

Los dichos del testigo son esclarecedores, y paradójicamente acreditan

de un modo absoluto la maniobra ilícita de la imputada.

En efecto. No obstante haber repetido todas las veces que pudo que la

voluntad de      era dejarle todo a su concubina, dijo que firmó el documento (que luego fue

acompañado a la sucesión llevada a cabo en el Juzgado Civil No      -agregado a fs. 86 de la

causa-) cuando LA IMPRESIÓN DIGITAL DE RODOLFO LEMCKE YA ESTABA EN

16
EL DOCUMENTO, de modo que no vio cuando LEMCKE perfeccionó el documento. ES

DECIR QUE ESTAMOS FRENTE A UNA FIRMA A RUEGO NULA.

Lo señalado no es un tema menor, pues termina de acreditar la

maniobra que en su momento destacó el juez de primera instancia – “ por sus características

(in extremis, sin firma del cedente, a ruego y con impresión dígito pulgar) mueve a desconfiar

de si fue siquiera genuina voluntad del fallecido otorgante (su concubino)”- lo que también fue

puesto de relieve en el alegato acusador, conforme surge de las actas.

Obsérvese que el documento cuestionado fue confeccionado el día 5 de

octubre de 1993. El fallecimiento de .. se produce en el mes de junio de 1997. Resulta

sugestivo que en todo ese término (casi cuatro años)      , quien según el testigo Ibáñez lo

único que deseaba (el mentado      ) era dejarle todo a su concubina, NO HAYA

REALIZADO UN NUEVO DOCUMENTO EN EL QUE MANIFESTARA ESE DESEO.

POR EL CONTRARIO, LA IMPUTADA RECURRIO AL DOCUMENTO QUE SE HABIA

OBTENIDO DURANTE SU INTERNACION EN LA CLINICA, VALIENDOSE DE UNA

IMPRESIÓN DIGITO-PULGAR QUE SE MATERIALIZO EN EL PAPEL SIN TESTIGO

ALGUNO.

b.- A mayor abundamiento, cabe señalar que el mismo día 5 de octubre

de 1993 se firmaron dos boletos de compraventa respecto de otros dos inmuebles de propiedad

de ., uno sito en la calle       y otro por cinco lotes en el     

En ambos aparece como compradora la imputada.

Los recibos de compraventa fueron acompañados a fs. 31 y 33 de la

sucesión que se lleva a cabo por ante el Juzgado Nacional en lo Civil No 60, en autos “     

s/sucesión” (que ha sido incorporado por lectura al juicio).

La lectura de los boletos de compra venta son realmente esclarecedores.

En efecto. Del acompañado a fs. 31 ( inmueble sito en) resulta que la compraventa se lleva a

cabo por la suma de $ “que el vendedor dice haber recibido antes de ahora...”. Del

acompañado a fs. 33 ( lotes) resulta que la compraventa se lleva a cabo en la suma de $      

“que el vendedor dice haber recibido antes de ahora”.

Ya de por si resulta curioso que una persona entregue dinero y no

confeccione en ese momento el boleto de compraventa respectivo. PERO SI A ESO LE

17
SUMAMOS QUE LOS DOS BOLETOS DE COMPRAVENTA SE HICIERON EL MISMO

DIA QUE LA CESION MATERIA DE INVESTIGACIÓN, CON LEMCKE INTERNADO,

CON SU IMPRESIÓN DIGITAL Y LA DE LOS MISMOS TESTIGOS QUE EN LA

CESION, SIENDO QUE QUIEN DECLARO DIJO HABER FIRMADO CUANDO LA

IMPRESIÓN DIGITAL SE ENCONTRABA COLOCADA, NO ES MUY DIFÍCIL

CONCLUIR QUE NO ESTUVO EN LA VOLUNTAD DE LEMCKE FIRMAR ESOS

BOLETOS COMO TAMPOCO LA CESION.

Demás está decir que al igual que con la cesión, en los cuatro años que

transcurrieron, desde su firma hasta la muerte de     , los boletos de compra venta no fueron

perfeccionados.

El testigo reconoció haber firmado los boletos referidos, conforme surge

de las actas.

Resulta en consecuencia absolutamente probado que, como señaló el

juez de primera instancia, no estuvo en la voluntad de      realizar cesión alguna a favor de

la imputada.

Por ello es que resulta absolutamente inverosímil y antojadizo que el

tribunal manifieste en la sentencia que “ no es competente este tribunal para determinar la

validez sucesoria de los documentos...”. Si bien eso es cierto, ante tamaña claridad probatoria,

que fue destacado en el alegato acusador, no puede pasar por alto que EN LO QUE SI ERA

COMPETENTE EL TRIBUNAL ERA EN DETERMINAR QUE LA IMPUTADA SABIA

QUE NO TENIA NINGUN DERECHO PARA ALQUILAR LO QUE SABIA NO ERA

SUYO.

La imputada ha buscado por todos los medios quedarse con lo que no le

corresponde, y disponer de lo que no le corresponde.

c.- Subsidiariamente a todo lo señalado, y como también ha quedado

señalado, su presentación por ante el Juzgado No fue rechazada el mismo día que la presentó

18 de junio, PERO ESO NO FUE OBICE PARA QUE SIGUIERA COBRANDO LOS

ALQUILERES DURANTE MAS DE DOS AÑOS.

d.- Por todo lo señalado, huelga decir que el dolo se encuentra

debidamente acreditado. La imputada CONOCIA QUE EL BIEN NO ERA PROPIO, Y QUE

18
NINGUN ACTO DE DISPOSICIÓN PODIA HACER RESPECTO DEL MISMO, Y CON

ESE CONOCIMIENTO TUVO LA VOLUNTAD DE ALQUILARLO SABIENDO QUE EL

DINERO QUE PERCIBIA NO LE PERTENECIA. En virtud de ello tuvo conocimiento y

voluntad del tipo objetivo previsto en el art. 173 inc.9 del C.P.-

III.C.- LOS “VICIOS IN PROCEDENDO”.-

Al referirme a los vicios “in iudicando”, manifesté que cuando menos el

Tribunal Oral había inobservado o aplicado erróneamente la norma prevista en el art. 173 inc.

9 del C.P.

Y dije cuando menos, pues de no ser así, la sentencia debe ser anulada

por resultar contradictoria, ilegitima y arbitraria en cuanto a la merituación de la prueba y a su

fundamentación, resultando tan solo una fundamentación aparente-.

En efecto. La apreciación de la prueba por parte del Tribunal Oral fue un

despropósito, una arbitrariedad, un grave atentado a las leyes del raciocinio, de la lógica

-principio de identidad, tercero excluido, contradicción y razón suficiente- de la psicología y

de la experiencia común. Para no ser reiterativo, y por mismas razones expuestas en III.A,

III.B y III.C la sentencia absolutoria resulta absolutamente arbitraria, deviniendo nula en

consecuencia.-

En síntesis, se han visto violentadas las garantías de defensa en juicio y

debido proceso -a lo que nos referiremos acabadamente-, debiendo en consecuencia anularse

el resolutorio cuestionado -conforme lo previsto en los artículos 456 inc. 1º y 2º., 471, ss. y cc.

del ritual- y reenviarse a otro tribunal a sus efectos.-

V.- DEL EQUIVOCADO RECHAZO DE LOS RECURSOS

IMPETRADOS.-

V.a.- DE LA IDENTIDAD DE FUNDAMENTOS DE AMBOS

RECHAZOS – REITERACIÓN Y NULIDAD (PRIMER AGRAVIO).-

Si bien deberíamos referirnos –por una lado- a los motivos por los que el

TRIBUNAL ORAL rechazo el REMEDIO CASATORIO y, –por el otro- a los fundamentos

19
del rechazo de la QUEJA por parte de la SALA I DE LA EXCMA. CÁMARA NACIONAL

DE CASACIÓN PENAL, lo cierto es que nos encontramos obligados a tratarlos en forma

conjunta, puesto que –sorpresivamente- los argumentos esgrimidos por una y otra instancia,

son IDÉNTICOS.-

Ello así, por que la SALA I nada dice respecto de los agravios

introducidos por esta PARTE QUERELLANTE en su libelo de QUEJA, reiterando

textualmente (es decir, TRANSCRIBIENTO) lo ya manifestado por el inferior.

Tal circunstancia, que implica una absoluta OMISIÓN DE

TRATAMIENTO DE LOS AGRAVIOS ESGRIMIDOS, torna inexistente la fundamentación

del rechazo formulado EXCMA. CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN PENAL

(incumpliéndose así con lo prescripto por los artículos 123 -“...Las sentencias y los autos

deberán ser motivados, bajo pena de nulidad...”- y 404 inc. 2do. -“ La sentencia será nula si

[...] faltare o fuere contradictoria la fundamentación...”- del Código Procesal Penal de la

Nación), viciando de NULIDAD dicho resolutorio, siendo esta nulidad de carácter

ABSOLUTO por afectar las garantías de “DEFENSA EN JUICIO”, “DEBIDO PROCESO” y

“DOBLE INSTANCIA” (ARTÍCULOS 18 Y 75, INCISO 22 DE LA CONSTITUCIÓN

NACIONAL).-

V.b.- DE LOS ARGUMENTOS ESGRIMIDOS.-

Sin perjuicio de ello, reiteraremos en la presente los argumentos

esgrimidos a los fines de dar sustento al rechazo del REMEDIO CASATORIO oportunamente

impetrado, y procederemos -a continuación- a señalar el yerro en que se incurre en ambas

instancias al interpretar el NUEVO alcance que corresponde conferirle al ARTÍCULO 456

DEL C.P.P.N. (a partir del precedente “CASAL” de nuestra C.S.J.N.).-

En este sentido, hemos de señalar que los fundamentos del rechazo del

LIBELO CASATORIO (así como también de la QUEJA interpuesta), los encontramos en el

voto del DR. CARLOS M. BOSSI (TRIBUNAL ORAL EN LO CRIMINAL N° 21 DE LA

CAPITAL FEDERAL) quien, a tal fin sostuvo “...Que estudiadas minuciosamente las

actuaciones, debo señalar que los cuestionamientos señalados por el recurrente no encuentran

desarrollo en su escrito recursivo, y por tanto apoyatura legal y fáctica para traspasar la esfera

20
de las cuestiones ordinarias y transformarse en una cuestión merecedora de recibir un análisis

casatorio.

Por el contrario, es clara su inadmisible procedencia a la luz de los

sustentos fácticos y jurídicos que se asentaran en la sentencia impugnada, los que sin duda

tienen la suficiente entidad como para derribar la tesis de la querella al confrontarlos unos con

otros.

En cuanto a las objeciones puestas de manifiesto por quien se considera

agraviado en relación a su apreciación distinta al Tribunal, de los elementos probatorios

reunidos, es fácil advertir que se trata de cuestiones de hecho y de prueba ajenas al recurso de

casación, ya que el fin de ese es el contralor de la aplicación correcta tanto de la ley sustantiva

cuanto de las normas procesales, pero de ninguna manera puede ser considerado como un

nuevo supuesto de revisión en segunda instancia de las cuestiones puramente fácticas o de

valoración de elementos probatorios.

Ello significa, que por la vía intentada es improcedente provocar un

nuevo examen crítico de los medios probatorios que dan base a la sentencia, toda vez que el

valor de las pruebas no está prefijado o predeterminado de antemano, correspondiendo a la

propia apreciación del Tribunal determinar el grado de convencimiento que aquellas pueden

producir.

En cuanto a lo sostenido por el recurrente, que en el presente

correspondería aplicar la doctrina emanada del Fallo “Casal” de la Corte Suprema de Justicia

de la Nación, es de mi opinión que la garantía de la doble instancia en materia penal, prevista

por la Convención Americana sobre Derechos Humanos (art. 8, inc. 2do., ap. “h”), como así

también por el Pacto Internacional de Derechos Civiles (art. 14.5), que adquieren jerarquía

constitucional tras la reforma (art. 75, inc. 22, párrafo segundo de la Constitución Nacional),

hacen expresa referencia a la persona “inculpada de delito”, por lo que resultan ajenas a su

ámbito, las sentencias absolutorias (cualquiera sea el monto de la pena o sanción pecuniaria

pedidas por el Ministerio Público, el querellante o el actor civil...”, (conforme Palacios, “Las

limitaciones legales del Recurso de Casación en el proceso penal y el derecho acordado por el

Pacto de San José de Costa Rica”, Suplemento de Jurisprudencia Penal de Editorial La Ley,

Buenos Aires, 20 de septiembre de 1995, pág. 5)...”.-

21
En lo que al segundo de los agravios de esta parte respecta, sostuvo el

magistrado que “...en cuanto a la posible arbitrariedad de la sentencia, por violación de normas

de jerarquía constitucional, he de señalar que tal posibilidad, debe ser descartada de plano a la

luz de lo asentado en este interlocutorio, pues todos los argumentos recursivos planteados por

la querella se fundamentan en una valoración de la prueba no coincidente con la del Tribunal,

pero ello no es raspón para tildar al fallo de violatorio de los principios emanados de dichas

normas supremas. Véase que “sentencia arbitraria” es la que no interpreta razonablemente el

derecho vigente. El mas alto Tribunal ha sostenido que la doctrina de la arbitrariedad es de

aplicación estrictamente excepcional y no puede pretenderse por su intermedio, el reexamen

de cuestiones no federales cuya solución es del resorte exclusivo de los jueces de la causa

cuando no se ha demostrado un notorio desvío de las leyes aplicables o una total ausencia de

fundamentación; pues no tiene por objeto corregir fallos presuntamente equivocados, o que se

reputen tales desde que solo atiende a cubrir defectos realmente graves de fundamentación o

razonamientos que impiden considerar el fallo como un acto jurisdiccional [...] Y en el fallo

cuestionado, no cabe duda de que se han consignado tanto las valoraciones de hecho como las

de derecho por las cuales se rechazó la pretensión de condena solicitada por la querella,

contestando todos los planteos que fueran realmente conducentes a la resolución del caso y

aquellas por las que se llegara a un pronunciamiento absolutorio.

En cuanto a las falencias pretendidas por la parte querellante en el

recurso que nos ocupa, que de ser ciertas, podrían significar el cercenamiento del derecho de

defensa en juicio y del debido proceso que emanan del art. 18 de la Constitución Nacional, es

indiscutible que las partes tuvieron todas las oportunidades de expresarse y de formular los

planteos y fundamentos en su favor, por lo que de ninguna manera se vieron impedidos de

ejercer en forma amplia sus derechos. Pero esto no obliga a los jueces a tratar uno por uno

todos sus argumentos, ni acoger todas sus alegaciones sino que es facultad de ellos tomar

todos aquellos que estimasen conducentes y relevantes para la justa decisión del caso, lo que

sin duda alguna ha sucedido en la sentencia absolutoria que se intenta impugnar [...] El

recurrente sólo pretende rebatir el modo en que el Tribunal ha llegado a una sentencia

exculpatoria, sus alegaciones son indicativas, desde un principio, de una crítica dirigida a la

22
forma en que se ponderaron los elementos de la figura penal cuestionada, con una clara

incursión en el terreno fáctico y por lo tanto, fuera del control casatorio...”.-

V.c.- DE LA AMPLITUD DEL REMEDIO CASATORIO Y LA

CORRECTA INTERPRETACIÓN DEL ARTÍCULO 456 DEL C.P.P.N. (SEGUNDO

AGRAVIO).-

Como bien podrán observar V.E., los argumentos esgrimidos por el A

QUO a fin de dar sustento a su rechazo, se reducen a una interpretación “RESTRICTIVA” del

ámbito de aplicación del RECURSO DE CASACIÓN, derivada ésta de una particular (y

errónea) lectura del precedente “CASAL” de nuestra C.S.J.N.-

En efecto. Al tratar el tema referente a la aplicación al sub examine de la

doctrina emanada de nuestro mas Alto Tribunal en autos “CASAL, MATÍAS EUGENIO S.

RECURSO DE HECHO”, sostuvo el TRIBUNAL ORAL que “...la garantía de la doble

instancia en materia penal, prevista por la Convención Americana sobre Derechos Humanos

(art. 8, inc. 2do., ap. “h”), como así también por el Pacto Internacional de Derechos Civiles

(art. 14.5), que adquieren jerarquía constitucional tras la reforma (art. 75, inc. 22, párrafo

segundo de la Constitución Nacional), hacen expresa referencia a la persona “inculpada de

delito”, por lo que resultan ajenas a su ámbito, las sentencias absolutorias (cualquiera sea el

monto de la pena o sanción pecuniaria pedidas por el Ministerio Público, el querellante o el

actor civil...”, (conforme Palacios, “Las limitaciones legales del Recurso de Casación en el

proceso penal y el derecho acordado por el Pacto de San José de Costa Rica”, Suplemento de

Jurisprudencia Penal de Editorial La Ley, Buenos Aires, 20 de septiembre de 1995, pág.

5)...”.-

Sin perjuicio de disentir con el A QUO (con el debido respeto en cuanto

a la persona e investidura de los magistrados) respecto a los sujetos alcanzados por la

“GARANTÍA DE LA DOBLE INSTANCIA”, he de señalar que, limitar los fundamentos de

la ampliación de las facultades de la Instancia Casatoria dispuesta en dicho precedente

(“CASAL”) al “DERECHO AL RECURSO” (consagrado en la Convención Americana de

23
Derechos Humanos y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos), denota

desconocer lo allí debatido.

Ello así, pues tales instrumentos, a los que la reforma de 1994 les ha

conferido jerarquía constitucional, no han sido sino el motor que impulso una “REFORMA

INSTITUCIONAL” que ya era exigida por la letra de la CONSTITUCIÓN NACIONAL DE

1853/60.-

Como bien sostuvo en el mentado precedente la MAYORÍA, el

RECURSO DE CASACIÓN que contemplan nuestros CÓDIGOS PROCESALES PENALES

actualmente, fue introducido en el año 1940 mediante su adopción por el CÓDIGO

PROCESAL PENAL DE CÓRDOBA.

La casación entró así a nuestra legislación procesal como cuña de

extraña madera en el orden jurídico, pues el objetivo proclamado en su versión originaria (el

mencionado “OBJETO POLÍTICO”) es poco compatible con la estructura y funciones que la

Constitución Nacional asigna al Poder Judicial Argentino.

Ello así, pues la “CASACIÓN EUROPEA”, en su versión originaria,

surgió como resultado del control político que en tiempos de la Revolución los legisladores

franceses quisieron ejercer sobre sus jueces, de los que desconfiaban. Los viejos y degradados

tribunales del antiguo régimen –parlamentos- fueron reemplazados, y se consideró que era

menester cuidar que los nuevos no cayesen en análogos o peores vicios.

Con ese objeto se creó un tribunal extrajudicial, junto al Legislativo,

encargado de romper las sentencias en que los jueces, por vía de interpretación (función que se

consideraba usurpadora del poder político), se apartasen del sentido literal de las leyes. La

prohibición de la interpretación y la casación, son paralelos y necesariamente

complementarios. Con el correr de los años y el advenimiento del Imperio, se montó un poder

judicial altamente burocratizado y jerarquizado, organizado en forma piramidal, del que no

cabía esperar que se separase de las leyes pues había sido entrenado en su estricta y repetitiva

aplicación (escuela exegética). En esas circunstancias carecía de sentido mantener un tribunal

extrajudicial para controlar la pirámide entrenada en aplicar la ley a la letra, de modo no

contradictorio, siempre igual, y, por ende, se consideró llegada la hora de ubicar a este tribunal

24
dentro del propio mecanismo judicial, como su cabeza. Así las cosas, el tribunal “vigilador” de

jueces, que el poder político (Parlamento, Emperador) había usado al margen del judicial,

pasaba a ser cabeza de éste, siempre en una estructura verticalmente organizada y jerárquica,

es decir, corporativa. El TRIBUNAL DE CASACIÓN dejó de vigilar a los jueces para pasar a

mandarlos. De ese modo se garantizaba —por lo menos teóricamente— el estricto y celoso

cumplimiento de la voluntad política expresada en la ley.

Concebida de este modo, la CASACIÓN fue la instancia que no

entendía de hechos, sino sólo de la interpretación de la ley, para que ésta no se distorsionase

en su aplicación, con el objetivo político de garantizar la voluntad del legislador y reducir al

juez a la “boca de la ley”. La cúpula jerárquica que coronaba la estructura judicial corporativa

(TRIBUNAL DE CASACIÓN) rompía las sentencias que se apartaban de esa voluntad

política expresada en la letra de la ley.

Ahora bien. Este modelo de “ORGANIZACIÓN JUDICIAL” no tiene

nada en común con el nuestro. Alberdi y los constituyentes de 1853 optaron por el “MODELO

NORTEAMERICANO”, originariamente opuesto por completo al europeo, su antípoda

institucional. Los constituyentes norteamericanos, al proyectar el modelo que luego tomaría la

Constitución Nacional, no desconfiaban de los jueces, sino del poder central —federal— que

creaban. Por ello, dieron a todos los jueces la facultad de controlar la constitucionalidad de las

leyes y, en última instancia, a su Corte Suprema.

El PODER JUDICIAL NORTEAMERICANO no era jerarquizado ni

corporativo, sino horizontal, con el control difuso de constitucionalidad. En lugar de encargar

a los legisladores el control de los jueces -como los franceses-, los norteamericanos pusieron a

los jueces a controlar a los legisladores.

Se trata, pues, de dos modelos diferentes: nuestro RECURSO

EXTRAORDINARIO responde al modelo de los jueces controladores de la legislación;

mientras que el RECURSO DE CASACIÓN proviene del modelo de legisladores

controladores de las sentencias. Originariamente, la casación fue un típico recurso propio de

un Estado legal de derecho ; el recurso extraordinario lo es, de un Estado constitucional de

derecho .

25
En este orden de ideas, el llamado “OBJETIVO POLÍTICO” del

RECURSO DE CASACIÓN, sólo en muy limitada medida es compatible con nuestro sistema,

pues en forma plena es irrealizable en el paradigma constitucional vigente, dado que no se

admite un tribunal federal que unifique la interpretación de las leyes de derecho común y, por

ende, hace inevitable la disparidad interpretativa en extensa medida. La más fuerte y

fundamental preocupación que revela el texto de nuestra Constitución Nacional es la de cuidar

que por sobre la ley ordinaria conserve siempre su imperio la ley constitucional. Sólo

secundariamente debe admitirse la unificación interpretativa, en la medida en que la

racionalidad republicana haga intolerable la arbitrariedad de lesiones muy groseras a la

igualdad o a la corrección de interpretaciones carentes de fundamento. Pero resulta claro que

no es lo que movió centralmente a los constituyentes a la hora de diagramar el SISTEMA

JUDICIAL ARGENTINO.

Desde 1853 rige el mandato de hacer de la República Argentina un

“ESTADO CONSTITUCIONAL DE DERECHO”; y dentro de este “SISTEMA”, mal puede

concebirse un recurso que tienda a quebrar las sentencias de los jueces para imponer una única

voluntad interpretativa de la ley, con el afán de no desvirtuar la voluntad política del legislador

ordinario. Por el contrario, “NUESTRO SISTEMA” conoce desde siempre el recurso que

permite a los ciudadanos impetrar de sus jueces la supremacía de la Constitución sobre la

voluntad coyuntural del legislador ordinario que se hubiese apartado del encuadre de ésta. En

consecuencia, LA PERSPECTICA CONSTITUCIONAL ARGENTINA ES,

ESTRUCTURALMENTE, REFRACTARIA AL LLAMADO RECURSO DE CASACIÓN

EN SU LIMITADA VERSIÓN TRADICIONAL U ORIGINARIA.-

Nuestra LEGISLACIÓN PROCESAL PENAL, durante más de un siglo,

se apartó de las líneas que le trazara la Constitución (ni siquiera respetó el modelo europeo o

francés napoleónico, pues eligió una variante mucho más inquisitoria y mucho menos

pública).

Lo que no fue más que el producto de la urgencia por codificar el

derecho penal y procesal penal después de tres cuartos de siglo de vida independiente,

mantuvo vigencia cuando el país había alcanzado el desarrollo cultural y social que superaba

26
los estrechos márgenes de los legisladores de las últimas décadas del siglo XIX. Así, y durante

mas de un siglo, perduró un código procesal inspirado en la restauración borbónica.

Durante buena parte del siglo pasado —y en lo federal, hasta fines de

ese siglo— no tuvimos el proceso penal propio del sistema de poder judicial horizontalmente

organizado con control de constitucionalidad (estado constitucional de derecho). Es más, ni

siquiera tuvimos el que era corriente en los poderes judiciales corporativos sin control de

constitucionalidad (estados legales de derecho), sino el producto de una coyuntura histórica

española mucho más inquisitoria y derogada en su propio país de origen.

Dentro de este sistema no necesitábamos la casación, porque en el

procedimiento escrito se imponía la apelación, en que el tribunal plural revisaba todo lo

resuelto por el juez unipersonal (la unificación interpretativa era ocasional, y se llevaba a cabo

por medio de la inaplicabilidad de ley y los plenarios).

Ante este estado de cosas, y frente a un proceso penal tan abiertamente

inconstitucional y que llevaba más de medio siglo de vigencia, ninguna duda cabe respecto

que el CÓDIGO DE CORDOBA DE 1940 representó un avance notorio (pues se baso en el

CÓDIGO ITALIANO, que perfeccionaba el napoleónico con mejor técnica jurídica y se

acercaba mucho más a la Constitución Nacional que el modelo inquisitorio escrito entonces

vigente).

Sobre esta base, el CÓDIGO CORDOBES incorporaba el plenario oral

(cumpliendo así en mayor medida el requisito de publicidad); obligaba a que un tribunal

integrado por tres jueces cumpliese con el requisito de inmediación y, si bien mantenía la

figura inquisitoria del juez instructor, atenuaba en alguna medida sus poderes.

Junto con este texto, viajó desde Europa el RECURSO DE CASACIÓN

que hoy conocemos y como originariamente fue concebido (al solo efecto de evitar las

disparidades interpretativas de la ley entre los tribunales orales de una misma provincia).

Obviamente, la importación de un recurso de tales características y

limitado a las cuestiones de derecho, se sustentaba en la errónea creencia –por entonces

imperante en la doctrina y jurisprudencia- que la “DOBLE INSTANCIA” no era necesaria,

por ser costosa y poco compatible con la inmediación del plenario oral.

27
En aquel momento, la introducción de un modelo procesal menos

incompatible con la Constitución Nacional fue, ciertamente, mucho mejor que el

sostenimiento de otro absolutamente incompatible con ella.

Pero mal podemos, hoy en día, contentarnos con haber recorrido la

mitad del camino, pues si bien dicho modelo resulto ser un avance importante en nuestra

historia legislativa, no por ello configura todavía el que desde 1853 requiere nuestra Ley

Fundamental y que, además, debe hoy cumplir con el requisito constitucional del “derecho de

recurrir del fallo ante el juez o tribunal superior” (previsto en el artículo 8.2. apartado h de la

Convención Americana sobre Derechos Humanos y el artículo 14.5 del Pacto Internacional de

Derechos Civiles y Políticos).-

Como bien podrán observar V.E., la adopción de un criterio

“EXTENSIVO” del ámbito funcional del “RECURSO DE CASACIÓN”, no es una exigencia

constitucional recién desde el año 1994 (con fundamento en la garantía de la “DOBLE

INSTANCIA”), sino una deuda pendiente de los legisladores y la justicia argentina para con

los constituyentes de 1853/60, quienes desde la formación de esta Nación Independiente

pretendieron la adopción de un “SISTEMA JUDICIAL” al que, precedentes como el de

nuestro mas Alto Tribunal, hoy nos están acercando.-

Nótese, sin embargo, que si bien –y conforme los argumentos

desarrollados (esgrimidos en sustento del voto mayoritario en dicho precedente de la

C.S.J.N.)- es claro que un recurso que sólo habilitase la revisión de las cuestiones de derecho

(con el objetivo político único o preponderante de unificar la interpretación de la ley), sería

violatorio de la Constitución Nacional, nuestra C.S.J.N. NO se pronunció declarando la

INCONSTITUCIONALIDAD del ARTÍCULO 456 DEL C.P.P.N.

Ello así, porque como bien sostuvo la MAYORÍA DE LOS

MINISTROS en aquella oportunidad “...también es claro que en la letra del inc. 2º del art. 456

del Código Procesal Penal de la Nación, nada impide otra interpretación. Lo único que decide

una interpretación restrictiva del alcance del recurso de casación es la tradición legislativa e

histórica de esta institución en su versión originaria. El texto en sí mismo admite tanto una

28
interpretación restrictiva como otra amplia: la resistencia semántica del texto no se altera ni se

excede por esta última. Y más aún: tampoco hoy puede afirmarse que la interpretación

limitada originaria siga vigente en el mundo. La legislación, la doctrina y la jurisprudencia

comparadas muestran en casi todos los países europeos una sana apertura del recurso de

casación hasta abarcar materias que originariamente le eran por completo extrañas, incluso por

rechazar la distinción entre cuestiones de hecho y de derecho, tan controvertida como difícil

de sostener...” (C.S.J.N., “CASAL, MATÍAS E. S. RECURSO DE HECHO”, 23.073, RTA.

20-09-05, Considerando 21 del voto de la mayoría).-

En este orden de ideas, sostienen que “...la «inobservancia de las normas

que este Código establece bajo pena de inadmisibilidad, caducidad o nulidad» abarca la

inobservancia de las normas que rigen respecto de las sentencias. El art. 404 establece que es

nula la sentencia a la que faltare o fuere contradictoria su fundamentación. El art. 398

establece que las pruebas deben ser valoradas conforme a las reglas de la sana crítica. Una

sentencia que no valorase las pruebas conforme a estas reglas o que las aplicase erróneamente

carecería de fundamentación. Por ende, no existe razón legal ni obstáculo alguno en el texto

mismo de la ley procesal para excluir de la materia de casación el análisis de la aplicación de

las reglas de la sana crítica en la valoración de las pruebas en el caso concreto, o sea, para que

el tribunal de casación revise la sentencia para establecer si se aplicaron estas reglas y si esta

aplicación fue correcta.

Si se entendiese de este modo el texto del inc. 2º del art. 456 del Código

Procesal Penal de la Nación, sin forzar en nada su letra y sin apelar a una supuesta

jurisprudencia progresiva, aun dentro del más puro método exegético y siguiendo nuestra

tradición jurisprudencial de acompañamiento a los tiempos del legislador, resultaría que la

interpretación restrictiva del alcance de la materia de casación, con la consiguiente exclusión

de las llamadas cuestiones de hecho y prueba, no sólo resultaría contraria a la ley

constitucional sino a la propia ley procesal. No puede imponerse una interpretación restrictiva,

basada sólo en el nomen juris del recurso y asignándole la limitación que lo teñía en su versión

napoleónica, pasando por sobre la letra expresa de la ley argentina y negando un requisito

exigido también expresamente por la Constitución Nacional y por sobre la evolución que el

propio recurso ha tenido en la legislación, doctrina y jurisprudencia comparadas...” (C.S.J.N.,

29
“CASAL, MATÍAS E. S. RECURSO DE HECHO”, 23.073, RTA. 20-09-05, Considerando

22 del voto de la mayoría).-

Como bien podrán observar V.E., no se exige una modificación del

mentado ARTÍCULO 456 DEL C.P.P.N. a los fines de su adecuación al mandato

constitucional, sino su lectura e interpretación “EXEGÉTICA” que, a la postre, es la que se

impone a nivel procesal.

Introduce así, nuestro mas Alto Tribunal, al derecho positivo argentino

la “TEORÍA DE LA LEISTUNGSFÂHIGKEIT” (elaborada por la doctrina y jurisprudencia

alemana), en virtud de la cual se exige al TRIBUNAL DE CASACIÓN agotar el esfuerzo por

revisar todo lo que pueda revisar (es decir, “AGOTAR LA REVISIÓN DE LO

REVISABLE”).-

De esta forma, se pone fin a la ya anacrónica discusión relativa a la

distinción entre cuestiones de hecho y de derecho (siguiendo así los pasos de la doctrina al

eliminar dicha clasificación del error en el ámbito del derecho penal sustantivo).-

Mas, a los fines de determinar el ACTUAL ámbito funcional de la

CASACIÓN, resta precisar que es aquello “NO REVISABLE” y, por ende, ajeno al recurso

casatorio.

En este sentido, y mediante una interpretación armónica y conglobada de

las disposiciones de nuestra CARTA MAGNA (que exige la PUBLICIDAD y ORALIDAD

del debate), debemos concluir que lo único no revisable es aquellos que surja directa y

únicamente de la inmediación. Esto es lo único que el TRIBUNAL DE CASACIÓN no puede

valorar, no solo porque anularía la exigencia de “publicidad”, sino porque al respecto rige un

límite real de conocimiento; pues aquello que surja únicamente de la inmediación,

directamente no lo conocen.-

Si bien lo hasta aquí expuesto nos da un panorama mas claro del

espectro abarcado por el RECURSO DE CASACIÓN, lo cierto es que aún resta por establecer

que conocimiento “proviene exclusivamente de la inmediación”. Y en este sentido, la C.S.J.N.

puso fin a eternos debates y formulas rituales sosteniendo que “...Si bien esto sólo puede

establecerse en cada caso, lo cierto es que, en general, no es mucho lo que presenta la

30
característica de conocimiento exclusivamente proveniente de la inmediación. Por regla, buena

parte de la prueba se halla en la propia causa registrada por escrito, sea documental o pericial.

La principal cuestión, generalmente, queda limitada a los testigos. De cualquier manera es

controlable por actas lo que éstos deponen. Lo no controlable es la impresión personal que los

testigos pueden causar en el tribunal, pero de la cual el tribunal debe dar cuenta

circunstanciada si pretende que se la tenga como elemento fundante válido, pues a este

respecto también el tribunal de casación puede revisar criterios; no sería admisible, por

ejemplo, que el tribunal se basase en una mejor o peor impresión que le cause un testigo por

mero prejuicio discriminatorio respecto de su condición social, de su vestimenta, etc.

En modo alguno existe una incompatibilidad entre el juicio oral y la

revisión amplia en casación. Ambos son compatibles en la medida en que no se quiera

magnificar el producto de la inmediación, es decir, en la medida en que se realiza el máximo

de esfuerzo revisor, o sea, en que se agote la revisión de lo que de hecho sea posible revisar.

Rige a su respecto un principio general del derecho: la exigibilidad tiene por límite la

posibilidad o, dicho de manera más clásica, impossibilium nulla obbligatio est. No se les exige

a los jueces de casación que revisen lo que no pueden conocer, sino que revisen todo lo que

puedan conocer, o sea, que su esfuerzo de revisión agote su capacidad revisora en el caso

concreto...” (C.S.J.N., “CASAL, MATÍAS E. S. RECURSO DE HECHO”, 23.073, RTA. 20-

09-05, Considerando 26 del voto de la mayoría).-

En síntesis. El precedente “CASAL” no importa una modificación de la

legislación procesal positiva, sino una correcta interpretación de la misma, acorde no solo a

nuestra CONSTITUCIÓN NACIONAL sino también al propio CÓDIGO PROCESAL

PENAL DE LA NACIÓN; estableciendo así el verdadero alcance del examen casatorio,

exigiendo a los magistrados de dicha instancia agotar la revisión de todo aquello que resulte

revisable por no derivar exclusiva y directamente de la inmediación.-

Y tal modificación interpretativa (cuya corrección ya hemos destacado)

encuentra su razón de ser en la necesidad de adecuar el “MODELO JUDICIAL” vigente a la

ESTRUCTURA HORIZONTAL requerida por la CONSTITUCIÓN DE 1853/60; siendo la

31
“DOBLE INSTANCIA” consagrada en los instrumentos internacionales con jerarquía

constitucional desde 1994, el motor que impulso tal reforma.

Así las cosas, y en razón de tales argumentos, poco importa a quien

corresponde el “DERECHO AL RECURSO” consagrado en la Convención Americana de

Derechos Humanos (artículo 8, inciso 2, apartado h) y el Pacto Internacional de Derechos

Civiles y Políticos (artículo 14.5), pues la ampliación del ámbito funcional de la casación

deviene como propia de un “SISTEMA JUDICIAL HORIZONTAL” como el que, conforme

el mandato constitucional, debe regir en la Nación Argentina; operando en favor de todas las

partes del proceso, en consecuencia.-

En esta inteligencia, el rechazo del libelo casatorio por parte del

TRIBUNAL ORAL EN LO CRIMINAL N° 21 sobre la base de una interpretación

“RESTRICTIVA” del REMEDIO CASATORIO, constituye una flagrante violación a los

preceptos de nuestra CARTA MAGNA y contraría el “exegético” entendimiento de la

legislación procesal positiva; siendo por tanto ilusoria la fundamentación del resolutorio, el

que deviene en un mero acto arbitrario de poder, nulo en consecuencia.-

B.2.- DE LA “DOBLE INSTANCIA” COMO GARANTÍA DE TODAS

LAS PARTES DEL PROCESO (TERCER AGRAVIO).-

Sin perjuicio de lo expuesto anteriormente en cuanto al fundamento de la

adopción de una interpretación “exegética” del ARTÍCULO 456 DEL C.P.P.N. (y la

consecuente ampliación de los motivos casatorios para todas las partes intervinientes en el

proceso) hemos de discrepar con el A QUO respecto al alcance de la garantía de la “DOBLE

INSTANCIA” consagrada en la Convención Americana de Derechos Humanos (artículo 8,

inciso 2, apartado h) y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (artículo 14.5).-

Sostuvo el TRIBUNAL (y reiteró la SALA I) en este sentido que “...En

cuanto a lo sostenido por el recurrente, que en el presente correspondería aplicar la doctrina

emanada del Fallo “Casal” de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, es de mi opinión que

la garantía de la doble instancia en materia penal, prevista por la Convención Americana sobre

Derechos Humanos (art. 8, inc. 2do., ap. “h”), como así también por el Pacto Internacional de

Derechos Civiles (art. 14.5), que adquieren jerarquía constitucional tras la reforma (art. 75,

32
inc. 22, párrafo segundo de la Constitución Nacional), hacen expresa referencia a la persona

“inculpada de delito”, por lo que resultan ajenas a su ámbito, las sentencias absolutorias

(cualquiera sea el monto de la pena o sanción pecuniaria pedidas por el Ministerio Público, el

querellante o el actor civil...”.-

Tal afirmación, a criterio de estos letrados, resulta por demás errada.

Ello así pues, si bien es cierto que el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (en su

artículo 14.5) expresamente la consagra en beneficio de “...Toda persona declarada culpable

de un delito...”, no lo es menos que la Convención Americana sobre Derechos Humanos lo

hace a favor de “TODA PERSONA” sin especificar su rol dentro del proceso penal. En efecto,

en su artículo 8, inciso 2°, apartado h), dispone la mentada Convención que “Durante el

proceso, toda persona tiene derecho, en plena igualdad, a las siguientes garantías mínimas [...]

h) Derecho de recurrir el fallo ante juez o tribunal superior...”.-

No desconoce esta parte que dicha garantía se encuentra ubicada

(estructuralmente hablando) junto con otras específicamente establecidas a favor del

imputado. Mas debemos tener presente que, si al referirse a ésta se omitió expresamente

limitarla al imputado, nada obsta a entender que, sobre la base de la garantía de “IGUALDAD

ANTE LA LEY”, también la víctima (mediante la adopción del rol de parte querellante en el

proceso) se encuentra amparada por esta.-

En este mismo sentido se pronunció la CORTE INTERAMERICANA

DE JUSTICIA afirmando que “...El juez o tribunal superior encargado de resolver el recurso

interpuesto contra la sentencia penal tiene el deber especial de protección de las garantías

judiciales y el debido proceso a todas las partes que intervienen en el proceso penal de

conformidad con los principios que lo rigen...” (C.I.J., “HERRERA ULLOA”, RTA. 2-07-04,

PÁRRAFO 163).-

Siendo la CORTE INTERAMERICANA el máximo organismo

internacional encargado, en última instancia, de la interpretación de la CONVENCIÓN

AMERICANA SOBRE DERECHOS HUMANOS, lo expuesto, por si solo, da por tierra con

la interpretación efectuada por el A QUO respecto de la garantía en cuestión.-

33
A ello corresponde adunar que, los argumentos esgrimidos por la

CORTE INTERAMERICANA en los autos “HERRERA ULLOA”, sirvieron a su vez como

base de la fundamentación desarrollada por la CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA

NACIÓN al pronunciarse en el precedente “CASAL, MATÍAS E. S. RECURSO DE

HECHO”, al que ha nos hemos referido en el acápite anterior.-

Mas con anterioridad a estos pronunciamiento, pero en idéntico sentido,

la CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN PENAL –en pleno- sostuvo que “...en relación a

la legitimación recursiva del querellante [...] no puede desatenderse -en primer lugar, y de

modo sintético- la actual impronta doctrinaria en favor del mayor protagonismo de la víctima

en materia penal y, particularmente, en lo que respecta a su intervención en el proceso (vid.

Schneider "La posición jurídica de la víctima del delito en el derecho y en el proceso penal.

Nuevos desarrollos en la política criminal de los Estados Unidos, de la República Federal

Alemana, del Consejo de Europa y de Naciones Unidas", en “Criminología y Derecho Penal al

servicio de la persona. Libro-Homenaje al profesor Antonio Beristain”, San Sebastián, 1989;

Hirsch "Acerca de la posición de la víctima en el Derecho penal y en el Derecho procesal

penal", Eser "Acerca del renacimiento de la víctima en el procedimiento penal", Maier "La

víctima y el sistema penal" (en) "De los delitos y de las víctimas", Ad-Hoc, Bs. As., 1992), lo

que también se releva positivamente respecto- del instituto en cuestión (Cafferata Nores

"Cuestiones actuales sobre el proceso penal", Editores del Puerto, Bs. As., 1997, pág. 136;

Bovino "Problemas del derecho procesal penal contemporáneo", Editores del Puerto, Bs. As.,

1998, pág. 99 y ss.).

Efectivamente, hace cuanto menos una década que los organismos

internacionales dirigen recomendaciones en el sentido de dotar de mayor participación a la

víctima dentro del sistema penal. El 29 de noviembre de 1985, la Asamblea General de la

O.N.U. aprobó por consenso la resolución 40/34 y la "Declaración sobre los principios

fundamentales de justicia para las víctimas de delitos y del abuso de poder" en las que se

recomienda que se adopten medidas a diversos niveles para mejorar el acceso a la justicia y el

trato justo a las víctimas de delitos, y que se les otorgue reparación, mediante resarcimiento o

indemnización, así como la asistencia material, médica, sicológica y social que sea necesaria.

34
La Asamblea General, al aprobar la Declaración, recomendó que, en los planos internacional y

regional, se adoptaran medidas para establecer medios de proporcionar un recurso a las

víctimas cuando los procedimientos nacionales resultaran insuficientes. Los Principios

Fundamentales se aplican, sin discriminación, a todos los países, en cualquier etapa de

desarrollo y en todos los sistemas, así como a todas las víctimas (Octavo Congreso de las

Naciones Unidas sobre prevención del delito y tratamiento del delincuente, La Habana (Cuba),

27 de agosto a 7 de septiembre de 1990).

[...] De esta manera, dentro del procedimiento penal, se procura

garantizar la persona del damnificado con su reconocimiento como efectivo sujeto de derecho,

en una concepción igualitariamente digna con la de la persona del encausado, en un balance

que indica una valorización equivalente que les asegure el carácter de protagonistas del

proceso penal [...] Así, la Corte Suprema de Justicia de la Nación le reconoció facultades

activas, especialmente en cuanto hace al ejercicio de la acción penal, al sostener que "todo

aquél a quien la ley reconoce personería para actuar en juicio en defensa de sus derechos está

amparado por la garantía del debido proceso legal consagrada por el artículo 18 de la

Constitución Nacional, que asegura a todos los litigantes por igual el derecho a obtener una

sentencia fundada previo juicio llevado en legal forma (Fallos: 268:266, considerando 2°).

Ello en el marco del derecho a la jurisdicción consagrado implícitamente en el artículo 18 de

la Carta Magna y cuyo alcance, como posibilidad de ocurrir ante algún órgano jurisdiccional

en procura de justicia y obtener de él sentencia útil relativa a los derechos de los litigantes

(Fallos: 199:617; 305:2150, entre otros), es coincidente con el que reconocen los artículos 80,

párrafo primero, de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y 14.1. del Pacto

Internacional de Derechos Civiles y Políticos" (causa n° S. 1009.XXXII., "Santillán, Francisco

Agustín s/recurso de casación", rta. el 13/8/98).  

Estos preceptos, aparecen reiterados por la corte nacional en la causa no

S.401.XXXIV "Santini, Ángelo y otra s/su solicitud por denegación de justicia en la causa no

27.480” "González, Alejandra Valentina s/homicidio culposo”, del 3/12/98, en donde se

sostuvo que todo aquel a quién la ley reconoce personería para actuar en juicio en defensa de

sus derechos está amparado por la garantía del debido proceso legal consagrado en el artículo

18 de la Constitución Nacional, sea que actúe como acusador o acusado, como demandado o

35
demandante, ya que en todo caso media interés institucional en reparar el agravio si éste existe

y tiene fundamento en la Constitución. No se observa, cual puede ser la base para otorgar

distinto tratamiento a quien acude ante un tribunal peticionando el reconocimiento o la

declaración de sus derechos -así fuere el de obtener la imposición de una pena- y el de quien

se opone a tal pretensión, puesto que la carta fundamental garantiza a todos los litigantes por

igual el derecho a obtener una sentencia fundada previo juicio llevado en legal forma,

cualquiera que sea la naturaleza del procedimiento -civil o criminal- de que se trate (Fallos

268:266).

Por lo demás, no debe soslayarse que el derecho al recurso es un medio

imprescindible para que los que son parte puedan, colaborar y coadyuvar en el referido

proceso, controlando a través del recurso, tanto este conjunto de actividades que posibilitarán,

en el tiempo y en el espacio la sentencia, como la adaptación a derecho de este acto

jurisdiccional (Suau Morey "Tutela constitucional de los recursos en el proceso penal", Bosch,

Barcelona, 1995, pág. 29)...” (C.N.C.P., ACUERDO PLENARIO EN AUTOS “KOSUTA,

TERESA RAMONA S. RECURSO DE CASACIÓN”, RTA. 17-08-99, del voto de los

señores jueces doctores JORGE OSVALDO CASANOVAS y GUILLERMO JOSÉ

TRAGANT).-

En síntesis, y conforme los argumentos hasta aquí desarrollados,

entiende esta parte querellante que la interpretación restrictiva de la garantía de “DOBLE

INSTANCIA” llevada a cabo por el A QUO y la SALA I (y que motivare el rechazo del

recurso de casación oportunamente interpuesto) no solo contradice la jurisprudencia de la

EXCMA. CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN PENAL y la CORTE SUPREMA DE

JUSTICIA DE LA NACIÓN; sino que -a la postre- denota un desconocimiento de las

resoluciones de la máxima autoridad interpretativa de la Convención Americana sobre

Derechos Humanos (CORTE INTERAMERICANA DE JUSTICIA).-

En razón de los hasta aquí expuesto, debemos –indefectiblemente-

concluir que, el rechazo del REMEDIO CASATORIO y la QUEJA oportunamente

interpuestos por esta parte, se erigen como actos ARBITRARIOS DE PODER, carentes de

todo sustento jurídico.-

36
B.3.- DE LA ARBITRARIEDAD DENUNCIADA (CUARTO

AGRAVIO).-

Respecto de la ARBITRARIEDAD denunciada por esta parte,

sostuvieron las instancias inferiores a fin de fundar sus rechazos que “...en cuanto a la posible

arbitrariedad de la sentencia, por violación de normas de jerarquía constitucional, he de

señalar que tal posibilidad, debe ser descartada de plano a la luz de lo asentado en este

interlocutorio, pues todos los argumentos recursivos planteados por la querella se fundamentan

en una valoración de la prueba no coincidente con la del Tribunal, pero ello no es raspón para

tildar al fallo de violatorio de los principios emanados de dichas normas supremas. Véase que

“sentencia arbitraria” es la que no interpreta razonablemente el derecho vigente. El mas alto

Tribunal ha sostenido que la doctrina de la arbitrariedad es de aplicación estrictamente

excepcional y no puede pretenderse por su intermedio, el reexamen de cuestiones no federales

cuya solución es del resorte exclusivo de los jueces de la causa cuando no se ha demostrado un

notorio desvío de las leyes aplicables o una total ausencia de fundamentación; pues no tiene

por objeto corregir fallos presuntamente equivocados, o que se reputen tales desde que solo

atiende a cubrir defectos realmente graves de fundamentación o razonamientos que impiden

considerar el fallo como un acto jurisdiccional [...] Y en el fallo cuestionado, no cabe duda de

que se han consignado tanto las valoraciones de hecho como las de derecho por las cuales se

rechazó la pretensión de condena solicitada por la querella, contestando todos los planteos que

fueran realmente conducentes a la resolución del caso y aquellas por las que se llegara a un

pronunciamiento absolutorio.

En cuanto a las falencias pretendidas por la parte querellante en el

recurso que nos ocupa, que de ser ciertas, podrían significar el cercenamiento del derecho de

defensa en juicio y del debido proceso que emanan del art. 18 de la Constitución Nacional, es

indiscutible que las partes tuvieron todas las oportunidades de expresarse y de formular los

planteos y fundamentos en su favor, por lo que de ninguna manera se vieron impedidos de

ejercer en forma amplia sus derechos. Pero esto no obliga a los jueces a tratar uno por uno

todos sus argumentos, ni acoger todas sus alegaciones sino que es facultad de ellos tomar

todos aquellos que estimasen conducentes y relevantes para la justa decisión del caso, lo que

37
sin duda alguna ha sucedido en la sentencia absolutoria que se intenta impugnar [...] El

recurrente sólo pretende rebatir el modo en que el Tribunal ha llegado a una sentencia

exculpatoria, sus alegaciones son indicativas, desde un principio, de una crítica dirigida a la

forma en que se ponderaron los elementos de la figura penal cuestionada, con una clara

incursión en el terreno fáctico y por lo tanto, fuera del control casatorio...”.-

Lo expuesto no llama la atención de estos letrados; pues si a lo largo del

presente hemos puesto de manifiesto las falencias en torno a la lectura e interpretación de

precedentes jurisprudenciales, no podíamos esperar menos del análisis del libelo casatorio.-

En efecto. La doctrina y jurisprudencia -en general- rechazan en la

actualidad la pretensión de que pueda ser válida ante el derecho internacional de los Derechos

Humanos una sentencia que se funde en la llamada LIBRE O ÍNTIMA CONVICCIÓN (en la

medida en que por tal se entienda un juicio subjetivo de valor que no se fundamente

racionalmente y respecto del cual no se pueda seguir el curso de razonamiento que lleva a la

conclusión).

Así las cosas, se exige como requisito de la racionalidad de la sentencia,

para que ésta se halle fundada, que sea reconocible el razonamiento del juez. Por ello se le

impone que proceda conforme a la SANA CRÍTICA, que no es más que la aplicación de un

método racional en la reconstrucción de un hecho pasado.

Este método, si bien no ha sido estrictamente reglado, si ha sido

delineado por la CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA NACIÓN en numerosos

precedentes.

Mas, dada la claridad con que dicha cuestión ha sido tratada en el

precedente “CASAL”, nos referiremos únicamente –y a modo ilustrativo- a éste. Sostuvo allí

la MAYORÍA que “...aunque a esta tarea no se la desarrolle siguiendo expresamente cada

paso metodológico, el método para la reconstrucción de un hecho del pasado no puede ser otro

que el que emplea la ciencia que se especializa en esa materia, o sea, la historia [...] Los

metodólogos de la historia suelen dividir este camino en los siguientes cuatro pasos o capítulos

que deben ser cumplidos por el investigador: la heurística, la crítica externa, la crítica interna y

la síntesis [...] por heurística entiende el conocimiento general de las fuentes, o sea, qué

38
fuentes son admisibles para probar el hecho. Por crítica externa comprende lo referente a la

autenticidad misma de las fuentes. La crítica interna la refiere a su credibilidad, o sea, a

determinar si son creíbles sus contenidos. Por último, la síntesis es la conclusión de los pasos

anteriores, o sea, si se verifica o no la hipótesis respecto del hecho pasado.

Es bastante claro el paralelo con la tarea que incumbe al juez en el

proceso penal: hay pruebas admisibles e inadmisibles, conducentes e inconducentes, etc., y

está obligado a tomar en cuenta todas las pruebas admisibles y conducentes [...] La heurística

procesal penal está minuciosamente reglada. A la crítica externa está obligado no sólo por las

reglas del método, sino incluso porque las conclusiones acerca de la inautenticidad con

frecuencia configuran conductas típicas penalmente conminadas. La crítica interna se impone

para alcanzar la síntesis, la comparación entre las diferentes pruebas, la evaluación de las

condiciones de cada proveedor de prueba respecto de su posibilidad de conocer, su interés en

la causa, su compromiso con el acusado o el ofendido [...] El juez penal, por ende, en función

de la regla de la sana crítica funcionando en armonía con otros dispositivos del propio código

procesal y de las garantías procesales y penales establecidas en la Constitución, dispone de

menor libertad para la aplicación del método histórico en la reconstrucción del hecho pasado,

pero no por ello deja de aplicar ese método, sino que lo hace condicionado por la precisión de

las reglas impuesta normativamente.

Que conforme a lo señalado, la regla de la sana crítica se viola cuando

directamente el juez no la aplica en la fundamentación de la sentencia. Puede decirse que en

este caso, la sentencia carece de fundamento y, por ende, esta es una grosera violación a la

regla que debe ser valorada indefectiblemente tanto por el tribunal de casación como por esta

Corte. Cuando no puede reconocerse en la sentencia la aplicación del método histórico en la

forma en que lo condicionan la Constitución y la ley procesal, corresponde entender que la

sentencia no tiene fundamento. En el fondo, hay un acto arbitrario de poder...” (C.S.J.N.,

“CASAL, MATÍAS E. S. RECURSO DE HECHO”, 23.073, RTA. 20-09-05, Considerandos

30 y 31 del voto de la mayoría).-

Expuesto lo anterior, hemos de señalar que, a lo largo del libelo

casatorio, esta parte ha efectuado –sobre la base de los elementos probatorios introducidos en

39
el debate y, en su mayoría, INCORPORADOS POR LECTURA- una crítica pormenorizada y

puntual que denota la ARBITRARIA EXCLUSIÓN por parte del TRIBUNAL ORAL (al

momento de sentenciar) de la mayoría de los ELEMENTOS PROBATORIOS QUE

CONFIGURABAN EL CUADRO CARGOSO RESPECTO DEL DOLO de la imputada (cuya

“supuesta” falta de prueba motivo la absolución), y que sirvieran de fundamento del “AUTO

DE PROCESAMIENTO” y el “REQUERIMIENTO DE ELEVACIÓN A JUICIO” de estos

actuados.-

En este sentido, hemos de destacar que mal puede el A QUO argumentar

la inconducencia de los mismos a los fines del proceso, pues fueron estos mismos elementos

probatorios los que, en su oportunidad, llevaron al JUEZ INSTRUCTOR a “INDAGAR”,

“PROCESAR” y “ELEVAR A JUICIO” estas actuaciones, afirmando que “...En cuanto a su

descargo relativo a que ignoraba que no tenía derecho a alquilar el inmueble, impresiona

inverosímil, pues ella misma se presentó en el sucesorio conociendo en el año 1988 que no era

heredera legítima para intentar hacer valer una cesión cuya validez fue rechazada in limine y

que por sus características (in extremis, sin firma del cedente, a ruego y con impresión dígito

pulgar) mueve a desconfiar de si fue siquiera genuina voluntad del fallecido otorgante (su

concubino).

Nótese así que además de que le cesión materializada por documento

privado es inoponible (artículos 1449 y 1455 del Código Civil), la contratación persiste luego

de conocer la negativa judicial revelando cual era el designio.

Tampoco la circunstancia que haya cesado en la locación al ser

interpelada por los denunciantes asume incidencia exculpatoria visto que no ha de reputarse

desistimiento...”.-

En síntesis. Todos aquellos elementos que configuraban el cuadro

probatorio cargoso (y que permiten acreditar, no solo el tipo objetivo sino también el “dolo”)

siquiera fueron mencionados por el A QUO quien, al solo efecto de dar aparente sustento a

una absolución impuesta arbitrariamente, se desentendió de ellos calificándolos, recién ahora,

como inconducentes.-

40
He allí la arbitrariedad de la sentencia, que bajo el ropaje de la “sana

crítica” no hace mas que esconder un acto de poder arbitrario, sustentado en la “intima

convicción” del sentenciante.-

Esta, y no otra, fue la arbitrariedad que se denunció en el REMEDIO

CASATORIO.

En razón de ello, mal puede rechazarse dicho libelo, sosteniendo que el

mismo pretende una valoración distinta de los elementos que configuran el cuadro probatorio

cargoso, cuando lo que se denunció es que “arbitrariamente” el A QUO los escondió bajo el

“tapete”, OMITIENDO ASI SU VALORACIÓN AL MOMENTO DE DICTAR

SENTENCIA.

Tan grosera resulta la maniobra que, ante la denuncia de arbitrariedad de

esta parte, pretende el INFERIOR defender un razonamiento inexistente arguyendo no estar

obligado a tratar aquellos elementos inconducentes (es decir, calificando ahora la prueba de

inconducente), cuando (como bien lo hemos señalado anteriormente) esos mismos elementos

fueron los que dieron sustento a los autos de procesamiento y elevación a juicio durante la

instrucción.

De una etapa a otra del proceso, “mágicamente”, los elementos de

prueba pasaron de ser “ABSOLUTAMENTE ESCLARECEDORES DEL ACCIONAR

DOLOSO DE LA IMPUTADA”, a “INCONDUCENTES A LOS FINES DEL PROCESO”.

Mas el A QUO ninguna explicación brindó respecto a este abrupto (por no decir groseramente

direccionado) cambio.-

Así las cosas, habiendo acreditado a lo largo del presente REMEDIO

EXTRAORDINARIO que los argumentos esgrimidos por el TRIBUNAL y LA SALA I, a los

fines de rechazar el REMEDIO CASATORIO, en nada se condicen con la crítica razonada de

“arbitrariedad” que fundare éste último, pretendiendo sustraer las actuaciones al control de la

CORTE mediante meras formulas dogmáticas que ninguna vinculación tienen con el presente,

es que considera esta parte que el rechazo del RECURSO DE CASACIÓN resulta desajustado

a la realidad de lo planteado, carente de sustento en consecuencia y, por ende ARBITRARIO,

41
correspondiendo a V.E. así declararlo, proceder a su tratamiento y revocar el decisorio

cuestionado.-

VI.- LA DOCTRINA DE LA ARBITRARIEDAD.-

La doctrina de la arbitrariedad de sentencia ha sido estudiada in extenso

por Genaro Carrió en su conocida obra “El recurso extraordinario por arbitrariedad de

sentencia”.-

Allí el tratadista señala que la institución del recurso extraordinario por

arbitrariedad de sentencia es una extensión pretoriana del recurso extraordinario, viejo

remedio federal creado por el artículo 14 de la Ley 48. Tal extensión señala, carece de base

legal (en sentido estricto) aunque no de fundamentos normativos en el sentido jurídico

argentino. Tiene fundamento inmediato en la Jurisprudencia de la Corte Suprema, siendo su

fundamento mediato los textos constitucionales.

Así señala el recordado autor que “...La extensión del recurso

extraordinario a los supuestos de arbitrariedad pueda hallar fundamento en tres soportes,

estrechamente vinculados entre sí...”

“El tercer soporte, que es el mas importante por su papel unificador, es

el que invoca la garantía de la defensa en juicio. Un pronunciamiento que exhibe alguna de las

gruesas anomalías que configuran arbitrariedad no es en realidad una sentencia que satisfaga

los requisitos del proceso adjetivo...Para concluir: la noción de sentencia arbitraria, o mejor

dicho, la procedencia del recurso en los casos en que se trata de rever pronunciamientos

suceptibles de ser así rotulados, se funda directamente en la CN y,en especial, en la garantía de

la defensa en juicio establecida por el art. 18. Una sentencia arbitraria no es una sentencia

judicial a los fines de ese precepto”.

En razón de ello, y atendiendo que –como se ha

señalado- el rechazo del remedio casatorio por parte del

TRIBUNAL ORAL EN LO CRIMINAL N° 21 DE LA CAPITAL FEDERAL y la

SALA I DE LA CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN PENAL resulta

infundado y violatorio de las garantías de “DEFENSA EN

42
JUICIO”, “DEBIDO PROCESO LEGAL” y “DOBLE INSTANCIA”

(consagradas en el artículo 1ro. del C.P.P.N. y 18 y 75 inciso

22 de nuestra Carta Magna), es que sostiene esta defensa que el

mismo deviene ARBITRARIO, resultando procedente, en

consecuencia, la vía extraordinaria intentada.-

VII.- PETITORIO.-

Por todo lo desarrollado a lo largo de este libelo recursivo, de V.E.

solicitamos:

1.- Se tenga por interpuesta, en legal tiempo y forma, esta apelación

extraordinaria federal (conf. lo prescripto por los artículos 14 y 15 de la Ley Federal 48).-

2.- Se le imprima el trámite de estilo (arts. 257 y concs. del

C.P.C.C.N.).-

3.- Fecho, se la declare formalmente admisible y se la conceda ante la

Excma. Corte Suprema de Justicia de la Nación, a fin que esta, en su oportunidad, acoja por

procedentes las causales de impugnación articuladas y, revoque el decisorio absolutorio, por

haberse aplicado erróneamente el ARTÍCULO 173 INCISO 9° DEL CÓDIGO PENAL,

condenando a la imputada     .-

4.- Subsidiariamente, anule la sentencia y, ordene el reenvío de las

actuaciones al Tribunal competente a fin que diste nueva sentencia conforme a derecho.-

Proveer de conformidad

SERA JUSTICIA

(1) NOTA DEL AUTOR: EL PRESENTE MODELO ES ANTERIOR A LA

ENTRDA EN VIGENCIA DE LA ACORDADA 4/2007. POR LA ACORDADA

4/2007 CSJN, VIGENTE DESDE EL SEGUDO SEMESTRE DE 2007, EL

RECURSO EXTRAORDINARIO DEBE, ENTRE OTRAS EXIGENCIAS: 1) NO

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SUPERAR LAS 40 CARILLAS DE EXTENSION; NO SUPERAR LOS 26

RENGLONES POR CARILLA; 3) ESTAR REDACTADO EN LETRA NO

MENOR A 12; 4) CONTENER UNA CARATULA (EL MODELO PUEDE

DESCARGARSE DE LA PAGINA WEB DE LA CSJN: WWW.CSJN.GOV.AR);

Y 5) EXPRESAR SUCESIVAMENTE LOS PUNTOS QUE SE CONSIGNAN EN

ESTE MODELO. POR LO QUE EL MODELO QUE CONTIEN TODOS LOS

REQUISITOS DE FONDO, DEBE ADAPATRSE EN CUANTO ALA

EXTENSIÓN A LAS PAUTAS INDICADAS.

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