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Isabel

Concepto y Sinopsis

para

DIAGONALTV
por

Jordi Calafí / Anaïs Schaaff / Javier Olivares


1. ÍNDICE.

1. Intro ………….…………………..……………… 3

2. Narración …………..…………………………… 11

2.1. La línea de arranque …………………... 11

2.2. Historia y realidad ……….…………….… 13

2.3. Ficción e historia: nuestra opción ….…. 13

2.4. El lenguaje …………….…………….… 15

2.5. La estructura …….…….…………….… 16

2.6. Las tramas ………………………………. 17

3. Esquemas Temporada 1 ..………………………….. 18

4. Sinopsis Temporada 1 ..……….………………….. 31

4.1. Capítulo 1 ……………………………... 31

4.2. Capítulo 2 ……………………………... 41

4.2. Capítulo 3 ……………………………... 54

4.2. Capítulo 4 ……………………………... 64

4.2. Capítulo 5 ……………………………... 74

4.2. Capítulo 6 ……………………………... 88

4.2. Capítulo 7 ……………………………... 98

4.2. Capítulo 8 ……………………………... 108

4.2. Capítulo 9 ……………………………... 115

4.2. Capítulo 10 ……………………………... 122

4.2. Capítulo 11 ……………………………... 128

4.2. Capítulo 12 ……………………………... 136

4.2. Capítulo 13 ……………………………... 148

2
1. INTRO.

A la hora de plantear el diseño del proyecto, hay dos elementos


básicos a tener en cuenta:
1. La importancia del personaje protagonista (nada
menos que Isabel La Católica) no ya a nivel nacional
sino mundial, objeto de multitud de estudios y
análisis históricos, ya en vida y hasta hoy.
2. La cadena que lo encarga: TVE, un ente público con
una producción de obligada calidad.

La suma de ambos factores conlleva la necesidad de una cuidada


documentación histórica sin por ello olvidar un objetivo esencial: divertir y
enganchar al espectador, generando ficción (dramatizando) sobre la base de
los hechos históricos.

Para llegar a conseguirlo, nos hemos hecho las siguientes preguntas:


1. ¿Cuál es el motor que mueve a Isabel desde niña en lo personal y
en lo político (temas indisociables en su vida)?
2. ¿Cómo definir una personalidad capaz de llegar donde llegó en esa
época siendo mujer (y ya desde los 15 años)?
3. ¿Qué sacrificios personales tuvo que asumir?
4. ¿Quiénes fueron sus principales apoyos?
5. ¿Quiénes sus enemigos?
6. ¿Cómo era la época en la que vivió y cómo poder mostrarla desde
una mirada moderna?
7. ¿Cuál es el objetivo de esta serie?

Y , tras documentarnos, hemos encontrado las siguientes respuestas:

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1. ¿Cuál es el motor que mueve a Isabel desde niña en lo
personal y en lo político (temas indisociables en su vida)?
Isabel crece en un momento histórico en el que los nobles
utilizaban la monarquía como un pelele. La gran lucha de Isabel
desde adolescente (aconsejada, evidentemente… pero con una
gran capacidad de decisión propia desde joven) es conseguir un
poder central fuerte y estable que modere y equilibre la vida
política y social. Su fuente de inspiración estaba cerca: la política
de Álvaro de Luna con su padre Juan II. No en vano, sus
principales asesores desde niña eran hombres del círculo de don
Álvaro, como se detallará en el apartado siguiente, al hablar de la
línea de arranque de la historia.
En cuanto tome el poder, la política matrimonial y la
obsesión por gobiernos estables y duraderos es prioridad de
Isabel, que ve como modelo a evitar la Inglaterra del siglo XV
con personajes que ocupan la corona por la guerra o el asesinato
del rey (su familia, los Trastamara lo hizo) y que se ven abocados
a continuas revueltas y cortos y violentos reinados. De ahí (vista
la endeblez de sus fuerzas) prefiere esperar a que Enrique IV
muera para sucederle. De ahí que sus leyes fueran encaminadas a
una paz social y económica que implicara el respeto (cuando no el
miedo: ejemplo la Inquisición) del pueblo. De ahí su obsesión por
unir las principales casas reales europeas para llegar a un
concepto de unidad continental.
Otra obsesión que va creciendo en ella desde niña es lograr
lo que tantos reyes no han logrado: acabar la Reconquista,
eliminar de la península los reductos de poder musulmán. Su
símbolo esencial: Granada.

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2. ¿Cómo definir una personalidad capaz de llegar donde llegó
en esa época siendo mujer (y ya desde los 15 años)? El gran
logro de Isabel fue llegar tan lejos, siendo mujer, en un mundo
donde las mujeres, por muy reinas que fueran no eran más que
monedas de intercambio y paridoras de posibles reyes. Las
crónicas hablan de tenacidad, inteligencia, con vocación continua
de aprendizaje -mezcla del nuevo humanismo proveniente de
Italia y de valores morales tradicionales-, capacidad de maniobra
casi maquiavélica (ya desde muy joven)… y de fe religiosa casi
enfermiza. Pero hay otros dos factores esenciales: el azar y su
entorno, que la educó y asesoró en los momentos cruciales hasta
que ella misma tomó la responsabilidad de sus decisiones.
El azar, porque la muerte de Alfonso (y antes la de Pedro
Girón antes de su boda con él) ayudó sobremanera. Tanto que hay
quien dice que el azar fue “ayudado” por maniobras políticas y
envenenamientos).
Su entorno, encabezado por Gonzalo Chacón, inculcó en su
cabeza el concepto de devolver el poder absoluto y el prestigio a
la Corona desde niña. Y, sobre todo, la sostuvo y apoyó en los
momentos más difíciles. En este sentido cabe citar también la
labor de Beatriz de Bobadilla, su gran amiga desde niña.
De lo difícil que fue para una mujer llegar donde llegó son
buena muestra las crónicas del inefable Alonso de Palencia, al
criticar que una mujer pueda llegar tan lejos y asumen que el rey
de Castilla debe ser el mismo Fernando al no entender que una
mujer se meta en política y hablan de maldad y de mentir para
llegar donde hace falta… eso le costó ser destituido como cronista
de la corte.

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De lo que no cabe duda, es que Isabel era una mujer
dedicada a una idea política… Incluso, ya en el poder, como
madre (y sin deterioro del gran cariño mostrado a sus hijos ya
que, como Fernando, tenía una arraigada vocación familiar) sus
hijos se convierten en peones de una estrategia política esencial:
unificar las casas reales europeas a través del matrimonio.
Para ello, les educa como la han educado a ella: con un
gran sentido de la responsabilidad política. Catalina de Aragón
(excelentemente representada en “Los Tudor”) es una excelente
muestra de ello, popular entre el pueblo inglés y capaz de ser la
regente inglesa mientras Enrique VIII guerreaba con Francia…
por encima de su drama personal al ser desatendida maritalmente
por el rey.

3. ¿Qué sacrificios personales tuvo que asumir? El primero y


esencial, ver destrozada su infancia y ser arrebatada de su madre
(muchas veces se lo echó en cara a Enrique IV por carta) y
obligada a ir a vivir a la Corte por su hermanastro (influido por su
esposa Juana). Y, luego, ya en la corte, tener que pasar casi de
inmediato de la infancia a la madurez sin paso previo por la
adolescencia. No se sabe (aunque utilizaremos la figura de
Gonzalo de Córdoba para describir a la Isabel adolescente –
brevemente adolescente, por cierto-) de amoríos, ni de otras
amistades que no fuera algunas de sus damas de compañía. Sí se
hace evidente la necesidad de mostrar esta quiebra, para aplicar
una visión moderna al personaje y hacerla entendible a los
espectadores.
Al matrimonio con Fernando llegó virgen y, como queda
apuntado más arriba, no se le conoció desliz alguno, ya que

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cuando Fernando estaba fuera, ella se hacía acompañar para
dormir de criadas e hijas, para no dar pie a rumores.
De moral cristiana (y teniendo a Dios por principal ayuda:
ya que a veces coincidía que lo que le pedía pasaba: ej.: muerte de
Girón) y de gran fijación con la familia, estaba muy cerca de
Alfonso, su hermano… E incluso una de las grandes
preocupaciones suyas es que nada le pasara, se llegara al
concierto político que se llegara, a la vida de su hermanastro y
rival, Enrique IV.

4. ¿Quiénes fueron sus principales apoyos? Desde su infancia,


Beatriz Bobadilla, su madre y, a nivel político –como ya ha
quedado dicho y se desarrollará más adelante-, Gonzalo Chacón,
antigua mano derecha de don Álvaro de Luna. Y es que nada se
entiende sin la figura de don Álvaro de Luna, como se explica
más adelante.
También, aún sin estar documentada, cabe intuir una
relación “especial” con Gonzalo de Córdoba, luego el Gran
Capitán, que entra a trabajar de doncel de su hermano Alfonso y
que, a la muerte de éste, no se despega de Isabel. De la fuerza de
su amistad y de la predilección que Isabel tuvo siempre con él,
sirva como muestra que, muchos años después, nada más morir
Isabel, Fernando se deshace de él, pese a su gran labor en
Nápoles1 y, antes en la guerra civil y en la toma de Granada.

5. ¿Quiénes fueron sus enemigos? Si hubiera que hablar de


enemigos en este primer bloque serían la nobleza más levantisca
1
De ahí viene la anédota histórica de “Las cuentas del Gran Capitán”, al hacer ironía de los gastos
realizados al fiscalizar Fernando cada uno de los pasos dados por Gonzalo en Nápoles para ver si le
pillaba en un renuncio.

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(Pacheco), Juana –que teme por que su hija no sea la reina- y el
propio Enrique IV con el que pacta siempre que puede… y que
debe)… Pero Isabel era una mujer pragmática y bien asesorada
que no dudaba en utilizar el doble juego, que prefería la grandeza
del objetivo que perderse en pequeñas escaramuzas… aunque eso
le conlleve un sacrificio personal o moral. Son tiempos de
cambios de bando continuos, en el que el poder se constituía en
una complicada partida de ajedrez.
Y revisar la vida de Isabel –más allá de esta primera
temporada- es encontrar múltiples ejemplos de pragmatismo:
duda en luchar contra los derechos reales de Juana La
Beltraneja… pero acaba teniendo como aliado al supuesto padre
de ésta (y mano derecha de su rival Enrique IV) Beltrán de la
Cueva. Posteriormente, ya reina, su principal confesor y amigo
(Fray Hernando de Talavera) la educó en el respeto a otras
religiones y la hospitalidad al converso y firmó la expulsión de
los judíos (que, en carta autógrafa, dice que “es idea de
Fernando”). Era una mujer de moralidad probada… No era de
misa diaria como su madre, pero casi… y apoyó la legalidad (y
pago de impuestos) de la prostitución en toda Castilla. No admitía
la “terrenalidad”, la ambición política y lujuria de los principales
miembros de la Iglesia, pero les tuvo en el poder a su lado y les
dio dispensas a sus hijos naturales. Todo por mantener el orden
institucional en el que ella era la cúspide del poder.

6. ¿Cómo era la época en la que vivió y cómo poder mostrarla


desde una mirada moderna? Estamos ante el resurgir de
Castilla como motor de unificación. Aragón está más debilitado
que nunca con una eterna batalla en Catalunya. Pese a los brotes

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de peste, no es de la gravedad del siglo anterior… Pero una
enfermedad tan terrible ha dualizado la moral del momento en dos
vías: por un lado la ultra-religiosa por otra la del “carpe diem”.
La primera mitad del reinado de Enrique IV es
económicamente muy positiva, pero luego, las luchas de poder
llevan al deterioro total de la situación y a una continua
fragmentación.
Castilla es un remedo de lo que será España: líder en
materias primas (como la lana), no tiene industria ni invención,
haciendo que las manufacturas industriales italianas y de los
Paises Bajos ganen económicamente más con la lana que quien la
produce.
Andalucía sigue en poder árabe. Los judíos (conversos o
no) llevan tiempo denigrados, temerosos algunos de que su
riqueza e ingenio pueda suponer el advenimiento de una nueva
casta burguesa, que en España (o lo que era antes de llamarse así)
los nobles nunca dejaron que eclosionase. Pronto llegaría el gran
drama de su expulsión, porque entre ellos se encontraban los
principales médicos (junto con los árabes), farmacéuticos,
banqueros y, cuando les dejaban, reorganizadores de la
agricultura.
En cultura, el Renacimiento triunfa en Italia, olvidando a
Dios como medida de todas las cosas y sustituyéndolo por el
hombre. Como luego pasara con las ideas ilustradas, en la
Península Ibérica, las nuevas ideas pasan con cuentagotas… pero
pasan y se empieza a forjar la semilla de una cultura que daría
lugar tiempo después al Siglo de Oro, si bien la religiosidad y la
fuerza de la Iglesia y de una nobleza más belicista que culta no
siempre lo ponían fácil.

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Isabel fue especialmente abierta a la cultura, como lo era
su padre y siempre gusta estar cercana a escritores y músicos.
Amaba el teatro y siempre que podía ella misma representaba
piezas y las encargaba.
No se trata de contar detalladamente todo esto… pero si
no se esboza ni siquiera como paisaje de fondo, nada funcionará.
Porque sin la vida cotidiana, la expresión de una época, no se
puede entender lo que supone Isabel la Católica.

7. ¿Cuál es el objetivo de esta serie? Mostrar la personalidad de un


personaje tan especial en nuestra Historia como Isabel la Católica,
su personalidad, sus evidentes logros y también sus medidas más
criticables. No ha de ser una hagiografía acrítica (Claudio o el
Enrique VIII de los Tudor son un buen ejemplo, insisto, de lo
contrario.), pero sí hay que justificar en los hechos y en el
desarrollo de la personalidad del personaje, las razones de sus
actuaciones para hacerlas entendibles.
El objetivo es entretener y contar, con una mirada moderna,
la historia de su dolor por ser arrebatada de los brazos de su
madre (a la que visitó constantemente mientras vivió), de una
adolescente que no pudo llegar a serlo, de sus dudas, de su
sacrificio … Y esta parte de la narración (que abarca hasta sus 23
primeros años) es la clave esencial para mostrar cómo a través de
su intuición y las influencias que recibe, una niña de apenas 16
años debe tomar decisiones que habrían de marcar su vida y la de
lo que luego se ha llamado España.
2. NARRACIÓN.

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A continuación, explicamos conceptos narrativos clave para entender
cómo hemos trabajado en la ficción de la Historia, como estilo.

2.1. La línea de arranque de “Isabel”.

Planteamos que el arranque de la historia y la línea argumental


esencial parte de alguien que no llega vivo al inicio de esta primera
temporada (que en ella, salvando el teaser del capítulo 1 sólo aparece en los
gritos de la demente madre de Isabel… gritos documentados, por cierto):
Álvaro de Luna, principal valido del padre de Isabel, Juan II de Castilla.

Hay datos que hablan de ello y que hay que contar de alguna manera.
Con apenas tres años, su madre instiga a su padre (Juan II de Castilla)
contra el que fuera su gran valido, gestor de intrigas criminales pero
defensor –pese a ser noble- de una monarquía fuerte contra la nobleza
ambiciosa y levantisca.

Fue el fin de don Álvaro, porque fue detenido y, pese a la promesa


del rey de mantener vida y hacienda (le tenía un gran cariño porque don
Álvaro cuidó de él y se granjeó desde niño), los nobles –esencialmente
Pacheco- aprovecharon para juzgarle rápidamente en un simulacro y
ejecutarle. Poesías de los Manrique (Gómez y su sobrino Jorge) hablan de
su dignidad ante la muerte, de la injusticia –que insinúan que mejor no
hablar de ella por si acaso- y de la pérdida de un gran hombre.

Apenas unos años después, Juan II muere triste y diciendo


textualmente que ojalá hubiera sido campesino antes que rey2… E Isabel de
2
Existían leyendas de que la misma noche de la muerte de don Álvaro, hubo una gran tormenta y la
cabeza cortada del que fuera su valido se le apareció a Juan, “lo que le causó tal estupor que no tardó
un año en morirse”. Es evidente que es una leyenda popular… pero más allá del ectoplasma, sin duda
recogía el sentir popular de la historia.

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Portugal (madre de Isabel) enloquece sintiéndose culpable de su muerte y
de la de su marido, cuando curiosamente fue Álvaro de Luna quien pactó la
boda.

Resulta curioso que, inmediatamente, además de sus educadores


religiosos, los tutores –y luego Contadores, Mayordomos y Embajadores-
de Alfonso y (sobre todo Isabel), fueran Gutierre de Cárdenas y, por
encima de todos, Gonzalo Chacón3, miembros del círculo de don Álvaro
(Gonzalo era su hombre de confianza y se le adjudica un libro hagiográfico
del ejecutado). Ellos, sobre todo Chacón (aunque no hay que olvidar que
Cárdenas fue quien dijo “ése es” para presentarle a un desconocido
Fernando) la acompañaron en esta fase de su vida más que nadie. La
educaron en política, iban de excursión con los todavía niños infantes,
llevaron sus cuentas, fueron embajadores ante Enrique IV y Juan II de
Aragón (que se los ganó con sus regalos) en la negociación de su boda con
Fernando…

La influencia es tan evidente y el modelo de política a emplear tan


claro que, cuando llega a reina, Isabel no tarda en restituir la dignidad a don
Álvaro y familia, recuperando sus restos y llevándolos (con todo lujo
ornamental en su entorno) a la catedral de Toledo. Ésta es sin duda la clave
del espíritu político de Isabel. Obviarla es no entender sus motivos, su
educación su carácter marcado por un objetivo desde niña…

2.2. Historia y realidad.

Se dice que la Historia la escriben los que ganan las batallas y el


poder. Aún así, llama la atención las diversas perspectivas de un mismo

3
Un dato revelador es que Alfonso e Isabel llamaban a Chacón su “padre” por que su esposa, una de las
damas que a acompañaron a Isabel de Portugal a Castilla cuando casó con Juan II, fue su nodriza.

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hecho. Por ello, salvando el respeto por fechas clave (acontecimientos 4 y
edad de los personajes), hemos mantenido una máxima: todo aquello que
apareciera en dos textos (libros de historiadores) era susceptible de ser
utilizado si nos parecía interesante, aunque en otros se dijera lo contrario…
si nos parecía menos interesante.

Se duda del valor exacto de las Crónicas. Las de Alfonso de


Palencia, por ejemplo, eran de una homofobia y de un machismo irredento.
Pero, salvando esto y filtrando dicha filosofía, los cronistas -probablemente
antecedentes del guionista- nos ofrecen (exagerados o no) frases que
supuestamente dijeron los personajes, anécdotas… que dan credibilidad a
la historia. Si a eso añadimos actas y cartas y manifiestos, nos da una
visión muy apetecible de la época.

Por eso las hemos utilizado.

2.3. Ficción e Historia: nuestra opción.

Se basa en ordenar de manera lógica hechos reales, en buscar el


perfil psicológico que mueve a los personajes a hacer lo que hacen. Los
efectos que causan esos hechos en otros personajes históricos… aunque
nadie escribiera de esos momentos.

El caso de Gonzalo con Isabel tal vez sea el más claro (y aún por
desarrollar más a fondo). La fidelidad a Isabel y cómo en cuanto muere
éste, Fernando le quita todos sus poderes a alguien a quien Isabel conoce
desde los 12 años (cuando sirvió de doncel a Alfonso), da para crear

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A veces levemente variados para obtener un orden dramático más potente, pero nunca “imaginando”
de manera grave.

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historia… aunque no esté documentada y mientras no nos pasemos de la
raya.

Pero también nos planteamos contar el aroma de la Historia a través


de personajes no históricos inventados. Por ejemplo, contar la historia
(véase que la “h” va en minúscula) de un médico judío obligado a quedarse
en Castilla mientras se expulsa a su familia. El hecho de que obligaran a los
médicos a quedarse está documentado… pero nada más. Y es una historia
maravillosa (de la segunda temporada, por cierto).

O contar como a Pedro Girón le envenenan no enemigos políticos


(que los había) sino un hermano de una joven violentada por él (era marca
de la casa). Es la venganza anónima en una época en la que parecía que
sólo los poderosos podían arrebatar haciendas y vidas. ¿Por qué no contar
la historia así cuando pudo haber pasado perfectamente aunque no esté en
los anales ya que no hay pruebas concretas de lo contrario?.

O pensar en el invento de un infortunado –no puede llevar a cabo el


proyecto por ser víctima de un crimen religioso- joven judío (eran el motor
creativo del país) que plantea un sistema de telares para manufacturar la
lana, de la que Castilla era primera potencia, pero al no tener industria se
llevaban más ganancias Génova o los Países Bajos. ¿No es un reflejo del
origen de los problemas que aún arrastramos ahora de patentes e I+D?

No cabe duda de que los protagonistas de la serie son quiénes son.


Pero alternarlos de vez en cuando con personales “anónimos”, que
potencien la Historia, que nos den un paisaje real de la vida de aquella
época, creemos puede resultar muy enriquecedor.

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Como dice Brecht en uno de sus poemas (“Preguntas de un obrero
que lee”):
En los libros figuran sólo los nombres de reyes.
¿Acaso arrastraron ellos bloques de piedra?
Y Babilonia, mil veces destruida, ¿quién la volvió a levantar otras tantas?
Quienes edificaron la dorada Lima, ¿en qué casas vivían?
¿Adónde fueron la noche en que se terminó la Gran Muralla, sus albañiles?
Llena está de arcos triunfales Roma la grande. Sus césares ¿sobre quienes triunfaron?
Bizancio tantas veces cantada, para sus habitantes ¿sólo tenía palacios?
Hasta la legendaria Atlántida, la noche en que el mar se la tragó,
los que se ahogaban pedían, bramando, ayuda a sus esclavos.
El joven Alejandro conquistó la India. ¿El sólo?
César venció a los galos. ¿No llevaba siquiera a un cocinero?
Felipe II lloró al saber su flota hundida. ¿Nadie lloró más que él?
Federico de Prusia ganó la guerra de los Treinta Años. ¿Quién ganó también?
Un triunfo en cada página. ¿Quién preparaba los festines?
Un gran hombre cada diez años. ¿Quién pagaba los gastos?
A tantas historias, tantas preguntas.

2.4. El lenguaje.

Pese a tener que guardar ciertas “maneras” de época (esencialmente


el “vos”), debemos conseguir diálogos rápidos, directos y fáciles de oír y
entender.

Se adjuntan numerosos textos del lenguaje culto de la época (misivas


reales), pero también de crónicas, que adoptaban un lenguaje culto pero
popular y menos recargado. Creemos que “Los Tudor”, “Los Pilares de la
Tierra” o “La puta del Rey” son buenos ejemplos de cómo no perder el
estilo de una época y al mismo tiempo no entrar en disgresiones o
expresiones populares de hoy en día aplicados anacrónicamente (“Nos van
a dar la del pulpo”, “Hola, ¿qué pasa?”, “Que no somos medievales, que
somos modernos”… ejemplos de los que no citaremos fuentes, pero que se
han oído en series recientes realizadas en nuestro país).

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2.5. La estructura.

Primero y esencial: no todos los guiones deben tener la misma


estructura. Puede haber una tónica general basada en:
- La agilidad narrativa.
- La no verbalización excesiva cayendo en secuencias largas.
- No ahondar en el drama de forma tenebrosa.
- Buscar cotidianeidad e ironía… y no desechar posibilidades de
escenas cómicas.
- No realizar dos secuencias largas seguidas: generar una
musicalidad de secuencias cortas y largas, o encadenadas…

Pero por lo demás, cada capítulo puede tener su personalidad


mientras no se pierda la de la propia historia y los personajes: hacer una
serie de época no significa que sea lenta ni premiosa. Ha de ser ágil y
moderna. Si “Battlestar Galactica” logran hablar de poder, estado, religión
con una madurez evidente y sin que deje de ser una serie de aventuras, pese
a la disparidad de épocas, no queremos conseguir menos. Al fin y al cabo,
como dijo Shakespeare, hay cosas que han movido y moverán siempre al
ser humano: el poder, el dinero, el amor y el sexo.

Cada capítulo cuenta con no menos de 4 bloques temáticos,


equivalentes a tramas y minitramas. Cada capítulo debe de ser narrado en
un doble plano: la continuidad de los personajes y la historia principal y la
autoconclusión de hechos históricos o de tramas personales.

2.6. Las tramas.

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Es evidente que están marcadas por la Historia. Incluso es patente
que, por la premura en la realización del diseño de la presente biblia, hay
una “historización” excesiva que debe pasar ya a la fase de ficción. Es
decir: personalizar, buscar las emociones de los personajes para entender su
forma de actuar, indagar (o crear sin que chirríen) historias personales
paralelas. Pero conviene no olvidar nunca la estructura histórica.

Las tramas que se indican en los apartados siguientes, teniendo en


cuenta lo recién dicho, son susceptibles de cambios y, sobre todo, de
añadidos. En el documento adjunto de personajes hay algunos que apenas
han tenido desarrollo y podrían perfectamente ayudarnos a crear pequeñas
tramas personales.

Todo desarrollo de nuevos personajes (más notas que aún estamos


pendientes de recibir y recibamos de la cadena y de la productora de la
serie) será desarrollado en documentos anexos a la presente biblia.

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3. ESQUEMAS DE LA PRIMERA TEMPORADA.

1 2
- Teaser: muerte de Álvaro de Luna. - Tras la rebelión de los nobles, el
Presentación de Chacón y Pacheco. entorno de Enrique (Juana de Avis,
Efecto de la muerte en Juan II e Isabel Beltrán, un obispo…) le urgen a aplicar
de Portugal, padres de Isabel y mano dura. En cambio, Enrique IV
Alfonso. prefiere negociar.

- Infancia feliz de Isabel y Alfonso, - Mientras, la situación de Isabel y


pese a penurias económicas y brotes Alfonso ha empeorado. Se sienten
de locura de la madre. Educación solos y más ahora que Carrillo se ha
super religiosa. aliado con Pacheco.

- Chacón, tutor de los infantes: un - Crece en Gonzalo el amor


auténtico padre para ellos. Quien (adolescente y platónico) por Isabel,
fuera mano derecha de Álvaro de dos años mayor que ella.
Luna, nombrado educador de los hijos
de quien le mandó matar. - Reencuentro Pacheco- Enrique IV a
la hora de negociar. El monarca no
- La amistad de Beatriz de Bobadilla e oculta su decepción. Él al que todo le
Isabel. dio, le ha traicionado. Pacheco,
inflexible, le dice que ha perdido el
- En la Corte, problemas de Enrique IV rumbo.
para tener un hijo con Juana de Avis.
Tensión sexual de ésta con Beltrán de - La noticia de la muerte de Blanca de
la Cueva. Insinuación de Enrique a Navarra, primera esposa de Enrique
Beltrán para que visite a su esposa. IV, despierta el temor de Juana de Avis
a que le ocurra lo mismo que a ella:
- Disputas entre Beltrán de la Cueva y abandonada a su destino por Enrique.
Pacheco, Al lado de éste, su hermano
Pedro Girón. El obispo Carrillo de - Firma de un pacto de Concordia en el
mediador. que Alfonso es considerado heredero a
la muerte de Enrique + Isabel tiene
- Tras recaída Isabel de Portugal, casa propia + Salida de Beltrán de la
Isabel oye por primera vez el nombre Cueva de la corte. Enrique obtiene
de Álvaro de Luna, al que su madre recompensa para Beltrán y que
llama en sus locuras. Alfonso se case con su hija Juana para
preservar sus derechos sucesorios. Y
-Visita de Pacheco y Girón a Arévalo. pacheco le obliga a ceder que Alfonso
Desplante de Girón a Isabel de pase a su tutela, lejos de la Corte.
Portugal.
- Separación de Alfonso e Isabel.
- Embarazo de Juana de Avis. Alfonso
e Isabel son llevados a la Corte. - Isabel visita a su madre: ésta le cede
Despedida de la madre, que recae para montar su casa a Chacón y
más gravemente en su locura. Beatriz de Bobadilla. Por fin otra vez
juntos.
- Juana de Avis hace imposible la vida
de Isabel. Choque de los niños con la - Beltrán, digno, renuncia por carta al

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vida en la Corte y con cierta liberalidad maestrazgo de Santiago.
de costumbres + rumores sobre la
paternidad del hijo de Juana. - Isabel con casa propia en Segovia: 1)
educación política de Pacheco que le
- Intentos de Isabel para poder ver a deja clara la situación de fuerzas / 2)
su madre, denegados. Visita de Acoge a la hija de Pacheco tras la
Chacón a Segovia y oculta concordia en una visita de éste con
enfermedad de la madre. Isabel se da Alfonso. Chacón no lo ve con buenos
cuenta de ello… pero se lo oculta a ojos, pero cede. Luego se verá que
Alfonso. hacía de espía de su padre.

- Ascensión de Beltrán, fomentada por - Gonzalo visita a Isabel de vez en


Enrique. Pacheco estalla. cuando: le hace ver sus temores de
que Alfonso es un títere en manos de
- Nacimiento, bautizo y jura en Cortes Pacheco- Enrique incumple lo pactado
de Juana hija. Pacheco, en paralelo, en la Concordia. Vuelve a acercarse a
da fe a un notario de haber jurado por Beltrán y pacta la boda de Isabel con
la fuerza. Alfonso de Portugal. Isabel se niega a
recibirle siquiera.
- Paso de tiempo: Isabel, dos años
después, a punto de cumplir mayoría - Juana de Avis, indignada por la
de edad, obtiene permiso para ver a actitud e Isabel le recuerda el papel de
su madre. Cuando la ven se dan una mujer en la Corte. Isabel se niega
cuenta de que está fatal. Alfonso a asumir que sea ése: mera moneda
estalla contra Isabel por ocultárselo y de cambio en bodas reales.
contra Enrique por no haberles
permitido estar con ella. - Pacheco y Carrillo, con los nobles,
tras el incumpliendo de Enrique,
- Presentación Gonzalo de Córdoba. organizan la Farsa de Ávila. Castilla
tiene dos reyes.
- Estalla la rebelión de los nobles. La
guardia real acude a Arévalo
urgentemente a recoger a los
infantes… Pedro Girón llega poco
después… Y ya no están. Chacón se
teme lo peor.

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3 4
- Teaser: Pedro Girón viola a una - Tras la muerte de Girón, se retoma la
muchacha después de la batalla. Ella guerra. Alfonso empieza a creerse su
se suicida. papel de rey y su soberbia incipiente
se ve corregida por la influencia de
- Enrique IV s ve obligado ante la Gonzalo y la formación recibida de
situación del reino por la guerra a Chacón.
pactar. Ofrece a Pacheco casar a
Isabel con Pedro Girón, su hermano. - Carrillo, por su parte, ve necesaria
para la victoria la reincorporación de
- Pacheco convence a duras penas a Pacheco para la causa. Los nobles se
los nobles de la estratagema. Y a resisten, pero les convence. Enríquez
Alfonso de dar su consentimiento. Le habla de Pacheco como de un cínico
recuerda (o le da: elegir) que ha tramposo.
recuperado el Maestrazgo de Santiago
gracias a él. - La concesión (a regañadientes) de la
Orden de Santiago por parte de
- Malestar en el bando rebelde con la Alfonso es vital para la vuelta de
actitud e Pacheco que Carrillo controla Pacheco.
como puede.
- Batalla de Olmedo (previos). Beltrán
- En la Corte, Beatriz de Bobadilla es es avisado de que no luche con sus
comprometida por conveniencias insignias familiares porque han puesto
familiares a Andrés Cabrera, que está precio a su cabeza. Beltrán responde
enamorado de ella. Sin embargo, que él será quien dé caza a Pacheco.
Beatriz no quiere esa boda. Pacheco evita asistir a combate.

- Andrés libera a Beatriz de la boda, - Batalla de Olmedo: Alfonso se


pero ésta sabe que no puede decir prepara para la lucha pero no puede
que no. combatir, el miedo le atenaza. Gonzalo
coge su yelmo e insignias y combate
- Isabel la consuela… pero pronto será con éxito. Al acabarla batalla, se las
Beatriz quien la tenga que consolar a devuelve para que tome posesión de la
ella al saber de su boda con Pedro bandera enemiga y se apunte el éxito.
Girón. Sorpresa y admiración de los nobles
que creen que Alfonso es digno de ser
- Isabel no se cree que su hermano rey. Mosqueo de Pacheco.
Alfonso acceda a la boda. Pero
Enrique IV le muestra la carta donde - Animados por la victoria, los rebeldes
se confirma tan mala noticia. toman Segovia, donde están
protegidas Juana de Avis e Isabel.
- Isabel quiere huir a hablar con Juana pedirá refugio a Andrés Cabrera
Alfonso… Beatriz la acompaña… Y en el alcázar, inexpugnable, donde se
son asaltadas en el camino: Cabrear guarda el tesoro real. Isabel queda
las liberará. Cambio de actitud de fuera: prefiere pasar al bando de su
Beatriz. hermano.

- Isabel prepara triste su boda. - Separación Beatriz de Bobadilla e


Isabel.

20
- Juana de Avis se ríe de ella: esto le - Detención de Hernán del Pulgar,
pasa por haberse negado a casar con cronista de Enrique, que se libra de la
un rey. Ahora tendrá que hacerlo con pena de muerte por Alfonso. Alonso de
un animal. Palencia le roba sus crónicas.

- Mientras, el hermano de la - Tiempo de felicidad e la vuelta a


muchacha violada por Girón logra Arévalo con su madre. Alfonso e Isabel
enrolarse en su tropa y ganarse su retoman relación. Isabel homenajea a
confianza. Es soldado de la Guardia su hermano encargando obra de teatro
Real y muestra habilidad con la (por su 14 cumpleaños) donde actúa.
espada. La obra es de Gómez Manrique, que
les presenta a su sobrino Jorge,
- Poco a poco, conseguirá lograr sus diestro en arnas y letras.
objetivos hasta conseguir darle muerte
envenenándole. El veneno no deja - Pacheco negocia Segovia con
rastros, pudiendo ser confundido con Enrique IV y dos enviados como
úlceras en garganta y estómago. pacificadores (Véneris por parte del
papa y Peralta por parte de Aragón).
- La muerte de Girón anula los pactos.
Entre ellos la segunda salida de - A su vuelta a Arévalo, recibe noticias
Beltrán de la Cueva de la corte… de la pérdida de Toledo por una
Enrique no le dice nada y la muerte decisión mal tomada (por ética) de
evita su marcha. Alfonso.

- Alfonso juega a ser rey. Le está - Enfrentamiento Pacheco- Alfonso.


cambiando el carácter y eso Ëste le pide que devuelva la Orden de
decepciona a Gonzalo de Córdoba. Santiago.

- Alfonso intenta ser un rey soldado… - Enfermedad y muerte de Alfonso.


Pacheco le coloca al propio Gonzalo
para que lo adiestre, para quitarse al - Isabel, consternada, hace el juego a
chaval de encima. Carrillo y envía cartas a ciudades de
que ella es la heredera de su hermano
- Tristeza absoluta de Pacheco que muerto.
intenta incriminar a Chacón en la
muerte de su hermano.

21
5 6
- Luto de Isabel, hundida por la muerte - Negociaciones en Guisando. La
de su hermano Alfonso. Duda hasta obsesión de Isabel es que no le
de su fe. impongan esposo y ser la heredera de
Enrique. Enrique quiere soslayar el
- Dolor de la madre de Isabel. tema de su paternidad. Acaba
aceptando lo planteado por Chacón…
- Consuelo de Gonzalo a Isabel aunque insiste en decidir él el marido
llegando a una situación en la que de Isabel. Chacón logra incluir unas
desvela su amor por ella. Isabel se cláusulas ambiguas para evitar que las
retrae. negociaciones fracasen. Supervisión
de Véneris y Peralta.
- Chacón nota que Gonzalo siente
algo por Isabel: le aconseja que se - Peralta descubre a Isabel. Empieza a
vaya. tener sus dudas de si no ha
encontrado mejor partido para
- Enrique IV manda una nota de Fernando que Beatriz Pacheco.
condolencia pública por todo el reino
que llega a Isabel, que decide no - Reencuentro Isabel-Cabrera durante
asumir (lo había hecho por cartas en la negociación.
el capítulo anterior) la corona del
bando de Alfonso y decide pactar con - Véneris sanciona positivamente las
Enrique. negociaciones.

- Oposición de Carrillo a la - Ambiente optimista tras los


negociación. Chacón la apoya: el acuerdos… menos Carrillo.
ejército de Enrique es muy superior en
fuerzas. Pacheco, en silencio, asiste - Los Mendoza no están de acuerdo
encantado a la posibilidad de con lo pactado: siguen defendiendo a
negociación. la Beltraneja. Creen que el rey ha
jugado con su honor. Y alzan la voz.
- Enrique acepta la negociación, pese
a la preocupación de Juana de Avis, - La corte se asienta en Ocaña,
apartada a Alaejos por seguridad. perteneciente al Maestrazgo de
Santiago (Pacheco): Isabel empieza a
-Juana de Avis y pedro de Castilla intuir que Carrillo tenía razón al
siguen con su relación: ella queda desconfiar.
embarazada.
- Carrillo se retira a Yepes, pero avisa
- Enrique prepara con Chacón y a Isabel que le llame si las cosas van
Cárdenas las negociaciones: el mal.
objetivo de Isabel no es derrocar a su
hermano, sino respetar su reinado y - Isabel es otra vez una “presa” de lujo
heredarle. en Ocaña. Así se lo encuentra a
Beatriz de Bobadilla, que se
- Se envían mediadores para la paz. reencuentra con ella.
Peralta por parte de Aragón (que se
acercará a Pacheco para casar a su - Enrique empieza a incumplir los
hija con Fernando de Aragón por pactos: ni le pasa a Isabel todas sus

22
orden de Juan II). El Papa envía a asignaciones, ni convoca Cortes… Y
Véneris para que haya paz en los busca la boda de Alfonso, otra vez,
bandos en litigio. Amenaza con con Isabel. Y de Juana, su hija, con el
excomulgar a los rebeldes. Pacheco le hijo de Alfonso: es la manera de
amenaza físicamente. contentar a los Mendoza.

- Decepción de Beltrán de la Cueva al - Isabel se niega, pese a la presiones,


ver que Pacheco vuelve a manejar los a casarse con el rey portugués, pese a
designios del rey. tener la comitiva portuguesa en
Castilla. Pacheco amenaza con
- Enrique pide a Juana de Avis que le encarcelarla, pero no cede. Peralta al
acompañe a Guisando. Ésta, aterrada saber de esto lo tiene claro: la mujer a
por estar embarazada, intenta abortar. casar con Fernando es Isabel.
Pedro de Castilla lo impide y,, ante la
llegada del rey, huyen a casa de los - Peralta engaña a Pacheco y le hace
Mendoza, que tienen a su hija Juana. creer que sigue negociando la boda de
Los Mendoza la acogen en protección. Fernando con su hija, pero le dice a
Juan II que tiene un partido mejor.
- Enrique, muy tocado, por lo que Juan II acepta y manda regalos y
supone la huida y embarazo de su misivas a Carrillo y Chacón.
esposa, abronca a Fonseca, que la
debía vigilar y la repudia: ¿cómo va a - Fernando acepta las negociaciones.
poder defender ahora su honor y los Es nombrado rey de Sicilia.
derechos de su hija?
- Chacón pide ayuda a Carrillo, que
- Gonzalo deja el séquito de Isabel aparece y amenaza con arrasar la
con gran pena de ambos, por motivos ciudad con su ejército. Enrique y
diversos los del uno y los del otro. Pacheco ceden. Alfonso vuelve a ser
rechazado.
- El rey pierde el apoyo de los
Mendoza, que han jurado defender los - Enrique convoca cortes, pero en ellas
derechos de la Beltraneja. Los no se plantea que Isabel es la
Mendoza acuden a Roma y ordenan a heredera. Pero sí que ha de casarse
sus soldados colocar pasquines en las con el duque de Guyena (hermano del
puertas de las catedrales. rey de Francia) Isabel se hunde.

- Isabel (con Véneris) fuerzan a - El entorno de Isabel le insiste en


Carrillo a aceptar el encuentro en aceptar a Fernando, pero Isabel quiere
Guisando. saber de sus dos pretendientes.

- Encuentro en Guisando. + Juana de Avis sigue con los


Mendoza. Da a luz gemelos.

23
7 8
- En Aragón, Juan II –antes de - Isabel llega a Valladolid para esperar
operarse de cataratas- recibe una a Fernando y celebrar su boda.
misiva de Carrillo aceptando abrir
negociaciones de boda. Avisa también - Isabel escribe una carta a Enrique IV
que Francia está acelerando informándole de sus actos. Enrique ni
negociaciones para que Guyena se le responde.
case con Isabel.
- Cárdenas y Alonso de Palencia
- Juan hace ver a su hijo Fernando, acuden a Aragón para avisar de que
que asume y acepta. Isabel ya está en Valladolid. Simulan
que Fernando no les recibe porque ha
- Cárdenas visita a Fernando y tenido que partir a Catalunya para
Guyena. ayudar a su padre, Juan II. Recogen
ropas de Fernando y quedan en
- Cárdenas le hace ver a Isabel que esperarle en Castilla.
Fernando es el pretendiente ideal.
Isabel duda. Cárdenas la recrimina - Fernando inicia el viaje en secreto
amablemente y le dice que rezando no con tres hombres de confianza. Al viaje
siempre se arreglan las cosas, que se le añade por sorpresa Aldonza, su
hay que decidir. amante, disfrazada de hombre.

- Carrillo sondea a los nobles para - Peripecias del viaje de Fernando:


apoyar la boda. olvido del dinero del viaje por parte del
propio Fernando, les intentan atracar
- Pacheco empieza a sospechar, (los salteadores ni se imaginan la
sobre todo cuando ve que Peralta no destreza en la lucha de sus asaltados,
hace más que darle largas. Hace especialmente del joven Fernando),
vigilar a Peralta, que va a ver a Isabel. llegan antes de tiempo a una ciudad
leal y recibe una pedrada en la cabeza,
- Negociaciones de boda. Isabel y Fernando haciéndose pasar por paje
Chacón aprietan las condiciones a de uno de sus hombres.
Fernando, que se queja. Juan II
vuelve casi a rogarle de que acepte. - Rabia de Enrique por la situación:
Hacen algunas correcciones y acepta. acusa a Pacheco de no haberla sabido
controlar.
- Isabel envía una carta a Fernando
llamándole a estar con él y que “ella - Llegada de Fernando a Castilla.
hará lo que él mande”. Sorpresa de Cárdenas y Palencia por
la compañía femenina.
- Fernando habla con su amante,
Aldonza, del tema. Es casi una - Despedida Aldonza-Fernando.
despedida.
- Inicio amistad Palencia-Fernando.
- Isabel cuenta a Beatriz de Bobadilla
sus planes. Discuten: está - Incomodidad de Gonzalo ante la
traicionando al rey. Sin embargo, situación de presenciar la boda de la
Beatriz jura guardar el secreto incluso mujer que ama con otro hombre. Una
ante su marido. muchacha tienta a Gonzalo, que

24
rehúsa.
- Isabel se fuga de Ocaña con la
excusa de organizar los funerales del - Primer encuentro de Isabel y
primer aniversario de la muerte de Fernando: Cárdenas le dice “Ése es”.
Alfonso. Pacheco y Enrique están de Isabel se recluye en una habitación. Es
campaña militar con la frontera mora. el propio Fernando quien entra a
hablar con ella y salen juntos a la
- En Arévalo descubre que han recepción.
desposeído de la ciudad a su madre.
- A lo largo de todo el capítulo:
- Va a Madrigal, donde está su madre. negociaciones de Juan II por conseguir
Allí recibe a la delegación francesa, a una bula papal para “legalizar” el
la que da largas. casamiento entre Isabel y Fernando,
que son primos. Problemas con el
- Pacheco sospecha definitivamente: Papa, que hace oídos sordos. Véneris
envía carta a los habitantes de es el principal encargado de
Madrigal para que la detengan, pero conseguirla. Para ello apelará a
éstos la ayudan. Isabel pide a Gonzalo Rodrigo Borja (presentación
que pida ayuda a Carrillo. personaje), obispo emergente en el
Vaticano.
- Carrillo llega a tiempo de salvarla.
Trae el collar de Juan II de dote. - Finalmente, Paulo II negará la bula.

- Las tropas de Enrique llegan a


Madrigal: ya es demasiado tarde.

25
9 10
- Problema grave: la negativa del - Breve luna de miel acortada por una
Papa a conceder la bula. Y la boda se primera reunión del consejo asesor de
celebra al día siguiente. Toda Castillalos príncipes y por la preocupación de
sabe de la relación de primos entre seguir sin recibir respuesta alguna de
Isabel y Fernando. Enrique IV: deciden enviarle un
mensajero en persona y reclutar un
- Véneris y Carrillo, con la total ejército con el dinero pedido a Aragón.
aquiescencia de Fernando (modelo de La preocupación por no recibir la bula
Maquiavelo), deciden falsificar una papal continúa.
bula, ante la preocupación de Isabel,
que al final, cede. - Enrique recibe las capitulaciones de
boda de Isabel y un enviado le informa
- Fernando e Isabel siguen de viva voz que casados están Isabel y
conociéndose antes de la boda… Sus Fernando. Solicita que se digne a
historias son casi gemelas. Su recibirlos. Enrique se evade de la
preocupación por ser los protagonistas respuesta diciendo que ya hablará con
de un evento de esta magnitud, los el Consejo Real.
esfuerzos que han hecho por
realizarlo… y quién paga los gastos, - Isabel se queda embarazada.
cara a su futura independencia como Esperanzas en el entorno y temor en la
reyes, son los principales temas de corte de Enrique… Sobre todo si es
conversación. niño.

- Preocupación máxima de Isabel: la - Pacheco acelera las negociaciones


noche de bodas. Ella jamás ha estado con Francia como respuesta…
con ningún hombre, al contrario que
Fernando, que ya tiene dos hijos -… y Enrique va a ver a los Mendoza y
(tema del que hablan). Nervios de “libera” de su misión de proteger a su
Isabel. La mujer de Chacón la hija. Los Mendoza ven con buenos
tranquiliza y aconseja… porque ojos la alianza con Francia y el respeto
Chacón reconoce que en eso sí que por la pequeña Juana.
no la puede asesorar.
- Llegada de la embajada francesa.
- Fernando capta el interés de Enrique les recibe con su esposa, su
Gonzalo por Isabel. Presentación hija… A su lado Pacheco y los
mutua: se da cuenta de que, sin tener Mendoza. Jouffroy, el delegado
sangre regia, es un igual a él: alguien francés denuncia a Carrillo.
acostumbrado a pelear desde niño,
enamorado de la estrategia militar… Y- Mientras, Pacheco ordena tomar
ambos odian las justas ni la lucha Valladolid. Avisados Fernando e Isabel
como juego ni disputa de honor. huyen de la ciudad a otra más
tranquila: Dueñas, donde la
- Carrillo es el gran jefe de precariedad económica empieza a
ceremonias. Organiza todo con gusto: desanimar a los príncipes.
en realidad se siente el gran
protagonista. Comenta en su entorno - Juan II, preocupado por el poder de
su éxito, sus ideas de futuro… Pacheco y que la bula no llega, idea
calmar la situación casando al hijo que

26
- Carrillo se reúne previamente a la espera Isabel con la Beltraneja,
boda con Fernando e Isabel y les hace impidiendo una alianza Castilla-Francia
jurar que gobernarán de “a tres”. Ellos, que la llevaría a la derrota y a la
superados, aceptan. Pero para miseria. Isabel, enfurecida, se niega.
Fernando, a partir de ese momento, Fernando la apoya.
Carrillo quedará marcado.
- Deciden seguir negociando con
- Enrique recibe la preocupación de Enrique, que hace oídos sordos.
los Mendoza por la situación
planteada… y no sabe que responder - Isabel da a luz una niña. Los padres,
en una visita que hace a su hija. Los encantados. El entorno de Isabel y
Mendoza se compadecen del futuro Juan II decepcionados.
de la niña (ya con 7 años), a la que
adoran. - Enrique IV deshereda a Isabel.

- Pacheco propone abolir los pactos - Aceptación de matrimonio pública


de Guisando y casar al Duque de entre la Beltraneja y el Duque de
Guyena (hermano del rey de Francia) Guyena. Con todo el boato.
con la Beltraneja. Luis XI de Francia
acepta y alista ejército apara atenazar- En paralelo: roces continuos en la
a Aragón. relación entre Fernando y Carrillo. Éste
ve con preocupación lo unidos que
- En la noche de bodas, Fernando están Isabel y Fernando. Isabel
intenta calmar a Isabel, recién concede al hijo de Carrillo, Troilo, un
acicalada por sus damas. Echa a los señorío, para calmar la situación.
testigos de la cámara: ya basta con la
ceremonia de la sábana… Hacen el
amor… Isabel superada y gratamente
sorprendida.

- Gonzalo acaba, en paralelo a Isabel,


haciendo el amor con la muchacha
que le cortejaba estos días.

- La sábana sale manchada de sangre


provocando aplausos y vítores.

27
11 12
- Nuevo traslado por cuestiones de - Muere Paulo II, un grano en el culo
seguridad. Escasez y crisis. La de Juan II de Aragón. Le sustituye
propaganda de Enrique sobre la Sixto IV, gracias, entre otros, a Rodrigo
ilegalidad de la boda hace mucho Borja, un religioso brillante, culto y
daño. mujeriego.

- Respuesta de Isabel a todo el reino:- Sixto IV envía a Borja a Castilla y


una carta en la que explica punto por Aragón: ha de conseguir fondos para
punto las razones de por qué ha una nueva cruzada, ver la situación
actuado como ha actuado. real del conflicto Enrique-Isabel… Y
elegir a quien le entrega el capelo
- Crisis Fernando-Isabel: no entiende cardenalicio: a Carrillo o a Pedro
tanta palabrería, tanto aguantar… Él González de Mendoza. Borja se
es un hombre de acción y no puede documenta con Véneris.
estar pasivo, sin hacer nada. Hay
otras manera de hacer política. Hay - Juan II de Aragón avisa a Fernando
que llevar la iniciativa. de la llegada de Borja. Ante la
sorpresa (y satisfacción) de Fernando,
- Isabel pilla a Fernando coqueteando le dice que apoye a Pedro: los
con otra dama. Mendoza son el futuro.

- Continuación mala relación - Esperanzas en el entorno de Isabel


Fernando-Carrillo. Chacón se ve por el cambio de papa. Carrillo, lo tiene
obligado a intervenir. claro: el capelo será para él.

- Asturias y Vasconia son dominadas - Fernando ha de ir a Valencia a


por Pacheco. Viene una comitiva recibirle. Nuevos celos de Isabel.
asturiana… Fernando, ante la Fernando, para calmarla, le ofrece unir
sorpresa de Isabel y Chacón lleva la sus emblemas: el yugo y las flechas.
iniciativa de la negociación.
- Recepción de Borja en Valencia con
- Llega administrador enviado por Pedro Glez. de Mendoza (enviado por
Juan II de Aragón. Isabel le dice que Enrique IV) y Fernando. Hacen buenas
vuelva por donde ha venido que ella migas.
se apaña con las cuentas de su casa.
Y le da un mensaje a Juan II, que - En un aparte, Fernando se gana a
pague lo que debe de la dote. Borja y le dice que apueste por
Mendoza.
- El administrador trae otro mensaje,
en privado, a Fernando: su padre le - Curiosidad de Borja por Isabel.
necesita.
- Borja concede la bula a Fernando e
- Primera separación de los príncipes: Isabel.
él debe ir a Aragón.
- Borja sigue su tour por la península.
-Isabel temerosa de Fernando y sus Buena relación con Enrique IV… Le da
infidelidades. Fernando le jura esperanzas de salir beneficiado.
lealtad… que no fidelidad. No hará

28
nada que perjudique sus intereses de - Pacheco introduce a su hijo como su
Estado… Y estos son su principal mano derecha en la corte.
preocupación como para perseguir
faldas. - Intento de Borja por salvar la
situación de Castilla: crea una
- Fernando encomienda a Gonzalo la comisión… que sabe va a beneficiar a
seguridad de Isabel. Isabel… Pacheco anula la comisión.
Borja toma nota.
- El Duque de Guyena da marcha
atrás en la boda con la Beltraneja. - Navidad invitado por Carrillo en
Alcalá.
- Los Mendoza plantean a Enrique
negociar con Isabel: Castilla se está - Encuentro Isabel-Borja.
haciendo ingobernable.
- Carrillo tiene claro que será el
- Pacheco, fiel a sus métodos, planea elegido… Borja va de un lado a otro
tomar Sepúlveda, ciudad pro-Isabel. repartiendo esperanzas… pero él tiene
Cabrera se entera y avisa a Isabel a claro quién es el elegido y que esa
través dde Beatriz de Bobadilla: elección cambiará el futuro de Castilla.
reencuentro de las amigas. A todos les pide discreción y que
guarden secreto de sus palabras hasta
- Fernando se desahoga con su padre: que él vuelva a Roma.
la situación no es buena. Fernando le
pide paciencia y prudencia. También - Cuando vuelve se hace pública la
le comenta sus problemas con un elección: es Pedro Glez. de Mendoza.
noche que lidera revueltas (Jiménez). Alegría de Enrique (y resquemor de
Fernando se hará “amigo” de él, Pacheco, que se huele lo que hay
encontrará pruebas de sus actos y lo detrás), felicidad en los Mendoza. Y
ejecutará sumarísimamente. rabia en Carrillo, que impide ir a Isabel
y Fernando a la celebración de la toma
- Sin avisar a Isabel, Fernando de posesión del capelo de Mendoza.
negocia asuntos de Vasconia con
éxito. - Mientras, en Segovia: Pacheco
intenta asaltar Segovia y derrocar a
- Reencuentro con Aldonza. Cabrera para quedarse con el tesoro
del reino. El colectivo judío
- Gonzalo salva Sepúlveda. (amenazado) avisa a Cabrera que lo
impide: ahora lo tiene claro,
- Fernando vuelve victorioso de sus intermediará entre Isabel y Enrique.
gestiones: han recuperado Asturias y
Vasconia.

- Admiración de Fernando por


Gonzalo.

29
13
- Fernando vuelve a Aragón. Las cosas van mal. Fernando le hace ver que no
puede desgastarse en continuas guerras: aboga por pactar con Catalunya. Juan
II percibe que su hijo ya es un auténtico rey.

- Cabrera y Beatriz de Bobadilla hacen gestiones con Enrique para concertar


una cita con Isabel y provocar la reconciliación entre ambos. Aprovechan
ausencia de Pacheco.

- Pacheco se enoja al saberlo y pide a Enrique que a cambio Isabel deje en


prenda a su hija de tres años. Enrique se incomoda (y también cabrera) ante
esta petición: ¿otra vez amargando la vida a un niño? ¿alguien en su sano juicio
cree que Isabel accedería, con el carácter que tiene? Pacheco entonces insiste
en prender a Isabel y Fernando cuando lleguen: Enrique no acepta.

- Reencuentro Isabel y Enrique, para felicidad de ambos. Enrique parece estar


muy cansado, envejecido, harto de intrigas… y busca en la reconciliación una
paz familiar que nunca tuvo. Enrique pasea con Isabel por Segovia para que el
pueblo sepa de la reconciliación.

- Pacheco, muy alterado, intenta tomar Segovia por las armas. Alonso de
Palencia, espía de los conjurados.

- Navidad en familia y con Fernando.

- Presiones de Juana de Avis a Fernando: viene de Extremadura a Segovia


para saber qué va a ser de su hija.

- Cabrera intenta asentar todo en un documento, pero la salud de Enrique


flaquea y vuelve a Madrid.

- Carrillo. Airado por el desarrollo de los acontecimientos, abandona a Isabel.

- Reencuentro Juan Pacheco-Carrillo. Hacen planes. Hay que recuperar la


alternativa de la Beltraneja, casándola con Alfonso de Portugal… pero Pacheco
muere antes de llegar a realizar tal pacto. Carrillo jura que él lo hará.

- Problemas con el maestrazgo de Santiago a la muerte de Pacheco: Enrique


quiere premiar a Diego Pacheco. Los nobles e Isabel, se niegan.

- Harto de tanta negativa y problemas, huye a cazar. Allí muere. Diego Pacheco
en su lecho de muerte intenta sonsacarle quién es su heredera. Enrique calla.
Diego Pacheco mentirá y dice que ha dicho que es Juana, su hija.

- Carrillo informa a Fernando por carta (en Aragón) que Enrique está enfermo:
Isabel lo hace más tarde. Con su muerte pasa lo mismo.

- Isabel da un golpe de estado y se corona en solitario, para enfado de


Fernando.

30
4. SINOPSIS DE LA PRIMERA TEMPORADA.

CAPÍTULO 1

1. VALLADOLID, 1453

2 de junio. Un hombre de casi 30 años (Gonzalo Chacón) se despide


en el calabozo de Álvaro de Luna (de avejentados 63), su mentor, que ese
mismo día va a ser ajusticiado. Hablan de cómo se ha llegado a esta
situación, de cómo han intrigado contra él aquellos a los que el elevó
(Pacheco) y Isabel de Portugal… Y que la familia de Luna tiene preparado
un ejército para entrar en la ciudad antes de que llegue esta tarde la hora
fatídica. Álvaro de Luna dice que no. Que hasta aquí ha llegado. Está
cansado, debió retirarse hace tiempo. Es hora de que otros continúen su
labor. Esto último lo dice mirando a Chacón como si fuera una consigna.
La conversación se interrumpe. Es hora de que marche Chacón y entre un
sacerdote a confesar al reo. Álvaro de Luna le dice al cura que él también
puede marcharse: “Lo que le tengo que decir a Dios, prefiero hacerlo a
solas”.

Plaza pública. Entre los espectadores, Chacón… Y Pacheco, que


cruzan miradas. Álvaro de Luna llega al cadalso. A su lado el verdugo y un
funcionario que le pregunta si desea decir algo que decir antes de su
muerte. Álvaro le responde que “ojalá el Rey, mi señor, os pague vuestros
servicios mejor que a mí”. Es decapitado.

Corte de Segovia. Esa misma noche, tormentosa, el Rey Juan II


recibe la notificación de que don Álvaro ha sido ejecutado. A su lado,
Isabel de Portugal y una niña de dos años. Juan II tira una copa mirando
fijamente a su mujer, dando un susto que hace que la niña empiece a llorar.

31
Juan II se marcha serio. La reina intenta calmar a la niña: “No llores, mi
niña…. No llores… Isabel”.

2. ARÉVALO, 1461 + EN PARALELO, EN LA CORTE DE


SEGOVIA.

Isabel… Isabel… os toca mover a vos”… Isabel tiene ahora 10 años


y anda pensativa delante de un tablero de ajedrez. Isabel pregunta si es tan
útil aprender un juego tan complicado como éste… Vemos que quien juega
con ella es Gonzalo Chacón, su tutor, que le responde que sí, que es un
juego que cultiva la inteligencia, que plantea estrategias útiles en la vida.
Isabel pregunta algo que no entiende: “Una reina es ser algo muy
importante, ¿no?”. Gonzalo le dice que sí, que su madre bien sabe de ello
que lo fue. Isabel añade: “entonces, ¿por qué puede moverse sólo de
cuadro en cuadro… Los alfiles tienen más lustre” 5. Gonzalo sonríe ante la
sagacidad de Isabel: “Quién sabe, tal vez algún día pueda moverse como a
ella le plazca”. … El juego es interrumpido por un chaval de apenas ocho
años que entra corriendo y jugueteando… Y tras de él, Beatriz de
Bobadilla, que dice a los niños que su madre les espera en la iglesia.

En Arévalo, la infancia de Isabel transcurre feliz, con su hermano,


Beatriz (hija del alcalde, siete años mayor que ella y su dama de compañía)
y Gonzalo Chacón, su tutor, al que llama “padre” incluso ante la ausencia
del suyo, ya que la esposa de Gonzalo (una dama portuguesa que vino con
el séquito de Isabel de Portugal) fue quien la amamantó de pequeña.
Educada religiosamente y con unas horas al día dedicadas al estudio, sus
principales entretenimientos son las excursiones que les organiza Chacón
(le encanta la caza) y el teatro.

5
Precisamente a finales del siglo XV la Reina quedó liberada en sus movimientos por el tablero. Muchos
teóricos dicen que fue en homenaje a la Reina Isabel.

32
Sólo hay dos cosas que, aunque los niños son ajenos a ello, enturbian
estos felices momentos: el no cumplimiento de las dispensas económicas
por parte del hijo de Juan II y ahora rey Enrique IV… y la cada vez más
reiterada costumbre de Isabel madre a creer que ve en sueños a Álvaro de
Luna… al que llama desde su ventana como si estuviera en las aguas del
río.
Sin embargo, cuando en un brote de locura, Isabel de Portugal se
mete en el río creyendo que desde allí le habla don Álvaro, Isabel y
Alfonso notan que algo está mal. Alfonso es fácil de engatusar: se ha caído,
un accidente. Sin embargo, Isabel escucha a un campesino que la sacó del
río que entró en él llamando a don Álvaro. Y que no es la primera vez que
la ve llamarle. Isabel intenta averiguar sin éxito quién es ése tal Álvaro.

Ya recuperada, agradecida por su trabajo con sus hijos, Isabel


convoca a Gonzalo de Chacón, con quien rememora el pasado y sus errores
(sobre todo lo ocurrido con Álvaro de Luna). Gonzalo quita hierro al asunto
y prefiere mirar al futuro. Isabel madre le pregunta si se sabe algo de su
hijastro, el rey Enrique IV, que sigue sin cumplir con las concesiones
económicas pactadas y apenas se pasa por allí.

MIENTRAS, EN LA CORTE DE SEGOVIA, Enrique IV, parece


preocupado por otros temas. Esencialmente, su impotencia. Para tratarla,
recurre a diferentes métodos para conseguir que su segunda esposa, Juana
de Portugal, quede embarazada. Ella vive amargada por su infeliz
matrimonio con Enrique IV, envidiando a sus damas que disfrutan de los
placeres carnales. Insatisfecha sexualmente, se ofrece a Beltrán de la
Cueva, conocido conquistador, caballero de moda y ”a la moda”, y que
goza de los favores del Rey, pero éste no hará nada que no ordene su señor,
Enrique IV.

33
Pero tal asunto (que Enrique se lo insinúe) no va a tardar mucho en
ocurrir y Beltrán acudirá a la alcoba de la reina. Mientras, Pacheco no
puede dejar de mostrar a Carrillo su desprecio hacia Beltrán, ese
advenedizo que luce ropas ridículas para un hombre. La enemistad de los
dos crece día a día.

Pacheco, de paso a otro destino, hace parada en Arévalo. A Pacheco


le acompaña su hermano, Pedro Girón. Ambos son recibidos con cortesía e
ilusión y se organiza una cena para ellos. Tras la cena (a lo largo de la
misma, Girón no ha dejado de estar pendiente de Isabel de Portugal).
Chacón insiste a Pacheco, muy a su pesar por el odio que le tiene (él
organizó la caída y muerte de Álvaro de Luna), le solicita interceda por
Isabel de Portugal y sus hijos para que Enrique. Pacheco, humillándolo, le
da algo de dinero en forma de limosna. Chacón traga el sapo y toma el
dinero. Unos gritos hacen saltar la alarma.

Al llegar al lugar de los gritos se encuentran a Girón agarrando e


insultando a Isabel de Portugal. Isabel. Chacón se interpone y arremete a
Girón… pero no es hombre de pelea. Pedro Girón, una fuerza de la
naturaleza, le abofetea tirándole al suelo y saca la espada. Pacheco le
detiene. Isabel es testigo de todo. Alfonso llega tarde a la escena y no ve
nada… Y le dicen que justamente es lo que ha pasado: nada.

Pero no pasará mucho tiempo para que pase algo que ya no le puedan
ocultar a Alfonso: Juana de Avis está embarazada. Juan Pacheco y Juana de
Avis presionan a Enrique IV para tener a los infantes cerca.

34
Enrique IV, como siempre, accede y eso supone que Isabel y Alfonso
sean llevados a la fuerza a la corte de su hermanastro, el rey Enrique IV,
pese a los intentos de Chacón por evitarlo hablando con los Mendoza, que
ni se inmiscuyen en el tema: lo que decida el rey, bien decidido está.
Cualquiera de ellos puede ser mascarón de proa de alguna insurrección
nobiliaria que los secuestrara… Sólo hay una opinión contraria: la de
Carrillo, obispo de Toledo que, a demás de otros intereses políticos, se
queja a Enrique de dejar a la madre sola en Arévalo es Carrillo, ya que
tiene noticias de que su salud no es muy buena. Ya que no convence al rey,
pide ser él y no Girón quien vaya a recogerles (sabe de la anécdota ocurrida
en Arévalo).

En efecto, no tarda en presentarse Carrillo en Arévalo. Son recibidos


con cortesía pero con temor. Las despedidas con su madre -que se queda
colapsada-, Beatriz, Chacón y su esposa son tristes y amargas.

3. EN LA CORTE.

En Segovia, quedan bajo el cuidado de la reina, Juana de Portugal,


que los desprecia y teme a la vez porque constituyen una amenaza para el
futuro del hijo que está esperando.

Isabel pasa de ser educada religiosamente por su madre a ser Juana


de Avis su educadora principal… Y no precisamente con la moral que
Isabel ve correcta. Disfruta humillándola y, sobre todo, escandalizándola,
para quienes utiliza a sus damas, famosas en la Corte por su liberalidad.

Lejos Chacón, lejos Beatriz de Bobadilla, lejos su madre, entra en un


estado de melancolía en el que sólo Carrillo parece apoyarla. Pero una
noche en la que huye de su habitación porque Juana ha colocado en la de al

35
lado a dos de sus damas para que disfruten del sexo con dos muchachos,
acude a la de Carrillo… Y se lo encuentra con una dama. Definitivamente,
las costumbres de la Corte son bien distintas a lo que ella desearía.
Posteriormente, Carrillo hará todo lo posible para recuperar su amistad y
respeto, así como el de su hermano Alfonso.

Isabel se acostumbra a sobrevivir en un ambiente distinto, viciado,


lejos de la sencillez y el cariño de Arévalo. Oye comentarios de la
impotencia de Enrique IV, rumores de que el padre es Beltrán de la
Cueva… Sólo algún concierto y sus lecturas, y estar con su hermano, las
veces que Pacheco le deja libre (que son pocas) logran hacerla feliz.

Sus relaciones con Enrique IV no son malas, se siente tratada con


cariño… pero no puede entender por qué le ha hecho esto cuando luego la
trata como a una hermana. Enrique le explica lo complicado que son las
responsabilidades del poder y que ella debe entenderlo. Un día no muy
lejano las asumirá cuando case con algún príncipe o rey. Las palabras que
intentaban consuelo hacen, por el contrario temer a Isabel aún más por su
futuro.

Mientras, la rivalidad de Beltrán y Pacheco va en aumento, como la


tripa de Juana de Avis, que acaba dando a luz. Y los acontecimientos se
desencadenan: es elegida madrina, para cuando la niña nazca, emparejada
con el embajador francés, de la pequeña Juana junto a un padrino muy
especial: el marqués de Villena (Juan Pacheco) y señora. Oficia el
arzobispo de Toledo: Carrillo.

Pero en el ambiente vuelan los rumores: las damas cuchichean del


parecido de la niña con Beltrán… Y éste es nombrado conde de Ledesma…

36
Y al casarlo con una Mendoza (Mencía) le sitúa de lleno bajo el auspicio de
la familia más poderosa del reino. Andrés Cabrera, uno de los pocos
amigos que tiene Beltrán en la corte (donde son considerados dos
advenedizos no merecedores de sus cargos, uno mayordomo, otro alcalde),
le felicita y le avisa de que tenga cuidado: su ascensión tan fulgurante hará
que sus enemigos vayan a aniquilarle. En efecto, Pacheco no puede más y
piensa que son premios que: 1) le corresponderían a él; y 2) son premios
por “colaborar” en la fecundación de Juana de Avis. Y empieza a maquinar
cara al futuro…

Isabel cada vez lo lleva peor y pide a Enrique poder ir a ver a su


madre. Enrique le niega el permiso. Y no hubiera sido poco oportuna la
visita ya que en Arévalo, el estado de salud de Isabel de Portugal empeora,
con brotes cada vez más reiterados. En uno de sus momentos de lucidez
ruega a Chacón que vaya a ver a sus hijos a la Corte, que quiere saber de
ellos de su propia boca.

Chacón se presenta en Segovia, lo que le supone una bronca de


Pacheco. Beltrán intercede y están a punto de llegar a las manos. Carrillo
aparece para amainar el conflicto. Chacón habla con Isabel. Le oculta el
estado de su madre. Pero Isabel nota que le miente… Y le pide la verdad…
Llega Alfonso, que pregunta lo mismo… Y ante la admiración de Chacón,
Isabel, tras dudar un poco, le dice a su hermano que está bien, que no se
preocupe… Chacón les pregunta por cómo están ellos. Isabel también le
oculta lo mal que lo están pasando. Alfonso intenta decir algo, pero una
mirada de Isabel le hace callar. Una vez solos, Isabel le dice que son hijos
de reyes, que tienen que ser responsables y aguantar la adversidad.

37
Llega el momento de que las Cortes sancionen que Juana, la hija de
los reyes, sea la legal sucesora. Pacheco jura en cortes, junto al resto de los
nobles, la legalidad de la Beltraneja, pero ante notario extiende un
documento público en el que hace constar que “jura forzado” y contra su
voluntad “a la princesa Juana, que es hija de la Reina pero no del Rey”.

Enterado de ello Carrillo le pregunta las razones de la traición.


Pacheco niega que sea traición, sino un aviso. Algo que será útil para el
futuro… Y en ese futuro, Alfonso es vital como sucesor de la Corona.

4. DOS AÑOS DESPUÉS: LA REBELIÓN DE LOS NOBLES.

Isabel está a un paso de los 14, su mayoría de edad. Lo hace aterrada


por ser partícipe de bodas indeseadas. Chacón, acompañado de Carrillo, la
visita justo en el momento que la están haciendo un retrato a la ya mujer 6.
Hablan de rumores… de que hay quien cree en Alfonso como el heredero
real. Y de quien ve una ofensa que se otorgue a Beltrán el maestrazgo de
Santiago, dado en testamento por Juan II a su hijo Alfonso.

Chacón pregunta por Alfonso, aún no lo ha visto. Isabel cuenta


divertida que por ahí anda jugando a ser soldado con un doncel que ha
venido a su servicio desde Córdoba: un tal Gonzalo Fernández, un chaval
de su edad, pero que parece llevarle muchos años por aspecto y decisión.

Entra Alfonso con un acompañante (Gonzalo), al que vemos


respetuoso y a la vez embelesado con Isabel. Carrillo tiene una buena

6
En caso de no contar con la actriz protagonista desde el principio (es una opción), podríamos jugar con
dos retratos: uno colgado de la niña que llegó junto a Alfonso. Y otro, el que le están haciendo, ya más
desarrollada, con otro corte de pelo… A la escena entraría también Alfonso, con lo cual contrastaríamos
en una sola secuencia el paso del tiempo de los 10 a los casi 14, de los 8 a los 12, para tener a los actores
que luego desempeñarán el papel.

38
nueva: ha conseguido permiso para que vayan a ver a su madre. Lo que se
encuentran al verla es una mujer bastante deteriorada mentalmente, que
tiene momentos de lucidez, especialmente al ver a sus hijos. Isabel, triste y
decepcionada por no saber la verdad. Alfonso se queda hundido. Pregunta a
Isabel si lo sabía… Isabel calla y Alfonso enfurece. Echa la culpa a Enrique
de no haberles dejado ver a su madre, de haber acelerado su enfermedad.

Mientras, en Burgos (1469) madura el fruto de todas las


conspiraciones de Pacheco y tiene lugar la Rebelión de los Nobles. Pacheco
se había aliado con gente poderosa como el almirante don Fadrique, don
Rodrigo Pimentel, conde de Benavente; García de Toledo, conde de Alba,
Enrique Enríquez, conde de Alba de Liste; Rodrigo Manrique, el conde de
Paredes (padre de Jorge), Diego Stúñiga, conde de Miranda, Álvaro
Stúñiga, conde de Plasencia, los Fajardo de Murcia, ll Maestre Alcántara…
Y nada menos que tres obispos: Carrillo el arzobispo de Toledo, Fonseca,
arzobispo de Sevilla y Acuña, obispo de Burgos.

También consiguieron la adhesión de los cabildos municipales y


catedralicios burgaleses. De esa reunión surge el manifiesto del 28 de
septiembre de 1464. En dicho manifiesto se pregonaba (acaso se pregonó
en las plazas) que los dos Infantes estaban cautivos, por lo tanto no tenían
ningún derecho de sucesión al trono de Castilla. Era una protesta contra el
mal gobierno de Enrique IV.

Allí se redactan tres copias de un mismo documento (para el Rey, las


ciudades y el papa). En ellos dejan claro que Alfonso es su rey y reclaman
custodia de los príncipes por considerar un peligro que sigan en la Corte:
temen que a Isabel se la pueda casar al mejor postor y que asesinen a
Alfonso.

39
El manifiesto está escrito con habilidad para no ofender al rey para
que no fuese acusado de desacato regio:
a) El rey está “secuestrado” por Beltrán de la Cueva y procedía
liberarle.
b) Denunciaban que el privado era un peligro para la vida de los
infantes. “Procuran la muerte a los dichos Infantes, porque la sucesión
destos regnos venga a la dicha doña Juana…”
c) Se criticaba la protección en el seno de la Corte de los
musulmanes en detrimento de la Iglesia Católica.
d) Se decía también que la princesa Juana no era la legítima heredera
del trono, porque no era hija del monarca. “…pues Vuestra Señoría e a él –
Beltrán de la Cueva- es bien manifiesto ella no ser hija de Vuestra
Señoría.” Finalmente se pedía al Rey que acudiese a la ciudad de Burgos,
donde había puesto su emplazamiento la Liga, acompañado de los dos
infantes y sin Beltrán de la Cueva.

A Isabel y Alfonso, aún con su madre, les vienen a buscar, con


premura, por orden de Enrique IV. Sin dar explicaciones, se los llevan.

Nada más partir, aparecen otros soldados, esta vez encabezados por
Pedro Girón que pregunta por los infantes… Chacón no entiende nada: se
los acaba de llevar la Guardia Real. Girón maldice haber llegado tarde y
maldice al rey… Y marcha.
Beatriz de Bobadilla, alarmada, pregunta a Chacón qué ésta
ocurriendo. Chacón, preocupado, sabe que nada bueno.

40
CAPÍTULO 2

1. TRAS LA REBELIÓN DE LOS NOBLES.

Enrique IV ha quedado desconcertado después de recibir el


manifiesto nobiliario del 28 de septiembre de 1464. Se siente dolido,
incluso traicionado, porque Pacheco y Carrillo, su tío, dos de los personajes
de su máxima confianza, encabezan las protestas del bando rebelde. Por su
lado, su esposa Juana y su válido Beltrán se muestran furiosos, la primera
porque se pone en duda su honor, cuestionando la legitimidad de su hija
Juana, el segundo porque es el objetivo de los ataques de sus rivales, que lo
culpan del mal hacer del rey. Ambos tiene claro que Enrique sólo tiene una
salida: actuar con mano dura contra los sublevados.

El rey, como es habitual en él, y de acuerdo a su talante pacifista –


para otros, pusilánime-, tan criticado por ser poco habitual en la época,
querría encontrar una manera de solucionar el conflicto sin recurrir a la
guerra. Cuando el obispo López Barrientos le apremia a tomar las armas e
imponer su autoridad, como desean Juana y Beltrán, Enrique le responde:
“Los que no habéis de pelear, padre Obispo, ni poner las manos en las
armas, sois muy pródigos de las vidas ajenas” A lo que el obispo contesta:
“Quedaréis por el más abatido rey que jamás pisó esta tierra e
arrepentido estaréis, señor…” El rey no se arredra, nunca se arrepentirá de
evitar el derramamiento de sangre: “Bien paresce que no son vuestros hijos
los que han de entrar en la pelea, ni vos costaron mucho de criar…”

Durante todo este momento, la situación en la corte es tensa e


incómoda para Isabel y Alfonso después de volver de Arévalo escoltados
por el fiel Chacón ya que siguen al cargo de su cuñada Juana. Se sienten
solos, sin la protección de los suyos, y ni tan solo la de Carrillo, que ahora

41
está en el otro bando. Además, Enrique se muestra distante por los últimos
acontecimientos. Juana recrudece su trato hacia ellos, a pesar de seguir
siendo sólo unos niños, porque los ve como sus enemigos, al fin y al cabo
los rebeldes reivindican sus derechos en detrimento de los de su propia hija.
Es tanta su amargura que llega a prohibirle a Isabel que tenga ningún tipo
de contacto con la pequeña Juana porque teme por su seguridad con ella
cerca.

Por suerte, Isabel y Alfonso encuentran en Gonzalo un amigo en


estos momentos tan difíciles. Con el infante, el paje es un gran compañero
de juegos mientras que, en cambio, para la joven, se convierte en su
confidente. Gonzalo, sin desearlo, se va enamorando de Isabel.

Finalmente, Enrique IV decide optar por la negociación con los


nobles rebeldes, para indignación de Juana y Beltrán. Ella considera que su
marido, con esta actitud, da pábulo a las sospechas sobre la paternidad real
de su hija. El valido, por su lado, no comprende cómo el monarca se
doblega ante las exigencias de un traidor como Pacheco.

Al inicio de la ronda de conversaciones para llegar a algún tipo de


acuerdo satisfactoria para ambas partes, Enrique vuelve a reencontrarse con
Pacheco. El monarca no oculta su decepción, incluso su dolor, por la
actuación, traicionera desde su punto de vista, del noble, al que ha ayudado
a ascender dentro de la corte, colmándolo de títulos y rentas desde que fue
coronado rey7. Pacheco, astuto y persuasivo, consigue con su discurso darle
la vuelta a la situación: aglutinar a la nobleza descontenta y redactar el
manifiesto en su contra es uno de los hechos más penosos de su vida pero
no ha tenido más remedio que hacerlo, pensando en su bien (el de Enrique

7
Es un poco el “¿Tú también, Bruto?” en boca de Julio César.

42
IV) y el de la corona castellana. Era la única manera de que el rey tomara
conciencia de la mala influencia de Beltrán de la Cueva en su gobierno.

El 2 de diciembre, muere encarcelada Blanca de Navarra. Cuando la


noticia llega a Enrique IV, le afecta mucho. Él conoce la verdad sobre su
matrimonio y el verdadero motivo por el que no tuvieron hijos. Se siente
mal porque se vio obligado a repudiarla, acusándola de utilizar brujería en
su contra para que no pudiera concebir un hijo con ella. Pero todavía queda
más hundido cuando se encuentra con Juana informándose de los detalles
que han rodeado la triste muerte de su predecesora. La reina no puede
evitar derramar unas lágrimas. “¿Lloras por mi primera esposa?”, le
pregunta Enrique. “No -responde Juana- Lloro porque yo podría ser ella.
Porque pueda sucederme lo mismo”. Enrique abandona la estancia. Juana
ha sido suficientemente explícita de acuerdo con el contexto actual: el rey
no duda en sacrificar a los suyos para conseguir lo que quiere, en el caso
presente a ella y a su hija para evitar la guerra.

Enrique, sintiéndose solo e incomprendido, huye a cazar. Es su


manera de evadirse.

2. LA CONCORDIA.

Tras meses de discusiones, los dos bandos sientan las bases para una
concordia. A principios de diciembre de 1464, se firman los Pactos de
Cabezón, que conllevan la vuelta al redil de los nobles sublevados. Enrique
accede a las condiciones siguientes, entre otras (para más dudas consultar
el resumen sobre la tesis de Beltrán):
1. El infante Alfonso será el heredero al trono castellano
cuando él muera.

43
2. La infanta Isabel dispondrá de su propia casa en Segovia,
con 5 damas elegidas por su madre y el permiso de viajar
libremente a Arévalo donde reside la reina viuda.
3. De la Cueva renunciará al Maestrazgo de Santiago y se
alejará de la corte a una distancia de 14 leguas durante seis
meses, con posibilidad de que su expulsión se prorrogue
hasta un año o incluso diez si incumple lo pactado. Y con
Beltrán, también se irán las personas que forman parte de su
círculo más fiel.
4. Se encargará a una junta de cinco compromisarios redactar
una Sentencia de dicho pacto.

El rey, a cambio, consigue que acepten sus condiciones:


1. De la Cueva recibirá tierras y rendas por los servicios
prestados a la corona a modo de compensación.
2. Alfonso se casará en un futuro con su hija Juana,
restituyéndola de esta manera por haber sido desplazada de
la sucesión de la corona (ver trama JUANA DE AVIS-
BELTRÁN DE LA CUEVA).

La Concordia, que supone buenas noticias para Isabel y Alfonso,


dado que ella deja de estar a cargo de su cuñada Juana y él se convierte en
príncipe y heredero al trono, pronto revela su cara negativa. Alfonso tiene
que unirse al séquito regio, como prenda de cambio por exigencia de la
liga, por lo cual debe separarse de Isabel. Ambos jóvenes aprovechan el
poco tiempo que les queda juntos hasta que él quede a cargo de Pacheco.

Cuando llega el día de la despedida, los dos mantienen el tipo, sobre


todo por el otro a pesar de que es un momento muy doloroso. A espaldas de

44
Alfonso, Isabel le pide a Gonzalo, que se marcha con el cortejo del infante,
que cuide de él y que sea el mensajero entre los dos, a lo que el joven
accede con gusto. Lo que sea para seguir pudiendo verla. Ojalá sus
sentimientos pudieran hacerse algún día realidad. Sin duda, la separación
de su hermano es un duro golpe para Isabel.

Por su lado, Beltrán, el gran damnificado del acuerdo, devuelve


(hace una carta de renuncia antes de que le desposeyeran de él a la fuerza y
por no generar ningún conflicto) el Maestrazgo a Enrique IV y abandona la
corte sin oponer resistencia, demostrando que sigue siendo leal al rey pese
a su mal pago. Por suerte, cuenta con el apoyo de su esposa y de la familia
de ella, los Mendoza.

3. ISABEL ABRE CASA PROPIA.

Isabel, pese a la tristeza por separarse de su hermano, tiene motivos


de alegría. En primer lugar, dispone de una mayor libertad de movimientos
y viaja a Arévalo para ver a su madre ahora que dispone de dicha libertad.
Isabel de Portugal, disfrutando de cierta lucidez, está muy satisfecha por la
situación de sus hijos: su primogénita abrirá casa propia y su benjamín será
el futuro rey contra todo pronóstico a pesar de que Enrique ha tenido
descendencia.

En segundo lugar, el hecho de abrir casa propia le permitirá evitar la


cercanía de Juana de Avis: debe formar un equipo que la rodee y la proteja.
Para ello, Isabel madre cede a su fiel Gonzalo Chacón para que lleve la
casa de su hija y a Beatriz de Bobadilla como directora de sus damas.
Isabel se da cuenta de que su madre prescinde de sus mejores sirvientes
pero ésta la tranquiliza, diciéndole que con los que le quedan seguirá tan

45
bien como hasta ahora. Isabel regresa a Segovia y toma posesión de su casa
propia acompañado de su querido mentor y su apreciada amiga, a los que
considera como un padre y una hermana mayor, además de la esposa de
Chacón, su nodriza, y su sobrino Gutierre de Cárdenas.

En esta nueva etapa de su vida, Chacón retoma sus enseñanzas con


los valores de antaño, nada que ver con la formación recibida durante el
tiempo que ha estado al cargo de Juana. Chacón clarifica la situación
política y el papel de los diferentes actores y bandos rivales en el
complicado panorama de la corona castellana y sus grandes. Así empieza la
educación política (y con ejercicios prácticos) de la que será la futura reina.
Y es que Isabel es una buena pupila, prudente, callada y observadora.
Chacón le insta a que tenga paciencia, sea fiel a sus principios y defienda la
Corona por encima de las ambiciones de los nobles, como hiciera con él su
admirado Álvaro de Luna.

4. EL PRÍNCIPE ALFONSO, TÍTERE DE PACHECO.

A diferencia de Isabel, que no puede estar en mejores manos,


Alfonso está en Plasencia a cargo del peor de los personajes a quien
encomendar su formación y su seguridad. Y es que Pacheco tiene su propia
agenda y el infante es sólo un medio para conseguir mayores cotas de
poder. Sin darse de cuenta de que su nueva situación es en realidad una
jaula de oro, Alfonso, que no puede evitar sentirse un poco solo, alejado de
su hermana, se deja embaucar por su protector, que lo agasaja como merece
un heredero al trono.

Únicamente su amigo Gonzalo y el arzobispo Carrillo se preocupan


sinceramente por su bien. No obstante, ninguno de los dos puede evitar el

46
cambio de carácter del chaval, que se vuelve caprichoso y autoritario por la
mala influencia de Pacheco, que se lo consiente todo.

Después de un encontronazo con Alfonso, Pedro Girón le cuenta a su


hermano Pacheco lo temperamental que se ha vuelto el joven, quizás se ha
creído demasiado su papel de príncipe, a ver si al final se les subirá a las
barbas. Gonzalo oye la respuesta de Pacheco: “ya le buscaremos vicios y
cómo satisfacerlos para que siempre esté en sus manos”. Al joven tampoco
le gusta el cambio que ha experimentado su amigo pero le duele que sea
utilizado por los nobles.

Al cabo de un rato, cuando ve a Alfonso, Gonzalo duda si explicarle


lo que ha oído pero acaba optando por callar, en parte porque no quiere
herirlo y en parte porque quizás el joven acabaría ensañándose con el
mensajero. Al heredero no le gusta oír que se le ponga en duda.

5. LAS JUGADAS DE ENRIQUE.

Enrique IV, a pesar de haberse comprometido a cumplir lo pactado,


busca la manera de arreglar la situación, como siempre, intentando
contentar a los descontentos, porque en su ánimo está estar a buenas con
todos. En primer lugar tiene que lidiar con su esposa Juana, que sigue
enrabiada por las condiciones aceptadas por su marido en la Concordia. Al
descrédito que ha causado a su persona, se le ha sumado el perjuicio a su
hija Juana. Por eso, a Enrique se le ocurre la idea de casar a Isabel con
Alfonso V de Portugal, hermano de la propia Juana. A la reina esta jugada
política le place porque aleja a su cuñada Isabel de Castilla. Y como es
poco probable que, de ese matrimonio, haya descendencia, dada la elevada
edad del rey portugués, su hija Juana heredará con toda probabilidad las

47
dos coronas, Portugal por vínculo familiar y Castilla por su matrimonio con
Alfonso.

El rey inicia negociaciones matrimoniales con su cuñado. De este


acuerdo, obtiene también la promesa de que dispondrá de ayuda militar
portuguesa (1500 hombres a caballo y 3000 peones) por si los necesita para
enfrentarse a los nobles rebeldes.

Isabel, al conocer los planes de su hermanastro, se niega a casarse


con Alfonso V. Además de la diferencia de edad, a la joven le disgusta la
idea de abandonar Castilla y alejarse de los que quiere, su hermano, su
madre... Por suerte, cuenta con el apoyo de los suyos. Chacón intenta
hablar con el rey pero no consigue hacerle cambiar de opinión.

A la oposición de Isabel y su servicio, se le suma la de Alfonso,


Carrillo y los nobles rebeldes encabezados por Pacheco, a quién molesta en
sobremanera que el rey haya optado por esta vía sin consultárselo a él.

Gonzalo también sufre con este tema por sus sentimientos hacia
Isabel. Alfonso, que lo ha adivinado hace tiempo, aprovecha un día en que
está enfadado con el doncel porque se niega a rendirle la pleitesía debida
para herirle, dejándole claro que más le valdría olvidarse de su hermana:
ella es la hermana del rey y él un simple paje.

Mientras, en Segovia, la presión sobre Isabel continúa. Y llega al


punto máximo cuando Alfonso V se presenta en Castilla para conocerla.
Isabel demuestra un gran valor y lo rechaza al encontrarse en persona con
él. Esto provoca el enojo del rey y la reina.

48
Juana coge a Isabel aparte y le dice que es una joven insolente y
malcriada. ¿Pero quién se cree que es, rechazando a su hermano, el rey de
Portugal? Ante la respuesta de Isabel, Juana le deja claro el papel de la
mujer en la sociedad en la que viven, y en los deberes de la mujer de una
familia real. ¿O realmente cree que ella quería casarse con su hermanastro
Enrique? Lo hizo por su familia, por la corona. En eso debe pensar una
reina. Isabel, harta de que Juana le dé lecciones, ateniendo a su
comportamiento disoluto en este último tiempo, reivindica a su madre
como reina. Juana no puede reprimirse y rompe la imagen idealizada que
Isabel tiene de su madre a pesar de su fragilidad mental. Isabel de Portugal
no es la santa que ella se cree. Encerró a una de sus damas, Beatriz de
Silva, en un arcón durante unos días porque sentía celos de ella y también
estuvo detrás de la ejecución de Álvaro de Luna. Esto es una estocada para
Isabel, quien le responde que todo son mentiras. Más adelante, sin
embargo, confirmará que Juana decía la verdad cuando se lo sonsaque a
Beatriz de Bobadilla.

En paralelo a sus negociaciones matrimoniales, Enrique IV intenta


compensar al otro gran perjudicado de la Concordia: Beltrán de la Cueva.
Sigue pagándole las rentas por el maestrazgo de Santiago a pesar de que el
válido ha renunciado a su título. Y escucha sobre sus consejos políticos en
los asuntos que tiene entre manos. De hecho, De la Cueva también es
favorable a la idea de la boda de Isabel con Alfonso V de Portugal.

6. LA FARSA DE ÁVILA.

Pacheco se enfurece al descubrir que su rival ha vuelto a recuperar su


influencia sobre Enrique IV. Y esto sumado al tema de la boda de Isabel le

49
decide a volver a organizar la liga nobiliaria y reunirla en Ávila, que ha
sido tomada por su tío Carrillo. Es evidente que el rey ha incumplido los
tratos a los que llegaron en la Concordia. Y eso requiere medidas
desesperadas. A su orden, Alfonso es llevado de Plasencia a Ávila. Al fin y
al cabo, él es el invitado de honor del acto que se organiza.

El día 5 de junio de 1465, los nobles rebeldes colocan encima de un


tablado que habían alzado fuera de las murallas de la ciudad un muñeco
con todos los atributos regios: una corona, un cetro y una espada. (Era una
imagen bufa del rey Enrique). Y a continuación hacen una representación
insolente que pasará a tener el nombre de “Farsa de Ávila”. El primero,
Carrillo, arrebata al muñeco la corona. El segundo, Pacheco, le arranca el
cetro. El tercero, el conde de Plasencia, le quita la espada. Y luego, el resto
de nobles, en un tumulto, cogen el muñeco y lo tiran al suelo donde lo
pisotean con saña, clamando “A tierra, puto”. Finalmente, se dirigen hacia
Alfonso y lo proclaman el nuevo rey: “¡Castilla, Castilla, por el rey don
Alfonso!”. Castilla tiene dos reyes.

El Rey reacciona con indignación y mano firme contra los


responsables de la Farsa de Ávila: “Si quieren guerra, tendrán guerra” El
entorno del rey le escucha con satisfacción. La reina Juana se alegra
especialmente y ya que esa lucha significará la legitimación de su hija por
encima del príncipe Alfonso. Por otro lado, Beltrán de la Cueva está
encantado: el rey por fin se efrentaa a los detractores del valido.

Trama Juana de Avis / Beltrán.8

8
Las tramas puestas en minúsculas con opciones de tramas personales posibles…

50
Juana busca consuelo en Beltrán, al fin y al cabo los dos han sido
insultados por el manifiesto nobiliario. El valido, sin embargo, la rechaza
porque está casado con Mencía y es fiel a su esposa. Además, no haría nada
contra su rey.
Juana, despechada, entra en una habitación donde oye que alguien
está haciendo el amor. Ordena a la doncella que se vaya y se queda con el
varón.

Juana habla mal de Beltrán a Enrique IV, ocultándole el verdadero


motivo que la ha herido. Quizás sí debería aceptar, como se le pide en el
manifiesto, expulsar a su válido de la corte. A cambio, debe oponerse con
más fortaleza a las peticiones sobre su hija Juana. Y aquí, entre los dos,
surge la idea de incluir como condición que Alfonso se case con ella, lo que
aseguraría que la pequeña sea igualmente reina.

Beltrán, por su lado, sigue en casa Mendoza. Poco después de su


marcha de la corte, recibe una misiva del rey, favoreciéndole con alguna
concesión. Es su manera de hacerse perdonar. El valido, dolido y orgulloso,
se plantea rechazarlo pero su esposa Mencía le ablanda, recordándole todo
lo que Enrique ha hecho por él. Sí, se ha equivocado con su decisión de
expulsarlo de la corte ante la exigencia de Pacheco y los suyos. Pero ahora
se ve que intenta arreglar las cosas. Beltrán hace caso de su esposa e inicia
un acercamiento con el rey. (Y esto conducirá a aconsejarlo favorablemente
sobre el enlace de Isabel con Alfonso V de Portugal).

Unos meses después, Enrique pide a Beltrán que vuelva a la corte.


Éste duda ya que todavía no ha pasado el tiempo fijado. Además, no sabe
cómo reaccionarán Pacheco y la reina Juana ante su regreso. Mencía,
deseosa de recuperar su estatus en la corte, no comprende la inquina que la

51
reina le ha tomado a su marido… a no ser que sean ciertos los rumores de
su relación íntima con la reina. Beltrán miente y se lo niega: es al contrario.
Por no acceder a sus deseos se ve en esta situación.

Trama Beatriz Pacheco.

Tras la firma de la Concordia, Pacheco acude con Alfonso a visitar a


Isabel, que los recibe con alegría. Aprovechando el momento de felicidad,
le pide que tome a su hija como dama. Isabel, que todavía ignora la doble
cara del noble, hasta ahora sólo ha visto que ha luchado por sus derechos y
los de su hermano Alfonso, accede a hacerlo. Durante estos primeros días,
las dos jóvenes hacen muy buenas migas. Isabel ignora que Pacheco le ha
pedido a su hija que la tenga bien informada de todo lo que ocurra en casa
de Isabel.

Chacón, sin embargo, no ve con buenos ojos que una Pacheco esté
cerca de Isabel e intenta que ésta le aleje de su entorno. Sin embargo, no
toma ninguna medida, en parte persuadido por Isabel, y en parte porque
hacerlo supondría ganarse la enemistad de Pacheco… Y ahora no conviene,
cuando éste tutela a Alfonso. Beatriz Pacheco se gana la confianza de
Isabel a pesar de que Chacón ha prevenido a Beatriz de Bobadilla sobre
ella.

Gonzalo, de visita en Segovia para traer un mensaje de Alfonso a


Isabel, comparte con ella su preocupación por la pésima influencia de
Pacheco sobre su hermano. Además, pone al descubierto que el noble está
muy bien informado de todo lo que ocurre en casa de Isabel. Todo parece
indicar que se lo cuenta su hija Beatriz.9
9
Consideremos que en esta visita, Gonzalo ha acompañado a Carrillo, que ha venido a Segovia para
asegurarle a Chacón y a Isabel que cuentan con su apoyo para rechazar la boda con Alfonso V.

52
Isabel pone a prueba a Beatriz Pacheco, haciéndole una confidencia
(verdadera o falsa, a valorar, quizás algo relacionado con los planes de
Enrique IV de casarla con Alfonso V de Portugal y así queda atado con la
otra trama.)

Efectivamente, Gonzalo, de vuelta a Plasencia, comprueba que


Pacheco recibe informes de su hija Beatriz y así se lo hace saber a Isabel
vía misiva. Isabel, dolida, no tiene más remedio que contárselo a Chacón y
reconocer que tenía razón cuando la prevenía sobre Beatriz Pacheco.

Beatriz Pacheco avisa a su padre de lo sucedido. Éste le dice que esté


tranquila (ya está decidido tras el incumplimiento de Enrique a lo pactado
en la Concordia a tensar definitivamente la cuerda), que coja rápido sus
ropas que parte de viaje con él.

Cuando Chacón se entera por Isabel de que Beatriz se ha marchado


con la escolta de su padre, tiene el pálpito que el noble planea alguna
jugada, alguna cosa terrible va a suceder. (Y esto enlazará con la Farsa de
Ávila).

NOTA: Plantar enamoramiento y miradas de Cabrera con Beatriz de


Bobadilla.

53
CAPÍTULO 3

1. TEASER: PEDRO GIRÓN.

Campos desolados después de la batalla, donde se siembra la muerte


más que el trigo. Un caballero vuelve de la guerra, es Pedro Girón 10. Tiene
la adrenalina por las nubes y se encuentra una campesina en su camino. La
interpela, pero la chica le evita. Entonces Girón la sigue. La chica se mete
en el bosque y Girón la persigue hasta que la alcanza. Forcejea con ella y la
viola entre la maleza. Cuando se queda satisfecho, la deja allí tirada. Tras la
agresión deshonrosa, la conmoción de la chica es tan mayúscula que su
única reacción posible es buscar su propia muerte saltando por un
despeñadero y buscando su muerte.

2. LA GUERRA… Y UNA NUEVA TRETA DE ENRIQUE IV.

Las noticias que le llegan a Enrique IV no son nada positivas. Los


nobles están protegidos en sus castillos y por sus ejércitos. Mientras, las
cosechas se pierden, los ganados destrozados… La producción de lana,
principal fuente económica del reino está bajo mínimos. Y el pueblo cada
vez más cansado de tribulaciones. No hay línea definida de la zona
dominada por los dos bandos. Cada región, cada ciudad, escogía su bando
según el momento. Enrique IV intenta adherir a su causa a nobles que
igualen sus fuerzas en el campo de batalla… porque ha perdido el control
del reino y desconfía de sus fuerzas y de sus aliados. Llama hasta al Papa
para que intermedie. Sin éxito.

Y, aconsejado por Fonseca, llama a Pacheco para proponerle un


trato: casar a Isabel con su hermano Pedro Girón, lo que supondría que su

10
Girón ya tuvo un incidente grosero y desagradable con Isabel de Braganza en Arévalo

54
familia (los Pacheco) pasara a ser de sangre regia. … y nadie estaba más
cerca de Juan Pacheco que su hermano, al que adoraba. En cualquier caso,
parece que tenía en previsión su boda, porque pidió con tiempo la dispensa
que su cargo de maestre de la Orden de Calatrava exigía para tal menester.

Pacheco aparece por la Corte, para desagrado de Beltrán de la Cueva


y de Juana de Avis: piensan que otra vez Enrique IV da muestras de
debilidad. Enriquece plantea la boda de su hermano con Isabel. Pacheco no
cabe en sí de gozo, pero controla sus emociones. Y puso sus condiciones al
rey:
1. Él se encargaba de descalificar de la sucesión a Alfonso.

2. El rey licenciaba definitivamente a Beltrán de la Cueva.

3. Casar a Isabel con su hermano Pedro Girón.

Enrique acepta, no sin pelear el segundo punto. Beltrán que sabe la


obsesión de Pacheco por él, se teme lo peor. Sin embargo, Enrique no le
avisa de la condición de volver a expulsarle. Prefiere esperar a ver cómo se
desarrollan los acontecimientos. Beltrán, contrariado por la dependencia
que ve que tiene Enrique con Pacheco, desaconseja el plan en vano.

Más tarde, con Cabrera y el mayor de los Mendoza, Beltrán da rienda


suelta a su indignación. El Mendoza de turno le aconseja paciencia y
templanza ahora que por fin Enrique VI reina con mano firme y se enfrenta
a los insurrectos. Cabrera, leal a Enrique, apoya la moción.

En Arévalo (marzo de 1466) Pacheco expuso su plan a sus leales.


Quedan atónitos (y Enríquez, indignado). Carrillo se enfureció. Él
manejaba planes de acercarse otra vez a Aragón y sospechaba de cómo

55
utilizaba Juana a Enrique y sus manejos con Portugal. Pero sobre todo,
invalidaba la Farsa de Ávila.

Pero Pacheco logra convencerles. Y algo más: logra engatusar, según


lo pactado con Enrique, a Alfonso de que es lo mejor para todos. Alfonso
accede. Gonzalo, al conocer los planes de boda de Isabel con Girón, no
duda en reprocharle a su señor que acepte que su hermana se case a la
fuerza pero Alfonso ya lo supedita todo a sus intereses, la Corona.

Una vez conseguido sus objetivos, informa de la situación a su


hermano Pedro Girón. Ambos están felices y encantados.

3. (EN PARALELO) MATRIMONIOS NO DESEADOS.

Mientras, ajena a lo que le depara el destino, Isabel intenta consolar a


Beatriz de Bobadilla que está desencajada porque la han comprometido con
Cabrera, el mayordomo del Rey, y a ella no le gusta en absoluto. Según
Isabel, Cabrera no parece tan mal tipo comprado con Alfonso V de
Portugal. Pero Beatriz sigue desconsolada: para su familia es un
matrimonio muy beneficioso, pero, como Isabel, cree que una mujer ha de
acudir al altar con alguien a quien ama…

En su primer encuentro a solas, nos damos cuenta de que Cabrera la


ha elegido explícitamente a ella: se le nota enamorado… Y queda
decepcionado al observar que Beatriz no parece muy ilusionada con la
boda. Cabrera le dice que él la cuidaría toda su vida, que le será fiel, porque
la ama y que no le faltaría de nada ni a ella ni a su familia si hiciera falta en
estos tiempos tan turbios (él, como buen judío, sabe manejarse en negocios

56
y pactos para salir siempre a flote)… pero que no quiere que sea un
matrimonio forzado.

Beatriz se queda boquiabierta ante el estilo de Cabrera. No sabe qué


decir. Pero hay una cosa absolutamente clara: no ama a ese hombre.

Pero pronto Isabel tiene algo de qué preocuparse: ella misma.


Enrique IV le comunica que la ha prometido en matrimonio al maestre de
Calatrava, Pedro Girón, hermano del marqués de Villena. Isabel está
horrorizada (guardando la compostura) Se pregunta si Girón no tiene que
guardar castidad. Enrique le aclara que ya han pedido la bula papal (vemos
que lo tiene todo atado.) La infanta se defiende. Según ella, su hermano
intercederá para evitar el matrimonio. Enrique dice que duda que no tenga
de Alfonso otra cosa que la confirmación de la boda. Isabel se queda
hundida… Ahora son las dos amigas las que tienen el mismo problema.

Juana de Portugal no pierde la oportunidad de agudizar su ingenio y


recordarle a Isabel, con segundas, que perdió la ocasión de unirse a un rey,
para terminar casada con un hombre sin nobleza.

La noticia del compromiso de Isabel con Girón eclipsa


momentáneamente el drama de Beatriz, que tiene que consolar a su amiga.

Chacón queda aturdido ante la noticia: la boda supone poner en


peligro de muerte a Alfonso ya que si muriera, Pedro Girón sería heredero
a la corona. Gestiona el tema con los Mendoza sin éxito. Habla con
Carrillo. Los dos están desolados.

57
Isabel está decidida a ver a su hermano. Solo él puede impedir que la
casen con Girón. Hoy mismo saldrá a caballo para hacer el trayecto de
Segovia a Ávila. Beatriz intenta sacárselo de la cabeza porque es una
locura. Están en guerra. Hay bandas de bandoleros que se dedican al pillaje
por los caminos. Los bandoleros no son desheredados de la fortuna, sino a
veces nobles y familiares que hacen de bandoleros en sus propias tierras.
Isabel acaba convenciendo –aunque a regañadientes- a una Beatriz que
tampoco tiene ninguna ilusión en quedarse en Segovia.

Isabel, acompañada de Beatriz, huye a caballo de Segovia. Se


adentran en el bosque y sufren una emboscada. Isabel dice quien es, pero
causa carcajadas entre los asaltantes que no se creen que sea la hermana del
Rey Enrique IV. La situación parece va a ser terrible, cuando aparece
Andrés Cabrera con soldados y evita males mayores como si de un
caballero andante se tratara. No es casualidad: al avisarle un centinela de
que salían de la ciudad, él mismo partió tras de ellas. Esto cambiará para
siempre la visión de Beatriz para con Cabrera: su relación será una historia
de amor y de amistad modelo para los que les conocieron.

Isabel y Beatriz tienen que volver a Segovia con Cabrera. Él las


acompañará, pero las tranquiliza. Los reyes nunca se enterarán de este
incidente.

Se realizan los preparativos de la boda de Isabel con Girón. Juana de


Portugal supervisa encantada los ropajes nupciales de Isabel, que los lleva
puestos. Hace algún comentario a la costurera y le ordena que le ponga el
velo a Isabel para ver el efecto. Isabel se siente anulada.

58
Enrique muestra a Isabel la carta de Alfonso en la que acepta la
tregua y da todo su apoyo en el compromiso de su hermana con Pedro
Girón. Esto significa la desolación definitiva para Isabel.

Isabel reza porque Girón o ella muera antes del enlace. Beatriz la
interrumpe ella matará a Girón con una daga si es necesario. “No permitirá
Dios, señora, tan grande maldad. No en mi vida, no lo sufriré. Con este
puñal, luego que llegaré, os juro y aseguro quitalle la vida cuando se
halle más descuidado.”

4. UN SOLDADO ANÓNIMO.

La familia de la violada (y suicidada) recibe la visita de su hermano


–Andrés- mayor. Es un campesino que hace años se vio obligado, por
cuestiones de supervivencia (suyas y de su familia) a convertirse en
soldado… Y pertenece a la Guardia Real que protege Segovia. Al ver lo
ocurrido, clama venganza.

Pide dispensa a Cabrera, sin decirle sus planes. Y se enrola a las


primeras de cambio en el ejército de Pedro Girón. No sin antes entrar en
casa de un judío y comprarle un veneno eficaz y que no deje huellas claras
de envenenamiento.

5. EL MAL VIAJE DE GIRÓN.

Pedro Girón recibe la noticia de la boda con Isabel de boca de su


hermano, Juan Pacheco. Ambos comparten la misma visión de la política y
de la vida. Y la noticia es más de lo que se hubieran esperado.

59
Cuando recibe la visita de su hermano se encuentra alistando
hombres para su ejército. Entre ellos, el hermano de su víctima, soldado
avezado que destacará rápidamente y será cogido por Girón en su escolta
más cercana, al ganar en espada al jefe de la guardia en ejercicio de
prueba.11

Es bienvenido a la causa. Y Girón, testigo de todo, le quiere tener en


su escolta personal.

Poco a poco, Andrés se irá ganando la confianza de Girón, en el


viaje, hablando –muy a pesar de Andrés- de mujeres… Girón se jacta de
haberse beneficiado de una doncella… Por ejemplo dice que una boda es
forma más práctica de satisfacer sus necesidades ya que se puede echar la
llave de la habitación. Perseguir a las doncellas por el cerro es mucho más
cansado.

Poco a poco se arreglará para entrar en la cocina y servirle él mismo


la comida… no sin antes echar veneno en ella.

Dicen que una espesa banda de cigüeñas volaba en círculos tapando


a su ejército la luz del sol, presagio de desgracia inminente. Y muere con el
último caldo que para su salud (así le dice) le sirve su propio verdugo. De
anginas y úlceras dijeron los médicos.

Según las crónicas, murió, “más con poca devoción que como
católico cristiano”. Le oyeron blasfemar “acusando a Dios porque a una
11
Puede el jefe de Girón, reirse de los muchachos que quieren alistarse delante de Girón. Les llama
muertos de hambre y campesinos. Les pregunta si alguno ha utilizado una espada en su vida. Andrés
dice que sí. Por chulería, el jefe combate con él y es vencido. Girón sonríe: le acepta y le quiere cerca. El
jefe le da la mano, encantado, pese a perder. Y le pregunta dónde ha combatido. Andrés no le miente:
ha pertenecido a la Guardia Real, pero quiere entrar en acción contra el rey por el bien de Castilla.

60
vida de cuarenta y tres años no añadía 40 días para alcanzar la grandeza
que iba a recibir”.

Pacheco llora desolado. Nunca nadie le ha visto así. Incluso se


encara con Chacón al verle sonreir y le acusa de haber propiciado la muerte
de su hermano. El marqués sigue dolido y desesperado y dolido por la
muerte de su hermano. Achaca su muerte a la obra de algún partidario de
Isabel e incrimina directamente Chacón por dicho asesinato. Pacheco se
crece ante un Chacón de talante pausado y reflexivo que no reacciona
agresivamente. Beltrán de la Cueva se ve obligado a intervenir sacando la
espada o los puños, para defender al mentor de Isabel. Pacheco, antes de
irse, le pregunta qué hace todavía en la Corte. Beltrán le dice que por qué
razón no iba a estar en su casa. Pacheco maldice al rey: nunca pensó en
echar a Beltrán de su lado. Sólo esperaba si todo llegaba a buen puerto para
hacerlo. Beltrán se sorprende y va a ver a Enrique IV, que le dice que no se
preocupe y que prepare ejércitos: pronto van a necesitarlos.

Es tiempo para la alegría de Beatriz y Cabrera. Y de Isabel, que sabe


que el peligro ha pasado y regala el velo de novia de la reina Juana a
Beatriz de Bobadilla. Ella lo necesitará. Beatriz se queda muy ilusionada.

Y también hay tiempo para el consuelo en la venganza para un padre


y un hermano (verdugo del asesino, su señor) que, asomados al barranco
donde su hija y hermana puso fin a su vida, le lanzan un ramo de flores.

6. ALFONSO.

61
Antes de ser llamado Pacheco a negociar la sorprendente oferta de
casar a su hermano Pedro con Isabel, el bando de la Liga nobiliaria,
asentado en Ávila, se preparan para la guerra. Pacheco es muy activo en el
diseño de la estrategia a seguir. Alfonso, que en realidad lo tienen allí de
convidado de piedra, exige tomar parte en la contienda. Los nobles no son
muy receptivos a su demanda y le dan largas. En general evitan llevarle la
contraria, deseosos de que solo sea un capricho pasajero del chaval.

Pero Alfonso insiste en que quiere prepararse para el combate y


confronta a Carrillo con sus inquietudes. El hombre no tiene más remedio
que negarse rotundamente. Es su rey y no pueden arriesgarse a que corra
peligro. Pero Alfonso sabe de sobra que los reyes también guerrean. El
chico se da cuenta de su poca autoridad ante los nobles, solo le tienen de
florero.

Alfonso se siente bastante decepcionado y se queja a Pacheco. Este


último ya está decantado hacia el rey desde conoce los planes de casar a su
hermano con la infanta Isabel. A Pacheco, tras pactar con Enrique, ahora le
importa poco la suerte que pueda correr Alfonso en el campo de batalla.
Por eso el marqués embauca al jovencito como de costumbre y le da toda la
razón. Le sugiere que pida a su amigo Gonzalo, un gran guerrero, que le
entrene.

Gonzalo da las primeras lecciones a Alfonso y le da un poco de


ventaja en la lucha.

Cuando se sabe por Pacheco que Enrique IV quiere casar a Isabel


con Pedro Girón, los nobles y muy especialmente Carrillo se indignan…
pero acaban aceptando.

62
A Pacheco sólo le queda convencer a Alfonso. Podría pasar de él…
pero es conveniente manejar todos los hilos, por si algún día pueden ser
necesarios. Así, Pacheco se encuentran con Alfonso para convencerle de
que es bueno que Isabel se case con Girón, “uno de su bando” en lugar de
con el rey de Portugal. Para convencerle del todo, Pacheco trae algo que a
Alfonso le deja maravillado: ha recuperado para él la Orden del maestrazgo
de Santiago, como prueba de afecto hacia su rey.

Alfonso accede.

Alfonso vuelve a entrenar y –de paso- cuenta el nuevo compromiso


de Isabel a Gonzalo. Gonzalo se queda muy dolido con la decisión de
Alfonso. En el siguiente ejercicio Gonzalo lleno de rabia, derriba a Alfonso
en lugar de dejarle ganar.

63
CAPÍTULO 4

1. ALFONSO INTENTA REINAR.

La tregua que significó el compromiso de boda entre Isabel y Girón


se ha terminado. La guerra vuelve a empezar. Alfonso y los nobles de su
bando están reunidos en un conclave. El vacío que representa haber perdido
el gran ejército y las armas de Pacheco, que ahora está en el bando
enriqueño, hace tambalear seriamente el dominio de la Liga nobiliaria.
Algunos nobles muestran sus reticencias, como Enríquez que afirma:“Este
buen marqués procura siempre mantener a estos dos hermanos entre un
círculo de todos los grandes del reino, algunos de los cuales llaman rey a
Enrique, como nosotros a Alfonso, y él, puesta la planta de sus pies sobre
el hombro de uno de los reyes y la otra sobre el otro, nos riega en derredor
con orina de todos los secuaces de ambas partes”.12

A pesar del recelo de algunos, Carrillo ve imprescindible recuperar a


Juan Pacheco para afianzar la victoria de los nobles. La muerte de Girón
favorece esa posibilidad ya que Pacheco deja de tener su motivo principal
para permanecer al lado del Rey.

Cuando Carrillo se reúne con Juan Pacheco para negociar su vuelta a


la Liga, se encuentra al marqués todavía acongojado por la muerte de su
hermano. El arzobispo se percata de que ese es el talón de Aquiles de su
sobrino. Carrillo apela a esos sentimientos de pertenencia al clan
mostrándose consternado con la muerte de Pedro Girón para ganarse a
Pacheco. A pesar de conseguir esa sintonía entre tío y sobrino, Pacheco no
tiene se decide a cambiar de bando. El arzobispo da un pequeño empujón
más a la negociación, ofreciéndole la Cruz de la Orden de Santiago,

12
Texto recogido de las crónicas de Alfonso de Palencia en su integridad.

64
añadiendo que Alfonso estará orgulloso de entregársela. La distinción de la
Orden de Santiago tienta definitivamente a Pacheco, que acepta el trato.

Cuando Carrillo explica que para decantar a Pacheco hacía la Liga es


necesario entregarle la distinción de la Orden de Santiago, Alfonso se niega
rotundamente. Que vuelva Pacheco, pero encima premiarle le parece
demasiado. La Cruz es un legado de su padre Juan II que le costó años
recuperar de manos de Beltrán de la Cueva. Pero poco puede hacer Alfonso
para evitarlo. Y acepta a regañadientes.

Al cabo de pocos días la Liga se vuelve a reunir en una ceremonia de


entrega de la Cruz a Juan Pacheco que es una suerte de bienvenida
simbólica al bando de los rebeldes. Pacheco parece que ha recuperado su
motivación por la lucha y exhorta a sus compañeros de bando para ganar
las próximas batallas.

La guerra continúa y los nobles se encuentran en el campamento


militar cercano a Olmedo En el bando de Alfonso están Carrillo, Fonseca, y
otros nobles, aunque Juan Pacheco acabará brillando por su ausencia. En el
bando de Enrique: los Mendoza y Beltrán de la Cueva con sus ejércitos,
entre otros. Poco antes de la batalla, Carrillo se dirige a Pacheco. Ha oído
decir por ahí que Beltrán de la Cueva está decidido a matarle 13 y aconseja al
marqués que se ande con tiento en el campo de batalla. Pacheco procura no
inmutarse, pero encuentra la excusa para no acudir a la batalla: él tiene
causas mayores que una batalla.

13
En realidad es la respuesta de Beltrán al aviso de que Pacheco ha puesto precio a su cabeza. Por ello
le aconsejan no ir a la batalla con sus escudos familiares, para no ser reconocido. La reacción de Beltrán
es chulesca pero propia de alguien que no se arredra en la batalla.

65
Por otro lado, Alfonso se dispone a participar por primera vez en la
lucha armada y se prepara asistido por Gonzalo. Pero llegada la hora de la
verdad el miedo le atenaza. Gonzalo ordena a Alfonso, oprimido por el
miedo, que le deje el yelmo y el caballo. Y sale a combatir siendo decisivo
en la victoria. Acabada la batalla vuelve con Alfonso y le devuelve sus
ropas. Alfonso sale al campo de batalla14, Enrique huido y da por ganada la
batalla entre los vítores de los suyos y la sorpresa de muchos nobles de su
bando, que no se pueden creer lo que están viendo.

Los nobles, envalentonados, exigen en misiva a Enrique IV la


custodia de Isabel y de Juana de Castilla, del mismo modo que exigieron
guardar a Alfonso por temor a que lo asesinasen. Si Enrique no acepta
atacarán Segovia para hacerse con las infantas. Alfonso celebra esta
decisión que le reunirá de nuevo con su hermana.

El monarca no cede a las presiones de los nobles. Estos cercan


Segovia hasta hacerse con la ciudad (ver punto 2.) y liberar a Isabel y a su
séquito, entre los que se encuentra Chacón.

Alfonso es muy feliz de volverse a reunir con su hermana y llevarla a


Arévalo. Pero la llegada de los hermanos es menos idílica de lo que cabría
esperar ya que su madre cada vez está más ajada y con la cabeza más
perdida. No obstante, para Isabel de Portugal, volver a ver a sus hijos
siempre le deja un resquicio de claridad.

14
Se dice que Enrique huye y que Alfonso guerrea bullicioso (mofas populares, ojo). Sí es cierto que
Enrique huye a Zamora pese a que su ejército tiene cierta ventaja. Pero ante su huida, Alfonso quedó
dueño de Olmedo, inflando el optimismo de los nobles. Es tan improbable, que, aún siguiendo una
leyenda, nos hemos permitido ficcionarla para, en esta ocasión darle más lógica y un tinte de novela de
caballerías propio del momento.

66
Pasan unos meses felices reviviendo los buenos momentos de la
infancia. Se acerca el 14º cumpleaños de Alfonso e Isabel, que ya tiene los
16 cumplidos, quiere prepararle una sorpresa. La chica encarga una
composición poética a Gómez Manrique (que le presentará a su sobrino
Jorge).

Se trata de un recital a cargo de “diversas musas” (Isabel incluida)


donde se festejará que Alfonso entra en la edad viril. Y, ese día, el 17 de
diciembre de 1467, en voz de la propia Isabel, se dicen cosas como éstas:
“Dios te quiera hacer tan bueno/que excedas a los pasados/en los triunfos
y victorias/y en grandeza temporal/tu reinado sea tal/que merezcas ambas
glorias/la terrena y celestial”. Como agradecimiento, Alfonso dona a
Isabel Medina del Campo. Esta está tan feliz y orgullosa que
inmediatamente encarga a Gonzalo Chacón que tome posesión de la villa.

En el contexto aislado de Arévalo todo es felicidad y armonía, pero


empiezan los disturbios en Toledo. La ciudad está gobernada por una
nobleza de “cristianos viejos” que apoya a Alfonso, aunque hay una base
de toledanos conversos afines a Enrique IV. Esa nobleza dirigente ve con
malos ojos que los conversos se hayan enriquecido gracias a haber podido
ejercer la usura durante años e incluso algunos aún se benefician del
negocio de la especulación gracias a que conservan familiares y/o contactos
en el gremio. La avaricia de los “cristianos viejos” que gobiernan la ciudad
les lleva a la prohibición de los oficios religioso para los conversos.

Carrillo, como arzobispo de Toledo, y Chacón, como consejero,


ponen a Alfonso al corriente de los sucesos. Alfonso, que se siente más
afianzado en su cargo desde que vive con su familia y cuenta con el apoyo
y el criterio de Chacón, confirma el mando a los nobles, pero prohíbe ese

67
castigo por ser ordenanzas “contrarias a la doctrina y leyes de la Iglesia”.
La reacción de la nobleza toledana no se hace esperar: Entregan
inmediatamente la ciudad a Enrique IV y se unen a sus filas para la lucha.

Pacheco ha estado unas semanas en Segovia “gestionando” el


traspaso de poder de la ciudad del bando enriqueño a la Liga nobiliaria.
Cuando vuelve lanza una agria reprimenda a Alfonso delante de todos los
nobles. Pacheco está rabioso. Ganar Segovia ha sido una lucha ardua y
ahora por culpa de la decisión caprichosa de un niño mimado han perdido
una ciudad muy importante como Toledo. Alfonso se siente con fuerzas
para imponerse y manda callar a Pacheco. Y le recuerda las palabras
críticas de Enríquez sobre la “interesada” lealtad de Pacheco a Alfonso y a
Enrique a la vez. Alfonso está tan indignado que le arrebata o le exige que
le devuelva la insignia de la Cruz de Santiago que lleva colgada en el
cuello. Pacheco sonríe cínicamente y se la da.

A mediados de junio 1468, Alfonso, acompañado de Isabel, Carrillo


y Pacheco, se traslada como medida de seguridad a Ávila, ciudad muy
fuerte y leal. Quiere reunir un ejército allí para retomar la ciudad de
Toledo. Camino de Ávila, pernoctan en Cardeñosa. Alfonso cena una
trucha empanada. Al día siguiente ya tiene que guardar cama, aquejado de
unas fuertes fiebres. La alarma es general para todos menos para Pacheco,
que asiste displicente a tan grave asunto.

La noticia de la enfermedad de Alfonso se extiende y Carrillo indica


a Isabel que por el bien de todos se muestre como la cabeza visible de la
Liga ahora que la figura de Alfonso se tambalea. De entrada Isabel no
quiere actuar porque eso sería como aceptar la muerte de su hermano.
Finalmente y con lágrimas en los ojos, Isabel firma las cartas que Carrillo

68
le ha escrito, a ciudades del reino en las que se considera a si misma “…
legítima heredera e sucesora que soy del dicho señor Rey, mi hermano…”
(Carta a Jerez de la Frontera). Chacón no lo ve claro. Carrillo intenta
ganárselo: en una de las cartas firmadas por Isabel, le nombra Mayordomo
del Reino.

Alfonso muere a las pocas horas mientras su hermana, que no se ha


separado de él, le vela.

Después de que se lleven el cuerpo amortajado a la capilla, Pacheco


entra en la habitación que ha visto morir al joven. Encima de un arcón,
entre otros enseres, está el collar de la Cruz de Santiago. Pacheco se lo
prueba y observa su figura nuevamente condecorada en el cristal de la
ventana.

2. ISABEL, DE SEGOVIA A ARÉVALO.

Ahora que se retoma la guerra en el mismo punto donde la habían


dejado, Enrique IV invita a Isabel a una cena en la corte. Lo hace con la
excusa de interesarse por su hermanastra, pero en realidad solo quiere
tomar el pulso a la situación y comprobar en qué medida la infanta es afín
al bando alfonsino. Isabel se hace acompañar por Chacón, aunque la cena
es íntima, solo para los miembros de la familia real. El rey se sorprende en
descubrir que Isabel no está al corriente de que Alfonso se está instruyendo
en el arte de la guerra (Enrique lo sabe por Pacheco). En realidad la joven
se queda bastante preocupada con la noticia, y más tarde rezará por él.
Nada de lo que le dirá Beatriz de Bobadilla calmará su angustia.

69
Después de la batalla de Olmedo el optimismo ha crecido
desmesuradamente en el bando alfonsino, que traslada sus exigencias al
Rey. La Liga reclama que se les confíe la custodia de Isabel y de Juana de
Castilla (la Beltraneja). Isabel ve ilusionada esta demanda de los nobles, ya
que la llevaría cerca de su hermano. Pero su esperanza choca con la
negativa tajante de Enrique, que se otorga la victoria en Olmedo, si bien
tocó retirada apresuradamente. Según el monarca, no les debe nada. Isabel
solo puede callar y esperar.

La reacción de los nobles rebeldes es inmediata. Los ejércitos de


Carrillo y Pacheco acosan y crean un cerco en la ciudad de Segovia con la
intención de tomarla por la fuerza. Isabel, acompañada por sus damas y su
mentor, y Juana de Avis, con su niña en brazos, se refugian en la Iglesia
mayor. La tensión entre las dos mujeres es tan palpable como la tensión en
el exterior. La reina Juana, aterrorizada, pide al alcalde Cabrera que “la
quisiese recibir” en la fortaleza, inexpugnable y de fácil defensa que es el
alcázar. Cabrera acepta. Pero Isabel declina la misma invitación, volverá a
su casa palacio. Beatriz de Bobadilla tiene que decidir entre seguir a su
Isabel o estar con su futuro marido. Y decide quedarse con Isabel.

Cabrera respeta la decisión de su esposa, aunque le pide suma


precaución. Isabel se queda muy admirada por la reacción de Beatriz y le
agradece infinitamente su amistad.

Cabrera ruega a Isabel que cuide de Beatriz. Isabel ve a un hombre


enamorado y triste por todo lo que está pasando. Por poder perder a la
mujer que ama.

70
Isabel y su séquito aguardan el desenlace del cerco de Segovia,
mientras van llegando noticias en cuenta gotas sobre los fallecidos.
Después de una tensa espera Pacheco y Carrillo se presentan en la casa
palacio. E Isabel acepta ser “liberada”, tomando partido por su hermano
Alfonso. Beatriz está dispuesta a seguir a Isabel en su liberación, donde
sea que la lleven. Pero la infanta no se lo permite, responde a su amiga que
su lugar está al lado de su marido. Isabel pide a los nobles que acompañen
a la Beatriz hasta el alcázar y que velen por su seguridad con tanto cuidado
como lo harían por ella misma.

Beatriz e Isabel se despiden entre lágrimas, entendiendo que ahora


pertenecen a bandos contrarios, pero confiando esperanzada que la vida las
lleve pronto a pertenecer de nuevo al mismo bando. Isabel abandona
Segovia y se dirige a Arévalo, custodiada por Carrillo y acompañada por
damas de su séquito y Chacón.

3. ENRIQUE PIERDE SEGOVIA, A SU MUJER Y A SU “HIJA”.

Después de la rendición de Segovia, Enrique accede y confía a la


Juana a los Mendoza. La madre se despide de su hija con todo su cariño y
da muchas indicaciones para el cuidado y la protección de la pequeña al
joven obispo de Calahorra, Pedro González Mendoza. Allí la niña es
acogida y querida con ternura y se acabará haciendo la reina de la casa de
los Mendoza.

Enrique IV se reúne en Segovia con Pacheco. Dos legados


internacionales median entre los dos bandos. Son Pierres de Peralta (por
Aragón) y el nuncio Antonio de Véneris (en nombre del papa Paulo II, frito
por informes autojustificatorios de los dos bandos). El primero está más

71
pendiente de los intereses de Aragón (Juan II le ha dado orden de plantear
relaciones para casar a Fernando con la hija de Villena).

El rey Enrique pide 6 meses de tregua para dar tiempo a retirar del
alcázar de Segovia a la reina y retirar el tesoro. La negociación es dura.
Los alfonsinos exigen que Juana de Avis pase a estar bajo el cuidado de
Fonseca (se dice que el arzobispo de Sevilla estaba loco por ella). Y
Pacheco también quiere negociar para su beneficio algunas mercedes del
rey. El marques llega a sugerir que, con el soborno apropiado, incluso
podrían devolverle la ciudad de Segovia.

4. LOS CRONISTAS.

Alonso de Palencia desarrolla su trabajo como cronista en el bando


alfonsino desde que se adhirió al manifiesto en contra de Enrique IV
firmado en Burgos.

Por otro lado, Fernando del Pulgar hace las veces en el bando del
Rey. El segundo odia los métodos del primero ya que Palencia suele usar
argumentos falaces y reprobables en sus crónicas y su obra tiene un
objetivo descaradamente propagandístico.

Ambos cronistas relatan la batalla de Olmedo como una victoria para


sus señores y viven el cerco de Segovia desde su bando. Cuando los
alfonsinos irrumpen en la ciudad, se dirigen a casa de Fernando del Pulgar.
Lo detienen y confiscan todos sus textos, que quedan en el poder de Alonso
de Palencia. Este cronista agradece cínicamente a del Pulgar el trabajo que
le va a ahorrar… Es sabido que Palencia aprovechaba crónicas de otros
autores para rehacerlas, cambiándolas ideológicamente.

72
Juan Pacheco considera necesaria la ejecución de Fernando del
Pulgar como ideólogo de Enrique IV. El cronista se libra de ese final
salvaje gracias a que Alfonso revoca su pena de muerte. Alfonso considera
que si no hay crimen de sangre, y en el caso de del Pulgar no los hubo, el
castigo tampoco tiene que ser sangriento.

5. JUANA DE AVIS EN ALAEJOS / SU HIJA, CON LOS


MENDOZA.

Juana de Avis lleva 13 años en Castilla y jamás pudo pensar, cuando


llegó, todo lo que le estaba pasando. Los nobles que apoyan a Enrique
piden que se la dé en custodia a ella y a su hija Juana para evitar un
secuestro de los alfonsinos.

Enrique accede y confía a la niña a los Mendoza. Y entrega a


Fonseca a la madre, que la recluye en el castillo de Alaejos y se dice que
estaba loco por ella. Le rinde agasajos y cortesías, pero Juana no accede.
Un joven al servicio de Fonseca (Pedro de Castilla, biznieto bastardo de
Pedro I el Cruel), tiene el valor de interponerse en uno de sus acosos. Esa
misma noche, Juana (tan proclive a ello) le premiará con sus favores. Se
inicia ahí una relación que tendrá descendencia.

La niña Juana es llevada a casa de los Mendoza por Pedro González


de Mendoza, el quinto hijo de la familia y por ello dedicado a la Iglesia.
Culto, joven y ya obispo de Calahorra (y bastante promiscuo por cierto).
La niña es acogida y querida con ternura y se acaba haciendo la reina
de la casa… Algo que de mayor no pudo conseguir ser de Castilla.

73
CAPÍTULO 5

1. EL LUTO DE ISABEL.

Tras el fallecimiento de Alfonso, su hermano Isabel queda desolada.


No quiere apartarse del lado de su cuerpo. Chacón, también muy afectado
por la pérdida, no tiene más remedio que llevársela a la fuerza. Isabel debe
descansar. Apenas ha dormido estos últimos días.

Gonzalo, lleno de ira, se encara con Pacheco. Sospecha que él está


detrás de la muerte de su querido amigo, que lo ha mandado envenenar, al
fin y al cabo Alfonso había acabado calándole, el noble no es leal a nadie
más que a sí mismo. Por fortuna, Carrillo y Cárdenas detienen al joven
antes de que Pacheco llegue a utilizar la espada que ha desenvainado. El
noble no está dispuesto a ser vilipendiado por un simple sirviente. Su tío,
con sus palabras, consigue que la sangre no llegue al río.

Isabel, encerrada en su alcoba, reza a Dios. Se muestra enojada con


él. ¿Por qué le ha arrebatado a su hermano? ¿No ha pasado por suficientes
pruebas ya a su temprana edad? Ella, que siempre ha sido tan devota, ve
flaquear su fe.

Enrique IV recibe la noticia de la muerte de su hermanastro y queda


muy afectado pese a ser enemigos en la guerra que están disputando en el
momento presente. El rey escribe una circular que manda a todas las
ciudades del Reino para informarles del deceso: “Fágovos saber que yo,
estando aquí en la villa de Madrid… para entender e dar orden en la paz e
sosiego destos mis regnos, me llegó nueva cómo ayer martes, cinco días
deste mes de julio, plogo a Nuestro Señor de llevar para sí a mi hermano,

74
de lo qual yo he avido muy grand dolor e sentimiento, así por ser mi
hermano como por morir en tan tierna e inocente edad…”

A Ávila también llega la circular de Enrique IV, que toca


sinceramente a una destrozada Isabel. Gonzalo comparte por su juventud el
intenso dolor por la ausencia de Alfonso, los demás están más
acostumbrados a la muerte de los seres queridos. Por eso es él, y no
Chacón, Cárdenas o Carrillo, quien consigue que Isabel finalmente salga de
su encierro.

Isabel comunica a su mentor su deseo de viajar a Arévalo para ver a


su madre. De hecho, es la única familia que le queda (obvia naturalmente a
su hermanastro Enrique contra cuyo bando están luchando). Chacón intenta
desaconsejárselo por motivos de seguridad: los caminos de Castilla no son
nada seguros en estos momentos. Pero ella no cede, está bien decidida a ir.
Viendo que no habrá manera de hacerla cambiar de opinión, Carrillo y
Gonzalo se ofrecen a acompañarla.

Isabel y su fiel escolta llegan a Arévalo. El reencuentro entre madre e


hija no puede ser más doloroso por la triste noticia que Isabel trae. (Nota:
Isabel de Portugal no ha sido informada vía misiva con anterioridad porque
se ha tenido en cuenta su frágil salud mental.)

Esa misma noche, a la hora de la cena, Isabel se hunde aún más al


comprobar el grado de locura al que ha llegado su madre cuando en la mesa
dispone un servicio para su hijo Alfonso, que parece que llega tarde. Isabel
no se ve con fuerzas para sacarla de su error y, con los ojos llenos de
lágrimas, sigue la fantasía de su madre sin apenas articular palabra.

75
Cuando su madre se va a dormir, Isabel se derrumba ante Gonzalo,
que intenta consolarla en la medida que puede. El joven se deja llevar por
sus sentimientos y acaba besándola en las labias. Isabel, a quien esta
muestra de afecto ha cogido completamente por sorpresa, se retrae un poco
incómoda. La infanta ignoraba que él se había enamorado de ella. Gonzalo,
al ver su reacción, le pide perdón y se retira. Isabel queda bastante confusa.

En el viaje de vuelta de Arévalo, los dos jóvenes no saben cómo


volver a relacionarse con normalidad. A su regreso, Chacón nota que
ambos apenas se hablan y, cuando lo hacen, no se miran directamente,
como acostumbraban a hacer hasta entonces.

Chacón, sospechando que es lo que ha podido ocurrir entre ambos


dado el cambio en su relación, coge a Gonzalo aparte y acaba sonsacándole
la verdad. El joven le asegura que no haría nada que pudiera perjudicar a
Isabel. Chacón lo sabe, porque conoce perfectamente el buen carácter del
sirviente, pero aun así le aconseja que se olvide cuanto antes de la infanta.
Isabel está destinada a grandes empresas y una relación entre los dos no es
posible (de hecho, podría incluso amenazar su prometedor futuro). Chacón
incluso le recomienda que se vaya pero Gonzalo se resiste a hacerlo, esta
corte es su casa, es donde está su “familia”.

2. ISABEL TOMA LAS RIENDAS.

Carrillo asume que las cartas escritas por él y enviadas a diversas


ciudades son un paso evidente de que la lucha continúa, pero teniendo a
Isabel en vez de Alfonso. Pero de repente, la muerte de Alfonso hace mella
en Isabel: algo se ha quebrado dentro de ella y el dolor le hace ver las cosas
de distinta manera. Isabel duda. Teme volver a caer en una sucesión de

76
conflictos y en la necesidad de la muerte de un rey para coronar a otro, en
esta caso ella misma.

Y cree ver en la circular de su hermanastro Enrique IV una llamada a


la paz. E Isabel decide negociar con Enrique. Chacón no está de acuerdo:
es partidario de continuar con la opción bélica. Chacón y Cárdenas lo son
de la opción negociada. Saben que el partido enriqueño crecía en parte por
el desconcierto y el desánimo entre los miembros de la Liga nobiliaria tras
la muerte de Alfonso y el por el anhelo del reino que se hiciera la paz,
acabando así con la anarquía y el caos que había en Castilla. Ejemplo: en
Burgos, la Santa hermandad de ciudades y villas del reino se había aliado
con magnates como los Haro y los Mendoza. Y otros grandes de la Liga se
mostraban vacilantes. Los alfonsinos, ahora isabelinos, no tenían nada que
hacer si seguían en la beligerancia, en la guerra.

Pacheco, por su lado, ve en la opción negociada una gran


oportunidad para él pero deja que sea Chacón quien se las tenga con
Carrillo en su lugar. Quizás esta es la única vez que Chacón y Pacheco
compartirán objetivo, eso sí por intereses diferentes. Y Pacheco se cruza de
brazos aprovechándose de que es Chacón quien le hace el trabajo. Y es que
el bando alfonsino, tras la muerte del joven, ha ido perdiendo más y más
aliados por la incertidumbre del futuro, incluso algunos estaban volviendo
al bando enriqueño.

Isabel escuchará los argumentos de uno y otros, haciendo balance de


las consecuencias, antes de tomar una decisión. Y se presenta a un Carrillo,
sorprendido porque le dice que no quiere ser reina mientras viva Enrique
IV. Es decir: “no reina”, “no heredera de Alfonso XII” y sí “heredera de
Enrique IV”. Y Villena lo apoya. La verdadera rival para llegar a la corona

77
es Juana la Beltraneja, no Enrique… La otra cuestión será evitar una boda
que la aleje de Castilla. Carrillo insiste en convencerla de seguir luchando,
pero Isabel es inflexible: tiene claro que no se coronará reina en vida de su
hermanastro. Carrillo le dice que eso supone una marcha atrás de la
declaración que envío durante la enfermedad de su hermano. Isabel, sin
embargo, tiene buenos argumentos para, si no convencer a Carrillo, al
menos conseguir que él respete su decisión: Castilla vive en el caos y la
anarquía y sólo un acuerdo devolverá la paz y el bienestar a su gente, y ella
no quiere repetir el error de muchos de los Trastamara que lograron
coronarse a costa de acabar con la vida de su predecesor.

Isabel le escribe a Enrique una carta de su puño y letra (que no se


conserva) rindiéndole el respeto debido como a su rey y comunicándole su
deseo de llegar a un acuerdo sobre el fin del conflicto bélico (que pasa por
zanjar a su favor la cuestión sucesoria).

Isabel, que le asegura que no hará nada en su contra, sin embargo no


se calla su opinión sincera sobre las cosas que se están haciendo mal en el
reino, por ejemplo el mangoneo de los nobles, y se ofrece para ayudar al
rey a reconducirlas: “Lo que entendía de facer sería que trabajaría con su
hermano quanto a ella fuese posible, porque tuviese otra forma de
gobernación destos reynos que fasta allí había tenido”. A cambio de llegar
a un entendimiento, Isabel se compromete a convencer a sus seguidores
que dejen las armas y juren fidelidad a Enrique.

Pacheco queda muy satisfecho con este acuerdo y se pone a pensar la


manera de sacar provecho del mismo.

78
Por su parte Gonzalo decide abandonar el cortejo durante un tiempo.
Se lo comunica a Chacón. Él tenía razón, aconsejándole que se fuera.
Quizás no verla le ayudará a superarlo. Chacón queda satisfecho con su
decisión, piensa el bien de él, pero sobre todo en el de ella.

Gonzalo se despide de Isabel. A la joven le sabe muy mal que él se


vaya, su amistad es muy importante para ella. Pero no dice ni hace nada
para detenerlo. Conociendo los sentimientos que le profesa, quizás sí será
mejor poner distancia entre ellos.

3. LAS NEGOCIACIONES CON ENRIQUE.

Enrique, al recibir la propuesta de Isabel, queda complacido ante la


perspectiva de poner punto final a la guerra de estos últimos tres/cuatro
años. Y acepta encontrarse con su hermanastra tal como ella le pide para
negociar las condiciones de la paz. También de su puño y letra, le escribe
una conciliadora carta donde le dice: “Teneos en muy gran merced porque
me scrive que no fará cosa de que yo reciba enojo…” Tiene unas palabras
afectuosas para ella“…que no hay cosa que yo pueda faser por vos servir y
complaser que no la faga, así como hermana…”. Al fin y al cabo es la
única familia que le queda: “También, señora, vos suplico siempre se
acuerda de mi puesto que no tenéis persona en este mundo que tanto vos
quiera como yo.”

El rey, como la propia Isabel, también se ve sometido a grandes


presiones por parte de algunos de sus asesores cercanos para que no
detenga con la guerra, como es el caso de su capitán de los guardias reales,
Juan Fernández, quien le alienta a imponerse por la fuerza al bando
isabelino. Por suerte, otros consejeros como Andrés Cabrera, le apoyan en
su decisión de negociar. (A considerar una escena previa entre Cabrera y su

79
esposa Beatriz Bobadilla, con la que ya tiene un hijo, hablando sobre el
tema, y en la que ella, como gran amiga de Isabel, desea la reconciliación
entre los dos hermanastros ya que tiene los afectos divididos.)

El rey, no obstante, no consigue el apoyo de la familia más poderosa


de Castilla, los Mendoza, en el asunto de la concordia con Isabel. Así se lo
hace saber su válido, Beltrán de la Cueva, que forma parte de la familia.
Para el tío de su esposa Mencía, Íñigo López de Mendoza, es una cuestión
de honor, de palabra, de coherencia. No pueden ser cómplices de un
acuerdo que legitima a Isabel como heredera de la corona, y que por tanto
arrebata los derechos de la pequeña Juana, a la que juraron fidelidad en la
cortes poco después de nacer y de la que se han hecho cargo durante gran
parte de la guerra… y con la que se han encariñado como si fuera hija suya.
Enrique IV comprende su postura pero queda decepcionado de que la
familia se mantenga al margen de sus intentos para conseguir la paz.
Beltrán no puede hacer nada para que el rey dé marcha atrás.

Enrique no es el único que tiene problemas en sus filas. Isabel


también tiene que atender a las peticiones y protestas de algunas villas y
ciudades, contrarias al acuerdo. “Fue requerida por muchos grandes y por
las ciudades y villas que al rey don Alfonso obedecían, que se llamase
reina de Castilla y de León y tomase la gobernación de sus reinos”. Pero
Isabel se mantiene firme en su respuesta: “Que nunca plugiese a Dios que
viviendo su hermano el rey don Enrique, ella tomase la gobernación ni
título de reina de Castilla”.

Chacón y Pacheco acuden a negociar con Enrique las bases para la


paz. Pacheco, en ausencia del mayordomo de Isabel, se adjudica ante el rey
el mérito por el giro de la infanta. Fue él quien le convenció de las virtudes

80
de llegar a un acuerdo. Castilla ha sido muy castigada y merece que la
guerra llegue a su fin. Una vez más, el noble se las arregla para volver a
ganarse el favor del rey. No será inmediato, dado el historial de traiciones
de su antiguo válido, pero la verdad es que Enrique necesita a alguien de su
peso a su lado, sobre todo ahora que no tiene a los Mendoza.

Beltrán de la Cueva, furioso por el regreso a escena de Pacheco, se


explaya con su mujer Mencía. Él siempre ha sido leal a Enrique IV, en
ocasiones ha sacrificado por su bien su propio bienestar y el de su familia,
como cuando fueron expulsados de la corte para evitar una guerra. Y en
cambio Pacheco, que traiciona al rey una vez y otra, movido por su
ambición y codicia, siempre consigue recuperar su influencia sobre él a
costa de todo. En esta ocasión, Mencía no puede decirle nada para justificar
al monarca.

Isabel recibe de Chacón la noticia que Enrique ha accedido a


encontrarse con ella en Guisando. Tanto él como Cárdenas comienzan a
preparar a la joven para la negociación con su hermanastro. Sin ninguna
duda, Enrique IV intentará que el acuerdo le sea favorable, por tanto deben
estar preparados para que introduzca alguna cláusula trampa en contra de
los intereses de Isabel. Hay dos temas importantes que serán objeto de
grandes discusiones: el destino de la pequeña Juana y la elección del futuro
marido de Isabel. Tienen que atarlos y atarlos bien.

Mientras Enrique prepara el viaje previo al encuentro, Beltrán le


comunica que no le acompañará. Es más, cuando vuelva, no lo encontrará
ni a él ni a su familia. Abandonan la corte. Enrique le asegura que ahora
tiene que ceder en algunas condiciones pero que luego ya lo arreglará,
como hace de costumbre. Beltrán no se deja persuadir. Y previene al rey en

81
contra de Pacheco y su nociva influencia. Algún día, Enrique se lamentará
de ello. El valido cree que un buen rey no debería tolerar la traición,
premiarla con el perdón. Enrique queda muy tocado por la marcha de
Beltrán.

Isabel, por su lado, echa de menos a Gonzalo. Tanto ella como su


hermanastro se han quedado con su amigo más cercano.

4. JUANA DE AVIS.

Juana, en Alaejos, se preocupa de dónde quedará ante esta situación


su hija. Y manda un mensaje a Enrique. Éste responde: “Nada se hará ni
se llevará a cabo que pueda ser perjudicial para vos o para la princesa, mi
querida y amada hija”.

Luego, sigue considerándola su hija y, probablemente, toda


negociación será, como tantas otras veces, papel mojado. Es la esperanza
de Juana. Y la de Beltrán.

Juana echa de menos a su hija, a la que hace tiempo que no ve, y le


envía cartas en respuesta a las que la pequeña le escribe. (Potenciemos esta
faceta de madre que sufre para humanizarla, además debemos tener en
cuenta que en la segunda temporada Juana luchará para que su hija sea la
reina de la corona de Castilla.)

Por fortuna, Juana goza del afecto de Pedro de Castilla. Lo que podía
parecer en principio una nueva aventura para la reina se ha convertido con
el tiempo en un amor profundo y sincero entre ambos.

82
Pero dicha felicidad se trunca el día en que Juana descubre que se ha
quedado embarazada. Aterrorizada por todo lo que puede perder si se
descubre su deshonor (no ha visto al rey en mucho tiempo y, por tanto, no
podrá hacerle creer ni a él ni a nadie que ese hijo que espera es suyo), no
puede pensar con claridad sobre cómo debe proceder.

Para colmo, Enrique escribe a su esposa Juana para comunicarle que


pasará por Alaejos a buscarla para ir juntos a Guisando. Su presencia en la
firma del acuerdo de paz no hará más que fortalecerlo. Dado lo notorio de
su embarazo, parece inevitable que, cuando Enrique la vea, descubra su
secreto.

Desesperada ante la posibilidad de ser descubierta, y ocultándole la


noticia a su amante, habla con una curandera para deshacerse del niño.
Pero Pedro acaba descubriéndolo y llega a tiempo para evitar el aborto.

Demostrándole lo mucho que la quiere, intenta convencerla de que


tenga al niño. Lo criarán juntos. Juana se emociona con la declaración de su
amante. Pero sabe que si nace esa criatura ella perderá su posición, que
tanto sufrimiento le ha costado. Pedro le hace ver que tienen la oportunidad
de ser felices. Y ser reina no lo hacía. Juana acaba accediendo a su deseo de
tener al niño.

A pesar de todo, la pareja decide mantenerlo en secreto. Juana le pide


a su costurera que le haga un vestido con una especia de miriñaque avant-
la-lettre para disimular su estado de buena esperanza. (Valorar la
posibilidad de que Fonseca acaba descubriéndolo, quizás por la costurera, y
utilice el secreto de Juana en su contra, amenazándola con contárselo al rey
Enrique.). Pero, ante el aviso de que la guardia real, con el propio Enrique a

83
la cabeza, ya ha partido de la Corte para recogerla, se desesperan. Pedro y
Juana sortean la vigilancia de Fonseca y escapan de la fortaleza. Ella baja
dentro de una cesta sujetada con cuerdas por una de las murallas. La mala
fortuna hace que caiga poco antes de llegar al suelo. Pedro, preocupado por
su bienestar y el del niño, acude a socorrerla pero ella le tranquiliza
diciéndole que no se ha hecho daño. Y a continuación, huyen de Alaejos.

Fonseca es avisado por uno de sus sirvientes de la huida de su


sobrino y de la reina. Esta noticia lo coge por sorpresa. No puede reprimir
su rabia y su frustración, al fin y al cabo el rey le había encomendado la
protección/vigilancia de su esposa Juana.

La pareja de enamorados finalmente llega a la fortaleza de Íñigo


López de Mendoza en Buitrago y le piden que les dé cobijo de Enrique.
Mendoza los acoge sin dudarlo demasiado. Él y su familia han cuidado de
la hija de Juana y además siguen contrariados por la decisión del rey de
acudir a Guisando. Ellos serán de los pocos nobles ausentes a tan capital
encuentro.

Tras algo más de un año separadas, Juana se reencuentra con su


querida hija. La pequeña no puede estar más feliz de ver a su madre. Ésta,
sin embargo, siente la amargura del momento ya que teme que, cuando su
embarazo salga a la luz, será repudiada por Enrique.

Y así es. Enrique llega a Alaejos para recoger a Juana y se encuentra


con la desagradable sorpresa de que ella no está. Fonseca no tiene más
remedio que contarle la verdad: su esposa ha huido con su sobrino Pedro
con el que mantiene una relación adúltera. Y no sólo eso, ella espera un
hijo suyo. Esta noticia cae como una losa sobre el rey. Hasta ahora sólo

84
tenía que lidiar con rumores sobre su impotencia y la ilegitimidad de su
hija. Pero tras esto, no va a poder evitar que estalle un escándalo. Un
escándalo que le perjudicará políticamente. Enrique arremete contra
Fonseca, duramente le reprocha no haber estado a la altura de lo que se le
encomendó, estar al cargo de Juana.

5. EL ENCUENTRO EN GUISANDO.

Isabel y su séquito se trasladan de Ávila a Cebreros e instalan allí el


campamento real antes del encuentro de Guisando, no muy lejos de allí.
Carrillo les acompaña pero sigue mostrándose hostil al acuerdo, incluso le
reitera que cuenta con el apoyo de sus tropas si al final decide dar marcha
atrás sobre la paz.

Isabel, que tiene las ideas claras, impone su autoridad al arzobispo y


consigue que acate su autoridad. “Yo vos ruego e mando que, si
complacerme deseays e a mi mandamiento quereys seguir, con igual
corazón querays aceptar la concordia e querays concertar vuestros fechos
con el rey, mi hermano”. Ella adivina que Carrillo teme por las posibles
represalias que el rey puede tomar en su contra dado lo mucho que ha
luchado contra él y le tranquiliza al asegurarle de que se encargará de que
Enrique le firme un perdón por todos los agravios pasados. 15 Carrillo, un
poco más aliviado, le deja claro sin embargo que no rendirá obediencia al
rey, no le besará en la mano, hasta que éste no la haya reconocida como
heredera.

15
Isabel firma una capitulación para Carrillo. Él le cede el cimborrio de la catedral de Ávila, donde
dispondrá de plataforma militar segura y ella le firma un documento garante de que Enrique no se
vengará de él, o sea de su impunidad total por todo lo hecho.

85
En paralelo, el rey se traslada a Cadalso con su cortejo, entre el que
se incluye Pacheco, para desconfianza de Carrillo, Chacón y Cárdenas, con
la intención de encontrarse al día siguiente con Isabel y los suyos a medio
camino. Enrique tiene que ocultar la tristeza y la rabia que le ha causado el
deshonor de su esposa Juana. Incluso llega a mentir a Pacheco,
inventándose una excusa que justifique la ausencia de Juana en Guisando.
El rey ha decidido ocultar la verdad con la esperanza de que no se sepa
hasta pasada la firma de la paz.

Por la mañana, los dos séquitos recorren el camino hacia Guisando.


Chacón le aconseja a Isabel de que antes de presentarse ante Enrique, baje
de su caballo y monte en mula como signo de humildad. Carrillo, a
regañadientes, se verá obligado a hacerlo también. Mientras, en Guisando,
los dos legados internacionales, Venéris por Roma y Peralta por Aragón,
preparan las negociaciones. A todos les interesa la pacificación de Castilla.
Aunque Véneris tiene un altercado que con los rebeldes por amenazarles
con la excomunión si no cedían. El legado está a punto de que le partan la
cara, cuando retoma la prudencia y, sobre todo, su principal interés: recoger
el dinero que España les debía con el pretexto de las cruzadas contra los
turcos.

Finalmente, los dos bandos llegan a Guisando. Isabel y Enrique se


reencuentran después de años sin verse. La joven intenta postrarse pero él
no la deja y la abraza como a una igual. Los nobles fieles de Isabel besan
en la mano a Enrique IV y los nobles fieles de Enrique besan en la mano a
Isabel. Carrillo sigue resistiendo a hacerlo. Pero Isabel, con la mirada, le
obliga a hacerlo. Carrillo acaba besando la mano de Enrique pero éste,
demostrando una gran elegancia, lo abraza con cordialidad.

86
6. (EN PARALELO) BEATRIZ DE PACHECO Y PIERRES
PERALTA

Como siempre a caballo entre dos bandos, Pacheco negocia con


Peralta, que le ha ofrecido la posibilidad (ofertada por un acuciado Juan II)
de casar a Fernando con su hija Beatriz. Peralta conoce a Beatriz, una joven
de aspecto varonil, basta y fiel a los criterios de su padre.

87
CAPÍTULO 6

1. LAS NEGOCIACIONES DE GUISANDO.

Isabel y Enrique inician las discusiones, asesorados por sus


respectivos consejeros. Es una negociación dura porque cada una de las
partes intenta con ardides astutos barrer para casa. Isabel se da cuenta de
que Chacón y Cárdenas tenían toda la razón para desconfiar de la
disposición de Enrique. Al rey le preocupa evitar abordar la legitimidad de
su hija, a la infanta las condiciones de su futuro matrimonio.

Durante la negociación, Isabel se reencuentra con Cabrera, el marido


de su amiga Beatriz de Bobadilla, a la que no ve desde que el bando
alfonsino la liberó de Segovia. Ambos se ponen al corriente de sus vidas.
Isabel espera volver a ver a Beatriz una vez se haya firmado la paz.

La noticia del embarazo de Juana llega a Pacheco. Aunque éste se


compromete con Enrique a mantenerla en secreto, el escándalo estalla en
las vistas cuando se propaga por otras vías. El deshonor de la reina
perjudica a Enrique.

Véneris y Peralta supervisan las negociaciones con el objetivo de que


lleguen a buen fin. El segundo, enviado de Juan II, pronto se hace una
composición de quién es quién en la corona castellana en el momento
actual. Queda impresionado tanto por Pacheco, que tiene la habilidad de
estar en los dos bandos, como por Isabel, que demuestra una gran
personalidad “a pesar de ser mujer”.

Finalmente, las dos partes llegan a un acuerdo sobre las dos


cuestiones comprometidas. Enrique se inventa una cláusula jurídica para

88
nombrar a Isabel como su sucesora sin reconocer abiertamente la
ilegitimidad de su hija Juana: “…por el bien y el sosiego del Reino… para
atajar guerras… porque ella está en tal edad que, mediante la gracia de
Dios, puede luego casar r hacer generación, en manera que estos dichos
mis regnos non queden sin haver en ellos legítimos subcesores de nuestro
linaje16”.

Por su parte, Isabel consigue introducir en el acuerdo una fórmula


que le permite tener voz y voto en el asunto de la elección de su futuro
marido. Mientras Enrique hace constar que “la princesa contraerá
matrimonio con quien el dicho señor rey acordare i determinare”… la
joven añade “de voluntad la dicha señora Infanta”. Este simple añadido,
fruto de la astucia y buen hacer de Chacón en los preparativos de las
negociaciones, será fundamental para Isabel en el futuro. Finalmente se
rubrica que todo esto se hará de acuerdo y consejo de tres fiadores, que son
Fonseca, Pacheco y el conde Stúñiga.

Enrique se compromete a convocar Cortes para sancionar el nuevo


status. Concede a Isabel el principado de Asturias y media docena de
ciudades, además de 800.000 maravedíes. Y dado que el comportamiento
licencioso de Juana ya es público y notorio, Enrique también promete
enviar a Portugal a la reina Juana17.

16
Esto, sin embargo, puede indicar (la palabra “legítimos”) que Juana era ilegítima. Tres años más tarde
Isabel se referirá a la niña Juana de esta manera: “Yo fui a las Vistas de Guisando… a donde en presencia
de todos públicamente el señor rey mi hermano confesó y dijo al legado de nuestro muy Santo Padre…
que él allí confesaba y declaraba que no era su hija nin por tal la tenía”.
17
El documento deja de lado el honor del rey en el pasado, pero cita los amoríos de Juana con Pedro y
añade “El rey es informado que non fue nin está legítimamente casado con la reina”. Al ser primos,
necesitaban dispensa papal. Y no la tuvieron. Ni se encuentra y dos de los tres encargados de validarla,
comisionados por Nicolás V para validar dicha dispensa eran Carrillo y Fonseca (el otro, el obispo de
Ciudad Real ya había muerto), presentes en Guisando… Y no hablan de la existencia de dicha dispensa ni
la defienden. Luego no llegó a ser hecha. Probablemente, por el asunto de la impotencia. En definitiva:
aunque Juana fuera hija de Enrique, el rey y no de Beltrán, no sería la heredera por nacer en un
matrimonio ilegítimo.

89
Al final, Venéris hizo público que santifica la paz con las siguientes
palabras “relajaba y anulaba todos los juramentos anteriormente hechos
sobre la sucesión del reino”. Así se hacía tabula rasa de todos los
juramentos anteriores de todos los presentes, que habían apoyado una causa
y/u otra desde el nacimiento de la pequeña Juana. A partir de este
momento, Isabel ya firma como Princesa de Asturias en los papeles
oficiales junto al rey.

Una vez santificada la paz, las dos partes muestran su regocijo.


Isabel agradece a sus asesores el trabajo hecho.

Carrillo, por su lado, sigue sin estar convencido de que este acuerdo
haya sido una buena decisión.

2. LAS CONSECUENCIAS DE GUISANDO.

Se envían misivas a las ciudades hablando del acuerdo entre la


princesa y el rey, notificando de hecho que la paz vuelve a Castilla. Isabel
permanece con el rey, ambas partes regresan a la corte.

Una de las misivas llega a Buitrago, a casa de los Mendoza. Juana de


Avis se muestra furiosa por las concesiones de su marido pero en su estado,
embarazada de otro hombre, poco puede hacer para reclamar los derechos
usurpados a su hija. Los hermanos Mendoza, Íñigo y Pedro, sienten que el
rey se ha burlado de su honor. Poco después de que naciera, les hizo jurar
lealtad a la pequeña Juana, durante buena parte de la guerra la han tenido
en custodia, y ahora queda fuera de la sucesión dinástica. Mientras Pedro
escribe una carta de protesta al Papa Paulo II, declarando perjuro al rey,
Íñigo hace lo mismo con los barones más poderosos de Castilla
recordándoles que su juramento no puede ser en vano. Además, envían a

90
sus soldados a que claven manifiestos-denuncia en las puertas de las
iglesias de toda Castilla. El propio Íñigo lo hace en persona en la iglesia
que tiene más cercana.

Enrique decide que convocará las futuras cortes en Ocaña. Pacheco


entonces le sugiere de asentar allí la corte (como Ocaña pertenecía al
maestrazgo de Santiago, era propiedad del marqués). Y además le persuade
de que Isabel se quede a vivir allí. Cuando el rey da su beneplácito, el
entorno de la princesa no puede evitar sentir cierto malestar por quedar
bajo la “protección” de Pacheco.

Carrillo, decepcionado por el rumbo de los acontecimientos, se


despide de Isabel. Ha decidido pasar un tiempo en su castillo en Yepes.
Como si fuera un padre, le reitera a la joven que cree que se han
equivocado, deberían haber seguido luchando. Sin embargo, ya no tiene
sentido lamentarse. Ella sabe que él siempre ha estado a su lado, y que lo
seguirá estando. Le recuerda que la plataforma militar del cimborrio de la
catedral está a su servicio. No hace falta que le advierta sobre la doble cara
de su sobrino Pacheco, ella ya la conoce. Si necesita cualquier caso, sólo
tiene que pedírselo. Al fin y al cabo, Yepes sólo está a siete millas de
Ocaña.

Tras la marcha de Enrique, Isabel y su séquito son acogidos por


Cárdenas en su palacio. Poco puede imaginarse la princesa que, a pesar de
tener casa propia, Ocaña no tardará en convertirse en una prisión de lujo,
bajo la vigilancia del intrigante Pacheco.

Unos días después, Isabel recibe la visita de Beatriz de Bobadilla, a


la que hacía mucho tiempo que no veía. Es un feliz reencuentro para las dos

91
amigas. Y ahora que se ha acabado la guerra, podrán volver a retomar su
relación con normalidad.

Mientras en el castillo de Yepes, Carrillo se ha refugiado en su


laboratorio para dar rienda suelta a su pasión por la alquimia. Sin embargo,
no se olvida ni de Isabel ni de su sobrino Pacheco. Sus sirvientes le
mantienen bien informado sobre todo lo que ocurre en Ocaña.

3. EL PLAN DE ENRIQUE.

Enrique, a pesar de todo, no cumple con lo pactado. Sintiéndose solo


y desgraciado, sobre todo por el embarazo de su adúltera esposa, se refugia
en la caza. Se le llega a olvidar enviar a todas las ciudades donadas a Isabel
un mensajero para que constara que le debían pagar tributo. Y a las que sí
les envía una notificación del cambio de estatus, Pacheco se encarga con
otras tantas misivas de que no se les pague lo debido. Más de un
recaudador de Isabel sale apaleado de la visita a una de esas ciudades.

Por otro lado, el rey intenta arreglar las cosas con los Mendoza. A
Beltrán de la Cueva lo ha perdido. De Juana no quiere saber nada. Pero no
puede seguir gobernando sin el apoyo de esta poderosa familia.

Isabel y los suyos comienzan a impacientarse con la actitud del rey.


Sigue sin convocar las Cortes prometidas que deben sancionar que ella es
su sucesora. Y Juana de Avis sigue en Castilla cuando ya debería haber
regresado a Portugal.

Enrique, satisfaciendo a los Mendoza, renueva negociaciones con


Alfonso V de Portugal para casarla con Isabel, así como a su hija Juana con

92
su hijo (del rey portugués) Joao, con lo cual garantiza que la niña heredará
al menos el trono de Portugal. Y si Alfonso e Isabel no tuvieran hijos,
probable por la edad del rey, un hijo de Juana se convertiría en un futuro en
rey de Castilla y Portugal.

En esta nueva estrategia, Enrique tiene que ganarse el apoyo de


Pacheco. Y lo consigue comprándolo al concederle el título del marquesado
a su hijo Diego López. A Pacheco le agrada la idea de desembarazarse de
Isabel. La princesa es demasiado lista y peligrosa para sus intereses, ya le
tiene muy calado por sus engaños y cambios de bando, mejor que se vaya
a Portugal.

Alfonso V de Portugal, sin embargo, no quiere oír a hablar sobre esta


boda, no olvida el desplante que le hizo la joven hace unos años.

Isabel, al conocer los planes de Enrique, se niega rotundamente a


casarse con el rey portugués. Ya pasó por esto una vez y no quiere volver a
hacerlo. Además la cláusula de los pactos de Guisando se lo permite.
Pacheco le deja claro que no puede rechazar esta boda, para indignación de
Chacón y Cárdenas. Isabel se muestra muy decepcionada por la actitud de
su hermanastro.

4. ISABEL EN PELIGRO.

Pacheco, por su cuenta y riesgo, intenta convencer a Alfonso V de la


viabilidad de este matrimonio y le pide que envíe una embajada solemne
para formalizar el compromiso. Los portugueses dudan, conociendo como
conocían a Isabel, pero como dice ella: “Se había jurado sobre la Hostia al
arzobispo de Lisboa que por grado o por fuerza me farían facer dicho

93
casamiento”. Así que en enero de 1469, sale de Lisboa el cortejo en
dirección a Castilla.

A pesar de todo este movimiento de tropas, Isabel sigue sin ceder y


comunica a su hermano, el rey: “que non entendiese casalla con el rey de
Portugal ni se lo mandase, porque ella en ninguna manera de lo que hacer
ni consentir en ello”.

La embajada portuguesa llega a Ciempozuelos y se queda allí ante la


negativa de Isabel. Veinte días en los que no se avanza nada para los
intereses de Alfonso V. Veinte días que son un infierno para Isabel, donde
tanto Pacheco como Enrique pasan de las súplicas a las amenazas para
hacerla cambiar de opinión sobre su boda con el rey portugués. El válido
llega incluso a amenazarla de encerrarla en el alcázar de París si no
obedece la voluntad de su hermanastro. Isabel, a pesar de ser una joven
fuerte y contar con el apoyo de los suyos, no puede evitar romper a llorar
en un momento en que se queda a solas. Tanta presión puede con ella.

Cuando Isabel está a punto de desfallecer, Gonzalo, que ha sabido


por Chacón que lo estaba pasando mal, regresa a su lado para quedarse.
Está a su servicio. Nadie le obligará a hacer algo que no quiere hacer. Ver a
su querido Gonzalo supone un alivio para la princesa. Y sus palabras de
ánimo y consuelo le dan fuerzas para seguir resistiendo.

Mientras, Chacón visita a Carrillo en Yepes para que acuda en


auxilio de Isabel. El arzobispo no lo duda ni un momento. Y avisa a sus
tropas para que acudan a Ocaña (se decía que era el ejército más potente de
entre nobles y clero).

94
Carrillo se presenta en Ocaña y se enfrenta al rey y a su sobrino. Está
dispuesto a ordenar a sus hombres que entren y liberen a Isabel. Enrique y
Pacheco, enfurecidos por el desafío pero a la vez temerosos por el baño de
sangre que puede haber, no tienen más remedio que ceder a sus
pretensiones. Se olvidan de sus planes de casar a Isabel con Alfonso V de
Portugal.

La embajada portuguesa regresa a Portugal muy descontenta. su viaje


ha sido en balde. Y Alfonso V se enoja en sobremanera. (Vale la pena ver
su reacción porque lo recuperaremos en el capítulo 13 y en la segunda
temporada será un gran enemigo para Isabel y Fernando.)

5. (EN PARALELO) BEATRIZ DE PACHECO, PIERRES


PERALTA… E ISABEL.

Peralta va conociendo los entresijos de Castilla y empieza a oír de


Isabel. Y acude con Véneris a Guisando. Y está en Castilla cuando Isabel
se resiste a una boda impuesta ante las presiones de su hermanastro y su
valido para que se case con el rey portugués. Si la joven ya le impresionó
en Guisando, ahora mucho más.

Y vuelve a Aragón, donde Juan II corona a su hijo Fernando como


rey de Sicilia. Juan II, al que unas cataratas apenas le dejan ver, le pregunta
por la candidata. Peralta sonríe: “Poca cosa para vuestro hijo. Hay una
candidata mejor, podéis creerme, majestad”. Juan II le responde,
cazurro:”Os creo: sin duda vos veis mucho mejor que yo”.

El rey aragonés decide darle a su hijo el título de Rey de Sicilia para


hacerlo más atractivo de cara a Isabel. Fernando, muy leal a su padre, le
agradece el honor. Juan II le informa de sus planes y negociaciones sobre

95
su futura boda y Fernando le demuestra su obediencia al no cuestionarle.
Sabe que su padre decidirá lo mejor para él y para la corona.

6. ISABEL PLANEA SU FUTURO.

Finalmente, el rey convoca las cortes pero en ellas no se trata el tema


de los derechos sucesorios de Isabel. Y encima Enrique vuelve por sus
fueros, al expresar su interés de casar a Isabel con un nuevo candidato, el
duque de Guyena.

Isabel se siente decepcionada. Está agotada… Por eso cuando las


Cortes avalan su boda con el Duque de Guyena no sabe qué hacer.

La aparición de Peralta con dádivas de Juan II de Aragón es


providencial para Carrillo y Chacón… Y para el propio Peralta que sabe
que si Castilla se une con Francia, Aragón está herida de muerte.

Poco a poco, sus asesores le hablan de Fernando. Pero Isabel saca


aquí toda la incertidumbre propia de su edad. Sería mucho pedirle frialdad
con todo lo que le ha pasado. Casarse con el francés la alejaría de
Castilla… Pero, ¿merece la pena tanto sacrificio para quedarse?

Isabel, que hace tiempo que ha demostrado que ella es la que decide,
manda a Cárdenas a Aragón y Francia para que se informe de los dos
pretendientes. El que quiere Enrique y el que quiere su gente. Quiere saber
el tipo de hombre, cualidades físicas, actitud… con el que se iba a casar y
tener hijos. ¡Están hablando de su marido! Isabel, pese a saber de la
importancia dentro del tablero de con quien case, plantea el hecho del
matrimonio de manera personal, mezcla de su religiosidad y de su concepto

96
de familia… Y de mujer. “Seré fiel al hombre que me case hasta la
muerte… El hombre con el que case será el primero… ¿No puedo saber al
menos cómo es, con quien he de compartir alcoba, quién será el padre de
mis hijos?” Aquí Isabel deja claro que ella tendrá la última palabra. No ha
permitido que Enrique le imponga a Alfonso. Tampoco permitirá que ellos
le impongan a Fernando.

Todos se miran dubitativos… Pero Isabel no cede. Parece que su


papel como princesa ha consistido en negarse a matrimonios. Ahora que ha
de aceptar uno quiere razones para hacerlo. Cárdenas parte raudo y veloz a
Aragón.

Mientras, ajeno a esta situación, Pacheco apremiará a Peralta para


que encuentre una solución a la hasta ahora fallida boda de su hija Beatriz
con Fernando de Aragón. Peralta, ya instalado en Castilla con el único
objetivo de conseguir a Isabel como esposa de Fernando, se nota cada vez
más vigilado. Pacheco desconfía: si ya estamos en paz para la que le
nombraron mediador y no negocia la boda de mi hija… ¿qué está haciendo
aquí Peralta?

Y además.

Juana de Avis, que sigue bajo la protección de los Mendoza, es


repudiada por Enrique tras las Vistas de Guisando, cuando su embarazo ya
es vox populi. Parirá gemelos de Pedro de Castilla. Son dos niños, a los que
llaman Pedro Apóstol y Andrés (de Castilla y Portugal).

97
CAPÍTULO 7

1. LOS DOS PRETENDIENTES DE ISABEL.

Mientras en Aragón, Juan II ha recibido una misiva de Carrillo. El


rey hace que se la lea su hijo, él no puede hacerlo por el empeoramiento de
sus ojos. Pronto se pondrá en manos de un médico especializado para que
le opere las cataratas. El arzobispo les informa de que hay otro candidato
para Isabel, el duque de Guyena, la opción del rey. La princesa ha mandado
a Cárdenas a Aragón para que se reúna con ellos y luego viajará a Francia
para entrevistarse con el hermano del rey francés. Juan II le deja claro a
Fernando que deben conseguir la mano de Isabel. Si lo hace el duque de
Guyena, la corona aragonesa, en declive por los conflictos por internos y la
precaria situación económica en la que la han dejado las poderosas cortes,
quedará emparedada entre Castilla y Francia. Y esto será su perdición.
Fernando, afectuoso, le dice a su padre que no se preocupe, hará todo lo
que esté en su mano para casarse con Isabel.

Fernando recibe a Cárdenas y despliega todo su encanto y simpatía.


Cárdenas le hace saber que pondrá todo de su parte para que el elegido sea
él a pesar de que Isabel le ha encargado que haga informes de ambos
pretendientes. Fernando, tras responderle a algunas de sus preguntas, le
pide que le describa cómo es Isabel. Chacón le habla de su personalidad, de
su religiosidad… Fernando se interesa también por lo físico: ¿es rubia o
morena? ¿cómo se ciñe el pelo? A pesar de ser un enlace real, por
conveniencia, el príncipe no se olvida de la parte pasional que espera
encontrar en su relación matrimonial.

Cuando Cárdenas se despide de Fernando para ir a la corte francesa,


el príncipe hace algún comentario sobre el viaje que hará en balde. Si el rey

98
Enrique no consiguió que Isabel aceptara a Alfonso V, tampoco podrá
imponerle al duque de Guyena. Cárdenas no lo tiene tan claro, el francés
también es joven. Fernando empieza a reírse para desconcierto del
consejero de Isabel: “¿No le conocéis? Id a Francia y comparadme,
id…”.Y sigue riéndose a carcajada limpia.

Por corte, vemos a Cárdenas en un jardín de la Corte francesa. Un


pomposo criado anuncia la llegada del Duque de Guyena. Es un hombre
contrahecho de piernecillas de alfeñique, que se apoya en un bastón pese a
su juventud.

Mientras, en Castilla, Peralta sigue engañando a Pacheco sobre la


futura boda de Beatriz con Fernando, le oculta que Juan II ha cambiado de
opinión y que están negociando el matrimonio de Fernando con Isabel. El
enviado aragonés demora revelarlo hasta que sea inevitable hacerlo. Y es
que Pacheco puede ser un peligroso enemigo.

De vuelta de su viaje, Cárdenas coincide con Carrillo y Chacón en


que el duque de Guyena no es una opción. Por el bien de todos, Isabel debe
elegir a Fernando. Carrillo les informa que el rey ya ha pactado con Francia
una fecha para la visita de sus emisarios para negociar las condiciones de la
boda. En las manos de Cárdenas, está persuadir a Isabel para que tome la
decisión correcta cuanto antes. Chacón tranquiliza a Carrillo: su sobrino
sabrá cómo hacerlo.

En una representación organizada por Cárdenas, un cómico


desaliñado imita al de Guyena. En off, el asesor le da órdenes para que
componga la figura lo más parecido al francés. Isabel, divertida tras la
actuación, le dice a Cárdenas que debe estar exagerando. Éste le responde

99
que bien al contrario: el duque original es peor. Después de pagar al
cómico, Cárdenas le detalla a Isabel que el francés, aunque apenas tiene 5
años más que ella, parece viejo, de salud frágil “y afeado por unas piernas
deformes, extremadamente delgadas y unos ojos llorosos que a veces
llegan al punto de cegarlo; de modo que en vez de armas y un caballo, el
hombre necesita un guía hábil”. En cambio, cuando ella le pregunta por
Fernando, él le responde que es “hombre joven de galante presencia; no se
le puede comparar al duque francés”.

Isabel no da una respuesta, pide tiempo, reza a Dios, esperando que


él le ayuda a decidir sobre tan importante asunto.

Mientras Juan II sigue autorizando el reparto de dinero y mercedes a


todo aquel favorable a su causa. Soborna incluso a Venéris, el legado papal,
para que consiga del papa la dispensa pontificia que legitimará la boda
entre Fernando e Isabel dado que son primos.

Carrillo, por su lado, tantea el apoyo de nobles y ciudades de Castilla


a Isabel en el caso que escogiera a Fernando como esposo. Peralta,
sorteando la vigilancia de Pacheco y sus hombres, corriendo bastante
riesgo, se presenta en Ocaña para acabar de venderle la opción de Fernando
a Isabel. Cruza de noche el río Tajo en un pequeño bote y Chacón le guía
hasta el palacio de Cárdenas para que hable con la princesa. Carrillo, que
también recibe sobornos de Juan II, intenta convencerla con el argumento
de la futura reunificación de las coronas castellana y aragonesa.

El círculo de Isabel se empieza a inquietar por la demora en la toma


de una decisión por parte de la muchacha. Esa misma noche de la visita de
Peralta, Cárdenas coge a la princesa a parte y le pide permiso para hablar

100
con sinceridad. Ella se lo concede. Su asesor se muestra claro y tajante en
las diferentes cuestiones que le preocupan a ella.

Sobre la tardanza en decidir: “según vuestra hedad os es necesario


casar luego”.Sobre Enrique IV: “El rey vuestro hermano no solamente
tyene poco cuidado del casamiento que os cumple, mas tiene grande
estudio para casaros donde a el plaze y a vos no os viene bien”.Sobre
Fernando: “Notable príncipe e de muy buen yngenio e discreción… de
edad igual con la vuestra”.

Y sobre consultar con Dios, añade irónico: “Y no lo tengays más en


suspenso –el decidirse- dizyendo como siempre decís que todas vuestras
cosas e speçialmente esta, poneys en las manos de Dios. Porque aveys de
saber, señora, que la voluntad de Dios es aquella que después de tantas
oraciones como le aveys fecho, declarardes e dixerdes que os plaze, e no
dedes ya más dilación, porque dello se os podrá receresçer grand
deseviçio en estos Regnos de Castilla grandes e irreparables daños de que
nuestro Dios sera servido”18.

En esta conversación entre Cárdenas e Isabel, también sale a


colación el espinoso tema del hijo natural que Fernando ha tenido de su
relación con una mujer noble. Isabel está al corriente y no lo ve con buenos
ojos… pero Cárdenas hace que vea el lado positivo: es prueba de la
fertilidad del príncipe puede garantizar la estabilidad de la corona y su
sucesión, sobre todo si se tiene en cuenta los problemas que ha tenido su
hermanastro Enrique por sus dificultades en tener descendencia. Isabel
acaba dando el ansiado sí y escribe una carta a Fernando.19

18
Todas las frases están extraídas del texto: “Razonamiento fecho por Gutierre de Cárdenas a la señora
princesa, syendo su maestre sala, sobre su casamiento con el príncipe de Aragón”.

101
En paralelo, Juan II se restablece de la operación y recupera parte de
la visión para alegría de su hijo. Y el regocijo es mayor cuando reciben y
leen la carta de Isabel (el rey lo hace por primera vez en mucho tiempo y el
príncipe le escucha). Padre e hijo están encantados con la decisión de la
princesa: una nueva y gran etapa se abre para la corona aragonesa.

2. LAS NEGOCIACIONES DE LA BODA.

Tras aceptar la opción de Fernando, Isabel le escribe una carta a su


pretendiente, haciéndole saber su deseo de casarse con él y le encomienda
En enero de 1469, los asesores de Isabel redactan un borrador de acuerdo
en el que se fijan sus condiciones para casarse con Fernando. En ellas
consta que:
1. Fernando debe reconocer a Enrique IV rey legítimo de
Castilla.
2. La sucesión al trono castellano corresponde a Isabel.
3. Para el futuro consejo real se atribuyen preeminencias a un
grupo de nobles afines a su causa, entre ellos, Carrillo.
4. Fernando fijará su residencia en Castilla.
5. Sus hijos serán educados en Castilla.
6. Fernando asignará a Isabel señoríos y rentas de Aragón y, si
fuera necesario, también soldados.
7. Juan II aportará una dote económica para la princesa.

19
Es la primera carta de Isabel a Fernando, escrita a principios de 1469. No es una carta de amor sino de
aquiescencia cortesana donde da el sí, al estilo palaciego, dejando entrever las cosas más que
afirmándolas: “Al señor, mi primo, el rey de Sicilia. Senyor primo: Pues que el condestable va allá, no es
menester que yo más escriva, sino pedirhos perdón por la respuesta ser tan tarde, y porqué se detardó él
os dirá a vuestra merced.” Isabel anuncia en principio la llegada de un mensajero especial, el
Condestable de Castilla: “Suplico que le déys fe…” Isabel se rinde a la voluntad de su pretendiente y
pariente: …y a mí mandéys lo que que quiserdes que haga agora, pues lo tengo de hazer.” Deja lo
controvertido para la discreción del mensajero: “Y la razón que más que suele para ello hay, dél la
sabréis porque no es para scrivir.” Y termina: “De la mano que fará lo que mandarle eis. La Princesa.”

102
Chacón y Troilo Carrillo, el hijo natural del arzobispo, llevan las
condiciones a Aragón. Y presionan al rey al príncipe para que las acepten
cuanto antes, dado que pronto llegará la fecha de la visita de los emisarios
franceses que negocian con Enrique IV la boda de Isabel con el duque de
Guyena.

Fernando, un poco ofendido por las exigencias de Isabel, discute con


su padre las condiciones. Ni uno ni el otro están acostumbrados a lidiar con
una mujer con las ideas tan claras, sobre todo para la época, en la que el
sexo femenino estaba apartado de las esferas del poder. Juan II confía en la
habilidad de Fernando para manejar a la que será su futura esposa. Además,
ambos son de la familia Trastamara, les mueve la unión de las dos coronas.
E Isabel, pese a su posición preponderante en su reino, estará peor situada
que él allí en Castilla en todo lo que concierne a la corona de Aragón, por
la ley sálica, que no permite que gobierne una reina.

Finalmente, los representantes de los dos príncipes, a la cabeza


Gómez Manrique y Chacón por parte de Isabel y Peralta por parte de
Fernando, llegan a un acuerdo que se firma en las capitulaciones de
Cervera el mes de marzo.

Ambas partes celebran el compromiso. Pero a Isabel y los suyos les


preocupa que lo que se ha negociado con el máximo secreto pueda llegar a
hacerse realidad. Y es que las condiciones no son las adecuadas. Enrique
sigue decidido a casar a su hermanastra con el duque de Guyena y Pacheco
tiene a sus hombres vigilando sus movimientos día y noche.

En estas circunstancias, Carrillo solicita a Juan que provea a Isabel


con 4.000 lanceros (que en ese momento el rey no tenía disponibles pues

103
estaban combatiendo) y 20.000 florines (a parte del collar) para pagar las
tropas de soldados que le permitirían escapar del cerco de sus enemigos y
llegar a un lugar seguro donde reunirse con Fernando.

Como Juan II no va bien de fondos por el coste de sus luchas contra


Francia y Catalunya, se compromete a entregar a la princesa el collar de su
difunta esposa de rubíes y perlas que depositó como aval a sus prestamistas
valencianos. El rey encomienda a su hijo la misión de recuperar esta
valiosa pieza como regalo para su futura mujer. Y como, para sorpresa de
Fernando, está al corriente de sus romances, le aconseja que, antes de
casarse con Isabel, resuelva su ajetreada vida sentimental. Muy
comprensivo con su debilidad, Juan II espera que en el futuro su ímpetu
viril no dé al traste con los cometidos gloriosos que el destino le depara.

Fernando se encuentra con Aldonza, su amante, y le comunica la


noticia de su compromiso. Los dos sabían que en algún momento
ocurriría…. La noble catalana le dice que sabía eso igual que sabe que no
es la primera ni será la última amante que tenga, se case con una princesa
como Isabel o no. Aldonza está al corriente de que Fernando tiene ya un
hijo al que sabe que cuida y vigila, como se preocupa que a su madre no le
falte de nada… Fernando dice que él nunca renegará de sus obligaciones
como padre: “si fuera campesino no le faltaría un trozo de pan nunca a un
hijo mío. Ya que soy rey (de Sicilia), con menos razón”. Aldonza insiste: si
eso no le ha impedido estar con él, no pierda ahora el tiempo. La pareja
acaba haciendo el amor antes de que él parta a Valencia para recuperar el
valioso collar.

Isabel recibe la visita de Beatriz de Bobadilla. La princesa le cuenta a


su amiga sus planes de boda con el príncipe Fernando y la estrategia de

104
fuga de Ocaña ideada por Chacón que le permitirá reunirse con él. A
Beatriz no le parece nada bien. Creía que Fernando estaba prometido con
Beatriz Pacheco. Y además Enrique IV tiene otros planes para Isabel y ella
le ha seguido la corriente, haciéndole creer que no le parece mal. Beatriz de
Bobadilla cree que se equivoca actuando así. Se siente divida en sus
lealtades, como si tuviera que elegir entre su marido y su amiga. Ahora
tiene que volver con Andrés Cabrera. Isabel le pide que no le explique sus
planes. Beatriz se compromete a no hacerlo pero deja claro que la ha puesto
en una situación muy violenta. Él es tan leal al rey. Beatriz lamenta tener
que decirle a Isabel que, si sigue adelante con esta loca idea de la boda, no
podrá volver a verla. Nada de lo que Isabel pueda decir o hacer consigue
que Beatriz cambie de opinión.

3. LA FUGA DE OCAÑA.

Enrique IV y Pacheco se marchan a Andalucía a pacificar algunas


ciudades rebeldes. En ausencia de su principal guardián, y a pesar de que
él ha dejado espías en Ocaña para que le informen de todo, Isabel anuncia
sus intenciones de organizar un acto para conmemorar el aniversario de la
muerte de su hermano en Arévalo. Nadie puede negarse a su petición.

Isabel abandona Ocaña, acompañada por su séquito con Gonzalo a la


cabeza (en ausencia de Carrillo y Chacón) y escoltada por dos hombres de
Enrique, el conde Cifuentes y el obispo de Burgos, sobrino de Pacheco.

Cuando llegan a Arévalo, Isabel tiene una desagradable sorpresa: su


madre ya no está allí. Sin informar a su hermana, Enrique entregó la villa a
unos nobles afines, los duques de Plasencia, que obligaron a Isabel de
Portugal a abandonar su residencia y refugiarse en Madrigal.

105
Todo el cortejo se traslada a Madrigal. Al llegar a Madrigal, ve a su
madre, cada vez peor. Un emisario anuncia la llegada de una comitiva
francesa, que sabedora de que está allí viene a negociar sus bodas con el
Duque de Guyena.

Reunión con los franceses, a los que acoge con cortesía, pero con
frialdad.: “la princesa, con gran discreción, respondió no aprobando ni
negando lo que el Cardenal dezía, mas con grande modestia en breves
palabras dixo quella avía de seguir los que las leyes destos Regnos
disponían e mandavan”. Jouffroy había presentado su oferta en gran
parlamento, apelando a lo contento que desde el cielo estaría su difunto
padre (Juan II). Pero Isabel insiste que Castilla disponía que debía consultar
con nobles y consejeros antes de tomar una decisión… Pero no le dijo que
no.

Pacheco, al saber las largas de Isabel, sospecha de que el viaje de


Isabel esconde algo y arrancó una carta al Rey para que los vecinos de
Madrigal encarcelaran a la princesa. Lejos de eso, la avisaban del peligro y
protegían. Pero el miedo cundió y algunas de sus damas huyeron.

Temiendo la llegada de fuerzas de Enrique, se cobijó con unas


monjas extramuros de Madrigal, probablemente escondida. Y desde ahí
partió Gonzalo para avisar a Enríquez y Carrillo de que corría peligro.

En Segovia, Beatriz, que también echa de menos a su señora Isabel,


está con su marido cuando él recibe la noticia de los planes de la princesa
de casarse con Fernando. Cabrera comprende la indignación de su señor, el
rey. Beatriz tiene que disimular ante él que lo sabía, puede que incluso

106
mentirle diciéndole que Isabel nunca le hizo ninguna confidencia al
respecto.

Con su ejército a media jornada de Madrigal, Carrillo hizo que, para


animar a Isabel, se le diera el collar de dote de boda y ocho mil florines.
Gonzalo es el adelantado para dar la noticia. Alegría de Isabel. Se pone el
collar encantada.

Al anochecer, montada en una mula y acompañada por el obispo de


Burgos (sobrino de Pacheco), turbado por todo lo que acontecía sin poder
remediarlo, va al encuentro de Carrillo. Una vez allí despide al obispo: ya
no tiene nada que vigilar pues ella, por si no se había dado cuenta, es libre
de dirigir sus pasos y su vida.

Tres días después (acelerar por tensión dramática) llegan 400 jinetes
del rey apara encarcelar a Isabel. Es demasiado tarde.

A no olvidar:
En paralelo con la negociación de las capitulaciones de Cervera,
Pacheco descubre los planes de boda de Isabel con Fernando. Pacheco, con
todo el dolor del mundo, se lo cuenta a su hija Beatriz, que queda
destrozada. Siente que la han utilizado, que se han burlado de ella. Él, buen
padre, intenta consolarla. Beatriz supone que se lo contará a Enrique y que
esto traerá consecuencias para la díscola Isabel. Pero Pacheco decide
esperar un mejor momento para decírselo al rey. Piensa aprovechar este
resbalón de Isabel a su favor.
CAPÍTULO 8

1. LLEGADA DE ISABEL A VALLADOLID.

107
Isabel se instala en Valladolid. Y el 8 de septiembre de 1469 remite
una carta a Enrique –que estaba sitiando la ciudad extremeña de Trujillo-
extensa y firme. Repasa en ella los proyectos de boda que le habían sido
planeados hasta ahora y anuncia que su libre voluntad es casarse con
Fernando para honor de la dinastía y bien de los reinos. También le echa en
cara el incumplimiento de los pactos de Guisando.

Pacheco y el Rey planean llegar con su ejército a Segovia para llegar


a Valladolid a impedir la boda, se rumorea.

Pacheco da orden de extrema vigilancia en las fronteras.

2. FERNANDO, AL ENCUENTRO DE ISABEL.

Cárdenas y Alonso de Palencia llegan a Aragón. Han salido a


escondidas de Valladolid. comunican a Juan II que es del todo imposible
que Isabel salga de Castilla. La única solución para que la pareja pueda
casarse es que Fernando logre entrar en Castilla. El príncipe acepta el reto.
En cierto modo, no deja de ser una aventura como la que se narra en los
libros caballarescos tan a la moda en la época: un intrépido caballero se
adentra en una tierra hostil para reunirse con su amada.

El 6 de octubre sale de Zaragoza. Pero sale dirección Cataluña con su


ejército. Puede haber espías que vigilen a Cárdenas y Palencia. Y se
organiza una “cita fallida”. Ellos vana a ver a Fernando, con el que se ven
en secreto, mientras, puertas afuera se dice que ni siquiera les ha recibido
porque ha partido a guerrear a Catalunya en socorro de su padre.

Cárdenas y Palencia vuelven solos a Castilla, supuestamente


decepcionados, pero llevando los ropajes y objetos del príncipe.

108
Fernando, a las pocas horas de viaje, se reúne con 3 hombres de
confianza… y cambia sus ropas de guerra por las de un mozo de mulas,
andrajoso y pobre (incluso durante el viaje, para disimular, Fernando daba
de comer a las mulas e incluso cortó el cabello a uno de los que le
acompañaban).

Pero el viaje no lo inician cuatro jinetes (contando a Fernando), sino


cinco. Aldonza, disfrazada de muchacho, de doncel se apunta en el
camino.20

Fernando le recrimina que lo haga: es un viaje peligroso, pero


Aldonza insiste: asume la marcha de Fernando pero quiere acompañarle
hasta el pie del altar, tal es su amor por él. Y su lealtad. Pero quiere
disponer del tiempo que pueda en su compañía y por eso es capaz de
arriesgar su vida.

Hay algún comentario de alguno de los soldados sobre Fernando:


“Necesita de mujer como de respirar”.

Descansando en alguna posada, apurando de sus últimas relaciones,


Aldonza le pide que Fernando le cuente lo que sabe de Isabel. Fernando
habla de casarse con quien no conoces… “Por lo menos, no es una niña a
la que tengo que esperar que crezca”.

En el viaje ocurren diversas anécdotas:


- - olvido del dinero en una posada por parte del propio Fernando.

- - intento de robo por unos salteadores.


20
Diversos textos cuentan esta leyenda de esta muchacha que luego tendrá gemelos de Fernando.

109
- - llegada a la ciudad convenida y amiga (Burgo de Osma, en
Soria), donde son apedreados por llegar de noche y casi
descalabran a Fernando. Allí les esperan Palencia y Cárdenas.

- - siguen camino de Dueñas.

- - En Dueñas, Fernando se viste su ropa propia y se despide de la


joven con cariño, él; con dolor ella, si bien lo disimula para no
nublar el entendimiento del hombre al que quiere.

3. (EN PARALELO): EN CASTILLA. ENTRE VALLADOLID Y


SEGOVIA.

En Valladolid, Isabel espera respuesta de su hermanastro el rey.


Desearía una respuesta positiva en Enrique. Carrillo no la espera. De
hecho, está eufórico: habla con Enríquez, al almirante que domina y
protege la ciudad, de los planes que tiene con Isabel y Fernando.

El 12 de octubre, Isabel redacta una nueva carta a Enrique. Le avisa


de que Fernando ha entrado en Castilla.

En Segovia, actitud de rabia de Enrique. El azuzamiento de Pacheco


para que intervenga militarmente. Y la negativa de Enrique, que le
recrimina: ¿por qué pago espías? Le echa la culpa de lo sucedido. Pacheco
calla. Enrique, que bien le conoce, entiende lo que ha pasado. Sabía que
podía ocurrir. Pacheco sigue callando, luego otorga. Su plan queda al
descubierto: dejar que Isabel escapara para retirarle la sucesión como
castigo… Pero nunca habría esperado que Fernando llegara hasta aquí. Se
le ha ido todo de las manos.

Y, fuera de toda incontinencia, hace una discreta a Valladolid, para


intentar pactar una salida con su tío, Carrillo. La respuesta es negativa. Y
Enrique tampoco contesta la segunda carta de Isabel.

110
El 14 de octubre, Fernando, escoltado ya solo por tres servidores
(entonces que se despida de la joven antes y la mande de vuelta con uno de
sus soldados a Zaragoza) cabalga de Dueñas a Valladolid.

Gonzalo, por su parte, se muestra huidizo ante la presencia de Isabel.


No quiere molestar. Pero Isabel busca una oportunidad para hablar con él.
Le dice que tiene licencia para hacer lo que quiera, quedarse o partir…
Pero que ella le profesa gran afecto como amiga y que siente el dolor que
sabe que él puede sentir al estar cerca de ella. Gonzalo le dice que peor
estaría no viéndola. La tranquiliza. Sabe que ella va a ser reina y que él es
un simple soldado. Pero que la deje cuidarla como tal. Será su manera de
no separarse de ella: sirviéndola. Isabel sonríe y acepta. Y cuenta la
Historia que así será.
-

4. SU PRIMER ENCUENTRO.

Ya anochece. Fernando y sus acompañantes esperan en una sala. Son


jóvenes y el viaje no ha dado para muchos cuidados, ni Fernando lleva una
ropa especialmente llamativa, por lo que se confunden los unos con los
otros.

Gonzalo, presente junto con Chacón, Carrillo, Enríquez, las damas


de compañía de la reina… en una recepción informal. Una joven se le
acerca para preguntarle por qué está tan serio. Gonzalo la mira y le dice que
cualquiera en la sala es mejor compañía que él. La joven le sonríe y se
aleja… pero le mantendrá controlado visualmente, para incomodidad de
Gonzalo.

111
Aparece discreta Isabel, que sin que la vean intenta adivinar quién es
Fernando. Cárdenas la ve. Se cruzan la mirada. Y acude a donde está ella,
con Chacón.

Isabel pregunta: “¿Quién es Fernando?”. Cárdenas le señala a un


joven que habla en latín con Carrillo: “Ése es”.

Isabel, asombrada de que Fernando hable latín: ella no lo domina.


Carrillo se da cuenta de la situación y hace un gesto como de que se
acerque.

Isabel, por respuesta, sale de la sala, tímida y se mete en una


habitación.

Chacón llega a la habitación para decirle que la entiende pero que


tanto que ha luchado tiene que dar el siguiente paso… Y llegada de
Fernando a ella, sonriente, pícaro. Presentaciones. Él va a besarle la mano.
Ella se niega: son iguales en rango. Chacón muestra, sin que lo vea
Fernando, un gesto de asentimiento a la actitud de Isabel.

Fernando dice que está encantado de conocer la princesa heredera de


Castilla. Y ella que lo mismo con el príncipe heredero de Aragón. Fernando
sonríe y saca su ironía: “…Y rey de Sicilia, no os olvidéis”. Isabel sonríe
por el tono. Chacón les deja solos.

Tienen su primera conversación. Ella está tensa… Señala la herida


de la pedrada que le dieron durante el viaje: “¿Estáis bien?. Fernando
sonríe, está disfrutando de la situación: “No”. Isabel: “Gracias por
arriesgar tanto por venir”. Fernando (pícaro): “la ocasión lo merecía…

112
¿Qué deseais que hagamos?”. Ella, superada dice, entre entregada y torpe
que “como esposa que voy a ser de vos… haré lo que me dijeres”.
Fernando sonríe y le dice que en ese caso, dará su primera orden. Isabel
tensa…. Fernando: “Volvamos con los demás”. Isabel sonríe aliviada.
Entrada y aplausos.

5. (EN PARALELO)21 SE NECESITA BULA.

Tanto Carrillo como Juan II tienen un grave problema que resolver:


conseguir una bula para permitir un matrimonio entre hermanos. Juan II
habla con Cárdenas de que nunca ha tenido suerte con Roma. Ya quiso
pedir una bula múltiple para su hijo, cuando tenía seis años (quería casarlo
precisamente con Isabel) y para lo sucesivo y tuvo la callada por respuesta.
Cuando llegó Paulo II se lo recordó, pero lo mismo

Utilizan a Véneris, que apela a Rodrigo Borja, un obispo valenciano


de fuerza emergente en el Vaticano. Pero Véneris recibe del propio Paulo II
la respuesta de que Enrique IV (con el que tenía magníficas relaciones) ya
había pedido una para casar a Isabel con Alfonso de Portugal: “no puedo
dar dos bulas distintas a la misma dama para prtendientes distintos”.

Véneris insiste que esa boda no se realizará. Paulo II zanja con un


“Que se casen los príncipes, después les otorgaré la dispensa”.
CAPÍTULO 9

1. NO HAY BULA PAPAL.

Problema grave. No llega bula de Roma. Y la boda se celebra al día


siguiente. Llegados a este punto, ¿qué se puede hacer? Toda Castilla
conoce el parentesco de Isabel y Fernando y sería un escándalo la boda sin

21
En este capítulo e incluso avanzando algo en el anterior.

113
bula pontificia. Enrique IV tendría argumentos para lanzar su propaganda,
para dar rotas las relaciones con Isabel.

Véneris y Carrillo se ven entre la espada y la pared. El propio


Fernando no cree que esto deba parar la boda. Se debe asumir que hay una
bula… Pero hay que leerla en los esponsales… Se decide falsificarla con
acuerdo de todos.

La bula que falsifican es con la forma de Pio II, para no comprometer


al actual papa. Y tiene fecha de 28 de mayo de 1464, de cuando Fernando
tenía 14 años. Y se le concede a él para casarse, tan pronto cumpla 18 con
princesa de sangre real cosanguínea en tercer grado.

La filosofía de Fernando con respecto a la bula: que Isabel tenga más


dudas y Fernando se muestre como el modelo que luego lo fue para
Maquiavelo.

La filosofía de Isabel, religiosa, de carácter duro y fuerte, pero que


decide ser pragmática, que impresiona a Fernando.

2. SIGUIENTES ENCUENTROS DE FERNANDO E ISABEL.

Los siguientes encuentros entre los príncipes están llenos de temas de


los que hablar… y de una evidente mutua atracción. Fernando bromea
sobre su parentesco. Sobre la suerte que han tenido de ser prometidos
teniendo la misma edad… Y sobre la historia de los dos, gemelas en
sucesiones y problemas familiares hasta llegar a ellos.

En un momento dado, Fernando confiesa su estupefacción por el


oropel y la cantidad de invitados de la boda. ¿Quién paga los gastos? No lo

114
reconocerá ni delante de un verdugo, pero su padre saca dinero de donde no
hay… Y la situación de Isabel parece la misma o peor, dado el abandono
económico al que está sometida, del que la alivia la buena gestión de
Chacón. Pero aún así, tiene que cuidar de su madre… Una boda sin padres,
qué extraño.

Fernando plantea que equivocados están los que pagan la boda si


piensa que él va a ser un títere de nadie. Isabel sonríe orgullosa: “Creo que
somos de la misma opinión”.

Una mirada de Fernando a una dama levanta recelo en Isabel.

Isabel se atreve a hacerle la pregunta de cuántas veces ha amado


mujer. Fernando, siempre irónico y bromista le responde que de eso no se
puede hablar con la novia en vísperas de boda. Isabel está seria. Fernando
se da cuenta y toca el tema: supone que estará informada con pelos y
señales de su vida, que tiene hijos… (Isabel le llega a comentar; “por lo
que veo vos tenéis más práctica que yo en los lances amorosos”). Y que
cuida de ellos. Pero que ha venido aquí por una causa y por una promesa. Y
su honor está por encima de todo: no fallará.

Por su parte, la princesa está nerviosa. Se encierra en un cuarto y se


pone a coser desesperada (una de sus aficiones preferidas). La esposa de
Chacón lo nota y la consuela. Le dice que es normal, que no se preocupe…
Pero Isabel está aterrada ante la noche de bodas. ¿Qué ha de hacer? La
mujer de Chacón le pregunta si siente algo cuando está al lado de
Fernando. Isabel dice que calor. Su interlocutora sonríe: “Pues en
Valladolid por estas fechas ya hace frío”… Y le dice que la naturaleza la
llevará a hacer lo que tenga que hacer, que esté tranquila…

115
La prueba del traje delante de las damas y el que casi por error el
novio la vea causa una divertida situación que relaja de tanta tensión como
conlleva esta boda.

3. GONZALO Y FERNANDO.

Mientras la dama que se acercó la noche anterior a Gonzalo se le


hace la encontradiza hasta que consigue del joven una sonrisa.

Fernando pregunta a Isabel por Gonzalo (“parece muy pendiente de


vos”). Isabel le cuenta la relación de Gonzalo con su difunto hermano… Y
el precio mutuo que se profesan. Fernando bromea: “Nada de lo que tenga
que preocuparme, supongo”. Isabel se ruboriza y niega.

Pero llega el momento en el que los dos jóvenes se encuentren y


crucen palabras. Que hablen de armas, que se vean los dos soldados,
plantear que es una boda sin justas ni celebraciones y que Fernando diga
“que él nunca ha sido nunca de justas ni concursos, que no le gusta mostrar
en público lo que ha de hacer en la batalla… y que son juegos románticos y
trasnochados. Un caballero no gana la guerra: la gana un ejército y una
estrategia”. En este sentido, Gonzalo no podrá por menos que darle la
razón: él opina lo mismo.

Gonzalo, al verles juntos en otra ocasión (Isabel y Fernando) en la


lejanía, suspira y se dirige decidido hacia la muchacha que le corteja.
Esa misma noche, en paralelo a la primera noche de amor de Isabel y
Fernando, él también tendrá compañía en su alcoba.
- Nota: sería una trama muy Shakespeare, tipo “Trabajos de amor
perdidos”.

116
4. LA AMBICIÓN DE CARRILLO.

Ejerce de gran jefe de ceremonias de esos dos días /contraste con


Chacón y Cárdenas, en la sombra, pero pendientes de todo. Se siente el
protagonista: ha salvado a Isabel de Madrigal (como antes amenazó con
llevar sus tropas de Yepes a Ocaña cuando la propuesta de boda con
Alfonso de Portugal, ante la amenaza de encarcelamiento de la princesa),
ha pactado con Peralta y Juan II, su viejo conocido.

Y para el espectáculo del que se sentía estrella buscó un público


masivo: a las bodas vienen más de dos mil personas: caballeros,
dignidades, personalidades eclesiásticas. Destacan Carrillo, Enríquez,
Fadrique…

Llevado por su euforia y creyéndose el futuro rey de Castilla


manejando a dos jóvenes príncipes, les llama para una reunión en privado.
En ella les plantea un plan según el cual, él ha de saber cuáles son sus ideas
y planes así como ellos los suyos. Les hace la petición (casi orden) “de ser
tres en todo”, en el gobierno de la nación.

Situación tensa. Isabel, no muy apasionada, accede. Fernando lo hace


después-

Cuando se quedan solos, Isabel comenta que cuándo llegará el día en


el que los obispos recen, los nobles obedezcan y los reyes gobiernen.
Fernando lo tiene también muy claro: “Muchos reyes de Castilla se han
perdido por seguir los consejos de otros: yo no seré de esos”.

117
Carrillo comenta, encantado lo ocurrido a Enríquez, viejo compañero
de causa y siempre fiel. Enríquez le dice que tal vez Isabel tenga una
personalidad muy fuerte para aceptar eso. Carrillo sentencia que ella no
habría llegado a nada sin él, que era una niña asustadiza a la que tuvo que
cuidar cuando llegó a Segovia alejada de su madre. Que es una creación
suya, como Dios hizo el hombre del barro. Y que en cuanto quiera, Isabel
puede volver a ser barro.

Chacón, al que le llegan estos comentarios, sonríe. No sabe Carrillo


lo mucho que se equivoca.

5. (EN PARALELO:) ¿QUÉ PASA CON ENRIQUE Y PACHECO?

Enrique IV visita a su “hija” la Beltraneja en casa de los Mendoza.


Las dudas de éstos Mendoza ante el futuro matrimonio de Isabel y
Fernando no tienen otra respuesta que las indecisiones de Enrique. Los
Mendoza muestran su preocupación por la desunión del reino. Aviso: ellos
le apoyan porque creen en una Corona fuerte… Si él no es capaz, tendrán
que pensar en otras alternativas. Su apoyo no será eterno.

Una vez éste se va, Pedro González de Mendoza, diagnostica mal


futuro a los planes del rey. Esencialmente, porque no se le ve ninguno que
las atrabiliarias negociaciones de boda de Pacheco.

Juanita, ya con 7 años, pregunta si puede ir a jugar, ajena a los


designios de la Historia. Tras darle permiso, alguien llega a comentar:
“Pobre niña”.

Enrique se plantea aplicar la alianza que tiene firmada de


intervención en Castilla si se producía el casamiento. Y retirarle todas las

118
asignaciones económicas. Pacheco le dice que para lo primero es pronto. Y
que lo segundo no cree que haga mucho efecto: no recibe muchas.

Las opciones de Pacheco son abolir los pactos de Guisando y casar al


Duque de Guyena con la Beltraneja. Para ello escribe secretamente a Luis
XI: “Que enviase su embajada a pedir por muger para el Duque de
Guyena, su hermano, a doña Juana, que se decía Princesa e fija del Rey, e
que él tenía manera con el Rey que se la diese”.

Luis XI, feliz por la invitación, alista ejército para agrandar el frente
con Aragón, que Juan II apenas puede mantener. Objetivo: atenazar Aragón
entre Castilla y Francia. Y Pacheco ya se encargaría de acusar a Isabel de
provocar todo esto por su comportamiento.

6. LA BODA + LA NOCHE DE BODAS

Tras la boda (de la que se guardan todas las actas y discursos), llegan
las aclamaciones populares y las fiestas en la calle.

Isabel va a sus aposentos. Luego irá Fernando. Las damas acicalan a


Isabel, nerviosa, en el lecho. Fernando entra. Les dejan solos. Isabel no
sabe qué postura poner. Cuando uno tira para un lado, el otro tira para el
equivocado. Llegan a reírse por fin de la situación. Fernando la besa y le
susurra: “No estéis nerviosa… os lo ruego”. Y empiezan a hacer el amor.

Fuera esperan testigos, notarios, damas y nobles para dar fe de la


realización del acto. Oyen los gemidos desde fuera. Silencio. El notario
hace señal a una dama que llama discreta a la puerta. Desde dentro se oye
la voz de Fernando: “Podéis pasar”.

119
La dama entra y saca una sábana: está manchada de sangre. Aplausos
y vítores.

120
CAPÍTULO 10

1. BREVE LUNA DE MIEL.

Enrique no responde a ninguna de las misivas enviadas por Isabel.


En el entorno de ésta hay un evidente temor a una intervención armada.
Mientras, Isabel y Fernando continúan con su relación, al principio de
enamorados por la juventud… Y para Isabel, por la novedad que suponen
para ella los lances amorosos

Pero sólo pasa una semana de la boda y los príncipes reúnen por
primera vez a su Consejo de Asesores.

Se acuerdan dos medidas básicas:


1. Enviar un mensajero a Enrique demostrando obediencia y las
capitulaciones de la boda.
2. Que Fernando reclute un ejército de mil lanzas con dinero pedido
a Aragón. Fernando, va más lejos: a demás de lanceros contratará seis
lombardas, dos pasavolantes, doce cerbatanas… Un mínimo parque
artillero, vaya. Fernando tiene claro que Enrique atacará… Y la población,
también teme que vuelvan tiempos revueltos.

Hay una preocupación evidente por la aún no recibida bula papal.

2. ENRIQUE RECIBE LAS CAPITULACIONES DE LA BODA DE


ISABEL.

Inmediatamente, Enrique recibe copia de las capitulaciones de boda.


Y un enviado de Isabel, de viva voz, le comunica que casados están. Que
retrasaron su boda por si tenía a bien asistir. Que al no haber respuesta a
carta alguna, la celebraron según manda la Santa Madre Iglesia, sin

121
escándalo y sin invitar a gentes extranjeras. También le dice que Fernando
e Isabel prometen servir a su excelencia con amor y acatamiento propio de
hijos y que, como tales, estarían encantado de que se dignase a recibirlos,
“en un lugar convenible y seguro”.

El Rey contesta que “ya lo hablara con su Consejo Real”. Y quiere


oír al maestre de Santiago, Pacheco. Que era lo mismo que decir que no.

Éste, prefiere esperar a contestar con la respuesta (espera que


positiva) de su propuesta de boda de La Beltraneja con el Duque de
Guyena. Hay que esperar.

3. ISABEL EMBARAZADA: CONSECUENCIAS.

Febrero de 1470: Isabel está embarazada. Alegría generalizada: no


están ante un caso como el de su hermanastro. Fernando tiene buena
semilla e Isabel es fértil. Los comentarios “técnicos de sucesión” son bien
considerados por Isabel, pero advierte que un hijo es un hijo.

Juan II, encantado… si es niño. Enrique IV, furioso… si le nace hijo


a Isabel: las probabilidades de su “hija” de llegar al trono bajan. Él ya tiene
una edad y en caso de morir antes de que la Beltraneja.

Pacheco insta a los franceses a dar respuesta inmediata. No hay


tiempo que perder. Los franceses aceptan. Y mientras tanto, su propaganda
se centra en hacer saber a todo el mundo que Isabel y Fernando se casaron
con una bula falsificada.

122
Enrique va a ver a los Mendoza: es hora de cumplir el antiguo
juramento. Fin del “encierro-protección” de la Beltraneja y su madre. Con
esto consigue calmar un tanto a tan importante familia.

La embajada francesa llega en verano a Medina del Campo,


equidistante entre Segovia y Valladolid. Enrique les recibe con su esposa e
“hija”. Con él, Pacheco y los Mendoza.

Paralelamente, Pacheco da orden de tomar Valladolid y apresar a


Isabel y Fernando.

Isabel y Fernando, avisados por los espías de Carrillo, huyen a


tiempo a una plaza segura: Dueñas.

Jouffroy, ante la petición de Pacheco, denuncia al Papa a Carrillo y


su falsedad en la bula.

Mientras, en Dueñas, la precariedad es grande. Isabel remienda un


jubón de Fernando. Fernando le pregunta si no tiene damas que puedan
trabajar por ella.

Juan II preocupado: ve que el de Villena es quien manda totalmente.


Intenta llegar a un pacto: casar al hijo que espera Isabel con la Beltraneja,
para que ésta no se case con el francés. Pacheco, indiferente a la propuesta.

Isabel, enfurecida, se niega rotundamente. Fernando, también. Isabel


aprovecha para pedir a Juan II su dote, los 40.000 florines pendientes y las
mil lanzas, pero Juan II no se los puede dar.

123
Isabel y Fernando deciden enviar otra misiva a Enrique para
convocar un Consejo con los tres estamentos del reino del reino (nobles,
clero, pueblo) y los asesores principales. El objetivo: arreglar la situación.
Está claro que la debilidad de los príncipes es máxima.

Enrique, como siempre, ni responde.

4. ISABEL DA A LUZ.

El 1 de octubre, Isabel va de parto. Al parto acuden testigos para dar


fe, como era habitual en los partos “reales”. Y son testigos de que quien
nace es una niña.
Aconsejados por Carrillo, llegan a ocultar que es una niña… pero no
se tarda en saber la noticia. Isabel discute con Carrillo por haber ocultado la
noticia. No por ser una niña merece menos respeto ni consideración. Ella
nació niña y orgullosa está de ello, que ha hecho cosas que muchos
hombres jamás se hubieran atrevido a hacer.

Felicidad en Enrique. Menos problemas en la sucesión de su corona.

Dolor en Juan II (al ser niña, por la ley sálica, jamás gobernará en
Aragón).

Pese a todos los inconvenientes, Fernando e Isabel se vuelcan con su


niño y refuerzan su amor por ella por encima de todas las demás
cuestiones. Deciden ponerle de nombre Isabel.

5. ISABEL DESHEREDADA.

124
Presidiendo en Castilla su embajada nupcial, Jouffroy recibe una
noticia que descabala sus planes. Luis XI, contra todas las previsiones, ha
tenido un hijo varón luego Carlos VIII). El de Guyena jamás será heredero.

Enrique y Pacheco no se amilanan y siguen con los planes. Cerca de


Buitrago, reciben en una fiesta a los más granado de la nobleza fiel (que
son mayoría todavía) y clero. La Beltraneja y su madre, escoltadas siempre
por los Mendoza, están allí.

Un conde francés trae los acuerdos nupciales. Y Jouffroy lanza un


discurso contra Carrillo, Isabel y Fernando bastante ignominioso.

Enrique ordena la lectura de una escritura sellada por él: “Visto el


poco acatamiento y menos obediencia mostrados por Isabel casándose
contra la ley y los acuerdos firmados, sin mi consentimiento, la
desheredo”. Y anula los acuerdos de Guisando oficialmente.

A continuación, jura Juana de Avis “de que yo soy cierta” y que la


princesa presente, doña Juana es “hija legítima y natural del dicho señor
Rey”.

Jouffroy toma las manos de la niña (8 años) y el conde que


representa al de Guyena y les hace las preguntas de rigor sobre si se
aceptan en matrimonio. La respuesta es afirmativa. Y se dispone que
cuando la princesa tenga la edad conveniente ratificarán y consumarán
dicho matrimonio.

6. EN PARALELO: ROCES ENTRE FERNANDO Y CARRILLO.

125
La situación de precariedad económica más un invierno frío que ha
deparado malas cosechas genera problemas económicos en la población…
y en el séquito de Isabel y Fernando.

Además, Carrillo ve con preocupación lo unidos que están los


príncipes. Y la actitud (llegó a decir “a mí no me gobierna nadie”) de un
Fernando acostumbrado a participar en decisiones de poder de su padre,
Juan II. O sea, que eso de “gobernaremos de a tres”, nada.

Mientras tanto, siguen con la táctica de prometer dádivas a los


nobles, compitiendo con Enrique IV.

Precisamente a Juan II escribe Carrillo quejándose de tanta


ingratitud.

Isabel intenta calmar a Carrillo, al que tanto debe, con un señorío


dado a su hijo Troilo. Son tiempos difíciles y la desunión sólo puede
estropear todo lo andado.

126
CAPÍTULO 11

1. CAMBIO DE CIUDAD, PRIMERA CRISIS.

Pintan bastos para Isabel y Fernando. Un nuevo traslado. Medina de


Rioseco bajo los Enríquez, familia de Fernando.

La euforia inicial de la boda se está apagando. Y la propaganda de


Enrique IV y Pacheco con respecto a que su boda es nula al haber
falsificado una bula, hace daño.

Los asesores de Isabel aconsejan una respuesta. Isabel, opina lo


mismo. Se redacta una carta a Enrique IV de respuesta. Las bases de la
carta son las siguientes:
1. Que ya cuando juró Juana La Beltraneja hubo nobles
(referencia a Villena, su propio valido) que alegaron
que no era hija suya.

2. Que él mismo, en Guisando, así lo dejó claro.

3. Que su matrimonio con Juana de Avis tampoco


dispuso de dispensa papal, luego todo lo que surge de
él es ilegal.

4. Que pese a todo, a la muerte de Alfonso, pudo


nombrarse reina y prefirió el respeto hacia Enrique
IV.

5. Que fue arrancada de su madre por la fuerza y que ha


dejado a su madre sin sus posesiones de Arévalo.

6. Que aún así, fue a Guisando a pactar un futuro por el


bien del Reyno.

7. Que no ha cumplido, no ella sino Enrique IV, los


acuerdos de Guisando no tratando el asunto de su
sucesión en Cortes.

127
8. Que ha sido objeto de planes de casamiento por la
fuerza e incluso amenazándola de encierro.

9. Que está bien casada y con la conciencia tranquila.

Esta carta fue clavada en la puerta de instituciones públicas, como la


catedral de Burgos.

Fernando discrepa de Isabel en que sea ésta la manera de atajar los


problemas. Él es un hombre de acción y cree que hay que tomar decisiones
más drásticas.

Crisis de la pareja: la escasez de medios, las ilusiones varadas por la


situación, hace que surjan dudas entre los dos. Fernando, contenido
sexualmente por respeto a Isabel, tiene un pequeño tonteo con una dama
que Isabel contempla.

Para colmo, las noticias en Asturias y sobre todo en Vasconia son


negativas. Pacheco ha dado todo el poder al Duque de Haro.

Viene una comitiva asturiana para exigir pruebas con las que apoyar
a Isabel y no a Enrique. Delante de Carrillo, Chacón e Isabel, Fernando se
desenvuelve como un negociador nato. Permite combatir a pie a los nobles,
para evitar los gastos caballería. Y condona penas por servicio militar a su
favor. Los asturianos se retiran encantados.

Nueva bronca con Carrillo. Fernando le dice que en vez de discutir


con él, haría bien en explicar los rumores sobre señoríos que Pacheco ha
prometido a sus hijos bastardos. Carrillo, indignado, responde que se ha
negado a aceptarlos y que su fidelidad por Isabel es absoluta. Fernando le

128
dice que ya sabe la fidelidad que existe en Castilla cuando hay dinero de
por medio.

La crisis es total. Tanto que Chacón hace un aparte con Isabel para
que hable con Fernando. Tienen que mirar todos en la misma dirección o el
proyecto puede peligrar.

2. LA PRIMERA SEPARACIÓN DE LOS PRÍNCIPES.

Isabel habla con Fernando del tema. Éste le hace ver que él es un
soldado, que ha tomado decisiones importantes con su padre y que ahora se
ve como un muñeco en mano de demasiadas manos.

Llega un pequeño alivio. Un emisario (en realidad un administrador)


de Juan II llega por fin con parte del dote… y con el ofrecimiento,
insinuado por Juan II de ser él quien administre los bienes de los príncipes
y sus cuentas. Isabel estalla: es ella y sus asesores quienes gobiernan su
propia casa. Fernando sonríe y le da la razón.

El administrador trae otro mensaje: Juan II necesita a su hijo en


Zaragoza por motivos graves en la guerra con Catalunya. Fernando debe
partir.

Comentarios entre las damas sobre las posibles infidelidades de


Fernando. Isabel habla con Fernando, que en vez de jurarle fidelidad le deja
claro que cuenta su lealtad hasta la muerte. Y que hay muchas maneras de
demostrar el amor que le tiene y que ella lo comprobará.

129
Nada más partir. Isabel despide a la dama que se ha dejado coquetear
por Fernando. Y da orden de que las damas duerman con ella y su hija en la
misma habitación, para no despertar rumores de ningún tipo.

Antes de irse, habla con Gonzalo. Es sincero: “Sé lo que aprecias a


mi esposa. Te dejo a cargo de la seguridad con soldados suficientes. Cuida
de ella”. Y parte a Aragón.

3. EN LA CORTE DE ENRIQUE IV.

Malas noticias: el Duque de Guyena no se casará con la Beltraneja.


Ha decidido cortejar a Isabel de Borgoña, profundamente enfadado con su
hermano.

Pacheco habla con su tío, Carrillo: le ha dejado una situación difícil


en Toledo, donde ha promovido disturbios y ha mandado una queja al papa
por sus medidas partidista. Tiene que dejar la causa de Isabel. Le será
propicio: señoríos esperan a su hijo bastardo, Troilo. Carrillo se niega.
Pacheco le dice que sabe que sus relaciones con Fernando no son las
mejores. Y que se acuerde de lo que le dice: tanta fidelidad no le valdrá de
nada. Cuando cumpla su misión, le dejarán abandonado.

El líder de los Mendoza habla con Enrique IV: le dice de ir a hablar


con Isabel. De llegar a un acuerdo: Castilla se está haciendo ingobernable,
las políticas matrimoniales no están funcionando. Enrique calla… pero
sabe que es verdad.

Cabrera oye un rumor entre la gente de Pacheco: éste va a tomar por


sorpresa Sepúlveda, fiel a Isabel. Lo comenta con Beatriz de Bobadilla.

130
Ésta le dice de avisar a Isabel. Cabrera le dice que puede ser peligroso que
puede enviar un mensajero. Beatriz insiste.

4. FERNANDO EN ARAGÓN.

Fernando habla con su padre de su situación… Juan II le dice que va


a buscar un punto de encuentro con los Mendoza: se ha concertado la boda
de su nieta Ana con Luis de Cerdá, duque de Medinaceli. Es importante
contar con los Mendoza para gobernar Castilla. Le aconseja ser prudente en
el gobierno. Prudente y discreto, lo hace delante de uno de sus hombres de
confianza. Y le pide que resuelva un gran problema. No puede reclutar
soldados, están robando y asesinando en los caminos a emisarios reales y la
gente se niega a pagar impuestos. Un tal Jiménez, un noble que se ha
desclasado para hacerse uno más del pueblo dirige todos esos atropellos.
Juan II parte para Cataluña.

Fernando, antes de acometer ese problema va a ver a Aldonza, quien


le acompañó en el viaje a Castilla… y descubre que ha tenido gemelos. Y
son suyos. Los abraza cariñoso. Habla con Aldonza de su relación con
Isabel con respeto y cariño. Y le jura que no la dejará desasistida: ni a ella
ni a los niños.

Inmediatamente se pondrá en contacto con Jiménez. Negociará con


él, le hará ver que su padre es mayor y ha perdido el juicio, confabularán
juntos… Jiménez acaba cayendo en la red de Fernando que, mientras tanto
investiga sus crímenes (robos y asesinatos), los nombres de sus cabecillas
principales.

Un buen día, en lo que parece una reunión normal le dice que le


acompañe a una habitación de palacio. Allí, Jiménez se encuentra con dos

131
soldados, un sacerdote y un verdugo. Fernando le hace un relato
pormenorizado de sus crímenes. Para él, el más grande “querer ser rey”. Le
asegura que su familia no pagará por ello y que no incautará sus bienes,
pero que se confiese para bien morir. Da media vuelta mientras el verdugo
le pone una soga al cuello para ahogarle.

Al salir, el asesor real le recuerda que su padre le dijo que hiciera las
cosas con prudencia y discreción. Fernando, lacónico, le responde que con
discreción ha actuado: no le ha ejecutado en plaza pública.

Aún le queda una tarea antes de volver a Castilla con Isabel. Ha


enviado emisarios a Vasconia y mantiene una reunión con nobles. Les hace
ver que el futuro está en la Castilla que algún día reinarán Isabel y él. Les
organiza, les une… Y marcha.

5. REENCUENTRO ISABEL CON BEATRIZ DE BOBADILLA.

Isabel sigue tensa a la espera de la vuelta de Fernando. La situación


no mejora y, para colmo, cae en sus manos un manuscrito de Alfonso de
Palencia sobre la necesidad de que sean los hombres y las mujeres quienes
gobiernen y su apoyo declarado a que Fernando sea el verdadero rey de
Castilla. Tiene con él una agria discusión sobre el tema. Éste será el inicio
de una larga enemistad.

Pero hay algo que le alegra. Una patrulla de soldados es apresada a la


entrada de la villa por Gonzalo. Ellos dicen que no vienen a guerrear sino
de escolta de una dama sin saberlo ella: es Beatriz de Bobadilla.

132
Reencuentro de las dos viejas amigas. Beatriz le habla de lo de
Sepúlveda… Isabel convoca a Gonzalo, que dice que debe cuidar de ella,
son órdenes de Fernando y piensa cumplirlas. De hecho, lo hará aunque no
se lo ordenara él. Isabel le hace ver, con Chacón delante, que la mejor
manera de cuidarla es cuidar de sus súbditos que van a recibir un ataque.

Gonzalo parte con cien lanceros a Sepúlveda.

Ya solas, hablan del tiempo que llevan sin verse, Beatriz vuelve a
justificar su abandono por ser fiel a la causa de su marido y conoce a
Isabel, la niña. Beatriz le dice que ella tiene otro niño. Y que ojalá puedan
conocerse. Ojalá.

6. GONZALO EN SEPÚLVEDA.

Gonzalo, nada más llegar a Sepúlveda ordena a media docena de


hombres (cada uno dirigirá una brigada) que ordenen camuflarse a sus
hombres en los sitios estratégicos de la ciudad y ocultar sus armas. Alguno
comenta que cuántas batalla ha ganado para dar órdenes. Gonzalo se encara
seco con él: “Si vais a luchar lo haréis como yo diga que se haga. El que
no, tiene licencia de irse. Pero el que se quede y no atienda a mi disciplina,
que sepa que yo mismo le mataré si hiciera falta”. Y acaba con una arenga,
en voz baja: “¡Por Isabel!”. Todos, también quedos, repiten la frase.
Gonzalo duda, pero acaba diciendo: “Y por Fernando!”. Todos repiten la
consigna.

Gonzalo logra sofocar el ataque de los hombres de Pacheco.

7. VUELTA DE FERNANDO.

133
Fernando vuelve feliz. Da la noticia de que Vasconia está con ellos y
de que en Murguía las tropas hostiles a Diego de Haro han ganado la
batalla de Murguía.
Asturias y Vasconia están con ellos.

Pregunta por Gonzalo: le informan de la situación. Gonzalo vuelve


con éxito de su misión. Un hombre de Fernando le habla de Gonzalo como
de un capitán encomiable. Fernando abraza a Gonzalo delante de Isabel.

134
CAPÍTULO 12

1. HABEMUS NUEVO PAPA.

Verano 1471, 26 de julio. Muerte del papa Paulo II. Roma. Unos días
después, se elige papa a Sixto IV.

Pierres Peralta va, en nombre de Juan II de Aragón, va a hablar en


persona con el nuevo Papa. La influencia de Aragón en territorios italianos
es de interés primordial para Sixto. También, la provisión de fondos y la
idea de una cruzada anti-turca. Peralta lleva parabienes económicos
(sacados a duras penas de las mermadas arcas aragonesas: es una apuesta a
todo o nada cara al futuro) a Sixto, le habla de que contará siempre con
Aragón en todo. Sixto IV, satisfecho.

Pero Juan II, a través de su embajador, quiere algo a cambio: la bula


papal del matrimonio de su hijo Fernando con Isabel y que el Papa ayude al
crecimiento de la unión de Castilla y Aragón como principal fuerza
cristiana, cara a dar por concluida la Reconquista. Sixto acepta. Comenta
que es tiempo de cambiar, pero que antes necesita del consejo de un
cardenal que él bien conoce por ser valenciano (y pertenecer al Reino de
Aragón). Rodrigo de Borja. Juan II sonríe satisfecho. Sixto dice que llevará
el capelo cardenalicio a Castilla, una decisión que marcará el futuro de las
relaciones políticas del Vaticano. Y que tiene dos candidatos: Carrillo y
Mendoza.

Sixto busca en sus aposentos a Rodrigo Borja, un joven (no llega a


los 40 años) cardenal influyente (esencial) en el nombramiento de Sixto…
le encuentra (fiel a su fama) don dos mujeres en el lecho: “tenemos que
hablar”.

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Conversando con él, le comenta irónico los increíbles pactos a los
que se puede llegar en la vida: un vividor como él apoyando a un Papa
como yo. Le da las gracias, pero no entiende el apoyo. Borja se lo deja
claro: “Porque luego, el Papa seré yo”.

Sixto le encomienda una misión en Castilla y Aragón. Son muchas


las presiones de Castilla y Aragón. Juan II no para de enviarle emisarios,
muestra cartas de felicitación de Pacheco…

El tema de la sucesión está candente y quiere que Borja, valenciano,


sea sus ojos. Quiere conocer de primera mano el conflicto castellano y
pacificarlo. Y algo que tiene implicación clara en ello: nombrar cardenal a
Carrillo o Mendoza.

Borja le habla de la situación del matrimonio de Isabel y Fernando,


pendiente de bula papal. Sixto saca un legajo: “Aquí la tenéis: llevádsela
en persona”.

Le encarga también que hable con Véneris, que conoce bien el


asunto. Dialogando con éste, Véneris muestra su antipatía por Pacheco, las
formas de gobernar de Enrique IV… y simpatías por Juan II, por
Fernando… Fernando es la fuerza, ella es la fe… Y describe a Isabel como
una joven pía, religiosa, hija de mujer de misa diaria… “Sé que a vos no os
gustan este tipo de mujeres… pero no son malas cualidades para una reina
cristiana.” Borja, sonríe.

Es otoño de 1471.

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En la corte castellana, Enrique IV decide enviar a Pedro González de
Mendoza a recibirlo, sin saber que va a poner frente a frente al buscador y
al buscado. Pacheco duda de que sea el más indicado, propone a su sobrino,
a Fonseca… Pero la suerte está echada: los Mendoza son fieles aliados y
han demostrado su valía y su fuerza dentro de la corte. Demás, el pequeño
de sus hijos, Pedro, ha mostrado capacidad y su juventud será buena para el
futuro del Reyno. Pacheco intenta seguir rebatiendo a Enrique, pero es
tarde: un criado anuncia la llegada del citado Mendoza, que entra. Enrique
le saluda afectuosamente. Pacheco, no tanto: “Qué casualidad,
precisamente estábamos hablando de vos”.

2. EL EFECTO DE LA NOTICIA EN ISABEL.

El cambio papal supone nuevas esperanzas para la legalidad del


matrimonio de Isabel y Fernando.

Pero hay otras cosas que, como mujer, le cuesta asumir. Ella ha
empeñado toda su vida en una causa. Fernando es el único hombre (y lo
será) de su vida. Y él. Además de su hija Isabel (a la que ambos adoran),
tiene hijos bastardos, ha tenido relaciones… Fernando sabe que Isabel ha
hecho que las damas duerman con ella en su ausencia. Isabel lo deja claro:
“Ningún rumor va a empañar mi fidelidad hacia vos… ¿Podéis decir lo
mismo?”. Y es que si una debilidad tiene Fernando es su gusto por las
mujeres (perfectamente documentada incluso por los historiadores más
afines a su obra).

Fernando la consuela: sabe que ha arriesgado su vida para casarse


con ella, que juntos han pasado penurias y que estará a su lado en ellas y en
las alegrías. Hasta la muerte. Y que él está en la obligación de cuidar de

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quienes son sus hijos y de sus madres, pero que jamás interferirá en el buen
gobierno… ¿Qué más le puede pedir?

Fernando habla de unir sus emblemas del yugo y las flechas para que
el mundo sepa de su unión. Nacimiento de una marca.

Es hora de marchar a Barcelona: está a punto de ser ganada22.

Luego irá a Valencia: tiene que recibir al legado papal, al cardenal


Borja: está seguro de que habrá buenas noticias.

Isabel le pregunta por él, si le conoce. Fernando lo sabe todo de él,


gracias a los informes de los embajadores que Aragón tiene en el Vaticano.
Da una visión de que es joven, de vida disoluta, pero gran negociador. Y un
poder fáctico en Roma.

Isabel queda sola. Como futura reina, parece que todo va como ella
deseaba. Como mujer deberá acostumbrarse a que los cuentos
caballerescos, de príncipes y princesas… están hechos más para lucimiento
de los príncipes que para honor de las princesas.

Carrillo, por su parte, se muestra ilusionado de que este cambio le


favorezca. Sabe que Borja trae el capelo cardenalicio y espera que, por los
servicios prestados, sea para él.

3. LLEGA RODRIGO BORJA.

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Allí verá a su padre, que le contará que Borja lleva capelo cardenalicio a Castilla con dos candidatos
(Carrillo y Mendoza). Juan recomendará a su hijo que, en lo que pueda, apoye a Mendoza: es el futuro y
la seguridad de Castilla. Carrillo, como él mismo, es viejo y representante de otras formas de hacer
política. Borja, Mendoza… que aún no llegan a los 40 años son el futuro. Como Isabel, como su propio
hijo.

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Valencia: Pedro González de Mendoza, esperando la llegada de
Borja, está con Fernando, que como anfitrión, le atiende amablemente.
Fernando recibe noticia de la detención de un falsificador de monedas. La
orden es tajante: ajusticiadle. Así los demás sabrán lo que no tienen que
hacer. Mendoza ironiza sobre lo tajante de la orden. Fernando le deja claro
que la tibieza es semilla de grandes disturbios. Mendoza toma nota de la
rigurosidad en el cumplimiento de la ley de Fernando.

Reciben a Borja los dos. Fernando se gana por la mano (utilizando


todos sus encantos y sabiendo de las debilidades de Borja) al legado
papal… Y, en un aparte, siguiendo instrucciones paternas, alaba a
Mendoza. Joven, culto… y perteneciente a una familia que cuando son
aliados, son nobles. Cuando son enemigos, son leales y respetuosos. Borja
se extraña. Según sus informaciones quien es aliado a la causa de Isabel y
Fernando es Carrillo, justamente el otro candidato. Fernando aclara que
muchas cosas habrá que cambiar en Castilla y que el bien común va más
allá de las propias apetencias. Y concluye: hablad con los Mendoza. Borja
dice que lo hará, pero también con Carrillo: le ha invitado a pasar las
navidades con él en Alcalá de Henares. Fernando sonríe: estupendo: “Así
podréis comparar. Dejo la elección a vuestro buen discernimiento”.

También indagará Borja sobre Isabel. Al propio Fernando y a


Mendoza. Del primero, no espera malas palabras de un esposo para con su
esposa, pero le sorprende lo que oye: “nunca he conocido mujer con su
determinación y carácter. Pocos hubieran aguantado todo lo que ha tenido
que aguantar ella”. Borja ironiza: “Vivimos épocas en los que los
matrimonios de gente de vuestra alcurnia no son cuestión de amor”.
Fernando sentencia: ”Por los demás, no hablo. Creo que no han tenido la
misma fortuna que yo de encontrar esposa como la que tengo”. Borja

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responde: “Yo también tengo la fortuna de ser el elegido para daros esto”.
Fernando coge el legajo: es la bula papal que da legalidad a su matrimonio.
Le pide que no la haga pública hasta su marcha a Roma porque aún le
quedan arduas negociaciones por hacer.

De Mendoza oirá también una buena opinión de Isabel, pese a estar


con Enrique IV. Y Borja, para sorpresa de Mendoza, le dirá que Fernando
sólo tiene alabanzas hacia él y su familia, algo muy noble para ser de
bandos contrarios.

Pedro González de Mendoza habla con Fernando le da las gracias


por su apoyo y le dice que su preocupación es la misma: evitar un reino
diviso. El obispo de Sigüenza le pide a Fernando hacer borrón y cuenta
nueva por todo lo que ocurrido. E invita a Fernando e Isabel que cuando él
vuelva a Castilla se alojen en Guadalajara, en las propiedades del Marqués
de Santillana, su hermano. Fernando lo agradece y lo tiene en cuenta para
un futuro que ojalá sea próximo. Pero que no conviene precipitar.

Borja está ya liando la maraña que teje el futuro de Castilla.


Recogiendo agasajos y prebendas mientras reparte ilusiones que sólo se
harán realidad para unos pocos. Y él ya tiene decididos quiénes son esos
pocos.

Borja sale camino a Madrid, invitado por Enrique IV, con las ideas
muy claras sobre las decisiones a tomar. Pero debe conocer todas las piezas
del tablero. Y dejar todo diplomáticamente atado para que Castilla no
vuelva a caer en guerras.

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Madrid: Enrique IV le recibe con simpatía y Borja corresponde.
Pacheco (que ya lleva a su hijo Diego de acompañante a todas partes, para
que vaya aprendiendo el oficio), sin embargo, no parece ser de su gusto aún
tratándole con cortesía. Para un hombre renacentista como Borja, el gusto
musical y cultural de Enrique le parece digno de alabanza. En Pacheco ve
un superviviente del primitivismo medieval.

Lo primero que propondrá (tan claras tiene las ideas) es crear una
comisión para decidir sobre la sucesión. Les comenta que es hora de
estabilizar Castilla. Les propone librar los juramentos incumplidos y
absolver a los que los hicieron y los pecados cometidos, excepto los de
quienes hubieran matado con su propias manos.

También propone una comisión firmada por dos representantes de


cada bando y los elige él: Pedro de Mendoza y el propio Pacheco por parte
de Enrique IV. Carrillo y Enríquez por parte isabelina. Enrique IV acepta.

Basta una sola reunión para que Pacheco vea que es una pinza en la
que está atrapado, porque ve como Mendoza ya va siendo permeable a las
propuestas del bando contrario. No asistirá a una segunda reunión,
impidiendo el desarrollo de la comisión, algo que a Borja no le agradará.

Enrique IV sigue escuchando propuestas de Pacheco, cada vez más


inquieto, para casar a la Beltraneja con Alfonso de Portugal. Pero Portugal
ya no se cree nada de lo que llega de Enrique IV. Dos veces han viajado
con fastos y delegaciones para nada.

Juana de Avis estalla contra Pacheco y contra Enrique: se están


dejando ganar la partida. Defiende los derechos de ella y de su hija y lo

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poco que los defienden los demás… pero su postura de orgullo y dignidad
se mancilla con una visita (secreta, pero al final no tanto) de alguien: Pedro
de Castilla.

Borja sabe así de esta relación y ata cabos: no hay color entre ambas
propuestas para el futuro de Castilla. De hecho, ni siquiera cuando Enrique
le propone dispensa para la boda entre Enrique Fortuna (sobrino de Juan II
de Aragón) y la Beltraneja, para unir Castilla y Aragón en una alternativa
de Isabel y Fernando, le hace demasiado caso. Entre otras cosas, porque ya
sabe de la petición de otra, vía Pacheco, para casarla con Alfonso de
Portugal.

Borja es claro con Enrique IV: no es tiempo de nuevos proyectos ni


nuevas bulas. Antes hay que analizar el presente. Y les deja compuestos y
sin bulas. Pero con un caramelo muy especial para Enrique IV (y le dice
que guarde secreto hasta que vuelva a Roma) avisa que va a nombrar
cardenal a Pedro de Mendoza y no a Carrillo, algo que hace creer a Enrique
que es fiel a su causa.

Enrique IV, satisfecho ordena volver a Aragón a Enrique Fortuna y


su madre, cuñada del rey Juan II. Cree que todo va a rodar a su favor.

Borja sigue completando las piezas del puzzle. Sólo le falta Isabel…
Y Carrillo.

4. ENCUENTRO ENTRE ISABEL Y BORJA.

Antes del encuentro, en paralelo a la estancia de Borja en Madrid:


Fernando llega con la bula y la muestra a Isabel. Ya no tienen nada que
temer: están casados legalmente. Nadie podrá dudar de su matrimonio.

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Alegría de Chacón y, sobre todo de Carrillo, que cree que la
concesión de la bula y lo bien que habla Fernando de la predisposición para
la causa de Borja supone su segura elección para cardenal.

Carrillo cree que es hora de propagar la buena nueva de la bula.


Fernando le dice que es mejor esperar a que Borja haya vuelto a Roma, tal
y como éste le pide. Y oculta que está haciendo labor por Mendoza.

Carrillo les invita a pasar las navidades con Borja en Alcalá de


Henares. Así podrán sentar las bases del futuro.

Isabel nota que Fernando oculta algo. En la intimidad, Fernando le


confiesa la verdad: el elegido va a ser Mendoza. Y él apoya esa causa. Pero
es algo que no debe saber ni Chacón, por el bien de su futuro.

Navidad de 1472, Alcalá de Henares:


Encuentro entre Borja e Isabel. La primera impresión de Borja es de
estupefacción. Llega antes de tiempo a Alcalá y encuentra a la princesa
montando a caballo (ya con el lema del yugo y las flechas) como amazona
y protegida de yelmo. No es desde luego, la imagen de la muchacha
recogida en casa, que sólo cuida la prole y va a misa. Es una imagen que le
marcará.

Fernando, discreto, hace que el encuentro posterior entre Isabel y


Borja, sea a solas, alejando del lugar a Carrillo y Chacón: tal es la
confianza en el desenvolvimiento de su esposa.

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Borja se encuentra con una buena conversadora, pragmática.. la pone
a prueba sobre su opinión de los hombres de iglesia y sus pecados (él, que
tiene tantos). Isabel, ya avisada por Fernando, le dice que Dios elige sus
guías para llevar a cabo sus designios y que ella no es quién para ponerlos
en duda. Aún así, cree que bien harían los clérigos en rezar y no gobernar.
Isabel muestra capacidad diplomática, sobriedad y una claridad de ideas
evidente. Y le cuenta su sueño: tomar Granada. Acabar la Reconquista.
Que Castilla y Aragón sean el principio de un estado fuerte que una la
península y sirva de base para unificar a todos aquellos pueblos que son
cristianos.

Borja acaba maravillado y conmovido por Isabel.

Con Carrillo se mostrará templado y prudente.

Y se irá a Roma , con las ideas claras y con los bolsillos llenos. No
sin antes escribir un mensaje a Pedro González de Mendoza: el elegido es
él. Y debe dar gracias a los príncipes Isabel y Fernando por su apoyo. Los
Mendoza ya tienen razones para cambiar de bando.

5. TRAS LA MARCHA DE BORJA.

En la corte de Enrique: Enrique nombra canciller a Pedro de


Mendoza, como elegido por Borja como Cardenal. Felicidad para la familia
Mendoza y pare el entorno de Enrique… que se ve truncada por la noticia
pública desde el bando de Isabel de que el Papa ha dado validez a su
matrimonio… Y por las quejas de los Mendoza por lo ocurrido en Segovia
(ver apartado 6)

Pacheco se desespera… pero no es el único desesperado porque…

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En el bando de Isabel: Isabel y Fernando reciben la invitación de
los Mendoza para asistir en Guadalajara a las celebraciones por nombrar a
uno de los suyos como cardenal.

Carrillo prohíbe a los príncipes asistir. Chacón intenta mediar. Pero


Isabel acata: sabe lo doloroso que es el momento para con quien tanto la ha
ayudado. Fernando lo entiende y ni intenta responder a Carrillo: no irán.
Entiende que es mejor no ir, sería desvestir un santo para vestir otro,
cuando lo que necesitan es aglutinar a los poderosos a su alrededor

Fernando informa a Chacón de que los Mendoza están de su lado,


que lleva tiempo intentado renegociar un encuentro entre Isabel y Enrique,
cree que este es el mejor momento. Y que Cabrera es el necesario
intermediario: porque hay que saber perder guerras con honor, pero es más
importante ganarlas con dignidad. Isabel hace suyas estas palabras.

6. (EN PARALELO A TODO LO APUNTADO) TENSIONES EN


SEGOVIA.

Corren malos tiempos para el alcaide de Segovia y tesorero de


Segovia, Andrés Cabrera (esposo de Beatriz de Bobadilla). De origen judío
y converso real, fiel como pocos a Enrique IV, ve como su ciudad es
ejemplo de acusaciones y violencia contra el pueblo judío.

Su papel es complicado: la vez que intenta apaciguar los ánimos, su


origen judío es un arma para Pacheco que insta una y otra vez al rey para
que le quite el control de Segovia y Madrid. Pacheco quiere disponer de los
tesoros reales para revitalizar pactos de boda de la Beltraneja y neutralizar
lo que intuye: que Rodrigo Borja no juega limpio.

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Beatriz de Bobadilla insiste a Cabrera para hablar con Enrique y
provocar una reunión con Isabel: es la única manera de parar a Pacheco.
Cabrera la entiende, pero su fidelidad a Enrique le impide meterse en
asuntos que no son de su incumbencia.

Tras negociaciones, Cabrera accede a darle Madrid y una cantidad


millonaria de dinero. Pero traslada el tesoro de Madrid a Segovia a
escondidas de Pacheco.

Éste, enrabietado, intentará atacar Segovia aprovechando la estancia


de Enrique IV en Madrid, bajo la excusa posterior de pacificar la ciudad,
agitada por los judíos.

Abraham Seneor, financiero y líder de la comunidad hebrea, avisa a


Cabrera, que repelerá el golpe. Un golpe que, al llegar a los oídos de Borja
y la familia Mendoza, harán que el bando de Pacheco pierda todo crédito,
como así le echarán en cara al rey.

Cabrera reaccionará de inmediato cuando Beatriz de Bobadilla reciba


mensaje de Chacón: intermediará entre Enrique e Isabel.

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CAPÍTULO 13

1. FERNANDO Y SU PADRE.

Fernando se encuentra de nuevo en Aragón, apoyando a su padre.


Los triunfos de las campañas pasadas se desvanecen. Juan II sigue ansiando
recuperar el Rosellón pero no puede devolver el pago de la hipoteca de
300.000 escudos que le exige el monarca francés como condición
estipulada en la Paz de Perpiñán.

El rey aragonés se plantea ir a la guerra pero su hijo se lo impide. En


Barcelona, se ha decidido que la prioridad de la corona catalana es
reconstruir el país después de la larga y cruenta guerra civil antes de
embarcarse en nuevos proyectos como el de recuperar territorios perdidos.
Fernando, al respetar dicha decisión, tensa sus relaciones con su padre, al
que había obedecido fielmente siempre. A finales de 1473, Juan II se da
cuenta de que su hijo ya es un rey con la inteligencia y la energía para
llevar a cabo grandes empresas.

2. LA RECONCILIACIÓN FAMILIAR.

Enrique IV, asesorado por Cabrera, accede finalmente a reunirse con


Isabel para buscar una solución que ponga final al conflicto que ha sumido
a Castilla en la discordia durante años. Cabrera aprovecha la ausencia de
Pacheco, que ha viajado a la frontera portuguesa, para organizar el
encuentro entre los dos hermanastros, que no se ven desde hace cuatro
años. Su esposa Beatriz de Bobadilla es capital para el éxito de estos
planes.

Pacheco, al enterarse, regresa con su hijo a la corte de Enrique IV e


intenta boicotear los intentos de reconciliación. El valido aconseja al

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monarca que Isabel traiga a su hija Isabel, de tres años, y que la deje a su
recaudo en el alcázar segoviano para asegurarse de que así no haga ninguna
maniobra en su contra.

Esta jugada incomoda a Cabrera e incluso a Enrique IV, que la


desestima conociendo como conoce a Isabel. “¿De verdad crees que Isabel
accedería?” “No, no lo haría. Por eso no tiene ningún sentido que se lo
pidamos.” Cabrera no puede evitar censurar a Pacheco. “Deseáis convertir
todos los palacios en cárceles. Pronto no tendremos suficientes para tantos
rehenes. Ha llegado el momento de cambiar de política.” Pacheco
abandona Segovia con su hijo, humillado.

El 28 de diciembre de 1473, Isabel y Carrillo llegan a Segovia con su


escolta. Cabrera y su esposa los reciben y envían un mensajero a avisar al
rey, que está de caza en la sierra. La princesa y su amiga Beatriz se abrazan
felices de reencontrarse y de recuperar la amistad que tuvieron desde los
tiempos de Arévalo y que se rompió cuando Isabel planeó su boda con
Fernando, una amistad que durará hasta el final de sus días.

Enrique regresa y se reúne con Isabel. Los dos hermanastros se


abrazan amorosamente. Como Carrillo informó por carta a Juan II: y
entraron en una sala “donde la mandó servir e sacar lo más de las cosas
que aquí tiene, e ovo muy gran placer con su Señoría, e fablaron mucho”.
Isabel, “prudente e de mucho seso” le rogó que “apartase todo enojo
contra ella”. Ella nunca dejó de acatar su autoridad, siempre mantuvo su
juramento de respeto como legítima sucesora. Isabel además le vende las
grandes cualidades de su esposo Fernando y argumenta que su enlace con
los Trastámara permitirá unir los dos reinos más grandes de la península y

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recuperar las tierras que los musulmanes habían invadido en tiempos
visigóticos.

Tras tantas penurias, Enrique IV vuelve a sentirse dichoso en


compañía de su hermana. Esa noche, “cenaron entrambos con gran
servicio e plaser” en el alcázar. Enrique, melómano por herencia familiar,
canta para Isabel romances juveniles. Y la princesa danza. “E estovieron
en agasajo gran parte de la noche”, para júbilo de todos sus fieles amigos
y siervos.

Enrique IV quiere compartir con el pueblo su felicidad por la


reconciliación con Isabel. Y tras un fastuoso banquete al que se invita a la
flor y la nata, ambos hermanos pasean a caballo por las calles de la ciudad.
“La llevó por la cibdad porque todo el pueblo la viese; e la lleva por la
rienda”, es decir a pie, sosteniendo las riendas del caballo blanco sobre el
que va la princesa. “E desto va la nueva muy alegre por todo el Reino.”

Pacheco, sin embargo, sigue conspirando con la ayuda de su hijo. En


Cuéllar, organiza un plan para tomar Segovia por las armas, con la ayuda
de los espías que tiene en la ciudad, que serían los que le abrirían un
portillo en las murallas.

El príncipe Fernando se entera de la trama e infiltra al fiel Alonso de


Palencia (por lo menos a él, mucho más que a la reina: ya que veía a
Fernando como una especie de “campeón de la justicia” que salvaría
Castilla) como camarero en la despensa del palacio la noche que los
conjurados se retiran a una cámara para atar todos los detalles de la toma de
la ciudad. El propio cronista cuenta: “Los conjurados, muy ajenos a mi
presencia, se comunicaban en secreto sus más ocultos planes. Así puede

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confirmar mis sospechas y avisar a los príncipes y al prelado Carrillo de
los peligros que debían evitar.”

Pacheco pide a Enrique IV que aprese a Isabel, a los Cabrera y a


Carrillo mientras el regresa a Segovia. Pero Pedro González de Mendoza
desbarata su plan, convenciendo al rey que debe hacer caso omiso a los
consejos de su valido. Sus maquinaciones no pueden acabar con la paz que
tanto ansían todos. Cuando Pacheco llega a la ciudad, los hombres de
Cabrera están en guardia: la toma de Segovia es imposible. Carrillo no
puede disfrutar de la caída en desgracia de su sobrino porque la
ascendencia de los Mendoza sobre los príncipes pone freno a sus
ambiciones de convertirse en “el tercer rey”.

El día de año nuevo, Fernando, por el que Enrique IV se ha


interesado desde su primera cena con Isabel, llega proveniente de Aragón y
se suma al feliz grupo en Segovia. El rey lo recibe cordialmente y olvida
todos los agravios. De nuevo, se celebran banquetes y danzas y pasean a
caballo por las calles de la ciudad. Fernando se gana a su cuñado con su
carácter abierto y buen humor.

Los tres estudian juntos las cláusulas del documento de


reconciliación preparado por Cabrera. Las dos principales cuestiones eran
el respeto de los príncipes por el rey hasta el momento de su sucesión y el
compromiso de proporcionar “matrimonio conveniente” a su joven hija
Juana. Los Cabrera consiguen que el rey acepte que Fernando, Isabel y su
hija se instalen permanentemente en el alcázar segoviano bajo su
protección. La pareja por fin se libera de la sombra del arzobispo Carrillo.

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Enrique IV, sin embargo, ve como su salud flaquea. Una noche,
quizás la de Reyes, durante un banquete, se siente indispuesto y debe
ausentarse a su cámara. Es una recaída en sus dolencias gástricas la que
acaba obligándole a abandonar Segovia y volver a Madrid.

A Juana de Avis le preocupa cómo una nueva reconciliación entre


Enrique IV y su hermanastra Isabel puede perjudicar el futuro de su hija
Juana. Su nombre sigue circulando en los planes matrimoniales reales
internacionales. Y más cuando se conoce el deterioro de salud se su padre,
el rey. La joven, que ya tiene 12 años, ha vivido buena parte de su vida
alejada de Enrique IV. Y su madre Juana, pese a su escandalosa conducta,
ha logrado formar una nueva familia con Pedro de Castilla y de sus hijos.
Juana, conocido como la Beltraneja, vuelve a repetir el patrón de la vida de
su padre: en manos de válidos como Pacheco y su hijo, halagada y
consentida por nobles que sólo la utilizan por sus intereses personales,
corre el riesgo de convertirse en otro juguete roto.

3. LA CAÍDA DE CARRILLO Y EL FINAL DE PACHECO.

Carrillo, airado, también deja Segovia y regresa a su castillo en


Alcalá de Henares donde se vuelca en el estudio de la actividad que lo
fascina, la alquimia, para olvidar los ultrajes recibidos o planear de una
venganza contra los que le han traicionado, ¿quién sabe? En verano de
1474, reanuda conversaciones con su sobrino Juan Pacheco, que ha vuelto a
acercarse al rey en Madrid. Pese a estar en bandos enfrentados durante
años, son familia, y además les une su gran ambición.

Pacheco recupera su proyecto de casar a Juana la Beltraneja con el


rey portugués Alfonso V. Instalado en una aldea vecina de Trujillo, Santa
Cruz, un tumor maligno en la garganta amenaza la vida de Pacheco. Los

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médicos se lo punzan cuatro veces sin éxito. Pero muere recibiendo los
cuidados espirituales del prior de Guadalupe el 4 de octubre de 1474. Y en
Guadalupe es enterrado. Enrique IV recibe la noticia “muy pesadamente”:
Pacheco, pese a su doble cara, había estado muchos años a su lado.
Inmediatamente acogerá como asesor al hijo de Pacheco, al que ya ha dado
permiso para heredar el marquesado de Villena. También quiere concederle
la heredad de la Orden de Santiago, pero tiene que frenar ante todas las
presiones al ser candidato Rodrigo Manrique, padre del poeta.

4. LA MUERTE DE ENRIQUE IV.

Tras la muerte de Pacheco, Enrique IV, para honrar su memoria,


entrega el maestrazgo de Santiago a su primogénito, Diego López de
Pacheco, ya marqués de Villena. Sin embargo, ese título, en la cúspide
patrimonial y política de Castilla, también es disputado por Rodrigo
Manrique y Alfonso Cárdenas. Roma tiene que decidir sobre la cuestión. E
Isabel, que quería la Orden para Fernando, le pide a su marido que solicite
una administración provisional de la misma. Si se la conceden, el poder
militar y económico de los monarcas estará por encima del de los nobles.

En otoño de 1474, Isabel informa a Fernando que Enrique IV


empeora. El rey rechaza los consejos de sus médicos y vive “por capricho”,
comiendo en exceso. Ni Mendoza ni Carrillo ni sus asesores consiguen
interesarle en los asuntos de gobierno del reino. Siempre que puede se
escapa al Pardo a cazar en compañía de Pacheco hijo.

Su fin llega el 11 de diciembre, cuando Mendoza ya lo había


convencido para que pasara las Navidades en Segovia con Isabel y así
formalizara la sucesión de su hermana. Este plan se truncó. Esa mañana, se
despierta temprano, encontrándose fatal. Sin embargo, decide cabalgar a su

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pabellón en el Pardo, creyendo que el aire fresco le sentará bien. A medio
camino, su estado le obliga a dar media vuelta. Con su cortejo, regresa a
Madrid. Apenas tiene tiempo de tumbarse en su cama en el alcázar. No
llega ni a poder desnudarse. Muere con los atuendos de caza (los
borceguíes morunos puestos) la noche del 11 al 12. Solo, lejos de su mujer
Juana, a quien no quería ver (“la desamaba por su desoluto vivir”) y de su
hija, que seguía bajo la custodia de la nobleza enriqueña.

Diego Pacheco asiste a sus últimos momentos. Le pide unas últimas


palabras… Enrique no dice nada. Preguntado por si ha dicho algo, Diego
miente: “Ha dicho que su heredera es Juana”.

5. ISABEL SE PROCLAMA REINA.

Seis testamentarios designados por el rey organizan para el día


siguiente reunión para resolver el pleito sucesorio: el cardenal Mendoza, el
condestable Velasco, el maestre provisional Diego Pacheco, el duque de
Arévalo, el marqués de Santillana y el conde Benavente.

Pero alguien se les adelanta en la acción: la madrugada del 12 al 13


de diciembre, Rodrigo Ulloa, contador mayor del reino, galopa de noche el
camino nevado de Madrid a Segovia, acompañado de Garci Franco,
miembro del Consejo real, para informar a Isabel de la muerte de su
hermanastro y darle un mensaje de los albaceas. Éstos le recomendaban a la
princesa no tomar ninguna decisión hasta que Mendoza llegara a la ciudad.

Tras recibirlos por la mañana, Isabel envía a Ulloa y Franco a la


iglesia de San Miguel. El comendador Avellaneda ya tenía allí reunidos a
los jueces y regidores de la ciudad. Avellaneda les tomó juramento para
que dijeran la verdad acerca de la muerte del rey, “cada uno de ellos por sí

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secreta e apartadamente.” Les preguntó por si el rey había tenido un
último pensamiento sobre el tema de la sucesión y Ulloa y Franco
respondieron que “fallesció syn dexar fijo ni fija legítimo heredero que
herede estos dichos reynos.” Oído esto, Quintanilla y Alcocer, los
miembros del Consejo de Isabel, manifestaron ante el Concejo de la ciudad
que su señora “devía suceder e subcedía en estos reynos de Castilla e de
León e debía reynar en ellos”. Isabel se proclama reina con 23 años. Y el
Concejo lo acepta.

Todo en Segovia estaba preparado para la coronación. Isabel actúa


rápidamente sin esperar ni al albacea Mendoza ni a su marido Fernando. El
concejo se traslada a la iglesia de San Martín donde Isabel preside un
funeral por su difunto hermanastro.

Al salir del templo, Isabel se despoja del luto para asistir a la


ceremonia que se celebrará a continuación en la plaza mayor. Después de
que ella suba al cadalso de madera que estaba en el portal de dicha iglesia y
se siente en su silla real, Alcocer le recuerda el compromiso real de
Guisando y le pide que “prometiese e jurase” guardar y proteger a los
súbditos. Isabel “dixo que ella estaba presta de les facer la dicha
seguridad”, pone su mano derecha sobre los evangelios y jura “Que será
obediente a los mandamientos de la santa iglesia; e que mirará por el pro
e bien común de los dichos sus reynos de Castilla e de León de la corona
real dellos, e procurará con todas sus fuerzas aqrecentar los dichos
reynos, e que no los diuidirá ni enajenará.” Añade su compromiso para
pacificar Castilla23 y concluye: “Sí, juro, y amén.”.

23
“e manterná sus súbditos en justicia como Dios mejor le diese a entender, e no la peruertirá, e
guardará los preuillejos e libertades e exenciones que han e tienen los fijosdalgos de los dichos sus
reynos e las cibdades e villas e lugares dellos, segund que mejor e más complidamente fueron e deuieron
ser guardados en el tiempo de los señores reyes de gloriosa memoria, sus progenitores…”

154
Los súbditos aclaman a Isabel emocionados y reconocen en su
juramento a don Fernando como señor y rey, poniendo sus fortalezas y
castillos a disposición de la corona. Concluyen como Isabel: “sí juro y
amén”. Y algunos de ellos le besan la mano a la reina. Tras esto, Cabrera
se pone de rodillas ante Isabel y le jura fidelidad “en manos de Gonzalo
Chacón” y presencia de Gutierre de Cárdenas. (Sabemos que la reina pidió
a los escribanos una copia “firmada e sellada” del acta, por eso ha llegado a
nuestros días).

Finalmente la reina desciende del estrado entre clamores y entra


majestuosamente en la iglesia de San Miguel 24, toma en sus manos el
pendón real y lo ofrece “a Dios en las manos de un preste.” . Y hace algo
inaudito para una mujer: desfila Cárdenas delante de ella portando una
espada, símbolo de justicia.

Los seis testamentarios se habían reunido para el tema sucesorio.


Sólo Arévalo y Pacheco se inclinaban por Juana, por intereses territoriales.
Los otros cuatro, sin embargo, consideraban a Isabel como su legítima
sucesora. Tienen planeado reunirse con Isabel para tratar la cuestión de la
sucesión pero no llegan a tiempo. Antes de ponerse en viaje, reciben la
noticia de la coronación.

No son los únicos que ignoran como de expeditiva se ha mostrado la


princesa. Ese mismo día, 13 de diciembre, Alfonso de Portugal renueva su
interés de desposarse con Juana para hacerse con la corona de Castilla.
Incluso el propio Fernando está in albis. El príncipe recibe la noticia de la
24
Otras fuentes no hablan de ninguna iglesia sino de la catedral segoviana y añaden que Gutierre de
Cárdenas precedió a Isabel en su camino hasta la catedral, portando una espada desnuda y la empuñadura
en alto.

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muerte de su cuñado Enrique IV el 14 de diciembre por una carta de
Carrillo. Y poco después le llega otra de Mendoza, instándole a que regrese
a Castilla. Es el 16 cuando recibe una misiva de su esposa. En ella, Isabel le
da a entender que su presencia en tierras castellanas no sería inútil pero,
conocedora del estado de las cosas en Aragón, donde Fernando debía frenar
los avances de Luis XI de Francia, deja en sus manos la decisión de lo que
debe hacer.

Fernando decide regresar a Castilla y de camino, el 21 de diciembre,


se encuentra con Cárdenas que ha venido a buscarle. El asesor de su esposa
le informa que se ha proclamado reina. Fernando monta en cólera porque
Isabel no ha esperado a su vuelta para coronarse y reanuda su marcha con
celeridad en dirección a Segovia para reencontrarse con su ella y exigirle
explicaciones sobre su actuación.

Y es aquí donde dejamos la historia al final de la 1ª Temporada.

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