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MIGUEL GRAU SEMINARIO

Miguel Grau Seminario (Piura, Perú, 27 de julio de 1834-Punta Angamos, Bolivia, 8 de octubre de 1879) fue un marino
militar peruano, y almirante de la Marina de Guerra del Perú. Durante la guerra del Pacífico, comandó el monitor
Huáscar y mantuvo a raya a la escuadra chilena durante cinco meses, sucumbiendo finalmente de manera heroica en el
combate naval de Angamos, enfrentando a fuerzas superiores. Es considerado por ello como el héroe máximo de la
nación peruana. Su generosidad para con el enemigo en el campo de batalla le valió el apelativo de El Caballero de los
Mares. Ha sido también elegido como El Peruano del Milenio.

Fue hijo del coronel colombiano (nacionalizado peruano) Juan Manuel Grau Berrío y de la dama piurana Luisa Seminario
del Castillo. Aunque nació en Piura, vivió su infancia en el puerto de Paita, donde forjó su vocación marina. A los 9 años
de edad se embarcó como aprendiz de grumete en un buque mercante, pero este primer viaje se frustró al naufragar la
nave frente a la isla Gorgona (1843). No obstante, no se amilanó y se embarcó nuevamente al año siguiente. Durante
diez años navegó en 12 distintas naves, recorriendo diferentes puertos de Asia, Estados Unidos y Europa, completando
además una circunnavegación, antes de retornar al Callao en 1853.

En 1854, Grau ingresó a la Marina de Guerra del Perú como guardiamarina, sirviendo sucesivamente en el vapor Rímac,
el pailebot Vigilante y el vapor de ruedas Ucayali. En 1856, con el grado de alférez de fragata, pasó a servir a bordo de la
fragata Apurímac, integrándose plenamente al cuerpo de oficiales de la marina. A instancias de su coterráneo, el
teniente segundo Lizardo Montero, se sumó a la revolución conservadora de Manuel Ignacio de Vivanco en contra del
presidente Ramón Castilla. Teniendo el control del Apurímac y de otras naves, los marinos revolucionarios operaron
durante casi un año a lo largo del litoral peruano y participaron en el ataque al Callao de 22 de abril de 1857.

Derrotada la revolución vivanquista, Grau fue expulsado de la Armada (1858), por lo que debió volver a la marina
mercante, navegando a lo largo de la costa peruana y ecuatoriana. Viajó también a la Polinesia (1862). Favorecido por la
ley del 25 de mayo de 1861 dada por el Congreso, en 1863 fue readmitido al servicio naval como teniente segundo y
pasó a ser segundo comandante del vapor Lerzundi. Poco después, ya como teniente primero, fue enviado a Inglaterra,
comisionado para negociar la compra de unidades navales y supervisar la construcción de las mismas. Regresó como
comandante de la corbeta Unión, que, junto con su gemela América, fue adquirida en Francia. Durante el viaje de
trayecto al Perú, fue ascendido a capitán de corbeta. Ya en aguas peruanas, se sumó a la revolución restauradora de
Mariano Ignacio Prado, siendo ascendido a capitán de fragata (1865). Durante la guerra hispano-sudamericana, se
mantuvo al mando de la Unión y actuó en el combate de Abtao, librado el 7 de febrero de 1866 contra los buques de la
escuadra española del Pacífico.

Se hallaba en Valparaíso, con la escuadra peruana, cuando, junto con otros marinos, protestó contra la decisión del
gobierno de Prado de contratar al comodoro estadounidense John R. Tucker como comandante de la armada peruana
en una proyectada expedición naval para liberar a Filipinas del dominio español. Acusado de insubordinación, fue
apresado, confinado en la isla San Lorenzo y sometido a juicio, para finalmente ser declarado inocente (1867). Por
tercera vez, regresó a la marina mercante y durante casi un año navegó al mando de dos vapores de una compañía
inglesa. El 12 de abril de 1867 se casó con la dama limeña Dolores Cabero y Núñez, unión de la que nacieron diez hijos.
Fue uno de los fundadores del Club de la Unión; un importante club social peruano (1868). Fue también miembro ilustre
del tradicional Club Nacional.

A principios de 1868, Grau fue reincorporado al servicio naval como comandante del monitor Huáscar, siendo ascendido
poco después al grado de capitán de navío. Tuvo un papel destacado en la actitud que asumió la marina frente a la
rebelión de los coroneles Gutiérrez, en defensa del orden constitucional, suscribiendo junto con otros jefes y oficiales
una proclama contra dicho golpe revolucionario (23 de julio de 1872).

En 1873, al mando del Huáscar, Grau realizó un crucero por el sur peruano y el litoral boliviano, al ocurrir la amenaza de
un conflicto armado entre Chile y Bolivia por cuestiones territoriales. En 1874 fue comandante de la Escuadra de
Evoluciones, recorriendo el litoral peruano entre el Callao e Iquique, y colaborando en la debelación de la intentona
golpista del caudillo Nicolás de Piérola.

En 1875, Grau fue elegido diputado por la provincia de Paita, por el Partido Civil, labor parlamentaria que interrumpió
temporalmente para ejercer la Comandancia General de Marina, entre el 1 de junio de 1877 y el 10 de julio de 1878. En
tal calidad, el 2 de enero de 1878 elevó al Congreso Nacional un pormenorizado informe sobre el estado deficiente de
los buques de guerra y las carencias de la Marina, formulando juicios que fueron una verdadera advertencia, un año
antes del estallido de la guerra con Chile.

Al estallar la Guerra del Pacífico, el 5 de abril de 1879, Grau obtuvo licencia del Congreso para volver al servicio,
retomando el mando del Huáscar. Fue nombrado jefe de la primera división naval, iniciando su campaña en el mes de
mayo. Durante los cinco meses siguientes, desarrolló una intensa actividad, manteniendo en jaque a la flota chilena.
Ganó el combate naval de Iquique del 21 de mayo de 1879, hundiendo a la corbeta Esmeralda y se ganó el respeto
unánime por su acción humanitaria de rescatar a los náufragos chilenos y de enviar a la viuda del capitán de corbeta
Arturo Prat, comandante de la Esmeralda, una sentida carta acompañando los efectos personales de dicho jefe.

En los meses siguientes, Grau realizó varias incursiones en aguas controladas por Chile, atacando sorpresivamente,
hostilizando sus líneas de comunicación y bombardeando las instalaciones militares de los puertos. El 27 de julio de 1879
fue ascendido a la alta clase de contralmirante. Finalmente, el 8 de octubre de 1879, estando frente a Punta Angamos, el
Huáscar fue cercado por dos divisiones enemigas, trabándose un desigual combate. Grau murió en los primeros minutos
de la lucha, por efectos de una granada disparada por el acorazado Almirante Cochrane, que destrozó su cuerpo. Sus
oficiales y marineros continuaron la lucha, hasta que resultaron muertos o puestos fuera de combate. Solo con la
eliminación de Grau y el Huáscar, que había actuado como una verdadera muralla móvil del Perú, los chilenos pudieron
recién invadir territorio peruano, tras seis meses de iniciada la contienda.

Sus restos, inicialmente enterrados en Santiago de Chile, fueron repatriados en 1890 y trasladados a la Cripta de los
Héroes en 1908. El 26 de octubre de 1946 fue ascendido póstumamente al grado de almirante. En su calidad de ex
diputado, conserva una curul permanente en el Congreso de la República del Perú.

BIOGRAFÍA

NACIMIENTO

Miguel Grau Seminario nació en la ciudad de Piura, en una casona de la calle Mercaderes, hoy Tacna Nº 662. Fue
bautizado el 3 de septiembre de 1834, en la parroquia de San Miguel, por el presbítero Santiago Angeldonis, siendo sus
padrinos Manuel Ansoátegui y Rafaela Angeldonis. Su partida fue asentada con el número 953, en el libro respectivo.
Consta en dicho documento que al momento de su bautizo era de «un mes y siete días de nacido», por lo que se ha
determinado que su nacimiento fue el 27 de julio de 1834

INFANCIA

Al producirse la guerra entre Perú y Bolivia de 1841, el teniente coronel Juan Manuel Grau Berrío (padre de Miguel
Grau), entonces retirado del servicio y dedicado al comercio, juzgó que debía retornar al ejército peruano para defender
a su segunda patria. Escribió a Lima a su viejo jefe y amigo, el general Antonio Gutiérrez de la Fuente, ex vicepresidente
del Perú. La respuesta fue favorable y en julio de 1842, el padre de Grau se incorporó a la secretaría de dicho general,
quien lo destinó a Ayacucho.

En junio de 1842 se celebró la paz con Bolivia, pero una vez más, en el Perú se desató la guerra civil y la anarquía. En
noviembre de 1842, el nuevo presidente del Perú, general Francisco de Vidal, nombró a Juan Manuel Grau, vista de
aduana en Paita, puerto estrechamente ligado con la ciudad de Piura.

La casa de los Grau estaba ubicada en la parte baja de la ciudad, que en ese entonces contaba con poco más de 5000
habitantes, pero que ya había visto nacer a grandes héroes peruanos como los hermanos Manuel y Raymundo Cárcamo,
que pelearon en el combate del 2 de Mayo. También es de mencionar la familia de La Haza, de la que salieron muchos
marinos destacados (entre ellos, los hermanos José, Diego, Ciríaco, Manuel, Pedro y Antonio de la Haza Rodríguez)

PRIMEROS CONTACTOS CON EL MAR

En Paita la actividad marítima civil era grande. Todos los navíos que hacen el tráfico entre Panamá y el Callao tocaban en
su rada. Funcionaba en el puerto la escuela náutica fundada por el presidente Agustín Gamarra en 1833, destinada a
formar a pilotos civiles. Al pequeño Miguel, que sólo tenía ocho años, le fascinó la inmensidad del océano. Su vocación
naval comenzó a despertar a partir de ese momento.

Miguel Grau siguió en Paita los primeros cursos de su formación escolar. El muchacho, listo y resuelto, había sido
educado con dureza por el padre para conseguir con ello templar su carácter y acerar su voluntad.

Atraído por la vida marítima, Miguel, que solo tenía nueve años, obtuvo en marzo de 1843 el permiso paterno para
embarcarse en el Tescua, un bergantín de la marina civil dedicado al cabotaje entre Paita y otros puertos del litoral
peruano y de los países del norte hasta Panamá. El capitán del buque era Manuel Francisco Herrera, compatriota y gran
amigo de Juan Manuel Grau. Fue el punto de partida de la carrera naútica de Miguel, pero se truncó inesperadamente.
El buque naufragó frente a la isla Gorgona y el aspirante a grumete se salvó milagrosamente, debiendo retornar a la vida
hogareña y escolar en Paita.

En 1844, Grau consiguió nuevamente la autorización de su padre para embarcarse. Esta vez quedó definitivamente
enrumbada su carrera marina, navegando en diferentes buques, a veces con transitorios retornos a la patria. En esos
viajes recorrió todos los mares y los puertos más importantes del mundo, viajando por el Extremo Oriente, Europa y
Norteamérica, así como las costas de Sudamérica en varias oportunidades. El mismo Grau ha dejado una relación
concisa de estos viajes, que se sucedieron entre marzo de 1843 y agosto de 1853

GUARDIA MARINA

Durante los viajes que realizó en la marina mercante, Grau se adiestró en la ciencia y el arte de la navegación24 y se
inició en el conocimiento del idioma inglés.25 Embarcado en Paita como aspirante a grumete en 1843, regresó al Perú
en 1853, convertido en piloto de primera. Tenía 19 años; había recorrido durante 10 años, en 12 distintos buques, por
varios y distantes rumbos, aunque con breves intervalos de estadía en tierra.

Se instaló en Lima, con miras a ingresar a la Marina de Guerra del Perú. Su hermano Enrique Grau Seminario, que
también había servido en la marina mercante, tenía la misma vocación. El padre pidió la incorporación de sus dos hijos a
la Marina, mediante solicitud firmada en Lima, el 18 de agosto de 1853, dado que aquellos eran todavía menores de
edad. Mientras tanto, Miguel se inscribió como estudiante libre en el colegio del poeta Fernando Velarde, donde estuvo
hasta que se verificó su ingreso a la Marina, el mismo que se produjo el 14 de marzo de 1854, en calidad de
guardiamarina. Gobernaba entonces en el Perú el general José Rufino Echenique.

Por entonces, la Marina de Guerra del Perú se había incrementado y profesionalizado, bajo el incentivo del presidente
Ramón Castilla (primer gobierno, 1845-1851), militar muy preocupado porque su país tuviera la hegemonía marina en
Sudamérica. La armada peruana contaba con su primer buque a vapor, el Rímac, construido en Nueva York, de 1300
toneladas y armado con cuatro cañones; la fragata Mercedes, los bergantines Guise y Gamarra y las goletas Peruana y
Héctor. Castilla adquirió también la fragata Amazonas, de 1300 toneladas y 33 cañones, que llegó en el gobierno de su
sucesor, José Rufino Echenique (1851-1856). Este continuó la política de fortalecimiento del poderío naval con la
adquisición en Inglaterra de la fragata mixta Apurímac y las goletas Loa y Tumbes.

El guardiamarina Grau sirvió sucesivamente en el vapor Rímac (6 meses y 18 días, de abril a septiembre de 1854); el
pailebot Vigilante (10 meses y 21 días, de octubre de 1854 a noviembre de 1855); y el vapor de ruedas Ucayali (4 meses
y 12 días, de diciembre de 1855 a febrero de 1856)

ALFEREZ DE FRAGATA

El 4 de marzo de 1856 Grau recibió su primer ascenso, como alférez de fragata, y se integró de modo formal al cuerpo
de oficiales de la Marina de Guerra. Fue destinado al Apurímac, el mejor buque de la escuadra, que estaba bajo el
comando del capitán de navío José María Salcedo (natural de Chile), y cuyo segundo comandante era el teniente Emilio
Díaz Seminario (hermano materno de Grau).

Se hallaba Grau en el sur, a bordo del Apurímac, cuando estalló en Arequipa, el 10 de noviembre de 1856, la revolución a
favor del general Manuel Ignacio de Vivanco, ex mandatario y enconado rival del presidente Castilla. La insurrección era
de tendencia conservadora, opuesta a la Constitución liberal (promulgada el mes anterior) y a toda reforma liberal, en
especial a las de carácter anticlerical.

El movimiento de Vivanco se extendió por Moquegua. Pronto, la Marina de Guerra se sumó a los rebeldes. El
levantamiento a bordo del Apurímac ocurrió en la rada de Arica el 16 de noviembre de 1856, siendo atizada por el
teniente segundo Lizardo Montero Flores, marino muy inclinado a la política. Es probable que Grau se sumara a la
rebelión bajo influjo de Montero, que era su amigo y paisano. Al Apurímac se unieron poco después el Tumbes, el Loa, el
Guise y el Izcuchaca.

En oficio fechado en Arica, el 20 de noviembre de 1856, el comandante del Apurímac, José María Salcedo, dio parte a la
Comandancia General de Marina, relatando los pormenores de la rebelión y mencionando al alférez de fragata Miguel
Grau como uno de los que la secundaron.38 Las primeras acciones de los rebeldes fueron liberar a los presos políticos
que se hallaban en los pontones Caupolicán y Highlander, y proclamar al general Vivanco supremo regenerador de la
República.

La revolución adquirió los caracteres de una guerra civil, una de las más largas y cruentas de la historia republicana
peruana. La escuadra vivanquista llegó frente al Callao en enero de 1857. La Apurímac se quedó allí, en una especie de
bloqueo al puerto, mientras que el resto de la escuadra siguió hacia el norte, para alentar a la ciudadanía a levantarse.
Los vivanquistas tomaron Trujillo y luego Chiclayo, pero, perseguidos por Castilla, continuaron más al norte, para
embarcarse en Paita y caer en el Callao el 22 de abril, donde libraron enconada lucha en las calles del puerto. Derrotado
Vivanco, se retiró al sur y se atrincheró en Arequipa, ciudad que resistió un largo asedio, para finalmente ser tomada
sangrientamente, entre el 5 y 6 de marzo de 1858. Así finalizó la guerra civil, con el triunfo de las fuerzas gobiernistas.

Uno tras otro, los buques rebeldes se fueron rindiendo. La última en rendirse fue la fragata Apurímac, que fondeó en el
Callao el 25 de marzo de 1858 y se puso a disposición del Gobierno.39 Los marinos amotinados fueron separados del
servicio activo y borrados del escalafón oficial

SEPARACION DEL SERVICIO

Separado de la marina de guerra, Miguel Grau regresó a la marina mercante. De abril de 1859 a marzo de 1862 sirvió en
el bergantín goleta María Cristina, de propiedad de José Antonio García y García, con el que navegó entre los puertos
peruanos, hasta Guayaquil, por el norte. En marzo de 1862, pasó al mando del bergantín Apurímac, con el que hace
viajes desde el Callao, hasta Lambayeque, Paita y Guayaquil, siendo el último realizado en esa ruta en septiembre de
1862, antes de enrumbar a la Polinesia

REINCORPORACIÓN A LA MARINA DE GUERRA

El 11 de abril de 1861 el Congreso de la República expidió la «ley de reparación de los separados o indefinidos del
servicio militar», que ordenaba reinscribir en el escalafón a los borrados tras el triunfo de la revolución de 1854-1855.
Por otra ley dada el 25 de mayo de 1861, quedaron comprendidos en los efectos de esa ley los «Generales, Jefes y
Oficiales, que hallándose o no en servicio, tomaron parte de la revolución que terminó el año 1858». Entre los
beneficiados por esta última ley estaba Miguel Grau, que por recurso fechado el 6 de diciembre de 1861, pidió que se
declaren los goces que le correspondían como indefinido. El 24 de abril de 1862 se resolvió favorablemente su solicitud,
ordenándose inscribir al «alférez de fragata Miguel Grau» en el «Escalafón General de la Armada» con «7 años y 27 días
de servicios» y, a la vez, se le expidió «cédula de licencia indefinida».
De esa manera, Grau solucionó su situación en la Marina de Guerra, quedando en calidad de oficial con licencia
indefinida. Mientras tanto, a la espera de su readmisión en el servicio activo, continuó en la marina mercante. Por
entonces, concluyó el segundo gobierno de Castilla, que el 24 de octubre de 1862 dio pase al gobierno del mariscal
Miguel de San Román. En noviembre de ese año, Grau se hallaba en el ya mencionado viaje a la Polinesia. Tras el
naufragio de su nave, retornó al Perú, arribando al Callao a principios de 1863. Presentó al capitán de puerto un
detallado informe de su frustrado viaje, según consta en el diario El Comercio de Lima, con fecha del 7 de enero de 1863.

Poco después, ocurrieron cambios en el gobierno. El presidente San Román falleció el 4 de abril de 1863, siendo
reemplazado interinamente por el segundo vicepresidente, general Pedro Díez-Canseco, hasta el 5 de agosto de ese año,
cuando regresó de Europa el primer vicepresidente, general Juan Antonio Pezet. Al mes siguiente, Grau retornó al
servicio activo en la Marina de Guerra y fue ascendido a teniente segundo (13 de septiembre de 1863), siendo destinado
a la dotación del vapor Lerzundi. Poco tiempo después fue ascendido a teniente primero graduado (4 de diciembre de
1863)

COMANDANTE DEL MONITOR HUASCAR

Mientras Grau se hallaba en la marina mercante, se produjeron cambios políticos en el Perú. Mariano Ignacio Prado,
cuya dictadura debía ser solo temporal, quiso mantenerse en el poder y se hizo presidente constitucional, proclamando
la Constitución de 1867. Ese mismo año estalló una revolución, acaudillada en el sur por el general Pedro Díez-Canseco y
en el norte por el coronel José Balta, en defensa de la Constitución de 1860. Tras sangrientos combates, triunfó la causa
revolucionaria y Prado se vio obligado a renunciar al poder. El 22 de enero de 1868, el general Pedro Díez-Canseco
asumió por tercera vez la Presidencia interina de la República, y fue bajo su mandato que Miguel Grau fue llamado a
reincorporarse a la Marina.

El 27 de febrero de 1868, Grau fue nombrado comandante del monitor Huáscar, con el grado de capitán de fragata,
cargo en el que se mantuvo durante más de ocho años consecutivos y que sólo dejará en 1876 cuando se incorpore al
Congreso como diputado por Paita, para reasumirlo después en 1879, al empezar la Guerra del Pacífico. Fue
precisamente estando al mando del Huáscar, cuando Grau recibió el 25 de julio de 1868 su ascenso a capitán de navío
graduado, por decisión del mismo presidente Diez Canseco. Tenía tan solo 34 años de edad.101 Una semana después,
José Balta asumió la Presidencia Constitucional de la República, y confirmó a Grau en el mando del Huáscar. Grau y Balta
eran amigos de tiempo atrás, desde los días de la revolución restauradora de 1865

COMANDANTE GENERAL DE LA MARINA DE GUERRA DEL PERÚ

El 1 de junio de 1877, Miguel Grau asumió la más alta función en el servicio naval: la de Comandante General de Marina.
Tenía entonces 43 años de edad.149150 En tal condición, el 2 de enero de 1878 elevó un pormenorizado informe sobre
el estado de los buques de guerra y de las necesidades de la Marina, importante documento conocido como la Memoria

Pese a las limitaciones de presupuesto, Grau supo desempeñar con eficiencia su elevado cargo. Ordenó las reparaciones
y la limpieza de los fondos de las naves de guerra, trató de proveerlas de pertrechos y de armamentos; pero no pudo
conseguir lo que deseaba con más vehemencia: la adquisición de buques blindados, para superar, o al menos equiparar,
el poderío alcanzado por la flota chilena.

A principios de 1878, le tocó presidir el Jurado de Exámenes de la Escuela Preparatoria y Escuela Naval, dejando
constancia, por oficio del 4 de febrero de 1878, de «…el aprovechamiento que han alcanzado todos los alumnos, en los
diversos ramos que han cursado…», importante avance en la formación profesional de los marinos, lo que contrastaba
con la falta de modernización de las naves y equipos de la Marina.

El 10 de julio de 1878, Grau puso a disposición del gobierno su cargo de Comandante General de la Marina, pues debía
reincorporarse al Congreso Ordinario, al estar próxima a iniciarse una nueva legislatura, programada para el 28 de julio
de 1878. Su sucesor en la Comandancia de la Marina fue el contralmirante Antonio de la Haza

CAMPAÑA NAVAL DE LA GUERRA DEL PACÍFICO

LA ESCUADRA PERUANA Y LA CHILENA

Debido a las características del litoral boliviano y del extremo sur peruano, en el que se extiende el desierto de Atacama,
y teniendo en cuenta las experiencias de la Guerra de la Independencia y contra la Confederación, Chile conocía que era
necesario sortear por mar este territorio para poder trasladar a sus tropas e invadir el territorio peruano. Para ello
tendría que lograr el dominio del mar. El Perú, por su parte, también comprendió que esta era la maniobra lógica que
adoptaría Chile. De ese modo, ambas naciones dieron inicio a la campaña naval como la primera parte de la guerra.

La escuadra peruana, al mando del capitán de navío don Miguel Grau, estaba conformada por el blindado tipo monitor
Huáscar, la fragata acorazada Independencia, la corbeta Unión, la cañonera Pilcomayo y los transportes Chalaco, Oroya,
Limeña y Talismán. Estos últimos habrían de cumplir una función muy importante durante el conflicto, manteniendo
abierta la ruta de abastecimiento peruana con continuos viajes entre el Callao y Panamá, así como a otros puntos del
litoral, transportando tropas, pertrechos y municiones, burlando a la poderosa escuadra enemiga. A ellos se sumaban
los vetustos monitores costeros Manco Cápac y Atahualpa de casi nulo desplazamiento, lo que los reducía a ser solo
baterías flotantes.
La escuadra chilena, al mando del contralmirante Juan Williams Rebolledo, estaba compuesta por los blindados
Almirante Blanco Encalada y Almirante Cochrane, las corbetas Chacabuco, O'Higgins, Abtao y Esmeralda y las cañoneras
Magallanes y Covadonga, además de varios transportes armados como el Loa y Amazonas. Completaban su flota veloces
transportes que aseguraban la logística de sus tropas acantonadas en Antofagasta y de su escuadra, como el Itata,
Lamar, Rímac, Copiapó y el carbonero Matías Cousiño. El equilibrio de poder era favorable a la marina chilena, dado que
sus naves, sobre todo los dos blindados, tenían mejor artillería, mayor velocidad nominal y coraza, en comparación a las
naves peruanas.

El planteamiento fue muy claro en ambos lados. La escuadra chilena era superior materialmente a la peruana, no sólo en
número sino también en la calidad de sus buques. Debía entonces buscarla y destruirla lo más pronto posible. La
escuadra peruana, por su parte, dada su inferioridad en medios, debía prolongar lo más posible su presencia como una
amenaza efectiva en el mar, no tanto para la escuadra chilena sino para el tráfico marítimo de ese país, entablando
combate únicamente cuando estuviera en superioridad de condiciones o cuando éste fuese inevitable. El tiempo que se
ganara en ello sería en provecho de la preparación de las defensas en el sur peruano y la adquisición de nuevas naves y
armamento.

PREPARATIVOS DE LA CAMPAÑA NAVAL

La escuadra peruana, cogida de sorpresa por la declaratoria de guerra, no estaba preparada para ponerse en campaña
de inmediato. El pueblo peruano, que ignoraba la verdadera situación de la armada, se sentía optimista con respecto al
enfrentamiento con Chile y exigía que los buques peruanos salieran de inmediato. Grau hizo ver que era necesario hacer
antes algunos ejercicios de maniobras y de artillería, pues la marinería extranjera recién reclutada apenas conocía sus
obligaciones. Como algunos dijeron que el Huáscar era lo suficientemente fuerte para enfrentar con éxito a la escuadra
chilena, Grau respondió diciendo que el monitor era sin duda un buque muy fuerte, pero que nunca podría contrarrestar
a uno solo de los blindados chilenos, muy superiores en cuanto a blindaje, movilidad y poder de fuego; pero que aun así,
llegado el caso, cumpliría con su deber, aún cuando tuviera la seguridad de su sacrificio. Estas palabras fueron
proféticas.

Finalmente, la presión de la opinión pública pesó más y se acordó la salida de la escuadra. Esta fue dividida en dos
divisiones: La primera, conformada por el monitor Huáscar, la fragata Independencia, los monitores Manco Cápac y
Atahualpa; y los transportes Chalaco, Oroya y Limeña. La segunda, conformada por la corbeta Unión y la cañonera
Pilcomayo.

COMBATE NAVAL DE IQUIQUE

El 20 de mayo de 1879, la flota peruana arribó a Arica, donde desembarcó el presidente Prado, director de Guerra, pues
se consideró necesario que el cuartel general estuviera cerca del teatro de operaciones. Casi de inmediato fueron
despachados a Iquique el monitor Huáscar y la fragata Independencia, con instrucciones de levantar el bloqueo de ese
puerto, sostenido en ese momento por la corbeta Esmeralda, la cañonera Covadonga y el transporte Lamar.

El 21 de mayo de 1879, el monitor Huáscar, al mando del capitán de navío Miguel Grau, y la Independencia al mando del
capitán de navío Juan Guillermo More Ruiz, ingresaron a la bahía de Iquique y se enfrentaron a los ya mencionados
buques de madera chilenos, comandados, respectivamente, por Arturo Prat Chacón (Esmeralda) y por Carlos Condell de
la Haza (Covadonga). El transporte Lamar izó bandera estadounidense y puso rumbo al sur.

El Huáscar rompió sus fuegos sobre la Covadonga; por su parte, la Independencia atacó a la Esmeralda; esta última
maniobró para colocarse delante de la población de Iquique, con el propósito de ponerla en riesgo de los proyectiles
peruanos. Aprovechando un alto realizado por el Huáscar para atender a un bote que traía información, la Covadonga se
puso en fuga hacia el S.E.; Grau ordenó entonces a la Independencia ir en su persecución, debido a que esta tenía más
velocidad. Mientras tanto, el Huáscar se quedó en Iquique cañoneando a la Esmeralda, y barriendo su cubierta con su
ametralladora Gatling, causándole muchas bajas. Pero debido a la impericia de sus artilleros, los tiros del Huáscar no
daban en el blanco justo como para hundir al buque adversario, y el combate se prolongaba demasiado, por lo que el
comandante Grau decidió utilizar el espolón. El primer espolonazo del Huáscar hizo poco daño en la amura de babor de
la Esmeralda; fue en ese instante cuando el comandante chileno Arturo Prat realizó un abordaje frustrado, muriendo en
la cubierta del monitor. El segundo espolonazo causó a la corbeta chilena una gran avería en la amura de estribor.

Finalmente, con un tercer espolonazo, logró Grau hundir a la nave chilena, cuyos sobrevivientes se arrojaron al agua. El
combate había durado cuatro horas. El comandante peruano, en un gesto humanitario al que no estaba obligado,
rescató a los náufragos chilenos, perdiendo así un tiempo precioso que le hubiera servido para ayudar a la
Independencia en su persecución de la Covadonga. En el combate murió el teniente primero Jorge Velarde, primer
héroe naval peruano de la contienda.

Mientras tanto, la Independencia, conducida por Moore, perseguía a la Covadonga, que iba muy cerca de la costa. La
fragata peruana, en su afán de espolonear al buque chileno, chocó con una roca, cerca de Punta Gruesa, abriéndose su
casco en la línea de flotación, por lo que empezó a hundirse. Tan pronto se percató de esto, el comandante Condell de la
Covadonga, volvió sobre sus aguas y disparó su artillería sobre la fragata varada, ametrallando incluso a los náufragos
peruanos que empezaban a arriar los botes para abandonar el buque encallado. La Independencia, semihundida, no se
rindió y respondió el ataque con todo el poder de fuego que le quedaba. El combate finalizó cuando la Covadonga, al ver
acercarse al Huáscar, se retiró del lugar. Los historiadores peruanos suelen contrastar la actitud de Grau, salvando a los
náufragos chilenos de la Esmeralda, y la de Condell ametrallando a los náufragos peruanos de la Independencia. En todo
caso, esa es la versión peruana del combate; en cambio, Condell dice en su parte que solo disparó dos cañonazos sobre
la Independencia, dado que aún mantenía su bandera al tope, indicación que seguía en combate, y que enseguida
Moore izó la bandera de parlamento y le pidió un bote; y que estando en esa tratativa apareció la silueta del Huáscar en
el horizonte, optando entonces por retirarse. Grau procedió a recoger a los sobrevivientes de la Independencia y ordenó
quemar los restos del buque.

Posteriormente Grau, en un gesto de caballerosidad, escribió a Carmela Carvajal, viuda del héroe naval chileno Arturo
Prat Chacón, comandante de la Esmeralda, muerto en la cubierta del Huáscar, una carta en la que elogiaba la actuación
de su esposo y le enviaba algunas de sus prendas personales, entre ellas su espada. A su vez, en la respuesta a esta
carta, la viuda de Prat agradeció tal gesto, asegurando que dada la hidalguía mostrada por Grau al asociarse a su dolor,
ella comprendía que la muerte de su esposo fue consecuencia de la guerra y que de haber estado en manos del capitán
del Huáscar, jamás habría tenido lugar.

COMBATE NAVAL DE ANGAMOS

La incapacidad de los mandos navales chilenos frente a las continuas incursiones del Huáscar causó gran desazón en
Chile. Todo ello se agudizó con la captura del transporte Rímac, luego de lo cual se produjeron protestas populares,
interpelaciones en el congreso, renuncias de ministros y cambios en las jefaturas del ejército y la escuadra.

Los mandos chilenos, ante la imposibilidad de iniciar la campaña terrestre para invadir el sur peruano, determinaron que
la captura del Huáscar era prioritaria e indispensable para llevar a cabo sus planes. Una de las primeras medidas fue el
relevo del contralmirante Juan Williams Rebolledo en el mando de la Escuadra chilena, siendo reemplazado por el
capitán de navío Galvarino Riveros, quien dispuso que los buques fueran sometidos a reparaciones de calderas y
carenado para limpiar sus fondos y prepararse a dar caza al Huáscar. Para dicho propósito, elaboraron un plan para
capturarlo, organizando a su escuadra en dos divisiones, la primera, integrada por el Almirante Blanco Encalada, la
Covadonga y el Matías Cousiño, y la segunda, compuesta por el Almirante Cochrane, el Loa y la O'Higgins. La idea era
tenderle un cerco al Huáscar, en el área comprendida entre Arica y Antofagasta.

Sin conocer toda esa concentración del enemigo para darle caza, Grau recibió órdenes de zarpar desde Arica con el
Unión y el Rímac rumbo al sur, con la finalidad de hostigar los puertos chilenos entre Tocopilla y Coquimbo (1 de
octubre). Mientras tanto, las dos divisiones chilenas partieron desde Mejillones hacia el norte, en búsqueda del Huáscar,
llegando a Arica en la mañana del 5 de octubre, no hallando allí a su objetivo.

El Huáscar, mientras tanto, luego de dejar al Rímac en Iquique, arribó en compañía del Unión a la caleta de Sarco, el 4 de
octubre. Allí capturaron a la goleta Coquimbo, para posteriormente llegar al puerto del mismo nombre y proseguir hacia
el sur, pasando caleta de Tongoy, hasta el puerto de Los Vilos, localidad cercana al puerto de Valparaíso. Cumplido el
objetivo de esta expedición, Grau y sus naves iniciaron su retorno a aguas peruanas. Sus apariciones eran comunicadas
al Alto mando chileno mediante telegrafía.

Mientras los barcos peruanos navegaban hacia el norte de regreso, ignoraban los movimientos de los buques chilenos.
Las dos divisiones enemigas avanzaban desde diferentes direcciones, en posición abierta, dispuestas a cercar a su
objetivo.

Al amanecer del 8 de octubre de 1879, el Huáscar a la altura del istmo de Angamos fue avistado por la primera división
chilena, lo que obligó a Grau a virar hacia el suroeste para luego volver al norte, a la máxima velocidad posible tratando
de dejar atrás a sus enemigos. En ocasiones anteriores, el carbón inglés que usaba el Huáscar, la falta de carenado de los
blindados enemigos hacía que el monitor los superara en velocidad distanciándose rápidamente. Poco después, el
Huáscar y la Unión se encontraron con la segunda división chilena frente a Punta Angamos, la cual navegaba en abanico.
Al percatarse de que el Huáscar no podría evadir el combate por su escaso andar, la Unión, de mayor andar, por orden
del almirante, se abrió paso hacia el nor177 Al proceder de esa manera, Grau cumplía las instrucciones dadas por el
Director de Guerra, presidente Prado, que le obligaba a no comprometer a los buques de su mando, y que, en caso de
verse rodeado por fuerzas superiores sin posibilidad de retirarse, debía cumplir con su deber.

Luego, a las 9:40 de la mañana, siendo inevitable el encuentro, el monitor peruano afianzó su pabellón de combate y
disparó los cañones de la torre sobre el Almirante Cochrane, a mil metros de distancia. Grau se determinó pues a
presentar combate, a sabiendas que las probabilidades de salir airoso de la emboscada eran nulas. La Covadonga y el
Almirante Blanco Encalada en esos momentos se hallaban a una distancia de seis millas con dirección al Huáscar,
mientras que la O'Higgins y el Loa iban tras la Unión, persecución que resultaría infructuosa. El Almirante Cochrane no
contestó inicialmente los disparos, sino que acortó distancias gracias a su mayor velocidad, estando a 500 metros, una
andanada del monitor golpeó la banda del acorazado chileno haciéndolo bandearse por unos instantes, pero sin mayor
daño y cuando estuvo a 200 m por babor del Huáscar, hizo sus primeros disparos, perforando el blindaje del casco y
dañando el sistema de gobierno

FAMILIA

MATRIMONIO

Miguel Grau se casó con Dolores Cabero y Núñez, el 12 de abril de 1867 en la catedral de Lima
HOMENAJES

ASCENSO A LA ALTA CLASE DE ALMIRANTE

Al momento de estallar la guerra con Chile, Grau ostentaba la clase de capitán de navío. Por su destacado accionar en la
campaña marítima fue ascendido a contralmirante, por ley del Congreso de la República del 26 de agosto de 1879, pero
él nunca quiso hacer uso de la insignia de dicho grado, pues deseaba permanecer como comandante del Huáscar. Así se
mantuvo hasta su gloriosa muerte en el combate de Angamos.

De manera póstuma, el Congreso de la República del Perú expidió la Ley N. º 10869, que fue promulgada el 26 de
octubre de 1946 por el presidente Constitucional de la República José Luis Bustamante y Rivero, por la cual, por voluntad
nacional, se ascendió al contralmirante Grau a la alta clase de Almirante.

MONUMENTOS A LA GLORIA DEL ALMIRANTE GRAU

El 21 de noviembre de 1897, el presidente Nicolás de Piérola inauguró en el Callao la hermosa columna que el escultor
italiano Fabio Lanzarini modeló en Génova. La base y el capitel son de mármol y el conjunto es coronado por la estatua
de Grau, de pie y con el brazo extendido señalando hacia el sur.

En enero de 1940, el presidente Manuel Prado Ugarteche encargó al escultor peruano Luis F. Agurto, la ejecución de un
monumento en honor a Grau, destinado a elevarse en la plaza principal de Piura. Dicho monumento se inauguró el 8 de
octubre de 1943.

Prado también encargó otra obra escultórica del héroe al artista español Victorio Macho, para ser elevada en el centro
de Lima. Dicho monumento lo inauguró el presidente José Luis Bustamante y Rivero, el día 28 de octubre de 1946, en la
plaza que desde entonces lleva su nombre, ubicado entre el Paseo de la República, la Avenida Grau y el Paseo Colón. Es
un bello conjunto de granito y bronce, en cuyo frontis se puede leer la leyenda: «A la gloria del Almirante del Perú
Miguel Grau»

ORDEN GRAN ALMIRANTE GRAU

La Orden Gran Almirante Grau, fue creada el 13 de agosto de 1969 por Decreto Supremo, durante el gobierno del
general Juan Velasco Alvarado, como condecoración de la Marina de Guerra del Perú. La orden es concedida mediante
Resolución Suprema por el presidente de la República en los grados de "Gran Cruz Especial" y "Gran Cruz" y por el
Ministerio de Defensa, como Canciller de la Orden, en los demás grados. El 29 de marzo del 2010, la Casa de Gobierno
emitió un comunicado por el que se modificaba la concesión de los grados de la orden

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