Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
ENERO 2008
SANTIAGO – CHILE
“Hace más de un siglo que Darwin proveyó comprensión sobre el origen de las especies.
Ahora sabemos algo que era desconocido para las numerosas generaciones anteriores: los
humanos son sólo compañeros de viaje con otras especies biológicas en esta “odisea de la
evolución”. Tal conocimiento debiera habernos inculcado ya un sentido de parentesco con
otros seres vivos, un deseo de vivir y dejar vivir, un respeto ético por nuestros parientes
cercanos y lejanos”
Aldo Leopold (1949)
2
A los bosques y los pájaros,
a la inmensa diversidad.
A la vida y su complejidad,
a cada ser vivo.
A la madre tierra.
3
AGRADECIMIENTOS
Un agradecimiento especial, a don Juan Gastó, profesor y maestro. Por sus grandes
palabras, y por ser parte importante en la culminación de este ciclo, por mostrar los
sistemas naturales desde otro punto de vista, por su visión y comprensión de la naturaleza.
Así como también a cada persona que integra o integró el taller de ecosistemas, un gran
espacio para hacer educación, amistad, y conservación. A los profesores Paulina Fernández
y José Antonio Alcalde, por su apoyo constante, y cercanía a lo largo de esta etapa.
A Pablo becerra, profesor guía de la tesis, por su gran disposición, apoyo y cercanía, por
compartir sus amplios conocimientos de ecología abiertamente, y por su accesibilidad. Al
proyecto “Restoration of Forest Landscapes for biodiversity Conservation and Rural
Development in the Drylands of Latin America” (ReForLan), por el financiamiento de este
trabajo. A los profesores Juan Armesto, Cecilia Smith Rámirez y Milena Holmgren, y a
todo el equipo ReForLan por sus consejos y sugerencias.
A Nicolás Dormal y la ONG Cultiva, por permitirme utilizar sus reforestaciones, por su
gran disposición y ayuda.
A mis amigos y amigas, camaradas en este gran viaje, por su gran apoyo, fuerza, ideas, y
amor, por los momentos que fueron y por los que vendrán. Agradezco también a mi
compañera en gran parte de esta etapa, a la Nicole, por su compañía, cariño y apoyo.
4
ÍNDICE
RESUMEN…………………………………………………………………………………12
1. INTRODUCCIÓN……………………………………………………………………..14
2. OBJETIVOS…………………………………………………………………………...18
3. ANTECEDENTES TEÓRICOS……………………………………………………….19
3.1. Restauración ecológica……………………………………………………………19
3.1.1. Teoría de la restauración…………………………………………………...19
3.1.2. Experiencias de restauración ecológica en Chile central…………………..27
3.1.3. Recolonización natural de plantas y aves…………………………………..29
3.2. Región Mediterránea de Chile………………….…………………………………31
3.2.1. Ubicación y clima………………………………………………………….31
3.2.2. Geomorfología y suelos……………………………………………………34
3.2.3. Biodiversidad………………………………………………………………36
3.2.3.1. Vegetación…………………………………………………………….37
3.2.3.1.1. Sucesión ecológica y ecología del bosque esclerófilo…………42
3.2.3.2. Aves…………………………………………………………………...45
4. ÁREA DE ESTUDIO………………………………………………………………….47
4.1. Reforestaciones en sitios con vegetación remanente………………...……………47
4.1.1. Cerro Calán; 1,2 y 3………………………………………………………..47
4.1.2. Parque Mahuida; 1 y 2……………………………………………………..49
4.2. Reforestaciones en sitios sin vegetación remanente…………...………………….51
4.2.1. Las Tórtolas………………………………………………………………..51
4.2.2. Los Maitenes……………………………………………………………….54
5. MÉTODOS…………………………………………………………………………….57
5.1. Evaluación de las Reforestaciones con especies nativas……...………..…………57
5.1.1. Muestreo……………………………………………………………………57
5.1.2. Análisis de datos………………………………………………………...…58
5.2. Recolonización natural de flora arbórea…………………………………………..58
5.2.1. Muestreo…………………………………………………………………....59
5.2.2. Análisis de datos…………………………………………………………...60
5
5.3. Recolonización natural de aves……………………………………………………60
5.3.1. Muestreo……………………………………………………………………60
5.3.2. Análisis de datos…………………………………………………………...62
6. RESULTADOS………………………………………………………………………...63
6.1. Reforestación de especies nativas…………………………………………………63
6.1.1. Sobre vivencia de especies…………………………………………………63
6.1.2. Tasas de crecimiento……………………………………………………….66
6.1.3. Herbivoría………………………………………………………………….70
6.2. Recolonización natural de flora arbórea…………………………………………..74
6.2.1. Riqueza de especies y abundancia…………………………………………74
6.3. Recolonización natural de aves……………………………………………………76
6.3.1. Riqueza de especies………………………………………………………...76
6.3.2. Abundancia………………………………………………………………...78
6.3.3. Actividad y uso de micro-hábitat…………………………………………..79
7. DISCUSIÓN…………………………………………………………………………...81
7.1. Desempeño de especies nativas en reforestaciones……………………………….81
7.2. Recolonización natural de flora arbórea…………………………………………..86
7.3. Recolonización natural de aves……………………………………………………86
8. CONCLUSIONES……………………………………………………………………..89
9. BIBLIOGAFÍA………………………………………………………………………...92
10. ANEXOS………………………………………………………………………………99
6
Índice de figuras
7
Figura 24: Tasas de crecimiento por especie en Los Maitenes. Letras diferentes indican
diferencias estadísticamente significativas (Análisis de varianza, p<0,05)…………………………69
Figura 25: Correlación herbivoría – sobrevivencia, y herbivoría – tasa de crecimiento
en Calán 1 (confianza de 95%). Eje X representa el % de individuos con herbivoría por especie,
y los puntos azules representan las especies de la reforestación………………….……….………..71
Figura 26: Correlación herbivoría – sobrevivencia, y herbivoría – tasa de crecimiento
en Calán 2 (confianza de 95%). Eje X representa el % de individuos con herbivoría por especie,
y los puntos azules representan las especies de la reforestación……………………….…………...71
Figura 27: Correlación herbivoría – sobrevivencia, y herbivoría – tasa de crecimiento
en Calán 3 (confianza de 95%). Eje X representa el % de individuos con herbivoría por especie,
y los puntos azules representan las especies de la reforestación…………….………………….......72
Figura 28: Correlación herbivoría – sobrevivencia, y herbivoría – tasa de crecimiento
en Parque Mahuida 1 (confianza de 95%). Eje X representa el % de individuos con herbivoría
por especie, y los puntos azules representan las especies de la reforestación……...……………….72
Figura 29: Correlación herbivoría – sobrevivencia, y herbivoría – tasa de crecimiento
en Parque Mahuida 2 (confianza de 95%). Eje X representa el % de individuos con herbivoría
por especie, y los puntos azules representan las especies de la reforestación…………………...….72
Figura 30: Correlación herbivoría – sobrevivencia, y herbivoría – tasa de crecimiento
en Las Tórtolas (confianza de 95%). Eje X representa el % de individuos con herbivoría
por especie, y los puntos azules representan las especies de la reforestación……………..………..73
Figura 31: Correlación herbivoría – sobrevivencia, y herbivoría – tasa de crecimiento
en Los Maitenes (confianza de 95%). Eje X representa el % de individuos con herbivoría
por especie, y los puntos azules representan las especies de la reforestación…………….………...73
Figura 32: Análisis global de riqueza (árboles < 1 m) de especies encontradas en
sitios plantados (reforestaciones) vs. los sitios no plantados (controles). Media,
± Error Estándar. Letras diferentes indican diferencias significativas (p<0,05)……...…………….75
Figura 33: Análisis global de abundancia (árboles < 1 m) de individuos encontrados en
sitios plantados (reforestaciones) vs. los sitios no plantados (controles). Media,
± Error Estándar. Letras diferentes indican diferencias significativas (p<0,05)……...…………….75
Figura 34: Análisis global de riqueza (aves) de especies encontradas en
sitios plantados (reforestaciones) vs. los sitios no plantados (controles). Media,
± Error Estándar. Letras diferentes indican diferencias significativas (p<0,05)…...……………….77
Figura 35: Análisis global de abundancia (aves) de especies encontradas en
sitios plantados (reforestaciones) vs. los sitios no plantados (controles). Media,
8
± Error Estándar. Letras diferentes indican diferencias significativas (p<0,05)……...…………….79
Figura 36: Porcentajes promedios de actividades realizadas por la avifauna en
cada reforestación…………………………………………………………………………………...80
Figura 37: Porcentajes promedios de uso de micro-hábitat por la avifauna en
cada reforestación…………………………………………………………………………………...80
9
Índice de tablas
10
Mahuida 1. Letras diferentes indican diferencias estadísticamente significativas
(prueba de proporciones, p<0,05)…………………………………………………………………...64
Tabla 20: Número de especies plantadas y su porcentaje de sobrevivencia en Parque
Mahuida 2. Letras diferentes indican diferencias estadísticamente significativas
(prueba de proporciones, p<0,05)………………………………………………………………...…65
Tabla 21: Número de especies plantadas y su porcentaje de sobrevivencia en Las Tórtolas.
Letras diferentes indican diferencias estadísticamente significativas
(prueba de proporciones, p<0,05)…………………………………………………………………...65
Tabla 22: Número de especies plantadas y su porcentaje de sobrevivencia en Los Maitenes.
Letras diferentes indican diferencias estadísticamente significativas
(prueba de proporciones, p<0,05)…………………………………………………………………...65
Tabla 23: Correlación entre la tasa de crecimiento y la distancia a la copa más cercana,
por especie y reforestación. Los resultados estadísticamente significativos (p<0,05)
son representados con (*). Los espacios blancos indican que no hubo registros para esa especie
en la reforestación, y los guiones indican que la correlación no se pudo realizar
por un N muy bajo…………………………………………………………………………………..70
Tabla 24: Resultados de los análisis de varianzas (en recolonización natural arbórea) realizados
para cada par (sitio de estudio y su control). Se muestra el F, los grados de libertad y el P………..74
Tabla 25: Matriz de correlaciones entre la riqueza y abundancia arbórea con las
variables climáticas, altitud y año de plantación. En rojo se encuentran los resultados
significativos (p<0,05)……………………………………………………………………………....76
Tabla 26: Resultados de los análisis de varianzas (riqueza de aves) realizados para cada par
(sitio de estudio y su control). Se muestra el F, los grados de libertad y el P………………………77
Tabla 27: Matriz de correlaciones entre la riqueza de aves y las variables climáticas, altitud
y año de plantación. En rojo se encuentran los resultados significativos (p<0,05)…………………77
Tabla 28: Resultados de los análisis de varianzas (abundancia de aves) realizados para
cada par (sitio de estudio y su control). Se muestra el F, los grados de libertad y el P……………..78
Tabla 29: Matriz de correlaciones entre la abundancia de aves y las variables climáticas,
altitud y año de plantación. En rojo se encuentran los resultados significativos (p<0,05)………….79
11
RESUMEN
Los climas mediterráneos en el mundo y Chile abarcan una gran diversidad y endemismo,
siendo consideradas en su totalidad Hotspots (alto endemismo y grado de amenaza), por lo tanto son
de gran importancia ecosistémica. Sin embargo, estos son los ecosistemas más impactados por la
acción antrópica, ya que en la historia estas zonas han sido muy propicias para los asentamientos
humanos, por lo que se han degradado fuertemente. Las causas más importantes de deterioro y
pérdida de biodiversidad para las zonas mediterráneas son el cambio de uso de la tierra y las
invasiones biológicas. En Chile la mayor cantidad de especies alóctonas se encuentra en latitudes
centrales, y la concentración de la población también, por lo que se provoca una fuerte amenaza y
presión sobre los bosques que coexisten en esta zona. Así, las formaciones vegetacionales que se
desarrollan en este clima han sido muy intervenidas y modificadas.
12
sobrevivencia entre especies en las mismas reforestaciones. Los resultados encontrados para las
tasas de crecimiento indican diferencias significativas entre las especies, y fueron los siguientes por
reforestación; en Calán 1 (F=80,591; p<0,01), Calán 2 (F=70,177; p<0,01), Calán 3 (F=51,571;
p<0,01), Parque Mahuida 1 (F=2,366; p<0,05), Parque Mahuida 2 (F=4,925; p<0,01), Las Tórtolas
(F=9,729; p<0,01) y en Los Maitenes (F=7,263; p<0,01). Quillaja saponaria es una de las especies
que presenta una mayor tasa de crecimiento, teniendo diferencias significativas con otras especies
como Cassia Closiana, Prosopis chilensis, Shinus latifolius, entre otras. En las correlaciones entre
herbivoría de vertebrados (%) y sobrevivencia de especies (%), y herbivoría de vertebrados (%) y
tasas de crecimiento (promedio) no se encontraron resultados significativos (a pesar de que se
observó una tendencia en cada sitio de estudio). Sin embargo, se logró apreciar que las especies con
mayor impacto de herbivoría son Porlieria chilensis, Prosopis chilensis y Acacia caven.
Palabras claves: Avifauna, bosque esclerófilo, Chile central, recolonización natural, región
mediterránea, restauración ecológica.
13
1. INTRODUCCIÓN
Entre la gran cantidad de impactos que han sufrido los ecosistemas naturales en el mundo,
se pueden mencionar la pérdida de hábitat para la vida silvestre nativa, la fragmentación de los
remanentes, y las invasiones biológicas. Que se han transformado en un problema fundamental
para la sobrevivencia de las especies de los parches y la estabilidad de los bosques naturales
(Hoffmeister et al., 2005). Sala et al. (2000) en un estudio para determinar el panorama del mundo
y la biodiversidad para el año 2100, encontró que los factores más importantes en la pérdida de
biodiversidad global para ecosistemas terrestres y marinos, son cinco. En un patrón general, la
importancia relativa de cada factor de cambio en la biodiversidad es la siguiente: el cambio de uso
de la tierra, seguido del clima, la eutroficación de los ecosistemas (sobre todo para ambientes
árticos y acuáticos), las invasiones biológicas y finalmente los cambios en la concentración de CO2.
Específicamente, en los climas mediterráneos los factores de mayor relevancia en la pérdida de
biodiversidad son el cambio de uso de la tierra, y las invasiones biológicas (Sala, 2000). Este último
amenaza enormemente a la biodiversidad mundial, siendo incluso un factor importante del cambio
climático global (Mack et al., 2000).
14
La importancia de las zonas mediterráneas radica en la baja frecuencia de estos tipos de
climas, su alto nivel de endemismo, y el gran impacto antrópico que han sufrido (Muñoz y Moreira,
2004). Chile mediterráneo es uno de los 25 Hotspot del mundo, por la alta concentración de
especies endémicas y el alto grado de amenaza que presenta su biodiversidad (Myers et al., 2000),
así, por el gran valor ecológico y social, su conservación es prioritaria.
Los ecosistemas mediterráneos tienen climas y condiciones que han sido adecuadas para el
establecimiento del ser humano, es por esta razón que las diversas formas de vida de estas regiones
se han visto envueltas en una fuerte amenaza antrópica de larga data. Chile mediterráneo no ha
estado exento de esto, y aproximadamente el 80% de la población (Montenegro et al., 2004b), un 30
% de la agricultura, y un 70% de las plantaciones forestales, se ubica en las latitudes
correspondientes a este tipo de clima. Actualmente el bosque esclerófilo se desarrolla, en su
mayoría, en forma de matorral manteniéndose como bosque sólo dentro de áreas protegidas o en
lugares de difícil acceso. Cabe destacar, que sólo el 2,0 % de la superficie del bosque esclerófilo se
encuentra dentro del Sistema Nacional de Áreas Protegidas del Estado (CONAF, CONAMA y
BIRF, 1999).
Las alteraciones antrópicas en los ecosistemas mediterráneos de Chile, tienen una larga
historia, siendo la cultura antropocéntrica su eje principal. Desde hace siglos, las poblaciones
humanas utilizaron el fuego para “limpiar” el territorio, quemando el bosque nativo se lograba
ampliar la matriz agrícola y ganadera. Después que la productividad del sitio bajaba, debido a la
ofensiva forma de manejar la tierra (quemas, monocultivos periódicos, etcétera), se incorporaba el
ganado sin ninguna restricción que hiciera estas prácticas sustentables (Otero, 2006; Rundel, 1981
en Armesto et al., 1995). Así, la vegetación del valle central fue fuertemente reemplazada por el
cambio de uso de las tierras, a condiciones más “rentables” para el ser humano (Baldini y Pancel,
2002), quedando los suelos desprovistos de cobertura y muy susceptibles a erosión. En la
actualidad, el mayor impacto antrópico al bosque esclerófilo es la pérdida de hábitat, reflejada en
los (1) cambios de bosque nativo por cultivos agrícolas y forestales, en donde un gran porcentaje de
estas actividades calza con la distribución natural del bosque esclerófilo. (2) La ganadería intensiva
y extensiva, continua y persistente podría considerarse como causal de variadas enfermedades en
los bosques autóctonos. El ganado puede ser un modulador de la estructura y composición del
bosque nativo, ya que se alimenta de plántulas y brinzales, o bien depreda los frutos y semillas de
algunas especies, impidiendo su regeneración o bien aumentando su probabilidad de regeneración
15
en forma exponencial. Como ocurre en el caso del Acacia caven (Espino) al ser dispersado por el
ganado como cabras, vacas y caballos (Fuentes et al., 1989; Holmgren, 2002), manteniendo el
bosque en un permanente estado de sucesión primaria (regresiva), con dominio casi completo de
Espino y Baccharis sp., y una gran cantidad de herbáceas introducidas. Las sabanas de espino,
actualmente presentes entre los 30º y los 36º LS, son el resultado del severo cambio y eliminación
de los bosques esclerófilos originarios de la zona, junto con la rapidez de su deterioro (a una escala
muy corta de tiempo) (Ovalle et al, 1996). Así, es necesario cuantificar el efecto de la herbivoría del
ganado sobre una amplia gama de posibilidades ecológicas, para lograr un manejo adecuado de
especies animales en un ecosistema natural (Baraza et al., 2006). El pastoreo intensivo también a
provocado pérdidas de suelo y erosión, las continuas huellas y caminos de tránsito de los animales
(en laderas de cerros principalmente), en cantidades muy superiores a las que soporta el territorio,
han iniciado y acelerado procesos de erosión muy intensos, provocando el posterior lavado del
suelo y cárcavas con el paso de los inviernos (Quintanilla, 2001). El último gran factor de pérdida
de hábitat en la zona mediterránea de Chile, es (3) la urbanización y demografía. Entre los años
1995 y 2000, la superficie que se encontraba cubierta por praderas y matorral esclerófilo presente en
la zona central, ha sufrido muchos cambios. Sólo en la Región Metropolitana, 3.160 hectáreas
fueron transformadas a uso urbano e industrial, 8.250 hectáreas se destinaron a terrenos agrícolas, y
791 hectáreas para plantaciones forestales (CONAF & CONAMA, 2003 en CONAMA 2004).
Además, en los últimos 150 años la población aumentó desde 1.010.336 a 15.401.952 (INE y
CONAMA, 2002), este gran impacto ha llevado a una gran fragmentación de la zona mediterránea
de Chile. En general las nuevas condiciones abióticas aportadas por la fragmentación (efecto borde)
inducidas por la matriz en donde se encuentra, afecta el establecimiento y reclutamiento de plantas
nativas (regeneración) y favorece la invasión de especies alóctonas (provenientes de la matriz),
modificando las condiciones bióticas del ecosistema, por depredación, competencia, polinización,
entre muchas otras (Bustamante et al., 2003; Hoffmeister et al., 2005). La fragmentación de los
ecosistemas boscosos es una de las principales causas de las invasiones biológicas, y estas se
incrementan a medida que aumenta la perturbación (Bustamante y Simonertti, 2005). Por lo tanto,
los remanentes de bosque nativo, y esclerófilo en particular, tienen una gran presión directa e
indirecta debido a impactos antrópicos.
16
Por lo mencionado anteriormente, es que se hace muy necesaria la restauración de
los ecosistemas degradados. En Chile particularmente, es de vital importancia que se
comience a trabajar en recuperar el bosque mediterráneo. Utilizando el conocimiento que se
tiene de las zonas mediterráneas (en ecología sucesional y vegetación) y generando mayor
comprensión de restauración ecológica propiamente tal. En el país, son casi nulas las
experiencias de restauración (con bases ecológicas), la gran mayoría de los proyectos son
rehabilitaciones, reemplazos o recuperaciones de los bosques nativos, sin considerar
composición (un gran porcentaje es realizado con especies exóticas), estructura (ensamble
de la comunidad biológica), ni funcionalidad de los sistemas naturales.
17
2. OBJETIVOS
a) General
b) Específicos
18
3. ANTECEDENTES TEÓRICOS
A medida que han pasado los años y las sociedades siguen demandando más espacios y
recursos, la restauración ecológica se hace una práctica cada vez más importante, y con más énfasis
en aquellas partes del mundo con más degradación ambiental.1 A pesar de ser una disciplina
relativamente joven, comienza a tomar un rol protagónico en la conservación biológica, existiendo
un auspicioso aumento de los estudios de restauración ecológica a partir del año 1980
aproximadamente (Ormerod, 2003; Young et al., 2005). En la actualidad, la restauración ecológica
también encuentra su origen en los intentos políticos y económicos por restaurar zonas para hacerlas
más productivas (recuperar su valor económico). Por ejemplo, se pueden encontrar las
reforestaciones para obtener madera, el manejo de praderas sobre pastoreadas, restauración de
humedales para prevenir inundaciones, entre muchas otras. Sin embargo, estás prácticas podrían
considerarse, desde el punto de vista de la conservación, como insatisfactorias ya que el resultado
de estas son sistemas muy simplificados en los cuales sólo algunas variables fueron partícipes de
dicho trabajo. Idealmente las prácticas anteriores deberían complementarse con la teoría científica y
los ecólogos, que han realizado muchos estudios para lograr una restauración ecológica más integra,
en las cuales se restauren los sistemas en términos de diversidad y composición de especies,
estructura de la vegetación y funcionamiento del ecosistema (Primack et al., 2001).
1
Comín, F., 2002. Revista Ecosistemas. OPINIÓN Restauración ecológica: teoría versus práctica.
Departamento de Ecología de la Universidad de Barcelona.
19
Son variadas las formas de restauración que existen: restauración de especies, restauración
del paisaje, restauración cultural, restauración de ecosistemas, entre mucho otros. En el presente
trabajo se ahondará en este último. Se han distinguido cuatro formas o aproximaciones de
recuperación de hábitat o ecosistemas, las cuales están dadas por la ecología de la restauración, la
que provee los estudios y formas técnicas para recuperar los sitios degradados (Cairns, 1986;
Bradshaw, 1990; Cairns y Heckman, 1996 en Primack et al., 2001). Las cuatro aproximaciones son
las siguientes (Figura 2):
1. Ausencia de acción: Esta se puede dar por diversas causas, por lo costoso de realizar la
restauración, por que estudios y experiencias anteriores han sido fallidas o por que se ha demostrado
que el sistema es capaz de recuperarse sólo.
Los planes de mitigación que actualmente se realizan para aminorar el impacto sobre el
medio ambiente de proyectos mineros, forestales e hidráulicos principalmente, son a través de los
métodos de rehabilitación y reemplazo, haciendo de estas dos prácticas las más frecuentes en la
actualidad. Esto genera un problema, ya que el reemplazo es el cambio por otro ecosistema y la
rehabilitación es una restauración parcial del ecosistema original, ambos llamados también
20
restauración técnica, ya que se hace desde un punto de vista más ingenieril que biológico (Pérez y
Calvo, 2004). Por lo tanto estas debieran complementarse con los principios y prácticas de la
restauración ecológica, así, lograr de una forma más real el objetivo de la mitigación.
Cada caso y ecosistema degrado es distinto, y si bien podría existir algún formato general
que permita tener una idea de cómo recuperar un ecosistema, existen condiciones, funciones, ciclos,
e interacciones específicas de cada sistema natural. Los cuales deben tenerse muy claros a la hora
de manejar el sitio degradado. Por lo tanto, en cada caso específico debe decidirse cual será el
camino más apropiado: restauración, rehabilitación, reemplazo o simplemente no realizar ninguna
acción. Las personas que trabajan en restauración deben tener una comprensión clara de cómo
operan los sistemas naturales y sociales y cuales métodos de restauración son factibles (Clewell y
Rieger, 1997 en Primack et al., 2001).
Figura 2: Diversas formas de recuperar un ecosistema degradado, formas propuestas por la ecología
de la restauración.
21
poco o nulo manejo posterior. Existe otro factor que es de gran relevancia en el desarrollo de una
restauración, que es la adyacencia a otras áreas naturales. Una de las principales recomendaciones
en restauración del paisaje es maximizar la contigüidad a estas áreas, ya que los nuevos o viejos
parches adyacentes proveen diferentes estructuras, hábitat, recursos y pueden satisfacer las
necesidades de especies (flora y fauna) que requieran dichos hábitat. Por otro lado, estos nuevos
hábitat facilitan o asisten la recolonización natural en el área, para el posterior sustento, por si solo,
del sistema (Vesk y Mac Nally, 2005). Ewel (en Machado, 2001) y la Society for Ecological
Restoration Intenational (SER, 2004) definen algunos criterios para saber si un ecosistema ya ha
sido restaurado. Son las siguientes: (1) Sustentabilidad: si la comunidad viva restaurada se perpetúa
a si misma. (2) Invasibilidad: que tan susceptible a invasiones biológicas está el sistema restaurado.
(3) Productividad: debe ser tan productivo como el original (referencia). (4) Retención de
nutrientes: No debe perder más nutrientes que el original. (5) Interacciones bióticas: Difícil de
medir, pero las más notorias son un buen indicador (como la polinización, asociaciones para fijar
Nitrógeno, Fósforo, etc.) y se notan precisamente cuando faltan. (6) Biodiversidad: una restauración
exitosa debería tener índices similares a los de un ecosistema sano equivalente. (7) Amenazas: si se
han eliminado la mayoría de las amenazas provenientes de la matriz que lo contiene. (8) El
ambiente físico del ecosistema debe poseer la capacidad de sostener poblaciones reproductivas.
Hay varias fases en la restauración ecológica, pero sin duda el primer paso es identificar y
suprimir el o los factores de degradación de un ecosistema. Por ejemplo, en el caso de un
ecosistema sobre pastoreado, la primera acción conducente a una restauración ecológica es la
limitación del ganado, impidiendo su acceso al lugar. Luego de lo anterior un segundo paso es el
restablecimiento de las condiciones edáficas, hidrológicas y microclimáticas con reintroducción de
la biota. Se definieron cinco pasos o fases claves en un programa de restauración (según Hobbs y
Norton, 1996 en Primack et al., 2001):
Cabe destacar, que estos son los temas mínimos que deben existir en un programa de
restauración. Dicho programa debe ser lo suficientemente flexible como para permitir identificar las
22
limitaciones, redefinir los objetivos y mejorar las técnicas utilizadas. Ya que existen muchas
detalles y procesos que podrían no estar abarcándose en la primera puesta en marcha.
Higgs (1997) plantea que para lograr una buena restauración ecológica es necesario
establecerse una meta, y la fijación de esta es un asunto ético como técnico. Una buena restauración
debe ser en sus procesos y orientaciones; efectiva, eficiente y de conceptos amplios (o expandidos).
El primer punto se refiere a la fidelidad ecológica de la restauración, dicha fidelidad tiene tres
principios: replicación estructural / composicional, éxito funcional y durabilidad. El segundo punto
trata de una restauración eficaz pero lograda con la menor cantidad de tiempo, trabajo, recursos y
materiales posibles, es la parte de la restauración que valora la naturaleza desde un punto de vista
antropocéntrico. El último punto contempla una visión integrada y holística al momento de
restaurar, que incluya aspectos históricos, sociales, culturales, políticos, estéticos y morales,
haciendo que la restauración se acople a dichos aspectos. A continuación se presenta una figura con
los tres puntos importantes para realizar una buena restauración:
23
profesiones (desde las ciencias más duras a las más blandas), culturas, edades, experiencias, entre
muchos otros. Debido a que el centro del trabajo es la inmensa complejidad de los sistemas
naturales, que se comportan holística y sinérgicamente. Además, el paisaje cultural que existe hoy
en día, es el resultado de la acción de las diversas culturas sobre la naturaleza, formando un ciclo de
retroalimentaciones negativas y positivas entre el ser humano y su ambiente (ver anexo 1) (Naveh,
2005; Gastó et al., 2006).
De manera general hay dos formas de aproximarse a una restauración, una es desde abajo
hacia arriba (bottom – up) y la otra es desde arriba hacia abajo (top – down). La primera se refiere a
actuar en la base del problema, por ejemplo, para el caso de un humedal eutroficado podría ser
tratar las aguas servidas e industriales para disminuir la cantidad de nutrientes vertidos al humedal.
La segunda se trata de intervenir el ecosistema desde otro punto que aumente o sea una
24
consecuencia del problema, como ejemplo para el mismo caso, sería actuar sobre la cadena trófica
del humedal, introduciendo especies herbívoras que disminuyan la población de algas, y así mejorar
la calidad del agua. Sin embargo, la combinación de ambas formas de control son las que han dado
mejor resultado cuando se trata de controlar y restaurar un sistema (Primack et al., 2001).
Las actividades humanas generan grandes nuevos espacios, al ser abandonados quedan
sistemas degradados, que si se realiza una preparación apropiada del sitio, podría ser restaurada la
estructura, composición y procesos de los ecosistemas originales. Sin embargo, lo que comúnmente
ocurre es que estos sitios permanecen abandonados, dando espacio para la colonización (invasión
biológica) y establecimiento de especies y comunidades exóticas en estos sitios perturbados. Estas
especies desplazan y pueden llegar a provocar la extinción de las especies nativas u originarias de
ese lugar. Es por esto que se hace muy importante el criterio ecológico a la hora de rehabilitar o
reemplazar un ecosistema degradado, ya que si esta práctica se realiza con especies exóticas, se
pueden provocar aún mayores daños ecológicos. Esta demostrado, en un estudio en la Amazonía
brasilera (Parrotta y Knowles, 1999 en Primack et al., 2001), que se genera, a largo plazo, mayor
número de familias y especies en ecosistemas que se dejan regenerar solos (restauración pasiva o
recolonización natural), en contraste con la menor riqueza encontrada en sitios en que se plantan
con especies exóticas. Los tratamientos con plantaciones de especies nativas y selva no perturbada
presentaron la mayor cantidad de familias y especies.
Cabe destacar que la restauración ecológica debe ser considerada como el intento de
recuperar parcialmente un ecosistema, paisaje, especie, o el objeto de la restauración. Difícilmente
se recuperará la comunidad original de referencia (Balaguer, 2002), ya que volver totalmente al
estado original de un sistema es imposible. Mann (2005) señala que:
“El inexorable paso del tiempo se plantea aquí como un impedimento básico para la restauración
total de un sistema. Ello se fundamenta, tanto en la compleja realidad sistémica de la naturaleza
con sus diferentes tiempos de adaptación, como en la segunda ley de la termodinámica, pues ambos
determinan la imposibilidad de volver a un estado pasado en la evolución de un sistema de vida.
Además, los ecosistemas, al igual que las especies, se rigen por la ley de la evolución natural que
postula la irreversibilidad de las adaptaciones y la consiguiente imposibilidad de una vuelta atrás
en la evolución.”
25
Lo anterior se debe a que las condiciones y componentes del entorno ya fueron
modificados, y difieren de aquellas que imperaban en el momento histórico en que existió el
ecosistema que se quiere recuperar. En otras palabras, el rumbo evolutivo del sistema original fue
modificado y redireccionado, al querer restaurar su rumbo original se requiere de la máxima
semejanza (en todos los niveles de organización) al sistema original. Esto último es lo que hace
imposible su total restauración y sólo puede ser parcial, ya que el ecosistema ya fue modificado.2
La restauración ecológica es una gran herramienta para mejorar y potenciar una gran
variedad de aristas. Existe un beneficio directo sobre las sociedades, ya que mejora la calidad de
vida, aumentan las áreas verdes, disminuye la polución ambiental, disminuyen los desastres
naturales como aluviones y derrames de cauces de aguas, etcétera. A nivel ecológico la restauración
proporciona fuentes de alimento, nichos, y hábitat apropiado para la vida de la flora y fauna nativa,
como sitios de nidificación para aves por ejemplo, además de recuperar las funciones y procesos del
ecosistema, recuperando la armonía que existió alguna vez. Asimismo, la restauración ecológica es
una eficaz herramienta para la conservación de especies amenazadas, ya que la mayoría de estas se
encuentran en este estado por destrucción de hábitat y fragmentación del territorio (Hobbs y Lleras,
1995 en Primack et al., 2001). Por todo lo anterior es que al recuperar un sistema se debe pensar en
la amplitud de la restauración, ya que por más que esta se realice en un lugar privado, no deja de
existir siempre una gran componente pública, ambiental y social. Ya que los sistemas ecológicos no
están aislados y forman parte del paisaje, en donde sus límites sociales y ambientales son mucho
más extensos que los físicos.3
La dimensión crítica para el éxito a largo plazo de las restauraciones es la dimensión social.
Es estrictamente necesario incorporar a la comunidad local a los proyectos de conservación que se
constituyan, ya que los actores sociales son los que habitan, hacen y deshacen en los sistemas
naturales, por lo que si no se les incorpora, probablemente se vuelva a destruir y degradar. Los
procesos de recuperación de un ecosistema requieren de un período de 100 o más años, es por esto
que los proyectos exigen que las futuras generaciones lo continúen. La situación anterior requiere,
además, que los científicos y administradores de las zonas restauradas sean participativos y no
impositivos (Primack et al., 2001).
2
Mann, G., 2005. Ciclo de Tertulias: Restauración del Paisaje. Facultad de Agronomía e Ingeniería Forestal
de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
3
Comín, F., 2002. Revista Ecosistemas. OPINIÓN Restauración ecológica: teoría versus práctica.
Departamento de Ecología de la Universidad de Barcelona.
26
3.1.2. Experiencias de restauración ecológicas en Chile
La recuperación de áreas extremadamente degradadas, con bases científicas, se inicia en el
país el 1889, cuando el biólogo alemán Federico Albert fue contratado por el gobierno de José
Manuel Balmaceda, para controlar dunas que comenzaban a invadir terrenos de cultivos y el pueblo
de Chanco (Vita, 1975, en Faúndez et al., 2002). A pesar de lo anterior, en Chile las experiencias de
restauración ecológica (con bases ecológicas) propiamente tal son casi nulas, sólo existen en casos
muy puntuales. Sin embargo existe un vasto conocimiento sobre el tema, pero la comunidad
científica aún no los ha sabido trasmitir de una forma apropiada. Pero esto no es sólo un problema
de los científicos, si no que también de las industrias, los gobiernos, de la comunidad en general,
que no demuestran interés por informarse (Bradshaw, 1984). Hay muchos ejemplos de
reforestaciones y restauraciones que poseían todas las herramientas para finalizar de una buena
manera, y sin embargo, fracasaron.
4
Ibaceta, C., Riveros, J., 2007. Casos de Reforestación con Flora Nativa en la Zona Central de Chile.
5
Decreto Ley Nº 701, De 1974. Sobre Fomento Forestal y Otras Disposiciones Legales.
27
región forestadas a diciembre de 2005. Cabe destacar la baja superficie que existe en la Región
Metropolitana, la que corresponde, en su gran mayoría, a Eucalipto.
28
proyectos de revegetación que se han realizado en el marco del Sistema de Evaluación de Impacto
Ambiental (SEIA), siendo proyectos muy descriptivos en los que las especies se toman como entes
separados e independientes de su sistema natural, por lo que también carecen de una sólida base
ecológica.
25
20
Número de 15
Proyectos 10
5
0
IV V VI VII RM
Región
29
silvestre y con ello la dispersión desde otros sitios hacia la zona restaurada y desde ésta hacia afuera
(Perez y Calvo, 2004).
Por otro lado, la recolonización de aves en sitios perturbados, puede ser gradual o repentina,
dependiendo de la especie que esté colonizando y del grado de degradación del lugar (Austin, 1940;
Gochfled, 1976, en Post y Gochfeld, 1979). La llegada de aves dependerá de los hábitos de las
especies, de que se encuentren o no los nichos correspondientes para su desarrollo, y del estado en
que se encuentre la zona en cuestión. Así, las perturbaciones probablemente favorecerán las
especies cuyos nichos sean ambientes abiertos y desprotegidos, y por el contrario, desfavorecerá a
las especies que habiten terrenos cubiertos. Existen estudios (Morley, 1940), que han demostrado
bajo seguimiento continuo a una zona perturbada, cómo comienza a colonizar la avifauna,
generándose, con el paso del tiempo, mayor número de hábitat presentes, y un aumento en el
número de especies habitándolos.
30
3.2. REGIÓN MEDITERRÁNEA DE CHILE
Las zonas de clima mediterráneo en el mundo se caracterizan por tener una ubicación
latitudinal semejante en ambos hemisferios, entre los 30º y 45º (Köppen, 1936). Parámetros
orográficos y climáticos similares: (i) veranos calientes y secos, con alta radiación solar y altos
índices de evaporación, (ii) inviernos fríos y húmedos con baja radiación solar y bajas tasas de
evaporación y en los cuales se concentran las precipitaciones anuales (Di Castri y Hajek, 1976,
Santibáñez, 1984, en Luebert y Pliscoff, 2006, Amigo y Ramírez, 1998, Hoffmann, 2001). En la
figura 6 se presenta la variación latitudinal de las precipitaciones en Chile.
Muchos trabajos describen los climas de Chile y sus múltiples variaciones. Según Romero
(1985, en Luebert y Pliscoff, 2006) los factores determinantes de la variación de bioclimas en Chile
son; factores atmosféricos, orográficos, oceanográficos y factores latitudinales.
31
Muchos documentos sitúan la región mediterránea de Chile en distintos rangos
latitudinales; 32º LS – 40º LS (Arroyo y Cavieres, 1997), 27º LS – 38º LS (Hoffmann, 2001), 28º
LS – 42º LS (Dallman, 1998), 25º LS – 41º LS (Di Castri y Hajek, 1976 en Sepúlveda, 1999), 31º
LS – 37º LS (Figueroa y Jaksic, 2004), 23º LS – 37º LS (Amigo y Ramírez, 1998), 23º LS – 39º LS
(Luebert y Pliscoff, 2006). Estas diferencias en la ubicación de la región mediterránea, puede
atribuirse tanto a la amplia variabilidad de condiciones bioclimáticas (anteriormente mencionadas)
como a las condiciones fisiográficas de Chile. En consecuencia, las características mediterráneas
varían latitudinalmente, disminuyendo el periodo seco y aumentando las precipitaciones de norte a
sur, y longitudinalmente correlacionado al biombo climático de las cordilleras, provocando un
efecto importante sobre las precipitaciones, temperaturas y humedad de las distintas laderas. Las
laderas occidentales tienen un importante aumento en las precipitaciones y las laderas orientales
tienen una disminución de las lluvias. Esto dificulta el establecimiento de límites precisos para la
región de clima mediterráneo en Chile. Sin embargo, la gran mayoría de los autores coincide en que
el clima mediterráneo en Chile se encuentra entre las latitudes 30º y 40º.
1. Región de clima Mediterráneo Per-Árido: Esta región abarca desde los 25º LS (río salado
por el interior) hasta los 29º LS (norte de la provincia de Copiapó). La vegetación
predominante en esta región es de tipo semidesértica, con camefitas y cactáceas que
aumentan hacia el sur. Esta región tiene 11 meses áridos en el interior y desciende a 9 en la
costa y en la zona preandina.
32
2. Región de clima Mediterránea Árida: Abarca desde los 29º LS hasta los 33º LS,
comprendiendo la provincia de Coquimbo y parte la de Aconcagua. Esta región tiene una
gran variación de lluvias año a año, y presenta una fisionomía vegetal heterogénea producto
de la gran diferencia de ambientes que se pueden encontrar. Por una parte están los bosques
templados higrófilos (relictos de Fray Jorge y Talinay) los cuales persisten gracias a la
captación de neblina (equivalente a 1.000 milímetros de precipitaciones anuales). Por otro
lado se encuentran el desierto absoluto provocado por el sobre pastoreo de cabras
principalmente. Por último existen también zonas de semidesierto, de matorral esclerófilo
(producto de la tala), y zonas en donde sólo crece vegetación herbácea estacional producto
del sobre pastoreo y la agricultura.
3. Región de clima Mediterráneo Semi-Árida y Sub-Húmeda: Di Castri analiza estas dos
regiones ecológicas juntas ya que los factores ecológicos que las determinan son los
mismos. Las precipitaciones medias que caen sobre estas regiones son entre 330 y 700
milímetros anuales. En relación a la vegetación existente se describen estepas arbustivas en
las zonas litorales, bosques esclerófilos dispersos en la cordillera de la costa, y extensas
sabanas de Espino (Acacia caven) en la depresión intermedia, y finalmente bosque
esclerófilo muy abierto junto con matorral espinoso en la zona preandina. En la cordillera
de la costa, bajo la influencia de las nieblas provenientes del océano, se encuentran bosques
higrófilos de Roble (Nothofagus obliqua). En esta zona es muy marcada la influencia
topográfica (figura 7), así, en exposiciones sur u oeste se presenta una vegetación mucho
más densa y de carácter más higrófilo que en exposiciones norte o este.
4. Región de clima Mediterráneo húmeda: Esta región se caracteriza por un periodo seco
mucho más reducido y con precipitaciones anuales entre 1.000 y 1.300 milímetros. La
vegetación de esta zona es mixta, ya que es una zona de transición entre especies
típicamente del bosque valdiviano y especies comunes del clima mediterráneo como lo son
Peumos (Cryptocarya alba) y Quillayes (Quillaja saponaria). En esta zona la diferencia
entre exposiciones es menor ya que el agua no juega un rol tan crítico, en las zonas andinas
se encuentran bosques dominados por confieras.
5. Región de clima Mediterráneo per-húmeda: La más austral de las regiones con tendencia
mediterráneas en Chile. Presenta precipitaciones anuales de 1.400 milímetros. La
vegetación que predomina en esta zona son los bosques valdivianos, y en la cordillera de
Nahuelbuta y de los Andes, coexisten bosques de Araucaria (Araucaria araucana) junto
con Coihue (Nothofagus dombeyi).
33
Fuente: Luebert y Pliscoff, 2006
34
se han desarrollado sobre roca metamórfica y granítica (Figura 8) (Thrower y Bradbury, 1973 en
Donoso 1993). Estos suelos (de ambas Cordilleras) en general tienen una textura que se mueve
entre franco arenosos y franco arcillosos.
1. El norte chico: La zona más septentrional, es una zona montañosa que es atravesada por
valles transversales que bajan desde la Cordillera de los Andes hacia el mar. Prácticamente toda esta
zona se encuentra sobre los 600 metros de altitud, y solo se considera zona mediterránea hasta los
1.000 metros sobre el nivel del mar, ya que luego cambian las características climáticas y de
vegetación.
Desde la región metropolitana hacia el sur se puede identificar otros cuatro elementos
geomorfológicos determinantes de la fisiografía;
2. Las terrazas marinas costeras: Poseen una precipitación y humedad relativamente alta,
asociada la última a las neblinas matinales y a la corriente fría de Humboldt.
3. El cordón montañoso de la Cordillera de la Costa: En la zona central alcanza una altura
de 2.222 metros sobre el nivel del mar en el cerro El Roble. Por lo que esta asociado a una mayor
humedad, especialmente en laderas occidentales que reciben toda la influencia marina (Hoffmann,
2001; Donoso, 1993).
4. Llano central o depresión intermedia: Siguiendo una línea transversal, se observa esta
cuarta subdivisión, este elemento geomorfológico ha recibido gran impacto antrópico, siendo un
área seca y dominada por una sabana de Espino (Acacia caven) y en menor frecuencia Algarrobo
(Prosopis chilensis). La vegetación que se logra observar en esta subárea es indicadora de la gran
presión humana que han recibido (Donoso, 1993).
5. Precordillera Andina: Presenta condiciones similares a las de la Cordillera de la Costa,
pero con mayores temperaturas y sequedad. En consecuencia, se aprecia una vegetación más
xerófita que en el otro cordón montañoso (Fuentes y Hajek, 1979 en Donoso 1993).
35
Por lo tanto se logra apreciar una significativa determinación de las características de los
suelos por parte de la fisiografía de la zona, ya que si bien son suelos poco desarrollados, esta
condición aumenta en condiciones más desfavorables determinadas por la exposición y altitud.
Figura 8: Suelos de Chile central, entre los 29º LS y los 37º LS.
3.2.3. Biodiversidad
La región mediterránea en Chile es una zona de gran diversidad florística debido a las
diferentes asociaciones vegetales diferenciadas y condicionadas por el clima y el relieve (gran
heterogeneidad topográfica), lo que se suma a los grandes cambios sufridos en el terciario y
cuaternario (Figueroa y Jaksic, 2004; Muñoz y Moreira 2004). Las diversas formas de vida que
habitan los ecosistemas mediterráneos en Chile, han sido fuertemente deterioradas y eliminadas, ya
que se encuentran en la zona con mayor población del país. Sin embargo, esta región abarca y
contribuye con un porcentaje importante a la flora endémica del país, además de abarcar un número
importante de especies del total de Chile (Arroyo y Cavieres, 1997). A continuación se presenta una
tabla en la que se muestran los distintos números de especies y porcentajes de endemismo para el
área mediterránea de Chile.
36
Tabla 1: Riqueza de especies y endemismo de la flora nativa de Chile mediterráneo (área
mediterránea; 32º LS – 40º LS, incluyendo todo tipo de vegetación)
Donde, el área de precipitación en verano abarca las I y II regiones al norte de los 25º LS
(excluyendo el desierto costero); la zona llamada desierto con lluvias en invierno es el área entre los
25º LS y los 32º LS y la costa del desierto de la I y II región; el área templada es el área entre los
40º LS y 56º LS; y finalmente el total de Chile continental.
Nº Especies Especies Especies Especies
de Endémicas Endémicas (%) Endémicas Endémicas (%)
ECORREGIÓN especies flora de Chile flora de Chile del área del área
Área de lluvias de verano 825 -- -- -- --
Área de lluvias de invierno 3429 1821 53,1 1602 46,7
a) Desierto con lluvias de invierno 1893 1100 58,1 605 31,9
b) Área Mediterránea 2537 1176 46,3 593 23,4
Área Templada 1360 -- -- -- --
Total Chile continental 5082 2630 51,8 2630 51,8
Fuente: Arroyo y Cavieres, 1997
La vegetación vascular nativa de la zona central, llega a un total de 2.390 especies, de las
cuales un 3% corresponde a árboles (70), un 18% corresponde a arbustos (426), un 16% son
especies anuales (378) y un 63% son herbáceas perennes (1.516). La zona mediterránea de Chile se
caracteriza por tener niveles altos de endemismo, una alta diversidad de especies vegetales en
relación al área que cubre, y la concentración más grande de riqueza de especies de plantas en todo
Chile (Arroyo y Cavieres, 1997). Este último punto es muy importante ya que la mayor diversidad
de especies se encuentra entre las latitudes 36º LS y 40º LS.
3.2.3.1. Vegetación
La vegetación de Chile central es predominantemente matorral y bosque esclerófilo de baja
a mediana altura compuesto por parches de flora leñosa de composición y edad heterogénea
(Fuentes et al., 1984 en Figueroa y Jaksic, 2004). Dentro de la región mediterránea coexisten
variados tipos forestales o diferentes asociaciones vegetales, dentro de las cuales se encuentra el
bosque esclerófilo. Este se desarrolla íntegramente en la zona de clima mediterráneo, pero presenta
una gran variación en función de la latitud, longitud y topografía. El tipo forestal esclerófilo
clasificado por Donoso (1981), agrupa varias de las asociaciones vegetales propias de la zona
llamada Mesomórfica (Pisano, 1954 en Donoso, 1981) o mediterráneas de Chile, y se distribuye
desuniformemente en ambas cordilleras y el llano central. Se encuentra entre los 30º 50’ LS (sur del
río Limarí) y los 36º 30’ LS (río Itata) por la Cordillera de la Costa, entre los 30º 50’ LS y los 37º
37
50’ LS (río Malleco) por la depresión intermedia o llano central, y entre los 32º LS (a la altura de
los Vilos) y los 38º LS (altura de Collipulli) por la Cordillera de los Andes (Fuenzalida y Pisano,
1965 en Donoso, 1981). Así, la vegetación y bosques esclerófilos se desarrollan hasta su límite sur
en donde el clima es mediterráneo húmedo (Di Castri y Hajek, 1976 en Donoso 1981). La gran
mayoría de su superficie esta actualmente cubierta por extensos campos de cultivos agrícolas,
plantaciones frutales, viñedos, plantaciones forestales, y potreros de ganado (Donoso, 1981). La
formación vegetacional esclerófila ha sido clasificada de diferentes formas y por diferentes autores
a lo largo de la historia (Tabla 2), se destaca que la formación estepa de Acacia caven es común a
las diferentes clasificaciones. La extensión geográfica de la región de matorral y bosque esclerófilo
estimada por Gajardo (1992) es de 7.868.750 hectáreas, equivalentes a un 10,4% de la superficie
nacional, y la superficie abarcada por la subregión del Bosque Esclerófilo es de 1.959.375
hectáreas, equivalentes a un 2,6% de la superficie nacional. Esta subregión abarca las laderas
medias de cada cordillera, corresponde a un bosque muy intervenido, y con diversos estados
regenerativos, posee una composición florística dominada por árboles esclerófilos. En áreas
cercanas a la costa coexisten comunidades boscosas con elementos arbóreos esclerófilos y
laurifolios. En laderas de cerros predominan los matorrales espinosos (Gajardo, 1994 en Sepúlveda,
1999).
38
Tabla 2: Clasificaciones realizadas para el matorral y bosque esclerófilo, según diferentes autores.
39
La región del matorral y del bosque esclerófilo fue clasificada y descrita por Gajardo
(1992). La que es referida como una formación vegetal que se encuentra en la zona central del país,
y posee paisajes muy complejos debido a la intensa alteración antrópica sufrida. Teniendo esta
región variadas formas de vida, y dependiendo del predominio de una u otra es que se han
establecido tres sub-regiones:
2. Matorral y Bosque Espinoso: También posee una vegetación muy heterogénea y con un alto
impacto antrópico. En la parte más xerófita (norte), la vegetación que existe es una
reducción de lo que se encontraba antiguamente. Así, se observan comunidades de
Algarrobo (Prosopis chilensis) y Huingán (Schinus polygamus), Algarrobo (Prosopis
chilensis) y Espino (Acacia caven), Huañil (Proustia cuneifolia) y Espino (Acacia caven),
Maravilla del campo (Flourensia thurifera) y Espino (Acacia caven). En los sitios más
favorables se presentan comunidades boscosas de Quillay (Quillaja saponaria) y Guayacán
(Porliera chilensis), que con la degradación sufrida se comienza a transformar en
asociaciones de Colliguay (Colliguaja odorifera) con Palhuén (Adesmia microphylla) y
Huañil (Proustia cinerea). En las rocas se puede ver Chagual (Puya berteroniana) y
Palhuén (Adesmia arborea). Sobre los cerros, en alturas, domina una formación densa de
Colliguay (Colliguaja odorifera) y Tevo (Retamilla trinervis). Es frecuente ver, en los pie
de montes rocosos, Espino (Acacia caven) junto a Litre (Lithraea caustica). En quebradas y
laderas sombrías se encuentra Litre (Lithraea caustica) y Boldo (Peumus boldus). Y en los
sectores litorales es frecuente la comunidad de Boldo (Peumus boldus) con Tevo (Retamilla
trinervis). Finalmente la comunidad más observada en la zona central de Chile corresponde
a Espino (Acacia caven) y Maitén (Maytenus boaria), encontrándose en pendientes suaves
y relieves de lomajes.
3. Bosque Esclerófilo: Se extiende por las laderas medias de ambas cordilleras, es un bosque
que se encuentra muy intervenido, al igual que toda la región. En los sitios costeros
(Cordillera de la Costa) las comunidades boscosas más comunes son Peumo (Cryptocaria
alba) y Molle (Schinus latifolius), Litre (Lithraea caustica) y Boldo (Peumus boldus), y
Palma chilena (Jubaea chilensis) y Litre (Lithraea caustica). En quebradas y laderas
húmedas es posible encontrar comunidades de Belloto del norte (Beilschmiedia miersii) y
Patagua (Crinodendron patagua). En sectores alterados y laderas más xéricas es común
encontrar matorral espinoso con comunidades de Tevo (Retamilla trinervis) y Colliguay
(Colliguaja odorifera), y de Chagual (Puya berteroniana) y Quisco (Trichocereus
chilensis). En laderas bajas y medias de la Cordillera de los Andes existen bosques y
matorrales esclerófilos. Las comunidades más representativas de estos lugares son Quillay
(Quilaja saponaria) y Litre (Lithraea caustica), en laderas intermedias, y Quillay (Quillaja
saponaria) y Colliguay (Colliguaja odorifera), en laderas altas y rocosas. La comunidad
boscosa de mayor desarrollo se encuentra en valles y laderas de exposición sur, y
corresponde a Quillay (Quillaja saponaria) y Peumo (Cryptocaria alba). En quebradas y
esteros es posible observar Lingue (Persea lingue) y Chequén (Myrceugenella chequen).
Por último, existen comunidades de amplia distribución como Litre (Lithraea caustica) y
Boldo (Peumus boldus), Litre (Lithraea caustica) y Corcolén (Azara integrifolia), y Quillay
(Quillaja saponaria) y Piche (Fabiana imbricata).
A continuación se presenta un esquema (Figura 9) que representa las diversas especies existentes en
un rango latitudinal.
41
Fuente: Dallman, 1998.
Figura 9: Esquema de la vegetación de Chile central en un gradiente latitudinal. Norte
(izquierda) a Sur (Derecha).
Las etapas sucesionales pioneras se identifican con las siguientes características: (1)
generalmente son rodales monoespecíficos o de baja densidad, (2) en las zonas abandonadas son de
42
alta distribución, (3) tienen alta tolerancia a condiciones xéricas, y (4) tienen una alta producción y
diseminación de semillas. Como se mencionó anteriormente, Acacia caven es una de las especies
pioneras, que actualmente se encuentra muy distribuida en las zonas de bajas pendientes en la zona
central de Chile, formando rodales monoespecíficos. El ganado se ha convertido en el principal
diseminador de esta especie, que al ser introducido sin barreras disminuye la posibilidad de
recuperación en claros (regeneración de especies). Así, si el ganado no se excluye, se favorece un
permanente espinal en desmedro de otras especies, como el Algarrobo (Prosopis chilensis) (Fuentes
y Hajek, 1981, en Donoso 1993; Holmgren, 2002). Si el área perturbada no es muy pastoreada, se
beneficia la colonización de especies de diseminación anemócora como Baccharis spp. y Pichanilla
(Gutierrezia paniculada) (Tabla 3). Estas especies pioneras son muy tolerantes a ambientes secos, y
al daño por animales herbívoros, ya que Acacia caven posee espinas y las otras dos especies por la
presencia de tricomas glandulares en sus hojas (Aljaro et al., 1984, en Donoso 1993).
Tabla 3: Especies del bosque esclerófilo, arbóreas y arbustivas, asociadas a cada etapa sucesional, y
sus respectivos agentes de diseminación. El orden muestra la posición aproximada de las especies
en un gradiente de xérico a mésico.
Especies Agente de diseminación
Pioneros
Acacia caven (Leguminosae) Ganado
Gutierrezia paniculata (Compositae) Viento
Baccharis spp. (Compositae) Viento
Sucesionales intermedias
Muehlenbeckia hastulata (Polygonaceae) Aves
Lithraea caustica (Anacardiaceae) Aves, mamíferos
Sucesionales finales o tardías
Quillaja saponaria (Rosaceae) Viento
Maytenus boaria (Celastraceae) Aves
Peumus boldus (Monimiaceae) Aves
Schinus latifolius (Anacardiaceae) Aves
Cryptocarya alba (Lauraceae) Aves, mamíferos
Luma chequen (Myrtaceae) Aves
Myrceugenia obtusa (Myrtaceae) Aves
Beilschmiedia miersii (Lauraceae) Aves, mamíferos
Fuente: Armesto y Pickett, 1985 en Donoso 1993.
43
Según Armesto y Pickett (1985, en Donoso, 1993) en las áreas colonizadas por estas
especies pioneras, y excluidas de ganado, puede continuar la sucesión, colonizando otras especies
como Quilo (Muehlenbeckia hastulata) o Litre (Lihtraea caustica), a través de diseminación por
aves o mamíferos (zorros). Ambas se establecen bajo la protección de arbustos y árboles viejos que
le sirven de nodriza, así se protegen de la sequía de verano y de los herbívoros (especialmente de
Oryctolagus cuniculus). La colonización de especies en terrenos deforestados, ocurre
principalmente por difusión lenta desde áreas contiguas sin alteración, y la dispersión por aves es
sólo relevante en los puntos “perchas” (de parada) de las mismas. Por lo tanto, se hará más
significativa en la medida que comience a aumentar la cobertura. En la medida que las especies
pioneras y de etapas intermedias se comienzan a desarrollar, se facilita más la sobrevivencia de
especies más tardías como Quillay (Quillaja saponaria) en sectores más secos, y Peumo
(Cryptocarya alba), Boldo (Peumus boldus), o Belloto del norte (Beilschmiedia miersii) en sectores
más mésicos. El Quilo (Muehlenbeckia hastulata) comienza a desaparecer con el avance de la
sucesión, por otro lado Litre (Lithraea caustica) permanece y predomina en los sectores más
xéricos (Figura 10).
44
3.2.3.2. Aves
La riqueza y abundancia de la avifauna en Chile se encuentra determinada por la gran
cantidad de ambientes que existen. Con la inmensa extensión marina (litoral) que posee y la gran
cantidad de islas, con ambas cordilleras, con el llano central, y cada uno de estas zonas con sus
diferencias graduales entre latitudes y altitudes. Las condiciones biogeográficas de Chile le otorgan
una gran variedad de climas y ecosistemas. Así, la distribución geográfica de las aves es el resultado
de su historia evolutiva y de la interacción con su ambiente biótico y abiótico. Por lo tanto, la
diversidad de aves en el país se relaciona con la diversidad geográfica y con características propias
de este grupo de los animales, que pueden variar desde el rango más alto de especialización a ciertas
condiciones e interacciones, hasta las especies más generalistas de hábitat y dieta (que presentan
mayores rangos de distribución). Las distribuciones son muy dinámicas, asociado a los cambios en
los ecosistemas, como perturbaciones o reforestaciones. Así, diversas especies comienzan a
disminuir su distribución como el Zarapito boreal (Numenius boreales), otras comienzan a ampliar
su distribución hacia el norte como el Queltehue (Vanellus chilensis), y otras lo hacen hacia el sur
como el Bailarín (Elanus leucurus) (Martínez y Gonzáles, 2004). Las aves no han estado exentas
del gran impacto de las invasiones biológicas, algunas de las especies exóticas que podemos
encontrar son: el Gorrión (Passer domesticus), la Paloma (Columba livia), la Cotorra argentina
(Myiopsitta monachus), y el Mirlo (Molothrus bonariensis). Dichas especies se encuentran
enormemente distribuidas en Chile, compitiendo y desplazando a las especies nativas.
Chile central ha sido reconocido internacionalmente como una ecorregión única, siendo uno
de los cinco ecosistemas de su clase en el mundo. En contraste de lo anterior, esta zona, y
particularmente el matorral y bosque esclerófilo, ha sufrido un gran impacto y deterioro antrópico.
Actividades como la agricultura, ganadería, crecimiento industrial y urbano, e incendios son
algunas de las amenazas que presentan las aves. La pérdida de hábitat, el factor principal de pérdida
de biodiversidad en el mundo (Sala et al., 2000), en este caso del bosque esclerófilo, influye y
modula determinantemente la composición, estructura y funcionalidad de las poblaciones y
comunidades de avifauna. Lo anterior, sumado a las especies invasoras, genera un alto grado de
amenaza para este grupo. En el bosque y matorral mediterráneo es donde se concentra la mayor
cantidad de aves endémicas de Chile, como la Perdiz (Nothoprocta perdicaría), el Canastero
(Asthenes humicola), la Turca (Pteroptochos megapodius), el Tapaculo (Scelorchilus albicollis), el
Hued – hued castaño (Pteroptochos castaneus) y la Tenca (Mimus thenca) (Martínez y Gonzáles,
2004).
45
Por lo tanto, las aves del bosque y matorral esclerófilo están siendo, en conjunto con su
hábitat, muy impactadas. Reduciendo su distribución geográfica y disminuyendo las poblaciones
más específicas, que sólo se remiten a los fragmentos existentes. Además de lo anterior, se suma el
escaso conocimiento que existe sobre la recolonización de aves en sitios perturbados en Chile.
46
4. ÁREA DE ESTUDIO
Se utilizaron dos localidades que presentaban vegetación remanente (Cerro Calán y Parque
Mahuida) y dos localidades que no presentaban vegetación remanente (Las Tórtolas y Los
Maitenes). Además, en cada una de las localidades se estableció un sitio de estudio no plantado
utilizado como control, para realizar el análisis de la recolonización natural de flora arbórea y
avifauna.
47
A continuación se muestran dos tablas; la primera con las principales características de cada
reforestación y del sitio de control. Y la segunda con la composición de especies y número de
individuos plantados por reforestación.
Tabla 4: Año, Coordenadas geográficas (UTM), Superficie (ha), Altitud (m.s.n.m.), Pendiente (%) y
Exposición (º) de los sitios de estudio en el Cerro Calán.
Nº Localidad Sitio de Muestreo Año Coordenadas Geográficas Superficie Altitud Pendiente Exposición
1 Calán 1 2004 19H 0357173 / 6303648 1,7 844 34 Este (100)
2 Calán 2 2005 19H 0357146 / 6303382 2,6 836 37 Este (110)
Cerro Calán (824 m.s.n.m.)
3 Calán 3 2006 19H 0357205 / 6303373 2,6 818 37 Este (95)
4 No Plantado -- 19H 0357122 / 6303141 -- 798 39 Este
Riqueza (S) 8 10 10
Abundancia (N) 741 1160 708
48
Tabla 6: Cobertura vegetal leñosa correspondiente a cada rango de altura en el Cerro Calán.
Para el cálculo de la cobertura vegetal se realizaron 4 transectos por sitio de estudio de 50 metros,
en los cuales se medía cada dos metros, en un cuadrado de 20 centímetros por 20 centímetros, las
especies que estaban presentes en el área del cuadrado. Registrando la especie y la altura del follaje
que se encontraba presente en dicha área (anexo 2).
COBERTURA (%)
Nº Sitio de muestreo Rangos de Alturas (m)
0,01 - 1,00 1,01 - 2,00 2,01 - 3,00 3,01 - 4,00 > 4,00 TOTAL
1 Calán 1 3,00 9,00 5,00 0,00 1,00 18,00
2 Calán 2 4,50 8,50 4,00 1,50 0,50 19,00
3 Calán 3 1,00 7,50 5,50 3,50 1,00 18,50
4 Calán No Plantado 4,00 7,50 8,00 1,50 0,00 21,00
Las especies más influyentes en los valores anteriores de cobertura, corresponden, en orden
de importancia, a Acacia Caven (Espino), Baccharis paniculata (Romerillo), Retamilla trinervis
(Tevo), Maytenus boaria (Maitén) principalmente. Estas especies eran las que se encontraban en
mayor abundancia, encontrándose también especies como Quillaja saponaria (Quillay), Solanum
ligustrinum (Solanum), Rubus ulmifolius (Zarzamora). El lugar escogido como control (para la
restauración pasiva de aves y vegetación arbórea), posee una cobertura muy similar a los tres sitios
de estudio (reforestaciones) con que se comparará.
49
Fuente: Google Earth, 2006.
Figura 12: Foto Satelital Parque Mahuida, sitios de estudio.
Las siguientes tablas exponen las principales características de cada reforestación y el sitio
control, y la composición de especies y número de individuos plantados por reforestación.
Tabla 7: Año, Coordenadas geográficas (UTM), Superficie (ha), Altitud (m.s.n.m.), Pendiente (%) y
Exposición (º) de los sitios de estudio en el Parque Mahuida.
Nº Localidad Sitio de Muestreo Año Coordenadas Geográficas Superficie Altitud Pendiente Exposición
1 Parque Mahuida 1 2000 19H 0359405 / 6296728 1,0 921 28 Oeste (300)
2 Parque Mahuida (961 m.s.n.m.) Parque Mahuida 2 2003 19H 0359513 / 6296775 3,0 944 27 Oeste (300)
3 No Plantado -- 19H 0359900 / 6296915 -- 1018 38 SurOeste
Riqueza (S) 7 6
Abundancia (N) 207 307
50
al distrito agroclimático 60,5. El régimen térmico se caracteriza por temperaturas variantes, en que
la media máxima es 16,00 ºC, la temperatura media mínima es de 4,10 ºC, y con una temperatura
media anual de 9,60 ºC. El período libre de heladas es de 103 días, con un promedio de 66 heladas
anuales. En el régimen hídrico se observa una precipitación media de 715 milímetros, y un período
seco de 7 meses. Por efecto altitudinal, los inviernos son fríos y con severo régimen de heladas, y
los veranos son frescos.
Tabla 9: Cobertura vegetal leñosa correspondiente a cada rango de altura en el Parque Mahuida.
Para el cálculo de la cobertura vegetal se realizaron 4 transectos por sitio de estudio de 50 metros,
en los cuales se medía cada dos metros, en un cuadrado de 20 centímetros por 20 centímetros, las
especies que estaban presentes en el área del cuadrado. Registrando la especie y la altura del follaje
que se encontraba presente en dicha área (anexo 2).
COBERTURA (%)
Nº Sitio de muestreo Rangos de Alturas (m)
0,01 - 1,00 1,01 - 2,00 2,01 - 3,00 3,01 - 4,00 > 4,00 TOTAL
1 Parque Mahuida 1 4,00 4,00 3,50 0,00 0,00 11,50
2 Parque Mahuida 2 6,50 12,50 4,00 0,00 2,00 25,00
3 Parque Mahuida No Plantado 8,00 18,00 2,00 3,00 0,00 31,00
Las especies que se encuentran con mayor frecuencia, y en orden de importancia, son
Acacia caven, Retamilla trinervis, Litrhaea caustica y Baccharis paniculata principalmente. En la
zona también se encuentran, pero con menor frecuencia, Quillaja saponaria, Solanum ligustrinum,
Maytenus boaria, entre otros. El valor de cobertura de Parque Mahuida 1 tiene algo de diferencia
con el control (no plantado) debido a que el primero es el sector más abierto (con menor
vegetación) de la zona.
51
fue realizada con el objetivo de mitigación. En este sitio se analizó una reforestación
correspondiente al año 2005. En la zona, al igual que en los casos anteriores, se buscó un lugar con
similares características que el sitio de plantación (en superficie, cobertura, pendiente y exposición).
Por lo tanto en las Tórtolas hay una reforestación y un sitio no plantado (Control).
Tabla 10: Año, Coordenadas geográficas (UTM), Superficie (ha), Altitud (m.s.n.m.), Pendiente (%)
y Exposición (º) de los sitios de estudio en Las Tórtolas.
Nº Localidad Sitio de Muestreo Año Coordenadas Geográficas Superficie Altitud Pendiente Exposición
1 Las Tórtolas 2005 19H 0336026 / 6336138 0,5 602 15 Norte (50)
Las Tórtolas (606,5 m.s.n.m.)
2 No Plantado -- 19H 0336001 / 6336110 -- 611 8 Norte (60)
52
Tabla 11: Composición y número de especies plantadas por reforestación en Las Tórtolas.
Riqueza (S) 4
Abundancia (N) 425
Tabla 12: Cobertura vegetal leñosa correspondiente a cada rango de altura en Las Tórtolas.
Para el cálculo de la cobertura vegetal se realizaron 4 transectos por sitio de estudio de 50 metros,
en los cuales se medía cada dos metros, en un cuadrado de 20 centímetros por 20 centímetros, las
especies que estaban presentes en el área del cuadrado. Registrando la especie y la altura del follaje
que se encontraba presente en dicha área (anexo 2).
COBERTURA (%)
Nº Sitio de muestreo Rangos de Alturas (m)
0,01 - 1,00 1,01 - 2,00 2,01 - 3,00 3,01 - 4,00 > 4,00 TOTAL
1 Las Tórtolas 0,50 0,50 1,50 3,00 2,00 7,50
2 Las Tórtolas No Plantado 0,00 2,00 3,50 0,50 0,00 6,00
Las especies más representativas y las causantes en mayor medida de los resultados de
cobertura obtenidos son Acacia caven y Prosopis chilensis. Se encontraba también, pero en baja
53
frecuencia, Retamilla quinquinervia. El sitio de control escogido, se encontraba aledaño a la
reforestación y posee una gran similitud de cobertura con la misma.
Las siguientes tablas muestran las principales características de los sitios de estudio (reforestación y
control), y la composición de especies y número de individuos plantados en la presente
reforestación.
54
Tabla 13: Año, Coordenadas geográficas (UTM), Superficie (ha), Altitud (m.s.n.m.), Pendiente (%)
y Exposición (º) de los sitios de estudio en Los Maitenes.
Nº Localidad Sitio de Muestreo Año Coordenadas Geográficas Superficie Altitud Pendiente Exposición
1 Los Maitenes 2004 19H 0373675 / 6313123 3,0 1552 37 Oeste (275)
Los Maitenes (1551 m.s.n.m.)
2 No Plantado -- 19H 0373686 / 6312965 -- 1550 37 Oeste (270)
Tabla 14: Composición y número de especies plantadas por reforestación en Los Maitenes.
Riqueza (S) 13
Abundancia (N) 2337
Al igual que en el caso anterior, la cobertura preexistente es muy escasa, sin embargo,
existe una pequeña cobertura residente, por esta razón a continuación se muestran las coberturas
encontradas en la zona.
55
Tabla 15: Cobertura vegetal leñosa correspondiente a cada rango de altura en Los Maitenes.
Para el cálculo de la cobertura vegetal se realizaron 4 transectos por sitio de estudio de 50 metros,
en los cuales se medía cada dos metros, en un cuadrado de 20 centímetros por 20 centímetros, las
especies que estaban presentes en el área del cuadrado. Registrando la especie y la altura del follaje
que se encontraba presente en dicha área (anexo 2).
COBERTURA (%)
Nº Sitio de muestreo Rangos de Alturas (m)
0,01 - 1,00 1,01 - 2,00 2,01 - 3,00 3,01 - 4,00 > 4,00 TOTAL
1 Los Maitenes 6,00 0,50 0,00 0,00 0,00 6,50
2 Los Maitenes No Plantado 10,50 2,00 0,00 0,00 0,00 12,50
56
5. MÉTODOS
5.1.1. Muestreo
Se utilizaron siete reforestaciones ya realizadas para este capítulo del estudio, las que van
desde el año 2000 hasta el año 2006. La totalidad de estos sitios de estudio se encontró en la Región
Metropolitana de Chile (33º28’S 70º38’O). Las altitudes oscilan entre los 602 (las Tórtolas) y los
1552 (los Maitenes) metros sobre el nivel del mar. Teniendo una altitud media, los siete sitios, de
931 metros sobre el nivel del mar. Las reforestaciones se ubicaron desde el valle central hasta un
sitio inserto en la Cordillera de los Andes Central, estando separados a una distancia mínima de 0,0
kilómetros y a una distancia máxima de 38,0 kilómetros entre cada uno. La distancia total que
comprendieron los sitios de estudio fue de 45,51 kilómetros del sector oriente de la Región. Las
superficies fluctuaron entre 0,5 y 3,0 hectáreas, con un promedio total de 2,05 hectáreas. El estudio
alcanzó en total un área de 14,4 hectáreas reforestadas. Las superficies se obtuvieron, para el caso
de las reforestaciones realizadas por la ONG Cultiva, de un estudio realizado por CONAF para
dichas reforestaciones. Las superficies de las Tórtolas y Los Maitenes se obtuvieron de los datos de
la Consultora Mitiga, quien realizó ambas reforestaciones. Para cada reforestación se registró los
datos de Altitud, pendiente, exposición, UTM, protección general (si existía o no), y el medidor.
Estos datos fueron obtenidos en terreno y fueron tomados en el centro de cada sitio de estudio.
Para estimar las tasas de crecimiento y sobre vivencia de cada especie en cada reforestación,
se muestreó la totalidad de árboles y arbustos plantados. Para cada individuo se registró la altura,
estado vital (vivo o muerto), presencia de protección contra herbívoros vertebrados, la evidencia de
herbivoría de vertebrados, y la distancia a la copa arbórea (ya existente) más cercana. La presencia
de protección y herbivoría se registró con presencia o ausencia sin identificar magnitudes. La
distancia a la copa más cercana se registro en rangos de distancias; 0,0 metros (bajo dosel), 0,1 – 2
metros, 2,1 – 4,0 metros, y > 4,0 metros (anexo 3). Se midió un total de 5.776 individuos
correspondiente a las siete reforestaciones, este total incluye los individuos muertos encontrados. El
muestreo se realizó en invierno, en los meses de Junio y Julio.
Todos los individuos plantados en las localidades de Cerro Calán, Parque Mahuida y Las
Tórtolas, provenían del mismo vivero (Buin, Río Clarillo y Pumahuida respectivamente), por lo que
fueron expuestos a los mismos manejos y manipulación. Además cada individuo estuvo la misma
57
cantidad de tiempo en el vivero, por lo que tienen la misma edad. En el caso de Los Maitenes
algunas especies procedían de distintos viveros, por lo tanto, para el cálculo de las tasas de
crecimiento, sólo se utilizaron las especies que tenían la misma edad y provenían del mismo vivero
(Pumahuida). Así, existe una homogeneidad de las condiciones previas a la plantación para cada
individuo. Por otro lado, para las reforestaciones Calán 1, Calán 2, Calán 3, Parque Mahuida 1 y
Parque Mahuida 2, no se contaba con los datos iniciales de plantación (número de individuos por
especie plantados), por lo que se utilizaron los individuos registrados en el muestreo como el N total
plantado por especie. En todas las reforestaciones existió un número de individuos muertos que no
se logró reconocer la especie, pero nunca supero el 6,5 % del total de individuos. Sólo en Parque
Mahuida 2 se obtuvo un 22 % de individuos muertos sin reconocer la especie, ya que sólo se
encontraba el fuste o la reja de protección contra herbivoría.
Los sitios de estudio para la recolonización natural fueron 11, ya que se suman, a las siete
reforestaciones, cuatro sitios no plantados utilizados como control. En cada localidad (Cerro Calán,
Parque Mahuida, Las Tórtolas, Los Maitenes) se muestreó un sitio no plantado de características
muy similares (en exposición, pendiente y cobertura) a las que tendrían los sitios reforestados si es
que no se hubieran plantado. Esto es, debido a que el estudio intenta cuantificar el efecto de la
58
reforestación sobre la recolonización natural de especies arbóreas en estas localidades, por lo que se
debe comparar la regeneración natural en el sitio reforestado con otro sin reforestar.
5.2.1. Muestreo
El muestreo en este capítulo, fue abarcando cada reforestación, más un sitio “control” por
localidad. Es decir, el muestreo en el Cerro Calán fue de tres sitios reforestados y un sitio no
plantado utilizado como control. En el Parque Mahuida se muestreó dos sitios reforestados y un
sitio no plantado (control). Y finalmente, en las Tórtolas y los Maitenes se muestreó un sitio
reforestado y uno no plantado (ver Figuras 11,12, 13 y 14). Las características específicas de cada
sitio de estudio se encuentran en el punto 2 (área de estudio).
El muestreo consistió en hacer cuatro parcelas de 400 metros cuadrados (20 m x 20 m) por
cada sitio de estudio (figura 15). En la que se registraba la regeneración arbórea existente menor a
un metro de altura. Por lo tanto, por cada sitio de estudio se registraba una superficie de 1.600
metros cuadrados, y se realizó un total de 44 parcelas de muestreo de regeneración en la totalidad
del estudio. Para calcular la abundancia y riqueza de regeneración arbórea (menor a un metro de
altura) en cada sitio se registró la especie, altura y la distancia a la copa arbórea más cercana (copa
de algún individuo que se encontraba anteriormente en la zona). Esta última medición se hizo en
rangos de distancias; 0,0 metros (bajo dosel), 0,1 – 2 metros, 2,1 – 4,0 metros, y > 4,0 metros
(anexo 4). A cada parcela se le registraba en terreno, en el centro de la parcela, las coordenadas
geográficas (UTM), altitud, exposición, pendiente, cobertura, y el medidor. La cobertura general de
cada parcela era registrada como una estimación para tener una referencia de la vegetación residente
en el lugar. La distribución de cada parcela de regeneración en el terreno era de acuerdo a la
diversidad de ambientes que se podían encontrar, localizando las parcelas en la mayor cantidad de
micro ambientes encontrados, para abarcar más representativamente cada sitio de estudio.
20 m 400 20 m 400
m2 m2
20 m 20 m
59
5.2.2. Análisis de datos
Los análisis de datos de este capítulo se realizaron con el programa STATISTICA 6.0. Para
cuantificar las diferencias de riqueza y abundancia, entre los sitios reforestados y su respectivo
control (no plantado), se realizó un análisis de varianzas (ANDEVA) por cada sitio de estudio. Para
saber si existían diferencias significativas entre los sitios reforestados y los no plantados, en
términos de riqueza y abundancia de recolonización natural arbórea, se hizo un análisis de varianza
global, incluyendo los 11 sitios de estudio. Posteriormente se realizó un Test de Tukey (HSD) para
ver las diferencias específicas entre los sitios. Además, se realizó una matriz de correlaciones con
las variables climáticas (temperatura y precipitación), altitud y años de plantación. Para saber si
existe alguna relación entre las riquezas y abundancias encontradas en cada sitio de estudio, con las
variables antes mencionadas.
Los sitios de estudio para este capítulo fueron los mismos en los que se realizó el muestreo
en la recolonización natural de árboles. Por lo tanto se utilizaron 11 sitios de estudio (siete
reforestaciones y cuatro controles). Las características específicas de cada uno de los 11 sitios de
estudio son descritas en el punto 2 (área de estudio) del presente informe.
5.3.1. Muestreo
Para esta parte del estudio se hicieron censos para cuantificar la abundancia, la riqueza, la
actividad, y el uso de micro-sitios. El muestreo se dividió en dos, censos realizados en transectos y
censos realizados en estaciones. La totalidad del muestreo se realizó en la estación de invierno,
entre los meses de Julio y Agosto. Cabe destacar que los censos se realizaron cuando las
condiciones de tiempo eran despejado o se encontraba parcialmente nublado, manteniendo esta
condición para todos los censos realizados.
60
inicio y término, tiempo (estimado, en octavos de nubes) y el observador. Para medir la abundancia
y riqueza de aves en cada transecto se registraba la especie y la cantidad de individuos avistados
durante la totalidad de cada transecto (anexo 5). Es importante mencionar que los individuos que se
avistaban durante el censo pero sólo se encontraron volando, se registraron, pero se excluyeron del
análisis, ya que lo relevante era registrar la abundancia y riqueza de aves que con certeza utilizaban
cada sitio de estudio. Los transectos realizados tenían una extensión de 50 metros, y una duración
de censo aproximada de 6 minutos, por lo que fueron 200 metros de censos en transectos en total
para cada sitio de estudio. La distancia de separación entre cada transecto estaba dada por el tamaño
del lugar, siendo en la mayoría de los casos la mejor opción realizar todos los transectos en la
misma dirección y de forma seguida. El área que abarcó cada censo fue de 20 metros hacia ambos
lados del transecto, por lo tanto 40 metros de ancho (Figura 16).
50 m 20 m 50 m 20 m
20 m 20 m
Figura 16: Esquema de los censos en transectos realizados en cada sitio de estudio.
Los censos en estaciones tuvieron como finalidad cuantificar la riqueza, la actividad de cada
especie y la utilización del micro-sitio de cada especie. Se realizaron 4 censos en estaciones por
sitio de estudio, por lo que en la totalidad fueron 44 censos en estaciones. Al igual que los
transectos, las estaciones de censo se distribuyeron en cada lugar de manera de abarcar la mayor
área posible, y comprendiendo la mayor cantidad de ambientes distintos encontrados
(heterogeneidad de cobertura por ejemplo) por sitio de estudio. La distancia entre las estaciones
estuvo en función del tamaño del sitio de estudio, pero en general estuvieron distanciados a más de
50 metros, no siendo tan importante la distancia en este caso, ya que no era para registrar
abundancia. En cada estación de censo se registró la Localidad, el sitio de estudio, altitud,
coordenadas geográficas (UTM), exposición, pendiente, cobertura general (estimación para tener
una referencia), fecha, hora de inicio y término, tiempo y observador. El tiempo se registró de forma
estimativa en octavos de nubes, dividiendo el cielo en ocho partes y anotando la cantidad de octavos
en los que se encontraban nubes. Las estaciones de censo correspondían a un círculo de un radio de
15 metros, por lo que cada estación tenía un área de 706,5 metros cuadrados, y la duración de cada
censo fue de 10 minutos, por lo que fueron 40 minutos de censo por sitio de estudio (Figura 17).
Para medir la riqueza de especies se anotaron las especies (sin registrar la cantidad de individuos
61
por cada especie) que ocuparon el área comprendida por la estación, al igual que en los censos de
transectos, se excluyeron del análisis los individuos que pasaban volando por el área. La actividad
se dividió en nidificando (N), descansando (D), cortejando (C), alimentándose (A), peleando (P) y
vocalizando (Vo). A cada especie se le asignaba la totalidad de las actividades en que se observó
durante el censo. Para el uso de micro-sitio se separó en árbol plantado (P), leñosa natural (L; flora
preexistente), y sitio abierto (A; suelo), a cada especie se le asignó la totalidad de micro-sitios
usados durante el censo (anexo 6).
10 10
30 m 30 m
Minutos Minutos
Figura 17: Esquema de los censos en estaciones realizados en cada sitio de estudio.
62
6. RESULTADOS
63
Tabla 17: Número de especies plantadas y su porcentaje de sobrevivencia en Calán 2. Letras
diferentes indican diferencias estadísticamente significativas (prueba de proporciones, p<0,05).
Calán 2
Nº Nombre Científico Nombre Común
N %
1 Cassia closiana Quebracho 119 83 c
2 Colliguaja odorifera Colliguay 21 90 a,c
3 Cryptocarya alba Peumo 54 98 a,b
4 Lithraea caustica Litre 1 100
5 Maytenus boaria Maitén 55 100 b
6 Prosopis chilensis Algarrobo 45 100 b
7 Quillaja saponaria Quillay 773 99 b
8 Shinus latifolius Molle 23 100 a,b
9 Shinus molle Pimiento 3 100 a,b,c
10 Shinus polygamus Huingán 66 100 b
Calán 3
Nº Nombre Científico Nombre Común
N %
1 Beilschmiedia miersii Belloto del norte 2 100 a,b,c
2 Cassia closiana Quebracho 130 99 b,c
3 Cryptocarya alba Peumo 28 100 a,b,c
4 Maytenus boaria Maitén 12 100 a,b,c
5 Nothofagus dombeyi Coihue 3 0a
6 Nothofagus macrocarpa Roble 1 100
7 Prosopis chilensis Algarrobo 19 94 b,c
8 Quillaja saponaria Quillay 500 99 b,c
9 Shinus latifolius Molle 6 100 a,b,c
10 Shinus polygamus Huingán 7 100 a,b,c
64
Tabla 20: Número de especies plantadas y su porcentaje de sobrevivencia en Parque Mahuida 2.
Letras diferentes indican diferencias estadísticamente significativas (prueba de proporciones,
p<0,05).
Parque Mahuida 2
Nº Nombre Científico Nombre Común
N %
1 Cassia closiana Quebracho 11 90 a,b,c
2 Colliguaja odorifera Colliguay 21 100 a,c
3 Cryptocarya alba Peumo 1 100
4 Maytenus boaria Maitén 2 50 b
5 Quillaja saponaria Quillay 234 97 c
6 Shinus polygamus Huingán 38 89 a,b
Tabla 21: Número de especies plantadas y su porcentaje de sobrevivencia en Las Tórtolas. Letras
diferentes indican diferencias estadísticamente significativas (prueba de proporciones, p<0,05).
Las Tórtolas
Nº Nombre Científico Nombre Común
N %
1 Acacia caven Espino 310 100 a
2 Lithraea caustica Litre 35 3b
3 Porlieria chilensis Guayacán 50 0 a,b
4 Prosopis chilensis Algarrobo 30 77 c
Tabla 22: Número de especies plantadas y su porcentaje de sobrevivencia en Los Maitenes. Letras
diferentes indican diferencias estadísticamente significativas (prueba de proporciones, p<0,05).
Los Maitenes
Nº Nombre Científico Nombre Común
N %
1 Acacia caven Espino 93 64 a,c
2 Colliguaja odorifera Colliguay 1 100
3 Colliguaja salicifolia Colliguay 101 56 c
4 Cryptocarya alba Peumo 20 0 b,d,e
5 Guindilia trinervis Guindilla 20 60 a,c
6 Haplopappus sp Bailahuen 25 0 b,d
7 Kageneckia angustifolia Frangel 114 75 a
8 Kageneckia oblonga Bollén 319 62 c
9 Lithraea caustica Litre 53 77 a
10 Maytenus boaria Maitén 312 0b
11 Muelenbeckia hastulata Quilo 55 4d
12 Porlieria chilensis Guayacán 100 16 e,f
13 Quillaja saponaria Quillay 320 21 f
65
6.1.2. Tasas de crecimiento
El número total de individuos en este análisis fue de 3.717, ya que sólo se incorporaron los
que se encontraban vivos. En el total de las reforestaciones se encontraron diferencias
estadísticamente significativas entre las tasas de crecimiento por especie, (Calán 1 (F=80,591;
P<0,01), Calán 2 (F=70,177; P<0,01), Calán 3 (F=51,571; P<0,01), Parque Mahuida 1 (F=2,366;
P<0,05), Parque Mahuida 2 (F=4,925; P<0,01), Las Tórtolas (F=9,729; p<0,01), Los Maitenes
(F=7,263; P<0,01)). Quillaja saponaria es la especie más representada en general con 2.708
individuos, y las especie con menor representación son Nothofagus macrocarpa y Beilschmiedia
miersii con 1 y 2 individuos respectivamente. 16 especies fue el total utilizado para este análisis. En
general, las especies con mayores tasas de crecimiento, en las siete reforestaciones, fueron Quillaja
saponaria (0,208 m/año promedio), Prosopis chilensis (0,212 m/año promedio), Shinus latifolius
(0,278 m/año promedio) y Cassia closiana (0,259 m/año promedio). Las especies que presentaron
menores tasas de crecimiento, en general, fueron Cryptocarya alba (0,130 m/año promedio),
Lithraea caustica (0,140 m/año promedio) y Colliguaja odorifera (0,134 m/año promedio).
En las siguientes figuras se representan los resultados de las tasas de crecimiento (media, ±
Error Estándar) por especie en cada reforestación. En el eje X se encuentran las especies y el eje Y
representa las tasas de crecimiento encontradas.
0,35
a,b,c b
Tasa de Crecimiento (Altura / Edad)
0,30
0,25 a
a,c
a,c
0,20 a,c
a,c
c
0,15
0,10
0,05
0,00
Shinus molle
Cassia closiana
Prosopis chilensis
Shinus polygamus
Cryptocaria alba
Maytenus boaria
Quillaja saponaria
Colliguaja odorifera
Figura 18: Tasas de crecimiento por especie en Calán 1. Letras diferentes indican diferencias
estadísticamente significativas (Análisis de varianza, p<0,05).
66
0,30
a a
0,28
Quillaja saponaria
Prosopis chilensis
Shinus latifolius
Shinus polygamus
Cassia closiana
Lithraea caustica
Maytenus boaria
Shinus molle
Cryptocaria alba
Figura 19: Tasas de crecimiento por especie en Calán 2. Letras diferentes indican diferencias
estadísticamente significativas (Análisis de varianza, p<0,05).
0,45 a,b
Tasa de Crecimiento (Altura / Edad)
0,40
b
0,35 a,b a,b
a
a,b,c
0,30 a
a
0,25
0,20 c
0,15
0,10
Beilschmiedia miersii
Prosopis chilensis
Nothofagus macrocarpa
Quillaja saponaria
Shinus latifolius
Shinus polygamus
Cassia closiana
Maytenus boaria
Cryptocaria alba
Figura 20: Tasas de crecimiento por especie en Calán 3. Letras diferentes indican diferencias
estadísticamente significativas (Análisis de varianza, p<0,05).
67
0,24
a
0,18 a
0,16 a
a a
0,14
a
0,12
0,10
0,08
Colliguaja odorifera
Quillaja saponaria
Prosopis chilensis
Shinus polygamus
Cassia closiana
Cryptocaria alba
Maytenus boaria
Figura 21: Tasas de crecimiento por especie en Parque Mahuida 1. Letras diferentes indican
diferencias estadísticamente significativas (Análisis de varianza, p<0,05).
0,28 a
0,26
Tasa de Crecimiento (Altura / Edad)
0,24
0,22 a,b
0,20
0,18 a,b a,b
0,16 b
0,14
0,12
0,10
0,08
0,06
0,04 a,b
0,02
Colliguaja odorifera
Quillaja saponaria
Shinus polygamus
Cassia closiana
Cryptocaria alba
Maytenus boaria
Figura 22: Tasas de crecimiento por especie en Parque Mahuida 2. Letras diferentes indican
diferencias estadísticamente significativas (Análisis de varianza, p<0,05).
68
0,30
a,b
b
0,28
0,24
0,22
0,20 a
0,18
0,16
Acacia caven Prosopis chilensis
Lithraea caustica
Figura 23: Tasas de crecimiento por especie en Las Tórtolas. Letras diferentes indican diferencias
estadísticamente significativas (Análisis de varianza, p<0,05).
0,100
Tasa de Crecimiento (Altura / Edad)
a,b
0,095
0,090
0,085 a
a,b
0,080 a,b
0,075
0,070 b,c
0,065
0,060
c
0,055
0,050
0,045
Colliguaja salicifolia
Kageneckia angustifolia
Quillaja saponaria
Guindilia trinervis
Lithraea caustica
Acacia caven
Figura 24: Tasas de crecimiento por especie en Los Maitenes. Letras diferentes indican diferencias
estadísticamente significativas (Análisis de varianza, p<0,05).
69
Además de lo anterior, se realizó una correlación entre las tasas de crecimiento y la
distancia a la copa más cercana, para cada especie en todas las reforestaciones. Para lo que se utilizó
un número total de 3.717 individuos y 16 especies. Las correlaciones no muestran un patrón
general, siendo, la correlación en algunas especies positiva y en otras negativa, dependiendo
también del sitio reforestado en que se encuentren (Tabla 23).
Tabla 23: Correlación entre la tasa de crecimiento y la distancia a la copa más cercana, por especie
y reforestación. Los resultados estadísticamente significativos (p<0,05) son representados con (*).
Los espacios blancos indican que no hubo registros para esa especie en la reforestación, y los
guiones indican que la correlación no se pudo realizar por un N muy bajo.
Calán 1 Calán 2 Calán 3 Parque Mahuida 1 Parque Mahuida 2 Las Tórtolas Los Maitenes
Nº Nombre Científico
N R N R N R N R N R N R N R
1 Acacia caven 310 0,202 (*) 60 0,380 (*)
2 Beilschmiedia miersii 2 --
3 Cassia closiana 45 0,111 99 -0,150 129 0,121 5 0,316 10 -0,165
4 Colliguaja odorifera 40 0,266 19 0,123 9 -0,335 21 0,237
5 Colliguaja salicifolia 57 -0,101
6 Cryptocarya alba 5 -0,223 53 -0,085 28 -0,221 1 -- 1 --
7 Guindilia trinervis 12 0,175
8 Kageneckia angustifolia 86 -0,082
9 Lithraea caustica 1 -- 1 -- 41 -0,236
10 Maytenus boaria 5 0,725 55 -0,215 12 0,603 (*) 3 0,000 1 --
11 Nothofagus macrocarpa 1 --
12 Prosopis chilensis 2 -- 45 0,049 18 0,103 4 -0,258 23 -0,415 (*)
13 Quillaja saponaria 622 0,013 768 -0,053 495 -0,134 (*) 149 -0,137 228 0,076 66 0,221
14 Shinus latifolius 23 -0,153 6 0,203
15 Shinus molle 5 0,866 3 --
16 Shinus polygamus 8 -0,343 66 -0,189 7 0,288 33 0,03 34 0,613 (*)
6.1.3. Herbivoría
Para el análisis de herbivoría se utilizó un total de individuos de 5.378, utilizando la
totalidad de los vivos y la totalidad de los individuos muertos identificados por especies. Las
especies que presentaron mayores porcentajes de herbivoría (% de individuos con herbivoría), en
70
general, fueron Porlieria chilensis con 100%, Prosopis chilensis con 98%, Acacia caven con 74 %
y Maytenus boaria con 61%. Por otro lado, las especies que presentaron menores porcentajes fueron
Colliguaja salicifolia con 21%, Colliguaja odorifera con 27%, Lithraea caustica con 20%,
Kageneckia oblonga con 25% y Kageneckia angustifolia con 27%. Para las correlaciones entre
herbivoría y sobrevivencia (% de individuos vivos del total por especie), y entre herbivoría y tasas
de crecimiento (promedio por especie), no se encontraron resultados estadísticamente significativos
(p>0,05), pero sí se observan tendencias claras en las correlaciones. Las siguientes figuras muestran
los resultados encontrados para cada una de las reforestaciones, en dichas correlaciones.
102 0,34
0,32
100
0,30
98 0,28
Tasa de Crecimiento
0,26
Sobrevivencia
96
0,24
0,22
94
0,20
92 0,18
0,16
90
0,14
88 0,12
20 30 40 50 60 70 80 90 100 110 20 30 40 50 60 70 80 90 100 110
Herbivoría Herbivoría
102 0,30
0,28
100
0,26
98
0,24
Tasas de Crecimiento
96
0,22
Sobrevivencia
94 0,20
92 0,18
0,16
90
0,14
88
0,12
86
0,10
84 0,08
82 0,06
-20 0 20 40 60 80 100 120 -20 0 20 40 60 80 100 120
Herbivoría Herbivoría
71
120 0,40
0,38
100 0,36
0,34
80
Tasa de Crecimiento
0,32
Sobrevivencia
0,30
60
0,28
0,26
40
0,24
0,22
20
0,20
0,18
0
0,16
-20 0,14
-20 0 20 40 60 80 100 120 -20 0 20 40 60 80 100 120
Herbivoría Herbivoría
102 0,22
100
98
0,20
96
94
Tasa de Crecimiento
0,18
92
Sobrevivencia
90
88 0,16
86
84
0,14
82
80
0,12
78
76
74 0,10
-20 0 20 40 60 80 100 120 -20 0 20 40 60 80 100 120
Herbivoría Herbivoría
110 0,28
0,26
100 0,24
0,22
90
Tasa de Crecimiento
0,20
Sobrevivencia
0,18
80
0,16
0,14
70
0,12
0,10
60
0,08
50 0,06
0,04
40 0,02
10 20 30 40 50 60 70 80 90 100 110 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100 110
Herbivoría Herbivoría
72
Mahuida 2 (confianza de 95%). Eje X representa el % de individuos con herbivoría por especie, y
los puntos azules representan las especies de la reforestación.
120 0,30
100 0,28
80 0,26
Tasa de Crecimiento
Sobrevivencia
60 0,24
40 0,22
20 0,20
0 0,18
-20 0,16
20 30 40 50 60 70 80 90 100 20 30 40 50 60 70 80 90 100
Herbivoría Herbivoría
120 0,085
100 0,080
80 0,075
Tasa de Crecimiento
Sobrevivencia
60 0,070
40 0,065
20 0,060
0 0,055
-20 0,050
-20 0 20 40 60 80 100 120 10 20 30 40 50 60 70 80
Herbivoría Herbivoría
Los resultados de estas correlaciones indican que para la localidad del Cerro Calán, ambas
fueron positivas (herbivoría – sobrevivencia y herbivoría – tasas de crecimiento), es decir, a medida
que aumenta la herbivoría aumenta la sobrevivencia y las tasas de crecimiento. Lo contrario se
observa para la localidad del Parque Mahuida, invirtiéndose la relación a negativa. Para Las
Tórtolas se logra apreciar que la relación entre herbivoría y sobrevivencia es positiva, mientras que
73
la relación entre herbivoría y tasas de crecimiento es negativa. En Los Maitenes, la relación se
invierte, siendo negativa con la sobrevivencia y positiva con las tasas de crecimiento.
Tabla 24: Resultados de los análisis de varianzas (en recolonización natural arbórea) realizados para
cada par (sitio de estudio y su control). Se muestra el F, los grados de libertad y el P.
Riqueza Abundancia
N Plantado / No Plantado
F gl P F gl P
1 Calán 1 - No Plantado 3,000 1 0,133 3,000 1 0,133
2 Calán 2 - No Plantado 0,428 1 0,536 0,428 1 0,536
3 Calán 3 - No Plantado 0,428 1 0,536 0,428 1 0,536
4 Parque Mahuida 1 - No Plantado 1,000 1 0,355 1,000 1 0,355
5 Parque Mahuida 2 - No Plantado 1,000 1 0,355 1,000 1 0,355
6 Las Tórtolas - No Plantado 3,000 1 0,133 1,588 1 0,254
7 Los Maitenes - No Plantado 1,000 1 0,355 1,000 1 0,355
74
1,1
a
1,0
0,9
0,8
0,7 a
Riqueza
0,6
0,5
0,4
0,3
0,2
0,1
P NP
Plantado / Control
Figura 32: Análisis global de riqueza (árboles < 1 m) de especies encontradas en sitios plantados
(reforestaciones) vs. los sitios no plantados (controles). Media, ± Error Estándar. Letras diferentes
indican diferencias significativas (p<0,05).
2,2
a
2,0
1,8
1,6
a
Abundancia
1,4
1,2
1,0
0,8
0,6
0,4
0,2
P NP
Plantado / Control
Figura 33: Análisis global de abundancia (árboles < 1 m) de individuos encontrados en sitios
plantados (reforestaciones) vs. los sitios no plantados (controles). Media, ± Error Estándar. Letras
diferentes indican diferencias significativas (p<0,05).
75
Tabla 25: Matriz de correlaciones entre la riqueza y abundancia arbórea con las variables
climáticas, altitud y año de plantación. En rojo se encuentran los resultados significativos (p<0,05).
Sitio de Año Tº Max Mes Tº Min Mes Tº Med Mes Tº Med Tº Med Tº Med Pp Med
Riqueza Abundancia Altitud
Estudio Plantación Muestreo Muestreo Muestreo Max Anual Min Anual Anual Anual
Sitio de Estudio 1,00
Riqueza 0,10 1,00
Abundancia 0,32 0,91 1,00
Altitud 0,47 -0,62 -0,56 1,00
Año Plantación -0,12 0,60 0,39 -0,18 1,00
Tº Max Mes Muestreo -0,64 0,66 0,50 -0,86 0,54 1,00
Tº Min Mes Muestreo -0,70 0,60 0,42 -0,90 0,45 0,99 1,00
Tº Med Mes Muestreo -0,67 0,64 0,47 -0,88 0,51 1,00 1,00 1,00
Tº Med Max Anual -0,59 0,71 0,56 -0,89 0,53 1,00 0,98 0,99 1,00
Tº Med Min Anual -0,67 0,63 0,46 -0,89 0,50 0,99 1,00 1,00 0,99 1,00
Tº Med Anual -0,62 0,68 0,53 -0,89 0,52 1,00 0,99 1,00 1,00 1,00 1,00
Pp Med Anual 0,52 -0,75 -0,60 0,76 -0,67 -0,97 -0,92 -0,95 -0,97 -0,95 -0,96 1,00
76
Tabla 26: Resultados de los análisis de varianzas (riqueza de aves) realizados para cada par (sitio de
estudio y su control). Se muestra el F, los grados de libertad y el P.
Riqueza
Plantado / No Plantado
F gl P
Calán 1 - No Plantado 3,857 1 0,097
Calán 2 - No Plantado 8,333 1 0,027
Calán 3 - No Plantado 1,588 1 0,254
Parque Mahuida 1 - No Plantado 0,028 1 0,872
Parque Mahuida 2 - No Plantado 0,042 1 0,843
Las Tórtolas - No Plantado 7,714 1 0,032
Los Maitenes - No Plantado 13,363 1 0,010
8
a a
6
Riqueza
2
P NP
Plantado / No Plantado
Figura 34: Análisis global de riqueza (aves) de especies encontradas en sitios plantados
(reforestaciones) vs. los sitios no plantados (controles). Media, ± Error Estándar. Letras diferentes
indican diferencias significativas (p<0,05).
Tabla 27: Matriz de correlaciones entre la riqueza de aves y las variables climáticas, altitud y año de
plantación. En rojo se encuentran los resultados significativos (p<0,05).
Sitio de Año Tº Max Mes Tº Min Mes Tº Med Mes Tº Med Tº Med Min Tº Med Pp Med
Riqueza Altitud
Estudio plantación Censo Censo Censo Max Anual Anual Anual Anual
Sitio de Estudio 1,00
Riqueza -0,23 1,00
Altitud 0,47 -0,76 1,00
Año plantación -0,12 -0,09 -0,18 1,00
Tº Max Mes Censo -0,64 0,54 -0,86 0,54 1,00
Tº Min Mes Censo -0,70 0,59 -0,90 0,45 0,99 1,00
Tº Med Mes Censo -0,67 0,57 -0,88 0,51 1,00 1,00 1,00
Tº Med Max Anual -0,59 0,59 -0,89 0,53 1,00 0,98 0,99 1,00
Tº Med Min Anual -0,67 0,57 -0,89 0,50 0,99 1,00 1,00 0,99 1,00
Tº Med Anual -0,62 0,59 -0,89 0,52 1,00 0,99 1,00 1,00 1,00 1,00
Pp Med Anual 0,52 -0,48 0,76 -0,67 -0,97 -0,92 -0,95 -0,97 -0,95 -0,96 1,00
77
6.3.2. Abundancia
Los análisis de abundancia fueron realizados con un total de 44 transectos, en los 11 sitios
de estudio. Dentro de los censos sistemáticos, se encontró un total de 316 individuos. La
reforestación con mayor número de individuos fue Calán 1 con 67 individuos (21%), y la que tuvo
una menor abundancia fue Parque Mahuida 2 con 23 individuos (7%). De los sitios no plantados
(controles) la que registró un mayor número de individuos fue Calán no plantado con 35 (11%), y el
que presentó menor abundancia fue Los Maitenes no plantado con cero individuos (0%). No se
encontraron resultados estadísticamente significativos en abundancia para ninguna de las siete
comparaciones analizadas (Tabla 28). En el análisis global (sitios plantados vs. no plantados), no se
encontraron resultados significativos (F=2,549; P=0,14), sin embargo, al igual que en la riqueza, se
logra apreciar un número mayor de individuos en los sitios reforestados (Figura 35). En la matriz de
correlaciones se encontró que la riqueza de especies está relacionada significativamente, y de forma
negativa con los sitios de estudio reforestados (Tabla 29).
Tabla 28: Resultados de los análisis de varianzas (abundancia de aves) realizados para cada par
(sitio de estudio y su control). Se muestra el F, los grados de libertad y el P.
Abundancia
Plantado / No Plantado
F gl P
Calán 1 - No Plantado 1,531 1 0,262
Calán 2 - No Plantado 0,017 1 0,900
Calán 3 - No Plantado 0,388 1 0,555
Parque Mahuida 1 - No Plantado 0,022 1 0,884
Parque Mahuida 2 - No Plantado 0,023 1 0,883
Las Tórtolas - No Plantado 2,271 1 0,182
Los Maitenes - No Plantado 2,373 1 0,174
78
45
40
35
Abundancia
30
a
25
20
15
10
P NP
Plantado / No Plantado
Figura 35: Análisis global de abundancia (aves) de especies encontradas en sitios plantados
(reforestaciones) vs. los sitios no plantados (controles). Media, ± Error Estándar. Letras diferentes
indican diferencias significativas (p<0,05).
Tabla 29: Matriz de correlaciones entre la abundancia de aves y las variables climáticas, altitud y
año de plantación. En rojo se encuentran los resultados significativos (p<0,05).
Sitio de Año Tº Max Mes Tº Min Mes Tº Med Mes Tº Med Tº Med Tº Med Pp Med
Riqueza Abundancia Altitud
estudio plantación Censo Censo Censo Max Anual Min Anual Anual Anual
Sitio de estudio 1,00
Riqueza -0,96 1,00
Abundancia -0,80 0,84 1,00
Altitud 0,47 -0,52 -0,24 1,00
Año plantación -0,12 0,29 0,25 -0,18 1,00
Tº Max Mes Censo -0,64 0,72 0,52 -0,86 0,54 1,00
Tº Min Mes Censo -0,70 0,76 0,52 -0,90 0,45 0,99 1,00
Tº Med Mes Censo -0,67 0,74 0,52 -0,88 0,51 1,00 1,00 1,00
Tº Med Max Anual -0,59 0,67 0,47 -0,89 0,53 1,00 0,98 0,99 1,00
Tº Med Min Anual -0,67 0,74 0,52 -0,89 0,50 0,99 1,00 1,00 0,99 1,00
Tº Med Anual -0,62 0,69 0,49 -0,89 0,52 1,00 0,99 1,00 1,00 1,00 1,00
Pp Med Anual 0,52 -0,61 -0,49 0,76 -0,67 -0,97 -0,92 -0,95 -0,97 -0,95 -0,96 1,00
79
100%
Porcentajes promedios
80%
Vocalizando
Peleando
60%
Alimentándose
Cortejando
40%
Nidificando
Descansando
20%
0%
1
s
1
ne
la
án
án
án
da
da
to
te
al
al
al
ui
ui
ai
Tó
C
ah
ah
M
M
s
La
Lo
e
e
qu
qu
r
r
Pa
Pa
Figura 36: Porcentajes promedios de actividades realizadas por la avifauna en cada reforestación.
100%
Porcentajes promedios
80%
20%
0%
1
s
1
ne
la
án
án
án
da
da
to
te
al
al
al
ui
ui
ai
Tó
C
ah
ah
M
M
s
La
Lo
e
e
qu
qu
r
r
Pa
Pa
80
7. DISCUSIÓN
En las reforestaciones analizadas se observó que las que se encontraban en sitios con
cobertura vegetal remanente (preexistente) presentaban una tendencia a mayores porcentajes de
sobrevivencia. En forma general, la sobrevivencia fue del 80%, esto puede deberse a la elección
correcta de especies con la que se debía reforestar dichos lugares (Cerro Calán y Parque Mahuida).
Sin embargo, hay una especie que no es apropiada a esta latitud, como Nothofagus dombeyi, lo que
se vio reflejado en un 0% de sobrevivencia. Es muy importante conocer los requerimientos
ecológicos (hídricas, edáficas, tolerancia a la sombra, entre otras) de las especies que se plantarán y
las condiciones en las cuales se hará (altitud, pendiente, suelo, latitud, etcétera), para así no destinar
esfuerzos a especies que requerirán un input demasiado grande para sobrevivir, y que por si solas
morirían. En estas reforestaciones (con vegetación remanente), las especies que mayor
sobrevivencia tuvieron son especies que están adaptadas a climas secos, y a laderas que no son
umbrías en estas latitudes (Quillaja saponaria, Cassia closiana, Shinus polygamus, Prosopis
chilensis y Colliguaja odorifera).
La baja sobrevivencia en las reforestaciones sin vegetación remanente (Las Tórtolas y Los
Maitenes), puede deberse a una elección no tan acertada de las especies a plantar en dichos lugares.
Además, en Las Tórtolas ocurrió un alto ataque de herbivoría en la mayoría de los individuos
plantados. En los Maitenes, las especies como Quillaja saponaria, Maytenus boaria y Cryptocarya
alba, presentan bajísima sobrevivencia, probablemente debido a la altitud (1.552 metros sobre el
nivel del mar), en la que se encuentran. Sin embargo, otras especies, más adecuadas para dicho
ambiente, como Kageneckia oblonga, Kageneckia angustifolia y Lithraea caustica, presentan altos
porcentajes de sobrevivencia, todas sobre el 60%.
Quillaja saponaria es la especie más plantada en general, y presenta en todos los sitios de
estudio diferencias significativas en sobrevivencia, comparándola con las demás especies de cada
uno de los sitios mencionados. Se logra observar como esta especie posee una alta sobrevivencia
(cercana al 100%) en las localidades del Cerro Calán y Parque Mahuida, bajando a un 21 % en Los
Maitenes. Lo que indica que bajo las condiciones de las primeras localidades (altitud entre 824 y
961 metros sobre el nivel del mar, y cobertura vegetal entre 18% y 25%) a Quillaja saponaria le va
notoriamente mejor en términos de sobrevivencia que a mayores altitudes (1.552 metros sobre el
81
nivel del mar) y con una menor cobertura vegetal (6,5%). Algo similar ocurre con Maytenus boaria,
especie que en la localidad del Cerro Calán presenta un 100% de sobrevivencia, bajando a 50% y
75% en Parque Mahuida, y disminuyendo hasta llegar a 0% en Los Maitenes. Lo que podría estar
indicando una notable disminución en la sobrevivencia de Maytenus boaria a medida que aumenta
la altitud en la que se planta. El mismo patrón sigue la especie Cryptocarya alba, bajando hasta 0%
en Los Maitenes. Por lo que se puede afirmar que bajo dichas condiciones, de altitud
principalmente, las especies mencionadas disminuyen su sobrevivencia al aumentar esta desde los
824 a los 1.552 metros sobre el nivel del mar.
Otras especies como Cassia closiana y Shinus polygamus sólo fueron plantadas en el Cerro
Calán y el Parque Mahuida, teniendo en ambas localidades, una sobrevivencia sobre el 80%. Algo
similar ocurre con Prosopis chilensis que tiene una sobrevivencia sobre el 70% en las tres
localidades en que fue plantado (Cerro Calán, Parque Mahuida y Las Tórtolas), a pesar de la gran
herbivoría que sufrió. Esto podría estar indicando que son especies muy adaptadas al clima
mediterráneo de la región, y a las condiciones edáficas que pudieran tener. Por el contrario, especies
como Muelenbeckia hastulata y haplopappus sp., presentan bajísima sobrevivencia, 4% y 0%
respectivamente, en la única localidad donde fueron plantados (Los Maitenes). En este caso es
difícil afirmar que son especies que no están adaptadas a la altura, el frío y la pendiente, ya que se
podían observar en los alrededores creciendo naturalmente. Luego, las causas de dichos resultados
pueden deberse a factores desconocidos, como época de plantación, mal manejo en el momento de
la misma, etcétera.
Finalmente, la especie Porlieria chilensis, fue plantada en Las Tórtolas y Los Maitenes,
teniendo 0% y 16% de sobrevivencia respectivamente. Esto podría deberse, principalmente, a la
herbivoría, ya que se registró un 100% de herbivoría en Los Maitenes y en Las Tórtolas un 92%. En
este último, el porcentaje corresponde a los muertos no reconocidos con registro de herbivoría.
Debido a que no se encontró ningún individuo de esta especie de los plantados inicialmente (N=50).
Las tres especies más atacadas por herbívoros vertebrados son Porlieria chilensis, Prosopis
chilensis y Acacia caven. En el total de los sitios en que fueron plantadas, presentaron herbivoría
sobre el 70% (de los individuos), a pesar que en estas especies, la protección contra herbívoros
estuvo cercana al 100%. Esto estaría indicando la poca eficiencia de las protecciones usadas, ya que
los vertebrados logran alcanzar las plantas.
82
Las reforestaciones Calán 1, Calán 2 y Calán 3, presentaron un patrón similar en la
correlación entre herbivoría – Sobrevivencia, y herbivoría – tasa de crecimiento, ambas aumentando
a medida que la herbivoría también aumentaba. Esto se debe a que los individuos en esta localidad
(Cerro Calán) presentaban tamaños considerables (promedio 1,81 m, 1,24 m y 1,08 m
respectivamente), por lo que la herbivoría que la mayoría de los individuos presentó, fue en ramas
basales, muy lejanas al ápice de la planta ya crecida. Luego, la tasa de crecimiento ni la
sobrevivencia se vieron afectadas, además, la herbivoría en estos sitios no superó el 55%. En Parque
Mahuida 1 y 2, la correlación fue negativa, disminuyendo las tasas de crecimiento y sobrevivencia
de las especies, a medida que la herbivoría aumentaba. Esto es debido a que la herbivoría aumentó
considerablemente en comparación con los sitios anteriores, oscilando cercana al 70%, y la
protección contra herbívoros en esta localidad (Parque Mahuida) es una de las más bajas. Por lo
que, principalmente, a los roedores y lagomorfos les fue posible alcanzar una cantidad mayor de
ápices, afectando la altura del individuo, y en muchos casos causando la muerte de éstos. Dichas
relaciones en Las Tórtolas presentaron un patrón distinto para ambas correlaciones, siendo positiva
con la sobrevivencia y negativa con la tasa de crecimiento. Ya que en esta reforestación la gran
mayoría de los individuos correspondían a Acacia caven, los que presentaron una gran herbivoría
(77% en Las Tórtolas), lo que afectaba notablemente su altura, y por consiguiente su tasa de
crecimiento, ya que ramoneando el ápice, se aumenta el crecimiento secundario y de ramas
secundarías, en desmedro del crecimiento primario y ápice principal. Sin embargo, esta herbivoría
no fue capaz de provocarle la muerte a ningún individuo, sobreviviendo el 100%. En Los Maitenes
ambas correlaciones fueron inversas que en el sitio anterior, siendo negativa para la sobrevivencia y
positiva para las tasas de crecimiento. Esto se puede deber a que en esta reforestación sólo el 85%
de los individuos tenía protección contra herbivoría, además, se encontraban en gran número unas
de las especies preferidas por los vertebrados herbívoros (Acacia caven, Maytenus boaria, Porlieria
chilensis). A lo anterior, se debe agregar que los maitenes fue la localidad con menor sobrevivencia
(41%). Con respecto a las tasas de crecimiento, se puede decir que, la mayoría de los individuos que
presentaban herbivoría era en ramas secundarias o en sitios basales de los individuos, es por esto
que la tasa de crecimiento no se vio afectada negativamente por la herbivoría.
83
momento de plantar. Por el contrario, hay otras especies a las cuales se les registró muy baja
herbivoría (Colliguaja sp., Kageneckia oblonga y Kageneckia angustifolia), por lo que se podrían
disminuir los esfuerzos de protección para dichas especies.
Quillaja saponaria, es una de las especies con mejor desempeño en las localidades de Cerro
Calán y Parque Mahuida. Sin embargo, se logra apreciar que sus tasas de crecimiento son mayores
en el Cerro Calán, disminuyen en Parque Mahuida, hasta llegar a una tasa muy baja de crecimiento
en Los Maitenes. Esto indica que, bajo las condiciones particulares de cada localidad, a Q.
saponaria le va considerablemente mejor en los sitios de menor altitud que en los que tienen mayor.
Por otra parte Cassia closiana, Shinus polygamus, sólo fueron plantadas en el Cerro Calán y Parque
Mahuida, y no se encontraron mayores diferencias en sus tasas de crecimiento, lo que podría indicar
mayor tolerancia, de ambas especies, a los cambios en altitud, pendiente, temperatura, etcétera,
entre estos sitios.
La relación que existe entre la distancia a la copa más cercana (de flora preexistente) y las
tasas de crecimiento de las especies, es muy variable, dependiendo del sitio de estudio y de la
84
especie que se esté analizando. Acacia caven, tuvo resultados significativos en esta correlación en la
totalidad de los sitios en que se plantó, presentando una respuesta positiva, es decir, mientras más
alejada esté de una copa existente, mayor será su tasa de crecimiento. Esto concuerda a lo descrito
por Donoso (1993), sobre el carácter de especie intolerante a la sombra, y de ser una especie
pionera en la sucesión de este tipo de bosque. Maytenus boaria, tuvo una correlación significativa
en Calán 3, presentando, al igual que A. caven, tasas de crecimiento mayores a medida que se
alejaba de una copa arbórea existente. Esto no coincide mucho con lo encontrado en la literatura
(Donoso, 1993), ya que esta la cataloga de especie de etapa sucesional avanzada, como especie
semitolerante a la sombra. Pero esto se puede deber a que al ser esta una reforestación, las
condiciones en que se plantaron fueron arbitrarias, y no fueron dispersadas por aves. Lo que estaría
demostrando, para Calán 3, que a Maytenus boaria, le iría mejor a medida que se aleje de
vegetación existente. Prosopis chilensis, tiene una reacción contraria y significativa, sólo en Las
Tórtolas, a las especies anteriores. Disminuyendo su tasa de crecimiento a medida que se aleja de
una copa arbórea cercana. Lo que no coincide con lo descrito para la especie, ya que esta también es
intolerante a la sombra y de etapas sucesionales tempranas. Estos resultados se pueden deber a que
la gran mayoría de los P. chilensis plantados en Las Tórtolas, fueron plantados cercanos a una copa
existente. Además, esta copa existente es un P. chilensis de grandes dimensiones, por lo que
permitía el paso de una gran cantidad de luz hacia el suelo. Quillaja saponaria, tiene una relación
significativa en Calán 3, disminuyendo su tasa de crecimiento a medida que se aleja de la
vegetación remanente. Lo que calza con lo descrito por Donoso (1993) para Q. saponaria, ya que es
una especie semitolerante y de etapas sucesionales avanzadas. Además, Dallman (1998) menciona
el amplio rango de condiciones secas y asoleadas que puede resistir. Sin embargo, en estas latitudes
requiere de algo de protección, debido al stress hídrico principalmente. Por último, Shinus
polygamus presentó una relación significativa y positiva en Parque Mahuida 2. Lo que quiere decir
que las tasas de crecimiento de esta especie aumentan a medida que se aleja de una copa residente.
Lo que es esperable, ya que es una especie adaptada a ambientes secos, y a sitios que no presenten
mayor cobertura vegetal.
85
7.2. RECOLONIZACIÓN NATURAL DE FLORA ARBÓREA
86
ya que se encontró que la riqueza y la altitud se correlacionaban negativamente. Sin embargo, a
pesar de la notoria disminución en el número de especies encontradas en Los Maitenes (1.551
metros sobre el nivel del mar), las diferencias con el sitio control (no plantado) fueron muy
marcadas (cuatro en el sitio reforestado y cero en control).
En abundancia de avifauna, fue muy similar el patrón. Las reforestaciones tienen un efecto
positivo sobre el número de individuos. En forma general los sitios reforestados presentan una
mayor abundancia que los sitios que no han sido reforestados, lo que indica que las especies nativas
reforestadas están, a pesar de su corta edad, provocando un aumento de nichos para las aves. Lo que
resulta en un aumento de la riqueza y abundancia de las mismas.
La restauración ecológica es un proceso a muy largo plazo, por lo que cada patrón o
tendencia que se logre apreciar, a pesar de no ser un resultado estadísticamente significativo, es
87
muy valioso para comenzar a entender los procesos ecológicos particulares que se puedan dar.
Además, las tendencias o patrones observados (significativos y no significativos) aportan al éxito
futuro de las restauraciones debido al largo tiempo y duración de estos proyectos, y la gran cantidad
de variables que interactúan. Pudiendo indicar el camino a seguir en los estudios posteriores, o en
las acciones concretas de una restauración.
Actualmente, las restauraciones ecológicas son casi nulas en Chile central, por lo que es
muy necesario comenzar a generar el conocimiento práctico sobre las restauraciones. Los sitios de
estudio deben seguir siendo monitoreados y medidos, para obtener datos más precisos y en rangos
de tiempo más acotados. Como por ejemplo, generar comparaciones estacionales en la riqueza y
abundancia de aves, o calcular tasas de crecimiento por temporada.
88
8. CONCLUSIONES
En América Latina, como en pocas partes del mundo, aún existen grandes regiones
naturales con relativamente poca intervención. Y la expansión demográfica y agrícola está en
desarrollo, por lo que es ahora donde se requiere de un ordenamiento territorial de manera de
organizar el sistema para que sea sustentable (equilibrio económico, ecológico y social). Esta
panorámica de la situación actual nos obliga a actuar de forma rápida y a una escala mucho más
amplia.
La restauración ecológica nace de la relación histórica que tiene el ser humano con la
naturaleza, relación que ha causado un gran conflicto y dicotomía entre diversas formas de pensar.
Es decir, la restauración ecológica nace como una forma de responder a la crisis social y ambiental
que actualmente se vive.
La mayoría de los proyectos de restauración hasta el día de hoy han tenido un éxito
limitado, producto del intento de recuperar ecosistemas como forma de mitigación de un impacto
hecho en otro lugar diferente. Esta forma de operar es insatisfactoria y muy costosa, la mejor forma
es proteger y manejar sustentablemente las poblaciones y comunidades en sus distribuciones
naturales.
En función a los resultados obtenidos, se encontró que los sitios con mayor cobertura
vegetal remanente, presentan mayores porcentajes de sobrevivencia que las localidades con menor
cobertura. Así mismo, se puede decir que hay algunas especies (como Quillaja saponaria,
Maytenus boaria y Cryptocarya alba) que, en las condiciones específicas en donde fueron
estudiadas, disminuyen su tasa de crecimiento y sobrevivencia a medida que se aumenta la altitud
en donde se plantan. Además, se observó que existen diferencias claras, en estos dos parámetros
(sobrevivencia y tasas de crecimiento), entre especies en los sitios de estudio, y también diferencias
en la misma especie dentro de todos los sitios de estudio. Estas diferencias son determinadas por la
ecología de las especies, la cobertura vegetal, las condiciones del sitio y la herbivoría. Este último
juega un rol muy importante en las acciones de reforestación y restauración, ya que es capaz de
modular la composición del bosque que se generará. Atacando con mayor énfasis a algunas
especies, las más palatables (Porlieria chilensis, Prosopis chilensis y Acacia caven).
89
Por lo anterior, es muy importante informarse sobre las especies, para lograr una correcta
selección para los sitios en que se va a reforestar. También para concentrar los esfuerzos de
protección contra herbívoros vertebrados en las especies más atacadas. Y lo más importante,
seleccionar bien las especies para que, posteriormente, el sistema pueda mantenerse por si solo y no
requiera más intervenciones. Haciéndose cada vez más complejo y símil a un ecosistema nativo de
la zona, en composición, estructura y funcionalidad.
Los esfuerzos de reforestación del bosque nativo, deben apuntar a la complejidad del
mismo. Se debe intentar generar el primer paso clave, que permita al bosque completo (flora,
vegetación, avifauna, fauna, insectos, musgos, líquenes, suelo, bacterias, entre muchos otros
componentes) comenzar a restaurarse, aquí está el gran desafío de la restauración ecológica, el
trabajar en la complejidad y no en la reducción de los sistemas naturales, por lo que es una
aproximación mucho más real a dichos sistemas. Es por esto que para tener éxito, es muy
90
importante tener el conocimiento ecológico de las especies y el ecosistema con que se está
trabajando. Siendo así, un real aporte al problema ecológico – social que afecta actualmente a la
totalidad del mundo.
91
9. BIBLIOGRAFÍA
AMIGO, J., RAMÍREZ, C., 1998. A bioclimatic classification of Chile: woodland communities in
the temperate zona. Plant ecology, Vol 136: 9 – 26.
ARMESTO, J., VILLAGRÁN, C., ARROYO, M., 1995. Ecología de los bosques nativos de Chile.
Ed. Universitaria. Santiago, Chile. 477 pp.
ARONSON, J., FLORET, C., LEFLOC’H, E., OVALLE, C., PONTANIER, R., 1993. Restoration
and Rehabilitation of Degraded Ecosystems in Arid and Semi – Arid Lands. I. A View from
the South. Restoration Ecology.
ARROYO MARY T. K., CAVIERES LOHENGRIN, 1997. The Mediterranean type-climate flora
of central Chile – What do we know and how can we assure its protection?. Noticiero de
biología, órgano oficial de la sociedad de biología de Chile, Vol 5 (2): 48 – 56.
BALDINI, A., PANCEL, L., 2002. Agentes de daño en el bosque nativo. Ed. Universitaria.
Santiago, Chile. 409 pp.
BARAZA, E., ZAMORA, R., HÓDAR, J., 2006. Conditional outcomes in plant – herbivore
interactions: neighbours matter. Oikos Vol 113: 148 – 156.
BRADSHAW, A., 1983. The Reconstruction of Ecosystems. The journal of Applied Ecology, Vol
20: 1 – 17.
BRADSHAW, A., 1984. Land Restoration: Now and in the Future. Proceedings of the Royal
Society of London. Series B, Biological Sciences. Vol 223: 1 – 23.
BUSTAMANTE, R., SEREY, I., PICKETT, S., 2003. Forest fragmentation, plant regeneration and
invasion processes across edges in central Chile. Ecological Studies, Vol 162: 145 – 157.
92
BUSTAMANTE, R., SIMONETTI, J., 2005. Is Pinus radiata invading the native vegetation in
central Chile?, demographic responses in a fragmented forest. Biological invasions, Vol 7:
243 – 249.
DALLMAN, P., 1998. Plant life in the world’s mediterranean climates. Ed. California native plant
society. Berkeley and Los Angeles, California. 257 pp.
DONOSO, C., 1981. Investigación y desarrollo forestal, Tipos forestales de los bosques nativos de
Chile. Investigación y desarrollo forestal, Documento de trabajo Nº 38. Santiago, Chile. 82
pp.
DONOSO, C., 1993. Bosques templados de Chile y Argentina. Variación, Estructura y dinámica.
Ed. Universitaria. Santiago, Chile. 484 pp.
FAÚNDEZ, L., GREZ, I., SERRA, M., VITA, A., 2002. Evaluación de especies vegetales para la
rehabilitación de espacios degradados. Publicaciones misceláneas forestales Nº 4,
Universidad de Chile. Avances en restauración ambiental con énfasis en recuperación
ecológica.
FIGUEROA, J., JAKSIC, F., 2004. Latencia y banco de semillas en plantas de la región
mediterránea de Chile central. Revista Chilena de Historia Natural. Vol 77: 201 – 215.
FUENTES, E., AVILÉS, R., SEGURA, A., 1989. Landscape change indirect effects of human use:
the savanna of central Chile. Landscape Ecology, Vol 2: 73 – 80.
FUENTES, E., PRENAFETA, S., 1988. Ecología del paisaje en Chile central, Estudios sobre sus
espacios montañosos. Ed. Universidad Católica de Chile. Santiago, Chile. 125 pp.
93
GAJARDO, R., 1992. La vegetación natural de Chile, proposición de un sistema de clasificación y
representación de la distribución geográfica. Ed. Universitaria. Santiago, Chile. 52 pp.
GASTÓ, J., VIELI, L., VERA, L., 2006. De la Silva al Ager, Paisaje cultural. Revista Agronomía y
Forestal UC, Vol 28: 29 – 33.
GREEN, D., 2002. Forestación de depósitos de relave abandonados. Presentación de Caso: depósito
de relave ácido en alta montaña – zona central de Chile. Publicaciones misceláneas
forestales Nº 4, Universidad de Chile. Avances en restauración ambiental con énfasis en
recuperación ecológica.
HAJEK, E., 1991. La situación del medio ambiente en América latina. CIEDLA. Buenos Aires, 237
– 294.
HARTMAN, J., 1988. Recolonization of small disturbance patches in a New England salt marsh.
American Journal of Botany, Vol 75: 1625 – 1631.
HIGGS, E., 1997. What is a Good Ecological Restoration?. Conservation biology, Vol 11: 338 –
348.
HOFFMANN, A., 2001. Enciclopedia de los bosques Chilenos. Ed. Gráfica Andes. Santiago, Chile.
351 pp.
HOFFMEISTER, T., VET, L., BIERE, A., HOLSINGER, K., FILSER, J., 2005. Ecological and
evolutionary consequences of biological invasion and habitat fragmentation. Ecosystem,
Vol 8: 657 – 667.
HOLMGREN, M., 2002. Exotic herbivores as drives of plant invasion and switch to ecosystem
alternative states. Biological Invasions, Vol 4: 25 – 33.
INFOR, 2005. Estadísticas Forestales Chilenas 2005. Boletín estadístico 111. Santiago, Chile. 165
pp.
94
LUEBERT, F., PLISCOFF, P., 2006. Sinopsis bioclomática y vegetacional de Chile. Editorial
universitaria. Santiago, Chile. 316 pp.
MACHADO, A., 2001. Restauración ecológica: una introducción al concepto (I). Medio Ambiente
Canarias, Vol 21: 31 – 34.
MACK, R., CHAIR, SIMBERLOFF, D., LONSDALE, W., EVANS, H., CLOUT, M., BAZZAZ,
F., 2000. Invasiones biológicas: Causas, epidemiología, consecuencias globales y control.
Tópicos en ecología. Número 5.
MARTÍNEZ, D., GONZÁLES, G., 2004. Las Aves de Chile, Nueva Guía de Campo. Ediciones del
Naturalista. Santiago, Chile. 620 pp.
MONTENEGRO, G., GINOCCHIO, R., SEGURA, A., KEELY, J., GÓMEZ, M., 2004a. Fire
regimes and vegetation responses in two mediterranean – climate regions. Revista Chilena
de Historia Natural, Vol 77: 455 – 464.
MONTENEGRO, G., TIMMERMANN, B., RÍOS, C., OLIVARES, L., HUTCHINSON, B.,
HENTZEL, J., 2004b. Flora nativa de la zona central de Chile, CD. Santiago, Chile.
MORLEY, A., 1940. Recolonization by bird species on burnt woodland. The journal of animal
ecology. Vol 9: 84 – 88.
MYERS, N., MITTERMEIER, R., MITTERMEIER, C., FONSECA, G., KENT, J., 2000.
Biodiversity hotspots for conservation priorities. Nature, Vol 403: 853 – 858.
NAVEH, Z., 2005. Epilogue: Toward a Transdisciplinary Science of Ecological and Cultural
Landscape Restoration. Restoration Ecology, Vol 13: 228 – 234.
ORMEROD, S., 2003. Restoration in Applied Ecology: Editor’s Introduction. The Journal of
Applied Ecology, Vol 40: 44 – 50.
OTERO, L., 2006. La huella del fuego. Historia de los bosques nativos, poblamiento y cambios en
el paisaje del sur de Chile. Pehuén editores, Santiago, Chile. 171 pp.
95
OVALLE, C., AVENDAÑO, J., ARONSON, J., DEL POZO, A., 1996. Land occupation patterns
and vegetation structure in the anthropogenic savannas (espinales) of the central Chile.
Forest Ecology and management, Vol 86: 129 – 139.
PÉREZ, M., CALVO, E., 2004. Uso de vegetación autóctona en restauración ambiental. Área de
Ecología, Facultad de Ciencias, Universidad de Extremadura.
POST, P., GOCHFELD, M., 1979. Recolonization by common terns at breezy point, New York.
Proceedings of the Colonial Waterbird Group, Vol 2: 128 – 136.
PRACH, K., BARTHA, S., JOYCE, C., PYŠEK, P., DIGGELEN, R., WIEGLEB, G., 2001. The
Role of Spontaneous Vegetation Succession in Ecosystem Restoration: A Perspective.
Applied Vegetation Science, Vol 4: 111 – 114.
PRADO, C., ALVAREZ, M., 2002. Restauración ambiental en obras civiles, modelo conceptual y
aplicaciones en oleoductos y gasoductos. Publicaciones misceláneas forestales Nº 4,
Universidad de Chile. Avances en restauración ambiental con énfasis en recuperación
ecológica.
PRIMACK, R., ROZZI, R., FEINSINGER, P., DIRZO, R., MASSARDO, F., 2001. Fundamentos
de la conservación biológica, perspectivas latino americanas. Fondo de la cultura. México.
797 pp.
RODRÍGUEZ, M., DE LA MAZA, C., BROWN, H., CASTILLO, M., 2001. Presentación general
del proyecto FONDEF D98I1036 “Identificación y desarrollo de especies vegetales
susceptibles de ser usadas en proyectos de recuperación ambiental, con énfasis en
recuperación ecológica”. Publicaciones misceláneas forestales Nº 3, Universidad de Chile.
Experiencias internacionales en la rehabilitación de espacios degradados.
96
ROZZI, R., 1997. Hacia una superación de la dicotomía biocentrismo – antropocentrismo.
Ambiente y Desarrollo.
SALA, O., CHAPIN III, S., ARMESTO, J., BERLOW, E., BLOOMFIELD, J., DIRZO, R.,
HUBER – SANWALD, E., HUENNEKE, L., JACKSON, R., KINZIG, A., LEEMANS, R.,
LODGE, D., MOONEY, H., OESTEHELD, M., POFF, N., SYKES, M., WALKER, B.,
WALKER, M., WALL, D., 2000. Global biodiversity scenarios for the year 2100. Science’s
Compass, Vol 287: 1770 – 1774.
SANTIBÁÑEZ, F., URIBE, J., 1990. Atlas Agroclimático de Chile, Regiones V y Metropolitana.
Universidad de Chile. Santiago, Chile. 65 pp.
SEPÚLVEDA, C., 1999. Relación suelo vegetación en la región del matorral y bosque esclerófilo
Chile central. TESIS Universidad de Chile, Facultad de Ciencias Forestales. Santiago,
Chile. 110 pp.
UNDA, A., 1997. Análisis de los efectos ambientales de las plantaciones forestales entre las
regiones sexta y décima. TESIS Universidad de Chile, Facultad de Ciencias Forestales.
Santiago, Chile. 119 pp.
VESK, P., MAC NALLY, R., 2005. The clock is ticking – Revegetation and habitat for birds and
arboreal mammals in rural landscapes or southern Australia. Agriculture, Ecosystems and
Environment, Vol 112: 356 – 366.
WILLIAM, R., HARTNETT, D., 2001. Temporal vegetation dynamics and recolonization
Mechanisms on different – sized soil disturbanced in tallgrass prairie. American Journal of
Botany, Vol 89: 1634 – 1642.
97
YOUNG, T., PETERSEN, D., CLARY, J., 2005. The ecology of restoration: historical links,
emerging issues and unexplored realms. Ecology letters Vol(8): 662 – 673.
98
REFERENCIAS ELECTRÓNICAS:
GOOGLE EARTH, 2006. Europa Technologies, Image Digital Globe. Revizado en Julio del 2007.
MUÑOZ, M., MOREIRA, A., 2004. La flora de Chile mediterráneo y su estado de conservación.
http://www.mnhn.cl/Botanica2/index.html, página visitada el 04 de Julio del 2006.
99
10. ANEXOS
100
Anexo 2: Planilla de muestreo cobertura vegetal.
Punto Especies leñosas Altura (m) Punto Especies leñosas Altura (m) Punto Especies leñosas Altura (m) Punto Especies leñosas Altura (m)
2 2 2 2
4 4 4 4
6 6 6 6
8 8 8 8
10 10 10 10
12 12 12 12
14 14 14 14
16 16 16 16
18 18 18 18
20 20 20 20
22 22 22 22
24 24 24 24
26 26 26 26
28 28 28 28
30 30 30 30
32 32 32 32
34 34 34 34
36 36 36 36
38 38 38 38
40 40 40 40
42 42 42 42
44 44 44 44
46 46 46 46
48 48 48 48
50 50 50 50
Observaciones:
Anexo 3: Planilla de muestreo reforestaciones.
102
Anexo 4: Planilla de muestreo recolonización natural de flora arbórea.
Ind/Especie Altura (m) DCMC Ind/Especie Altura (m) DCMC Ind/Especie Altura (m) DCMC Ind/Especie Altura (m) DCMC
Observaciones:
103
Anexo 5: Planilla de muestreo (censos en transectos) recolonización natural de aves.
Localidad:
Plantación / Control (Año/Nº):
Altitud:
Observaciones:
104
Anexo 6: Planilla de muestreo (censos en estaciones) recolonización natural de aves.
Ind/Especie Actividad Micrositio Ind/Especie Actividad Micrositio Ind/Especie Actividad Micrositio Ind/Especie Actividad Micrositio
Observaciones:
105
Anexo 7: Órdenes, familias y especies encontradas en las cuatro localidades estudiadas.
106
Anexo 8: Composición y abundancia (abundancia relativa) de los 11 sitios de estudio.
Reforestaciones No Plantados
Nº Nombre Científico Nombre Común Calán 1 Calán 2 Calán 3 P. Mahuida 1 P. Mahuida 2 Las Tórtolas Los Maitenes NP Calán NP Mahuida NP Las Tórtolas NP Los Maitenes
1 Anairetes parulus Cachudito 1 (0,015) 3 (0,091) + 6 (0,222) 1 (0,043) 1 (0,042) + 5 (0,200) 1 (0,067)
2 Buteo polyosoma Aguilucho +++ +++ +++ +++ +++ +++ +++
3 Callipepla californica Codorníz (*) 6 (0,261) +++
4 Carduelis barbata Jilguero 3 (0,045) 1 (0,030) 3 (0,070) + 5 (0,217) 1 (0,029) 1 (0,040)
5 Colaptes pitius Pitío +++ +++ +++
6 Colorhamphus parvirostris Viudita +
7 Curaeus curaeus Tordo 23 (0,343) ++
8 Diuca diuca Diuca 6 (0,090) 6 (0,182) 2 (0,047) 3 (0,111) + 15 (0,625) 4 (0,114) 10 (0,400) 7 (0,467)
9 Falco sparverius Cernícalo ++
10 Geranoaetus melanoleucus Águila chilena +++ +++ +++
11 Leptasthenura aegithaloides Tijeral 1 (0,030) 1 (0,023) + ++ + 2 (0,080)
12 Milvago chimango Tiuque ++ ++ ++
13 Mimus thenca Tenca 4 (0,060) 1 (0,023) 5 (0,185) 2 (0,087) ++ + 4 (0,160) 2 (0,133)
14 Myiopsitta monachus Cotorra gris argentina (*) +++ +++ +++ +++
15 Nothoprocta perdicaria Perdíz chilena +++ +++ +++
16 Phrygilus fruteceti Yal + 2 (0,087) + 5 (0,143)
17 Phrygilus gayi Cometocino de gay 4 (0,060) 6 (0,182) 1 (0,043) 4 (0,167) 13 (0,542) 2 (0,080) 1 (0,067)
18 Phytotoma rara Rara 1 (0,015) + 1 (0,029)
19 Pteroptochos megapodius Turca 3 (0,125)
20 Scelorchilus albicollis Tapaculo +++ +++ +++
21 Sephanoides sephaniodes Picaflor 1 (0,015) 2 (0,061) 3 (0,070) ++ 1 (0,043) 1 (0,029) ++
22 Sturnella loyca Loica ++ 3 (0,091) 7 (0,163) 1 (0,037) + 3 (0,125) 1 (0,029) ++
23 Tachycineta meyeni Golondrina chilena ++ ++ ++ ++
24 Troglodytes aedon Chercán 5 (0,075) 1 (0,030) 2 (0,047) 1 (0,037) 2 (0,087) 1 (0,042) +
25 Turdus falcklandii Zorzal 5 (0,075) 1 (0,030) 2 (0,047) + 1 (0,043) 4 (0,114) ++
26 Vanellus chilensis Queltehue ++
27 Xolmis pyrope Diucón 2 (0,061)
28 Zenaida auriculata Tórtola ++
29 Zonotrichia capensis Chincol 14 (0,209) 7 (0,212) 22 (0,512) 11 (0,407) 2 (0,087) 2 (0,083) 6 (0,250) 18 (0,514) 1 (0,040) 4 (0,267)
(*): Especie Introducida
+: Registro en censo sistemático en estaciones, para medir riqueza, actividad y uso de hátitat.
++: Registros de individuos volando en censo sistemático en transectos y en estaciones.
+++: Registro en el área, pero fuera de censos sistemáticos.
107