Otro gran rival europeo implicaba el mundo musulmán pues desde épocas antiguas, son

referenciados con la riqueza, el poder y la innovación. Por ejemplo, sus inmensas obras
arquitectónicas de bibliotecas y mezquitas, los descubrimientos matemáticos, cartográficos y
médicos los posicionaron como líderes en producción de conocimiento. Además, este sistema era
también reconocido por las cruzadas y conquistas pues tuvo grandes imperios bajo su control
evidenciando su interés de expansión. Del mismo modo, evidenciaba su deseo por dejar huella y
conquistar el imperio otomano, Constantinopla, India, África, España (principalmente Málaga y
Granada). Por otro lado, mantenían liderazgo en el mercado dado que controlaban la ruta de la
seda, una de las principales vías marítimas que conectaba casi todo el mundo oriental y
frecuentemente transitada por el Imperio Chino.

Partiendo de los factores anteriores que evidencian el liderazgo de los musulmanes y su potencial,
resulta sorprendente comprender que factores monetarios imposibilitaron su conquista. Esto
puesto que los musulmanes le otorgaban alta importancia a su milicia y por lo mismo, gran
cantidad de ingresos iban destinados a ellos. Consecuentemente, cuando estos recursos
empezaron decrecen el imperio sigue el mismo su mismo camino. El haber perdido el territorio
español previamente conquistado, que más tarde conquistaría América supusieron y afectaron su
credibilidad como Imperio. Por otra parte, se limitaron en su desarrollo económico al permitir
únicamente importaciones de productos y al criticar religiosamente a sus comerciantes. Sumado,
había una falta de medidas sanitarias y de salud dado que los musulmanes se restringen a la
contención de plagas, así como a un correcto manejo de basuras y residuos en el imperio,
agregando un pequeño factor que imposibilito su posicionamiento de poder mundial.

Finalmente, el ascenso y posicionamiento de Europa como centro de poder mundial fue dado por
un liberalismo económico permeado por la descentralización medieval europea, pluralismo
político y libertad individual que abre paso a la construcción de conocimiento científico, filosófico,
artístico dispersado a través de las conquistas caracterizando la época del renacimiento. Así, la
navegación y la revolución comercial, la solidificación del absolutismo monárquico, los viajes de
exploración y el auge de conocimiento mencionado previamente y con relación a la superioridad
armamentística con grupos musulmanes y chinos, posicionan a Europa como centro de poder
mundial.