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SOLO TRES DE LOS 100 KILÓMETROS DEL RÍO ESTÁN LIMPIOS.

ACTUALMENTE SE CONSTRUYE
PLANTA PARA TRATARLO

A pesar de ser la ciudad más innovadora del mundo, Medellín no ha logrado limpiar el río y hoy 97
de sus 100 kilómetros están contaminados y a la altura de la estación Aguacatal ya ni siquiera hay
oxígeno en sus aguas.

La tarea de devolverle la vida al río Medellín está hoy en manos de Diana y Sofía, quienes llevan ya
varios meses trabajando -en conjunto con un amplio equipo de ingenieros y técnicos- por debajo
del lecho, con el fin de cavar los túneles en los que se instalarán los tubos colectores de aguas
residuales.

Ambas máquinas -Diana y Sofía- fueron traídas de Alemania y su trabajo es perforar la tierra y
arrastrar unos 53 mil metros cúbicos de tierra, cerca de 85 por ciento menos de lo que se
removería si se usaran sistemas de perforación tradicionales, con lo que se ahorra tiempo y se
mantiene la estabilidad del terreno.
Este trabajo es la columna vertebral de lo que será la planta de tratamiento de aguas residuales
que en 2015 funcionará en el municipio de Bello y que podrá limpiar tres veces más agua que la
planta San Fernando, donde se descontaminan 1,8 metros cúbicos de agua por segundo, según lo
explicó Carlos Muñoz, jefe de proyectos de aguas residuales en EPM.

Con las obras de la planta de Bello, que cuestan unos 350 millones de dólares, EPM espera que el
95 % de las aguas residuales que se generan en Medellín estén tratadas, generando un efecto
inmediato de descontaminación en el río. “Faltarían dos planticas que están presupuestadas en
Barbosa y Girardota. Copacabana se estudia a cuál planta se conectaría, pero con las dos plantas la
limpieza será una realidad”, dijo Muñoz.

Según las estadísticas oficiales de EPM, la empresa recoge entre 75 y 80 % de las aguas residuales
que se generan en la ciudad. El resto se producen en zonas de invasión donde no hay conexión de
alcantarillado y la ley no permite prestar el servicio (porque está prohibido contruir).

En esas zonas las quebradas sirven como canal de descarga y su limpieza así como el control de los
puntos donde hay canteras le corresponde a las autoridades ambientales.

Los puntos más críticos en el río

Actualmente entre la planta de aguas de San Fernando y el barrio Moravia no hay vertimientos de
aguas negras al río. “Tenemos 34 interceptores y 322 kilómetros de colectores que llevan las aguas
residuales hasta Moravia”, cuenta Carlos Muñoz.

Según explica, las aguas residuales del sur son tratadas y descargadas al río. “Las que no se tratan
solo son descargadas en Moravia, por eso es que uno se para en La Alpujarra, al lado del río, y no
siente malos olores”, añade.

El vertimiento se realiza entre la terminal de transportes del norte y la estación tricentenario del
metro, lo que hace que ese punto sea el más contaminado de todo el río.

“La otra zona contaminada está en Caldas, pues ese municipio no está conectado a San Fernando,
pero esperamos que para 2016 esté unido a La Estrella”, dijo Muñoz.
Junto con el de Moravia, otros 30 vertimientos en el norte del valle de Aburrá serán recogidos y
tratados, con lo que se empezaría a recuperar en oxígeno en el agua, que hoy está en cero.

“El nivel normal son 8 miligramos de oxígeno por mililitro de agua en el punto donde nace el río,
en el Alto de San Miguel. Con las dos plantas funcionando, vamos a elevarlo al menos hasta cinco”,
explicó Fernando Rojas, también de la división de aguas residuales de EPM.

Colorantes, un problema de responsabilidad

Las plantas de Bello y San Fernando están diseñadas para controlar y tratar desechos orgánicos,
que son los que se generan en los alcantarillados de los hogares y empresas del área
metropolitana. Sin embargo, en algunas ocasiones el agua aparece contaminada por colorantes.

Fernando Rojas explicó que estos colorantes que se vierten al río son inorgánicos. “Esos materiales
pueden pasar por San Fernando y no serán controlados porque para eso no fue diseñada la
planta”, aseguró.

La única forma entonces de controlar el problema es en la fuente; es decir, exigiendo que las
empresas que generan estos residuos se encarguen de controlarlos.

Para hacer control en ese sentido, en octubre del año pasado el Área Metropolitana (autoridad
ambiental de la región) expidió una resolución que fija parámetros de calidad sobre el río y
establece límites para los vertimientos. Entre esos límites se fijaron controles para color, pues la
reglamentación que existía no contemplaba esa variante.

Y desde noviembre de 2012 la entidad estableció sanciones para quienes realicen vertimientos de
aguas residuales al río. “Hay que llevar un debido proceso. En esos casos verificamos de dónde
salió la descarga que llegó al río por alguna de las tuberías y hablamos con la empresa. Las
sanciones ya están reglamentadas”, dijo Gloria Amparo Alzate, subdirectora Ambiental de esa
entidad.

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