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¿Qué es la Cuaresma?
- Es un período especial del año litúrgico durante el cual el pueblo cristiano se prepara para celebrar
el misterio Pascual.
- La Cuaresma es un tiempo oportuno para estar, junto con María Santísima y San Juan, el discípulo
amado, junto a Cristo que en la Cruz consuma, por toda la humanidad, el sacrificio de su vida (cfr
Jn 19, 25).
- «Mirarán al que traspasaron»: es tiempo oportuno para mirar con confianza el costado de Jesús,
atravezado por la lanza, del cual brotaron «sangre y agua» (Jn 19, 34)!
- «Que la Cuaresma sea para todos los cristianos una experiencia renovada del amor de Dios que se
nos ha dado en Cristo, amor que también nosotros cada día debemos «volver a dar» al prójimo,
especialmente al que sufre y al necesitado. Sólo así podremos participar plenamente en la alegría de
la Pascua» (benedicto xvi, Mensaje para la Cuaresma 2007).
· los días transcurridos por el profeta Elías en el desierto antes de llegar al encuentro con Dios en el
Monte Horeb;
· los días del ayuno de Jesús en el desierto, donde al final fue tentado por el Diablo.
· de la oración que dispone para el encuentro con Dios, como para Moisés y Elías;
· de la penitencia y de la expiación en espera del juicio divino, como imitación de los 40 días de
ayuno y de penitencia con los que los habitantes de Nínive aplacaron la ira divina;
· del ayuno finalizado a comer el verdadero alimento, que es hacer la voluntad del Padre: «no solo
de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios» (así le respondió Jesús a
Satanás al final de los 40 días pasados en el desierto).
¿Cuáles son los grandes temas cuaresmales?
Tres son en particular los temas que son propuestos por la liturgia cuaresmal:
El tema pascual. Porque la Cuaresma es preparación a las celebraciones pascuales, el tema muerte-
vida asume una importancia fundamental. Comienza desde el segundo domingo (la
Transfiguración) y se hace más explícito en las dos últimas semanas.
- La Cuaresma implica un empeño ascético, individual y colectivo, cuyas formas tradicionales son:
- Estas prácticas, «expresan la conversión con relación a sí mismo, con relación a Dios y con
relación a los demás » (Catecismo de la Iglesia Católica, 1434).
- «En nuestros días, parece que la práctica del ayuno ha perdido un poco su valor espiritual y ha
adquirido más bien, en una cultura marcada por la búsqueda del bienestar material, el valor de una
medida terapéutica para el cuidado del propio cuerpo.»
- El ayuno, en cambio, para el creyente tiene una relevante importancia, y es rico de numerosos
significados y finalidades:
· Dimensión personal:
*Con el ayuno, de hecho, «el creyente desea someterse humildemente a Dios, confiando en su
bondad y misericordia».
*práctica del ayuno «contribuye, además, a dar unidad a la persona, cuerpo y alma, ayudándola a
evitar el pecado y acrecer la intimidad con el Señor».
*«Privarse del alimento material que nutre el cuerpo facilita una disposición interior a escuchar a
Cristo y a nutrirse de su palabra de salvación».
*Con el ayuno y la oración, «Le permitimos que venga a saciar el hambre más profunda que
experimentamos en lo íntimo de nuestro corazón: el hambre y la sed de Dios».
*Tal práctica es «un arma espiritual para luchar contra cualquier posible apego desordenado a
nosotros mismos».
*Del mismo modo, «ayuda al discípulo de Cristo a controlar los apetitos de la naturaleza debilitada
por el pecado original, cuyos efectos negativos afectan a toda la personalidad humana».
· Dimensión social:
*El Santo Padre subraya también el significado social del ayuno, afirmando que «ayuno nos ayuda
a tomar conciencia de la situación en la que viven muchos de nuestros hermanos».
*Lo que ahorramos ayunando, podemos destinarlo a obras de beneficiencia u obras caritativas.
*Por esto, exhorta a las parroquias «a intensificar durante la Cuaresma la práctica del ayuno
personal y comunitario, cuidando asimismo la escucha de la Palabra de Dios, la oración y la
limosna.»
- Definitivamente, gracias al ayuno, la Cuaresma es el tiempo ideal «alejar todo lo que distrae el
espíritu y para intensificar lo que alimenta el alma y la abre al amor de Dios y del prójimo».
Acerca de la limosna:
· debe ser escondida. «Que no sepa tu mano derecha lo que hace tu mano izquierda», dice Jesús,
«para que tu limosna quede secreta» (Mt 6, 3-4);
· realizarla:
*alegría: hay más alegría en el dar que en el recibir (cfr Hch 20, 35)
· no limitarse solamente a dar cosas materiales (dinero, comida…), sino darnos nostros mismos:
nuestra estima, nuestro respeto, nuestro tiempo, nuestros talentos (voluntariado);
· ofrecer el don material, como signo del don más grande que podemos hacer a los demás: el
anuncio y el testimonio de Jesucristo;
· lo que da valor a la limosna es el amor: un ejemplo lo tenemos en la viuda del Evangelio (cfr. Mc
12, 42-44).
· practicarla no por filantropía sino por caridad, amor: como gesto de comunión eclesial
· obtener el perdón de los pecados. San Pedro cita entre los frutos espirituales de la limosna el
perdón de los pecados: «La caridad- escribe- cubre la multitud de los pecados» (1 Pe 4, 8).
La cuaresma empieza para los cristianos con la ceniza de la conversión y acaba con la luz pascual
renovadora
Miércoles de Ceniza
Hoy empezamos la Cuaresma a través de la imposición de las cenizas, un símbolo que es muy
conocido para todos. La ceniza no es sino un símbolo de muerte que indica que ya no hay vida ni
posibilidad de que la haya. Nosotros la vamos a imponer sobre nuestras cabezas pero no con un
sentido negativo u oscuro de la vida, pues el cristiano debe ver su vida positivamente. La ceniza se
convierte para nosotros al mismo tiempo en un motivo de esperanza y superación. La Cuaresma es
un camino, y las cenizas sobre nuestras cabezas son el inicio de ese camino. El momento en el cual
cada uno de nosotros empieza a entrar en su corazón y comienza a caminar hacia la Pascua, el
encuentro pleno con Cristo.
Jesucristo nos habla en el Evangelio de algunas actitudes que podemos tener ante la vida y ante las
cosas que hacemos. Cristo nos habla de cómo, cuando oramos, hacemos limosna, hacemos el bien o
ayudamos a los demás, podríamos estar buscándonos a nosotros mismos, cuando lo que tendríamos
que hacer es no buscarnos a nosotros mismos ni buscar lo que los hombres digan, sino entrar en
nuestro interior: “Y allá tu Padre que ve en lo secreto te recompensará.”
Es Dios en nuestro corazón quien nos va a recompensar; no son los hombres, ni sus juicios, ni sus
opiniones, ni lo que puedan o dejen de pensar respecto a nosotros; es Nuestro Padre que ve en lo
secreto quien nos va a recompensar. Que difícil es esto para nosotros que vivimos en una sociedad
en la cual la apariencia es lo que cuenta y la fama es lo que vale.
Cristo, cuando nosotros nos imponemos la ceniza en la cabeza nos dice: “Tengan cuidado de no
practicar sus obras de piedad delante de los hombres; de lo contrario no tendrán recompensa con su
Padre Celestial”. ¿Qué recompensa busco yo en la vida?
La Cuaresma es una pregunta que entra en nuestro corazón para cuestionarnos precisamente esto:
¿Estoy buscando a Dios, buscando la gloria humana, estoy buscando la comprensión de los demás?
¿A quién estoy buscando?
La señal de penitencia que es la ceniza en la cabeza, se convierte para nosotros en una pregunta: ¿A
quién estamos buscando? Una pregunta que tenemos que atrevernos a hacer en este camino que son
los días de preparación para la Pascua; la ceniza cae sobre nuestras cabezas, pero ¿cae sobre nuestro
corazón?
Esta pregunta se convierte en un impulso, en un dinamismo, en un empuje para que nuestra vida se
atreva a encontrarse a sí misma y empiece a dar valor a lo que vale, dar peso a lo que tiene.
Este es el tiempo, el momento de la salvación, nos decía San Pablo. Hoy empieza un período que
termina en la Pascua: La Cuaresma, el día de salvación, el día en el cual nosotros vamos a buscar
dentro de nuestro corazón y a preguntarnos ¿a quién estamos buscando? Y la ceniza nos dice: quita
todo y quédate con lo que vale, con lo fundamental; quédate con lo único que llena la vida de
sentido. Tu Padre que ve en lo secreto, sólo Él te va a recompensar.
La Cuaresma es un camino que todo hombre y toda mujer tenemos que recorrer, no lo podemos
eludir y de una forma u otra lo tenemos que caminar. Tenemos que aprender a entrar en nuestro
corazón, purificarlo y cuestionarnos sobre a quién estamos buscando.
Este es le sentido de la ceniza en la cabeza; no es un rito mágico, una costumbre o una tradición.
¿De qué nos serviría manchar nuestra frente de negro si nuestro corazón no se preguntara si
realmente a quien estamos buscando es a Dios? Si busco a Dios, esta Cuaresma es el momento para
caminar, para buscarlo, para encontrarlo y purificar nuestro corazón.
El camino de Cuaresma va a ser purificar el corazón, quitar de él todo lo que nos aparta de Dios,
todo aquello que nos hace más incomprensivos con los demás, quitar todos nuestros miedos y todas
las raíces que nos impiden apegarnos a Dios y que nos hacen apegarnos a nosotros mismos.
¿Estamos dispuestos a purificar y cuestionar nuestro corazón? ¿Estamos dispuestos a encontrarnos
con Nuestro Padre en nuestro interior?
Este es el significado del rito que vamos hacer dentro de unos momentos: purificar el corazón, dar
valor a lo que vale y entrar dentro de nosotros mismos. Si así lo hacemos, entonces la Cuaresma
que empezaremos hoy de una forma solemne, tan solemne como es el hecho de que hoy de una
forma solemne, tan solemne como es el hecho de que hoy guardamos ayuno y abstinencia (para que
el hambre física nos recuerde la importancia del hambre de Dios), se convertirá verdaderamente en
un camino hacia Dios.
Este ha de ser el dinamismo que nos haga caminar durante la Cuaresma: hacer de las
mortificaciones propias de la Cuaresma como son lo ayunos, las vigilias y demás sacrificios que
podamos hacer, un recuerdo de lo que tiene que tener la persona humana, no es simplemente un
hambre física sino el hambre de Dios en nuestros corazones, la sed de la vida de Dios que tiene que
haber en nuestra alma, la búsqueda de Dios que tiene haber en cada instante de nuestra alma.
Que éste sea el fin de nuestro camino: tener hambre de Dios, buscarlo en lo profundo de nosotros
mismos con gran sencillez. Y que al mismo tiempo, esa búsqueda y esa interiorización, se
conviertan en una purificación de nuestra vida, de nuestro criterio y de nuestros comportamientos
así como en un sano cuestionamiento de nuestra existencia. Permitamos que la Cuaresma entre en
nuestra vida, que la ceniza llegue a nuestro corazón y que la penitencia transforme nuestras almas
en almas auténticamente dispuestas a encontrarse con el Señor.
Miércoles de Ceniza La Cuaresma comienza con el Miércoles de Ceniza y es un tiempo de
oración, penitencia y ayuno
Imposición de la ceniza. Significado y sugerencias para recibirla