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El futuro del Tayrona


Urge encontrar un modelo integral de ecoturismo que garantice su preservación en el
futuro.
Por: EDITORIAL

05 de septiembre 2019 , 07:56 p.m.

A pocos días de abrirse la licitación para el nuevo concesionario de turismo del Parque
Nacional Natural Tayrona, una de las grandes joyas del turismo nacional, es necesario
advertir que no pueden repetirse errores que afecten esta área protegida, fuertemente
presionada por la contaminación ambiental, las disputas por la tenencia de tierras y la
sobrecarga de turistas.
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Los actores involucrados en la gobernanza del parque tienen que priorizar una utilización
sustentable de las playas y continuar con los esfuerzos para encontrar un modelo integral de
ecoturismo. En especial, más allá del tema económico, es obligatorio repensar la
sustentabilidad del área protegida, teniendo en cuenta los límites ambientales.

Uno de los puntos angulares de los conflictos es la desinformación existente acerca del
terreno de la concesión, que son entre 10 y 15 hectáreas, con la totalidad del área del parque
Tayrona, que alcanza las 15.000 hectáreas. Es innegable que la actividad turística se da en
muchos más puntos y que si no hay control de Parques Naturales ni consolidación de
procesos formales con otros operadores, continuarán la sobrecarga, las basuras y la
contaminación acústica.

No podemos perder este enclave de biodiversidad y recreación por no incluir una

perspectiva de largo aliento en su gestión


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El otro gran obstáculo es entender a quién le compete qué y cuál es el estado de tenencia de
la tierra. El desconocimiento del estatus legal de los predios dentro del parque hace aún más
compleja la tarea de poder imponer las sanciones ambientales, pero también regularizar las
actividades económicas. De fondo, tanto la falta de claridad como el enredo de tierras –que
también es un gran dolor de cabeza en otros parques nacionales– es la debilidad en la
capacidad institucional de Parques Nacionales Naturales al ejercer sus funciones con un
presupuesto mínimo.

El intrincado panorama del Tayrona, en donde aumenta la conflictividad con comunidades


y asociaciones locales, demuestra que aún falta mucho por hacerse respecto al diálogo entre
diferentes actores en esa región. Hay que seguir reforzando las socializaciones y los
procesos participativos, especialmente de los planes de manejo del parque, donde más
tensión se ha generado. No es tarea fácil. Son procesos complejos que implican construir
una confianza institucional y, para este caso expresamente, privilegiar la conservación
sobre un turismo depredador que lleve al colapso el ya degradado patrimonio natural de
Santa Marta.

Ante la complejidad del problema en el Tayrona, también hay que pensar en cómo incluir a
los turistas como corresponsables del estado del parque. Plantear medidas innovadoras para
disminuir la carga de desechos por día y continuar con las iniciativas de educación
ambiental puede ser una oportunidad de innovación para emprendedores y ciudadanos de la
región.

Los próximos meses serán decisivos en el futuro del Tayrona con el proceso de concesión,
que debe ser transparente. No podemos perder este enclave de biodiversidad y recreación
por no incluir una perspectiva de largo aliento. El horizonte no solo es de 23 años, como
reza el tiempo de la concesión. Por el contrario, se trata de un lapso más amplio que
compete a las generaciones futuras, que merecen gozar de la riqueza de este paraíso.

editorial@eltiempo.com

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