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Relación clásicos de la pedagogía con educación en tiempos de pandemia.

Alejandro Rivillas García CC. 1017220045

Es innegable que en la actualidad compleja por la que atraviesa el mundo, con la


pandemia del COVID-19, se han dado cambios en el contexto social en el que se
desenvuelve la humanidad, en todos sus escenarios y niveles. Han cambiado el orden de
prioridad de las necesidades, el valor simbólico de ciertos elementos, situaciones,
momentos e incluso las formas de relacionarse. Pero ¿ha cambiado la educación en los
tiempos de la pandemia? Cabría preguntarse si como actividad humanizadora, social,
constructora de vínculos, la educación puede cambiar o continúa siendo la misma a través
e incluso si lo será posterior a la pandemia.

La escuela desde la visión de Comenius (1986) ha sido un espacio de gran importancia


para la tarea de educar a la sociedad, ya que en sus palabras “es mejor que se eduque a la
juventud reunida”, no sólo por las posibles facilidades operativas que esto implica (cuando
no se llega a reuniones excesivas, lo que tristemente es la realidad colombiana), sino
porque el privilegio de contar con un igual hace que el proceso de aprender se facilite para
los estudiantes. En la actualidad, la escuela, como se la concibe tradicionalmente, se
encuentra en una etapa de incertidumbre alrededor de diversos elementos que la
componen, entre ellos, el de la relación social anteriormente expuesto, a raíz de ello ha
surgido una oportunidad para que sus detractores analicen la posibilidad de la existencia
de una educación sin la necesidad de la existencia de la escuela. Como lo menciona
Narodowski (2020), esto no es nuevo, la humanidad existió por siglos sin la existencia de la
escuela como institución, pero sin duda alguna, ha sido la escuela la que ha permitido el
crecimiento del alcance de la educación como un proceso que abre las puertas a la
transformación social, o bien, a la reproducción cultural, pero en todo caso, uno que
revolucionó la forma de enseñar y de aprender en la historia humana.

Educar a la niñez y la juventud no es el único beneficio que le presenta la escuela a los


habitantes del mundo, bien menciona Nadorowsky (2020) que la escuela tomó también
un papel de sitio de cuidado, en el que los padres confiaban a sus hijos al cuidado de los
maestros, de hecho, esta percepción de la necesaria alianza entre los padres como
encargados del cuidado de sus hijos y los maestros como apoyo a estos, es una de las
ideas que Comenius (1986) expone, ya que comprendió el rol del maestro en una sociedad
que evolucionaba hacia la industrialización, con la necesidad de una figura
institucionalizada que permitiera crear espacios en los que se asistiera el aprendizaje de
los niños.

Quizá una de las situaciones más problemáticas de la actualidad es la que desencadenó la


pandemia con el cierre de las escuelas, pues introdujo nuevas variables y elementos al
espectro de lo educativo: la ausencia directa de la otredad en el ejercicio de aprendizaje
que experimentan los alumnos, la transformación del hogar en aula, la
presencia/vigilancia constante de los padres de familia en el proceso y demás situaciones
que han modificado el cómo en cuanto a lo educativo. Frente a este fenómeno, las
familias están comprendiendo que es fundamental la existencia de la escuela, que la
figura del docente es totalmente necesaria, que no es el contacto con el recurso, con la
actividad, con el contenido lo que educa porque estos son meros pretextos para generar
un ambiente de socialización de conocimientos, la sociedad está comprendiendo ahora
que para educar al sujeto se requiere la escuela, el maestro, el contacto con sus iguales, ya
que estos son los componentes que le dan éxito al proceso de aprendizaje, como lo diría
Álvarez (2020).

Se podría decir que en la actualidad, es importante y necesario estudiar las formas, las
tecnologías que se presentan como alternativas a la tecnología tradicional que ha sido la
escuela, como lo indica Narodowski (2020), se debe reflexionar acerca de la manera en
que los maestros deben prepararse y hacerse a herramientas que permitan una
interacción con los estudiantes que abone el campo propicio para que se dé un verdadero
y auténtico proceso de enseñanza-aprendizaje. Aún profundizando en estas reflexiones, se
debe recordar lo que con total claridad lo expone Álvarez (2020), no existe una forma de
reemplazar la escuela, nunca existirán tecnologías, por sofisticadas que sean, que logren
modificar la esencia de la escuela como un espacio que abre oportunidades para el
contacto, el encuentro con el otro y la socialización como elementos de gran valor
formativo, que apuntan a la dimensión transformadora del ejercicio educativo. Es una
oportunidad para entender qué es lo que necesita fortalecer en la educación para
continuar siendo un elemento vigente, sin perder sus principios y objetivos sociales.

Bibliografía.

 Álvarez, A. [Secretaría de Educación de Bogotá]. (2020, abril 18). Educación en


tiempos de coronavirus [Archivo de video]. Recuperado de
https://www.facebook.com/Educacionbogota/videos/929643927455605
 Comenius, J. A. (1986). Didáctica magna (Vol. 133). Ediciones Akal.
 Narodowski, M. [Pansophia Project]. (2020, abril 7). Educar en cuarentena - charla
para directivos escolares [Archivo de video]. Recuperado de
https://www.youtube.com/watch?v=7xayJ0v66vk

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