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XIII. Enfrentando el peor miedo: Y ¿si nunca me caso?

Es posible que no sea el peor miedo de todos los solteros, pero si estás aquí, hay un chance
de que este esté entre tus temores acerca de tu soltería. Para algunas personas, existe un
plan de vida viable y positivo a futuro si se piensan solteros hasta el fin de sus días, pero
pensaría que no es el caso de la mayoría de los solteros cristianos en Latinoamérica.

He conocido personas que ni siquiera se atreven a plantearse la posibilidad. “Y ¿si nunca me


caso?”, las lleva a enfrentarse con una realidad que, por cómo la perciben, resulta
absolutamente insoportable e incoherente con la naturaleza buena de Dios. Lógicamente,
mucho de esto viene de la creencia errada de que el matrimonio es LA bendición de Dios a
nuestras vidas, y que la soltería no. También, como explicábamos anteriormente, tiene mucho
que ver con asociar la soltería a la soledad, la tristeza y el fracaso.

Sé que no todos piensan así, y tengo la esperanza de que a lo largo de estos módulos Dios
haya cambiado cualquier percepción errada que pudieses haber tenido al respecto. No
obstante, también sé que para muchos (en especial, para muchas) el matrimonio se ha
convertido en un derecho que piensan que ostentan delante de Dios. “Señor, ¿y cuándo me
vas a mandar a MI esposo?”, hemos dicho muchas, asumiendo que Dios se está ‘tardando’
en darnos algo que nos corresponde por el hecho de ser Sus hijos. Pero creo que esto es un
error que no solo afecta cómo vivimos la soltería sino que, más significativamente, puede
afectar nuestra relación con Dios.

Si bien, casarse es un anhelo y un sueño que honra el diseño de Dios para formar una familia,
el matrimonio no es una garantía. Y no lo es, justamente porque no es un logro, es un regalo.
Es cierto, es un regalo que Dios decide darle a muchos (de otro modo, ¡qué difícil sería formar
familias conforme a Su diseño), pero siendo un don del Padre, no es algo que podamos
exigirle, ni reclamarle cuando creamos que se ha tardado mucho. Algo muy parecido ocurre
con la maternidad/paternidad; podemos anhelarla mucho, pero no podemos exigírsela a
Dios, porque es un regalo que solo en Su soberana voluntad, decide darnos. Y al igual que el

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matrimonio, la soltería también es un regalo, que implica diferentes bendiciones y diferentes
retos.

¿Por qué es tan importante para mí compartirte esto? Porque verme cara a cara con este
temor fue el principio de mi sanidad con respecto al ídolo que tenía del matrimonio; fue el
primer y más rotundo paso para ser plena en mi soltería y considero además que fue
fundamental para ayudarme a llegar sana emocionalmente a mi matrimonio.

Por años lo había intentado – poder responder positivamente a la pregunta de qué pasaba si
nunca me llegaba a casar-, pero sentía que siquiera pensar en eso era inadmisible, no quería
darle ideas a Dios de que yo pensaba mi futuro sin un esposo, ni que Él pensara que estaba
renunciando a mi anhelo, porque entonces, era más difícil que me lo diera, ¡yo quería y
merecía casarme!

Un día, cansada de luchar con mi situación y anhelando poder vivir mi plenitud en Cristo,
decidí pensar en cómo iba a ser mi vida si Dios decidía que me quedara soltera. Primero, lo
acepté; me dije a mí misma: “Es posible que Dios no tenga el matrimonio entre Sus planes
para ti. ¿Cómo vas a vivir la vida ante esa posibilidad?”. Después, recuerdo que la siguiente
revelación que tuve fue la de todo el sufrimiento y amargura gastados en una cosa que, si no
era la voluntad de Dios, simplemente no iba a pasar (y por supuesto, si yo quería mantenerme
dentro de ella). ¿Iba a malgastar mi vida sufriendo y esperando por algo que quizá no iba a
llegar? ¿cómo miraría mi vida en retrospectiva cuando eso pasara? ¿de cuánto gozo, paz y
plenitud me perdería por estar aferrada a un anhelo de esta tierra?
Aceptar esa posibilidad y decirle a Dios que estaba dispuesta a abrazar su voluntad con
alegría, cualquiera que esta fuera, fue uno de los momentos de mi vida donde he recibido
más paz y libertad.

Hay algunas personas que afirman que conocer la teología bíblica no es importante; que es
algo para dejarle a los estudiosos, pero difiero de esto fuertemente. Una teología sólida
acerca de Quién es Dios, Su naturaleza y carácter, tiene que fortalecer nuestra confianza en
Él. De otro modo, no estamos entendiendo nada. Si la Biblia me afirma que la voluntad de
Dios es buena, agradable y perfecta (Romanos 12:2) y yo le he pedido a Dios que haga la
Suya en mi vida, ¿cómo puedo pensar que lo que vivo es ‘lo peor que me puede pasar’? Por
supuesto que saber esto no niega nuestro sufrimiento, pero nos da una perspectiva diferente.

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Confiar en Dios para todos los aspectos de nuestro futuro, entre ellos nuestro estado civil, es
un reflejo de dónde y cómo está nuestro ego. Cuando yo viví más de una década quejándome
delante de Dios por ser ‘la única que siempre está sola’, le estaba diciendo a Dios que yo
sabía lo que era mejor para mí por encima de Él, así de simple.

Mi consejo para ti hoy es que te enfrentes, en tus propios términos, con la posibilidad de que
la soltería sea un estado permanente en tu vida. Ello no hará automáticamente que sea así,
pero esto es algo que solo Dios conoce. Elisabeth Elliot, una de mis heroínas de la fe, contó
en una conferencia: “Estando joven, le hice una pregunta a Dios. ‘Señor, ¿es el matrimonio
algo que tienes en tus planes para mí?’ La respuesta de Dios no fue sí o no. Fue: ‘Confía en
mí’”1. De esto precisamente se trata la madurez en la fe, de entender que no tendremos todo
lo que queremos ni cuando lo queremos siempre. Confiar en que Dios es un buen Padre que
sabe dar las mejores cosas a Sus hijos (y sabe cuáles son; Mateo 7:11), aún y cuando tú crees
saber cuáles son esas cosas y cuándo es el mejor tiempo.

El llamado a la soltería puede ser temporal o de por vida. “Sea cual sea el caso, se nos
demanda ser fructíferos (por medio de nuestra permanencia en Cristo) en la vida y el
ministerio a través de nuestra soltería, ¡no a pesar de ella!”2.

Mi invitación para ti hoy es que te enfrentes a la posibilidad de permanecer soltero/a, más


aún si es uno de tus peores miedos. Siempre, siempre salimos ganando cuando ponemos
nuestra confianza en Dios; esta es la verdadera manera de vivir para Cristo y morir a nosotros
mismos. Lo hermoso es que no nos faltará nada que necesitemos en ese camino, sea esto un
matrimonio o cualquier otra cosa. Yo sé que Él proveerá para ti aquello que es mejor para tu
vida. Descansa en Su bondad y amor por ti.

1
Elisabeth Elliot, durante una conferencia dictada en el Gordon Conwell Theological Seminary, publicada en 2012.
2
Keller, The Meaning of Marriage.

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