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En las primeras décadas del siglo XIX, las guerras por la independencia que se

desarrollaron en Hispanoamérica provocaron la ruptura del vínculo colonial entre España y


sus colonias .Con los nuevos cambios de la dinastía Borbónica con Carlos III y su aumento
a la recaudación fiscal, sus reformas políticas recortando autonomías y privilegios a
corporaciones y reinos, Para ser la única autoridad soberana. El control de la corona sobre
la iglesia que conllevo a la expulsión de los jesuitas en 1768. Sin embargo, la disolución del
orden colonial y de sus instituciones no fue seguida por la organización de nuevas
instituciones estatales. En los territorios de las ex colonias, durante varias décadas, se
enfrentaron grupos locales que tenían intereses económicos particulares e ideales y
proyectos políticos diferentes. En muchos casos, las luchas armadas entre estos grupos se
extendieron por años. Los llamados “caudillos” fueron protagonistas clave en esta etapa
de la historia de América Latina, en la que se desarrolló el proceso de transición del Estado
colonial a los Estados nacionales.  Las estructuras económica y social que fueron
formándose y consolidándose en la sociedad colonial produjeron fricciones inevitables
entre grupos económicos, raciales y regionales y éstos comenzaron a organizarse bajo
líderes. No obstante, todas estas tensiones estaban contenidas, incluso absorbidas, y
controladas dentro del mecanismo imperial cuya autoridad y legitimidad eran
indiscutibles. Cuando se derrumbó este sistema en 1808, quedó un vacío político que había
que llenar y crear un nuevo orden. Frente a este vacío sin indicación alguna sobre la forma
de sucesión del poder, los caudillos encontraron el espacio para actuar. Puesto que el
curso de las guerras de independencia variaba según las regiones, también ocurría lo
mismo con los tipos de caudillos. Pese a esto, los caudillos debían poseer los siguientes
requisitos: base económica, proyecto político y apoyo social, elementos que estuvieron
asociados al monarca durante el periodo colonial. En el proceso de las guerras por la
independencia, en cada antigua colonia hispanoamericana se destacaron dirigentes que
lideraron los procesos políticos, sociales y militares. Estos jefes locales fueron conocidos,
en la época, con el nombre de “caudillos”. Algunos de los caudillos de mayor influencia en
Hispanoamérica fueron: Antonio López de Santa Ana, en México; Juan Manuel de Rosas,
en la Confederación Argentina; José Gervasio Artigas, en la Banda Oriental del Río de la
Plata; Andrés de Santa Cruz, en la breve Confederación Peruano Boliviana y José Antonio
Páez, en Venezuela.
En el año de 1810, la Corona Española enfrentó una serie de cambios que hicieron
tambalear la estabilidad de su modelo político y la legitimidad de su monarquía.
El imperio creado por Napoleón Bonaparte, en Francia, se extendía rápidamente por
Europa y llegaba a España con el propósito de acortar la distancia con Portugal, sin
embargo, con algunos cambios en el objetivo inicial de este acuerdo, estipulado en
los Tratados de Fontaineblueau, la abdicación de Carlos VI a favor de su hijo, Fernando
VII, y la posterior renuncia de éste al trono, las colonias de la Corona, como la Nueva
España (hoy México), vieron la oportunidad perfecta para levantarse en armas e iniciar un
movimiento que modificara las formas políticas de su interior.
Era un tiempo de luchas contra las monarquías. La Revolución Francesa, las ideas
libertarias y la Independencia de las 13 colonias, en Estados Unidos, causaron emoción
entre los criollos que estaban hartos de los malos tratos del virreinato.
Con el pretexto de unas tertulias chocolateras, militares y civiles se reunieron de forma
clandestina para discutir los acontecimientos más relevantes del otro lado del océano, a la
par que buscaron derrocar a la corona y obtener la Independencia mexicana.
Cuando el 15 de septiembre de 1810, Miguel Hidalgo y Costilla, junto a una serie de
importantes personajes, se reunió en Dolores para convocar un llamado de emergencia
que adelantaba el movimiento insurgente que se había formado, la historia del país
cambió e hizo que éste se enfilara hacia su utópica libertad.
El hecho duró 11 años, y entre disputas, acuerdos, y alianzas, se firmaron los Tratados de
Córdoba en 1821, y aunque éstos serían negados por la Corona en primera instancia, más
tarde vendría el “Tratado de paz y amistad entre México y España” que culminaría con la
opresión política del país y lo reconocería como un imperio independiente. Más tarde el
imperio sería eliminado para dar paso a una República. Miguel Hidalgo, Josefa Ortiz de
Domínguez, Ignacio Allende, José María Morelos y Pavón, los hermanos Aldama y sus
sobrinos, Guadalupe Victoria y Mariano Matamoros, fueron algunos de los héroes
relacionados con el movimiento independentista que más ha recordado la historia, y
aunque solo son algunos de los que participaron en él, fueron quienes papeles de líderes
ideológicos, militares y políticos en los once años de guerra independentista.
Con la coronación de Iturbide, aparecieron nuevos retos y también polémicas. Uno de ellos
fue fundamental, para muchos políticos. Iturbide no reunía las cualidades de un monarca a
pesar de que la región estaba acostumbrada a este tipo de gobierno. Las críticas fueron
directas. Atacaron la dignidad imperial, no era propio que un criollo como él tomara la
corona. El imperio mexicano enfrentó varios problemas; uno de ellos, quizás el más difícil y
el que ocasionó de manera directa su ocaso, fue la confrontación suscitada entre la
Regencia (posteriormente el emperador) con algunos miembros del Congreso. Una vez
en el poder, la élite mexicana no logró consolidar su posición y establecer un gobierno
eficaz. Sus miembros tuvieron fricciones menores con Iturbide, primero siendo este
generalísimo y luego emperador, lo mismo que entre ellos. Los diputados cuestionaban
cualquier medida del gobierno, asumieron para sí la representación popular y la
soberanía. Iturbide reclamaba las mismas atribuciones. La disputa trajo Antonio López de
Santa Anna, fue comisionado como jefe de la plaza y desde tal posición de poder, debería
ofrecer garantías suficientes a “tirios y troyanos” hasta que se tomara algún plan político
o definitivamente se declarara la guerra Consecuencias insospechadas. El sueño de unión,
independencia y religión se tambaleaba. El puerto de Veracruz era una de las últimas
plazas importantes controladas por las fuerzas realistas. La situación era bastante
delicada, cualquier incidente podía modificar los planes que había para el reembarque de
las tropas y la capitulación del fuerte de San Juan de Ulúa. Del mismo modo, el menor
roce entre las tropas de ambos bandos, o un movimiento político podía producir efectos
insospechados.
La República fue proclamada el 1 de noviembre de 1823 por el Congreso Constituyente,
meses después de la disolución del Imperio Mexicano de Agustín de Iturbide. La República
Federal duró casi doce años, hasta el establecimiento de la República Centralista el 23 de
octubre de 1835. El primer intento de federación en la Historia de México fue una
experiencia corta, caracterizada por inestabilidad política, social y violencia. La República
fue gobernada por dos triunviratos y nueve presidentes. José Miguel Ramón Adaucto
Fernández y Félix, mejor conocido como Guadalupe Victoria, fue el único presidente que
completó su mandato constitucional durante este periodo.
La gran República Centralista es el período de la historia de México en que el Estado
estuvo organizado bajo un régimen político unitario. El régimen centralista fue
establecido formalmente el día 30 de diciembre de 1836, con la promulgación de las 
Siete Leyes Constitucionales, aunque ya en 1835 se había derrocado la constitución federal
del año 1824. La Republica Centralista duró casi once años. El 22 de agosto de 1846, el
presidente interino José María Mariano Salas,  expidió el decreto que restauró la
vigencia de la Constitución de 1824 y con esto, el regreso al federalismo.

Los años 1853 en adelante siguieron a la guerra con Estados Unidos, en la que México
perdió más de la mitad de su territorio, fueron de desorden y desilusión. Los
levantamientos de indígenas asolaron diversos lugares del país, la llamada guerra de
castas de los mayas en Yucatán, la guerra social en la Sierra Gorda (Guanajuato,
Querétaro y San Luis Potosí) que se extendía por otras partes; los nómadas del norte
pasaban la frontera adentrándose en el territorio nacional, robaban y mataban sin que las
improvisadas defensas de los vecinos pudieran detenerlos en su ir y venir. Los
levantamientos de militares y grupos inconformes retaban al gobierno y éste, carente de
medios, tenía que acudir al Congreso solicitando dinero y facultades extraordinarias, que
los legisladores le negaban. En ese ambiente, el presidente Mariano Arista, electo para el
periodo, se hablaba de ellos y Lucas Alamán, su líder indiscutible, asumió el epíteto
diciendo que se llamaban conservadores porque querían rescatar lo que quedaba de la
patria despojada de su nacionalidad y de su integridad territorial por los federalistas,
empeñados en imponer un sistema de gobierno contrario a la unidad política
indispensable. Se fraguó así la dictadura de Antonio López de Santa Anna, inspirada en la
presidencia vitalicia de Luis Napoleón Bonaparte recientemente proclamado “emperador
de los franceses y en el sistema de centralización administrativa francés, excluyendo
cualquier tipo de elecciones y de órganos legislativos, pues el orden legal sería dictado por
el presidente de la República Mexicana investido de facultades omnímodas, asesorado por
los secretarios y por el Consejo de Estado, que él nombraría. renunció el 5 de enero de
1853, advirtiendo la imposibilidad de gobernar cuando todo contradecía el orden público y
las instancias encargadas de facilitar los medios para establecerlo se empeñaban en
negarlos, poniendo al país en un estado de perpetua anarquía. La oportunidad para los
conservadores había llegado. Ya a fines de los años cuarenta. Cuando triunfó la revolución
de Ayutla en agosto de 1855, aparecerían las diferencias que separaban a los liberales.
Cumpliendo con el principal propósito de la revolución, el general Juan Álvarez, presidente
interino, convocó al Congreso General Extraordinario, encargado de elaborar la nueva
constitución del país y de revisar los actos del gobierno de Santa Anna. El Constituyente se
reunió en febrero de 1856 y concluyó su labor un año después, cuando aprobó la
Constitución federal de 1857 en la que se establecían las garantías individuales, un
sistema para protegerlas mediante el juicio de amparo y, por lo que hace a la organización
de los poderes públicos, serias limitaciones para el ejecutivo con predominio del legislativo,
pues se creó un Congreso sin cámara de senadores.
La segunda intervención francesa en México fue un conflicto armado entre México y
Francia entre los años 1862 y 1867. Tuvo lugar después de que el Gobierno mexicano,
encabezado por Benito Juárez, anunciara la suspensión de los pagos de la deuda externa
en 1861.
Las tropas de la alianza llegaron a Veracruz en 1862 y entraron en negociaciones con el
Gobierno de México. Los dirigentes de las misiones británicas y españolas decidieron
volver, pero los franceses anunciaron que ocuparían México.
Tras sufrir un revés en Puebla el 5 de mayo de 1862, los franceses continuaron la
expedición que los llevó a ocupar la Ciudad de México el 10 de junio de 1863. El Gobierno
de la República comenzó desde entonces a peregrinar por varios puntos del país, mientras
los franceses seguían ocupando la capital. Las tropas francesas comenzaron a retirarse
gracias a los ataques mexicanos a partir de 1866, ante la inminencia de una guerra entre
Francia y Prusia y la derrota de los confederados en la guerra de Secesión estadounidense
en 1865, que respaldaron en todo momento a Napoleón III.
Años antes, algunos conservadores mexicanos radicados en Europa habían iniciado un
cabildeo para buscar apoyo a la instalación de un régimen monárquico en México
por segunda ocasión.
La invasión francesa de México fue un intento de Napoleón III de revivir el Imperio
francés, así como de prevenir el crecimiento de los Estados Unidos a través de alguna
anexión de territorio mexicano. Fue devastadora para México, ya que solo ayudó a
incrementar el periodo de inestabilidad y agitación durante parte del siglo XIX. Además
incrementó la deuda externa y creó una disrupción en la producción agrícola e industrial.
La caída del imperio de Fernando Maximiliano de Habsburgo es atribuida
principalmente a la retirada de las tropas francesas, pero el corte liberal con el que
gobernó Maximiliano fue un factor interno que también desempeñó un papel. Las medidas
liberales que expidió Maximiliano, como la que instituía la educación primaria laica,
gratuita e ineludible, le granjearon el rechazo de los conservadores, con los cuales
compartía el gobierno, sin ganarle a cambio el favor de los liberales republicanos. Aunado
a eso, la retirada de las tropas francesas en un momento crítico, cuando los republicanos
seguían hostiles y sin haber llegado a un acuerdo con ellos por el cual reconocieran el
Imperio, facilitó la reconquista de los territorios perdidos.

-“El caudillismo y sus interpretaciones: Un análisis sobre un fenómeno común de la historia


de América Latina en el siglo XIX”.
_Personajes de la independencia, biografías condensadas. Recopilación: Ing. Manuel
Aguirre Botello P
-Primera República Federal Mexicana (MPA) | Historia.althistory.fandom.com › wiki ›
Primera_República_Federal_Mexican
-Decretos del Gobierno, 22 de agosto de 1846, números 2892 y 2893", en DUBLÁN,
Manuel y LOZANO, José María, Op. cit., T. V, pp. 155-156
-Magallón Ibarra, Jorge Mario (2005). Proceso y ejecución VS. Fernando Maximiliano de
Habsburgo (Primera edición). Instituto de Investigaciones Jurídicas: Universidad Nacional
Autónoma de México. Consultado el 14 de mayo de 2016.
-Mendoza, Eduardo Philibert (2007). Personajes notables de la historia de México.
Volumen II (Primera edición). Panorama Editorial. ISBN 968-38-1610-X. Consultado el 14
de mayo de 2016

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