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Bajo estas tendencias, y a diferencia de otro tipo de idilios amorosos

saludables, las relaciones que establece un persona con


dependencia emocional son siempre asimétricas en donde ellos asumen
una posición subordinada frente a la pareja, la cual se muestra más bien
egoísta, egocéntrica, desconsiderada y posesiva, aceptando esta entrega y
sumisión incondicionales del otro con mucho agrado.
Se vive por y para la pareja, dejando de lado su propia identidad, por lo que
supone también la pérdida del control de sus propias emociones y
necesidades. Uno decide descuidar o abandonar su esencia para centrarse
por completo en la del otro, con tal de que se sienta completo, alimentando la
fantasía de que quizás, de esa manera, nos quiera aún más y así se pueda
llenar el vacío afectivo que se experimenta. La sensación es que se atenúa,
pero nunca es suficiente, uno vive enganchado como si de una sustancia se
tratase, experimentando una necesidad que nunca se sacia.

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