Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
2.1 Objetivo
Los participantes han esclarecido el campo semántico que cubre la violencia familiar
y el campo sintomático del mismo.
Además hay que señalar las múltiples formas de exponer negligentemente al riesgo,
incluso al peligro, a personas del ámbito familiar. Esta violencia tipificada como
“negligencia” puede ser el resultado de una equivocada jerarquía en las
responsabilidades familiares, como por ejemplo, si un padre gastara sus ingresos
en cualquier cosa menos en la alimentación, el cuidado de la salud, la higiene, la
educación de los suyos exponiéndolos así múltiples desventajas en su vida.
Es oportuno recordar que “para que la violencia sea posible, tiene que darse una
condición: la existencia de un desequilibrio de poder. Por un lado, el ejercicio de un
poder de dominio patriarcal y, por otro, la carencia de un poder de afirmación de
género” como señala María García y Gloria Saavedra. Todo ello nos conduce a
3.1 Objetivo
Desde un análisis particularista, subjetivo y que no es otra cosa que una casuística,
difícilmente podremos reconocer la imbricación que hay entre la sociedad y la
familia, entre las tensiones intrafamiliares y las que padece la sociedad en su
conjunto. No se puede aislar la violencia familiar de su contexto estructural, vale
decir, de su reconocimiento como inmersa en la urdimbre de la sociedad, en su
devenir histórico, en sus impases, en los niveles de inestabilidad que la sociedad
puede exhibir a sus ciudadanos; ello no permitiría entender la violencia familiar
como problema político, como fenómeno con relación al conjunto de la dinámica
social.
Es evidente que entender así la violencia familiar no nos exime de tener en cuenta
lo concreto y específico de las situaciones que encontramos a diario en nuestra
labor de jueces. No partimos de una consideración abstracta, no empezamos desde
un constructo conceptual sobre la violencia familiar despojada del dolor, de las
Exceso de trabajo, 6%
Machismo, 4,7%.
Individualismo, 4,1%
Adulterio, 3,5%
Violencia, 3,5%
Divorcio, 2,9%
Medios de Comunicación, 1,2%
Libertinaje, 1%
Feminismo, 0,5%
“Han aumentado las familias en crisis. Las sociedades ya no pueden suponer que
todas las familias protegerán a sus miembros por sí mismas. Las normas
culturales, las condiciones socio-económicas y la educación son los principales
factores determinantes de la salud de la familia. El maltrato, el descuido, la
explotación sexual de los niños, la violencia conyugal y otro tipo de violencia
doméstica, así como el descuido de los ancianos, son hechos comunes dentro de
la familia.” 8
No está demás que nos preguntemos por qué se ha tenido que pensar en un
programa nacional de salud mental.
La vida cotidiana está marcada por factores múltiples que generan estrés y
agotamiento que están al origen de las múltiples formas de agresión y de violencia
horizontal. Ningún ámbito de la vida escapa: la familia, la escuela, el barrio, la
comunidad, el centro de trabajo, las instituciones de servicio público, el transporte
masivo, los hospitales, la burocracia, etc, etc.
La violencia está presente en la ciudad, espacio privilegiado de la inseguridad
ciudadana, del ruido ensordecedor, del caos símbolo de vidas a la deriva social,
basurero de nuestras inmundicias. Las excepciones, no anulan una imagen global
que hace de la ciudad un territorio liberado a la violencia. Problema complejo, pero
entre violencia callejera y violencia familiar apenas hay una puertecita sin seguro y
sin cancel por decirlo de alguna manera. Para ciertos grupos, absolutamente
minoritarios, la violencia familiar está al origen de las formas violentas y agresivas
de comportamiento, una vez producida la expulsión o el auto abandono del clima
familiar . Pero esa ciudad violenta, de pandillaje, robo, asalto, secuestro, también
genera comportamientos agresivos y violentos en el seno de lo que queda de
familia.
Los indicadores de salud mental en el país pueden mostrarnos una causa y una
secuela de la violencia familiar y su conexión con la violencia del ambiente. La
familia está cercada por la violencia del entorno social.
Pero quizá lo más preocupante sea que podríamos estar retrocediendo y terminar
por “re-naturalizar” la violencia familiar, re-instaurando viejos y absolutamente falsos
mitos del empleo de la violencia como correctivo, como expresión de afecto y cariño,
incluso de amor, como forma de educar, como castigo por el bien del otro, como un
aprendizaje fast. Lo peor es que se le considere a la violencia como un componente
de la responsabilidad de la familia de proteger, de prevenir y de promover casi al
precio que sea.
4.1 Objetivo
5.1 Objetivo
Un juez de paz, o quien haga función equivalente, debe recordar que la víctima de
violencia no se ha sentido bien y que el simple recuerdo de lo vivido, remueve fondos
de sufrimiento, de humillación, de desánimo o de cólera, de resentimiento, de odio
y de deseos de venganza. Que se prefiera no hablar de lo sucedido, no significa
que el silencio equivalga al olvido. Por el contrario, el silencio es apenas el fiel
guardián de ese submundo interiorizado. Es por ello también que conviene distinguir
en la intervención, entre el cese de actos de violencia y lo que es poner en orden el
mundo interior afectado por a violencia. El conocido dicho “no queremos la paz de
los cementerios”, se aplica por igual a las víctimas de la violencia y que requieren
algo más que la necesaria interrupción de actos de violencia del que puedan
eventualmente ser víctimas.
Nos parece necesario colocar en un recuadro lo que representa una forma didáctica
y además fundamentada de lo que se entiende por resiliencia:
6.1 Objetivo
6.1.1 Presentación
Escuchar
Comprender
Decidir.
“Lo cierto es que silencio y serenidad son dos raras condiciones de nuestro siglo y,
sin embargo, son las dos condiciones ineludibles para ejercitar el “poder de
escuchar.”
6.2 Actividades