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Corporación Universitaria Iberoamericana

Habilidades de la Comunicación ll

Actividad 7 - ¡Nuestra última versión!

Tutor: Ana Marcela García Benavides

Integrantes:

Cynthia Juselly Quitian Marino – 100054996

Laura Alexandra Gómez Rojas -100071415

Leidy Lorena López Manrique – 100072600

Rosa Amelia Salcedo Tenorio- 100071789

Facultad de Ciencias Humanas y Sociales

Psicología Virtual

Agosto, 2020
Pena de muerte: ¿Justicia social o venganza?

La pena de muerte, atacada por muchos y defendida por otros, es un castigo que se aplica

tras identificar delitos graves tales como asesinato, corrupción y tráfico de drogas. Sin

embargo, dicho castigo se aplica de forma distinta en los países que la avalan, pues para

algunos la homosexualidad, la blasfemia, el adulterio e incluso la brujería, son consideradas

razones suficientes para aplicar tal pena. Es por ello, que este tema es considerado como uno

de los más controversiales y la decisión si de apoyarla o no, o si por el contrario se debe abolir,

aún tiene un camino largo por delante.

Muchos son los que están en contra de la pena de muerte, empezando por organizaciones

como la ONU que es la principal defensora de los derechos humanos y considera esta pena

como “una práctica cruel e inhumana que no tiene cabida en el siglo XXI” (2016). De la

afirmación anterior, es que la ONU centra su postura frente a la abolición de la pena de muerte,

dado que más allá de vulnerar los derechos de las personas condenadas, las sujeta a cumplir

el castigo de formas consideradas violentas y, según lo establecido, la condena debería ser

llevada a cabo de forma tal que genere el menor sufrimiento posible a quien la recibe, pero los

métodos más comunes por los cuales se lleva a cabo son la silla eléctrica, la horca, la

inyección letal, la decapitación o fusilamiento, que siguen siendo considerados sistemas

inhumanos y degradantes.

A la ONU se unen la Federación Internacional por los Derechos Humanos y Amnistía

Internacional, que ven la pena de muerte como una forma de tortura de carácter discriminatorio,

puesto que se aplica en su gran mayoría a los que se consideran más vulnerables de una

sociedad: minorías étnicas y religiosas, los pobres y personas con alguna discapacidad.

Adicionalmente, argumentan que las condenas injustas ocurren todo el tiempo y, una vez se

aplica la pena de muerte a alguien inocente, no hay vuelta atrás. Tal es el caso de Tamara
Ivanova Chikunova, una activista uzbeka, que perdió a su hijo tras haber sido condenado a la

pena de muerte por haber cometido un asesinato; asesinato por el cual 5 años después de su

ejecución, fue declarado inocente. Hoy en día, Tamara es la fundadora de la Asociación de

Madres Contra la Pena de Muerte y la Tortura.

La opinión pública ha tenido gran participación en el asunto, ya que ha tenido la oportunidad

de manifestarse frente al tema de forma clara y todos aquellos que no la apoyan, han realizado

marchas y/o manifestaciones que soportan la idea de que esta pena capital definitivamente va

en contra de los derechos humanos; es quizás por ello, que estos actos han tenido efecto sobre

la decisión de abolir definitivamente la pena de muerte en estados o naciones en su mayoría

democráticas.

No se puede dejar de lado, por supuesto, el punto de vista religioso. Contrario al islamismo,

que entiende la pena de muerte como un mandato divino por parte del Corán, la iglesia católica

que en un principio apoyó la pena de muerte, más específicamente durante la inquisición, se

opone hoy en día a tal castigo. La tendencia católica de rechazo hacia dicha práctica se vio

más marcada desde Juan Pablo II y ha sido reforzada desde entonces por los papas que lo han

sucedido; es por ello, que recientemente el Papa Francisco ratificó esta posición al declarar que

“La Iglesia enseña, a la luz del Evangelio, que la pena de muerte es inadmisible, porque atenta

contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona, y se empeña con determinación por su

abolición en todo el mundo” y que “A partir de ahora, quien esté a favor de la pena de muerte

está claramente en contra de lo que la Iglesia enseña” (2018) y basa su argumento en el libro

de Génesis que dice que “La vida humana es sagrada porque desde su inicio, desde el primer

instante de la concepción, es fruto de la acción creadora de Dios” (Catecismo de la Iglesia

Católica, Génesis 9:5-6).


Por otro lado, todos aquellos que están a favor de la pena de muerte generalmente tienen un

punto base para su posición y es el de hacer justicia sobre una mala conducta, especialmente

cuando se comete un crimen. Dado lo anterior es que las personas y las familias que han

sufrido la pérdida de alguna persona de su círculo apoyan totalmente la pena capital, pues es

así como sienten que hay justicia. Frente a esta postura, quienes defienden la práctica, alegan

que quien cometió un crimen, debe recibir un castigo igual.

China puntea el grupo de aquellos países que aún mantienen la aplicación de la pena de

muerte con más de mil ejecuciones entre el 2018 y el 2019, seguida por Irán con más de 253

ejecuciones, en tercer lugar, se encuentra Arabia Saudita con 149 ejecuciones, en cuarto lugar

se encuentra Vietnam con más de 85 ejecuciones, el quinto lugar lo ocupa Irak con más de 52

ejecuciones y, en sexto lugar se posiciona Estados Unidos con 25 ejecuciones, todas en el

mismo lapso de tiempo (2018 – 2019). Estos países, que aún no abolen definitivamente la pena

de muerte se sustentan en algunos argumentos teóricos tales como:

1. “Los crímenes más graves exigen, como justa retribución, la pena capital.

2. El delincuente, al infringir gravemente la ley, se ha privado del derecho a la vida. En tal

supuesto, la autoridad debe dar paso y reconocimiento a este proceso privativo.

3. La realización de la justicia, la reintegración del orden jurídico violado por el delito, exige

la pena de muerte” (Ehu.eus, s.f., p. 582)

Contrario a lo que muchos que apoyan la abolición de la pena de muerte dicen, aquellos que

la apoyan indican que no va en contra de la moral porque se está castigando precisamente la

falta de moral y ética de quien actuó mal. Además, dicen que la pena de muerte sí funciona en

términos de que es una forma que conlleva a la disminución de asesinatos y crímenes,

tomándose dicho castigo como ejemplo para quienes tengan la intención de quebrantar la ley

de forma grave, pues lo pensará más de una vez antes de cometer la infracción. Por ejemplo,
los juicios de Nuremberg, que empezaron a celebrarse después de la Segunda Guerra Mundial,

buscaban precisamente que los altos dirigentes nazis y sus seguidores pagaran por las tantas

muertes de hombres, mujeres, niños y ancianos judíos que se llevaron a cabo, de formas

inhumanas y violentas, bajo la orden del Tercer Reich y lo que se conoció como la Solución

Final. Aunque al inicio los juicios no tuvieron los efectos esperados por algunos porque se

apeló al derecho a la vida de quienes participaron en tan atroces actos, lo cierto es que la

comunidad judía en su momento estaba en espera de ver justicia por lo que tuvieron que pasar

y muchos de los actores nazis fueron judicializados en Israel, aplicándoles la pena de muerte

en la horca dando en parte tranquilidad a los que sobrevivieron a la guerra y vieron morir a su

familia de formas inimaginables.

Entonces, ¿Justicia o venganza? A ciencia cierta, encontrar una única y absoluta respuesta

a esta pregunta es complejo, dado que como se ha mencionado, cada parte tiene sus

argumentos sólidos y es casi tan complejo como resolver el enigma de qué vino primero, si el

huevo o la gallina.

Por un lado, hay quienes creen firmemente que nadie tiene derecho a quitarle la vida a una

persona y que la violencia genera más violencia, conllevando una cadena que jamás se

romperá si se mantiene el lema de “ojo por ojo y diente por diente”. Ante ese lema, Amnistía

Internacional asegura que sólo es venganza, por lo cual la clave para reducir la violencia está

en no ocasionar más muerte ya que la pena capital es sólo una apariencia de los estados para

demostrar que se está haciendo algo para disminuir la delincuencia. El Papa Francisco se

suma a esta teoría, ya que señala que la pena de muerte fomenta la venganza y realmente no

le provee al condenado la posibilidad de enmendar el error.

Pero, por otro lado, desde el punto de vista ético no se ve del todo con malos ojos el que se

castigue con la pena de muerte a aquel que privó de la vida a otros. Y es que, para cualquiera
que vea vulnerado el derecho a la vida de un ser querido, siempre va a clamar por justicia para

que tal delito no quede impune; por ello, cuando la sociedad ve impunidad ante los hechos,

decide tomarse la justicia por mano propia y tener al menos la satisfacción de decir que algo se

hizo y de algún modo el culpable pagó. Este hecho de justicia por mano propia se pudo

evidenciar en la película el Secreto de sus ojos donde se perpetró un fuerte feminicidio en

contra de una joven (Liliana Colotto) por parte de un hombre que era enfermo sexual por las

mujeres que tenían un bonito físico para él, llegando a causar un trágico asesinato; claramente

se ve cómo el doliente usó dicha táctica para resarcir de alguna manera la frustración e

injusticia del delito impune por parte del gobierno, ya que de cierta manera ese sistema judicial

era corrupto y poco efectivo, pues el culpable estaba amparado por un funcionario de este tipo

(corrupto) y por tal razón la justicia lo absolvió. Sin embargo, para algunos la justicia por mano

propia no es la solución, pues evita la construcción de un país mejor establecido y, sólo

muestra que al Gobierno el asunto se la salió de las manos.

El amor y la venganza son los temas principales que podemos catalogar en esta película y

de cierta manera seguirnos cuestionando ¿Venganza o justicia? La venganza es subjetiva y

aspira a la revancha desde lo no reglamentado. En la época de 1974, Buenos Aires estaba

sumido en el inminente gobierno de María Estela Martínez de Perón donde el panorama

político y las críticas al sistema de la época, estaban haciendo alusión a los intereses

personales de los altos cargos de la justicia, los abusos y la corrupción, frente a los derechos

de los de ciudadanos. En cierto modo la venganza fue la mejor tranquilidad para el doliente que

en principio buscó justicia social, para que este asesino (Isidoro Gómez) pagara por su mala

acción debido a que atentaba contra la integridad de una sociedad; pero el sistema de la época

buscaba falsos culpables para que de alguna manera los supuesto culpables pagaran y así

“evacuar” estos casos.


No obstante, podemos ver que en la película, para Isidoro Gómez (asesino de Liliana

Colotto) haber tenido la oportunidad de recibir la pena de muerte, en el momento en que fue

juzgado, hubiera podido llegar a ser la solución a su problema de vida, aunque inicialmente

él no podría haberlo considerado, pues pensaba que había logrado salir airoso de su

condición de sicario, puesto de que tuvo como cómplice para su impunidad al juez (, quien lo

deja en libertad, sin importar la violación y posterior asesinato de la joven).

Podemos notar que Ricardo Morales (esposo de la víctima,), se queda sumergido en la

etapa de duelo crónico, ya que al pasar por este hecho tan traumático resulta para él el fin

de su vida, ya que llega a un estancamiento y tal hecho no le permite continuar una vida

sana ni normal; es por ello que piensa que la pena de muerte sería un premio para el

agresor después de haber causado tanto dolor tanto a su esposa como a otras personas,

teniendo en cuenta que no había pagado su crimen, Morales sentía la necesidad de ver

como este individuo pagaba por sus actos, recordando siempre qué tipo de pena debía

recibir según lo hablado un tiempo atrás con Benjamín Espósito, quién era secretario de un

Juzgado de Instrucción de Buenos Aires y quién ayudó a encontrar al culpable y un día en

una de sus charlas le dijo que la pena sugerida para este hombre era Cadena Perpetua,

frase que hacía eco en su mente.

La pérdida de vidas de personas queridas y el malogramiento de los proyectos personales

tienen una dimensión irrecuperable y abrumadora en un contexto marcado por la impotencia

de las víctimas ante los hechos consumados. El proceso terapéutico puede posibilitar

reconocer el significado de lo vivido y rescatar lo reparable en un conjunto de experiencias

vitales marcadas por lo irreparable.

Por su parte, la doctrina de Derechos Humanos señala como estrategias principales de las

políticas de reparación asegurar formas de restauración, rehabilitación, compensación e


indemnización a las víctimas por los daños causados (Comisión de Derechos Humanos,

ONU 2003). Las intervenciones psicosociales y terapéuticas se inscriben en esos valores y

forman parte de esas estrategias.

En virtud de que Morales no recibe ninguna de éstas, su vida pierde sentido y finalmente

esto lo lleva a tomar justicia por mano propia y hacer que el asesino pagara por su crimen,

cumpliendo una pena impuesta por él, según lo que creía que era justo y sin la intervención

de la “justicia”.

Como se ha visto, muchos son los puntos de vista que giran en torno al tema, válido para

algunos y para otros no, cada uno con su postura bien planteada y sustentada. Las

organizaciones internacionales y las naciones tienen presencia y poder para defender sus tesis,

ya sea a favor o en contra de la pena de muerte y toman decisiones sobre el tema que no

siempre es del agrado de la opinión pública, conformada por aquellos que viven el día a día en

una sociedad que usualmente es injusta en el manejo de los castigos cuando se comete un

crimen.

Como seres humanos en algún momento hemos defendido a capa y espada el derecho a la

vida, ya sea por nuestras creencias religiosas, culturales o sencillamente por convicción

personal. No obstante, la cosa cambia cuando experimentamos algún tipo de injusticia o peor,

vemos pasar ante nuestros ojos la impunidad de un crimen que tocó la puerta de nuestros

seres queridos, pues es ahí cuando nos parece que un castigo ejemplar debe ser aplicado a

quien actúa en contra de la moral, provocando que nos enfrentemos al dilema de si realmente

la vida de cada individuo debe ser respetada de igual manera bajo cualquier circunstancia.

En resumidas cuentas, emitir un juicio correcto sobre si la pena de muerte es correcta o no

ha sido, es y muy seguramente seguirá siendo subjetivo, dado que por más defensores de los

derechos humanos que nos declaremos, mirar los toros desde la otra barrera impide que
demos una opinión neutra frente a la situación. Entonces, siendo sinceros y empáticos con la

situación del otro, si usted pasara por el infortunio de perder a un familiar o ser querido porque

alguien más le quitó la vida, ¿Estaría dispuesto a olvidarse del asunto y a perdonar plenamente

al infractor o buscaría justicia aun cuando signifique aplicar la pena de muerte? ¿Sería capaz

de aplicar la justicia por mano propia si la justicia regular no funciona?


Referencias

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