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Es la teoría más comúnmente recogida en los manuales de microeconomía. Y entre los supuestos más
fuertes están:
1. Las preferencias del consumidor pueden modelizarse como una función de utilidad U convexa y
al menos dos veces diferenciable.
2. Las funciones de utilidad no varían en el proceso de consumo, esto tiene el efecto de que el
consumidor se comporta igual que si antes de consumir nada decidiera como distribuir la renta
disponible (en lugar de ajustar adaptativamente el consumo a medida que gasta la renta
disponible).
De acuerdo con estas asunciones, fijado un nivel de precios un consumidor perfectamente racional
consumirá cantidades de cada bien de tal manera que la utilidad total sea la máxima posible compatible
con la renta disponible. Es decir, un consumidor racional consumiría cantidades de bienes
de tal manera se cumpla:
Donde el conjunto se refiere al conjunto de valores a los que afecta la restricción presupuestaria:
Donde:
Consecuencias
Los supuestos anteriores implican que existe una curva de demanda continua para cada
consumidor.
Los supuestos anteriores implican que no existen bienes insubstituibles, es decir, que una
disminución en el consumo de un bien, puede ser compensada con un mayor consumo de otros
bienes. Esta consecuencia ha sido criticada, argumentando que ciertos bienes, como algunos
alimentos, son necesarios y no son intercambiables por una mayor cantidad de ocio por
ejemplo.
La teoría del consumidor poskeynesiana difiere abruptamente de la anterior al admitir que las
preferencias tienen una estructura lexicográfica incompatible con la existencia de una función de
utilidad escalar. Así el consumidor dividiría los bienes entre categorías y preasignaría una parte de la
renta a cada categoría distribuyendo entre los bienes de cada categoría posteriormente el presupuesto.
Existe una cierta evidencia empírica de que los consumidores gastan su dinero de esta manera. Las ideas
básicas proceden de Nicholas Georgescu-Roegen y Herbert Simon de la escuela behaviorista. Los
principios básicos son:
Racionalidad procedimental
Saciedad o saturación
Más allá de cierto umbral finito consumido, una necesidad queda satisfecha y consumir más unidades
asociadas a esa necesidad no aporta ninguna satisfacción adicional. Eso implica matemáticamente que a
partir de cierto valor finito de la cantidad consumida la derivada de la utilidad marginal se anula
idénticamente. Las consecuencias de este principio han sido analizadas por Georgescu-Roegen.
Separación
De acuerdo con este principio introducido por Lancaster, el consumidor subdivide sus elecciones y
necesidades en diversas categorías, débilmente relacionadas unas con otras. Eso implica que los
cambios en los índices de precios de un tipo de productos asociados a determinadas necesidades, no
afecta prácticamente a las cantidades consumidas de otras categorías, ya que las categorías son
básicamente independientes. Así difícilmente una cantidad insuficiente de alimento puede ser
compensada por una mayor cantidad de oferta cultural, dado que probablemente el alimento y el deseo
de ocio pertenecen a categorías diferentes de deseos y necesidades.
Este principio postkeynesiano contrasta con las hipótesis típicas de la teoría neoclásica donde cualquier
disminuición en la cantidad proveída para una necesidad puede ser compensada por una cantidad
superior de otro producto.
Subordinación
Las necesidades son a menudo jerarquizadas, subordinadas unas a otras. Este principio se asocia a
menudo a la pirámide de necesidades de Abraham Maslow. Según el principio de subordinación la
distribución del presupuesto no consiste en maximizar una utilidad entre bienes disponibles, sino que
los bienes situados en un nivel jerárquico no son consumidos a menos que estén mínimamente
satisfechas las necesidades de bienes de los niveles jerárquicos inferiores. Esto puede implicar en
algunos casos que orden de preferencias de combinaciones de bienes siga un orden lexicográfico. Si eso
sucede entonces la función de utilidad asociada a la utilidad marginal tiene que estar representada por
un vector cada una de cuyas componentes estaría asociada a un determinado nivel jerárquico de
necesidades.1
Crecimiento
Este principio tratado por Georgescu-Roegen y Pasinetti establece, que el tiempo y el crecimiento de la
renta disponible para un consumidor hacen que sus preferencias evolucionen escalonadamente y el
acceder a niveles de renta superiores hace que se consideren necesidades que previamente no habían
sido consideradas.
Dependencia
Herencia
La utilidad tiene, pues, un carácter objetivo en cuanto es una cualidad que reside en los bienes, y un
carácter subjetivo porque al poseer cada individuo gustos y apetencias diferentes, la utilidad que
reporta un bien a diversas personas también es diferente. 2
La forma de medir las preferencias de una persona sería a través de las funciones de utilidad. Si
consideramos un individuo que se ve en la necesidad de elegir entre una serie de bienes disponibles (a,
b, c, d,.... z), podemos definir una función de utilidad del tipo:
U0 = f(a, b, c,.... z)
El resultado es el índice de utilidad que produce una determinada combinación o cesta de los bienes a
los que el consumidor se enfrenta.
Enfoque cardinalista
Desde un enfoque cardinalista podemos entender que las combinaciones de bienes elegidos reportan al
individuo una utilidad que puede ser medida y que atribuye significado a la cuantía de la diferencia entre
los valores numéricos que adopte el índice de utilidad.
Esta teoría es la más antigua, de las que estudian el comportamiento de la economía doméstica, es
importante por el significado de la distinción que hace entre utilidad marginal y utilidad total.
La utilidad de un bien varia a medida que lo hace la cantidad consumida del mismo. Se denomina
utilidad total a la proporcionada por el conjunto de las unidades consumidas del bien considerado, es
decir, a la suma de las utilidades que reportan las diversas unidades consumidas. La utilidad total se
comporta de manera que va creciendo a medida que aumenta el consumo de un producto, hasta un
punto máximo a partir del cual empieza a disminuir. A partir de la utilidad total se define el concepto de
utilidad marginal como la variación (incremento o disminución) de la utilidad total que resulta de la
variación de una unidad en el consumo del bien en cuestión.
La utilidad marginal tiene carácter decreciente para todos los niveles de consumo. En efecto el valor que
confiere cualquier consumidor individual a las sucesivas unidades de un determinado bien, disminuirá
de modo sostenido a medida que aumente su consumo total de ese bien, manteniéndose constante el
consumo de todos los demás bienes.
Así con una determinada renta y dados los precios, el equilibrio del consumidor se produce cuando se
da:3
El significado económico de esta igualdad supone que la utilidad adicional proporcionada por la última
unidad monetaria invertida en la compra y consumo de un determinado bien debe ser igual para todos
los bienes. En efecto si esto no se produjese la elección habría sido otra.
La deducción de la curva de demanda a partir de la citada igualdad, supone que si el consumidor ante
una subida de precio permanece en la misma combinación de bienes que antes de la subida quedará
fuera del equilibrio. El consumidor para alcanzar su nuevo equilibrio tendrá que incrementar la utilidad
marginal obtenida de ese producto, lo que dado el carácter decreciente de la misma supone disminuir el
consumo del bien. Por tanto, de esta manera se han obtenido dos puntos de la curva de demanda de
esta persona para el bien A, el resto de los puntos se obtendrían con la misma mecánica aplicada.
Este enfoque parte de un consumidor enfrentado a una serie de bienes (X1, X2...Xn) cuyos precios
vienes dados por el mercado (p1,p2...pn) y que dispone de una renta monetaria (R) para adquirirlos. El
problema que se plantea consiste en determinar cuáles serán las cantidades demandadas de cada uno
de los bienes, habida cuenta de los precios que rigen en el mercado, de su renta y de las preferencias
subjetivas que tiene por cada uno de los bienes.
El paradigma de este consumidor individual consistirá en suponer que actúa de forma que, a través de
las cantidades demandadas de los n bienes, maximiza el bienestar o satisfacción de sus necesidades
individuales. Para ello será, por tanto, preciso formular de manera explícita y operativa la función de
satisfacción o de preferencias del consumidor para después aplicarle la restricción que supone su renta y
determinar su procedimiento de optimización de su conducta.
Curvas de indiferencia
Comenzando por el caso más simplificado de sólo dos bienes (X e Y) que permite recurrir a
representaciones gráficas, y después se generalizará el resultado para el problema planteado para dos
bienes.
Supongamos que los dos bienes son deseados por el consumidor de forma que a mayor cantidad
poseída de uno de ellos, manteniéndose constante el otro, mayor será la satisfacción. Supongamos que
el consumidor se encuentra con una unidad del bien Y y tres del X. De esta combinación de los dos
bienes, el consumidor obtiene una determinada satisfacción que él reconoce.
Si se reduce ahora en una unidad la cantidad poseída del bien X de forma que tenga sólo dos unidades
del mismo. Esto implicará una disminución de su grado de satisfacción solo compensable mediante el
aumento de la cantidad poseída del obro bien (Y). Supongamos que el propio consumidor admite que si
recibiera a cambio de esa unidad perdida de X 0,5 unidades de Y se encontraría en la misma situación
que antes. Es decir, su satisfacción sería la misma en el punto B que en el punto inicial (A). Reduzcamos
en otra unidad la cantidad poseída del bien X –hasta una sola unidad-, y si el consumidor piensa que
necesita a cambio 1,5 unidades del bien Y para compensar esta pérdida, el punto C, representará otra
combinación de bienes que, para el consumidor, significa la misma satisfacción que las representadas
por los puntos A y B. Este proceso puede repetirse tantas veces como quiera de forma que, uniendo
todos los puntos que representan cantidades de bienes cuya posesión implica la misma utilidad o
satisfacción para el consumidor individual, podríamos trazar lo que se llama curva de indiferencia del
mismo.
Una curva de indiferencia es, por tanto, el lugar geométrico de las combinaciones de bienes poseídas
que representan la misma utilidad o satisfacción de las necesidades para el consumidor individual
analizado.
Este proceso puede repetirse para combinaciones iniciales distintas de la A y de esta forma podría
obtenerse una familia de curvas de indiferencia cada una de las cuales une los puntos que representan
combinaciones de X e Y que reportan la misma satisfacción o utilidad al individuo.
Formalizando un tanto lo expuesto, la familia de curvas de indiferencia puede venir representada por
una función de satisfacción o utilidad que puede formularse como:
U = U(X, Y) (1)
Donde X e Y son las cantidades realmente poseídas de los bienes X e Y por el individuo y U es un
indicador del grado de satisfacción o utilidad alcanzado por el mismo. Es evidente que, con arreglo a la
expresión (1), los puntos de una curva de indiferencia determinada cumplirán la propiedad de que U es
constante y por ello una curva de indiferencia genérica puede representarse como:
K = U ( X , Y) (2)
Donde k es una constante que indica el nivel de satisfacción alcanzado en cualquiera de los puntos de la
curva de indiferencia.
Cada curva de indiferencia es decreciente. Esto es así porque, como los dos bienes
considerados son deseados por el consumidor, si la cantidad poseída de uno de ellos aumenta,
la única forma de mantener constante el nivel de satisfacción será disminuir la cantidad poseída
del otro.
Dos curvas cualesquiera de indiferencia no pueden nunca cortarse, es decir tener un punto
común. Representado en ella dos curvas de indiferencia cada una de ellas correspondiente a un
nivel distinto de utilidad (U0 y U1). Supongamos que ambas curvas se cortan en el punto D.
Este punto, por pertenecer a la curva de indiferencia U0 reportará la misma satisfacción que el
punto D´, pero también la misma que el punto D´´ por pertenecer, también, a la curva de
indiferencia de nivel U1. Pero esto es contradictorio porque la combinación representada por el
punto D´ necesariamente ha de reportar mayor satisfacción al consumidor que la D´´ porque
teniendo ambas la misma cantidad del bien X (OA), la representada por D´ tiene mayor
cantidad del bien Y que la D´´. En consecuencia, la contradicción se debe al cruce de las dos
curvas, que no es posible.
Cada curva de indiferencia representa un mayor nivel de utilidad o satisfacción cuanto más
alejada se encuentre del origen.
Las curvas de indiferencia son convexas respecto al origen de coordenadas. Esto indica
simplemente que a medida que va disminuyendo la cantidad poseída de un bien el consumidor
lo valora más en términos del otro y por tanto, exige mayores cantidades para resarcir
disminuciones adicionales del bien que se va haciendo más escaso.
Por último, es claro que por cada punto del cuadrante positivo X1 X2 pasa una y solo una curva
de indiferencia y en consecuencia, todo el cuadrante positivo puede cubrirse con una familia de
curvas de indiferencia. Como en el cuadrante positivo representa todas las posibles
combinaciones del los bienes X1 y X2 que el consumidor puede poseer, es claro que la función
(1) representa la totalidad de las preferencias del individuo porque valora cualquier posible
combinación accesible de bienes.
Estamos ya en posesión del primer término del problema de optimización de la conducta del
consumidor individual, a través de la función objetivo a maximizar:
U = U(X , Y) (1)
Esta expresión indica que la utilidad aumenta al aumentar la cantidad poseída de uno cualquiera de los
dos bienes cuando se mantiene constante la cantidad poseída del otro.
UX Y < 0 y UY Y < 0
Estas expresiones indican que, a medida que se dispone de mayor cantidad de un bien, los aumentos de
utilidad derivados de la adquisición de una unidad más del mismo son cada vez menores. Puesto que UX
es el aumento de utilidad derivado de la última unidad consumida de X se le denomina utilidad marginal
del bien X de forma que la expresión señalada en la letra A significa que las utilidades marginales son
positivas.
¿Qué es lo que impide al consumidor individual obtener un nivel de satisfacción de sus necesidades tan
alto como desee, es decir, un valor de U tan elevado como quiera? Indudablemente el hecho de que los
bienes X e Y son escasos, tienen un precio, y la renta monetaria de que dispone para adquirirlos está
limitada. Si la renta del consumidor es r, es claro que la cantidad máxima que el consumidor puede
adquirir de los bienes es aquella que implique un gasto total igual a su renta. Es decir, el consumidor ha
de someterse al cumplimiento de la restricción:
El primer miembro es la suma de los desembolsos que es preciso hacer para adquirir las cantidades X e Y
de los bienes X e Y (el producto del precio por la cantidad adquirida) y el segundo miembro es su renta
disponible para el gasto.
Ordenadas en el origen: haciendo X nulo en la ecuación (2), que tiene como interpretación
económica el supuesto en que el sujeto dedique toda su renta al producto X:
Y = r0/PY
X = r0/PX
Esto indica que cuando mayor sea la renta, manteniéndose constantes los precios de los bienes, la recta
de balance estará más alejada del origen, y las variaciones de la renta monetaria (r) se reflejarán en
desplazamientos paralelos de dicha recta. En efecto, al variar r los precios no se alteran y, por tanto, la
inclinación de la recta sigue siendo la misma. Un incremento de la renta de r0 a r1 producirá un
desplazamiento de la recta AA´ a la BB´. Manteniéndose constante la renta monetaria un cambio en los
precios que no sea proporcional, cambiará la inclinación de la recta de balance.. Una disminución del
precio de X de pX a p1B producirá un desplazamiento de la recta de balance de AA´ a AB.
Tenemos ahora planteado el problema del consumidor en los siguientes términos. Se trata de maximizar
la expresión (1) sometida a la restricción (2). Es un caso de máximo condicionado.
Los precios de los bienes son un dato para el consumidor que acude al mercado y la renta del mismo
está fijada, de forma que se encuentra determinada la recta de balance que representamos por la recta
AA´. El problema es obtener la combinación de bienes que mayor satisfacción reporta al consumidor.
El consumidor puede adquirir las combinaciones de bienes representadas por cualquiera de los puntos
de la recta AA´. Si se sitúa en un punto F estará sobre una curva de indiferencia de índice U1, pero esta
combinación, aunque accesible o factible, no será la que mayor utilidad le reporte. En efecto, si sigue
descendiendo sobre su ecuación de balance AA´´ irá accediendo a combinaciones situadas en curvas de
indiferencia más alejadas del origen y, por tanto, alcanzando mayores niveles de satisfacción.
Esto ocurre así hasta el punto E, porque si el consumidor pasa del mismo en su camino descendente por
la recta de balance empezará de nuevo a encontrar combinaciones situadas en curvas de indiferencia de
índice inferior. Por tanto, el punto de equilibrio, de máxima satisfacción, es el punto E.
Esta situación de equilibrio se caracteriza por que en ella la curva de indiferencia y la ecuación de
balance son tangentes entre sí, lo que indica que las inclinaciones geométricas de ambas en el punto E
son idénticas. La inclinación de la recta de balance hemos indicado que era (-Px/Py), la inclinación de la
curva de indiferencia será:
o lo que es lo mismo:
Por tanto la ecuación (3) indica que las últimas unidades monetarias gastadas en ambos bienes han de
reportar la misma utilidad al consumidor por de lo contrario no se estaría en equilibrio. En efecto, en
caso de que el último euro gastado en la adquisición del X1 reportara más utilidad que la dedicada a Y,
debería dedicarse una parte adicional de renta a la adquisición de X a costa de Y porque esto
incrementaría la utilidad o satisfacción total.