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domingo 10 de febrero de 2002
Los Leones presentes
Por Jorge Romero Montañez
“Volverte a ver, por volverte a ver,
yo daría media vida, por volverte a
ver”. Y efectivamente esto es muy
cierto, realmente quien ha tenido la
ilusión de un gran amor, puede expre-
sar estas palabras. A continuación
transcribiré una bonita carta que es-
cribió una hermosa dama a su ena-
morado: ...Sé que te he hecho pasar
momentos desagradables, pero tam-
bién sabes que no han sido intencio-
nales, porque sabes bien cuánto te
quiero, quizá más que a nadie en el
mundo. Cuando estamos juntos te
quiero más todavía, porque estar en-
tre tus brazos me hace sentir más se-
gura y dueña del mundo... Tú eres lo
único bueno y verdadero que he teni-
do en toda mi vida; y porque siempre
me has demostrado un amor sincero,
ese amor que realmente hace feliz,
hace sufrir y hace llorar.
Te amo tanto que me da miedo pen-
sar que algún día lleguemos a tomar
caminos diferentes, y si así fuera por
cosas del destino o que la vida ya no
permitiera que estemos juntos, tú es-
tarás por siempre en mi alma, mi
cuerpo, mi mente y mi corazón por el
resto de mi vida. Te juro que no hay,
ni habrá otra persona como tú, tan
lindo e inteligente, tan agradable,
que sabe lo que realmente es vivir,
que se deja querer y amar simple-
mente con tan sólo verte y escuchar-
te.
Como ves, hay quienes nos enamo-
ramos intensamente alguna vez, y
aún con el paso de los años el recuer-
do de ese gran amor nunca muere. ¿Y
para ti qué es el amor?... “Feliz Día de
San Valentín”.
Cosas reales... “Yo era todavía un
niño. Entre las muchas cosas que me
deslumbraban estaba el viejo teléfo-
no, que en su tiempo era una maravi-
lla. Estaba pegado a la pared en caja
de madera, con el auricular suspendi-
do a su costado. Lo que más me intri-
gaba era que en su interior vivía un
pequeño genio, muy inteligente y
amable que sabía todas las cosas: la
hora que era, el tiempo que haría al
otro día, el horario de los trenes, los
teléfonos de los amigos de mis padres
y su amabilidad para decir todo lo que
mis padres deseaban comunicarles.
Yo quería conocer el nombre de ese
mago chiquito, así que me puse a es-
cuchar todo lo que mi madre le decía,
hasta cómo lo llamaba “Informe por
favor”. Las cosas mágicas siempre
tienen nombres largos, como “abra-
cadabra”. Aún siendo pequeño tuve
mi primer contacto con “Informe por
favor”, se produjo un día que nunca
olvidaré, cuando me puse a clavar
una madera con el martillo de mi pa-
dre, sin querer me di un martillazo
en un dedo que éste se me hinchó. No
ganaba nada con gritar, pues en la ca-
sa no había nadie que pudiera escu-
charme. Entonces... ¡Qué maravilla!
Me acordé del genio “Informe por fa-
vor”. Fui tan rápido como pude, des-
colgué el teléfono y le hablé: “Infor-
me por favor”. En efecto, él estaba
allí. Y además tenía una suave voz de
mujer. Tal vez de un genio era una ge-
nia. En cuanto me respondió, y supe
que había alguien para escucharme
me puse a llorar con todas las ganas,
y como pude, le conté lo que me pasa-
ba. “Estaba solo en la casa y me había
golpeado un dedo, y... “Informe por
favor” me preguntó “¿puedes alcan-
zar en la nevera los cubitos de hie-
lo?”. Le dije “sí puedo”. Y me explicó
que los aflojara bajo el chorro de
agua, que sacara uno y me lo pusiera
Montserrat Cázares y Jorge Obregón en una grata velada.
Silvia Villalobos de Reza fue festejada con una reunión de canastilla,
ya que dentro de breve nacerá su bebé.
NOSOTROS El Siglo de Torreón 29-C
sobre el dedo. Eso me hizo mucho
bien y pensé que tal vez “Informe por
favor” había hecho un poco de magia
para ayudarme. Desde entonces yo
llamaba en secreto a “Informe por fa-
vor” para consultarla por todo.
Un día, cuando ya habíamos habla-
do algunas veces más me preguntó mi
nombre, yo le dije “Jorge” y ella me
dijo “me puedes llamar Luzma”. Al-
gunas semanas más tarde nos fuimos
a vivir a la ciudad, muy lejos del pue-
blo de donde telefoneaba a Luzma.
En la nueva ciudad, cuando llamaba
por teléfono a “Informe por favor”,
me contestaba alguien que no era
Luzma y a Luzma nadie la conocía.
Así que tuve una gran pena. Luego
crecí y me enseñaron cómo funcionan
los teléfonos y aprendí que los genios
no existían. Entonces tuve más de-
seos de conocer a esa segunda mamá
que era Luzma. Un día, siendo ya un
joven tuve que hacer un viaje a mi José Abdo, Alberto Allegre y Eduardo Diez integrantes del Club Sembra-
pueblo natal. Así que fui al teléfono dores de Amistad Laguna.
del tendero, llamé y pedí a Luzma.
Cuando ella me respondió le pregun-
té: Luzma, podrías decirme “¿cómo se
deletrea ‘fijar’?”. Por un momento
dudó, pero me respondió: “¡Espero
que tu dedo esté un poco mejor!”. Y
entonces los dos estallamos en una
carcajada simultánea.
Le conté mi nueva vida y agradecí
todo lo que había hecho por mí siendo
niño. Le dije todo lo que ella había
significado en mi vida. Pero entonces
fue ella la que me dijo, soy yo la que
te debe mucho. No puedes imaginar-
lo: Siempre soñé con tener un hijo,
pero no lo tuve y tú llenaste de mane-
ra formidable ese vacío. Cuando nos
despedimos le prometí llamarla cuan-
do volviera, pues seguramente ten-
dría que hacer un viaje similar algu- Hatziry González Flores celebró su cuarto ono-
nas semanas después y podría ir a co- mástico y los festejó con una fiesta infantil; la
nocerla. Pasó un tiempo y el nuevo acompaña su hermanito Daniel.
viaje se produjo, llamé a la central te-
lefónica “Luzma, por favor”: “¿Es us-
ted pariente de Luzma?”. Contestó Víctor, Rodrigo y García Márquez
otra telefonista. “No, pero somos vie-
jos amigos, dígale que soy Jorge”.
“Señor, -me respondió la telefonista- Manuel Estrada
lamento darle esta mala noticia, pero Quezada
Luzma falleció hace 15 días. Última-
mente estaba muy enferma y trabaja- Quisiera decir todo lo que pienso,
ba sólo medio tiempo, hasta que la sería mejor pensar todo lo que digo.
perdimos. ¡Todos la extrañamos mu- Armando Cobián, Maryfer Romo, Coquito Romo y Marisela Campos.
cho!... Pero, espere un poco, usted me Aún falta lo mejor por venir...
dijo que se llama Jorge. Espere. Aquí
está, ella me dijo que usted compren-
dería, lo que dice la nota: “Jorge, hay
otros mundos a donde ir a cantar”:
¿Puede usted comprender esto señor?
Sí señorita, sí lo comprendo, muchas
gracias y adiós. De pronto me di cuen-
ta que tenía los ojos completamente
húmedos.
Aunque hayan pasado 30 ó 40 años,
no significan nada cuando existe la
verdadera amistad. José Ángel Trevi-
ño de la Garza, Enrique Muñoz Félix,
Pablo Landeros Sánchez, Pedro Gua-
jardo Briones, Octavio Hernández
Galarza, Ramón Simental Gallardo,
José Lozano Lozano, son un grupo de
amigos ex funcionarios de una princi-
pal embotelladora de la Comarca La-
gunera, todos ya jubilados, quienes
los jueves se reúnen de 6 a 9 de la no-
che, en conocido restaurante bar de
Gómez Palacio, para intercambiar
opiniones e ideas, así como los acon-
tecimientos más sobresalientes de la
semana. Todo esto en un ambiente de
cordialidad y camaradería, y quienes
a pesar de ser buenos amigos, todavía
guardan el mutuo respeto, como el
que existió durante sus años labora-
les. “Pensamiento Leonístico”: Nin-
guna persona merece tus lágrimas y
quien la merezca que no te haga llo-
rar. “Nosotros servimos”.