Está en la página 1de 11

Fecha: 15 de marzo de 2020

Título del Sermón: ¿ De dónde vendrá mi socorro?

Versículo Bíblico: Salmos 121:1~8

Sal 121:1~8 1Alzaré mis ojos a los montes; ¿ De dónde vendrá mi socorro?
2
Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra. 3 No dará tu
4
pie al resbaladero, ni se dormirá el que te guarda. He aquí, no se

adormecerá ni dormirá el que guarda a Israel. 5 Jehová es tu guardador;

Jehová es tu sombra a tu mano derecha. 6 El sol no te fatigará de día, ni

la luna de noche. 7 Jehová te guardará de todo mal; El guardará tu alma.


8
Jehová guardará tu salida y tu entrada desde ahora y para siempre.

Todas las personas pedimos ayuda cuando estamos en aprietos o

sufrimientos. Si uno puede resolverlos por símismo no pide ayuda a otros,

pero uno pide ayuda a alguien porque se enfrenta a dificultades difíciles

de resolver. Hay problemas que se resuelven pidiendo ayuda aquí y allá,

pero hay otros que nadie no nos puede resolver.

En la actualidad, debido al virus COVID-19, todo el mundo tiene miedo, y

el poder humano ni siquiera ha encontrado una manera de curarlo.

Aunque la vida sea corta o larga, uno experimenta innumerables

tribulaciones, tanto mentales como físicas, tribulaciones personales,

familiares y hasta nacionales.

Cuando nos enfrentamos a estas tribulaciones, debemos saber que la


ayuda final proviene de Dios. Incluso las situaciones que no pueden ser

resueltas por el poder humano, Dios puede resolverlos. En Salmos 121:2,

dice: “Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra”. ¿ Cómo

puede ayudarnos Jehová, que hizo los cielos y la tierra?

1. Dios Todopoderoso

Primero, Dios nos ayuda porque Dios es Omnipotente. ¿ No es bueno que

los padres ayuden cuando uno está en problemas? Los padres aman a

sus hijos y quieren darles lo mejor. Sin embargo, los padres a menudo no

pueden ayudar a sus hijos, pues no son omnipotentes. No obstante,

nuestro Dios es Dios Todopoderoso, por lo que podemos esperar de su

ayuda. Cuando oramos y clamamos al Señor, nuestro Dios

Todopoderoso obra de una manera que no podemos imaginar. Dios nos

hizo a cada uno de nosotros por lo que siempre está para ayudarnos.

Dios es Dios creador y hace que lo imposible sea posible. Dios creó

nuestro cuerpo, alma y espíritu, y conoce cada detalle de los seres

humanos, por lo que nos ayuda en nuestros problemas.

Asimismo, Dios no solo nos creó sino que guarda de nosotros y nos

protege. En Salmos 127:1, dice:

Sal 127:1 1Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la

edifican; si Jehová no guardare la ciudad, en vano vela la guardia.

Nosotros no podemos vivir sin la preservación de Dios.


Además, Dios no solo nos ha creado y cuida de nosotros, sino también

obra en nosotros con asombrosos milagros. Cuando Israel salió de Egipto

luego de 430 años de esclavitud, el Mar Rojo estaba frente de ellos

mientras el ejército de Faraón iba tras Israel. Moisés oró y Dios dividió el

Mar Rojo para que el pueblo pase en seco. Asimismo, a medida que los

israelitas avanzaban en el desierto, ¿ Cuánta comida necesitaban los

millones que iban? Ese era un problema que no se podía resolver por el

poder humano. No obstante, Dios envió maná del cielo, y los israelitas

comieron en el desierto durante 40 años. Por lo tanto, nosotros sabemos

que el Dios en quien creemos y servimos es Dios de milagros.

Hay muchas personas que preguntan: “¿ Cuál es el motivo por el cual en

estos tiempos no podemos experimentar los milagros de Dios?”. Es

porque nadie espera que los milagros sucedan. Si nosotros creemos y

esperamos del milagro de Dios, los milagros sucederán.

Si miramos el ministerio de Jesús en la tierra, es imposible imaginar que

no sucedieran milagros. Cuando el vino terminó en las bodas de Caná,

Jesús convirtió el agua en vino, y de esa forma convirtió esa crisis en

alegría. Hoy en día, cuando nos encontramos en una crisis, Jesús hace

milagros por nosotros para convertir nuestras crisis en alegría.

También Jesús calmó el mar de Galilea. Cuando hubo tormenta y los

vientos soplaban, las olas golpeaban la barca y estaban en peligro de


hundirse, y fue cuando el Señor dijo: “Calla, enmudece”. Es una sola

palabra que dijo el Señor, la tempestad se calmó e inmediatamente hubo

una gran bonanza. De igual forma, cuando nos encontramos en las

tormentas de la vida, el Señor dice: “Calla, enmudece”. Nuestro Señor

Jesucristo hasta hoy día hace sus milagros pues es el mismo ayer, hoy y

siempre, por lo que el siempre obra en nosotros.

2. Dios es amor

Segundo, Dios nos ayuda porque es Dios de Amor. Cuando uno ama

siempre desea ayudar. Los padres aman a sus hijos por lo que siempre

están ahípara ayudarles una y otra vez. Dios nos ama por eso nos ayuda.

¿ Cómo podemos saber que Dios nos ama? En 1Juan 4:9~10, dice:

1Jn 4:9~10 9 En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en

que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él.
10
En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios,

sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por

nuestros pecados.

La prueba de que Dios nos amó y ama es que envió a su único Hijo para

que muera por cada uno de nuestros pecados. Dios nos amó a nosotros

primero, y por medio de Jesús nos hizo sus hijos dándonos vida eterna.

El amor de Dios por cada uno de nosotros es indescriptible. Dios envió a

su Hijo para que muera en la cruz por amor, y Jesús no escatimó su


propia vida para salvarnos del pecado y la muerte, mostrándonos el amor

más grande y puro. Por lo tanto, si pedimos ayuda a Dios, él está

dispuesto en ayudarnos siempre. Jesús dijo en San Mateo 7:9~11, así:

Mt 7:9~11 9 ¿ Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le


10
dará una piedra? ¿ O si le pide un pescado, le dará una serpiente?
11
Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros

hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas

cosas a los que le pidan?

3. Para obtener la ayuda de Dios

¿ Qué tenemos que hacer hoy en día para obtener la ayuda de Dios? Los

que aún no creen en Jesús deben aceptarles como Salvador personal.

En Salmos 91:14, dice:

Sal 91:14 14 Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré;

Le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre.

El Señor dijo que ayudaría a los que aman a Dios y exaltan su nombre.

Las personas que no creen en Jesús no le aman, pues no conocen su

nombre. Por lo tanto, es primordial aceptarle a Jesús como Salvador,

amarle a él, conocer de su nombre, para que el Señor pueda rescatarles

del sufrimiento.

Luego debemos orar y clamar para recibir la ayuda de Dios. Un miembro

de nuestra iglesia, siendo un fiel y devoto cristiano, un día repentinamente


le diagnosticaron cáncer de páncreas. Cuando le diagnosticaron ya

estaba en grado dos, y las células hicieron metástasis en el hígado, y el

cáncer empezó a invadir su cuerpo. Una cirugía era casi imposible. Esta

persona empezó con su quimioterapia, pero ésta no fue tan efectiva y su

hígado empeoró.

Cuando en el hospital le dijeron que era imposible tratarle, comenzó a

escribir su testamento y prepararse para su muerte. No obstante, hizo

otro tratamiento anticancerígeno, y los efectos secundarios eran bastante

fuertes, como ser, la caída de su cabello y cejas, sangrado de nariz, dolor

y ardor en la cara y el cuerpo, vómitos y nauseas, por lo que perdió más

de 10 kg. A pesar de todo lo que le estaba pasando, él decidió no rendirse,

por lo que fue al Monte de Ayuno y Oración Osanri, y clamó a Dios con

todas sus fuerzas. Días después asistió a una cruzada de bendición y oré

por él imponiéndole la mano. Ese mismo día, luego de predicar, proclamé

diciendo: “Todo cáncer de páncreas e hígados han sido sanados”. Luego

de 12 días, esa persona fue al hospital y Dios había hecho un gran

milagro en su vida al erradicar todas las células cancerígenas de su

páncreas e hígado. En Jeremías 29:11~13, dice:


11
Jer 29:11~13 Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de

vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el


12
fin que esperáis. Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y
yo os oiré; 13 y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo

vuestro corazón.

Si oramos, clamamos e invocamos el nombre de Dios, Dios mismo oirá

nuestras oraciones y hará de sus grandes milagros que no nos podemos

ni siquiera imaginar.

Y por último, Dios nos ayuda si confiamos en él hasta el final. No debemos

creer a medias, sino debemos creer totalmente y depositar toda nuestra

confianza en Dios. Nuestro Padre Celestial puede respondernos tan

pronto como creamos en él, pero hay momentos en que debemos esperar

mucho su respuesta. Cuando Abraham tenía 75 años Dios le prometió

que le daría un hijo. Espero 1 año, dos años, 10 años, 20 años y no hubo

respuesta alguna, pero él siguió esperando, y a los 25 años cuando

cumplió 100 años de edad, tuvo un hijo.

Abraham creyó y oró hasta el final porque tenía fe de que su

descendencia sería como las estrellas del cielo como Dios le había

prometido. Abraham se postró en su tienda y dijo: “Señor, dame un hijo.

Dame un hijo por favor”. Entonces Dios le dijo: “Abraham, sal de tu tienda

y mira el cielo”. Cuando Abraham salió de su tienda y miró al cielo, no

pudo contar la cantidad de estrellas que había. Entonces, Dios le dijo:

“Abraham, tu descendencia será como las estrellas del cielo”. Es por eso

que Abraham oró y clamó durante 25 años, soñando que su


descendencia sería como las estrellas del cielo, recibiendo la respuesta

por parte de Dios.

Nosotros debemos mirar la cruz de Jesús y trazar sueños en nuestros

corazones. Al orar, debemos soñar que Dios ya ha respondido nuestras

oraciones. Jesús se hizo cargo de todos nuestros pecados en la cruz, por

lo que nosotros debemos trazar y guardar en nuestros corazones el

perdón de nuestros pecados. Asimismo, debemos mirarnos a nosotros

mismos y proclamar sanidad en nuestras vidas. “Señor, sáname, cúrame”,

y seguir trazando dibujos de sanidad de nuestras enfermedades, para

que Dios obre y haga sus grandes maravillas en nosotros.

Asimismo, no miremos lo que no tenemos, sino miremos lo que tenemos.

También miremos que estaremos al lado del trono del Señor en el cielo

para glorificarle. Nosotros tenemos sueños en nuestros corazones, y

oremos para que los milagros de Dios obren y se manifiesten. En el libro

de Salmos 91:2~3, dice:

Sal 91:2~3 2 Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en

quien confiaré. 3 El te librará del lazo del cazador, de la peste destructora.

Esta Palabra de Dios es el pincel que Dios nos dio. Por medio de este

pincel podemos hacer y trazar dibujos. Dibujemos a nuestro Dios que nos

puede salvar de esta epidemia. Dibujemos a Dios quien es nuestro

refugio y fortaleza, y al mismo tiempo, que Dios está con cada uno de
nosotros cuando estamos en problemas.

Si tenemos la promesa de la Palabra de Dios y la dibujamos en oración

en nuestros corazones, dicha promesa se hará realidad. Le desafío a que

pruebe para experimentar lo real en el Señor.

Si vemos en la Biblia, en los párrafos que leímos hoy, aparecen varias

veces que Dios cuida de nosotros. En Salmos 121:3~4, dice:

Sal 121:3~4 3 No dará tu pie al resbaladero, Ni se dormirá el que te guarda.


4
He aquí, no se adormecerá ni dormirá el que guarda a Israel.

¿ Cuán minucioso es Dios para guardarnos y protegernos? El salmista

confesó diciendo en Salmos 17:8, así:


8
Sal 17:8 Guárdame como a la niña de tus ojos; escóndeme bajo la

sombra de tus alas.

También en Deuteronomio 32:10, dice así:

Dt 32:10 10 Le halló en tierra de desierto, y en yermo de horrible soledad;

Lo trajo alrededor, lo instruyó, lo guardó como a la niña de su ojo.

El ojo es un órgano muy importante, por lo que cuando llega un peligro,

cerramos automáticamente nuestros ojos. Dios nos cuida y guarda como

esos ojos, por lo tanto, nosotros podemos disfrutar y gozar de la paz de

Dios ante cualquier adversidad o circunstancia.

Cuando nos encontramos en problemas es bueno saber que tenemos

una persona en quien podemos recostarnos y apoyarnos, nosotros


podemos confiar en Dios por lo que debemos estar siempre agradecidos.

Es una gran bendición saber que Dios siempre nos ayuda, protege y lleva

nuestras cargas.

Dios siempre está con nosotros y es nuestra fuerza y pronto auxilio. Si

Dios está con nosotros su gracia indescriptible se derrama en nuestras

vidas. Si caemos en el pantano de la enfermedad, es hora que la

reprendamos y nos levantemos. Si caemos en el dolor, sufrimiento,

frustración y decepción, es hora que nos pongamos de pie por medio de

la fe. Dios dijo que estaría con nosotros todos los días y nos ayudaría.

Dios, que hizo los cielos y la tierra, el que dio a su único Hijo por amor a

nosotros, nuestro Dios Todopoderoso dijo que nos ayudaría, por lo que

nosotros solo debemos creer en él y vencer toda situación por medio de

la fe. Levantémonos nuevamente.

Desde hoy en adelante, no miremos el entorno, no miremos a las

personas, solo vivamos mirando y enfocándonos en Dios, pues es el

único que nos puede ayudar. Nuestro Dios desea amarnos, cuidarnos y

guiarnos paso a paso. Obedezcamos, creamos, confiemos, sirvamos a

Dios y cada día oremos clamando su ayuda.


Oremos: Padre celestial, venimos ante tu presencia para proclamar

sanidad en nuestras vidas. En el nombre de Jesucristo de Nazaret,

reprendo todo espíritu inmundo de enfermedad, y declaro sanidad

sobre cada uno de nosotros. Padre, sananos hoy y rescata nuestras

vidas a través del Nombre sobretodo Nombre, Jesucristo de Nazaret.

Sananos desde la cabeza hasta la punta de nuestros pies. Todo esto

te lo pedimos en el nombre de Jesucristo. Amén.

También podría gustarte