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Comentario de Don Quijote de la Mancha

1. (CONTEXTO- LOCALIZACIÓN)

El resultado que consiguió Cervantes con su obra, fue una fuerte crítica a la novela de
caballerías, una imitación burlesca en la que se ridiculizan las acciones, situaciones, tramas,
etc., propias de este género situándolas en la vida real, con la que chocan claramente; y
marcándolas como fuente de locura. Sin embargo, Cervantes defiende los ideales de justicia
caballerescos de los que hace gala Don Quijote y hace una crítica de la sociedad, que
siempre le toma por loco o se burla de él y de su forma de pensar y que por lo tanto no
comparten los valores de justicia que convertirían el mundo en un lugar …ver más…

Cervantes crea también un personaje arábigo que supuestamente fue quien escribió sobre lo
ocurrido a D. Quijote y cuenta como tuvo que traducir la obra para poder transmitírnosla.

Con esto, crea un juego, una interacción con el lector; y consigue dar un mayor realismo a
la narración e introducirla con más naturalidad.
La novela comienza con un prólogo que contiene diversos poemas escritos en alabanza de
la propia obra. La obra en sí se estructura en dos partes. En la primera cuenta la historia de
Alonso Quijano un hidalgo que enloquece al leer muchas novelas de caballerías y decide
salir a armarse caballero y a deshacer entuertos, ya que él cree que es necesario para el bien
mundial. Se arma caballero en una venta y que confunde con castillo y tras ello decide
volver para preparar mejor su segunda salida. Le suceden diversas aventuras cómicas en las
que acaba siempre metido al ser impulsado por sus ideales caballerescos que chocan con la
sociedad de la época. Fi

(OBRA) El fragmento que vamos a comentar pertenece a El Ingenioso hidalgo don

Quijote de la Mancha, novela publicada en 1605 (AUTOR) por Miguel de Cervantes.

(GÉNERO) Es obra que parodia las novelas de caballerías que tanto éxito tenían en aquella
época y que, según Cervantes, tanto daño hacían a sus lectores.

(MOVIMIENTO) Aunque su autor es hombre que vive en el Renacimiento, la publicación


de esta obra se produce a comienzos del siglo XVII, dentro del movimiento artístico
denominado Barroco. (PEQUEÑO RESUMEN OBRA)Cuenta las aventuras de un hidalgo
que, enloquecido por la lectura de novelas de caballería, decide convertirse en caballero
andante con ayuda de su fiel escudero Sancho Panza. Después de muchas aventuras y
desventuras, el pobre caballero regresa a su aldea derrotado, pero antes de morir recupera la
razón y se da cuenta del error cometido. (LOCALIZACIÓN

DENTRO DE LA OBRA) Concretamente este fragmento que vamos a comentar pertenece


al capítulo VIII de la primera parte.

2. (ARGUMENTO)

En él se nos relata la famosa aventura de los molinos. Don

Quijote, convencido de que los molinos son gigantes, arremete contra ellos, saliendo mal
parado. De nada le valen las advertencias de Sancho, que sí ve que los llamados gigantes no
son sino molinos de viento.

(TEMA)

Cervantes con esta aventura quiere mostrar al lector el espíritu idealista de don

Quijote frente al espíritu realista de Sancho. Don Quijote aparece aquí en su más puro estilo
idealista: movido por el convencimiento de que debe hacer el bien (“ésta es buena guerra”),
y por el impulso de su amor (“encomendándose a Dulcinea”) y ciego ante una realidad que
transforma.

3. ESTRUCTURA + 4. FORMA (ESTILO)


A. (ESTRUCTURA EXTERNA) (sólo de la primera aventura)

El fragmento narrativo reproduce el diálogo entre Don Quijote y Sancho Panza ante los
molinos de viento.

(ESTILO) En cuanto al estilo, hay que destacar el contraste sobre el que se articula la
narración. La antítesis entre la visión de amo y escudero y la evidencia de que éste tiene
razón refuerzan el carácter estrafalario del hidalgo y su fracaso final.

B. (ESTRUCTURA INTERNA)

Desde el punto de vista del contenido, este texto se puede dividir en tres partes:

IES MESTRES I BUSQUETS Dept. Lengua castellana

VILADECANS

O la primera comprende desde el comienzo “en esto…” hasta “desigual batalla”-6º párrafo.
Es la presentación del lugar (“campo” con “treinta o cuarenta molinos”, presentación de los
personajes (Don Quijote y su escudero Sancho) y, por último, la presentación del conflicto:
la confusión entre molinos – gigantes; o la segunda abarca desde “y diciendo esto…” hasta
“tal fue el golpe que dio con él Rocinante” y en ella se narra el nudo del conflicto, la
“batalla” entre caballero y molinos y la consecuente derrota del caballero; o y la tercera
parte, que va desde “¡Válgame Dios…!” hasta el final. Es la recriminación de Sancho y la
justificación de la derrota por parte de Don Quijote

C. (FORMA + CONTENIDO)

«La biografía de Cervantes revela un destino sumamente típico de la época de transición


del romanticismo caballeresco al realismo. Sin conocer esta biografía es imposible valorar
sociológicamente Don Quijote. El poeta procede de una familia pobre, pero que se
considera entre la nobleza caballeresca; a consecuencia de su pobreza se ve obligado desde
su juventud a servir en el ejército de Felipe II como simple soldado y a pasar todas las
fatigas de las campañas de Italia. Toma parte en la batalla de Lepanto, en la que es
gravemente herido. A su regreso de Italia cae en manos de los piratas argelinos, pasa cinco
amargos años en cautividad, hasta que después de varios intentos fracasados de fuga es
redimido en el año 1580. En su casa encuentra de nuevo a su familia completamente
empobrecida y endeudada. Pero para él mismo –el soldado lleno de méritos, el héroe de
Lepanto, el caballero que ha caído en cautividad en manos de paganos– no hay empleo;
tiene que conformarse con el cargo de subalterno de modesto recaudador de contribuciones,
sufre dificultades materiales, entra en prisión, inocente, o a consecuencia de una leve
infracción, y, finalmente, tiene todavía que ver el desastre del poder militar español y la
derrota ante los ingleses. La tragedia del caballero se repite en gran escala en el destino del
pueblo caballeresco por excelencia. La culpa de la derrota, en lo grande como en lo
pequeño, lo tiene, como ahora se ve bien claramente, el anacronismo histórico de la
caballería, la inoportunidad del romanticismo irracional en este tiempo esencialmente
antirromántico. Si Don Quijote achaca a encantamiento de la realidad la inconciliabilidad
del mundo y de sus ideales y no puede comprender la discrepancia de los órdenes subjetivo
y objetivo de las cosas, ello significa solo que se ha dormido mientras que la historia
universal cambiaba, y, por ello, le parece que su mundo de sueños es el único real, y, por el
contrario, la realidad, un mundo encantado lleno de demonios. Cervantes conoce la
absoluta falta de tensión y polaridad de esta actitud, y, por ello, la imposibilidad de
mejorarla. Ve que el idealismo de ellas es tan inatacable desde la realidad, como la realidad
exterior ha de mantenerse intocada por este idealismo, y que, dada la falta de relación entre
el héroe y su mundo, toda su acción está condenada a pasar por alto la realidad.
Puede muy bien ocurrir que Cervantes no fuera desde el principio consciente del profundo
sentido de su idea, y que comenzara en realidad por pensar solo en una parodia de las
novelas de caballería. Pero debe de haber reconocido pronto que en el problema que le
ocupaba se trataba de algo más que de las lecturas de sus contemporáneos. El tratamiento
paródico de la vida caballeresca hacía tiempo que no era nuevo; ya Pulci se reía de las
historias caballerescas, y en Boiardo y Ariosto encontramos la misma actitud burlona frente
a la magia caballeresca. En Italia, donde lo caballeresco estaba representado en parte por
elementos burgueses, la nueva caballería no se tomó en serio. Sin duda, Cervantes fue
preparado para su actitud escéptica frente a la caballería allí, en la patria del liberalismo y
del humanismo, y desde luego hubo de agradecer a la literatura italiana la primera
incitación a su universal burla. Pero su obra no debía ser solo una parodia de las novelas de
caballerías de moda, artificiosas y estereotipadas, y una mera crítica de la caballería
extemporánea, sino también una acusación contra la realidad dura y desencantada, en la que
a un idealista no le quedaba más que atrincherarse detrás de su idea fija. No era, por
consiguiente, nuevo en Cervantes el tratamiento irónico de la actitud vital caballeresca, sino
la relativización de ambos mundos, el romántico idealista y el realista racionalista. Lo
nuevo era el insoluble dualismo de su mundo, el pensamiento de que la idea no puede
realizarse en la realidad y el carácter irreductible de la realidad con respecto a la idea.
En su relación con los problemas de la caballería, Cervantes está determinado
completamente por la ambigüedad del sentimiento manierista de la vida; vacila entre la
justificación del idealismo ajeno del mundo y de la racionalidad acomodada a éste. De ahí
resulta su actitud ambigua frente a su héroe, la cual introduce una nueva época en la
literatura. Hasta entonces había en ella solamente caracteres de buenos y de malos,
salvadores y traidores, santos y criminales, pero ahora el héroe es santo y loco en una
persona. Si el sentido del humor es la aptitud de ver al mismo tiempo las dos caras opuestas
de una cosa, el descubrimiento del humor en la literatura, del humor que antes del
Manierismo era desconocido en este sentido. No tenemos un análisis del Manierismo en la
literatura que se salga de las exposiciones corrientes del Manierismo, gongorismo y
direcciones semejantes; pero si se quisiera hacer tal análisis, habría que partir de Cervantes.
Max Dvorak y Wilhelm Pinder han señalado el carácter manierista de las obras de
Shakespeare y Cervantes, sin entrar por lo demás en su análisis. Junto al sentido vacilante
ante la realidad y las borrosas fronteras entre lo real y lo irreal, se podrían estudiar también
en él, sobre todo, los otros rasgos fundamentales del Manierismo: la transparencia de lo
cómico a través de lo trágico y la presencia de lo trágico en lo cómico, como también la
doble naturaleza del héroe, que aparece ora ridículo, ora sublime. Entre estos rasgos figura
especialmente también el fenómeno del “autoengaño consciente”, las diversas alusiones del
autor a que en su relato se trata de un mundo ficticio, la continua transgresión de los límites
entre la realidad inmanente y la trascendente a la obra, la despreocupación con que los
personajes de la novela se lanzan de su propia esfera y salen a pasear por el mundo del
lector, la “ironía romántica” con que en la segunda parte se alude a la fama ganada por los
personajes gracias a la primera, la circunstancia, por ejemplo, de que lleguen a la corte
ducal merced a su gloria literaria, y cómo Sancho Panza declara allí de sí mismo que él es
“aquel escudero suyo que anda, o debe de andar en la tal historia, a quien llaman Sancho
Panza, sino es que me trocaron en la cuna, quiero decir, que me trocaron en la estampa”.
Manierista es también la idea fija de que está poseído el héroe, la constricción bajo la cual
se mueve, y el carácter marionetesco que en consecuencia adquiere toda la acción. Es
manierista lo grotesco y caprichoso de la representación; lo arbitrario, informe y
desmesurado de la estructura; el carácter insaciable del narrador en episodios siempre
nuevos, comentarios y digresiones; los saltos cinematográficos, divagaciones y sorpresas.
Manierista es también la mezcla de los elementos realistas y fantásticos en el estilo, del
naturalismo del pormenor y del irrealismo de la concepción total, la unión de los rasgos de
la novela de caballería idealista y de la novela picaresca vulgar, el juntar el diálogo
sorprendido en lo cotidiano, que Cervantes es el primer novelista en usar, con los ritmos
artificiosos y los adornados tropos del conceptismo. Es manierista también, y de manera
muy significativa, que la obra sea presentada en estado de hacerse y crecer, que la historia
cambie de dirección, que figura tan importante y aparentemente tan imprescindible como
Sancho Panza sea una ocurrencia a posteriori, que Cervantes –como se ha afirmado
(Miguel de Unamuno: Vida de Don Quijote y Sancho, 1914) – no entienda al cabo él
mismo a su héroe. Manierista es, finalmente, lo desproporcionado, ora virtuosista y
delicado, ora descuidado y crudo, de la ejecución, por la que se ha llamado al Don
Quijote la más descuidada de todas las grandes creaciones literarias, es verdad que solo a
media con razón, pues hay obras de Shakespeare que merecen igualmente tal título.
Cervantes y Shakespeare con casi compañeros de generación; mueren, aunque no de la
misma edad, en el mismo año. Los puntos de contacto entre la visión del mundo y la
intención artística de ambos poetas son numerosos, pero en ningún punto es tan
significativa la coincidencia entre ellos como en su relación con la caballería, que ambos
tienen por algo extemporáneo y decadente. A pesar de esta unanimidad fundamental, sus
sentimientos respecto del ideal caballeresco de vida, como no cabe esperar de otro modo
ante fenómeno tan complejo, son muy distintos.»

«La novela moderna es un género único porque diríase que todas sus posibilidades están
contenidas en un único libro: Cervantes funda el género en el Quijote y al mismo tiempo lo
agota -aunque sea volviéndolo inagotable-; o dicho de otro modo: en el Quijote Cervantes
define las reglas de la novela moderna acotando el territorio en el que a partir de entonces
nos hemos movido todos los novelistas, y que todavía no hemos terminado de colonizar. ¿Y
qué es ese género único? ¿O qué es al menos para su creador? Para Cervantes la novela es
un género de géneros; también, o antes, es un género degenerado. Es un género degenerado
porque es un género bastardo, un género sine nobilitate, un género snob; los géneros nobles
eran, para Cervantes como para los hombres del Renacimiento, los géneros clásicos,
aristotélicos: la lírica, el teatro, la épica. Por eso, porque pertenecía a un género innoble,
el Quijote apenas fue apreciado por sus contemporáneos, o fue apreciado meramente como
un libro de entretenimiento, como un best seller sin seriedad. Por eso no hay que engañarse:
como dijo José María Valverde, Cervantes nunca hubiese ganado el Premio Cervantes. Y
por eso también Cervantes se preocupa en el Quijote de dotar de abolengo a su libro y lo
define como "épica en prosa", tratando de injertarlo así en la tradición de un género clásico,
y de asimilarlo. Dicho esto, lo más curioso es que es precisamente esta tara inicial la que
termina constituyendo el centro neurálgico y la principal virtud del género: su carácter
libérrimo, híbrido, casi infinitamente maleable, el hecho de que es, según decía, un género
de géneros donde caben todos los géneros, y que se alimenta de todos. Es evidente que sólo
un género degenerado podía convertirse en un género así, porque es evidente que sólo un
género plebeyo, un género que no tenía la obligación de proteger su pureza o su virtud
aristocráticas, podía cruzarse con todos los demás géneros, apropiándose de ellos y
convirtiéndose de ese modo en un género mestizo. Eso es exactamente lo que es
el Quijote: un gran cajón de sastre donde, atadas por el hilo tenuísimo de las aventuras de
don Quijote y Sancho Panza, se reúnen en una amalgama inédita, como en una enciclopedia
que hace acopio de las posibilidades narrativas y retóricas conocidas por su autor, todos los
géneros literarios de su época, de la poesía a la prosa, del discurso judicial al histórico o el
político, de la novela pastoril a la sentimental, la picaresca o la bizantina. Y, como eso es
exactamente lo que es el Quijote, eso es exactamente también lo que es la novela, y en
particular una línea fundamental de la novela, la que va desde Sterne hasta Joyce, desde
Fielding o Diderot hasta Perec o Calvino.»

En la primera parte, Don Quijote se siente afortunado (“la ventura va guiando nuestras
cosas”) por encontrar una situación donde demostrar su heroísmo. Está convencido de que
hace el bien y de que su batalla “es gran servicio” a Dios. Su estado de confianza le hace
utilizar un vocabulario o unas expresiones altisonantes:

“desaforados”, “faz”, “acertáramos a desear”. También muestra su expresividad por medio


de metáforas, como “mala simiente de la tierra”, para referirse a enemigos. Pero es con uso
de la hipérbole como Cervantes consigue acercarse mejor al comportamiento exagerado de
Don Quijote (“fiera y desigual batalla” o “leguas” para referirse a brazos largos).

Frente a esta visión idealizada y exaltada de la acción que va a emprender, Sancho expresa
su extrañeza de manera simple: “¿Qué gigantes?”. Esta simpleza es interpretada por Don
Quijote como cobardía (“si tienes miedo, quítate de ahí…”)

En la segunda parte, Don Quijote increpa a los molinos-gigantes y antes de arremeter


contra ellos, se encomienda a su dama Dulcinea. La derrota no se hace esperar. Los golpes
recibidos sí que son gigantescos y nada tienen de irreales (“fue rodando muy maltrecho por
el campo”). La situación provoca humor en el lector, a la vez que cierta compasión por su
estado. El protagonista está enajenado y cree vivir en otra época, de ahí el lenguaje
arcaizante que utiliza (“Non fullades, cobardes y viles criaturas…”)

En la tercera parte, Sancho recrimina a Don Quijote su confusión (“¿No le dije yo a vuestra
merced que mirase bien lo que hacía…?”). El caballero, tras el golpe, vuelve a ver molinos
en lugar de gigantes y busca una doble explicación: primero que “las cosas de la guerra”
están sometidas a cambios y segundo que ha sido el sabio

Frestón quien le ha cambiado la realidad para quitarle “la gloria del vencimiento”.

Don Quijote comienza el capítulo subido a Rocinante y acaba derrotado en el suelo. IES
MESTRES I BUSQUETS Dept. Lengua castellana
5. PERSONAJES

Este es uno de los capítulos en que los que se ve más contrastada la personalidad de ambos
personajes: o Don Quijote se muestra idealista, transforma la realidad, le mueve hacer el
bien, está loco, se ve especialmente cuando entra en batalla, cree en Dios y tiene a Dulcinea
como verdadera musa de sus hazañas. En su atrevimiento cree ser valiente. O Sancho Panza
da muestras de tener sentido común y recrimina a su señor su no obediencia. Es el
personaje que encarna el realismo. Acusado de cobardía por Don Quijote, prefiere
contrariar a su amo antes que aceptar que los molinos son gigantes.

6. NARRADOR

Para narrar, Cervantes utiliza en este fragmento el narrador omnisciente (“iba tan puesto en
que eran gigantes…” “ni echaba de ver…”) reproduce así los pensamientos del personaje.
De esta manera, el lector se aproxima más a la personalidad de los personajes, porque sabe
lo que piensan y lo que sienten.

(La novela, sin embargo, es un ejemplo de narrador-editor. Cervantes simula encontrarse


unos cartapacios que manda traducir. Es esta una de las grandes aportaciones de El Quijote
a la literatura: las diferentes técnicas narrativas utilizadas por su autor).

7. SOCIEDAD

A partir de los dos personajes que aparecen en este fragmento (amo y escudero) podemos
encontrar una de las razones del humor de esta novela. Don Quijote intenta reproducir con
Sancho una relación que ya en el siglo XVII ya no se daba. En esta época, la relación feudal
señor-vasallo ya había desaparecido. Don Quijote al ir ataviado con una armadura,
hablando como habla y con los valores de los caballeros medievales no hace sino reflejar
que es un hombre estrafalario y desfasado porque cree vivir en un modelo social que hace
tiempo que ha dejado de existir.

8. (CONCLUSIÓN)

En conclusión, podemos decir que en este fragmento Cervantes se burla de las novelas de
caballería. Todos los planteamientos del supuesto caballero caen por tierra, como él mismo:
la guerra, que no es tal; el enriquecimiento, que no consigue; los gigantes que son molinos.
Al reproducir el estilo altisonante de las novelas de caballerías, el autor se está burlando de
ellas. Pero la novela es mucho más, porque aparte de criticar un modelo caduco de
literatura y de sociedad, el autor está mostrando un rico análisis de la naturaleza humana,
con sus miserias pero con sus grandezas.

Aunque equivocado, Don Quijote se hace querer por la pureza de sus motivaciones.

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