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Doctorado en Ciencias Sociales y Humanas - PUJ

Curso: Arqueogenealogía de la Colombianidad – 2010

Profesores. Santiago Castro-Gómez y Oscar Saldarriaga Vélez

Ensayo: BERNARDO HERRERA H. b.herrera@javeriana.edu.co

La INTERCULTURALIDAD
en la Mediación del Conocimiento
(Resumen)

En este ensayo se revisa la Teoría del Actor Red -TAR- a partir


del discurso aplicado por investigadores que, desde enfoques
poscoloniales, toman nociones de esa teoría para el estudio
de la ciencia y la tecnología en Colombia. El análisis crítico del
concepto de “agencia” abre posibilidades a la interculturalidad
en la mediación del conocimiento.

INTRODUCCION

Con algunas excepciones..., la idea de que la universidad pueda


generar espacios en los que distintas formas de producir
conocimiento –digamos entre la medicina indígena y la medicina
tradicional– puedan coexistir, es por ahora una utopía... Castro-
Gómez (2005)

Apoyados originalmente en la teoría de la dependencia hemos venido


revaluando la visión centro/periferia hasta llegar a una mirada multi o glo/cal
de las dinámicas territoriales de conocimiento. Al comienzo, el énfasis se puso
en la economía regional y urbana pasando por campos tan diversos como la
administración, la planeación del desarrollo, y la economía industrial, hasta
llegar hoy en día a la sociología de la ciencia a partir de trabajos etnográficos
de la innovación. En el centro de las reflexiones actuales está el interés por
comprender los procesos de aprendizaje en lo que las teorías constructivistas
denominan “redes socio-técnicas”; nuestra preocupación jira en torno al papel
que en ellas juegan diferentes actores humanos y no humanos. De esa
reflexión proponemos el papel que desempeñan “Agentes de Mediación de

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Conocimiento” -AGM- en la innovación, ese rol lo queremos problematizar en el
presente ensayo:

“El concepto de innovación… en este trabajo… debe ser entendida desde su


dimensión socio-organizacional. La innovación es definida como un cambio
aprovechable en el que juega un papel importante un Agente Mediador de
Conocimiento -AMC-. Tal papel de un AMC es determinante para ‘traducir’ la
novedad de manera que ella dé respuesta a diferentes tipos de intereses.”
Herrera, Jaime et Vinck (2006:4)

Nuestra reflexión en este „paper‟ pasa por problematizar el concepto central de


la definición de -AMC-, lo que ponemos en cuestión es la “agencia” del papel
mediador de conocimiento. Apoyados en la Teoría del Actor Red, hasta ahora
esa agencia había sido vista ajena a intereses particulares, es decir, la
habíamos considerado como una función neutra.

Este ensayo contribuye al proyecto de investigación propuesto originalmente


para el Doctorado en Ciencias Sociales y Humanas, en la medida en que en
dicho proyecto proponíamos discutir la Teoría del Actor Red TAR desde la
modernidad/colonialidad. Aquí avanzamos en esa dirección, lo que queremos
es mostrar porqué es necesario el cambio de miradas de la investigación y en
qué aspectos se mantendrá la aproximación hasta ahora privilegiada.

Para comenzar mostraremos la aplicación de ciertas nociones latourianas en


estudios sobre la historia de la ciencia y la construcción social de la tecnología
en Colombia [1], en el punto siguiente, se problematiza la noción de agencia
rescatando desde donde se enuncia el discurso de la teoría actor-red por los
estudios poscoloniales [2]. En la conclusión, involucramos la interculturalidad
en la noción de mediación de conocimientos.

[1] La “agencia” en la Mediación del Conocimiento

En este aparte comenzaremos por comprender la segunda parte del título de


nuestro ensayo: mediación del conocimiento. Nos proponemos ahondar en las
nociones que están detrás de la mediación. Dichas nociones permiten
comprender el papel del mediador, según los estudios sociales de la ciencia y
la tecnología CTS que privilegian la Teoría del Actor Red. Nos remitiremos,
exclusivamente, a aquellos estudios cuando hagan referencia a Bruno Latour.
Se transcriben los principales apartes de la discusión sobre la agencia tal y
como ha sido propuesta por autores que han estudiado la historia de la ciencia
y la tecnología y sus relaciones entre poder y conocimiento, en el contexto
colombiano.

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Comencemos por citar apartes de una reciente propuesta -disponible en línea-
en la que el Observatorio Colombiano de la Ciencia y la Tecnología en alianza
con investigadores del a Uniantioquia, la Pontificia Universidad Javeriana y la
Universidad del Tolima, en conjunto, bajo la codirección desde la UNAL en
cabeza de la reconocida historiadora de la ciencia Olga Restrepo, responden a
la convocatoria que Colciencias abre con el propósito de reconstruir la historia
social de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación en el país.

“Discutir la política sobre la producción de las cosas demanda al mismo tiempo


examinar la naturaleza de las representaciones y reuniones de las personas
entorno a ellas. Como señala Latour (2005) las personas no se reúnen en
asambleas gracias a los acuerdos que han logrado alcanzar, sino precisamente
porque no han logrado alcanzarlos. De la falta de consenso surge la necesidad de
la política que procura conciliar intereses diversos… al examinar procesos de
micropolíticas… los ensamblajes provisionales e inciertos de los asuntos de interés
público ya no se hacen a nombre de un Cuerpo indivisible, una Nación
homogénea y monocultural, un Estado Nacional como se concebía a comienzos
del siglo XX, un soberano, o un Leviathan, sino como señala Latour a nombre de
un Público Fantasmagórico, un público fluido, provisional, no funcional(ista). Los
ensamblajes provisionales se hacen de cara a, y a nombre de, una ciudadanía
consciente de sus divisiones y tensiones internas, consiente también de lo
provisional de sus acuerdos” (Restrepo et OCyT, 2008)

Llama la atención el énfasis de construcción social de la política como objetivo


de la propuesta. Los autores hacen explícita su concordancia con el enfoque de
Bruno Latour (2005) uno de los autores más citados cuando se hace referencia
a la Teoría que nos interesa discutir, la Teoría del Actor Red -TAR-, según la
cual, existen actores humanos y no humanos (“actantes”) que están en el
origen de la construcción social de la ciencia y la tecnología. En cuanto al
conocimiento debe resaltarse que la propuesta se deslinda de la difusionista de
la ciencia, asignándole no sólo un papel proactivo local a la generación de ese
conocimiento, sino considerando la controversia científicas como la arena de
los conflictos e intereses. En este último aspecto aparece de nuevo Latour
como fuente de discusión.

“Al centrarse en estos temas de interés público, que incluyen la producción de


conocimientos como ingrediente fundamental, podemos escapar a la tradicional
mirada difusionista de la ciencia o de la historia de las ideas, que solo busca
establecer el carácter derivado del conocimiento producido en el país, sin
procurar entroncarlo en prácticas locales y metropolitanas que le dan su
contenido, su sentido y su “condición de posibilidad” (Castro-Gómez 2005;
Restrepo Forero, 2000; De Greiff y Nieto O, 2005; Silva 2002). También nos
permite centrarnos en controversias… al mismo tiempo que nos permite estudiar
los procesos de demarcación y estabilización de la verdad y el conocimiento, que
como ha señalado Bruno Latour, es el resultado, no la causa de la resolución de
las mismas (Latour, 1992)” (Restrepo et OCyT, 2008)

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En este nivel de la descripción de la propuesta, vale la pena resaltar el “uso”
simultáneo de las ideas latourianas tanto para definir el papel de los actores en
el juego de relaciones, como para mediar en los intereses, para construir y
para agenciar resoluciones en los conflictos que se generan alrededor de temas
controversiales.

“Hoy en día se requiere pensar en una participación en la construcción de


democracia con base en una retórica que permite aceptar las responsabilidades
del persuadir y dejarse persuadir (Scott, 1976) reemplazando los “hechos que
hablan por sí mismos” por los “hechos que interesan”, como señala Latour. En ese
sentido el proyecto quiere tomarse en serio lo que hemos enunciado desde el
constructivismo, los estudios sociales de la ciencia, y desde casi todos los “giros”
recietnes de las ciencias sociales, que han cambiado “nuestras concepciones de la
ciencia, nuestra manera de asir los hechos y nuestra comprensión de la
objetividad” (Latour, 2005:19)… Una exploración de la manera como se producen
los asuntos de interés público de poder estudiar las maneras en que, como decía
el mismo Latour años atrás, la ciencia funciona como política que se deshace del
debate político al blandir hechos… y sobre cómo la tecnología describe formas de
los social que adquieren la dureza de las cosas (Latour 1988…) tiempo de
“retomar el curso de la historia”. (Restrepo et OCyT, 2008)

Para finalizar la reseña de la reciente propuesta presentada a Colciencias por


Restrepo y el OCyT, es útil destacar la mención que en ella se hace a los
“objetos” y su posibilidad de mediación. Nuevamente haciendo referencia al
trabajo de Latour, en este caso a la Dingpolit (Latour, 2005) se asegura que
hoy las ciencias sociales superan la materialidad de las cosas mismas,
ocupándose más bien, de cómo ellas emergen y definen prácticas.

"Objetos emblemáticos” ¿artefactos que agencian prácticas?

Resaltaremos enseguida los roles que ciertos artefactos agencian a lo largo de


la historia de la construcción de las denominadas “corporaciones de saber”
(Silva 2004). Concluimos así esta revisión de las referencias a Latour en
estudios de Ciencia y la Tecnología en Colombia los cuales dan cuenta de la
“apropiación” por parte de algunos académicos incluidos por Arturo Escobar en
el Grupo latinoamericano modernidad/colonialidad.

Del trabajo de uno de ellos: Eduardo Restrepo (2006), se retoma el siguiente


gráfico el cual sirve para ubicar a Latour dentro del los Estudios Culturales de
la ciencia y la tecnología -CyT- (ver extremo inferior derecho del Gráfico No 1,
en la página siguientes).

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Gráfico No 1 Marco epistemológico para la
“apropiación” de Latour en los Estudios Culturales Colombianos

Fuente: Eduardo Restrepo (2006)

Proponemos a manera de hipótesis que esa “apropiación” pasa por la agencia


de ciertos objetos tecnológicos utilizados como “actantes” por científicos en
Colombia, es decir, pasa por una serie de mediaciones que se producen
entorno a artefactos utilizados en la CyT. En términos de Foucault la
arqueología de tales mediaciones podría hacerse en el análisis del discurso de
autores colombianos.

La siguiente recopilación de citas hechas a la “obra” de Latour pretende


enmarcarse dentro de lo que Castro-Gómez (2008) denomina objetos
emblemáticos, cuando hace referencia a “…(máquinas, textiles, motores,
relojes, … aparatos científicos)”, los cuales podríamos decir -desde la Teoría
del Actor Red- agencian la modernidad.

La exposición creaba simbólicamente tal ilusión de progreso: si en 1810 se


produjo la emancipación política frente a España, en 1910 se debía producir la
emancipación económica y espiritual de la nación. Mediante una cuidadosa
selección y organización de objetos emblemáticos (máquinas, textiles, motores,
relojes, vidrios, aparatos científicos), presentados a la vista del público, la
exhibición debía crear una imagen de la modernidad. Como lo dijera Triana,
estamos frente al diseño de una imagen especular en la que los colombianos
deberían reconocerse a sí mismos. Evocando a Althusser, diríamos entonces que
la exhibición de 1910 funcionó como un aparato construido para interpelar a los
individuos en tanto que sujetos modernos. (Castro-Gómez, 2008:230)

Enseguida buscamos enmarcar la unidad del discurso del lado de los objetos
mismos, lo que en las referencias al método arqueológico se puede denominar
como “disposición manifiesta” en la formación de los objetos (Foucault, 1972:

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65). La cuestión es si ¿se ha buscado la unidad del discurso del lado de los
objetos mismos?. Se trata de encontrar respuestas a partir del análisis del
discurso, por ejemplo ¿de qué estamos hablando? ¿de qué podemos hablar?
cuando se hace referencia a un concepto determinado. El problema es que son
muy contadas las “verdades” de los objetos sobre los que estamos hablando.
Dependiendo del contexto, los objetos están dotados de epístemes distintas.
Desde el filósofo la pregunta puede ser ¿qué significa?, mientras que, desde el
arqueólogo ¿cuál es la cuadrícula?. Como veremos, este análisis del discurso
nos permitirá diferenciar desde lo esencial ¿que simboliza? y desde lo relativo
¿a quién representa? un objeto mediador al momento de realizar su función de
“agencia”.

En esta lógica cabe mencionarse el trabajo de otro de los autores reseñados en


los estudios decoloniales, en este caso referidos a los Estudios Jurídicos.
Guardiola (2005) retoma el trabajo de Latour para introducir un aspecto a
nuestro modo de ver central: la mediación intercultural.

“La agenda de los estudios jurídico-políticos por venir consiste en explorar (y


explotar) las implicaciones de la falta de unión entre espacio, lugar, tiempo,
ciudadanía nacionalidad y cosmopolitismo. ... Se trata entonces de desarrollar
una explicación puramente relacional (y por lo tanto antiesencialista). En este
orden de ideas, la categoría ‘proceso sin sujeto’... sujeto de derecho por un lado y
por otro, el objeto de la ciencia, pertenece a un régimen imposible de exhibición
total y transparente del mundo que termina por colapsar representación y
realidad. Ese régimen es lo que se conoce como ‘la constitución moderna’
(siguiendo a LATOUR). La singularidad de esta constitución (mantener la
arquitectura, ordenar la ciudad, purificar la ciencia) consiste en que hace
impensable la proliferación de los mediadores y los intercesores (el asunto de los
intermediarios culturales), el despliegue de los colectivos o redes y la movilización
sistemática de la naturaleza en el ámbito de ‘las relaciones sociales asediadas por
cuasiobjetos resultado del trabajo de hibridación” (Guardiola, 2004:727)

El tema de la interculturalidad o de los intermediarios culturales será retomada


en el aparte siguiente y en las conclusiones al momento de cualificar nuestra
noción original de Agente Mediador de Conocimiento, ya no sólo, por la agencia
de sus funciones sino por sus posibilidades frente al sojuzgamiento.

Por ahora es importante hacer una breve referencia al concepto de hibridación


que Guardiola asocia con el de cuasiobjeto. Esta relación de doble confluencia
entorno a lo que en la Teoría del Actor Red se denomina “actante” nos permite
introducir la siguiente discusión relacionada con artefactos que median en la
construcción de las llamadas redes socio-técnicas. Estas redes son útiles para
entender la agencia de los objetos. Y de cómo algunos de tales objetos por su
cada vez mayor inmaterialidad sirven hoy en la construcción de redes supra-
locales de conocimiento. Abordamos así, el tema de la construcción social de

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las tecnologías. Jiménez -entre otros autores pioneros en el constructivismo de
las redes socio-técnicas (como Valderrama, 2004)- acaba de publicar un
trabajo sobre este tema de la construcción social de las tecnologías, en este
caso aplicado al caso de otro de los países andinos, el Ecuador. Como
menciona el autor haciendo referencia a Latour, la mirada constructivista abre
la perspectiva más allá de lo local e involucra los intereses, el poder e incluso
los sistemas de creencia como parte del discurso construido socialmente en red
a partir de las nuevas tecnologías TICs “podemos encontrar un camino para
darnos cuenta cómo la tecnología se convierte en una forma culturalmente
construida de relacionarse y cuáles son las relaciones de poder que la hacen
parte de las redes de los discursos sociales” (Latour, 2007).

En este ámbito de las nuevas TICs debe mencionarse otro reciente trabajo
(Rueda 2008), en este caso la autora comparte los planteamientos de Jiménez
sobre las oportunidades que abre la “cibercultura” para negociar frente a
intereses en redes supra-locales. Nuevamente se hace referencia a Latour en
este tema.

“La teoría del actor-red empieza[n] a ser incoporad[a] a los estudios


ciberculturales (… Latour) Desde estos campos se examina la manera en que las
tecnologías permiten a grupos o actores, o grupos sociales relevantes, negociar
formas específicas de poder, autoridad y representación en la producción de
conocimientos” (Rueda, 2008:10)

Capítulo aparte merece las referencias a la Teoría del Actor Red por parte de
los estudios poscoloniales en Colombia. Nos referiremos a algunos de tales
trabajos en el siguiente punto, luego de señalar brevemente las críticas que
sobre este discurso formulan a nivel global algunos autores.

[2] Críticas Global y reconocimiento Local a la Teoría TAR

En este aparte complementamos las referencias locales a la teoría TAR (Teoría


del Actor Red) que ha servido, hasta ahora, para reseñar la producción
colombiana de historiadores y de investigadores que se apoyan en este
enfoque para el análisis de redes y su construcción social de la ciencia y la
tecnología.

A diferencia del aparte anterior enseguida miraremos primero las referencias


de autores no colombianos para recoger lo que podríamos llamar la crítica
global a la TAR. En particular nos referiremos a las miradas más críticas que
Mario Bunge, desde la filosofía, propone al discurso de Latour y otros
sociólogos de la ciencia. Recuérdese que nuestro interés es justamente

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problematizar el discurso de los objetos, las mediaciones y la agencia para
revisar la noción de Agente Mediador de Conocimiento –AMC–.

Crítica desde la filosofía a la sociología de la construcción de la ciencia

Mario Bunge en su libro sobre la relación entre la sociología y la filosofía dedica


un amplio aparte a poner en cuestión la “inscripción”, entre otras nociones, de
las teorías francesas englobadas por este autor como “filosofías idealistas”.
Bunge señala cómo, el discurso de Latour –y otros autores tales como Woolgar
y Knoor-Cetina–, “está en deuda con el posestructuralismo (en especial con
Foucault)” (Bunge 2000:269).

El autor se muestra convencido de la crítica a Latour y Woolgar en cuanto que


éstos confunden ciencia con política. Sin que tengamos que ahondar en
detalles sobre el trabajo de Bunge, con sus planteamientos el autor pretende
desvirtuar lo que él llama las pretensiones de los estudios de laboratorios como
los de Knor-Cetina y el mismo Latour en cuanto que los laboratorios son
“modos de hacer mundos” (Bunge: 284).

El punto central de la crítica consiste en señalar que la realidad está construida


en el discurso y gracias al mismo. En la teoría constructivista-relativista todo
pasa por las mediaciones, las cuales se objetivarán en inscripciones “ser es ser
un inscriptor o una inscripción”.

“… Recuérdese a Heidegger (1953, 11) “Solo en el mundo, en el lenguaje, las


cosas devienen y son palabras”. De ahí que si se desea comprender el mundo
todo lo que se tiene que hace es leer textos, o tratar la acción humana como un
discurso, y someterlos al análisis hermenéutico o semiótico. Esto sería válido en
especial para el mundo de la ciencia que sería simplemente un montón de
inscripciones” (Latour y Woolgar, 1979). ¡Cuán oportuno¡” (Bunge,
2000:269)

La realidad se convierte en inscripción por la vía del discurso, lo cual será


especialmente válido para la ciencia. ¡Cuán Oportuno¡ enfatiza Bunge.

Finalmente el autor centra sus cuestionamientos sobre la nueva sociología de


la ciencia en uno de los aspectos que han sido relievados en Colombia por los
estudios e historiadores de la ciencia: el análisis de las controversias científicas
(ver propuesta de Restrepo y OCyT, reseñada en al aparte anterior). Para
Bunge lo que autores como Latour y Callon pretenden con el análisis de las
controversias es demostrar que ellas se resuelven por medios no conceptuales,
como las maniobras políticas.

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“En resumen, la filosofía desempeña de hecho un papel en (en algunas de) las
controversias científicas. Pero la política no, y cuando lo hacen, es una señal de
que una de las partes es política, no científica” (Bunge, 2000:300)

La crítica que se hace al constructivismo puede resumirse en la paradoja,


consistente en que, de un lado, todo lleva a tener tal nivel de agenciamiento
que se vuelve interminable el análisis de las intereses detrás de las cosas, y
del otro, que esas cosas tienen en sí mismas tal nivel de acción que
difícilmente emergen de ellas un poder que las determine.

En Colombia los trabajos de Nieto y Escobar pueden servir para responder a


las anteriores críticas.

Reconocimiento colombiano a la TAR

Mauricio Nieto al igual que Arturo Escobar, al mismo tiempo que aceptan
críticas, reconocen la utilidad de la Teoría del Actor Red -TAR-. Enseguida dos
referencias a las propuestas que sobre Latour se rescatan durante las
entrevistas realizadas a Escobar en un reciente encuentro de investigadores
del grupo modernidad/colonialidad. En ambos comentarios se ratifica la
paradoja expuesta arriba sobre el exceso de agencia y de neutralidad de los
objetos cuando en el discurso se les asigna el rol de mediadores. En primer
lugar Arturo Escobar ratifica la esencialidad a la que nos avoca el pensamiento
Latouriano en cuanto a la sociología del conocimiento, esto al referirse y
rescatar las llamadas “ontologías planas”. Recogiendo los planteamientos de
De Landa y Deleuze, tales ontologías son las identidades constituidas más o
menos esenciales como por ejemplo las “clases sociales”. El planteamiento de
De Landa le sirve a Escobar para preguntarse “…[¿] cómo hacemos una ciencia
social postconstructivista pero realista (en el sentido de que asume que la
realidad existe fuera del observador, aunque éste interactúe con la realidad), y
que disuelva esas estructuras que nos habían acostumbrado a ver el marxismo
y la teoría liberal, incluso el postestructuralismo del discurso y de la política”
[?]…” (Badaro M et al 2008:9). Frente a la pregunta sobre ¿Cuáles son las
fuentes para estas ontologías planas? Escobar señala el libro “Reensamblando
lo social: una introducción a la teoría del actor-red” en el que Bruno Latour
dice que quiere disolver “la realidad social” planteando una nueva sociología
materialista de producción de lo real mediante agenciamientos. “… con Latour
hasta las cosas tienen agencia: ahora hay que mirar la agencia de todo,
entonces se dispersa tanto el análisis que se termina por disolver el poder”.
(13)

Lo que parece poner en disputa a los dos enfoques, el de la Teoría del Actor
Red frente a los Estudios Poscoloniales, es la lectura que uno y otro hacen
sobre la importancia de la colonialidad explicada en el poder del saber. Esta

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observación se ratifica en algunos de los trabajos de Mauricio Nieto en los que
este autor observa cómo la ciencia legitima la reglas dentro de las que se
juega en una determinada práctica.

Citando a Foucault, Nieto (2009) resalta cómo la idea de verdad y


conocimiento es fuente y resultado de formas de represión.

“sería necio sostener que la ciencia es siempre y en todo lugar un elemento


intrínsecamente alienador y opresivo; pero sería igualmente tonto sostener que
es únicamente en su abuso o mal manejo que ésta sirve como herramienta de
control y dominación”.

Para quienes hemos venido trabajando en temas de mediación desde el


conocimiento y sus agentes, los anteriores trabajos permiten reformular los
alcances de dicha “agencia”. Es preciso decir que esta categoría tiene varias
dimensiones unas más otras menos evidentes. En Colombia el papel de ciertos
artefactos científicos ha sido reconocido como mediador de dominación, tal el
caso de los descubrimientos realizados por el sabio Caldas en remplazo del
barómetro, reseñados en varios de sus trabajos por Mauricio Nieto. De acuerdo
con este autor, consideramos que tanto la ciencia como la tecnología pasan por
la utilización de técnicas que legitiman el saber según el uso de ciertos
artefactos.

El punto, para pasar a las conclusiones, es ¿Cómo hacer para que esas
artefactos medien en el conocimiento de manera que visibilicen los avances de
culturas locales en un contexto científica supra-local (global)?

Frente a la omnipresencia de la “agencia” lo que nos parece útil es el papel de


mediación que objetos como los actores no humanos han jugado y puede
seguir jugando entre los saberes de culturas tan diversas como las que
provienen de comunidades afro o indígenas de un lado, y las
convencionalmente consideradas como eurocéntricas.

[3] Conclusión

Hacia el futuro la búsqueda es profundizar en la construcción dialógica de


saberes con la idea de hacer converger tanto la Teoría del Actor Red -TAR- con
los Estudios Culturales, como de esa -TAR- con la mirada de autores
colombianos que vienen apoyándose en las comunidades de aprendizaje como
condición de emancipación (Herrera, Lleras y Hoyos: 2010). En el centro de
estas búsquedas está la pregunta de ¿dónde y quién gobierna el
conocimiento?, por lo que, en esa investigación pretendemos confluya “el
lugar” como noción común de una nueva geografía humana en donde se ponga

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a dialogar de un lado, el conocimiento de científicos arraigados en unas
culturas locales propias de la rica diversidad regional colombiana, y del otro, la
capacidad de innovadores supralocales con poder e intereses probablemente
coincidentes con los de esos académicos nacionales.

En esa búsqueda autores como Escobar han avanzado en la noción de lugar y


en la nueva geografía humana del conocimiento. En la que, las redes glo/cales
son las llamadas a desalternizar el saber no moderno. Estamos hablando de
una geografía de la ética y la responsabilidad, en la que podrían tener
relevancia los actores no humanos como agentes de mediación en las redes de
conocimiento.

“new geometry of power’ Potentially aims in this direction. This notion (first
proposed by British geographer Doreen Massey) is meant to convey sense of the
complexity of the relations between space, place, and scale. It involves a kind of
relational thinking that emphasizes first, that there is always the need to think of
places and communities within networks of relations and forms of power that
stretch beyond the local; second, that places are always the sites of negotiation
and continuous transformation; and third, that any relational notion of space and
place calls for a politics of responsibility towards those connections that shape
our lives and places. This last aspect is what Massey calls ‘geographies of
responsibility’; it highlights the ethics of connectedness that follow from any
relational conception, and whic calls on us toact re ponsibly towards those
entities with which we are connected, human and not” (Massey 2004) (Escobar,
2010:42)

El punto es convertir estas miradas de las redes y las condiciones locales y


extralocales en un reconocimiento de las posibilidades que abre a teorías como
la TAR el encuentro de saberes entre culturas. Para ello es importante
distinguir entre inter y multicultiralidad. En esta búsqueda es necesario
empezar por despojarse del lastre de universales como la de modernidad,
desde sus lugares de enunciación. En la entrevista que Catherine Wals
(2002:25) hace a Mignolo, queda claro que la interculturalidad está inmersa en
las geopolíticas del conocimiento y que dependiendo del lugar de enunciación
esa interculturalidad puede estar ajena o la colonialidad.

Queda por resolverse los riesgos señalados por Castro-Gómez de cualquiera


sea la categoría de alterización que se utilice. Para evitar esos riesgos Escobar
(2010:81) sugiere empezar por reconocer el carácter parcial, histórico y
heterogéneo de todas las identidades. A nuestro modo de ver, sólo de esta
forma cabría un papel de mediación entre culturas para el conocimiento. En
nuestros términos originales dejaríamos de hablar de agencia para, en lugar de
ella, referirnos a la construcción conjunta o Mediación Intercultural de
Conocimiento.

11
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