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La Clasificación de Las Ciencias y Su Relación Con La Tecnología
La Clasificación de Las Ciencias y Su Relación Con La Tecnología
Eduardo Laso
1 Los objetos a los que se refieren tienen que ser accesibles de modo recurrente, directa o indirectamente, en
condiciones de observación explícitas. Por ejemplo:
"Dios existe" es un enunciado denotativo, pero se refiere a un objeto inaccesible a la observación, por lo
tanto no es una proposición de la ciencia: en cambio si lo son "las ballenas son mamíferos' o “el agua se
congela a cero grado de temperatura" porque son proposiciones que denotan objetos que se pueden conocer
mediante observaciones repetibles por cualquier investigador, y por lo tanto pueden validarse en la
experiencia.
3. Se tiene que poder decidir si las proposiciones pertenecen o no al lenguaje considerado pertinente por los
científicos. Cada disciplina científica define fa forma en que deben ser construidas sus proposiciones para
que se consideren parte de ella, a la vez que excluye las que no reúnen esos requisitos. Las matemáticas, por
ejemplo, definen un determinado tipo de símbolos y operaciones con las cuales construir sus enunciados.
Dichas reglas permiten determinar, entre otras cosas, que la proposición "2 + 5 = 7" forma parte de su
discurso, pero no la proposición "E = m. c²", anunciado que responde a las reglas del discurso de la física.
Estas reglas están sujetas a cambios históricos.1
Se define al saber como un conjunto de enunciados más abarcador que el de los enunciados denotativos, sean éstos
del conocimiento en general o de la ciencia en particular. El saber comprende, entre otras cosas, criterios de belleza,
de eficiencia o de justicia, que trascienden el problema de la verdad o falsedad de las proposiciones. Alcanza
cuestiones tales como saber-vivir, saber-hacer, saber-decidir, tal corno son definidos en una cultura determinada. El
saber hace a cada uno capaz de emitir buenos enunciados (denotativos, prescriptivos, valorativos o de cualquier otro
tipo), entendiendo por "buenos" aquellos conformes a los criterios de verdad, justicia, belleza o eficiencia admitidos
en el medio en el que vive el que "sabe". Esto supone una formación amplia de competencias que permita a los
sujetos buenas actuaciones con respecto a conocer, decidir, valorar, transformar en el seno de su sociedad. La
cultura de un pueblo constituye así una especie de consenso que posibilita circunscribir saberes y diferenciar al que
sabe del que no.
El saber, en su estado consuetudinario, se presenta en forma de relatos, tales como cuentos, mitos o fábulas. Estas
formas narrativas admiten los diferentes tipos de enunciados antes mencionados, y a través de su transmisión oral
enseñan al oyente las competencias propias de la cultura de pertenencia. Los avatares de los personajes de estos
relatos ofrecen' modelos positivos y negativos de identificación a los sujetos que los escuchan, y otorgan legitimidad
a las instituciones en las que se producen, definiendo así los criterios de competencia de la sociedad donde se
narran.
1
Así, mientras que en la Edad Media los enunciados teológicos formaban parte del discurso considerado científico, a par/ir de la modernidad se
los excluye, al cambiar la concepción misma de la ciencia.
1
Estos criterios permiten a su vez valorar las actuaciones que los individuos realizan en esa sociedad.
En este modo de transmitir el saber no hay necesidad de procedimientos especiales para dar legitimidad a esos
relatos, pues al ser ellos parte de la cultura misma y sus tradiciones se encuentran por eso mismo ya legitimados, y
no tienen entonces necesidad de recurrir a argumentos o pruebas acerca de lo que dicen. Son los relatos mismos los
que determinan los criterios de competencia, ilustran la aplicación y definen lo que se tiene derecho a decir y a
hacer en la cultura de la que forman parte El saber científico, a diferencia del narrativo, se compone de enunciados
denotativos, excluyendo los otros tipos de enunciados, y el criterio de aceptabilidad de sus proposiciones se basa en
su valor de verdad. La ciencia busca confirmaciones de su saber, es decir, busca procedimientos argumentativos con
los que demostrar sus enunciados, para lo cual establece corroboraciones que prueben sus proposiciones como
verdaderas.
Desde la perspectiva del saber científico, el saber cotidiano basado en relatos conforma un tipo de discurso propio
de una mentalidad más primitiva, mezcla de principio de autoridad, prejuicios e ideología, que no está sometido a
argumentaciones y pruebas.
En la ciencia se supone que el referente de la proposición científica es expresado en ella de manera conforme a lo
que el referente mismo es. Esto lleva al problema de probar la verdad de lo que afirman dichas proposiciones. La
solución científica a esta cuestión puede tomar la vía de la verificación (está permitido pensar que la realidad es
corno dicen. las proposiciones científicas, en la medida en que dichas proposiciones puedan demostrarse a través de
hechos de la experiencia que las confirmen) o de la falsación (se pueden descartar las proposiciones si son
contradictorias con el referente).
La práctica científica requiere comunicación entre los investigadores para poder desplegar un espacio de debate que
aumente las posibilidades de contrastación y permita establecer acuerdos en cuanto a teorías, métodos, técnicas y
hechos establecidos. Por eso el científico tiene que pronunciar enunciados verificables respecto de referentes que
sean accesibles a otros científicos, para que éstos a su vez puedan verificarlos. Así, quien enuncia una proposición
científica debe ser capaz de proporcionar pruebas de lo que dice, y de refutar todo enunciado contrario respecto del
mismo referente. De la misma manera, el sujeto a quien se dirige esa proposición tiene que poder dar válidamente su
acuerdo o rechazo al enunciado del que se ocupa.
Para ello, ese sujeto tiene que poseer conocimientos y competencias especiales que le posibiliten entrar en el
debate. Esto implica que tiene que ser otro científico.
Tanto la verdad del enunciado científico como la competencia del que fa enuncia están sometidas al asentimiento de
una colectividad de iguales: la comunidad científica. Para formar parte de dicha comunidad, sus miembros deben
poseer conocimientos y capacidades comunes que les posibiliten debatir y fijar consensos acerca de lo que se acepta
o no como válido en el dominio del saber científico. La consecuencia de esto es que el saber científico no puede ser
un componente inmediato y compartido por la sociedad (como es el caso del saber basado en relatos), sino que
exige una enseñanza especializada que garantice la formación de nuevos científicos. De esta manera, la
investigación científica convierte en profesión y da lugar a instituciones formadas por grupos dé pares: los
"expertos".
La base del planteo de la comunidad científica es el supuesto de que si bien el consenso entre científicos no
garantiza la verdad de las proposiciones, sin embargo la verdad de una proposición no podría dejar de suscitar
consenso. Los acuerdos entre los científicos definen entonces las teorías y métodos considerados aceptables en
determinado momento para la práctica de la ciencia. Estos acuerdos no son rígidos y son puestos en cuestión a
medida que la investigación científica encuentra nuevos problemas.
El saber científico posee la característica de presentarse como una combinación de memoria y proyecto: cada
científico tiene conocimiento de las proposiciones científicas precedentes, y sólo ofrece una proposición nueva si
difiere de las anteriores y representa un progreso posible para el conocimiento.
Otra de sus características fundamentales es que sus enunciados nunca están a salvo de refutaciones. El saber
acumulado puede eventualmente ser desechado al confrontarse con nuevos hechos o pruebas que demuestran su
falsedad. De ahí que la ciencia revise constantemente sus supuestos, y los cambie. Es, en ese sentido, un saber
crítico.
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LA CIENCIA, EL ARTE Y LA RELIGIÓN
La ciencia se funda en una forma de pensar analítico-racional, entendiendo por tal una manera de pensar que se
basa en los principios lógicos de identidad y no contradicción, que establece sus verdades por demostraciones y
verificaciones, y que utiliza símbolos precisos y unívocos. Tal forma de pensar no está dada naturalmente desde el
origen del hombre. Es el resultado de procesos de transformaciones políticas, económicas y sociales que se remiten
al territorio de la antigua Grecia entre el siglo VI l y el siglo VI a. C. Estos cambios dieron lugar a prácticas sociales
que posibilitaron EI surgimiento de un modo de pensar argumentativo y racional.2
Lógicas del pensar. No todas las formas de pensamiento se valen de los principios de la lógica analítica. Existen
formas de pensar que se valen de otros principios. Así, el pensamiento mágico de las culturas salvajes se funda en
principios de semejanza y de contigüidad en el espacio y el tiempo. Ejemplo del primer principio es el vudú, que se
apoya en la semejanza entre una persona y el muñeco, y ejemplo del segundo es la magia que se realiza con algún
objeto que haya estado en contacto con la persona a quien se quiere afectar
Las clasificaciones en estas culturas también responden a los principios del pensamiento mágico: por ejemplo,
ordenan las cosas por semejanza de color, o por compartir un mismo espacio físico.3
Las leyes del pensamiento inconsciente descubiertas por el psicoanálisis son similares a las de la poesía, la literatura
y los mitos. Se apoyan en juegos de sustituciones entre las representaciones -basadas en semejanzas, analogías o
sonoridades-, en las que las palabras pueden adquirir pluralidad de sentidos.
Estas formas de pensar se sustentan en la tendencia de las representaciones del sujeto a conectarse espontáneamente
en asociaciones por semejanzas, contigüidades y analogías accidentales; tendencia que ya el empirismo inglés había
descubierto. El pensamiento científico-racional le impone a esta tendencia una disciplina, exigiendo un rigor lógico
de identidades y diferencias.
Ciencia y religión. Las relaciones entre la ciencia y la religión fueron históricamente conflictivas por razones
ideológicas y políticas. Ambas dan lugar a dos tipos de discurso muy diferentes. Si la ciencia constituye una
búsqueda de leyes que den explicación de las relaciones entre fenómenos (para algunos autores esto seria una
búsqueda de la verdad), la religión no busca la verdad, pues se presenta como ya poseyéndola. Pero mientras que la
ciencia en dicha búsqueda produce un saber del que plantea evidencias para fundamentarlo como verdadero, la
religión no puede aportar evidencias empíricas de la verdad que dice poseer, por lo que necesita de la fe de sus
fieles.
Ciencia y arte Tanto la ciencia como el arte suponen creatividad e inventiva. Pero mientras la primera parte de una
ley científica desde la cual interpreta los hechos singulares como casos que se subsumen en la ley, o como casos
que son una anomalía de la ley, el arte parte del caso singular (la obra artística), sin una ley con la cual confrontarse
o que lo avale. Y, desde ese caso singular, busca la legalidad que pueda corresponderle a dicho caso. En ese
sentido, la obra artística introduce una novedad incalculable, una perspectiva no prevista en el seno de la cultura.
Piénsese por ejemplo en la pintura renacentista, en el impresionismo o en el cubismo, que introdujeron nuevas
formas de ver y pensar el mundo.
La actividad artística es un juego libre de la razón con la imaginación sensible, un juego que rompe con el universo
de las convenciones legales consensuadas por el grupo social, y que tiene por resultado la apertura de vías nuevas
de conocimiento y de acción, pero sin definir conceptos o principios científicos. El arte se remonta así a un orden de
posibilidades, que implica un acto inventiva, al mismo tiempo que recrea y reinterpreta las convenciones de la
cultura.
El acto inventiva también está en juego en la ciencia, pero en ella queda inmediatamente encubierto bajo la creencia
de que las teorías propuestas por el científico son leyes de la realidad que el hombre no crea, sino que descubre.
La obra de arte es un objeto singular y sensible, que tiene la capacidad de ser recreada e interpretada por multitud de
juicios particulares de todos aquellos que disfrutan de ella. De ahí su carácter abierto a significados múltiples (a
2
Acerca del surgimiento del pensamiento racional a partir de las prácticas sociales desplegadas en la polis griega a partir del siglo
VJI a. c., véase el artículo -Pensamiento mítico y pensamiento racial), en E. Díaz (comp.), La producción de los conceptos
científicos Buenos Aires. 1993.
3
Claude Lévi-Strauss (1908- ) comenta en su libro El pensamiento salvaje qué, por ejemplo, la tribu de los osagos reparte a los
seres y a las cosas en tres categorías, asociadas respectivamente al cielo (sol, estrella, grulla, cuerpos celestes, noche), al agua
(mejillón, tortuga, peces, niebla), y a la tierra firme (oso, puma, ciervo, puerco espín).
3
diferencia de los enunciados científicos, que aspiran a un solo sentido). Estos juicios particulares van develando, a
lo largo del tiempo, la universalidad latente de la obra, que por eso se eleva desde su singularidad de objeto a
tener un valor universal, que es convalidado por el asentimiento gozoso de los espectadores (véase el siguiente
cuadro).
La concepción cientificista distingue tajantemente la búsqueda de conocimientos científicos del ámbito de sus
aplicaciones. Por ejemplo, Mario Bunge (1919- ) destacado representante del pensamiento cientificista- en su
libro Ciencia y desarrollo diferencia ciencia pura, ciencia aplicada y tecnología según esos criterios. Llama
ciencia pura o básica a aquellas investigaciones científicas en las que sólo se busca obtener conocimiento de un
determinado sector de la realidad, sin otro interés que el de enriquecer el bagaje del saber de la cultura. Califica
como "pura" este tipo de investigación, en la medida en que no tiene otra finalidad que la búsqueda del
conocimiento por el conocimiento mismo, excluyendo intereses prácticos. También califica estas
investigaciones de "básicas" por constituir la base teórica de conocimientos sobre la que se apoya la ciencia
aplicada o la tecnología. Ejemplo de esto serían el virólogo que estudia las propiedades comunes de todos los
tipos de virus, o el físico que estudia la interacción entre la luz y los electrones, sin importarles ningún tipo de
aplicación posible ni querer modificar la realidad. Para Bunge, la ciencia" pura es libre de elegir sus problemas
y métodos y de decidir los planes de investigación o cambiados. No se planificaría de antemano, en tanto sólo
se rige por la búsqueda de explicaciones y el hallazgo de descubrimientos, para lo cual no es posible anticiparse
con algún objetivo teórico o práctico prefijado que limitaría o perturbaría dichas investigaciones.
Ciencia aplicada es el nombre dado a las investigaciones teorías o experimentales que aplican los
conocimientos de la ciencia básica a problemas prácticos (por ejemplo el virólogo que estudia los virus en tanto
éstos causa enfermedades humanas o el físico que estudia la luz en tanto ésta produce ciertos colores). Tanto la
ciencia básica como la aplicada se proponen descubrir leyes a fin de comprender la realidad. En ambas se
plantean problemas cognoscitivos, y sus productos son "conocimientos". Pero la ciencia aplicada, en lugar de
ocuparse de problemas generales, utiliza los conocimientos de la ciencia básica en vista a posibles aplicaciones
prácticas, aun cuando no emprenda ninguna investigación técnica. La ciencia aplicada, estudia problemas de
posible interés social y por eso se la puede planificar, pero entonces ya no es libre de elegir sus problemas de
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investigación, puesto que éstos surgirían de las necesidades y demandas de la sociedad. Por ejemplo, los
problemas asociados a la salud, al bienestar económico al control social o al mejoramiento de la productividad
de un país.
Bunge llama tecnología al uso de las teorías científicas para su adaptación a determinados fines, a la producción
de artefactos útiles. Para la tecnología, el conocimiento científico es un medio para modificar la realidad. Desde
el punto de vista técnico, la ciencia como búsqueda de saber no constituye un fin en sí mismo. La tecnología se
propone resolver problemas prácticos y controlar sectores de la realidad con ayuda de conocimientos de todo
tipo. No busca producir conocimientos -aunque a veces lo haga sin proponérselo- sino artefactos o planes de
acción, entre otras posibilidades. Ejemplo de lo primero son las computadoras, las bombas H, las vacunas, las
naves espaciales y la televisión; y ejemplos de lo segundo son las técnicas de enseñanza, las pautas para sanear
una economía y las estrategias psicoterapéuticas. Actualmente, técnica y tecnología se utilizan como sinónimos.
Otro factor importante en este proceso es la industria, cuya finalidad es obtener ganancias produciendo
determinados artefactos. La industria, entre otras utilidades, aporta capitales para la financiación de la ciencia,
condicionando su desarrollo.
Industria Tecnología
Estas distinciones llevan a Bunge a sostener que la ciencia básica no está atravesada por intereses prácticos ni por
una ideología particular y que su único fin es la búsqueda de la verdad. De donde concluye que la ciencia pura no
tiene responsabilidades éticas respecto de las consecuencias que resultan de las aplicaciones de lo que descubre o
produce como saber. Cabe en este punto la pregunta de si tal concepción no es en sí misma ideológica.
Desde que en el siglo XVII Francis Bacon (1561-1626) enunció la nueva consigna que regiría la ciencia moderna:
"El saber es poder", ésta se propuso como ideal la producción de conocimientos para aplicaciones y obras. La alianza
así consolidada entre saber, poder y economía se ha ido estrechando desde entonces. Sus más significativos
resultados han siclo el maquinismo, la revolución industrial, el capitalismo, la era atómica y la nueva revolución
tecnológica. Si la ciencia en la antigüedad se proponía como objetivo principal conocer la naturaleza, dicha intención
fue cambiando en la modernidad hacia la voluntad de dominarla o, dicho de otra manera, de conocerla para
dominarla y actualmente se trata directamente de sustituirla (por ejemplo: creación científica de vida; elaboración
artificial de sustancias naturales y no naturales, etc.). Y si antes el saber científico tenía como ideal la búsqueda de la
verdad, actualmente, a partir de la alianza con el capital, la ciencia se integra en la lógica capitalista de maximizar
ganancias al menor costo. En dicha lógica, la ciencia deviene una fuerza de producción más, un momento en la
circulación del capital. De suerte que es el deseo de enriquecimiento y poder, más que el de saber, el que hoy impone
a la ciencia y a la técnica el imperativo de mejorar sus actuaciones y la realización de productos.
Contrastar las teorías científicas para establecer su verdad o falsedad ya no es en, si mismo un objetivo, sino un
medio, un “control de calidad" de las teorías con vistas a asegurar mejores instrumentos teóricos que permitan
obtener mayor dominio sobre las cosas. Se supone que una teoría, si pasa las pruebas de confirmación empírica, es
mejor para poder predecir, controlar y aplicar. Pero si en un primer momento la búsqueda de verificaciones formaba
parte de la argumentación destinada a obtener la aprobación de los destinatarios del saber científico (legitimación
legal-racional), actualmente es reemplazada por una legitimación tecnocrática que desestima las creencias de la
sociedad y la ética. Privilegia la eficiencia y desecha la ineficiencia. Este criterio constituye una legitimación de
hecho que influye sobre el criterio de verdad. Al mismo tiempo, se abandonan las razones humanitarias para darle un
sentido al desarrollo de la ciencia, en favor del incremento del poder económico y político.
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dan créditos a laboratorios, Universidades o• grupos de investigadores. De estas Fundaciones no se espera un
provecho económico inmediato. Se plantea el principio de que a veces es necesario financiar investigaciones que dan
pérdidas de fondos durante algún tiempo, para aumentar las oportunidades de obtener' alguna innovación rentable. Es
él esto último a lo que Bunge llama "ciencia pura". Sin admitir lo obvio: que dicha ciencia está incluida en una lógica
económica que la abarca y a la que en Última instancia termina sirviendo.
Si en el siglo XVII la consigna de la nueva ciencia era "el saber es poder", en nuestra época es el poder el que
determina lo que se considera saber y le presta o no legitimación. El conocimiento no sólo provee hoy en día
dominio sobre las cosas, sino que además ya no se considera conocimiento si no está al servicio de ese dominio. La
lógica de maximizar ganancias e incrementar poder orienta las financiaciones de aquellas investigaciones que lleven
a dicho fin, soslayando aquellas otras que puedan perturbar o denunciar' dicha lógica. Con lo cual el poder termina
produciendo y transmitiendo el tipo de saber que lo convalida.
La manera clásica de clasificar y delimitar las ciencias ha sido tomar corno criterios el tipo de objeto que las
disciplinas recortar, para su estudio, y el método empleado para abordar dicho objeto. Se supone que tiene que haber
una adecu8cióIl entre las características del sector de la realidad él 8studiar y el método empleado para obtener un
conocimiento de dicho objeto. Será la concepción teórica previa que se tenga del objeto la que determine la forma
que se considere más adecuada para su estudio. El método no está desligado de la teoría que se tenga acerca del
objeto de estudio.
Importa asimismo el tipo de proposiciones que utiliza cada ciencia (véase el cuadro de página 8).
Las ciencias tácticas se dividen en naturales y sociales. Las ciencias naturales (física, química, biología, y sus
derivadas) toman por objeto de estudio entes de materialidad física, donde la naturaleza es un referente mudo y
constante con respecto al cual los científicos intercambian enunciados denotativos. Sus objetos están sujetos a leyes y
establecen relaciones deterministas o azarosas, pero en cualquier caso tales relaciones carecen de motivos o fines.
Las ciencias sociales (sociología, psicología, derecho, antropología y todas las que se ocupan del hombre en relación
con la sociedad) toman por objeto de estudio entes de materialidad simbólica (lenguaje, leyes, arte, decisiones, etc.),
así como el imaginario social e individual vinculados con dichos entes (formas de pensar, de sentir, de creer, de
actuar). Estos son productos hechos por el hombre, pero al mismo tiempo lo transforman, constituyéndolo en un
sujeto social. El orden de la cultura que el hombre construye se diferencia del orden de la naturaleza, creando un
nuevo hábitat que arranca al individuo de su estado animal lo convierte en un sujeto, en un ser social, ordenado ahora
por leyes consensuadas, convenciones, costumbres y creencias. Esta materialidad simbólica no está sujeta a las leyes
físicas de la materia, sino a las del lenguaje, del deseo, del poder En estas ciencias el referente es el hombre en tanto
ser social (y sus productos culturales), el cual presenta un comportamiento estratégico e intencional en donde están
presentes motivos, deseos, valores y fines.
Actualmente existe un replanteamiento de estas delimitaciones clásicas de los diferentes campos científicos, al
establecerse fructíferas interrelaciones entre ciencias aparentemente alejadas, abriendo así nuevos campos del
conocimiento. Tal es el caso de la bioquímica, la sociobiología, la bioética y otras. Las fronteras entre las ciencias
tienden a ser cada vez menos tajantes, en favor de una concepción interdisciplinaria. Asistimos al desarrollo de
investigaciones en donde los conocimientos dejan de estar encasillados en las fronteras rígidas de cada disciplina,
para formar una red en donde los límites se desplazan y posibilitan nuevos conocimientos.
El progreso científico y el progreso técnico han quedado asociados y se alimentan mutuamente. Con la
investigación industrial a gran escala la ciencia, la técnica y la revaloración del capital confluyen en un único
sistema. Como variable independiente aparece entonces un progreso cuasi autónomo de la ciencia y de la
técnica, del que de hecho depende otra variable más importante del sistema, es decir, el progreso económico. El
resultado es una perspectiva en la que la evolución del sistema social parece estar determinada por la lógica del
progreso científico y técnico. Y cuando esta apariencia se ha impuesto con eficacia, sirve como legitimación (de
decisiones y de conductas).
(Ciencia y técnica como ideología. 6
Madrid, Tecnos, 1984. pp. 87-88)
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Ciencias Formales Ciencias Fácticas
Entes formales que sólo tienen
existencia ideal (números, figuras Entes materiales (hechos, objetos,
geométricas, conexiones lógicas). No procesos) que poseen existencia
son entidades captadas por la independiente de la mente humana y que
experiencia sensible sino por la mente son directa o indirectamente captables a
humana, la cual va descubriendo sus través de la experiencia
relaciones y propiedades.
Objeto
Construye sus propios objetos de Elabora conceptos teóricos con los que
estudio: inventa entes formales y va explica los fenómenos. Formaliza la
descubriendo las relaciones y experiencia mediante la interpretación de
propiedades que se deducen entre ellos. sistemas formales de la matemática y la
Dichos entes y sus relaciones, al ser lógica.4
formales, pueden establecer
correspondencias con los hechos de la
realidad cuando son interpretados.
Formales: son relaciones entre signos Denotativos: que se refieran a sucesos y
vacíos de contenidos empírico. Son procesos fácticos. Emplean símbolos
proposiciones
Enunciados o
4
Si se considera, por ejemplo. el axioma de cierta teoría formal no interpretada: "(x) (Px →Qx)” tal enunciado puede recibir una
ilimitada cantidad de interpretaciones posibles, al dársele a P y Q diferentes significados. Si consideramos que P designa
"metales" y Q designa "conductores de electricidad', obtenemos una interpretación física de dicha proposición: "Para todos los
elementos x, si x es un metal, entonces x es un conductor de electricidad'. Esta proposición requiere su contrastación con la
experiencia.
5
Por ejemplo en el sistema de números binarios (armado sólo por 0 y1, no es válida una proposición como "1 + 1 = 2 ". Sí lo es en
cambio en el sistema de números naturales.