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Psicothema, 1998. Vol. 10, nº 1, pp.

85-96
ISSN 0214 - 9915 CODEN PSOTEG

PRINCIPIOS TERAPÉUTICOS Y
POSIBILIDADES CLÍNICAS DE LA
«PSICOTERAPIA ANALÍTICA FUNCIONAL»
Carmen Rodríguez-Naranjo
Universidad de Málaga

El análisis de la conducta clínica supone actualmente una contribución conceptual


relevante para el progreso de la psicoterapia. Entre sus desarrollos más recientes se en-
cuentra la Psicoterapia Analítica Funcional (PAF). En la PAF, se aplica el análisis de la
conducta a los intercambios verbales que se producen entre cliente y terapeuta en la se-
sión clínica. En este artículo se revisa la PAF en relación a sus principios básicos, efica-
cia y aplicaciones clínicas. Asimismo, se ejemplifica el análisis de la relación terapéuti-
ca que caracteriza a la PAF en su aplicación sobre los trastornos de personalidad. Por úl-
timo, se analiza su influencia en el campo general de la terapia de conducta.

Therapeutical principles and clinical possibilities of «functional analytic psychot-


herapy». The analysis of clinical behavior means a relevant conceptual contribution to
the progress of psychotherapy at the present time. The Functional Analytic Psychothe-
rapy (FAP) is one of its most recent developments. In FAP, analysis of behavior is ap-
plied to the verbal interchanges that occur in clinical sessions between client and thera-
pist. In this paper, we examine FAP as regards its basic principles, effectiveness and cli-
nical applications. We also exemplify the analysis of the therapeutic relationship that
characterizes FAP when applied to personality disorders. Finally, we analyze its influen-
ce on the general field of behavior therapy.

La Psicoterapia analítica funcional frecuente como un recurso “metodológico”


(PAF, en adelante) es una forma de terapia para la legitimación científico natural de la
externa que se concibe desde la lógica del disciplina en general (Fuentes Ortega,
conductismo radical y que se utiliza para 1992), y de la “terapia de conducta media-
tratar ciertos problemas de los clientes adul- cional” en particular. Como indica Pérez
tos. Sus raíces en la filosofía conductual ra- Álvarez (1995), esta última habría dado ca-
dical suponen que el aspecto central de su bida lógica a la inclusión de variables cog-
posición epistemológica va a ser focalizarse nitivas en la explicación y el cambio de
en la conducta por un interés “temático” en conducta. En discrepancia con el enfoque
la misma, a diferencia de su consideración mediacional, y en consonancia con el enfo-
que del conductismo radical, en la PAF se
Correspondencia: Carmen Rodríguez-Naranjo va a utilizar el término “conducta” para re-
Facultad de Psicología. Departamento Psicología Social ferirse a las acciones privadas como son
y de la Personalidad
Campus de Teatinos, s/n.. 29071 Málaga (Spain) pensamientos, sentimientos o intenciones,
E-mail: R-NARANJO@ccuma.uma.es alejándose así de cualquier explicación psi-

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cológica que sitúe a los procesos mentales mos esta mañana” y proporcionarle, así, un
como causantes de la conducta, posición feedback correctivo tras su relato.
que es tildada de “dualista” (Hayes, 1987) Se sostiene que una instrucción verbal va
desde este marco conceptual. a constituirse en regla de conducta en la me-
Esta forma de terapia se aviene con el dida en que funcione como estímulo discri-
análisis funcional de la conducta. Se supone minativo, de modo que su efectividad para
que el análisis de las funciones que cumple controlar la conducta va a depender del tipo
la conducta del cliente va a indicar sus posi- de consecuencias que se siguen por compro-
bles estrategias de control. Se sigue en defi- meterse o no con la conducta especificada en
nitiva la lógica de la modificación de con- la regla (Skinner, 1969). De este modo, la
ducta operante. Lo novedoso en la PAF va a conducta de una persona va a estar mediada
ser que se ocupa de alterar las funciones de por su “historia verbal” específica de conse-
la “conducta clínicamente relevante” del cuencias sociales recibidas por la correspon-
cliente que se produce en la sesión terapéu- dencia formal entre los estímulos verbales
tica, y esto como medio para cambiar la antecedentes y la conducta implicada (por
“conducta real” que es objeto de tratamien- ejemplo, cuando la conducta de un hijo se ve
to. Esta forma de actuar se va a fundamen- determinada porque su padre le amenaza de
tar en dos factores clave: el reforzamiento y una forma consistente para que se esté quie-
la conducta verbal. En primer lugar, es un to). En este caso, las amenazas funcionarían
principio bien conocido del reforzamiento como “mandos” que especifican o implican
que cuanto más inmediatas y cercanas sean consecuencias aversivas por su incumpli-
las consecuencias respecto a una conducta, miento. En este sentido, es de gran relevan-
mayor será su efecto. En la sesión de tera- cia clínica tener en cuenta que las reglas o
pia, la consecuencia más inmediata y cerca- “mandos” no siempre se formulan de forma
na de la conducta del cliente va a ser la re- directa, sino que un “mando” puede estar
acción del terapeuta (Kohlenberg y Tsai, también encubierto en un comentario apa-
1987). En segundo lugar, la PAF se va a rentemente descriptivo, por ejemplo, cuando
ocupar de la “conducta verbal”, considerán- un hombre dice (a modo de “tacto”) a su no-
dola como el principal material clínico que via el contenido calórico de un postre o co-
se genera en la sesión de terapia. menta sobre el atractivo de una actriz de cine
En su obra Conducta verbal (1957), delgada, insinuando sutilmente el “mando”,
Skinner ya intentaría definir funcionalmen- “no te pongas gorda o te retiraré mi afecto”.
te este tipo de conducta: “Al definir la con- En estos ejemplos se plasma, en definitiva, la
ducta verbal como conducta reforzada a tra- noción de la “conducta gobernada por re-
vés de la mediación de otras personas, no glas”, cuyo potencial podría ser el de llegar a
pretendemos, ni podemos, especificarla en suplantar el efecto de las propias contingen-
ninguna forma, modo o medio” (p. 14). Es- cias de reforzamiento (Luciano, 1993).
ta definición funcional de la conducta ver- Por otra parte, es especialmente relevan-
bal supone que el medio social del sujeto va te para la PAF que el análisis que se lleva a
a proporcionar reforzamiento diferencial cabo de las “conductas clínicamente rele-
por la correspondencia entre los aconteci- vantes” y de las actuaciones terapéuticas
mientos y el relato que el sujeto hace de parte del principio de “equivalencia decir-
ellos. Esto es lo que Skinner denominaría hacer”; es decir, de la conducta verbal con
“control de la audiencia” sobre la conducta su referente no verbal. Este principio de
verbal. Por ejemplo, una madre puede suge- equivalencia significaría, siguiendo a Cata-
rir a su hijo que “le diga a papá dónde fui- nia, Mathews y Shimoff (1990), que mol-

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dear lo que la gente dice acerca de lo que que da lugar a las CCRs; y que es, conse-
hace parece ser una forma más efectiva de cuentemente, la ocasión propicia para pro-
cambiar su conducta que, incluso, si se mol- porcionar las ayudas oportunas. Las CCRs
dea la conducta directamente y, desde lue- se clasifican en tres tipos: los problemas del
go, que si se le dan las instrucciones para cliente que se manifiestan en la sesión
que lo haga. Desde este punto de vista, se (CCR1), las mejorías del cliente que se pro-
deriva la estrategia de la PAF de aplicar las ducen en la sesión (CCR2) y las explicacio-
contingencias oportunas para alterar la con- nes que proporciona el cliente acerca de su
ducta verbal y cambiar, por este medio, la conducta (CCR3).
conducta no verbal. En lo que sigue, se re-
visa este procedimiento terapéutico prestan- CCR1: Ejemplos reales de conducta durante
do una especial atención a los matices dife- la sesión terapéutica que son ocurrencias del
renciales que presenta con respecto a las problema clínico
restantes formas de terapia de conducta.
Cualquier persona con determinado tipo
Elementos definitorios de la PAF de problemas probablemente manifieste en
la sesión terapéutica conductas significati-
La PAF es una forma de terapia de con- vamente relacionadas con dichos proble-
ducta que se basa en el uso de estrategias de mas. Por ejemplo: (1) Una cliente con difi-
moldeamiento directo para la modificación cultades importantes en la relación social
de conductas problemáticas (Hayes, Kohlen- que se queja de no tener amigos y de no sa-
berg y Melancon, 1989). El presupuesto bá- ber cómo hacerlos, y que muestra en con-
sico en el que se apoyan sus estrategias va a sulta las siguientes conductas: evita el con-
ser considerar que la exploración de las rea- tacto ocular, responde a las cuestiones ha-
cciones del cliente hacia el terapeuta puede blando de una forma lenta y sin centrarse en
proporcionar en muchos casos una muestra la cuestión, tiene una crisis tras otra y de-
representativa de sus dificultades y aun el manda atenciones, se muestra enfadada ha-
más saliente y efectivo objetivo de cambio cia el terapeuta por no tener todas las res-
(Kohlenberg y Tsai, 1991). Se conceptuali- puestas, y frecuentemente se queja de que la
zan así las “conductas clínicamente relevan- vida no merece la pena y de que ella es una
tes” que se producen en el seno de la relación persona despreciable. (2) Un hombre que
terapeuta-cliente, vistas por tanto como una sufre de ansiedad a hablar, y que se pone a
oportunidad importante de producir cambios temblar ante su terapeuta y es incapaz de
terapéuticos significativos en el contexto de hablar durante la sesión.
la propia sesión, como esclarece Pérez Álva- Si el tratamiento es efectivo, conforme
rez (1996), bien llamada así terapéutica. avanza debería ir disminuyendo la ocurren-
Se presentan a continuación los dos ele- cia de estas CCRs.
mentos esenciales del proceso de la PAF: se
conceptualizan las “conductas clínicamente CCR2: Mejorías del cliente que ocurren
relevantes” y se formalizan las pautas que durante la sesión terapéutica
guían la actuación del terapeuta.
En la PAF se considera que si los proble-
Conductas clínicamente relevantes (CCRs) mas del cliente se presentan durante la se-
sión, también cabe que se produzcan mejo-
Como se ha dicho, en la PAF se conside- rías conforme se desarrolla la acción terapéu-
ra que la sesión terapéutica es una situación tica. Por ejemplo, un cliente con dificultades

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graves en la interacción social y que se mues- generalización a otras situaciones del cambio
tra continuamente temeroso, y que cuando conseguido en la relación terapéutica.
avanza el tratamiento modifica una cita o
cualquier otro aspecto de la situación tera- Evaluación
péutica, esta conducta constituye una CCR2.
A partir de lo dicho hasta aquí en torno a Siguiendo el proceder del análisis fun-
las CCRs, resulta evidente la importancia cional clásico, en la PAF se organiza la in-
que en la PAF va a tener la habilidad del te- formación de evaluación en un análisis pre-
rapeuta para discriminar las CCRs relacio- liminar de las dificultades del cliente en tér-
nadas con las perturbaciones emocionales y minos de los principios conductuales con
de conducta del cliente, la importancia que objeto de identificar condiciones antece-
va a tener la habilidad del terapeuta para fa- dentes y consecuentes que llevan a una con-
cilitarlas y después bien extinguirlas bien ducta problemática. Se generan, así, hipóte-
moldear las aproximaciones a las conductas sis sobre las variables clínicamente relevan-
apropiadas en el ambiente terapéutico, y tes relacionadas con el problema.
además para crear el arreglo de contingen- En lo que se refiere a la conducta verbal,
cias que faciliten sus respectivas extinción y las relaciones verbales se definen funcional-
reforzamiento positivo natural en el am- mente a partir de su sensibilidad al contex-
biente diario del cliente y asegurar, así, la to. En este sentido, una vez identificadas las
generalización. Las CCR3 que se revisan a variables clínicamente relevantes, la tarea
continuación van a tener que ver, justamen- específica que en la PAF se requiere al tera-
te, con el asunto de la generalización. peuta se basa en las tres funciones de estí-
mulo que se señalan en el conductismo ra-
CCR3: Los repertorios verbales del cliente dical: discriminativa, evocadora y reforzan-
que se corresponden con su propia conducta te. En la medida en que las CCRs sean re-
clínicamente relevante y con las variables forzadas en la sesión de terapia, se va a fa-
controladoras vorecer que la sesión se constituya en estí-
mulo discriminativo para las mismas, au-
Los clientes presentan habitualmente ra- mentando así la probabilidad de que sean
zones y explicaciones de su conducta. En la realizadas. Para que ello pueda tener lugar,
PAF, en tanto que terapia operante, van a in- el terapeuta bien identifica que una CCR1
teresar en primer lugar las explicaciones de está ocurriendo en un momento particular,
las causas de la conducta en términos de sus bien presenta una situación preparada para
antecedentes funcionales, y de las contin- evocarla. A continuación, el terapeuta pre-
gencias de reforzamiento o motivaciones de gunta al cliente si esa conducta, detectada
las que depende. En segundo lugar, van a previamente como problemática, está ocu-
ser también especialmente significativas las rriendo en la sesión clínica.
interpretaciones del cliente sobre la posible Una vez identificadas y elicitadas las
generalización del cambio realizado en la conductas problemáticas, e identificadas sus
relación terapéutica hacia las relaciones rea- variables controladoras, se pasa a la inter-
les en su vida cotidiana. vención propiamente dicha.
Según esta lógica, los terapeutas ofrecen
explicaciones sobre las causas y motivacio- Reglas terapéuticas de la PAF
nes de la conducta del cliente en términos de
las contingencias de reforzamiento de las que Las técnicas de la PAF se describen en
ésta depende. También analizan la posible forma de reglas de actuación del terapeuta,

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que se exponen a continuación (Kohlenberg Regla nº 3: Tome medidas para el reforzamiento


y Tsai, 1987): positivo de las mejorías (CCR2)

Regla nº 1: Desarrolle un repertorio para En cualquier procedimiento de modifica-


observar posibles manifestaciones de CCRs ción de conducta, los terapeutas deben ob-
que ocurren durante la sesión de terapia servar directamente y definir conductual-
mente no sólo el problema del cliente y las
Como ya hemos visto, el elemento fun- conductas meta de la intervención, sino
damental de la PAF es el dirigir la atención también las mejorías que éste muestra du-
hacia las CCRs que ocurren durante la se- rante las sesiones de tratamiento. En la PAF,
sión de terapia. Encontramos que si bien es la mejoría se define como el cambio de con-
difícil observar estas conductas al darse en ducta que ocurre bajo las condiciones esti-
la propia relación terapéutica, también es mulares que ocasionaban previamente las
cierto que si el terapeuta no capta las CCRs conductas problemáticas. El terapeuta debe
que ocurren durante la sesión, no será posi- reforzar estas mejorías, si bien siendo lo
ble reforzar las mejorías en el momento en más natural posible en la aplicación del re-
que éstas ocurran. Es por ello que seguir es- forzamiento (por ejemplo, mostrando aten-
ta regla es algo absolutamente fundamental ción hacia el contacto ocular del cliente
en la PAF, si bien el seguirla va a implicar adulto), en lugar de utilizar procedimientos
que el terapeuta discrimine aquellas con- de reforzamiento que son arbitrarios para la
ductas que sean realmente más significati- interacción social y, por tanto, de eficacia li-
vas en relación al problema del cliente. mitada.
Esta pauta es la misma que se sigue cuan-
Regla nº 2: Construya un ambiente terapéuti- do se aplica el moldeamiento sobre los re-
co que evoque la ocurrencia de CCR1 pertorios deficitarios de conducta en sujetos
gravemente perturbados. Por ejemplo, cuan-
Según Kohlenberg y Tsai, las CCR1 ocu- do se consigue que un sujeto autista diga la
rren frecuentemente en terapia sin que el te- palabra ‘nariz’ en respuesta a la pregunta
rapeuta tome especiales medidas. En cual- del terapeuta, ¿esto qué es?, el terapeuta
quier caso, se considera conveniente fomen- procura asegurarse que su reacción sea con
tarlas, para lo cual según el proceder lógico mucha probabilidad reforzante al sujeto
de la PAF la relación ha de convertirse en porque en ese caso la respuesta ‘nariz’ es un
estímulo discriminativo de dichas CCRs. ejemplo importante de CCR.
Por ejemplo, si la evaluación indica que el Kohlenberg y Tsai (1987, 1991) aconse-
cliente necesita aprender a comportarse con jan seguir las siguientes pautas en la aplica-
una mayor intimidad en las relaciones so- ción de reforzamiento:
ciales, la conducta del terapeuta debería
evocar las conductas del cliente que previe- (1) El terapeuta debería aplicar el refor-
nen el desarrollo de una mayor intimidad en zamiento natural a una clase amplia
la relación terapéutica (CCR1). No basta, en de conductas definidas por su fun-
definitiva, con atender a las posibles CCR1 ción en lugar de aplicarlo a ejecucio-
que espontáneamente se producen en las nes específicas definidas por su for-
primeras fases de la terapia, sino que éstas ma. La idea es que sin tener que de-
deben propiciarse generando un ambiente finir los componentes de, por ejem-
evocativo en base a la similitud funcional, y plo, “ser capaz de comportarse con
sobre todo al reforzar su consecución. intimidad en las relaciones con otras

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personas” o “ser asertivo”, los tera- ductas que debe reforzar. Y (b) de
peutas moldean las manifestaciones que sea natural en la aplicación del
del cliente de dicha habilidad. reforzamiento y constantemente eva-
(2) De esto se deriva la segunda pauta, lúe su impacto en el cliente. Este úl-
según la cual el terapeuta debería timo aspecto va a configurar la si-
ajustar sus expectativas a los reperto- guiente regla de actuación en la PAF.
rios actuales del cliente, siguiendo
así la lógica de “moldear” las aproxi- Regla nº 4: Observe las propiedades
maciones hacia las conductas desea- potencialmente reforzantes de su conducta
das. como terapeuta que son contingentes con
(3) En ciertas situaciones, el terapeuta las ocurrencias de la CCR del cliente
ha de amplificar sus reacciones re-
forzantes ante los cambios del clien- Esta regla se deriva directamente de los
te para que así éstas resulten más sa- principios del análisis de la conducta que
lientes y aumenten su potencial efec- enfatizan la importancia de los efectos de
to sobre la conducta del cliente. Por las consecuencias de la conducta sobre las
ejemplo, imaginemos el caso de un probabilidades futuras de esa conducta. Así,
cliente con grandes dificultades para observar la cualidad reforzante de la rela-
establecer relaciones personales cer- ción puede tener efectos importantes sobre
canas, y cuyo incremento en su cer- los resultados terapéuticos, sobre todo en la
canía hacia el terapeuta genera en es- medida en que va a permitir al terapeuta
te último una predisposición a actuar ajustar su conducta en función de los efec-
con mayor confianza y también sen- tos que va produciendo en la conducta del
timientos de mayor cercanía. A cau- cliente.
sa de que probablemente el cliente Recapitulando, se observa que en las re-
no discrimina estas reacciones, el te- glas 3 y 4 se enfatiza el papel del terapeuta
rapeuta describe su reacción privada como potencial agente reforzante de las
y dice, por ejemplo: “Me siento más conductas del cliente que significan una me-
cercano a ti ahora, cuando me con- joría. Es, en este momento, el asunto de la
fías tu visión de tu relación de pare- generalización a otras situaciones el que in-
ja”. Si no se amplifican, estas rea- mediatamente asaltaría a los terapeutas de
cciones apenas podrían tener efectos conducta, el cual se aborda directamente en
reforzantes sobre la conducta del la última regla del proceder terapéutico de
cliente que las causó. la PAF.
(4) El terapeuta ha de ser consciente de
que la relación terapéutica tiene un Regla nº 5: Desarrolle un repertorio para
poder único para el beneficio del describir las relaciones funcionales entre
cliente. Su potencial reforzante va a las variables controladoras y la CCR del
depender, básicamente, de lo si- cliente
guiente: (a) de que preste atención y
sea paciente para que no se le esca- De acuerdo a la PAF, fortalecer aquellas
pen aquellas conductas que ha de re- interpretaciones del cliente que describen de
forzar. Las mejorías pueden, de he- forma precisa las relaciones funcionales en
cho, producirse de formas muy dife- las que se encuentran implicadas sus CCRs
rentes, por lo que el terapeuta debe incrementa su contacto con las variables
ser consciente de cuáles son las con- que controlan estas conductas y aumenta,

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así, las oportunidades del cliente de cambiar sión exhaustiva en Valero y Luciano, 1992;
en la dirección deseada. Se trata de crear un y en particular sobre conducta verbal, Lu-
contexto en el que, por ejemplo, las emo- ciano, 1993), la extensión de sus aplicacio-
ciones no sean vistas por el cliente como nes más allá de estas condiciones sitúa estas
ocurrencias azarosas, sino más bien como el estrategias en el lugar de hipótesis que han
resultado de acontecimientos discrimina- de ser probadas empíricamente.
bles reales, que pueden así ser reducidos o Entre los casos en los que se informa ha-
incrementados. Si bien se sigue la lógica de ber utilizado la PAF, Kohlenberg y Tsai
ofrecer al cliente los resultados del análisis (1987, 1991, 1994) refieren su utilización
funcional, el terapeuta no va a ofrecer una exitosa con personas que presentan dificul-
“explicación racional” programada en un tades importantes en los procesos de inte-
momento discreto de la intervención, sino racción social y deficiencias en auto-estima.
que va a aprovechar para “clarificar las re- En cuanto a categorías diagnósticas, con
laciones de contingencia” aquellas ocasio- frecuencia se hace referencia a sujetos diag-
nes en que, al hacerse saliente el efecto de nosticados con personalidad-límite y depre-
estas variables en la conducta del cliente, se siones recurrentes, los cuales suelen infor-
facilita su comprensión. mar sentirse temerosos, ansiosos y fuera de
Complementariamente, en la PAF tam- control, a la vez que se muestran frecuente-
bién se van a facilitar y reforzar las verbali- mente malhumorados, explosivos y verbal-
zaciones del cliente en torno a las equiva- mente insultantes. Por la lógica del procedi-
lencias entre los eventos que ocurren dentro miento, debería ser en definitiva aplicable a
de la sesión y sus acciones prácticas fuera aquellos problemas susceptibles de presen-
de la sesión. Kohlenberg y Tsai postulan tarse en la sesión terapéutica, entre los que
que, de este modo, se promueven y molde- Pérez Álvarez (1995) enumera: miedo al
an las “equivalencias funcionales” entre lo abandono, rechazo, dificultades para expre-
que se dice dentro de la sesión clínica y lo sar sentimientos, afectos inapropiados, hos-
que se hace en la vida cotidiana. Por ejem- tilidad, sensibilidad a la crítica, ansiedad so-
plo, si el cliente se comporta más asertiva- cial, compulsividad obsesiva y trastornos
mente en la sesión y se trata de promover del yo; dimensiones de la interacción social
acciones asertivas, sería conveniente hacer- que, en definitiva, se presentan en buena
le ver al cliente dicho incremento, pregun- parte de los problemas del cliente externo.
tarle y, en su caso, reforzarle naturalmente
por la ocurrencia de acciones similares en Los problemas del yo como ejemplo de
su vida cotidiana. aplicación

Eficacia y ámbitos de aplicación Kohlenberg y Tsai (1991) proponen una


formulación conductual de los problemas
Hasta el momento, el único aval empíri- del yo o trastornos de personalidad al ser és-
co de la PAF es la formulación de casos en tos los problemas para los que puede resul-
los que se especifican su proceder y su efec- tar más útil esta forma de terapia. En con-
tividad. Si bien se apoya en una serie de pre- creto, clasifican las perturbaciones del yo en
supuestos la mayoría de los cuales han sido un continuo de “leves” a “graves” sobre la
probados en condiciones de laboratorio (so- base del control privado del ‘yo’; es decir,
bre el control discriminativo de la conducta, del control privado del individuo sobre sus
Luciano, 1992; sobre el hallazgo de relacio- respuestas que tienen como sujeto el ‘yo’
nes de equivalencia, se encuentra una revi- (por ejemplo, “yo quiero”, “yo siento”,

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etc.), denominadas respuestas ‘Yo X’. En el nas las críticas de alguien significativo pro-
desarrollo normal, el ‘yo’ se encuentra bajo ducen un cambio importante en su humor y
el control estimular del ‘lugar’ en el que se actúan como estímulos discriminativos para
producen las actividades como ver, querer, cambios marcados en los pensamientos,
sentir o pensar. Así, el ‘yo’ emerge como sentimientos y puntos de vista que confor-
unidad funcional a partir de un gran número man sus ‘Yo X’.
de unidades ‘Yo X’ que se encuentran bajo Respecto a los problemas graves del yo,
control privado, dando lugar a que el ‘sí Kohlenberg y Tsai proponen que éstos se
mismo’ sea experimentado como relativa- fundamentan en un gran número de res-
mente estable y continuo. Complementa- puestas ‘Yo X’ bajo control público. Así, la
riamente, cuanto mayor sea el rango de res- afirmación “Me siento vacío”, que es carac-
puestas ‘Yo X’ que no se encuentran bajo terística de los clientes diagnosticados con
control privado, más problemas experimen- un trastorno de personalidad-límite, es con-
tará el sujeto en la experiencia de ‘sí mis- secuencia de una relativa ausencia de estí-
mo’. En el extremo, los problemas graves mulos discriminativos privados que contro-
del ‘sí mismo’ se corresponden con una fal- len las respuestas verbales que toman como
ta de control privado sobre numerosas uni- sujeto el yo; y, por consiguiente, de la au-
dades ‘Yo X’. sencia de control privado sobre un amplio
La gente con perturbaciones del yo de rango de respuestas ‘Yo X’, tales como “Yo
leves a moderadas si bien presentan un nú- quiero”, “Yo siento”, “Yo necesito” o “Yo
mero sustancial de respuestas ‘Yo X’ que creo”. La localización externa de estímulos
son evocadas por estímulos privados, tam- que evocan el ‘yo’ se experimenta como
bién presentan un número significativo de despersonalización, y cuando estos estímu-
tales respuestas bajo un total o parcial con- los externos están ausentes, el sujeto experi-
trol público. No se incluyen aquí las perso- menta la ausencia o falta de yo. De este mo-
nas que saben lo que quieren o sienten pe- do, la ausencia de estímulos que controlen
ro tienen dificultades en la expresión aser- la experiencia de yo se corresponde con el
tiva, sino aquellas personas que tienen difi- “vacío” del que se quejan estos sujetos. Y
cultad para saber lo que quieren o sienten, las contingencias no sólo afectarán directa-
es decir, para producir un “Yo quiero X” o mente a las experiencias de “Yo quiero”,
“Yo siento X” en la ausencia de otra perso- “Yo siento”, “Yo necesito” o “Yo creo”, si-
na que actúe como estímulo discriminativo no que también afectarán a la experiencia
para este tipo de respuestas. En estos ca- del ‘yo’ que emerge de ellas. Así, sólo cuan-
sos, el problema del yo se experimenta co- do estas experiencias están controladas por
mo la dificultad en saber lo que uno quiere estimulación pública aparece el sentido de
o siente. yo.
Efectivamente, las personas con un ‘yo’ El sentido discontinuo e inestable de “sí
inestable muestran habitualmente una extre- mismos” que caracteriza a los sujetos con
ma sensibilidad hacia las opiniones de los personalidad-límite es el efecto de sus ‘Yo
otros, de tal forma que sus ‘Yo X’ que de- X’ controlados públicamente. En estos suje-
berían estar bajo control privado realmente tos se observa que, efectivamente, es sufi-
son controlados públicamente. Este sería el ciente un pequeño cambio en la conducta de
caso de una cliente que se siente bien consi- otras personas significativas para que se
go misma cuando está sola, pero lamenta produzcan cambios notables en los pensa-
“que se pierde a sí misma” cuando se impli- mientos, sentimientos y puntos de vista que
ca en una relación. Además, en estas perso- transmiten en sus ‘Yo X’.

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Intervención terapéutica co reforzar esta respuesta en la medida de lo


posible. Entre otras estrategias, resulta con-
Al ser en estos clientes la falta de control veniente que la terapia se vaya haciendo
privado una fuente básica de dificultades, el progresivamente menos estructurada para
tratamiento consiste en proporcionar las incrementar las ocasiones de evocar y,
contingencias naturales que fortalecen di- posteriormente, reforzar aquellas conductas
cho control privado; es decir, proporcionar verbales como “yo veo, yo tengo, yo siento
las contingencias naturales que fortalecen o yo quiero”, que en definitiva reflejan un
las CCR2 de ‘Yo X’ controlados privada- control privado cuando se producen en au-
mente. El terapeuta deberá reforzar cual- sencia de indicaciones ajenas.
quier afirmación por parte del cliente que En definitiva, es en estas situaciones, en-
sea una respuesta ‘Yo X’ bajo control priva- tre otras, en las que la relación terapéutica pa-
do, debiendo para ello tomarla seriamente, sa a ser un constitutivo esencial de la terapia.
ser responsivo y dar muestras de aceptación.
Las pautas terapéuticas fundamentales Valoración
son las siguientes:
Se ha de incrementar la probabilidad de Se presenta, para terminar, una valora-
que el cliente emita CCR2 que se corres- ción de esta forma de terapia a partir de ana-
ponden con respuestas “Yo X” bajo control lizar aquellos aspectos que se presentan co-
privado. Es decir, se favorecen las condicio- mo puntos fuertes y puntos débiles para su
nes para que el cliente diga “yo pienso X” o aplicación clínica.
“yo siento X” bajo el control de estímulos
privados. Resulta esencial para ello que el Puntos fuertes de la PAF
cliente perciba que, sean cuáles sean sus
respuestas, éstas serán aceptadas por el tera- (1) El principal punto fuerte de la PAF se
peuta y no recibirán aprobación o rechazo. basa en la utilidad potencial de cen-
Se deben acoplar las reacciones del tera- trarse en los intercambios verbales
peuta al repertorio de control privado que que mantienen terapeuta y cliente
presenta el cliente. Además de seguir así la desde un sistema conceptual cohe-
lógica del moldeamiento, evitamos que en rente que permite formular unas di-
una excesiva ausencia de señales por parte rectrices claras, lógicas y precisas a
del terapeuta el cliente experimente una seguir paso a paso durante el trans-
“pérdida de sí mismo”, y sus consecuencias curso de la terapia. Se contribuye así
negativas para el transcurso de la terapia. a superar la continua alusión que se
Se deben reforzar tantas afirmaciones hace en terapia de conducta al poten-
‘Yo X’ del cliente como sea posible. Es muy cial terapéutico de la relación entre
importante tratar con respeto todas las ideas, cliente y terapeuta en términos de
intuiciones, teorías y creencias del cliente “efectos inespecíficos” y a la fre-
que difieren de las del terapeuta porque son cuente formulación de consejos ge-
precisamente estas conductas las que más nerales como el de que es convenien-
probablemente se encuentran bajo control te generar una “buena alianza del te-
privado. La idea es, en definitiva, reforzar rapeuta con su cliente” o “una buena
tantas “Yo X” como sea posible. relación” para obtener la cooperación
Por ejemplo, si el problema de “sí mis- del cliente durante el tratamiento.
mo” del cliente se relaciona con una falta de (2) Complementariamente, esta terapia,
control privado sobre “Yo quiero”, es críti- en la medida en que se basa en la in-

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PRINCIPIOS TERAPÉUTICOS Y POSIBILIDADES CLÍNICAS DE LA «PSICOTERAPIA ANALÍTICA FUNCIONAL»

vestigación básica contemporánea en dominio interpersonal terapeuta-


análisis de la conducta y, en particular, cliente se puede utilizar justamente
de la conducta verbal, se desvía de las con el fin de facilitar el desarrollo
corrientes principales de la interven- del “control privado”. En estos ca-
ción conductual que se fundamentan sos, la relación terapeuta-cliente pa-
en los principios conductuales dispo- saría de ser una mera relación de tra-
nibles en los años cincuenta y sesenta. bajo o colaboradora para aplicar las
(3) Frente al uso restringido del análisis técnicas, como es suficiente en otros
aplicado de la conducta en ámbitos muchos casos, a jugar un papel espe-
institucionales, el análisis de las rea- cialmente importante para producir
cciones del terapeuta hacia el cliente se el cambio terapéutico.
presenta como una herramienta tera- (4) En cuanto a su integración en el
péutica de potenciales beneficios en campo general de la terapia de con-
numerosas situaciones clínicas en las ducta, la PAF es, efectivamente, tera-
que se ejerce poco control sobre las pia de conducta en tanto que se pre-
“contingencias reales” de reforza- ocupa por la validez empírica de sus
miento y en las que la forma principal resultados. Se describen operacio-
de intervención es el intercambio ver- nalmente sus procedimientos y en
bal que ocurre en la sesión de terapia sus presupuestos se encuentra pre-
(Dougher, 1993; Kohlenberg, Tsai y sente contrastar los efectos de sus in-
Dougher, 1993). En particular, la PAF tervenciones específicas, y su efica-
se presenta prometedora en aquellos cia global, de una forma objetiva y
casos de trastornos de la personalidad, experimental. Si atendemos a su pro-
llamados aquí trastornos del yo, que ceder lógico, este enfoque puede su-
son un desafío para la terapia de con- poner además un enriquecimiento de
ducta. En estos casos, los repertorios la terapia de conducta. En tanto que
de relación interpersonal se encuentran las conductas verbales del cliente en
seriamente perturbados, siendo habi- consulta van a ser conceptualizadas
tualmente insuficientes las instruccio- como operantes clínicamente rele-
nes como herramienta terapéutica para vantes, van a suponer una oportuni-
cambiar la conducta social. En defini- dad importante de producir cambios
tiva, estos posiblemente son proble- terapéuticos significativos en la pro-
mas idóneos para que la sesión tera- pia sesión de tratamiento. El lengua-
péutica funcione como un “laborato- je se toma, en definitiva, como una
rio” en el que se moldeen las conduc- herramienta terapéutica clave en el
tas y habilidades sociales efectivas. seno de la relación terapeuta-cliente,
Por otra parte, algunos trastornos de superándose así la consideración del
personalidad también se caracterizan mismo como representación directa
por la dificultad del cliente para re- del mundo real que ha llevado, en la
gular sus emociones negativas y por terapia de conducta, a que se limite
ser frecuentemente insuficientes para la sesión terapéutica a representar,
su tratamiento las estrategias que se hablando de ellos, los problemas de
basan en formular instrucciones de los clientes que ocurren en la vida re-
autocontrol sobre pensamientos y al; y a proponer, ensayar y progra-
emociones negativas. Es por ello que mar como tareas para casa sus posi-
la promoción de contingencias en el bles soluciones.

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CARMEN RODRÍGUEZ-NARANJO

Puntos débiles de la PAF trucciones, sobre todo aquellos rela-


cionados con la falta de información
(1) Cabe argumentar, siempre desde la (por ejemplo, sobre aspectos de sa-
lógica hipotético-deductiva, que las lud). En este sentido, Meichenbaum
CCRs son hipótesis a ser exploradas, (1974) ha desarrollado y mostrado la
y que su relevancia clínica real nece- eficacia de la intervención basada en
sita ser demostrada, no asumida. el uso de auto-instrucciones para el
(2) En la PAF, el terapeuta evita utilizar control de la conducta. Además, in-
instrucciones o “reglas” para crear cluso desde la propia noción skinne-
cambios en la conducta, al considerar riana de conducta gobernada por re-
que dichas reglas pueden producir glas, se sostiene que una regla puede
conductas funcionalmente diferentes servir para establecer el momento, lu-
a aquéllas que son moldeadas (Azrin gar y otras condiciones antecedentes
y Hayes, 1984; Hayes, Kohlenberg y apropiadas para la conducta; su topo-
Melancon, 1989). Se considera, por grafía, es decir, frecuencia, duración
tanto, un inconveniente que cuando y otras características de la clase de
se proporcionan instrucciones tera- respuestas; y anticipar el tipo, canti-
péuticas para el cambio de conducta dad y cualidad de sus consecuencias.
(por ejemplo, para el cambio de la En conclusión de todo lo expuesto, es in-
conducta social), estas instrucciones dudable el valor fundamental de la Psicotera-
pasen a controlar la conducta del pia Analítica Funcional, que consiste en resal-
cliente en lugar de potenciar que ésta tar la utilidad potencial de centrarse en la rela-
esté bajo el control directo de la ex- ción terapéutica para producir cambios signi-
periencia, principalmente de la situa- ficativos en la conducta. Esta consideración de
ción social en la que el sujeto se en- la conducta verbal del cliente como “conduc-
cuentra. Son dos los comentarios crí- ta clínicamente relevante” en relación a sus
ticos que asaltan más inmediatamen- perturbaciones emocionales y de conducta
te respecto a este planteamiento. abre la posibilidad de facilitarla en el ambien-
Primero, esta preocupación por faci- te terapéutico y después moldearla en el mis-
litar que operen sobre la conducta las mo contexto con contingencias diferenciales
contingencias reales de reforzamien- apropiadas, y de potenciar su generalización.
to supone la confianza en que estas Por otra parte, este planteamiento se hace
contingencias van a ser siempre be- desde un sistema conceptual coherente que
neficiosas, ignorando que las contin- hace disponibles una serie de pautas clara-
gencias naturales en muchas ocasio- mente definidas para que el terapeuta maneje
nes lo que hacen es dificultar que el su relación con el cliente hacia la consecución
sujeto realice conductas apropiadas de los objetivos terapéuticos. Si bien este as-
(por ejemplo, respecto a la conducta pecto de la intervención queda ajeno a la lógi-
asertiva, o a la exposición ante situa- ca de la terapia de conducta, desde este mismo
ciones ansiógenas) y elicitan conduc- contexto se reconoce que en muchos casos la
tas inapropiadas pero altamente re- relación terapéutica es la máxima responsable
forzantes (por ejemplo, el consumo del cambio conductual. En definitiva, este en-
de drogas). En segundo lugar, con es- foque ofrece a la terapia de conducta las reglas
te proceder se ignora que en muchas oportunas para optimizar el potencial terapéu-
ocasiones los problemas de los clien- tico de la relación terapeuta-cliente, y su in-
tes son sensibles a las simples ins- corporación al discurso científico.

Psicothema, 1998 95
PRINCIPIOS TERAPÉUTICOS Y POSIBILIDADES CLÍNICAS DE LA «PSICOTERAPIA ANALÍTICA FUNCIONAL»

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96 Psicothema, 1998

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