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Unidad 1
Garrido Martín, E. Manual de Psicología Jurídica.(Agos)
Según Piaget una de las diferencias esenciales entre ambas disciplinas es que la ley nos
dice lo que debemos hacer y la psicología descubre las leyes del ser, las leyes de la
conducta. Las leyes positivas, aunque no se cumplan, siguen teniendo su valor, mientras las
leyes nomotéticas se invalidan cuando no se halla su “cumplimiento” real. Pero debe
afirmarse en contra de Piaget que si se invalidan las leyes nomotéticas, se invalidan también
las leyes positivas que razonablemente se fundan en ellas.
Hasta ahora se ha dicho que la psicología, en esta relación, fundamenta la ley. El valor
justicia, fundamento de la ley positiva, es un valor cuya esencia es social.
Con esta argumentación se da a entender que la psicología tiene cierta prepotencia sobre la
ley, ya que estudia la naturaleza humana, el ser. Garrida crítica este supuesto y replantea la
relación entre el ser y el deber ser que ordena la ley positiva.fpe
La ley, impuesta por el proceso, determina lo que las ciencias sociales deben descubrir. Es
la sociedad el poder que crea las leyes, el que determina la psicología que se hace, la
“naturaleza” que se descubre.
Piaget diferencia entre ser y deber ser a la hora de distinguir epistemológicamente las
ciencias sociales de las jurídicas. ¿Pero quién determina a quien? ¿ El deber determina al
ser o la ley se acomoda al ser?. Este tema fue tratado por la psicología diferencial, la cual
descubren diferencias entre las personas. Estas diferencias ordinariamente coinciden con
las divisiones sociales y muestran cómo los los que están arriba y dominan tienen más
capacidad y por eso deben continuar obedeciendo.
En el campo de las relaciones entre la psicología y la ley, el mejor ejemplo, es el tratamiento
que la psicología ha dado al tema de percepción y la vivencia de la justicia distributiva tanto
en su teoría de la equidad como en la percepción del mundo justo. En la formulación de la
teoría de la equidad se establece que el que más aporta no solamente se lleva la parte del
león en el reparto de beneficios, sino que, además, trata de imponer unas normas del
consenso (ley positiva) que favorezcan su situación de privilegio. En la teoría del mundo justo
se ratifica esta situación de reparto desigual, pero con convencimiento más medular: que
cada uno tiene lo que se merece. Quien tiene miseria o es víctima por algo será, y quien ve
la cara positiva de la suerte, aunque esta se deba al azar, es porque tambien se lo ha
merecido.
La teoría, el ser, la psicología, descubren lo que es coincidente con el deber ser, con la ley
positiva hecha a modo y medida de quien detenta el poder. El que más tiene debe seguir
teniendo y mandar sobre los demás.
Esta misma concepción de la justicia como equidad es la influencia mayor que la ley
positiva, emitida por quien está en el poder para favorecer sus privilegios, ha ejercido sobre
la psicología. Pero no es la única, nos encontramos además con una especie de lazo de
programa de ordenador en el que el paso siguiente aumenta la cantidad básica un número
determinado de veces; se puede expresar de la siguiente manera: la ley positiva, por sí
misma, por el hecho de ser promulgada, termina cambiando las creencias de los
subordinados hasta tal punto que, pasado el tiempo, la gente mantiene como naturales y
obvias creencias y aptitudes que años atrás parecía contra natural. La segunda de las
relaciones inversas es más trivial, por ser más cotidiana. Desde una mente psicológica
resulta interesante acercarse a quienes, desde una mente legal, crítica en las relaciones
entre la psicología y la ley. Es decir, las relaciones de fundamento de la psicología sobre la
ley carecen de mucho sentido cuando se estudian formalmente, pero esas mismas leyes
psicológicas, descubiertas en los mismos laboratorios, son utilizadas por el poder fáctico
cuando éste le conviene para sus intereses. Una vez más el poder determina lo que la
ciencia debe buscar. Una vez más, cuando la ciencia es “auxiliar” del poder no causa
problemas; cuando se quiere convertir en dueña desde el estudio de la “naturaleza humana”
a la que debería someterse, la ley es criticada y reprimida.
Lo dicho es suficiente para demostrar, que al igual que la psicología que se hace, el ser que
se descubre no está tan lejano de la circunstancia jerárquica en la que vive.
Por otro lado, y para no olvidar el punto de vista psicológico de este texto, afirmamos que las
ciencias sociales no pueden renunciar a modificar profundamente la escala de valores de
una sociedad. Y uno de los caminos es influyendo sobre la ley positiva.
La psicología descubre “la naturaleza” que modifica la ley, por una vez promulgada esta
modifica la naturaleza humana que trata de descubrir la psicología, que, como profecía
autocumplida, descubre lo que la ley positiva le ha impuesto.
Urra Portillo, J. (1993) Manual de Psicología Forense. (Juli)
Derecho: Conjunto de leyes, preceptos y reglas a que están sometidos los hombres en su
vida social. Ciencia que estudia las leyes y su aplicación.
Psicología: Ciencia que estudia el comportamiento humano en el más vasto sentido, abarca
todas las actividades, sentimientos y razones de las personas
La Psicología y el Derecho tienen en común su objeto de intervención, la conducta de la
persona, son ciencias humanas y sociales.
La Psicología ha aportado dos aspectos centrales al Derecho: la diferenciación individual y
los componentes sociales.
En paralelo al desarrollo del Derecho y en estrecho nexo al mismo, se encuentran las
distintas aportaciones de la Psicología desde distintas orientaciones: psicoanálisis
-mediatización inconsciente de los profesionales del Derecho; conductismo- pone el acento
de su interés en los resultados obtenidos; cognitivismo -elaboración razonada en la
argumentación normativa; Psicología Social -implicación social.
La Psicología y el Derecho parten del individuo, del sujeto único, responsable de sus actos y
conductas, de su capacidad para modificarlos, y éste resulta ser, al fin, el nexo de unión de
ambos, Los dos entienden que la estabilidad y el bienestar social tienden a ser alcanzados
en cuanto es mayor la adaptación de cada persona
los juristas han de conocer los avances de la Psicología y sus aportaciones, para optimizar la
comprensión de los hechos delictivos, las etiologías, motivaciones y refuerzos que los
sostienen, para apreciar el valor testifical de un testigo; captar los detalles del informe
psicológico que le eleva el perito, etcétera.
Señalados los puntos de confluencia entre Psicología y Derecho, acordamos con Muñoz
Sabaté (1980) que <<la psicología para el derecho es fundamentalmente una psicología
probatoria>>.
Definamos la Psicología Forense como la ciencia que enseña la aplicación de todas las
ramas y saberes de la Psicología ante las preguntas de la Justicia, y coopera en todo
momento con la Administración de Justicia, actuando en el foro (tribunal), mejorando el
ejercicio del Derecho. Establecen sus límites, por un lado, los requerimientos de la Ley; y por
otro, el amplio rango que tiene la Psicología
Algunas de las funciones que en la actualidad desarrolla el psicólogo forense en el ámbito
del Derecho:
Derecho Penal: Informe sobre capacidad cognitiva y volitiva del acusado; nivel de
implicación en el proceso delincuencial, etc.
Derecho Civil: Informa sobre desajustes psíquicos, deficiencias y/o enfermedades
mentales, etc.
Derecho laboral: Valoración de incapacidades psíquicas, trastornos, secuelas
El estatus de la Psicología Forense ha de enriquecerse mediante el desarrollo de marcos
teóricos propios y conseguir plasmar en el contexto legal los avances de la ciencia
psicológica, al tiempo de elaborar los instrumentos de evaluación específicos.
Sigloxx
al inicio del siglo, no existe diferenciación entre Psicología Forense y Jurídica, ambas se
refieren al uso de la psicología en la praxis judicial.
Nace la Psicología Criminal, que estudia a la persona que comete el delito, asimismo,
brota la Psicología del Testimonio (percepción, memoria...) y por último la Psicología del
Juzgador (jueces, fiscales, etc.).
Posteriormente, el desarrollo de la Psicología aplicada al ámbito judicial va discriminando
entre Psicología Forense y Psicología Jurídica; la primera, más individual y aplicada; la
segunda, colectiva y teórica.
En los años cuarenta, los psicólogos fueron influyentes en la presentación de estudios
relevantes en los ámbitos de:
La influencia de la publicidad en los juicios.
Efectos de pornografía en adolescentes.
Efectos de ciertas prácticas educativas en los niños.
Efectos de la publicidad en comunidades.
En los a ños cincuenta, los psicólogos se incorporaron a testificar como expertos. Esta
década es denominada por Loh como de Psicología Forense o Psicólogos en el Estrado.
Algunos autores plantean que el Derecho debe incorporarse a las Ciencias Sociales.
En estos años cincuenta prolifera la literatura psicológica sobre aspectos legales. Se
afianza la Psicología Clínica. La Psicología Criminal centra su interés en aspectos
psicológicos tales como personalidad, imputabilidad, estados emocionales, etc., alejándose
de los propiamente patológicos.
En los a ños sesenta (que Loh denomina como < <la investigación en la Justicia Procesal>>),
se desarrolla la Psicología Social, influyendo en los temas de criminalidad, desorden social,
violencia, etcétera.
Desde la Psicología Experimental se desarrolla un amplio bagaje empírico y teórico sobre
campos muy diferentes: análisis del funcionamiento del Jurado, estudio de procesos y
procedimientos judiciales, traducción a lenguaje empírico de los conceptos del Derecho,
etcétera.
Eysenck, Bandura y otros autores formulan teorías explicativas del comportamiento criminal.
ños setenta (Loh califica esta década como el <<Resurgimiento y consolidación
En los a
de la Psicología Judicial>>), la Psicología Forense alcanza su mayoría de edad. Se multiplican
las publicaciones, Se elaboran teorías psicológicas sobre la justicia distributiva y sobre los
procedimientos judiciales.
Se amplía el abanico de intervención de la psicología, se desarrolla la Psicología de la
Testificación, analizando la fiabilidad de los informes de los testigos, tipos de interrogatorios
e influencia de los mismos, sistemas policiales, testificación infantil, etcétera.
A finales de los setentas, se realizan valoraciones empíricas de los juicios mediante
jurado y sobre el papel del psicólogo como testigo experto.
Se lleva a efecto una psicología de corte marcadamente aplicada, centrándose
primordialmente en los procesos judiciales penales.
ños ochenta, denominados como de <<Institucionalización de la Psicología Judicial
A
Acontece el reconocimiento oficial de la Psicología Jurídica, tanto desde la perspectiva de
la valoración científica como área especializada de la Psicología, con la consecuente
formación académica (bien en la rama de la Psicología, bien desde la formación del propio
desarrollo curricular del Derecho). Igualmente se integra en las estructuras administrativas y
oficiales donde se realiza la práctica legal, ya no de una forma individual y esporádica sino
como un cuerpo y/o colectivo que inciden en la política y decisiones legales.
Varela, O., Sarmiento, A., Alvarez, R. (2003) Psicología Forense (Pau)
Capítulo 1. El rol del psicólogo en instituciones cerradas.
Al estudiar todas aquellas conductas que tienen que ver con el delito o con las conductas
antisociales, se hace imprescindible señalar aquellos factores que directa o indirectamente
incidieron para que se produzca la transgresión. Es precisamente el psicólogo forense, quien
tiene un rol preponderante en el estudio de estos factores.
Como ejemplo, se toma el caso de los delitos o las conductas antisociales, en los que están
involucrados menores de edad. Cabe aclarar que una persona es menor de edad, según el
Código Civil, hasta que cumpla 21 años, pero según el Código Penal es considerado mayor
de edad (por la capacidad de comprender) a partir de los 18 años. Esta disociación
normativa, repercute lógicamente en el seno de la sociedad, produciendo una alarma social,
que no es otra cosa que un llamado de atención.
Sólo se logra formar grupos sociales segregados, los que en el fondo actúan como “chivos
emisarios” de una estructura social alterada en sus vínculos. Así, la socialmente llamada
“delincuencia juvenil” es aceptada como algo natural y absoluto, y nunca como algo relativo
al contexto social; lo que implica, a manera de un beneficio secundario, no reconocer ni
aceptar las falencias de todos y cada uno de los integrantes del cuerpo social.
Siguiendo el discurso basagliano, podemos afirmar que: “…aun cuando se encuentran
posiciones que tienen en cuenta el otro polo de la relación, o sea el polo social, lo antisocial
continúa siempre refiriéndose a la infracción de un esquema de valores que es aceptado
como natural, sin tener en cuenta que el individuo es emergente de un sistema social,
adquiriendo así más importancia la consecuencia de la conducta marginal, que las
implicancias que las distintas presiones sociales le han acarreado al individuo, llevándolo así
a producir la transgresión”. Esto sucede porque las instituciones están más empeñadas en
defender a la sociedad del “anormal”, que en curar al enfermo y su enfermedad.
Lo esencial pareciera ser el “estigmatizar” a aquel que se desvió de la norma, ya que a partir
de ese momento, todo lo que haga será siempre equivocado; si un acto está equivocado,
también lo estará su contrario, porque el error inicial fue no haber aceptado las reglas del
juego.
El interno, es objeto de la violencia institucionalizada, la que actúa en todos los niveles, ya
que toda acción de rebeldía por parte de un individuo tutelado, procesado o condenado está
definida siempre dentro de los límites de la antijuricidad, pues el fin es justificar el control de
los antisociales frente a un mundo “civilizado”. Y es en este punto de inflexión, donde el
psicólogo forense adquiere aún más relevancia, porque es necesario activar la
concientización de que existe una “población en riesgo”, y que ésta no necesita del castigo o
de la caridad, sino de un adecuado tratamiento.
Ahora bien, las instituciones (creadas por la misma sociedad) se manejan con un sistema
referencial que está basado en un sofisma; de esta manera sólo existirán las conductas
delictivas o antisociales, evitando reconocer ciertas conductas como un acting-out; y esta es
una importante diferencia ya que los acting si bien pueden ser sancionados en el plano
jurídico penal, también están evidenciados en el área mental, por lo tanto, si bien por lado
aparece la falta, implicaría por otro lado ciertos elementos que posibilitarán instituir los
factores causales de la transgresión, y no sólo al causante de la misma. La dificultad
consiste, como dice Larau, en marcar la diferencia entre lo institucional y lo jurídico, entre el
delito y el acting-out.
Para que una institución sea operativa, su definición, sus características, su inserción en
una estructura o en un sistema, tiene que residir en el análisis de aquello que lo instituye,
que lo produce y garantiza su duración y su permanencia en la práctica social. Si tomamos
un sistema referencial objetivo, la institución aparece remarcando lo universal (contando
siempre con el respaldo social); así, un individuo que mantuvo interrelaciones constantes
dentro del seno de la sociedad, una vez detenido encarna siempre lo negativo, “marca” que
arrastrará hasta el último de sus días. Desde un sistema referencial subjetivo, podríamos
situar a la institución en una instancia donde se le va a dar una situación de privilegio a la
particularidad de la experiencia de cada hombre; la institución así ya no es una cosa, sino la
proyección de la angustia individual, y al mismo tiempo una defensa contra dicha angustia.
Si no comprendemos lo antisocial como una consecuencia de carácter individual y social,
jamás será factible una adaptación. Y es éste el nudo del problema, ya que al no
comprenderse las motivaciones de las conductas marginales, se da mayúscula importancia a
la peligrosidad, excusa ideal para instaurar el aislamiento, aplicando así la fórmula del
control social a través de la tutela.
Las relaciones existentes entre vínculo libidinal y vínculo social, deben resolverse en una
dialéctica entre dos órdenes de realidades; por un lado la realidad singular e histórica de
cada individuo, y por otro lado, la verdad universal, dentro y a través de la cual emerge lo
particular de cada sujeto (Basaglia).
Ahora bien, la punición definida como tratamiento está aún constituida por el aislamiento,
las reglas represivas e incluso los psicofármacos; ni siquiera si la mitificamos podemos
definirla como una terapia que ayude a pensar, sentir y proceder de manera adecuada a
quienes están dentro de ciertas instituciones.
El diagnóstico ha asumido el significado de un etiquetamiento, ya que ante la imposibilidad
de comprender el problema planteado, la única salida es descargar la agresividad sobre el
objeto que no se deja comprender. Aislando al interno pueden así ocuparse de las
definiciones abstractas y su codificación en diferentes formas, sin temer caer en
contradicciones con la realidad, ya que la misma fue negada. Estamos obligados a separar la
enfermedad con su clasificación nosográfica, si queremos llegar a ver la cara del enfermo y
su real malestar. Lo antisocial es un problema que nunca ha sido afrontado, sólo negado.
Antes de aceptar el error reconociendo nuestra impotencia, nos hemos apresurado a
transformar esa realidad en negación del objeto indescifrable; es así que el diagnóstico pasó
a convertirse en juicio de valor.
La única alternativa que al interno se le permite, es la de identificarse con una institución
cuya estructura está construida a imagen de lo que el interno debe convertirse; en esa
situación dialéctica ¿qué otra cosa puede hacer el interno que no sea someterse, obedecer y
comportarse en definitiva como un colonizado? La sociedad, a través de estas instituciones
domina y controla, y no le permite al sujeto separarse de ella (aun cuando éste se encuentre
fuera de sus límites); no le permite la individualización, lo que paradójicamente nos remite a
la misma relación ambigua que mantuvo el sujeto en las primeras etapas de su evolución. El
proyecto de relación institución-analista-paciente, puede presentar así tan sólo dos
alternativas: o la búsqueda de una complicidad recíproca, o la búsqueda de una recíproca
responsabilización.
Capítulo 2. Concepto de psicología forense.
Es aquella parte de la psicología que se desarrolla dentro del ámbito jurídico específico y/o
en sus órganos dependientes, caracterizándose por poseer técnicas propias que la
convierten en una ciencia auxiliar de ese campo. El nacimiento, se podría situar
paralelamente con el auge mundial del positivismo.
En nuestro país, a principios de siglo comienza a llegar la influencia del positivismo europeo,
siendo sostenida por hombres como José Ingenieros con su “Tratado de Psicología” y su
“Criminología”; o Piñero y Ramos Mejía, aportando conceptos positivistas a la psicología de
la época. Si bien existe en la Justicia nacional un cuerpo reconocido de médicos forenses,
que se ocupan de peritar (o sea funcionar como auxiliares asesores del juez), en las
distintas causas que lo requieran, no existe un cuerpo de psicología forense como tal.
Nuestra presencia sólo está reducida a un ejercicio limitado de la profesión, a cargo de un
grupo de colegas que dependen funcional, administrativa y profesionalmente del Cuerpo
Médico Forense, con carácter de auxiliares de éstos, sin posibilidad de firmar ni siquiera
nuestras propias pericias y sin derecho a que el juez considere nuestras conclusiones. Esto
en el fuero penal; en el civil es aún más grave el tema, pues la presencia del psicólogo sólo
se reduce a un listado de profesionales que es consultado por el juez a su voluntad y
elección, sin que este trabajo signifique una relación laboral en el ámbito. Y sin nombrar los
fueron en los cuales los psicólogos no tienen ninguna presencia, como por ejemplo el
laboral.
El objetivo fundamental de la psicología forense es el de crear la conciencia de enfermedad y
necesidad de cura –que en la mayoría de los casos no se logra por diversos factores- y por lo
tanto es imperativo que el psicólogo posea nociones básicas de Derecho, lo cual no sólo va
a posibilitar una mejor atención a su paciente, sino que también le permitirá un idioma
común para la comunicación con otros profesionales, es decir, que aquí entraríamos en un
punto fundamental del tema que sería necesidad de ocupación del campo específico con
discurso psicológico-forense y técnicas propias. Por eso, planteamos la necesidad de un
discurso psicológico que no solamente se limite a la exposición de un diagnóstico tan
siquiera dinámico, sino que también propenda a su terapéutica y reversión, y para ello
debemos elaborar también técnicas adecuadas, pues no podremos utilizar los mismos
principios que aplicamos con pacientes en hospitales o centro de salud mental, y menos aún
con los practicados en nuestro consultorio privado. Con esta realidad es con lo cual nos
encontramos todos los días psicólogos que trabajamos en establecimientos minoriles que
alojan a cuadros –mal llamados- “delincuentes juveniles”.
Otro ámbito es el trabajo profesional en unidades carcelarias; aquí la tarea es diversa y
difiere fundamentalmente de la realizada en establecimientos minoriles, dado que aquí sí
estamos tratando con personalidades con trastornos delincuenciales básicos; pero tampoco
es sencillo por la multiplicidad de factores convergentes. Lo fundamental es crear en el
enfermo su capacidad de tal, o por lo menos la comprensión de que algo anormal está
ocurriendo y es necesario hacer algo para revertirlo. Y es por ello que la técnica de abordaje
es diferente y específica para esta especial patología.
Capítulo 3. Ejercicio profesional del psicólogo.
En el año 1967 se aprueba la ley 17132 del Ejercicio de Profesionales del arte de curar, las
carreras médicas y paramédicas y especialidades afines, y en la mencionada legislación se
limitaba el ejercicio profesional de la Psicología a meros auxiliares de la medicina, que sólo
podían aplicar su saber en el diagnóstico de trastornos mentales y la aplicación de test
psicológicos. Los psicólogos desarrollábamos nuestra profesión en la práctica hospitalaria y
privada bajo las órdenes y estricto control médico.
Durante el año 1984 son modificadas las incumbencias universitarias, revirtiendo de esta
manera las hasta entonces injustas incumbencias. No así en el ámbito judicial donde la
participación psicológica está reducida a la voluntad aislada de algunos jueces de requerir
nuestro consejo profesional, sin poder el psicólogo mantener ningún tipo de relación laboral
estable con el ámbito. No así en la profesión de médicos, los cuales poseen un Cuerpo
Médico Forense establecido desde antes o por disposición de acordadas de la Corte
Suprema. Es dable hacer notar que la única exigencia que existe para pertenecer a este
cuerpo, además de la de poseer título médico, es haber aprobado el curso de médico-legista,
con lo cual se producen curiosas situaciones como son que un médico-traumatólogo o
ginecólogo termine peritando sobre el estado psíquico y la capacidad mental de un sujeto
para la comisión de un delito, y a la vez supervisando la tarea del psicólogo en su quehacer
específico.
En septiembre de 1985 fue publicada la Ley del Ejercicio Profesional de la Psicología no.
23.277. La ley legisla sobre la profesión en Capital Federal, Tierra del Fuego, Antártida e
Islas del Atlántico Sur. Autoriza el ejercicio en aplicación y/o indicación de teorías, métodos,
recursos, procedimientos y técnicas específicas de diagnóstico, pronóstico y tratamiento de
la personalidad, y la recuperación, conservación y prevención de la salud mental de las
personas, la enseñanza y la investigación. El desempeño de cargos por designación de
autoridades públicas, incluso nombramientos judiciales (sin especificar en qué condiciones).
Además, autoriza la emisión, evacuación, expedición, presentación de certificados,
consultas, asesoramiento, estudios, consejos, informes, dictámenes y peritajes.
Hace expresa mención de que el psicólogo podrá ejercer su actividad en forma autónoma,
individual y/o integrarse a equipos interdisciplinarios, en forma privada o en instituciones
públicas. Y a la vez expresa que puede hacerlo a requerimiento de especialistas de otras
disciplinas o de personas que voluntariamente solicitan su asistencia. Podrán ejercer la
profesión quienes posean el título de psicólogo habilitante reconocido, como así también los
que posean títulos extranjeros debidamente revalidados.
Expresamente prohíbe el préstamo de firma o nombre profesional a terceros, sean éstos
psicólogos o no. A los condenados por delito, hasta dos años después de cumplida su
condena. A los que padezcan enfermedades psíquicas graves, y/o infecto-contagiosas,
mientras dure el período de contagio. Prescribir, administrar o aplicar medicamentos,
electricidad o cualquier otro medio físico y/o químico destinado al tratamiento de los
pacientes. Participar honorarios entre psicólogos o con cualquier otro profesional. Anunciar o
hacer anunciar actividad profesional como psicólogo publicando falsos éxitos terapéuticos,
estadísticas ficticias, datos inexactos, prometer resultados en la curación o cualquier otro
engaño.
Y están obligados a aconsejar la internación en establecimiento público o privado de
aquellas personas que atienden y que por el trastorno de su conducta signifiquen peligro
para sí o para terceros, así como su posterior externación. Proteger a los examinados
asegurándoles que las pruebas y resultados que se utilizarán son de acuerdo a normas
éticas y profesionales. Prestar la colaboración que le sea requerida por las autoridades
sanitarias en caso de emergencia. Guardar el más riguroso secreto sobre cualquier
prescripción o acto que realizare en cumplimiento de sus tareas específicas, así como los
datos y hechos que se le comunicarán en razón de su actividad profesional sobre aspectos
físicos, psicológicos o ideológicos de las personas.
Unidad 2
- Basaglia, F. (1981) Los crímenes de la Paz. (Agos
Las cárceles producen más delincuentes que aquellos que son encarcelados.
Durante siglos locos y delincuentes habían compartido el mismo lugar en donde la diferente
naturaleza de sus “anormalidades” era ocultada y nivelada por un elemento común a todos:
la desviación de la “norma” y de sus reglas, unida a la necesidad de aislar al anormal del
comercio social. Locura y delincuencia representaban juntas la parte de hombre que debía
ser eliminada, circunscrita y escondida, hasta que la ciencia no establecio claramente la
división a través de la individualización de los diversos caracteres específicos.
Según el racionalismo iluminista la cárcel debía ser la institución de castigo para quien
transgredió la norma, encarnada en la ley. El loco, el enfermo del “espíritu”, aquel que se
apropiaba de un bien atribuido comúnmente a la razón dominante comenzaron a ser
clasificados como enfermos: para los cuales es necesaria una institución que defina
claramente los límites entre razón y locura Ydónde poder relegar y encerrar con una nueva
etiqueta a quién contravenir el orden público bajo criterios de peligrosidad enferma o de
Escándalo público
Cárcel y manicomio continuarán conservando sin embargo la misma función de tutela y de
defensa de la “norma”, donde la normalidad se convertía en norma en el momento en el cual
era así circunscrita y definida por los muros que establecían las diferencias y la distancia.
La ciencia ha separado entonces la delincuencia de la locura,reconociendo a las 2 una nueva
dignidad: a la locura la de ser traducida en una abstracción y a la delincuencia la de
convertirse en objeto de investigación de parte de criminólogos y científicos. Pero no
obstante la separación formal de los dos entidades abstractas cada una con la propia
institución específica, prácticamente queda inalterada la estrecha relación de una y otra con
el orden público: lo que mantiene inalterada la función de ambas instituciones como cuidado
y defensa de este orden. Además, no obstante ni el delincuente ni el loco, han sido jamás
considera considerados hombres y las instituciones construidas para ellos no modificado ni
su función y su naturaleza. Especialistas han dejado también en cada la naturaleza de la
exclusión brindada sobre la violencia, la mortificación, la total destrucción del hombre
institucionalizado, demostrando que la finalidad efectiva de los institutos de reeducación y
de cura es siempre la supresión de quien deberá ser educado y curado.
El análisis de la diversa organización institucional de la desviación, en relación con los
distintos grados de desarrollo tecnológico, industrial y económico nos puede aclarar la
inmutabilidad de las funciones de estas organizaciones: el control y la eliminación, llevados
a cabo por instrumentos más o menos explícitos, más o menos sostificados, del objeto en
ellas contenido
La violencia, o la amenaza de violencia, es aún un instrumento suficiente para garantizar el
orden público. En el caso de que exista esta división fundada sobre principios científicos,
ella resulta un tipo de organización institucional, una súper estructura de importación que no
responde mínimamente a la realidad local.
Es en esta óptica que el horror de la tortura en los países sudamericanos y en otros países
sudamericanos una forma organizada, convirtiéndose en una institución. La tortura de
representa la superestructura, la organización institucional que responde realmente al nivel
estructural de aquellos países. La tortura como institución se convierte en el único
instrumento que los políticos saben usar para controlar una situación que no puede ser
controlada sino a través de un estado continuo de amenazas de violencia. Para un pueblo
que no tiene la esperanza de cambiar su condición inviable o que no traduce en una lucha
concreta esta esperanza, la amenaza de la internación en la cárcel o el manicomio, como
sanciones por el comportamiento de fiados no tiene peso porque para quien no come o no
tiene una casa donde dormir la internación puede también ser una solución para la
supervivencia. La tortura es entonces el único medio de eliminación, la única amenaza de
destrucción real y por lo tanto el verdadero control social que responde un nivel desarrollo
todavía arcaico. Estructura económica y organización institucional coinciden siempre a cada
nivel de desarrollo y no es casual que los manicomios se estructuran en el sentido
técnico-institucional con el inicio de la revolución industrial.
Con el nacimiento de la era industrial la relación ya no es entre el hombre, y la sociedad del
hombre, sino entre el hombre y producción, lo que crea un nuevo uso discriminante de todo
elemento que puede hacer un estorbo al ritmo productivo.
Al nivel de desarrollo tecnológico de los países occidentales esta organización del control ya
no es explícita. El control es enmascarado y al mismo tiempo legitimado por las diversas
ideologías científicas: para el manicomio, por la ideología médica que encuentra en la
definición de la irrecuperabilidad de la enfermedad la justificación a la naturaleza violenta y
segregante de la institución; para la cárcel, por la ideología del castigo. El encarcelado paga
por la culpa cometida en el daño de la sociedad; el enfermo paga por una “culpa” no
cometida. La ideología de la punición sobre la cual se funda la cárcel y la ideología médica o
mejor, la ideología de la irrecuperabilidad de la enfermedad sobre la cual se fundó el
manicomio, son totalmente extrañas tanto al problema de la delincuencia como al de la
enfermedad. Su función es la de una simple contención de las desviaciones y por lo tanto de
su control. La ideología encubre la represión simplemente justificando la y legitimandola.
Pero la violencia legítima sigues siendo violencia.
Si la finalidad rehabilitativa de ambas instituciones fuese real, habría detenidos e internados
rehabilitados y reinsertados en el contexto social. Esto sucede muy raramente, ya que el
ingreso en una u otra de estas instituciones marca el comienzo de una carrera de la cual se
conocen los desarrollos y las consecuencias. La afinidad formal entre estas instituciones
pares entonces realizarse para ambas sobre un plano puramente negativo.
Los locos han obtenido del racionalismo iluminista la dignidad enfermos y los delincuentes
han pasado del ámbito de la culpa moral al de una abstracta justificación endógena,
recuperados en el campo y la investigación positivista. Pero para ambos la realidad y la
violencia siendo la misma. La lógica de la subordinación y de la represión es la misma y se
tiende a crear personas totalmente sometidas a críticas y totalmente identificadas en las
leyes que han violado o que pueden violar.
Pero esta clara separación y este aislamiento, comportan simultáneamente poner al rojo vivo
estos fenómenos, como si aquellos que resultan golpeados que harán al mismo tiempo
definitivamente marcados. El efecto paradójico de este estigma es que precisamente de
aquellos que han demostrado ya la tendencia o comportamiento anormal se exige una vida
ejemplar y perfecta, porque quién está estigmatizado es reconocible, distinto, se lo
individualiza rápidamente, habitualmente es más débil, más expuesto, su situación es
precaria, no tiene una fuerza económica social y cultural para oponer a la Cruzada cruel que
exige de él sólo la perfección de conducta y comportamiento.
La delincuencia y la enfermedad son contradicciones del hombre. Pueden también ser datos
naturales, pero por lo general son un producto histórico social y sin embargo se continúa
siendo pagar las consecuencias, a quién es golpeado, como si se tratase siempre y sólo de
culpas individuales, usadas como ocasión para destruir a quien, de cualquier forma, está
fuera o estorba el ciclo productivo. En efecto, son siempre los marginados que caen bajo
sanciones más rigurosas. El grupo dominante salvaguarda el orden público, a ellos mismos y
al mismo tiempo salvaguardando a quién trabaja para ella de la amenaza potencial
representada por los marginados, jugando al mismo tiempo como la amenaza de su posible
marginación.
Estos organismos llamados rehabilitativos tienen entonces una doble función: la violencia
como sistema concreto de eliminación y destrucción, y la violencia como amenaza simbólica
de esta exterminación y destrucción. Lo que importa es individualizar rápidamente al
diferente y aislarlo para confirmar que no somos nosotros, no es la estructura de nuestra
organización social la que produce la con las contradicciones. Es siempre el otro, el que
produce el contagio, contagio que debe ser prevenido y neutralizado en defensa del honor
contradictorio de la norma, es decir, de los parámetros según los cuales es definido el orden
moral y público.
Aquí donde entra en juego la interdisciplinaridad, la complicidad de la ciencia como la ley, por
la cual se puede, según los casos, definir como psicopático, débil o loco Al delincuente que
no debe ser definitivamente estigmatizado como tal, en los casos en los cuales la
estigmatización enfermo mental resulta menos daños a que la del delincuente.
Pero quién atraviesa la puerta de la cárcel o manicomio, entra a un mundo donde todo actúa
prácticamente para destruirlo, aún cuando esté formalmente proyectando para salvarlo. Y sin
embargo, los criminólogos continúan reconociendo la realidad carcelaria como la expresión
más directa y evidente de la delincuencia natural del detenido, así como los psiquiatras
continúan reconociendo la realidad manicomial como signo del deterioro psíquico y moral
producido por la enfermedad.
Es sobre esta lógica destructiva cómo se mantiene la eficacia de la organización
institucional, porque la institución en cuanto organización no puede permitirse riesgos. Pero
los riesgos que no se permite la institución se traducen en realidad práctica negativa para
los hombres que ella contiene, para los cuales no existe necesidades, exigencia ni carencias
a las cuales se deba responder, porque el ser definido como enfermo mental o delincuente
lo priva de los más elementales derechos, aún cuando las instituciones continúen
definiéndose como rehabilitadoras y terapéuticas. Las llamadas instituciones rehabilitadoras
tienen en realidad una función explícita: la de dar un papel institucional controlable a quien
no es controlable a través de su participación en el ciclo productivo.
Este tipo de control de la desviación que recupera la mayor parte de los conflictos sociales
para el terreno de la psicología, de la medicina y de asistencia es un nuevo modelo listo para
ser exportado a los países con un nivel de desarrollo más atrasado.
Nadie osa sostener, en palabras, que las instituciones cerradas y violentas no son indignas
de un país “civil”. Nadie ignora las condiciones inhumanas en las que viven los internados.
Pero la transformación de las instituciones solamente lleva a un aparente cambio formal que
si bien ofrecerá, por lo que respecta a la vida cotidiana de los internados, beneficios
parciales de los que no se debe subestimar la necesidad y lo positivo, se limitará a hacer
una nueva racionalización técnico organizativa usada como no sistema de control de los
mismos objetos. Dentro de esta misma lógica, transformación, racionalización y control son
etapas de un proceso que se perpetúa a través del continuo cambio formal de las cosas, sin
que jamás se ha tocado la estructura: la transformación es dada siempre como respuesta
técnica a una exigencia económica, a cada nivel de desarrollo corresponde una diferente
forma de control, y es la ley económica la que pide la nueva racionalización técnica que
desempeña el cargo de control de la situación transformada.
Si a nivel teórico se habla siempre de la necesidad de su transformación, en el plano
práctico cada intento de transformación es obstaculizado y reprimido violentamente. Pero la
respuesta represiva a cada intento de transformación práctica de lo que garantiza el
mantenimiento del status quo, cualifica la transformación misma demostrando como la
misma, no se limita a ser una simple respuesta técnica a un problema especializado.
Esto significa que la acción en estas instituciones y el análisis de la violencia que en ellas
ejerce no se limita a la desmitificación de la contradicción entre custodia y cura, entre
custodia y rehabilitación sobre la cual se fundan manicomios y cárceles; sino que tienden
sobre todo a esclarecer Prácticamente la finalidad perseguida y la modalidad elegida para
esta violencia en relación a la estructura social en la cual se lleva a cabo. Es necesario
entonces unirse a un análisis de la estructura social, saliendo de la separación especializada
de la cual son prisioneras cada institución y cada técnico que trabaja en ellas, si bien siguen
conservando el ángulo y el terreno específico de esta lucha.
Limitando el análisis sólo al campo de las ideologías y de las instituciones destinadas al
control de la desviación, el fenómeno negativo, es decir, el comportamiento anormal en
términos de insociabilidad responsable o enferma, es aislado de manera que el individuo
que lo expresa se convierte sólo en ese fenómeno. El fenómeno negativo es un momento
relativo a un complejo de factores biológicos, psicológicos y sociales, pero es aislado y
convertido en absoluto y natural para justificar su carácter inmodificable. El delincuente es
sólo irreductiblemente delincuente y la cárcel es el lugar que sirve para contener la
delincuencia. El loco es sólo e irreductiblemente loco y el manicomio es el lugar para
contener la locura. Pero delincuencia y locura son hechos que forman parte de la vida del
hombre, son expresión de aquello que el hombre es o puede ser y al mismo tiempo de
aquello que puede llegar a ser a través del mundo de relaciones y vínculos.
El delincuente se convierte automáticamente en pertenencia de la criminología, ciencia que
suele tener como objeto de investigación la criminalidad y no el hombre en su totalidad. La
ideologías científicas sirven para fijar en términos absolutos los elementos de su
competencia, haciéndolos convertirse en accidentes naturales contra los cuales el hombre
puede tampoco como la ciencia. Así las instituciones tienen el deber de confirmar
concretamente la irreversibilidad de estos fenómenos naturales. Sí enfermedad y
delincuencia sólo son fenómenos naturales, y no son también productos históricos-sociales,
la contención y el internamiento son la única respuesta posible; la institución represiva y la
segregación, la única alternativa frente a un fenómeno del cual la sociedad sólo debe
protegerse y cuidarse. Nadie es responsable, ninguno está implicado, como ocurre frente a
la violencia de ciertos fenómenos naturales. El individuo se convierte en todo enfermo o todo
delincuente y si bien esta totalidad negativa está construida artificialmente por la
absolutización de uno y otro elementos en los cuales el hombre ha sido artificialmente
descompuesto, será después sobre estatutaria negativa sobre la que se efectúa y se
confirma la exclusión social.
Un elemento determinante para el proceso de la rehabilitación es la clase a la cual
pertenece los usuarios de estas instituciones y ciertamente no puede ser casual que, para la
casi totalidad, sean proletarios o subproletarios, así como son de la misma clase todos los
usuarios de estas instituciones educativas y asistenciales como los orfanatos, los
reformatorios, las casas de educación y los penales. Salvo raros casos de adinerados
burgueses delincuentes pareciera que las formas de delincuencia locura irrecuperables
fueran patrimonio de una sola clase.
La ciencia continúa confirmando en la práctica que locura y delincuencia son hechos
naturales. Pero estos hechos sólo forman parte de la naturaleza del proletariado y su
proletariado o ¿no será más bien que la locura y la delincuencia de los pertenecientes a esta
clase son convertidos en naturales y irreductibles a través del proceso de absolutización del
diferente?.
Sí enfermedad y delincuencia son hechos, contradicciones naturales, es la casi total
ausencia en las instituciones de la enfermedad y de la delincuencia de los pertenecientes a
la clase dominante demuestra que en otras partes existe un concepto de recuperabilidad
distinto y obviamente un distinto concepto de irrecuperabilidad, por los cuales enfermedad y
delincuencia pierden el carácter natural e irreductible que presentan en las cárceles y en los
manicomios. La recuperabilidad está subordinada a los instrumentos de los cuales se
dispone y a la a la voluntad de recuperar. La burguesía dispone para sí de estos
instrumentos y de esta voluntad.
El delincuente de la clase oprimida no tiene historia, o mejor, su historia es sólo la historia
de sus delitos: los antecedentes penales. Es delincuente por naturaleza, así como el
desocupado es negligente y haragán por naturaleza. No hay causas, motivaciones
psicológicas, sociales o económicas que justifiquen no expliquen su gesto, sino
precisamente la delincuencia misma que se vuelve entonces biológica, connatural a la
índole, a la raza, o al carácter somático. Todo intento de historia y ficar al delincuente
proletario o su proletario falla, porque la suya sería una historia de violencias, de
privaciones, de abusos de las cuales no deben existir indicios.
Para estos delincuentes y para estos locos nuestro sistema social no puedo organizar su
recuperación, porque de otra manera ser y otro sistema social, no fundado sobre la división
innatura.Se habla del nacimiento de una nueva criminalidad de la cual no se buscan causas
e implicaciones sociales en la ausencia de valores, los espera siempre frustradas, las
promesas jamás mantenidas, en el descontento por una vida que se hace cada vez más
crítica e imposible, cada vez más privada de significado, más violenta y represiva, donde la
lucha por la supervivencia es cada día más difícil. Si no se tiene en cuenta esta premisa
fundamental, cada vez se limitarán hacer una nueva catalogación, nuevas divisiones entre
criminalidad más o menos grave, llegando a crear nuevos reglamentos y nuevas instituciones
idénticas a las presentes. Así, frente al surgimiento de nuevas formas de desviación y de
comportamiento anormal, que pueden hacer en síntomas del rechazo de una vida invivible,
se encuentran nuevas codificaciones nosográficas, nuevos términos técnicos de acuerdo con
los cuales catalogar, puestos al día por alguna vaga referencia a un hipotético “social” que
garantice afrontar la problemática en términos actuales. Mientras tanto, cárcel y manicomio
siguen conservando su naturaleza marginadora de clase.
En este contexto social el problema de la criminalidad o de la enfermedad no puede ser ni
siquiera rozado. No se sabe qué cosa sea o mejor, si se sabe que es a priori, y se aplica la
definición más adecuada para solicitar la intervención represiva para fenómeno de los cuales
es enfocado un solo aspecto: el de comportar una perturbación social.
Las instituciones de la violencia no son más que una de nuestras respuestas, nacidas en
nombre de nuestro cuidado. Enfermedad y desviación no son entonces sino ocasiones para
poner en funcionamiento está marginación con nuestro imprimatur, con el imprimatur de la
ciencia que las restituye como fenómenos naturales, ofreciendo la justificación técnica a un
acto de exclusión social.
Las instituciones que deberían responder a estos problemas son instituciones que parten de
una presunción formal expresamente programada: la cura, la reeducación y la rehabilitación
tendientes a la recuperación del internado.
Sin embargo, si la finalidad terapéutica y rehabilitadora de estas instituciones no fuese sólo
formal sino prácticamente realizada, el problema estaría ya de por sí resuelto. Pero una cosa
es la función formal y otra su práctica real. Y la verdad está en la práctica, que nos
demuestra como los internados de nuestro manicomio y nuestras cárceles salen raramente
rehabilitados: y es que la finalidad efectiva de estas instituciones continúa siendo la
destrucción y la eliminación de lo que contienen. Como consecuencia obtenemos países con
un enorme porcentaje de desocupados y subocupados.
Es en esta óptica que la intervención del técnico puede ser determinante para esclarecer la
contradicción entre la práctica e ideología así como la finalidad, en el contexto social de esta
práctica-ideología.
Para los técnicos de la cura y de la rehabilitación, trabajar en estas instituciones significa
volver a explícita la utilización práctica real de la intervención especializada; cuáles son los
límites y de qué naturaleza, cuáles son los procesos, siempre nuevos, siempre distintas y
siempre idénticos que sirven para esta utilización. Sí se habla de rehabilitación y de
recuperación de planeamiento no puede ser técnico y organizativo: es un problema político
que se superpone a la premisa relativa a la primera división natural sobre la cual se funda
nuestro sistema social.
La posibilidad de su rehabilitación es directamente proporcional a la disponibilidad de mano
de obra, al trabajo que encuentran fuera, en la llamada comunidad libre, según las fases de
concentración o difusión económica.
El fenómeno del sentido de pertenencia a la sociedad, se revela como totalmente ausente,
es decir, no se tiene en cuenta. Tanto en los internados de los manicomios como los
encarcelados no pueden reconocerse en esta sociedad que los castiga, los segrega, los
destruye sin ofrecerles una alternativa posible. No pueden aceptar identificarse con reglas
que responden a sus necesidades. No pueden vivir la internación como una experiencia que
los ayuda en su proceso de rehabilitación: la rehabilitación exige también un elemento
subjetivo y la participación de aquel que debe ser rehabilitado. Pero para participar en este
proceso es necesario que los que se encuentran en el proceso de rehabilitación reconozcan
a las instituciones que los segregan como terapéuticas y rehabilitadoras.
Pero estos hombres no pueden sentirse de miembros participes de esa sociedad ni de las
leyes y las normas que ella establece, porque ninguna ley de nuestro sistema social
responde prácticamente a sus necesidades y a sus derechos. Es sólo a través de la lucha
como ésta clase logra imponer los propios derechos.
No carece de significado del hecho de que en los países donde sea por la transformación del
orden social y donde todos se sienten sujetos esta transformación, la delincuencia y ciertas
formas de comportamiento desviado tienen una impresionante disminución.
Esto no significa que no exista la enfermedad mental o bien exista la desviación: o sea que
no existe el diferente como fenómeno humano y que la transformación del orden social sea
suficiente para eliminarlo. El problema está precisamente en la incorporación de este
concepto: la necesidad de eliminar al diferente como si la vida no lo contuviese y por lo tanto
la necesidad de romper la falsa no-contradictoria de este aspecto exterior pulido y limpio, de
todo sería perfecto si no fuera por las ovejas negras
En nuestra sociedad mientras el diferente de la clase dominante es aceptado y vivido como
tal, el diferente de la clase oprimida si bien no es jamás aceptado como tal,la respuestas
-frente a su problemática- sólo sirven para borrarlo y eliminarlo, confirmando lo como
“desigual”.
En una sociedad dividida en clases enfermedad y delincuencia de la clase subalterna se
convierten en otra cosa de lo que son la única respuesta no puede ser sino la represión bajo
justificaciones más o menos en marcadas, porque lo que determina la naturaleza de la
respuesta no es la naturaleza de la necesidad, sino la clase de pertenencia de quien la
expresa.
El aumento del personal encargado de la represión y el control, la preparación más
especializada de los técnicos de la represión, el recrudecimiento de las organizaciones
policiales son la únicas medidas preventivas que un sistema social como el nuestro pueda
proyectar. Al aumento de la criminalidad y de la desviación no se puede sino responder con
el aumento de los policías y de los psiquiatras, porque estas son las únicas medidas que
permiten no poner en discusión las propias instituciones y los propios valores, como
respuesta la apuesta en discusión implícita en todo comportamiento desviado.
Este análisis nos permite comprender como todas las instituciones de nuestro sistema
social tienen la función de responder a las necesidades una vez que ellas han sido
criminalizadas, reducido lo que no es a o aquello de que no es síntoma expresión. La
criminalización de la necesidad es en realidad la naturaleza artificialmente construida, de
manera que se encuentran frente a frente dos formas de violencia y de criminalidad, la una
en respuesta a la otra, sin que se sepa jamás reconocer que cosas la necesidad real. La
desviación, el comportamiento anormal son crímenes porque podrían ser peligrosos, la
institución delegada para la cura y la rehabilitación de la desviación y del comportamiento
anómalo es crimen, en nombre de la prevención de esta peligrosidad. No existen
necesidades ni respuestas a las necesidades.
La incorporación de las ideologías y de los valores que nuestro sistema social continúa
creando como falsa respuestas a las necesidades, no siempre reconocida como aumento de
aceptación pasiva del dominio. Si la clase oprimida no toma conciencia de todos los
procesos a través los cuales se efectúa el dominio nos podríamos encontrar fácilmente en
un manicomio universal, en el cual todos nos encontraríamos identificados en el síntoma con
el cual seríamos definidos y que reconocer y amos como real.
Estamos en una encrucijada muy peligrosa. La amenaza de violencia como forma de control
puede traducirse fácilmente en una violencia explícita si la clase dirigente y las potencias
que están a sus espaldas se dieran cuenta de que las instituciones tradicionales no sirven
llamas y de que las nuevas ideologías de control, que empiezan ya a ser importadas de los
países desarrollo industrial más avanzados, requieren tiempo para ser aplicadas, prosperar y
adquirir la credibilidad científica necesaria para el reforzamiento del dominio. Es en este
momento cuando la vigilancia y la fuerza de clase que se opone a este juego puede ser
determinante para prevenirlo y desenmascararlo. Porque la alternativa a la amenaza de
violencia en la cual se vive la violencia sin máscaras y cubiertas, es la masacre, la tortura,
donde las ideologías científicas pueden servir sólo para garantizar una asistencia al
torturado.
- Sánchez Pescador, de sistema de rehabilitación. (1992) Persona, Sociedad y Ley. Cap.
Ética y Deontología.(Juli)
Una conducta es Deontológicamente correcta cuando corresponde con el rol profesional, “ética
aplicada al servicio de las actividades profesionales, fundamentada por los la atribución de
roles de la sociedad”, por eso previamente a la definición de códigos deontológicos, debe
definirse los roles de cada profesión.
*Delimitación de la psicología Forense: Se sostiene en base de dos argumentos, el primero
es una amplia homologación a nivel internacional y por otro lado reside en el paralelismo con
la medicina forense.
Su función reside en la aplicación del derecho en los tribunales-como instrumento accesorio
en la toma de decisiones.
Áreas donde interviene: Tribunales (civiles, penales - incluye victimología-, en los juzgados
de menores y por extensión la psicología penitenciaria ; en victimología y ámbito
penitenciario hay que incluir la psicología asistencial.
y a demás la aplicación del derecho x otros operadores (actuación de fiscales, abogados,
peritos, etc).
Psicología Forense: Instrumento técnico al servicio de la administración de Justicia,
destinado a la corrección para la toma de decisiones por Jueces y Tribunales.
Características:
Psicología Forense, aplicada al servicio del poder judicial del estado: Facilita la toma de
decisiones sobre problemas concretos, actuando como consultor de un operador (Juez o
Tribunal)
Psicología Forense es un servicio público: Están insertos en la organización de un servicio
público, heteroorganizados (colectivo de profesionales) con implicaciones particulares.
Psicología Forense está orientada hacia la aplicación de la Ley:Tiene una finalidad institucional
definida, distinta a la de la psicología clínica, los objetivos éticos finales están predestinados
por la ley a cuyos fines el aporte de la psicología es instrumental.
Principios Generales de la DEONTOLOGÍA:
“Son aplicables a toda profesiones intelectuales libres y se refieren a múltiples
manifestaciones del comportamiento no técnico profesional”---> Se trata de los siguientes
principios:
Obrar según ciencia y conciencia
Es contradictorio ya que obrar bajo la ciencia es un deber profesional(técnicas normativas,
arte profesional) supone cierta normativa colectiva y la conciencia es un deber individual,
pero supone una garantía ante posibles conflictos, apelar al principio de moralidad personal.
“Cuando un psi se ve en conflicto ante normas adversas, resolverá en conciencia informando
a los interesados y a la comisión deontológica. Supone una superación del subjetivismo,
para solucionar el conflicto moral apelando a una intersubjetividad para su solución
deontológica general”
Probidad Profesional
Supone vivir honestamente, “honeste vivere”, no tiene relevancia deontológica, que un
profesional deba portarse bien no añade nada nuevo a que un hombre deba portarse bien.
La deontología de la psi, incorpora un nivel de concreción mayor en este aspecto: “La
profesión del psi se rige por los principios comunes a toda deontología profesional”,
Reúne dos tipos de principios diferentes, los primero cuatro ( respeto a las personas,
protección de DDHH, sentido de responsabilidad y honestidad) son principios éticos
generales, aplicables a cualquier conducta pública o privada, los cuatro siguientes
(sinceridad con los clientes, prudencia técnica, competencia profesional, solidez de la
fundamentación) son principios de conducta específicos entre profesionales.
Al definir los roles del psi y el trabajador social de las clínicas médico-forenses, debemos
considerar la interacción entre las demanda institucional y el rol profesional. En este sentido
ambos, ejercen su trabajo EN Y PARA el sistema jurídico, dentro del área de peritaje como
una función auxiliar del derecho. La responsabilidad del psi, se ve disminuida al ser un
intermediario de la justicia, por ello en el artículo 48 se impone la necesidad de cumplir con
los criterios de : claridad, precisión, rigor y expresión del grado de fiabilidad de los informes.
“El perito va a contribuir con su informe a aclarar las dudas que el juzgado tiene en el caso
procesal, interviene de forma indirecta”
“La independencia como autonomía organizativa desaparece prácticamente al encontrarnos
frente a un ejercicio profesional heteroorganizado” que forma parte de un servicio público.
Sin embargo la independencia en lo que concierne a su profesión en particular (técnicas,
métodos, etc) puede confrontar con las autoridades judiciales, pero se puede blindar por
medio de la organización clínica y equipos de trabajo.
El principio de imparcialidad debe ceder cuando la orientación de la ley lo impone, no debe
afectar la objetividad científica, el psicólogo no ha de ser neutral, cuando la propia ley no es
neutral.
Los principios en relación con el cliente/paciente: plantean una cuestión previa, quien es el
cliente?, en este caso deberíamos asumir que el cliente es el órgano judicial y paciente no
hay, la confidencialidad se quiebra ya que el destinatario del informe no es el paciente, esta
circunstancia debe ser explícita para el sujeto. La información adicional que de el
sujeto/paciente, que no requiera el tribunal, será guardada bajo confidencialidad.
La interdisciplinariedad, es el ámbito necesario por el diseño establecido, trabajo
multidisciplinario donde intervienen diversos profesionales. (Jueces, abogados, educadores,
trabajadores sociales, etc)
Sería conveniente que la comisión deontológica asumiera no solo las funciones disciplinarias
que le atribuye el código sino que funcione como medio consultivo, por parte de los
colegiados, publicar soluciones o dictámenes motivados por las problemáticas. Ello
constituirá un enorme valor en el desarrollo, aplicación y divulgación del código deontológico.
- Sarmiento, A., Varela, O., Puhl, S., Izcurdia, M. (2005) La Psicología en el Campo Jurídico.
Cap. Violencia e Instituciones. (Pau)
Las instituciones implican historicidad y control, siempre tienen una historia y por lo tanto
son productos de ella, de ahí la importancia de revisar la evolución de cada institución en
particular.
Berger y Luckmann sostienen que las instituciones por el hecho mismo de existir, también
controlan el comportamiento humano estableciendo pautas definidas de antemano que
canalizan ese comportamiento en una dirección determinada, en oposición a muchas otras
que potencialmente podrían darse. Sostienen que una institución también es una situación
social continúa en la que las acciones habituales de al menos dos individuos se entrelazan,
son acción de tipificación recíproca que cada sujeto tomará habituales como papeles o
“roles”. Esto permite prever o anticipar las acciones del otro, de esa manera la interacción
de ambos llega a ser previsible.
Este juego de habituaciones y tipificaciones al transmitirse a otros se convierten en
instituciones históricas. Al adquirir historicidad, estas formaciones adquieren también otra
cualidad crucial: la objetividad. Así, las instituciones se experimentan como si tuvieran una
realidad propia, que se presenta al individuo como un hecho externo y coercitivo.
El encierro como práctica del Control Social surge en un momento como una forma más
humanizada de la sanción, siendo considerado como “el triunfo del paradigma positivista del
disciplinamiento por sobre el religioso-moralista de exterminio de lo diabólico”. Es evidente
que, en un primer momento, el encierro también era utilizado como protección para quienes
quedaban en el afuera, sustrayendo de la convivencia social a los considerados “peligrosos”.
Y aquí aparece un primer interrogante, ¿la finalidad de estas instituciones era simplemente
el aislamiento de los individuos nocivos a la comunidad o, además, intentaban adaptar a los
sujetos a los intereses de esa sociedad?
Se fue generando un movimiento de dirección contraria a la que históricamente se había
utilizado, encerrar a sus “productos defectuosos” o que no se adaptaban a las normas,
dentro de establecimientos cuyo objetivo primario fue el encierro y el aislamiento de estos
individuos.
>Régimen Cerrado
Las instituciones históricamente consideradas nucleares o centrales del llamado sistema de
menores, son descendientes directas a través de una larga historia institucional que se
origina en las primeras casa de trabajo. “Fueron necesarias medidas más extremas como las
casas de corrección, instituciones donde los remisos se vieron obligados a conducir su vida
cotidiana conforme a las necesidades de las industrias”. Se trataba de instituciones de
encierro y de custodia destinadas a transgresores de poca monta, no para castigar crímenes
severos ya que para eso estaba la pena corporal. “La finalidad de la institución conducida
con férrea mano, era la reforma de los internados por medio del trabajo y de las disciplinas”.
La permanencia era más o menos prolongada según los casos y donde el aseguramiento
estaba destinado a que recibiera el tratamiento que se entendía adecuado para producir la
corrección de la conducta transgresora. Tratamiento que estaba basado en el trabajo
forzado, en la educación religiosa y moral.
En las llamadas instituciones cerradas la contención está dada por los límites fijos externos,
muros, alambrados u otros similares, para posibilitar la aplicación en el interior de un
tratamiento que se entiende corrector cualquiera que sea. O, en el peor de los casos, el
encierro no tiene otra finalidad que encerrar, solo custodiar. Esas “cosas” pueden ser
entendidas como una de las primeras formas de tratamiento conductual o intentos de
modificar, corregir comportamientos dentro de las instituciones con miras a un desempeño
posterior acorde con lo demandado por el medio social. Estas instituciones eran “cerradas”
no solo por su régimen, sino porque se proponían darle al internado todo lo necesario para
satisfacer sus necesidades básicas en un marco aséptico y aislado.
>Instituciones de Menores: su transformación
Paulatinamente tienden a desaparecer o a reducirse las grandes instituciones de internación
y que progresivamente deberían ser reemplazadas por otras más pequeñas, como así ha
ocurrido en otros países, donde lo predominante sería la vinculación más directa y con la
mayor horizontalidad posible. Al menos esto es aquello que mucho de nosotros hemos
solicitado.
Esa transición institucional representaría el pasaje de la despersonalización y el anonimato
(dados por la pasividad que requiere la gran institución), a una progresiva individualización
que es la base de cualquier proyecto serio de recuperación, considerado que todo el nuevo
dispositivo fortalece la tendencia a la recuperación del valor del sujeto encerrado como
persona, visto esto desde los demás y desde sí mismo.
Osvaldo Hepp sintetiza las transformaciones sufridas en el desarrollo histórico de dichas
instituciones afirmando que históricamente se fue pasando: -de los grandes internados a
pequeñas unidades, -de la internación indiscriminada a la focalización en aquellos casos
considerados atípicos, -del tratamiento centrado en el individuo hacia el abordaje familiar y
de su contexto social.
Con el denominado “sistema de menores” se hace referencia a un verdadero sistema que
atiende a los niños y jóvenes en conflicto con la ley penal, donde todas las partes
componentes están articuladas entre sí, son interdependientes, por ello cualquier medida
que se tome en un segmento del sistema terminará repercutiendo en otro sector o sobre
todo el sistema en general, siendo esto nada más ni nada menos que un principio de la
Teoría de los Sistemas. Teoría que suele ser desconocida por algunos funcionarios que no
terminan de comprender que el atender o modificar un solo aspecto, queda neutralizado por
el funcionamiento del conjunto en general o producen un disloque es este último que dará
como respuesta intentos institucionales de neutralización de lo disruptivo.
Ante las políticas y experimentos fallidos lo que suele suceder es que se apele al recurso
viejo y denostado pero que es el último que les queda luego de fracasar, el encierro
generalizado y su consecuencia directa, el hacinamiento y caída de cualquier proyecto de
recuperación. Los individuos encerrados en dichas instituciones totales son “productos”
resultantes de la misma sociedad que los encerró. Cabe aclarar que “pobreza” no es
sinónimo de transgresión, la primera no lleva fatalmente a la segunda pero es un factor de
importancia en la generación de conductas transgresoras en los sectores denominados
“vulnerables” tanto en lo social como en lo psicológico.
Desde sus orígenes históricos se trató de instituciones a las que se les ha pedido, primero
que controlen y luego que reformen la conducta violenta y transgresora de un chico o de un
joven, que es generada en un marco familiar inserto a su vez en un contexto social
determinado, y que presenta características particulares en cuanto a fallas y disfunciones
tanto individuales como familiares y sociales. Ante esta sucesión de fracasos, ¿se puede
pretender que una institución como las de privación de la libertad revierta esta secuencia por
el solo encierro?
Pretender que la internación de un chico o joven en una institución, solucione los problemas
que no han sido capaces de resolver los diferentes agentes encargados de su socialización a
lo largo de su vida, es un objetivo casi imposible. Y además, una forma de evitar preguntarse
por las responsabilidades individuales y colectivas.
>Circularidad
Se afirma atinadamente que estos sistemas son perversos en cuanto son portadores de un
“doble discurso” producto de dos órdenes compuestos de valores diferentes y
contrapuestos, que expresan en la práctica la inmoralidad de ciertas organizaciones y que
son la manifestación de un orden destructivo que conllevan. Se utiliza “perverso” como una
metáfora en relación a una elección moral contradictoria en el marco de las reglas
normativas del comportamiento social. Esto involucra la existencia tanto de actores como de
víctimas o “prisioneros” de esa perversidad (circularidad) así entendida.
En cuanto al funcionamiento perverso de las instituciones Etkin afirma: “imaginamos la
perversidad en diferentes instituciones y en una amplia gama de situaciones caracterizadas
por producir en sus actores continuados sentimientos de dolor, angustia o desamparo”. La
perversidad está en qué mismas instituciones, al menos en su formulación original,
destinadas a cuidar, proteger, educar, terminan por producir dichos sentimientos. Son
instituciones en las cuales los sujetos que ingresan a ellas salen peores. El chico o joven las
más de las veces pasa mucho tiempo encerrado. Además, cuando sale tiene muchas
posibilidades de regresar, ya que nada cambió o, lo que suele suceder frecuentemente, su
situación en lo individual y contextual, empeoró. Cada chico o joven que regresa a una
institución (reingresa al sistema) generalmente lo hace en peores condiciones, y si la
institución continúa repitiendo en sus respuestas, la consecuencia es que saldrá también en
peores condiciones de las que ingresó.
Atribuirle toda la responsabilidad a la institución es lo que suele hacerse habitualmente, es
la técnica de recurrir al “chivo emisario”. Es un depositario de todos los males y culpas
propias, y además las ajenas, generando así la ilusión de que “sacrificándolo” se terminan
todos esos males y culpas.
El concepto de circularidad remite a la repetición y la imposibilidad de dejar de repetir. Etkin
sostiene que “la circularidad, además, es ejemplo de la situación perversa que encierra una
institución, y que tiende a conservar la falta de salidas desde lo interno del sistema y sobre
la capacidad de autoreforzamiento que presentan las realidades que componen un orden
destructivo”.
El joven que ingresa jamás vuelve a la misma situación inicial, ya que la configuración ha
cambiado porque alguno de sus componentes lo ha hecho, o porque la institución no es la
misma o, lo que es de mayor significación, el chico o el joven que reingresa no es el mismo
que el que egresó en la oportunidad anterior.
En el caso de las instituciones de internación de régimen cerrado, donde la inmensa mayoría
de los chicos y jóvenes en conflicto con la ley penal son alojados contra su voluntad, de la
totalidad de chicos y jóvenes que se encuentran en ellas en un momento determinado, un
porcentaje significativo ya han estado en ese mismo lugar al menos en una ocasión.
La reflexión más elemental indica que si este proceso se realizó una vez y el chico salió
rumbo a otro componente del sistema para continuar o iniciar las medidas tendientes a
evitar la repetición del fenómeno que motivó su ingreso, o volvió con su grupo familiar, y aun
así regresa es porque en algún lado se fracasó. Cada ingreso encierra un fracaso, y debe ser
claramente entendido como una situación dañosa para el chico o joven que obstaculiza su
recuperación o rehabilitación o como quiera denominarse al proceso.
>Reflexiones finales
Lea y Young sostienen que “las prisiones deberían ser utilizadas sólo en circunstancias en
las que existía un peligro extremo para la comunidad y deberían encontrarse formas
civilizadas de encarcelamiento. Las consecuencias de la experiencia en las cárceles es
producir personas que no pueden reintegrarse y que dan lastima o se transforman en
delincuentes endurecidos”. O sea, no reclaman su eliminación ahora, sensatamente
reconocen que existirán en el futuro pero no por ello demandan cambios en su
funcionamiento de modo inmediato.
Las instituciones cerradas para jóvenes transgresores de la ley penal aún subsisten, y no
solo no dan muestras de desaparecer sino que aún persisten, y siempre con una tendencia
creciente a incrementar el número de las personas detenidas. Por ello, apoyamos el criterio
que sostiene Juan C. Domínguez en cuanto a que estas instituciones “no deben ser
cerradas, deben extinguirse”. Y eso ocurrirá “cuando ya no tengan función para cumplir
porque socialmente no será necesario asignarles ninguna”.
Las instituciones de encierro en general, y las de “menores” en particular no desaparecerán
fácilmente. Porque o depende de la buena voluntad de las personas, ya sea porque tienen
una dinámica propia, y también porque son expresión y producto del medio social en el que
se encuentran. Son instituciones creadas para guardar aquellos “resultados” que la propia
sociedad contribuye a generar. No desaparecerán fácilmente pues son el producto de una
determinada estructuración y funcionamiento social. En la medida en que no se produzca un
cambio en esa estructuración y funcionamiento, estas instituciones seguirán existiendo ya
que han devenido funcionales, útiles al ordenamiento social que las originó.
>Propuesta
Aceptando como cierta la existencia de los daños que producen la privación de la libertad, en
un segundo momento, y a partir de esa aceptación, debería configurarse la formulación de
una sincera política tendiente a “reducir los niveles de daño” que la internación causa.
Mientras haya cárceles, lo mínimo que debería hacerse es tratar de reducir los niveles de
violencia que existen en ellas. Esto requiere proponerse seriamente llegar a la menor
cantidad de jóvenes encerrados, por el menor tiempo posible, y con el máximo
aprovechamiento del tiempo de permanencia.
Para esto es indispensable una revisión profunda y consensuada de los criterios en que se
fundamenta la necesidad de internación para que sólo sea utilizada en casos muy puntuales.
A su vez, tratar de retomar la idea de rehabilitación de Norval Morris pero en referencia a
nuestro aquí y ahora, a la necesidad de instrumentar un abordaje múltiple e intensivo, con el
objetivo de conformar una institución que funcione como unidad centrada alrededor de lo
educativo y basada en el tratamiento integral y con aportes de todas las disciplinas
científicas que se requiera.
El verdadero tratamiento de recuperación debe darse siempre en el medio externo, al que en
algún momento el joven debe regresar, quedando así la internación reducida a solo un
momento necesario exclusivamente para atender la crisis y preparar las mejores condiciones
para el verdadero tratamiento que forzosamente deberá darse en el medio externo al que el
joven pertenece.
Unidad 4
Convención Internacional de los derechos del Niño (1990)
Artículo 1
Para los efectos de la presente Convención, se entiende por niño todo ser humano menor de
dieciocho años de edad, salvo, que, en virtud de la ley le sea aplicable, haya alcanzado
antes la mayoría de edad.
Articulo 37
Los Estados Partes velarán porque: a) Ningún niño sea sometido a torturas ni a otros tratos
o penas crueles, inhumanos o degradantes. No se impondrá la pena capital ni la de prisión
perpetua sin posibilidad de excarcelación por delitos cometidos por menores de 18 años de
edad; b) Ningún niño sea privado de su libertad ilegal o arbitrariamente. La detención, el
encarcelamiento o la prisión de un niño se llevará a cabo de conformidad con la ley y se
utilizará tan sólo como medida de último recurso y durante el período más breve que
proceda; c) Todo niño privado de libertad sea tratado con la humanidad y el respeto que
merece la dignidad inherente a la persona humana, y de manera que se tengan en cuenta
las necesidades de la persona de su edad. En particular todo niño privado de libertad estará
separado de los adultos, a menos que ello se considere contrario al interés superior del
niño, y tendrá derecho a mantener contacto con su familia por medio de correspondencia y
de visitas, salvo en circunstancias excepcionales; d) Todo niño privado de su libertad tendrá
derecho a un pronto acceso a la asistencia jurídica y otra asistencia adecuada, así como
derecho a impugnar la legalidad de la privación de su libertad ante un tribunal u otra
autoridad competente, independiente e imparcial y una pronta decisión sobre dicha acción.
Artículo 40
1. Los Estados Partes reconocen el derecho de todo niño de quien se alegue que ha
infringido las leyes penales o a quien se acuse o declare culpable de haber infringido esas
leyes a ser tratado de manera acorde con el fomento de su sentido de la dignidad y el valor,
que fortalezca el respeto del niño por los derechos humanos y las libertades fundamentales
de terceros y en la que se tengan en cuenta la edad del niño y la 30 Convención
Internacional sobre los Derechos del Niño y de la Niña importancia de promover la
reintegración del niño y de que este asuma una función constructiva en la sociedad. 2. Con
ese fin, y habida cuenta de las disposiciones pertinentes de los instrumentos
internacionales, los Estados Partes garantizarán, en particular: a) Que no se alegue que
ningún niño ha infringido las leyes penales, ni se acuse o declare culpable a ningún niño de
haber infringido esas leyes, por actos u omisiones que no estaban prohibidos por las leyes
nacionales o internacionales en el momento en que se cometieron; b) Que todo niño de que
se alegue que ha infringido las leyes penales o a quien se acuse de haber infringido esas
leyes se le garantice, por lo menos, lo siguiente: I) Que se lo presumirá inocente mientras no
se pruebe su culpabilidad conforme a la ley; II) Que será informado sin demora y
directamente o, cuando sea procedente, por intermedio de sus padres o sus representantes
legales, de los cargos que pesan contra él y que dispondrá de asistencia jurídica u otra
asistencia apropiada en la preparación y presentación de su defensa; III) Que la causa será
derimida sin demora por una autoridad u órgano judicial competente, independiente e
imparcial en una audiencia equitativa conforme la ley, en presencia de un asesor jurídico u
otro tipo de asesor adecuado y, a menos que se considerare que ello fuere contrario al
interés superior del niño, teniendo en cuenta en particular su edad o situación y a sus
padres o representantes legales; IV) Que no será obligado a prestar testimonio o a
declararse culpable, que podrá interrogar o hacer que se interrogue a testigos de cargo y
obtener la participación y el interrogatorio de testigos de descargo en condiciones de
igualdad; 31 Convención Internacional sobre los Derechos del Niño y de la Niña V) Si se
considerare que se ha infringido, en efecto, las leyes penales, que esta decisión y toda
medida impuesta a consecuencia de ella, serán sometidas a una autoridad u órgano judicial
superior competente, independiente e imparcial conforme la ley; VI) Que el niño contará con
la asistencia gratuita de un intérprete si no comprende o no habla el idioma utilizado; VII)
Que se respetará plenamente su vida privada en todas las fases del procedimiento. 3. Los
Estados Partes tomarán todas las medidas apropiadas para promover el establecimiento de
leyes, procedimientos, autoridades e instituciones específicos para los niños de quienes se
alegue que han infringido las leyes penales o a quienes se acuse o declare culpables de
haber infringido esas leyes, y en particular: a) El establecimiento de una edad mínima antes
de la cual se presumirá que los niños no tienen capacidad para infringir las leyes penales; b)
Siempre que sea apropiado y deseable, la adopción de medidas para tratar a esos niños sin
recurrir a procedimientos judiciales, en el entendimiento que se respetarán plenamente los
derechos humanos y las garantías legales. 4. Se dispondrá de diversas medidas, tales como
el cuidado, las órdenes de orientación y supervisión, el asesoramiento, la libertad vigilada, la
colocación en hogares de guarda, los programas de enseñanza y formación profesional, así
como otras posibilidades alternativas a la internación en instituciones, para asegurar que los
niños sean tratados de manera apropiada para su bienestar y que guarde proporción tanto
con sus circunstancias como con la infracción.
Ley del Patronato de Menores Nº 10.903. (1919)
LA LEY 10903,
ANTIGUA LEY DE PATRONATOS
Promulgada el 21/10/19
Art. 1.- Derógase el artículo 264 del Código Civil y sanciónase en su reemplazo el siguiente:
Art. 264. La patria potestad es el conjunto de derechos y obligaciones que corresponden a
los padres sobre las personas y bienes de sus hijos, desde la concepción de éstos y en
tanto sean menores de edad y no se hayan emancipado. El ejercicio de la patria potestad de
los hijos corresponde al padre; y en caso de muerte de éste o de haber incurrido en la
pérdida de la patria potestad o del derecho de ejercitarla, a la madre. El ejercicio de la patria
potestad del hijo natural corresponde a la madre o al que reconozca al hijo o a aquel que
haya sido declarado su padre o su madre.
Art. 2.- Derógase el artículo 306 del Código Civil y sanciónase en su reemplazo el siguiente:
Art. 306. La patria potestad se acaba: 1) Por la muerte de los padres o de los hijos. 2) Por
profesión de los padres, o de los hijos, con autorización de aquéllos, en institutos
monásticos. 3) Por llegar los hijos a la mayor edad. 4) Por emancipación legal de los hijos.
Art. 3.- Deróganse los artículos 307, 308, 309 y 310 del Código Civil y sanciónanse en su
reemplazo los siguientes: Art. 307. La patria potestad se pierde: 1) Por delitos cometido por
el padre o madre contra su hijo o hijos menores, para aquel que lo cometa. 2) Por la
exposición o el abandono que el padre o madre hiciera de sus hijos, para el que los haya
abandonado. 3) Por dar el padre o la madre a los hijos, consejos inmorales o colocarlos
dolosamente en peligro material o moral, para el que lo hiciera. Art. 308. El padre o la madre
que haya sido condenado por delito grave o que haya sido objeto de varias condenas, que
demuestren que se trata de un delincuente profesional o peligroso, pierde el ejercicio de la
patria potestad. La madre que contrajere nuevas nupcias pierde el ejercicio de la patria
potestad de los hijos de los matrimonios anteriores, pero enviudando lo recupera. Art. 309.
El ejercicio de la patria potestad queda suspendido en ausencia de los padres ignorándose
su paradero, y por incapacidad mental, en tanto dure la ausencia o la incapacidad. Los
jueces pueden suspender el ejercicio de la patria potestad si el padre o la madre tratasen a
sus hijos, sin motivo, con excesiva dureza; o si por consecuencia de su ebriedad
consuetudinaria, inconducta notoria o negligencia grave, comprometiesen la salud, seguridad
o moralidad de los hijos. Esa suspensión puede durar desde un mes, hasta que el hijo
menor llegue a la mayor edad. Art. 310. En los casos de pérdida de la patria potestad (art.
307) o de su ejercicio (art. 308), los menores quedan bajo el patronato del Estado nacional
o provincial. En los casos de Observatorio suspensión (art. 309) quedan, durante ésta,
también bajo el patronato del Estado nacional o provincial.
Art. 4.- El patronato del Estado nacional o provincial se ejercerá por medio de los jueces
nacionales o provinciales, con la concurrencia del Consejo Nacional del Menor y del
Ministerio Público de Menores en jurisdicción nacional y de este último en jurisdicción
provincial o de ambos en las provincias que se acojan a los beneficios del decreto-ley. Ese
patronato se ejercerá atendiendo a la salud, seguridad, educación moral e intelectual del
menor, proveyendo a su tutela sin perjuicio de los artículos 390 y 391 del Código Civil.
Art. 5.- Derógase el artículo 329 del Código Civil y sanciónase en su reemplazo el siguiente:
Art. 329. Lo dispuesto en los artículos 306, 307, 308 y 309 del Código Civil se aplicará a la
patria potestad de los hijos naturales, sin perjuicio de lo prescripto en el artículo 330 del
mismo Código.
Art. 6.- Modifícase el artículo 393 del Código Civil en la siguiente forma: Art. 393. Los jueces
no podrán proveer la tutela, salvo que se tratase de menores sin recursos o de parientes de
los mismos jueces, en socios, deudores o acreedores suyos, en sus parientes dentro del 4º
grado, en amigos íntimos suyos o de sus parientes hasta dentro del 4º grado; en socios,
deudores o acreedores, amigos íntimos o parientes dentro del 4º grado de los miembros de
los tribunales nacionales o provinciales, que ejercieran sus funciones en el mismo lugar en
que se haga el nombramiento, ni proveerla dando a una misma persona varias tutelas de
menores de diferentes familias, salvo que se tratase de filántropos reconocidos
públicamente como tales.
Art. 7.- Derógase el artículo 457 del Código Civil y sanciónase en su reemplazo el siguiente:
Art. 457. Los jueces podrán remover a los tutores por incapacidad o inhabilidad de éstos,
por no haber formado inventario de los bienes del menor en el término y forma establecidos
en la ley, y porque no cuidasen debidamente de la salud, seguridad y moralidad del menor
que tuviesen a su cargo, o de su educación profesional o de sus bienes.
Art. 8.- Todo menor confiado espontáneamente por sus padres, tutores o guardadores a un
establecimiento de beneficencia privado o público quedará bajo tutela definitiva del Consejo
Nacional del Menor, en jurisdicción nacional y de la autoridad que se designe en jurisdicción
provincial.
Art. 9.- Los menores sobre cuya situación se haya dispuesto de acuerdo con los artículos
anteriores, quedarán bajo la vigilancia del Consejo Nacional del Menor, o del Ministerio
Público de Menores, según corresponda, quienes deberán controlar la acción de los
respectivos tutores o guardadores, e inspeccionarán, por lo menos cada mes, los
establecimientos privados o públicos respectivos, por medio de sus visitadores, asistentes,
inspectores o miembros integrantes, atenderán las reclamaciones de los menores y pondrán
en conocimiento del juez lo que juzgue conveniente para mayor beneficio del asistido.
Art. 10.- Las denuncias sobre los hechos mencionados en los artículos anteriores, podrán
ser presentadas a los defensores de menores por cualquier persona capaz, debiendo el
defensor iniciar una información sumaria y someterla al Ministerio Público de Menores, para
la iniciación del juicio, en el cual deberá ser citado el Defensor de Menores a efectos
informativos.
Art. 11.- Cuando el juez lo considere conveniente, la resolución podrá limitarse a la privación
de la tenencia del menor, y en tal caso éste podrá ser entregado a una persona, pariente o
no o al defensor de menores.
Art. 12.- Los padres privados del ejercicio de la patria potestad o suspendidos en él, o de la
tenencia de sus hijos en virtud de esta ley, podrán solicitar que la medida se deje sin efecto
si hubieren transcurrido
dos años desde la resolución definitiva y probaren que se hallan en situación de ejercer
convenientemente sus obligaciones.
Art. 13.- La pérdida de la patria potestad, la suspensión de su ejercicio o la pérdida de la
tenencia de los hijos en virtud de esta ley, no importa liberar a los padres de las
obligaciones impuestas por los artículos 265, 267 y 268 del Código Civil, si no fueran
indigentes. A este efecto el juez establecerá el monto de los alimentos y la forma de
suministrarlos.
Art. 14.- Los jueces de la jurisdicción criminal y correccional en la Capital de la República y
en las provincias o territorios nacionales, ante quienes comparezca un menor de 18 años,
acusado de un delito o como víctima de un delito, deberán disponer preventivamente de ese
menor si se encuentra material o moralmente abandonado o en peligro moral, entregándolo
a una persona honesta pariente o no, o a un establecimiento de beneficencia, privado o
público o a un reformatorio público de menores. A ese efecto no regirán en los Tribunales
Federales, ordinarios de la Capital y de los territorios nacionales, las disposiciones legales
sobre prisión preventiva, la que sólo será decretada cuando el juez lo juzgue necesario y se
cumplirá dónde y cómo él mismo lo indique. Podrán también dejarlos a sus padres, tutores o
guardadores, bajo la vigilancia del Tribunal. La resolución judicial será susceptible de los
recursos de revocación y apelación en las mismas condiciones prescriptas en el art. 19.
Art. 15.- Los mismos jueces, cuando sobresean provisoria o definitivamente respecto a un
menor de 18 años, o cuando lo absuelvan, o cuando resuelvan definitivamente en un
proceso en que un menor de 18 años haya sido víctima de un delito, podrán disponer del
menor por tiempo indeterminado y hasta los 21 años si se hallare material o moralmente
abandonado o en peligro moral y en la misma forma establecida en el artículo anterior.
Art. 16.- Los jueces correccionales en la justicia nacional de la Capital y en los territorios
nacionales, entenderán en primera y única instancia en todos los casos de faltas y
contravenciones imputadas a menores de 18 años y aplicarán las disposiciones de los
artículos anteriores.
Art. 17.- Todo menor del que hayan dispuesto los jueces indicados en los tres artículos
anteriores, quedará bajo su vigilancia exclusiva y necesaria.
Art. 18.- Los mismos jueces, en los procesos a que se refiere el artículo 14, podrán imponer
en cada caso a los padres, tutores o guardadores que aparezcan culpables de malos tratos
o de negligencia grave o continuada con respecto a los menores a su cargo, y que no
importen delitos del derecho penal, multas hasta la suma de diez mil pesos o arresto hasta
un mes, o ambas penas a la vez. Estas condenas podrán suspenderse si los culpables
dieran seguridades de reforma quedando prescriptas en el plazo de dos años si no
incurrieren en hechos de la misma naturaleza.
Art. 19.- Los padres o tutores de los menores de quienes hayan dispuesto definitivamente
los jueces de la jurisdicción criminal o correccional, o que hayan sido condenados en virtud
del artículo anterior, podrán solicitar revocatoria de esas resoluciones dentro de cinco días
de la notificación de las mismas. Esta oposición se substanciará en una audiencia verbal,
con las pruebas que ordene el juez o indique el recurrente, si el juez las juzgare pertinentes.
La resolución será apelable en relación. La resolución será apelable en relación. Art. 20.- Los
tribunales de apelación en lo criminal y correccional de la justicia nacional ordinaria de la
Capital y los territorios nacionales, designarán si lo juzgan conveniente, a uno o más jueces
para que atiendan exclusivamente, en sus respectivas jurisdicciones, en los procesos en que
se acuse a menores de 18 años; reglamentarán la forma de la cooperación policial en los
sumarios e informaciones respectivas, la cooperación de los particulares o establecimientos
particulares o públicos que se avengan a coadyuvar gratuitamente en la investigación y en la
dirección y educación de los menores;
así como también la forma de la vigilancia que corresponde a los jueces en virtud de lo
dispuesto en los artículos 14 y 17.
Art. 21.- A los efectos de los artículos anteriores, se entenderá por abandono material o
moral o peligro moral, la incitación por los padres, tutores o guardadores a la ejecución por
el menor de actos perjudiciales a su salud física o moral; la mendicidad o la vagancia por
parte del menor, su frecuentación a sitios inmorales o de juego o con ladrones o gente
viciosa o de mal vivir, o que no habiendo cumplido 18 años de edad, vendan periódicos,
publicaciones u objetos de cualquier naturaleza que fueren, en las calles o lugares públicos,
o cuando en estos sitios ejerzan oficios lejos de la vigilancia de sus padres o guardadores o
cuando sean ocupados en oficios o empleos perjudiciales a la moral o a la salud.
Art. 22.- El Poder Ejecutivo presentará el plan general para la construcción, en la Capital y en
las provincias y territorios nacionales, de escuelas especiales para los menores expuestos o
abandonados y para la detención preventiva de los menores delincuentes o de mala
conducta, y la construcción de reformatorios para menores delincuentes o de mala conducta,
con imputación a la presente ley. Las colonias-escuelas y las colonias-reformatorios ubicados
cerca de las ciudades o en pleno campo serán el tipo preferido de estas casas de
prevención y reforma de los menores.
Art. 23.- Los asilos, escuelas primarias gratuitas generales y especiales y particularmente
las de práctica técnica, como los demás establecimientos de beneficencia privados, que
reciban niños, subvencionados por el Estado, están obligados a recibir en secciones que
podrán ser especiales, un número determinado de menores, remitidos por los jueces en
virtud de esta ley, de acuerdo con la subvención recibida, la naturaleza del establecimiento y
la reglamentación que establezca el Poder Ejecutivo.
Art. 24.- Los parientes de los menores y las instituciones de beneficencia, o de patronatos
de niños, podrán denunciar las transgresiones de esta ley, si se tratase de los jueces a los
cuerpos encargados de acusarlos o de juzgarlos, y si se tratase de los defensores o
asesores de menores, a los funcionarios con facultad para controlarlos o removerlos.
Ley Régimen Penal de la Minoridad Nº 22.278. (1980)
Promulgada el 25/08/80 Publicada en el B. O.: 28/08/80 Modificada por la ley 22803,
promulgada el 5/5/83 y publicada en el B. O. del 9/5/83.
Art. 1.- No es punible el menor que no haya cumplido dieciséis años de edad. Tampoco lo es
el que no haya cumplido dieciocho años, respecto de delitos de acción privada o reprimidos
con pena privativa de la libertad que no exceda de dos años, con multa o con inhabilitación.
Texto conforme a la ley 22803. Si existiere imputación contra alguno de ellos la autoridad ju-
dicial lo dispondrá provisionalmente, procederá a la comprobación del delito, tomará conoci-
miento directo del menor, de sus padres, tutor o guardador y ordenará los informes y perita-
ciones conducentes al estudio de su personalidad y de las condiciones familiares y
ambienta-
les en que se encuentre.
En caso necesario pondrá al menor en lugar adecuado para su mejor estudio durante el tiem-
po indispensable.
Si de los estudios realizados resultare que el menor se halla abandonado, falto de
asistencia, en peligro material o moral, o presenta problemas de conducta, el juez dispondrá
definitivamente del mismo por auto fundado, previa audiencia de los padres, tutor o
guardador.
Art. 2.- Es punible el menor de dieciséis a dieciocho años de edad que incurriere en delito
que no fuera de los enunciados en el artículo 1.
Texto conforme a la ley 22803. En esos casos la autoridad judicial lo someterá al respectivo
proceso y deberá disponerlo provisionalmente durante su tramitación a fin de posibilitar la
aplicación de las facultades conferidas por el artículo 4.
Cualquiera fuese el resultado de la causa, si de los estudios realizados apareciera que el
menor se halla abandonado, falto de asistencia, en peligro material o moral o presenta
problemas de conducta, el juez dispondrá definitivamente del mismo por auto fundado,
previa audiencia de los padres, tutor o guardador.
Art. 3.- La disposición determinará:
a) La obligada custodia del menor por parte del juez, para procurar la adecuada formación de
aquél mediante su protección integral. Para alcanzar tal finalidad el magistrado podrá
ordenar las medidas que crea convenientes respecto del menor, que siempre serán
modificables en su beneficio;
b) La consiguiente restricción al ejercicio de la patria potestad o tutela, dentro de los límites
impuestos y cumpliendo las indicaciones impartidas por la autoridad judicial, sin perjuicio de
la vigencia de las obligaciones inherentes a los padres o al tutor;
c) El discernimiento de la guarda cuando así correspondiere.
La disposición definitiva podrá cesar en cualquier momento por resolución judicial fundada y
concluirá de pleno derecho cuando el menor alcance la mayoría de edad.
Art. 3bis.- En jurisdicción nacional la autoridad técnico-administrativa con competencia en el
ejercicio del patronato de menores se encargará de las internaciones que por aplicación de
los artículos 1 y 3 deben disponer los jueces.
En su caso, motivadamente, los jueces podrán ordenar las internaciones en otras
instituciones públicas o privadas (agregado por ley 23742).
Art. 4.- La imposición de pena respecto del menor a que se refiere el artículo 2 estará supe-
ditada a los siguientes requisitos:
1) Que previamente haya sido declarada su responsabilidad penal y la civil si correspondiere,
conforme a las normas procesales.
2) Que haya cumplido dieciocho años de edad.
Práctica de Investigación:
La Psicología en el ámbito jurídico. Reflexiones ético-clínicas a través de un estudio
cualitativo de casos.
3) Que haya sido sometido a un período de tratamiento tutelar no inferior a un año, prorroga-
ble en caso necesario hasta la mayoría de edad.
Una vez cumplidos estos requisitos, si las modalidades del hecho, los antecedentes del me-
nor, el resultado del tratamiento tutelar y la impresión directa recogida por el juez hicieren
necesario aplicarle una sanción, así lo resolverá, pudiendo reducirla en la forma prevista
para la tentativa.
Contrariamente, si fuese innecesario aplicarle sanción, lo absolverá, en cuyo caso podrá
prescindir del requisito del inciso 2.
Art. 5.- Las disposiciones relativas a la reincidencia no son aplicables al menor que sea
juzga-
do exclusivamente por hechos que la ley califica como delitos, cometidos antes de cumplir
los dieciocho años de edad.
Si fuere juzgado por delito cometido después de esa edad, las sanciones impuestas por
aquellos hechos podrán ser tenidas en cuenta, o no, a efectos de considerarlo reincidente.
Art. 6.- Las penas privativas de libertad que los jueces impusieran a los menores se harán
efectivas en institutos especializados. Si en esta situación alcanzaren la mayoría de edad,
cumplirán el resto de la condena en establecimientos para adultos.
Art. 7.- Respecto de los padres, tutores o guardadores de los menores a que se refieren los
artículos 1 y 2, el juez podrá declarar la privación de la patria potestad o la suspensión, o la
privación de la tutela o guarda, según correspondiere. Texto según ley 23264, art. 20 (B.O.
23/10/85).
Art. 8.- Si el proceso por delito cometido por un menor de dieciocho años comenzare o se re-
anudare después que el imputado hubiere alcanzado esta edad, el requisito del inciso 3 del
artículo 4 se cumplirá en cuanto fuere posible, debiéndoselo complementar con una amplia
información sobre su conducta.Si el imputado fuere ya mayor de edad, esta información
suplirá el tratamiento a que debió
haber sido sometido.
Art. 9.- Las normas precedentes se aplicarán aun cuando el menor fuere emancipado.
Art. 10.- La privación de libertad del menor que incurriere en delito entre los dieciocho años
y la mayoría de edad, se hará efectiva, durante ese lapso, en los establecimientos menciona-
dos en el artículo 6.
Art. 11.- Para el cumplimiento de las medidas tutelares las autoridades judiciales de cual-
quier jurisdicción de la República prestarán la colaboración que se les solicite por otro tribu-
nal y aceptarán la delegación que circunstancialmente se les haga de las respectivas funcio-
nes.
- Ley de Protección Integral de los Derechos de la Niñas, Niños y Adolescentes Nº 26.061.
(2005)
Puse título I (Generales) y título II (Los derechos) pq son 22 páginas..
LEY DE PROTECCIÓN INTEGRAL DE LOS DERECHOS DE LAS NIÑAS, NIÑOS Y
ADOLESCENTES
Ley 26.061 Disposiciones generales. Objeto. Principios, Derechos y Garantías.
Sistema de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y
Adolescentes. Organos Administrativos de Protección de Derechos.
Financiamiento. Disposiciones complementarias.
DISPOSICIONES GENERALES
ARTICULO 1° — OBJETO. Esta ley tiene por objeto la protección integral de los
derechos de las niñas, niños y adolescentes que se encuentren en el territorio de la
República Argentina, para garantizar el ejercicio y disfrute pleno, efectivo y permanente
de aquellos reconocidos en el ordenamiento jurídico nacional y en los tratados
internacionales en los que la Nación sea parte.Los derechos aquí reconocidos están
asegurados por su máxima exigibilidad y sustentados en el principio del interés superior
del niño.La omisión en la observancia de los deberes que por la presente corresponden
a los órganos gubernamentales del Estado habilita a todo ciudadano a interponer las
acciones administrativas y judiciales a fin de restaurar el ejercicio y goce de tales
derechos, a través de medidas expeditas y eficaces.
Debiéndose respetar:
b) El derecho de las niñas, niños y adolescentes a ser oídos y que su opinión sea tenida
en cuenta;
e) El equilibrio entre los derechos y garantías de las niñas, niños y adolescentes y las
exigencias del bien común;
f) Su centro de vida. Se entiende por centro de vida el lugar donde las niñas, niños y
adolescentes hubiesen transcurrido en condiciones legítimas la mayor parte de su
existencia.
Este principio rige en materia de patria potestad, pautas a las que se ajustarán el
ejercicio de la misma, filiación, restitución del niño, la niña o el adolescente, adopción,
emancipación y toda circunstancia vinculada a las anteriores cualquiera sea el ámbito
donde deba desempeñarse.Cuando exista conflicto entre los derechos e intereses de
las niñas, niños y adolescentes frente a otros derechos e intereses igualmente
legítimos, prevalecerán los primeros.
Toda acción u omisión que se oponga a este principio constituye un acto contrario a los
derechos fundamentales de las niñas, niños y adolescentes.Las políticas públicas de
los Organismos del Estado deben garantizar con absoluta prioridad el ejercicio de los
derechos de las niñas, niños y adolescentes.
4.- Asignación privilegiada e intangibilidad de los recursos públicos que las garantice;
TITULO II
Este derecho comprende:a) Tener sus propias ideas, creencias o culto religioso según
el desarrollo de sus facultades y con las limitaciones y garantías consagradas por el
ordenamiento jurídico y ejercerlo bajo la orientación de sus padres, tutores,
representantes legales o encargados de los mismos;
c) Expresar su opinión como usuarios de todos los servicios públicos y, con las
limitaciones de la ley, en todos los procesos judiciales y administrativos que puedan
afectar sus derechos.
Las personas sujetos de esta ley tienen derecho a su libertad personal, sin más límites
que los establecidos en el ordenamiento jurídico vigente. No pueden ser privados de
ella ilegal o arbitrariamente.
Este derecho se extiende a todos los ámbitos en que se desenvuelven las niñas, niños
y adolescentes; entre ellos, al ámbito estatal, familiar, comunitario, social, escolar,
científico, cultural, deportivo y recreativo.
Este derecho podrá limitarse solamente cuando la actividad laboral importe riesgo,
peligro para el desarrollo, la salud física, mental o emocional de los adolescentes.
Los Organismos del Estado deberán establecer políticas y programas de inclusión para
las niñas, niños y adolescentes, que consideren los recursos y la situación de los
mismos y de las personas que sean responsables de su mantenimiento.
a) A ser oído ante la autoridad competente cada vez que así lo solicite la niña, niño o
adolescente;
Prácticos
Unidad 1 y 2
Decreto Reglamentario de la Ley 23.277 Nº 905/05. (1985).
Ley del Ejercicio Profesional de la Psicología Nº 23.277. (1985).
1. Del ejercicio profesional. Ámbito y autoridad de aplicación.
Se considera ejercicio profesional de la psicología, la aplicación y/o indicación de teorías,
métodos, recursos, procedimientos y/o técnicas específicas en:
● El diagnóstico, pronóstico y tratamiento de la personalidad, y la recuperación
conservación y prevención de la salud mental de las personas
● La enseñanza y la investigación
● El desempeño de cargos, funciones, comisiones o empleos por designaciones
de autoridades públicas, incluso nombramientos judiciales.
● La emisión, evacuación, expedición, presentación de certificaciones, consultas,
asesoramientos, estudios, consejos, informes, dictámenes y peritajes.
ART 4° - Podrá ejercer su actividad autónoma en forma individual y/o integrando equipos
interdisciplinarios, en forma privada o en instituciones públicas
2. Condiciones para el ejercicio de la profesión.
ART 5° - Autorizado para :
● Poseer título habilitante de licenciado en psicología.
● posean título extranjero revalidado en el país
● Tmb podrán ejercer la profesión:
○ Profesionales extranjeros contratados por instituciones con fines de
investigación, docencia, asesoramiento.
○ Extranjeros con título equivalente, que estuviesen en tránsito en el país
y fueran oficialmente requeridos en consulta para asuntos de su
especialidad.
● Prohibido todo préstamo de la firma o nombre profesional a terceros, sean
éstos psicólogos o no
3. Inhabilidades e incompatibilidades.
ART 6° - No podrán ejercer la profesión:
● Los condenados por delitos contra las personas, el honor, la libertad, la salud
pública o en la fe pública, hasta el transcurso de un tiempo igual al de la
condena, que no podrá ser menor de dos años.
● Los que padezcan enfermedades psíquicas graves y/o infecto contagiosas
mientras dure el periodo de contagio
4. Derechos y obligaciones
ART 7° - Los profesionales que ejerzan la psicología podrán:
● Certificar las prestaciones de servicios que efectúen, y conclusiones de
diagnósticos referentes a los estados psíquicos de las personas en consulta.
● Efectuar interconsultas y/o derivaciones a otros profesionales de la salud
cuando la naturaleza del problema así lo requiera
ART 8° - Los profesionales que ejerzan la psicología están obligados a:
● Aconsejar la internación en establecimiento público o privado de aquellas
personas que atienden y que por los trastornos de su conducta signifiquen un
peligro para sí o para terceros, así como su ´posterior externación..
● Proteger a los examinados asegurándoles que las pruebas y resultados se
utilizarán de acuerdo a normas éticas y profesionales.
● Presentar la colaboración que le sea requerida por las autoridades sanitarias en
caso de emergencias.
● Guardar el más riguroso secreto profesional sobre cualquier prescripción o acto,
así como de datos o hechos que se les comunicare en razón de su actividad
profesional sobre aspectos físicos, psicológicos o ideológicos de las personas.
Fijar domicilio profesional dentro del territorio de la Capital Federal, Tierra del fuego e Islas
del Atlántico Sur.
Ley Nacional de Salud Mental Nº 26657. (2010)
Definición:
● Se reconoce a la salud mental como un proceso determinado por componentes
históricos, socioeconómicos, culturales, biológicos y psicológicos, cuya
preservación y mejoramiento implica una dinámica de construcción social
vinculada a la concreción de los derechos humanos y sociales de toda persona.
● Se debe partir de la presunción de capacidad de todas las personas.
● Las adicciones deben ser abordadas como parte integrante de las políticas de
salud mental
Modalidad de abordaje
● Promoverse que la atención de salud mental esté a cargo de un equipo
interdisciplinario.
● Abordaje interdisciplinario e intersectorial, basado en los principios de la
atención primaria de la salud. Se orientará al reforzamiento, restitución o
promoción de los lazos sociales
● Por principio rige el consentimiento informado para todo tipo de intervenciones.
● Prescripción de medicación sólo debe responder a las necesidades
fundamentales de la persona con padecimiento mental y se administrará
exclusivamente con fines terapéuticos o cuidados especiale. Debe promoverse
que los tratamientos psicofarmacológicos se realicen en el marco de abordajes
interdisciplinarios.
Internaciones
● La internación es considerada como un recurso terapéutico de carácter
restrictivo, y sólo puede llevarse a cabo cuando aporte mayores beneficios
terapéuticos que el resto de las intervenciones realizables en su entorno familiar,
comunitario o social. Debe promoverse el mantenimiento de vínculos, contactos y
comunicación de las personas internadas con sus familiares, allegados y con el
entorno laboral y social.
● La internación debe ser lo más breve posible, en función de criterios
terapéuticos interdisciplinarios. Tanto la evolución del paciente como cada una de
las intervenciones del equipo deben registrarse a diario en la historia clínica.
● Toda disposición de internación, dentro de las 48 hs, debe cumplir con los
siguientes requisitos:
○ Evaluación, diagnóstico interdisciplinario e integral y motivos que
justifican la internación, con la firma de al menos dos profesionales del
servicio asistencial donde se realice la internación, uno de los cuales
debe ser necesariamente psicólogo o médico psiquiatra
○ Búsqueda de datos disponibles acerca de la identidad y el entorno
familiar
○ Consentimiento informado de la persona o del representante legal
cuando corresponda. Se considera válido el consentimiento cuando se
presenta en estado de lucidez y con comprensión de la situación, y se
considerará invalidado si durante el transcurso de la internación dicho
estado se pierde, ya sea por efecto de los medicamentos o terapéuticas
aplicadas. En tal caso deberá procederse como si se tratase de una
internación involuntaria.
● La persona internada bajo su consentimiento podrá en cualquier momento
decidir por sí misma el abandono de la internación. En todos los casos en que las
internaciones voluntarias se prolonguen por más de 60 días corridos, el equipo
de salud a cargo debe comunicarlo al Órgano de Revisión y al juez. El juez debe
evaluar, en un plazo no mayor de 5 días de ser notificado, si la internación
continúa teniendo carácter voluntario o si la misma debe pasar a considerarse
involuntaria, con los requisitos y garantías establecidos para esta última
situación. En caso de que la prolongación de la internación fuese por
problemáticas de orden social, el juez deberá ordenar al órgano administrativo
correspondiente la inclusión en programas sociales y dispositivos específicos y la
externación a la mayor brevedad posible, comunicando dicha situación al Órgano
de Revisión.
● La internación involuntaria de una persona debe concebirse como recurso
terapéutico excepcional en el caso de que no sean posibles los abordajes
ambulatorios, y sólo podrá realizarse cuando a criterio del equipo de salud
mediare situación de riesgo cierto e inminente para sí o para terceros. Para que
proceda la internación involuntaria, además de los requisitos comunes a toda
internación, debe hacerse constar:
○ Dictamen profesional del servicio asistencial que realice la internación.
Se debe determinar la situación de riesgo cierto e inminente a que hace
referencia el primer párrafo de este artículo, con firma de dos
profesionales de diferentes disciplinas, que no tengan relación de
parentesco, amistad o vínculos económicos con la persona, uno de los
cuales deberá ser psicologo o medico psiquiatra.
○ Ausencia de otra alternativa eficaz para su tratamiento
○ Informe acerca de las instancias previas implementadas si las hubiera.
● La internación involuntaria debidamente fundada debe notificarse
obligatoriamente en un plazo de 10 hs al juez competente y al Órgano de
Revisión, debiendo agregarse a las 48 hs como máximo todas las constancias
previstas en el artículo 20 (punto anterior)
● La persona internada involuntariamente o su representante legal, tiene derecho
a designar un abogado. Si no lo hiciera, el Estado debe proporcionarle uno desde
el momento de la internación. El defensor podrá oponerse a la internación y
solicitar externación en cualquier momento. El juzgado deberá permitir al defensor
el control de las actuaciones en todo momento.
● El alta, externación o permisos de salida son facultades del equipo de salud
que no requiere autorización del juez. El mismo deberá ser informado si se
tratase de una internación involuntaria, o voluntaria ya informada en el artículo 18
(si pasan más de 40 días internado) y 26(niños niñas adole)
● En el caso de internación de personas menores de edad o declaradas
incapaces, se debe proceder de acuerdo a lo establecido en los artículos 20, 21,
22, 23, 24 y 26. En el caso de niños niñas y adolescentes, además se procederá
de acuerdo a la normativa nacional e internacional de protección integral de
derechos.
● Las internaciones de salud mental deben realizarse en hospitales generales
Resolución del Ministerio de Educación y Cultura Nº 2447/85 sobre las Incumbencias de los
títulos de Psicólogos y Licenciados en Psicología. (1985).
Unidad 3
Código Procesal Civil y Comercial de la Nación. Libro Segundo, Título II Proceso Ordinario,
Sección 6°, arts. 457 a 478. (2015)
SECCIÓN 6°
PRUEBA DE PERITOS PROCEDENCIA
Art. 457. - Será admisible la prueba pericial cuando la apreciación de los hechos
controvertidos requiere conocimientos especiales en alguna ciencia, arte, industria o
actividad técnica especializada.
PERITO. CONSULTORES TÉCNICOS
Art. 458. - La prueba pericial estará a cargo de UN (1) perito único designado de oficio por el
juez, salvo cuando una ley especial establezca un régimen distinto. En los procesos de
declaración de incapacidad y de inhabilitación, se estará a lo dispuesto en el artículo 626
inciso 3. En el juicio por nulidad de testamento, el juez podrá nombrar de oficio TRES (3)
peritos cuando por la importancia y complejidad del asunto lo considere conveniente. Si los
peritos fuesen TRES (3), el juez les impartirá las directivas sobre el modo de proceder para
realizar las operaciones tendientes a la producción y presentación del dictamen.
Cada parte tiene la facultad de designar una consultor técnico.
DESIGNACIÓN. PUNTOS DE PERICIA
Art. 459. - Al ofrecer la prueba pericial se indicará la especialización que ha de tener el perito
y se propondrán los puntos de pericia; si la parte ejerciera la facultad de designar consultor
técnico, deberá indicar, en el mismo escrito, su nombre, profesión y domicilio. La otra parte,
al contestar la vista que se le conferirá conforme al artículo 367, podrá formular la
manifestación a que se refiere el artículo 478 o, en su caso, proponer otros puntos que a su
juicio deban constituir también objeto de la prueba, y observar la procedencia de los
mencionados por quien la ofreció, si ejerciera la facultad de designar consultor técnico
deberá indicar en el mismo escrito su nombre, profesión y domicilio. Si se hubiesen
presentado otros puntos de pericia u observado la procedencia de los propuestos por la
parte que ofreció la prueba, se otorgará traslado a ésta. Cuando los litisconsortes no
concordaran en la designación del consultor técnico de su parte, el juzgado desinsaculará a
uno de los propuestos. (Artículo sustituido por art. 2° de la Ley N° 25.488 B.O.
22/11/2001)
DETERMINACIÓN DE LOS PUNTOS DE PERICIA. PLAZO
Art. 460. - Contestada la vista que correspondiera según el artículo anterior o vencido el
plazo para hacerlo, en la audiencia prevista en el artículo 360 el juez designará el perito y
fijará los puntos de pericia, pudiendo agregar otros o eliminar los que considere
improcedentes o superfluos, y señalará el plazo dentro del cual el perito deberá cumplir su
cometido. Si la resolución no fijase dicho plazo se entenderá que es de quince días. (Artículo
sustituido por art. 2° de la Ley N° 25.488 B.O. 22/11/2001)
REEMPLAZO DEL CONSULTOR TÉCNICO. HONORARIOS
Art. 461. - El consultor técnico podrá ser reemplazado por la parte que lo designó; el
reemplazante no podrá pretender una intervención que importe retrogradar la práctica de la
pericia. Los honorarios del consultor técnico integrarán la condena en costas.
ACUERDOS DE PARTES
Art. 462. - Antes de que el juez ejerza la facultad que le confiere el artículo 460, las partes
de común acuerdo, podrán presentar UN (1) escrito proponiendo perito y puntos de pericia.
Podrán, asimismo, designar consultores técnicos.
ANTICIPO DE GASTOS
Art. 463. - Si el perito lo solicitare dentro de tercero día de haber aceptado el cargo, y si
correspondiere por la índole de la pericia, la o las partes que han ofrecido la prueba deberán
depositar la suma que el juzgado fije para gastos de las diligencias. Dicho importe deberá
ser depositado dentro de quinto, día, plazo que comenzará a correr a partir de la notificación
personal o por cédula de la providencia que lo ordena; se entregará al perito, sin perjuicio de
lo que en definitiva se resuelva respecto de las costas y del pago de honorarios. La
resolución sólo será susceptible de recurso de reposición. La falta de depósito dentro del
plazo importará el desistimiento de la prueba.
IDONEIDAD
Art. 464. - Si la profesión estuviese reglamentada, el perito deberá tener título habilitante en
la ciencia, arte, industria o actividad técnica especializada a que pertenezcan las cuestiones
acerca de las cuales deba expedirse. En caso contrario, o cuando no hubiere en el lugar del
proceso perito con título habilitante, podrá ser nombrada cualquier persona con
conocimientos en la materia.
RECUSACIÓN
Art. 465. - El perito podrá ser recusado por justa causa, dentro del quinto día de la audiencia
preliminar. (Artículo sustituido por art. 2° de la Ley N° 25.488 B.O. 22/11/2001)
CAUSALES
Art. 466. - Son causas de recusación del perito las previstas respecto de los jueces;
también, la falta de título o incompetencia en la materia de que se trate, en el supuesto del
artículo 464, párrafo segundo.
TRÁMITE. RESOLUCIÓN
Art. 467. - Deducida la recusación se hará saber al perito para que en el acto de la
notificación o dentro de tercero día manifieste si es o no cierta la causal. Reconocido el
hecho o guardado silencio, será reemplazado; si se lo negare, el incidente tramitará por
separado, sin interrumpir el curso del proceso. De la resolución no habrá recurso pero esta
circunstancia podrá ser considerada por la alzada al resolver sobre lo principal.
REEMPLAZO
Art. 468. - En caso de ser admitida la recusación, el juez, de oficio, reemplazará al perito
recusado, sin otra sustanciación.
ACEPTACIÓN DEL CARGO
Art. 469. - El perito aceptará el cargo ante el oficial primero, dentro de tercero día de
notificado de su designación; en el caso de no tener título habilitante, bajo juramento o
promesa de desempeñar fielmente el cargo. Se lo citará por cédula u otro medio autorizado
por este Código. Si el perito no aceptare, o no concurriere dentro del plazo fijado, el juez
nombrará otro en su reemplazo, de oficio y sin otro trámite. La cámara determinará el plazo
durante el cual quedarán excluidos de la lista los peritos que reiterada o injustificadamente
se hubieren negado a aceptar el cargo, o incurrieren en la situación prevista por el artículo
siguiente
REMOCIÓN
Art. 470. - Será removido el perito que, después de haber aceptado el cargo renunciare sin
motivo atendible, rehusare dar su dictamen o no lo presentare oportunamente. El juez, de
oficio, nombrará otro en su lugar y lo condenará a pagar los gastos de las diligencias
frustradas y los daños y perjuicios ocasionados a las partes, si éstas los reclamase. El
reemplazo perderá el derecho a cobrar honorarios.
PRÁCTICA DE LA PERICIA
Art. 471. - La pericia estará a cargo del perito designado por el juez. Los consultores
técnicos, las partes y sus letrados podrán presenciar las operaciones técnicas que se
realicen y formular las observaciones que considera pertinentes.
PRESENTACIÓN DEL DICTAMEN
Art. 472. - El perito presentará su dictamen por escrito, con copias para las partes.
Contendrá la explicación detallada de las operaciones técnicas realizadas y de los principios
científicos en que se funde
Los consultores técnicos de las partes dentro del plazo fijado al perito podrán presentar por
separado sus respectivos informes, cumpliendo los mismos requisitos.
TRASLADO. EXPLICACIONES. NUEVA PERICIA
Art. 473. - Del dictamen del perito se dará traslado a las partes, que se notificará por cédula.
De oficio o a instancia de cualquiera de ellas, el juez podrá ordenar que el perito dé las
explicaciones que se consideren convenientes, en audiencia o por escrito, atendiendo a las
circunstancias del caso. Si el acto se cumpliere en audiencia y los consultores técnicos
estuvieren presentes, con autorización del juez, podrán observar lo que fuere pertinente; si
no comparecieren esa facultad podrá ser ejercida por los letrados. Si las explicaciones
debieran presentarse por escrito, las observaciones a las dadas por el perito podrán ser
formuladas por los consultores técnicos o, en su defecto, por las partes dentro de quinto día
de notificadas por ministerio de la ley. La falta de impugnaciones o pedidos de explicaciones
u observaciones a las explicaciones que diere el perito, no es óbice para que la eficacia
probatoria del dictamen pueda ser cuestionada por los letrados hasta la oportunidad de
alegar con arreglo a lo dispuesto por el artículo 477.
Cuando el juez lo estimare necesario podrá disponer que se practique otra pericia, o se
perfeccione o amplíe la anterior, por el mismo perito u otro de su elección. El perito que no
concurriere a la audiencia o no presentare el informe ampliatorio o complementario dentro
del plazo, perderá su derecho a cobrar honorarios, total o parcialmente.
DICTAMEN INMEDIATO
Art. 474. - Cuando el objeto de la diligencia pericial fuese de tal naturaleza que permita al
perito dictaminar inmediatamente, podrá dar su informe por escrito o en audiencia; en el
mismo acto los consultores técnicos podrán formular las observaciones pertinentes.
PLANOS, EXÁMENES CIENTÍFICOS Y RECONSTRUCCIÓN DE LOS HECHOS
Art. 475. - De oficio o a pedido de parte, el juez podrá ordenar: 1) Ejecución de planos,
relevamientos, reproducciones fotográficas, cinematográficas, o de otra especie, de objetos,
documentos o lugares, con empleo de medios o instrumentos técnicos. 2) Exámenes
científicos necesarios para el mejor esclarecimiento de los hechos controvertidos. 3)
Reconstrucción de hechos, para comprobar si se han producido o pudieron realizarse de una
manera determinada. A estos efectos podrá disponer que comparezcan el perito y los
testigos y hacer saber a las partes que podrán designar consultores técnicos o hacer
comparecer a los ya designados para que participen en las tareas, en los términos de los
artículos 471 y, en su caso, 473.
CONSULTAS CIENTIFICAS O TECNICAS
Art. 476. - A petición de parte o de oficio, el juez podrá requerir opinión a universidades,
academias, corporaciones, institutos y entidades públicas o privadas de carácter científico o
técnico, cuando el dictamen pericial requiriese operaciones o conocimientos de alta
especialización.
EFICACIA PROBATORIA DEL DICTAMEN
Art. 477. - La fuerza probatoria del dictamen pericial será estimada por el juez teniendo en
cuenta la competencia del perito, los principios científicos o técnicos en que se funda, la
concordancia de su aplicación con las reglas de la sana crítica, las observaciones
formuladas por los consultores técnicos o los letrados, conforme a los artículos 473 y 474 y
los demás elementos de convicción que la causa ofrezca.
IMPUGNACIÓN. DESINTERÉS. CARGO DE LOS GASTOS Y HONORARIOS
Art. 478. - Los jueces deberán regular los honorarios de los de peritos y demás auxiliares de
la justicia, conforme a los respectivos aranceles, debiendo adecuarlos, por debajo de sus
topes mínimos inclusive, a las regulaciones que se practicarán en favor de los restantes
profesionales intervinientes, ponderando la naturaleza, complejidad, calidad y extensión en el
tiempo de los respectivos trabajos. (Párrafo incorporado por art. 10 de la Ley N° 24.432 B.O.
10/1/1995) Al contestar el traslado a que se refiere el segundo párrafo del artículo 459, la
parte contraria a la que ha ofrecido la prueba pericial podrá: 1) Impugnar su procedencia por
no corresponder conforme a lo dispuesto en el artículo 457; si no obstante haber sido
declarada procedente, de la sentencia resultare que no ha constituído UNO (1) de los
elementos de convicción coadyuvante para la decisión, los gastos y honorarios del perito y
consultores técnicos serán a cargo de la parte que propuso la pericia. 2) Manifestar que no
tiene interés en la pericia, y que se abstendrá, por tal razón, de participar en ella; en este
caso, los gastos y honorarios del perito y consultor técnico serán siempre a cargo de quien la
solicitó, excepto cuando para resolver a su favor se hiciere mérito de aquélla.
Sarmiento, A., Varela, O., Puhl, S., Izcurdia, M. (2005) La Psicología en el Campo Jurídico.
(Juli)
La práctica pericial
La psicología forense trata de dar respuesta a las cuestiones que hacen al saber psicológico en el ámbito
tribunalicio.
La ausencia de un método de discusión y debate, instala la violencia como moneda de cambio. El objeto de
conocimiento del derecho como ciencia es la interacción humana. La razón de ser de un litigio es un conflicto
de intereses. El proceso judicial consta de cuatro etapas: una etapa de afirmación que dará inicio al proceso,
una eventual etapa de negación, una etapa de confirmación (pericia), y una etapa de alegato o conclusiones.
El rol del psicólogo en el ámbito forense: La inserción en este ámbito es desde el rol de perito.
Perito: docto, experimentado, práctico en una ciencia o arte. Designa al sujeto que poseyendo determinados
conocimientos científicos, artísticos o simplemente prácticos, es llamado por la justicia para dictaminar sobre
hechos cuya apreciación no puede ser llevada a cabo sino por aquel que, como él, es poseedor de tales
nociones muy especializadas.
El profesional que realiza esta tarea es un auxiliar de la justicia.
Es un auxiliar porque colabora para que el juez se forme un panorama acabado sobre los hechos en examen, a
los que aplicará el derecho vigente. Surge de la preocupación acerca de la veracidad del testimonio. Los
peritos deberán responder los puntos que se le soliciten sobre hechos que hagan a la litis y que sean
controvertidos. La pericia es un medio de prueba, un método para comprobar un hecho o una conducta. El
profesional debe expedirse por medio de un informe sobre aquello para lo que ha sido convocado, y ese
informe es llamado prueba pericial. La fuerza probatoria del dictamen pericial será estimada por el juez. La
pericia no es vinculante. (Degano)
El perito tendrá en consideración: las características de la personalidad, la magnitud del daño, las
características del vínculo conyugal, las aptitudes de una persona.
Tipos de perito
Perito oficial: es el profesional que trabaja en relación de dependencia con la justicia. Puede desempeñar su
labor en la asesoría pericial perteneciente al Cuerpo de Psicólogos Forense o en un juzgado
Perito de oficio: para desempeñar este rol el psicólogo debe inscribirse en las listas que están en los
diferentes fueros. Su relación con la justicia es un contrato para actuar en determinado juicio, para lo cual es
convocado por el juez. El perito debe responder a los puntos de pericia, en tiempos que son judiciales. El juez
formulará la regulación de los honorarios de los profesionales que han intervenido. La parte condenada es
quien debe hacerse cargo.
Perito de parte: su función está reglamentada en el Código de Procedimientos Penal, como los peritos de
oficio, y por tanto pasibles de ser acusados de falso testimonio. Es nombrado por el juez a pedido de alguna
de las partes, tiene rol pericial y por lo tanto, obligaciones. De no ser cumplidas se le impondrá una sanción.
Presenta informe, o firma el informe del perito de oficio.
Consultor técnico: Su actuación está reglamentada por el Código de Procedimientos Civil. Es autorizado por el
juez a instancia de alguna de las partes. Actuará como veedor de la pericia, no teniendo obligación de realizar
aceptación formal del cargo ni de presentar informe.
Disposiciones legales:
El perito debe esperar a ser sorteado y es notificado de su designación mediante una cédula de notificación, y
tiene tres días hábiles para concurrir al Tribunal, solicitar el expediente y aceptar o no el cargo. Si no, será
reemplazado por otro perito. El perito puede solicitar el préstamo del expediente. El perito deberá realizar su
dictamen de acuerdo a los puntos de pericia propuestos por las partes y por el juez. La pericia debe versar
sobre hechos y además el perito debe suministrar al proceso reglas técnicas o científicas.
Recusación del perito: La exclusión o inhibición tiene por objeto asegurar una recta administración de justicia y
una conducta imparcial. Son causales de recusación en el caso de los peritos, la falta de título o
incompetencia en la materia de que se trate, y todas aquellas previstas por el juez. En el código de
Procedimientos Penal están incluidas: parentesco con las partes, parentesco con el juez, pleito pendiente con
el litigante, interés en el pleito, etc. Ante estas circunstancias el perito puede pedir una excusación del cargo.
Impugnación y pedido de aclaraciones: Por un lado, el juez puede pedir explicaciones del dictamen pericial aun
cuando la perica esté consentida por ambas partes. Si no se presenta, es pasible de sanción. Por otro lado,
los peritos de partes pueden impugnar el informe del perito de oficio u oficial. Las causas podrían ser:
cuestionamientos a la competencia técnica, a los principios científicos u objeciones a las conclusiones
extraídas.
El actuar del perito psicólogo: Para poder realizar el informe/dictamen pericial el psicólogo deberá realizar dos
trámites prioritarios: 1) la consulta del expediente judicial, 2) el contacto con los puntos de pericia. Para esto,
el psicólogo recurrirá a: a) entrevistas libres y semi pautadas, b) administración de técnicas de evaluación
psicológicas. Todo el material recopilado para la realización del informe psicológico pericial, deberá ser
reservado y quedará a disposición en el caso de que surjan pedidos de aclaración o impugnación por algunas
de las partes o el juez. En el informe se debe dejar plasmado la descripción de la persona, las operaciones
practicadas y las conclusiones.
Informe pericial: El perito deberá guardar ciertas formalidades. El encabezamiento debe ser dirigido al Señor
Juez y Juzgado correspondiente, consignando la nominación y numeración de la secretaría. Preámbulo debe
contener las razones de la presentación, nombre y apellidos completos del perito y la confirmación de haber
aceptado el cargo y dado el cumplimiento a los requisitos legales. Desde cómo se presenta la persona
exteriormente hasta el comportamiento que ésta evidencia durante la prueba, incluyendo los antecedentes de
examinado que hagan aportes al tema de la pericia y su estado actual. Puede suceder que la pericia: sea
impugnada por las partes, sea declarada nula, se ordene su desglose, no se considere, se pida ampliación, se
pida aclaración de algún punto, se ordene repetirla, se acepte en su totalidad.
La confidencialidad de los datos que recibe el psicólogo en las entrevistas constituye una obligación ética y es
resguardada legalmente por lo pautado por el secreto profesional. El secreto profesional queda delimitado en
razón de la existencia de puntos de pericia. Solo puede ser relevado por orden del juez en caso de que exista
justa causa.
El lenguaje debe ser preciso y desprovisto de todo tipo de tecnicismos.
Lo que el perito no debe hacer: El destinatario no es un paciente. Se requiere de la expresa voluntad del
examinado para la aceptación o no de pruebas diagnósticas.
No se debe hacer una incursión en la vida privada del sujeto que no tengan que ver con el área de
personalidad solicitada por el juez, no se debe violar la intimidad de la persona introduciendo la presencia de
terceros ajenos a la pericia, no se debe desviar casos a la consulta privada, no se debe convertir la entrevista
en interrogatorio.
Pericia Psicodiagnóstico
Pericia Testimonio
Talarico Pinto, I. (2003) La pericia psicológica (Pau)
Capítulo IV. La pericia en psicología.
>Qué es una pericia, realizar o tener pericia.
a) Significado de una pericia; motivos y objetivos. La pericia es una cualidad del saber y de la
experiencia. Es lo que se adquiere a través del trabajo realizado y la confiabilidad que su
habilidad brinda. La pericia es una prueba, un método para comprobar un hecho o una
conducta, un estado o una consecuencia de una conducta. Es necesario que esa prueba
tenga validez y esté fundada. La psicología como ciencia tiene la especificidad de someter a
su estudio al ser humano, por lo tanto puede situar “singularmente en su propia historicidad
y circunstancias a un sujeto en particular”.
La especificidad de la tarea psicológica es la de poder determinar la subjetividad, de evaluar
y realizar un profundo análisis que se convierte en una conclusión diagnóstica y hasta
terapéutica. Este fin asistencial puede cumplir los objetivos y motivaciones más profundas
que llevan al psicólogo a intervenir en la tarea pericial, utilizando su saber y su puesta en
práctica.
La pericia psicológica es el informe que brinda el psicólogo, luego de haber estudiado y
analizado el caso a peritar. Se trata de un proceso o acontecer, que transcurre durante
varias horas, y frente a una o varias personas, que llegan para ser analizadas y evaluadas. El
tipo de pericia aludido constituye el resultado del estudio que se hace respecto de esa
persona, enviada por encargo de otro superior que es el juez. Por ello deberá estar reglada
en sus aspectos formales, al ámbito y exigencias jurídicas. El lenguaje en el que se exprese
deberá ser riguroso pero claro, dejando los tecnicismos de lado, y tratando de expresarse
para que sea comprendido por las partes y por el juez.
El momento en que se solicita la pericia psicológica corresponde al período de prueba de un
juicio. Cualquiera de las partes puede pedir una evaluación para constatar, verificar o
rechazar algo demandado. El juez que atiende la causa puede requerir la asistencia de un
auxiliar; en este caso el perito, para versarlo en una materia específica.
Los estudios periciales se llevan a cabo, en provincia, dentro del radio del juzgado, y en
capital, en los domicilios respectivamente constituidos. Las entrevistas se realizan a las
personas demandadas o demandantes, de quienes se necesite realizar una medición o
proyección de su estado cognitivo, emocional, de su adaptación o desadaptación social o
familiar, etc.
b) Breve descripción de los pasos a seguir. El primer paso a seguir para realizar una pericia
comienza con la inscripción correspondiente. En la Capital Federal se realiza en el mes de
octubre, previo pago de un arancel, que permite anotarse en todos los fueros. En la Provincia
se debe tener la matrícula actualizada y anotarse en los correspondientes colegios de los
distritos provinciales.
Con el comprobante de pago y su documentación, en la Capital, debe anotarse en la Cámara
Civil para el fuero civil, y en los distintos fueros que elija, ya sea laboral, penal,
penal-económico, o contencioso-administrativo. En el fuero civil, deben haber transcurrido
cinco años desde que se recibió de psicólogo. Ese registro pasa a las listas de los juzgados,
y a partir del mes de febrero del año siguiente, podrá ser sorteado.
El perito de oficio deberá esperar ser sorteado, y en el caso que así sea, le llegará una
cédula al domicilio referido o constituido, notificándolo de que ha sido sorteado para ese
determinado trabajo. Este aviso de su elección o sorteo, deberá contestarse dentro de los
tres días de recibido. Para ello deberá concurrir en forma personal al juzgado
correspondiente, con su documentación. Allí deberá aceptar el cargo, mediante la firma y el
sello, y llevando un escrito donde exprese su aceptación. Una vez que se ha aceptado el
cargo, el perito puede solicitar el préstamo del expediente, para poder leer los antecedentes
del proceso, y enterarse de qué le ha sucedido a la persona que debe entrevistar, si son
más de uno, cómo fueron los hechos y las razones por las que se solicita la ayuda de un
experto- también se puede solicitar en ese momento un adelanto de gastos, para solventar
los costos necesario para la tarea de peritar. Debe solicitarse dentro de los tres días de
aceptado el cargo, y una vez que el juez lo fija, las partes deberán depositarlo dentro de los
cinco días de notificado.
Una vez devuelto el expediente, luego de haberlo examinado, el perito debe tratar de
contactarse con la parte que solicita la pericia, o sea con la parte a quien hay que
entrevistar. En el momento de comunicarse con la persona, se tratará de fijar las fechas
para las entrevistas diagnósticas. Estas fechas deben ser informadas al juzgado con
antelación, para que el aviso sea trasladado a la otra parte. En la Capital existe la figura del
consultor técnico, que puede ser nombrado por las partes, para asesorar sobre el mismo
rubro o especialidad que se está peritando.
c) Los pasos específicos de las entrevistas diagnósticas. La entrevista psicológica es una
situación grupal, es decir una reunión de dos o más personas con el objetivo común de
investigar situaciones personales, para aliviar posibles conflictos o problemas, y llegar a una
conclusión que modifique un estado anterior.
Es importante que la entrevista se realice dentro de un campo específico, que sería el
encuadre o marco de referencia. El entrevistador asume un rol fijo con objetivos específicos,
aunque dependiendo siempre de la actitud del entrevistado. En la entrevista psicológica para
los informes periciales, la situación es diferente a las demás relaciones de interacción
psicológica, pues muchas veces el entrevistado no viene por su propio interés, sino obligado
por la circunstancia pericial. La motivación no responde a la persona que debemos
entrevistar, sino a quien lo envía, el juzgado, el abogado, o a veces un colega.
Primero tenemos que tratar de motivar nosotros al entrevistado, de hacerlo entender,
informándole por qué está ahí, frente a nosotros, quienes somos, nuestra función especial
dentro de la esfera del juzgado, y sobre todo, qué significado tiene nuestra acción sobre el
curso de su demanda o de su negativa de demanda.
Una característica de la entrevista pericial es que el modo es más dirigida que libre. La
primer entrevista es más dirigida y las siguientes son más libres en cuanto a que es
necesario observar la conducta del entrevistado en la realización del test, antes y después
de la tarea.
d) Interpretación de los rasgos. Modos de expresión. Es necesario poner atención en el
cumplimiento de las pautas, los horarios de llegada, la fatiga o no que experimenta el
entrevistado, y la disposición a realizar la tarea, formas de hablar, como concurre a la
entrevista y como se despide, etc. Se debe anticipar cuánto tiempo estarán y cuántas otras
veces se reunirán. Es bueno aclarar que aunque ya haya relatado los hechos a otro
profesional, deben constar en el informe psicológico como parte integrante del mismo.
Es preferible tomar los datos por escrito y no usar grabador. Una vez que se completan los
datos personales, y el relato de los hechos, se releen brevemente, y se pregunta si desea
agregar algo más, o se le puede incentivar a ello mediante alguna pregunta sugestiva. El
resultado final de las entrevistas llevará a un diagnóstico definitivo que será parte del
dictamen pericial.
e) El trabajo o rol del psicólogo en el ámbito judicial. 1. La idoneidad. La idoneidad es un
rasgo de capacidad y experiencia que está implícito en la función del perito. Está
contemplada en el art. 464 del Código citado, para lo cual requiere que el perito tenga título
habilitante en su profesión. En la Provincia se exige el curso de procedimiento para peritos.
La idoneidad supone la actuación responsable del perito, el cumplimiento de su tarea y de
los términos establecidos.
2. La elección del fuero. Cuáles son los de mayor intervención. La función del psicólogo y su
tendencia y motivación personal lo llevarán a elegir un fuero más que otro. El fuero de mayor
intervención es el civil. Los casos más frecuentes son adopciones, guardas y tutelas,
divorcios, accidentes, daños y perjuicios.
3. Causales posibles de peritaje psicológico. Dentro del ámbito civil, las más frecuentes son
las causales de familia (divorcios, separación de bienes, alimentos, adopción, tenencia,
guardas, violencia y drogadicción) y de accidentes (daños y perjuicios, muertes, injurias, mala
praxis).
f) La función del perito. La pericia como un atributo significa etimológicamente la habilidad,
la experiencia, la sabiduría y la práctica en un quehacer específico. El perito es la persona
que ha ejercido a lo largo de un tiempo una misma actividad y ha adquirido habilidad y
experiencia, sabiduría en ella, como para ejercerla con idoneidad.
g) Vicisitudes de una pericia. Las vicisitudes son los resultados o efectos que puede tener
un dictamen pericial, luego de ser visto por las partes o el juez. La pericia puede ser
observada, con pedido de aclaraciones de algún punto en especial, o puede ser objeto de un
pedido de impugnación. En general se cuestionan las respuestas dadas a los puntos de
pericia, o en caso de no ser cuestionadas, se solicita que se aclare lo que allí firma el perito.
Es conveniente que el perito conteste los puntos solicitados en tiempo y forma. Al momento
de sentenciar, el juez tendrá en cuenta los conceptos allí firmados, confirmados o
ratificados, lo que permitirá ampliar la visión del dictamen.
Unidad 5
De Simone, C. (2016) El rol del psicólogo en el abordaje de jóvenes infractores. (Agos)
En el abordaje de jóvenes infractores a la ley penal, se puede observar un entramado de dos
discursos:
- Jurídico: toma al sujeto y lo interroga sobre hechos que realizó para luego aplicar
sobre éste un reproche de tinte sancionatorio
- Psicólogo: i ntenta que el sujeto se interrogue acerca de las distintas motivaciones
icc que lo llevaron a involucrarse en ese acto transgresor.
Mirada desde lo Jurídico
● Privación de libertad:es entendida como una severa restricción de derechos que, de
no ser aplicada adecuadamente provoca deterioros irreversibles en el desarrollo
● Convención internacional sobre los derechos del niño: excluye la privación de la
libertad como medida de protección y restringe la posibilidad de su aplicación en el
ámbito penal, como medida excepcional y por el menor tiempo posible.
Sistema jurídico aplicable a la infancia
1. Ley Agote / Ley de Patronato de Menores (Ley 10.903) → 1919
● Dio comienzo a la construcción de un “sistema tutelar”.
● Ante el hecho de que un menor de 18 años se encontrara en “abandono o
peligro material o moral” se diera intervención al Juez de la jurisdicción criminal y
correccional.
● Estado tenía la función de tutelar a través del Juez de Menores (penal) ,
cumpliendo su rol desde un aspecto jurídico, moral y social
● Está intervencion apunta a la “protección” , y tenia la facultad de “disponer” de
estos menores hasta que alcanzaban la mayoría de 21 años de edad.
● niños y adolescentes eran separados de su medio familiar e internados en
establecimientos penales sin precisar periodo de tiempo que abarcaría esa
medida
● Crítica: no se diferenciaba entre aquella infancia imputada de un acto
transgresor, y aquella porción de la infancia que se hallaban en situación de
vulnerabilidad económica y social.
2. Régimen Penal de la Minoridad (Ley 22.278) → 1980
● Funcionaba junto con la Ley Agote
● Distingue una actuación diferenciada según diferentes franjas etarias:
○ Hasta los 16 años: No punibles. Imposibilidad jurídica de aplicar pena,
de recibir reproche jurídico
○ Entre 16 años y hasta los 18 años:Régimen de punibilidad relativa.
Para delitos de acción pública, con más de dos años de prisión,
establecido por el Código Procesal Penal para Adultos, los jóvenes son
considerados punibles.
Para delitos de acción pública que tienen menos de dos años de prisión,
se los considera no punibles.
○ Entre 18 años y 21: Considerados jóvenes adultos. Punibles
3. Convención Internacional sobre los Derechos del Niño → 1990
● Su incorporación, ha desatado discusiones basadas en la necesidad de
adecuación legislativa a este documento
● Así surge Ley de Protección Integral
4. Ley de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes (N°
26.061/06)
● Finalidad: protección de los derechos de los niños,niñas y adolescentes
● Principio rector: interés superior del niño (máxima satisfacción integral y
simultánea de los derechos y garantías reconocidos)
● Apunta al fortalecimiento de los vínculos entre padres e hijos, por esto la
separación de los padres es una medida de último recurso, aplicable
excepcionalmente, limitada en tiempo, y en casos graves de violación de sus
deberes parentales.
● Rol del Estado: garante de los derechos del niños
● La sanción de esta Ley crea el Sistema de Protección Integral de Derechos:
establece una organización mediante la cual las instituciones administrativas y
judiciales se encuentran dotadas de dispositivos que se pondrán en marcha ante
la violación o amenaza de los derechos de los niños, niñas y adolescentes. (NNA)
● NNA infractores de la ley penal se los considera sujetos de derecho (su opinión
debe ser tenida en cuenta, respetar todos sus derechos, organización donde está
debe garantizar la restitución y protección de estos, privación de libertad medida
excepcional, lo más breve posible)
Mirada desde lo Institucional
Instituciones de régimen cerrado
● Función principal es la realización de un diagnóstico integral del joven y de su
núcleo familiar y/o referentes afectivos que puedan llegar a hacerse cargo de la
tutela de este, y contar con alternativas institucionales a la privación de libertad
para poder derivar, según la problemática que presente
● Se remitir un informe técnico a la Secretaría Tutelar
Tipo de derivaciones
1. Egreso con su familia, tutor o referentes afectivos
● Externado y reintegrado a su núcleo familiar, tutor o referentes afectivos
2. Institución de régimen cerrado de acuerdo a franja etaria
● Abordaje integral dentro de una institución de límites precisos
● Régimen institucional de internación, con equipo integrado por profesionales de
distintas disciplinas
● Acompañamiento de personal de seguridad y operadores socioeducativos
3. Institución de régimen abierto
● Hogares o Residencias Educativas de libertad restringida
● Permanencia aproximada de un año
● Tendiente a reinsertarlo en su núcleo familiar, en el cual se han detectado una
conflictiva familiar que impida la inclusión (transitoria) del joven en estos
momentos.
● Se ofrece un espacio contenedor de residencia que le permita continuar con sus
estudios en escuelas extramuros, posibilidad de insertarse laboralmente.
4. Comunidades Terapéuticas
● Dispositivo de internación que realiza tratamiento específico a sujetos que
presentan un compromiso significativo con las sustancias tóxicas y/o alcohol.
● Indicador técnico: determinar el grado de dependencia, si hay cierta conciencia de
su situación, y de las consecuencias que esta puede traer
5. Casas de Medio Camino
● Similar a los Hogares
● Grupos pequeños
● Función: tratamiento psicoterapéutico y psiquiátrico, para jóvenes que
presentan patología psiquiátrica no psicosis, que requieran un tratamiento
medicamentoso.
6. Clinica Psiquiatrica
● Tratamiento psiquiátrico, especialmente psicosis, que se encuentran
descompensados psíquicamente, y que por ellos requieran tratamiento
medicamentoso
Momento Diagnóstico
● Posibilidad para intentar conmover el posicionamiento subjetivo que motivó su
internación
● Esto tenderá a que el joven pueda implicarse subjetivamente del acto
transgresor, que pueda responsabilizarse en el sentido de apropiarse de ello
● Espacio de la evaluación, propiciador de la palabra a través de la escucha,
establecer un vínculo de confianza que permita reflexionar y facilite la
historización
● Espacio generador de la demanda, la cual entendemos como algo a posteriori,
algo a construir
● Entendemos al diagnóstico como dinámico
Una mirada desde lo Psicológico
Características del proceso adolescente:
● Carácter marginal
○ periodo de transición, no pertenece ni al mundo de la infancia ni al de los
adultos
● Distintas crisis que evocan a la muerte
○ 1° destrucción de ese niño que fue
○ 2°muerte simbólica del padre
● Carácter contradictorio
● Búsqueda de identidad
● Salida a la exogamia
Estructuración psíquica particular caracterizada por la tendencia a la acción.
La estructuración del accionar transgresor de los jóvenes con los que trabajamos, es
considerada como la conformación psíquica resultante del intento de procesar un déficit de
identidad, puesto que en la mayoría de casos, se observa dificultades en el proceso de
búsqueda de identidad, que se manifiesta en la búsqueda de grupos sustitutos de similares
características.
Las intervenciones deberán lograr el pasaje de la causa judicial (lo que motivó su
internación) a la causalidad psíquica. Se trata de encontrar un sentido, particular en cada
caso, a la transgresión, ya q esta es la expresión de una historia estructurante.
Mirada Integradora
Las distintas áreas que interactúan con el joven internado deben hacerlo desde su rol
específico, pero entendiendo que debe primar la unificación de criterios en cuanto a la
intervención que se realizará con cada joven en especial.
Esto produce en el joven que recibe las distintas intervenciones, un discurso unificado que
apunta a otorgar sentido individual distinto, y tmb le otorga la posibilidad de mitigar,
disminuir y desestimar la modalidad de resolución de los conflictos a través de los actos,
dando lugar a la palabra.
Está unificacion le permitirá transitar por la institucion como un sujeto de derechos y no
como objeto del Derecho, intentando sentar las bases para que pueda realizar un viraje en el
posicionamiento subjetivo desde aquel que lo expone a riesgos permanentemente a
encontrar la significación de sus actos, poder nombrarlos y darle una nueva semantización.
Ghiso, C. (2017) La Suspensión de Juicio a Prueba y su aplicación en el Sistema de
Responsabilidad Penal Juvenil. (Juli)
Varela, O., Sarmiento, A., Álvarez, R. (1993) Psicología Forense. (Pau)
Capítulo 4. Un abordaje terapéutico a la problemática de la delincuencia juvenil.
Introducción
Estudios sobre estas conductas marginales comienzan a tomar rigor científico con el
surgimiento del positivismo comteano, citando como uno de los más destacados
representantes al Dr. Lombroso con su teoría del “delincuente nato”.
El método utilizado por nosotros ha sido fundamentalmente la observación desde un modelo
psicoanalítico en el cual hemos tratado de volcar una explicación teórica. Pretendemos
mostrar y explicar la problemática delincuencia juvenil como una clasificación nosográfica
patológica particular que nada tiene que ver con cuadros psicopatológicos conocidos, siendo
que pueden tener en su manifestación y a una ingenua observación características de estas
últimas, pero la problemática de base será un neto proceso delictivo.
Tomamos el período comprendido por estos menores en su etapa adolescente, entendiendo
ésta entre los 14 y 20 años aproximadamente, por considerarla un momento de transición y
crisis en el cual la sociedad espera de ellos ver conductas desadaptadas, por lo que permite
al joven vivir en un lapso de adaptación en su paso al mundo adulto.
Hablamos de factores y no de causas porque entendemos que no existen causas en el
sentido de un elemento o más que den como resultado una personalidad desajustada
socialmente, sino toda una configuración que de acuerdo a como se den los factores que la
componen en su interrelación, podrá aparecer la conducta marginal.
Notamos en la observación de estos jóvenes una serie de características personales que se
mantienen constantes en todos ellos, lo que hace que este tipo de desorganización de la
personalidad tengo un carácter especial; una clasificación operacional de los mismos sería
la siguiente:
-conductas de acción: la secuencia normal de la realización de los actos va desde el impulso
al deseo, del deseo al propósito, del propósito a la acción y de ésta al acto, la compulsión
se caracteriza por pasar directamente a la acción a partir del impulso, sin la operación de
una instancia mediatizadora, que sería el pensamiento. Estos impulsos tienen la
característica de ser irreversibles e incontrolables, el sujeto se siente compelido hacia la
acción directa y constante, actuando a través de lo anti-social permanentemente sus
conflictos, esta actuación simboliza una solución de conflictos y gratificaciones
inconscientes.
-escasa tolerancia a la frustración: la intolerancia estaría marcada hacia todo tipo de
frustración y postergación de las necesidades. Existe una permanente urgencia
impostergable de resolverlo, todo debe ser en el acto, “aquí y ahora” a través de cualquier
método, el sujeto siente que es “ahora o nunca”, de ahí que gran parte de la acción delictiva
significa una salida que permite al joven evadirse de una situación insostenible.
Desarrollo
El delito pone en marcha el organismo policial-jurídico correspondiente en la búsqueda de un
o unos responsables para que recaiga sobre ellos el “juicio de reproche” de la sociedad
hacia el sujeto que comete un hecho antisocial.
Sabemos que el aspecto legal no alcanza para responder satisfactoria y completamente el
problema planteado. Una vez que la justicia tiene en su poder al responsable (entendiendo
por responsable al autor real y comprobado del delito), deberá recurrir a otras ciencias
auxiliares a los efectos de complementarla; una de ellas es la psicología. La enfocaremos
desde el ámbito psico-social, aclarando que la sociedad es la responsable de adoptar
factores para la emergencia de un producto enfermo, la cual no debería establecer para su
defensa instituciones ineficaces que no brindan el tratamiento adecuado a los individuos
desviados, sino tratar de conocer los factores determinantes de estas conductas
antisociales para promover una posterior resocialización y vuelta a su medio social.
Por lo general los estratos sociales que nos proporcionan estos menores son las clases
bajas o marginales, pero este no es el factor determinante de su conducta pues también los
encontramos en las clases altas y en menor medida en la media.
Observando la situación desde una óptica psicológico-criminológica podemos afirmar que la
conducta delincuencial dada en el acto de un adolescente, sería un llamado de atención, un
alerta, que indicaría que en el desarrollo emocional de ese individuo “algo” ha ocurrido para
que la manifestación de ese “algo” surja a través de un hecho de características asociales.
Si consideramos a la adolescencia como un período de crisis en el cual el sujeto se
encuentra perteneciendo todavía al fondo infantil en algunos aspectos de su desarrollo, y al
mismo tiempo inmerso en algunas esferas del mundo adulto; concluimos que en la lucha por
ubicarse definitivamente en el mundo del adulto, puede llevarlo a conductas de desajuste o
a comportamientos antisociales de diversa índole y modalidad. El acto delictivo de un
adolescente puede revelar una perturbación de la personalidad, perturbación que indica una
patología definida.
-visión distorsionada de la realidad: la realidad es algo que se le impone por su propiedad,
se cambia y se vive en relación a aquello que se precisa.
-noción del tiempo como presente absoluto: todo debe ser “hoy”, al no tener tolerancia a la
frustración lo único que cuenta es el presente, el futuro como proyecto no existe.
-imposibilidad de acceder a la abstracción: no hay acceso a lo simbólico, todo su accionar se
mantienen en un nivel concreto de pensamiento, la acción sustituye constante y
permanentemente a la elaboración, el símbolo, el gesto y la palabra, son reemplazados por
el acto.
-utilización del propio cuerpo y de los “otros” como objetos: el mundo es vivido como
“cosificado”, está compuesto por “cosas” y esas “cosas” son pasibles de ser utilizadas
como objetos, incluido el propio cuerpo.
Constantemente muestra comportamientos de venganza, abriga una concepción egocéntrica
del mundo, que incrementa sus fantasías persecutorias y emerge una intensa hostilidad con
una profunda necesidad de venganza, pero en el fondo recrea situaciones arcaicas de su
infancia, en la que los progenitores fueron frustradores de la niñez del sujeto en que se
“carga de resentimiento”, constituyendo así el embrión de su ética vindicatoria.
Todas estas características nos llevan a ver la personalidad de estos menores como algo no
formado, indiferenciado, donde el Ello parece regir todas las instancias, su Yo sería lábil e
inmaduro, su Superyó no existiría. Esto nos permite ver un cuadro de situación de una
personalidad determinada, pero no determinante del acto delictivo.
Este menor vive inmerso en un medio social que de una u otra manera ha influido en su
conformación, y el medio más próximo que tenemos para observarlo, sería el núcleo familiar.
Provienen generalmente de hogares de familias desintegradas, en el sentido de vínculos
integradores perturbados. Suele basarse su vinculación en la obtención de bienes materiales
con empobrecimiento de los intercambios afectivos, hay un marcado déficit comunicacional
por no intercambio verbal, predomina la acción como medio expresivo, se deposita en el
pequeño situaciones de hostilidad por conflictos de pareja, o utilización del hijo en la
competencia por los roles de poder. En esa desintegración familiar aparece la presencia
mucho más constante de la madre que del padre, es decir, generalmente son familias
constituidas casi exclusivamente por la madre y los hijos. No se asume el “rol paterno”, no
se convierte en encargado de brindar las normas y límites necesarios al núcleo, son padres
alcohólicos, sin carácter ni presencia, que permanecen períodos cortos al “frente” de la
familia, son agresivos y castigadores. Esta figura es cambiante, pues la madre por lo general
conforma varias parejas, las cuales funcionan como transitorios compañeros, y no cumplen
la función de figura masculina representativa.
Las características de la madre, son narcisistas, esto estaría implicando un vínculo de gran
dependencia por parte del menor hacia ella; las actitudes de esta mujer son muy inmaduras,
poco elaboradas e inconsistentes, además es bastante rígida y sin matices.
El vínculo con el hijo es muy lábil, poco estructurado e inconsistente. Refiriéndonos a la
“Teoría del vínculo” de Pichón Riviére, de ninguna manera podríamos hablar de vínculo
positivo o negativo, sino de un vínculo no establecido, no conformado, de un “no vínculo”.
Desde el punto de vista social, sería una familia muy marginada, sin ocupación estable, con
viviendas precarias, con características de promiscuidad, falta de higiene, falta de hábitos y
falta de pautas educativas conductuales. En estos adolescentes, la salida al mundo y unión
con grupo de pares, al alejarse del “hogar”, no será por oposición sino por carencia de
vínculos. No tendrá ídolos, pues no habrá discriminación con “los otros”, por ese
egocentrismo y narcisismo expresado, no podrá separar de su Yo y el medio, por lo que
formará grupos pares donde todos tendrán las mismas carencias, y donde la unión de éstos
no será por el afecto sino por el “uso”, y la utilidad que cada miembro pueda prestar al
grupo; su principal objetivo de encuentro será el acto delictivo, pero sin planeamiento previo,
se “juntarán” y “actuarán” sin elaboración previa y por el solo hecho de evacuar necesidades
y evitar la tensión.
Como primera medida, el menor nos llega luego de haber cometido un delito, consciente del
mismo, pero sin sentimiento de culpa ni idea de reparación, ni siquiera con la mínima noción
de enfermedad; por lo cual el único método de contención adecuado es el límite cerrado,
como manera de contractuar su necesidad constante de acción y por ende de fuga de la
situación angustiante.
El tratamiento lo podríamos dividir en tres etapas: una primera aproximación del psicólogo
como un Yo auxiliar, pero no, “como sí”, sino “en sí” o sea, hará las veces de “madre”,
“padre” o “amigo”, de manera real; lo que tratará es de ganarse la confianza del chico. Se
tratará fundamentalmente de fortalecer su Yo lábil, carente y primitivo, y como sabemos que
en sus primeras instancias el Yo es corporal, esa edificación del Yo deberá ser a través de
un real contacto corporal, por ejemplo las caricias. Esta primera etapa tenderá a procurar
una discriminación entre el “Yo” y el “no Yo”, “lo mío” y “lo tuyo”, procurando pasar de un
momento de indiscriminación total, donde aparece todo sin límites ni separación, a un
momento integrativo real, donde se puedan separar las personas; deberá comprender que el
“otro” está al “lado suyo” y no “dentro suyo”.
Una vez superado este primer momento pasaremos al segundo, que será el de convertirnos
en su guía y protector; debemos procurar su estadio de autonomía, por lo cual, la labor de
consejero y orientador es fundamental; si se logra esto no tendremos necesidad de
mantener el límite cerrado, y podremos a partir de aquí, iniciar el tercer momento, que será
el del tratamiento psicológico propiamente dicho, con una terapia a nivel interpretativo que
tendrá la efectividad que en anteriores momentos no hubiéramos conseguido, creando en él
la conciencia de enfermedad y la necesidad de ayuda, que a través de su constante actuar
no podría llegar a ver.
Varela, O., Sarmiento, A., Puhl, S., Izcurdia, M. (2005) Psicología Jurídica. (Agos)
Los menores y la justicia
Cuando mencionamos la minoridad judicializada, estamos haciendo directa referencia al
llamado Derecho de Menores, el cual se define como el conjunto de normas jurídicas que
tienen por objeto regular la actividad comunitaria en relación con el menor. Es una rama del
derecho que regula la protección integral del menor. El derecho de Menores, propone un
abordaje multidimensional, interdisciplinario y transdisciplinario. Es la rama del derecho que
tiene por sujeto al menor, con el propósito e interés social de que este nazca, crezca, se
desarrolle normalmente y llegue a la mayoría de edad en la plenitud de sus posibilidades
físicas, mentales y espirituales, regulando su actividad normal y conflictual con la familia, la
comunidad y el orden jurídico-social. El objeto propio de este derecho, por lo tanto, son las
normas reguladoras de las relaciones jurídicas relativas a la persona e intereses de los
menores.
En el ámbito jurídico la protección del menor abarca la tutela integral, desde la concepción
hasta la mayoría de edad y sistemáticamente todas las cuestiones civiles. La legislación
coloca al menor, como sujeto prevalente de derecho. Es un condicionante endógeno que
limita la autonomía del obrar humano y que paradójicamente, exige que se vaya posibilitando
el progresivo aprendizaje y práctica de la libertad responsable, que habilite al sujeto para que
ejerza su autonomía al compás de su desarrollo psicosomático.
El Derecho de Menores, encuentra su base fundamental en los objetivos generales
propuestos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y Derechos del Niño, el
Pacto de San José de Costa Rica y la Convención de los Derechos del Niño.
En 1919, se sancionó en nuestro país la Ley 10.903, conocida como Ley agote o Ley del
Patronato de Menores, la cual determinan que la tutela estatal se aplicará en los supuestos
de menores en situación de abandono. Las situaciones que tipifican el abandono son las
siguientes:
1. Menor que no está sujeto a la patria potestad, tutela o guarda.
2. Menor con representante legal, que no cumple con sus deberes de asistencia,
tenencia y educación, o que lo somete a malos tratos.
3. Menor autor de hechos ilícitos o contravencionales que, por su naturaleza, puedan
incidir en la desviación de su conducta.
4. Menor víctima de hechos ilícitos, contravencionales o de otros actos que, por su
naturaleza, pueden influir en su formación.
5. Menor que adopta inconductas reiteradas y manifiestas.
6. Menor que presta actividad laboral en condiciones que ponen en peligro su desarrollo
personal.
7. Menor cuyo grupo familiar no es continente debido a conflictivas desestabilizantes.
En 1959 la Organización de las Naciones Unidas (ONU) firmó la Declaración de los Derechos
del Niño, la cual proclamó el derecho de la infancia de todo el mundo a recibir un cuidado
adecuado por parte de los padres y de la comunidad.
En 1979 comenzó a redactarse la Convención de los Derechos del Niño y en 1989 la
Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, aprobó la Convención de los
Derechos del Niño, que exige que todas las medidas adoptadas por un Estado en relación
con los niños, deberían tener como consideración fundamental favorecer los intereses del
menor.
La Convención proporciona a los niños los mismos derechos fundamentales y libertades
públicas que tienen los adultos en la mayoría de los países desarrollados, exige una
protección para los niños contra toda clase de maltrato y pide para éstos, un nivel de vida
adecuado, una buena formación, asistencia sanitaria e incluso diversión.
En 1994 se reconocen en nuestro país a los niños como sujetos de derechos, debiendo
gozar de una protección especial para su desarrollo físicos, mental y social, como así
también el derecho a ser protegidos contra el abandono, en el trabajo y frente a las distintas
formas de abuso posibles.
A partir de este marco normativo que se establece un programa de protección social de la
niñez en riesgo, para contribuir al bienestar infanto juvenil, satisfaciendo las necesidades en
el crecimiento, a las cuales sus familias no han podido responder en forma adecuada.
La psicología jurídica aplicada al ejercicio del derecho de menores, se vincula dentro del
ordenamiento normativo al objetivo primordial del mismo: la protección y formación integral
del menor, ofreciendo a los juristas una visión científica y moderna del menor, facilitando de
esta forma la comprensión, el pronóstico y la modificación del comportamiento del niño.
La psicología jurídica en su estructura metodológica tiene en cuenta los siguientes ejes de
análisis:
1. Estática de la persona humana y de la personalidad del menor
2. Dinámica de su personalidad
3. Factores determinantes de las actitudes morales, conducta y personalidad
4. Génesis y evolución de los concepto de derecho, deber, ley y justicia de menores
5. Concepto psicológicos de la conducta
6. Estudio especial de las motivaciones con relación a los menores
7. Estudio psicológico de las diversas fases del proceso judicial
8. Estudio psicológico de las denominadas teorías de la prueba y facultades
discrecionales de los jueces de menores
9. Técnicas aconsejables para el estudio de las intervenciones perjudiciales. Necesidad
de una continua intervención psicológica de los menores en situación irregular, para
la determinación del riesgo actual y potencial.
10. Normas generales de la terapéutica psicosocial.
11. Necesidad de constituir los servicios de normalización jurídico social, como el
instrumento que posibilite la integración al medio familiar, escolar, laboral y social.
12. Ayuda psicotécnica para la determinación de los diversos grados de capacidad y
responsabilidad jurídica.
13. Estudios y valoración jurídica a las normas aplicables a menores.
Aquellos menores que por diversas circunstancias se encuentran a disposición de un Juez
que ejerce sobre ellos un función tutelar, ya sea que se encuentren en situación de autores
o víctimas de delitos.
Profesionales de distintas especialidades, quienes serán los encargados de brindar al Juez
interviniente, un análisis pormenorizado de la situación de cada menor y de su entorno
sociofamiliar.
El niño-adolescente vive en un contexto que no es simple ni unificado, y que afecta de
continuo su comportamiento y desarrollo.
Hay una relación recíproca y continua entre el ser humano y el contexto biosocial. El
niño-adolescente está limitado en el tiempo, su conducta se estructura y se desarrolla en el
campo del estímulo; circunstancia esta de significativa relevancia, porque al afectar sus
hábitos o las relaciones sociales, se modifica la corriente del desarrollo.
El comportamiento es siempre la resultante de la historia pasada y del estímulo presente.
El psicólogo que se dedica al estudio del menor, busca principios de vasta aplicación que
faciliten la comprensión, el pronóstico y la modificación del comportamiento. Por esto se
deben conocer los siguientes factores:
1. La mecánica y la dinámica fundamentales del individuo.
2. Las acciones que ejerce sobre él el medio ambiente.
3. Los efectos que el medio ambiente produce sobre él.
El psicólogo intentará realizar una descripción del comportamiento individual y sus
motivaciones, tratando de obtener un diagnóstico del sujeto que permita un posible
tratamiento adecuado al mismo.
Desde el universo de la niñez y adolescencia, solo un sector de ella queda bajo la tutela del
estado. Es el Juez quien decide esto, se valdrá de los diferentes informes de los
especialistas para tomar la decisión.
Todas las medidas tutelares poseen ante todo un espíritu tuitivo, teniendo por finalidad
lograr el desarrollo pleno y armónico del sujeto. Las mismas, mismas, serán ordenadas por
los siguientes casos:
A. Abandono moral o material.
B. Peligro moral o material.
C. Casos de menores que han cometido un acto tipificado como delito.
D. Casos de menores que han sido víctimas de delito.
Las medidas tutelares adoptadas podrán ser: ordinarias u extraordinarias, según el examen
que se haga de las características del menor (sea autor o víctima del delito), de su contexto
familiar y su medio socioambiental y cultural.
El juez considera que las medidas tutelares deben ser aplicadas en las siguientes
circunstancias:
1. Situación de abandono moral o material.
2. En peligro moral o material.
3. A los menores de 18 años que han cometido actos tipificados como delitos.
4. A los menores que han sido víctimas de delito por parte de los adultos responsables
de su cuidado.
Las principales funciones del Poder Ejecutivo a través del Consejo Nacional de Niñez,
Adolescencia y Familia son:
1. Dar protección integral a los jóvenes.
2. Organizar, tipificar y dirigir los programas y establecimientos tendientes al
cumplimiento de sus fines.
Clasificación por franja etarea según la ley 22.278. Régimen penal de la minoridad (1980)
● Menores no punibles: el menor que no haya cumplido 16 años, respecto de delitos
de acción privada o reprimidos con pena preventiva de la libertad que no exceda los
dos años. El juez podrá disponer de ellos en caso de abandono, peligro moral o
material, falta de asistencia o problemas, solicitando evaluación de personalidad y
familiar.
● Menores punibles en forma relativa: menores de 16 años hasta 18 años, que
hubieren cometido delitos que no fueran los arriba enunciados. La imposición de la
pena requiere lo siguiente:
- Que haya sido declarada su responsabilidad penal.
- Que haya cumplido 18 años.
- Que haya sido sometido a un periodo de tratamiento tutelar no inferior al año.
El juez considera el cuadro del menor pudiendo decidir aplicar la sanción penal, o
considerarla innecesaria, por lo que podrá absolver.
● Menores punibles: mayor de 18 años hasta 21 años. La punibilidad es absoluta.
Durante el lapso que dure la minoría de edad, la pena privativa de la libertad se
cumplira en institutos especializados para menores. Cuando alcance la mayoria,
cumplira la condena en establecimientos para adultos.
En las dos primeras categorías, el juez intervendrá cuando estos menores se encuentren
involucrados en un delito, disponiendo provisionalmente, tomando conocimiento directo del
menor y su contexto familiar, a través de informes de la personalidad del menor y de las
condiciones familiares y ambientales. El juez puede ordenar la internación del menor en
establecimientos adecuados a dichos fines.
Si se comprueba que el menor se halla en situaciones de abandono o peligro moral o
material, o evidencia de graves trastornos de conducta, el juez podrá disponer del menor.
Esto implica:
1. La custodia del menor por parte del juez a los efectos de brindarle lo necesario para
un adecuado desarrollo psicosocial.
2. Restricción de la patria potestad o tutela.
3. Aplicación de las medidas tutelares, las cuales se hallan exentas de todo reproche.
En el caso de los menores de entre 16 y 18 años, se los somete a procesos, y sobre la base
de las pruebas procesales, el juez deberá esperar que el menor haya cumplido los 18 años y
haber estado bajo tratamiento tutelar no inferior a un año. En ese momento, el juez podrá
dictar sentencia condenatorio, de ser necesario.