Está en la página 1de 60

TRABAJO DE FIN DE MÁSTER EN PSICOLOGÍA GENERAL SANITARIA

UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA (UNED)

DIFERENTES ASPECTOS DE LA SEXUALIDAD:


COMPARACIÓN ENTRE PERSONAS QUE PRACTICAN
BDSM Y PERSONAS QUE NO LO PRACTICAN.

Modalidad: Investigación empírica

Realizado por: María Alicia Fernández Ridao

Junio 2020

Directora: María Carmen Pérez-Llantada Rueda


DECLARACIÓN JURADA DE AUTORÍA DEL TRABAJO
CIENTÍFICO, PARA LA DEFENSA DEL TRABAJO FIN DE
MASTER

Fecha: 05/05/2020
Quién suscribe:

Autor(a): María Alicia Fernández Ridao


D.N.I: 76659572C

Hace constar que es la autora del trabajo:

Diferentes aspectos de la sexualidad: comparación entre


personas que practican BDSM y personas que no lo practican.

En tal sentido, manifiesto la originalidad de la conceptualización del trabajo,


interpretación de datos y la elaboración de las conclusiones, dejando establecido
que aquellos aportes intelectuales de otros autores, se han referenciado
debidamente en el texto de dicho trabajo.

DECLARACIÓN:
 Garantizo que el trabajo que remito es un documento original y no ha sido
publicado, total ni parcialmente por otros autores, en soporte papel ni en
formato digital.
 Certifico que he contribuido directamente al contenido intelectual de este
manuscrito, a la génesis y análisis de sus datos, por lo cual estoy en
condiciones de hacerme públicamente responsable de él.
 No he incurrido en fraude científico, plagio o vicios de autoría; en caso
contrario, aceptaré las medidas disciplinarias sancionadoras que
correspondan.

Fdo.

1
Índice:

RESUMEN… ...................................................................................................... 3

INTRODUCCIÓN… ............................................................................................ 3

MÉTODO… ...................................................................................................... 12

- Participantes ........................................................................................ 12
- Instrumentos de evaluación ............................................................... 12
- Procedimiento ...................................................................................... 13
- Diseño................................................................................................... 13
- Análisis de datos ................................................................................. 13

RESULTADOS................................................................................................. 15

DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES .................................................................... 25

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS ................................................................32

APÉNDICES .................................................................................................... 36

*Agradecer al profesor Andrés López de la Llave Rodríguez sus indicaciones en el


presente trabajo fin de máster.

2
Resumen

En esta investigación se creó una encuesta a través de Google Forms.


Se evaluó a 247 personas de las cuáles 136 practicaban BDSM (y 111 no lo
hacían. BDSM es un acrónimo que engloba las prácticas sexuales: Bondage,
Disciplina, Dominación, Sumisión, Sadismo y Masoquismo. El objetivo era
comprobar si existían diferencias entre ambos grupos en diferentes aspectos
de la sexualidad, para ello se analizaron los resultados con los estadísticos t de
Student y Chi-Cuadrado, también con medias y porcentajes. Se obtuvieron
diferencias estadísticamente significativas en: la práctica de sexo anal
(proporcionarlo y recibirlo); la preferencia por prácticas que no conllevaban
penetración; la frecuencia de actividad sexual de forma individual y con otras
personas; el uso de juguetería sexual; los niveles de satisfacción al mantener
relaciones sexuales con otras personas y el número de personas que
contrajeron una infección de transmisión sexual. En todas ellas el grupo que
practicaba BDSM puntuó más alto.

Palabras clave: BDSM, comportamiento sexual, minorías sexuales, psicología,


sexología.

Introducción

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS,), podríamos


definir la sexualidad humana como una dimensión inherente a la persona
compuesta por el sexo, la identidad de género, la orientación sexual, el placer,
la reproducción y la comunicación. La sexualidad es una dimensión que está
determinada tanto por factores genéticos como por factores ambientales (World
Health Organization, 2006).

Siguiendo con lo anterior, podemos afirmar que la sexualidad es


dependiente de la cultura en la que vive la persona. Esto ocurre porque en
todas las culturas existen una serie de normas y hábitos específicos en lo
referido a la sexualidad. Por ejemplo, a día de hoy, en algunos países es legal
y aceptado el matrimonio entre personas del mismo sexo, mientras que en
otros países esta cuestión es contemplada como una práctica inaceptable.

3
Además, dentro de cada país hay grupos de personas con una posición u otra
respecto al matrimonio homosexual. Esto ocurre también con temas como el de
los fetiches sexuales, las identidades de género, las relaciones sexuales fuera
del matrimonio…etc. (Barriga, 2013). Por tanto, las experiencias que tendrá
cada persona con respecto a su sexualidad van a ser muy diferentes en función
de en qué tiempo y lugar se haya conformado su personalidad y se
desenvuelva su vida.

Muchas prácticas y orientaciones minoritarias han sido patologizadas.


Por ejemplo, la asexualidad ha sido clasificada hasta no hace mucho como
deseo sexual hipoactivo (Alexander, 2019) y esto ha repercutido en la sociedad
dado que la mayor parte de nuestra conducta sexual es aprendida. En la
misma línea Sprott et al. (2019) postulan que las experiencias de aprendizaje
que haya tenido una persona, así como en la comunidad en la que las haya
aprendido, son determinantes a la hora de llevar a cabo unas prácticas
sexuales u otras.

Los medios de comunicación se han convertido en un potente recurso de


educación sexual. Es a través de estos medios que se refuerzan las
identidades y comportamientos sexuales que son aceptados y los que no.
Además de los medios de comunicación, otras fuentes de información, como
pueden ser obras literarias, cinematográficas, u otro tipo de obras artísticas
(música, pintura…) también pueden tener un impacto, más o menos
importante. A modo de ejemplo, la película y el libro ‘50 Sombras de Grey’ han
contribuido a un gran incremento en las ventas de la juguetería erótica que
aparecía en ella (Noland, 2020). Lo que nos lleva a pensar que esta obra ha
provocado un cambio en la conducta sexual de miles de personas.

Es un hecho ampliamente aceptado que todas las sociedades están muy


influidas por las religiones y otras normas sociales y culturales. La sociedad
occidental, concretamente, ha estado muy influida por las religiones judía y
cristiana. A lo largo de la historia han moldeado la sexualidad (Carlström,
2019). Por ejemplo, es bien sabido que la masturbación y las relaciones
sexuales fuera del matrimonio, entre otras, fueron conductas castigadas muy
en el pasado. Sin embargo, la actividad sexual, en una pareja heterosexual y

4
en matrimonio, dirigida a la reproducción era algo aprobado. En la actualidad,
en cierta medida, esta perspectiva ha cambiado. Pero aún así quedan vestigios
de aquellas normas: a modo de ejemplo, todavía existen colectivos que afirman
que la homosexualidad es algo que se pueda curar. La sexualidad también ha
estado influida por las ciencias de la salud y por la legislación (Parchev y
Langdridge, 2018).

Se podría decir que, se suele asumir la idea de que las interacciones


sexuales consideradas como normativas en las sociedades actuales son las
que se dan entre un hombre y una mujer jóvenes, sin problemas físicos ni
psicológicos, en una situación de monogamia, donde los actos sexuales son
resultado de sus afectos y no conllevan dolor (Kleinplatz y Moser 2005). En
general, estas interacciones sexuales distan mucho de aquellas que se dan en
algunas prácticas sexuales como pueden ser las de tipo BDSM.

El BDSM es un acrónimo. Sus siglas corresponden a un conjunto de


prácticas eróticas: Bondage, Disciplina, Dominación, Sumisión, Sadismo y
Masoquismo. En estas prácticas eróticas priman los juegos de poder, el control
y a veces, el dolor, pero siempre con la intención de producir placer u otras
experiencias positivas en los participantes (Greenberg, 2019).

A lo largo de los años se han llevado a cabo numerosas investigaciones


para conocer, al menos aproximadamente, el número de personas que
practican BDSM. A pesar de ello, los resultados obtenidos han sido muy
variados. Concretamente, Sagarin et al. (2019) afirman que el rango de
prevalencia ofrecida por la literatura es desde un 1,5% a un 68,8% y que, por
tanto, los datos en la actualidad sobre la prevalencia de las personas que
practican BDSM no pueden ser tenidos en cuenta rigurosamente. Esto puede
deberse a diversos motivos, como son, por ejemplo: la población de la que se
haya extraído la muestra sobre las que se llevaron estas investigaciones (más
o menos conservadora, nivel socioeconómico…); pero también en función de la
forma y el formato en la que se les preguntaron las cuestiones. A modo de
ilustración, en encuestas telefónicas era más probable que el entrevistado
sintiera vergüenza o incluso miedo a ser estigmatizado o castigado por
practicar BDSM (Coppens et al., 2020).

5
El BDSM suele ser visto desde dos paradigmas. Por un lado, está el
paradigma que lo conceptúa como psicopatología y perversión. Esta
perspectiva ha sido apoyada principalmente por diversas creencias religiosas y,
hasta no hace mucho, por las ciencias de la salud. Así, por ejemplo, se
propusieron y aplicaron diversos tratamientos para las personas que utilizaban
fetiches o llevaban a cabo conductas parafílicas (Colosi y Lister, 2019).

Por otro lado, está el paradigma del construccionismo social (Ríos, et al.,
2019) más actual, el cual ve al BDSM como un conjunto de prácticas sexuales
inclusivas e innovadoras, e incluso como una forma de arte o una expresión de
creatividad. Este paradigma ve al BDSM como un conjunto de maneras
peculiares de relacionarse sexualmente. Aunque cada vez hay una mayor
aceptación del BDSM, Alexander (2019) afirma que aquellas personas
“protegidas” por su clase social y etnia son menos vulnerables a la
discriminación recibida por practicar BDSM. Así como Rubin (2011) y
Carlström, (2019) sostienen que las prácticas sexuales se siguen viendo como
correctas o incorrectas (sexualmente) dependiendo de dónde, cómo y quién las
lleva a cabo. Es decir, según estos autores parece que actualmente las
prácticas BDSM serán más o menos aceptadas socialmente en función de
quién las practique y en las condiciones en las que las practique.

Como consecuencia del paradigma que estigmatiza las prácticas BDSM,


algunos autores (Connolly, 2006; Cross y Matheson, 2006; Richters et al.,
2008; Weinberg, 2006; Wismeijer y Van Assen, 2013) han llevado a cabo
estudios que señalan cómo las personas que practican BDSM manifiestan
estar igualmente equilibradas mentalmente y socialmente como las que no
practican BDSM.

El objetivo de nuestra investigación está relacionado con esa línea de


estudios. Nuestro objetivo consiste en comparar diferentes aspectos
psicológicos y de la sexualidad entre personas que practican BDSM y personas
que no.

Autores como Simula (2019) y Sprott y Williams (2019) han constatado


que la gran mayoría de las personas que practican BDSM no centran la

6
búsqueda del placer erótico únicamente en la estimulación de órganos
sexuales. Sino que llevan a cabo prácticas centradas en partes del cuerpo más
variadas. También se suelen interesar más en experimentar placer sexual a
través de la estimulación mental como, por ejemplo, sometiendo a una persona
únicamente a través de órdenes, humillándola o a través de miradas y gestos
en lugares públicos…Las personas que practican BDSM también parecen ir en
la búsqueda de sensaciones (físicas y mentales) intensas, por ejemplo, el calor
de la cera de las velas, el dolor que provocan unos azotes, el sentimiento de
estar siendo dominado por alguien… Por tanto, parece que las personas que
practican BDSM están menos interesadas en las prácticas sexuales que
conllevan cualquier tipo de penetración. Con lo expuesto se plantea que quizás
existan diferencias entre sus estilos de interacción sexual y sus preferencias en
prácticas sexuales y los de las personas que no practican BDSM.

Culturalmente se nos ha transmitido la creencia de que el sadismo y el


masoquismo eran trastornos mentales y que, por tanto, aquellas personas que
lo practicaban tenían un problema de conducta sexual (Bezreh et al., 2012).
Los resultados de la investigación de Kelly et al. (2009) explican que las
mujeres lesbianas o bisexuales con adicción al sexo (es decir, las mujeres que
tenían una mayor cantidad de actividad sexual de su muestra) tendían a llevar
conductas de tipo kink (conductas sexuales que se consideran no normativas,
entre las que se encuentra el BDSM). De estos datos surge el interrogante de
si realmente la cantidad de actividad sexual entre personas que practican
BDSM y personas no lo practican son significativamente diferentes.

Históricamente se han asociado las prácticas BDSM y su origen a las


personas con orientación homosexual. Además, un resultado muy recurrente
en las investigaciones realizadas con personas que practican BDSM es que
entre esta población se encuentra un mayor porcentaje de personas con una
orientación sexual como la bisexual y la homosexual (Richters et al., 2008;
Waldura et al., 2016; Simula, 2018; Coppens et al., 2020). Sería pues de
interés constatar si este resultado es similar en la presente investigación.

Por otra parte, los juguetes sexuales han sido utilizados a lo largo de la
historia. En la época Grecorromana ya se hacía uso de ellos y eran

7
denominados bajo el nombre de olisbos (Felitti, 2016). Más actualmente, en el
siglo XIX fueron utilizados para aliviar las crisis histéricas de las mujeres que
padecían de histeria. Los masajes manuales proporcionados por los médicos
tardaban entre treinta minutos a una hora en culminar en el orgasmo y con un
vibrador tardaban unos pocos minutos (Sal y Levy, 2012).

En el pasado, los juguetes sexuales, fueron considerados algo negativo


(desde el punto de vista moral o de la salud), puesto que eran principalmente
usados para actividades como la masturbación o para llevar a cabo
penetraciones anales o vaginales. Tales actividades estaban prohibidas en
religiones monoteístas. Posteriormente, los juguetes sexuales resurgieron, pero
fueron utilizados, mayoritariamente, por miembros de culturas sexuales, que
podemos considerar bajo estigma, como eran las de BDSM y las
homosexuales (Sal y Levy, 2012).

En la actualidad, la perspectiva acerca de ellos está cambiando. Aunque


hay muy poca literatura científica al respecto, autores como Döring y Poeschl
(2019) afirman que gracias a internet comprar juguetes sexuales es mucho más
sencillo y se goza de más privacidad al respecto. Así como que los medios de
comunicación están normalizándolos y exponiéndolos como es el caso de
programas de televisión como ‘Sexo en Nueva York’ u obras literarias como ‘50
Sombras de Grey’. Por ello, creemos que sería de notable interés conocer si
las personas que practican BDSM siguen haciendo más uso de juguetes
sexuales (como parecía ocurrir en el pasado) que las personas que no lo
practican.

Algunos estudios hablan de que algunas de las personas que practican


BDSM lo hacen por haber dejado de estar satisfechos con sus prácticas
sexuales, buscando así nuevas experiencias más satisfactorias (Ríos et al.,
2019). Por contrapartida, algunas y algunos practicantes de BDSM
experimentan sentimientos contradictorios durante sus prácticas sexuales,
puesto que estos entran en contradicción con lo que está permitido y lo que no
en la sociedad y las prácticas que están llevando a cabo. A modo de ejemplo,
fuera del juego del BDSM la sociedad castiga a aquellas personas que agreden
físicamente a otra persona. Por tanto, una persona durante una sesión BDSM

8
puede tener la contradicción de pensar: estoy jugando consensuadamente a
que me agredan y me gusta, pero por otro lado puede estar pensando que la
sociedad establece que esto está mal. Estos pensamientos contrapuestos
podrían desembocar en una menor satisfacción sexual y en mayores niveles de
ansiedad (Turley et al., 2018). De todo lo anterior, surge la cuestión de si
existen diferencias entre las personas que practican BDSM y las que no en lo
referente a la satisfacción percibida hacia su actividad sexual.

Desde las corrientes de pensamiento, que consideran como patológicas


las prácticas BDSM se describe a sus practicantes como a personas adictas al
sexo, con comportamientos compulsivos, con dificultades interpersonales,
ausentes de límites, sin escrúpulos… (Stockwell et al., 2017). Por lo que desde
estas corrientes es fácil creer que estas personas mantienen prácticas
sexuales en las que no se toman medidas para prevenir las infecciones de
transmisión sexual (ITS). Pero, contrariamente a lo que se piensa desde esa
corriente, otra manera de pensar respecto a estas conductas es que existe un
factor protector en las personas que practican BDSM y es el hecho de que la
mayoría de ellas llevan a cabo un contrato, por escrito o verbal, en el que
explícitamente se hacen constar, entre otras muchas cuestiones, las medidas
que llevarán a cabo para reducir la probabilidad de contraer ITS. Por contra,
este tipo de conversaciones o contratos explícitos sobre qué medida de
protección se va a llevar a cabo no suelen ser tan comunes en personas que
no practican BDSM (Ríos et al., 2019). Todo esto nos lleva a querer constatar
si las personas que practican BDSM llevan más, menos o iguales medidas para
prevenir ITS que las personas que no practican BDSM. Así como también
conocer si hay diferencias en los niveles de problemas asociados al
funcionamiento sexual.

Aunque se han llevado a cabo estudios sobre si realmente existen


diferencias a nivel de salud mental entre las personas que practican BDSM, no
se han encontrado estudios en los que se haya investigado si existen
diferencias entre las conductas que llevan a cabo las personas que practican
BDSM y las que no, en aras a conseguir una mejor salud sexual. Como ya se
ha comentado anteriormente es sabido que las personas que practican BDSM
llevan a cabo un consenso previo sobre qué se va a llevar a cabo y bajo qué
9
condiciones. También es sabido que las personas que practican BDSM tienen
un rol activo en la búsqueda de la mejora de su vida sexual, puesto que las
prácticas BDSM son un conjunto de prácticas sexuales poco conocidas e
históricamente desaprobadas por la sociedad.

Al contrario del pensamiento popular, uno de los rasgos más distintivos


del BDSM es la gran negociación que conlleva. Para eso suelen hacer uso de
un modelo de consentimiento creado para poder llevar a cabo prácticas de tipo
BDSM con la finalidad de preservar la seguridad física y mental de los
participantes al que denominan “Sano, Seguro y Consensuado”; pero es cierto
que hay personas que practican BDSM que llevan a cabo el llamado
“Consensual non-consent” (Tsaros, 2013; Parchev y Langdridge, 2018), es
decir, un conjunto de normas que asume llevar a cabo relaciones no
consentidas, pero habiendo previamente consensuado que eso es lo que
ambas partes deseaban. Es por todo lo mencionado que se cree de interés
estudiar a qué porcentaje de la muestra (que practique BDSM) le gustaría llevar
a cabo prácticas sexuales de forma no consentida ni consensuada.

En la última década, el BDSM ha sido despatologizado (Turley, 2016)


tanto del CIE (World Health Organization, 2018) como del DSM (American
Psychiatric Association, 2014). Se trata pues de algo reciente, puesto que,
como se ha comentado previamente, durante décadas el sadismo y el
masoquismo fueron catalogados como parafilias con necesidad de tratamiento.
El hecho de que las prácticas BDSM hayan estado tantos años bajo tal
perspectiva ha hecho creer a la sociedad que las personas que practican
BDSM tienen un problema real. Por ello en la presente investigación se
considera relevante evaluar la proporción de personas que se ajustarían al
criterio diagnóstico del DSM-5 de una persona que practica BDSM de forma
patológica.

Resumiendo todo lo anterior, es objetivo general de la investigación


estudiar algunos aspectos del estado de la salud sexual de las personas que
practican BDSM y comparar estas características con personas que no llevan a
cabo estas prácticas sexuales.

10
Los objetivos operativos son los expuestos a continuación:

 Identificar, cuantificar y describir: La orientación sexual de los participantes;


sus niveles de satisfacción sexual; la presencia de infecciones de
transmisión sexual y si han llevado a cabo comportamientos en aras a
evitarlas; su preferencia frente a las prácticas sexuales que conllevan
penetración y las que no. Si las personas que practican BDSM desean
llevar a cabo tales prácticas de forma no consentida y el porcentaje de los
participantes de la encuesta que practican BDSM que podrían estar dentro
de lo que el DSM consideraría como patológico.

 Comparar entre las personas que practican BDSM y las que no practican
BDSM, en cuanto a: Estilos de interacción sexual; los niveles de actividad
sexual de forma individual y con otras personas; la cantidad y frecuencia de
uso de juguetes eróticos, así como también las diferencias entre el tipo de
juguetes eróticos que utilizan; las diferencias en términos de problemas en
el funcionamiento sexual y diferencias en determinadas actitudes que
promueven una mejor salud sexual (como son, vivir la sexualidad de
acuerdo a sus valores, ser responsable de su salud sexual o el papel activo
en la búsqueda de la mejora de la calidad de su vida sexual).

Por último, resaltar que la perspectiva que vamos a usar en este trabajo
es la propuesta por la sexualidad positiva, la cual aboga por la libertad en la
investigación, la práctica y la educación en lo relativo la diversidad sexual
(Döring y Poeschl, 2019).

Método

Participantes

Con el objetivo de conseguir una muestra con el menor número de


variables extrañas se llevaron a cabo una serie de criterios de exclusión e
inclusión. Se excluyeron a todas aquellas personas menores de edad, a
aquellas que no habían tenido relaciones consentidas y también a las personas
que respondieron no adecuadamente.

11
En total participaron 255 personas, de las cuales 6 personas fueron
eliminadas por no responder con seriedad a la encuesta y/o no especificar
correctamente cuál era su género y 2 personas fueron descartadas por no
haber tenido relaciones consentidas a lo largo de su vida. La edad media de las
y los participantes fue de 33 años, el 61% eran hombres y el 39% mujeres. El
55% de la muestra practicaba BDSM y el 45% no lo practicaba.

Por otro lado, el 41,6% de la muestra estaba soltera, el 33.7% tenía


pareja, el 16,3% estaba casada, el 4.2% estaba divorciada, el 3,6% tenía una
relación poliamorosa y el 0,6% de la muestra estaba viuda.

Instrumentos de Evaluación

Se utilizó únicamente una encuesta para la evaluación (ver en Anexo 1).


La encuesta se construyó específicamente para la presente investigación. La
encuesta estaba compuesta por 32 ítems en formato de preguntas. Con una
duración para su cumplimentación de alrededor de 15 minutos. Las
modalidades de respuesta fueron variadas, preguntas cerradas i.e. dicotómicas
(sí, no) o de elección múltiple; de escala, como por ejemplo las de tipo Likert
(donde el 0 correspondía a nada y el 10 a mucho) y también preguntas
abiertas.

Todos los ítems eran similares para hombres y mujeres a excepción de


los referidos al sexo vaginal, donde los hombres no tenían que responder al
ítem referido a recibir sexo vaginal.

Concretamente, para construir la encuesta en primer lugar se estudió


cuál sería el objetivo de esta. Para poder justificarlo se hizo una búsqueda
bibliográfica exhaustiva sobre la temática. Cuando ya se seleccionaron los
artículos científicos más significativos se procedió a su lectura y análisis.

Una vez justificado el objetivo de la investigación, se procedió a la


creación de los ítems de la encuesta. Además, también se estudiaron cuáles
serían aquellas personas que podrían ser incluidas y cuáles no, por lo que
también se crearon ítems destinados a esto.

12
Procedimiento

Una vez construida y revisada la encuesta se procedió a la búsqueda y


captación de personas para que la rellenasen. Para ello se difundió la encuesta
en redes sociales tales como Facebook, Instagram y en la página web
www.fetlife.com, la página más usada a nivel mundial por personas que
practican BDSM puesto que necesitábamos a personas que practicaran BDSM
y personas que no lo hicieran.

Diseño

En la presente investigación se trabajó con una variable independiente


con dos niveles: practicar o no BDSM.

Por otro, lado las variables dependientes fueron las siguientes:


Interacciones sexuales (niveles: sexo anal, vaginal y oral (cunnilingus y
felación)), y su respectiva valoración subjetiva de placer. La preferencia por
actividades sexuales que conllevaran penetración. La cantidad de interacciones
homosexuales. La frecuencia de actividad sexual (niveles: individual, con otra
persona y con otras personas). El uso de juguetes sexuales. Grado de
satisfacción sexual (niveles: individual y con otras personas). Conductas que
promovían una sexualidad saludable (niveles: adquisición de conocimientos para
una mejor salud sexual, responsabilidad en los comportamientos sexuales y
valores). Adquisición de ITS y padecimiento de problemas en el funcionamiento
sexual.

El diseño de la investigación fue cuantitativo, preexperimental y descriptivo.

Análisis de Datos

Tras un mes de la difusión de la encuesta se procedió al tratamiento de


los datos. Se dividió a los participantes en dos grupos, aquellos que
practicaban BDSM y aquellos que no lo hacían. Esta criba se hizo en función
de las respuestas obtenidas en el ítem número 25 de la encuesta (ver en

13
“Anexo 1”). El análisis de los datos fue de tipo descriptivo, únicamente se
realizaron comparaciones entre aquellas personas que practicaban BDSM y las
que no lo hacían.

Para el tratamiento de los datos, se comenzó por el análisis de las


respuestas abiertas (tipo de juguetes sexuales utilizados, problemas en el
funcionamiento sexual e infecciones de transmisión sexual). En primer lugar, se
llevó a cabo un recuento de las respuestas dadas (ver “Anexo 2”). En segundo
lugar, se procedió a la clasificación de las respuestas abiertas (ver ejemplo en
“Anexo 3”):

La clasificación de las infecciones de transmisión sexual (ITS) se hizo en


función de los agentes infecciosos involucrados, que fueron: bacterias, hongos,
parásitos y virus.

La clasificación de los juguetes sexuales se llevó a cabo en función de la


zona corporal a la que eran destinados, así como que se creó una categoría
para aquellos juguetes sexuales utilizados frecuentemente en prácticas BDSM.
Por tanto, la clasificación de los juguetes sexuales fue, juguetes sexuales
destinados a la estimulación de: el pene, la vulva, el ano, la vulva y el ano,
juguetes asociados a prácticas BDSM.

Respecto a la clasificación de los problemas en el funcionamiento sexual


se usaron como categorías de clasificación las fases de la respuesta sexual las
cuales: deseo, excitación, meseta y orgasmo.

En todas las clasificaciones llevadas a cabo se creó una categoría


denominada “otros” para aquellas respuestas que no pertenecían a ninguna de
las categorías o eran respuestas no alineadas con las preguntas realizadas.

En tercer y último lugar se calcularon los porcentajes de tales resultados


(Ver “Anexo 4”).

Posteriormente se operativizaron todas las respuestas para poder


trabajar con datos únicamente numéricos. Para facilitar el proceso se creó una
leyenda donde se explicaban a qué número pertenecía cada categoría.

14
Una vez operativizados todos los resultados de la encuesta se procedió
a realizar los cálculos con el programa estadístico Statistical Package for the
Social Sciences (SPSS). Concretamente se analizó el valor de la t de Student y
de Chi-Cuadrado.

Para ello se llevó a cabo una comparación de medias a través del


estadístico t de Student en las variables que se midieron en una escala ordinal
y el estadístico Chi-Cuadrado para aquellos resultados en los que la respuesta
era de tipo nominal/categóricas. También se calcularon porcentajes, medias y
desviaciones típicas. En los ítems de respuestas abiertas, se categorizaron las
respuestas y se calculó la frecuencia de respuestas similares. En “Anexo 5” se
encuentran aquellas tablas con los estadísticos descriptivos analizados, en los
que se muestran las medias con sus respectivas desviaciones típicas.

Una vez obtenidos todos los resultados se procedió a la redacción de


estos y a la creación de tablas y gráficos correspondientes. También se
procedió a la búsqueda de investigaciones científicas similares y la
comparación de los resultados obtenidos por estas con los obtenidos en la
presente investigación.

Resultados

A continuación, se muestran los resultados obtenidos:

Se encontraron diferencias estadísticamente significativas en la práctica


de sexo anal, donde las personas que practicaban BDSM lo realizaban más.
No se encontraron diferencias estadísticamente significativas en lo referido al
coito (sexo vaginal) ni a la felación y cunnilingus (sexo oral). El sexo anal se
trataba de una práctica llevada a cabo en menor cuantía por la muestra total.

Tabla 1

Resultados obtenidos tras calcular el estadístico Chi-Cuadrado en las variables nominales.


En la tabla se muestra el porcentaje de preguntas afirmativas, Chi-Cuadrado y su
probabilidad.

15
Muestra Probabilidad
BDSM No BDSM
total Chi-Cuadrado de Chi-
(N=136) (N=111)
(N=247) Cuadrado

¿Has practicado
alguna vez sexo 67,20% 80,88% 50,45% 25,682 0,000
anal?

¿Has practicado
alguna vez sexo 98,38% 99,26% 97,29% 1,485 0,223
oral?

¿Has practicado
alguna vez sexo 95,5% 96,33% 94,59% 0,429 0,512
vaginal?

Figura 1

Porcentajes de personas que han practicado sexo oral, anal y vaginal en la muestra total, el
grupo de practicantes BDSM y el de no practicantes de BDSM.

Tipos de interacción sexual


120,00%

100,00%

80,00%

60,00%

40,00%

20,00%

0,00%
Anal Oral Vaginal

Muestra total BDSM No BDSM

En relación a la valoración subjetiva del nivel de disfrute en actividades


sexuales, que incluían cunnilingus y felaciones (sexo oral), sexo anal y coitos
(sexo vaginal), las personas que practicaban BDSM informaron de un nivel de
preferencia más alto por proporcionar y recibir sexo anal que las personas que
no practicaban BDSM. Estas diferencias fueron estadísticamente significativas.

16
No encontraron diferencias estadísticamente significativas respecto al
disfrute de cunnilingus y felaciones (sexo oral) y coitos (sexo vaginal).

También se encontraron diferencias estadísticamente significativas en la


preferencia por llevar a cabo prácticas sexuales que no conllevaran penetración
por parte del grupo que practicaba BDSM.

Tabla 2

Diferencia de medias y valor de la t de Student entre el grupo que practicaba BDSM y el


grupo que no lo hacía. La escala de medida estaba comprendida entre los valores 0 (nada)
a 10 (mucho).

Ítems Diferencia t Grados de Significación


entre las
libertad (gl) bilateral (p)
medias

Disfrutar
recibiendo sexo 2,02 -4,398 245 0,000
anal

Disfrutar
proporcionando 2,61 -5,684 245 0,000
sexo anal

Preferencia por
prácticas que no
0,63 -2,141 245 0,033
conllevan
penetración

Figura 2

Preferencias en lo concerniente a recibir o proporcional sexo anal, oral y vaginal por parte de la
muestra total, el grupo que practican BDSM y el grupo que no.

17
Preferencias en prácticas sexuales

Muestra total BDSM No BDSM

Los niveles de interacciones homosexuales informadas por las personas


que practicaban BDSM y por las que no, no mostraron ser estadísticamente
significativas.

El grupo de personas que practicaba BDSM llevaba con más frecuencia


activad sexual de forma individual y con otras personas en comparación el
grupo de personas que no practicaba BDSM. Estas diferencias eran
estadísticamente significativas. Respecto a los ítems destinados a conocer la
frecuencia de actividad sexual con otra persona no se encontraron diferencias
estadísticamente significativas entre ambos grupos.

Tabla 3

Diferencia de medias y valor de la t de Student entre el grupo que practicaba BDSM y el


grupo que no lo hacía. La escala de medida estaba comprendida entre los valores 0 (nada)
a 4 (muy frecuentemente).

Ítems Diferencia t Grados de Significación


entre las
libertad (gl) bilateral (p)
medias

Frecuencia
actividad sexual 0,23 -2,048 245 0,042
individual

18
Frecuencia
actividad sexual 0 -0,057 245 0,954
con una persona

Frecuencia
actividad sexual 0,000
0,65 -5,979 245
con más de una
persona

Figura 3

Medias correspondientes a la frecuencia de actividad individual, con otra persona y con otras
personas por parte de la muestra total, con otra persona y con más de una persona.

Frecuencia de actividad sexual


3,5

2,5

1,5

0,5

Frecuencia actividad sexual Frecuencia actividad sexual Frecuencia relaciones


de forma individual con otra persona sexuales con más de una
persona

Muestra total BDSM No BDSM

En cuanto al uso de juguetes sexuales, un 63,37% de la muestra total


hacía uso de ellos. Los juguetes más utilizados fueron los dildos, vibradores y
plugs anales (ver tabla 1 en Anexo 2). Siendo los juguetes más utilizados los
destinados a vulvas y anos (ver tabla 1 en Anexo 4).

Las personas que practicaban BDSM eran las que hacían un mayor
uso de los juguetes sexuales. Obteniendo una puntuación de 0,000 en la
probabilidad de Chi-Cuadrado.

19
Tabla 4

Resultados obtenidos tras calcular el estadístico Chi-Cuadrado en las variables nominales.


En la tabla se muestra el porcentaje de preguntas afirmativas, Chi-cuadrado y su
probabilidad asociada. Los valores eran: 0 (no) y 1 (sí).

Porcentajes
BDSM Chi- Probabilidad
Muestra total No BDSM
Ítem (N=136) Cuadrado de Chi-
(N= 247) (N=111)
Cuadrado

¿Utilizas
juguetes 64,37% 86,02% 37,83% 61,890 0,000
sexuales?

Figura 4

Porcentajes correspondientes al uso de juguetes sexuales por parte de la muestra total, el grupo
que practicaba BDSM y el grupo que no lo hacía.

Uso de juguetes sexuales


100,00%
90,00%
80,00%
70,00%
60,00%
50,00%
40,00%
30,00%
20,00%
10,00%
0,00%
Muestra total BDSM No BDSM

Se obtuvieron diferencias estadísticamente significativas en los niveles


de satisfacción al mantener relaciones sexuales con otras personas.
Presentando mayores niveles de satisfacción el grupo que practicaba BDSM.

En lo concerniente a los niveles de satisfacción sexual al interaccionar


de manera individual no se encontraron diferencias significativas entre ambos
grupos.

Tabla 5

20
Diferencia de medias y valor de la t de Student entre el grupo que practicaba BDSM y el
grupo que no lo hacía. La escala de medida estaba comprendida entre los valores 0 (nada)
a 10 (mucho).

Ítems Diferencia t Grados de Significación


entre las
libertad (gl) bilateral (p)
medias

¿Cuál es tu nivel
de satisfacción
sexual individual,
0,15 0,585 245 0,559
es decir sin
interacción con
otras personas?

¿Cuál es tu nivel
de satisfacción
sexual cuando
0,49 -2,590 245 0,010
interaccionas con
otras personas
(una o más)?

Figura 5

Medias correspondientes a los niveles de satisfacción sexual experimentada de manera


individual y con otras personas por parte de la muestra total, el grupo que practicaba BDSM y
el grupo que no lo hacía.

Nivel de satisfacción individual y con otras


personas

8,5

7,5

6,5
Nivel de satisfacción sexual individual Nivel de satisfacción sexual con otras
personas

Muestra total BDSM No BDSM

21
Los ítems que evaluaban las actitudes que promovían conductas
saludables relacionadas con su sexualidad, no mostraron diferencias
estadísticamente significativas entre ambos grupos.

En lo referido al padecimiento de infecciones de transmisión sexual (ITS)


y problemas en el funcionamiento sexual: De la muestra total un 14,79% había
padecido alguna ITS, siendo las más padecidas: el virus del papiloma humano,
la clamidia y el virus del herpes (ver tabla 2 de “Anexo 2”), por tanto, el grupo
de ITS que fueron más contraídas fueron las de tipo viral (ver en tabla 2 de
“Anexo 3”).

Cuando se compararon las respuestas entre ambos grupos, se demostró


que presentaban con mayor frecuencia ITS el grupo que practicaba BDSM.
Obteniendo un valor en la probabilidad de Chi-Cuadrado de 0,044.

Del total de la muestra un 47,36% había padecido algún problema en su


funcionamiento sexual. Un mayor número de participantes presentaron
problemas de disfunción eréctil, deseo sexual hipoactivo y aquellos que eran
consecuencia indirecta de otro tipo de problemas de salud, tales como la
ansiedad, la depresión, el estrés… (ver en tabla 3 de “Anexo 2”). En conjunto,
los problemas más frecuentes fueron aquellos asociados a la fase de excitación
(ver en tabla 3 en “Anexo 3”).

No se encontraron diferencias estadísticamente significativas entre


ambos grupos en el número de problemas en el funcionamiento sexual
padecidos.

Tabla 6

Resultados obtenidos tras calcular el estadístico Chi-Cuadrado en las variables nominales.


En la tabla se muestra el porcentaje de preguntas afirmativas, Chi-Cuadrado y su
probabilidad. Los valores eran 0 (no) y 1 (sí).

Muestra Chi- Probabilidad


Ítems BDSM No BDSM
total Cuadrado de Chi-
(N=136) (N=111)
(N=247) Cuadrado

¿Alguna vez has


contraído una 14,97% 19,11% 9,90% 0,044
4,069
infección de
transmisión sexual
(ITS)?

22
¿Alguna vez has
tenido algún
problema en tu 47,36% 50,73% 43,24% 1,376 0,241
funcionamiento
sexual?

Figura 6

Porcentajes de personas que habían padecido ITS y problemas en el funcionamiento sexual en


la muestra total, el grupo que practicaba BDSM y el grupo que no lo hacía.

ITS y problemas en el funcionamiento sexual


60,00%

50,00%

40,00%

30,00%

20,00%

10,00%

0,00%
ITS Problemas en el funcionamiento

Muestra total BDSM No BDSM

Respecto a los datos obtenidos por el grupo de participantes que


practicaba BDSM:

Las prácticas que llevaban un mayor número de personas fueron las de


bondage, dominación y sumisión (para ver la tabla y el gráfico de datos mirar
tabla 1 y figura 1 en “Anexo 6”).

En cuanto a los ítems referidos a si alguna vez habían tenido


relaciones sexuales de tipo BDSM con una persona que no ha dado su
consentimiento un 6,61% de la muestra total de practicantes de BDSM afirmó
haberlas tenido frente a un 93,38% que no las había tenido. De este 93,38% de

23
personas únicamente un 2,36% desearía llevar a cabo relaciones sexuales de
tipo BDSM con una persona que no ha dado su consentimiento.

Por último, respecto al ítem referido a aquello que consideraría el


DSM-V como “BDSM patológico”, únicamente 2 personas afirmaron
experimentar tal grado de malestar y disfuncionalidad de forma absoluta, en
contrapartida 76 personas afirmaron no experimentar estos sentimientos en
absoluto (para ver la tabla y el gráfico de datos mirar tabla 2 y figura 2 en
“Anexo 6”)

Discusión y Conclusiones

Tras la exposición de los resultados obtenidos en el apartado anterior


podemos concluir que se obtuvieron diferencias estadísticamente significativas
entre las personas que practicaban BDSM y las que no. Obteniendo las
personas que practicaban BDSM mayores puntuaciones en: La frecuencia con
la que practicaban sexo anal. Los niveles de percepción subjetiva de disfrute al
recibir sexo anal y proporcionarlo. La preferencia por las prácticas que no
conllevaban penetración. La frecuencia en actividad sexual de forma individual
y con más de una persona. La percepción subjetiva de satisfacción sexual con
otras personas. El uso de juguetería sexual. El número de infecciones de
transmisión sexual contraídas.

Una parte de los datos encontrados en esta investigación concuerdan


con los resultados del estudio llevado a cabo por Richters et al. (2008). En él
se entrevistó a 19,307 personas a través de llamadas telefónicas, entre las que
se encontraban personas que practicaban BDSM y personas que no,
concluyendo que las personas que practicaban BDSM solían haber practicado
con más frecuencia interacciones sexuales de tipo anal, sexo con más de una
persona y también hacer más uso de juguetes sexuales.

En cuanto a lo referido a las interacciones sexuales de tipo anal, como


se acaba de comentar en el párrafo anterior, en la presente investigación se
han obtenido resultados similares a los obtenidos por Richters et al. (2008), con
la diferencia de que ellos también encontraron que los practicantes de BDSM

24
de su muestra también presentaban mayores niveles de actividad sexual de
tipo vaginal y oral en comparación con el grupo de personas que no practicaba
BDSM.

Siguiendo con el orden de resultados, los practicantes de BDSM, tenían


una mayor preferencia por las prácticas sexuales que no conllevaban
penetración. Estos resultados están en la línea de lo expuesto por Ruiz-Tagle
(2014), el cual afirma que el BDSM ha quitado el protagonismo a lo coital y al
pene su exclusividad. Además, Turley (2016) afirma que el BDSM se centra en
provocar sensaciones corporales y reacciones que no son típicas de la
sexualidad tradicional.

Además, también cabe la posibilidad de que las personas que practican


BDSM prefieran no llevar a cabo prácticas que conlleven penetración por estar
cansados y aburridos de realizar este tipo de prácticas tradicionales (Ríos et
al., 2019). Autores como Rubin (2011) afirman que las prácticas de dominación
y sumisión son una clara resistencia contra la sexualidad imperante en la que
toda la atención se focaliza en los órganos sexuales y en la que también se
reduce la sexualidad a unos objetivos invariables como podrían ser la
reproducción o el orgasmo.

En cuanto a la mayor frecuencia de actividad sexual de forma individual


y con más de una persona por parte del grupo que practicaba BDSM, en el
estudio previamente mencionado, Richters et al. (2008) afirman que las
personas que practicaban BDSM eran más activas sexualmente que las que no
lo hacían.

No se deben malinterpretar estos datos, puesto que, tal y como explica


Noland (2020), en la actualidad existe una corriente que intenta medicalizar la
sexualidad. Esta corriente promueve la creencia de que ser activos
sexualmente es sinónimo de salud y que, por tanto, tener una buena
sexualidad sea un factor dependiente de la frecuencia con la que se tienen
interacciones sexuales, olvidando la calidad de estas interacciones. Esta
corriente hace creer a muchas personas que tener muchas interacciones
sexuales es igual a tener una buena vida sexual, lo cual no siempre es cierto.
Por tanto, se podría decir, que el hecho de que las personas que practican

25
BDSM tengan una mayor actividad sexual de forma individual y con más de
una persona no significa que tengan una mejor sexualidad que las personas
que no practican BDSM, ni viceversa.

Siguiendo con los resultados obtenidos, se observó cómo las personas


que practicaban BDSM sentían una mayor satisfacción sexual con otras
personas. Este dato no es acorde a los resultados obtenidos por Pascoal et al.
(2015) puesto que en su investigación no encontraron diferencias
estadísticamente significativas en los niveles de satisfacción entre personas
que practicaban BDSM y personas que no.

Sin embargo, Nichols (2006) asegura que el BDSM favorece la


comunicación de pareja, da un mayor empoderamiento personal y una mayor
excitación sexual. En la misma línea, Turley (2016) afirma que el BDSM
también incrementa la sensación de liberación puesto que se están llevando a
cabo unas prácticas sexuales oprimidas por la sociedad y ofrece una mayor
flexibilidad de roles de género e identidades. También los participantes de la
investigación realizada por Hébert y Weaver, (2015) afirmaban que practicar
BDSM era muy excitante sexualmente calificándolo como más divertido y
variado que el sexo tradicional. Además, la mayoría de los participantes
afirmaron haber mejorado sus relaciones amorosas con sus parejas tras
incorporar el BDSM.

Por otro lado, se encontró que las personas que practicaban BDSM
utilizaban más juguetes sexuales que las que no. Resultado que concuerda con
los obtenidos por Richters et al. (2008), donde tanto los hombres como las
mujeres que practicaban BDSM habían hecho más uso de juguete sexuales
que los que no.

El uso de juguetes sexuales cada vez es mayor. En la actualidad


estamos sumergidos en una mercantilización del placer sexual, los juguetes
sexuales son expuestos en los medios comunicación constantemente y cada
vez los juguetes son más aceptados socialmente. Por otra parte, aunque los
juguetes sexuales en un principio se usaban de forma individual, ahora también
se utilizan en pareja (Sal y Levy, 2012) pudiendo hacer esto aumentar aún más
el número de juguetes adquiridos. Algunos autores como Simula (2019) afirman

26
que esta mercantilización del placer también está llegando a colectivos
minoritarios, como son los de tipo BDSM, donde en muchas ocasiones los
practicantes de BDSM más populares son los que más juguetes sexuales y
mobiliario de tipo BDSM tienen.

Una hipótesis posible a por qué las personas que practican BDSM hacen
más uso de juguetes sexuales, sería la búsqueda de por una mayor
estimulación de otras partes del cuerpo y no tanto la penetración tradicional.
Para lo que harían uso de juguetes sexuales fustas, velas, mordazas…

No se ha encontrado literatura concerniente al número de ITS de los


practicantes de BDSM, ni tampoco de una comparativa entre personas que
practicaban BDSM y personas que no en lo referido a las ITS. Sí que se ha
encontrado literatura acerca de cómo se podrían transmitir ITS en contextos
BDSM. Algunos ejemplos expuestos por McGregor (2015) y Sagarin, et al.,
(2019). son: a través de los juguetes sexuales utilizados (en caso de no ser
limpiados, ser usados por más de una persona etc.), a través las cuerdas
utilizadas para practicar bondage, con la creación de piercings y/o la inserción
de agujas durante la sesión y, también en aquellas prácticas que provocan el
contacto de la sangre/heridas con otras superficies y fluidos corporales. Estos
mismos autores explican que lo habitual es que las y los practicantes de BDSM
hablen sobre estos riesgos y negocien sobre qué medidas van a llevar a cabo
para minimizarlas.

Asimismo, Sagarin et al. (2019) afirman que las personas que practican
BDSM se caracterizan por ser extremadamente cuidadosos en la creación de
medidas que eviten las ITS. También se ha de tener en cuenta que
desconocemos en qué contextos (BDSM o no BDSM) la muestra de la presente
investigación ha adquirido sus ITS. Una hipótesis sería la concerniente a la
probabilidad, es decir, si son personas que llevan a cabo más prácticas
sexuales y con un mayor número de personas, tendrán más probabilidad de
contraer más ITS.

Respecto al grupo de personas que practicaba BDSM el 93,38% nunca


había llevado a cabo prácticas sexuales de tipo BDSM sin que la otra persona

27
no diera su consentimiento estos resultados concuerda en gran parte con lo
establecido por Nielsen (2010) y Pitagora (2013), estos autores aseguran que
lo que diferencia al BDSM de las prácticas sexuales coercitivas es el
consentimiento, siendo esto ampliamente enfatizado por el colectivo BDSM a
través del ya mencionado eslogan de “Sano, Seguro y Consensuado”

Por otro lado, las prácticas que llevaban un mayor número de personas
fueron las de bondage, dominación y sumisión, los cuáles están acorde con lo
afirmado por Weiss (2015) las representaciones BDSM más comunes en los
medios de comunicación son aquellas que implican dolor, pero estas no
siempre son las más populares en este colectivo; de hecho, las prácticas de
tipo BDSM se suelen focalizar en juegos de intercambio de poder. A modo de
ilustración, el bondage, la dominación y la sumisión no tienen por qué implicar
dolor, atar las manos de una persona o aplicar dominación psicológica son
algunos ejemplos.

Autores como Connolly (2006) y Wismeijer y Van Assen, (2013) han


estudiado algunas características psicológicas de los practicantes de BDSM
tales como el neuroticismo, la extraversión, su sensibilidad al rechazo… Pero
no se ha encontrado bibliografía en la que se estudiara hasta qué nivel los
practicantes de BDSM se ajustaban a los criterios diagnósticos del DSM-V que
considerarían como patológicas sus prácticas. En la presente investigación
únicamente 2 personas afirmaron padecer de manera absoluta la
sintomatología necesaria para que el DSM-V considerara al BDSM como
patológico o problemático en contraposición a 76 personas que afirmaron no
experimentarlos en absoluto.

Existe muy poca investigación sobre BDSM, se trata de una temática


llena de tabúes puesto que es un conjunto de prácticas sexuales y, además,
unas prácticas sexuales minoritarias y no normativas (Freeburg y McNaughton,
2017). Siendo aún menor la cantidad de investigación en la que se comparan
en diferentes aspectos de la sexualidad a un grupo de personas que practican
BDSM con personas que no lo hacen.

28
Rogak y Connor (2018) reivindican que la comunidad BDSM sigue
siendo poco estudiada, poco comprendida y con escaso estudio empírico. Es
cierto que estudiar BDSM no es una tarea sencilla, puesto que el BDSM abarca
una gran cantidad de roles e identidades sexuales, así como que muchas
personas del colectivo no quieren ser investigadas por miedo al estigma.

Según Simula (2019) las prácticas de tipo BDSM han comenzado a ser
estudiadas científicamente y explícitamente en España desde la última década,
es decir, muy recientemente, lo cual hace que los datos que tengamos sobre
las y los practicantes de BDSM españoles sean mínimos. La poca información
rigurosa de la que se dispone respecto a la población española obstaculiza la
creación de herramientas destinadas a la no estigmatización y aceptación de
este tipo de prácticas.

Sin embargo, esta no es la situación de todos los países, en otros países


como Estados Unidos, sí que existe una mayor investigación en la temática,
existiendo incluso centros de investigación como el Community-Academic
Consortium for Research on Alternative Sexualities (CARAS) (Graham et al.,
2016) donde crean, por ejemplo, materiales audiovisuales con instrucciones
para las y los profesionales de salud con el objetivo de que traten
adecuadamente a pacientes que practican BDSM.

Estos materiales son creados como consecuencia de las recurrentes


quejas de las personas que practican BDSM por el trato que en ocasiones
reciben por parte del personal sanitario. En esta línea, en una investigación
llevada a cabo por Kelsey et al. (2013) el 76% de la muestra de psicólogos
evaluados había atendido al menos una vez a personas que practicaban
BDSM, solamente el 48% se percibieron como competentes para trabajar en
terapia con estas personas. Además, los profesionales que habían recibido
formación en sexualidades alternativas presentaban actitudes más positivas
hacia las personas que practicaban BDSM.

En Estados Unidos también existen entidades como la National Coalition


for Sexual Freedom, donde abogados, trabajadores sociales, activistas, etc.
luchan por los derechos de las personas que llevan a cabo prácticas sexuales

29
no convencionales/alternativas. Esto ocurre porque en muchas ocasiones se
apela a las prácticas de tipo BDSM para arrebatar custodias, desemplear a
trabajadores, poner denuncias por maltrato (no justificadas), etc. (Simula,
2019).

Aunque los medios de comunicación, revistas, redes sociales, etc. estén


llevando a cabo una mayor representación de las prácticas de BDSM, esto no
significa que esté siendo aceptado. Sólo un 14,2% de la muestra (36 personas)
desconocían qué significaba el acrónimo BDSM. Cada vez más personas
conocen este tipo de prácticas.

Sí que se está normalizando el BDSM y esto, en muchas ocasiones


hace que muchas personas tengan opiniones ambivalentes ante el BDSM
incluidos los profesionales de la salud; es decir, normalizan las prácticas
BDSM, pero puede que no las aprueben o que aprueben unas sí y otras no
(Weiss, 2006; Graham et al., 2016). Esto se debe también a que
tradicionalmente el BDSM ha sido patologizado por el sistema jurisdiccional, los
manuales diagnósticos psiquiátricos y algunos colectivos feministas entre otros
(Pillai-Friedman et al., 2015).

Carlström (2019) resalta que no todas las personas que practican BDSM
quieren que se les visibilice porque esto podría conllevar el aumento de actos
de odio por parte de colectivos radicales en contra del BDSM. En
consecuencia, muchas personas preferirían vivir sus prácticas bajo total
anonimato.

Pero, por otro lado, las personas que tienen una identificación profunda
con el BDSM pueden sufrir “estrés de minorías” (minority stress), debido al
estigma existente por parte de la sociedad (Waldura et al., 2016). Este estigma
también puede ser recibido de parte de los profesionales de la salud. Por lo que
sí que parece necesario crear investigación, literatura y formación sobre BDSM
en aras a promover una mayor aceptación del colectivo.

La mayor parte de la bibliografía académica no aboga por educar


únicamente en BDSM a las y los profesionales de la salud (y a la población en
general) sino que se busca una mayor aceptación e información acerca de las

30
prácticas sexuales menos convencionales. En esta línea, por ejemplo, McVey
et al. (2012) afirman que cuando una persona tiene claro que las prácticas
sexuales saludables se encuentran en un espectro cargado de diversidad el
estigma hacia el BDSM es menor. Stockwell, et al., (2017) explican que otro
objetivo sería hacer saber diferenciar entre patología y diversidad sexual. Así
mismo Pillai-Friedman et al. (2015) hablan de resaltar la diferencia entre sexo
transgresivo y sexo coercitivo.

Por otro lado, Kelsey et al. (2013) argumentan que muchas de las
herramientas utilizadas para el colectivo LGTBI pueden ser utilizadas para
educar en prácticas sexuales alternativas.

Respecto a las limitaciones del estudio, desconocemos si en la muestra


se encuentra una proporción adecuada de aquellas personas que suelen estar
muy poco representadas en los estudios BDSM (aquellas personas de color, de
etnia gitana, con diversidad funcional, etc.) que, a pesar de ser menos, ellas
también practican BDSM (Simula, 2019). Por tanto, en futuras investigaciones
similares sería conveniente tenerlo en cuenta.

Otra limitación radica en el hecho de no haber una adecuada proporción


por cada rol/práctica BDSM. Por lo que se propone intentar tener una muestra
más representativa en lo referido a roles y prácticas en las próximas
investigaciones. Aunque es necesario resaltar que esto no es algo sencillo,
puesto que muchas personas que practican BDSM se muestran reticentes a
llevar a cabo este tipo de encuestas, así como que se trata de muchos roles y
prácticas.

Por último, se cree que también sería apropiado adecuar el número de


participantes a la potencialidad y generalidad de los resultados, así como
también llevar a cabo llevar a cabo un estudio previo que garantice unas
adecuadas características psicométricas, algo que en la presente investigación
no ha sido posible.

31
Referencias Bibliográficas:

Alexander, A. A. (2019). Sex for All: Sex Positivity and Intersectionality in Clinical
and Counseling Psychology. Journal of Black Sexuality and Relationships,
6(1), 49-72. https://doi.org/10.1353/bsr.2019.0015
American Psychiatric Association. (2014). Manual Diagnóstico y Estadístico de
los Trastornos Mentales (5ª edición). Editorial Médica Panamericana.
Barriga, S. (2013). La sexualidad como producto cultural. Perspectiva histórica y
psicosocial. Anduli, 12, 91-111.
http://dx.doi.org/10.12795/anduli 2013.i12.05
Bezreh, T., Weinberg, T. S. y Edgar, T. (2012). BDSM disclosure and stigma
management: Identifying opportunities for sex education. American
Journal of Sexuality Education, 7(1), 37-61.
https://doi.org/10.1080/15546128.2012.650984
Carlström, C. (2019). BDSM–the antithesis of good Swedish sex?. Sexualities,
22(7-8), 1164-1181. https://doi.org/10.1177/1363460718769648
Colosi, R. y Lister, B. (2019). Kinking it up: An exploration of the role of online
social networking site FetLife in the stigma management of kink practices.
In Papers from the British Criminology Conference An Online Journal by
the British Society of Criminology (p. 5).
Connolly, P. H. (2006). Psychological functioning of bondage/domination/sado-
masochism (BDSM) practitioners. Journal of Psychology & Human
Sexuality, 18(1), 79-120. https://doi.org/10.1300/J056v18n01_05
Coppens, V., Ten Brink, S., Huys, W., Fransen, E. y Morrens, M. (2020). A Survey
on BDSM-related activities: BDSM experience correlates with age of first
exposure, interest profile, and role identity. The Journal of Sex Research,
57(1), 129-136. https://doi.org/10.1080/00224499.2018.1558437
Cross, P. A. y Matheson, K. (2006). Understanding sadomasochism: An empirical
examination of four perspectives. Journal of Homosexuality, 50(2-3), 133-
166. http://dx.doi.org/10.1080/10720160601011240
Döring, N. y Poeschl, S. (2019). Experiences With Diverse Sex Toys Among
German Heterosexual Adults: Findings From a National Online Survey.
The Journal of Sex Research, 1-13.
https://doi.org/10.1080/00224499.2019.1578329
Felitti, K. (2016). Juegos y juguetes para la liberación sexual femenina. Apuntes
CECYP, (28), 188-206.
Freeburg, M. N. y McNaughton, M. J. (2017). Fifty Shades of Grey: Implications
for Counseling BDSM Clients. VISTAS 2017.

32
Graham, B. C., Butler, S. E., McGraw, R., Cannes, S. M. y Smith, J. (2016).
Member perspectives on the role of BDSM communities. The Journal of
Sex Research, 53(8), 895-909.
https://doi.org/10.1080/00224499.2015.1067758
Greenberg, S. E. (2019). Divine Kink: A Consideration of the Evidence for BDSM
as Spiritual Ritual. https://doi.org/10.24972/ijts.2019.38.1.220
Hébert, A. y Weaver, A. (2015). Perks, problems, and the people who play: A
qualitative exploration of dominant and submissive BDSM roles. The
Canadian Journal of Human Sexuality, 24(1), 49-62.
https://doi.org/10.3138/cjhs.2467
Kelly, B. C., Bimbi, D. S., Nanin, J. E., Izienicki, H. y Parsons, J. T. (2009). Sexual
compulsivity and sexual behaviors among gay and bisexual men and
lesbian and bisexual women. Journal of Sex Research, 46, 301–308.
https://doi.org/10.1080/00224490802666225
Kelsey, K., Stiles, B. L., Spiller, L. y Diekhoff, G. M. (2013). Assessment of
therapists’ attitudes towards BDSM. Psychology & Sexuality, 4(3), 255-
267. https://doi.org/10.1080/19419899.2012.655255
Kleinplatz, P. J. y Moser, C. (2005). Is S/M pathological. Lesbian & Gay
Psychology Review, 6(3), 255-260.
Martinez, K. (2018). BDSM role fluidity: A mixed-methods approach to
investigating switches within dominant/submissive binaries. Journal of
homosexuality, 65(10), 1299-1324.
https://doi.org/10.1080/00918369.2017.1374062
McGregor, V. (2015). P14. 07 Sexual health promotion and sti prevention on the
margins: kink, bdsm, and sexually adventurous women.
http://dx.doi.org/10.1136/sextrans-2015-052270.519
McVey, Austin y Matthews (2012). (De-)Pathologizing the Continuums: A Case
for New Analytical Frameworks for Studying Bondage and
Sadomasochism. Kentucky Journal of Anthropology and Sociology, 2(1),
11-78.
Nichols, M. (2006). Psychotherapeutic issues with “kinky” clients: Clinical
problems, yours and theirs. Journal of Homosexuality, 50(2-3), 281- 300.
http://dx.doi.org/10.1300/J082v50n02_14
Nielsen, M. E. J. (2010). Safe, sane, and consensual—consent and the ethics of
BDSM. International Journal of Applied Philosophy, 24(2), 265-288.
https://doi.org/10.5840/ijap201024223
Noland, C. (2020). Communication and Sexual Self-help: Erotica, Kink and The
Fifty Shades of Grey Phenomenon. Sexuality & Culture, 1-23.
https://doi.org/10.1007/s12119-020-09701-z
Parchev, O. y Langdridge, D. (2018). BDSM under security: Radical resistance
via contingent subjectivities. Sexualities, 21(1-2), 194-211.
https://doi.org/10.1177/1363460716688684

33
Pascoal, P. M., Cardoso, D. y Henriques, R. (2015). Sexual satisfaction and
distress in sexual functioning in a sample of the BDSM community: A
comparison study between BDSM and non-BDSM contexts. The journal of
sexual medicine, 12(4), 1052-1061. https://doi.org/10.1111/jsm.12835
Pillai-Friedman, S., Pollitt, J. L. y Castaldo, A. (2015). Becoming kink-aware–a
necessity for sexuality professionals. Sexual and Relationship Therapy,
30(2), 196-210. https://doi.org/10.1080/14681994.2014.975681
Pitagora, D. (2013). Consent vs. Coercion: BDSM Interactions Highlight a Fine
but Immutable Line. New School Psychology Bulletin, 10(1), 27-36.
Richters, J., De Visser, R. O., Rissel, C. E., Grulich, A. E. y Smith, A. M. (2008).
Demographic and psychosocial features of participants in bondage and
discipline, “sadomasochism” or dominance and submission (BDSM): Data
from a national survey. The journal of sexual medicine, 5(7), 1660-1668.
https://doi.org/10.1111/j.1743-6109.2008.00795.x
Ríos, V., Amundaray, A. y Arenas, Y. (2019). Vivencias de las prácticas sexuales
asociadas al BDSM: los límites contemplados dentro de lo Sano, Seguro
y Consensuado. Ciência & Saúde Coletiva, 24, 1679-1688.
https://doi.org/10.1590/1413-81232018245.04322019
Rocha, J. (2016). Aggressive hook ups: modeling aggressive casual sex on
BDSM for moral permissibility. Res Publica, 22(2), 173-192.
https://doi.org/10.1007/s11158-015-9291-0
Rogak, H. M. y Connor, J. J. (2018). Practice of consensual BDSM and
relationship satisfaction. Sexual and Relationship Therapy, 33(4), 454-
469. https://doi.org/10.1080/14681994.2017.1419560
Rubin G (2011). Thinking sex, notes for radical theory of politics of sexuality. In:
Rubin G (ed.) Deviations: A Gayle Rubin Reader. Duke University Press,
1(8), 122–135.
Ruiz-Tagle, J. (2014). Creatividad y estereotipia en el sadomasoquismo.
Nomadías, 32(17), 179-188.
Sagarin, B. J., Lee, E. M., Erickson, J. M., Casey, K. G. y Pawirosetiko, J. S.
(2019). Collective Sex Environments Without the Sex? Insights from the
BDSM Community. Archives of sexual behavior, 48(1), 63-67.
https://doi.org/10.1007/s10508-018-1153-3.
Sal, L. y Levy, P. (2012). Los juguetes indiscretos ¿De qué hablan los juguetes
eróticos?. Viento sur: Por una izquierda alternativa, (124), 99-112.
Simula, B. L. (2018). A “different economy of bodies and pleasures”?:
Differentiating and evaluating sex and sexual BDSM experiences. Journal
of homosexuality, 66(2), 209-237.
https://doi.org/10.1080/00918369.2017.1398017
Simula, B. L. (2019). Pleasure, power, and pain: A review of the literature on the
experiences of BDSM participants. Sociology Compass, 13(3), e12668.
https://doi.org/10.1111/soc4.12668

34
Sprott, R. A. y Williams, D. J. (2019). Is BDSM a sexual orientation or serious
leisure?. Current sexual health reports, 11(2), 75-79.
https://doi.org/10.1007/s11930-019-00195-x
Sprott, R. A., Meeker, C. y O’Brien, M. (2019). Kink Community Education:
Experiential Learning and Communities of Practice. Journal of Positive
Sexuality, 5(2).
Stockwell, F. M., Hopkins, L. S. y Walker, D. J. (2017). Implicit and explicit
attitudes toward mainstream and BDSM sexual practices and their relation
to interviewer behavior: An analogue study. The Psychological Record,
67(4), 435-446. https://doi.org/10.1007/s40732-017-0225-4
Tsaros, A. (2013). Consensual non-consent: comparing EL James’s Fifty Shades
of Grey and Pauline Réage’s Story of O. Sexualities, 16(8), 864-879.
https://doi.org/10.1177/1363460713508903
Turley, E. L. (2016). ‘Like nothing I’ve ever felt before’: Understanding consensual
BDSM as embodied experience. Psychology & Sexuality, 7(2), 149-162.
https://doi.org/10.1080/19419899.2015.1135181
Turley, E. L., King, N. y Monro, S. (2018). ‘You want to be swept up in it all’:
illuminating the erotic in BDSM. Psychology & Sexuality, 9(2), 148-160.
https://doi.org/10.1080/19419899.2018.1448297
Waldura, J. F., Arora, I., Randall, A. M., Farala, J. P. y Sprott, R. A. (2016). Fifty
shades of stigma: exploring the health care experiences of kink-oriented
patients. The journal of sexual medicine, 13(12), 1918-1929.
https://doi.org/10.1016/j.jsxm.2016.09.019
Weinberg, T. S. (2006). Sadomasochism and the social sciences: A review of the
sociological and social psychological literature. Journal of homosexuality,
50(2-3), 17-40. http://dx.doi.org/10.1300/J082v50n02_02
Weiss, M. (2015). BDSM (bondage, discipline, domination, submission,
sadomasochism). The international encyclopedia of human sexuality, 113-
196. https://doi.org/10.1002/9781118896877.wbiehs043
Weiss, M. D. (2006). Mainstreaming kink: The politics of BDSM representation in
US popular media. Journal of homosexuality, 50(2-3), 103-132.
http://dx.doi.org/10.1300/J082v50n02_06
Wismeijer, A. A. y Van Assen, M. A. (2013). Psychological characteristics of
BDSM practitioners. The journal of sexual medicine, 10(8), 1943-1952.
https://doi.org/10.1111/jsm.12192
World Health Organization. (2006). Defining sexual health: report of a technical
consultation on sexual health, 28-31 January 2002. World Health
Organization.
World Health Organization. (2018). Clasificación de los trastornos mentales y del
comportamiento (CIE-11). Editorial Médica Panamericana.

35
Apéndices

Anexo 1: Encuesta

Se trata de una encuesta que te resultará muy fácil de cumplimentar y que no te


ocupará mucho tiempo (unos de 10 minutos o menos). Trata de cuestiones
relativas a diferentes aspectos de tu sexualidad.

De acuerdo con la ley de protección de datos española tus datos serán tratados
de forma confidencial.

Pregunta 1. Tengo más de 18 años

☐ Sí

☐ No

Pregunta 2. ¿Cuál es tu edad?

Pregunta 3. ¿Has tenido alguna vez relaciones sexuales consentidas?

☐ Sí

☐ No

Pregunta 4. Soy…

☐ Un hombre

☐ Una mujer

☐ Otro:

36
Pregunta 5. Entendiendo por sexo vaginal aquella práctica erótica que supone
la inserción de un pene u otro objeto en la vagina. ¿Has practicado alguna vez
sexo vaginal?

☐ Sí

☐ No

Pregunta 6. ¿En qué medida disfrutas proporcionando sexo vaginal?

Nada 0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 Mucho

Pregunta 7. ¿En qué medida disfrutas recibiendo sexo vaginal? (Ítem solo para
mujeres)

Nada 0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 Mucho

Pregunta 8. Entendiendo por sexo oral el contacto con fines eróticos que se da
entre la boca de una persona y los órganos sexuales de otra. ¿Has practicado
alguna vez sexo oral?

☐ Sí

☐ No

Pregunta 9. ¿En qué medida disfrutas proporcionando sexo oral?

37
Nada 0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 Mucho

Pregunta 10. ¿En qué medida disfrutas recibiendo sexo oral?

Nada 0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 Mucho

Pregunta 11. Entendiendo por sexo anal la práctica erótica que conlleva la
inserción del pene u otro objeto en el ano. ¿Has practicado alguna vez sexo
anal?

☐ Sí

☐ No

Pregunta 12. ¿En qué medida disfrutas proporcionando sexo anal?

Nada 0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 Mucho

Pregunta 13. ¿En qué medida disfrutas recibiendo sexo anal?

Nada 0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 Mucho

38
Se entiende por actividad sexual, a todas aquellas acciones dirigidas a obtener
gratificación sexual. Responde abiertamente, si tienes o no actividad sexual en
las condiciones planteadas.

Pregunta 14. ¿Con qué frecuencia tienes actividad sexual de forma individual?

☐ Nunca

☐ Raramente

☐ Ocasionalmente

☐ Frecuentemente

☐ Muy frecuentemente

Pregunta 15. ¿Con qué frecuencia tienes actividad sexual con otra persona?

☐ Nunca

☐ Raramente

☐ Ocasionalmente

☐ Frecuentemente

☐ Muy frecuentemente

Pregunta 16. ¿Con qué frecuencia tienes relaciones sexuales con más de una
persona?

☐ Nunca

☐ Raramente

☐ Ocasionalmente

☐ Frecuentemente

39
☐ Muy frecuentemente

Pregunta 17. ¿Qué porcentaje de interacciones sexuales has llevado a cabo con
alguien de tu mismo sexo?

Ninguna 0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 Todas

Pregunta 18. ¿En qué medida prefieres llevar a cabo prácticas sexuales que no
conllevan penetración?

Nada 0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 Mucho

Pregunta 19. Un juguete erótico es un objeto que se utiliza con la finalidad de


ayudar a producir placer sexual. ¿Utilizas juguetes eróticos?

☐ Sí

☐ No

En el caso de que sí ¿Cuál o cuáles son los juguetes eróticos que utilizas?

Pregunta 20. ¿Cuál es tu nivel de satisfacción sexual cuando interaccionas con


otras personas?

Nada 0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 Mucho

40
Pregunta 21. ¿Cuál es tu nivel de satisfacción sexual individual, es decir sin
interacción con otras personas (una o más)?

Nada 0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 Mucho

Pregunta 22. Una Infección de transmisión sexual (ITS) es la que se contrae a


través de las relaciones sexuales. ¿Con qué frecuencia utilizas algún tipo de
protección contra las ITS?

Nunca 0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 Siempre

Pregunta 23. ¿Alguna vez has contraído una infección de transmisión sexual
(ITS)?

☐ Sí

☐ No

En el caso de que sí ¿Qué o cuáles infecciones de transmisión sexual tuviste y/o


tienes?

Un problema sexual es alguna forma de incapacidad para llevar a cabo una


actividad sexual (ya sea de forma individual o compartida con otras personas).
Se puede tratar desde una falta de interés, o la imposibilidad de sentir placer,
hasta la incapacidad de que se produzca la respuesta fisiológica necesaria.

41
Pregunta 24. ¿Alguna vez has tenido algún problema en tu funcionamiento
sexual?

☐ Sí

☐ No

En el caso de que sí ¿Cuál o cuáles son los problemas en el funcionamiento


sexual que tuviste o estás teniendo?

Pregunta 25. ¿En qué medida crees que vives tu sexualidad de acuerdo a tus
propios valores?

Nada 0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 Mucho

Pregunta 26. ¿En qué medida crees que tu salud sexual depende de tus
comportamientos?

Nada 0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 Mucho

Pregunta 27. ¿En qué medida haces cosas que muestran tu interés por mejorar
tu nivel de conocimientos e información sobre la sexualidad?

Nada 0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 Mucho

Pregunta 28. ¿Sabes qué es el BDSM?

42
☐ Sí, pero no lo practico. Además, no tengo ninguna intención de practicarlo.

☐ Sí que sé lo que es. Además, lo practico.

☐ Sí, aunque no lo practico.

☐ No.

Para aquellas personas que sí lo practican:

Pregunta 29. ¿Llevas a cabo alguna de estas prácticas eróticas?

☐ Bondage

☐ Dominación

☐ Sumisión

☐ Sadismo

☐ Masoquismo

Pregunta 30. ¿Alguna vez has cumplido tus fantasías sexuales de tipo BDSM
con una persona que no ha dado su consentimiento?

☐ Sí

☐ No

Pregunta 31. ¿Te gustaría cumplir tus fantasías sexuales de tipo BDSM con una
persona que no ha dado su consentimiento?

☐ Sí

☐ No

43
Pregunta 32. ¿El deseo de practicar BDSM, o llevar a cabo fantasías sexuales
con temática BDSM, te causan malestar personal o algún tipo de problema al
relacionarte con otras personas (a cualquier nivel: familiar, laboral...)? Ejemplo:
No hago bien mi trabajo o apenas quedo con mis amigos/as porque estoy todo
el tiempo buscando vídeos porno sobre BDSM.

Nada 0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 Mucho

44
Anexo 2: Frecuencia de las respuestas dadas.

Tabla 1

Juguetes sexuales mencionados por los participantes y número de personas que los
utilizaban.

Juguete sexual Muestra total

Vibrador 70

Dildo 52

Plug anal 32

Cuerdas/ataduras 30

Otras respuestas (“a veces uso”, “muchos”, 25


“fuego”, “azotes”…)

Esposas 21

Juguetes BDSM (sin especificar) 19

Consoladores 18

Pinzas 17

Fusta 15

Arnés 15

45
Flogger 13

Succionador de Clítoris 13

Satisfyer 11

Anillo 10

Látigo 9

Mordaza 8

Bolas Chinas 8

Velas 7

Palas 6

Varas 6

Ropa/disfraces 6

Hitachi Magic Wand 5

Correa 5

Collar 4

Lubricantes y aceites 4

Lovesense Lush 3

Cinturón de Castidad 3

Máscara 2

Vagina de Silicona 2

46
Agujas 2

Cadenas 2

Huevo 2

Boba de dilatación 1

Masageador punto G 1

Cinta adhesiva 1

Mordaza 1

Sábana 1

Tabla 2

Tipos de ITS mencionados por los participantes y número de personas que los
padecieron

ITS Número de personas que afirmaron padecerla

Virus del papiloma 11


humano (VPH)

Clamidia 6

Herpes 5

Candidiasis 5

Gonorrea 4

47
Otros (“varias”, 4
“infección de orina”…)

Tricomoniasis 2

Hepatitis B 1

Hongos 1

Ladillas 1

Tabla 3

Tipos de problemas en el funcionamiento sexual mencionados y número de personas


que los padecían.

Problema en el funcionamiento sexual Muestra total

Disfunción eréctil 41

Deseo sexual hipoactivo 19

Otros (“estrés postraumático”, “diabetes”, 11


“operación”)

Eyaculación precoz 9

Ausencia de excitación 8

Vaginismo 8

“Gatillazo” 7

Anorgasmia 7

Aneyaculación 6

Ausencia de placer 4

Problemas para llegar al orgasmo 3

48
Anexo 3: Clasificación de las respuestas abiertas.

Tabla 1

Clasificación de los Juguetes Sexuales Utilizados por los Participantes

Clasificación Algunas respuestas de los participantes

Juguetes sexuales para la Vaginas de silicona, anillos, bombas de dilatación...


estimulación del pene

Juguetes sexuales para la Masajeadores del punto G, bolas chinas,


vulva Lovesense Lush, Estimulador de clítoris, Satisfyer...

Juguetes sexuales para la Bolas anales, plugs anales, dilatadores anales…


estimulación del ano

Juguetes sexuales para Arnés, pene de latex, dildos...


vulvas y anos
Balas vibradoras, Domi, Hitachi Magic Wand...

Juguetes asociados a Fustas, palas, mordazas...


prácticas BDSM

Otros productos de uso Aceites, geles, lubricantes…


erótico

49
Tabla 2

Clasificación de las Infecciones de Transmisión Sexual de los Participantes

Clasificación Algunas respuestas de los participantes:

Bacterias Sífilis, gonorrea (Blenorragia o Gonococia), clamidia.

Hongos Candidiasis.

Parásitos Tricomoniasis, ladillas. giardiasis.

Virus VIH, hepatitis B, herpes, virus del papiloma humano/condilomas.

Otros Infección de orina. Infección por estreptococos.

Tabla 3

Clasificación de los Problemas en el Funcionamiento Sexual de los Participantes

Clasificación Algunas de las respuestas de los


participantes

Fase de deseo Deseo sexual hipoactivo, falta de apetito


sexual, falta de interés...

50
Fase de excitación Disfunción eréctil, vaginismo, no lubricar...

Fase de meseta Eyaculación precoz, “gatillazos”...

Fase de orgasmo Anorgasmia, eyaculación retardada,


aneyaculación...

Otros factores que afectan al Alcohol, ansiedad, diabetes...


funcionamiento sexual:

51
Anexo 4: Porcentajes del número de personas que pertenecían a las
diferentes clasificaciones.

Tabla 1

Clasificación de las fases del funcionamiento sexual, el número de la muestra total,


el grupo de practicantes BDSM y el grupo de no practicantes de BDSM con sus
respectivos porcentajes.

Fase del
Muestra total BDSM No BDSM
funcionamiento
(N= 247) (N= 136) (N =111)
sexual
19 13 6
Fase de Deseo
(7,69%) (9,55%) (5,40%)
61 39 22
Fase de Excitación
(24,69%) (28,67%) (19,81%)
17 10 7
Fase de Meseta
(6,88%) (7,35%) (6,30%)
8 6 2
Fase de Orgasmo
(3,23%) (4,41%) (1,80%)
12 3 9
Placer
(4,85%) (2,20%) (8,10%)
12 5 7
Otros
(4,85%) (3,67%) (6,30%)

Tabla 2

Clasificación de los juguetes sexuales, con el respectivo número de participantes


que afirmaron utilizarlos de la muestra total, del grupo de practicantes BDSM y del
grupo que no lo practicaba.

Juguetes Muestra total BDSM No BDSM


sexuales (N=247) (N=136) (N=111)
32 23 9
Juguetes sexuales
(12,47%) (16,91%) (8,10%)
para la vulva
31 29 2
Juguetes para el
(12,55%) (21,32%) (1,80%)
ano
113 84 29
Juguetes sexuales
(45,74%) (61,76%) (26,12%)
para vulvas y anos
14 5 9
(5,66%) (3,67%) (8,10%)

52
Juguetes sexuales
para el pene

Juguetes sexuales 65 61 4
asociados a (26,31%) (44,85%) (3,60%)
prácticas BDSM
38 31 7
Otros productos de
(15,38%) (22,79%) (6,30%)
uso erótico

Tabla 3

Número de personas de la muestra total, del grupo que practicaba BDSM y el que
no BDSM, que padecieron infecciones de transmisión sexual, con sus respectivos
porcentajes.

Tipos de ITS Muestra total BDSM No BDSM


(N=247) (N=136) (N=111)

Virus 18 12 6
(7,28%) (8,82%) (5,40%)

Bacterias
10 8 2
(4,04%) (5,88%) (1,80%)
Hongos
6 3 3
(2,42%) (2,20%) (2,70%)
Parásitos
2 2 0
(0,80%) (1,47%) (0%)
4 4 0
Otros
(1,61%) (2,94%) (0%)

53
Anexo 5: Resultados procedentes del análisis estadístico.

Tabla 1
Medias y desviaciones típicas de la muestra total, el grupo de practicantes de BDSM
y el grupo de no practicantes de BDSM, con una escala de medida de 0 (nada) a 10
(mucho).

Medias (y desviaciones típicas)

Muestra total BDSM No BDSM


Ítems
(N= 247) (N=136) (N=111)

¿En qué medida


disfrutas
8,17 8,23 8,11
proporcionando
(1,975) (2,087) (1,836)
sexo oral?

¿En qué medida


disfrutas
8,19 8,22 8,16
recibiendo sexo
(1,978) (1,927) (2,047)
oral?

¿En qué medida


disfrutas
5,13 6,30 3,69
proporcionando
(3,808) (3,520) (3,668)
sexo anal?

¿En qué medida


disfrutas
4,15 5,06 3,04
recibiendo sexo
(3,727) (3,843) (3,267)
anal?

¿En qué medida


disfrutas
6,77 7,12 6,35
proporcionando
(3,304) (2,904) (3,711)
sexo vaginal?

¿En qué medida


disfrutas
7,94* 7,70 8,08
recibiendo sexo
(2,097)* (2,537) (1,774)
vaginal?

¿En qué medida


prefieres llevar a
cabo prácticas
5,94 6,22 5,59
sexuales que no
(2,302) (2,263) (2,314)
conllevan
penetración?

1,91 2,15 1,62

54
¿Qué porcentaje (2,965) (2,866) (3,069)
de interacciones
sexuales has
llevado a cabo con
alguien de tu
mismo sexo?

*Nota. El total de la muestra para este ítem fue de 96 personas, puesto que
únicamente podían recibir sexo vaginal las mujeres.

Tabla 2
Medias y desviaciones típicas de la muestra total, el grupo de practicantes de BDSM
y el grupo de no practicantes de BDSM, con una escala de medida de 0 (nunca) a 4
(muy frecuentemente).

Medias (y desviaciones típicas)

Muestra total BDSM No BDSM


Ítems
(N= 247) (N=136) (N=111)
¿Con qué
frecuencia tienes
2,88 2,99 2,76
actividad sexual de
(0,878) (0,843) (0,907)
forma individual?

¿Con qué
frecuencia tienes
2,41 2,41 2,41
actividad sexual
(0,864) (0,857) (0,873)
con otra persona?

¿Con qué
frecuencia tienes
relaciones 0,68 0,97 0,32
sexuales con más (0,915) (0,973) (0,687)
de una persona?

Tabla 3
Medias y desviaciones típicas de la muestra total, el grupo de practicantes de BDSM
y el grupo de no practicantes de BDSM, con una escala de medida de 0 (nada) a 10
(mucho).

Medias (y desviaciones típicas)

Muestra total BDSM No BDSM


Ítems
(N= 247) (N=136) (N=111)

¿Cuál es tu nivel 7,55 7,48 7,63


de satisfacción (2,039) (2,044) (2,040)
sexual individual,

55
es decir sin
interacción con
otras personas?

¿Cuál es tu nivel
de satisfacción
sexual cuando 8,60 8,82 8,33
interaccionas con (1,497) (1,276) (1,697)
otras personas?

Tabla 4
Medias y desviaciones típicas de la muestra total, el grupo de practicantes de BDSM
y el grupo de no practicantes de BDSM, con una escala de medida de 0 (nada) a 10
(mucho).

Medias (y desviaciones típicas)

Muestra total BDSM No BDSM


Ítems
(N= 247) (N=136) (N=111)

¿En qué medida


crees que vives tu 8,10 8,16
8,13
sexualidad de
(1,923)
acuerdo a tus (2,016) (1,812)
propios valores?

¿En qué medida


haces cosas que
muestran tu interés
8,18 8,34 7,98
por mejorar tu nivel
de conocimientos e
(1,826) (1,761) (1,892)
información sobre la
sexualidad?

¿En qué medida


crees que tu salud
8,49
sexual depende de 8,64 8,37
(1,755)
tus (1,589) (1,877)
comportamientos?

¿Con qué
frecuencia utilizas
algún tipo de 7,28 7,43 7,10
protección contra (3,513) (3,478) (3,562)
las ITS?

56
Anexo 6. Tablas y gráficos pertenecientes al análisis de datos del grupo
que practicaba BDSM.

Tabla 1

Tipos de prácticas BDSM llevadas a cabo por el grupo de personas que practicaban
BDSM

Tipo de práctica BDSM Número de personas que lo practican

Bondage 98

Dominación 92

Sumisión 87

Sadismo 54

Masoquismo 48

Figura 1

Número de personas del grupo que prácticaba BDSM que practicaban prácticas de tipo
bondage, dominación, sumisión, sadismo y masoquismo.

Tipos de prácticas BDSM llevadas a cabo


120

100

80

60

40

20

Bondage Dominación Sumisión Sadismo Masoquismo

57
Tabla 2
Grado de malestar y disfuncionalidad experimentado por practicar BDSM, la escala
de medida comprendía los valores de 0 (nada) a 10 (mucho)

Valores Número de personas

0 (Nada) 76

1 17

2 14

3 4

4 3

5 6

6 7

7 5

8 2

9 1

10 (Mucho) 2

Figura 2. Grado de malestar y disfuncionalidad derivado de las prácticas de BDSM.

Grado de malestar y disfuncionalidad


experimentado por practicar BDSM
80
70
60
50
40
30
20
10

58
59

También podría gustarte