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1.

EL VERDUGO:
(Sentado a la mesa, comiendo.) ¿Cuántos pares de medias gastas al día?
2. LA MUJER:
(Que se está poniendo un par de medias.) ¿Por qué sales ahora con eso? A veces hago durar
un par de medias una semana.
3. EL VERDUGO:
Confiesa simplemente cuántos pares de medias gastas al día. Confiesa sin evasivas.
4. LA MUJER:
Gasto lo que gasta cualquier señora. Si quieres, ando sin medias. No van a hablar mal de
mí, sino de ti.
5. EL VERDUGO:
No le des vuelta. Confiesa.
6. LA MUJER:
Si quieres, te hago una lista de todo lo que me pongo con precios y todo. ¿Acaso yo te
reclamo el dinero que gastas con otras mujeres?
7. EL VERDUGO:
No estoy hablando de eso. Conozco el truco. ¡Yo las conozco bien a ustedes!
8. LA MUJER:
¿A quiénes? (Pausa.) ¿A quiénes?
9. EL VERDUGO:
La carne está dura. No le entra el cuchillo. Es una porquería.
10. LA MUJER:
Si no fueras tan estúpido y exigieras más por el puerco trabajo que haces, podríamos
comprar carne de primera. (Pausa.) ¿No tengo bonitas piernas? Si tuviera las piernas flacas
y torcidas tendrías derecho a protestar. Ninguna de las mujeres de tus compañeros tiene
unas piernas como las mías. El otro día las estuvimos comparando y las dejé boquiabiertas.
Tú mismo jefe…
11. EL VERDUGO:
¡Cállate! (Pausa.)
12. LA MUJER:
Estás cansado.
13. EL VERDUGO:
Tengo un trabajo duro. (Pausa.)
14. LA MUJER:
Te preocupas demasiado.
15. EL VERDUGO:
Si trabajara en una oficina, si fuera un maldito burócrata, no tendría que preocuparme. Pero
a mí me entregan un tipo para hacerlo hablar. ¡Y yo tengo que hacerlo hablar!
16. LA MUJER:
Si salieras un poco más conmigo…
17. EL VERDUGO:
Tengo que hacerlo hablar. ¿Sabes lo que es eso?
18. LA MUJER:
Podríamos repetir la luna de miel. Al fin y al cabo no llevamos mucho de casados.
19. EL VERDUGO:
Tengo que hacerlo hablar. Solo sé eso. Que tengo que hacerlo hablar.
20. LA MUJER:
Soy linda, ¿No es cierto?
21. EL VERDUGO:
Si habla rápido, quedo todo loco. No sé qué hacer. Habla y habla, y yo le grito que hable, y
él habla. ¡Maldito sea! ¡No le entra el cuchillo! En lugar de andarte pavoneando deberías
preparar una carne que le entrara el cuchillo. ¿Para quién te pavoneas? ¿Hum? ¿Para el
jefe? ¡Eres una mujer casada!
22. LA MUJER:
¡Qué diablos te pasa hoy! (Pausa.)
23. EL VERDUGO:
Me tocó un tipo duro. Un tipo más duro que un riel. (Por la carne.) Esto es un cuero.
24. LA MUJER:
Si fuera para tener celos, debería tenerlos yo y no tú. Me han contado todas tus historias.
Las de antes y las de ahora.
25. EL VERDUGO:
No abrió la boca. (Por la carne.) ¿La compraste en la zapatería?
26. LA MUJER:
(Riendo.) Te han llenado la cabeza de cuentos… Ese viejo baboso…
27. EL VERDUGO:
¿Por qué no confiesas? (Por la carne.) La hubieras cocinado en soda cáustica. ¿Qué es lo
que quieren? Los tenemos cercados, los conocemos a todos. ¿Es que no se dan cuenta?
28. LA MUJER:
Ese viejo baboso puede ser todo lo jefe que quiera, pero a mí no me gusta.
29. EL VERDUGO:
Le hicimos el tratamiento de las uñas y no hacía más que mirarnos. Nos miraba con ojos de
vaca, de vaca degollada. ¡Todo ojos!
30. LA MUJER:
No hagas ese ruido con el cuchillo. Me destempla los dientes.
31. EL VERDUGO:
¡Todo ojos! Los ojos llenaban el cuarto.
32. LA MUJER:
Aunque diga que te va a aumentar el sueldo. No me gusta.
33. EL VERDUGO:
Le pusimos fuego en los pies.
34. LA MUJER:
Siento mucho no poderte ayudar en eso, pero no me gusta.
35. EL VERDUGO:
Le agarró un temblor. ¡Después de ese temblor, siempre hablan! ¡Y nada!
36. LA MUJER:
No me gusta.
37. EL VERDUGO:
Ni una palabra. Ni una maldita palabra.
38. LA MUJER:
¡No me gusta! ¡No me gusta que hables de esas porquerías! (Pausa.)
39. EL VERDUGO:
¡Ah! ¿No te gusta?
40. LA MUJER:
No, no quiero saber nada de ese maldito oficio. ¿No eres capaz de hacer otra cosa? Hay
muchos oficios en este mundo. ¿Por qué tenías que escoger el más asqueroso? Cuando nos
casamos me dijiste que trabajabas con la policía. ¡Pero no me dijiste lo que hacías!
41. EL VERDUGO:
Entonces, no te gusta el oficio.
42. LA MUJER:
No. Me da asco. Me da vergüenza. No puedo…
43. EL VERDUGO:
Confiesa, escupe todo.
44. LA MUJER:
No puedo tener amigas.
45. EL VERDUGO:
Pero amigos sí… Estoy bien informado. Sigue. Larga todo.
46. LA MUJER:
No puedo mirar a nadie a la cara. Es como si tuviera una enfermedad.
47. EL VERDUGO:
Si quieres llámalo enfermedad. Yo le llamo oficio. Putería.
48. LA MUJER:
Y yo les quiero explicar que yo no tengo nada que ver, que a mí no me gusta lo que haces.
Que no me gusta, que me repugnan esas porquerías.
49. EL VERDUGO:
Pero te gustan tus porquerías. (Vuelca la mesa.) ¡Y te gusta la comida que se paga con mis
porquerías! ¡Te gustan los vestidos comprados con mis porquerías! (Va al armario y
comienza a romper vestidos, medias.) Todo esto sale de esa porquería. Por una uña
arrancada de raíz cambiaron estos zapatos y estas medias por unas piernas mordidas con
alicate. (Le arranca el vestido a ella.) Anda, anda desnuda donde el jefe. Puta, puta de
mierda.
50. LA MUJER:
Juan, estás loco.
51. EL VERDUGO:
Tienes los ojos como él.
52. LA MUJER:
Juan, soy yo.
53. EL VERDUGO:
Los ojos como él. Como él. Todo el cuarto lleno de ojos. (Levanta el cuchillo del suelo.)
¿Es qué no es suficiente con las uñas? ¿Por qué no confiesas? ¿Por qué no dices todos los
tipos que tienes? ¿Vienen aquí? ¿Lo hacen en esa cama?
54. LA MUJER:
Juan…
55. EL VERDUGO:
¿No es suficiente con las uñas? ¿No es suficiente quemarte los pies?
La mujer sale por la puerta del fondo y el verdugo la sigue. Oscuro

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