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Max Horkheimer y Theodor Adorno

La industria cultural. Iluminismo como mistificación de masas

Notas –
En la obra de arte, en efecto, el momento mediante el cual trasciende la realidad resulta
inseparable del estilo: pero no consiste en la armonía realizada, en la problemática unidad de
forma y contenido, interior y exterior, individuo y sociedad, sino en los rasgos en los que aflora la
discrepancia, en el necesario fracaso de la tensión apasionada hacia la identidad. En lugar de
exponerse a este fracaso, en el que el estilo de la gran obra de arte se ha visto siempre negado, la
obra mediocre ha preferido siempre semejarse a las otras, se ha contentado con el sustituto de la
identidad. La industria cultural, en suma, absolutiza la imitación. Reducida a puro estilo, traiciona
el secreto de éste, o sea, declara su obediencia a la jerarquía social. La barbarie estética ejecuta
hoy la amenaza que pesa sobre las creaciones espirituales desde el día en que empezaron a ser
recogidas y neutralizadas como cultura. Hablar de cultura ha sido siempre algo contra la cultura.

Sólo la obligación de inscribirse continuamente —bajo las amenazas más graves— como experto
estético la vida industrial ha esclavizado definitivamente al artista. En una época firmaban sus
cartas, como Kant y Hume, calificándose de “siervos humildísimos”, mientras minaban las bases
del trono y del altar. Hoy se tutean con los jefes de estado y están sometidos, en lo que respecta a
todos sus impulsos artísticos, al juicio de sus jefes iletrados. E1 análisis cumplido por Tocqueville
hace cien años se ha cumplido plenamente. Bajo el monopolio privado de la cultura acontece
realmente que “la tiranía deja libre el cuerpo y embiste directamente contra el alma. E1 amo no
dice más: debes pensar como yo o morir. Dice: eres libre de no pensar como yo, tu vida, tus
bienes, todo te será dejado, pero a partir de este momento eres un intruso entre nosotros”3.
Quien no se adapta resulta víctima de una impotencia económica que se prolonga en la
impotencia espiritual del aislado. Excluido de la industria, es fácil convencerlo de su insuficiencia.
Mientras que en la producción material el mecanismo de la oferta y la demanda se halla ya en vías
de disolución, continúa operando en la superestructura como control que beneficia a los amos.
Los consumidores son los obreros y empleados, farmers y pequeños burgueses. La totalidad de las
instituciones existentes los aprisiona de tal forma en cuerpo y alma que se someten sin resistencia
a todo lo que se les ofrece. Y como los dominados .han tomado siempre la moral que les venía de
los señores con mucha más seriedad que estos últimos, así hoy las masas engañadas creen en el
mito del éxito aun más que los afortunados. Las masas tienen lo que quieren y reclaman
obstinadamente la ideología mediante la cual se las esclaviza.

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