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7 CLAVES PARA DEASARROLLAR UNA GRAN HISTORIA

A PARTIR DE UNA PEQUEÑA IDEA

1-CONCRETA TU IDEA: 
No es nada raro que el germen de nuestro futuro relato o
novela sea una idea bastante genérica o vaga, algo
como «Alguien se lleva una sorpresa ridícula que le hace
replantearse su vida», o «En el futuro, las máquinas cobran
vida».
Eso es porque ya tenemos claro qué tipo de historia
queremos escribir, o qué queremos que el lector se lleve
de la lectura, y bienvenido sea. Es camino que tenemos
adelantado, sin duda.
Pero para que la historia empiece a tomar
pie necesitamos que esa idea genérica se transforme
en algo concreto, palpable. Algo único, por tanto.
Para ello puedes hacerte estas preguntas:
-¿QUIÉN PROTAGONIZA TU HISTORIA? No es lo mismo
si la sorpresa absurda del primer ejemplo se la lleva un
señor de mediana edad, que si es la presidenta de un gran
país, que si se trata de una preadolescente de 12 años. En
el segundo ejemplo, «las máquinas cobran vida», no es lo
mismo si el protagonista es un detective, que si es una
científica, que si es uno de los robots que cobran vida,
o toda una comunidad de personas a las que ese hecho les
afecta.
Truco: Elige aquel personaje al que el problema
impacte más. Seguro que así el relato es más interesante.
-¿QUÉ LE PASA A TU PERSONAJE PROTAGONISTA,
QUÉ QUIERE CONSEGUIR? 
Ese personaje o personajes protagonistas van a tener un
objetivo en la historia, y es bueno que lo conozcas cuanto
antes (mejor si es antes incluso de empezar a escribirla).
Pueden ser un reto que tienen que superar, un problema
que tienen que resolver, na difícil elección que tienen que
tomar, un misterio que tienen que resolver, un objetivo que
tienen que lograr, una amenaza de la que tienen que
escapar…
Todas estas son posibilidades para esos personajes,
siempre dentro de esa idea genérica. A lo mejor el
personaje de la sorpresa absurda es una preadolescente de
12 años que se da cuenta de que tiene un talento innato
para imitar voces y sus compañeros quieren convencerla de
que se entere de las pruebas de un examen con una
llamada telefónica (difícil elección).
-¿Y QUÉ LE IMPIDE ALCANZAR ESE OBJETIVO?
Una vez que tienes claro qué le ocurre a tus protagonistas,
para desarrollar la trama tendrías que imaginar -aunque
sea grosso modo– algunos factores o elementos que se van
a interponer en su camino cuando intente alcanzar ese
objetivo. También aquí hay muchas opciones, que pueden
integrarse en tres grandes grupos:
-Obstáculos externos: circunstancias, eventos o
elementos que escapan totalmente al control de tu
protagonista y que puede impedir o retrasar su objetivo.
Algunos ejemplos pueden ser fenómenos atmosféricos,
como tormentas, lluvia, sequía; accidentes, piezas que
faltan para completar el objetivo, aparatos que no
funcionan… Por ejemplo, el detective de la historia de los
androides puede encontrarse con que las cámaras que
debieron grabar un asesinato ese día no funcionaron
porque hubo una tormenta solar.
Me parece que este obstáculo externo va a impedir que mi
personaje entregue a tiempo el proyecto.
-Obstáculos internos o inconvenientes: en este caso, el
problema viene de la misma personalidad o circunstancias
de tu protagonista. Algo que podrían cambiar, pero que
nunca se han planteado, o les cuesta mucho.
-Otros personajes (contraintenciones): por último,
algo que se puede interponer entre tu protagonista y su
objetivo es, sencillamente, otro personaje. Este puede ser
un enemigo, un competidor o, simplemente, alguien que
hace algo que obstaculiza el objetivo de tu personaje
-incluso sin querer. En este artículo hablo de ello con
calma.
2-LLEVA TU IDEA AL EXTREMO:
Como explicaba en este antiguo artículo de mi blog, hay
una regla no escrita en escritura: habitualmente, el lector
se emociona más cuánto más significa esa historia
para los personajes.
Por poner un ejemplo tonto, si el problema principal de
tu personaje es que pierde la cartera, lo más
probable es que esa historia no resulte muy
interesante para los lectores (aunque hay formas de que
lo sea, algunas las vemos más adelante en este
mismo post).
Sin embargo, si en la cartera ese personaje llevaba
algo muy importante, vital, eso ya es otra cosa. La
emoción aumenta. O si la cartera es la gota que colma el
vaso de una serie de desdichas que aquejan al personaje,
de nuevo, estamos ante un problema más interesante.
Lo que estamos haciendo es llevar las ideas un poco hacia
el extremo, para que las consecuencias de la historia
afecten más al personaje y, por tanto, resulta más
interesante saber qué va a ocurrir.
Muchas veces me encuentro en mis talleres relatos o
novelas en las que los personajes piensan en robar algo
pero no lo hacen, o están a punto de perder algo o
alguien pero no lo pierden… parece que hay una
resistencia a que les pasen cosas graves a los personajes,
e, irónicamente, pueden hacer nuestra historia mucho más
interesante. Porque les afectan más.

¿Por qué crees que hay tantas novelas sobre personajes


que tienen que salvar el mundo, por ejemplo?
Ojo: no quiero decir que si tu personaje no se está jugando
el mundo o su propia existencia, el cuento o novela no vaya
a tener interés. Por supuesto que puede tenerlo.
Pero detenerse un momento ante nuestro conflicto
principal, y ver si podemos extremarlo un poco,
siempre puede venir bien. Solamente darle un punto
más en ese sentido puede hacer que la historia, de repente,
resulte más atractiva.
3-HAZ QUE TU PERSONAJE TENGA DUDAS Y META LA
PATA.
Otro pequeño elemento que puede dar mucho juego en tu
trama es que el personaje  no sea perfecto. Os dejo
tres elementos que pueden ayudar a que tu historia cobre
interés:
LOS DEFECTOS: Hablábamos antes de los
«inconvenientes», es decir, de los obstáculos que vienen de
la propia personalidad de los personajes. La timidez, la
indecisión, la avaricia, la cabezonería, la excesiva prudencia
o la excesiva osadía… todos ellos pueden hacer que
nuestro personaje meta la pata en algún momento
clave y la historia tome un giro más interesante y más
realista.
EL AUTOSABOTAJE: Especialmente en una novela, donde
hay más espacio para contemplar el desarrollo del
personaje, es muy interesante ver cómo se manifiesta
el miedo a salir de la zona de confort -incluso cuando
esta se ve como «negativa»- y el miedo al éxito. Muchos
de los más interesantes personajes de la literatura tenían
este conflicto a sus espaldas.
HACER ALGO MALO: Es curioso que, como avanzaba en el
punto anterior, me encuentro muchos personajes
protagonistas que se resisten, no solo a meter la
pata, sino también a hacer algo «malo» o inmoral.
Vámonos con un personaje carismático: la Bruja Avería
Prácticamente casi nunca mienten (igualito que las
personas en la vida real   ), no hablemos ya de robar,
estafar, culpar a otros, acusar sin pruebas y miles de
situaciones que vemos cómo suceden a nuestro alrededor
todos los días.
Por último, enlazo un vídeo del escritor Javier Miró que,
en su canal de Youtube, proponía el conflicto
moral como forma de dar interés al conflicto de un
personaje y me ha parecido muy útil e interesante.
4-¿TU IDEA TE RESULTA DEMASIADO TÓPICA?
AÑÁDELE MÁS «TÚ».
Digamos que tienes ya una idea, la has concretado (punto
1), llevado un poco al extremo (punto 2) y trabajado al
personaje para que sea más interesante (punto 3), pero
todavía… la trama te sigue sonando a algo que has
leído o visto en muchos libros o películas. El típico
«elegido» que tiene que salvar el mundo; la típica
chica modosita de la que se enamora un chico popular; el
típico enfrentamiento entre buenos y malos en un entorno
de fantasía; el típico descubrimiento científico o religioso
que desencadena una serie de asesinatos…
Por supuesto, puedes intentar darle un giro inesperado
a tu historia, eligiendo cualquiera de los pasos habituales
de ese tipo de tramas y dándole la vuelta (por ejemplo:
la chica modosita en realidad es lesbiana y se liga a la
novia del chico popular).
Pero lo que mejor suele funcionar -y que puede ser algo
más difícil de lo que parece a simple vista- es,
simplemente, añadirle más de ti a tu historia.
¿Qué quiero decir? Que en lugar de buscar un giro
rebuscado y forzado para resultar original, puedes buscar
la originalidad que ya tienes. La tuya.
¿Qué es lo que te hace una persona única, diferente,
alguien como no hay nadie más en el mundo? ¿Qué te
gusta, o qué odias? ¿Qué hobby tienes, o qué ropa, o qué
estudios, o qué aspiraciones? ¿Qué pequeña manía, que
tanta gente no entiende? ¿Qué comportamiento absurdo a
primera vista?
Gwendoline Christie fue víctima de bullying de pequeña por
ser tan alta y parecer algo «anddrógina» (sus palabras). Y
ahora es una estrella justo por un papel que explota lo que
le hace diferente.
Pues úsalo, sazona tu historia con algo de eso.
Se me viene a la memoria un proyecto en el que está
trabajando una de las finalistas del I Premio Ripley, Coral
Carracedo, Sicalípticas, que creo que ella define como Sexo
en Nueva York en el futuro con personajes LGTB.  Géneros
y temas que a ella le interesan y que -¡sorpresa!- resulta
en algo muy original. También otras autoras premiadas o
finalistas del I Premio Ripley, como Miriam Jiménez,
o Iranzu Tato se inspiraron en su trabajo para la idea de su
novela; Alicia Sánchez, en el pueblo en el que veraneaba de
pequeña y Gisela Baños, en su interés por la física del
tiempo. Y seguro que muchas más de las que no tengo
datos, así como muchas novelas reconocidas, basan parte
de su originalidad o personalidad en detalles únicos de sus
autores.
Ahora se trata de encontrar lo que a ti te hace
diferente…   De todo esto hablo con mucha más
tranquilidad, y con ejercicios, en mi ebook «En busca del
estilo propio».
5-ATRÉVETE A BUCEAR EN LA PROFUNDIDAD DE TU
IDEA:
Esta es una cuestión que traté en uno de mis artículos del
año pasado, ya que puede resolver muchos bloqueos y
atascos en la trama. Pero también es muy bueno tenerla 
en cuenta para darle más interés a tu idea.
Se reduce a contestar a una pregunta (muchas veces de
difícil respuesta): ¿qué tema subyace en tu historia?
¿De qué habla, a nivel más profundo?
Todas las historias tratan -o tienen el potencial de tratar-
sobre algo que es una preocupación para muchas personas.
Una preocupación humana, al fin y al cabo.
Si nuestra anodina historia sobre ese personaje que pierde
la cartera resulta que, en el fondo, trata sobre la
necesidad de aceptar las pérdidas y seguir
adelante con tu vida… ¿no resulta, de inmediato, más
interesante y más emotiva? Temas como la soledad, el
deseo de mejorar, la envidia, la pérdida de la inocencia, el
miedo a la locura, el rechazo a lo desconocido, el dolor -o el
orgullo- de sentirse diferente… Hay miles de posibles temas
de fondo para tu historia.
De hecho, una trama -sea cual sea, la de la pérdida de la
cartera, la de los androides que cobran vida- podría tratar
cualquiera de esos diferentes temas. A veces «la idea»
es lo de menos: si tenemos un tema que va cobrando
fuerza, adueñándose de la trama y de las acciones y
consecuencias de tu protagonista, la idea inicial es lo de
menos. Nos emociona, nos impacta y nos resulta
intrigante por el tema que está tratando. Con eso es
con lo que empatizamos, finalmente, en un relato o una
novela.
Sin embargo, muchas historias muy bien tramadas que leo
a menudo (en mis talleres pero también en libros
publicados) no se han atrevido más que a mostrar la
superficie: los hechos, las anécdotas, los giros de la
trama. Están entretenidas, claro, pero -generalmente- en
cuanto terminan, se olvidan. No dejan poso.
Adentrarse en las profundidades de nuestra idea, en
aquello que realmente queremos contar, exige valor.
Porque es, al final, un viaje dentro de nosotros mismos,
de aquello que amamos, odiamos, tememos o deseamos.
Pero el resultado -siempre- merece la pena. Una vez
sabemos cuál es nuestro tema, de qué queremos hablar
realmente, podemos trabajar nuestro relato o novela para
que ese tema vaya saliendo a la luz y la historia se crezca
con una nueva luz.
6-NO DEJES EL DESENLACE PARA EL FINAL.
Sé que muchas de las personas que escriben
-especialmente cuando se trata de relatos- se van dejando
llevar por las páginas y los personajes a ver «a dónde les
lleva la idea». Como punto de partida para un relato
puede servir (como novela probablemente acabarás
eliminando mucho, con lo que eso duele), pero, en algún
momento, es bueno también sentarse a pensar
tranquilamente en el desenlace. Y si puedes, incluso, te
aconsejaría que no lo dejaras para el final, sino que lo
pienses aunque sea un poco antes, a la mitad de la
escritura -para después tener que reescribir menos.
Justamente el desenlace suele ser uno de los puntos
flacos de la mayoría de las historias que leo (y de
muchas que nos enviaron al Premio Ripley y no resultaron
ganadoras o finalistas). Especialmente me encuentro:
– desenlaces acelerados (en plan «ya tengo prisa por
terminar, en dos párrafos resumo los diez meses finales de
la historia«)
-desenlaces que no tienen que ver con el conflicto
principal del cuento («sí, empecé hablando de un
accidente  y sus consecuencias en una familia, pero es que
uno de los personajes se enamoró de otro y…«)
-desenlaces cortantes («no tengo ni idea de cómo
acabar esta historia, la voy terminar así mismo«)
-Deus ex Machina («Voy a hacer que aparezca un
personaje, o un descubrimiento, que lo solucione todo,
porque no sé cómo salir de este entuerto«).
Un buen desenlace tiene que ver con el conflicto principal,
y, generalmente, tiene algo de sorpresa, pero bien
preparada: lo comento en este post con muchos ejemplos.
Retomando el punto anterior, un buen desenlace es,
además, la culminación del tema del que está
tratando el relato o la novela. Si no lo tienes claro tú
mismo/a, es posible que el desenlace al que llegues no sea
el mejor posible.
Un ejemplo de final inesperado.
Revisar con calma tu historia, y lo que quieres contar,
sería un buen primer paso para decidir qué desenlace
quieres dar a tu texto. Pero, incluso después, te
recomiendo un juego: haz una lista de posibles
desenlaces. No te quedes solo con el primero que se
te ocurra (muchas veces es un tópico, o el cansancio nos
juega una mala pasada): piensa cinco desenlaces
diferentes, totalmente distintos. O, qué demonios, piensa
diez. 
Si buscas diez desenlaces para tu historia, por fuerza
habrás salido de los tópicos de siempre (que serán los dos
o tres primeros) y de los más esperables (que serán los dos
o tres siguientes). Y alguno puede que te sorprenda a ti
también.
7- INTENTA QUE ESTÉ LO MEJOR ESCRITA POSIBLE.
Este consejo vale para todo momento y lugar, y no solo
para crear trama, pero lo repito cada vez que puedo: no
solo la idea es esencial a la hora de escribir un relato o
novela, la forma importa. Y mucho.
Como explico en este artículo -uno de los que más
orgullosa estoy– la forma es lo que diferencia esto:

De esto:

En literatura ocurre EXACTAMENTE IGUAL. En el


artículo lo explico con mucho detalle y ejemplos. La forma
importa, es más: es esencial para disfrutar de la historia,
para emocionarnos. ¿Te impacta igual la primera
foto random del pueblo nocturno que el cuadro de Van
Gogh? No, ¿verdad?
Las palabras que elegimos, la redacción que
utilizamos, las faltas de ortografía, la claridad, el
ritmo… todo eso INFLUYE en la experiencia de leer tu
texto. Ninguna idea va a llegar a ser una historia
verdaderamente grande si te conformas con una escritura
descuidada.

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