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1 - Calidad de Suelo Agrícola y CC PDF
1 - Calidad de Suelo Agrícola y CC PDF
Ediciones INTA
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Caviglia et al. 2016. Serie de Extensión INTA Paraná Nro. 78:27-32
Introducción
El suelo es un componente activo en la regulación de las emisiones y captura de los gases de
efecto invernado (GEI). El incremento en la concentración atmosférica de esos gases está directamente
relacionado al calentamiento global y el cambio climático asociado al mismo. El cambio climático provoca
modificaciones en los patrones regionales de temperatura, precipitaciones y frecuencia de eventos
extremos (sequías, inundaciones). Estos cambios pueden afectar los procesos de regulación de GEI de
los suelos impactando en la productividad y calidad de los mismos.
Los objetivos de este trabajo son: a) describir brevemente el cambio climático y sus factores
causales, enfatizando el rol de los suelos en producción agrícola, ganadera y forestal de la Argentina, b)
analizar los mecanismos involucrados en la emisión de gases de efecto invernadero desde los suelos, c)
enumerar los posibles impactos del cambio climático en los suelos y finalmente d) proponer algunas
estrategias de mitigación y adaptación al cambio climático.
Figura 1. Emisiones de GEI por sectores económicos. Tomado de IPCC, 2014. AFOLU: Agricultura, forestación y
otros usos de la tierra.
0-5 cm
2.0 y = -0,78x + 1,41
1.5
(g 100 g suelo )
-1
1.0
Las prácticas de manejo también afectan a las emisiones de otros GEI como N2O y CH4.
Incrementos en las concentración en el suelo de N-NO3 por la fertilización nitrogenada se han asociado
con pérdidas de N2O debido a procesos de desnitrificación cuando existen períodos de anaerobiosis en
el suelo (Alvarez et al., 2012). La mayor fuente de emisión de GEI en el sector agrícola es el N2O
asociado al uso de fertilizantes nitrogenados (Fundación Bariloche, 2000), la fijación biológica de N y la
mineralización de N del suelo. La baja contribución de la agricultura argentina a las emisiones globales
de GEI (World Resource Institute, 2012) estaría asociada a que el uso de fertilizantes nitrogenados
representó sólo entre el 14 y 45% del N extraído por los granos en las últimas dos décadas (García y
González Sanjuan, 2013).
Las emisiones de CH4 son atribuidas principalmente a la fermentación digestiva en rumiantes o
la descomposición anaeróbica del COS en suelos inundados de arroceras. Se estima que la Argentina
realiza un escaso aporte a las emisiones globales de metano desde el suelo, ya que los suelos
inundados para la producción de arroz promediaron unas 230.000 ha entre las campañas 2009-2012, lo
que representa un 0,14% de la superficie global del cultivo (FAOSTAT, 2015).
Numerosos ecosistemas naturales están transformándose en agroecosistemas por el avance de
las fronteras agrícolas y el desplazamiento de la actividad ganadera (Paruelo et al., 2006; Baldi y
Paruelo, 2008; Viglizzo et al., 2011; Wingeyer et al., 2015). Asimismo, gran proporción de los sistemas
ganaderos se han intensificado, incluyendo rotaciones con cultivos anuales y pasturas para ensilar. A
ello se suma la necesidad de producir biocombustibles de segunda generación a partir de residuos de
cosecha, como herramienta de mitigación del cambio climático. En todos estos casos, la transición
involucra una modificación importante en los flujos de materia y energía del suelo, llevando a
reducciones en el almacenaje de C en el suelo (e.g. Viglizzo et al., 2011; Novelli et al., 2011, 2013) y de
otros elementos relacionados con la funcionalidad y productividad de los suelos.
La producción animal en confinamiento o semi-confinamiento genera una enorme concentración
de heces y orina sobre el suelo. Asimismo, la creciente agroindustria y las producciones pecuarias
intensivas generan subproductos y residuos orgánicos, que se están utilizando como enmienda orgánica
o fuente de nutrientes. Sin embargo, el manejo de estos aportes orgánicos requiere de mayores estudios
para reducir emisiones de GEI desde el suelo e incrementar el almacenaje de C y de otros elementos
valiosos para la calidad del suelo, sin generar consecuencias adversas en los ecosistemas. Estos
aspectos están siendo abordados por el proyecto específico del INTA “Aprovechamiento de residuos
para aumentar el reciclado en el suelo. Sumideros de carbono y emisiones del suelo” (INTA, 2015).
eventos climáticos extremos como sequías prolongadas, olas de calor o frío e inundaciones y iv) el
aumento del CO2 atmosférico.
La Tabla 1 resume algunos impactos de variables afectadas por el cambio climático sobre el
almacenaje de C en los suelos con uso agrícola en Argentina, los que a su vez contribuyen al ciclo de
GEI
Tabla 1. Impacto del cambio climático sobre el almacenaje de carbono (C) en el suelo y efecto consecuente sobre la
captura o emisión de gases de efecto invernadero (GEI)
Efecto sobre
Cambio Resultado sobre almacenaje
Consecuencia cambio climático
climático de C en el suelo
(CC)
Cambios (+/-) en los retornos de biomasa al Captura /emisión de
Cambia (+/- ) almacenaje de C
suelo CO2
+/- PP anual Cambios en el uso de la tierra (desmonte,
Emisión GEI
avance de frontera, abandono de tierras Cambia (-/+) almacenaje de C
/captura de CO2
improductivas)
Erosión hídrica Pérdida de C Emisión de GEI
Eventos
Emisión de CH4 y
extremos con Inundaciones con escasa producción de Reducción de almacenaje de C, N2O
mayor PP biomasa otros cambios químicos
Eventos
extremos con Sequía con escasa producción de biomasa Reducción de almacenaje de C Emisión de CO2
menor PP
mayor CO2
Producción de biomasa Incremento almacenaje de C Captura de CO2
atmosférico
Reducción de la duración de la etapas de
Reducción (C3) o mantenimiento Emisión de CO2 o
mayor T media los cultivos y menor (C3) o igual producción
(C4) del almacenaje de C equilibrio
(C4) de biomasa
PP: precipitaciones; T: temperatura; C3: metabolismo fotosintético carbono 3; C4: metabolismo fotosintético carbono 4.
Adaptación
Dentro de las posibles alternativas de adaptación a un incremento en la temperatura por el
cambio climático (olas de calor, noches más calurosas) puede señalarse la utilización de cultivos o
genotipos con mayor tolerancia al estrés térmico, así como el ajuste de la fecha de siembra y el ciclo de
los cultivos para ubicar los periodos críticos de definición del rendimiento en momentos de menor riesgo.
Por otra parte, para minimizar el impacto sobre el suelo de un cambio en el régimen pluviométrico
(precipitaciones torrenciales, erráticas, episodios de sequías e inundaciones), se deberían aplicar
prácticas que garanticen la mayor cobertura vegetal viva o muerta del suelo en tiempo y espacio. La
utilización de siembra directa y cultivos de cobertura son prácticas recomendadas para el logro de dicha
premisa. También es importante el manejo de los escurrimientos, los que deberían contemplar el nivel de
cuenca y no de un lote en particular. Esto es crítico no sólo para reducir los procesos erosivos en el lote,
sino también para minimizar la pérdida de cultivos por anegamientos y el impacto de los excesos hídricos
sobre la infraestructura rural y urbana.
Conclusiones
Los suelos del sector agropecuario argentino contribuyen muy poco a las emisiones globales de
gases de efecto invernadero. Sin embargo, la aplicación de estrategias de mitigación resulta en una
mejora de la calidad de los suelos y en la eficiencia en el uso de algunos insumos. Esto posicionaría
mejor a los productos agrícolas nacionales en los mercados globales al reducir su huella de carbono.
En relación al rol del suelo como destino del carbono atmosférico se debe asumir que los
mecanismos son fácilmente reversibles y que requieren de un manejo ajustado para no perder el
carbono capturado. En este sentido cobra relevancia diseñar alternativas de captura de carbono que
permitan lograr una mayor estabilidad en el tiempo.
Los escenarios previstos indican la necesidad de aplicar medidas de adaptación a los eventos
extremos que se producirán cada vez con mayor frecuencia. Estas medidas deberán diseñarse de
acuerdo a las condiciones edafoclimáticas y el sistema productivo de cada región.
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