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como «¿qué ha pasado?» o «¿quién te lo ha hecho?

», pero sí que he echado en falta algo más de


tacto. Me lo ha preguntado como el que se junta con el vecino y habla del tiempo. Da igual.
Si supiese la verdadera forma en la que me hice ese corte, otro gallo cantaría.
Más tarde mi hermana (con la que sigo molesto) entra en mi cuarto ignorando la mirada que le
lanzo por pasar sin llamar.
—Está mejor, algo roja. Pero vamos, que si yo consigo tapar mis granos, con un poco de base
se soluciona.
—No quiero maquillarme.
—No es maquillarse, es tapar secretos —comenta despreocupada mientras se pasa el índice
por su zona de la cara con más acné—. Y para tu información, los chicos también se maquillan.
—Yo no.
—Ya veremos.

Hoy tampoco he visto a Alex a lo largo de la mañana.


Me toca aguantar cuchicheos, el apoyo de algunos de la clase (no quiero el apoyo de nadie,
gracias) y a personas con las que nunca antes había mantenido una conversación que vienen para
decirme cosas como «pues mi primo es gay, si quieres puedo presentártelo».
—No soy gay —le respondo a un tío al que no había visto en mi vida.
—¿Por qué no? Es muy majo, alto. Y no se le nota que es gay. —Duda y se corrige a sí mismo
—. Bueno, yo se lo noto porque soy su primo. Pero la gente dice que parece hetero.
—Te he dicho que no.
—¿Eres activo o pasivo? Creo que él es pasivo. ¿Te pone? Mira, te enseño fotos.
Agradezco que falten tres minutos para empezar Redacción Publicitaria. Me siento junto a Gala
y la veo sonreírme, pero cuando intento devolverle el gesto me entran ganas de llorar.
Para alguien de mi edad, que te hagan algo como sacarte del armario es lo peor del mundo. En
serio.

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