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RESUMEN
El presente ensayo tiene como base realizar un pequeño estudio sobre cómo La Ley 715
de 2001, la cual se desarrolla con el fin de poner un punto final a una alta espera a la se
hallaba dócil el desarrollo institucional colombiano desde la Constitución Política de 1991.
Pero no obstante, y a pesar de los innumerables intentos fracasados por expedirla, esta
ley no desplegó los intentos trazados desde la Constitución Política. Esta medida no
facultó la creación de nuevas condiciones sobre las entidades territoriales, no desplegó la
jurisdicción relacionada con la organización del plano de competencias de la nación y de
las entidades territoriales. Adicionalmente, y a pesar de que no formaba parte de los
propósitos que planteó la Constitución la Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial, se
dominó primariamente de la creación de un complicado de figuras asociativas territoriales
cuyo ambiente es administrativo.
Pues bien, el Estado, por medio de los organismos y de las entidades que lo suplen, tiene
como intención buscar el provecho y el bienestar general, para lo cual, soberanamente de
su forma y organización, debe avalar los derechos a las poblaciones con el propósito de
resguardar la dignidad humana. En este sumario, los municipios, distritos y
departamentos, como también los esquemas asociativos territoriales, practican un papel o
una ocupación que cada vez se efectúa de manera más eficiente a partir de que la nación
ha cumplido su proceso de repartición de competencias entre las entidades territoriales
entre varios sectores.
Pues bien, empezamos por decir que nuestro ordenamiento territorial se determinó
anteriormente un periodo de inseguridad originario de las rigideces políticas por enfoques
de ideológicas desiguales que se lidiaban entre un escenario periódico de conflagración
en Colombia, trasladaron a la reciprocidad de posibilidades de ordenamiento que
compendiaron en la destreza las formas federales y unitarias, influenciadas por adelantos
exitosos en el ámbito internacional.
Por otro lado, las provincias estarían conformadas por municipios, distritos y entidades
territoriales indígenas; los departamentos estarían conformados por municipios, distritos,
entidades territoriales indígenas y las nuevas provincias; y las regiones se conformarían
por departamentos. Para estas últimas la Constitución implanta un requisito agregado
para su creación como entidades territoriales, las cuales estribarían de la presencia previa
de la denominada Región Administrativa y de Planificación.
Es así, que las entidades cuyo entorno es administrativa y no territorial poseen como
objetivo la indagación del desarrollo económico y social de su territorio. La disposición
territorial en Colombia logra instruirse en tres instantes distintos de la sucesiva forma,
adicionalmente, la creación de diferentes tipos de entidades territoriales en Colombia
poseería implicaciones muy significativas, ya que llevaría al replanteamiento del mapa
político administrativo. Por lo que, la presencia de más categorías de niveles intermedios
requeriría de una nueva división del adherido de funciones y recursos que presentemente
le incumben a los tres Niveles del Estado.
Pero es así que, actualmente, Colombia no cuenta con una sistemática de clasificación
que consienta diferenciar este tipo de entidades teniendo en cuenta elementos de
población, recursos, categoría económica y posición geográfica, y que obtengan una
repercusión en requisitos de organización, administración y gobierno tal como esboza la
Constitución Política de 1991. En razón a esto la realidad del país se determina por una
alta masa de municipios con capacidades en cuerpo fiscal y administrativo pero son
escasos, lo cual repercute en niveles significativos de sumisión de estos frente a los
recursos derivados de la nación. En caso de los municipios pequeños, que quizá son la
mayoría en nuestro país, los recursos que emanan de fuentes externas se acercan al 82%
del total de los recursos.
Por otra parte, al revisar los desarrollos que introduce la Ley Orgánica de Ordenamiento
Territorial, es indudable que el legislativo no tenía la intención de adelantar la creación de
nuevas categorías territoriales. Lo primero porque esta norma dejó en manos de otra ley
la fijación de las circunstancias para la conversión de la Región Administrativa y de
Planificación en la Región Entidad Territorial, no obstante, en el pasado la creación de
esta entidad fue incluido reiteradamente en los proyectos de Ley Orgánica de
Ordenamiento Territorial. Es así, que las Entidades Territoriales Indígenas (ETIS), sin
embargo, esta ley fue un poco más garantista en el sentido que instituyó, en el parágrafo
2 del artículo 37, la molestia del gobierno, para la exposición del plan relativo a la
reglamentación de la proporción de estas entidades, dentro de un término de diez meses.
Sin dejar atrás, el caso de las Provincias como entidades territoriales, las cuales
concurrieron en Colombia hasta su expulsión con la reforma constitucional de 1945, y que
la Constitución de 1991 envolvió nuevamente como dilema territorial, no surgen
insinuadas en la Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial ni se predijo su clasificación
hacia el futuro, como sí sucedió con las Regiones y las ETIS, que no se han formado
como condición territorial en el ordenamiento anterior.
Empezamos por decir que, la Constitución de 1991 dejó en manos de la Ley Orgánica de
Ordenamiento Territorial la colocación de competencias en cuerpo de ordenamiento
territorial entre la Nación y las entidades territoriales. Esta distribución le correspondería
tomar en cuenta, además los principios de coordinación, concurrencia y subsidiariedad,
los cuales se regulan de las relaciones intergubernamentales en Colombia. En abandono
de esta pauta, nuestro diseño institucional ha sido recursivo al enderezar esta
insuficiencia mediante una extensa dispersión de leyes de carácter ordinario, las cuales
han adelantado primariamente en la tesis de competencias de tipo sectorial.
De otra parte, las expectativas que generó la Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial se
asentaron en el apócrifo instituido en el despliegue de las sucesos de las entidades
subnacionales, esto con el fin de contribuir mayor irradiación acerca de la organización
político administrativa del Estado mediante la tesis de principios y reglas exactos para la
asignación de competencias entre los niveles estatales.
Por lo que, este propósito, que de convenio con la Constitución de 1991 debe instituirse
en el reconocimiento de la autonomía territorial, requiere a su vez, el establecimiento de
ataduras directas del diseño estatal con el reconocimiento de la existencia de
particularidades geográficas, culturales, económicas y sociales de los territorios. En la
actualidad nuestros municipios y departamentos tienen una significativa diversidad y
cuantía de funciones coherentes con habitualmente todos los ámbitos de interposición del
Estado en las cuestiones de interés colectivo. Esta repartición de compromisos ha tomado
como marco, desde la descentralización municipalista, para el cual el nivel nacional debe
ocuparse de aquellos asuntos que conmueven por igual a todos los habitantes del
territorio, en tanto destacan el ámbito de lo local y lo intermedio, y las entidades
territoriales deben arrogarse aquellas cuestiones cuyo impacto está limitado en una
fracción determinada del territorio.
De otra parte, la distancia en la tesis de las reglas y normas generales para la colocación
de funciones y competencias entre la nación y las entidades territoriales, la Ley Orgánica
de Ordenamiento Territorial, tampoco se entró de plasmar la distribución misma de
funciones y competencias. De acuerdo con la Corte Constitucional, no toda asignación
determinada de competencias entre la nación y las entidades territoriales debe ser
realizada por una ley orgánica. En primer lugar, debido a que en varios casos es la propia
Constitución la que fija algunas competencias, las cuales pueden desarrollarse mediante
leyes ordinarias, como son las leyes que reglamentan el sistema de transmisiones, que se
irrumpen de reglamentar los artículos 356 y 357 de la carta, en segundo lugar si la ley
Es así que, las materias que incumben con la ley orgánica en analogía con el
ordenamiento territorial se pueden desplegar en numerosas leyes, ya que desde la
Constitución no se exige a que las mismas estén comprendidas en un documento único,
lo cual ha conducido a que en los pronunciamientos de la Corte Constitucional se haya
preferido hablar de ordenamiento territorial.
Por otro lado, la distribución de compromisos entre los niveles del Estado convendría
tomar en cuenta los elementos de coordinación, concurrencia y subsidiariedad. Sin
embargo la intención de obtener un diseño claro acerca de las posibilidades de realización
de estos principios en acciones compendias por parte de los tres niveles del Estado
todavía está aplazado. La Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial, igual que lo
innovaron otras leyes, como la 136 y la 152 de 1994, se confinó, a definir estos principios
pero no los dotó de un contenido exacto que acceda guiar su aplicación en la pericia de
las relaciones intergubernamentales de nuestro país. Al inicio de coordinación busca que
la Nación y las entidades territoriales ejerzan las competencias de forma articulada,
coherente y armónica. Con la Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial se encierra,
además la participación de los esquemas asociativos en articulación con las autoridades
Por lo que al examinar en la Ley 715 “por medio de la cual se dictan normas en materia
de competencias para organizar la prestación de los servicios de educación y salud, entre
otros”. En adelanto de los artículos 356 y 357 de la Constitución Política y del acto
legislativo 01 de 2001 que reforma estos dos artículos, la Ley 715 de 2001 determina
competencias a la nación, a los departamentos y municipios en materia de servicios
públicos, especialmente en lo relacionado con educación, salud, agua potable y
saneamiento básico.
Con relación al principio de uniformidad, estas leyes definen criterios para la asignación
de los recursos. Primero la Ley 60 que servirá como marco a la Ley 715 instituía en su
artículo 10 que los departamentos y distritos incumbían predestinar de los recursos
transferidos 60% a educación, 20% a salud y 20% a salud y/o educación; y en el artículo
22 intercambiaba los recursos a distritos y municipios por participaciones, de los que trata
el artículo 357 de la Constitución Política que presidió hasta el 2001.
Otras características son las ventajas de este tipo de entidades se pueden ubicar en que
su naturaleza está ligada al cumplimiento de propósitos expresados colectivamente por
las entidades que las conformen, dentro de una lógica de planeación regional; su creación
se orienta al logro de los objetivos adecuados a ayudas colectivos con mayores niveles de
aptitud e impacto y con los mismos recursos; y su creación puede ser de corto, mediano y
largo plazo, ya que dependiendo del tipo de entidad que se conforme, y las intenciones
que persiga, su permanencia puede variar en el tiempo. En efecto, la generalidad de estas
entidades se crean a través de convenios o contrato plan, lo cual permite establecer una
relación dúctil entre las entidades que las accedan.
Sobre el particular, es así que, desde la Constitución política de 1991 estaba presentida la
creación de Regiones Administrativas y de Planificación, las cuales constituyen un
requisito para la creación de Regiones como entidades territoriales, la Ley Orgánica de
Ordenamiento Territorial precisa tanto las precisiones para su creación como los
propósitos que persigue. En el primer aspecto, esta norma precisa su formalización a
través de convenio entre los departamentos que la accedan, autorización de las
asambleas y la necesidad de continuación geográfica. En relación con el segundo
aspecto, si bien la Constitución ya instituía como propósito principal el de la promoción del
desarrollo económico y social, es evidente que con la Ley Orgánica de Ordenamiento
Territorial su propósito se obliga cerca del impulso del desarrollo económico en tanto su
conformación también busca causar la inversión y la cabida territorial.
Es así que, estas desiguales propuestas han hecho parte de dilemas de interrelación que
en el retrospectivo se han discutido alrededor del Distrito Capital y que se han quedado,
en gran parte, en la firma de pliegos y en el afán mediático. La segunda de estas
propuestas se ha acreditado en general con la designación de Ciudad Región, la cual
surgió desde 2001 y sus tentativas han girado cerca de los retos de la globalización, la
promoción de la capacidad, la caracterización de mercados externos y la edificación de
infraestructura.
En el caso de las figuras asociativas entre entidades del nivel local no obstante los
propósitos giran alrededor de los mismos asuntos es viable identificar discrepancias en
relación con la persistencia y con los ámbitos territoriales que abarcan. En el caso de las
asociaciones entre municipios la norma establece la contingencia para que municipios del
mismo o diferentes departamentos se alcancen asociar mediante convenio o contrato
plan. En el caso de las provincias administrativas y de planificación la regla indica que los
municipios deben ser del propio departamento y que su creación debe ser mediante
ordenanza, lo cual puede derivar en una mayor estabilidad en el tiempo en comparación
con las agrupaciones de municipios.
De tal manera que todas estas opciones de asociatividad entre entidades territoriales se
ponen hacia propósitos de generación y fortalecimiento de experiencias de cooperación
intergubernamental propensos a mejorar las posibilidades de la gestión local, para este
tipo de prácticas, dos alternativas diferentes de cooperación, la primera la nombra
cooperación intercomunal de tipo sindical, la cual vive en la asociación de comunas para
afirmar los servicios de gestión local como son el provisión de agua, la recogida de
basuras, actividades culturales y deportivas, etc. La segunda la designa cooperación
intercomunal completada, que tiene como eje la intercomunalidad de proyecto, mediante
la enunciación de objetivos compartidos y la apuesta en frecuente de los medios para
alcanzarlos. Sobre esta última alternativa la tesis de una agenda común, es la mejor
opción para agrupar intereses que garantice la organización a mediano y largo plazo para
el progreso de los territorios.
Finalmente al hablar de la imagen jurídica de los Contratos plan, que compone el principal
mecanismo para la plasmación de los esquemas asociativos de la Ley Orgánica de
Ordenamiento Territorial, nació indistintamente con la reforma de la planificación francesa
de 1982, llevando a que el sistema de planificación del territorio francés deba concebir en
cláusulas de cooperación y coordinación con el ánimo de crear perímetros de gestión
simultánea propensa a la generación de cambios y el logro de soluciones frente a
ambiguas comunes y compartidas. Es decir, que la primordial causa que ha cedido lugar a
la visión de alternativas de cooperación interterritorial se encuentra en el incremento de
las labores que los poderes públicos han poseído que enfrentar y el alcance
supraterritoriales de las dificultades que éstos corresponden solucionar hoy día.
1. La Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial debe definir las competencias entre los
niveles como condición esencial para el ejercicio de la autonomía.
2. Según el Artículo 286 son entidades territoriales los departamentos, los distritos, los
municipios y los territorios indígenas, sin embargo, la última no se configura como
entidad territorial en la práctica, ya que esta contingencia quedó sujeta a la expedición
de la Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial tal como está planteado en el artículo
329.
3. Aunque actualmente existen más categorías municipales que contienen la categoría
Especial, 1ª, 2ª, 3ª, 4ª, 5ª y 6ª, estas están fundadas en dos factores como son
población y recursos, adicionalmente, esta categorización no repercute en la práctica
en la diferenciación de los municipios en materia de funciones, organización y
gobierno, ya que estos factores son exactamente los mismos en todos los municipios.
4. Colombia ha pretendido resolver el debate entre la unidad nacional y la autonomía de
los territorios que la completan. La idea ha girado en torno a definir cuál es el modelo
de Estado más adecuado para fortalecer el proyecto de nación y la permanencia de la
República.
5. Un motivo que llevo al país a formular una nueva Constitución Política fue la
exploración de la reconciliación entre el Estado y el territorio, es decir, entre el Estado
unitario y la independencia regional.
6. El armazón jurídico actual reconcilia a los departamentos y municipios en agentes
delegados del nivel central para la práctica de recursos e implementación de políticas.
7. El proceso de descentralización se ve delicado por el hecho de haberse determinado
al reparto de recursos entre la nación y el nivel territorial.
8. Aunque la Constitución Política le planteó al país una autonomía restringida, ésta
ofrecía significativas posibilidades para compatibilizar y adecuar la organización
territorial a la diversidad del territorio y fundar una nueva relación entre los diferentes
niveles de gobierno.
9. Una política real de Ordenamiento Territorial implica acabar con el esquema actual.
10. La deserción de una norma superior que rija el ordenamiento en materia de
descentralización impide precisar criterios claros sobre competencias.
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