La ética constituye un conjunto de costumbres y normas que dirigen o valoran el
comportamiento humano, en el caso específico de nuestra profesión, ésta nos acompaña a lo largo de nuestra vida, siempre de la mano de los valores personales y la conciencia moral. Como médicos, orienta nuestra conducta hacia la ejecución del acto médico correcto, propiciando el logro de un estándar ideal y de excelencia en la relación médico-paciente, eje vertebral de nuestro quehacer diario.
Al hablar de ética médica debemos considerar el respeto de los derechos de nuestros
pacientes; su autonomía, evidenciada en una relación más horizontal y democrática; el actuar médico con beneficencia y no maleficencia, con calidad y seguridad en la atención; y justicia, con una distribución adecuada de las condiciones necesarias para lograr la salud, siendo el médico sujeto a sanción si actuase con negligencia, imprudencia o impericia.
Se ve entonces evidenciada la necesidad de una adecuada relación médico-
paciente en donde el médico acepta respetar a su paciente, brindándole el más alto nivel de atención y comprometiéndose a mantener o recuperar su salud y bienestar. Es así, la relación médico-paciente una de las experiencias humanas más conmovedoras y significativas.