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La ciencia en China se caracteriza por dos ideas básicas: la unidad y el retorno. Con estas dos ideas se
avanza en un tipo de conocimiento distinto del occidental y sólo desde éstas podemos conocer algo de la
cosmovisión china y ,por tanto, de su ciencia.
En el artículo se hace un rápido repaso a la historia y a la filosofía chinas sólo como método para
intentar captar su esencia y su fundamento. La interpretación común de la Historia de la Ciencia en
China está impregnada de una cierta prepotencia occidental que nubla el conocimiento real de la historia
de la ciencia china. La ciencia china supera a la nuestra en profundidad y conocimiento de la naturaleza.
El chino clásico era incapaz de crear una bomba atómica pero es capaz de conocer la unidad del
universo y reconocerse como parte de esa unidad.
Quizá la ciencia occidental tenga un modelo en la filosofía china para avanzar sin destruir y lograr la
paz en el mundo.
Palabras clave:
1. Introducción
Hay dos ideas cosmológicas en la filosofía china: la idea de unidad y la idea de retorno.
Con estas dos ideas avanza la ciencia y la filosofía china y en ellas nos vamos a detener
para intentar comprender sus avances en el conocimiento científico.
En primer lugar queremos resaltar que entender la ciencia china como algo que
avanza o que progresa es ya descontextualizar el objeto de estudio. Ni la ciencia ni la
civilización china avanzan ni quieren progresar, en el sentido occidental del término. El
avance que quiere el chino es en profundidad, en un mayor conocimiento de las cosas
naturales para un mayor acople a la naturaleza mientras que la civilización occidental
“avanza” desligándose de la naturaleza, dominándola.
Todo avance del pensamiento chino será siempre hacia la unidad, con la sana
intención de parar una vez lograda. A diferencia del progreso en Occidente, que es un
progreso hacia nadie sabe dónde, en China sí se sabe hacia dónde se va, es decir, hay
una idea teleológica en todo obrar humano.
La idea de unidad 1 en el pensamiento chino tiende a una unidad que borre los
límites, pero manteniendo la naturaleza esencial del ser (humano o no humano) hacia
una unidad con el todo (“la gran unidad” es “aquello que no tiene más allá” (Hui Shih)).
La gran unidad es unidad ecológica y psicológica del ser humano con el entorno,
de manera que logre una mayor perfección tanto el individuo como el mundo. Una
interpretación sesgada de esta gran unidad puede ser el considerarla como un
materialismo panteísta, pero la filosofía china no es un materialismo reduccionista (no
sólo no excluye a Dios, sino que es necesario para la mayoría de las escuelas chinas)
sino una concepción del mundo holística, integral, sinóptica y orgánica; es decir, algo
que con los parámetros occidentales no podríamos llamar materialismo.
Por otro lado, además de unidad, el chino entiende que todo vuelve: sólo
comprendiendo la unidad radical del cosmos comprendemos cómo los movimientos
caóticos que aparentemente vemos están ordenados hacia una repetición continua de
todo fenómeno. El observador chino busca el canon, la regularidad, la vuelta a las
condiciones iniciales o finales. Así, para el pensamiento chino toda ciencia es en el
fondo cosmología: porque la cosmología es el saber sobre las leyes generales, del origen
y de la evolución del universo entendido como un todo; y sólo así, estudiando el
universo como un todo, se encuentran las verdaderas y simples regularidades: Al igual
que el sol, los planetas y las estrellas aparecen todos los días y desaparecen, así
aparecemos y desaparecemos nosotros mismos, nuestra sociedad y nuestro mundo, para
volver a aparecer posteriormente en otra forma. Así como todo vuelve a un comienzo,
todo tiene un sentido en el gran engranaje de la naturaleza, donde ciclos y ciclos se
repiten. Por eso el chino no se preocupa del avance, porque sabe que todo avance es un
retroceso y todo retroceso un avance.
Ante el sufrimiento, la injusticia o la fatalidad el occidental pone su intelecto, su
sentimiento o su voluntad para solucionar lo que ve errado, mientras que el chino pone
su conocimiento, su autodominio y su paciencia a la espera de una mejora. No hay mal
que cien años dure, decimos empapándonos de taoísmo, pues “cuando un desarrollo de
algo llega a un extremo, ocurre un regreso al otro extremo” (Lao Tsé).
Estas dos ideas de retorno y unidad se expresan de manera sublime en la
naturaleza: la naturaleza es el libro en el que el chino (moísta, confucionista, taoísta)
abre cada vez que quiere comprender el mundo. Desde el periodo arcaico, donde los
siete sabios del bosque dejan la base de lo que será el pensamiento el chino posterior,
todo pensador pretende la unidad con la naturaleza reconociendo sus ciclos y su unidad.
Pero este reconocimiento es —otra vez en oposición a Occidente—
experimentable y no transmisible por la palabra ni por lo escrito. Los escritos chinos
acerca de la naturaleza, el cielo, el cuerpo o los elementos no son tratados que basten
para un conocimiento como el científico moderno, sino que son más bien instrumentos
para un conocimiento experiencial de la unidad y de los procesos de caos y orden, que
se encuentran en el verdadero libro de la naturaleza.
2. Historia
2.1. La prehistoria
La etapa clásica consta de cinco etapas dinásticas que representan los cinco estados por
los que debe pasar cíclicamente cualquier civilización, cinco procesos evolutivos (de
perfeccionamiento) del gran ciclo necesario de la Historia.
Estos cinco periodos los relaciona Tsou Yen (siglo III a. C.) con los cinco
elementos (wu Hsing, que son cinco fuerzas dinámicas e interactivas y, por tanto, son
identificables con la energía y no con los cuatro elementos occidentales, constitutivos
de la materia) y los cinco colores (que tienen a su vez caracteres virtuosos, asociados a
las fuerzas).
Cada periodo histórico está condicionado por las características del elemento que
lo nombra:
C) Chou (1122-256 a. C)
Se expande el poder hacia el norte, llegan a Manchuria y al sur del Yang Tsé. En
agricultura se inician en la irrigación por medio de canales, se depuran las técnicas de la
fundición del hierro.
En medicina se obtiene el primer texto médico, de Tso-Chuan.
Esta es una época eminentemente feudal (por buscar analogías con Occidente).
La dinastía Chou termina con la disolución del protoimperio en pequeños estados
combatientes (Chan Kuo), a modo de reinos de taifas, y de ahí sale vencedor el
emperador Huang Di (Huan Ti), del estado de Chin.
Huang Di (Hyang Ti) es el primer emperador del mundo (originalmente rey de Chin, se
anexiona los estados de Han, Chao, Wei, Ch'u y Yen). Su imperio llega desde el mar de
la China hasta el Asia meridional, pero es un imperio constantemente amenazado por el
norte, por lo que para protegerse decide construir la gran muralla, una mole de 2.400
kilómetros y 9 metros de altura, y modernizar su ejército con la introducción de la
caballería y las armas de hierro. A la vez se potencia el comercio interior con una red de
carreteras y se unifican pesos y medidas. Es también cuando se unifica el idioma y se
puede hablar de China con rigor (la misma palabra China viene de esta dinastía).
Se atribuye al emperador Huan Di el texto clásico de la medicina china: el Nei
Jing su wen.
En él se relacionan los cinco elementos, con las cinco fuerzas o zonas de fuerza,
los cinco planetas, los cinco órganos principales (corazón, pulmón, hígado, bazo y
riñón) y los cinco órganos secundarios (estómago, vesícula biliar, intestino delgado,
intestino grueso y vejiga urinaria). La tesis principal es que la enfermedad viene de
fallos internos o externos, por lo que propone la solución de los problemas por su causa,
es decir, arreglando el ambiente y la conducta del paciente se logrará su recuperación: el
paciente debe conocer la realidad e integrarse en ella, debe ser uno con el todo, sólo así
—alcanzando la unidad— la enfermedad desaparecerá porque las fuerzas de la
naturaleza fluirán por él sin impedimentos.
La dinastía Han extiende el poder del Imperio desde Asia central a Vietnam y Corea. Es
el periodo de expansión del budismo y del nacimiento de la primera burocracia
organizada, con exámenes para entrar a formar parte del funcionariado.
Es también el periodo del primer éxodo rural de la Historia; llega a haber
ciudades con más de 500.000 habitantes.
Tshai Lun inventa el papel, la rueda hidráulica vertical, y hace avances en óptica,
mecánica, etc. En aritmética escribe el tratado de aritmética en 9 secciones. Chang
Ts’ang la reescribió en 200 d. C. En este tratado se valora el múmero ∏ como raíz de
10.
En esta época avanza especialmente la astronomía, Shi Sen hace un mapa de la
posición relativa de 800 estrellas desde una astronomía ecuatorial 3 y Hu Hsi descubre la
precesión de los equinoccios.
Se hacen por primera vez representaciones cosmológicas sobre el origen del
universo y sobre su posible forma.
3. Principales escuelas
Sobre el año 100 a. C. Ssu-Ma T'ang estudia las cien escuelas de la filosofía china y las
agrupa en seis:
• Yin yang Chia Escuela del yin y el yang, o escuela del sol y del no sol. El sol
es el astro masculino, que irradia toda la energía que hay en la Tierra. La
luna recibe su fuerza del sol, por lo que será la representante del yin. Viene a
decir que la naturaleza es un juego de fuerzas que deben mantenerse en
equilibrio, “el yin y el yang son opuestos, naturalmente, pero correlativos;
son aspectuales y relacionales”.
• Ju Chia, o escuela de los letrados, confucianismo mezclado con una especie
de sofistas.
• Mo Chia, o escuela de Mo Tsé.
• Ming Chia, o escuela de los nombres que propone una ética basada en la
manera de nombrar.
• Fa Chia, o escuela de los legalistas que siguen la pauta de la ley, el fa.
• Lao-Te Chia, o escuela de la vida y su poder, que organiza su visión del
mundo en torno al concepto de Tao, que es el no ser o el ser natural de las
cosas.
Nace en Lu (Shantung). Estudió los clásicos y sigue en parte la teoría de los nombres:
Cada cual debe hacer lo suyo de la mejor manera posible independientemente del
resultado (esto es, seguir el yi sin importar el li). El objetivo es ser un hombre de jen,
esto es, un hombre que ama a los otros, ya enuncia el imperativo categórico “no hagas a
otro lo que no quieras que te hagan a ti” (Analectas, XII, 2). Hay que hacer el bien,
olvidarse del resultado, tal y como la naturaleza obra.
Meng-Tsé (Mengzi) nació en el estado de Zou (hoy también Shandong), limítrofe con el
lugar donde nació Confucio.
Plantea la medicina como parte de la cosmología: mirando al cielo descubrimos
lo que hay en nosotros (“Todas las cosas están completas dentro de nosotros” 4). La
medicina no se despega de esta idea cosmológica y tampoco de la ética: la enfermedad
es producida por un desajuste en el obrar. La idea de curación viene de canalizar el Ch'i,
vapor, gas, fuerza espiritual.
El objetivo del médico es que el paciente llegue a la gran moral (Hao Jan Chih
Ch'i), que su paciente sea un hombre de jen, es decir, que sea un “ciudadano del cielo”
(T'ien Ming). Sólo así el Ch'i brotará solo y se producirá la sanación.
Hacia el año 589 d. C., cuando se reunifica el imperio bajo la dinastía Sui (590-617),
Han Yü y Li Do reinterpretan textos confucianos y reagrupan a taoístas confucianistas y
cosmólogos en busca de unir también el no último (wu ch'i) y el supremo último (T'ai
ch'i). El objetivo es alcanzar la unidad, pero no al modo de Buda, apartándose de la
sociedad, sino en sociedad: Sólo es perfecto el conocimiento si sirve a la humanidad.
Se estudian los movimientos de los astros y las anotaciones que siempre se
mantuvieron de los antiguos. El año queda dividido en doce meses (fu, lin, t'ai, ta
Chuang, chüeng, ch'sen, kou, tum, p'i, kuan, po y k'un) a los que se asigna un
hexagrama.
En esta época se estudia matemáticamente el universo y se especifica con
asombrosa exactitud la duración de cada ciclo natural, se catalogan estrellas y se llega a
calcular la duración de los grandes ciclos cósmicos: 129.000 años.
Junto a estos calendarios se dan calendarios de ciclo donde se identifica cada mes y cada
hexagrama con un periodo histórico (así el rey Yao —siglo XXIV a. C.— vivió en la
edad de apogeo, la edad de oro, y su tiempo —siglo V— era la edad de Po: “El tiempo
del principio de decadencia de las cosas”.
El universo, dicen los primeros, es el resultado de la mezcla del Ch'i y el li, es decir, de
la energía primordial y la ley. El Ch'i es la materia, el li la forma. En esto se busca el li
de cada cosa, el li, por ejemplo de una sustancia química será el que le permite tener
propiedad curativa, el li del estado sería el que le permita gobernar bien, etc.
Como vemos nunca en toda la historia de China se da la ciencia despegada de la
filosofía ni la filosofía depegada de la filosofía moral.
El conocimiento más perfecto del li de las cosas (el conocimiento científico) no
tiene parangón con el conocimiento verdadero que viene por experiencia directa de la
unidad total del li y del Ch'i.
Cuenta Lu Hsiang-Shan que Lu Chiu-Yüan leyó un día: “Lo que engloba a los
cuatro puntos cardinales junto con lo que está arriba y abajo, esto se llama yu [para
nosotros, fenómenos], lo que engloba el pasado, el presente y el futuro, esto se llama
Chou”; entonces sufrió una iluminación súbita y dijo: “todos los asuntos dentro del
universo caen dentro de la esfera de mi deber; la esfera de mi deber cae dentro de todos
los asuntos del universo”.
Piensa en una ética de los caballeros andantes (hsieh) y trata sobre el arte de la guerra.
En su crítica al agnosticismo de K'ung Tsé plantea tres pruebas de un principio, la
primera vez que un autor hace lo que hoy se denomina metaciencia: “Un prinicipio debe
mirarse por su base, por su verificabilidad y por su aplicación”, así la no creencia en
Dios que plantea K'ung Tsé falla en su base (Dios existe), en su verificabilidad (no se
puede mostrar la no existencia) y en su aplicabilidad (se vive mejor sabiéndose en un
mundo con Dios).
Como apoyo a su ética afirma que Dios existe y que ama a la humanidad y que,
además, quiere que los hombres se amen entre sí.
Con los moístas posteriores se abre el camino hacia una sistematización de una
lógica no formal, y se da importancia a la experiencia como forma de conocer.
Experiencia, autoridad y deducción son los tres peldaños para la formación de una
verdadera ciencia china.
Con los moístas posteriores aparece también en China la idea de causa suficiente
(menor) y necesaria (mayor) que son los principios básicos para el nacimiento de una
ciencia en sentido estricto.
3.3. Lao Tsé (siglo VI a. C.) 5
Parece que escribió el Tao Te King (libro de la vida y del poder). Su filosofía se centra
en los conceptos de ser (yu) y no-ser (wu), con sus parejos innombrables (yu-Ming y wu-
Ming). 6
Expresa el nacimiento del universo con un trasfondo matemático-pitagórico que
recuerda también la Trinidad: “Del Tao viene uno. De uno vienen dos. De dos vienen
tres. De tres vienen todas las cosas” (Tao Te King, C. 42). Entiende la naturaleza como
una unidad de la que el ser humano forma parte. El ser humano, como único ser capaz
de conocer la estructura del universo, debe conocerla para vivir de acuerdo con sus
leyes.
El chino entiende la ciencia como un camino hacia la unidad y la paz, por lo que la
ciencia china es siempre moral. No se entiende el conocimiento científico sin una moral
previa, es decir, cuando un científico está trabajando lo hace por la paz universal, por la
paz en su nación, por la paz en su familia y por la paz interior propia.
“Para los propósitos analíticos puede distinguirse entre el orden natural y el orden social
pero en la mentalidad china clásica son partes de un mismo todo”. 7
3.3.2. Sincretismo
4. Conclusión
En este repaso a la historia y a la filosofía chinas hemos descubierto cómo las diferentes
escuelas conviven y dialogan entre sí sin llegar a escindirse por completo (como ocurre
habitualmente en Occidente) pues mantienen un núcleo de saber común que creo haber
descubierto en las dos ideas de unidad y regreso de la naturaleza.
La idea central y revolucionaria es que tanto la filosofía como la ciencia tienen
muy presente el efecto sobre la persona, la sociedad y la naturaleza antes de introducir
un cambio, a diferencia del occidental que primero cambia y luego mide el efecto (y si
es pernicioso inventa nuevas cosas para solucionarlo; cosas que producen otros
problemas que se pretenden solucionar con más inventos y así eternamente).
La idea de una ciencia ética, o que el científico introduzca en el laboratorio la
ética junto con la pragmática, es posible con la concepción china pero no con la
occidental que quiere el progreso ilimitado hacia ninguna parte conocida, es decir, sólo
sabiendo a dónde se va se puede pensar en una ciencia ética, de lo contrario lo
importante es la pragmática: Que funcione.
Este tener presente el efecto sobre la naturaleza (las personas, los estados…) y,
por lo tanto, tener en cuenta la naturaleza antes de introducir cambios en ella se enseña
en los libros sobre el tema escritos por occidentales (no sin cierta prepotencia) como un
“conservadurismo” del pensamiento chino, cuando en realidad la postura china clásica
no es ni conservadora ni progresista: el chino sabe que la historia vuelve, por lo que no
se preocupa demasiado por cambiar el mundo, sólo por acoplarse mejor a él.
Aprenderemos de la filosofía china el camino hacia la paz universal, recordando
que toda investigación está (o debe estar) enfocada al logro de esa paz anhelada, que
sólo se logra con la unidad.
Bibliografía
- Mason Stephen, F.: Historia de la Ciencia (Vol. I), Alianza, Madrid, 1988 (A
History of Sciencies, 1984, Trad. de Carlos Solís).
Notas
1
La idea de unidad en Oriente no se entiende como nosotros la entendemos, pues cuando un occidental
habla de unidad lo hace siempre en un sentido figurado. El occidental busca una unidad dialógica en la
que dos elementos comunican manteniendo siempre su estado previo de individuos para pasar a ser
individuos-en-comunicación
2
No entendemos ni pre ni protohistoria humana los restos óseos encontrados en la cueva de
Zhoukouchian, cerca de Pekín, de 500.000 años de antigüedad, por presentar serias dudas sobre la
supuesta catalogación humana de dichos huesos.
3
La astronomía ecuatorial es universal, la esférica local. Los occidentales, a partir de los estudios de
Tycho Brahe, en el siglo XVI , adoptamos como sistema científico la astronomía ecuatorial (pese a que
por cuestiones prácticas se mantiene la esférica como forma de iniciación). Curiosamente, cuando los
jesuítas estaban enseñando a los chinos la astronomía esférica, en Occidente estabamos descubriendo la
ecuatorial china por la vía de los astrónomos árabes.
4
El paralelismo con la idea medieval de macro y microcosmos es patente.
5
Lao tsé significa “viejo maestro”, se llamaba en realidad Tan Li.
6
Los innombrables están más allá de la línea platónica del conocimiento, el pensamiento chino siempre
mantuvo la creencia de que había una parte del universo que nunca podría ser desvelada por el hombre,
mientras que el occidental (olvidado de Platón), con un cierto hybris, cree poderlo conocer todo. Hoy ya
sabemos (¡científicamente!) que no podemos saberlo todo, que hay regiones del universo inobservables
por definición.
7
Alonso, C.J.(2001), p.134.