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l a h i s t u de' l a l i t e r a t u r a u r u g u a y a 1

CAPITULO ORIE~SAL presZntará semanalmente, en sus


. ocho fascículos, la historia de k literatura uruWp.
treinta Y
crítico Prof. Alejandro Patemain, revisado El cooiunto abarcará un panorama completo, desarrollado.
por el Dr. Carlos Maggi y adaptado por extensión Y en profundidad de las obras más representativas
de ia producción literaria iiacional desde ia Conquista Y 1"
la historia de la el Departamento Líterario del Centro Patria Vieja hasta nuestros días. EI lector podrá coleccionar
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me0 comp[eto al cabo de su i~ublicaciún: sirnultáneamei3~e.
separando las tapas podrá disponér de una valiosa iconoarafia
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39. Los nrievos poetas Los libros que acoinpriian a los fasciculos Iorriiarán In
"Biblioteca üruqua>a Fundamental".

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AÑO IV - NO8

7 POETAS HISPANO -AMERICANOS

AMANDA BERENGUEE

JULIO CESAR SILVAIN

IDA ViTALE

SARANDY CABRERA

JUAN GELMAN

RAUL Z A F F A R O M

MILTON SCHINCA

Ayax Barnes - Ilustración p a r a la portada d e la revista "7 poetas hispanoornericanos"


(Año 1V, N " ) .
LOS NUEVOS
POETAS

<CONTINUIDAD O RUPTURA? -y la comarca- cambiaban aceleradamente


y bastaba observar las mutaciones para dis-
Los Últimos doce o quince años han mos- ponerse a andar por caminos distintos. Tal vez
trado, junto a la maduración d e los poetas del el quehacer poético d e esta nueva generación
45, el surgimiento d e otras voces. Oscuramente busque registros de mayor amplitud, de más
al principio, con mayor clarividencia después, firme entronque con el desarrollo tradicional
se fue elaborando una poesía no d e enfren- d e la cultura, d e una condición firme y con-
tamiento ni d e rechazo, pero si lo bastante tenida para el canto. Algunos d e ellos se abren
diferenciada como para ser considerada nueva. a nuevas influencias ( n o sólo Neruda sino
En 1951, Jorge Medina Vidal ( u n "adelaniu- también Saint-John Perse, Eliot, Pound, Ma-
do" o u n "sobreviviente", según la tan difun- chado, Vallejo, Alexaindre, Cernuda, Blas d e
dida terminología d e los exploradores 1 pu- Otero, Octavio Paz, Gonzalo Rojas]. Otros asu-
blica su primer libro: en 1952 Carlos Fiores men ia creación paralelamente al ahondamien-
d a a conocer sus poemas del tiempo y Lise; dos to d e la his:oria viva de la poesia (Medina
años más tarde irrumpe Saúl lbargoyen Islas Vida', Peña); otros, en fin, exploran con un
y al año siguiente, Washington Benavides. denuedo y u n vigor crecientes, las posibilidades
A ellos les suceden, en 1956, 1957 y 1958, renovadoras del verso (Benavides, Schinca) .
los libros iniciales d e Nancy Bacelo, Ceciiio Pero "no aparece por ahora- ruptura y sí con-
Peña y Circe Maia, respectivamente. En 1961, tinuidad entre su tarea y .la d e sus predece-
Milton Schinca, nacido en 1926, publica De sores inmediatos. Nada similar ocurría cuando
la aventura. En 1963, Walter Ortiz y Ayala los poetas d e la llamada generación del 45
d a a la estampa Hombre en el tiempo, pre- eran a su vez recientes, y los predecesores eran
miado en la Feria Nacional d e Libros Y Gra- Oribe, Casal, Ibáñez, etc.", ha dicho con razón
bados. Algunos han tomado los años sesenia José Pedro Diaz. Washington Benavides corro-
como hito para estructurar la existencia d e una bora -desde adentro mismo d e la nueva ge-
nueva generación ( n o sólo en el plano lírico neración- las palabras d e Diaz: " . . .creo
sino también en las demas posibilidades crea- que ha surgido una nueva generación literaria,
doras). Pero sus rasgos comunes, dificiles, si a la que acompaña una atmósfera peculiar que
no imposibies d e discernir en esos comienzos es su estilo. Atmósfera que d a u n aire d e
reseñados, no se encuentran en una oposi- familia; que es una sinceridad hasta el dolor;
ción ni representan una ruptura con sus ante- el tes:imonio, el mundo contemporáneo; una
cesores del 45. Para afirmarse y crecer, no entrada resuelta y espontánea a las conmo-
sintieron la necesidad d e negar la poesía in- ciones sociales, a la lucha vigente. Pero debe
mediatamente precedente. Tampoco se soine- reconocerse que esta atmósfera parecía anun-
tieron a la condición d e epigonos. El mundo cicda por a!gunos integrantes de la genera-
ción anterior e inmediata í Berenguer, Vitale, gimiento de China como potencia nuclear, es-
Brandy, Benedetti, Megget) y que da origen, fuerzos del Tercer Mundo por ingresar en la
o mi modo de ver, a la continuidad existente historia, guerra de Viet Nam y dominando el
entre la generación que integro y los escritores panorama, golpeando muy fuerte en todas las
nombrados". conciencias, la revolución de Cuba como para-
También en el complejo juego de las in- digma del quehacer latinoamericano. En lo in-
fluencias es posible rastrear las huellas de la terior, descomposición politica y social acele-
continuidad: Líber Falco impregna muchos mo- rada, pérdida paulatina de la confianza, do-
mentos -de Ortiz y Ayala, y aun de los más loroso despertar del país a la realidad de su
nuevos (los novísimos, se ha dicho); Idea Vi- empobrecimiento y marginalidad. Sin jerarquía
lariño determina u n ámbito en el que surgieron en sus dirigentes, envuelto en la rapacidad y
varios temas amorosos de la poesia femenina. la hipocresia indisimuladas bajo la laxitud de
Noncy Bacelo, por ejemplo, procede en parte las costumbres y la indiferencia del vivir, el
de esa línea, superada luego hasta encontrar ámbito local no podia darle a sus poetas
.lovenes
,
otra cosa sino el aire espeso de la
su acento. Entre los poeta's recientes, Hugo
Achúgar reconoció, además de Quevedo, U n - crisis; y los poetas -o su vez- no han po-
garetti, Darío y Lorca, los estimulos de Idea Vi- dido -no pueden- proyeetar én su contorno
lariño y Amanda Berenguer. otras palabras que aquellas conducentes a
Pero ninguna generación es homogénea. nombrar de mil modos distintos el rostro in-
Junto a las evidencias de la continuidad em- forme de la crisis misma.
piezsn a presentirse los gérmenes del rechazo. Durante algo más de una década los nuevos
Una segunda promoción de poetas, iniciados poetas enfrentan la situación; sus voces son
cuando la década del 60 está avanzada, en- disimiles, sus temas no se reducen fácilmente
cuentran poco alimento en lo que los poetas a un denominador común. Junto al costum-
del 45, ya consolidados, brindan al ámbito brismo o periodismo lírico ( J . C. Legido, Saúl
cultural. Las insuficiencias se hacen más pal- Ibargoyen) se da la poesia metafísica y agó-
pables y la perspectiva se altera: los poetas nica ( Peña, Saúl Pérez) y el intimismo (Carlos
del veinte y del Centenario pueden verse me- Flores); paralelamente a la sencillez de ex-
jor una vez asimilada la experiencia lírica del presión y aun el popularismo de muchos mo-
45. U n afán por revisar directamente los va- mentos de Nancy Bacelo y la voz recatada de
lores de la poesía nacional, u n esfuerzo por Gladys Castelvechi, surge el tono combativo
reubicar aquellos nombres filtrados, propuestos y de denuncia de Ruben Yacovsky. Por otra
o ensombrecidos por la prédica o la práctica parte, otras inquietudes, con más fervor que
de la generación anterior se insinúa entre los aciertos, despuntan a la poesia preocupados
jóvenes. Juana de Ibarbourou, Casaravilla Le- por su lugar y su tiempo y se mezclan con
mas, Basso Maglio, Esther de Cáceres, Clara la tarea de sus hermanos mayores. Así, mien-
Silva, Roberto y Sara de Ibáñez interesan a tras Medina Vidal, Carlos Flores, Saúl Ibar-
muchos de ellos, les merecen articulos críticos, goyen, Cecilio Peña, Saúl Pérez, Washington
despiertan apetencias, susiitan respuestas. En Benavides ( y también Circe Maia, Marosa di
una palabra, se busca ampliar el campo de las Giorgio) han presentado ya en los sesenta y
emociones y del lenguaje poético. ¿Los mo- cinco, libros importantes, tendencias y maneras
tivos? Por u n lado, han asimilado a sus inme- muy nítidas, la segunda.promoción comienza a
diatos antecesores, de algún modo son ellos; publicar: Milton Schinca, Ortiz y Ayala, Enrique
han hecho con ellos la experiencia y, trascen- Estrázulas, Iván Kmaid, Salvador Puig. La nó-
diéndola, quedaron aptos para entregarse al mina puede prolongarse: Enrique Fierro, Pérez
descubrimiento de sus experiencias propias. Por Pintos, sin olvidar a los más recientes: Roberto
otro, no se advierte la presencia de una gran Echavarren, Cristina Carneiro, Jorge Arbeleche,
Hugo Achúgar.
figura capaz de rectoría, de radical renovación
Pero si bien las diferencias radican no sólo
del instrumento poético que partiese en dos
en el timbre de sus voces sino en la persis-
las aguas de la lírica, lo que promueve la tencia de las mismas, un aire de semejanza
exploración de otras generaciones, de otras les otorga parentesco: ninguno de ellos canta
posibilidades expresivas, tal vez más ricas, más la fiesta de la vida. Desde la frialdad objetiva,
precisas, más variadas a fin de responder a la insólita mezcla de resignación y perplejidad,
las incitaciones, las presiones y los desafíos de alejamiento de si y de todo, que reaparece
del mundo en el cual les ha tocado vivir. a través de los libros de Medina Vidal, hasto
El derrumbe de Hugo Achúgar donde se con-
ALGO MAS DE UNA DBCADA signa "la caída de las cosas y de mi persona"
según testimonió el propio poeta, una corriente
Doble convulsión del mundo al que acceden: de desencanto y de protesta, de indignación
en lo exterior, apogeo de la guerra fría, sur- y amargura, de sordidez y desvelo, de urgen-
cia y rabia, de desesperanza, asco y rebeldía,
los filia en su mundo y en su circunstancia.
¿Qué pueden celebrar, cuáles son los gozos
para comunicar, qué voz alzar sino l a de l a
censura, a qué atender sino a l a destrucción
del individuo y a l a dislocación de l a comu-
nidad? Repásese l a obra de Medina Vidal, ob-
sérvese ese tono elegiaco que le ha sido se-
ñalado como elemento constitutivo de su per-
sonalidad: una austeridad muy suya parecería
inmovilizar los poemas, dejarlos en suspenso,
cerrados en sí mismos. "No busco nada aquí",
nos dice el poeta. Montevideo o Capadocia es
l o mismo, una inasible lejanía cósmica origina
abismos entre irada da y l a realidad; ''el des-
pilfarro de la vida" c: demasiado agresivo
como para fundar algo, l a a n @ ~ i t i0a el éxtasis
aparecen demasiado prestigiosos, ~ x c G : ~ ~ ~ ~ ~ ~ -
te recurridos como para despertar ilusiones O
reclamarles crédito.
Tal vez la creación abrazada en forma ex-
tensiva o adorada en l a contención y en el
rigor, pueda darles un terreno firme, un asi-
dero, un sentido a sus actos. Saúl lbargoyen
encarna l a primera modalidad: se expande, no
acierta a retener un continuo discurrir verbal, le
atraen tanto los ámbitos circundantes como los
procesos más íntimos, bordea los lindes de la
prosa sin evitar a menudo traspasarlos; Cecilio
Peña puede incluirse en l a segunda: severidad,
exigencia, condensación. No se expande, se
ahonda; no fluye, inquiere. Su signo no es el
torrente sino el agua quieta, ensimismada, os-
cura a fuerza de transparentar l o profundo.
Pero esa quietud no es inercia: refleja el cielo
nocturna y, como él, se penetra de misterio.
Su desgarramiento está velado, su voz es asor-
dinada, su lucidez, testimonio de s i y de su
mundo. Una poesía agónica como respuesta a
la aniquilación, a l desvivirse lento de cuanto
le rodea.
Entre ambw.>érminos, podría pensarse que
las composicione~de Saúl Pérez representarian
un punto intermedio, una tonalidad crispada y
fuerte, un afán por lanzarse hacia temas y for-
mas exultantes. G n embargo también él, a
través de sus imágenes desorbitadas, sus an-
gustias y estridencias, su decir chirrianfe aún,
sin aiuste ni -ujeción, expresa su tiempo. Pero
no es el torrente ni, mucho menos 11 agua
detenida, sino l a fuente intempestiva. !a erup-
ción convulsa que amenaza siempre i siparse.
Si Medina Vidal puede ser visto como el
fuego que arde carne adentro, sin rastros de
humo o de llama, Carlos Flores es la luz del
fuego, o si se quiere, purificada por el fuego.
N o necesita contenerse ni asordinar.su voz. Se
mueve en otra dimensión, penetra e ilumina.
Escaso en obra publicada, con un dejo siempre
juvenil y fresco como l a luz misma, sabe captar Ruben Yacovsky.
Nancy Bacelo.
I
ESTA HORA URGENTE
Desde De la aventura (1961) se advirtió exploración de nuevos caminos para nuesiia
en Miiton Schinca una figura singular en el poesía, aun a riesgo de quedarse solo en
nuevo panorama de nuestra poesía. El hecho sus desacuerdos y cifras. El propio Schinca
de haber surgido sin apresuramientos (Schin- da pautas para que penetremos en esa at-
co nació en 19261, la temática madura de mósfera clausurada y obsesiva del poema:
su libro, el lenquaje personal, elaborado, de- "Inútil memorándum concerniente a ser hom-
terminaron unc atmósfera d e acepiación am- bre. De ahí mi estilo como de declarar la
plia y de respetuoso reconocimiento. En 196.3 muerte".
publica Esta hora urgente. El titulo es cla- Las más recientes publicaciones lo muestran
ramente ilustrativo: se poetiza desde lo in- de diferente manera. En Nora Paz conver-
mediato, desde el acontecer febril en que se gen sus principales temas, tratados bolo la
suceder1 los progresos, en que se echan las forma de un drama no convencional (moaa-
bases de la conquista del espacio, en que lidad en la que Schinca posee singulares ap-
la cibernética le hurta a l hombre el título de titudes]. Es otro ejemplo de su búsqueda in-
"exclusivo pastor de los recuerdos"; y tam-. sobornable y a la vez de fidelidad a si
bién la otra cara de lo inmediato: el ham- mismo. En Ellos y sus mentes selladas Schin-
bre feroz y velocísima, el clamor ante la in- ca anticipa, a nuestro juicio, su manera más
minente destrucción atómica, la indiferencia cabal, su lenguaje más adecuado y maduro,
del gran mundo, la dureza y la contumacia su acento más pleno dentro d e esta acti-
que se alberga en esas "mansiones seña- tud de antirracionalisrno que él mismo acla-
ladas", que bordean "las triunfales aveni- r a al referirse a su enfrentamiento con el
das d e mi ciudad"; as;, al pie de la uigen- desarrollo poético de nuestras letras. Tambien
cia, Schinca parece haberse impuesto una Schrnca señaló que había en su obra una
tendencia a la simplificación, a la di- preocupación religiosa pocas veces puesto
recta denuncia de un mundo en el cual de mcnifiesto por la critica. Creefilos su-
resulta dificil instalarse. Su tercer libro Mun- mamente atendible la indicación del autor.
do cuestionado (7964) nos confirma las vir- Una se-ura pista para hallar lo clave de su
tudes cardinales del autor: su personalísimo, ámbito creador, es l a preoeupxión de las
solitario, honrado esfuerzo de búsqueda, de primeras "instrospecciones poéticas" de Hil-
la levedad de las grandes cosas y transmitirla
con una simpatía y una pasión poco comunes
entre los que hacen SUS primeias armas en los
años cincuenta. No confunde el canto con la
simple efusión d e u n estado d e ánimo -cual-
quier estado--- a pesar d e su carga emocional.
No se entorpece con filosofías, o filosofemas,
no agota el sentido de las esencias ni encierra
el significado del mundo en sus versos. Es, pu-
ramente, canto. Parecería, por ello, escapar a
eso condición ácida, crítica e inconformista
qus enlaza a la nueva poesia. Sin embargo,
la conciencia d e su propio canto, la parquedad
de su producción edita, la vigilancia que es-
tablece no en nombre de una perfección es-
tética sino tal vez en el d e la desconfianza
hacia esa forma del ser que es la poesía, hacen
de Carlos Flores u n militante d e esta genera-
ción no obstante su solitario acento.
Dos d e los poetas principales trabajarán esa
línea d e un canto puro con la que se funden
los elementos de una generación y u n país en
crisis: Washington Benavides y Circe Maia
recogen el desafío del momento y elaboran
una obra en la cual el compromiso, el sentido
d e la historicidad, la necesidad de una reno-
vación expresiva y la apertura a lo real se
conjugan con una comprensión profunda d e
la naturaleza de la poesia y una firme con-
ciencia de cuáles son las formas de mantener
do, como osimismo de ¡o esceno final en que a raya las insidias de la prosa y la propa-
se expreso Nora Paz. Y es la preocupación ganda y la seducción permanente de las buenas
que subyoce, nos porece, en Ellos y sus intenciones.
mentes sellados. sEs posible lo polobro? 2Es
posible hoblor? ?Cuál es lo luz que fundo LA GUITARRA Y EL ARPA
lo comunicoción? gPuede brofar algún áia
esa luz? Schinco está pulsondo el latido del Después de Poesía ( 1963) y fundamental-
tiempo, de estos tiempos nuestros. Su obra, mente después de Las Milongas ( 19651,
discutible, discutido, planteo el problemo de Washington Benavides había configurado un
lo comunicación profunda. $Crisis de fe en mundo lírico personalísimo, atento a su contor-
los posibilidoáes del lenguaje? iAng~stiod0 no vital, dotado d e u n instrumento expresivo a
comproboción (o lo vez que denuncio) de lo través del cual la comunicación se establecía
enajenación que corroe de olio abajo lo siempre. Una vena popular y una fuente nu-
sociedad y el espiritu del hombre? gEn0- tricia tradicional, fusionada con una atmósferu
jenoción con respecto al trabajo y o1 amor, d e cuño machadiano y u n constanfe sentido
a lo vida politico y a lo vida individual? del canto permitieron ver en Benavides a uno
No creemos exagerado esbozar en fales tér- d e los tres o cuatro poetas más importantes
minos lo inquietud vivido por quienes hallan d e los últimos diez años. En una de sus milon-
en esta poesío un acento comparfible, y gas dice: "yo vengo de u n fondo viejo/ con
por quienes se sienten tol vez escindidos de Berceo a la nariz/ y endulzó la villanesca/
su mundo y de su lenguaje, de si mismos el agrio son del país/ pero un puente d e
y de Dios. Pero es prematuro dor respuesfo guitarra/ fue lo que me trajo a mí/ por esa
cobol a algo que todovia se mantiene en eia- no se sorprendan/ si contrapuntean aquí/ ) a
boroción, importante por lo tentafivo que guitarra de Gabinol y el arpa del rey Davi.d."
(Diferencias). Dos tradiciones lo nutrer;: la
implico, por la sincero convicción que la
sustento y por esa voluntad de no embelle- poesia culta de la lengua desde sus orígenes
cer un mundo sobre el que pesan fanfos y el aire popular d e su tierra. El arpa y la gui-
tarra representan las corrientes a pa:(tir d e las
furores.
cuales su poesia se desarrolla. Labor infegra-
dora, contrapuntistica, jamás el acento nacio-
nal resulta adulterado; pero nunca ese acento,
por su parte, se erige en exclusivo rector de
su canto. Sus dos últimos libros, Poemas de
l a ciega y Los sueños de l a razón confirman su
capacidad para abordar zonas profundas y
riesgosas de l a experiencia y para dotar a su
verso de una tensión que supera todo pinto-
resquismo y todo folklorismo. Los sueños de l a
razón es un libro cabal. ¿Puede hablarse de
madurez? Quizá pareciera apresurado, o no
del todo compartible por quienes entienden
que madurez es sinónimo de perfil definitivo,
de endurecimiento, de etapa insuperab!e. En
otra madurez pensamos, en l a que revela jun-
to a l dominio de las formas, la plena captación
del mundo y del ahondamiento en el yo para-
lelamente -acordadamente- con l a visión
profunda del Otro, con el saber qué cosa es
l a comunicación y l a realidad del prójimo. Si
no fuera permitido hablar de madurez, habrío
que hablar por l o menos de que se está en
camino de ella: mejor concebirla como tránsito
que como estado. Washington Benavides se
halla, creemos, en tal camino. Una de las
vertientes más ricas de Los sueños de l a razón
se orienta hacia l a experiencia del Otro, in-
quiere en l a compleja trama de l a comunica-
ción. Algunos de los mejores poemas del libro
se verifican en esta línea: "¿Me acepta el
mundo ajeno?", se pregunta el poeta en El
concierto, una estupenda composición. También
logra Benavides descubrir a l prójimo en el
contorno social, allí donde la dureza del vivir,
l a persistencia gastadora de los oficios se va
grabando en esos "viejos cuerpos y viejas almas
poseedoras/ de manos quietas o desgarradas
velas/ que un viento hace pedazos", en esas
"manos que rigurosas industrias/ cuartearon".
(En l a caja). Ya no es sólo la subjetividad del
poeta que aparece como problema de l a di-
ficil relación con otras, subietividades: es el
hombre común, visto siempre como persona,
quien rodea a l poeta, da cauce a l a historia
de éste y forma su propio mundo.
. Otra consideración se nos impone: l a liber-
tad con que Benavides se mueve ya en un ámbi-
to de formas flexibles, ya en la aceptación del
sone:o como estructura a la que puede extraer
-siempre- un acento personal y distinto.
Porque esa libertad se verifica no sólo en el
empleo del verso libre ( o en las hábiles com-
binaciones de endecasílabos y heptasílabos y
en las asordinadas, discretísimas- rimas) sino
en el recorrido ceñido del soneto donde logra,
libremente, l a impregnación de su acento, de su
melodia, de su vocabulario y su, sintaxis propios.
La experiencia amorosa, en su delirio o en su
agonía, está manifestada en ocho sonetos que
atestiguan -dentro del panorama de l a nueva
I, Cristina Carneiro.
poesía Uruguay- una visión viril, limpia y
profunda de l o erótico. (La yedra y e l muro).
N o los afecta esa simbología, esa terminolo-
gígi del subsuelo del alma ni esos relampagueos
dé. la fantasía con aspiraciones a l o etéreo
que se advierten en tantos poemas de amor
de nuestros escritores jóvenes; en un caso o
en otro, se miente inevitablemente y la rela-
ción entre hombre y mujer se desdibuja y pierde
l o esencial: ser, precisamente, relación. Los so-
netos de Benavides apuntan siempre a esas
"dos ajenidades que se cruzan, como espadas",
a ese choque o vínculo del que puede nacer el
amor o el desencuentro total. Verdad de l a
relación, lenguaje que no encubre ni se encu-
bre, agónica y penetrante melancolía: he ahí
la fuerza con que el amor surge de los sonetos
de Benavides. La misma con que enfrenta l a
relación entre l o humano y l o divino en l a
sección de sonetos Los pies clavados. Nuestros
poetas, en los últimos años, han sido a menudo
curiosamente primarios y poco convincentes al
abordar la problemática religiosa. Todos qui-
sieran ser místicos ( o místicas) a fuerza de
machacar con el nombre de Di6s. Pero dicho
nombre pocas veces ha pasado de ser un tema
H U ~ Achúgar.
O *
( O un artificio) retórico, un pretexto para co-
locar denuncias a la sombra de un signo pres-
tigioso, un fetiche verbal con el cual mitigar
los miedos, atenuar las insatisfacciones o jus-
tificar los desplantes del narcisismo. En Bena-
vides, en cambio, l o religioso es necesidad ex-
presiva, juego limpio siempre y auténtico sen-
tido de un lenguaje apto para la exploración
de la intimidad y en l a hondura de la expe-
riencia.
Libertad: instante en equilibrio. La imagen
que se desprende de la trayectoria poética de
Benavides es la de quien ha llegado a ese
punto donde sus propias fuerzas y sus virtudes
se equilibran; donde su voz, o sus voces ante-
riores se aúnan en un solo, enriquecido acorae;
donde la capacidad de soñar forma una música
única con la sabia advertencia del desengaño.
No obstante su retorno a poemas y formas
trabajadas con anterioridad, Benavides sabe
que no incurre en mera repetición o persis-
tencia: l a misma persistencia es ilusoria, el
mundo de los sueños no alcanza a cubrir
l a mutación, l a alteración de las cosas. Si
revivir fuera vivir dos veces, bastaría con atri-
buirle al mundo y a los seres l a misma colo-
ración de antes, las mismas armonías, l a mis-
ma luz, el mismo aire. Pero la verdad no está
en esas permanencias; el revivir es en realidad
un desvivir. Léase Negativo de una canción: en
este poema l a calle es l a misma, pero en el
acto deja de serlo, "es otra/ indiferente/ sem-
brada como todas/ de pisadas estériles". Y
concluye: "esa calle/ no digas/ que es la
misma/ no sueñes".

Jorge Arbeleche.

--
PRESENCIA EN EL TIEMPO

"Se considera muchas veces a la belleza


como una esencia aislada d e lo real, del vivir
cotidiano, -y aun en oposición con él-, de
modo que las ocupaciones corrientes, la vida
en compañia, serian trabas para el creador.
Comparto, al contrario, la opinión que ve en
la experiencia diaria, viva, una de las fuentes
más outenticas d e poesia. Su expresión ade-
cuada es u n lenguaje directo, sobrio, abierto,
que no requiera cambio d e tono con el d e la
conversación, pero que sea como una conver-
sación con mayor calidez, mayor intensidad".
Así se expresa Circe Maia en el prÓIogo a
su libro En el tiempo ( 1958). "La misión d e
este lenguaje", prosigue diciendo, "es descu-
brir y no cubrir; descubrir los valores, los sen-
tidos presentes en la existencia y no iritrodu-
cirnos en un mundo poético exclusivo y cerra-
do". Juzgamos oportuna la transcripción d e
estas palabras, en las que vemos una profesión
d e fe artística y una valiosa actitud humana.
La poesía d e Circe Maia, "alma naturalmente
poética", no desmiente en ningún momento
esa concepción; antes bien, cada poema es una
confirmación d e su modo de ser y d e estar
en el mundo. Presencia diaria [ 1964) pro-
longa, en una línea d e rigor y flexibilidad
a la vez, la calidad expuesta en su libro an-
terior. Esta poesía se d a como u n fenómeno
natural, como u n proceso d e los que componen
la vida psiquica. Comprendemos que esta apre-
ciación puede rfar lugar a equívocos. No nos
estamos refiriendo a la espontaneidad, al fluir
continuo d e la voz poética, a la torrentera d e
versos. Existe en Circe Maia, por el contrario,
una muy equilibrada contención y un sentido
sorprendente para evitar las flaquezas del apre-
suramiento. De muy pocos poetas jóvenes pue-
d e decirse, como d e ella: no ha escrito ningún
poema del que deba arrepentirse. Ocurre que
esa alma naturalmente poética es ya una forma
del rigor, sin que se perciba la dureza d e una
Enrique Est:ázulas. mano que castiga lo escrito ni d e una concien-
cia crítica que vigile implacablemente la materia
informe d e la intuición o d e los estados que
originan la posterior objetivación artística. Se MAROSA DI GIORGIO:
ha hablado mucho d e la frescura sensorial d e
su poesia, d e la limpidez d e sus emociones, d e
la transparencia d e su mundo, aun en los ins-
FANTASIA Y LIBERTAD
tantes en que la fuerza del dolar irrumpe en Adoptando una forma libérr~ma~, sin oien-
él. Ello sólo pudo ser conseguido merced a der a moldes tradicionales o convenciona-
su personalísimo modo de estar en la poesia
les, siguiendo una disposición muy vecina a
y a su profundo reconocer qué es lo que hay lo que entendemos por prosa, Marosa di
q u e . decir, y cómo, para obtenerla. Algunas Giorgio va apuntando, en una especie de re-
experiencias capitales otorgan a su obra una lato onirico, un fluir de recuerdos, de sen-
fisonomía inconfundible: el convivir ( e n su evo-
saciones, de presencias de la infancia. Los
cación y en su presencia), la muerte, la na!u-
tiempos, en su ordenado transcurrir, se quie-
raleza, la intimidad, lo cotidiano. Cada una
bran; el presente y el pasado pierden sus
d e estas cosas es perfectamente localizable: aristas y se convierten en elementos subor-
la naturaleza por ejemplo ( q u e tiene en Circe dinados al empeño que sobrenada en un
Maia a una d e sus más puras voces) ofrece' mundo sometido a unc constante transfor-
cuadros que la autora ha visto y vivido. Los ha mación. Los objetos más comunes y simpies,
amado y en razón de ello los llama por sus los que acompañan el vivir desde sus mudas
nombres. Sin embargo, lo circunstancial, o e inertes realidades, adquieren una vida
anecdótico, se traslada a u n plano d e pene- transparente y fascinadora. En Historiai de
trante sigriifiración. Su poesia transita lugares las violetas, su mejor libro a nuestro juicio,
comunes; y e'lo configura, a nuestro juicio, una predomina uno afmósfera de pego y trans-
de sus vir.udes mayores. Pero c;ue se nos en- mutación en el que las coros son disueltas y
tienda bien: empleamos la expresión "lugares convertidas en nuevas realidades. H- en su
comunes" con el alcance d e inagotable riqueza, visión un equilibrio arduo enfre el mero ue-
oe salud interior, de urgente necesidad comu- lirio y la fuerza que ha de actuar a modo
~icativay de realización efectiva d e la comu- de orientación, de rectoría levísima que per-
nicación que le otorga Pierre Emmanuel en mite la reconstrucción del ayer y que con-
Le Gout d e L'Un y en La face hum-rine. Tales sigue devolverle o1 lenguaje todo cuanto en
relaciones son los lugares comunes y éstos, lo infancia permanecía como larvq como pro-
a su vez, lugares d e encuentro. Y encuentro mesa de maravilla. Ello supone un esfuerzo
que sólo es posible cuando se devuelve al reiterado, una afención extremadamente si-
lenguaje todo su sentido. Bajo su engañadora gilosa para captar esa voz como entre sue-
sencillez palpita una aventura d e esencial gra- ños, reordenadora y febril, liberada sin em-
vitación que exige fuerza y transparencia in- bargo de la emoción o de la pasión en sus
terior, y, previamente, una profunda fe en ¡as estados primarios. Existen peligros en esta
relaciones humanas. Fuerza para asumir la poesía; la fantasía siempre los tuvo, máxime
estremecida vivencia del tiempo, para arrojar cuando esa fantasía tiende a crear el envés
una mirada a ese más allá del transcurrir de una historia y cuando ésta., por su parfe,
que irrumpe a veces en su poesia y al cual se resuelve en un frenesí liberador. Pero la
se le puede llamar eternidad. Y transparencia poesía se ha hecho presente.
para ver, y dejar ver a través d e si misma, la
realidad d e lo cotidiano, la verdad d e todos
los días, la presencia de las cosas y de las rece destinado a una disolución agria. Sus dos
vidas fraternas. libros respiran u n aire húmedo, y sus espacios
están habitados por criaturas extrañas, inmo-
CRISIS Y POESiA viles, como en una extraña espera. Frenfe a
- -
él, Hugo Achúgar muestra una ternura por las
Esa dimensión de lo cotidiano que Circe Maia cosas, las de su mundo familiar e inmediato.
explora con penetrante frescura es también Audaz en la expresión, canta el derrumbe de
atendida por la promoción reciente. Casi todos su adolescencia y a la vez, el de una sociedad
se interesan por sus ámbitos circundantes, f a - que debe dejar paso a la nueva. Su voz
miliares o ciudadanos. Avisados de las tram- posee u n dejo alegre, como de quien confía
pas de los grandes temas, de los escollos de en que podrá enriquecerla: es la voz del libro
las cosas previamente poéticas, desconfiados inicial, la obra de la juventud. Su mundo no
de las trascendencias reiteradas, prefieren re- tiene secretos, su mirada queda adherida a
ducir sus áreas y dominar sus materiales. La veces en las cosas más sencillas y fugaces.
misma crisis en que nacieron y viven les ha No hay propósito de embellecimiento, ni de
abierto los ojos a lo que les rodea. antes que las cosas n i del verso. Sí, a menudo, disonan-
recorrer morosamente los intrincados caminos cias, tonos agrios: se está experimentando, la
de la intimidad, buscan asomarse a otras vidas, búsqueda ha comenzado. El momento es arduo
a la calle y a los aconteceres que se dan con y quienes se han puesto a poetizar conocen
independencia del fluir psíquico. Los recintos bien cuántas tentativas, cuántos fracasos se exi-
privados quedan en la sombra, las voces poé- gen para lograr buena poesia sin olvidarse
ticas responden a voces reales: el mundo ex- de cuál es el mundo en que se vive. Algunos
terior existe y ya sea u n rincón suburbano de ellos están en la tarea de la experimenta-
o una avenida en-lo noche, u n hecho político ción: Enrique Fierro, Cristina Carneiro, por
o la carestía de los alimentos, la muerte de ejemplo. ¿Los únicos? Es posible dilatar el
u n guerrillero o la represión policial, condicio- registro, pues se trata de u n quehacer no con-
nan la actividad creadora y preparan el tono solidado, a punto de rectificarse, que de hecho
de la angustia y de la rabia. "Se supone que se rectifica mientras procuramos asirlo en una
el creador" -manifestó Ruben Yacovsky- fórmula. Enrique Fierro intenta en D e la in-
"se encuentra en u n medio, vive determinada vención una expresión concentrada, seca, reti-
época, adquiere conciencia de la realidad y cente; Cristina Carneiro logra, a través de
la refleja en la medida que le compete. Con Zafarrancho solo, algunos momentos válidos de
todos los defectos que se quiera ver y sin preocupación y ternura. Y también Elissalde,
entrar a dirigir tendencias o corrientes poéticas, Milla, Marra, Padilla, Mórquez, Somma, Peri
creo factible artisticamente el meterse en zonas Rossi.
actuales, hcsta inmediatas, directas para ai- Pero la crisis o la conciencia de ella, no
gunos, pero vigentes como materia de elabo- los fuerza a desdeñar la poesia o a saltearse
ración. Si lo exterior fuera estático, fijo, po- desaprensivamente sus fueros. U n sector de
dría expresarme de otra manera, respondería esta promoción pone en práctica una fusión de
a otros impulsos. Pero la rabia como síntoma fervor lírico y de rebeldía sincera. El canto les
de actitud, la bronca, si bien no pertenecen a importa en la medida en que los ubique en
la estructura clásica y a los cánones al uso, el mundo y los abra a la explotación de sus
han adquirido a mi juicio la madurez suficiente destinos y de los poderes del lenguaje. Salva-
como para manifestarse, con o sin reverencias dor Puig, por ejemplo, obtiene en La tuz entre
-más bien sin- en la poesia". Esta expre- nosotros una poesia en la que el trabajo de
sión pudiera extenderse a otros jóvenes poetas: la palabra y la riqueza de imágenes lo orientan
Ortiz y Ayala evoluciona desde una atmósfera hacia los valores formales, hacia la atención
mochadiana con fuerte impregnación de cua- de la flexibilidad y riqueza expresivas. Pero
dros de la naturaleza hasta u n decir crispado, también es capaz de captar, con una fuerza
una indignación que agita su verso y expulsa y una verdad poco frecuentes en la poesia
paulatinamente los regodeos sensoriales y los joven, el dolor por la muerte del "Che" Gue-
restos de una visión entorpecedora de lo real. vara, la admiración por el hombre y la adhe-
Pero esa visión no siempre equivale a de- sión a u n proceso revolucionario cuyo mandato
nuncia: puede ser, como en Enrique Estrázulas, resulta imposible eludir. Su verso es amplio,
comprobación del pasmo, perplejidad ante la busca ritmos vigorosos, se expande e n mefá-
noche, azoramiento y agonía. Su voz empieza foras y en visiones ya alucinadas, ya serenísi-
a tornarse áspera, sus ojos ven el desgaste de mas, remansos del 'decir. Su peligro radica, nos
las cosas y los hombres. Sus tonalidades son parece, en esa misma fuerza expansiva. La can-
oscuras, sus modulaciones tienen ecos de ban- tención no se aviene bien con sus maneras ni,
doneón. En su mundo, nada brilla, todo pa- en general, con las maneras de la juventud. Por
LA PBESIA Y LA CRITICA
Reguiar o irregularmente, varios poetas de
las promociones que nos ocu-pan escriben
páginas crificas. Sin ser en ellas rasgo ex-
clusivo (anteriores generaciones líricas tam-
bién ejercieron la critica) es cierto que, ya
en la aprobación o en el rechaza., en el aná-
lisis o la reseña. la poesia es el centro de
sus reflexiones. Sin las obligaciones del cri-
tico profesional, fa critica d e los poetas
puede mostrarse más espontánea y, a veces,
también más apasionada. La experiencia
poética no se completa sin la inquisición
consciente y lúcida en el cuerpo del poema.
Sin un mínimo de crítica fno sólo de auto-
critica) la creación está a un pasa de per-
manecer en lo embrionario, ensordecida por
la propia armonía ( o desarmonio). Desde el
estudio amplio y sistemático hasta la nota
bibliográfico, los nuevos poefas no descui-
dan ese saludable ejercicio: Medina Vidal ha
repasado autores de la antigüedad clásica
y autores nacionales, Washington Benavides
examino 1:bros de poesia en las páginas de
"Marcha", al igual que Salvador Puig; En-
rique Elisrolde dedicó no pocas notas en
"Época" al análisis de temas poéticos, y
también en la revista "Temas"; Nelson Marra
hace lo propio en la citada revista; Enrique
Fierro y Dieqo Pérez Pintos orientan a me-
nudo sus esfuerzos en páginas reflexivas; Hu-
go Achúgar y Jorge Arbeleche también se
dedican, en publicaciones periodísticas y en
revistas, al enjuiciamiento de poetas nacio-
nales e hispanoamericanos. Por supuesto, es-
t a labor -colateral a las preocupaciones
creadoras- está, en su mayor parte, en sus
comienzas. Pero, aun considerando las dis-
tintos prados d e madurez, es un hecho de
gravitación no tan!o para el .panorama de
uno literatura cama para el pro-pio destino
y el oficio de los jóvenes poefas.

Washington Benavides.
Iván Kmaid.
el contrario, lván Kmaid logra una austeridcd, l a materia del poema, los instantes en sucesión,
a veces una dureza que derivan sin duda de postergar una madurez, l a que se requiere
Liber Folco; un mundo auténtico, entrañable, para desarrollar históricamente l a personalidad.
impregnado de nostalgia, de dulce desazón
por l a muerte de los seres queridos, una
gracia personal, algo así como un d e s p a r p ~ j o
sofrenado otorgan a sus poemas un tono con- En una apreciación de conjunto, l a produc-
vincente y una a:mósfera aérea tan agradabie ción lírica más reciente muestra descuidos for-
como insospechada. La estructura de sus poemas males, escasa atención por los procedimientos
suele resentirse y esa misma levedad amenaza técnicos y hasta una sospechosa tendencia a
disiparlo. ignorar la teoría prosódica y métrica O a hur-
Aunque no es en la modalidad que trabaja tar el cuerpo ante el esfuerzo que representa
Iván Kmaid, por cierto, l a única en que se el estudio. La facilidad expresiva, l a sensación
debe estar en guardia contra las irreguiaii- de que se escribe afiebradamente, en l a sor-
dades del verso o el desajuste de las estruc- presa o en el éxtasis de los primeros contcc-
turas. La producción de Diego Pérez Pintos, en tos con el y o y con el mundo, hablan de un
l a que surgen poemas hermosos, de fina ca- desdén por l a discipline. ¿Cómo compensarlo?
pacidad sensorial, de vislumbres de noches y Con l a atención exc!usiva hacia el "contenido",
de amaneceres, no soporta siempre cierta abun- el "fondo", lo "esencial", con las emociones y
dancia, cierra languidez, ciertos choques de las las angustias avasallantes, capaces de tornar
palabras; su libro Los pasos muestra un impul- estériles y hastu ridículas las imposiciones del
estudio, el curso de l a disciplina o l a preocu-
so reiterativo que no h a l l a fácilmente sus
pación por l a pericia técnica. Tal vez la ju-
limites. Las composiciones de Esteban Otero,
ventud no pueda -o no deba- tener en cuen-
en cambio, son como aires inmóviles, de ex-
ta demasiado pronto los exigencias formales
trema parquedad, pudorosamente replegados,
ni la vigilancia del lenguaje. Pero tal vez sea
sin que deje entrever un arranque de audacia conveniente pensar que dicha atención no es
que le permita captar o!ros registros. Quien impunemente postergable. Parte de la juven-
logra estruciurar sus poemas hasta dotarlos tud ha de ser invertida en el duro aprendizaie,
de un aliento poderoso es Roberto Echavo- en el encarnizado estudio de l a gramárica poé-
rren Welker. El mtir deiras del nombre es un tica. Y ello no en nombre del decoro -peli-
libro atrcctivo y estimulante. Influido por la grosa sirte donde encallan tantas inspiraciones
gran poesía del siglo (Eliot, Saint-John Perse, genuinas- ni de una perfección sin más ho-
Octavio Paz) se mueve en una textura de imá- rizonte que el regodeo del oficio, sino en el
genes, en un fluir de vocablos con el que los de l a misma renovación que se desea, en el
poemas crecen y se afirman. Sus composicio- de la misma proyección hacia el futuro. Y no
nes parecen haber nacido d e una acumulación como promesa: como realidad.
de vivencias, admiten a l a vez l a integracion El desafio existe y todos, a l fin y a l cabo,
de varias voces, se muestran como formadas deberán enfrentcrlo. ¿Qué decir? ¿Cómo de-
de múltiples capas, sedimeniados, plurivalen- cirlo? Y una vez hallada una manera propio,
jcómo hacerla progresar, cómo enriquecerla y
tes. Las cosas sobreabundan, ias referencius y
transformarla? ¿Con qué derecho organizar
las a'usiones se abren hacia distintos rumbos.
una vida en el cultivo del arte cuando el mun-
Es la movilidad del mar, pero del mar que gol-
d o entero arde y se resquebraja? ¿Hasta dón-
pea y estalla en Ic costc, a l l i donde siempre
de es licito aguardar de l a nueva poesia una
es posible sorprender lo Iiuella humana. N o ética de l a forma s i l a ética de hoy, l a de
revela, o no ha encontrado aún, la facultad ahora mismo, exige todas las fuerzas para l a
de asir un instante, de detenerlo en su de- construcción del mundo nuevo? "Apremiante,
licia. EsÍa tarea, no indispensable pero sí pro- confusa, sin perspectiva": estos calificativos de
piciudora del lirismo puro, l a encarna hasta el Valéry a propósito de su época bien pueden
momento, con aciertos, Jorge Arbeleche. "ln- aplicarse a l a nuestra en cuanto intentainos
dudablemente", dice Domingo L. Bordoli en el diagnosticarla. "Nos hallamos en un banco de
prólogo a Sangre de l a luz, "esta poesia de niebla", dijo el autor de Charrnes. Sin duda,
Jorge Arbeleche es una poesia del instante, y igual sensación nos invade cuando queremos
se l a reconoce de este modo porque ha pro- ver claro y arrojamos una mirada en torno.
curado poner de manifiesto un «no-tiempo», También nosotros compartimos l a niebla, es-
que en forma circular rodea a cada uno de tamos en su centro. ¿Cuál puede ser el camino
los momentos elegidos". Esta actitud envuelve real de l a nueva poesia? ¿Cuál l a orientación
también sus escollos: la misma tenuidad a que de los más jóvenes? Los gérmenes del rechazo
alude Bordoli puede adelgazar excesivumente de los antecesores, detectados al comienzo
Ernesto Guevara, cuya acción revolucionaria y cuya muerte
en Bolivia fueran recogidas en l a creación poética de
los jóvenes.

DOS REVISTAS
Si mantener publicaciones periódicas cuyo
contenido verse exclusivamente sobre poesia
es tarea ardua en cualquier ambiente, ha-
cerlo en el Uruguay de los últimos años re-
quiere enfrentar es!os obstáculos: proverbial
indiferencia del público, pesadas trabas eco-
nómicas, corencia de estímulos. Y hacerlo de
modo satisfactorio, no sólo enfrentando di-
chos obstáculos sino en buena medida do-
blegándolos, habla de un fervor por l a poe-
sía poco frecuente y de una insólita fe en
que la voz de esa "cenicienta de las letras"
habrá de ser a l fin oida. La nueva poesia
en el Uruguay encontró esas publicaciones:
"Siete poetas hispanoamericanos" y ' Aqui
poesia". Ambas reconocen en Noncy Bacelo
y en Ruben Yacovsky, respectivamente, sus
enimadores y sus tenaces sostenes; ambos
acogen voces diversas, propagan, esfrmu-
de este trabajo, ka:canzaron ya verdadero Ion Y, hasta donde les es posible, orientan.
desarrollo? El apremio los comprende a todos: S'n desmanes de exigencia, dejan convivir
&será también el de ellos un poe:izar a partir como en la parábola evangélica, el trigo
del remordimiento, se verán compelidos a en- y la cizaña. sabedores -consciente o in-
frentar a l a poesía como una carga y a sobre- conscientemente- de que la separación y
llevar su condición de poetas sintiendo que decantación verdaderas quedan a cargo del
l a conciencia se los recuerda penosamente? De tiempo. Sin ellas., las oportunidades se ha-
l a forma en que se emancipen y del nuevo brían reducido hasta un grado tal vez desa-
hombre que avizoren en sus creaciones, depen- lentador; sin ellas.. muchas vocaciones no ha-
derá en parte el nacimiento o l a frustración de brian hallado cauce.
ese mundo en cuyo porvenir están comprome-
tidos.
La muerte del estudiante Líber Arce también marcó l a
sensibilidad d e los nuevos poetas.

Las manifestaciones callejeras , su represiión y el clima


politico de nuestros, Últimos años han encontrado eco
en l a poesia de la nueva ge neración.
AUTORES CITADOS: Medina Vidal, Jorge. - Cinco sitios de poesía,
1951; Para el tiempo que vivo, 1935; Por
Achúgar, Hugo. -- El derrumbe, 1968. modo extraño, 1963; Las puertas, 1962; Las
terrazas, 1964.
Arbeleche, Jorge. - Sangre de la luz, 1968.
Ortiz y Ayala, Walter. - Hombre en el tiem-
Baceio, Nancy. - Tránsito de fuego, 1956;
po, 1963; E l trotacalles, 1964; Los espejos,
Circulo de fuego, 1960; Cielo solo, 1962;
1965; Palabra en vilo, 1967.
Razón de la existencia, 1964; Canjares,
1960 - 65. Peña, Cecilio. - El hombre entredormido,
1957; Cuarteto del ser, 1961; Desde Eidar,
aenavides Washing:on. - Tata Vizcacha, 1955;
1963; Por estos días, digo, 1966.
El poeta, 1959; Poesía, 1963; Las inilofigxs,
1965; Los sueños de la razón, 1967; P o e m ~ Pérez Pintos, Diego. - Los pasos, 1965.
cle l a ciega, 1968.
Puig, Salvador. - La luz entre nosotros, 1963.
Carneiro, Cristina. - Zofsrrancho solo, 1967.
Schinca, Milkon. - De l a aventura, 1961; Esta
Di Giorgio, Morosa. - Poemas, 1935; Humo,
hora urgente, 1963; Mundo cuestionado,
1955; Druida, 1965; Hisfcrial de las v:ole-
1964; Nora Paz, 1966.
tas, 1965.
icliavarren Welker, Roberto. - E l mar de:rús
del nombre, 1966. ESTUDIOS CRiTlCOS Y TESTIMONIOS:

Estrázu!as, Enrique. - El sótano, 1965; Fue- Benavides, Washington. - Testimonio en "Mar-


ye, 1968. cha", 27/12/63.
Fierro, Enrique. - De la invención, 1964. Bordoli, Domingo Luis. - Antología de la poe-
Flores, Carlos. - Poemas del tiempo y de sía uruguaya contemporánea, 1966.
Lise, 1952. Diaz, José P. - Nota critica en "Marcha",
lbargoyen Islas, Saúl. - El pájaro en el pan- 27/12/63.
tano, 1954; El rostro desnudo, 1956; El oto- Elissalde, Enrique.- Foesía uruguaya de la
ño de piedra, 1958; Pasión de una sombra, segunda postguerra, revista "Temas", N? 1 3.
1959; El libro de l a sangre, 1959; Un lugar
en l a tierra, 1960; Ciudad, 1961; Limite, Paternain, Alejandro. - 36 años de poesia
1962; Sin regreso, 1962; De este mundo, uruguaya, 1967.
1963; Los meses, 1964; El amor, 1965.
Rodriguez Monegal, Emir. -Literatura uru-
Kmaid, Iván. - Porque impar es l a dicha, 1964. guaya del medio siglo, 1966.

Maia, Circe. - En el tiempo, 1958; Presencia Yacovski, Ruben. - Testimonio en "Epoca",


diaria, 1964. 3/8/66. b
En CAPíTULO ORIENTAL
f ndice
- PRIMERAS BIOGRAFIAS
- UK GCNERO POCO FRECUEXTAI>O
p junto con el fascículo, el libro - EJEMPLOS \'ARIOS
POLÍTICOS Y ROMÁNTICOS
por Raúl Montero Bustaniante

7 POETAS

HISPANO

AMERICANOS

circe moia
vicente basso magiio
v~ashingtonb e n a ~ i d e s
esther de clceres
enrique casaravillo Iemos
enrique fierro
nancy baceio
Este farcíc"lo, ton el libro
LA NUEVA POESIA
(antología) Precio del
constituye la entrega N.o 39 f ascieulo
de CAPITULO ORIENTAL más el libro: $ @a

Cecilia Brugnini - "No& está adentro" - Tapiz

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