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INSTITUTO PROFESIONAL C I I S A

TALLER DE TÍTULO
APOYO METODOLÓGICO

EXPOSICIÓN ORAL
Profesor: Jaime Riveros B.

1. LA COMUNICACIÓN ORAL

La finalidad de todo acto de comunicación es establecer una comunicación recíproca. El hombre utiliza las
palabras para comunicar sus ideas y así transmitir algo que está en su mente.

Las palabras son la representación sonora (o gráfica) que se ha dado, en cada lengua, a una idea.
Obviamente el ser humano aprende rápidamente a hablar y no siempre a escribir. La lengua es un sistema
de comunicación por medio de signos orales, porque el lenguaje es esencialmente oral, la escritura es un
recurso para representar el habla.

El habla está compuesta de varios elementos: voz, timbre, volumen, dirección, dicción, modulación,
articulación, ritmo, velocidad.

La voz es la materia prima con que cada hablante se expresa, el sonido que el aire expelido por los
pulmones produce al salir por la laringe, haciendo que vibren las cuerdas vocales. De la voz emanan
los demás componentes del habla, a saber:

- TIMBRE:
Tono de la voz, modo característico y propio que adquiere el sonido o bien la altura de ese sonido,
determinado por la mayor velocidad de las vibraciones de las cuerdas vocales. El timbre puede ser más
agudo o más grave.

- VOLUMEN:
Alcance de la voz, aquello que hace posible que la voz pueda ser captada en determinadas condiciones
físicas: espacios muy abiertos, exceso de ruido ambiental, auditorio numeroso, etc.

- DIRECCIÓN:
Proyección de la voz, se refiere a la capacidad de emitir el sonido en forma tal que llegue de la mejor
manera a todos quienes escuchan. En este sentido se cometen errores cuando al leer en voz alta, se
interrumpe la emisión de la voz con el libro mismo, que cubre la boca, o bien cuando se mira al suelo y
la voz se pierde al no proyectarla hacia delante.

- MODULACIÓN:
Se refiere a los modos con que la voz va matizando el sentido del mensaje, podemos llamarla también
inflexión o entonación de la voz y se relaciona con aspectos emotivos, que le otorgan el énfasis
adecuado a cada expresión.
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- DICCIÓN:
Es la pronunciación correcta de las palabras en cuanto a su estructura, decir las palabras con todas sus
letras o sonidos. Comete vicios de dicción quien cambia sonidos o sílabas, acorta o alarga los
vocablos: “amol” por amor, “nadien” por nadie, “frezá” por frazada, etc. Causas importantes de los
vicios de dicción son:
 Desconocimiento de las palabras (pobreza de vocabulario)
 Ley del menor esfuerzo
 Pereza mental.
Nada proyecta más o determina la imagen de las personas como la dicción.

- ARTICULACIÓN:
Se define como la posición y movimiento de los órganos específicos para la pronunciación correcta de
cada sonido o palabra. Los órganos de fonación cumplen un papel muy importante en la emisión de
cada sonido. Al margen del sistema respiratorio, integrado por pulmones, bronquios y tráquea, el
sistema fonatorio se compone esencialmente de las cuerdas vocales (la glotis). El sistema articulatorio
está compuesto por los órganos de la cavidad bucal: dientes, paladar duro, nariz,(órganos pasivos),
además de los labios, la lengua y el velo del paladar (órganos activos).

- RITMO:
La velocidad con que hablamos. Resulta obvio que alguien que hable demasiado rápido no logrará
darse a entender cabalmente, por el contrario, la lentitud causará tedio y desazón. En lo posible debe
utilizarse este factor como un recurso para mantener la atención del auditorium. Jugando con la
velocidad, de modo de apurar cuando sea necesario y detenerse luego, se evita la cadencia monocorde
que muchas veces nos hace desear que el orador termine cuanto antes.

2. LA EXPOSICIÓN ORAL

La palabra hablada permite transmitir nuestras ideas. El hombre demuestra su sociabilidad comunicándose
con los demás en un mecanismo de intercomunicación mutua. Esta intercomunicación se realiza
fundamentalmente en forma oral, porque su aprendizaje es mucho más simple que el de la expresión
escrita y porque ofrece las ventajas de la apoyatura de la mímica, gesticulación y , especialmente de la
entonación que proporciona infinidad de tonos y matices para poder exteriorizar sentimientos y actitudes.
En la vida diaria nos estamos expresando continuamente en forma oral. Cualquier persona se ve
frecuentemente en la necesidad de hablar en público sea en el ambiente profesional, social, sindicato,
clases etc.

2.1. CONDICIONES BÁSICAS PARA UNA EXPOSICIÓN

Cuando un auditorio enfrenta al orador, no sólo sus palabras son fuente de atención. Aunque sea de
modo inconsciente, repararán en su vestuario, en su aspecto físico, en su olor y todo aquello
conformará un cuadro que al momento de evaluar lo entregado por el orador, tendrá su cuota de
importancia. Dependiendo de cada circunstancia, podemos señalar que la sobriedad debe presidir
cuidadosamente un estilo acorde con la naturaleza de la ocasión: un cóctel, una reunión profesional,
una cuenta informal, etc.
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En el terreno propiamente de la actitud del orador, podemos señalar:

- Dominio del tema:


Cualquier logro obtenido, se perderá si el orador no posee un dominio y un conocimiento del tema que
se está tratando: una voz perfecta, una correcta modulación, naturalidad incomparable, será una triste
pérdida de recursos si en su exposición el orador no manifiesta solvencia en torno a las ideas
abordadas. Un pleno dominio de éstas, en cambio, le dará seguridad y cada uno de los aspectos
señalados anteriormente tendrán la posibilidad de elevarse a su máxima expresión.

- Control de la voz:
Comprende los aspectos estudiados en los componentes del habla (timbre, volumen, modulación,
dirección y ritmo). El buen orador es aquél que puede manejar estos aspectos sin estar
permanentemente preocupado de ellos durante el desarrollo de su exposición. Resulta difícil que quien
deba concentrarse en las palabras y en el fondo de su discurso, pueda, al mismo tiempo, velar por cada
una de las sugerencias dadas. Es necesario que todas ellas sean incorporadas paulatinamente por el
orador, a través de su estudio, perfeccionamiento y progresiva puesta en práctica, de modo que al
enfrentar al auditorio todas estas características pertenezcan en forma, quizá inconsciente, a su
naturaleza expresiva.

- Actitud corporal:
La gesticulación y ademanes, constituyen los recursos expresivos no verbales y comprometen
activamente todo el cuerpo del expositor. Esto recibe el nombre de somatolalia (hablar con el cuerpo)
y lo encontramos en su máxima dimensión en el trabajo de los mimos. Por supuesto, para el expositor
oral, esto constituye sólo un aporte complementario en la entrega del mensaje y no lo esencial, sin
embargo, resulta conveniente atender al uso de las manos, los gestos, la forma de pararse, etc. Es
importante señalar que el orador debe preocuparse de que los movimientos de sus manos sean
consecuentes con las ideas expresadas, de modo de no producir contrasentido entre lo expresado con
palabras y el mensaje del cuerpo.

- El vocabulario y las muletillas:


La persona que habla debe poseer un amplio vocabulario, ya que esto le proporcionará mejores
recursos para expresarse. Sin embargo, es necesario adaptarlo al auditorio, es decir, adecuarlo al medio
social o cultural en que se desenvuelvan las personas a quienes nos estamos dirigiendo.

No debemos utilizar un lenguaje especializado si nuestro auditorio no lo es, ni tampoco utilizar


palabras rebuscadas, de tal forma que aquellos que nos escuchan no comprendan claramente su
significado. Esto último, cuando se convierte en costumbre, constituye una falta de respeto a los
oyentes y una pedantería. Nuestro vocabulario y con ello nuestra expresión deben ser siempre claros y
sencillos, lo que redundará en el éxito de nuestro objetivo: La comprensión plena de nuestro mensaje.

Un fenómeno que afecta con frecuencia a personas que deben usar la palabra en público y que no han
logrado un nivel aceptable de perfección, sea por falta o por descuido en el ejercicio de esta práctica, es
el uso de MULETILLAS, que consisten en el uso reiterado de palabras, frases o expresiones parásitas
que no aportan nada al fondo del tema y que por el contrario, sólo perturban y alteran el mensaje.

Las muletillas tienen su origen en la necesidad del hablante de contar con un soporte a su expresión, de
otorgarle fluidez al plano formal de su mensaje, a costa de la reiteración excesiva de palabras o frases
que siempre tiene a mano, como por ejemplo: ¿Ya?, ¿verdad?, entonces, pero, digamos, o sea, etc.
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La eliminación de muletillas requiere de una actitud permanente de autocrítica y de la colaboración de


personas que nos escuchen con atención y que nos ayuden a identificar aquellos giros que repetimos
por tendencia natural y que le quitan variedad y riqueza a nuestra expresión oral. Otra causa frecuente
de muletillas es la falta de vocabulario, cuando por desconocimiento de la palabra precisa, utilizamos
aquélla que viene con mayor rapidez a nuestra mente, lo que muchas veces ocurre de manera
inconsciente.

2.2. Dificultades

La exposición oral puede realizarse en coloquio o debate, pero también puede ser una intervención más
amplia y continuada como en la disertación. El hecho de que todos los demás estén en silencio, provoca
una serie de tensiones emocionales que le dificultan la naturalidad en la exposición. ¿El antídoto?
preparación y dominio del tema. La finalidad que debe pretender todo disertador, es convencer a sus
oyentes de la veracidad de las opiniones o ideas que presenta. Debe realizarse con gran cuidado y a la vez
naturalidad, en la postura ante el público, en los gestos y en el movimiento del cuerpo y de las manos.

Sugerencias para la disertación:

1º Hay que situarse en un lugar estratégico para ser visto y dominar así el auditorio.
2º Escribir el material destacando lo más importante de él.
3º No dar la espalda al público.
4º Mantener contacto visual, no mirar ni cielo ni suelo.
5º Efectuar pequeños desplazamientos para evitar la rigidez.
6º Exponer a una velocidad adecuada, como cuando se lee en voz alta, porque si se es lento o muy
pausado resulta agotador y monótono para el auditorio.
7º Buscar un tono de voz agradable, evitando las estridencias.
8º No memorizar, no recitar, sino desarrollar, darse a entender, explicar.
9º Cambiar tono y ritmo de la voz.
10º Memorizar las palabras difíciles o anotarlas en el material didáctico.
11º Cuidar el final. Una terminación bien expresada dejará una buena impresión en el auditorio.

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