CUENTO DEL QUE
SEMBRO SANDIA
Por Juan Correa Pérez, de Rio Chiquito, Joa.
Un dia se reunieron los sembradores de sandia
para plantear los problemas que les sucedian en sus
siembras. Uno que explicé que estando en Sazén, la
sandia nunca se lograba, un animal venia a comer
toda la siembra y por mucho que habia espiado no
habia conseguido descubrirlo.
Estaban platicando entre ellos de este problema
un dia domingo y uno de los compafieros le dijo:
-Mira, amigo, si quieres arreglar este problema,
hazte un mufiequito, su cabeza la vas a poner en
medio del camino por donde pasa este animal.
Asi lo hizo el duefio de la sandia y prepar6é un
mufieco con material muy pegajoso y lo colocé en
medio del camino por donde pasa este animal.
Llegé por aquel camino el conejo con muchas
ganas de comerse una sandia, vid que habia algo
tapando el camino y dirigiéndose al mufieco que le
impedia el paso le dijo:
-2Qué haces aqui compadre? tengo ganas de
comerme una sandia. Y saludé al compadre dandole su
mano un buen rato, deseandole buena suerte. Asi fue
como se comenz6 a pegar y el saludo se convirtio en
un grave pleito, pues al ver que no podia soltarse
le dijo:
-Si no me sueltas te voy a patear.
Y al ver que no podia soltarse, empuj6é
fuertemente al mufieco con sus patas que también
quedaron pegadas; y mas enojado el conejo afadio:~iYa esta bien compadre, suéltame o te
tener que morder!, a
Y siguio amenazando al mufieco el conejito, y al
ver que no le hacia caso, intent6 morderlo también
y entonces todo €1 qued6é apresado por el pegamento
con que estaba hecho el mufieco.
Cuando llegé el duefio de la sandia para ver lo
que habia pasado, encontré al conejito pegado y lo
agarr6é y lo metio en su morral. Al llegar a su rozo
lo colgé en un lugar y se fue a juntar lefia, el
coyote llegé donde estaba colgado el morral y el
conejo dijo al coyote:
-z~Es verdad lo que me dijiste este dia, es
cierto que tu quieres una mujer?.
-Si, si -respondié el coyote.
-Si es verdad lo que dices -siguié diciendo
astutamente el conejo-, ven y quédate en mi lugar,
mientras yo voy a buscarte la mujer.
Se fue el astuto conejo, contento de haberse
librado y se quedé alli esperando el coyote. Al
cabo de poco llegé el duefio de la sandia con un
tercio de lena. Entonces el coyote pregunto al
duefio de la sandia:
-gDénde esta la mujer que vienes a traerme?
Y el duefio de la sandia le respondidé:
- Si, si aqui'’la traigo, sélo que esta un poco
caliente.
empezé a juntar lumbre y cuando
estuvo hecha la_ lumbre, agarr6é el morral donde
estaba el coyote para echarlo a la lumbre.
Al ver el coyote que iba a echarlo a la
lumbre, hizo un esfuerzo muy grande y se pudo
escapar de las manos del sefior. Asi es como se pudo
salvar el conejo y el pobre coyote.
Y diciendo esto,