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de
estudios
cleplan
17
Investigaciones septiembre
económicas 1977
para
latinoarnérlca
NECESIDADES
BASICAS
y
EXTREMA
POBREZA
René Cortázar
( )
( )
( ) ...~ -
la CORPORACION DE INVESTIGACIONES
ECONOMICAS PARA LATINOAMERICA es una instituci6n
de derecho 'privado, sin fines de lucro,
con domicilio en Santiago de Chlle,
Av. Colón' 3494; teléfono 283262.
5. CONSIDERACIONES FINALES 41
APENDICE 47
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS 49
NECESIDADES
BASICAS
y
EXTREMA
POBREZA*
René Corlázar
5
bájísínfo i¡iorceiítaje de ellos han conseguido disminuir significati-
vame,fteJa incidencia de la pobreza. Con razón entonces se ha pro-
ducido un creciente consenso en cuanto a que el problema de la po-
l>reZ:á/m~i;t:Ce una atención especial, suscitándose un amplio debate
sobre laó' 1ga1.:tsas del fenómeno y las alternativas existentes para en-
cararlo.
_Las hipótesis al respecto son variadas. Según algunos, el pro-
blema reside' fundamentahnente en un ineficiente y excesivo inter-
vencionismo por parte del Estado, lo que habría generado un insu-
ficiente crecimiento económico. Para otros, la causa principal se en-
cuentra más bien en que los frutos de dicho proceso no están enca-
minados a beneficiar en términos significativos a los sectores más
postergados. El grado de concentración de la propiedad, las carac-
terísticas de la estructura productiva· y de los bienes y servicios que
se producen, las políticas económicas que se aplican, etc., se re-
fuerzan mutuamente, configurando un "estilo de desarrollo" que
tiende a concentrar la riqueza, el ingreso y el poder en las familias
más acomodadas.
Las polític~ para superar la pobrefa que surgen de_ tales diag-
nósticos post'!lah en uri caso un crecimiento· .más ·acelerado vía la
aplicación dé un modelo liberal·)'• de una'implemeritaci6n · adecua-
da de políticas ecori6micas 'ortodoxás' y, ·en el otro, un cambio más
pí'ófimdo en' el'estilo de desarrollo' ,seguido hasta ahbfa. Este últi-
mo requeriría una redefinición tárito de los objetivos ciómo de los
instr;,imentos de· 1as políticas ·económiéas. No' s6lo sería necesario un
perfeCciollamierito teciiocráticé>, ,'~inó: que· sé·.· neceSit~í~, · ~ Ia· vez,
úna redefinición política en favor de los grupos más pobres.
Aun cuando responden a enfoques distintos, cabe señalar que
ambas perspectivas reconocen que es preciso desarrollar estudios
detallados sobre la realidad de los pobres. En el primer caso, con
el objeto de elaborar programas transitori_os de transferencias de
ingrésos y de ciertos servicios básicos, nüelítras se ]ogra ura solu-
ción definitiva. En el. segundo, con el propósit~·de dise_ñar en forma
más adecuada una estrategia 'de desarrollo, eri)a que el crecimien-
to ec¡mómfoo y en general el 'funcionamiento de la economía tenga
com'ó"inefa explícita y programadil'la satisfacción de las necesida'
des básicas_ de toda la población.
,En ,general, las investigaciones ·sobre el fenómeno se concen-
tr,an en sectores extreníad,¡mente pobres; donde las carencias están
foert~füente acentuadas. En este trabajo intentaremos e.stndiar en
6
cambio dos 'estados de··carencia, ·diferentes. Tomando como referen-
cia las condiciones ,ile,:alimentación;, salud, educación .y vivienda,
analizaremos la situación de aquéllos · hogares que ncí alcanzan un
nivel aceptable .dec,satisfacci6n de éstas, que constituyen necesida-
des básicas para :un· desarrollo humano integral.
Como quedará''eh 'evidencia, la insatisfacción de· tales reque-
rimientos constituye un fenómeno que afecta a un número de fa-
milias bastante mayor que las normalmente consideradas pobres.
Se verá que en un país como Chile, un sector importante de los
estratos· medios no· satisface; por ejemplo, los niveles de consumo
de alimentos recomendados para un buen desarrollo físico e inte-
lectual. De esta · forma :se encontrará que un porcentaje bastante
elevado de la poblacióri · -más· de lo que normalmente se supone-
no satisface ·sus· necesidades elementales de vivienda, alimentación,
salud y educación. ·
Sin' embargo, en la medida que la insatisfacción de dichos re-
querimientos afecta a un sector muy amplio de la población, se hace
imprescindible identificar y e~tablecer la importancia relativa de los
hogares que súfren las carencias más agudas. Es razonable postu-
lar que este segnndo grupo merece una mayor prioridad en la so-
lución de sus problemas. Con este propósito se distingnirá, de entre
los que no satisfacen· sus necesidades básicas, a las familias extre-
madamente pobres. Este es el grupo del que se han ocupado la ma-
yor parte de los est.udios sobre la materia. ·
El primer propósito de este trabajo será, por lo tanto, cuantifi-
car con mayor precisión dé lo que se ha hecho hasta ahora la real
magnitud de los fenóméµos aludidos'. Se procura ignalmente respon-
derotros intesn:ogantes #iuy elementales, pero que son previos a las
discusiones de tipo más analítico, y que dicen relación con las carac-
terísticas distintivas de los hogares con sus necesidades básicas insa-
tisfechas y, dentro· de éstos, las de las familias que viven en condi-
ciones de · extrema' pobreza.
Intentaremo~ '\~~9nder ~iete interrogantes:
1) ¿Cómo definir 'cuáles son los hogares que no c1:1bren sus
necesidades básicas de alimentación, salud, edúcaéión y vivienda?
Planteado de otra forma: ¿cuál es el nivel mínimo de consumo de
cada uno de estos rubros, básicos, al que deberían tener acceso todos
los hogar.es. ? · · •·.;r:· · ····· ··· · · ·· ·
2) ¿Cuántas són lasfami]ias que no alcanzan a cumplir con
los requerimientos d~finidos en el. punto anterior?
7
----------·-··"··---~·
8
de la. economía..chilena qµe .aún.subsisten o, más aún,• se han .visto
acentm>.das en él transcurso.: de los años setenta. ·.
9
facen las diversas necesidades· básicas, aparte de qué se considera
dentro de la definición de pobreza los bienes y servicios que se en-
tregan al margen del mercado, a los cuales no tienen acceso todos
los hogares.
En general, los estudios sobre el tema han adoptado el primer
método.•.
En este trabajo se recorrerán ambos caminos. En la próxima
sección se •intentará responder las tres primeras preguntas que for-
mulamos al inicio. del trabajo. Ellas se pueden resumir así: ¿Cuáles,
cuántos y qué. características especiales tienen los hogares que pre-
sentan. sus diversas necesidades básicas insatisfechas?
10
rios establecidos;,para llevan a, ,cabo esta segunda distinción 1, De
ahí que sé· haya .optado simplemente por definir como hogares su-
midos_ ,.en -éxtrema pobreza, a todos, aquellos que obtienen menos
del 60 por ciento, ,de Jo requerido para satisfacer las necesidades
básicas ,,consideradas.·
a) , Alimentación,·
7 Esto ·ha sido :reconocido por todos los estudios sobre el tema, IoS cuales, en
ausencia de criterios absolutos, han tenido que recurrir a definiciones ope-
racionales más arbitrarias.
s Los sesgos que se ·produjeron como consecuencia de esta reagrupaci6n
apuntaron sistemáticamente a sobreestimar las disponibilidades de nutrien-
tes.
9 La asignación' .:de· estas .transférencias· entre las familias se hizo de acuer-
do a variables, como situación previsional del hogar y ,"asistencia de sus
·niños a· la escuela básica.
1o Con este procedimiento se determina la disponibilidad de i>.Utrientes y no
SU consumo :efectivo; ya que nO se conoce aquella pa_rte de· los alimentos
r::· .,que:se pierde,-.m-.,IoS· cambios ·en. su- contenido nutritivo ocasionados du-
rante su preparación final para ser ingeridos.
11
te de !.as familias. El primero exhibe claras ventajas' como indica-
dor global de la situación alimentaria 11• De este modo, nuestro
cálculo permitió disponer, para cada .uno de los 8.000 hogares, de
tres indicadores que sirven para evaluar su situación nutricional.
Los niveles mínimos requeridos para satisfacer las necesida-
des de alimentación se han tomado de recomendaciones nutritivas
internacionales adaptadas al caso chileno 12 ( cuadro 1). Se· basan
12.
Los resultados,. que se presentan en el cuadro 2, muestran que
casi la mitad de los hogares del país no satisfacen sus necesidades
calóricas. Más aún, un sector considerable; equivalente al 17 por
ciento de las familias chilenas, rio ·Satisface ni siquiera el 60 por
ciento . de. la recomendación calórica, encontrándose entonces, de
acuerdo a .nuestra definición inicial;' en un •éstado de extrema po-
breza. Las ,deficiencias proteicas revisten' bastante menor grave-
dad, aunque en el caso específicq· de las proteínas de origen ani-
mal más de un tercio de .las familias •acusan ingestión insuficiente.
Cuadro 3 ..,. Magnitud del déficit de. nutrientes que afrontan los
· hogares con ne~esidades de µlimentaci6n insatisfechas
( porcenta¡es respecto dísponibilidad total del país)
E;drema
pobreza Resto Total
Calorías 12,0 5,0 17,0
Proteínas totales 1,0 1,0
Proteínas. animales 12,0. 1,0 13,0
13
q11e ello,no ,se ,refleje,,necesariamente .en Jos indicaddtes de desnu-
triciqn,más cr<$nica. 1• ·, . , , • ' :,, .. , .• ,.; ' , ,
:::r ?fl~·, ~Lqbjeto:; de ~omparar: :dlues~~,.~onclusio~es' con las de
otros !)studios :ik est,e tip9; •vale la pena•:destaciú: en primer térmi-
ng que.)os re,s͵tac,los ,@bre disponibilidad :de, nutrientes' a nivel
nac;,ionaL~op ·;,cohereI1tes., ,con, las:· estimációnes.J .efectuadas: a• partir
de:. o,tras,Juentes•@ información, comodos ''balances de alimentos'!:
Es. ashcowo, ::µ11e.stros. ·cálculos;, que: ,inc\Uren, coíno ,ya, advertimos,
en, Ul);ii: cierta,,¡sqpre!)s.timació1.1;:' indican,: qúe , en• 1969 se disponía
diariamente de 2.560 calorías por persona. Las estimaciones basa-
das en los balances de alimentos fluctúan entre 2.400 y 2.523 ca-
lqrí?S?r...,,-.:··: ;'\';'_ ·,.>\:. ~ _l ¡-¡e,·_¡ ' <::. (' _.
l;'or otra parte,.,el.·porce1.1taje· de ·hogares, subalimentados en el
país es consisW!te, ,co11, lo · que ·f,llbl:j!\ encontrar si se tienen en
cuenta los resultac,los .de estudios sinú!a¡:es respecto de otros países.
.. . Como a nive.lµacional fa· disponibilidad promedió supérálos
requerimientos, efdéficit obedece a, la desigual disp:¡puci~n ,de,]os
i¡utrientes, la qué- á su turno se o~igi,1.1a básicament/1_ ~n Ja 4<l!ligu¡µ,
dad de los ingresos.
Parece necesario destacar que la mayoría de los estudios sobre
consumo de alim,entos, ,que pm9uran cuantificar el núm"!'o, de fa.
milias subalimentadas, tóillan como' u']idad de ,análisis· los hogares
agrupados •según estratos de· ingresos, y' calculaÍ:(el, consuhiá pro,
medio én que iriétirren. Se considera'' subalimentad,.; ,por fo 'fantb,
a toda la población que forma parte de estratos cuyo éons'!'Ili:> pro:
medio de nutrientes es inferior a lo requeri1ó 17 ) · ' ' ., . · · ·
:: · , El método aqüi seguido es más directo; ya que nd anitliza los
promedios por estratos, sino la situación de cada familia.
Al aplicar la metodología tr~clicional a 1'1 información utHi,
zadá en este .estudi?, se observa uua subefümacióii' ,"Pri. respectó J
la fórmula más rigur<,>~'1 c,le exan\iI1ar lo que. ócui:r{ familia por fa.
,',· ' ' ·-:,.•' "' ,\ ,--. "
,. Esta afirmación · debería ser _menos, tajante, ya_ que los requerimi_entos uti-
_- lizados para cada tramo de edad. corresponden ·a -personas "tiPo,s~\ _Si Iá
actividad que de8empeña el individuo de que se trate exige un niv~l_ de
energía inferior _al asignado al traillo _de edad en que se·ubiCá, es posible
· . que no cumpla; con los requerimientos y, sin embargo, no presente pro--
blemas- de. -desnutrición.-,~Obviamente,-•-4:ambién puede, -suscitarse ·-la-~ situa--
ción inversa.
16 Véanse Solimano, G., y F. Monckeberg, en Livingstone, M. y D. Raczynski,
(1976), y ReutUnger, S. y_M. Selowsky (197.6.)..... .... ...... , ...... , ......
17 Véase _por _ejeµiplo el estudio -para ~rasil, citadq .eµ; Reu_tlipger.Y,.:: S.elowsky
( 1976) Y'las propias• estimaciones de, dichos autores. "''" '"'" .'• ,
14
milia. Ello sugiere que Jas,.jµvestigaeio¡¡es , que adoptan la, varia-
ble ingreso para agrupar ( o.,,c,omo ,.proxi), podiían subestimar la
magnitud del problema alimentario. ·
Desgraciadamente, no podamos comparar nuestros resultados
con los obtenidos por· otros estudios sobre desnutrición. para Chile.
La información que ellos suministran no es de cobertura· nacional
y normalmente abarca regiones y grupos de población niuy espe'
cíficos, aparte que · deriva de la aplicación de indicadores que ,no
son comparables 'con los nuestros;c En muchos casos sólo intentan
niedir situaciones· 'de desnutrición ,crónica.
,El cuadio 3 'reúne antecedentes relativos a la ubicación geo-·
gráfica, ingresos y categoría ocupacional de los hogáres ..que acu-
san déficit alimentarios. Se comprueba la fuerte incidencia del ·fe-
nómeno en las zonas rurales ( 63 por ciento de la población). Los
escasos ingresos que se perciben eA el campo constituyen la causa
principal de esta situación, que se configura pese al menor precio
relativo que tienen los alimentos en las zonas rurales 18 ,
Lo anterior no obsta que, dada la distribución espacial de la
población chilena, poco más de la mitad de las familias con defi-
ciencias alimentarias viva en ciudades 19 •
. Se observa qlie el fenómeno de ]a subalimentación afecta con
mayor intensidad -como era de esperarse- a los obreros y traba-
jadores por cuenta propia. Sin embargo, no deja de ser sorpren-
dente el alto porcentaje de empleados ( 35 por ciento) que no sa-
tisfacen sus necesidades básicas de alimentación 20•
Este mismo resultado se confirma cuando analizamos la situa-
ción alimentaria de los hogares según tramos de ingresos ( cua-
dio 4). Más de un tercio de las familias que sufren déficit recibían
un ingreso per cápita de más de 22 dólares mensuales, ubicándose
por lo tanto en la mitad superior de la pirámide distributiva .,.
18
Los estudios , de desnutrición también revelan una situación inás crítica
en el sector rural. Véase Monckeberg ( 1974). ·
19 De acuerdo ·a· la definición de la encuesta utilizada en este estúdió, un
64,7 por ciento de las familias viven en zonas urbanas.
20 También entre los empleadores la mala alimentación alcanza una inci-
dencia considerable {27 por ciento). No obstante, dichos empleadores
pueden, para fines prácticos, ser asimilados ·a la categoría de trabajadores
independientes.
21 El 6 por ciento de los hogares que obtienen más de 66 dólares y el 37,3_-
por ciento de aquellos que perciben entre 22 y 66 dólares por persona, no
satisfacen sus requerimientos calóricos. Estos dos tramos de ingresOs agru-
pan respectivamente al 14,2 y 39,9 por ciento de los hogares.
15
Cuadro A - Caracterizaci6n• dé//Ds lwgares con déficit en el consu-
:. . .•i , • mo de calorías. (porcentajes sob_te.el total de familias
de cada rengl6n) · ,: r • · ·
Di$tribuci6n espacial
País . 17,0 30,6:, · 47,6
Urbano ... 10,9 2&,3 , :039,2
Rural .. 2&,3 ;34,6. . 62,9
6,8 ' 25,3: 32,1
Gran Santiag?
Ocupaci6n del jefe de lwgár
Obreros , · . . · .19,1 37,2 . 56,3
Empleados 9,4 25,6 ;35,0
Trabajadores por
cuenta propia 20,1 26,9 47,0
Empleadore_s rn,1 1:3,8 26,9
Ingreso. mensual familiát per cápita a
( dólares de 1969) •
0-11 38,7 40,2 78,9
11-22 18,4 40,2 58,6
22-66 10,9 26,4 37,3
66 y más 2,1 3,9 6.0
a La distn0uci6n de hogares en el país ( EPF) según tramos de· ingreso mensual fami~
liar per cápita es la siguiente ( en dólares de 1969):
Ingreso mensual ' Porcentaje de hogaru
0-11 16,9
11- 22 29,0
22- 66. 39,9
66 y más 14,2
100,0
16
ticio de la mitad más pobre del país ( aquellos con un ingreso per
cápita inferior a US$ 22 mensuales, moneda de 1969). Se evaluó
qué sucedería con la disponibilidad total de calorías si dichos ho-
gares redujeran la variedad de su consumo a sólo 50 ítemes ( de
los 140 considerados inicialmente y que cubrían un 75 por ciento
del gasto en alimentación); manteniendo el nivel y estructura del
gasto. Vale decir, se supuso que todo el presupuesto dedicado a
diversos tipos de pan lo concentraban eri pan corriente; todo el
gasto en leche, en leche corriente; el gasto en diversos tipos de
pescados, en merluzá, y así sucesivamente. Es importante destacar
que esto no exige ningún cambio significativo en la estructura de
alimentos. Tan sólo se induce una sustitución entre diversos tipos
de un producto similar. La canasta de consumo que surge de esta
operación sigue exhibiendo gran diversidad de bienes 22 •
A resultas de. la gran diferencia en la cantidad de calorías que
proporcionan los productos respecto de los cuáles hemos efectua-
do este ejercicio de sustitución -un peso gastado en pan corriente
entrega el doble de. calorías que ese mismo peso gastado en pan
especial-, •los ajustes · que realizamos arrojan, pese a ser margina-
les, un resultado sorprendente. Los hogares podrían incrementar
en casi un 45 por ciento el consumo de calorías si efectuasen estas
sustituciones menores en los productos que adqui.eren.
Esta es, sin duda, un área _que encierra un potencial enorme
y en la que se requeriría desarrollar un mayor esfuerzo· de inves-
tigación.
b) Salud
17
lo tanto, los. requerimientos propuestos envuelven un mayor grado
de arbitrariedad. Se han utilizado dos indicadores: las atenciones
médicas y las odontológicas. Ello significa dejar de lado aspectos
tan importantes como el acceso a los servicios hospitalarios y de
vacunación, y a los medicamentos. No obstante, nos ha parecido
que como una primera aproximación al problema, los indicadores
considerados son los que resultan más útiles.
Los estados de necesidad varían principalmente de acuerdo a
la edad y sexo de las personas, y su situación socioeconómica. Los
riesgos ;de .enfermedad y, por lo tanto, la necesidad de atenciones
se, ve afectada considerablemente por esas variables. En este tra-
1:¡ajo, no obstante, se han realizado ajustes únicamente por concepto
de la edad. Tampoco se ha diferenciado por calidad; simplemente
se definió como consulta todo contacto directo entre médico y pa-
ciente. El cuadro 5 presenta las atenciones anuales que se han con-
siderado imprescindibles para satisfacer las necesidades básicas.
O- 4 3,3 0,4
5-14 1,0 2,1
15-49 2,6 1,2
50 y más 1,0 0,8
Promedio 2,0 1,3
Fuente: Departamento de Planificación del SNS (mimeos y consultas personales).
18
en nuestra encuesta, estimar las atenciones que había tenido cada
familia 23 •
Los cuadros 6 y 7 muestran los resultados d_e este procedimien-
to. Entre 52 y 58 por ciento de los hogares -según el indicador
que se considere- no satisfacían las necesidades básicas de aten-
ción médica, y entre el 16 y 33 por ciento ni siquiera satisfacían
el 60 por ciento de la norma, vale decir, 1;2 y 0,7 atenciones al
año, en promedio por persona. La superación de los déficit re-
queriría destinar a esos sectores el equivalente a 19 por ciento de
las consultas médicas y 36 por ciento de las o<lontológicas dispo,.
nibles en el país. ·
Tal como en el caso de la alimentación, el déficit aludido obe-
dece más a un problema de distribución que de disponibilidad
global, ya que si se consideran los promedios, Chile prácticamente
19
cumple con las metas propuestas 24 • En este caso, las posibilidades
de reasignación de recursos son más claras si se considera que gran
parte del sistema de salud funciona al margen del mercado 25•
El cuadro 8 presenta algunas de las características de los ho-
gares que sufren deficiencias, elemento clave para la reasignación
propuesta. Cabe señalar que basamos el análisis en las consultas
médicas, por constituir un indicador claramente más comprensivo
que el de las atenciones odontológicas. Destaca la fuerte inciden-
cia del ·problema en el sector rural y entre las familias de bajos
ingresos y. los trabajadores por cuenta propia. La significación es-
pecial que adquie.re esta categoría ocupacional obedece a que el
sistema de salud se ha organizado en directa relación con el siste-
ma previsional, del· cual los trabajadores no asalariados están ma-
yoritariamente marginados.
Tal como en el caso de la alimentación, si bien son las fami-
lias de. más bajos ingresos las que sufren el problema con mayor
intensidad, un sector considerable de los grupos medios no alcanza
a satisfacer sus necesidades básicas de atención de la salud. En
efecto, casi un 40 ·por ciento de los hogares con un insuficiente nú-
mero de consultas. médicas se encuentran en la mitad superior de
la estructura distributiva 26•
c) Vivienda
20
Cuadro 8 - Caracterización de ws hpgares con deficvencios en
. atenciones médicas ( porcenta¡es sobre el total de
familias de cada renglón)
Extrema Resto_- hogares
CaracterístícM pobreza con déficit Total
Distribución espacial
País 16,3 36,2 52,5
Urbano 6,7 29,7 36,4
Rural 34,0 47,9 82,1
Grau Sautiago 0,0 8,3 8,3
Ocupación del iefe de lwgar
Obreros · 7,4 46,1 53,5
Empleados 0,8 35,3 36,1
Trabajadores por
cuenta propia 38,2 30,4 68,6
Empleadores 13,5 37,6 51,1
Ingreso mensual familiar per cápita •
( dólares de 1969)
0-11 45,2 40,7 85,9
11-22 16,0 41,6 57,6
22-66 7,3 34,l 41,4
66 y más 7,5 25,7 33,2
a La distribuci6n de los hogares por tramos de ing(eso aparece en la nota al pie del
cuadro 4.
medio por 5,5 personas. De. allí que 1,4 ocupante por pieza 27
represente el máximo permisible en cuanto a hacinamiento, y que
un número superior a 2,3 corresponda a una situación de extrema
p~breza ( 60 por ciento o menos del nivel requerido para satisfa-
cer las necesidades básicas) 28 • Cabe señalar que nnestra norma
21
referente ·a. extrema pobreza coincide en este caso con el grado
de hacinamiento utilizado como criterio definitorio por ODEPLAN y
la U_niversidad Católica ( 1974) para confeccionar el Hamado "Ma-
_pa de la extrema pobreza''.
En cuanto al equipamiento de la vivienda, se han determina-
do requisitos basados en el tipo de vivienda -transitorio ( espon-
táneo) o definitivo,-, el acceso al. agua potable, la disponibilidad
·de WC y el sistema de calefacción. En el cuadro 9 se detallan los
requerimientos, los_ que difieren según se trata de viviendas urba-
nas o rurales 29 •
Aspectos no considerados por estos indicadores son la calidad
de los servicios, la superficie de las piezas y' del sitio que ocupa
22
la vivienda, y su ubicación respecto de los centros laborales y de abas-
tecimiento.
El cuadro 10 consigna los resultados para 1968-69. Según ellos,
el 46,5 por ciento de las viviendas disponía de menos piezas que
las necesarias, dado el número de sus ocupantes, y casi la cuarta
parte de ellas ni siquiera alcanzaba a cumplir el 60 por ciento de
la norma. En cuanto a las características de la vivienda, un 54,4
por ciento de los hogares no cumplía con los requerimientos pro-
23
ocupacional del jefe de familia, aunque -y fundamentalmente por
razones de ingreso- los obreros y los trabajadores por cuenta pro-
pia.• s,oportan la situación más crítica. Una vez más el problema
.repercute . de preferencia sobre los hogares de menores ingresos,
pero afecta también a amplios sectores de clase media. Así, casi
40 por ciento ,de las familias con viviendas inadecuadas se sitúan
en la mitad superior de la estructura distributiva 31 •
d) Educación
24
Cuadro 11 - Caracterizaci6n de los lwgares con necesidades habitadonales insatisfechas
( porcrntafes sobre el total de familias de CMf rengl6n) ..
Distribuci6n espacial
País 13,3 33,2 46,5 8,4 46,0 54,4
Urbano 11,5 30,6 42,l 8,2 37,9 46,1
Rural 16,7 38,0 54,7 8,6 60,5 69,1
Gran Santiago · 14,0 32,8 46,8 8,4 32,9 41,3
Ocupaci6n feflJ hogar
Obreros · .. · 18,6 41,6 60,2 12,8 50,8 63,6
Embleados 6,0 22,8 28,8 2,7 31,4 34,1
Tra ajadores por
cuenta ropia 15,0 28,0 43,0 7,3 49,9 57,2
Emplea ores 4,0 19,3 23,3 0,0 32,5 32,5
Ingreso mensual per cápita •
(dólares de 1969)
0-11 29,7 42,7 72,4 14,2 60,1 74,3
11-22 16,2 40,8 57,0 11,9 49,0 60,9
22-66 8,2 30,4 38,6 5,4 42,8 48,2
66 y más 2,5 13,8 16,3 · 1,1 . 24,5 25,6
~ a La distribución de los hogares por tramos de ingreso aparece en la nota al pie--del cuadro 4,
Cuadro 12 ~ Caracterización de los hogares con necesidades edu-
cacional,es insatisfechas ( porcenta¡es sobre el total de
familias de cada rengl6n)
Extrema pobreza
Región
País 18,4
Urbano 10,5
Rural 29,8
Gran Santiago 8,8
Ocupación del ¡efe de hogar
Obreros 21,7
Empleados . •· 4,9
Trabajádóres por cuerita propia 24,9
Empleadores o
Ingreso mensual familiar per cápita •
( dólares 1969)
0-11 25,L
11-22 23,4-
22-66 9,6
66 y más 8,8
a La distribución de los hogares pe>r tramos de ingreso aparece en la nota al pie del
cuadro 4.
26
sidades. Atribtrlrle esa propiedad significaría otorgarles un carác-
ter que no tienen. En otras palabras, si bien los hogares que no
cumplen con el requerimiento de consultas odontológicas ascien-
den a 58,9 por ciento, mientras que sólo un 47,6 está por debajo
del consumo calórico mínimo, no puede concluirse que lo primero
envuelva una situación más grave.
Los requerimientos han sido determinados en forma separada,
procurando establecer el nivel de consumo mínimo que satisfaría
cada necesidad. No se ha realizado, por lo tanto, una evaluación
del impacto sobre el bienestar global de las personas, que se pro-
duce cuando no se cumple el mínimo requerido en cada necesidad.
En término generales, puede afirmarse que las familias que
no satisfacen las diferentes necesidades básicas representan cerca
de la mitad de la población, en tanto que las que no alcanzan a
cumplir ni siquiera el 60 por ciento de los requerimientos de con-
sumo establecido constituyen alrededor del 18 por ciento de los
hogares.
Respecto de la caracterización de los hogares afectados por
deficiencias, se observan ciertos patrones generales. En las cuatro
necesidades estudiadas, la situación es más grave en el sector rural.
La proporción de familias con sus necesidades insatisfechas en el
campo es mayor que en las ciudades. No obstante, dada la com-
posición mayoritariamente urbana ( 65, 7 por ciento) de la pobla-
ción chilena, resulta -excepto en el caso de la atención médica y
la educación- que el mayor número de pobres se encuentra en las
áreas urbanas.
Atendiendo a la categoría ocupacional del jefe de familia, son
los hogares de los obreros y los trabajadores por cuenta propia los
que, prácticamente en todos los casos, aparecen como más afecta-
dos. En efecto, alrededor del 50 por ciento de las familias con ne-
cesidades básicas insatisfechas están encabezadas por un obrero,
y un tercio tiene como jefe a un trabajador independiente.
Otra alternativa interesante es comparar la situación de cada
una de las categorías mencionadas con las restantes. Se comprueba
así que en términos generales las condiciones de vida en el medio
rural son peores que las imperantes en las áreas urbanas. Esto es
especialmente así en educación y salud; en cambio, en lo relativo
a vivienda, la brecha es algo menor.
Al comparar los obreros con los trabajadores por cuenta pro-
pia, queda claro el mejor acceso que han tenido los primeros al
sistema de salud, gracias a su condición de asalariados.
27
Los empleados, por otr.a parte, exhiben índices relativamente
más satisfactorios en educación y en vivienda, aspectos en los cua-
les se encue_ntran en mejores condiciones relaµvas que en atencio-
nes médicas y alimentación. La menor prioridad que otorgan a
este último rubro es coherente con el hecho de que el gasto en ali-
mentación es menos importante como indicador de status social
que el gasto en vestuario, vivienda o educación. Es por ello que
no resulta sorprendente que los empleados sacrifiquen su nivel de
alimentación con tal de educar a sus hijos, vestirse adecuadamen-
te y disponer de una vivienda que parezca aceptable a su grupo
social.
f) Desuniformidad de la pobreza
35 Con cada indicador xesultó. un porcentaje distinto de hoga_res con sus ne-
cesidades insatiSfeohas. De allí entonces que para efectuar comparaciones
se consideró únicamente al 50 por ciento de la -Población que en cada in--
dicador e:ich.füe los· niveles más hajos de consumo.
28
Cuadro 13 - Giado de coincidencia, según los diversos
indicadores, de los hogares con necesidades básicas
insatisfechas
( porcenta¡es sobre el tatal de familias del país)
Caracte-
risticas Ingreso Ingreso
Atenci6n Hacina- de la del per
Calorías médica miento vivienda hogar cápita
Calorías 47,6
Atención médica 30,3 52,5
Hacinamiento 27,1 27,5 45,9
Características
de la vivienda 29,7 33,3 29,8 54,4
Ingreso del hogar 29,8 31,6 27,1 34,8 52,3
Ingreso per cápita 30,0 30,9 28,l 30,9 38,2 45,8
Calorías 17,0
Atención médica 5,2 16,4
Hacinamiento 3,6 3,6 13,1
Características
de la vivienda 1,7 1,5 2,1 8,4
Educación 6,1 5,8 4,9 1,4 18,4
Ingreso del hogar 5,5 6,1 3,3 3,0 4,1 18,8
Ingreso per cápita 6,4 7,6 5,0 2,5 6,5 10,3 16,8
29
estructuras .de gastos de los hogares. Estas últimas responden al
tamaño del hogar y estructura de .edades de sus miembros, al status
ocupacional de sus miembros activos, a su localización geográfica,
o simplemente a las preferencias o gustos de las familias. Por otra
parte, los consumidores enfrentan distintos precios relativos y tie-
nen diferentes posibilidades de acceso a las instituciones públicas
que proporcionan los denominados servicios sociales. Lo primero
resulta claro en el caso de la alimentación, mientras el acceso es
importante en el caso de la salud, la educación y en alguna medida
la vivienda.
Otros estudios han llegado a conclusiones similares a las nues-
tras, en el sentido que la pobreza es un fenómeno desuniforme o
heterogéneo. Taborga (1974) y Vergara (1977), trabajando con
promedios regionales (provincias o comunas), han detectado es-
casa correspondencia entre distintos indicadores de la pobreza.
Resulta imprescindible, no obstante, formular explicaciones
más rigurosas sobre esta desuniformidad y desarrollar estudios más
profundos acerca de los grupos afectados por las diferentes caren-
cias 27 • El análisis desagregado que se presentó en la sección ante-
rior es un primer intento en esa dirección.
No obstante, a pesar de la relativa desuniformidad de la po-
breza, es posible, sin duda, visualizar algunos elementos comunes.
No sólo porque un sector de la población presenta carencias ge-
neralizadas, sino también porque otros acusan deficiencias en una
o más necesidades, que por ser básicas afectan su normal desen-
volvimiento.
30
Ello requiere sumar los .diversos indicadores parciales, asig-
nándoles. una ponderación que corresponda a .la importancia rela-
tiva que tienen en el bienestar del hog,u-, ejercicio en el que habrá
necesariamente que incurrir ·en algún grado de arbitrariedad.
. Elaboramos un indicador-resumen que otorga igual pondera-
ción a lo que ocurre en nutrición, salud, educación y vivienda 38•
De acuerdo a· este criterio, alrededor del. 45 por ciento de los ho-
gares se encontrarían en general con sus necesidades básicas insa-
tisfechas.
. ¿Cómo se relaciona este indicador-resumen con el ingreso de
la familia, que es el índice más utilizado para medir el bienestar?
Se observa que existe una alta cgrrelación entre ambos. Si se com-
par"c, por una parte, la mitad del país con menores ingresos ( fami-
lar per cápita) y, por otra, la mitad con menor puntaje en el indi-
cador-resumen, se concluye que coinciden .las tres cuartas partes
de las familias. Cabe suponer entonces que los resultados que se
obtengan de la aplicación de uno u otro método no diferirán ma-
yormente.
Desde el punto de vista conceptual, una ventaja del indicador-
resumen es que permite asignar diferentes ponderaciones a los dis-
tintos indicadores, según la importancia relativa que uno conside-
ra que tienen para el bienestar. Cuando se recurre al ingreso de
la familia qomo indicador global, uno considera básicamente las
ponderaciones elegidas por los mismos hogares, y las toma a todas
como si fueran igualmente adecuadas, Esta virtud del índice-re-
sumen no encierra, sin embargo, gran potencial, ya que no existen
criterios claros en términos de qué sector de ponderadores sería
más apropiado utilizar..
31
Un indicador de ingresos tiene, como cóntrapartida, la venfá1a
de arrojár resultados que son comparables y hasta complementa-
rios con· los de_ otra_s investigaciones.
Estas consideraciones apuntan' en favor de la utilización de los
ingresos como medida global de bienestar. Los resultados anterio-
res de este trabajó deberían llevarnos, eso sí, a usar dicho indica-
dor con cautela, conscientes de sus gi:ahdes limitaciones.
Una medida ideal de los ingresos' totales sería la suma de las
entradas monetarias, el autoconsumo y regalías, y el valor de los
bienes y servicios suministrados en forma gratuita por el Estado
( educación, salud, etc.). No disponemos, sin embargo, de' una
medida adecuada de este último· componente. Tendremos, pues, que
conformarnos con una definición · que sólo incluye el ingreso mone-
tario, el autoconsumo y las regalías. El ingreso· familiar per cápita
está significativamente niás correlacionado que el familiar total con
los indicadores de condiciones de vida (cuadros 13 y 14).
Si se elige el ingreso como una variable apropiada para iden-
tificar. las familias que no satisfacen sus necesidades básicás o que
están en extrema pobreza, el problema reside en determinar el ni-
vel crítico que define tales situaciones. La forma más difundida
de estimarlo consiste en establecer el costo de una canasta de bie-
nes y servicios que satisfaga las necesidades esenciales. En la prác-
tica, sin embargo, y casi sin excepción, se estima tan sólo el costo
de los alimentos necesarios p·a_ra c-tim]?lir con las normas nutritivás
y, sobre la base de la significación del gasto en alimentos dentro
del presupuesto familiar, ·se proyecta ·el ingreso mínimo. La razón
para fundar los cálculos en lás necesidades nutritivas obedece prin-
cipalmente a que los requerimientos y normas de · consumo gozan,
en este caso, de una aceptación más amplia.
La determinación del costo de la canasta de alimentos ofrece
diversas alternativas. Estas variantes obedecen a que las normas
nutricionales pueden ser satisfechas coll distintas dietas. Dos po-
sibilidades extremas ilustran el rango de. alternativas. Un camino
para definir la canasta de alimentos es adc;,ptar .la que en la prác-
tica consume la población de menores ingresos 39 y suponer que al
elevar sus rentas mantendrán su actual. composición. La alternativa
opuesta se basa en la dieta que• p~rmite alcánzar los objetivos nu-
32
tritivos al mínimo costo, dados los precios de los alimentos., A d.i-
ferencia del procedimiento aoterior, que respeta los hábitos de con-
sumo existentes, éste en los . hechos los ignora, procuraodo única'
m_ente .conseguir· el mínimO costo. Entre:-ambós extremos hay nu-
merosas alternativas que compatibilizan ,en mayor' o menor grado
los hábitos de consumo y todo lo, que ellos implican en términos
de variedad, preferencias, apetecibilidad, etc., y el propósito de
minimizar los costos. En todo caso, hay que tener presente que si
se define un ingreso mínimo sin considerar la •canasta que en la
práctica consumen los grupos. a quienes se. desea· beneficiar, la fór-
mula resultará insuficiente, a menos que se realice un programa
destinado a modificar los hábitos de consumo.
Determinado el gasto necesario en alimentos, es preciso. es-
timar el de los bienes y servicios que satisfacen las restantes nece-
sidades básicas; a fin de conocer el ingreso mínimo. ·En este caso
también hay diversas alternativas, que vao desde las más· ajustadas
a los hábitos de consumo hasta las de menor costo. Lo común ha
sido utilizar el coeficiente del gasto en alimentos dentro del ingreso
determinado a través de estudios. de presupuesto familiar. De acuer-
do a la estimación de Chosstidovsky ( 1973), esto significaría que
el ingreso mínimo representa prácticamente el doble del costo de
la dieta que .satisface las necesidades alimenticias 40•
A diferencia de la fórmula tradicional,, que se pregunta por el
ingreso necesario para afrontar la compra de una determinada ca-
nasta de bienes y servicios, se ha procurado aquí establecer el in-
greso que di~ide a las fáriiilias éntre las que en la práctica satisfa-
cen y las que no satisfacen .,sus necesidades básicas.
El método propuesto, si bien, tiene la ventaja de basarse en la
situación real de las familias, en términos de sus· necesidades bási-
cas, encara también el problema' de desuniformidad ya mencionado.
Habría entonces distintos ingresos¡ según cual sea el aspecto que
0
33
que recurrir al indicador-resumen, de acuerdo al cual los hogares
con necesidades básicas insatisfechas representaban el 45 por cien-
to de la población del país. Se adoptó, pues, como ingreso mínimo
un nivel bajo el cual se encontraba igual porcentaje de hogares ( 22
dólares mensuales per cápita) ••.
Similar criterio se siguió para definir el ingreso por debajo del
cual se consideraría a los hogares como sumidos en condiciones de
extrema pobreza. Este ingreso mínimo alcanzaría a 11 dólares al
mes, con lo que ·a fines de la década del sesenta, el fenómeno había
afectado al 17 por ciento de las familias.
34
Cuadro 15 - Tamaño medio del hogar y promedie de activos
Hogares con sus neceridáiles
insatisfechas
Extrema pobrem Resto Total va{.,
Número de miembros 6,9 5,6 5,0
Número de miembros
que trabajan 1,4 1,6 1,6
35
Cuadro 16, - Distribuci6n por, sexo, edad, nivel educacional y
sitwwi0> ocupacional de, los ¡efes de 1wgares con
sus necesidades básicas insatisfechas
( porcenta¡es) ·
Hogares con sus necesidades •
insatisfechas
,Extrema pobreza Resto Total país
Sexo
Masculino 59,4 85,0 85,5
Femenino 40,6 15,0 14,5
Total 100,0 100,0 100,0
Edad
16-19 0,1·. '0,4 0,1
20-24 1,8 4,3 2,9
25-29 3,4 10,5 9,2
3.0-49 41,0 45,3 54,5
50 y más 53,7 39,5 33,3
Total .100,0 100,0 ,100,0
Nivel educacional (años)
o 23,8 15,0 9,2
1-3 37,8 28,6 19,6
4~6 35,5 42,2 39,4
7 ,y más 2,9 14,2 31,8
Total 100,0 100,0 100,0
Situaci6n ocupacional
Trabajando · 62,3 76,2 82,2
Buscando trabajo 5,6. 2,0 1,6
Quehaceres
domésticos 19,0 6,1 5,6
Otra situación 13,0. 15,7 15,5
Total .100,0 100,0 100,0
y otras ( 10 por ciento en EE. uu., 46 por ciento en Chile), para con-
centrarnos en las características que asume. Desde esta perspectiva
se puede concluk que en l(!s países como Chile, la pobreza es un
problema• que compromete de manera· preponderante a la población
activa. Apenas: la cuarta parte de los jefes de hogares pobres está en
Chile fuera de. la fuerza de trabajo, mientras que en EE. uu. dicha
relación supera él 50 por 'ciento. De este mismo. orden es la signifi-
36
caci6n de las mujeres que encabezan familias pobres, en tanto que
en Chile es, ínferíor·a la mitad. Por otra parte, en Estados Unidos
la pobreza es relativamente inás aguda entre los jóvenes y los an-
cianos. Estos antecedentes revelan que en las naciones desarrolladas
el problema es más específico y por lo tanto menos difundido ( mu-
jeres, personas que recién ingresan o ya han salido de la .fuerza de
trabajo, etc.}, mientra.~ que eri países como Chile, por tratarse . de
un fenómeno más generalizado, afecta no sólo a esos sectores; sino
a buena parte de quienes se encuentran en su etapa plenamente
productiva 44• . ,
Consideremos, pues, las ocupaciones en que se desempeñan los
trabajadores dé las familias necesitadas, ya que como se deduce de
lo anterior, las políticas· orientadas en esa línea asumirán un rol
de gran trascendencia. En el• cuadro 17 se puede apreciar la catego•
44 La información sobre Chile procede 'del· cuadro 16. :La referente a Estados
Unidos, que data de 1974; de¡. USA Department of Health, Education and
Welfare (1976), y de Garfinkel y Háreman (1975). Cabe señalar que la
línea divisoria para diferenciar entre pobres y no pobres en- ese país está
representada por un ingreso familiar·per Cápita de 105 dólares mensuales
(dólares de 1974).
ría ocupacional de los jefes de estos hogares. Tal como se expuso en
el análisis desagregado para cada necesidad, los obreros y trabaja-
dores independientes alcanzan una elevada ponderación, en tanto
que los empleados constituyen alrededor de la octava parte del total.
De estos últimos, el 20 por ciento gana ingresos inferiores al mínimo,
relación que en el caso de los trabajadores por cuenta propia sube
a 40 y a 50 por ciento en el de los obreros. La significación de cada
una de estas categorías dentro del total de la fuerza de trabajo del
país asciende a 25,6, 31,3 y 41,5 por ciento, respectivamente. Resulta
así que un 38 por ciento de los jefes de hogar del país están por
debajo del ingreso mínimo.
Se ha realizado también una clasificación de las ocupaciones
según sean rurales o urbanas. En este último caso se distinguió,
por una parte, entre aquellas que se realizan por cuenta propia o
en pequeña escala y, por otra, el resto, vale decir, los trabajos a sa-
lario en empresas medianas y grandes. La distinción en el sector
urbano apunta a separar actividades que en general se diferencian
significativamente en cuanto a las condiciones de entrada, los re-
querimientos de capital y la productividad media de la mano de
obra. Aun cuando al hacer esta caracterización de las ocupaciones
urbanas se ha tenido en mente el concepto de dualismo, se ha pre-
ferido evitar el término a causa de las dificultades de operaciona-
lizarlo con los escasos antecedentes disponibles.
Según esta clasificación, un 42 Rºr ciento de los jefes de hogar
con necesidades básicas insatisfechas · se desempeñan en el sector
rural, y el resto en el urbano.
Casi la tercera parte del total está constituida por trabajadores
por cuenta propia o asalariados de establecimientos pequeños en el
sector urbano, en tanto que otro 26 por ciento corresponde a traba-
jadores de empresas medianas y grandes 45• Vale decir, las tres cuar-
tas partes de los jefes de familias con ingresos insuficientes para sa-
tisfacer sus necesidades esenciales se desempeñan en actividades en
las que la productividad media por trabajador está bastante por
debajo del promedio nacional. (Trabajadores del sector agrícola y
38
aquellos trabajadores urbanos independientes o que se emplean en
establecimientos pequeños).
La relación descrita se acentúa al examinar la situación de los
jefes de familias sumidos en condiciones de extrema pobreza. Un
51 por ciento de ellos se localiza en áreas rurales, y un 36 por ciento
desempeña ocupaciones no asalariadas o en pequeños establecimien-
tos del sector urbano; esto es, un 87 por ciento realiza tareas de
baja productividad laboral.
Las cifras anteriores muestran la distribución de los jefes de fa-
milia entre los tres sectores ocupacionales definidos. Resulta tam-
bién de interés examinar la incidencia que alcanzan los bajos in-
gresos en cada uno de ellos. En el área rural dos terceras partes de
los jefes de familia percibe ingresos insuficientes para satisfacer sus
necesidades esenciales, en tanto que en el sector urbano indepen-
diente y de pequeña escala esta relación es de 42 por ciento, y en
el urbano de mediana y gran escala alcanza sólo al 17 por ciento.
Vale decir, en el campo la incidencia de la pobreza casi duplica el
promedio del país, y en el urbano de menor productividad lo supera
en alrededor de un 20 por ciento.
Si desagregamos aún más la información ocupacional ( cuadros
19 y 20), podemos inferir que del conjunto de trabajadores rurales
con ingresos insuficientes para satisfacer sus necesidades básicas, una
quinta parte son empleados u obreros de grandes explotaciones agrí-
colas ( más de 200 hás). En su mayoría forman parte del sector que
fue favorecido por la reforma agraria. Otro tercio se desempeña
también en forma apatronada, pero en predios agrícolas de mediana
o pequeña extensión; un 30 por ciento lo hace como pequeños pro-
pietarios o minifundistas, y la quinta parte restante como trabajadores
independientes sin tierra y en actividades de pesca, caza-' y silvi-
cultura.
En el sector urbano independiente y de pequeña escala los je-
fes de hogar con ingresos insuficientes se concentran en la pequeña
manufactura y servicios de reparáción, que en conjunto representan
la cuarta parte de los trabajadores de bajos ingresos de las unidades.
Los servicios personales y el comercio, a su vez, representan cada
uno casi una quinta parte.
Distinta es la situación en el sector urbano de mediana y gran
escala. Por una parte, el porcentaje de los pobres que trabajan en
la manufactura es más alto ( 33 por ciento). Por otra, el comercio y
los servicios personales tienen menor importancia ( en conjunto no
39
superan el 15 por ciento), al revés de lo que sucede con otros servi-
cios, como transporte, porterías y vigilancia ( 22 por ciento).
Hasta aquí hemos centrado el análisis en describir la dístribu-
ción d<; los trabajadores de familias con necesidades básicas insa0
tisfechas entre ocupaciones de distinta naturaleza. Estas han .sido
clasificadas operacionalmente según envuelven O· no de una relación
de dependencia salarial y de acuerdo al tamaño de las empresas,
su localización regional y niveles de productividad.
La mayoría de los estudios disponibles, y éste no constituye
una excepción, son bastante estáticos:, Poco sugieren acerca de la
evolución pasada, y menos aún futura, de la pobreza. Tampoco se
dispone de iµformación suficiente -y nos referimos a la de carác-
ter descriptivo- respecto de las fluctuacio.nes de .corto plazo liga-
das a los cambios en los agregados macroeconómicos. ¿Qué ocurre
en condiciones de agudización . inflacionaria, de incremento , del
desempleo, etc., con las_ condiciones de vida de los pobres?
Sin pretender resolver está insµficiencfa, se pueden sugerir al-
gunos elementos que habría que ,toll)ar en _cuenta al intentar una
respuesta a las interrogantes menciónad"8. . , · . .'
Para estudiar la evolución de la pobreza en el largo plazo sería
útil agrupar a los trabajadores con ingresos. insuficientes según el
tipo de bienes y servicios producidos por· las" empresas en las que
ellos laboran ( rama ·de actividad económica). Esta clasificación,
en conjunto, con proyecciones de la probable evolución de los
distintos sectores' productivos' constituye el punto d.e partida de
toda proyección sobre· la trayectoria que siga la pobreza. ·
En el cuadro 18 ¡Yresentamos la distribución ·de los jefes" de
hogar según' actividad económica.. Si · analizamos la evolución de
la producción y el empleo de .cada una de ellas, comprobaremos
que las tendencias han sido muy disímiles en los distintos sectores
(1960-1973). Es así como el sector industrial aumentó su impor-
tancia tanto en la producción 'como en el empleo total. El comercio
y los servicios y la' minería han incrementado su participación en
una variable y fa han reduddo en la otra. Por último, la agricul-
tura ha visto declinar· su participación en una y· otra,' En corise-
cuenciá, los sectores 'que reunían la mayor parte· de· los trabajado-
res con ingresos insuficientes exhibieron un . mayor estancamiento
en los niveles de producción.
Si bien, como y8>señalamos, de. lo anterior no puede inferirse
lo que ocurrirá en el futuro, con los •pobres en cada· sector, estas
tendencias constituyen un punto de partida para elaborar proyec-
40
Cuadro 1$ ---, Clasificación según .actividad económica de los jefes de
... • . . familia con necesidades báswas insatisfechas
(porcenta¡es)
Jefes de hogares con necesidades imatisfechas
Extrema pobreza . Resto
Agricultura 51 37
Minería l 2
Industria y artesanado 16 19
Construcción 4 4
Comercio y transporte 9 14
Servicios personales 13 7
Resto 6 17
Total 100 100
Fuente: Cuadros 19 y: 20.
5. CON6IDElRACIONES FINAUlS
41
CuadrQ 19. - Distribución Qcupacwnal de '-os ¡efes de hogares cuyQs
. ingreros M · permiten satis¡acer. las ·necesidades básicas
%del total
D/stri-- de ocupado,
buclón enel
Oéupaci6n Miles % pa/s
Sector rural
Agricultura asalariados grandes
propiedades • 38,76 8,3 51,0
Agricultura asalariados pequeñas•
y medianas propiedades • 61,09 13,1 83,7 •
Agricultura minifundistas y
pequeños propietarios b 56,10 12,1 63,2
Agricultura otros independientes · 23,48 5,1 63,2
Pesca y caza 6,87· 1,5 66,8
Forestal 6,56 1,4 78,5
Subtot.al. 192,86 . 41,6 65,7
42
Cuadt-o 19, (continuación)'
%del total
' D:/,tri,-' de ocupados
bución enel
Ocupación Miles % país
Otros obreros y 'jor.n~Je!os 39,04 8,4 ·_45,7
Subtotal 150,07 32,3 ,,-,'42,1,
Resto sector urbano
Profesionales y técnicos ,2,90
- 9,34,
,,0,6 ·'4,9,''
Empleados de of/cina ,:~2,0; e ,7,7,,
Mineros - 7,~ 1,6, 25,8
Transporte 15,78 3,4 18,7
Vendedores 3,99 O,~, . 21,1
Restaurántes 9,bf 1,9 45,2
Porterós y vigilántes 11,50 2,5 26,6
Textiles y calzado . ···-• 7,70 1,7 26;8
Electricidad, gasfitería y !Íleéáhica 10,95 2,4 E!4'
Alimentos 7,64 - 1,6 29,5,
Mueblería 16,41 3,5,,, . 41,6,
Otras manufacturas 6,82 1,5 . · 16,2
Construcción 12,23' 2,6 !38,7
Subtotal 121,73, 26,2 \)1,1
Total 464,66 100,0 _ . 34,0;
a La distinci6n entre grandes propiedades (más de 200,,hás,)/y .el resto:se realizó so--
bre la base del'Ce'nso de 1965; ver PREALC (1973),·anexo estadístico. Para: determinar
el porcentaje de· jefes de hogatt'.coi::t ingresos insuficientes·-~n -las· grandes propiedaaes., ,se
utilizó información de una encuesta realizada en 1965 y _1970, en ese tipo de preaios;
ver Cortázar y Downey ( 1976). Para el restó,' ;Jos··;antecedenteS ,se·.: obtuvieron -Por- di-
fere_ncia. : ,: ::. :; , ,.. :•.,.·
b La separación entre pequeños- pro8uctores y el resto se hizo según estim.ac16D: ·de_ Effá-
zuriz ( 1973). Ante la ausencia de una al~ernativá_, mejor,, s_e .supúso, -4ue.- el porc~tajé'
de trabajadores· con ingresos insuficientes éia el mismo· elÍ ambos_ ,grupos.
e Calculado según empleo en pequeña minería del ;.cobreey,hieml; ,ver,;PBJMl.c· (1973)",
d La división entre:artesanado (mey1os de 5 trabajadores) y resto se hizo sobré; la •base
del ·censo de Manufacturas · y Encuesta a la Pequeña Industria y Arte5iriiado · :para
1967; ver INE ( 1968) y SERCOTEC ( 1968);'. EL núm~ro-; 'está ,subestimadot ·_ya-,_que .Se
obtuvo considerando que la proporción •aé' trabájadores COn' ingresos· insuficientes fuera
la misma en el artesanado que én el resto de la industria. . · ',;:,
e Se dividió entre pequeño comercio ( ventas inferiores a 50 mil dólares al afio) y el
resto, según información de en<:11esta realizada, en· 196'7, INB (1967). Al ·igual que en
c. se subestima el número de,: j~s de hogar en pequeño ~m-erciQ.
43
Cuadro 20 - Distribuci6n ocupacional de los Jefes de hogares
sumidos en extrema pobreza
%del total
D/$trl- de ocupado,
bucwn enel
Ocupaci6n Miles % pa/s
Sector rural
Agricultura asalariados grandes
propiedades • 15,06 li,7 19,8
Agriéultura asalariados pequeñas
y medianas propiedades • · 14,47 11,2 19,8
Agricultura minifundista i pequeños
propietarios • · . 21,60 16,7 24,3
Agricultura otros independientes b 9,03 7,0 24,3
Pesca y caza ' ' · 3,34 2,6 32,4
Forestal · 2,42 1,9 28,9
Subtotal 65,92 51,1 : 22,5
Sector urbano independiente y
pequeña escala
Mineros pequeña escala e, .. 0,25 0,2 5,4
Transporte independientes 1,89 1,5 6,3
Lavanderías 5,31 4,1 40,0
Empleadas domésticas 7,10 5,5 44,9
Restaurantes independientes 1,22 0,9 32,5
Otros servicios personales. · 1,01 0,8 9,2
Vendedores independientes 7,69 6,0 5,9
Vend.edores pequeño comercio
asalariados d 0,15 0,1 1,0
Textil y calzado independientes 7,40 5,7 18,7
Textil y calzado artesanados
asalariados ·e 0,18 0,1 4,8
Electricidad, gasfite~ía ·y mecánica
independientes . ·. , 1,65 1,3 6,0
Electricidad, gasfitería y mecánica
artesanado asalariados • · 0,24 0,2 1,6
Alimentos independientes 0,85 0,7 23,1
Mueblería independientes 2,35 1,8 14,8
Mueblería artesanado asalariados • · 0,37 0,3 . 12,1
Otras manufacturas independientes 1,30 1,0 26,6
Construcción independientes , 1,37 1,1 13,2
Otros obreros.. y jon;,.aleros 5,61 . 4,3. 6,5
,,,, 12,9
Subtotal 45;94 35,6
44
Cuadro 20. ( continuaci6n)
$del total
lJistri.. de ocupado,
bución enel,
Ocupación Miks % pa/s
Resto sector urbano
Profesionales y técnicos 0,71 0,6 1,0
Empleados de oficina 0,18 0,1 0,2
Mineros 1,53 1,2 5,4
Transporte 2,12 1,6 2,5
Vendedores 0,20 0,1 · 1,0
Restaurantes 1,90 1,5 9,5
Porteros y vif
antes
Textiles y ca ado
0,35
1,38
0,3
1,1
0,8
4,8
Electricidad, gasfitería y
mecánica 1,24 0,9 1,6
Alimentos 0,75 0,6 2,7
Mueblería 2,87 2,2 7,5,
Otras manufacturas 0,08 0,1 0,2
Construcción 3,82 3,0 12,l
Subtotal 17,13 .13,3 2,4 .
Total 128,99 100,0 9,5
a La distinción entre grandes propiedades (más de 200 hás) y el resto, se hizo en fun-
ción .del Censo de 1965; ver PBEALc· ( 1973), anexo estadístico. El nú:tnero de traba-
jadores extremadamente pobres está subestimado en las pr()piedades_ medianas y pe-
queñas, ya que se obtuvo considerando que la proporción de trabajadoris con ingre-
sos insuficientes fuer9:_ la misma que_ en los predios grandes.
b,c,
d, e Id., cuadro anterior.
45
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - ~ -------------"·-
46
APENDICE
47
--------··-- -----------------------
cinta. Sin embargo, tanto en fa muestra total de 60 familias que re-
cogimos como en esta submuestra de 40 hogares, los ingresos perso-
nales estaban correctamente registrados y, por lo tanto, era posible
recalcular las "entradas totales" del hogar.
En el caso de "entradas totales del hogar'', estas fueron re-
calculadas a partir de los "ingresos personales". Con reladón a los pro-
blemas en las cuentas de gasto, se corrigieron el problema de signos
y algunos otros defectos de menor importancia. El total de las mo-
dificaciones que fue necesario efectuár sigmficó una variación de
menos de 3 por ciento en el consumo promedio por hogar.
Por último, pára dar una idea de cuál es la distribución de ho-
gares por tramos de ingreso que se desprende de la encuesta, com-
paramos los resultados de esta cori aquellos de la Encuesta de In-
gresos Familiares llevada a cabo por el INE, en 1968 ( cuadro A).
. Las diferencias que se observan eritre ambos resultados obede-
cen, en parte, a que fas definiciones de ingresos utilizadas por las en-
cuestas no son las mismas. En la' EPF se incluyó el autoconsumo agrí-
cola, que es muy importante, especialmente para los estratos de in-
gresos más bajos.
48
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Ex-Ministro de Hacienda de Colombia
Fernando Henrique Cardoso
Centro Brasileiro de Análisis y Planeamiento
· Richard Eckaus
M~~sachusetts lnstitute of Technology, MIT
, .... ¡<
Albert Fishlow
University of Califpmia, Berkeley
Albert Hirschman
lnstitute for Advanced. Study, Princeton
Enrique Iglesias
Secretario Ejecutivo de la Comisión Económica
para Am~rica Latina, CEPAL
Guillermo O'Donnell
Director d.el Centro de Estudios de Estado y
Sociedad, CEDES, Argentina
Víctor Tokman
Oireplor del Programa Regional del Empleo
para América Latina y el Caribe, PREALC
Directorio