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los planes de
ordenamiento
territorial
Ángel Massiris Cabeza
Contenido
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DETERMINANTES DE LOS PLANES DE ORDENAMIENTO
TERRITORIAL
Ángel Massiris Cabeza1
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Profesor de tiempo completo de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia UPTC y Director
Académico del Programa de Magister en Geografía, convenio UPTC-IGAC.
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INTRODUCCIÓN
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ordenamiento territorial, a partir de la Ley 388 de 1997, en la cual es posible observar la
manera como el Estado colombiano ha previsto la territorialización de las políticas
sectoriales, especialmente en el nivel municipal. Todo ello, con la intención de contribuir a
una mejor comprensión de las relaciones entre las políticas ambientales, de desarrollo
sectorial y de ordenamiento territorial, sus condicionamientos mutuos y la imbricación
existentes entre éstas.
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1. DIRECTRICES O DETERMINANTES AMBIENTALES
La Ley 99 de 1993 y sus normas reglamentarias desarrollan, en gran medida, los aspectos
ambientales anteriores. En dicha Ley se define el ordenamiento ambiental del territorio
como "la función atribuida al Estado de regular y orientar el proceso de diseño y
planificación de uso del territorio y de los recursos naturales renovables de la nación, a fin
de garantizar su adecuada explotación y su desarrollo sostenible" (Ley 99/93, art.7). Del
mismo modo, señala los fundamentos e instrumentos claves para lograr un orden territorial
basado en la conservación y uso sostenible del patrimonio natural y cultural del país, tal
como lo ordena la Constitución Política del país en su Artículo 80.
Dentro de este contexto, la Ley 99 de 1993 adopta los principios del desarrollo sostenible
contenidos en la Declaración de Río de Janeiro de 1992, para orientar los procesos de
desarrollo económico y social del país. Asimismo, establece la protección prioritaria de la
biodiversidad del país y de las fuentes de agua, la consideración del derecho de los seres
humanos a una vida saludable y productiva en armonía con la naturaleza; la investigación
científica como base para la formulación de políticas ambientales, la incorporación de los
costos ambientales en los proyectos de inversión y el uso de instrumentos económicos para
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la prevención, corrección y restauración del deterioro ambiental y para la conservación de
los recursos naturales renovables y la obligatoriedad de la prevención de desastres o
mitigación de su ocurrencia (Ley 99/93, art. 1). Como desarrollo de lo anterior, la Ley 162
de 1994 aprueba el "Convenio sobre la Diversidad Biológica" hecho, también, en Río de
Janeiro en 1992, la Ley 164 de 1994 aprueba la "Convención Marco de las Naciones
Unidas sobre el Cambio Climático", hecha en Nueva York en mayo de 1992 y la Ley 208
de 1995 aprueba el "Estatuto del Centro Internacional de Ingeniería Genética y
Biotecnología", hecho en Madrid en septiembre de 1983..
Todo lo anterior deja en claro el carácter determinante del ordenamiento ambiental para los
planes de ordenamiento territorial. Puede considerarse que las categorías espaciales de
ordenamiento ambiental constituyen formas pre-existentes de ordenamiento del territorio,
pues tales categorías establecen usos de la tierra que los planes de ordenamiento territorial
deben considerar e incorporar. En las categorías espaciales de ordenamiento ambiental se
encuentra un traslape de contenidos con los planes de ordenamiento territorial, situación
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que acerca a estos dos instrumentos de planificación. Del mismo modo, la concepción de la
política ambiental descrita antes, constituye una directriz para los planes de ordenamiento
del territorio, cuyos objetivos y estrategias deben orientarse al desarrollo territorial
sostenible.
Constituyen la base del ordenamiento forestal. Se definen como zonas de propiedad pública
o privada reservadas para destinarlas exclusivamente al establecimiento o mantenimiento y
utilización racional de áreas forestales productoras, protectoras o productoras-protectoras
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(Decreto-Ley 2811/74., art. 206). Estas áreas sólo podrán destinarse al aprovechamiento
racional permanente de los bosques que en ella existan o se establezcan y, en todo caso,
deberá garantizarse su recuperación y supervivencia (Decreto-Ley 2811/74, art. 207). Los
baldíos presentes en estas áreas no podrán ser adjudicados (Decreto-Ley 2811/74, art. 209).
El decreto mencionado establece como zonas forestales protectoras los terrenos situados en
las cabeceras de los ríos, arroyos y quebradas sean o no permanentes; las márgenes y
laderas con pendientes superiores al 40 por ciento; la zona de 50 metros de ancho a cada
lado de los manantiales, corrientes y cualesquiera depósitos naturales de agua y todos
aquellos en que convenga mantener el bosque o recuperarlo, con el fin de defender cuencas
de abastecimiento de aguas, embalses, acequias, evitar desprendimientos de tierras y rocas,
sujetar terrenos, defender vías de comunicación, regularizar cursos de agua, o contribuir a
la salubridad (Decreto 2278/53, art. 4). Este mismo decreto establece las reservas
madereras de productos forestales en predios rurales (art. 13) y en terrenos baldíos
destinados a colonización agropecuaria (art.15), del mismo modo, áreas arboladas en los
límites de los predios rurales (art. 19).
Asimismo, declaró como zonas de reserva forestal los terrenos baldíos ubicados en hoyas
hidrográficas que sirvan o puedan servir de abastecimiento de aguas para el consumo
interno, producción de energía eléctrica y para irrigación y cuyas pendientes sean
superiores al 40%. El Decreto 1608 de 1978, por su parte, establece zonas forestales
protectoras destinadas a proteger especies de fauna en vías de extinción (Artículo 20).
En el caso de las áreas forestales productoras, éstas son definidas como espacios que deben
ser conservados permanentemente con bosques naturales o artificiales para obtener
productos forestales para comercialización o consumo. Se consideran de producción directa
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cuando la obtención de productos implica la desaparición temporal del bosque y su
posterior recuperación. Son de producción indirecta cuando se obtienen frutos o productos
secundarios, sin implicar la desaparición del bosque (Decreto-Ley 2811/74, art. 203).
En 1989, la Ley 37 estableció las bases para estructurar el Plan Nacional de Desarrollo
Forestal, con el objetivo de:
Definir las estrategias para el desarrollo de los bosques naturales, de las plantaciones
forestales, la producción, transformación y comercialización de los productos del bosque,
de acuerdo a las necesidades del país y según el rendimiento sostenido del recurso (Ley
37/89, art. 3).
Con el Sistema de Parques Nacionales naturales se busca (Decreto 622/77, art. 2):
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Reservar áreas sobresalientes y representativas del patrimonio natural que permitan la
conservación y protección de la fauna, flora y gea contenidas en los respectivos ecosistemas
primarios, así como su perpetuación.
Investigar los valores de los recursos naturales renovables del país dentro de áreas
reservadas para obtener su mejor conocimiento y promover el desarrollo de nuevas y
mejores técnicas de conservación y manejo de tales recursos dentro y fuera de las áreas del
sistema.
Proveer a los visitantes recreación compatible con los objetivos de las áreas del Sistema de
Parques Nacionales Naturales.
Parque Nacional: Definido como área cuya extensión permite su autorregulación ecológica
y cuyos ecosistemas, en general, no han sido alterados sustancialmente por la explotación u
ocupación humana y donde las especies vegetales y animales, complejos geomorfológicos y
manifestaciones históricas o culturales tienen un valor científico, educativo, estético y
recreativo nacional y para su perpetuación se somete un régimen adecuado de manejo.
Reserva Natural: Área en la cual existen condiciones primitivas de flora, fauna y gea,
destinada a la conservación, investigación y estudio de sus riquezas naturales. Dentro de
esta categoría pueden incluirse las reservas naturales de la sociedad civil, establecidas por
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la Ley 99 de 1993 en su Artículo 109, referidas a áreas de un inmueble que conserve una
muestra de un ecosistema natural y sea manejado bajo los principios de la sustentabilidad
en el uso de los recursos naturales, cuyas actividades y usos se establecerán de acuerdo a
reglamentación, con la participación de las organizaciones sin ánimo de lucro de carácter
ambiental.
Área Natural Única: Unidades espaciales que, por poseer condiciones especiales de flora o
gea, son escenario natural raro.
Vía Parque: Faja de terreno con carretera, que posee bellezas panorámicas singulares o
valores naturales o culturales, conservada para fines de educación y esparcimiento.
Las áreas que integran el Sistema de Parques Nacionales Naturales contarán con su
respectivo plan maestro donde se determinarán los desarrollos, facilidades, usos y manejos
de cada una de ellas (Decreto 622/77, art.16). Podrán ser zonificadas internamente,
atendiendo a los siguientes tipos de zonas (Decreto 622/77, arts. 5 y 18):
Zona primitiva: Aquella que no ha sido alterada o que ha sufrido máxima intervención
humana en sus estructuras naturales.
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Zona de recreación general exterior: Aquella que por sus condiciones naturales ofrece la
posibilidad de dar ciertas facilidades al visitante para su recreación al aire libre, sin que ésta
pueda ser causa de modificaciones significativas del ambiente.
Zona de alta densidad de uso: Aquella en la cual por sus condiciones naturales,
características y ubicación pueden realizarse actividades recreativas y otorgar educación
ambiental de tal manera que armonice con la naturaleza del lugar; produciendo la menor
alteración posible.
Establecidas por los decretos 2811/74, art. 258, literal a y 1608/78, art. 3, literal a. Se
incluyen en esta categoría las siguientes áreas:
Conocer los ciclos biológicos, la dieta alimenticia y la ecología de las poblaciones naturales
de las especies de la fauna silvestre.
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Establecer y estudiar sistemas y técnicas para el control biológico de especies de la fauna
silvestre.
Los territorios fáunicos podrán comprender las siguientes áreas: primitiva, de manejo
experimental, de experimentación intensiva, de alta actividad y vial (Decreto 1608/78, art.
167).
Los DMI fueron reglamentados por el Decreto 1974 de 1989, en el cual se definen como un
espacio de la biosfera que, por razón de factores ambientales o socioeconómicos, se
delimita para que dentro de los criterios del desarrollo sostenible se ordene, planifique y
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regule el uso y manejo de los recursos naturales renovables y las actividades económicas
que allí se desarrollen (Decreto 1974/89, art. 2).
Que posea ecosistemas que representen rasgos naturales inalterados o ecosistemas alterados
de especial singularidad pero susceptibles de recuperación y que beneficien directa o
indirectamente a las comunidades locales o regionales.
Que la oferta ambiental o de recursos dentro del futuro distrito permita organizar prácticas
compatibles de aprovechamiento de los recursos naturales con el propósito de garantizar su
conservación y utilización integrales.
Los criterios establecidos para determinar la zonificación interna del DMI, son:
Integrar comunidades humanas que se caractericen por presentar relaciones conflictivas con
el uso de los recursos naturales.
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Zonificar el DMI, en lo posible, con límites arcifinos (Decreto 1974/89, art. 8).
Para cada DMI debe formularse un Plan Integral de Manejo que debe contener, entre otros,
los siguientes aspectos: reseña histórica y justificación, diagnóstico socioeconómico y
ambiental, ordenamiento territorial y zonificación y condicionamientos y restricciones para
el uso y aprovechamiento de los recursos naturales.
Dentro de esta categoría pueden incluirse las áreas o ecosistemas de interés estratégico para
la conservación de los recursos naturales, establecidas por la Ley 99 de 1993 en su Artículo
108.
Incluye las áreas de páramos, sub páramos, los nacimientos de agua y las zonas de recarga
de acuíferos, zonas marinas y costeras, ciénagas, pantanos, lagos, lagunas y demás
ecosistemas hídricos continentales (Ley 99/93, arts. 1 y 5, numeral 24). Asimismo, son
objeto de protección y control especial las aguas destinadas al consumo doméstico humano
y animal, las zonas de criaderos y hábitat de peces, crustáceos y demás especies que
requieran manejo especial, las fuentes, cascadas, lagos y otros depósitos o corrientes de
aguas naturales o artificiales, que se encuentran en áreas declaradas dignas de protección
(Decreto-Ley 2811/74, art. 137). La Ley 199 de 1993 en su Artículo 111 declara de interés
público, las áreas de importancia estratégica para la conservación de recursos hídricos que
surten de agua los acueductos municipales y distritales.
Para facilitar el control sobre el manejo de los recursos hídricos del país, se ha declarado
como bienes inalienables e imprescriptibles del Estado (Decreto-Ley 2811/74, art. 83):
El Decreto 1541 de 1978 reglamenta, entre otros aspectos, el dominio de las aguas, cauces
y riberas; los modos de adquirir derecho al uso de las aguas y sus cauces; la explotación y
ocupación de playas, cauces y lechos; el uso de las aguas y declaración de reservas y
agotamiento; las restricciones y limitaciones al dominio; el régimen de ciertas categorías
especiales de aguas (lluvias, subterráneas, minerales, termales); las obras hidráulicas; la
conservación y preservación de las aguas y sus cauces. Todos estos aspectos aportan
elementos jurídicos suficientes para lograr un manejo sostenible de los recursos hídricos del
país.
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Un aspecto que ha merecido especial atención en la legislación hídrica es la cuenca
hidrográfica, alrededor de la cual se han desarrollado políticas integrales de manejo de
recursos naturales. La cuenca hidrográfica es definida como un área físico-geográfica
debidamente delimitada en donde las aguas superficiales y subterráneas vierten a una red
natural mediante uno o varios cauces de caudal continuo o intermitente que confluyen, a su
vez, en un curso mayor que desemboca o puede desembocar en un río principal, en un
depósito natural de aguas, en un pantano o directamente en el mar (Decreto-Ley 2811/74,
art. 312; Decreto 2857/81, art. 1).
Velar por la protección de las cuencas hidrográficas contra los elementos que la degraden o
alteren o especialmente los que producen contaminación, sedimentación y salinización de
los cursos de agua o de los suelos.
Mantener o mejorar las condiciones ecológicas del agua, proteger los ecosistemas acuáticos
y prevenir la eutroficación (Decreto-Ley 2811/74, art. 314).
El instrumento fundamental para la protección de las cuencas que establece la ley es el plan
de ordenación y manejo. En este sentido, la ordenación de una cuenca se define como la
planeación del uso coordinado del suelo, de las aguas, de la flora, y la fauna y su manejo,
como la ejecución de obras y tratamientos (Decreto-Ley 2811/74, art. 316).
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Cuando se presente un desequilibrio generalizado del medio ecológico en tal forma que
ocurra o pueda ocurrir degradación de la aguas o de los suelos, en su calidad y cantidad,
que los haga o pueda hacerlos inadecuados para satisfacer los requerimientos del desarrollo
a las necesidades primarias de la comunidad.
La Ley 161 de 1994 organiza la Corporación Autónoma Regional del Río Grande de la
Magdalena y le da el poder para coordinar y supervisar el ordenamiento hidrológico y
manejo integral del Río Magdalena
Dentro de esta categoría espacial pueden incluirse las zonas exclusivas para pesca de
subsistencia o comunitaria establecidas por el Decreto 2811 de 1974 en su Artículo 274,
literal i, reservadas para la explotación de especies en beneficio de cooperativas de
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pescadores, empresas comunitarias u otras asociaciones integradas por trabajadores
artesanales.
Son áreas urbanas y rurales de carácter escénico que contribuyen al bienestar físico y
espiritual de las comunidades (Decreto 2811/74, arts. 302 y 303).
Dentro de esta categoría se pueden incluir las zonas de descanso o recreo, establecidas por
el Decreto-Ley 2811 de 1974 en sus artículos 188 y 311.
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El SINA se define como "conjunto de normas, actividades, recursos, programas e
instituciones encargadas de la puesta en marcha de los principios generales ambientales"
(Ley 99/93, art.2). El SINA está integrado de manera jerárquica por el Ministerio del Medio
Ambiente, las corporaciones autónomas regionales, los departamentos y los municipios,
con el apoyo técnico y científico del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios
Ambientales IDEAM, el Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras "José Benito
Vives de Andréis" -INVEMAR- el Instituto de Investigaciones de Recursos Biológicos
"Alexander von Humboldt", el Instituto Amazónico de Investigaciones "SINCHI" y el
Instituto de Investigaciones Ambientales del Pacífico "Jhon von Neumann".
Los planes de desarrollo ambiental realizados por las entidades integrantes del SINA, deben
en enmarcarse en tres principios fundamentales (Ley 99/93, art. 63):
Gradación normativa, referida a la sujeción que tienen las normas ambientales establecidas
por las entidades territoriales, respecto a las dictadas por autoridades y entes de jerarquía
superior.
Rigor subsidiario, referido al carácter más riguroso, pero no más flexibles, de las normas
que expidan las autoridades ambientales regionales, departamentales, distritales y
municipales, en la medida en que se desciende en la jerarquía normativa y se reduce en el
ámbito territorial de las competencias.
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1.3.2 Recursos técnicos y de información
Licencia ambiental
Se define como "la autorización que otorga la autoridad ambiental competente, mediante
acto administrativo, a una persona, para la ejecución de un proyecto, obra o actividad que
conforme a la Ley y a los reglamentos, puede producir deterioro grave a los recursos
naturales renovables o al medio ambiente o introducir modificaciones considerables o
notorias al paisaje, y en la que se establecen los requisitos, obligaciones y condiciones que
el beneficiario de la Licencia Ambiental debe cumplir para prevenir, mitigar, corregir,
compensar y manejar los efectos ambientales del proyecto, obra o actividad autorizada"
(Ley 99/93, art. 50 y Decreto Reglamentario 1753/94, art.2).
El Decreto 1753 de 1994 reglamenta todo lo relacionado con las licencias ambientales en
cuanto a las definiciones básicas, naturaleza, modalidades, efectos, competencias para su
otorgamiento, etc.
Se propone suministrar la información para evaluar y comparar las diferentes opciones que
presente el peticionario, bajo las cuales sea posible desarrollar un proyecto, obra o
actividad, con el fin de optimizar y relacionar el uso de los recursos ambientales y evitar o
minimizar los riesgos, efectos e impactos negativos que puedan provocarse. (Decreto
1753/94, art.18).
Este instrumento se utiliza para evaluar las alternativas de diseño de proyectos, obras o
actividades que sean de competencia del Ministerio del Medio Ambiente, excepto la
importación de las sustancias, los materiales o los productos de que trata los numerales 8 y
12 del Artículo 52 de la Ley 99 de 1993, además de la actividad exploratoria de la minería
y de los hidrocarburos; la construcción de presas, represas o embalses que posean las
capacidades estipuladas en la Ley; la construcción de vías que no pertenezcan al sistema
nacional de vías, la construcción de distritos de riego y drenaje para áreas superiores a
1.518 hectáreas e inferiores a 20.000 (Decreto 1753/94, art.17).
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El diagnóstico ambiental de alternativas incluye información sobre la localización y
características del entorno geográfico, ambiental y social de las alternativas del proyecto,
además de un análisis comparativo de los efectos y riesgos inherentes a la obra o actividad,
y de las posibles soluciones y medidas de control y mitigación para cada una de las
alternativas (Ley 99/93, art.56). La información debe, además, indicar el objetivo del
proyecto, identificar los ecosistemas sensibles, críticos y de importancia ambiental y social,
estimar y analizar comparativamente los posibles impactos, riesgos y efectos derivados del
proyecto y descripción de las posibles estrategias de prevención y control ambiental para
cada una de las alternativas (Decreto 1753/94, art.19).
Este instrumento se utiliza en todos los casos que requieran licencia ambiental de acuerdo
con la ley y los reglamentos y deberá corresponder en su contenido y profundidad a las
características del proyecto, obra o actividad (Decreto 1753/94, art.23).
Los objetivos y alcances del estudio de impacto ambiental son los siguientes (Decreto
1753/94, art.24):
Definir los ecosistemas que bajo el análisis ambiental realizado, a que hace referencia el
numeral anterior, sean ambientalmente críticos, sensibles y de importancia ambiental e
identificar las áreas de manejo especial que deban ser excluidas, tratadas o manejadas de
manera especial en el desarrollo.
Evaluar la oferta y vulnerabilidad de los recursos utilizados afectados por el proyecto, obra
o actividad.
Dimensionar y evaluar los impactos y efectos del proyecto, obra o actividad, de manera que
se establezca la gravedad de los mismos y las medidas y acciones para prevenirlas,
controlarlas, mitigarlas, compensarlas y corregirlas.
Identificar los planes gubernamentales a nivel nacional, regional o local que existan para el
área de estudio, con el fin de evaluar su compatibilidad con el proyecto, obra o actividad.
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Diseñar los planes de prevención, mitigación, corrección, compensación de impactos y
manejo ambiental a que haya lugar para desarrollar el proyecto, obra o actividad.
Estimar los costos y elaborar el cronograma de inversión y ejecución de las obras y
acciones de manejo ambiental.
Diseñar los sistemas de seguimiento y control ambiental que permitan al usuario evaluar el
comportamiento, eficiencia y eficacia del plan de manejo ambiental.
Evaluar y comparar el desempeño ambiental previsto del proyecto, obra o actividad contra
los estándares de calidad ambiental establecidos en las normas ambientales nacionales
vigentes; y la conformidad del proyecto, obra o actividad con los tratados y convenios
internacionales ratificados por Colombia.
Los objetivos anteriores se manifiestan en los contenidos que debe tener el estudio del
impacto ambiental, entre los que se destacan (Decreto 1753/94, art.25):
Descripción del proyecto, obra o actividad: incluirá la localización, las etapas, dimensiones,
costos y cronograma de ejecución.
Plan de manejo ambiental: se elaborará el plan para prevenir, mitigar, corregir y compensar
los posibles impactos y efectos del proyecto, obra o actividad sobre el medio ambiente.
Debe incluir el plan de seguimiento, monitoreo y contingencia.
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asigna al Contralor la atribución de presentar un informe anual sobre el estado de los
recursos naturales y del ambiente. (CP, art. 268, numeral 7).
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por las entidades del SINA y demás entidades que directa o indirectamente trabajan en el
tema.
Es deseable que las cuentas ambientales, basadas en una red de información territorial
ambiental altamente confiable, de fácil acceso e intercambio, permitan que cada nuevo
gobernante inicie su administración con cuentas precisas sobre la calidad y cantidad del
patrimonio de bosques, suelos, aguas, aire, energía, etc. que recibe y al final de su mandato
éste pueda informar el patrimonio que devuelve y su balance, debiendo responder ante la
sociedad sobre el déficit existente y el beneficio social obtenido por la disminución,
desaparición o degradación de alguna parte del patrimonio que recibió.
El Fondo Nacional Ambiental fue creado por la Ley 99 de 1993 para apoyar actividades,
estudios, investigaciones, planes, programas y proyectos de utilidad pública e interés social,
encaminados al fortalecimiento de la gestión ambiental, a la preservación, conservación,
protección, mejoramiento y recuperación del medio ambiente y al manejo adecuado de los
recursos naturales renovables y de desarrollo sostenible (Ley 99/93, art. 83).
El Fondo Nacional de Regalías (Ley 141/94), por su parte, asigna como mínimo un 20 por
ciento del total de sus recursos, para la preservación del medio ambiente.
El Fondo Ambiental de la Amazonia fue creado por la Ley 99 de 1993, como mecanismo
de negociación, canalización y distribución de los recursos de la cooperación técnica y
financiera internacional, destinada a la ejecución de proyectos ambientales en la región
amazónica.
Todo lo expuesto evidencia que el ordenamiento ambiental del territorio tiene suficiente
soporte jurídico para la formulación y ejecución de planes. Sin embargo, no se percibe aún
en el país, la conciencia y voluntad de la sociedad y el Estado para que tales normas se
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expresen en acciones concretas. Aún predomina la concepción de que el medio ambiente
aporta recursos naturales gratuitos e inagotables y es receptor de desechos los cuales
asimila sin problema. Además, son comunes las anomalías relativas a la tala indebida de
bosques, extracción ilegal de riquezas genéticas y su traslado a otros países, contaminación
de suelos, aguas y el aire, ocupación ilegal del espacio público, ocupación de zonas de
riesgo y amenazas naturales, urbanizaciones ilegales, así como presiones de poder sobre las
decisiones relativas al control y vigilancia del ambiente, los cuales unidos a la ineficacia
oficial para hacer cumplir las normas, las limitaciones de recursos financieros por parte de
las entidades oficiales, la dualidad funcional y débil coordinación inter-institucional y la
escasa conciencia ecológica de la población, configuran un escenario pesimista en cuanto a
los logros de la legislación ecológica.
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2. DIRECTRICES O DETERMINANTES SECTORIALES DE
DESARROLLO TERRITORIAL
Una directriz esencial de las políticas de ordenamiento territorial, la constituye, sin duda, la
política de desarrollo económico. En este sentido, el país ha entrado en los últimos años en
el modelo económico de libre mercado el cual exige la eliminación de los factores que
interfieren directa o indirectamente el libre funcionamiento de las fuerzas del mercado, así
como el repliegue de la acción del Estado. Los postulados centrales de esta política son: el
papel subsidiario del Estado, el mercado como mecanismo fundamental en la asignación de
recursos, la libre iniciativa de los sectores económicos, la mayor apertura al comercio
exterior y la máxima descentralización posible en la toma de decisiones ( De Mattos,
1987:14).
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estimulado por la producción competitiva llevan a la concentración de sus beneficios en las
regiones o centros urbanos dinámicos donde se concentran las mayores ventajas
competitivas en detrimento de las regiones o centros deprimidos, los cuales
tradicionalmente no se han beneficiado de este desarrollo.
La política de desarrollo rural como parte del desarrollo económico y social es otro de los
determinantes esenciales de los planes de ordenamiento territorial. No hay duda de que en
el territorio colombiano, cualquier estrategia o plan de OT dirigido a resolver los problemas
territoriales relativos a disparidades del desarrollo regional, integración económico-
territorial, uso no sostenible de recursos naturales y las condiciones de pobreza del campo,
necesariamente debe considerar, en su componente rural, la solución de problemas
estructurales relacionados con la tenencia de la tierra, el empleo y la calidad de vida de los
campesinos colombianos.
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En la búsqueda de los objetivos anteriores la ley mencionada crea el INCORA, el Consejo
Social Agrario, los procuradores agrarios, al Fondo Nacional Agrario, asigna funciones de
desarrollo económico regional a las "corporaciones regionales de desarrollo", establece la
extinción del dominio sobre tierras incultas, regula la adjudicación de baldíos, promueve la
colonización de tierras baldías, la constitución de unidades agrícolas familiares, la
adecuación de tierras y construcción de distritos de riego, la parcelación de tierras, entre
otros.
A pesar de los propósitos reformadores de esta ley, su aplicación fue de alcances limitados
y sus logros fueron más bien modestos, manteniéndose y profundizándose con el paso de
los años la situación de pobreza campesina.
Fomentar la adecuada explotación y utilización social de las aguas y tierras rurales, aptas
para la explotación silvoagropecuaria y de las tierras incultas, ociosas o deficientemente
aprovechadas.
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Aumentar la productividad de las explotaciones y la eficiente comercialización de los
productos agropecuarios
Establecer zonas de Reserva Campesina para el fomento de la pequeña propiedad rural, con
sujeción a las políticas de conservación del medio ambiente y los recursos naturales
renovables y a los criterios de ordenamiento territorial y de la propiedad rural que se
señalen (Ley 160/94, art.1).
Otro elemento del desarrollo territorial rural lo aporta el Artículo 51 de Decreto 1333 de
1986, donde se dan directrices para la localización de industrias en el sector rural,
especialmente de aquellas que por su naturaleza puedan provocar deterioro ambiental.
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Zona de reserva campesina: Áreas geográficas seleccionadas por la Junta Directiva del
INCORA, teniendo en cuenta las características agroecológicas y socio-económicas
regionales (Ley 160/94, art. 80). Salvo lo dispuesto en el Artículo 83 de la Ley 160/94, las
zonas de colonización y aquellas en donde predomina la existencia de tierras baldías son
zonas de reserva campesina (Ley 160/94, art. 81).
Zona de reserva de entidades de derecho público: Áreas baldías reservadas por el INCORA
en favor de entidades de derecho público, para la ejecución de proyectos de alto interés
nacional, tales como los relacionados con la explotación de los recursos minerales u otros
de igual significación; para el establecimiento de servicios públicos o actividades de
utilidad pública o interés social; para prevenir asentamientos en zonas aledañas a
exploraciones o explotaciones petroleras, mineras o de orden público y para la salvaguardia
de los intereses de la economía nacional (Ley 160/94, art.75).
Áreas de reserva minera indígena o zonas mineras indígenas: Área ocupada en forma
permanente por los resguardos indígenas o, en el caso de que no existieran tales resguardos,
la de los lugares que se delimiten con el fin de que en ellas sólo puedan adelantarse
actividades mineras bajo condiciones técnicas y operativas que preserven las especiales
características culturales y económicas de los grupos y comunidades aborígenes. La
autoridad indígena señalará, dentro de la zona minera indígena, los lugares que no pueden
ser objeto de exploraciones o explotaciones mineras (áreas indígenas restringidas) por tener
especial significado social y religioso para la comunidad o grupo aborigen, de acuerdo con
sus creencias, usos y costumbres (Decreto 2655/88, arts. 10, 123 y 129 y Decreto 710/90,
art. 1,).
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El sistema es dirigido por el Ministerio de Agricultura apoyado por el Consejo Nacional de
la Reforma Agraria y Desarrollo Rural Campesino. Sus funciones son las de adquisición y
adjudicación de tierras, organización de las comunidades rurales y ofrecer servicios sociales
básicos e infraestructura física, crédito diversificación de cultivos, adecuación de tierras,
seguridad social, transferencia de tecnología, comercialización, gestión empresarial y
capacitación laboral (Ley 160 de 1994, art.3). El Instituto Colombiano de la Reforma
Agraria, INCORA, constituye la principal entidad del sistema. Es la encargada de la
administración, coordinación, ejecución y asesoría en materia de desarrollo de la política
agraria y del desarrollo rural.
Dotar de tierras a los habitantes de regiones afectadas por calamidades públicas naturales
sobrevinientes, sin afectar las reservas de recursos forestales.
Dotar de tierras a los hombres y mujeres campesinos de escasos recursos, minifundistas, las
mujeres campesinas jefes de hogar y las que se hallen en estado de desprotección
económica y social por causa de la violencia, el abandono o la viudez.
En cuanto a los instrumentos de control, sobresalen la extinción del dominio sobre tierras
incultas y la expropiación.
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La expropiación, por su parte, es un instrumento que se utiliza cuando un propietario no
acepta la oferta de compra que por motivos de utilidad pública o interés social hace le hace
entidad competente. Las causales y procedimientos de expropiación se describen
ampliamente en el Capítulo VIII de la Ley 160 de 1994.
Derecho de todas las personas al descanso necesario, la recreación, a la práctica del deporte
y al aprovechamiento del tiempo libre.
Derecho al trabajo.
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Derecho a la educación y a la cultura en igualdad de oportunidades y promoción de la
investigación, la ciencia, el desarrollo y la difusión de los valores culturales de la Nación.
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potable y exposición de excretas; saneamiento básico rural; tratamiento y disposición final
de basuras; conservación de microcuencas, protección de fuentes; reforestación y
tratamiento de residuos; y construcción, ampliación y mantenimiento de jagüeyes, pozos,
letrinas, plantas de tratamiento y redes.
De otro lado, la Ley 142 de 1994 define el régimen de prestación de los servicios públicos
domiciliarios, entre los que se incluye: acueducto, alcantarillado, aseo, energía eléctrica,
telefonía pública conmutada, telefonía móvil, rural y distribución de gas combustible.
Esta ley establece que los servicios públicos domiciliarios podrán ser prestados por
empresas o entidades privadas bajo el control y vigilancia de entidades sectoriales
(Comisión de Regulación y Superintendencia de Servicios Públicos), entidades territoriales
y organizaciones comunitarias (Comité de Desarrollo y Control Social de los Servicios
Públicos Domiciliarios). Las entidades prestadoras de servicios públicos domiciliarios
deben cumplir con la función de proteger la diversidad e integridad del ambiente, y
conservar las áreas de especial importancia ecológica, conciliando estos objetivos con la
necesidad de aumentar la cobertura y la costeabilidad de los servicios por la comunidad
(Ley 142/94, art. 11, numeral 5).
34
Todos estos servicios derivan del fundamento social del Estado colombiano que establece
la Constitución Política. Las regulaciones legales de estos preceptos constitucionales no
evidencian una política coherente del Estado en materia de desarrollo social, sino mas bien
la preocupación por reglamentar la asignación y uso de los recursos financieros destinados
a estos servicios. Se destaca la Ley 60 de 1993, en la cual se regula el manejo del situado
fiscal y la participación de los municipios en los ingresos corrientes de la nación.
Esta misma ley establece varios monumentos nacionales, entre los que se cuentan
inmuebles vinculados con la lucha por la independencia y los sectores antiguos de las
ciudades de Tunja, Cartagena, Mompós, Popayán, Guaduas, Pasto, Santa Marta, Santa Fe
de Bogotá, Socorro, San Gil, Pamplona, Rionegro (Antioquia), Marinilla, Girón, Santa Fe
de Antioquia, Mariquita, Cartago, Villa de Leyva, Cali, Cerrito, así como la Sierra de la
Macarena (Ley 163/59, arts. 4 y 5, Decreto Reglamentario 264/63, art. 4). Como sector
antiguo se entienden las calles, plazas, plazoletas, murallas y demás inmuebles originarios
de los siglos XVI, XVII, XVIII y principios del XIX. (Decreto Reglamentario 264/63, art.
4).
Posteriormente, la Ley 60 de 1993 asignó recursos financieros a los municipios para ser
destinados a la construcción, mantenimiento y rehabilitación de casas de la cultura,
bibliotecas y museos municipales, y apoyo financiero a eventos culturales y a agrupaciones
municipales artísticas y culturales (Ley 60/93, art. 21, numeral 11).
36
inmateriales y materiales, muebles e inmuebles, que poseen un especial interés histórico,
artístico, estético, plástico, arquitectónico, urbano, arqueológico, ambiental, ecológico,
lingüístico, sonoro, audiovisual, fílmico, científico, testimonial, documental, literario,
bibliográfico, museológico, antropológico y las manifestaciones, productos y
representaciones de la cultura popular (Ley 397/97, art.4).
Dentro del contexto anterior, los sectores antiguos de las ciudades consideradas como
monumentos nacionales, así como los centros históricos de todas las ciudades colombianas,
guardan en ellos tesoros invaluables de nuestra cultura nacional y regional, razón de ser y
esencia de nuestra existencia en el mundo. Los centros históricos de las ciudades tienen, por
tanto, un valor de singular importancia en los momentos actuales. Estos contribuyen al
fortalecimiento de nuestra identidad y constituyen una información importante para saber
quiénes somos. Algo similar sucede con los valores culturales de nuestras poblaciones
campesinas, expresados en su folclor, en cuyas manifestaciones se encuentra el rostro y la
razón de ser de estos pueblos.
Es necesaria una revalorización de toda la riqueza cultural de la nación. En tal sentido, así
como se ha institucionalizado la contabilidad ambiental como instrumento de control del
uso y aprovechamiento del patrimonio natural, es urgente institucionalizar la contabilidad
cultural, que permitan saber cuánto patrimonio cultural tenemos, donde está y en qué estado
está. Así mismo se requiere que en los presupuestos de las entidades sectoriales pertinentes
y territoriales se dé una mayor participación a los programas de conservación, restauración
y difusión de este patrimonio.
37
En la Ley 21 de 1991, por su parte, el Estado acepta reconocer y proteger los valores y
prácticas sociales, culturales, religiosas y espirituales propios de los pueblos indígenas y
tomar debidamente en consideración la índole de los problemas que se plantean, tanto
colectiva como individualmente, así como el respeto por la integridad de los valores,
prácticas e instituciones de esos pueblos.
Recientemente, la Ley 397 de 1997 garantiza a los grupos étnicos y lingüísticos, a las
comunidades negras y raizales y a los pueblos indígenas el derecho a conservar, enriquecer
y difundir su identidad y patrimonio cultural, a generar el conocimiento de las mismas,
según sus propias tradiciones y a beneficiarse de una educación que asegure estos derechos
38
propósito de que éste sirva de testimonio de la identidad cultural nacional, tanto en el
presente como en el futuro (Ley 397/97, art.5).
La declaratoria de bienes de interés cultural se realiza sobre aquellos bienes que requieran
de una protección especial. Dicha declaratoria va acompañada de un plan especial de
protección, el cual indicará el área afectada, la zona de influencia, el nivel permitido de
intervención, las condiciones de manejo y el plan de divulgación que asegurará el respaldo
comunitario a la conservación de estos bienes. En casos como los relativos al patrimonio
arqueológico reconocido y prospectado en desarrollo de la construcción de redes de
transporte de hidrocarburos, el Plan Especial de Protección puede ser el Plan de Manejo
Arqueológico que hace parte del Plan de Manejo Ambiental presentado al Ministerio del
Medio Ambiente dentro del proceso de obtención de la licencia ambiental (Ley 397/97,
art.11, num.3)
Todo lo anterior plantea aspectos que deben constituir determinantes de las políticas
sectoriales y territoriales de desarrollo. Dichas políticas, como en el caso de la
competitividad, la política ambiental de desarrollo sostenible y el ordenamiento territorial,
deben considerarse dentro del contexto de diversidad cultural. De este modo, a las
dimensiones espacial y ambiental del desarrollo hay que integrar la dimensión cultural.
39
Así ha sido reconocido en un trabajo realizado por la Consejería Económica y de
Competitividad de la Presidencia de la República y el Instituto Geográfico Agustín
Codazzi, en el que se afirma que:
Más adelante, refiriéndose al apoyo del gobierno nacional a las iniciativas de cambio
estructural de los territorios indígenas y de comunidades negras, se considera que los
programas de apoyo deben diseñar "políticas y estrategias selectivas de desarrollo
sostenible y de industrialización de acuerdo a las características socio-culturales y
naturales" (Presidencia de la República e IGAC, 1997:63) y a renglón siguiente se afirma
que:
40
3. MANEJO DE AREAS GEOESTRATEGICAS Y DE DIVISION
TERRITORIAL
Los preceptos constitucionales anteriores fueron desarrollados por la Ley 191 de 1995, la
cual establece un régimen especial para las zonas de frontera, con el fin de promover y
facilitar su desarrollo económico, social, científico, tecnológico y cultural.
Categorías espaciales de ordenamiento fronterizo
Las áreas marinas han sido objeto de ordenamiento internacional, mediante la Convención
sobre la Plataforma Continental suscrita en Ginebra el 29 de abril de 1958, durante la
Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Plataforma Continental. En Colombia este
ordenamiento fue aceptado mediante la Ley 9 de 1961, la cual sirvió de base para la
expedición de la Ley 10 de 1978, mediante la cual se dictan normas sobre mar territorial,
zona económica exclusiva y plataforma continental.
Según la Ley 10 de 1978, el mar territorial de la Nación colombiana sobre el cual ejerce
plena soberanía, se extiende, más allá de su territorio continental e insular y de sus aguas
interiores hasta una anchura de 12 millas náuticas o de 22 kilómetros 224 metros. La línea
base para medir esta anchura la constituye la línea de bajamar a lo largo de la costa. La
soberanía nacional se extiende igualmente al espacio situado sobre el mar territorial, así
como al lecho y al subsuelo de este mar (Ley 10/78, art. 1).
La Ley 10 de 1978, establece, también, una zona económica exclusiva, adyacente al mar
territorial, cuyo límite exterior llegará hasta 200 millas náuticas, medidas desde las líneas
de base desde donde se mide la anchura del mar territorial. En dicha zona, Colombia ejerce
derechos de soberanía para efectos de exploración, explotación, conservación y
administración de los recursos naturales vivos y no vivos del lecho y del subsuelo y de las
aguas suprayacentes; asimismo, ejerce jurisdicción exclusiva para la investigación
42
científica y preservación del medio marino. La soberanía de Colombia incluye una
plataforma continental para los efectos de exploración y explotación de los recursos
marinos y submarinos.
La señalización marítima
El control del tráfico marítimo
La construcción, operación y administración de instalaciones portuarias.
La utilización, protección y preservación de los litorales.
La investigación científica marina.
Los sistemas de exploración, explotación y prospección de los recursos naturales del
medio marino.
La recreación y el deporte náutico marinos.
La conservación, preservación y protección del medio marino.
Los rellenos, dragados y obras de ingeniería oceánica.
la administración y desarrollo de la zona costera
43
El Decreto 1875 de 1979 dicta normas para prevenir la contaminación del medio marino
que son complementadas por la Ley 45 de 1985, la cual adopta varios convenios de
cooperación, firmados por las repúblicas de Colombia, Ecuador, Chile, Panamá y Perú para
la protección de medio marino y la zona costera del Pacífico Sudeste de la contaminación
por descargas de sustancias tóxicas, perjudiciales y nocivas, especialmente aquellas que
sean persistentes, así como la contaminación causada por buques y la proveniente de todos
los otros dispositivos e instalaciones que funcionen en el medio marino. Asimismo, la ley
en mención establece el compromiso de las partes contratantes de adoptar todas las medidas
apropiadas para prevenir, reducir y controlar la erosión de la zona costera del Pacífico
Sudeste, resultante de la actividad del hombre.
Para lograr lo anterior, las partes contratantes deben establecer áreas bajo su protección, en
la forma de parques, reservas, santuarios de fauna y flora u otras categorías de áreas
protegidas, en las que se establecerá un manejo íntegro, sobre la base de estudios e
inventarios de sus recursos, con miras al desarrollo sostenido de ellos, prohibiendo toda
actividad que pueda causar efectos adversos sobre el ecosistema, fauna y flora así como su
hábitat (Ley 12/92, art. 2).
Otra norma que establece regulaciones relativas al ordenamiento del uso y ocupación de las
áreas marinas y submarinas es el Decreto 2655 de 1988, en lo referente a la exploración y
explotación minera costera y submarina.
El análisis anterior pone en evidencia que existen bases legales e institucionales para
desarrollar una política de ordenamiento de los territorios marinos y submarinos, con mayor
énfasis en el Pacífico. Los planes deben partir de una delimitación precisa del territorio
marino, costero e insular, la disposición de los recursos necesarios para una defensa
efectiva de nuestra soberanía y un diagnóstico riguroso de los recursos naturales que
permitan su clasificación o regionalización en función del tipo y cantidad de recursos
44
existentes, potencialidades de aprovechamiento y condiciones de intervención humana. Con
base en este diagnóstico es posible asignar a cada unidad o región marina un tipo de uso
específico, señalando las intensidades de aprovechamiento de los recursos, de modo que
éste sea sostenible.
Las áreas costeras son zonas de anchura variable situada a ambos lados de la línea donde la
tierra se encuentra con el mar. Las costas constituyen, también, áreas estratégicas para la
seguridad del país y, además, en éstas se localizan ecosistemas muy importantes como los
manglares, los cuales requieren de un manejo especial.
Al igual que las áreas marinas, las zonas costeras requieren también de ordenamiento, cuya
base sería una zonificación de las costas para identificar en ellas las áreas de potencial
portuario, turístico, zonas francas y áreas de manejo especial como los deltas fluviales,
áreas estuarinas, manglares, etc. Asimismo, los departamentos y municipios costeros deben
adoptar un plan de manejo sostenible de las playas y los recursos naturales que las integran.
En cuanto a los territorios insulares, éstos constituyen también áreas estratégicas para la
soberanía y el desarrollo nacional. El país posee, en este sentido, islas en el Mar Caribe y en
el Océano Pacífico, las cuales, al igual que lo que ocurre con las áreas marinas, no son
valoradas adecuadamente por el Estado. Es necesario realizar un diagnóstico de la situación
de nuestras islas para determinar sus debilidades, fortalezas oportunidades y amenazas.
Sobre esta base se debe formular un plan de ordenamiento donde se defina la función de
cada unidad o región insular y se fortalezcan a estas áreas en el cumplimiento de esta
función.
45
regiones administrativas y de planificación, las provincias, las áreas metropolitanas, las
localidades del Distrito Capital, las comunas y los corregimientos.
En esta división se advierten dos hechos: el primero tiene que ver con el mantenimiento de
las división municipal y departamental que existía antes de 1991, con sus
disfuncionalidades para la eficacia de la política de descentralización en el caso de los
municipios y de la creación de regiones de planificación funcionales en el caso de los
departamentos.
El segundo hecho se relaciona con el excesivo tipo de entidades territoriales creadas por la
nueva Constitución Política, lo cual constituye un obstáculo para la coordinación y armonía
en la acción de éstas sobre el territorio.
46
4. ORDENAMIENTO TERRITORIAL MUNICIPAL Y DISTRITAL
A diferencia de las políticas sectoriales, las políticas espaciales de desarrollo buscan reducir
las disparidades del desarrollo regional y los problemas de integración económica-espacial.
El ordenamiento territorial es una de estas políticas, la cual se basa en estrategias de uso y
la ocupación del territorio, es decir, en la disposición ordenada de los habitantes, las
actividades y la infraestructura en el territorio. En este sentido, el ordenamiento
necesariamente debe integrar las políticas sectoriales en los distintos niveles territoriales.
No obstante, como se consideró arriba, las políticas sectoriales son, en algunos casos,
contradictorias entre sí y con el desarrollo territorial equilibrado, lo que plantea a la política
ordenadora grandes retos.
La Ley 388 de 1997 desarrolla los anteriores preceptos constitucionales y legales, dando al
OT municipal las bases legales para su aplicación. Dicha ley parte de la definición del
ordenamiento territorial municipal y distrital en los términos de que éste "comprende un
conjunto de acciones político-administrativas y de planificación física concertados, en
ejercicio de la función pública que les compete...en orden a disponer de instrumentos
eficientes para orientar el desarrollo del territorio bajo su jurisdicción y regular la
utilización, transformación y ocupación del espacio, de acuerdo con las estrategias de
desarrollo socioeconómico y en armonía con el medio ambiente y las tradiciones históricas
y culturales" (Ley 388/97, art. 5).
47
las relaciones intermunicipales, metropolitanas y regionales, las condiciones de diversidad
étnica y preservación del patrimonio cultural y la incorporación de instrumentos que
permitan regular las dinámicas de transformación territorial de manera que se optimice la
utilización de los recursos naturales y humanos para el logro de condiciones de vida dignas
para la población actual y futura (Ley 388/97, art.6).
Los planes de ordenamiento territorial, elaborados y adoptados por las autoridades de los
distritos y municipios con población superior a los 100.000 habitantes, los planes básicos
de ordenamiento territorial, elaborados y adoptados por las autoridades de los municipios
con población entre 30.000 y 100.000 habitantes y los esquemas de ordenamiento,
elaborados y adoptados por las autoridades de los municipios con población inferior a los
30.000 habitantes. Cada uno de estos planes tiene tres componentes básicos: un
componente general, un componente urbano y uno rural.
Este componente fija el modelo de ocupación del territorio (intraurbano, rural y urbano-
rural) en términos de la localización y distribución espacial de las actividades, las grandes
infraestructuras que requieren dichas actividades y las características de los sistemas de
comunicación vial que garantizarán la fluida interacción entre las actividades espacialmente
separadas. Incluye los objetivos y estrategias territoriales de largo y mediano plazo y el
contenido estructural.
48
determinación y localización cartográfica de las zonas que presenten alto riesgo para la
localización de asentamientos humanos, por amenazas o riesgos naturales o por condiciones
de insalubridad; la localización de actividades, infraestructuras y equipamientos básicos
para garantizar adecuadas relaciones funcionales entre asentamientos y zonas urbanas y
rurales; la clasificación del territorio en suelo urbano, rural y de expansión urbana, con la
correspondiente fijación del perímetro urbano (Ley 388/97, art. 12). Todos estos contenidos
deberán ser compatibles con los determinantes considerados antes.
Las políticas de mediano y corto plazo sobre uso y ocupación del suelo urbano y de
expansión urbana, en armonía con el modelo estructural de largo plazo adoptado en el
componente general y con las previsiones sobre transformación y crecimiento espacial de la
ciudad.
49
La determinación en el suelo urbano y de expansión de las áreas objeto de diferentes
actuaciones urbanísticas.
Esos alcances se pueden encontrar en el Decreto-Ley 1333 de 1986 (lo que quedó vigente
después de la Ley 388 de 1997), la Ley 9 de 1979, la Ley 9 de 1989 (lo que quedó vigente
después de la Ley 388 de 1997), y la Ley 388 de 1997, a partir de los cuales se establece
que el componente urbano del plan de ordenamiento municipal y distrital debe:
Indicar las áreas de protección ambiental: zonas oxigenantes y amortiguadoras, áreas con
fines de conservación y recuperación paisajista y de preservación del patrimonio histórico,
cultural y arquitectónico, zonas prohibidas para el vertimiento de desechos y la localización
de hospitales, ancianatos e industrias contaminantes.
Determinar espacios libres para parques y áreas verdes públicas, en proporción adecuada a
las necesidades colectivas.
Indicar las áreas que presentan riesgos para la ocupación humana y el manejo que ha de
darse a estas áreas, así como los planes de recuperación y control para la prevención de
desastres y la relocalización de la población y actividades ubicada en las áreas críticas.
Fijar pautas y determinar prioridades sobre expansión vial futura y redes primarias y
secundarias de servicios públicos.
De acuerdo con los alcances anteriores se pueden definir como categorías espaciales de
ordenamiento urbano las siguientes:
Suelo urbano: Áreas del territorio distrital o municipal destinados a usos urbanos por el
plan de ordenamiento, que cuenten con infraestructura vial y redes primarias de energía,
acueducto y alcantarillado, posibilitándose su urbanización y edificación, según sea el caso.
Pueden pertenecer a esta categoría aquellas zonas con procesos de urbanización
incompletos, comprendidos en áreas consolidadas con edificación, que se definan como
áreas de mejoramiento integral en los planes de ordenamiento territorial (Ley 388/97, art.
31).
51
servicios públicos domiciliarios, áreas libres y parques y equipamiento colectivo de interés
público o social. Dentro de esta categoría podrán incluirse áreas de desarrollo concertado, a
través de procesos que definan la conveniencia y las condiciones para su desarrollo
mediante su adecuación y habilitación urbanística a cargo de sus propietarios (Ley 388/97,
art. 32).
Suelo rural: Terrenos no aptos para el uso urbano, por razones de oportunidad, o por su
destinación a usos agrícolas, ganaderos, forestales, de explotación de recursos naturales y
actividades análogas (Ley 388/97, art. 33). Dentro de estos suelos se puede incluir las áreas
no incorporable a los perímetros urbanos por pertenecer a las clases agrológicas I, II y III y
aquellas correspondientes a otras clases agrológicas pero que son necesarias para
conservación de los recursos de aguas, control de procesos erosivos y zonas de protección
forestal (Decreto 1333/86, art. 54).
Suelo suburbano: Áreas ubicadas dentro del suelo rural, en las que se mezclan los usos del
suelo y las formas de vida del campo y la ciudad, diferentes a las clasificadas como áreas de
expansión urbana, que pueden ser objeto de desarrollo con restricción de uso, de intensidad
y de densidad, garantizando el autoabastecimiento en servicios públicos domiciliarios.
Pueden hacer parte de estos suelos, los correspondientes a los corredores urbanos
interregionales (Ley 388/97, art. 34).
52
lluvias y vías adecuadas de acceso (Decreto 2278/82, arts.92 a 97). El Decreto 2278 de
1982 clasifica los mataderos en razón de su destinación y de su capacidad y disponibilidad
técnica y de dotación, se establece su localización y se normatiza de manera detallada los
requisitos de funcionamiento y de organización interna. Esta norma es complementada por
el Decreto 2162 de 1983 que reglamenta lo concerniente a la producción, procesamiento,
transporte y expendio de los productos cárnicos procesados, y por la Ley 84 de 1989
(Estatuto Nacional de Protección de Animales) que establece limitaciones en los
procedimientos de sacrificio de animales destinado al consumo humano.
Zona prohibida para el descargue de aguas residuales: Aquellas en las cuales no se podrá
descargar, sin tratamiento previo y en entidades y concentraciones que sobrepasen los
niveles admisibles, aguas negras o residuales de fuentes industriales o domésticas, urbanas
o rurales (Decreto-Ley 2811/74, arts. 69 y 138).
Perímetro urbano: suelo urbano delimitada por el Concejo Municipal. Puede incluir los
centros poblados de los corregimientos (Ley 388/97, art. 31).
53
planeamiento con el objeto de promover el uso racional del suelo, garantizar el
cumplimiento de las normas urbanísticas y facilitar la dotación con cargo a sus propietarios,
de la infraestructura para el transporte, los servicios públicos domiciliarios y los
equipamientos colectivos mediante reparto equitativo de las cargas y beneficios (Ley
388/97, art. 39).
Son diversos los instrumentos de gestión y apoyo técnico de que dispone el ordenamiento
urbano de los municipios. Estos pueden clasificarse como instrumentos de gestión, control
y financiero.
Los instrumentos de gestión incluyen, entre otros, planes de ordenamiento urbano, planes
parciales, planes de renovación urbana, declaratoria de desarrollo y construcción prioritaria,
bancos inmobiliarios, expediente urbano y programas de vivienda de interés social.
Los instrumentos financieros incluyen, entre otros, las compensaciones por obras públicas,
la participación en la plusvalía, el impuesto de estratificación socioeconómica y los aportes
de la Nación destinados a la prevención y atención de desastres.
Las compensaciones por obras públicas se utilizan para reparar los daños ocasionados al
patrimonio de los particulares por la construcción de obras públicas, siempre y cuando los
afectados sean vecinos colindantes (Ley 388/97, art. 128).
55
La participación en la plusvalía parte del concepto de que las acciones urbanísticas que
regulan la utilización del suelo y del espacio aéreo urbano incrementando su
aprovechamiento, generan beneficios (plusvalía) que dan derecho a las entidades públicas a
participar de estos beneficios. Esta participación se destinará a la defensa y fomento del
interés común a través de acciones y operaciones encaminadas a distribuir y sufragar
equitativamente los costos del desarrollo urbano (Ley 388/97, art. 73). Se consideran como
hechos generadores de plusvalía, la incorporación del suelo rural a suelo de expansión
urbana o la consideración de parte del suelo rural como suburbano, el establecimiento o
modificación de la zonificación de usos del suelo, la autorización de un mayor
aprovechamiento del suelo en edificación, bien sea elevando el índice de ocupación o el
índice de construcción, o ambos a la vez (Ley 388/97, art.74).
El impuesto de estratificación socioeconómica fue creado por la Ley 9 de 1989 para los
propietarios y poseedores de las viviendas de estrato alto y medio alto de los municipios
con más de cien mil (100.000) habitantes, destinado a la habilitación de viviendas de estrato
bajo que carezcan de servicios de acueducto y alcantarillado y para la adquisición de tierras
con destino a la construcción de viviendas de interés social (Ley 9/89, arts. 112 y 114).
Finalmente, la Nación destina, de sus ingresos corrientes, recursos financieros para los
municipios destinados a la prevención y atención de desastre, a partir de la adecuación de
áreas urbanas y rurales localizadas en zonas de alto riesgo, reubicación de asentamientos,
prevención y atención de desastres (Ley 60/93, art. 21, numeral 12).
Las políticas de mediano y corto plazo sobre ocupación del suelo en relación con los
asentamientos humanos localizados en estas áreas.
56
la protección de los sistemas de provisión de los servicios públicos domiciliarios o
disposición final de desechos sólidos o líquidos. El plan debe indicar los usos permitidos,
de acuerdo con las disposiciones pertinentes.
La indicación de las áreas que presentan riesgos para la ocupación humana y el manejo que
ha de darse a las mismas, así como los planes de recuperación y control para la prevención
de desastres y la relocalización de la población y actividades ubicada en las áreas críticas,
de acuerdo con las regulaciones existentes.
Al igual que lo que ocurre con el componente urbano del plan de ordenamiento municipal,
el contenido del componente rural varía en función del nivel de desarrollo, complejidad y
especialización alcanzado por las actividades primarias del municipio dentro en la
organización regional y nacional del territorio, así como por el grado de dotación de
recursos naturales que éste posea y la vocación de uso; y está condicionado por las políticas
de desarrollo rural, las directrices, normas y regulaciones sobre conservación, preservación,
recuperación y manejo de recursos naturales y culturales, las normas sobre infraestructuras
básicas relativas a la red vial, sistemas de abastecimiento de aguas, saneamiento ambiental,
suministro de energía, manejo de recursos mineros, al igual que las estrategias de manejo
de zonas expuestas a riesgos y desastres naturales, de zonas fronterizas, etc.
57
4.2.4 Proceso de formulación y aprobación de los planes
Todos los municipios deberán formular sus planes de ordenamiento territorial, sujeto a los
trámites de concertación interinstitucional y consulta ciudadana y aprobación del concejo
municipal o distrital. El procedimiento establecido por la Ley 388 de 1997 es el siguiente:
El alcalde, a través de las oficinas de planeación o de la dependencia que haga sus veces,
será responsable de coordinar la formulación oportuna del Proyecto de Plan de
Ordenamiento Territorial.
Una vez revisado el proyecto por las respectivas autoridades ambientales y metropolitanas,
en los asuntos de su competencia, se someterá a consideración del Consejo Territorial de
Planeación, instancia que deberá rendir concepto y formular recomendaciones dentro de los
treinta (30) días hábiles siguientes.
El documento consolidado después de los pasos anteriores debe ser presentado por el
Alcalde a consideración del concejo municipal, dentro de los treinta días (30) días
siguientes al recibo del concepto del Consejo Territorial de Planeación. En el evento de que
el concejo estuviere en receso, el alcalde deberá convocarlo a sesiones extraordinarias.
Toda modificación propuesta por el concejo deberá contar con la aceptación de la
administración (Ley 388/97, art.25).
58
Si pasados sesenta (60) días desde la presentación del proyecto de Plan de Ordenamiento
Territorial el Concejo municipal no adopta decisión alguna, el Alcalde podrá adoptarlo por
decreto.
Una vez que el plan ha sido adoptado, estas mismas organizaciones cívicas podrán
mantener su participación en el ordenamiento del territorio, para proponer la asignación
específica de usos y aprovechamientos del suelo en micro zonas de escala vecinal, los
cuales, en las áreas exclusivamente residenciales, podrán referirse a normas de paisajismo,
regulaciones del tránsito vehicular y demás previsiones tendientes al mantenimiento de la
tranquilidad de la zona. De la misma manera, las organizaciones cívicas podrán formular
planes parciales para actuaciones urbanísticas dentro de su área y podrán ejercer acciones
de veeduría ciudadana que garanticen el cumplimiento o impidan la violación de las normas
establecidas (Ley 388/97, art.22).
Una vez que el plan de ordenamiento ha sido adoptado, ningún agente público o privado
podrá realizar actuaciones que no se ajusten a las previsiones y contenidos de dicho plan.
En casos en los cuales los municipios no formulen los planes de ordenamiento dentro de los
plazos previstos, las oficinas de planeación departamental, podrán elaborarlo, quedando en
todo caso los proyectos correspondientes sujetos a los procedimientos de concertación y
aprobación, enunciados arriba (Ley 388/97, arts. 20 y 23). Si finalizado el plazo de vigencia
establecido no se ha adoptado un nuevo plan de ordenamiento territorial, seguirá vigente el
ya adoptado (Ley 388/97, art.28).
59
4.2.5 Armonización de los planes de desarrollo, planes de ordenamiento ambiental y
planes de ordenamiento territorial
Lo deseable es que los municipios realicen un solo plan que reúna de manera integral y
armónica los tres tipos de planes, el cual bien podría denominarse plan de ordenamiento y
desarrollo territorial sostenible. Sin embargo, esto choca con algunos obstáculos. Uno de
estos obstáculos tiene que ver con los distintos horizontes de tiempo o vigencia que
corresponden a cada tipo de plan. En este sentido, los planes de desarrollo se formulan a
tres años, en tanto que los planes de ordenamiento presentan diversos horizontes, así: el
componente estructural tiene una vigencia de largo plazo, concebido para nueve años (tres
administraciones municipales). Los componentes urbano y rural, pueden tener contenidos a
mediano (6 años) y corto plazo (3 años). Los planes de desarrollo u ordenamiento
ambiental, al parecer aún no se les ha establecido su vigencia, no obstante, a juzgar por lo
establecido en el Artículo 31 de la Ley 99 de 1993, numerales 4 y 5, su horizonte de tiempo
podría ser de largo plazo.
60
ocupación del territorio que señala su estructura básica y las acciones territoriales
necesarias para su adecuada organización. Este modelo deberá ser tenido en cuenta en la
definición de los programas y proyectos de los planes de desarrollo (Ley 388/97, art. 21).
Los nuevos enfoques e instrumentos de planificación que llevan aparejados los planes de
OT exigen cambios en la cultura de planificación existente en el país. Por un lado, se
requiere generar un marco institucional integral en el cual exista una gran fluidez
interinstitucional de información, complementación de acciones y coordinación estrecha en
la elaboración de estudios diagnósticos y prospectivos y en la formulación y ejecución de
planes y proyectos.
De otro lado, la ordenación del territorio debe partir de una identificación precisa de
problemas esenciales, relativos al bienestar social, la sostenibilidad ecológica del uso de los
recursos naturales, el equilibrio espacial del desarrollo y la sostenibilidad cultural de los
proyectos de inversión. Tiene que existir una intención de preparar y ejecutar una
ordenación que atienda a dichos problemas y preguntarse sobre los medios con los que se
les irá dando solución.
En este sentido, los planes de OT no deben orientarse a resolver todos los problemas
existentes en el territorio, es decir, no pueden concebirse en términos omnivalentes,
buscando lograr una ordenación precisa para todas las contingencias. Así mismo, al
formular los planes es necesario conocer muy bien los medios y recursos que se tienen
disponibles para su ejecución. Muchos planes de OT bien concebidos y con finalidades
claras que apuntan a mejorar las condiciones de vida de la población, fracasan por la falta
de medios para llevarlos a cabo, por ello estos planes deben ser realizables y soportados en
regulaciones y controles que permitan ir llevándolos a la realidad en el momento y con los
medios adecuados.
Para lograr el carácter realizable de los planes de OT, se requiere que los planificadores
aborden su formulación dentro de un marco de reflexión adecuado que evite las visiones
cortas o pretenciosas. Esta reflexión, alimentada por un conocimiento profundo de la
realidad económica, social, cultural, político-administrativa y ambiental del municipio,
conduce a un análisis más preciso de las debilidades y fortalezas, las amenazas y
oportunidades presentes, así como a una dimensión adecuada y valoración ponderada de los
verdaderos problemas actuales y de las situaciones que pueden llegar a ser problemáticas en
circunstancias nuevas previsibles o no.
61
5. REFERENCIAS CITADAS
_____ (1991 "Reflexión sobre una política de ordenación territorial en los países
latinoamericanos: el caso de Colombia", en: Asociación Colombiana de Geógrafos,
Trimestre Geográfico, (Bogotá, No. 15, junio) 3-23.
62
5.2 FUENTES JURIDICO-LEGALES
Decreto 2278 de 1953 (septiembre 1), sobre cuestiones forestales. Diario Oficial, octubre 5
de 1953.
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Decreto 1681 de 1978 (agosto 4), reglamenta la parte X del libro II del Decreto-Ley 2811
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Decreto 1715 de 1978 (agosto 4), reglamenta parcialmente el Decreto-Ley 2811 de 1974, la
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Oficial, agosto 30 de 1978.
Decreto 1741 de 1978 (agosto 4), reglamenta parcialmente la Ley 23 de 1973, el Decreto-
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combate contra la contaminación del Pacífico Sudeste por hidrocarburos y otras sustancias
nocivas en caso de emergencia", firmados el 12 de noviembre de 1981 en Lima, Perú.
También aprueba el Protocolo complementario de los acuerdos anteriores y el "Protocolo
para la protección del Pacífico Sudeste contra la contaminación proveniente de fuentes
terrestres", firmados en Quito, Ecuador el 22 de julio de 1983. Diario Oficial, marzo 8 de
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la OIT, Ginebra 1989. Diario Oficial, marzo 6 de 1991.
Ley 42 de 1993 (enero 26) organiza el sistema de control fiscal y financiera. Diario Oficial,
agosto 12 de 1993.
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y las entidades territoriales. Diario Oficial, agosto 12 de 1993.
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reordena el sector público encargado de la gestión y conservación del medio ambiente y los
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distribución y comercialización de electricidad en el territorio nacional. Diario Oficial, julio
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Ley 160 de 1994 (agosto 3). Ley de Reforma Agraria y Desarrollo Rural Campesino. Diario
Oficial, agosto 5 de 1994.
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Fe de Bogotá, Editorial Caasim.
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