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A la par de este inconveniente, en los países en desarrollo interviene una serie de factores que, en
general, son más desfavorables para el desarrollo que en los países desarrollados. Los países
subdesarrollados disponen en la actualidad de menos recursos naturales que los que tuvieron los
hoy países desarrollados al iniciar su moderno desarrollo (Myrdal, 1973).
Planificación económica: Es planificar de tal modo que los escasos medios a nuestra disposición
nos rindan la máxima satisfacción.
Planificación en tiempo de guerra: Durante la Segunda Guerra Mundial, el Reino Unido y Estados
Unidos adoptaron la planificación física centralizada y controles sobre la actividad económica. En
ambos países, la planificación del tiempo de la guerra suplantó al mercado hasta cierto grado e
impidió que las fuerzas del mercado determinaran los precios y las cantidades de los bienes y
servicios comprados y vendidos.
Planificación urbana y rural: Esta planificación se relaciona generalmente con la planificación física
tocante al uso eficiente y estético de la tierra, a la rehabilitación de los barrios bajos o al
reacomodo de sus pobladores en otros sitios, a la fundación de nuevas poblaciones, a la
construcción de centros industriales, al desarrollo de zonas satélites, o a reorganizar los sistemas
de transporte para satisfacer necesidades nuevas.
Planificación anti cíclica: En general, este tipo de planificación se limita a los países
industrialmente avanzados, que cuentan con fuertes sectores privados y mercados bien
desarrollados. El principal objetivo de la planificación anti cíclica es lograr, dentro de la estructura
económica y social existente y de los límites prescritos por la necesidad de conservar la estabilidad
económica, un nivel de demanda efectiva que permita la máxima utilización de las reservas de
capital, la mano de obra y otros recursos.
El DESARROLLO
De acuerdo con la teoría del desarrollo y crecimiento económicos se considera que fue J.
Schumpeter, quien propuso por primera vez el término desarrollo. En su obra Teoría del desarrollo
económico, Schumpeter dice que “el desarrollo se define por la puesta en práctica de nuevas
combinaciones. Este concepto abarca cinco aspectos que se entrelazan entre sí:
La creación de una nueva organización de cualquier industria y quien lleva estas combinaciones,
señala, es la empresa y los empresarios (Schumpeter, 1957)
En esta misma línea del pensamiento, el desarrollo se concibe como una forma de planificación y
de política. La planificación se define como la preparación de una política y, más particularmente
de una política de desarrollo (Mennes et al., 1980). Otra apreciación señala que el desarrollo exige
transformaciones profundas y deliberadas, cambios estructurales e institucionales, y se percibe
como un proceso discontinuo de desequilibrios más que de equilibrios. Se concibe también como
un proceso de cambio social, como un proceso deliberado que persigue como finalidad última la
igualación de oportunidades sociales, políticas y económicas, tanto en el plano nacional como en
relación con sociedades que poseen patrones más elevados de bienestar material (Sunkel y Paz,
1978). La problemática del desarrollo se ha considerado, por lo general, de tipo económico y
político, y la tarea de lograrlo ha sido responsabilidad de economistas y políticos. Aun cuando
desde la década de 1960 se enfatiza la dimensión social del desarrollo —se habla de desarrollo
económico y social— es evidente que la mayoría de las interpretaciones, en especial en el campo
decisional para la definición de políticas, tiende a privilegiar la idea de crecimiento económico
medido por la expansión del PIB. Sin embargo, el concepto se utiliza también en otras disciplinas y
con un sentido similar. Así, en biología se refiere a un proceso mediante el cual los organismos
vivos realizan sus potencialidades genéticas hasta llegar a la madurez. Con Darwin el desarrollo se
asimiló a evolución (Bifani, 1999).
La ONU define el desarrollo como el mejoramiento sustancial de las condiciones sociales y
materiales de los pueblos, en el marco del respeto por sus valores culturales. A lo largo de
sucesivas décadas de desarrollo, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha hecho esfuerzos
para dejar en claro algo que parece tan obvio, como que el crecimiento no equivale a desarrollo.
Pese a ello, en la práctica se siguió dando prioridad, tanto en niveles nacionales como
internacionales de cooperación o de programas específicos, tanto de la ONU como de los
organismos de Bretton Woods, a los aspectos de crecimiento en el supuesto que de lograse esto,
iba a producir el desarrollo “por goteo” (Bifani, 1999). Otra explicación del desarrollo, basada en
procesos reales, lo detalla como un proceso de transformación de la sociedad caracterizado por
una expansión de su capacidad productiva, la elevación de los promedios de productividad por
trabajador y de ingresos por persona, cambios en la estructura de clases y grupos, y en la
organización social, transformaciones culturales y de valores, y cambios en las estructuras políticas
y de poder, todo lo cual conduce a una elevación de los medios de vida (Sunkel, 1980). El
desarrollo es, en sí, un proceso que niega el determinismo y exige la elección de metas y objetivos,
así como la definición de estrategias para su logro; la elección no es ilusión, sino una posibilidad
real que se da dentro de un sistema abierto y susceptible de control. Entonces, ¿qué tipo de
desarrollo es el deseable?, ¿cuáles son los objetivos que se pretenden alcanzar con el desarrollo,
especialmente cuando el estado del ambiente mundial se halla afectado por múltiples crisis? Dado
que no existen fórmulas eficaces para predecir el futuro de la economía, ni mucho menos para
presagiar el futuro de la naturaleza, lo más sensato es repensar la planificación del desarrollo, en
busca de pautas más humanas para el futuro.