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LA IGUALDAD SEGÚN SINGER:

SEBASTIÁN PÁEZ MANTILLA – 201910230

El problema moral. Singer abre el telón presentando dilemas morales que


aquejaban a la sociedad del siglo XX, argumenta que dichos problemas traen
consigo múltiples debates que ponen sobre una balanza la ética de cada individuo,
resaltando que muchos de estos debates terminan cayendo en una retórica
absurda que al fin y al cabo, deja en tela de juicio la reputación de quien se
adentra en ellos.
Aprovecha dicho tema para enlazarlo con la evolución racial del mundo, es
evidente que la sociedad en general ha repudiado el racismo, sin embargo, Singer
declara que esto no deja de ser una falacia, un método de presión social que
busca justificarse por medio de la búsqueda de una legitima igualdad, pero que
solo logra denotar la falta de la misma. La sociedad sigue reflejando su racismo
pese a que sus leyes dicten lo contrario, para Singer, el que una ley ordene parar
el racismo, esto no hace que se frene, la realidad social es mucho más compleja
que una firma o un documento. La desaprobación del racismo no elimina a los
racistas, solo los obliga a disimular mejor.
La acción afirmativa. En búsqueda y en pro del principio de igualdad, existen
grupos que afirman que es necesario el hecho de ofrecer determinadas
oportunidades a grupos o etnias minoritarias, con objeto de lograr así visibilizar
sus dificultades y tratar de dar a cada quien oportunidades según sus condiciones.
Esto se ve reflejado en políticas públicas tales como las curules para etnias
indígenas en el parlamento, o los cupos para víctimas del conflicto armado que
ofrecen algunas universidades públicas.
Una falsa igualdad. Es claro que el principio de igualdad es un principio
impulsado por el mundo post revolución francesa e independencia de Estados
Unidos, desde entonces no solo los Estados han trabajado para conseguir una
igualdad social, producto de ello los propios Estados sociales de Derecho; sino
que también han surgido organizaciones como la ONU que en parte velan por la
igualdad entre los individuos, sin embargo ¿Es necesario?
Parte de la doctrina afirma que es absurdo querer igualdad cuando todos los
individuos son diferentes, desde nuestro físico hasta nuestras inclinaciones
políticas, todas y cada una de ella son diferentes a los de los otros humanos, si
somos evidentemente distintos el uno del otro ¿cuál es la necesidad de querer
igualdad?
John Rawls en su libro Teoría de la justicia propone como argumento principal
para el principio de igualdad una “personalidad moral” que comparte cada
individuo. Esta idea se cae a pedazos según Singer pues no solo peca de
conveniente al invisibilizar a aquellos que no comprenden la moral, tal como los
niños o los inimputables; sino que también temas como moral o justicia al ser tan
difusos y abstractos son susceptibles a diversas interpretaciones al no conservar
una línea clara de lo que es o deja de ser justo.
Otro de los puntos para afirmar el principio de igualdad, podrían ser la mera
condición humana a través de sus derechos fundamentales, que suponen como
propios de la personalidad de cualquier ser humano y a la vez son reconocidos y
garantizados por los Estados y la ONU. No obstante para rebatir esta teoría existe
una corriente Liberal que afirma que cualquier derecho social responde a una
inversión del individuo, y no a un aspecto propio de la esencia humana. La teoría
dice que cualquier derecho es en última instancia no es diferente al pago de un
servicio, pues para que el Estado pueda ofrecerme a mí salud, educación o trabajo
es necesario que yo contribuya con mis impuestos para que el gobierno pueda así
garantizármelo, por ende y en perspectiva los derechos de cualquier ciudadano no
dejan de ser un pago referente al poder adquisitivo, por lo que incluso lo que se
supone me hace un ser humano está íntimamente relacionado al capital que yo le
pueda ofrecer a mi Estado para que me garantice dichos derechos. Eso no es
igualdad.
Mientras exista capitalismo jamás habrá verdadera igualdad. Singer mismo
desglosa por qué no puede haber una igualdad de condiciones real, afirmación
con al que concuerdo. Muchas veces aquellos que estudiamos Derecho nos
orgullecemos de la meritocracia, pues dentro de nuestras cúpulas sumamente
arrogantes y elitistas pensamos erradamente que este es el método de elección
más justo, pues premia al mejor en una competencia abierta, pero, acaso es
igualitario o justo que aquel que siempre tuvo ventajas en su educación, formación
e incluso en su financiación; compita contra a aquel que nunca tuvo ninguna de
ellas. Es cierto que el capitalismo es el sistema que más gente ha sacado de la
pobreza extrema, y que si todo sigue su rumbo sigue y seguirá aglomerando más
y más gente dentro de la clase media, no obstante la jerarquización de los sueldos
es evidente, nadie juega en condición igual al de su rival y en especial cuando
vemos la competencia como la escalada de una pirámide y no como una carrera
llana. Producto de nuestro propio sistema es realmente imposible que todos
estemos en una igualdad de condiciones, por extensión nunca podremos aspirar a
una verdadera sociedad igualitaria. Este mismo problema lo evidenció Karl Marx y
posteriormente formularia un sistema verdaderamente igualitario que se basaba
en el proletariado y en los medios de producción mismos, todo esto agrupado en
un librito titulado El manifiesto comunista que sería directo responsable de
múltiples dictaduras y de los genocidios más grandes de los últimos años.
Una igualdad mal encaminada. El mayor problema que afronta la igualdad es su
propio enfoque, que responde a la tónica del mundo moderno, un enfoque
meramente materialista centrado en el capital y el valor como su esencia misma.
Es de este enfoque que surgen los errores más evidentes que retienen la
verdadera idea de igualdad, es por ello que teorías como las de Adam Smith o
Karl Marx son tan diferentes en la realidad, porque el ser humano es mucho más
que un productor, un obrero o incluso un sujeto de Derecho.
El ser humano es competitivo e individualista por naturaleza, Thomas Hobbes creó
un dilema que bautizó como el dilema del prisionero, el dilema era simple, tú y yo
somos atrapados por la policía y nos interrogan en habitaciones diferentes, resulta
que si ninguno de los dos confesamos ambos quedamos libres; si ambos nos
delatamos resulta que los dos iríamos a la cárcel por 5 años; pero si uno confiesa
y el otro no, el acusado irá 10 años a la cárcel mientras que el otro quedará suelto
¿qué hacer, competir o colaborar? La razón nos dice que acusar es la opción
lógica pues tiene el menor castigo y la mayor recompensa, pero mira pues, si
ambos fuéramos racionales tú y yo iríamos a la cárcel. La universidad de Londres
realizó un estudio en un juego del prisionero, y determinó que cuando ambos
competían el celebro soltaba dopamina y se sentía bien, sin embargo, cuando uno
acusaba y el acusado en la siguiente ronda tenía la oportunidad de vengarse se
sentía aún mejor. El ser humano compite por naturaleza y vela por sus propios
intereses, esta afirmación destruye el principio de igualdad de intereses de Singer,
pues como él dice, ¿quién interpondría los intereses de unos extraños por encima
de su propia familia?
La igualdad intrínseca. Porque no mirar a la igualdad en esencia como una
cualidad intrínseca de la propia naturaleza humana pese a sus diferencias, Michel
Foucault escribe a cerca del panóptico de Bentham y lo compara con el modelo de
sociedades en el que vivimos, con una eterna vigilancia y una rutina
preestablecida para envolvernos en la espiral del poder, a simple vista pareciera
desigual, aquellos que somos prisioneros y vigilantes pertenecemos a tareas
distintas y jugamos de manera distinta, sin embargo el mismo Foucault advierte
que nadie está en poder, como diría Orwell “el objetivo del poder es el poder”,
tanto aquellos que vigilan como aquellos que son prisioneros pertenecen al
panóptico y él no responde ante nadie, todos aquellos que se sienten en control
llámalos Google, Donald Trump, Goldman Sachs; todos ellos que sienten que
tienen el mundo entre sus manos y creen controlarlo, no son más que simples
peones en el incesante juego del poder. Todos vamos encima de un caballo
cabalgando hacia el infinito y solo el corcel sabe hacia dónde nos dirigimos. Aún
en el poder de Foucault somos todos iguales, porque el individuo no existe.
“El individuo no es una entidad independiente, capturada por el ejercicio del poder.
El individuo con sus características, es el producto de una relación de poder
ejercida sobre cuerpos, multiplicidades, movimientos, deseos y fuerzas”. Michel
Foucault.
Foucault es solo un ejemplo de una verdadera igualdad partiendo del individuo, de
la esencia de lo que nos hace humanos o deja de hacernos. Fijarse en dilema
moral y a partir de ello querer construir una “verdadera” igualdad es algo muy
banal para el ser humano, la moral y la ética cambian con los contextos, lo que
hoy es políticamente correcto puede que mañana no, ya lo expuso Singer al inicio
de su propio texto y lo re afirma al finalizar, si algún discapacitado en silla de
ruedas tuviera la oportunidad de recuperar sus piernas sin ningún efecto
secundario, ¿dejaría pasar la oportunidad? Querer imponer a todos normas
morales acordes a lo que un grupo o colectivo piense correcto o no es una acción
errada, tal vez Friedman tenía razón cuando dijo “Una sociedad que pone la
igualdad por encima de la libertad acabará sin igualdad ni libertad”.
Está claro que es necesario para la humanidad encontrar vías que aseguren una
verdadera igualdad de condiciones y oportunidades para todos los seres
humanos, pero no es para nada negativo reconocer nuestras diferencias, nuestro
código genético, nuestros impulsos más básicos y nuestras interrelaciones
sociales y con nuestra tribu así lo demuestran, la interacción de miles de millones
de seres humanos una y otra vez han traído como resultado nuestras
civilizaciones y estos problemas, resumidos aquí en este texto que está leyendo
usted ¿Quiénes somos para querer imponer nuestras teorías frente a la creación
social de miles de millones? Yo en lo particular me quedo con uno de los
enunciados de la ley penal: “Igualdad no es tratar y juzgar a todos por igual, sino
que es reconocer todas las circunstancias y tratar todos los casos acorde a ellas”.
Pero que importará lo que piense un estudiante de derecho de tercer semestre,
mejor no perdamos el tiempo y miremos Netflix.
Para leer acerca del genial experimento neuronal de la universidad de Londres
(también habla de la relación neuronal con las inclinaciones políticas)
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3572122/

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