El problema moral. Singer abre el telón presentando dilemas morales que
aquejaban a la sociedad del siglo XX, argumenta que dichos problemas traen consigo múltiples debates que ponen sobre una balanza la ética de cada individuo, resaltando que muchos de estos debates terminan cayendo en una retórica absurda que al fin y al cabo, deja en tela de juicio la reputación de quien se adentra en ellos. Aprovecha dicho tema para enlazarlo con la evolución racial del mundo, es evidente que la sociedad en general ha repudiado el racismo, sin embargo, Singer declara que esto no deja de ser una falacia, un método de presión social que busca justificarse por medio de la búsqueda de una legitima igualdad, pero que solo logra denotar la falta de la misma. La sociedad sigue reflejando su racismo pese a que sus leyes dicten lo contrario, para Singer, el que una ley ordene parar el racismo, esto no hace que se frene, la realidad social es mucho más compleja que una firma o un documento. La desaprobación del racismo no elimina a los racistas, solo los obliga a disimular mejor. La acción afirmativa. En búsqueda y en pro del principio de igualdad, existen grupos que afirman que es necesario el hecho de ofrecer determinadas oportunidades a grupos o etnias minoritarias, con objeto de lograr así visibilizar sus dificultades y tratar de dar a cada quien oportunidades según sus condiciones. Esto se ve reflejado en políticas públicas tales como las curules para etnias indígenas en el parlamento, o los cupos para víctimas del conflicto armado que ofrecen algunas universidades públicas. Una falsa igualdad. Es claro que el principio de igualdad es un principio impulsado por el mundo post revolución francesa e independencia de Estados Unidos, desde entonces no solo los Estados han trabajado para conseguir una igualdad social, producto de ello los propios Estados sociales de Derecho; sino que también han surgido organizaciones como la ONU que en parte velan por la igualdad entre los individuos, sin embargo ¿Es necesario? Parte de la doctrina afirma que es absurdo querer igualdad cuando todos los individuos son diferentes, desde nuestro físico hasta nuestras inclinaciones políticas, todas y cada una de ella son diferentes a los de los otros humanos, si somos evidentemente distintos el uno del otro ¿cuál es la necesidad de querer igualdad? John Rawls en su libro Teoría de la justicia propone como argumento principal para el principio de igualdad una “personalidad moral” que comparte cada individuo. Esta idea se cae a pedazos según Singer pues no solo peca de conveniente al invisibilizar a aquellos que no comprenden la moral, tal como los niños o los inimputables; sino que también temas como moral o justicia al ser tan difusos y abstractos son susceptibles a diversas interpretaciones al no conservar una línea clara de lo que es o deja de ser justo. Otro de los puntos para afirmar el principio de igualdad, podrían ser la mera condición humana a través de sus derechos fundamentales, que suponen como propios de la personalidad de cualquier ser humano y a la vez son reconocidos y garantizados por los Estados y la ONU. No obstante para rebatir esta teoría existe una corriente Liberal que afirma que cualquier derecho social responde a una inversión del individuo, y no a un aspecto propio de la esencia humana. La teoría dice que cualquier derecho es en última instancia no es diferente al pago de un servicio, pues para que el Estado pueda ofrecerme a mí salud, educación o trabajo es necesario que yo contribuya con mis impuestos para que el gobierno pueda así garantizármelo, por ende y en perspectiva los derechos de cualquier ciudadano no dejan de ser un pago referente al poder adquisitivo, por lo que incluso lo que se supone me hace un ser humano está íntimamente relacionado al capital que yo le pueda ofrecer a mi Estado para que me garantice dichos derechos. Eso no es igualdad. Mientras exista capitalismo jamás habrá verdadera igualdad. Singer mismo desglosa por qué no puede haber una igualdad de condiciones real, afirmación con al que concuerdo. Muchas veces aquellos que estudiamos Derecho nos orgullecemos de la meritocracia, pues dentro de nuestras cúpulas sumamente arrogantes y elitistas pensamos erradamente que este es el método de elección más justo, pues premia al mejor en una competencia abierta, pero, acaso es igualitario o justo que aquel que siempre tuvo ventajas en su educación, formación e incluso en su financiación; compita contra a aquel que nunca tuvo ninguna de ellas. Es cierto que el capitalismo es el sistema que más gente ha sacado de la pobreza extrema, y que si todo sigue su rumbo sigue y seguirá aglomerando más y más gente dentro de la clase media, no obstante la jerarquización de los sueldos es evidente, nadie juega en condición igual al de su rival y en especial cuando vemos la competencia como la escalada de una pirámide y no como una carrera llana. Producto de nuestro propio sistema es realmente imposible que todos estemos en una igualdad de condiciones, por extensión nunca podremos aspirar a una verdadera sociedad igualitaria. Este mismo problema lo evidenció Karl Marx y posteriormente formularia un sistema verdaderamente igualitario que se basaba en el proletariado y en los medios de producción mismos, todo esto agrupado en un librito titulado El manifiesto comunista que sería directo responsable de múltiples dictaduras y de los genocidios más grandes de los últimos años. Una igualdad mal encaminada. El mayor problema que afronta la igualdad es su propio enfoque, que responde a la tónica del mundo moderno, un enfoque meramente materialista centrado en el capital y el valor como su esencia misma. Es de este enfoque que surgen los errores más evidentes que retienen la verdadera idea de igualdad, es por ello que teorías como las de Adam Smith o Karl Marx son tan diferentes en la realidad, porque el ser humano es mucho más que un productor, un obrero o incluso un sujeto de Derecho. El ser humano es competitivo e individualista por naturaleza, Thomas Hobbes creó un dilema que bautizó como el dilema del prisionero, el dilema era simple, tú y yo somos atrapados por la policía y nos interrogan en habitaciones diferentes, resulta que si ninguno de los dos confesamos ambos quedamos libres; si ambos nos delatamos resulta que los dos iríamos a la cárcel por 5 años; pero si uno confiesa y el otro no, el acusado irá 10 años a la cárcel mientras que el otro quedará suelto ¿qué hacer, competir o colaborar? La razón nos dice que acusar es la opción lógica pues tiene el menor castigo y la mayor recompensa, pero mira pues, si ambos fuéramos racionales tú y yo iríamos a la cárcel. La universidad de Londres realizó un estudio en un juego del prisionero, y determinó que cuando ambos competían el celebro soltaba dopamina y se sentía bien, sin embargo, cuando uno acusaba y el acusado en la siguiente ronda tenía la oportunidad de vengarse se sentía aún mejor. El ser humano compite por naturaleza y vela por sus propios intereses, esta afirmación destruye el principio de igualdad de intereses de Singer, pues como él dice, ¿quién interpondría los intereses de unos extraños por encima de su propia familia? La igualdad intrínseca. Porque no mirar a la igualdad en esencia como una cualidad intrínseca de la propia naturaleza humana pese a sus diferencias, Michel Foucault escribe a cerca del panóptico de Bentham y lo compara con el modelo de sociedades en el que vivimos, con una eterna vigilancia y una rutina preestablecida para envolvernos en la espiral del poder, a simple vista pareciera desigual, aquellos que somos prisioneros y vigilantes pertenecemos a tareas distintas y jugamos de manera distinta, sin embargo el mismo Foucault advierte que nadie está en poder, como diría Orwell “el objetivo del poder es el poder”, tanto aquellos que vigilan como aquellos que son prisioneros pertenecen al panóptico y él no responde ante nadie, todos aquellos que se sienten en control llámalos Google, Donald Trump, Goldman Sachs; todos ellos que sienten que tienen el mundo entre sus manos y creen controlarlo, no son más que simples peones en el incesante juego del poder. Todos vamos encima de un caballo cabalgando hacia el infinito y solo el corcel sabe hacia dónde nos dirigimos. Aún en el poder de Foucault somos todos iguales, porque el individuo no existe. “El individuo no es una entidad independiente, capturada por el ejercicio del poder. El individuo con sus características, es el producto de una relación de poder ejercida sobre cuerpos, multiplicidades, movimientos, deseos y fuerzas”. Michel Foucault. Foucault es solo un ejemplo de una verdadera igualdad partiendo del individuo, de la esencia de lo que nos hace humanos o deja de hacernos. Fijarse en dilema moral y a partir de ello querer construir una “verdadera” igualdad es algo muy banal para el ser humano, la moral y la ética cambian con los contextos, lo que hoy es políticamente correcto puede que mañana no, ya lo expuso Singer al inicio de su propio texto y lo re afirma al finalizar, si algún discapacitado en silla de ruedas tuviera la oportunidad de recuperar sus piernas sin ningún efecto secundario, ¿dejaría pasar la oportunidad? Querer imponer a todos normas morales acordes a lo que un grupo o colectivo piense correcto o no es una acción errada, tal vez Friedman tenía razón cuando dijo “Una sociedad que pone la igualdad por encima de la libertad acabará sin igualdad ni libertad”. Está claro que es necesario para la humanidad encontrar vías que aseguren una verdadera igualdad de condiciones y oportunidades para todos los seres humanos, pero no es para nada negativo reconocer nuestras diferencias, nuestro código genético, nuestros impulsos más básicos y nuestras interrelaciones sociales y con nuestra tribu así lo demuestran, la interacción de miles de millones de seres humanos una y otra vez han traído como resultado nuestras civilizaciones y estos problemas, resumidos aquí en este texto que está leyendo usted ¿Quiénes somos para querer imponer nuestras teorías frente a la creación social de miles de millones? Yo en lo particular me quedo con uno de los enunciados de la ley penal: “Igualdad no es tratar y juzgar a todos por igual, sino que es reconocer todas las circunstancias y tratar todos los casos acorde a ellas”. Pero que importará lo que piense un estudiante de derecho de tercer semestre, mejor no perdamos el tiempo y miremos Netflix. Para leer acerca del genial experimento neuronal de la universidad de Londres (también habla de la relación neuronal con las inclinaciones políticas) https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3572122/