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Durante su primer mandato, Putin limitó la influencia de los oligarcas, comenzando

por los que controlaban las televisiones rusas, y construyó la llamada vertical de

poder, para lo cual introdujo medidas que, según los criterios de la democracia

occidental, eran un retroceso en las conquistas democráticas realizadas por Rusia

después de la disolución de la URSS.

El primer conflicto estalló con Borís Berezovski, multimillonario que controlaba una

petrolera y la aereolínea Aeroflot, entre otras empresas. Había desempeñado un

papel clave en la elección de Putin y en la formación y financiamiento de Unidad,

el partido que apoyaba al nuevo líder ruso. El principal canal ruso, ORT —que

también era controlado por él, como TV6 y los periódicos Kommersant, Izvestia y

Nezavísimaya Gazeta— había lanzado todo su poder contra los competidores de

Putin.

Pero el problema era que Berezovski quería continuar con su enorme influencia

política, pues sostenía que —en ausencia de una sociedad civil, como era el caso

en Rusia— los oligarcas, los ricos no solo pueden sino que deben intervenir

directamente en el proceso político para proteger la democracia.30 Putin, en

cambio, opinaba lo contrario: que los oligarcas debían concentrarse en los

negocios y no interferir en la política.


Vladímir Putin con Fidel Castro en 2000.

Para construir su vertical de poder, Putin impulsó en los primeros meses de su

presidencia una reforma por la cual los gobernadores, presidentes de repúblicas

de la Federación rusa y alcaldes de Moscú y San Petersburgo y los presidentes de

las asambleas legislativas correspondientes dejaban de constituir el Consejo de la

Federación —la cámara alta del Parlamento ruso— y pasaban a ser designados,

uno por los gobernadores y otro por el órgano legislativo local (los gobernadores, a

su vez, pasarían más tarde, en su segundo periodo presidencial, a ser, de hecho,

designados por el presidente; a las asambleas les correspondería solo ratificarlos).

Berezovksi intervino públicamente contra esta reforma y se convirtió en enemigo

político de Putin. Ese mismo año se radicó en Londres, desde donde trató de

estructurar un movimiento opositor al Kremlin.

Paralelamente, las autoridades se enfrentaron al oligarca mediático Vladímir

Gusinski, que fue arrestado el 13 de junio de 2000, acusado de estafa (así

comenzaba la práctica de utilizar la justicia selectivamente, contra las personas

que el Kremlin consideraba sus enemigos; el caso más conocido será el

encarcelamiento y condena de Mijaíl Jodorkovski). Gusinski fue liberado dos días

después con prohibición de abandonar el país, pero cuando la fiscalía dio nueva

orden de arresto contra el magnate el 13 de noviembre, no lo pudo detener, pues

había huido a España. Los intentos de extraditarlo fueron infructuosos.


Al mismo tiempo, iba surgiendo un nuevo grupo de magnates de los negocios —

Guennadi Tímchenko, Vladímir Yakunin, Yuri Kovalchuk, Serguéi Chémezov, por

nombrar solo algunos—, todos relacionados de una u otra manera con Putin,

algunos provenientes, como él, de los servicios secretos, el Servicio Federal de

Seguridad (FSB, antes KGB).

La reforma legal de Rusia continuó durante el primer mandato de Putin. En

particular, logró la codificación de la ley de tierras y la ley de impuestos, donde el

progreso había sido lento durante la administración de Yeltsin a causa de la

oposición comunista y oligárquica, respectivamente. Se aprobaron nuevos códigos

de la ley de procedimiento laboral, administrativo, penal, mercantil y civil, así como

una ley principal en la barra.31

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