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Madrid,
Spain: Editorial Reus. Recuperado de https://elibro.net/es/ereader/uladech/46694?page=11.
a) Aprobación de los Presupuestos y autorización del gasto público (poder de gasto, art. 133.4
Constitución).
b) Ordenación de los recursos financieros necesarios para sufra- gar el gasto (poder tributario,
art. 133.1 y 2 CE). c) Otras competencias financieras, como la relativa a la Deuda Pública (art.
135.3 CE). Hoy, el concepto de poder financiero se ha desvinculado definitivamente de la idea
de soberanía, concepto ya superado al carecer de sentido en un Estado constitucional
moderno. El poder financiero (junto con la potestad de desarrollar la política internacional, de
defensa, monetaria, ejercicio del ius puniendi o potestad punitiva y sancionadora) ya no es una
de las atribuciones básicas de la soberanía de un ente político. En consecuencia, el poder
financiero no puede entenderse como una categoría unitaria derivada del poder político
soberano, esto es, aquel que «toca techo», que no tiene límites impuestos por entidades
superiores, ajenos a toda norma. Y ello porque el concepto de poder soberano ya ha sido
superado. En efecto. En nuestros días, cualquier entidad política está sujeta a límites en el
ejercicio de cualquiera de sus potestades, derivados del sometimiento al Derecho y la sujeción
a otras instancias políticas superiores (verbigracia, la Unión Europea).
La Hacienda Pública (art. 5.1 Ley 47/2003, General Presupuestaria, LGP) está constituida por el
conjunto de derechos (de naturaleza pública o privada) y de obligaciones (deudas contraídas)
de contenido económico cuya titularidad corresponde a un ente público (Estado, Comunidad
autónoma, Entidades locales e institucionales). Los caracteres de la actividad financiera son los
siguientes: a) Es una actividad fundamentalmente política, de oportunidad y conveniencia en
favor y en pro del bien colectivo público. Es decir, está regida por criterios políticos, debido a
que los fines que tratan de satisfacerse y los entes a quienes se atribuye su desarrollo y
ejercicio son políticos. b) Es una actividad objeto de conocimiento por diferentes disciplinas
científicas (Economía, Ciencia Política, Derecho Constitucional, Estadística, Psicología,
Sociología, Ética…), dado que se trata de una realidad que presenta múltiples facetas.
1.3. Evolución histórica de la actividad financiera pública La importancia de la actividad
financiera se ha ido incrementando a medida que el Estado (la Administración pública) ha ido
asumiendo (esto es, teniendo mayor presencia y protagonismo), cada vez más,
responsabilidades en los diferentes ámbitos de la realidad social. A) Antigüedad y Edad Media
La actividad financiera desarrollada es mínima e intermitente. Los poderes públicos no tenían
asignados el cumplimiento de fines públicos (salvo las campañas bélicas, obras públicas,
coronaciones o fiestas populares). No existía un sistema de obtención de ingresos públicos
estable y permanente. Sólo hay aportaciones personales del monarca y de los señores feudales
de carácter esporádico, basadas en la figura del vasallaje. La asistencia sanitaria y la educación
son asumidas por las Órdenes religiosas y por las Órdenes militares. Se identifica la Hacienda
Pública (Fiscum) con el patrimonio personal de reyes y señores feudales.
Surgen instrumentos de control de los gastos públicos: Tribunal de Cuentas del Rey (Reino de
Aragón); Contaduría Mayor de Cuentas (Reino de Castilla); Cámara de Comptos (Reino de
Navarra). No obstante, la actividad financiera pública es escasa. Las necesidades financieras del
Estado se consideran ajenas a los súbditos- particulares, debiendo hacerse frente a las mismas
exclusivamente por el Estado con su propio patrimonio o acudiendo al endeudamiento
(verbigracia, el descubrimiento de América, financiado con préstamos contraídos por la
Corona). C) Estado liberal de Derecho (siglo XIX) Con el constitucionalismo decimonónico, el
Estado asume un mayor protagonismo en la vida pública (enseñanza, sanidad y restantes
funciones asistenciales o benéficas), aun cuando la intervención del Estado en la economía es
todavía mínima, al actuar como mero espectador: laisser faire, laisser passer.
Todos los españoles tienen los mismos derechos y obligaciones en cualquier parte del
territorio del Estado. Por tanto, la igualdad de tal precepto constitucional no puede concebirse
como una exigencia de uniformidad. Por el contrario, según declaró la STC 37/1987, de 26 de
marzo, debe entenderse en el sentido de que garantiza la equivalencia de las posiciones
jurídicas fundamentales de todos los ciudadanos de España (o, a la inversa, que prohíben su
disparidad arbitraria). Además, como indica la STC 150/1990, de 4 de octubre, el principio de
igualdad del art. 139.1 CE no impone que todas las Comunidades Autónomas ostenten las
mismas competencias ni, mucho menos, que tengan que ejercerlas de una manera o con un
contenido y unos resultados idénticos o parecidos. La autonomía supone, precisamente, la
capacidad de cada nacionalidad o región para decidir cómo y cuándo ejerce sus propias
competencias, en el marco de la Constitución y del Estatuto. Y si, como es lógico, de este
ejercicio derivan desigualdades en la posición jurídica de los ciudadanos residentes en cada
una de las Comunidades Autónomas, no por eso resultan necesariamente infringidos los arts.
[…], 139.1 CE […], ya que estos artículos únicamente exigen una igualdad de las posiciones
jurídicas fundamentales.
1º El Estado.
3º Los municipios, las provincias y demás entidades locales reguladas (áreas metropolitanas,
comarcas, consorcios, entidades loca- les menores, mancomunidades) por la legislación de
régimen local.
El Estado es competente no sólo para regular sus propios tributos, sino también el marco
general de todo el sistema tributario y la delimitación de las competencias financieras de las
Comunidades Autónomas respecto de las del propio Estado (STC 72/2003, de 10 de abril y STC
31/2010, de 28 de junio). Y ello por los siguientes motivos:
c) Mediante Ley orgánica el Estado podrá regular el ejercicio de las competencias financieras
de las CC.AA.; dictar las normas para resolver los conflictos que pudieran surgir; y regular las
posibles formas de colaboración financiera entre las CC.AA. y el Estado (art. 157.3 CE).
A través de dicha LO (se trata de la LO de Financiación de las CC.AA., LOFCA), integrante del
bloque de constitucionalidad, se concretan los principios que la CE establece respecto del
poder tributario autonómico, permitiendo diseñar un sistema de financiación caracterizado
por su flexibilidad, al ser susceptible de ir mutando periódicamente, adaptándose a la realidad
imperante, con las revisiones quinquenales de los pactos sobre financiación que en aquella se
prevén.
Además, el art. 149.1. 14ª referido atribuye al Estado competencia exclusiva sobre la Hacienda
general.
Con la CE de 1978 está desfasado y superado el clásico debate entre poder financiero
originario y poder financiero derivado.
Tan originario es el poder financiero del Estado como el de las CC.AA. y Corporaciones locales,
en tanto que ambos encuentran reconocimiento expreso en la CE. No obstante, la no admisión
de esa diferenciación no equivale a equiparar, pura y simplemente, el poder financiero de las
CC.AA. y Corporaciones locales (CC.LL.) con el poder financiero del Estado. Más que la
distinción poder originario-poder derivado, lo que sí existe es una diferencia en los límites. Así,
interesa destacar la rotundidad y el énfasis puesto por el legislador constituyente en el poder
tributa- rio estatal, al predicar del mismo su carácter originario y su titularidad exclusiva (art.
133.1). El poder financiero del Estado no tiene más límites en su ejercicio que los establecidos
en el texto constitucional. Por el contrario, las CC.AA. y las CC.LL. encuentran límites
adicionales en la propia Ley estatal dictada con el fin de encauzar jurídicamente el poder de
estas entidades.
Como advierte la STC 31/2010, de 28 de junio, las estatales son siempre competencias de
origen constitucional directo e inmediato; las autonómicas, por su parte, de origen siempre
inmediatamente estatutario y, por tanto, sólo indirectamente constitucional (FJ 4º). 3. ENTES
PÚBLICOS CON COMPETENCIAS FINANCIE- RAS 3.1 Introducción Las CC.AA. y las CC.LL. pueden
ejercer determinadas competencias financieras establecidas por la Constitución y las leyes,
tanto en el ámbito de los ingresos públicos ordinarios, en especial, los ingresos tributarios (los
de mayor importancia) como en el ámbito de los gastos públicos (remisión, lección 5ª).
3.2. Competencias financieras de las CC.AA. de régimen común Las CC.AA. gozan de autonomía
financiera para el desarrollo de sus competencias con arreglo a los principios de coordinación
con la Hacienda estatal y la solidaridad de todos los españoles (art. 156.1 CE). En materia de
ingresos públicos, conforme al art. 157 de la CE y al art. 4 Ley Orgánica 8/1980, de 22 de
septiembre, de Financiación de las CC.AA. (LOFCA), los recursos de las CC.AA. estarán
constituidos por:
B) Recargos sobre impuestos estatales y otras participaciones en los ingresos del Estado. Los
recargos constituyen un incremento (fijado mediante un porcentaje) de la cantidad a pagar por
algún impuesto estatal.
1ª Los tributos que establezcan las CC.AA. no podrán recaer sobre hechos imponibles gravados
por el Estado. Cuando el Estado, en el ejercicio de su potestad tributaria originaria establezca
tributos sobre hechos imponibles gravados por las CC.AA., que supongan a éstas una
disminución de ingresos, instrumentará las medidas de compensación o coordinación
adecuadas en favor de las mismas. En relación con el impuesto andaluz sobre tierras
infrautilizadas, la STC 37/1987, de 26 de marzo, declaró que, en realidad, lo que prohíbe el art.
6.2 LOFCA es la duplicidad de hechos imponibles, adoptando a tal efecto un concepto
estrictamente jurídico que, en atención a determinadas circunstancias, la ley fija en cada caso
para configurar cada tributo y cuya realización origina el nacimiento de la obligación tributaria.
Por consiguiente, dicho precepto no prohíbe que los tributos autonómicos graven una misma
materia imponible que somete a gravamen un tributo estatal, considerando por materia
imponible toda fuente de riqueza, renta o cualquier otro elemento de la actividad económica
que el legislador decida someter a imposición, realidad que pertenece al plano de lo fáctico. Si
el art. 6.2 LOFCA –aclara la STC indicada- prohibiera que las CC.AA. fijaran tributos sobre las
materias imponibles gravadas por el Estado se negaría en la práctica la posibilidad de que se
creen, al menos, por el momento, nuevos impuestos autonómicos, ya que la realidad
económica en sus diferentes manifestaciones está toda ella virtualmente cubierta por tributos
estatales.
Las CC.AA. podrán establecer y gestionar tributos sobre las materias que la legislación de
Régimen Local reserve a las CC.LL.
6. Impuestos ambientales (es la modalidad que más desarrollo autonómico ha tenido en los
últimos años. Ejemplo en Cataluña: canon sobre el agua).
7. Impuesto sobre los Depósitos de las entidades de crédito (Anda- lucía, Asturias, Canarias y
Cataluña).
8. Impuesto sobre las bolsas de plástico de un solo uso que creó y suprimió Cantabria y en la
actualidad lo tiene implantado Andalucía.
11. Bebidas azucaradas (Cataluña, desde el 1 de mayo de 2017). Así las cosas, existen
actualmente en las CC.AA. de régimen común casi ochenta impuestos propios. No obstante,
sorprendente- mente alguno de ellos ha quedado sin efecto, bien por estar bonificado en su
totalidad, o bien por haber sido declarado inconstitucional. Sea como fuere, lo cierto es que la
recaudación obtenida por las CC.AA. mediante la exigencia de tributos propios es bastante
magra: en el 2015 únicamente se recaudó un 2,2% de los ingresos tributarios de las Haciendas
Autonómicas por esta vía, si bien en ciertas CC.AA. el porcentaje es mayor.
Es necesario advertir sobre la conveniencia de que antes de implantar un nuevo tributo propio
se valore por los gobiernos de las CC.AA. cuál puede ser el importe aproximado del coste total
de su exacción. Las HH.AA. deberían realizar un análisis coste-beneficio, considerando también
el gasto en personal técnico o en procedimientos de revisión administrativos y judiciales. Con
ello se evitaría la creación, gestión y recaudación de tributos autonómicos propios con los que
ni tan siquiera se recauda lo necesario para sufragar sus costes de gestión y recaudación. Se
trata, en definitiva, de aportar racionalidad al maremágnum de tributos autonómicos propios
existentes para conseguir que sean más comprensibles y eficaces en su gestión y recaudación,
con mayor seguridad jurídica y menor litigiosidad. D) Transferencias de un fondo de
compensación interterritorial y otras asignaciones con cargo a los presupuestos generales del
Estado. E) Rendimientos procedentes de su patrimonio e ingresos de derecho privado. F) El
producto de operaciones de crédito.
3.3. Competencias financieras de las CC.AA. de régimen foral Las CC.AA. que constituyen
territorio foral (Navarra y las diputaciones de los tres territorios históricos vascos —Álava,
Guipúzcoa y Vizcaya—) disponen de un régimen financiero diferente al del resto de España,
amparado por lo dispuesto en la Disposición adicional 1ª de la CE. Todos los tributos exigidos y
recaudados en estas CC.AA. son aprobados por sus propias Asambleas legislativas, debiendo
estar armonizados con los tributos estatales. Así, Navarra (régimen de convenio) y País Vasco
(régimen de concierto) recaudan por sí mismos sus tributos y de todo ello contribuyen en un
porcentaje a la Hacienda Pública estatal (aportación o cupo que se negocia cada cinco años)
para hacer frente a las cargas del Estado no asumidas por el territorio foral, en atención a la
prestación de determinados servicios públicos.
3.4. Competencias financieras de las Corporaciones Locales (CC.LL.) Las CC.LL. (provincias,
municipios y entidades locales —EE.LL.— menores) gozan también de autonomía financiera
para el desarrollo de sus competencias (art. 140.1 CE). Las Haciendas Locales (HH.LL.) deberán
disponer de los medios suficientes para el desempeño de las funciones que la ley atribuye a las
Corporaciones respectivas y se nutrirán fundamentalmente de tributos propios y de
participación en los del Estado y de las CC.AA. (art. 142 Constitución). El art. 2.1 del texto
refundido de la Ley de HH.LL. (Real Decreto Legislativo 2/2004, de 5 de marzo —RDL—)
determina que la hacienda de las entidades locales estará constituida por los siguientes
recursos:
D) Subvenciones.
E) Precios públicos.
G) Multas y sanciones.
Entre los recursos de Derecho Público destacan muy particularmente los ingresos tributarios,
en concreto, los derivados de la exigencia de impuestos municipales. Los impuestos que han
de exigir los municipios (art. 59.1 Ley HH.LL.) con carácter obligatorio son los siguientes:
Y los impuestos cuya exacción por el ente local tiene carácter potestativo (art. 59.2 LeyHH.LL.)
son:
2º Impuesto sobre el Incremento del Valor de los Terrenos de Naturaleza Urbana (IIVTNU),
comúnmente llamado impuesto sobre la plusvalía.
Son los límites directamente derivados del texto constitucional relativos a la materia
financiera, mediante los que se pretende resolver dos problemas fundamentales:
A) Cómo distribuir las competencias financieras para la ordenación de los ingresos y de los
gastos públicos entre Estado, CC.AA. y EE.LL. * Respeto al orden constitucional de distribución
de competencias. * Ejercicio armónico de los respectivos ámbitos competenciales, sin abusos
ni perturbaciones recíprocas, con arreglo a las exigencias de la buena fe, dentro de la lealtad
institucional al sistema constitucional (vid. sentencias del TC 45/1986, 13/1992, 49/1995).
B) Cómo distribuir las cargas públicas entre los ciudadanos fijando los criterios de contribución
al sostenimiento de los gastos públicos y de equitativa asignación de los ingresos disponibles a
los gastos públicos. Principios constitucionales en materia financiero-tributaria contenidos en
el art. 31 (Título I De los derechos y deberes de los ciudadanos) y arts. 128 y ss. CE (Título VII
Economía y Hacienda). 4.2. Límites derivados de la condición del Reino de España como sujeto
de derecho internacional Surgen de las relaciones (económicas o de cualquier otra naturaleza)
que mantiene todo miembro de la comunidad internacional con otros sujetos de Derecho
(Estados y/o organizaciones internacionales). Con tales límites se pretende resolver dos
problemas fundamentales:
Los Tratados internacionales suscritos por el Reino de España son normas del ordenamiento
jurídico interno (art. 96.1 CE) y pue- den imponer al Estado, CC.AA. y EE.LL. límites y
condicionamientos en el ejercicio de las competencias financieras asignadas
constitucionalmente. 4.3. Límites derivados de la condición del Reino de España como Estado
miembro de la Unión Europea (UE) La UE ostenta la titularidad de determinadas competencias
atribuidas por los propios Tratados fundacionales sobre la base de las Constituciones de los
Estados miembros. Se trata de competencias derivadas de la Constitución (art. 93 CE), y
atribuidas a la UE, tanto en la vertiente de los ingresos como en la de los gastos públicos. Tales
competencias de la UE son:
En el TFUE se recogen varios principios que limitan y restringen el ejercicio del poder tributario
de los Estados miembros. Algunos se refieren expresamente a la fiscalidad indirecta y/o
directa; otros principios no se refieren a ellos, pero sí les afectan.
Ningún Estado miembro gravará directa o indirectamente los productos de los demás Estados
miembros con tributos internos, cualquiera que sea su naturaleza, superiores a los que graven
directa o indirectamente los productos nacionales similares.
Art. 110 TFUE: Asimismo, ningún Estado miembro gravará los productos de los demás Estados
miembros con tributos internos que puedan proteger indirectamente otras producciones.
Art. 111 TFUE: Los productos exportados al territorio de uno de los Estados miembros no
podrán beneficiarse de ninguna devolución de tributos internos superior al importe de
aquellos con que hayan sido gravados directa o indirectamente.
[…E]en cuanto a los tributos distintos de los impuestos sobre el volumen de negocios, los
impuestos sobre consumos específicos y los otros impuestos indirectos, no se podrán conceder
exoneraciones ni reembolsos a las exportaciones a los demás Estados miembros. Además de
las anteriores limitaciones en el ámbito estricto de la imposición indirecta, el Derecho
Comunitario prevé otras limitaciones al poder financiero de los Estados miembros aplicables
tanto a la fiscalidad directa como indirecta, a saber:
Fruto del juicio de proporcionalidad, dichas normas se han declarado, a veces, contrarias al
ordenamiento comunitario (STJUE de 28 de abril de 1998, asunto JESSICA SAFIR; STJUE de 3 de
octubre de 2002, asunto DANER; y STJUE de 26 de junio de 2003, asunto
FÖRSÄKRINGSAKTIEBOLAGET), y en otras ocasiones se han estimado compatibles con él (STJUE
de 28 de enero de 1992, asunto BACHMAN; STJUE de 23 de febrero de 1995, asunto ALDO
BORDESA & MARÍ MELLADO).
Para que una medida restrictiva esté justificada, debe respetar el principio de
proporcionalidad, en el sentido de que ha de resultar adecuada para garantizar el objetivo que
persigue, y no debe de ir más allá de lo necesario para alcanzar dicho objetivo.
Estos tres bloques de límites son demostrativos de que el poder financiero no es un poder
ilimitado en el sentido del ya superado concepto decimonónico de poder soberano.