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I LENGUAJE, INTERPRETACION Y DESACUERDOS EN EL TERRENO DEL DERECHO PRIMERA PARTE SOBRE LOS LENGUAJES NATURALES. En esta primera parte recordaré cosas elementales, destina das a facilitar Ia comprensién de los temas que abordaré en las otras dos. Examinaré aqui algunas caracteristicas salientes de Jos lenguajes naturales (el castellano, el inglés, el francés) que son conocidas por todos, pero también frecuentemente desaten- didas u olvidadas. Como resultado de tal negligencia se mul- tiplican los obsticulos ficticios, tanto en el campo de la teor juridica como en el de la préctica del derecho. I. UNA SITUACIGN SIMPLE Y DOS PREGUNTAS El lenguaje es 1a més rica y compleja herramienta de co- municacién entre los hombres. No siempre, empero, esa herta- mienta funciona bien. Una comunicacién lingilistica puede re- sultar frustrada: el destinatario de ella puede sentirse perplejo ante el alcance de las expresiones que ha escuchado o letdo. Vale la pena distinguir dos fuentes principales de posible frustracién. Me limitaré, claro esté, a las fuentes interesantes. Excluiré, por ello, los casos de errores de percepcién, asi como los de confusiones originadas en un conocimiento deficiente del idioma. Tmaginemos una situaci6n simple. Estoy frente a un ami 40; tras un silencio éste dice algunas palabras, que oigo bien. Mi aparato auditivo es normal y'la actstica excelente. La comuni- 18 GENARO R. CARRIG cacién ha sido hecha en un idioma que conozco a la perfeccién No obstante ello me siento perplejo o desconcertado. No se bien qué es lo que mi amigo ha querido transmitirme. Quizé se pueden resumir en dos preguntas distintas, aunque relacionadas, las dos principales fuentes de posible perplejidad. La primera pregunta puede ser formulada de una de estas dos maneras equivalentes: {Cémo debo tomar Ia expresién de mi amigo? o écudl es su fuerza? La segunda pregunta es esta otra: {Qué quiere decir lo que mi amigo dijo? a) La primera pregunta refleja perplejidad o desconcierto acerca de la “‘naturaleza”, por decir asi, del acto verbal que mi amigo acaba de protagonizar, ZCémo debo tomar sus palabras? 4Cémo una orden, un consejo, una advertencia, una amenaza. una séplica, un pedido, una instrucci6n, una exigencia, una aser- cién, una pregunta, una expresién de deseos, una sugerencia, un saludo, una invitacién, un elogio, una broma, una justificacién, tuna excusa, una recomendaciGn, una censura, una atribucién de responsabilidad, una oferta, una aceptacién, una admisién de res ponsabilidad, un juramento, una promesa, una maidicién, una prediccién, un veredicto, una conjetura, una autorizacién, una prohibicién, un insulto, un mero acto de cortesia, etc.? No se si la lista de tipos de actos que se pueden hacer con palabras es infinita, pero sf que es enormemente mas larga que esta tediosa enumeracién. Cuando me pregunto cémo debo to- mar la expresiGn de mi amigo, 0 cuél es su fuerza, me estoy pre- guntando qué cosa, de las tantas que se pueden hacer con pala- bras, acaba de hacer mi interlocutor al decir lo que dijo, en las, circunstancias y en la forma en que lo dijo. b) La segunda pregunta es distinta de la anterior. No es el caso ahora de que no sé cémo tomar lo que me han dicho. Ya sé que es una pregunta o una sugerencia, pero no sé qué es lo que me han preguntado o sugerido. Ya sé que es un pedido o una prohibicién, pero no sé bien qué es lo que me piden o prohiben. Estas son las principales fuentes de perplejidad 0, en todo caso, las que por las razones que més adelante se verdin me in- teresa examinar aqui. Ambas formas de perplejidad pueden pre- sentarse unidas, pero eso no impide que las distingamos en el NOTAS SOBRE DERECHO Y LENGUAJE 19 andlisis. Al hacerlo se abren ante nuestros ojos dos panoramas distintos de problemas, que conviene tratar por separado. TL. LA PRIMERA PREGUNTA: ZOUE 111Z0 FULANO AL, pecir “X"? 1, SOBRE LOS USOS DEL LENGUATE Los problemas conectados con la primera pregunta son tra: tados, comiinmente, bajo el rétulo “Jos usos del lenguaje”. Se trata de una problemstica que en muchos aspectos no ha sido atin suficientemente explofada. La lista parcial de actos que se pue- den hacer con palabras, que nos demoré hace un momento, mues- incluso a los ojos del menos alerta, la prodigiosa riqueza y flexitbilidad det lenguaje. Este es una herramienta que sirve pa- 1a los fines mas variados. Es un exceso de simplificacién (0 de dogmatismo) tratar todos esos usos 0 funciones del lenguaje como si todos tuvieran (0 tuvieran que tener) las mismas caract ticas. Nada més que para orientamos en un territorio frondoso voy a recordar aqui una clasificacién corriente, que procura par- celar el area cubierta por estos méltiples usos del lenguaje, No es una clasificacién rigida; tampoco es muy satisfactoria. Esta armada en torno a ciertos casos paradigmaticos y deja sin ilu- ar extensas zonas donde proliferan los casos dudosos. Con todo, aunque bastante tosca, es una brijula que ayuda a evitar los extravios mas comunes, a) En ocasiones usamos el lenguaje con un propésito pri mordialmente descriptivo: para informar acerca de ciertos fen6- menos 0 estados de cosas. Hay, pues, una funcién 0 uso deserip- tivo del lenguaje. Las unidades lingiifsticas son aqui aserciones: de ellas —y sélo de ellas— tiene sentido pleno preguntarnos si son verdaderas o falsas, Este es el test del uso descriptivo de las palabras, ctuyo paradigma es el lenguaje cientifico. Claro esta que no siempre nos valemos de las palabras para escribir © informar; con suma frecuencia las usamos pers ha- cer otras cosas, 20 GENARO R, CARRIG b) Solemos valernos de ellas como vehiculo o medio para expresar nuestros sentimientos, no en el sentido de describirlos, sino de exteriorizarlos; de darles, por decir asi, salida o escape. O bien las usamos para provocar en el préjimo ciertos sentimien- tos, solidarios 0 no con los nuestros; para despertar en él com: pasi6n, admiracién, envidia, encono o ira; para justificarnos an- te sus ojos; para modificar su actitud frente a algdn suceso o persona; para infundir en él resignacién u optimismo, eteétera. En relacién con estos casos se habla de una funcién 0 uso expresivo de las palabras. El paradigma es aqui el lenguaje poé- tico. No tiene sentido preguntarnos si las expresiones que apa recen en una poesia son verdaderas o falsas, ni pretender juz- gar el mérito de ella utilizando los cénones adecwados para juz: gar una obra cientifica. ©) Otras veces nuestro propésito central al usar ciertas formulas verbales es dirigir et obrar de otras personas, Nos vale- mos del Ienguaje para inducir a otro a hacer tal 0 cual cosa, a comportarse de determinada manera. Se habla, por ello, de una funcién 0 uso directivo del lenguaje, Una orden militar es, qui zis, el ejemplo mas claro de esta funcién de las palabras. No tie ne sentido preguntarse si una orden es verdadera o falsa. Para destacar sus métitos 0 defectos no apelamos a esos calificativos, Tampoco tiene sentido afirmar que una ley penal, por ejemplo, es verdadera o falsa. Si lo tiene, en cambio, decir que es justa 0 injusta, oportuna o inoportuna, progresista o retrégrada. 4) Se habla también de un uso “operative” (performative) del lenguaje, que ofrece caracteristicas muy especiales. Cuando al otorgar su testamento olégrafo el testador escribe: “Instituyo como heredero universal de mis bienes a X”, est usando pala- bras de una manera no asimilable a los otros usos del lenguaje hasta aqu{ aludidos. Ese enunciado no es, obviamente, una des- cripcién de lo que el testador esta haciendo, ni de ninguna otra cosa. Si bien exterioriza un cierto estado de énimo (el deseo de beneficiar a X), su funcién central no es esa, sino la de beneficiar a X (lo que no impide que, en los hechos, pueda re- sultar un intento frustrado de ello). Al formular ese enunciado el testador est haciendo una cosa especifica, que presupone la existencia de un sistema de NOTAS SOBRE DERECHO Y LENGUAJE, 24 reglas vigentes: estd instituyendo un heredero. Del mismo modo, cuando digo a otro “lo saludo cordialmente”, 0 “Ie prometo que iré”, estoy realizando con palabras actos que, segin ciertas con- ‘enciones en vigor, constituyen un saludo o una promesa, cual- quiere sea el grado de sinceridad que haya detrés de ellos. Pa- ra aludir a esta funcin de las palabras —que tanta importancia tiene en el campo del derecho— se puede hablar de un uso ope- rativo del lenguaje, Dejemos a un lado esta clasificacién rudimentaria y recorde- mos Ia nutrida lista de actos de lenguaje que mencioné, a titulo de ejemplo, al tratar de precisar ef alcance de las preguntas. £C6- mo debo tomar una expresidn lingiistica? 6 {Cuél es su fuer- za? Dada la enorme variedad de actos de lenguaje, Zqué guia tenemos para no equivocarnos al “interpretar” Jo que hemos Ha- mado la fuerza de una expresién? Lo cierto es que las mas de las veces no errames, pero no es insélito que ocurra fo contra: tio 0, al menos, que nos sintamos inicialmente desconcertados a ese respecto. La forma gramatical de la expresién no es, ciertamente, una guia segura, No siempre las drdenes, por ejemplo, se dan usan- do el modo imperativo. Si le digo a mi empleado “mafiana lle varé esta carta al correo”, el contexto y la situacién indican con claridad que se trata de una orden y no de una profecia, a pe- sar de que la frase esti en futuro del indicativo y no en impera- tivo. Y hasta seria una insolencia, o signo de una alarmante es- tupidez, que al dia siguiente e] empleado me dijera: “Sef equivocd, no levé su carta al correo”, Es una de fusin de ese tipo, precisamente, [a que coriffere un grato sa- bor de sorpresa a la frase “el juez le vaticind, con toda verdad, diez afios de cércel”." Si generalmente no nos equivocamos es porque manejames muy bien, aunque no sepamos hacer explicito, el complejo sis- tema de reglas implicito en el uso de las palabras. Tales reglas, » Jorge Luis Boots. Historia Universal de la Infamia, Emecé, Buc ros Aires, 1962, pig. 62 22 GENARO R. CARRIO que relacionan ciertos giros y expresiones con situaciones socia~ les 0 interindividuales tipicas, determinan con claridad, en la mayoria de los casos, qué clase de acto verbal es el que se ha eje- cutado. 2, SOBRE EL LLAMADO “SIGNIFICADO EMOTIVO” DE LAS PALABRAS Una de las causas que hacen que Ia forma gramatical no sea una guia segura es que existen numerosas palabras que al margen © con independencia de lo que podriamos lamar su sig- icado descriptivo, tienen la virtud, por decir asi, de provocar sistemdticamente determinadas respuestas emotivas en la mayo- rfa de los hombres. Los ejemplos son, por cierto, abundantes. Las palabras que ‘se usan con mayor frecuencia y brio en la oratoria politica per- tenecen a esa copiosa familia, Algunas de ellas tuvieron inicial- mente, quizés, un significado claro, que con el correr del tiem- Po se fue haciendo cada vez més borroso. Otras han ido cam biando de significado descriptivo, sin cambiar su tonalidad, en- comidstica 0 peyora .va, segtin el caso. Se trata de palabras que son usadas, en fornia ostensible o encubierta, para exteriorizar, despertar 0 agudizar ciertas actitudes de aprobacién 0 desapro- baci6n, “Libertad”, “democracis”, “imperialismo”, “oligarquia”, “comunista”, “nacionalista”’, son slo un puftado de las nume- rosas palabras que, en determinados contextos, desempefan tal funcidn, Entre esas palabras, que ordinariamente se manejan con tremenda imprecisiGn y que son utilizadas como dardos en las luchas ideolGgicas, se encuentran, por desdicha, el término “de- recho” y buena parte de las expresiones derivadas de él o empa- rentadas con él. Esta es una de las causas que explican por qué el positivismo juridico, que ha pretendido redefinir “derecho” y las palabras satélites en términos desprovistos de carga emotiva, ha suscitado tantas incomprensiones, cuando no reacciones aira- das. Resulia dificil climinar el halo emotivo de una palabra por via de una redefinicién de su contenido descriptive. No basta NOTAS SOBRE DERECHO ¥ LENGUA|E 25 con anunciar que en adelante ta palabra se usaré con tal o cual sentido, y que en ese sentido ella carece de implicaciones emo- tivas, Estas no pueden suprimirse por decreto, maxime si trata de términos incorporados desde tiempo inmemorial al len- guaje cotidiano. Frente a esta dimensién del lenguaje se habla del “signifi- cado emotive” de ciertas palabras, como cosa distinta del signi- ficado descriptivo de ellas. Aunque tal modo de hablar no pue- de aceptarse sin reservas —que no puedo desarrollar aqui— no veo inconvenientes mayores en usar esa formula verbal, que ha- ce referencia a ciertas caracteristicas disposicionales de algunos términos 0 expresiones. En algunos casos, frente al uso de cicrtas palabras, resulta tarea poco menos que imposible sefialar con qué estados de co- sas se hallan conectadas. Si un deseonocido nos dice que tal pelicula es un “opio”, o si una joyencita sostiene que un disco es “brutal” 0 “fabuloso”, 0 si un fildsofo afirma que una tesis es “plausible”, es muy probable que no sepamos qué propieda des constituyen el criterio de aplicacién de esas palabras.’ Solo sabremos que ellas exteriorizan aprobacién o desaprobacién, tal como podrian exteriorizarlas un apliuso, una silbatina 0 cual- quier otro movimiento o gesto dotadc de uno u otro valor con- yencional, Claro esta que con palabras como “democracia” o “dere cho” no ocurre necesariamente lo mismo. Esas palabras pue- den tener, segtin las ocasiones, un significado descriptivo acepta- blemente claro. Pero no siempre es ese el caso. No lo es cuando tales términos aparecen en contextos pertrechados de alta carga ‘emotiva; por ejemplo, en las campafias politicas. Todos los par tidos reivindican para si el uso del término “‘democracia”; todos pretenden ser voceros de la “verdadera” democracia. Aqui nos topamos con otro fenémeno lingiiistico frente al cual hay que estar precavidos Supongamos que A dice que el “verdadero signifi la expresién “ensefianza libre” es “régimen de ensefianza libera- do de todo dogmatismo, incluso el religioso”. Supongamos que B le contesta que el “verdadero significado” de dicha expresién Fo es ese sino “régimen de ensefianza que acuerda a los padres de 24 GENARO R. CARRIO el derecho de educar a sus hijos en Ia fe de sus mayores, si ast lo desean”. A primera vista pareceria que A y B se han limitado a definir de distinta manera “ensefianza libre” y que su desacuer- do, por lo tanto, es puramente verbal. Pero io que uno y otro han hecho con esa expresién, que en el uso corriente tiene un significado nebuloso, o una imprecisa acumulacién de ellos, es adjudicarle significados descriptivos distintos, con el propdsito de aprovechar su indudable valor emotivo para dirigir el compor- tamiento ajeno segtin cierto rumbo. Cuando intentamos redefinir ef significado de un término ‘© expresién procurando mantener intacto su valor emotivo esta- mos dando lo que Stevenson ha Mamado una definicién persua- IGNIFICADO EMOTIVO" BAIO ROPAJE DESCRIPTIVO Puede ocurrir que en un contexto aparentemente descrip- tivo esas palabras grividas de carga emotiva nos jueguen una mala pasada. Es posible “describir” un mismo conjunto de hechos utilizando un lenguaje neutro o un lenguaje con distintas to- nalidades emotivas. Podemos decir, por ejemplo, “los abogados piden la actuali- zacién de su arancel de honorarios”. © bien, “los avenegras pre~ tenden ganar todavia més”. O, por dltimo, “los auxiliares de la justicia estiman que 1a compensacién de sus servicios profesio- nales no est de acuerdo con Ia jerarquia de los mismos". Son tres maneras de “‘describir” un mismo hecho, a saber, que los abogados piden una mayor retribucién. Mediante el empleo de ciertos giros, so capa de describir una determinada pretensi6n, se Ia presenta como absurda o inaceptable, o bien como digna de ser acogida. Una coaliciGn politica puede ser “‘descripta’* como “un acuer- do inter-partidario que es indice de madurez civica y de espi- ritu de conciliacién” 0 como un “contubernio”. El uso de esta diltima palabra revela una clara actitud denigratoria = Charies i. Stevenson, Evhies und Language, Yaie University Press 7 edicién, 1958, Cap. IX. NOTAS SOBRE DERECHO Y LENGUAJE 25 Estos ejemplos pueden parecer demasiado toscos y quizas lo sean. Pero el disfraz suele presentarse en formas mucho més sutiles y menos ostensibles. Ello ocurre cuando se usan palabras bivalentes; esto es, términos que en algunos contextos funcionan descriptivamente y en otros emotivamente. En tales casos es po ble que pasemos por alto la duplicidad funcional y seamos in- ducidos a error por ella. 4. SOBRE LAS DISCREPANCIAS ENTRE LOS JURISTAS: REMISION Pienso que en parte no desdefiable las disputas entre los juristas estén contaminadas por falta de claridad acerca de cémo deben tomarse ciertos enunciados que tipicamente aparecen en la teoria juridica. Mientras no se ilumine este aspecio del pro- blema quedaré cerrada toda posibilidad de superar los multiples desacuerdos que tales enunciados generan. Si no tenemos en cla- ro cual es el fondo o Ia rafz de las discrepancias, vale decir. por qué se discute, serd estéril todo esfuerzo de argumentacién racional y las disidencias persistirdn, quizés agravadas. Obtener claridad acerca de esto no es, por cierto, condiciGn suficiente pa ra eliminar el desacuerdo, pero si condicién necesaria. Frente a cualquier enunciado que aparece en un texto de teorfa juridica y que no nos satisface, antes de salir a buscar argumentos para refutarlo debemos hacernos una serie de pregun- tas. {Qué es esto? ZEs una asercién, es decir, un enunciado que se propone describir un cierto estado de cosas? ZO es una re- comendacién disfrazada bajo la forma de una asercién, esto es. tun enunciado que disimuladamente trata de ensalzar cierto esta do de cosas “‘describiéndolo” con lenguaje aprobatorio? ¢O es un anuncio o advertencia de que tal palabra ser utilizada exclu- sivamente con determinado sentido? O es una definicién que simplemente recoge el uso.central 0 tipico de un vocablo? 20 es una definicién persuasiva, esto es, un recurso técnico que emplea el autor para obtener que el lector apruebe sus tesis, colocéndo- as bajo el manto protector de alguna palabra rica en carga emo- tiva y pobre en significado descriptivo? £0 es otro tipo de aser- 26 GENARO R. CARRIO cidn o de definici6n, caracterizado por el uso de afirmaciones pa- radéjicas que no tienen otro fin que el de subrayar algo impor- tante que hasta ese entonces los tedricos habjan desatendido? Este tipo de investigacién o examen previo es fundamental; los’ juristas, por lo comtin, prescinden de él y al abrigo de esa actitud negligente prosperan muchas polémicas claramente pres: cindibles. En la tercera parte trataré de demostrar, con un ejemplo, la importancia que tiene ese tipo de andlisis para clarificar muchas disputas entre juristas?. No pretendo que é1 proporeiona una re- eta para solucionar o superar todas las discrepancias. Al me- nos permite ubicarlas en el plano adecuado y, en algunos casos, puede mostrar que la polémica, tal como esté planteada, se li- mila 2 recorrer, en interminable vaivén, una via muerta IIT, LA secUNDA PREGUNTA: {Qué QUTERE DECIR “X”? Snpongamos ahora que no tengo dudas acerca de la fuerza de una expresiin: se cémo debo tomarla. Se trata, claramente, de un encargo; mi mujer me ha dicho: “Si vas al centro, com- prame un Y”,y la palabra “Y” alude aqui a cierto tipo de obje- tos. O se trata, claramente, de una insiruccidn; un amigo que 4 por salir de vacaciones me ha pedido que me quede al c dado de su casa y, antes de partir, me dice: “Si ocurre W, haz Z", y aqui las palabras “W” y "Z” aluden, respectivamente, a un cierto tipo de evento y a cierto tipo de accién humana. Los problemas que quiero presentar ahora no se vinculan, pues, con Ja fuerza de la expresién, sino con estos otros interto- ganies, que expresan una distinta perplejidad o duda: “ZEs este objeto individual que tengo frente a mi un Y (lo que mi mujer me encargé que le comprara)”. O bien, “ZEs este hecho concreto, que acaba de ocurrir, un W (el hecho ante ef cual mi amigo me indicé que adoptara ciertas medidas)”. O sino, “ZEs esta ac- ci6n que tengo en mira una conducta Z (la que mi amigo me instruy6 que siguiera si ocurria tal suceso) ?”. > Ver injre, pag. 90 y sigs.

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