Está en la página 1de 1

Reflexión

La propuesta ética de David Hume pareciera superar a quien sería el principal sostén ético en la
filosofía occidental: Aristóteles. El considerar a la moral como una limitación inexistente
únicamente útil para el resguardo de bienes y para la armonía social, contradice el sustento
ontológico aristotélico, pues las buenas costumbres, la virtud, ya no sería el mejor estado del ser
humano, sino un mero contrato entre individuos. Con ello, se alza la pregunta: Si aceptamos el
presupuesto ético de Hume ¿por qué escogeríamos continuar por la vía propuesta por Aristóteles,
ésta es, la de ser virtuosos e intentar alcanzar la vida contemplativa?

Hay un punto esencial entre ambas posturas, punto de quiebre en el cual las consecuencias que
conllevan el actuar de acuerdo a cada postura cambian radicalmente, ésta es la relación entre el
actuar y la exterioridad/interioridad. Para Hume, la ética se vuelve algo externo, al punto de que
las pasiones propias del individuo deben ser contenidas para sostener la ética heterónoma (de ahí
que la ética resulté en un autoengaño). Por otra parte, la ética aristotélica, aunque conserva
muchos rasgos externos (Para Aristóteles el ermitaño no es el fin por alcanzar), la construcción
de las virtudes se desarrolla desde el interior. El individuo regula sus pasiones y se impone
ciertas ideas consideradas virtuosas no para ser compatible con los demás, sino porque, mediante
esta acción, alcanza una forma de vida más autosuficiente. Con ello, se alcanza, de acuerdo con
Aristóteles, la libertad, la cual posibilita el fin último del ser humano: la contemplación. En la
actualidad se podría prescindir de la contemplación, no obstante, la libertad permanece como uno
de los ideales del ser humano, basta con ver los distintos movimientos que abogan por la libertad
de minorías particulares, de ahí que la ética aristotélica pueda mantener su vigencia.

La importanciaя не знаю

También podría gustarte